Habrá Derecho A Un Cuerpo Torcido Habrá el derecho a enfermar de una patria si nuestra fragilidad nos concede sangrar sus banderas, echarnos un yugo nuevo al cuello y una mochila de ardores militares a la espalda. Habrá derechos de cuerpos torcidos, defectuosa pausa de tumbas y caballos de piedra con idéntica deriva. Aún ahora que canta un ebrio marinero sufre su alma a punto del vómito fácil resbalando en el muelle. Habrá plomo súbitamente esclarecido para admitir viejos juramentos, o para renegar de himnos temblorosos, cómodos o contrarios a la guerra. Habrá que ser parte del delirio dice el sin techo, apenas hoy la patria nos alimenta, ni importa de donde procedemos esta vez. Habrá derecho a un cuerpo torcido de nueva patria. 2 Un Pequeño Llanto En La Entrega Apenas oigas al infinito deslizándose como un intruso, las tristezas inocentes serán un para siempre corto y no tan punzante, ¿qué creías? Tus arañas de pico y plata ya no tienen visitas cada noche, ni retienes asumirte, ya sólo te inmovilizas, te aceptas y te encadenas al olvido. La piel del párpado, como la piel del mar, se vuelve polvo en contacto con los sueños. Ciega de espuma perdiste tu cuchillo contra ti y contra todo. Apenas oyes al más allá, tan dulce que asusta, invitándote a bailar cegueras y chirriar bisagras. Cuando oigas que llega el momento deja de preguntar de que se trata y por qué oscureces madrugadas. Apenas las palabras de otra hora sin leña, otro cuerpo sin luna, otro dolor sin limpia herida, mientras, más batallas sigan y presientan tu nombre. Resistes cada embestida con goznes de bellas siniestras. Apenas la condena final atrae dibujos de arena, sendas rotas, caminos sin estrellas, señales sin misterio; avanzas a ciegas. Siempre gritan golondrinas en momentos así, lo esperaba entumecido encogido en tu garganta sin música, lo esperaba sin valor para cuando llegara el gemido con su retardo de malos vientos.
3 En El Confín De Nuestras Botas La seca casa sin corrientes enferma de cadenas y efímera condescendencia, acepta del árbol de agua la madera para buques que surcan colinas. Presiente un jardín sin sombra al marinero jubilado, el que perdió a su amante pero salvó su charca de arroz y de soja. Pendiente de un hasta ahora en suspenso, agua servil dispuesta para bañar siluetas, ojos capaces de hacer naufragar una tormenta, sombra de estrella, locura odiseas que lo volvía figurita de porcelana en cada muelle. Vuelve a su jardín sin sombras, le quema en la garganta la sal marina y acumula soledades en su pecho. A punto de fundirse el plomo de la galaxia, nadie espera si nadie vuelve, nadie vive de mi, ni de todos. Marineros de otro mundo corrompen el filo que les amarga el pulmón. Suspiro y aliento. Visión de viajeros y de partidas. Me estremece que no sientas la travesía de nadar desiertos de amor al roce de una página, de un índice o un acento suspendido, lunático y flor de amenaza.
4 Para Celebraciones, El Viento Divino Hoy, menos inercias disputan y empujan la incertidumbre; debe ser cosa de ir acostumbrándose a esta somnolencia. Se van los sueños como los niños hacen equilibrios en las terraza de los bares a medianoche, y un clérigo distraído ya no puede con ellos ni con el destino. Contenidos de primeras heridas, de yagas nunca sanadas: nada puede distraernos de lo que no sabemos, de lo que duele a sombra drástica y arrogante. La impaciencia de las palabras, eso no nos salvará, pero al menos no se corrompen ni huyen a solas. Nos internamos en la atmósfera transparente de la enfermedad última de su mano, porque ella no le teme a los espejos. La voz ha muerto, ya no engaña la inmóvil invasión del silencio. No sorprenden los hombres incapaces de rezar y de llorar,
en realidad, ¿qué más da, cómo se espera? Ninguno enlazará una explicación que lo tranquilice, no se emocionan, no fluyen, no respiran las olas. Ni el profundo mar sabe doler como el miedo, ni el vacío siente la gloria espiritual del ahogado cuando al fin se entrega a los amaneceres submarinos. Golpea la flor al muerto con nuevo clima, un lenguaje que sólo se sabe después de la nada. Hoy, menos caricias aprenden los días de las olivas y la tierra dura. Se van las horas, se aceptan nuevas condiciones en el vinagre del último lecho. La última botella de jerez.
5 Menos que nunca una prueba reitera la cabeza fusilada. Penetrante condescendencia. Sólo desde nuestra ignorancia podemos aceptar semejante resultado sin cuestión, sin protesta, sin un balazo de vuelta. Estamos de acuerdo, congeniamos con los gusanos.
6 La Imprudente Invasora Ama el aire que lo eleva, la verdad del cuerpo y la carne desgarrada por dientes ajenos que lo martirizaban. Vendrá confundido de alas de cuervo, sangrado cartílago y hueso, feliz del umbral inocente y requiebro de brisas. Volar a nube de vientos, caer a suelo enlosado. Ella lo vio distrayendo la fronda del árbol numeroso, llenándolo de pájaros de cartón, sonámbula de oportunas jaulas y correas, se entregó para un largo cautiverio. Lo sintió tras sus pasos, y supo que era él, para acompañarla, para consolarla y para estrellarse contra el suelo cada vez que lo pidiera. Volar, alas negras, media oración.
7 De Poemas Sin Montura Conozco que nos han hecho tragar sapos, hacia ese pesar y la asombrada angustia dirigidos. Sin calma, he dado el salto de mi, una versión de mis temblores. Los cuidados de un frase sin atributos como respuesta a las peores amenazas de los mayores. Pagaré por ello, por escribir con la prudencia de un trueno, sin apellido asumible, ni procedencia aceptable, ni voz humilde. Reconozco en la inmensa visión de las consecuencias, paralizado, constituido en otro cuerpo, la imagen a través de los párpados. Algunos versos crecen de un temblor, sin identidad; los hostiga la nostalgia. Otros, piadosos, siguen su camino, de cada pulgada: nosotros. La primavera.
8 Infinito Público Todavía en las ranuras, el instante puede ser atravesado, durante su metamorfosis melindrosa. Corre, corre, te anima el asustado arbusto, barba de anciano, axila febril de un preciso segundo. Conejo de madera, voy a por ti y tu sala de prensa. Se expresa un viento lluvioso, temor de mares; navegan nuevas ideologías y se consumen estridentes en las madrigueras. Todavía en el infinito, nada está escrito. En vano nos manifestamos en favor de la fraternal caricia; la punta de otros cuerpos, Jesucristo escrito en la batalla, donde todas las parábolas son sordas. La impúdica señal de Alicia señala al salvaje, al indefenso tripulante de hambre humana, ¿de qué nos sirve tanta vana retórica?
Ruge en mi cara la misma noche que os arrulló en vuestra infancia, genocidas amores se celebran en la multitud. Hierven los últimos dolores; crece una fila seccionada de estrellas desamparadas en la carretera. Sé que una de ellas nos mira y asume el poder emergente de su influencia inocente. El universo parece tener una foto con mensaje para toda esa niebla torturada, para todos los hombres libres de tierras que buscan refugio, para los que huyen de un mal instinto en un bombardeo. 9 La Mano En La Moneda Ahora, transcurridos los ojos ciegos, aún puedo decirle a la montaña como me tuercen sus mañanas. Elegí la única infancia posible, engañando mariposas. Derramado en esa estrella, capaz de dormir en el canto de una brisa, la que se rodea de abetos y cipreses del lago. A favor la sospecha, indolente en primavera, intoxicado de rocío y nubes bajas, sobreviviendo, contaminado, pasa el brío de las muletas en invierno y las postales en primavera.
10 La Ciudad Crujiente Aspirar a encender un pitillo en la ciudad de madera, cada vez que bailan los extranjeros, estremece las tablas del techo. Entonces miro las rosas que nacen de los tablones, ¡serán de plástico!, le digo al portero que se ríe sin gana. Todo puede arder tan rápido como se desaloja un cine, llueve horizontes, crece una piedra de hielo en la nevera, y nada parece tan real como la guitarra que suena más allá de la ventana. Cuando termine de escribir no tendré excusa para seguir despierto, y ese músico callejero seguirá soñando que puede caer en el regazo mutilado de la luna
Todo puede atardecer sin permiso en una ciudad sin reglas, que se deja pero no se entrega, se acostumbra pero aĂşn aĂąora.