FUNDACIÓN DE PUNO

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Cuadernos de la cultura puneña. N° 3 - 2017

FUNDACIÓN DE PUNO

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Cuadernos de la cultura puneña.

N° 3 - 2017 LIMA - PERÚ

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FUNDACIÓN DE PUNO

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Cuadernos de la cultura puneña.

N° 3, Lima, Perú, noviembre 2017 ASOCIACIÓN CULTURAL BRISAS DEL TITICACA Jr. Héroes de Tarapacá N° 168, Lima 1 Teléfono: 7156960 Edición Vocalía de Comunicación e Imagen Institucional Vocal: Rolando Urbina Zúñiga Equipo editorial Elizabeth Uribe S. Harthley Vela Rolando Urbina Compilación Guillermo Vásquez Cuentas Diseño Gráfico Nilton Vela Dámaso Contactos revista@brisasdeltiticaca.com Impresión

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PRESENTACIÓN Transcurridos veinte años desde la aparición del primer número de “Cuadernos de la Cultura Puneña” dedicado a la Pandilla Puneña con texto que pertenece al desaparecido intelectual Enrique Cuentas Ormachea, ex asociado de nuestra institución; y, publicado también el número 2, a cargo de Augusto Machicao y Jesualdo Portugal, con textos de varios escritores, paisanos nuestros, sobre la Diablada, danza tradicional cuyas raíces se entroncan con la historia de nuestros pueblos, el Consejo Directivo que conduce los destinos institucionales por el periodo 2016-2017, ha decidido rescatar y dar consecuente continuidad a ese emprendimiento editorial editando y publicando este número 3. Esta vez, nuestro propósito se orienta a divulgar un contenido textual que presente las posiciones más importantes respecto a un tema de suyo polémico, planteado en la siguiente interrogante: ¿Hubo o no una fundación española de la ciudad de Puno? Esa pregunta no tiene aún una respuesta que sea aceptada por todos o por la mayoría de los estudiosos e investigadores del proceso histórico de la ciudad capital de nuestra región y en concreto, sobre el real o supuesto acto de “fundación” por los funcionarios coloniales durante el virreinato del Conde de Lemos. Lo que hay son tesis, aproximaciones, posiciones, con datos e informaciones algunas de las cuales sustentan argumentos encontrados, los que –a nuestro modesto juicio– deben ser conocidos no solo por nuestra membresía sino también por todos aquellos interesados en los diferentes aspectos que encierra la cultura andina y en especial, la cultura puneña. A esa necesidad de mayor conocimiento sobre lo nuestro, esperamos que pueda responder esta publicación. Delbert Adolfo Terán Dianderas Presidente de la Asociación Cultural Brisas del Titicaca

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HISTORIA DE LA FUNDACIÓN DE PUNO José Antonio ENCINAS Partes del trabajo presentado al Concurso Municipal de 1918 y premiado con medalla de oro, por el Concejo Provincial de Puno, el 28 de Julio de 1918. Tipografía Fournier, Puno 1924. Los siguientes son extractos de ese trabajo, con el objeto de presentar la descripción que hace el ilustre educador de los prolegómenos de lo que para él fue el acto de fundación hispana de la ciudad de Puno y acontecimientos posteriores.

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l final de una vida de opulencia. Con tal bagaje espiritual, el Virrey tomó el asunto de la sublevación de Laiccaccota con bastante interés, mucho mas cuando se le susurró que el tal conflicto tenía signos de estar dirigido contra la Real autoridad y la del Papa. En el auto cabeza de proceso que sirvió para la condena de D. José Salcedo, figura el hecho de haberse pronunciado en diferentes ocasiones, la frase de: “Muera el mal Gobierno, el Rey y el Papa”, burlándose descaradamente de las disposiciones de la justicia, exclamando sarcásticamente: “Alli viene el bando” cuando alguno se promulgaba, que, desde luego, no acataban. Ante estas denuncias, que para el Virrey fanático debían significar delitos monstruosos, no le quedó otro camino que ir en persona á sofocar aquel movimiento impío y de lesa majestad. El sábado 2 de Junio de 1668 á las 12 de la noche, se expidió un auto, para que se notificara á Gaspar Salcedo, que había venido de Puno, desobedeciendo á mandato superior y que se encontraba preso en Palacio, para que alistase su viaje á Puno, donde debía ser juzgado. Se le dijo que nombrase sus letrados y procuradores al efecto de sustanciar la causa. A esas horas Salcedo estaba en cama: cuando se le hizo la notificación se violentó, no queriendo vestirse hasta que el Virrey entró en el aposento donde estaba preso y le animó con buenas razones, alentándolo se vistiera y fuera á Puno, que en todo se haría la justicia. Al día siguiente, domingo, Salcedo y su compañero Juan Salazar, salieron de Palacio por la puerta del jardín: allí los esperaba una carroza que debía llevarlos al Callao, bajo la custodia del Teniente General D. Felipe Romaña. El mismo día se embarcó el Virrey, después de haber permanecido mucho rato en la Iglesia mayor y haber sido acompañado por los Oidores y Contadores mayores. No pudo hacer el viaje sino cuatro días después, á causa de que el viento no era favorable. El jueves 7 de

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Junio de 1668, día de octava de Corpus, se hizo á la vela, quedando en Lima reemplazándolo, su esposa, la Virreina Da. Ana, dándose entonces; el caso de tener una Virreina Gobernadora, á pesar de que para esos casos establecía la ley, que lo debía ser la Real Audiencia. Tal designación de su esposa la hizo en virtud de la cédula fechada el 12 de Junio de 1667. Llegó el Virrey al puerto de Islay y de allí pasó á la provincia de Paucarcolla en el mes de Setiembre. No es verosímil que Salcedo se hubiera preparado para hostilizar al Virrey, mandando fortificar Laiccaccota y enviando á sus hijos naturales José y Gaspar Salcedo, á Lampa, á efecto de reunir gente y obstaculizar al Virrey en su camino á Puno. Los enemigos de Salcedo declaraban enfáticamente, que Juan de Tamaval, José Becerra y Antonio de los Cisneros, de orden de José Salcedo, reunieron gente para estacionarse en Lagunillas y ofrecer resistencia á las tropas del Virrey, que venían con él desde el Callao. Nada de esto podía ser cierto, dados los preparativos que hizo Salcedo para recibir al Virrey. Desde que él supo que el Virrey en persona iba á visitar Laiccaccota para informarse de lo sucedido, dió pábulo á su imaginación de ostentoso minero, á la forma como había de recibirlo. Con tal propósito acabó una casa en el asiento, que costó más de 1611 pesos; la dicha casa estaba situada en la plaza del pueblo, las habitaciones que iba á ocupar el Virrey, las adornó de ricas colgaduras y doceles de telas y brocados finísimos de diferentes colores, la vara de esta tela costó 18 pesos, y solo la colgadura de la cama más de 211. Preparó una abundante despensa para el séquito del Virrey, cuyo valor ascendía á 1211 pesos. La vajilla del comedor competía con las más fantásticas leyendas de las mil y una noches: 500 platillos de plata para el aparador de la mesa, que sin el costo de la plata labrada este gasto fué de 4,011 pesos. Todo el resto de la vajilla era de plata con incrustaciones de oro. El catre destinado al Virrey había sido hecho expresamente: la cabecera del catre era de un tallado primoroso de plata, en el centro ostentaba la imagen de la Concepción, de la cual era muy devoto el Virrey. Para las tropas compró una hacienda de ganado de Castilla y preparó en el asiento cómodo y abrigado alojamiento. La recepción fué de lo mas suntuosa. La comitiva del Virrey era numerosa, su séquito había aumentado con la mayor parte de los Corregidores de las Provincias del tránsito de Arequipa á Puno. Con él venía desde Lima, el Juez del Crimen D. Pedro García de Ovalle, que era su asesor. Salcedo mandó cubrir de barras de plata los tres últimos cuartos del camino que conduce del Cuzco á Puno. Valiosísimos arcos engalanados con cortinajes de telas riquísimas, cubiertas de lentejuelas, de millares de objetos de plata, habíanse levantado á la entrada de los 10


caminos y pueblos de la Provincia de Paucarcolla. El Virrey entró á la aldea de Puno por el lado del Cementerio de Santa Bárbara, hoy Arco Deustua. A medida que el Virrey pasaba por las calles de Puno en dirección a Laiccaccota, las barras de plata eran recogidas rápidamente y colocadas en igual forma en el resto del camino que tenían que recorrer. Grandes comparsas de danzantes mineros vestidos de largas levitas cuajadas de brocados de plata, llevando la cabeza adornada de cascos de plata con ricos plumajes y en la mano unas pequeñas hachas, también de plata, que simbolizaban instrumento de trabajo de las minas, cerraban el fantástico cortejo de caballeros españoles, vestidos de trajes multicolores, cuyos caballos hacían sonar sus cascos en el suelo cubierto de plata. El Virrey llegó á Laiccaccota casi á la puesta del sol. En la noche las luminarias en el asiento y las fogatas en los cerros vecinos, semejaban á lo lejos una hoguera que iluminaba el cielo estrellado de la tierra legendaria de los Lupaccas y Choqquelas. El banquete fué opíparo y suntuoso, de una suntuosidad oriental; por todas partes no se veía sino plata y oro en la regia vajilla del comedor, en el artesonado de las habitaciones, en las casacas de los que servían la mesa: tal opulencia asombró al Virrey, al extremo de que nunca perdió la impresión de semejante riqueza ostentada. Muchas veces ya en Lima, agobiado por el peso de aquella sentencia injusta, tenía alucinaciones en las que aludía á estas escenas de riqueza no soñada. Tal fué el recibimiento que Salcedo hizo al que pocos días después debía ser su verdugo. Después de que el Virrey visitó los diferentes ingenios mineros, inició un proceso sumarísimo, para deslindar responsabilidades acerca de la sublevación de las gentes de esta región, que había inquietado grandemente la Nueva Castilla por espacio de cerca de cuatro años. Todo el proceso indica una flagrante parcialidad de parte del Virrey en contra de Salcedo. Declararon testigos falsos, coactados por el dinero ó por el miedo. Todos los enemigos de Salcedo se confabularon para perderlo. Muchos, como Juan de Molina, que era Justicia Mayor de Puno, amenazaban á los testigos si declaraban á favor de Salcedo. La enemistad de Molina con los Salcedo tuvo su origen en haberse negado D. José á hacer un préstamo cuantioso de dinero al hijo de Molina: sin embargo logró darle 2,000 pesos. El tal hijo de Molina era uno de tantos hombres, que perdía su fortuna en el juego; por eso Salcedo nunca simpatizó con él. Esta odiosidad de Molina fue la ruina de Salcedo: todo el proceso estuvo bajo el influjo de él. El Virrey que ya venía con el ánimo preparado desde Lima, recibió en Puno de manos de Molina, un memorial secreto que acusaba en todas sus partes á Salcedo. Era el que instigaba y predisponía a los testigos en contra de Salcedo. 11


Concluido el proceso, que es uno de los más inicuos que haya podido formar el tinterillaje, el licenciado Pedro García de Ovalle, dictaminó en la sentencia el 12 de octubre de 1668, por la que á D. José Salcedo se condenó á que se le cortara la cabeza y se le pusiera en la plaza pública de Concepción, y que como á traidor y aleve se le derribasen las casas y fuesen sembradas de sal, con confiscación y pérdida de todos sus bienes. El Virrey conmutó la pena ese mismo día por la de garrote en la casa y prisión donde estaba, y que después fuese llevado á la horca para satisfacer la vindicta pública y como ejemplo para posteriores sublevaciones. Cuando Salcedo supo el texto de la sentencia, trató de conseguir la apelación, ofreciendo al Virrey la suma de 100,000 pesos si le admitía la apelación, y 1,000 pesos por cada día de los que transcurriesen en venir dicha causa al Consejo. El Virrey no aceptó la propuesta y la sentencia fué cumplida. Se aplicó el garrote á Salcedo el 16 de octubre de 1668, á las 9 de la mañana: á la una el cadáver se encontraba colgado en la picota, en un sitio denominado “Horcapata”, del pueblo de Puno. Gran cantidad de españoles mineros é indios vinieron á presenciar los efectos de la justicia, pues no solo fué Salcedo el ajusticiado, sino que 42 de sus amigos. Setenta fueron llamados por edictos y pregones. A Gaspar Salcedo se le impuso la pena de seis años de destierro y la confiscación de sus bienes. Tal fué el fin del generoso y opulento minero; el del hombre esforzado que llegó á descubrir y trabajar tan ingentes riquezas. Temeroso el Virrey de que la subsistencia del pueblo de Laiccaccota fuera siempre un aliciente para la gente aventurera y aún para los amigos de Salcedo, que en su mayor parte se habían refugiado en las poblaciones vecinas, mandó destruir el pueblo de Laiccaccota. Al día siguiente de haberse cumplido la sentencia, centenares de españoles é indios se dirigieron á Laiccaccota, que estaba desierto: sus habitantes habían fugado ó estaba en las cárceles de Puno: el trabajo de las minas había paralizado durante el proceso: los moradores de los ingenios estaban ahuyentados por temor de encontrarse complicados; un profundo silencio reinaba en el antiguo asiento, donde días antes había ostentado el brillo de sus riquezas. Llegaron allí los soldados y secuaces del Virrey y comenzaron á derribar las casas, previo un espantoso saqueo. La operación duró cinco días: solo quedaron en pié dos templos y algunas chozas cercanas á las minas. El regreso de estos demoledores de Laiccaccota era fantástico: el que mas y el que menos traía diversos objetos de plata, metales aun no pulidos, herramientas de trabajo, muebles, semovientes, animales: era algo así como el éxodo de un pueblo maldito. 12


Las imágenes que se encontraron en Laiccaccota fueron traídas en procesión con acompañamiento del Virrey y de su séquito: dichas imágenes quedaron depositadas en una pequeña capilla, que se encontraba en la plazoleta del pueblo de Puno, donde se había radicado el Virrey. Era necesario reemplazar aquel pueblo destruído: señalar otro que fuese el asiento de las autoridades, que lejos del oro debían conservar la paz en estas regiones. Fijose para ello, el Virrey, en el pueblo de Puno, y así lo anunció en un bando que hizo pregonar en 3 de Noviembre de 1668. El 4 del mismo mes, día de San Carlos Borromeo, después de una solemne misa en la Iglesia del pueblo, declaró el Virrey, que el pueblo de Puno sería en lo sucesivo la capital de la provincia de Paucarcolla, y que en homenaje de Carlos II, el Hechizado, Rey de España, llevaría el nombre de San Carlos de Puno, poniendo la Iglesia bajo la advocación de San Carlos Borromeo, confirmándole luego el título de Villa. En esta forma, bajo los auspicios de un proceso sangriento é injusto, se transformó la pequeña aldea de Puno en la capital de una región del Virreinato de la Nueva Castilla. Verdadera fundación no hubo en el sentido extricto de la palabra: fué simplemente una traslación de sede por motivos políticos. La ruidosa sublevación de los mineros de Laiccaccota y su sangrienta pacificación, dieron nombradía al Conde de Lemos, y le atribuyeron la fundación de la Villa, que mas tarde había de ostentar el título de la muy noble y heróica ciudad de Puno. El verdadero origen de Puno, está en las disposiciones que el Virrey Toledo dió para las reducciones de indios que tenía el propósito de traerlos á centros mas ó menos poblados. Uno de esos centros ocupa la región en que hoy se encuentra situado Puno. Desde la dominación de los Ccollas en el altiplano habían buscado siempre las especies de valles ó encañadas, para agruparse y formar pequeñas parcialidades al mando de Curacas ó de Ilacatas. Cuando la conquista de los Incas, encontraron éstos muchos pueblos debidamente organizados, que resistieron valerosamente al empuje de los quechuas. Los cronistas hablan de Paucarcolla, Atuncolla, Chucuito, Acos, Ilave, Xuli, Pomata, Zepita. A la llegada de los españoles, los indios se esparcieron y despoblaron esas regiones, huyendo del rigor de los blancos. (…) Después de ejecutada la sentencia de Salcedo y sus compañeros, el Virrey ordenó que se siguiera explotando las minas, pero fué imposible, porque se encontraban anegadas. La leyenda acusa á la india amante de Salcedo como autora de la ruptura de las compuertas que servían para desaguar las minas; pero lo cierto es que mientras duró el 13


proceso, las minas fueron abandonadas y en ese tiempo, sin cuidado de ninguna naturaleza, fué sencillo que se inundaran. El Virrey regresó á Lima y se entregó de lleno á las prácticas religiosas, mucho mas cuando su confesor el jesuita Castillo le desaprobara su conducta en lo relativo á la justicia hecha por él en Laiccaccota. El martes 6 de Diciembre de 1672, á las ocho y media de la noche, murió el Virrey Conde de Lemos, en su cuarto alto del Palacio. (…) Años más tarde se inició una ruidoso proceso en Madrid, contra las violencias y otros hechos del Conde de Lemos, que terminó con la sentencia pronunciada el 30 de Setiembre de 1680, que absolvió á los Salcedo, á quienes fueron devueltos los bienes confiscados, declarándolos libres de la media anata, por haber cedido al erario 140,000 pesos y otros créditos reconocidos, fuera de los servicios, préstamos y donativos que había hecho á la Corona. Inició aquel proceso ante el Consejo Real de Indias en Madrid, el Capitán Mateo Rodríguez, representante de Gaspar Salcedo y de D. Antonio Montes de Oca, esposo de Josefa Salcedo, hija de Gaspar, D. José no había llegado á casarse: tuvo dos hijos naturales, uno de los cuales, que llevaba el mismo nombre de su padre, optó el título de Marqués de la Villa Rica, por real cédula de Felipe V, de 3 de Noviembre de 1703. Así terminó este ruidoso proceso, que sirvió de margen á la vida política de Puno, que aunque no tiene la prosapia histórica de Chucuito y de Paucarcolla, tiene en cambio la de haber sido bautizada con sangre de inocentes hombres, que fueron pródigos para remediar la miseria, enérgicos y tenaces para el trabajo, opulentos y fastuosos, magnates y demócratas, que deslumbraron con sus riquezas y concluyeron con ellas el ansia insaciable de Monarcas tímidos y enfermos, y de Virreyes fanáticos y jesuitas.

Vista general de la Catedral de Puno (1870). Archivo Regional Puno

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Héctor Searaing, Llegada de Don Pedro Soto y Andrade “Conde de Lemos” (1945), acuarela, Pinacoteca Museo Dreyer Puno

------------------------------------------------------------------------------BIBLIOGRAFÍA -- Relación Del estado del reino del Perú, que dio la Real Audiencia de Lima, al señor Virrey Conde de Lemos, en el año 1667. -- Historia de los Incas y Gobernadores del Perú por Ulloa. -- Defensa que hace el Maestre de Campo Salcedo. Papeles varios del Coloniaje. B. N. -- Famosa causa de Salcedo. Papeles varios del Coloniaje. B.N. -- Defensa de Salcedo. Papeles varios del Coloniaje. B.N. -- Estatura jurídica por el Oidor Pedro García Ovalle, sobre la muerte de Salcedo, 1679. -- Compendio del hecho y apuntamientos de los derechos del fisco sobre las sediciones y tumultos de Laiccaccota, por Diego Baeza. -- Boletín de la Sociedad Geográfica. -- Boletín de la Academia de Historia. Tomo XI. -- Historia del Perú, Lorente, I. -- Diccionario histórico. Mendiburu. --Documentos históricos. Odriozola. -- The land of de Incas. Squier. -- Voyages dans le Amerique. Castelnau.

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LA TRICENTENARIA CIUDAD DE PUNO J. Alberto CUENTAS Publicado en: ÁLBUM DE PUNO. TERCER CENTENÁRIO 1668-1968 Editorial Laycacota, Francisco Camacho Ávila. Puno 1968 pp. 7 y 8.

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n una bahía del Lago Titikaka, como en un oasis de ensueño, se halla reclinada la ciudad. Eucaliptos altos le dan sombra en las siestas de abril. Las estrellas titilan en los aleros de sus casas. Y, como un ictiosaurio el cerrito de Huagsapata guarda el beso que le dejó el lago en las épocas glaciales. A lo lejos, en el horizonte, dos garfios, caminos del Puma, ídolo aymara, Capachica y Chucuito, la defienden de los vientos. Dos hitos, Amantaní y Thaquili, sus islas, clavan en las noches el incienso ritual de sus creencias religiosas. No es mentira que Manko Kayak y Mama Ocllo salieron de las aguas de su lago para fundar el imperio del Cusco. Puno, población antiquísima, pre-inka, aparece ya en el itinerario de “pascanas” y, en 1533, en la “Ordenanza de Tambos y Caminos Reales”. En 1582 en la Relación de Corregimientos se registra Puno, como encomienda de Martín del Olmo con 963 indios tributarios y 4,000 personas reducidas a Ichu y Puno. No es raro que los primeros conquistadores: Diego de Agüero, Hernando Pizarro, Pedro Martínez, Illescas y Anzures, así como Tomás de San Martín fundaran y poblaran el pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Puno para explotar las minas de Azoguini. Sobre esa población asentaron sus viviendas vizcaínos, andaluces y asturianos. Fueron dos iglesias: La de Nuestra Señora de la Concepción en la actual Plaza de Armas para españoles y la de San Juan Bautista para aborígenes. Esa población dependía de la ciudad de Chucuito y tenía como anexos a Laycacota, San Luís de Alba e Ichu. A raíz de los disturbios entre españoles vino a Puno en 1668 el Conde de Lemos. Después de las apariencias de un proceso judicial decapitó a José Salcedo y a 40 de sus compañeros. Cuando el Conde determinó su venida a Puno, impulsado por los jesuitas, ya sabía que la única solución era la decapitación de los Salcedo, confiscar sus bienes, apoderarse de sus patacones, incendiar Laycacota y trasladar la población a Puno. El conde de Lemos no fundó Puno. Refundió ambas poblaciones con el nombre de Nuestra Señora de la Concepción y con el nombre de San Carlos, la que trasladó desde San Luís de Alba. 17


La cosa es clara. No hay dudas al respecto. El Pregonero del virrey o su encargado –puesto que el virrey no estuvo presente en la refundiciónanunció el establecimiento de la nueva población el día 4 de noviembre de 1668. Este anuncio no es el Bautizo de la ciudad, sino su Confirmación. Desde ese día sería la capital de la provincia de Paukarkolla, confirmándole en 1670 el título de Villa Rica. Más tarde ostentó el título de Ciudad en 1805. De Benemérita y Heroica en 1839.”Esforzado y Leal Departamento” en 1845. El Conde de Lemos hizo la “refundición” o fundación de Puno sin las formalidades rituales. Las poblaciones se fundaban escogiendo el terreno. Otras veces la nueva población española se adaptaba a la indígena. Las Villas no podían tener aquellos requisitos. Todo eso estaba reservado a las ciudades. Y, Puno fue Ciudad únicamente en 1805. Se pobló pues, únicamente Puno. No hubo verdadera fundación. Mejor para nosotros los puneños, así conservamos hasta en nuestro nacimiento, el soplo de la indignidad. Solo en 1805, cuando Puno fue declara ciudad el Rey le envió su Escudo. El Escudo que aparece en la Municipalidad y que se acuñó en una medalla que poseía el señor Máximo Prado a raíz de la restauración al trono de España de Fernando VII, en 1808. No es de la familia Garcés, como se afirma, sino que fue enviado directamente a Puno. El título de Ciudad fue otorgado como a la: “MUY NOBLE Y HEROICA CIUDAD DE PUNO”. Su escudo de armas lo dice: Nobleza en su corona y en sus castillos almenados; y, heroica en sus insignias de combate y en el brazo levantado. Es noble por alcurnia venida de Reyes y Emperadores indios, que la ascendencia inkaika es también nobleza. Es heroica por su resistencia a los inkas y por su grandeza de alma revelada en el sitio de Puno, cuando la defensa de Orellana. Ese escudo ostenta una Corona y Castillos, signos del poder y nobleza del Reino de España. Tiene en lugar de lambrequines varias banderas, que son sus insignias de combate sostenidos en varias oportunidades de su accidentada vida colonial. Se juró la independencia en Puno en diciembre de 1824. El primer prefecto no fue Pedro Miguel de Urbina sino Juan Francisco Reyes, a quien dejó el mando, al iniciar la República, Tadeo Gárate, ultimo Intendente de Puno en 1824. Sobre el terreno que ocupaba la Iglesia de la Concepción, se levantó el armonioso edificio de la Catedral a devoción del asturiano don Miguel Jacinto de San Román y Cevallos. Lo terminó su hijo Miguel Antonio de San Román, casado con doña Gregoria de las Cuentas Bravo. La fundación de Puno, a medias, fue precipitada, vertiginosa, violenta, sobre las cabeza de las víctimas y las llamaradas de un incendio. Titikaka de los Inkas, 1968. 18


FALSEDAD DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE PUNO José Luis AYALA. Publicado en HOMO ALTIPLANICUS Nº 4, Lima 2001

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ocas son las ciudades que en el mundo celebran derrotas, saqueos, crímenes, traiciones y horcas. Nosotros festejamos un hecho cruento con el pretexto de una fundación inexistente aún cuando no existen documentos fehacientes que sirvan de base documentada para demostrarla. Además de ser vergonzoso para la memoria y la dignidad humana, se persiste en el error histórico de festejar tal “fundación”. No se trata de ser hispanófobo ni tomar una posición -como erróneamente se ha afirmado- contra la tradición y el mito. Quienes defiende la absurda tesis de la “fundación española de Puno”, no han mostrado ningún documento fehaciente. El único referente que tienen es el libro de José Antonio Encinas, que no es ensayo ni historia, sino una especie de ficción escrita para un concurso local. Cuando la tradición es impuesta hay que cambiarla. Si la memoria social ha sido manipulada, no hay más que rectificarla. Si se ha construido un mito deleznable, es preciso discutirlo y establecer la veracidad. Esa es la tarea de nuestro tiempo. De ninguna manera celebrar hechos horrendos que deberían avergonzarnos y menos todavía, hacernos sentir orgullosos, cuando lo que hubo fue una masacre y de ningún modo una “fundación española de Puno”. Un libro indispensable para la formación de una nueva conciencia crítica para los jóvenes puneños es “El conde de Lemos y su tiempo” de Jorge Basadre. El capítulo titulado “Horcas y misas en Laycacota”, es contundente. Basadre demuestra la crueldad, ensañamiento y destrucción de un centro de producción aurífera y posible región económica autónoma, en la colonia. Pero además es preciso acudir a Guillermo Lohoman Villena, Teobaldo Loayza Obando y José Tamayo Herrera, quienes se ocuparon del tema, demostrando que en el Fuerte San Luis de Alva, no solo hubo crímenes horrendos sino que además los hermanos Salcedo no tuvieron juicios justos. De nada sirvió tanta plata, misas y confesiones, el Conde de Lemos mandó ahorcar y arrasar el Fuerte San Luis de Alva, regresó a Puno y de allí se fue antes del 4 de noviembre de 1669. ¿Dónde estuvo entonces ese día?. En el Cusco, así lo demuestra un óleo en el que se rememora su presencia en esa ciudad. Además 19


naturalmente de las actas de sus actividades. Entonces, ¿Quiénes insisten en celebrar la “fundación española de Puno”?. Sin duda alguna un grupo de personas vinculadas a la cultura oficial con mentalidad colonial y que sin duda atentan contra una transparente identidad cultural, regional y nacional. Por supuesto que quienes ejercen la representatividad intelectual y moral del Municipio de Puno, del Instituto Nacional de Cultura, del Archivo Regional, del Instituto Americano de Arte, no ha sido (son) capaces de establecer la verdad histórica y romper tanta hipocresía e ignominia. No importa, tarde o temprano los muertos que no fueron reivindicados serán resucitados para que hablen, se defiendan y condenen también sus nuevos y modernos inquisidores hispano criollos. Establecida la verdad, juzgados los juzgadores, desmentidos los historiadores folklorosos y folklóricos, Puno no será más tampoco “Capital del Folklore Peruano”, será la Capital de la Identidad Andina. Le han impuesto por una absurda Ley una denominación denigrante, porque mucho más importante es la cultura hispano afro quechua aimara. En México existe la “Plaza de las Tres Culturas”, una muestra de lo que es posible asimilar sin traumas históricos los desencuentros de las culturas que hoy conforman el hábeas cultural de México. Así también en Laycacota, bien podría establecerse la “Plaza de las Cinco Culturas”, hispana, africana, quechua, aimara y mestiza. Puno es hoy la conjunción, convergencia y divergencia de cinco vertientes culturales. Los puneños lúcidos con clara conciencia histórica crítica, no aceptamos que nos llamen folklorosos, debido a que usamos el lenguaje de la cultura dominante, discriminatoria y siempre segregacionista. Nosotros nos negamos a repetir conceptos elaborados con fines colonialistas, derrotistas y mediocres. Hablamos de cultura andina, ancestral, cósmica, mágica y universal. Por eso esperamos con ansiedad e intransigencia la llegada de un(a) historiador(a) puneño(a) que ponga orden y establezca por fin la verdad. Y ese día llegará. Entonces recuperaremos nuestra personalidad mancillada, agredida y humillada por quienes desgraciadamente, desde el más censurable desconocimiento de los hechos históricos, fomentan, financian, bailan y se embriagan, en medio de la más vergonzosa y ojala última celebración de la “Fundación Española de Puno”.

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PROBADO, NO HUBO “FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE PUNO” José Luis AYALA. Publicado en: PUNO CULTURA Y DESARROLLO Nº 2, Lima noviembre 2002 p. 20

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a historia como disciplina debe responder a las interrogantes: ¿Qué hemos sido? ¿Qué somos? ¿Qué queremos ser? Para eso es preciso cuente con nuevos instrumentos de análisis, realice una constante revisión de las verdades establecidas y elabore una renovada visión de las sociedades humanas. Pero sobre todo tiene que referirse a fuentes fidedignas y de ninguna manera, a suposiciones. Así entonces, es posible afirmar sin lugar a dudas, jamás hubo un acto siquiera parecido a una supuesta "fundación española de Puno". El Conde de Lemos, en una carta informe, de fecha 27 de diciembre de 1668, dirigida a la Regenta Mariana de Austria, madre de Carlos II, que tenía cuatro años a la muerte de su padre Felipe IV: "da cuenta a vuestra majestad de lo que ha obrado en el asiento de Puno". Hace referencia el sanguinario virrey a la situación general hallada en el Fuerte San Luis de Alba, para después señalar que ordenó destruir la población de Laycacota, añadiendo: "mandé hacer la población media legua del asiento distribuyendo solares a los vecinos". Pero dice algo más importante: "Tuve por necesario pasar al Cusco, sin embargo de estar distante más de setenta leguas del paraje en que me hallaba y ser malos y rigurosos los caminos". Queda entonces demostrado que no estuvo el 4 de noviembre de 1668 y no realizó la tal indefendible "fundación española". Sin embargo, los hermanos Salcedo fueron reivindicados y hacia 1681, la Corona Española dispuso que los bienes confiscados les fueran restituidos. En los juicios seguidos en el Consejo de Indias por Pedro Ascencio de Vargas, abogado de Gaspar Salcedo, en ninguna exposición de hechos aparece una mínima referencia a una supuesta e indemostrable "fundación española". No obstante, hay una corriente que trata de mantener intacto el síndrome de la colonia y no percibe que Puno va hacia una integración hispano, quechua aimara. Cree que el pasado ignominioso no será borrado por generaciones del futuro. Y bien, el ingeniero Ignacio Frisancho Pineda, nos ha dedicado tres artículos en el diario Los Andes. No habiendo demostrado ni podrá hacerlo tampoco, que hubo la imaginada "fundación española de Puno”. 21


En su libro "Puno. De Aldea a Ciudad", sin duda importante aporte a la historia andina, dice: “Festejamos los puneños, cada 4 de noviembre, como fundación española de nuestra ciudad, aunque ya todos saben que, en el mejor de los casos, fue una semifundación, un rebautizo o una remodelación". (Frisancho: 25.1996) ¿En qué quedamos? No hubo fundación española y eso es todo. El Conde de Lemos estuvo ese día en el Cusco, dictando informes de sus actividades administrativas, represivas. Por eso es que este año, en vez de festejos y bailes, debería edificarse una plaza de las Tres Culturas: Hispano, quechua, aimara, parecida a la Plaza de Tlatelolco, en México. María Rostoworowski Tovar, Juan José Vega, Luis Millones, Luis Lumbreras, Fernando Silva Santisteban y menos Hernán de Amat ni Mario Núñez Mendiguri son intelectuales de "extrema izquierda, ya obsoleta". Ellos han contribuido para que la cultura oficial deje de repetir falacias. Nosotros nos adherimos a ellos. Sea la oportunidad para decir que sentimos un profundo respeto por la obra científica del ingeniero Ignacio Frisando Pineda, pero está obsesionado en defender no sólo un hecho absolutamente inexistente, injusto, sino además vergonzante, paciencia. Es necesario inaugurar una cultura de cambio. Una cultura de reivindicación de nuestros valores comunes y acabar con la mentalidad cultural hispano dominante. En ese proceso, la persistencia de una grafomanía ahistórica, acabará siendo sólo una actitud hedonista intrascendente. El tema no da para más. []

Jorge Vinatea Reynoso, Lago Titicaca, (1925), acuarela, col. part.

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SOBRE LA “FUNDACIÓN DE LA VILLA DE PUNO” Ignacio FRISANCHO PINEDA Tomado de su libro: DE ALDEA A CIUDAD. TRAYECTORIA HISTORICA DE PUNO Ed. Asociación Cultural Brisas del Titicaca. Lima 1996

A MANERA DE INTRODUCCIÓN [págs.23 a 29]

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n un país lejano y triste, bajo un cielo azul de primavera una ciudad como un ensueño existe…” escribió, en su “Oda a la Ciudad de Puno”, la poetisa que firmaba como Aurora Chacaltana, y en verdad, para quienes no conocen bien la Ciudad del Lago Sagrado, Puno no sino un pueblo “en un país lejano y triste”, una ciudad que “como ensueño existe”, casi fuera de la realidad; y aún para propios no pasa ser una ciudad “bajo un cielo azul de primavera”. Pero, Puno, es mucho más y su historia, su arte, tradición y posibilidades lo expresan. Es perla legendaria en la díada simbólica de Manco Cápac y Mama Ocllo; es tradición, flor lírica, en los amores de Salcedo con una bella india; canto épico, en el juicio que levantaron la envidia y la codicia, y que, un monarca de oropelesca prosapia, rebautizara a “puñuy pampa”, con la muerte de aquel afortunado minero que fue Don José Salcedo, dando nueva vida a la, desde aquella fecha: Villa de la Concepción y San Carlos de Puno; tempestad, en las reacciones levantiscas de sus campesinos cuando claman justicia; verbo demosteniano en la voz de Choquehuanca; voz de pueblo que aflora, voz de un pedazo de humanidad que insurge plena de fe, como brote de inspiración que viene desde la lejanía en el tiempo a impulsar la dinámica de sus hijos hacia el futro provisor; y que vibra vigorosamente en el corazón de sus poetas, artistas y pensadores. Puno es, también, arte en su música popular plena de vida, sin los remilgos y arabescos de la música seria, pero sí con la fuerza cósmica propia de la Meseta Andina, dulcificada por las suaves brisas que ondulan, delicadamente, la superficie especular de su lago. Música del Ande abrupto, de su Meseta soleada, del azul de su Lago y, sobre todo, alegría y dolor de los hombres que aquí viven, a cerca de 4000 metros de altura, muy próximos al cielo. Pero preguntémonos y tratemos de responder: ¿Cuál fue el origen primero de este Puno actual, al que festejamos todos los años, con tanto esplendor, el 4 de noviembre? Según los indicios que nos da la Historia, Puno, fue y sigue siendo, un 23


bello lugar a orillas del Lago Titicaca, donde los viajeros que se desplazaban de norte a sur o de sur a norte de esta región, habitada por “chiripas”, “tiwanacos”, “Pukaras”, “Lupaqas”, “quechuas” y otros, solían descansar y pasar la noche para el día siguiente reemprender su camino. Puno era, pues, una “pascana”, un lugar donde se desataban las cargas de las llamas y los caminantes, para descansar y pasar la noche y dormir, que en quechua dormir es “puñuy” y, por tanto, el lugar es posible se llamara “puñuna”, es decir “lugar para dormir”. Como los primeros conquistadores y cronistas españoles no conocían los idiomas nativos y mucho menos su correcta pronunciación, “puñuy” lo escribieron “puno”, quedando así modificado el nombre de este pueblo. Luego se sucedieron los descubrimientos de las minas Laycacota, Cancharani, Pompería, las envidias y peleas entre vascos y castellanos, la subida del Virrey don Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade y Portugal, conde Lemos. El ajusticiamiento de José Salcedo y aquellos que lo secundaron y el traslado de los habitantes de los asientos mineros de San Luis de Alba y de Laycacota al pueblo de San Juan Bautista de Puno, con la correspondiente “distribución de solares para los advenedizos señalándose sitio para la iglesia y demás instituciones”. El Virrey Conde de Lemos otorgó a Puno el título de Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno, como lo demostraré y no solamente, como se repite, el nombre de San Carlos de Puno; designándolo, además, como capital de la provincia de Paucarcolla. Ya estando el Virrey, de retorno, en la ciudad del Cuzco, el día 4 de noviembre, día de San Carlos de Borromeo, se ofició una misa, en la flamante Villa, ratificándose lo ordenado por el Conde de Lemos. Y esto es lo que festejamos los puneños, cada 4 de noviembre, como fundación española de nuestra ciudad, aunque ya todos saben que, en el mejor de los casos, fue una semifundación, un rebautizo o una simple remodelación. Es hábito, entre nosotros, festejar las fundaciones españolas de nuestros pueblos y ciudades, por la vieja costumbre de tener “algún motivo para festejar”. Pero la gran mayoría de estas que llamamos “fundaciones españolas” no han sido nada más que las instalaciones de españoles en pueblos ya existentes. En tiempo de los Incas, y creemos que aún antes, ya existían ciudades bien trazadas y diseñadas de acuerdo a las necesidades de la época. Tales fueron, por ejemplo, Cuzco, Cajamarca y Chanchán, entre otras. A la llegada de los españoles muchos de los pueblos pequeños fueron 24


“reducidos”, es decir centralizados en otros mayores a los que se llamó Cabeceras. El cronista Cieza de León, que visitó la región del Collao por el año 1550, es decir apenas invadido el Collao, antes que se llevaran a efecto las reducciones, fue testigo presencial de la existencia de estos pueblos, así en el Capítulo CIII de su “Crónica del Perú”, nos dice: “Como sea tan grande esta tierra del Collao (según se dijo en Capítulos pasados), hay sin lo poblado, muchos desiertos y montes nevados y otros campos bien poblados de yerba, que sirve de mantenimiento para el ganado campesino que por todas partes anda. Y en el comedio de la provincia se hace una laguna, la mayor y más ancha que se ha hallado ni visto en la mayor parte de estas Indias, y junto a ella están los más pueblos del Collao; y en islas grandes que tiene este lago siembran sus sementeras y guardan las cosas preciadas por tenerlas más seguras que en los pueblos que están en los caminos” El párrafo anterior es una demostración de la existencia de pueblos y aldeas prehispánicas en el Altiplano del Collao. Y si aún quedara alguna duda, Cieza menciona y nos da datos de algunos de estos pueblos, por los cuales él pasó, como Sicuani, Ayaviri, Nicasio, Pucará, Xullaca (Juliaca), Asillo, Azángaro, Chucuito, Juli, Pomata, Zepita, etc. etc. Entonces, ¿Cuándo fueron fundados estos pueblos? La Historia nos enseña que en algunos de ellos, antes de los Incas, ya habían poblaciones asentadas, y que, más tarde, los Incas a medida que iban conquistando las diversas regiones, establecían “Tambos”, sobre o junto a las “pascanas” ya existentes, como lugares de avituallamiento, especialmente, para los ejércitos incaicos. Hay cierta certidumbre de que, los tambos del Altiplano Puneño, fueron fundados entre los reinados de Sinchi Roca y Mayta Cápac, segundo y cuarto incas, es decir, probablemente, entre los años 1000 a 1200 de nuestra era. Dado el sentido práctico de los Incas, estos tambos se establecieron, de preferencia, en lugares donde ya existían pueblos establecidos, excepto cuando había más de una jornada entre ellos, en cuyo caso se fundaba un tambo en despoblado, dotándolo del personal de servicio suficiente, a cargo de los pueblos más próximos. Si alguna fundación puede atribuirse a estos pueblos es, justamente, el acto de establecimiento de esos tambos, pese a que, muchos de ellos, como Tiwanaco, Pukara, Atún colla y otros más, tienen un abolengo milenario, probado por el carbono 14, que se remonta a 1000 y aún más años de antigüedad, por lo menos como linajes sedentarios, germen original de esos pueblos.

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LA EXISTENCIA PRE-HISPÁNICA DEL PUEBLO DE PUNO [págs. 29 a 37]

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i bien es cierto que al pueblo de Puno, antes del año 1668, no se le daba mucha importancia, esto era porque su vecino, el Asiento Minero de San Luis de Alba, donde residía el Escribano Público de su Majestad, lo opacaba en importancia. Sin embargo, la existencia de Puno, como pueblo milenario se pierde en la noche de los tiempos, pero su existencia es mencionada desde los primeros años de la conquista española de estos territorios. Antes de esa época, Puno, situado a la vera del Camino Real de los Incas, era una “pascana”, un Tambo, un lugar para descansar y dormir (“puñuy” en quechua) para luego, al día siguiente proseguir el camino ya hacia Chucuito (“Choque wito”) ya hacia Paucarqolla. Los primeros españoles que pisaron suelo collavino, muy probablemente pernoctaron en la “pascana de Puñuy”, fueron Diego de Agüero y Pedro Martínez de Moguer, quienes partieron del Cuzco a comienzos de Diciembre de 1534 y estuvieron recorriendo el Altiplano del Collao, durante cuarenta días, llegando hasta las minas de Chuquiago (hoy La Paz, Bolivia), anotando lo que se decía sobre las riquezas que existían en la Isla del sol o Titiqaqa y el oro de las selvas de Carabaya. “Vieron como la tierra estaba bien poblada, con pueblos de regular tamaño, con casas que tenían sus paredes de piedra y estaban cubiertas con paja”. Como el oído de los primeros españoles no estaba acostumbrado a discriminar muchos sonidos de las palabras quechua o aymaras, ellos escribían los nombres de los lugares que visitaban o de las cosas que veían, tal les parecía haber escuchado. Y así “Puñuy” es posible que inicialmente escribieran como “Puño” y luego como “Puno”, quedando esta forma de modo definitivo para designar este pueblo y lugar. Antes de 1543, es decir más de cien años antes de la llegada del Virrey Conde de Lemos, Pedro Gutiérrez de Santa Clara lo describe como que “era un pueblo que seguía al de Paucarcolla”; en las Ordenanzas de Tambos, dictadas por Vaca de Castro en 1543, aparece mencionado el Tambo de Puno, el que “está servido con su gente y con la de Icho”. En 1567, en la visita hecha a la Provincia de Chucuito por Garcí Diez de San Miguel, es decir cien años antes de la llegada del Virrey conde de Lemos, se anota: “En el pueblo de Puno repartimiento de indios encomendado a Martín Dolmos vecino de la ciudad de Cuzco que el dicho pueblo de Puno está tres leguas de Chucuito, veinte dos días del mes 26


de diciembre de mil quinientos y sesenta y siete años, el dicho visitador tomó y recibió juramento en forma de derecho de Alfonso de Vélez residente al presente en el dicho pueblo de Puno su cargo del cual prometió decir la verdad”. En el folio 113v de esa misma visita se habla también, de la ayuda que deberán prestar los indios de Puno para construir un puente sobre el río Ilave. Otro viajero notable que estuvo por los años 1618 a 1620 en Puno, fue el cronista Vásquez de Espinoza. Antes, en 1543, el soldado cronista Pedro Gutiérrez de Santa Clara, lo describe como que “era un pueblo que seguía al de Paucarcolla y que era de Mazuelas y en que habían de servir los indios de dicho pueblo con las aldeas a él sujetas y más otro pueblo de Mazuelas que estaba allí junto y se llama Icho”. En el entorno de Puno, ya desde 1619, se comenzaron a trabajar las minas de San Antonio de Esquilache, justamente cunado estaba de Virrey en el Perú, Don Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache (1615-1621). En 1657, los mineros castellanos, José y Gaspar Salcedo descubrieron las minas de Laycacota que, muy pronto resultaron fabulosas, debido a su gran riqueza, atrayendo a muchos otros mineros en busca de nuevas vetas que, efectivamente las encontraron en el mismo cerro Laicacota y en los cerros aledaños como el Cancharani, Pompería, El Manto, San Luis de Alba y otros algo más alejados, como Totorani, Arapa, Chupa, Huacullani, Sunchullo y muchos más, que fueron generando un mercado de bienes y servicios y un intenso comercio regional. Los hermanos Salcedo, José y Gaspar, devinieron en mentores y paradigmas de los mineros castellanos o “vicuñas” como se les llamaba (por usar “ponchos” y otras prendas confeccionadas con la finísima lana de vicuñas). Por el otro lado, entre los mineros vascos, destacaba la figura del minero Garayar. Puede extrañar a muchos que el nombre del pueblo de Puno, en los años posteriores, casi no se mencione. Esto se debió a que, situado en el mismo lindero entre quechua y aymaras tuvo una vida independiente y vivió semiolvidado, pues, no pertenecía a la Provincia de Chucuito (aymara), la influencia directa de la cual, llegaba hasta Acora. Tampoco se especificaba que perteneciera a los repartimientos del Cuzco, cuya influencia llegaba hasta Juliaca y Mañaso (quechuas), sin alcanzar a Puno en forma directa y específica. En los primeros años de la década de 1660, estando de virrey Don Diego de Benavides y de la Cueva, conde Santisteban (1661-1666), los mestizos de La Paz se soliviantaron debido a que el Corregidor Canedo trató de reglamentar la introducción de víveres, por parte de 27


éstos a la ciudad; y, encabezados por Antonio Gallardo alias “El Pilinco”, acuchillaron a Canedo y a algunos de sus amigos. Ante este hecho los vecinos reaccionaron e hicieron huir a los comandados por “El Pilinco”, quienes tuvieron que retirarse hacia Puno, probablemente con la intención de unirse a un grupo de españoles y mestizos que se hallaban soliviantados en Laycacota. No lograron su objetivo pues fueron batidos por el Teniente Corregidor de Paucarcolla, Erquiñigo, con la colaboración del Gobernador de la ciudad de Chucuito don Francisco de Guzmán, habiendo sido condenados a la horca muchos de ellos, entre los que estaba “El Piliinco” Gallardo. El mal ejemplo había sido dado, de modo que las rivalidades entre los castellanos y los vascongados, en los asientos de Laycacota, San Luis de Alba, San Antonio de Esquilache y otros, fueron creciendo al extremo que, al sucesor de Erquiñigo, Don Luis de Escaisola, le quemaron la casa en que habitaba, por lo que el Virrey Conde Santisteban nombró en su lugar al Alcalde del Crimen de la Audiencia de Lima, Don Andrés Flores de la Parra, el cual se trasladó a Puno en 1665. Los hermanos Salcedo siguieron provocando al minero vasco Garayar con el fin de expulsarlo de la región, llegando a prender fuego a s u residencia, así como a la del Maestre de Campo Erquiñigo, provocando (posiblemente por infarto) la muerte del Comisario de Jerusalén Fray Limón de Miranda. Flores de la Parra, inexplicablemente inició el apresamiento de algunos de mineros vascos, aplicándole la pena de garrote a Garayar. Asustados, muchos mineros vascos escaparon hacia las minas de San Antonio de Esquilache, desde donde enviaron sus quejas al Virrey, quien nombró en lugar de Flores de la Parra a don Manuel Peredo, casado con una vizcaína, quien desde su llegada se inclinó a favor de los cascos. Como los enfrentamientos entre cascos y castellanos iban en aumento, tuvieron que abandonar la zona tanto Peredo como Flores de la Parra. Gaspar de Salcedo, cada vez más ensoberbecido, trató de extender su poder, inclusive desconociendo la autoridad del Rey. Ante esa actitud, Peredo pidió ayuda a las autoridades de Lampa y de Chucuito, al saber lo cual Gaspar de Salcedo se retiró al Cuzco. Desde Lima, el Virrey conde de Lemos, ordenó que Gaspar de Salcedo fuese conducido preso a la Capital. Mientras tanto, don José de Salcedo atacó a Peredo, quien cayó herido casi de muerte. Todas estas rivalidades que costaron muchas vidas llegaron a su fin cuando el Virrey decidió trasladarse al lugar de los hechos, llegando a las proximidades de Laycacota el 3 de agosto de 1668. 28


SOBRE LA “FUNDACIÓN DE LA VILLA DE PUNO” [págs. 43 a 49]

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a Fundación. A la llegada del Conde de Lemos, éste ordenó el apresamiento de José de Salcedo, el inicio del juzgamiento de los implicados, en los hechos anteriormente narrados y el traslado de los Asientos Minero9s de San Luis de Alba y Laycacota al Pueblo de Puno, en el que ya había una buena población de indios, entre los que se destacaban los indios “Mañasos” que proveían de carne a la numerosa población de mineros, ocupando “la espalda de la parte alta de las peñas”, es decir en quechua “Huasapata”. Además, éstos y los que ocupaban la parte baja hacia el lago, tenían su Iglesia de Indios, llamada de San Juan Bautista, y es de creer que, algunos pocos españoles que, también vivían allí, tenían una pequeña Capilla de la Concepción, pues algunos historiadores lo dan a entender así. Los indios que habitaban el Pueblo de Puno, y no el “lugarejo de San Juan Bautista” que hace referencia en forma peyorativa el inteligente historiador, aunque poco conocedor de la realidad andina, Guillermo Lohman Villena [], o “un simple caserío” como afirman otros, ya formaban parte de una buena población; incluyendo probablemente a algunos curas de la Orden de los Jesuitas que vivía en la que hoy se llama “La Casa del Conde de Lemos”, por haberse alojado éste en dicha casa. Lo anterior se deduce de algunas afirmaciones que hacen quienes han historiado el nacimiento, traslado o rebautizo de la Villa de la Concepción y San Carlos de Puno. Así, José Antonio Encinas, en su “Historia de la Fundación de Puno” [] cuando escribe: “La sentencia contra José Salcedo fue terrible. Declarado traidor y aleve, de la cárcel donde estaba, debía ser sacado en forma de justicia a caballo en una bestia de albarda y con una soga en el pescuezo y con voz de pregonero que manifestara su delito, llevándosele por las calles acostumbradas a la plaza pública del pueblo de Concepción y San Carlos…” [] Fijémonos que aquí habla de una plaza pública y calles acostumbradas, es decir un pueblo previo más o menos bien conformado. El Virrey conde de Lemos, al tiempo de ordenar el enjuiciamiento en el lugar que luego se llamó “de la horca”, ordenó también el reparto de solares tal como se menciona en muchos documentos de aquella época y yo lo expuse en un artículo del Diario “Los Andes” en 1974, en base a algunos documentos que había encontrado y que hacían referencia a este hecho [], pues ha habido algunos escritores que han negado este hecho incluyendo el de su “fundación”. En esa oportuni-

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dad, el Virrey hizo separar sitio para la Iglesia de españoles (la hoy Catedral de Puno), para la cárcel, el cabildo y otras instituciones, elevándosele a Puno al rango de Villa y Capital de la Provincia de Paucarcolla. Y si bien al día siguiente de la ejecución de José Salcedo, el virrey se ausentó de Puno con destino al Cusco, debido a ciertos incidentes que allí se habían suscitado, ordenó que la ceremonia de establecimiento oficial de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno, se efectuara el 4 de noviembre de 1668 día del Patrón San Carlos Borromeo, no siendo necesaria su presencia. ¿Por qué “Villa de la Concepción? Desde fines del siglo XVII, entre la población de mineros de asentamiento de San Luis de Alba, Laycacota y San José y los primeros españoles establecidos en el Pueblo de Puno, la devoción a la Virgen en su advocación a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción o simplemente de la Concepción, era muy grande. Y no solo la de ellos sino también lo era la del Virrey Conde de Lemos, tal como nos lo hacen saber algunos historiadores que tratan sobre este tema. Que el Virrey rebautizó al Pueblo de Puno como Villa de la Concepción y San Carlos de Puno, y no solamente como Villa de San Carlos de Puno, es fácil de probar. En efecto, en un informe que el propio Conde de Lemos envía al Rey de España en 1669, le dice que el Cura Párroco Silvestre Valdés “de la nueva población de Concepción y San Carlos de Puno”, estaba haciendo la Iglesia con su asistencia y trabajo (Archivo de Indias- Sección VAudiencia de Charcas- Legajo 138- Informe del Conde de Lemos – 12 de abril de 1669) El hecho que, el Conde de Lemos hable del pueblo “de la Concepción y San Carlos de Puno” nos indica que ese fue el nombre con que él bautizó o rebautizó a la naciente Villa de Puno; hecho que queda confirmado porque en los más antiguos documentos legales redactados en Puno, después de Noviembre de 1668, el encabezamiento de ellos siempre comienza con: “En la Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno” mientras que en los documentos anteriores a esta fecha el encabezamiento era: “En el pueblo de San Luís de Alba…” Lo anterior que, para mí era una mera sospecha, el leer con atención a los historiadores que se han ocupado de este asunto, así me lo confirmó. Así, el Dr. José Antonio Encinas, que fue uno de los primeros en ocuparse de la “Fundación de Puno”, nos dice en la página 19 de su folleto “Historia de la Fundación de Puno” (Edit. Fournier. Puno 1924) : desde que don José Salcedo “supo que el Virrey en persona iba a 30


visitar a Laycacota para informarse de los sucedido, dio pábulo de su imaginación de ostentoso minero, a la forma cómo había de recibirlo. Con tal propósito acabó una casa en el asentamiento que le costó 1611 pesos… las habitaciones que iba a ocupar el Virrey las adornó con ricas colgaduras… El catre destinado al Virrey había sido hecho expresamente: la cabecera del catre era de un tallado primoroso de plata, en el centro ostentaba la imagen de la Concepción, de la cual era muy devoto el Virrey…” (Aquí y en los siguientes párrafos las mayúsculas han sido puestas por mí, para enfatizar el propósito que persiguen estas citas). Más adelante escribe: “concluido el proceso que es uno de los más inicuos que haya podido formar el tinterillaje, el Lic. Pedro García Ovalle dictaminó en la sentencia el 12 de octubre de 1668, por que a Don José Salcedo se condene a que se le cortara la cabeza y que se le pusiera en la plaza pública de Concepción, y que como a traidor y aleve se le derribara las casas y fueran sembradas de sal, con confiscación y pérdida de todos sus bienes. El Virrey conmutó la pena ese mismo día por la de garrote en la casa y prisión donde estaba” “Las imágenes que se encontraban en Laycacota fueran traídas en procesión con acompañamiento del Virrey y de su séquito: dichas imágenes quedaron depositadas en la plazoleta del pueblo de Puno donde había radicado el Virrey” [] El Dr. Enrique Cuentas Ormachea, sobre este mismo punto dice: “…el traslado de la población de Laycacota a Puno, de sus pertenencia y de las imágenes religiosas se prolongó hasta el 3 de noviembre de 1668 y el 4 de noviembre de 1668, se celebró la misa de Acción de Gracias en el lugar donde se levantó la Iglesia de la Inmaculada Concepción y al pie de esas imágenes entre las que estuvo la del Cristo de la Agonía, más conocido como el Cristo de la Bala” [] La Iglesia de la Inmaculada Concepción, a la que se refiere, es hoy Basílica Catedral de Puno. En efecto, en su fachada se destaca su imagen, esculpida en piedra en la parte central del imafronte, en uno de los arcos del cañón corrido de la nave central, y su representación e bulto en el Altar Mayor, donde tiene además un camarín en la parte posterior. A los pocos años de rebautizado el pueblo de Puno, como Villa de Nuestra Sra. De la Concepción y San Carlos de Puno, se formó una cofradía con el nombre de “Cofradía de la limpia Concepción”, que estaba situada dando frente a la actual Plaza de Armas, en casas localizadas al lago Este de la misma. Con respecto a ellas, en un documento del año de 1706, he encontrado una referencia que dice: “El Lic. Felipe Valdés presbítero propietario de la Capellanía que fundó en la Villa de la Concepción y San Carlos de 31


Puno sobre casas de vivienda otorga en arrendamiento al Marqués de Villarrica de Salcedo, estas casas en la esquina de la Plaza Principal… adornada con tres lienzos, imágenes en bulto, un crucifijo y una señora de La Candelaria…” [] Este es el documento más antiguo en que he visto mencionada una referencia a la actual Patrona de Puno. Diferencia inicial entre la “Villa de Puno” y el “Pueblo de Puno” Antes que llegara el Virrey Conde de Lemos al Pueblo de Puno, para resolver los problemas suscitados por las rivalidades entre los mineros castellanos, encabezados por los hermanos José y Gaspar Salcedo, con los mineros vascos dirigidos por Garayar, el Pueblo de Puno ocupaba todo el entorno de la Iglesia de Indios San Juan Bautista, comprendido entre las actuales calles: Libertad por el Sur, Tacna por el Este; Deza por el Norte; e Ilave por el Oeste; además de la parte que daba (mirando desde la actual Plaza de Armas hacia el Oeste), a la espalda y parte alta del peñasco” que en quechua se dice “Huasapata”, que en ese entonces estaba ocupada por el grupo de indios “Mañasos”, que eran los que proveían de carne a los asientos mineros de los alrededores de Puno. Es muy probable que algunos españoles vivían en él o cerca del Pueblo de Puno y que tenían una pequeña capilla en homenaje a la Virgen de la Concepción, de la cual, un buen número de ellos, eran devotos (pues en algunos documentos referidos a aquella época, por los historiadores, se hace referencia a su existencia) y algunas de sus viviendas estuvieron construidas, hacia el Este, en la parte baja del Cerro Huacsapata, incluida muy probablemente, la que llamamos la “Casa del Conde de Lemos”, que debió pertenecer a los jesuitas que atendían tanto a la Iglesia de indios de San Juan como a la Capilla de la Concepción, y que, por ser la mejor construcción, le fue cedida al Virrey conde de Lemos, en el tiempo que permaneció en Puno. Trasladando nuestra mente a 1668, observando desde el balcón de la “Casa del Conde de Lemos” las faldas de los cerros que se extienden hasta las orillas del lago Titiqaqa, Este y Sur del Cerro Huacsapata, con un arroyo de aguas cristalinas que bajaba “hacia la laguna” (por la hoy calle Puno), con una amplia área libre para establecer una villa, cuya población sería bastante numerosa, considerando a los españoles que se establecerían y a los nativos que ya vivían en este lugar, pensó, seguramente que ésta podría ser la nueva capital de la provincia de Paucarcolla, por lo que el Virrey tomó la decisión, y, al mismo tiempo que juzgaban a los hermanos Salcedo y sus cómplices, ordenó el traslado de las poblaciones de San Luis de Alba y Laycaqota. Hizo separar sitio, para la nueva iglesia de españoles, para la cárcel y 32


otras instituciones y procedió a repartir solares a los nuevos pobladores de la villa a la que bautizó con nombre de “Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno”. El accidente geográfico que separaba la nueva Villa del antiguo Pueblo de Puno, resultó ser el arroyo que baja del cerro “Pirwa Pirwani” y penetra en Puno, casi paralelamente a la actual calle Lambayeque, aproximándose a la trayectoria del arroyo que baja por la calle Puno, para ir a desembocar al Lago. Existe documentación, más que suficiente, demostrativa de que, desde 1668, en que inicia su vida la Villa de la Concepción y San Carlos de Puno, y a lo largo del siglo XVIII, existía una distinción entre lo que era la villa de la Concepción y lo que era el Pueblo de Puno []. […] En directa relación al tema, Ignacio Frisancho ha escrito además los siguientes párrafos tomados de su libro: “LA CATEDRAL DEL PUNO HISTORIA DOCUMENTADA”, Ed. CONCYTEC, Lima 1999, págs. 4 a 6. […] La generalidad de historiadores afirma que, por orden del Virrey “el pueblo de Puno sería en lo sucesivo la capital de la provincia de Paucarcolla, y que en homenaje a Carlos ll, el Hechizado, Rey de España, llevaría el nombre de San Carlos de Puno, poniendo la iglesia bajo la advocación de San Carlos Borromeo, confirmándole luego el título de Villa”. Sin embargo, el verdadero nombre, con que el Virrey Conde de Lemos bautizó a la naciente villa, fue el de "Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno”; y esto porque, en la aldea de Puno y entre los mineros de los poblados de San Luis de Alba y de San José, la devoción a la Virgen de la Purísima Concepción era muy grande y así nos lo hacen saber diversos datos sueltos de la historia de aquellos años. Así, el Dr. José Antonio Encinas “Historia de la Fundación de Puno” Tipografía Fournier -Puno- 1924. pág. 19) nos dice, refiriéndose al recibimiento que se le hizo al Virrey, a su llegada a la aldea de Puno, lo siguiente: "Desde que él (José Salcedo) supo que el Virrey en persona iba a visitar Laycacota para informarse de lo sucedido, dio pábulo a su imaginación de ostentoso minero, a la forma cómo había de recibirlo. Con tal propósito acabó una casa en el asiento que costó más de 1611 pesos: la dicha casa estaba en la plaza del pueblo, las habitaciones que iba a ocupar el Virrey, las adornó de ricas colgaduras y doseles de telas y brocados finísimos, de diferentes colores, la Vara de esta tela costó 18 pesos, y sólo la colgadura de la cama más de 2". Preparó una abundante despensa para el séquito del Virrey, cuyo valor ascendía a 1211 pesos. La vajilla del comedor competía con las más fantásticas leyendas de las mil y una noches: 500 platillos de plata para el aparador 33


de la mesa, que sin el costo de la plata labrada este gasto fue de 4011 pesos. Todo el resto de la vajilla era de plata con incrustaciones de oro. El catre destinado al Virrey había sido hecho expresamente: la cabecera del catre era de un tallado primoroso de plata, en el centro ostentaba la Imagen de la Concepción, de la cual era muy devoto el Virrey.» (Aquí y en los párrafos que siguen la escritura resaltada en negrita es mía. IGP) El Dr. Emilio Romero nos hace saber que: Según Cosme Bueno, San Luis de Alba, que era la capital de Paucarcolla, estaba dedicada a la Purísima Concepción. Otra cita del folleto del Dr. Encinas (pág.21) dice: «Concluido el proceso que es uno de los más inicuos que haya podido formar el tinterillaje, el Lic. Pedro Carda de Ovalle, dictaminó en la sentencia el 12 de octubre de 1668, por la que a D. José Salcedo se condenó a que se le cortara la cabeza y se le pusiera en la plaza pública de Concepción, y que como a traidor y aleve se le derribase las casas y fueren sembradas de sal, con confiscación y pérdida de todos sus bienes. El Virrey conmutó la pena ese mismo día por la de garrote en la casa y prisión donde estaba». «Las imágenes que se encontraban en Laycacota fueron traídas en procesión con acompañamiento del Virrey y de su séquito: dichas imágenes quedaron depositadas en la plazoleta del pueblo de Puno donde había radicado el Virrey», por lo que, es mi parecer, la casa que, en la ciudad de Puno, se llama «del Conde de Lemos», fue efectivamente ocupada por dicho Virrey, casa que justamente quedaba hacia el lado norte de la actual catedral que, en ese entonces formaba parte de la plaza o plazoleta de la Villa de Puno. El Dr. Enrique Cuentas Ormachea, sobre este mismo punto dice: «El traslado de la población de Laycacota a Puno, de sus pertenencias y de las imágenes religiosas se prolongó hasta el 3 de noviembre de 1668 y el 4 de noviembre de 1668, se celebró la misa de acción de gracias en el lugar donde se levantó la Iglesia de la Inmaculada Concepción”. Todo lo anterior nos confirma que, San Luis de Alba era el principal poblado o asiento de los mineros, que laboraban en las minas de los alrededores del pueblo de Puno, estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de La Concepción, de modo que sus pobladores, al ser trasladados al pueblo de Puno, trajeron consigo esta devoción implantándola, desde el primer momento, en la nueva Villa, y que, si bien el Virrey le agregó la denominación de San Carlos que había que respetar, los moradores de Puno, la llamaban, y esto aparece en todos los documentos de aquella época, como la «Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno». En las escrituras públicas, anteriores a 1668, aparece el encabezamiento: «En el Pueblo de San Luis de Alba ....................», en cambio, 34


en las escrituras posteriores a 1668 y ya redactadas en la nueva Villa, el encabezamiento común es: «En la Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno” Inclusive, la catedral de Puno, fue construida bajo su advocación, figurando su imagen no sólo tallada en piedra en su hermoso imafronte, en uno de los arcos del cuerpo principal de la Iglesia y, en bulto, en la parte principal de su altar mayor, con camarín propio detrás del mismo. Y no sólo esto, sino que, el propio Virrey Conde de Lemos, en un informe al Rey de España, de 12 de abril de 1669, dice que el cura párroco Silvestre Valdés «de la nueva población de Concepción y San Carlos de Puno estaba haciendo la Iglesia con su asistencia y trabajo» (Archivo de Indias - Sección V - Audiencia de Charcas - legajo 138).Si el mismo Virrey la denomina de la «Concepción y San Carlos de Puno», creo no debe quedar ninguna duda sobre su nombre inicial. Para mayor abundamiento, en el libro “Parroquias y Pueblos del Perú” del Padre Jesús Jordán, se lee: «Después del descubrimiento de las minas del Cerro Layka-kota, sirvió de capital, desde el año de 1657, el asiento de este mineral con el nombre de San Luis de Alba, hasta el año de 1668, en que el Virrey Conde de Lemos, pasando a esta provincia a sosegar las inquietudes que en ella había, mandó asolar la población de dicho asiento que se componía de más de 2000 casas y señaló con título de Villa por la capital al pueblo de Puno, con el nombre de La Concepción y San Carlos”. La parte ocupada por los indios, antes del traslado de los mineros de San Luis de Alba y de Laycacota, se llamaba San Juan Bautista de Puno y ocupaba la parte este y norte del cerro Huacsapata, tal como lo doy a conocer en varios artículos publicados en el diario «Los Andes» de Puno. Recalcando, en el encabezamiento de las escrituras redactadas por el Escribano Público de Su Majestad, anteriores a 1668, como ya lo dijimos, se anota: «En el pueblo de San Luis de Alba», mientras que, en los documentos posteriores a 1668, se lee, como encabezamiento: «En la Villa de Ntra .Sra. de la Concepción y San Carlos de Puno”. […]

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COMO FUE LA FUNDACIÓN DE PUNO Ignacio FRISANCHO PINEDA Publicado en HOMO ALTIPLANICUS Nº 4, Lima 2001

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ace 333 años, los españoles fundaron la ciudad de Puno, bajo la dirección y conducción del virrey Conde de Lemos. Como es sabido, este virrey llegó en 1668 hasta los asientos mineros de San Luis de Alva y Laycacota, para juzgar al rico minero Joseph de Salcedo y a sus seguidores, que asumieron actitud contestataria frente a la corona ibérica, debido a ciertas disposiciones que ella aprobó para mitigar en algo la inhumana explotación que padecían los indígenas en las minas del Virreynato del Perú, especialmente en Potosí y que eran aplicables en Laycacota. Veamos sucintamente los hechos del proceso de fundación, el mismo que guardó semejanzas con los procesos seguidos en la fundación de ciudades durante la invasión española y el coloniaje. En primer término y luego de la destrucción del poblado minero de San Luis de Alva, se definió el emplazamiento o lugar de la nueva villa. El 9 de septiembre de 1668 el virrey ordenó y dispuso que ella se ubicaría, entre el tambo y pulpería de los indios Mañasos y el pueblo indígena de San Juan Bautista. Se eligió también la denominación de la naciente ciudad como: “Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno”, lo que ha quedado abundantemente fundamentado y probado con documentos de la época. Luego, se trazó los cimientos de la Iglesia para uso de los españoles encargando la gestión parroquial al cura Silvestre Valdés, se estableció la disposición general de la villa que perdura en el área central del Puno actual, se repartió solares y se decidió el lugar y área del Ayuntamiento y la cárcel. El reparto de solares queda confirmado con diversas escrituras sobre diversos actos jurídicos celebrados por personas que se beneficiaron con dicho reparto. La sencilla ceremonia de fundación seguida de una misa consagratoria de acción de gracias y bendición del emplazamiento de la nueva villa, se realizó el 4 de noviembre de 1668, onomástico del Rey Carlos II de España y día de la festividad de San Carlos Borromeo. Días antes el virrey se vio obligado a viajar al Cusco para atender los disturbios causados por la clerecía agustina, pero esa ausencia no invalida el rol protagónico y decisor que le cupo cumplir al Conde en la fundación de Puno, como tampoco la invalida el hecho de no haberse encontrado aún el acta respectiva. No hubo necesidad de señalar la ubicación del “barrio de los natu37


rales”, como se acostumbraba a hacer en el proceso de fundación de ciudades, porque ese barrio ya existía desde tiempo inmemorial. Era Puñuypampa (del quechua “puñuy”, dormir y “pampa”, campo llano) renombrado por los españoles como San Juan Bautista, al que sin embargo ya se venía conociendo como “Puno”, denominación sintética y fonéticamente corrupta de la toponimia aborigen.

Arco de la Independencia, Puno (ca. 1847). Archivo Regional de Puno

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ACLARACIONES SOBRE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE LA CIUDAD DE PUNO [I]. Ignacio FRISANCHO PINEDA Publicado en el diario LOS ANDES de Puno, edición del 29 de noviembre de 2001 y reproducido en: PUNO CULTURA Y DESARROLLO Nº 2, Lima noviembre 2002 p. 19

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n la ciudad de Lima se publica un trifolio que lleva el sugestivo nombre de “HOMO ALTIPLÁNICUS”, dirigido por el Dr. Guillermo Vásquez Cuentas, que resulta ser una muy valiosa tribuna de la cultura puneña. En el número 4, de esa importante publicación, correspondiente al 28 de octubre del 2001, aparece un artículo titulado “Falsedad de la Fundación Española de Puno” firmada por el reconocido intelectual puneño José Luis Ayala. Como éste es un tema de nuestra historia puneña que ha merecido mi atención, desde hace una cinco décadas atrás, habiendo publicado varios artículos al respecto, en el diario Los Andes de Puno, siendo uno de los últimos, uno titulado “PUNO SÍ TUVO FUNDACIÓN ESPAÑOLA” (Boletín Del Club Departamental Puno, Lima, octubre de 1997), donde, dentro de las limitaciones documentales existentes, creo haber demostrado que Puno, sí tuvo una fundación española. Quiero discutir este tema un poco más extensamente. Dice el Dr. José Luis Ayala, en su ácido y encendido comentario, entre otras cosas, las siguientes: “Quienes defienden la absurda tesis de la “Fundación española de Puno”, no han demostrado ningún documento fehaciente. El único referente que tienen es el libro de José Antonio Encinas, que no es ensayo ni historia, sino una especie de ficción escrita para un concurso local”. “Si se ha construido un mito deleznable, es preciso discutirlo y establecer la veracidad... Un libro indispensable es “El Conde de Lemos y su Tiempo” de Jorge Basadre... pero además es preciso acudir a Guillermo Lohman Villena, Teobaldo Loaiza Obando y José Tamayo Herrera...”, “¿Quiénes insisten en celebrar la “fundación” española de Puno? Sin duda alguna, un grupo de personas vinculadas a la cultura oficial con mentalidad colonial y que sin duda atentan contra una transparente identidad cultural, regional, nacional”. Como últimamente he sido quien más ha aceptado que sí hubo una fundación española de Puno, creo que estoy obligado a aclarar la parte que me concierne. En primer lugar considero no tener una “mentalidad colonial” ni menos

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pertenecer a “un grupo de personas vinculadas a la cultura oficial (si es que existe algo que se pueda llamar “cultura oficial”. Este modo de hablar lo he visto y escuchado entre algunos intelectuales de extrema izquierda, que en la actualidad, ya es obsoleta). Soy, en primer lugar, un hombre de ciencia, especializado en las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear y en ingeniería nuclear avanzada, y por tanto, muy alejado de las banderías políticas. Y, en segundo lugar, soy un escritor autodidacta en temas altiplánicos, especialmente en los referidos al departamento de Puno. En cuanto a mis escritos de índole histórica, me autocalificaría de “mitoclasta”, es decir de un destructor de mitos, en un grado mayor que cualquiera de mis contemporáneos. En efecto, antes que nadie, documentalmente he destruido mitos que habían respecto a: a) Los verdaderos constructores de la Catedral de Puno. b) Sobre la pertenencia del Escudo de Armas de Puno, a la ciudad de Puno y no a mítica marquesa, duquesa, condesa De los Ríos, como muchos afirmaban. c) Sobre la fundación del Colegio Nacional Santa Rosa de Puno (creado por Bolívar, recreado por Ramón Castilla y dirigido actualmente por las hermanas dominicas) d) Sobre la diferencia que existía en el siglo XVIII, entre la Villa de la Concepción de San Carlos de Puno (creada por el virrey Conde de Lemos en 1668) y el Pueblo de Puno, habitado desde épocas inmemoriales y no destruido por el conde de Lemos, como muchos creen. e) Sobre el verdadero origen de los “siku-morenos” o “phusamorenos” Entre los primeros y principales intelectuales que han escrito sobre los antecedentes de la llegada de virrey Conde de Lemos a Laycacota, los bochornosos ajusticiamientos de los hermanos Salcedo y sus seguidores, y las consecuencias de estos acontecimientos, tenemos a José Antonio Encinas (Historia de la Fundación de Puno, 1918); Emilio Romero (Monografía del Departamento de Puno, 1928), Guillermo Lohman Villena (El Conde de Lemos,1946), Jorge Basadre (El Conde de Lemos y su Tiempo, 1948) y Enrique Cuentas Ormachea (Apuntes para la Historia de Puno, 1968). En un siguiente artículo hablaremos sobre ellos y sobre sus contribuciones a la historiografía de Puno, relacionada a la época en que subió el Virrey conde Lemos, hasta las minas de San Luis de Alba y Laycacota, para ajusticiar a los hermanos Salcedo y sus seguidores.

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ACLARACIONES SOBRE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE LA CIUDAD DE PUNO [II] Ignacio FRISANCHO PINEDA (4-Dic-2002)

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abiendo tenido la suerte de encontrar documentos originales, no conocidos por ninguno de los historiadores que me han antecedido, y, basándome en aquellos puntos que, en forma documentada, ellos exponen, creo estar en condiciones de demostrar que PUNO SI TUVO FUNDACIÓN ESPAÑOLA, pues se cumplieron las seis condiciones que se exigían en toda fundación, a saber: 1. LA SELECCIÓN DEL EMPLAZAMIENTO: el Virrey Conde de Lemos con sus acompañantes escogieron el sitio que ocuparía la Villa de la Concepción y San Carlos de Puno, en la parte Sur del Pueblo de Puno pre-existente. 2. SELECCIÓN DEL EMPLAZAMIENTO PARA LA IGLESIA DE ESPAÑOLES. El Virrey separó, de preferencia, el sitio para la Iglesia, el Ayuntamiento y la Cárcel. Al respecto escribió, en un Informe elevado al Rey, que: "Don Silvestre Valdés, Cura Párroco de la nueva población de la Concepción está haciendo la Iglesia con su asistencia y trabajo." (Archivo General de Indias. Audiencia de Charcas, 12 de Abril de 1669). 3. TRAZADO Y DISPOSICIÓN DE LA NUEVA VILLA: las calles de la nueva Villa quedaron orientadas de Norte a Sur y de Este a Oeste, en cuadricula como acostumbraban los españoles. 4. SE EFECTUÓ LA REPARTICIÓN DE SOLARES: así lo corrobora Guillermo Lohman Villena cuando escribe: "Se distribuyeron allí (en la nueva Villa) los solares para los advenedizos, señalándose sitio para la Iglesia y demás instituciones" (El Conde de Lemos, Madrid, 1946). Sin embargo, ante la duda de algunos historiadores, yo lo puedo reconfirmar en base a diversos documentos de aquella época que he logrado encontrar: así, el 3 de Setiembre de 1701, el Licenciado Silvestre Valdés [1], en su testamento manda crear una Capellanía en las casas que tiene en Puno y que: "las he fabricado desde sus primeros cimientos en sitio que me concedió el Exmo. Señor Conde de Lemos cuando subió a esta Provincia..."; el 24 de Diciembre de 1707, Juan Francisco de Valencia vende a Francisca

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Pilco Sisa "un sitio y solar que tiene y posee en esta dicha Villa… que se le adjudicó por la Real Justicia EN LA REPARTICION DE SITIOS de esta Villa.." [2] ; el 9 de Setiembre de 1700, doña Isabel Mena viuda de don Alonso de los Ríos vende unas casas fabricadas "en sitio que me adjudicó por la Justicia Real de esta provincia al tiempo que se mudó y fundó esta villa". (Subrayado nuestro) [3] 5. EL SEÑALAMIENTO DEL BARRIO DE LOS NATURALES: en esta ocasión no hubo necesidad de señalar un barrio para los naturales puesto que éste ya existía y era el Pueblo de PUDO que ocupaba el entorno de la actual Iglesia de San Juan Bautista, habitado por los naturales y por los "Mañazos" que eran los proveedores de carne a los asientos mineros circundantes y habitaban, estos últimos, la, "espalda y parte alta" del peñasco, es decir en quechua "Huasapata"" (de Huasa = espalda y pata = parte alta) y que hoy llamamos Huacsapata. 6. UNA MISA DE CONSAGRACIÓN y ACCIÓN DE GRACIAS: Es casi seguro que, el Virrey Conde de Lemos, ante la inesperada necesidad de tener que viajar al Cusco, donde se habían suscitado algunos disturbios, ordenara que, en su ausencia, se procediera a efectuar la Misa de Acción de Gracias, el día 4 de Noviembre de 1668, pues esta fecha coincidía con el cumpleaños del Rey de España y con la fiesta de San Carlos Borromeo, a quienes estaba dedicada la nueva Villa. No hubo erección de la picota acostumbrada, porque la urgencia de ajusticiar a más de 40 personas, era perentoria y se mandó levantar una Horca, en el lugar que, desde entonces, tomó el nombre de HORCA-PATA o Promontorio de la Horca. No confundir con “Orkko-pata”. Finalmente, como ya lo dijimos, nuestro notable escritor y poeta, José Luis Ayala, entre otras cosas dice que: quienes hablan de una fundación española de la Ciudad de Puno "atentan contra una transparente identidad cultural, regional y nacional”. Ahora bien, como buen "Mitoclasta" que dije ser, vengo tratando de demostrar, de un tiempo a esta parte que, el concepto de IDENTIDAD de que nos hablan muchos escritores ES UN MITO. Estrictamente, UNA PERSONA ES IDENTICA A SI MISMA PERO NO LO PUEDE SER A OTRA PERSONA, por más que sea su hermano gemelo, pues, por más que tengan algunos conocimientos, ideas, sentimientos o costumbres similares, también tendrán otros conocimientos, ideas, sentimien-

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tos y costumbres diferentes. Luego, dos personas pueden ser semejantes pero nunca idénticas. Peor aún, si tenemos un conglomerado muy numeroso de personas, sus conocimientos, ideas y sentimientos similares, compartidos por todos ellos, será un conjunto mucho menor que el que existe entre dos personas. Invito a quien desee, después de haber leído los documentos que expongo, intentar, documentalmente también, demostrar que no hubo "fundación española de Puno". Concedo que, a lo más a que podrán llegar es a decir que, no hubo una completa e impecable fundación debido a que, el fundador Conde de Lemos, no estuvo en la misa de acción de gracias. Que no debemos festejar los luctuosos sucesos que ello incluye, con sus bailes, borracheras y gastos que esto significa, muchos estarán de acuerdo. Pero la verdad histórica se impone.

---------------------------------------------------------------------------------[1] N del E.: Silvestre de Valdés fue “Comisario del Santo Oficio de la provincia de Paukarkolla y en la de Chucuito, cura vicario de la villa de la Concepción y San Carlos de Puno e Icho” nacido en el pueblo de Chucuito, hijo de Alonso Huervo de Valdéz y de Ana Mena Barnuevo (Testamento fechado el 3 de setiembre de 1701) [2] N. del E.: “…lo cual corroboró el almirante don Pedro Días Sorrilla, siendo Corregidor desta provincia”, reza el documento. [3] N. del E. Frisancho prueba con otros documentos reseñados en su artículo “Acotaciones documentales sobre la fundación de Puno” publicado en el diario Los Andes de Puno el 4 de noviembre de 1974. Refiere además de los ejemplos antes expuestos, que: El 7 de abril de 1739, Paula Cáceres de Ulloa viuda de Gaspar Chacón, e Ignacio Cáceres de Ulloa venden a Juan Illanes, maestro tejedor, un solar de cincuenta varas de frente por cuarenta varas de fondo que heredaron de Doña María Gomez Galán “nuestra madre legítima ya difunta, a quien se la adjudicó la Real Justicia en tiempo que fue Virrey de estos Reynos el Exmo. Conde de Lemos…”

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Absolución de Posiciones

DEMOSTRACIÓN DE LA FUNDACIÓN ESPAÑOLA DE LA CIUDAD DE PUNO Y DE LA AUTENTICIDAD DE SU ESCUDO DE ARMAS Ignacio FRISANCHO PINEDA Diario LOS ANDES , Puno noviembre de 2003

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veces es necesario repetir, una y otra vez, ciertas verdades para mantener, en nuestro corazón y en nuestro cerebro, ciertos hechos de nuestra historia que conforman el alma de nuestra identidad y de nuestra cultura. Por estas razones en este mes de Noviembre, en que celebramos la fundación española de la ciudad de Puno y, también, la autenticidad del Escudo de Armas que ostenta nuestro Municipio, me permito volver a tratar este tema, como ya lo hice algunas otras veces. En efecto las fundaciones españolas en América debían seguir los siguientes pasos: La selección del emplazamiento y su denominación (1), El trazado básico de la población y la selección del emplazamiento de la Iglesia de españoles (2), El reparto de solares para los nuevos vecinos (3), El señalamiento del barrio de los naturales, y La realización de una misa de acción de gracias (5). Pues bien, para la fundación de Puno se cumplieron a cabalidad con las cinco condiciones señaladas. En efecto: 1.- Selección del emplazamiento Cuando el Virrey Conde de Lemos llegó hasta los asientos mineros de San Luis de Alba y Laycacota para juzgar a los ricos y rebeldes hermanos Salcedo y sus seguidores, ordenó la demolición de estos poblados y su traslado al sitio elegido por él, que fue la aldea de Puno, en el lado Sur del Cerro de "Huajsapata", ordenando el inicio de su fundación el 9 de Setiembre de 1668, con el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno. (Ver mi libro "De Aldea a Ciudad Trayectoria Histórica de Puno" - Club Brisas del Titicaca - Lima - 1996). 2.- Trazado Básico de la Población y Selección del Emplazamiento de la Iglesia de Españoles. El mismo Virrey separó el sitio para la Iglesia (hoy Catedral), para el Ayuntamiento y la Cárcel. Al respecto dice en un informe elevado al Rey que, estaba trabajando, el Cura Párroco don Silvestre Valdés "de la nueva población de la Concepción la Iglesia con su asistencia y trabajo" (Archivo General de Indias-Sección V- Audiencia de Charcas Informe del Conde de Lemos - 12 de Abril de 1669).

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3.- Reparto de solares. Que hubo reparto de solares lo afirman varios historiadores como Lohmann Villena que escribe: "Se distribuyeron allí (en la nueva Villa) solares para los advenedizos, señalándose sitio para la Iglesia y demás instituciones" (El Conde de Lemos - Madrid -1946). Esto se confirma en varios documentos por mí encontrados. Así, en el Testamento de don Silvestre Valdés (3 de Setiembre de 1701) éste manda crear una capellanía en las casas que tiene en Puno que "... las he fabricado desde sus primeros cimientos en sitio que me concedió el Exmo. Señor Conde de Lemos cuando subió a esta Provincia...." El 9 de Setiembre de 1700, doña Isabel Mena Viuda de Don Alonso de los Ríos vende unas casas fabricadas, "en sitio que me adjudicó por la Justicia Real de esta Provincia AL TIEMPO QUE SE MUDÓ Y FUNDÓ ESTA VILLA..." (las mayúsculas son mías). El 24 de Diciembre de 1707, Juan Francisco de Valencia vende a Josefa Pilco “.... un sitio solar que tiene y posee en esta dicha Villa que se le adjudicó por la Real Justicia en la repartición de sitios de esta Villa..." El 3 de Setiembre de 1737, Francisco Patiño vende a Esteban Péres “... un sitio solar que tengo y poseo en esta dicha Villa a la parte del pueblo de Puno y la hube y heredé.. de Diego Patiño mi padre legítimo ya difunto quien así mismo la heredó del Capitán José de Patiño su padre y mi abuelo así mismo difunto a quien se lo adjudicó el Exmo. Señor Conde de Lemos Virrey que fue de estos Reynos...” 4.- Señalamiento del Barrio de los Naturales En esta ocasión no hubo necesidad de señalar un barrio especial para los naturales puesto que éste ya existía, constituido por la antigua Aldea de Puno ocupando las calles contiguas a la Iglesia San Juan Bautista y la parte alta del "Peñón" (Huajsa-pata), siendo el límite entre la nueva Villa y el Pueblo de Puno el arroyo que baja del cerro PirwaPirwani hacia el Lago. 5.- La Misa de Acción de Gracias y de Consagración de la Villa El Virrey Conde de Lemos, tal vez arrepentido del juicio inicuo seguido contra los Salcedo, mandó se dijeran treinta misas por cada uno de los cuarentidós condenados a muerte, y, además, se celebrara una Misa de Acción de Gracias, el 4 de Noviembre, festividad de San Carlos Borromeo a quien se consagraba la Villa y por el onomástico del Rey Carlos II de España, día en que, seguramente, pensaba estar presente para al acto de fundación oficial de la Villa de San Carlos de Puno. Pero muy a su pesar se tuvo que ausentar al ser llamado desde el Cusco, donde se habían suscitado algunos desórdenes, por lo que no pudo estar en la Misa de Acción de Gracias.

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EL ESCUDO DE ARMAS DE PUNO Después que fue derrotada la rebelión de Tupac Amaru y ya pacificado el Altiplano del Collao, en 1804, fue nombrado Gobernador Intendente de Puno el Dr. Clemente Frisancho (Alfonso Torres Luna: Puno Histórico - Lima - 1968). Al año siguiente como premio a la heroica defensa de la Villa de Puno, frente a las huestes Tupac-amaristas, el Rey Carlos V de España la elevó al rango de Ciudad y, al mismo tiempo, le concedió su Escudo de Armas que actualmente luce, siendo falsa la leyenda de que dicho escudo perteneció a la legendaria Duquesa de los Ríos, como paso a demostrar en base a documentación por mí encontrada, estudiada e investigada. Recordemos que, en 1808, Napoleón obligó a abdicar tanto al Rey Carlos IV de España como a Fernando VII, nombrando a su hermano José como Rey de España lo que provocó se desatara una guerra de guerrillas contra el hermano de Napoleón, reconociendo, los españoles, como a su verdadero Rey a Fernando VII lo que fue apoyado por las colonias americanas y, en especial, por el Virrey del Perú don Fernando de Abascal. Con tal motivo el Rey Fernando VII, desde la Isla de León, ordenó se organizarán las Cortes Extraordinarias "concurriendo Diputados de los dominios españoles en América... uno por cada capital cabeza de partido", siendo considerados en el Perú: "Guayaquil, Tarma, Guancavelica y Puno". En Junio de 1812 el Cabildo de Puno designó como a su Diputado a don Tadeo Gárate, quien debía asistir a las Cortes de Cádiz llevando determinadas "Instrucciones", las cuales en su Artículo 13 confirman el otorgamiento, por el Rey de España, de su Escudo de Armas. El artículo mencionado dice: " Que por cuanto la recompensa del mérito es el mejor móvil de esplendor de los Estados y las virtudes políticas y civiles de los funcionarios públicos tiene un derecho indubitable a gracias y favores, para que exalten los espíritus por la emulación hagan sobresalir las cualidades que perfeccionan al hombre... Por los mismos motivos se recomiendan la casa de la Señora doña Manuela Orellana, única descendiente del finado Teniente Coronel don Joaquín de Orellana, a cuyos esfuerzos y valor es debida la existencia política de esta capital pues heroicamente la defendió contra el terco y obstinado empeño de los rebeldes en aniquilarla el año de 1780. En el escudo de armas concedido a esta por su majestad se mira grabado un brazo de aquel héroe bizarro, como en ademan de sostenerla". El último párrafo de esta cita, nos indica dos cosas:

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a) Que el Escudo de Puno fue concedido por el Rey de España. b) Que el actual escudo que ostenta Puno se trata del Escudo concedido por el Rey porque, justamente, en él se observa el "brazo de aquel heroe bizarro, como en ademan de sostenerla", con la divisa: "Contra Alliam Pugna Domum" es decir "combate sólo contra los que no son de tu estirpe". En él, además se observan, simbólicamente representados, el Lago Titicaca; los Castillos de Santa Bárbara, Huajsapata y el de Santiago; y las armas con que combatieron, incluidas las balas con cadena y partidas a manera de boleadoras y las lanzas, no quedando duda alguna sobre su autenticidad, máxime habiendo yo demostrado que la legendaria Eugenia Condesa de los Ríos, Marquesa del Infantado y Duquesa de la Covadonga fue simplemente una dama dedicada a la minería, de regular fortuna emparentada, eso sí, con el millonario Coronel José Antonio de los Ríos.

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FUNDACIÓN DE LA VILLA DE PUNO René CALSÍN ANCO. Fragmento del libro HISTORIA DE LA PROVINCIA DE PUNO, editado por el Gobierno Regional Puno.

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esde 1918, año en que el maestro José Antonio Encinas escribiera Historia de la fundación de Puno, trabajo premiado por la Municipalidad Provincial de Puno, numerosos historiadores puneños y nacionales abordaron diversos episodios de la rebelión de Laykakota y de la fundación española de Puno. En el presente trabajo intentamos reconstruir de modo documentado parte de los acontecimientos asociados a la rebelión de los hermanos Salcedo y, sobre todo, de los concernientes a la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, concretada por una ordenanza suscrita por el sanguinario virrey Conde de Lemos. Si bien es cierto que el desenlace de la rebelión de Laykakota trajo consigo acontecimientos más trascendentes que la fundación de la villa; sin embargo, sobre este último acontecimiento, discutible e inquietante, debemos tomar una posición clara y fundamentada. I. PROLEGÓMENOS Antes de la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, florecía el pueblo de San Juan de Puno y San Antonio de Esquilache hacía de sede de una de las Cajas Reales. En los dos primeros tercios del siglo XVII, en cercanías del pueblo de San Juan de Puno, se explotaban minerales en varios asientos. La bonanza de uno de esos asientos de plata, las minas de Laykakota, propició la prosperidad del pueblo de San Luis de Alva y provocó una serie de disturbios que devinieron en u na rebelión encabezada por los hermanos Salcedo. 1.1. EL PUEBLO DE SAN JUAN Varios estudiosos han considerando, y aún siguen afirmando, que Puno como pueblo nació con el desenlace de los sucesos de Laykakota; sin embargo, el advenimiento del pueblo de Puñuy, llamado después Puno, data de épocas anteriores, puesto que este pueblo lo formaron pobladores kollas en los años del Tawantinsuyo, sobre la base de importantes aldeas ya existentes, cuando los inkas rediseñaron los caminos de los reinos aimaras y articularon un nuevo sistema vial, conocido como Cápac Ñan o camino real de los inkas. En ese rediseñamien-

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to resultó favorecido el lugar elegido para que un ramal del camino Chucuito – Cusco, se dirigiera a la costa. Precisamente, en ese lugar que se bifurcaba el camino real de los inkas, se formó el pueblo de Puñuy. En los albores de la colonia, inclusive hasta los años de la rebelión de Laykakota, el pueblo de San Juan de Puno, establecido sobre el pueblo de Puñuy, gozaba de significativa prestancia en el consenso de los pueblos del Altiplano; sin embargo, la mayoría de quienes se ocuparon de su historia han minimizado (y hasta ridiculizado) su importancia, con las calificaciones de: “lugarejo de San Juan Bautista de Puno” (Guillermo Lohman Villena); “ayllu” (Vladimiro Bermejo); “refugio” (José Tamayo Herrera); “aldehuela Indígena” (Enrique Cuentas Ormachea); “caserío” (Rubén Vargas Ugarte y Ricardo Vargas Arbulú); “pascana” o “tambo” (Alberto Parodi Isolabella); “villorrio” (Alejandro Cano); y “aldea” (Emilio Romero, Alfonso Torres Luna, A. Bandelier, Ignacio Frisancho Pineda y Mario Núñez Mendiguri); entre otras alusiones. Entretanto, el maestro José Antonio Encinas lo refería indistintamente como “aldea” o “pueblo”. Entre los poquísimos que sostienen que era “pueblo”, se cuenta a Jorge Basadre y Félix Palacios Ríos. En cambio, en crónicas y en numerosos documentos coloniales Puno quedó registrado como pueblo. Así, lo consignaron el Lic. Vaca de Castro (1543), Pedro Gutiérrez de Santa Clara (1544), Garcí Diez de San Miguel (1567), Francisco de Toledo (1573), Luis Capoche (1585) y Antonio Vásquez de Espinoza (1630), entre otros. La importancia de Puno como pueblo, queda demostrada en la Tasa de la visita general de Francisco de Toledo. Según esa tasa de 1573, el corregimiento de Paucarcolla comprendía a siete repartimientos y se distinguían como los más poblados: Capachica y Puno. Los siete repartimientos, por el número de pobladores que tributaban, se ordenaban así: 1º Capachica, con 5360 tributarios; 2º Puno, con 4705; 3º Paucarcolla, con 4586; 4º Huancané, con 3394; 5º Moho (con Conima), con 2768; 6º Coata, con 1506; y 7º Vilque (Vilquechico), con 1262. Además, considerando la población de los repartimientos de los cuatro corregimientos altiplánicos de entonces (Cabana y Cabanilla, Azángaro, Carabaya y Paucarcolla) menos la gobernación (Chucuito), el repartimiento de Puno se ubicaba en el cuarto lugar, superado solamente por Azángaro, Asillo y Capachica. De manera que el pueblo de San Juan de Puno, en el primer tramo de la colonia, ostentaba cierta preeminencia en el Altiplano. Los españoles cuando invadieron el Kollasuyo encontraron como curaca del pueblo de Puñuy a Cacha o Chacha, llamado también el Señor de Puno, con 500 tributarios a su mando 1. Cuando ocurrieron los sucesos de Laykakota, Diego Gómez Hilasaca ejercía el cargo de curaca del pueblo de San Juan de Puno2. 50


1.2. LA MINERÍA Durante la colonia el asiento de plata de San Antonio de Esquilache se constituye en el primero de importancia de la actual jurisdicción de la provincia de Puno. Después, desde 1657, adquirió gran notoriedad las minas de plata de Laykakota, con los hermanos José y Gaspar Salcedo como principales mineros. Para Cosme Bueno fueron ricas las bocaminas “de las Animas y Laycacota la baja, en menos de una cuadra, igualmente ricas. De esta última sacó en una noche Gaspar Salcedo 93 botas, avaluadas en 100,000 pesos. También... se sacó de esta mina una piedra de plata maciza... que pagado el quinto al Rey se le puso el cuño como a barra”3. Sobre la opulencia de los Salcedo, dueños de las minas de Laycacota, se ha escrito en demasía, Jorge Basadre registraba: “Es probable que los Salcedo fuesen los hombres más ricos de toda América” 4. Habían otras minas significativas: Cancharani, San José, Pichacani, Azoguine, Pompería, El Manto y San Luis de Alba. A fines del siglo XVIII, gozaban de prestancia las minas de Chiaraque (de Puno), Berenguelilla y Jesús María (de Tiquillaca). 1.3. CAJAS REALES DE SAN ANTONIO DE ESQUILACHE Las minas de San Antonio de Esquilache se trabajaron desde 1619. En 1770, Cosme Bueno apuntaba: “el antiguo y poderoso mineral de plata de San Antonio de Esquilache.... dió inmensas riquezas; y aun pudieran dar... Fueron muy ricos sus mineros.... En estos tiempos aun se saca de estas minas no poca plata” 5. Este importante y antiguo asiento minero hacía de sede de las Cajas Reales. Así nos lo dicen los documentos, en uno de ellos suscrito el 5 de octubre de 1653 en el mismo asiento se registra: “de la Rl Hacienda de esta Rl caxa de San Antonio de Esquilache” 6. En otro documento se alude a los “Juezes Oficiales Reales de este asientto de San Antonio de Esquilache… en seis de octubre de mill seis cientos sesenta uno” 7. En un tercer documento de fecha 1 de julio de 1663, se lee: “en Las Reales cajas de San Antonio Lo que deuia a su Mag…”8. Los quintos reales para la corona eran depositados por los mineros en las Cajas Reales de San Antonio de Esquilache. Así, el 22 de mayo de 1554 Gaspar de Salcedo fundía las barras de plata 9. Ocho años después uno de los depósitos de José de Salcedo quedó registrado en estos términos: “En Primo de mayo de mill y seiscientos y sesenta y dos Entro a quintar En esta Rl Caxa El Mrto de campo Joseph de salcedo dos barras de plata…”10. 1.4. PUEBLO DE SAN LUIS DE ALBA Durante la colonia, asociado al auge minero, se formaron numerosos pueblos en el virreinato del Perú. Un caso emblemático del establecimiento de estos conglomerados sociales es la aparición y florecimiento 51


del pueblo de San Luis de Alba, que de simple campamento minero se convirtió en capital del corregimiento de Paucarcolla, en menos de una década. Algunas de las minas cercanas a San Luis de Alba ya se explotaban antes de 1567, caso de Aziruni ubicada en las faldas del cerro San José. Esta mina y un trapiche eran adquiridos al contado por Gaspar de Salcedo, en un remate el 23 de marzo de 1651, en la plaza del pueblo de San Juan11. El pueblo de San Luis de Alba desde 1567 se convirtió en capital del Corregimiento de Paucarcolla, ostentando tal privilegio hasta el desenlace sangriento de la rebelión de Laykakota, que trajo consigo la destrucción del pueblo de San Luis de Alva y el traslado de su población. En 1770, Cosme Bueno hacía conocer lo siguiente: “Después del descubrimiento de las minas del cerro Laycacota, sirvió de Capital, desde el año de 1657, el asiento de este mineral con el nombre de San Luis de Alva, hasta el año de 1668, en que el virrey Conde Lemos....mandó asolar la población de dicho asiento” 12. En esos años, cuando el floreciente pueblo minero hacía de sede de corregimiento o provincia de Paucarcolla, los documentos en su encabezamiento consignaban al asiento de San Luis de Alba. Un documento de 1660 comenzaban así: “En el asto de San Luis de Alba proa de Paucarcolla en veinte y dos dias del mes de setiembre de mil y seiscientos y sensenta años…”13. Mario Núñez Mendiguri nos dice: “San Luis de de Alva se desarrolló siguiendo el trazo urbano español. Tenía como eje la Calle Real, en ella las capillas de los Santos Lugares y la de los Frailes de San Francisco, residencia de los empresarios mineros, funcionarios de la colonia, comerciantes, centros de recreación, quienes mandaron a construir casas; mientras que Laycacota fue la zona de producción minera, marginal, periférica de San Luis de Alva... la Calle Real articulaba el antiguo camino inca que va de norte a sur” 14. El pueblo de San Luis de Alva, en su máximo esplendor, en los años de 1665 y 1666, contó con una población superior a los 10,000 habitantes. 1.5. REBELIÓN DE LAYKAKOTA La actividad minera, la más gravitante de la colonia, estuvo matizada con numerosas convulsiones sociales, militares y políticas. El principal suceso, en la hoy región Puno, ocurrió a pocos kilómetros del pueblo de San Juan de Puno, en el próspero y floreciente pueblo de San Luis de Alva establecido por inmediaciones del asiento de plata de Laykakota, descubierto por José de Salcedo. Empezaron los disturbios por desavenencias entre andaluces y vascongados. Luego de varios enfrentamientos los andaluces y criollos resultaron despojados de las minas de Laykakota y se vieron obligados 52


a refugiarse en Juliaca. Después, el movimiento dirigido por los hermanos Salcedo tornó en una rebelión, cuando criollos y andaluces le dieron un giro contestatario, reivindicacionista y de enfrentamiento a la autoridad española. Jorge Basadre decía: "Hay quienes aseguran que entre ellos corría un grito separatista: Solo los criollos debemos tener la comodidad y no los españoles questa es nuestra tierra"15. Los rebeldes acantonados en Juliaca recuperaron Laykakota tras una incursión, iniciada el 8 de marzo de 1668 y concluida al día siguiente, al grito iconoclasta de “¡Muera el mal gobierno, el rey y el Papa!” 16. Hubo una gran batalla, en donde murieron más de ochenta personas. Medio año después, entre agosto y octubre, la rebelión resultó debelada sangrientamente por el ejército del virrey Conde de Lemos. Así, concluyó un episodio que puso en riesgo la estabilidad del virreinato y que queda insertado en el conjunto de rebeliones que alzaron la espada contra la autoridad española, como las dirigidas por Gonzalo Pizarro y Francisco Hernández Girón. II. ORDENANZAS DEL VIRREY CONDE DE LEMOS El desenlace sangriento de la rebelión de Laykakota trajo consigo un reordenamiento político, económico, administrativo y cultural de esta región, con las ordenanzas rubricadas por el virrey Conde de Lemos, el 9 de setiembre de 1668, en el pueblo de San Juan de Puno. Las ordenanzas mandaban: 1.- El ajusticiamiento de José Salcedo y de sus principales lugartenientes, como parte del proceso de debelamiento de la rebelión de Laikakota. 2.- El traslado de la población de San Luis de Alva a la nueva villa, y la destrucción de las viviendas de ese floreciente pueblo minero. 3.- La fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, cerca del pueblo de San Juan de Puno. 4.- Que la flamante villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos sea capital del Corregimiento de Paucarcolla. 5.-El traslado de la sede de las Cajas Reales, de San Antonio de Esquilache a Chucuito. De estas ordenanzas, abordamos con cierta amplitud la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos. III. FUNDACIÓN DE LA VILLA Quienes escudriñaron episodios de la historia de Puno, no soslayaron un acontecimiento colonial fascinante e importante, el de la fundación española de Puno asociado a la rebelión de Laykakota. Al respecto, es marcada la controversia entre los historiadores que sostienen que hubo fundación (Alfonso Torres Luna, Rubén Vargas Ugarte e Ignacio

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Frisancho Pineda) y los que recusan tal fundación. El historiador Alfonso Torres Luna inserta en su obra Puno histórico, un fragmento del libro colonial Anales del Cuzco, de 1600 a 1700, escrito por un sacerdote anónimo y publicado por Ricardo Palma en 1901, cuando ejercía la función de Director de la Biblioteca Nacional. Tal fragmento dice: “Octubre de 1668.- Llegó [al Cuzco] de Puno el Conde de Lemos, Visorrey del Perú, a arreglar los disturbios de Laicacota, de los poderosos mineros Salcedo, y después de fundar en 9 de setiembre la villa de Puno”17. El sacerdote y notable historiador Rubén Vargas Ugarte abordó documentalmente los sucesos de Laykakota, la demolición del pueblo de San Luis de Alba y la fundación de la villa. Sobre el establecimiento de ésta última, en forma categórica, sentenció: “La fundación se hizo el 9 de setiembre” 18. Ignacio Frisancho Pineda halló un documento del 9 de setiembre de 1700, en el cual doña Isabel Mena viuda de Alonso de los Ríos hizo constar que sus casas se edificaron “en sitio que me adjudicó por la Justicia real de esta provincia al tiempo que se mudó y fundó esta villa” 19. El propio virrey Conde de Lemos, en una carta suscrita en Lima el 27 de diciembre de 1668, escribió: “mande hacer la poblacion” 20. Sobre la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos hay una referencia en el libro de Diego Esquivel y Navia Noticias cronológicas de la Gran Ciudad del Cuzco, escrito en plena colonia, en el siglo XVIII. Tal referencia es contundente no sólo porque ratifica la fecha de fundación de la villa, sino porque indica el libro y el folio en donde se encuentra la ordenanza del virrey Conde de Lemos. La referencia expresa: “Llegó el virrey a Puno... Después de demolida Laycacota, hizo el conde ciertas ordenanzas para la nueva población, su fecha en Puno en 9 de septiembre, las que están en el libro 12 de Provisiones de esta ciudad, a fojas 262. De vuelta de aquel asiento entró el virrey en el Cuzco, miércoles 24 de octubre” 21. Para corroborar la fundación española de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, a continuación mostramos datos documentales concernientes a los actos cumplidos para el establecimiento de la nueva población. 3.1. EMPLAZAMIENTO, DENOMINACIÓN Y CATEGORÍA. Emplazamiento: Para el establecimiento de la villa, se eligió un lugar que cruzaba el camino principal del Collao y que se encontraba ubicado en la ribera sur del río Puno, que surcaba a doscientos metros del Templo de San Juan. A este río, en el siglo XIX y hasta muy entrado el siglo XX, se le conocía con el nombre de Socavón. De manera que el aludido río, dis54


curría a dos cuadras de la plaza del pueblo de San Juan de Puno y a una de la plaza de la flamante villa. En la mencionada carta de 1668, el virrey Conde de Lemos escribía: “mande hacer la población media legua del asiento” 22. No dice sobre el pueblo de San Juan. Entonces, la villa quedó establecida cerca al pueblo de San Juan y a media legua hacia el norte del pueblo de San Luis de Alva. Tres décadas después de la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, al pueblo de San Juan de Puno se le llamaba Pueblo Viejo. Así quedó registrado en el informe del Obispo de La Paz, quien sobre su visita a los templos de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos y del pueblo de San Juan de Puno, efectuada en 1696, anotaba que el “dos de Septiembre se salió... para la villa de Puno y se halló por cura al Licenciado Don Silvestre de Valdés... se prosiguió hasta el día ocho en la del Cura y fábrica de la iglesia de dicha villa y la del Pueblo Viejo” 23. A 44 años del establecimiento de la villa, en un documento se registraba la ubicación de unas casas, en estos términos: “que estan en esta Villa al fin de la cuadra y Calle Principal que sale de la Plaza Pública para El pueblo de Puno” 24. A siete decenios de fundada la villa se mantenía separado el pueblo de San Juan de Puno, de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos; por eso, en un documento del 3 de setiembre de 1737, Francisco Patiño daba cuenta de la ubicación de su vivienda, así: “un sitio solar que tengo y poseo en esta dicha villa a la parte del pueblo de Puno” 25. Nombre: Para la nueva población se adoptó la denominación de “Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos”. En el encabezamiento del oficio del maestro Miguel de la Torre, del 20 de febrero de 1669, dirigido al Corregidor de Paucarcolla, se lee: “Miguel delatorre maestro de niños. En esta Villa de Nuestra Señora de La limpia Concepción y San Carlos, Parezco ante Vmd...” 26. El 12 de abril de 1669, el Virrey Conde de Lemos en un informe dirigido al Rey de España, alude a “la nueva población de Concepción y San Carlos”27. Categoría: Para la nueva población se otorgó el rango de Villa. En la carta de diciembre de 1668, remitida por el virrey Conde de Lemos, se dice: “mandé hacer la población... igual que la villa de Potosí” 28. En el aludido oficio del maestro de niños, de febrero de 1669, se registra a la flamante población como “Villa de Nuestra Señora de La limpia Concepción y San Carlos” 29. 3.2. TRAZADO DE LA POBLACIÓN Y EMPLAZAMIENTO DE LA IGLESIA Y OTRAS INSTITUCIONES. En la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San 55


Carlos se ha trazado la población considerando el establecimiento de la iglesia y de otras instituciones. En 1946, Guillermo Lohman, sustentándose en documentos coloniales, escribía: “se distribuyeron allí [en la villa] solares para los advenedizos, señalándose sitio para la iglesia y demás instituciones” 30. En Arquitectura del Altiplano peruano, un libro muy documentado, se señala que la “refundación de la villa… se produce… con trazado de damero, reparto de solares y otras medidas similares de acuerdo a la usanza de Leyes de Indias” 31. En ese mismo libro se dice que en la villa se “implantó una nueva matriz” 32, de manera que la iglesia establecida ostentaba el rango de matriz. El virrey Conde de Lemos, en su informe de 1669, daba cuenta que el licenciado Silvestre Valdez, párroco “de la nueva población de la Concepción y San Carlos estaba haciendo la Iglesia con su asistencia y trabajo” 33. En el trazado de la población se delinearon las calles de la villa. Se estableció como calle principal, aquella que interconectaba la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos con el pueblo de San Juan de Puno y se la denominó calle Real. Esta calle formaba parte del camino principal del Collao, el mismo que se estableció sobre el camino de Urcosuyo del tiempo de los inkas; hoy esta calle es conocida como pasaje Lima. En un documento del 5 de agosto de 1675, sobre una casa se registra la colindancia “con la calle rreal” 34. En otro documento del 7 de noviembre de 1712, cuando se precisaba las colindancias de una casa, se alude a la calle Real y al río que separaba a la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos del pueblo de San Juan de Puno, en estos términos: “linda con Casa y Pulpería de Da Michaela Peres por En frente Calle Real que ua desta Villa para el Pueblo de Puno y por Un lado Con el Río que baja a la laguna y Calle Real por En medio”35. 3.3. DISTRIBUCIÓN DE SOLARES. Indiscutiblemente hubo reparto de solares. El virrey Conde de Lemos, en su tantas veces mencionada carta de fines de 1668, decía: “Mandé hacer la población media legua del asiento distribuyendo Solares a los Vecinos” 36. Además, existe abundante documentación sobre las primeras viviendas construidas en la Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, que alude a la distribución de solares. Veamos algunas referencias de esos documentos: El licenciado Silvestre Valdez, en su testamento de 3 de setiembre de 1701, hacía registrar la edificación de sus casas en estos términos: “las he fabricado desde sus primeros cimientos en sitio que me concedió el Exmo. Señor Conde de Lemos cuando subió a esta provincia” 37. 56


El 24 de diciembre de 1707, Juan Francisco de Valencia vendía a Josefa Pino, “un sitio solar que tiene y posee en esta dicha villa que se le adjudicó por la Real Justicia en la repartición de sitios de esta villa” 38 . El 3 de setiembre de 1737, Francisco Patiño al vender un solar a Esteban Pérez, hacía constar que el “sitio solar que tengo y poseo en esta dicha Villa... heredé de Diego Patiño mi padre legítimo ya difunto quien asi mismo la heredó del Capitán José de Patiño su padre y mi abuelo asi mismo difunto a quien se le adjudicó el Exmo. Señor de Conde de Lemos Virrey que fue de estos Reynos” 39. El virrey Conde de Lemos no sólo distribuyó solares, sino que mandó embellecer la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos. Por eso, el maestro Miguel de la Torre en un documento del 5 de agosto de 1675, reseñaba la construcción de la escuela y su vivienda, así: “Las quales edifiqué por hermosear la dicha villa como lo dejó ordenado el Exmo señor Conde de Lemos, Virrey que fue de estos reynos” 40. 3.4. SEÑALAMIENTO DEL BARRIO DE NATURALES. No fue necesario señalar el barrio de naturales, como se estiló en otras fundaciones similares, porque la nueva villa se estableció cerca al pueblo de San Juan de Puno, que era un pueblo de naturales. La flamante villa resultó poblada mayoritariamente por españoles, porque a estos se les adjudicó solares. Un siglo después, se mantenía la composición mayoritaria de españoles en la villa y de naturales alrededor del templo de San Juan; por eso, en 1770, Cosme Bueno escribía que la doctrina “de la Concepción y San Carlos de Puno” contaba “con dos iglesias: una de Españoles y otra de Indios” 41. 3.5. MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS Y CONSAGRACIÓN DE LA VILLA La villa se consagró a Nuestra Señora de la Concepción y a San Carlos. Se eligió el 4 de noviembre de ese mismo año para la misa de acción de gracias, porque la villa se consagraba a San Carlos de Borromeo y por ser ese día el onomástico del Rey Carlos II de España 42. 3.6. DESIGNACIÓN DE AUTORIDADES El virrey Conde de Lemos nombró a las primeras autoridades de la villa de la Concepción y San Carlos. Hemos logrado identificar a dos autoridades, al corregidor y al párroco. A José Ordóñez del Águila, caballero de la orden de Calatrava, uno de los lugartenientes del virrey Conde de Lemos en el sofocamiento de la rebelión de Laikakota, se nombró corregidor y justicia mayor del corregimiento de Paucarcolla, con residencia en la flamante villa. En la muy citada carta el virrey Conde de Lemos escribía: “Nombre por Corregidor de Puno á D. Joseph ordoñes del Aguila Caballero de la orden de Calatraua persona independiente y de toda enteresa” 43. En un documento del 20 de febrero de 1669, se registraba: “Ante el Maestro de 57


Campo don Joseph Ordoñes del Aguila Caballero del Orden de Calatraua Teniente de Capitán General del Exmo Señor Conde de Lemos, Virrey de estos reynos Corregidor y Justicia Mayor de esta dicha provincia [de Paucarcolla]” 44. Al licenciado Silvestre Valdez se nombró párroco y vicario de la doctrina de la Concepción de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos. IV. AJUSTICIAMIENTO DE JOSÉ SALCEDO El virrey Conde de Lemos antes de su viaje a Puno apresó a Gaspar de Salcedo. Después de su periplo y una vez que con su ejército incursionara y tomara Laykakota, apresó a José de Salcedo. El mismo virrey decía “Prendi a Joseph de Salcedo y a los demás… mandé ahorcar a Joseph de Salcedo… por traidor a la Corona y le confisqué sus bienes y mina … Con este Castigo ejemplar, se comencaron a componer las Provas” 45. Así, luego de seguir el proceso correspondiente, el 12 de octubre se sentenciaba a José de Salcedo y ese mismo día era ejecutado. Los que pasaron por la horca, llegaron a 42; se condenó a muerte a otros 60; y unos 2000 fugaron. "El Conde de Lemos puso tal vigor en el castigo que prácticamente no perdonó a nadie... la gente de Puno estaba horrorizada” 46. De este modo terminó la convulsión de mayor significación protagonizada en el hoy Altiplano peruano. V. TRASLADO Y DESTRUCCIÓN DE SAN LUIS DE ALVA Numerosos documentos coloniales aluden el traslado de la población de San Luis de Alva hacia la flamante villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos; asimismo, esos documentos dan cuenta de la demolición del pueblo de San Luis de Alva, que contaba con más de diez mil pobladores. Ese floreciente pueblo minero, quedó registrado también como Laikakota. El virrey Conde de Lemos en su carta de 27 de diciembre de 1668, escribía: “Hice derrivar la población de Laicacota… de más de 2000 casas, por haberse fabricado contra Ordenanzas sobre el cerro rico y bocas de las minas”47. En un documento del 5 de agosto de 1675, sobre una ordenanza se dice: “como lo dejó ordenado el Exmo señor Conde de Lemos, Virrey que fue de estos reynos sobre haber demolido el asiento de Laicacotta” 48. En 1770, Cosme Bueno reseñaba: “Después del descubrimiento de las minas del cerro Laycacota, sirvió de capital, desde el año de 1657, el asiento de este mineral con el nombre de San Luis de Alva, hasta el año de 1668, en que el virrey Conde de Lemos, pasando a esta Provincia a sosegar las inquietudes que en ellas había, mandó asolar la población de dicho asiento, que se componía de más de 3000 casas” 49. 58


VI. SEDE DE CORREGIMIENTO De los cinco corregimientos coloniales que se establecieron en la actual circunscripción de la región Puno, el corregimiento de Paucarcolla cambió su sede en varias ocasiones. Inicialmente hacía de capital el pueblo del mismo nombre; después, de manera efímera, accedió a tal rango el pueblo de Huancané; y desde 1657, por el auge minero de Laikakota y otros asientos aledaños, la nueva capital quedó establecida en el próspero pueblo de San Luis de Alba. En este asiento y pueblo residían las principales autoridades del corregimiento. Al poco tiempo, como correlato del desenlace de la rebelión de Laikakota, se fijó la capital del corregimiento de Paucarcolla, en la flamante villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos. Las sedes de los otros corregimientos se establecieron en Chucuito, Azángaro, Lampa y Sandia (cambiado después por Crucero). Así, antes de la rebelión de Laykakota, el pueblo de San Juan de Puno hacía de cabecera de repartimiento (equivalente a distrito), y después de esos sucesos, la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos hacía de capital de corregimiento (similar a provincia). Por entonces, existían los corregimientos de Paucarcolla, Chucuito, Azángaro, Lampa y Carabaya. VII. TRASLADO DE LAS CAJAS REALES Por la documentación hallada en el Archivo Regional de Puno colegimos el cambio de sede de las cajas reales, de San Antonio de Esquilache a Chucuito. El historiador Guillermo Lohoman sobre el traslado escribió: “Mudó las Cajas Reales establecidas en San Antonio de Esquilache a Chucuito, por hallarse así más cercanas a Puno” 50. VIII. EPÍLOGO El 9 de setiembre de 1668 simboliza el desenlace de la rebelión de Laykakota y la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos. Lo relevante del desenlace de la rebelión de Laykakota, no es la fundación de la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos o el supuesto nacimiento del pueblo de Puno, porque ya existía como tal; sino, dos acontecimientos disímiles que cambiaron el rumbo del desenvolvimiento regional, por un lado, la frustración del primer grito de autonomía y de un incipiente desarrollo regional y, por otro, la nueva jerarquía adquirida por Puno, la de capital de corregimiento en lugar de cabecera de repartimiento.

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS: 1. PALACIOS RÍOS, Félix. En torno a la fundación española de Puno. Artículo inédito. 2. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 3. BUENO, Cosme. Geografía del Perú virreinal, pp. 123-124. 4. BASADRE, Jorge. El Conde de Lemos y su tiempo, p. 85. 5. BUENO, Cosme. Ob. Cit., p. 125. 6. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 7. Ibid. 8. Ibid. 9. Ibid. 10. Ibid. 11. ibid. 12. BUENO, Cosme. Ob. Cit., p. 123. 13. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 14. NÚÑEZ MENDIGURI, Mario. Minas y mineros del siglo XVII en San Luis de Alva y sus efectos socio económicos, pp. 43-44. 15. BASADRE, Jorge. Ob. Cit., p. 93. 16. Ibid., p. 95. 17. TORRES LUNA, Alfonso. Puno histórico, p. 161. 18. VARGAS UGARTE, Rubén. Historia general del Perú, el descubrimiento y la conquista, tomo 3, p. 317. 19. FRISANCHO PINEDA, Ignacio. Demostración de la fundación española de la ciudad de Puno y de la autenticidad de su Escudo de Armas. En Los Andes, del 4 de noviembre del 2002, p. 7. 20. Carta del virrey Conde de Lemos, rubricada en Lima el 27 de diciembre de 1668. Cortesía de Julián Barra Catacora. 21. ESQUIVEL Y NAVIA, Diego. Noticias cronológicas de la Gran Ciudad del Cuzco, tomo 2, pp. 125-126. 22. Carta del virrey Conde de Lemos, del 27 de diciembre de 1668. 23. MAURTUA, Víctor M. Juicio de límites entre el Perú y Bolivia, tomo XI, p. 257. 24. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 25. FRISANCHO PINEDA, Ignacio. Ob. Cit. 26. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 27. GUTIÉRREZ, Ramón, et al. Arquitectura del Altiplano peruano, p. 148. 28. Carta del virrey Conde de Lemos, del 27 de diciembre de 1668. 29. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 30. LOHMANN VILLENA, Guillermo. El Conde de Lemos, virrey del Perú, p. 212. 31. GUTIÉRREZ, Ramón, et. al. Ob. Cit., P. 125. 32. Ibid., p. 148. 33. Ibid., p. 148. 34. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 35. Ibid. 36. Carta del virrey Conde de Lemos, del 27 de diciembre de 1668. 37. FRISANCHO PINEDA, Ignacio. Ob. Cit. 38. Ibid. 39. Ibid. 40. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 41. BUENO, Cosme. Ob. Cit., p. 124. 42. FRISANCHO PINEDA, Ignacio. Ob. Cit. 43. Carta del virrey Conde de Lemos, del 27 de diciembre de 1668. 44. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 45. Carta del virrey Conde de Lemos, del 27 de diciembre de 1668. 46. BERMEJO, Vladimiro. Breve historia de la fundación de Puno. En Álbum de Oro, tomo 3, p. 20. 47. Carta del virrey Conde de Lemos, del 27 de diciembre de 1668. 48. ARCHIVO REGIONAL DE PUNO. Documentos coloniales. 49. BUENO, Cosme. Ob. Cit., p. 123. 50. LOHMANN, Guillermo. Ob. Cit., p. 212.

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BICENTENARIO DE LA CIUDAD DE PUNO René CALSÍN ANCO Tomado de Archivo Casa del Corregidor*

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ace poco se recordó unas importantes efemérides. Se trata del bicentenario de la ciudad de Puno, puesto que el 14 de octubre de 1805 la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos adquiría un nuevo rango, el de CIUDAD, conferida por real orden. Todos quienes abordaron sobre el otorgamiento de la categoría de ciudad, consignan sólo el año, el de 1805; tenemos los casos de Eduardo Pineda Arce, Juan Alberto Cuentas, Víctor Villar Chamorro, Enrique Cuentas Ormachea e Ignacio Frisancho Pineda, entre otros. El año de 1805, sin precisar la fecha, se repite permanentemente en revistas y periódicos por el día de Puno. Nosotros que estamos indagando en bibliotecas y archivos datos relacionados con la historia de la región Puno, afortunadamente hallamos un artículo suscrito en 1863 que apareció dos años después en La Bolsa de Arequipa, en donde se precisa el día y el mes. Considerando esa fecha hallada, el pasado 14 de octubre se cumplieron 200 años de la ciudad de Puno. En ese día, en el local del Instituto Americano de Arte, ofrecimos una conferencia sobre este episodio histórico. En el artículo titulado Don José Salcedo y suscrito por S. H. J. aparece la siguiente información: "El valle de Puno es mui estrecho, y su población asciende á diez mil almas, cuya mayoría se empleaba, en la época de nuestra historia, en el trabajo de las minas. En este valle está situada la villa de Puno, que fué mas tarde distinguida por Carlos IV con el título de ciudad, por real orden de 14 de octubre de 1805" (La Bolsa, 17/09/1865). A propósito de las ciudades de la hoy región Puno, se conoce que antes de 1805 Chucuito ya ostentaba tal jerarquía, puesto que en diversos documentos coloniales aparece registrado como ciudad, inclusive en documentación del siglo XVI. Después de que a Puno le otorgaran el título de ciudad, accedían a tal rango: Lampa, el 24 de diciembre de 1870; Azángaro, el 5 de febrero de 1875; Putina, el 2 de setiembre de 1889; Juli, el 2 de setiembre de 1889; Sandia, el 28 de octubre de 1889; Juliaca, el 3 de octubre de 1908; Ayaviri, el 22 de noviembre de 1912; Yunguyo, el 26 de octubre de 1926 e Ilave, el 28 de noviembre de 1950.

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Por otra parte, es importante dar cuenta del desarrollo de la ciudad de Puno. Las primeras aldeas quedaron instauradas por agricultores, pastores y uros; después hombres de habla puquina (asociados a las culturas Pukara y Tiwanaku) formaron más aldeas. Cuando se establecieron los reinos aimaras se consolidaron las aldeas puquinas y se crearon otras en zonas altas. En los años de apogeo del Tawantinsuyo se formó el pueblo de Puñuy, porque este lugar se convirtió en eje vial, puesto que de Puno nacía un ramal del camino de Urcusuyu, que se dirigía a la costa, hacia lo que hoy es Arequipa. En el primer tramo de la colonia, se estableció el pueblo de San Juan de Puno sobre el pueblo de Puñuy. El 9 de setiembre de 1668 se fundó la villa de Puno, con la denominación de villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, y se estableció que esta villa sea la capital del corregimiento de Paucarcolla, o sea que desde esa fecha Puno hace la vez de capital provincial. Ocho semanas después, el 4 de noviembre, se realizaba la misa de acción de gracias que solemnizaba la instauración de la flamante villa. Luego de la revolución tupacamarista, cuando se formó la intendencia de Puno con cinco corregimientos, la villa de Puno se convirtió en capital de intendencia, es decir en capital departamental, puesto que las intendencias tienen su equivalente en los departamentos. Posteriormente, el 14 de octubre de 1805, la villa de Puno accedía a la jerarquía de CIUDAD. Es posible que junto al título de ciudad, a Puno se le haya otorgado su escudo de armas. Al respecto, el historiador Ignacio Frisancho Pineda que investigó la trayectoria histórica de Puno, De aldea a ciudad, expresamente escribía: "en 1805, como premio a la heroica defensa de la Villa de Puno ante los ataques de las huestes de Diego Tupac Amaru, el Rey Carlos IV de España, la elevó al rango de ciudad y, al mismo tiempo le concedió su escudo de Armas, que es el que hoy ostenta el Municipio de Puno". De manera que el pasado 14 de octubre hemos recordado el bicentenario de la ciudad de Puno y quizá el bicentenario del escudo de Puno. Puno, 4 de noviembre del 2005.

____________________________________ * http:// www.casadelcorregidor.com.pe/_biblio_Calsin.php

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HISTORIA DE LA CIUDAD DE PUNO, LA OTRA CAPITAL DE PUNO Escribe: René Calsín Anco LOS ANDES - 04 nov 2011

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os antecedentes de la Ciudad del Lago se remontan hasta los primeros pobladores altiplánicos; después están asociados a las diversas aldeas puquinas y aymaras que florecieron en el área donde hoy se encuentra esta ciudad. Las aldeas puquinas resultaron establecidas por los qaluyos, pukaras y tiwanakus y las aldeas aymaras por los qollas y lupaqas. En este medio geográfico, hace medio siglo, surgió un pueblo inka, con la denominación de Puñuy; sin embargo, este espacio logró mayor notoriedad cuando el pueblo minero de San Luis de Alba hizo de capital de corregimiento y cuando se fundó la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos; se consolidó cuando se convirtió en sede de intendencia, que es equivalente a capital departamental. LOS PRIMEROS POBLADORES.- En la hoy ciudad de Puno, la presencia humana data de hace diez milenios, cuando recolectores y cazadores convirtieron a las pampas y los cerros en recintos de recolecta y caza. En la actualidad queda material lítico y arte rupestre (en Salcedo) que da testimonio de este poblamiento inicial. Después contamos con la integración de los pescadores o uros, que se asentaron por inmediaciones del lago Titicaca y los ríos; estos habitantes que hicieron que la pesca sea su principal actividad, se comunicaban a través de la lengua uruquilla. Hace ocho decenios se extinguió el uruquilla en Ch'imu (a escasos kilómetros de la ciudad de Puno) y zonas aledañas. LA AGRICULTURA Y LA GANADERÍA.- Hace cinco milenios, con el descubrimiento de la agricultura y la ganadería, los recolectores se transformaron en agricultores y los cazadores en pastores o ganaderos. Por esas conquistas aparecían la arquitectura y la textilería; los pobladores errantes se convertían en sedentarios, cuando empezaron a fijar su residencia. Esos descubrimientos motivaron el paso de una economía recolectora a una economía productiva. LAS ALDEAS PUQUINAS.- En el medio que tratamos, hace tres milenios florecieron varias aldeas asociadas a las culturas agropastoriles, que ponderaron a la agricultura, nos referimos a Qaluyo, Pukara y Tiwanaku. Estas culturas, forjadas por moradores de habla puquina, lograron una preponderancia de dos milenios. Una de las aldeas Qaluyo se identificó en Chincheros (cerca al lago, por el Km. 8 de la vía Puno -

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Juliaca). Una de las varias aldeas puquinas surgió por el cerrito Huajsapata, desde entonces este enigmático cerrito hizo de lugar sagrado, a decir de Félix Palacios Ríos: “Wajsapata... tiene las evidencias de un importante asentamiento Pukara, posiblemente un templo”. En la actual ciudad de Puno, hubo numerosas aldeas tiwanakus, para Mario Núñez Mendiguri la isla Esteves fue “el principal centro Tiwanaku” de esta área. LAS ALDEAS AYMARAS.- Ante el declive de la cultura Tiwanaku y la incursión militar de pobladores de habla aymara, ocurrió una expansión puquina y un enfrentamiento entre puquinas y aymaras. Después de que los puquinas resultaron vencidos por los aymaras, estos establecieron varios reinos en el altiplano. El ámbito que tratamos estuvo en jurisdicción de los qollas y lupaqas. A qollas y lupaqas, que lograron una hegemonía de cuatro centurias, los separaba un río, que en la colonia se le llamó río Puno y en la república río Socabón; en la pasada centuria se podía apreciar a este río. EL PUEBLO DE PUÑUY.- Este pueblo resultó formado por pobladores qollas en los años aurorales del siglo XVI, cuando Huayna Cápac gobernaba el Tawantinsuyo; porque en la administración de este inka se cambió la sede del Qollasuyo, de Hatunqolla a Chucuito. El cambio de la capital propició un rediseñamiento del Cápac Ñan o camino real de los inkas. En el nuevo sistema vial resultaron favorecidos tres lugares: el primero fue Chucuito, por ser la nueva capital del Qollasuyo; el segundo fue Paucarcolla, puesto que el Cápac Ñan que se desplazaba del Cusco a Chucuito, dejaba de cruzar el pueblo de Hatunqolla y en su lugar pasaba por Paucarcolla; y el tercer lugar favorecido fue el que resultó elegido para que un ramal del camino Chucuito – Cusco, se dirigiera a la costa; precisamente en ese lugar de la bifurcación del camino real de los inkas emergió y floreció el pueblo de Puñuy. El curaca Qacha estuvo al mando de este pueblo que contaba con 500 tributarios. EL REPARTIMIENTO DE PUNO.- El 1 de agosto de 1535, por cédula suscrita por Francisco Pizarro, se estableció el repartimiento de Puno sobre el pueblo de Puñuy. El repartimiento se encomendó al conquistador Gómez Mazuela. Al curaca del pueblo de Puñuy los hispanos lo denominaron Señor de Puno. A Gómez Mazuela le sucedieron los encomenderos Martín Dolmos y Alonso García Ramo. En 1573, según la Tasa de la visita general de Francisco de Toledo, el repartimiento de Puno contaba con 983 tributarios, de los cuales 603 eran aymaras y 380 uros, en total hubo 4705 pobladores. EL PUEBLO DE SAN JUAN DE PUNO.- El 24 de junio de 1591 se estableció el pueblo de San Juan de Puno. En ese mismo año se determinó la edificación del templo de San Juan por orden del Obispo de 64


Charcas; al respecto el historiador Alejandro Cano escribió: “mandó construir en 1591 el Obispo de Charcas Fray Domingo de Santo Tomás”. El pueblo hispano de San Juan de Puno hizo de capital del repartimiento de Puno, teniendo por plaza principal al actual parque Pino. EL PUEBLO DE SAN LUIS DE ALBA.- Asociado al auge minero se formó el pueblo minero de San Luis de Alba. En menos de una década, de simple campamento minero se convirtió en capital del corregimiento de Paucarcolla. Este pueblo ostentó tal privilegio once años, hasta el debelamiento de la rebelión de Laykakota, que trajo consigo su destrucción y el traslado de su población. En 1770 Cosme Bueno decía: “sirvió de Capital, desde el año de 1657, el asiento de este mineral con el nombre de San Luis de Alva, hasta el año de 1668”. El pueblo de San Luis de Alba en su máximo esplendor, contó con una población superior a los 10 000 habitantes. LA FUNDACIÓN DE LA VILLA.- Como desenlace de los sucesos de Laykakota, el 9 de setiembre de 1668 el virrey Conde de Lemos en un ambiente convulso fundaba la villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos cerca al pueblo de San Juan de Puno, con el respectivo trazado de la población, la distribución de solares y el señalamiento de sitios para la plaza principal (hoy plaza de Armas de Puno), la iglesia matriz y otras instituciones. Además, la villa fundada se convirtió en capital del corregimiento de Paucarcolla. Ocho semanas después, el 4 de noviembre, se realizaba la misa de acción de gracias, que solemnizaba la conclusión del traslado de la población de San Luis de Alba. Sobre la fundación de la villa hay una referencia en el libro de Diego Esquivel y Navia: Noticias cronológicas de la Gran Ciudad del Cuzco, escrito en plena colonia, a mediados del siglo XVIII. Tal referencia es contundente y esclarecedora, no sólo porque indica la fecha de la fundación de la villa, sino porque alude al libro y al folio en donde se encuentra la ordenanza del virrey Conde de Lemos. La referencia expresa: “Llegó el virrey a Puno... Después de demolida Laycacota, hizo el conde ciertas ordenanzas para la nueva población, su fecha en Puno en 9 de septiembre, las que están en el libro 12 de Provisiones de esta ciudad, a fojas 262. De vuelta de aquel asiento entró el virrey en el Cuzco, miércoles 24 de octubre”. LA TOMA DE PUNO.- En los años de la revolución tupacamarista la villa de Puno se convirtió en el último reducto colonial. La villa sufrió tres asedios. Después de esos cercos, hubo un éxodo hispano, de la villa de Puno a la ciudad del Cusco. Luego de los asedios y la evacuación, el 28 de mayo de 1781, las fuerzas patriotas tomaban la villa de Puno. Esa toma simboliza el momento más importante de la revolución, porque significó el inicio del efímero Perú independiente, que se prolongó 65


por diez meses; para el historiador Juan José Vega: “La toma de Puno… marca quizá el momento más alto de todo el ciclo tupacamarista”. LA INTENDENCIA DE PUNO.- El 21 de junio de 1784, después de la revolución tupacamarista, se estableció la intendencia de Puno. Carmen Torero Gomero en un estudio sobre la Audiencia del Cuzco, escribe: “El 21 de junio de 1784 se hizo efectivo el pedido, formándose la Intendencia de Puno con los partidos de Puno, Chucuito, Lampa, Azángaro, y Carabaya, segregados de la Intendencia de La Paz”. La villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos, o simplemente villa de Puno, con la instauración de esta intendencia se convirtió en su sede, es decir, en capital departamental, puesto que las intendencias tienen su equivalente en los departamentos; de manera que Puno nuevamente adquiría otra jerarquía, de capital provincial devino en capital departamental. LA CIUDAD DE PUNO.- Dos décadas después de que Puno se convirtiera en capital de intendencia, el 14 de octubre de 1805, la villa de Puno accedía al rango de ciudad, por real orden. Sobre el título alcanzado y la fecha de emisión, contamos con un ilustrativo artículo que apareció en La Bolsa de Arequipa, el 17 de setiembre de 1865. En el artículo aparece la siguiente información: “El valle de Puno es mui estrecho, y su población asciende á diez mil almas, cuya mayoría se empleaba, en la época de nuestra historia, en el trabajo de las minas. En este valle está situada la villa de Puno, que fué mas tarde distinguida por Carlos IV con el título de ciudad, por real orden de 14 de octubre de 1805”. EL DEPARTAMENTO DE PUNO.- Con el acceso a la república, las intendencias se convirtieron en departamentos. Así, la intendencia de Puno se transformó en departamento de Puno. Por vez primera el departamento de Puno aparece registrado el 26 de abril de 1822, cuando se convocó a elecciones por supremo decreto. LA INDEPENDENCIA DE PUNO.- A más de dos semanas de la batalla de Ayacucho, el 27 de diciembre de 1824 se levantó la población puneña. El historiador Alejandro Cano escribía: “El 27 estalló el movimiento popular... la multitud que se lanzó sobre la guarnición hispana, consiguiendo su desarme tan rápido como incondicional. Abriéronse las puertas del depósito de los prisioneros de la isla de Esteves”. Apenas que los patriotas lograron el control de la ciudad de Puno, se formó un ejército al mando del militar de mayor graduación que estuvo confinado en la isla Esteves, nos referimos a uno de los lugartenientes de José de San Martín, el general argentino Rudecindo Alvarado, quien nombró al primer prefecto de Puno, programó la jura de la independencia y la instalación de las nuevas autoridades ediles. Así, el 30 de diciembre se 66


procedía a la jura de la independencia en la plaza de Armas de la ciudad de Puno, con mucha solemnidad y gran júbilo. LA PROVINCIA DEL CERCADO.- Por el decreto dictatorial del 2 de mayo de 1854, suscrito en el Cusco por el presidente provisorio, Mariscal Ramón Castilla, se determinó la creación de la provincia del Cercado y se reordenó la demarcación de las demás provincias del departamento de Puno. La provincia del Cercado (hoy provincia de Puno), se creo con los distritos de: Puno (capital), Ácora, Atuncolla, Cabana, Capachica, Caracoto, Coata, Chucuito, Juliaca, Paucarcolla, Pichacani, San Antonio, Tiquillaca y Vilque. LA OTRA CAPITAL DEL PERÚ.- En 1967 el notable narrador andino y escritor universal José María Arguedas denominó a la ciudad de Puno: “la otra capital del Perú”; es decir la Capital del Folklore Peruano, por la milenaria, riquísima, vasta y variada tradición dancística de la región Puno. 18 años después, el 5 de noviembre de 1985, por Ley Nº 24325 se concretaba esta designación de manera legal; el primer artículo de la mencionada Ley expresa: “Reconócese a la ciudad de Puno, capital del Departamento del mismo nombre, la categoría de 'Capital del Folklore Peruano'”. LA CAPITAL REGIONAL.- El 14 de abril de 1989 se crea la región José Carlos Mariátegui, conformada por los departamentos de Puno, Moquegua y Tacna. Esta región estuvo en funciones hasta el 5 de abril de 1992. La ciudad de Puno, en varias ocasiones, hizo de capital de la región José Carlos Mariátegui. LA ACTUAL CIUDAD DE PUNO.- Desde 1992 y por un decenio la ciudad de Puno volvió a ser capital departamental. Desde el 2002 los departamentos se denominaron regiones; por tanto, hoy la ciudad de Puno es la capital de la provincia de Puno y de la región del mismo nombre.

Héctor Searaing, Fundación de San Carlos de Puno (1945), acuarela, Pinacoteca Museo Dreyer Puno

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UNA FUNDACIÓN ATÍPICA Guillermo VÁSQUEZ CUENTAS Tomado de “Los Andes”, Puno 4 de noviembre de 2003 p. 2

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a cuestionada «fundación» de la ciudad de Puno por los españoles, es cada vez más un asunto que genera encendida polémica, en la que se encuentran posiciones afirmativas, negativas y eclécticas en sus múltiples matices y variantes. Las posiciones negativas argumentan básicamente, de un lado, que más que acto fundacional hubo el traslado de la población de San Luis de Alba, l0calidad en la que residían los dueños, administradores y peones mineros, en apreciable número, a los pagos de los indios mañazos; traslado ordenado por el Virrey Conde de Lemos, después de perpetrar la destrucción de ese centro poblado como parte de las feroces medidas ejecutadas para imponer disciplina a los díscolos hermanos Salcedo y sus seguidores. Por tanto, según esta argumentación, «traslado» no es igual que «fundación», palabra ésta que no se atrevió a utilizar el mismo Pedro Antonio Fernández de Castro Andrade Portugal, en su informe a la corona española sobre los sucesos de Laycacota. De otro lado, para rebatir las tesis afirmativas, se invoca la existencia antiquísima del poblado de «Puñuy Pampa», lugar destinado al descanso reparador de los viandantes del camino preincaico, que tiempo después los soberanos del Cusco convirtieron en el «Capac Ñan» ahora conocido como «Caminos del Inca». Se desprende entonces que Puno no fue ciudad establecida por los españoles, sino que Puno es milenario, pre-existente al Tahuantinsuyo y a la colonia, y que la intervención de los españoles se redujo, en todo caso, a una simple adecuación de lo originario existente en l668 a los moldes urbanísticos y arquitectónicos que correspondían a las concepciones que en este aspecto estaban vigentes en la civilización de donde provenían [1]. También hay, en esta misma vertiente de opinión, aquella que postula la «fundación» de Puno, como una “tradición inventada» por el pueblo, tal vez por práctica imitativa de la ostentación de que hacían gala otras ciudades del país, sobre sus efectivas fundaciones españolas [2]. En esta línea argumental se toma como fenómeno sociológico «normal» que los pueblos inventen algunas de sus tradiciones para llenar ciertos vacíos culturales. Si el invento es acertado se posiciona con gran rapidez y gana legitimidad. Eso habría ocurrido con la «fundación española de Puno». 69


El común denominador de las variantes de la posición negativa, es la no existencia de documento obligado en estos casos: el Acta de Fundación. Obligado porque en el Libro IV, Título VII, «De la población de ciudades, villas y pueblos», integrantes de «las Leyes de Indias», se establecía la obligación de «tomar asiento», es decir levantar un acta cuando se «hacían nuevas poblaciones». No puede afirmarse asertóricamente que esa acta no existe. Puede estar perdida en la gran maraña documental generada en la colonia, depositada en archivos de América y España. Mientras no se produzca el hallazgo respectivo, la posición negativa se mantendrá. Uno de los intelectuales puneños muy allegado al diario LOS ANDES, el Ing. Ignacio Frisancho Pineda, es gonfalonero de primera línea, en la tesis afirmativa, al sostener que sí hubo “fundación española», puesto que se cumplieron las seis condiciones que se exigían en toda fundación a la típica usanza española: la primera, la «selección del emplazamiento del nuevo poblado», esto es, «en la parte sur del pueblo de Puno pre-existente»; la segunda, la determinación precisa del «emplazamiento para la iglesia de los españoles», es decir el lugar que ahora ocupa la catedral; la tercera, el «traslado y disposición, de la nueva Villa», con, calles que hasta hoy en la parte céntrica de la ciudad, están orientados «de Norte a Sur y de Este a Oeste»; la cuarta, la «repartición de solares», que se efectuó, como lo confirman historiadores de la talla de Lohman Villena, el testamento del licenciado Silvestre Valdez y otros documentos que acreditan la transmisión de los derechos de propiedad, en los que son parte los beneficiarios originales de los solares; la quinta, «el señalamiento del Barrio de los Naturales», que no fue otro que aquél que ya existía en torno a la iglesia de San Juan Bautista; y, la sexta, la «Misa de Consagración y Acción de Gracias», realizada el4 de noviembre de 1668, fecha que coincidía con el cumpleaños del Rey de España y con la fiesta de San Carlos Borroneo [3]. No obstante lo anterior, debe decirse que, a diferencia de las fundaciones de otras ciudades, aquí el líder fundador, la figura personal facultada para ello, no estuvo presente, por razones que sería insulso mencionar. Este hecho unido a la inexistencia -hasta ahora- del documento que contenga la decisión política para dar curso a la fundación [4] (que sí la hubo) hace que los requerimientos para la plena validez del acto fundacional, no se hayan cumplido estrictamente ni en su Integridad; lo que convierte a la fundación de Puno, en una «fundación atípica», es decir que escapa, aunque en parte, a las normas jurídicas coloniales vigentes para estos casos, y a la práctica observada para los mismos. Hay bastante escrito sobre el tema, al punto que se empieza a creer 70


que se le viene asignando excesiva importancia, sobre todo frente a temas que tienen que ver con la aguda problemática puneña, que merece más tinta y papel, y por supuesto, más intelecto. De cualquier forma, el pueblo de Puno ha asumido legítimamente el 4 de noviembre de todos los años como el día jubilar de esta ciudad [5]; y esto es más que suficiente, para hoy y para siempre.

----------------------------------------------------------------------------------------[1] Debe tenerse en cuenta que –en la gran mayoría de casos- los españoles “fundaron” ciudades en lugares que ya estaban habitados desde tiempos inmemoriales y que presentaban ciertas características de centro urbano. Así ocurrió v.g. en el caso del Cusco, Lima, Cajamarca etc. Por tanto no debería sorprender a nadie que a la llegada del virrey en 1668, “Puñuy” ya estaba poblado aunque incipientemente urbanizado. Ocurrió sin duda que, ante la necesidad de posibilitar el asentamiento de gente desplazada de San Luis de Alba y Laikacota, Puno tuvo que ser objeto de un reordenamiento urbano radical, al que se acompañó de cierta parafernalia ceremonial que en conjunto asumió visos de “fundación de la ciudad” por las autoridades peninsulares, aunque éstas –para ese finno se hayan sujetado en estricto a los cánones pre-establecidos. Téngase en cuenta, además, que una de las actividades típicas de toda fundación de ciudad por y para españoles era el trazado de cuadras, solares y calles y esto se dio plenamente en el caso de Puno. Las ciudades de españoles, en las cuales habitaron tanto peninsulares, criollos, mestizos, indígenas e indios, fueron estrictamente construidas teniendo en cuenta el trazado de damero o cuadricular. La ciudad de Lima, fundada el 18 de enero de 1535 y la ciudad de Puno, responden a ese modelo. [2] En ciertas capas sociales de una u otra forma sentimentalmente ligadas a lo hispano, existía (o tal vez existe aún) la tendencia a argumentar “la fundación española” de sus respectivas villas o ciudades, lo que les daba pié a ufanías localistas. [3] Ello no obstante, Ignacio Frisancho Pineda en varias de sus publicaciones alude a un “bautizo” “rebautizo”, “remodelación” o “semi-fundación” de Puno (De aldea a ciudad…”pp. 45, 107) [4] En tiempos de la dominación colonial hispana, la fundación de una ciudad constituía un acto político y jurídico de importancia sobresaliente. Por ello, la decisión adoptada por el virrey Conde de Lemos antes de ausentarse de Puno, no pudo ser comunicada y difundida solo oralmente, sino que tuvo que mediar algún tipo de documento escrito. J. A. Encinas en su ensayo sobre la fundación de Puno refiere que se trata de un “Bando” que se hizo pregonar el 3 de noviembre de 1668. El investigador René Calsín Anco, postula que e documento fundacional que obra en un volumen sobre provisiones con folio identificado, debe encontrarse en algún archivo colonial del Cusco. [5] Vargas Ugarte y otros afirman que en realidad, la decisión fundacional se produjo el 9 de setiembre de 1668, creemos que aunque esto se llegara a probar en algún momento con documentos originales, la recusación y por tanto eliminación del 4 de noviembre como fecha conmemorativa de la fundación de Puno, tendría reducidas posibilidades de aplicación, en vista del profundo enraizamiento de la fecha en la conciencia y memoria colectiva del pueblo de Puno.

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FotografĂ­a Orillas del puerto de Puno Sin autor / Archivo Regional de Puno

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DIEZ CONCLUSIONES SOBRE LA FUNDACIÓN DE PUNO Nicanor DOMÍNGUEZ FAURA En CABILDO ABIERTO Nº 11, Noviembre-Diciembre 2005, págs. 16 y 17. Sección Historia

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l jueves 3 de noviembre pasado, cuando Puno comenzaba a celebrar su 337 aniversario de fundación, la Asociación SER, en celebración de sus 25 años de existencia, invitó a nuestro colaborador, el historiador Nicanor Domínguez, a un Conversatorio sobre Historia Regional titulado .Las minas de Laycacota y la fundación de Puno, en La Casa del Corregidor. La asistencia de unas 60 a 70 personas y el vivo debate, que se extendió por unas dos horas, constituyen un evento definitivamente importante. Por ello, la trascripción de la versión grabada del Conversatorio ha aparecido ya en el portal de La Casa del Corregidor, en la sección: Tertulias. En ese sentido, en este número de Cabildo Abierto, Domínguez nos presenta algunas de sus conclusiones a partir del conversatorio de esa noche. Durante el Conversatorio destacaron varios temas. Respondiendo al pedido de nuestra anfitriona, Ana María Pino, promotora de La Casa del Corregidor, quisiera aquí poner en orden algunas de las ideas que quedaron pendientes de sistematización al final del evento. 1.- Primero que nada, habría que comenzar señalando que el orgullo local de los habitantes de Puno no tendría por qué verse disminuido por el hecho de que la ciudad no fuera una de las primeras fundadas por los españoles al inicio de la época colonial. Por otro lado, tampoco tendría por qué preocupar el que no existan pruebas arqueológicas de que alguna vez haya habido un asentamiento prehispánico importante en donde hoy se levanta la ciudad. Como espero poder explicar en una futura colaboración para Cabildo Abierto, la .encomienda de indios. de Puno que había formado parte de un grupo mayor, el que antes de la conquista Inca del Altiplano era el Reino Colla (los otros dos Reinos altiplánicos conquistados por los Incas fueron el de los Lupacas y los Pacajes). 2.- Antes de la campaña de reasentamiento de la población indígena en los Andes (la fundación de nuevos .pueblos de indios o reducciones toledanas.) en la década de 1570, Puno figura en la documentación como una .encomienda de indios. y como un .tambo. en el camino entre Cuzco y La Plata (hoy Sucre, en Bolivia). Hasta 1668, las únicas

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dos ciudades españolas existentes en el Altiplano eran La Paz (fundada en 1548-49 por órdenes del Pacificador Pedro de la Gasca) y Chucuito (establecida hacia 1575-78 por el Virrey Toledo). La diferencia legal entre una .ciudad. y una .villa. era que las ciudades tenían un .cabildo. o consejo municipal con alcaldes y regidores seleccionados entre los vecinos (al inicio, los vecinos eran los encomenderos). 3.- La fundación hecha por el Conde de Lemos en 1688 fue la de una villa de españoles.. Dado el carácter legalista y ceremonial de la época, debió haber habido una ceremonia oficial de fundación con la presencia del propio virrey. Por desgracia, la documentación generada por esa ceremonia nos es aún desconocida. Podría ser que se haya perdido con el paso de los años, o podría también ser que se encuentre en algún archivo en el Perú, en Bolivia, o en España, por lo que habría que considerar el tema aún abierto a más investigaciones. 4.- La fecha exacta de la fundación en 1668 está aún por definirse con total claridad. Como indiqué en el Conversatorio, la investigación que me condujo a Puno no fue diseñada como una Historia Urbana de la actual ciudad, por lo que no dediqué especiales esfuerzos a buscar el .acta de fundación que el Conde de Lemos debió mandar, redactar luego de decidir despoblar San Luis de Alba y fundar la Villa de la Concepción y San Carlos en la segunda semana de setiembre de 1668 (ver el artículo La verdadera fundación de Puno, en Cabildo Abierto, núm. 2, noviembre 2004). Como lo señaló René Calsín durante el debate, el padre Rubén Vargas Ugarte, en su Historia General del Perú (1954, 1966-70), precisa que el Virrey Lemos fundó la villa de Puno el día 9 de setiembre de 1668. 5.- La fuente de Vargas Ugarte es una carta del Virrey del 27 de diciembre de 1668. A falta de un .acta de fundación como las que existen publicadas de ciudades fundadas en el siglo XVI como Lima, Cuzco, Arequipa, o La Paz, esa carta sería la fuente principal para sostener la veracidad de la fecha setiembre 9. El siguiente paso será, entonces, buscar la carta en el Archivo General de Indias de Sevilla, o entre los papeles que dejó el jesuita Vargas Ugarte y que hoy se conservan en la Universidad Ruiz de Montoya en Lima. 6.- Estrictamente hablando, la ciudad de Puno sólo adquiere esa categoría en el año 1805. Hasta ahora no se sabía la fecha de la Real Cédula en la que el rey español Carlos IV había elevado de categoría a Puno, de villa a ciudad. Gracias a la acusiosidad de René Calsín, que encontró una referencia publicada en Arequipa en 1865, sabemos ahora que esa disposición legal fue emitida el 14 de octubre de 1805. Su contribución, con el título de Bicentenario de la ciudad de Puno, está publicada en el portal de La Casa del Corregidor (*). * (ver: http:// www.casadelcorregidor.com.pe/_biblio_Calsin.php). 74


7.- Por ello, este año 2005, se han celebrado los 200 años de la promoción legal de Puno a la categoría de ciudad. (El 14 de octubre), así como los 337 años de la fundación de la villa por el Conde de Lemos. La primera efemérides fue conmemorada con una conferencia de René Calsín en el local del Instituto Americano de Arte de Puno. La segunda efemérides, como todos sabemos, fue celebrada masivamente durante la Semana de Puno a inicios del mes de noviembre, teniendo como día central el viernes 4. 8.- La celebración del Día de Puno se ha convertido en una gran fiesta para los puneños desde hace 60 años, ya que es una tradición inventada sólo en 1945 (sobre la noción de invención de la tradición, ver el artículo “La actual bandera del Tawantinsuyo ¿se inspiró en el Altiplano?” en Cabildo Abierto, núm. 6, abril-mayo 2005). En sesión del 16 de agosto de 1945 el Concejo Provincial de Puno decidió establecer el 4 de noviembre como el Día Cívico de la ciudad. El nombre .San Carlos puesto por el Virrey Lemos se escogió en honor al rey español de la época, Carlos III. Sin embargo, la fecha 4 de noviembre fue escogida en 1945 porque es la fecha de la fiesta religiosa de San Carlos Borromeo. En ese sentido, es un error histórico, pues todo apunta a que la fundación de la Villa de la Concepción y San Carlos ocurrió el 9 de setiembre de 1668. 9.- Así, resulta que este año 2005 se cumplieron 337 años de la fundación de la villa de Puno, 200 años de su elevación a ciudad, y 60 años de la creación del Día de Puno, los días 9 de setiembre, 14 de octubre y 16 de agosto, respectivamente. Sin embargo, el 4 de noviembre ha sido la fecha celebrada oficialmente. 10.- ¿Debería, entonces, cambiarse el Día de Puno el 4 de noviembre al 9 de setiembre? Dado que la celebración en noviembre ya es parte de un calendario de festividades que tiene más de medio siglo de existencia, quizás la fecha deba mantenerse. Por otro lado, mover la fiesta al mes de setiembre la haría algo más equidistante de la otra gran fiesta puneña, la de la Virgen de la Candelaria (2 de febrero), pues se celebraría 7 meses después (y 5 meses antes). ¿Y qué decir del 14 de octubre? Es algo que sólo los propios puneños deberán evaluar y decidir. []

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INDICE 7 9 17 19 21 23 37 39 45

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Presentación Historia de la Fundación De Puno La Tricentenaria Ciudad De Puno Falsedad de la Fundación De Puno Probado, No Hubo “Fundación Española de Puno” Sobre la Fundación de la Villa de Puno Como fue la Fundación de Puno Aclaraciones sobre la Fundación Española de la Ciudad de Puno Demostración de la Fundación Española de la Ciudad de Puno y de la Autenticidad de su Escudo de Armas Fundación de la Villa Puno Bicentenario de la Ciudad de Puno Historia de la Ciudad de Puno, La otra Capital de Puno Una Fundación Atípica Diez Conclusiones sobre la Fundación de Puno

Ilustraciones (1) Vista general de Puno (1865), Mariano Felipe & Paz Soldán. Col. Rumsey. Pág. 8; (2) Vista general de la Catedral de Puno (1870), Archivo Regional de Puno. Pág. 14; (3) Llegada de Don Pedro Soto y Andrade “Conde de Lemos” (1945), acuarela de Héctor Searaing. Museo Dreyer. Pág. 15; (4) Balsa que vuelve (1928), óleo de Jorge Vinatea. Col. part. Pág. 16; (5) Lago Titicaca (1925), acuarela de Jorge Vinatea. Col. part. Pág. 22; (6) Virrey Conde de Lemos (Ca. s. XVIII), óleo. Pág. 36 (7) Arco de la Independencia (1847), Archivo Regional de Puno. Pág. 38; (8) Virgen de la Candelaria y Frontispicio de la Catedral de Puno (2015), foto de Juan José Finch. Pág. 44 (9) Escudo de Armas de Puno, ilustración de Nilton Vela. Pág. 48; (10) Fundación de San Carlos de Puno (1945), acuarela de Héctor Searaing. Museo Dreyer. Pág. 67; (11) Casa Conde de Lemos (ca. s. XX), Archivo Regional de Puno. Pág. 68; (12) Calle Deustua, con vista a la Casa del Corregidor y Casa Conde de Lemos (ca. s. XX), Archivo Regional de Puno. Pág. 72. (13) Contratapa, dibujo de C. Dreyer.

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CONSEJO DIRECTIVO PRESIDENTE DELBERT ADOLFO TERÁN DIANDERAS VICEPRESIDENTE JUAN JOSÉ VERA DEL CARPIO SECRETARIO GENERAL PABLO CONDORI CHARCA TESORERO LUIS ALFREDO VALENCIA MENDOZA VOCAL DE ACTIVIDADES CULTURALES E INVESTIGACIÓN ZELIDETH CHÁVEZ CUENTAS VOCAL DE ACTIVIDADES ARTÍSTICAS JUAN CARLOS MOLINA LUJÁN VOCAL DE ACTIVIDADES EDUCATIVAS JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ MORALES VOCAL DE ACTIVIDADES SOCIALES Y RECREATIVAS SONIA NOEMÍ ZÚÑIGA VILLEGAS VOCAL DE COMUNICACIÓN E IMAGEN INSTITUCIONAL ROLANDO VALENTÍN URBINA ZÚÑIGA

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