ARTESANÍA
DIGITAL CATÁLOGO DIGITAL DE ARTESANOS DE COLIMA
BLANCA E. MAGALLÓN RAMÍREZ
Artesanía en coco
BLANCA E. MAGALLÓN RAMÍREZ
Arte y creaciones BEMARA/ Artesanía en coco Colima, Colima, México.
El canto de la esmeriladora –música caliente que al rozar la cáscara del coco la transforma o la deforma o la cambia (como hace el amor con las personas)-- da la bienvenida al pequeño taller, ubicado en el patio de su hogar, de Blanca Magallón; poco a poco los ojos van desvelando las sorpresas que, luego de ser vistas por primera vez, comienzan a caer en el listado de cosas despreciadas por considerarse muchas veces vistas, muchas veces exploradas, totalmente descubiertas… La rutina, pese al desprecio que le pregonan la mayoría, también tiene su pátina dorada y luminosa: no necesariamente es destructora de lazos y relaciones; a veces, las dosis moderadas de rutina ayudan a reforzar eso que nace entre una persona y otra, entre una persona y una cosa, entre una persona y un proyecto. Blanca Magallón puede servir el ejemplo: después de largas, constantes y cansadas sesiones de trabajo ha formado–y sigue formando, porque la tarea de crecer nunca termina—lo que ahora es: una artesana de la región, creadora de diseños originales (funcionales o decorativos) hechos a base de cáscara de coco y derivados de palma. Irónicamente, aunque las cáscaras con las que ella trabaja antes guardaban un líquido refrescante típico de la región, ella prefiere beber coca-cola: “Ay, mi vicio”, dice mientras se lleva a la boca el envase de vidrio para dar un gran trago. Blanca es una mujer suave --sus facciones son delicadas y habla con calma—pero trabaja con decisión: manipula la esmeriladora con confianza, se empolva las manos sin chistar; pero la recompensa no tarda mucho (aunque el tiempo siempre es relativo) en llegar: van apareciendo ante sus ojos las piezas que ella había acariciado sólo en su imaginación: artículos de bisutería, floreros, servilleteros, alcancías, lámparas, alhajeros. Todo. Todo lo que sea capaz de imaginar, e incluso lo que no, Blanca es capaz de confeccionarlo a partir del uso de materiales como cascarilla de coco, angeo (fibra) rojo silvestre, estopa, palapa, flor de coco. Hasta ahora, si las cuentas no le fallan, ha diseñado aproximadamente 50 artículos diferentes. Blanca nació en el municipio de Armería. Desde los últimos doce años se ha dedicado al trabajo artesanal: comenzó haciendo cuadros de ixtle y luego –a sugerencia de una gran amiga que la ha acompañado en toda esta aventura—
BLANCA E. MAGALLÓN RAMÍREZ
Arte y creaciones BEMARA/ Artesanía en coco Colima, Colima, México.
gestionó sus propias exposiciones; su obra ha estado en los muros de Causa Joven; luego preparó una muestra itinerante titulada “Colores de mi tierra” que circuló por todo el estado. “Me encanta el material porque es muy noble y versátil (…) me gustaría fortalecer la identidad del estado a partir de la fabricación de artesanías hechas a partir de un producto típico de nuestra región”, subrayó Blanca, mientras alternaba la manipulación de la esmeriladora con un trago a su bebida favorita. Parió cuatro hijos pero a ninguno le ha interesado aprender el oficio. Sí, respetan lo que ella hace: disfrutan verla trabajar en largas tardes de sol dorado, o en días nublados, o en días de lluvia, pero de eso a acercarse a aprender el oficio, hay una gran distancia. Arte y Creaciones BEMARA –como Blanca decidió bautizar su micro negocio-exhibe sus productos en varias tiendas de artesanías y en tianguis culturales. Para poder arrancar el proyecto recibió apoyo del Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Fomento Económico (Sefome): “Me brindan asesoría y capacitación de cómo llevar mi empresa”. Blanca, pues, ya domina temas relacionados con los planes de negocio o el orden administrativo o las estrategias de venta…además de que aprovecha su vínculo con esta secretaría gubernamental para participar en exposiciones a nivel nacional.
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Artesanía en coco
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ROSA MARÍA CERVANTES CONTRERAS
Bordados
ROSA MARÍA CERVANTES CONTRERAS Bordados Colima, Colima, México.
Ni siquiera es necesario pronunciar el famoso abracadabra para que la magia suceda. Campos floridos: margaritas, azucenas, girasoles aparecen –pintadas o bordadas—en las creaciones de la artesana colimense Rosa María Cervantes Contreras quien, después de treinta años de trabajo ininterrumpido en Gobierno del Estado, pudo acceder a la jubilación y concretar un sueño de adolescencia: ser artesana. Rosa María, quien ha mantenido por catorce años su negocio de artesanías ubicado en el centro de la ciudad capital, insiste en que nunca, nunca, nunca es tarde para iniciar: “Los sueños se realizan siempre y cuando tú le pongas ganas, empeño y corazón a lo que haces (…) creo que la gente tiene que ser feliz para que vivir valga la pena”. La artesana tiene, más bien, una visión holística de la vida: es una apasionada del aprendizaje y piensa con frecuencia en el bien colectivo. “Si haces lo que te gusta no te enfermas; los últimos catorce años he estado más sana que nunca” dijo la mujer, mientras tomaba un breve descanso de una sesión –terapéutica, por cierto—de bordado. A Rosa María le sucedió algo que le ha pasado a muchos, y que seguirá pasando: por varios años, en pos de un ingreso económico seguro que garantizara su manutención, trabajó para Gobierno del Estado; y aunque tenía cualidades para desempeñar favorablemente ese trabajo, también, hay que decirlo, estaba aplazando (pero no olvidado) un proyecto personal. La jubilación por fin llegó y Rosa María, quien mantenía intactos los conocimientos de bordado y pintura rangeliana que había adquirido en la adolescencia, quiso “desentumirse”. Compró ganchos, pinturas, mantas, madejas de hilo y arrancó lo que hoy ella considera “un negocio de artesanía hecho con corazón”. Rosa María es una mujer evidentemente agradecida con la vida: le gusta tener manos para bordar, tiempo para hacerlo, ideas para nuevos diseños, inquietud para seguir innovando. Para ella –aunque su local sea modesto—trabajar es una fiesta: “Sí siento valorado mi trabajo; la gente lo aprecia mucho; le gustan los colores y el carácter siempre festivo, floreciente, de los bordados”, indicó. Los
ROSA MARÍA CERVANTES CONTRERAS Bordados Colima, Colima, México.
temas de su trabajo están relacionados con flora, fauna e imágenes clásicas: perritos danzarines, volcanes colimenses, indígenas junto a cactus portentosos… Y sus creaciones –dependiendo del trabajo y tiempo invertido—van de los 35 a los 800 pesos. Considere que, si hace la adquisición de una prenda hecha por Rosa María, adquirirá algo más que una prenda: adquirirá una joya. Cuando uno usa prendas con bordados no es necesario ni maquillarse ni usar joyería, porque la ropa --y ni qué decir de quien la usa—ya es una joya en sí misma. Vístase con color, vístase con México. ¡Y brille!
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Bordados
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JOSÉ
ARGUELLO GÓMEZ
Equipales
JOSÉ
ARGUELLO GÓMEZ Juguete Tradicional Colima, Colima, México.
No es lo mismo sentarse en un banco o una silla. No. Instalarse en un equipal da una experiencia diferente: sueltas absolutamente el peso de la espalda y los brazos en el soporte hecho a base de madera y piel…y no se puede pasar por alto el aroma –a cuero, a cabaña, a campo—que desprende este mueble artesanal. El aroma del equipal penetra a las fosas nasales y luego la serie de recuerdos (o la falta de ellos) son responsabilidad de quien osa utilizarlo. José Eduardo Argüello Gómez es, por tradición familiar, fabricante de equipales (o salas o cantinas) hechos con esta técnica particular que consiste en moldear la madera y forrar el armazón con tiras de piel curtidas. Suena fácil, pero el proceso le exige el conocimiento de diferentes tipos de madera, como el palo de rosa o el palo dulce, y estrategias para facilitar el trabajo con el cuero. José Argüello manipula herramientas como engrapadoras, martillos, serruchos que, curiosamente, cuelgan de las paredes de su modesto, modestísimo, taller instalado sobre la calle Nicolás Bravo, en Colima. El artesano trabaja en silencio; es inevitable sudar estando bajo el techo de lámina que lo guarece y, por eso, instaló un ventilador de techo que musicaliza con un chillido particular sus sesiones de trabajo. Su mujer, por lo regular, lo acompaña mientras él clava o barniza o va construyendo el mueble; la presencia de ella es más bien pasiva: lo ayuda a limpiar el lugar o le hace un poquito de conversación o guarda silencio obsequiándole su sola presencia. José trabaja sin música, casi en silencio –con la salvedad del ventilador que chirría o el tono de voz de su mujer que le habla—aunque la ubicación de su taller lo condena al ruido de la zona centro: ruido de autos o camiones con motores que rugen y llantas que gastan el asfalto… José Argüello desempeña su oficio con la simpleza de un niño jugando con su carrito; es una actividad que conoce: su abuelo y su padre practicaron este arte y él lo aprendió entre queriendo y sin querer. Para él hacer equipales es algo tan natural –aunque no signifique que no sea especial, sagrado-- como comer, caminar, respirar.
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ARGUELLO GÓMEZ Juguete Tradicional Colima, Colima, México.
Sin embargo observó que antes ni su abuelo ni su padre se daban a vasto con el trabajo: tenían pedidos por aquí y por allá mientras que ahora la demanda es más bien moderada. “La gente prefiere, en pos de la modernidad, esos muebles muchas veces de mala calidad que ya venden por todos lados; muebles hechos en serie, sin un cuidado especial, sin paciencia, sin devoción; y se están olvidando de apreciar la calidad y estética de este tipo de trabajos” dijo José, quien elabora piezas que van de los 280 pesos a los 4 mil pesos. Cuando manifiesta eso, que la gente no valora el trabajo artesanal, su tono no es pesar; es el tono de hombre digno que simplemente observa lo que está pasando y lo manifiesta así, sin pisca de tristeza. Él es José. José Argüello. Es artesano. También es un caballero que defiende, con el tesón del trabajo diario, la supervivencia del mueble artesanal. ¡Gracias José!
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Equipales
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SILVIA
MORENO LLAMAS
Jabones Artesanales
SILVIA
MORENO LLAMAS Jabones Artesanales Colima, Colima, México.
Ha pasado una vida ¡casi! y Silvia Moreno –después de un matrimonio, un divorcio, estancias en el extranjero, crianza de hijos, viajes de placer, de negocios, y de otra centena de circunstancias que sazonan la vida—por fin encontró eso que, en el terreno laboral, disfruta hacer: “Lo que me estimula, lo que me gusta, lo que me da ganas de levantarme…” Experimenta con formas, olores, colores, y ejercita constantemente la creatividad: elabora jabones artesanales. Creó, en 2012, la empresa familiar Coco-Bambú que va marchando sin prisa pero sin pausas. El negocio –que administra junto con su hija Nuri-- comenzó ofreciendo jabones ¡de 27 aromas diferentes! y actualmente incluye gran variedad de productos: exfoliantes, lociones, aceites para masajes, almohadas relajantes, jabones orgánicos y sales de baño. Todo lo relacionado con el cuidado de la piel, utilizando productos de nuestro estado. Pasear por el stand que montó, en abril de 2014, en la “Feria del Ponche, Pan y Café”, en Comala, era un reto para el olfato: aromas de yerbabuena, albahaca, romero, tomillo, café, coco, miel, caléndula, yoguth se arremolinaban en las fosas nasales y conmocionaban al visitante. No es que la vida de Silvia antes de Coco-Bambú haya sido estéril, yerma, vana. No. Lo cierto es que, presionada por la obligatoria crianza de sus hijos, explotó sus dotes de comerciante y se movió en un entorno laboral relativamente seguro. No se arrepiente de nada de lo dicho, hecho o decidido en el pasado; pero admite algo: ahora se siente más libre, más dichosa: “Aunque suene a cliché, a la vida se viene a ser feliz, creo que estoy cumpliendo”. Silvia Moreno destaca que, después de toda una vida, por fin siente que está donde debe estar: “Y me lo merezco”, dice con seguridad; luego agrega: “Todos merecemos hacer lo que nos gusta, deberíamos procurarnos ese placer y ese bienestar (…) pasamos la vida haciendo cosas para los otros, y
SILVIA
MORENO LLAMAS Jabones Artesanales Colima, Colima, México.
dice Silvia, quien alterna la entrevista con la atención a clientes que llegan de vez en cuando a preguntar el precio del jabón grande, “35 pesos”, o del jabón pequeño, “20 pesos”. Evocando el pasado, cuenta que en un día que se parecía a cualquier otro –en ese entonces ella vivía en Estados Unidos, donde radicó por 22 años-- recibió una llamada telefónica de su amiga Lucy, dueña de un spa, quien la invitó a tomar un curso de elaboración de jabones: “Vente Silvia, algo aprenderemos”. Silvia fue y, efectivamente, algo aprendió. Desde entonces comenzó a elaborar jabones para sus “chiquillos”, otros familiares y amistades. Luego, como regalo de cumpleaños, Silvia se consintió un viaje a Hawaii: “Iba sólo por diez días y cuando llegué allá encontré una fábrica de jabones que me fascinó y me quedé trabajando ahí por tres meses…imagínese, andaba yo en mis meros moles”. Luego, cuando Silvia retornó definitivamente a México y la crisis económica apretó, se le ocurrió explotar sus dotes de productora de jabones. Con apoyo de la Incubadora de Empresas de la Universidad de Colima fue cimentando este negocio que nunca termina: “Es como un salón de belleza, uno no acaba de capacitarse nunca porque ya sale que una nueva esencia, que una nueva fórmula; hay que estar dispuesto al aprendizaje perpetuo”. Aunque no tienen una tienda fija y producen los jabones en su domicilio particular (Ignacio L.Vallarta No. 49-A en La Estancia, Colima) Silvia opina que el “negocito está bien bendecido”. Coco-Bambú provee productos en tiendas naturistas, spas, salones de belleza y presume entre sus clientes a la exclusiva Hacienda San Antonio. Palabras como glicerina, aceites, sosa y aromas suenan frecuentemente en la boca de Silvia, quien mana un aliento optimista. El espíritu perfumado debe ser algo que ella y sus jabones tienen en común…
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MORENO LLAMAS
Jabones Artesanales
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MANUEL
ÁLVAREZ ÁLVAREZ
Juguete tradicional
MANUEL
ÁLVAREZ ÁLVAREZ
Juguete Tradicional Colima, Colima, México.
A partir del 2008 empiezó la aventura de elaborar juguetes tradicionales, todo inicio al elaborar un juguete a su nieto que gustó mucho y lo empezaron a impulsar para seguir elaborandolos, todos los diseños son elaborados por el donde sus formas y movimientos los hacen muy atractivos. Actualmente imparate cursos a personas de las tercera edad en el Parque Regional por parte del DIF estatal que les ayuda a fomentar su creatividad y les da las herramientas para que ellos puedan vender sus productos, a participado en exposiciones con sus alumnos la cual tuvo una muy buena aceptación por parte de la población. A manuel le gusta mucho lo artesanal, el fomentar y rescatar las piezas infantiles, los juguetes son piezas que requieren de mucho trabajo y paciencia, Manuel cuenta que uno de sus alumnos elaboró un carrito tan detallado que duró 1 año en elaborarlo, pol tal motivo su pieza fue vendida en un precio considerable. Su formación profesional es de fotógrafo, pero la madera lo cautivo al poder jugar con formas y figuras geométricas; Su primer arte objeto fué un juego de mesas de cenetro con madera de mangle. Las madera con la que más trabaja es la de pino ya que su textura le da la ventaja de tener diferentes terminados en sus productos. Los precios van desde $60 hasta $800 y la venta la hace por lo general en exposiciones a las que lo invitan por parte de la secretaría de Cultura.
Juguete tradicional
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JUAN FRANCO
Madera y Vidrio
JUAN FRANCO Madera y Vidrio Colima, Colima, México.
Él es, como su apellido lo indica, Franco; Juan Franco. Este catálogo se limita a hablar de los artesanos de la región y, por eso, tal vez debamos abordar en otra ocasión los otros talentos –gastronómicos, por citar un ejemplo; o de absoluta entrega a sus hijos, por citar otro—de este caballero barbado. Los mencionamos de refilón, para no dejar pasar la ocasión, pero ahora sí vamos, como se dice coloquialmente, “a lo que nos truje…” Juan Franco es originario de Guadalajara, Jalisco, aunque lleva muchos años asentado en la capital colimense; una de sus máximas influencias fue el artista Sergio Bustamante quien tiene obra pública distribuida por casi todo Puerto Vallarta, ¿lo recuerda? Aunque han pasado años, Juan Franco no olvida cómo conoció a este artista jalisciense: “Estudiaba en la Secundaria Federal No. 10 y mi ruta diaria para volver a casa me exigía recorrer la calle de Río Independencia; atravesaba todo Tlaquepaque y me gustaba mucho entrar a la galería de Sergio Bustamante. Me gustaba mucho porque siento que él marcó una tendencia muy diferente: una tendencia a lo grande, a lo esplendoroso”, compartió en entrevista. El tiempo pasa (nunca deja de pasar) y Juan Franco dejó de ser un adolescente: se convirtió en un joven; entonces ingresó a la Licenciatura en Diseño Gráfico en la Universidad de Guadalajara. Su curiosidad --ese rasgo que ¡ufff, de qué manera lo distingue!-- lo ha llevado a explorar, experimentar e intervenir novedosamente las obras de otros artistas o las suyas propias. Lo que él hace, según los expertos (o, mejor dicho, la gente que gusta de poner títulos o géneros) se denomina neoartesanía: “Yo hacía aplicaciones a la obra de otros artesanos con el fin de enriquecer más la pieza, me esfuerzo mucho por dar una nueva personalidad a la obra, por cuidar todos los detalles posibles; luego resultó que eso era conocido como neoartesanía”. Revitalizar, desacralizar o darle una nueva presentación al arte es un talento de este artista. Desde los últimos veinte años se ha dedicado a la elaboración de vitrales – obra pictórica elaborada con pequeñas piezas de piedra, cerámica, vidrio u otros materiales similares; y desde hace un tiempo también se dedica
JUAN FRANCO Madera y Vidrio Colima, Colima, México.
a la elaboración de máscaras talladas en madera. Las jornadas de trabajo son largas: pasan horas antes de que se pueda ir perfilando el rostro o los primeros rasgos de la figura que emerge del vidrio o la madera (según lo que esté trabajando en ese momento); y el pago del trabajo no es ni siquiera mínimamente equiparable con el tiempo y dedicación invertidos. Sí. Triste…pero cierto. “Los artesanos somos una especie de etnia o tribu urbana; de repente nos compramos obra entre nosotros porque claro que tenemos un gusto genuino por el arte, aunque hay poquísimos compradores locales o nacionales. Yo diría que el grueso de los compradores de artesanía son los extranjeros, calculo que hasta el 70%”. Destacó que si la gente comprendiéramos realmente el impacto del arte --que implica un conocimiento que se transmite de generación en generación y que contribuye a preservar una tradición—la relación con los maestros artesanos cambiaría radicalmente: “Si todos tuviéramos ese enfoque de la artesanía sí habría más compradores que no se atreverían ni a regatear, que adquirirían con gusto y con amor porque saben que esa es su contribución a un oficio, a un trabajo o a la preservación de una actividad”. Juan Franco nos deja verlo trabajar: talla la madera; mueve de un lado a otro sus brazos y antebrazos que llevan la huella de tatuajes que lo adornan o que le recuerdan algún episodio de su vida. Juan sabe que el movimiento es vida, y por eso vive moviéndose: cocina, ama, talla, cuida, besa, descansa, trabaja…y una larga lista de etcéteras. No le teme ni al trabajo limpio ni al trabajo sucio por lo que, además de ser un artesano, instaló su propia tienda, Santo Remedio (ubicada en La Artería, en pleno andador Constitución), donde comercializa productos artesanales de diversa índole (mezcales, ropa, ornamentos, calzado, bisutería…). Si osa ir a Santo Remedio, ¡queda advertido!, prepárese porque querrá llevárselo todo.
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Madera y Vidrio
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MARÍA
MARTELL MARTÍNEZ
Figuras prehispánicas
MARÍA
MARTELL MARTÍNEZ Figuras prehispánicas Colima, Colima, México.
Detrás de una portentosa fauna colimense (integrada principalmente por pericos y perritos), fuertes hombrecillos prehispánicos, vasijas y objetos ornamentales hechos a base de cerámica en barro rojo, se asoma el rostro, iluminado por una sonrisa que a leguas se nota que viene desde adentro, de María Martell Martínez. Es como si María Martell posara para una foto familiar, junto a su descendencia: todas las piezas que la rodean fueron moldeadas y cuidadas por ella; están enriquecidas por su devoción de madre artesana. María Martell lanza un suspiro y se remonta al pasado para contar la historia del negocio familiar: Artesanías Macías; quizá busca una nueva manera de contar cómo fue que sucedió todo o quizá excava en la memoria para encontrar la cinta que se le grabó inconscientemente después de tantas veces de repetir –una y otra y otra vez-- la misma historia. Hace quince años María Martell tomó, por primera vez, un trozo de barro con intenciones artísticas: “¿Qué hacer con eso?” Lo miró, lo sintió, e imaginó todo lo que podría hacer con él. Con instrucción de su esposo José Natividad Marías Vázquez –quien originalmente era restaurador de piezas arqueológicas, y quien comenzó a interesarse en la reproducción de objetos de cerámica a partir de esa experiencia (y de eso ya pasaron treinta largos años)— María fue aprendiendo el oficio al que luego se sumó su hija María de los Ángeles Macías. Juntas, madre e hija, pasan largas jornadas manipulando barro, cuchillos, moldes, ganchos de tejer, lijas, tierra roja, tierra blanca; poco a poco van transformando el barro amorfo en curiosos perritos danzarines o guerreros de occidente. Sin embargo en este trabajo, como en la mayoría de cosas en la vida, hay que saber esperar: elaborar una pieza pequeña requiere la inversión de tres días de trabajo; las piezas grandes les llevan hasta una semana. El barro lo consiguen con un proveedor en Jalisco, lo traen desde Puerto Vallarta; una vez que la figura está lista la trasladan –desde su lugar de trabajo ubicado en la colonia Infonavit en la ciudad de Colima—hasta otro domicilio
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hornearla: ahí, la pieza entra en ese gran vientre caliente para cocerse. Ésa es una etapa delicada: a veces la pieza se cuartea o se rompe por efecto del calor, pero a veces no; en esos casos el perrito sale listo y el guerrero fortalecido; se acercan cada vez más su doble (y noble) misión: por un lado, promover la artesanía de la región; y por otro, embellecer algún espacio de un hogar o una habitación o una oficina en algún lugar de Colima, México o incluso el extranjero. Además de sus habilidades técnicas para la elaboración de estas piezas de cerámica, no es nada despreciable la sensibilidad estética que Las Marías han desarrollado en su trayectoria de artesanas. Su manera de percibir, sentir, comprender y vivir esto que se llama vida, revela que el perrito viejo --un perrito que nació en sus manos pero que, sin embargo, viene desde el pasado-- les ha transmitido su sabiduría ancestral.
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AGRADECIMIENTOS JONATHAN APARICIO / Asesor del proyecto IVONNE BARAJAS / Corrección de estilo LEOPOLDO MORETT / Asistente cámara