60 cuentos que vienen y van

Page 1


Soy un juglar que va y viene, ar tista que viene y va. Yo cuento lo que me cuentan y canto lo que me dan.

Acérquense los presentes, vengan todos a escuchar, pues tengo sesenta historias que les quiero regalar

Empiezo por la primera, como se suele empezar... ¡Sacudan bien sus orejas que ya la voy a contar!

Había una vez tres ovejas. V ivían en el campo, como todas las ovejas.

Un día, llegó una nueva…

–¡Qué pequeñita que eres! – dijo la primera oveja.

–Para esconderme mejor –respondió ella.

–¡Y cuántas patitas que tienes! – dijo la segunda oveja.

–Para pararme mejor.

–¡Qué ojos enormes que tienes! – dijo la tercera oveja.

–Para mirarlas mejor

–¡Y qué cola más grande tienes! – dijeron las tres, al mismo tiempo.

–¡¡¡Para picarlas mejor!!!

Del susto, las tres ovejas salieron corriendo pampa adentro

Una tarde, tres hermanos fueron a la casa de la abuela.

–¡Vayan a jugar afuera, que está lindo! –sugirió ella cuando llegaron. Pero

–¡Es mía! – gritó el hermano más grande.

–¡No, mía! – dijo la nena del medio.

–¡No, mía! –lloró el que iba al jardín.

Linterna va, linterna viene, se encendió. La luz al principio era suave; después

habló así:

–Soy el genio de la linterna. ¿Quién es mi amo?

–¡YO! – gritaron los tres

–Ajá –murmuró el genio rascándose la cabezota–. A ver… y díganme, amos:

¿qué les gustaría tener? Solo puede ser una cosa para los tres

–Un mono –se decidió el más grande.

–Un patín – dijo la del medio.

–¿Y el más chiquito qué quiere.. ? –le preguntó el genio al último hermanito

–Un gigante.

El genio se enruló el pelo para pensar mejor. Y, como era

un genio, encontró la solución:

–Un mono, un patín y un gigante, hacen…

–¡Vayan a jugar afuera, que está lin...! –volvió a decir la abuela.

No hacía falta insistir Los tres hermanos, subidos al monopatín gigante, ya habían salido volando por la ventana.

La bruja Piruja llegó volando a la tienda “Tengotodo”: necesitaba pimienta para sus hechizos

Estacionó su escoba en la entrada, junto a la sección de limpieza, y entró. Aunque era medio miope, se entretuvo mirando mopas, escobillones, trapos y trapitos… también mangueras, mar tillos y pollo frito

Hasta que se acordó de la pimienta... ¡Y ya era de noche!

tomó rápido la escoba y salió Pero al montarla… ¡zambimba! ¡La escoba no se movía y ella tenía que hechizar urgente a tres princesas!

–¡Escoba boba! –la sacudió. Pero nada: a las escobas de bruja no les gusta que las sacudan del palo Piruja, resignada, caminó con la escoba en la mano cinco kilómetros y, ya a medianoche, se sentó debajo de un pino.

–¿Qué voy a hacer con vos, escobita? –suspiró –. ¿Por qué no me llevas a casa, eh?–. La acarició y le puso un poco de pimienta.

Piruja no supo si fue por las ganas de que funcionara, sus palabras lindas, las caricias o la pimienta, pero la escoba de repente despegó… ¡tan rápido que Piruja casi ni pudo montarla!

Así fue como la bruja llegó a tiempo para hechizar a las tres princesas, pero… ¡Miren! ¿Qué hay en el cielo…? ¡¿Burbujas…?! ¡Y el cielo está más limpito…! ¿Cómo podía ser? ¿Qué escoba se había llevado

Piruja de la tienda “Tengotodo”…? ¿Y dónde estaba la suya?

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.