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HERITAGE
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México commemorates the 200th anniversary of its Independence’s consummation in 2021, a complicated year of pain, fear, and hope.
The `Grito de Dolores’ given by Miguel Hidalgo y Costilla on September 15, 1810 -calling for the insurgency against the Spanish Crown- was followed by 11 long and bloody years of armed struggle.
After Hidalgo’s death, followed by José María Morelos’, the independence movement entered a resistance and guerrilla warfare period, mainly in the south of New Spain, led by Vicente Guerrero. He was a mestizo and Afro-American descendant who later became president of the republic. Guerrero, and Agustín de Iturbide, raised the Plan de Iguala. In this political document, the consummation of Independence was “agreed” and made possible the Army of the Three Guarantees’ arrival to Mexico City and the Vice-regal power fall in 1821.
After all these years, we still have evidence of those years of confrontations, utopias, and insurgent epics. Documents, paintings, legends, weapons, and sites contribute to keeping the historical memory alive. A unique building located in the city of Chihuahua is an example of these memories that fill us with pride and identity as Mexicans: The Hidalgo’s Dungeon, the last resting place of the Father of our Nation. This distinguished space, which vindicates national Independence and evokes Mexico’s women and men’s freedom, is located in Casa Chihuahua. In this place, visitors easily understand the conditions of loneliness and hardship of Miguel Hidalgo’s last days. Not even the wide walls of that dungeon were enough to silence the libertarian voice. Nor were the bullets used in his execution enough lead to annihilate the sovereign aspiration of a mestizo society that sought to write its own history.
En medio del dolor, miedo y esperanza con el que comenzamos este complejo 2021, dio inicio la conmemoración de los 200 años por la consumación de la Independencia de México. Al Grito de Dolores dado por Miguel Hidalgo y Costilla el 15 de septiembre de 1810 -convocando a la insurgencia en contra de la Corona Española-, le siguieron 11 largos y cruentos años de lucha armada.
A la muerte, primero de Hidalgo y luego de José María Morelos, el movimiento independentista entró en un periodo de resistencia y guerra de guerrillas, sobre todo en el sur de la Nueva España, encabezado por Vicente Guerrero. Este último caudillo de ascendencia mestiza y afroamericana que posteriormente fue presidente de la república, enarboló junto con Agustín de Iturbide el Plan de Iguala, documento político donde se “pactó” la consumación de la independencia e hizo posible el arribo del Ejército Trigarante a la Ciudad de México y la caída del poder virreinal en 1821.
De aquellos años de enfrentamientos, utopías y epopeyas insurgentes nos quedan numerosos vestigios. De ellos, hoy contamos con documentos, pinturas, leyendas, armas y sitios que contribuyen a mantener viva la memoria histórica. En la ciudad de Chihuahua se localiza, por ejemplo, un inmueble único que nos llena de orgullo e identidad como mexicanos: el calabozo de Hidalgo, la última morada del Padre de la Patria.
Este espacio insigne que reivindica la independencia nacional y evoca la libertad de las mujeres y hombres de México, se localiza en Casa Chihuahua. Al estar allí, se facilita la comprensión de los visitantes sobre las condiciones de soledad y penuria presentes en los últimos días de don Miguel Hidalgo.
Ni los anchos muros de ese calabozo fueron suficiente para acallar la voz libertaria. Ni las balas empleadas en su fusilamiento tuvieron el plomo necesario para aniquilar la aspiración soberana de una sociedad mestiza que buscaba escribir su propia historia.