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Algo Salvaje


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Nos pusimos a buscar una finca diferente y encontramos estas antiguas casitas de pescadores. Es un espacio difícil, ya que no tiene absolutamente nada, ni electricidad, ni baños, ni infraestructura alguna... Una locura que pocas empresas se atreverían a asumir como espacio para celebrar una boda, algo salvaje. Al estar en una zona protegida los coches no pueden entrar, por lo que pensamos que sería divertido subir a los invitados en carros tirados por mulas, un tractor tapizado y decorado y unos cuantos Meharis, lo que ya les daba una pista muy clara del tipo de evento al que iban a acudir. Montamos la ceremonia en un precioso faro, blanco y negro, encima de las rocas. Lo decoramos con banquitos individuales de cuerda, la verdad es que quedó super bonito! Los invitados cuando llegaban iban tomando limonada fresquita, cuando acabó la ceremonia los fuimos dirigiendo con una banda de música que iba tocando >>>







temas divertidos hacia otra casita donde ya teníamos todo preparado. También pasaban por diferentes stands en los que se les iba dando aperitivos y bebida. La zona del banquete quedó muy muy chula, montamos una tarima y una carpa color marrón que quedaba totalmente integrada en el lugar. La tarima estaba levantada para proteger las plantitas autóctonas que hay en la zona, pero era como estar en un barco, mediterráneo en estado puro. Siguiendo con la idea del faro pusimos mesas corridas con mantelería de rayas negras y blancas, todo combinado con sillas de madera. La vajilla negra hecha a mano por Vimbi Vimbi para la ocasión contrastaba con la cubertería dorada y bajo platos de mármol, todo ello acompañado de flores verdes y blancas que formaban un conjunto maravilloso.
Después de un aperitivo con stands y música en directo pasaron a comer donde Jordi Calvache sirvió un menú espectacular. Todo acabó con música en directo y baile, mucho baile.









