· LITERATURA INFANTIL Y ANIMACIÓN A LA LECTURA · Primera edición: 28 de octubre de 2019 Autora: Rocío Pérez Gijón Ilustraciones: Beatriz Martín Vidal. Impreso en: Universidad Pontificia Comillas, Madrid.
Este libro es un trabajo realizado para la asignatura del grado de Educación Primaria “Literatura infantil y animación a la lectura”. El trabajo consiste en escribir una historia a partir de unas ilustraciones creadas por Beatriz Martín de Vidal. Espero que os guste.
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I Eva era una niña alegre, humilde y muy inteligente. Tenía el cabello oscuro y los ojos verdes como la albahaca. Vivía con su padre en un pueblo llamado Blord, donde tenían una granja llena de animales y un campo con flores de todos los colores. Eva era muy feliz allí, ya que disfrutaba mucho ayudando a su padre a alimentar a las gallinas, esquilar a las ovejas y ordeñar a las vacas. Todas las mañanas se levantaba de buen humor, pues no había nada como despertarse con el canto de los pájaros y su perro Bloppy saltando como un grillo sobre su cama. La casa donde vivían era muy acogedora. No parecía muy lujosa, pero a Eva le gustaba mucho porque era lo suficientemente grande como para jugar al escondite cuando venían sus primos a visitarla.
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Muy cerca de su casa había un bosque entero para ella sola en el que podía correr, jugar y donde se podía tumbar a mirar las estrellas. De vez en cuando, su padre la acompañaba y hablaban de astrología durante horas, un tema que a ambos les encantaba. Eva siempre se imaginaba que en las estrellas vivían miles de hadas que algún día bajarían a la tierra y cumplirían todos sus deseos.
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Cuando Eva cumplió 10 años, su padre le regaló un traje rojo que no se quitaba nunca. El rojo era su color favorito y, además, tenía un montón de bolsillos para guardar piedras y comida para los pájaros. Para ella fue un regalo muy especial, ya que su padre y los animales eran sus únicos amigos. Allí en Blord había pocos niños. A parte de ser un pueblo con escasos habitantes, la mayoría eran ancianos cascarrabias. Además, la granja estaba bastante lejos del centro del pueblo, por lo que tenía que andar demasiado para hacer nuevos amigos y le daba miedo que no se le diese bien. «¿Qué les digo?», «¿Y si les caigo mal?», «¿Qué pasa si llego y no hay nadie? Mejor me quedo en casa» pensaba. La única oportunidad que tenía Eva de hacer amigos era cuando acompañaba a su padre a los pueblos de alrededor para vender huevos, leche y lana en el mercado. Pero le daba tanto miedo ser rechazada, que cuando veía un niño de su edad se escondía bajo el mostrador fingiendo que buscaba algo importante. 5
La escuela más cercana estaba a dos horas en coche, así que era su padre quien la instruía todas las mañanas hasta la hora de comer. Tenía el cuarto repleto de libros que devoraba mientras su padre hacía la comida. Y aunque a veces le habría gustado ir a una escuela normal como la de sus primos, cuando pensaba en que tendría que conocer niños nuevos, le sudaban las manos y se le aceleraba tanto el corazón, que parecía que cobraba vida propia. Le agobiaba tanto la situación que tomar una bocanada de aire en esos momentos le resultaba casi tan complicado como respirar bajo el agua. Un día, mientras Eva hacía los deberes, sonó el teléfono. Su padre corrió a descolgarlo y mantuvo una larga conversación con la persona que se encontraba al otro lado de la línea. Parecía nervioso, pero Eva no lograba averiguar si eran nervios de preocupación o de alegría. Quizá eran las dos cosas. El padre de Eva era un hombre tranquilo y muy paciente. Siempre tenía una sonrisa en la boca, pues a pesar de haber vivido situaciones 6
algo complicadas, solía buscar el lado positivo a los problemas. Era alto, delgado y con el pelo castaño. Solía llevar camisas de cuadros y unas gafas cuadradas que le daban un toque intelectual. Su hija lo admiraba, porque según ella, lo sabía absolutamente todo. Además, le explicaba las cosas con tanta emoción que consiguió transmitirle la ilusión por aprender. Cuando terminó la conversación, se acercó a Eva y se sentó a su lado. —Era tu abuela. —empezó diciendo con un tono dulce y preocupado al mismo tiempo—. Está bastante enferma y quiere que vayamos a vivir con ella a la ciudad. Sé que te encanta vivir aquí y a mí también, pero es hora de volver. Cuando Eva nació, vivía con sus padres en la ciudad, pero al cumplir los seis años se mudaron al campo para vivir una vida más tranquila rodeados de naturaleza. No tenía muy buenos recuerdos del colegio al que fue durante aquellos años. Eva era una niña muy reservada y un poco tímida, así que no hizo 7
muchos amigos. Sus compañeros de clase no se acercaban
a
ella
porque
siempre
estaba
entretenida observando insectos o leyendo en los columpios. Cuando su padre le dio la noticia la aceptó sin rechistar, ya que, aunque le aterrorizaba la idea de volver a la ciudad, sabía que su abuela Olga necesitaba ayuda. —Tranquila, todo va a salir bien. —le dijo su padre mientras le acariciaba la mejilla con una sonrisa—. Tenemos una semana para organizar la mudanza. Si quieres puedes llevarte todos los muebles y juguetes de tu cuarto, así te sentirás como en casa. —¿Y qué pasará con las vacas, las gallinas y las ovejas? ¡No podemos abandonarlas! —dijo Eva con los ojos llorosos. —No te preocupes por eso, nuestro vecino Clipper se quedará con ellas y las cuidará como si fueran suyas. Además, podemos volver algún fin de semana para verlas.
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Y así hicieron, en menos de un mes ya estaban instalados en la ciudad de Terich. La despedida fue muy triste, ya que sabía que no iba a volver a despertarse con el canto de los pájaros, a mirar las estrellas después de cenar, a ordeñar las vacas para el desayuno, ni a oler las bellas flores del campo... Pero ahora, lo que más le preocupaba era empezar el colegio.
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La noche anterior a su primer dĂa casi no pudo dormir de los nervios. TenĂa muchas ganas de aprender cosas nuevas y hacer todas esas actividades de las que le hablaban sus primos, pero le daba mucho miedo hacer amigos. No se
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veía capaz y creía que no la aceptarían nunca por ser tan “rara”. Al final, después del día tan agotador que había tenido consiguió quedarse dormida.
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II Cuando Eva se despertó no estaba en su habitación de Terich. Aunque los objetos que la rodeaban eran los mismos que decoraban su nueva habitación; ese olor familiar, la cálida temperatura del suelo, la disposición de las paredes y, por supuesto, el bello paisaje que asomaba
tras
las
cortinas
solo
podían
corresponder a un sitio: la granja de Blord. Todavía no había amanecido, por lo que todo estaba muy oscuro y silencioso. Bajó las escaleras con cuidado de no tropezarse y, entonces, escuchó un susurro que provenía del bosque. Eva estaba asustada, quería pensar que era el viento, pero algo en su interior le decía que siguiese aquella misteriosa voz. Estaba tan intrigada por saber qué era aquel sonido que salió rápidamente de casa sin ni siquiera ponerse los zapatos. Fuera hacía mucho frío, pero por alguna extraña razón sentía un calor muy agradable. Como cuando compartía aquellos momentos de invierno con su padre, leyendo libros al pie de la
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chimenea, mientras escuchaba el relajante sonido de la lluvia golpear contra el tejado. Se fue acercando poco a poco hacia el bosque, cuando de repente escuchó de nuevo la voz. Esta vez mucho más cerca. —Hola, ¿Eres Eva? —dijo la voz desconocida. —Depende, ¿Quién eres? —respondió Eva ladeando la cabeza para ver su rostro, oculto tras una máscara blanca. —Me llamo Soraya y soy un hada. Vivo en Sirio, una de las estrellas más brillantes que puedes ver desde la tierra. —¡Lo sabía! Mi padre decía que no, pero yo estaba convencida de que existíais de verdad. — dijo Eva mientras daba pequeños saltos de emoción. Pero… ¿Por qué llevas una máscara blanca? —Verás, vivo en una estrella, desprendo tanta luz que podría hacerte daño si me mirases directamente. —le aclaró el hada.
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—¿Y cuántas hadas viven en Sirio?, ¿Está muy lejos de aquí?, ¿Cuánto has tardado en llegar?, ¿Podrías llevarme? ¡Me encantaría viajar al espacio! —Ojalá pudiese contarte más sobre mí —le cortó el hada—, pero tengo que darme prisa, pues los efectos de mi magia se anulan al amanecer. En ese momento, Soraya agitó su varita y un fuerte vendaval cubrió a Eva de hojas procedentes de los árboles del bosque.
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—Ahora tienes el poder de la naturaleza. Podrás hablar con todos los animales que quieras. —le explicó el hada. Pero recuerda, al amanecer tus poderes desaparecerán. ¡Así que date prisa y cumple tu misión!
—¡Qué misión! —gritó la niña confusa. Pero el hada había desaparecido sin dejar rastro.
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III Eva se quedó atónita. Acababa de descubrir que su teoría sobre las hadas de las estrellas era real y, por si fuera poco, le acababan de dar el poder de hablar con animales. Necesitaba años para asimilar lo que estaba ocurriendo, pero al mismo tiempo tenía que darse prisa para cumplir esa misión de la que le había hablado el hada. Pero ¿cómo voy a completar una misión que no sé ni en qué consiste? pensaba la niña mientras se sentaba junto a uno de los muros de su casa. De pronto, un pajarito se aproximó a ella y le dijo: ¿Qué te pasa Eva? Te noto preocupada. Era la primera vez que escuchaba a un animal hablar, así que durante unos instantes se quedó muda. Al final consiguió decirle: ¿Por qué te sabes mi nombre? Llevo 5 años despertándote con mi dulce piar, lo raro sería que no me lo supiese. Tenía 16
muchas ganas de poder hablar contigo, pero pensaba que no volverías por aquí nunca más…
Bueno, ahora vivo en la ciudad. contestó Eva un poco triste. A partir de hoy tendré que despertarme con la insoportable alarma del reloj para ir al colegio.
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En ese momento, se acordó de que hoy era su primer día de clase y le volvieron a entrar los nervios en el estómago. ¿Así que por eso estás preocupada? ¿Por tu primer día de escuela? Sí, me da mucho miedo que los demás niños no me acepten por ser como soy. No sé ni cómo me voy a atrever a hablar con ellos. El dulce pajarito se dio cuenta de que Eva no veía en ella lo que el resto sí hacía. Todos sabían que era una niña tierna, humilde, trabajadora, inteligente, divertida y capaz de conseguir todo lo que se propusiera, pero ella estaba ciega por sus inseguridades. ¿Sabes una cosa? le dijo el ave. Los petirrojos somos animales muy curiosos, así que siempre me asomo a tu ventana para observar lo que haces, y tengo que confesarte que me fascina tu capacidad para sacar una sonrisa en los peores momentos. Como aquel día en el que Bloppy le arrancó un brazo a tu muñeca favorita y en vez de echarte a llorar, trataste de consolarla diciéndole 18
que con una mano también se podían hacer un montón de cosas. El pájaro comenzó a contarle todas las actitudes que admiraba de ella y terminó dándole un valioso consejo: Quiero que sepas que el sonido del petirrojo es uno de los más dulces del mundo, pero yo no había escuchado nunca un canto que emitiera tanta dulzura como la que desprendes tú. Si a mí me has causado esa impresión, estoy segura de que tus compañeros de clase también lo harán. No lo olvides nunca, Eva, eres estupenda. Antes de que Eva pudiese responder, el sabio pajarito agitó sus pequeñas alas y comenzó a volar. ¡Gracias! gritó Eva mirando hacia el cielo. Pero el petirrojo había desaparecido entre la niebla.
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IV La conversación con el petirrojo la había animado mucho. Estaba tan ansiosa por hablar con otro animal, que se levantó de un brinco y se adentró de nuevo en el bosque donde se había encontrado con el hada. Entonces, escuchó un ladrido muy familiar ¡Bloppy! gritó la niña mientras corría hacia su perro. ¡Qué alegría verte aquí! El perro también corría hacia ella con cara de felicidad y se fundieron en un caluroso abrazo. Me ha dicho un pajarito que estás algo nerviosa por tu primer día de cole bromeó Bloppy. Eva se rio y asintió con la cabeza. ¿¡Pero cómo es posible que una amiga tan buena como tú tenga tanto miedo de hacer amigos!? Los perros somos los animales más fieles del planeta y créeme cuando te digo que tú, Eva, eres una persona muy leal. A veces piensas tanto en los demás que te olvidas de ti misma. 20
Como ese día que llovía tanto que te quitaste el chubasquero para ponérmelo a mí y acabaste resfriada.
O
cuando
duermes
con
una
luz
encendida porque sabes que me da miedo la oscuridad, a pesar de que te cuesta mucho más descansar cuando hay luz. O cuando… Vale,
lo
pillo.
le
interrumpió
la
niña.Tienes razón. A veces soy demasiado buena, ¡pero es que me encanta ayudar a los demás!
Por esa misma razón no te va a costar nada hacer amigos, pero debes tener cuidado porque 21
algunos compañeros pueden aprovecharse de ti. No te infravalores y ayuda a los demás, pero sobre todo ayúdate a ti misma. Muchas gracias Bloppy. ¡Eres el mejor amigo del mundo! le dijo Eva mientras le volvía a abrazar. Tras una maravillosa conversación sobre amistad y lealtad, se quedaron un rato disfrutando del silencio. Eva acariciaba con cariño el lomo de su perro, hasta que este se quedó dormido. Eva no tenía mucho sueño, así que con mucho cuidado, se separó de él y se puso de pie para seguir su camino.
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V Mientras andaba por el bosque buscando algún otro animalito con el que aprovechar sus poderes, algo extraño sucedió. El suelo comenzó a abrirse formando un agujero lo suficientemente grande como para atrapar a Eva y arrastrarla a su interior. La niña se hacía cada vez más pequeña y empezó a gritar con la esperanza de que algún animal del bosque la escuchara y pudiese ayudarla, pero no sirvió de nada. En tan solo unos minutos ya estaba completamente hundida bajo tierra.
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Cuando abrió los ojos no pudo creer lo que estaba viendo. ¡Un millón de hormigas correteaban por
unos
túneles
de
tierra
perfectamente
construidos! ¡Estaba en un hormiguero! Mientras Eva admiraba maravillada la calidad de esas construcciones, algo chocó contra ella y la hizo caer del impacto. ¡Aparta! ¿No ves que estás en el medio? le dijo una hormiga mientas recuperaba la semilla que le había tirado. Lo…
Lo
siento…
murmurró
Eva
avergonzada. Perdona a mi hermana le dijo otra hormiga que iba justro detrás, a veces se pasa de gruñona y no hay quien la aguante. La pequeña hormiga la ayudó a levantarse del suelo y cuando le vio la cara gritó: ¿¡Eva?!, ¿Eres tú? ¡Pues claro que eres tú! ¿Cómo iba a olvidar una cara tan familiar? ¿Me conoces? preguntó Eva confundida. 24
¿Cómo no te voy a conocer? ¡Si siempre vienes a esta zona del bosque a observarnos! Además, eres mil veces más grande que nosotras, ¡es imposible no verte! Todas aquí sabemos quién eres porque de vez en cuando nos traes semillas para que podamos comer y, bueno, porque no nos pisas como el resto de humanos. Es cierto, me fascina cómo trabajáis las hormigas respondió Eva que estaba roja como un tomate. ¡Sería incapaz de mataros! A mí también me fascináis los humanos. No se lo digas a nadie, pero a veces me cuelo en uno de tus bolsillos para que me lleves a tu casa .
sururró la
hormiga. Me encanta ver lo responsable que eres. Siempre haces los deberes y además ayudas a tu padre con las tareas de la casa. ¡No paras! Las hormigas somos muy trabajadoras, ¡pero lo tuyo es alucinante! Lo hago porque me gusta respondió Eva aún colorada. Yo no los llamaría deberes, sino intereses. Me encanta aprender, así que los “deberes” me los pongo yo misma para saber más. 25
Seguro que los compañeros de tu nuevo cole estarán encantados de que les cuentes todo lo que sabes. Y estoy convencida de que tú también aprenderás un montón de ellos. Pero para eso, tienes que darte cuenta de lo mucho que vales. De pronto, la tierra comenzó a temblar y Eva empezó a hacerse cada vez más y más grande hasta salir del agujero en el que se había sumergido. ¡Mucha suerte! gritó la hormiga que se asomaba por la entrada al hormiguero. ¡Todo va a salir bien! Pero la hormiga era tan pequeña que Eva no logró escucharla.
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VI El sol estaba a punto de salir y Eva recordó que tenía una misión que cumplir. No sabía ni por dónde empezar, ya que el hada no le había dado ninguna instrucción, así que se sentó en el suelo y se puso a llorar. Un lobo que pasaba por ahí la escuchó y se acercó a ella. ¿Por qué lloras niña? preguntó el lobo. Eva le explicó al peludo animal el motivo de su llanto y todo lo que había ocurrido aquella noche. Estuvo varios minutos sin parar de hablar y el lobo escuchó atentamente cada palabra que decía la niña, hasta que no pudo más y comenzó a reir a carcajadas. Eva frunció el ceño y le dijo: ¿Se puede saber qué te hace tanta gracia? El lobo hizo un esfuerzo por dejar de reir y empezó a hablar. ¿No te das cuenta? Has estado cumpliendo tu misión durante toda la noche. El hada quería que recuperaras la seguridad en ti misma y que 27
vieses que vales mĂĄs de lo que piensas. Hoy, por fin te has enterado de que eres dulce como los pĂĄjaros, fiel como los perros, trabajadora como las hormigas y valiente como los lobos. Porque, por si no
te
has
dado
cuenta,
estĂĄs
charlando
tranquilamente con una bestia feroz sin ningĂşn temor.
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Eva se quedó pensativa. El lobo tenía razón. Todas las conversaciones que había tenido con aquellos animales le habían servido para recuperar su amor propio y la seguridad en sí misma. Ahora se veía capaz de cualquier cosa, incluso de hacer amigos nuevos. La niña le dio las gracias al lobo por todo lo que le había ayudado y se despidieron con la esperanza de volverse a ver.
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VII El sol se asomó por el horizonte y el hada apareció de nuevo frente a ella. Enhorabuena, lo has conseguido le dijo Soraya. Ya estás lista para ir al colegio. ¡Pero no voy a llegar a tiempo! ¡La ciudad está lejísimos de aquí y el colegio empieza en una hora! El hada sonrió, agitó su barita y, de repente, comenzó a sonar un ruido muy desagradable. «Bip, bip», «Bip, bip». Eva abrió los ojos y apagó el despertador. Estaba en su casa de Terich y todo parecía normal. A los pocos minutos su padre abrió la puerta. ¡Buenos días, dormilona! Te traigo el desayuno le dijo mientras le colocaba sobre las piernas una bandeja con tostadas, zumo de naranja y un yogur de frutos rojos. ¿Estás lista para ir al colegio?
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Ella le dio un abrazo a su padre y para su sorpresa, le dijo: «núnca había estado tan preparada». Se tomó el desayuno, se vistió y salió por la puerta de casa con una sonrisa. Por el camino, Eva se preguntaba si todo lo que había pasado esa noche había sido real o si solo había sido un sueño. En cualquiera de los dos casos, ahora era una niña diferente. Fuerte, segura y capaz. De repente, una hoja de color rojo descendió lentamente delante de ella. La niña miró hacia arriba para ver de dónde había caído, pero todos los árboles de su alrededor eran verdes. Eva sonrió y siguió su camino al colegio.
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