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Urco y la plaza de 60 millones

4 crónicas ¿CÓMO UNA PLAZA DE 600 PALOS

PUDO HABER COSTADO 60 MILLONES?

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EL ESPACIO PÚBLICO GENERÓ MEMES CON SU LLEGADA. ENOJÓ DURANTE LA CONSTRUCCIÓN PORQUE NO CONTRATARON A NADIE DE LA CALETA URCO, AL NORTE DE TOCOPILLA, DONDE ESTÁ INSTALADA. YA FUE SAQUEADA Y SABOTEADA. SOLO QUEDA, INCÓLUME, UN LETRERO QUE INDICA UN ELEVADO COSTO PARA UNA PLAZA CREADA A PARTIR DE UN SISTEMA DE ABSORCIÓN DE MANO DE OBRA QUE CAUSA MÁS DUDAS QUE CERTEZAS.

BRYAN SAAVEDRA Fotos de FELIPE NÚÑEZ Desde Tocopilla

El pelícano da vueltas en el aire, atisbando el fondo marino de la caleta Urco, ubicada a 40 kilómetros al norte de Tocopilla. Un joven trompetista lo observa desde una plaza ubicada al centro del poblado. El animal entra al agua y saca un pez en su enorme boca. Gira con él en el aire mientras el músico interpreta un solo en la plaza de palos, cuyo letrero de obra indica una inversión de 60 millones que llama a la duda sobre cómo se gastaron entre juegos, sombreado, bancas y basureros que hay. Todo de madera. La gente rápidamente toma fotos y sube imágenes de la plaza y su extraordinario costo. Los memes no se hacen esperar en internet. Los involucrados dan explicaciones, pero no deja de dar tema de conversación este espacio público que fue financiado por el Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere), cuyos trabajos se ejecutaron vía directa por la Municipalidad de Tocopilla, eximiéndose del trámite de licitación pública para contratar al personal. De acuerdo a datos obtenidos por BUSH IN ACTION a través de la Subdere, vía Ley de

VAPOREON PÉREZ

FELIPE NÚÑEZ

INFRAESTRUCTURA. Junto al mar de la costa tocopillana, los juegos de Urco son uno de los pocos lugares de esparcimiento de la caleta. Transparencia, esto derivó a que entre febrero y mayo del año pasado, 42 personas fueron contratas para construir la plaza: 33 hombres y 9 mujeres. La mayoría por el sueldo mínimo, salvo el capataz que ganó más de 500 mil pesos los meses que se trabajaron 30 días, ya que febrero y mayo no se laburó el mes completo. Pero tras finalizada la obra, las críticas no tardaron, ya que rápidamente se filtraron documentos del proceso de licitación, mezclándose con comentarios como estos: –“Por cosas como esta terminó presa la alcaldesa Karen Rojo, lo hacen harto, dan un presupuesto más alto del necesario, se reparten la diferencia” –“Sus palitos de helado con cola fría y a cobrar” Y todo el mundo preguntándose cómo se gastó tal cantidad de plata en la plaza. “Fue como bien polémico a propósito que hoy la información circula mucho más rápido que antes. Entonces la interpretación que se hace de la información también es más visual que, digamos, contextual. En qué sentido te comento esto. En que finalmente el trasfondo de por qué se postula a un fondo y cómo se estructura no es lo que se analiza, porque finalmente se analiza lo visual, y en lo visual se ve una estructura como a medio terminar y que finalmente tiene un costo muy elevado, que hay mucho gasto

de sueldos. O sea, hay que tomar en cuenta que estos son fondos de absorción de mano de obra, que son para aportar un poco a los pescadores”, explica Pablo Oyarzún, director de Secoplan de la Municipalidad de Tocopilla, quien asumió este cargo cuando el proyecto ya había sido ejecutado durante la administración anterior. Durante los cuatro meses de ejecución de esta obra trabajó una persona de Caleta El Rana, dos de Caleta Punta Arenas, una de Caleta Paquica, una de Caleta Huamán, otra de Caleta Quebrada Honda y una de Caleta Conchuela. El resto y grueso de las nóminas mensuales son personas de Tocopilla. La Asociación de Pesca de Tocopilla (Asopesca) está ligada a la ejecución de los fondos de esta plaza, pero su presidente Manuel Adaos prefirió no entregar una versión a esta revista. Aunque en un video publicado el 25 de febrero en el Facebook de la Municipalidad de Tocopilla apareció entregando OBRAS. El objetivo de los fondos que dieron vida al trabajo, señalan, son de absorción de mano de obra, una especie de POJH moderno.

esta declaración: “Este trabajo fue de Asopesca y si alguna organización hoy día está como desmereciendo lo que se hizo, también fueron beneficiados, porque en el caso de Urco, Urco no pertenece a nuestra organización, que eso quede bien claro. Todas las organizaciones que La dirigenta hoy día trabajaron en este programa Julieta Muñoz pertenecen solamente a piensa que se Asopesca (...) Por lo pudo gastar la tanto, si alguien se siente discriminado, plata en algo bueno es un trabajo que nosotros hemos más útil, como hecho y que a lo poner luz. mejor las demás organizaciones no las han hecho. Entonces aquí no se entiende el por qué hoy día se está culpando, digamos, a ciertas personas con respecto a eso. Todo lo que tiene que ver con los fondos hoy día contraloría lo tiene en las manos”. En Subdere señalan que los trabajos de la plaza Urco fueron parte del Programa de Desarrollo Local, levantado a solicitud de la Municipalidad de Tocopilla y el Gobierno Regional. Y que el proyecto se encuentra “observado”, estando a la espera de la correcta ejecución o reintegro. Según Contraloría Regional de Antofagasta (mayo de 2021), el objetivo del proyecto se cumplió, dado que 74,8% del presupuesto ($43.136.342) se desembolsó en remuneraciones. Pese a ello, el organismo fiscalizador estimó que faltó documentación y hubo falencias

Cuando la obra estuvo terminada, medio mundo se preguntaba cómo se gastó tanta plata en esa plaza.

TESTIGO. A medio morir saltando, pero aún en pie, se mantiene el letrero que anunciaba los trabajos en Urco.

GASTOS EN LA PLAZA

GASTOS

MONTO PROVEEDOR Letrero $239.999 Far Away Chile SPA Arriendo de maquinarias $3.270.120 Ingeniería y Mantención Ltda. Materiales de construcción en $10.926.663 Ivial Servicios y Desarrollo general, ropa de trabajadores, SPA madera entre rollizos y pino seco Sueldos febrero (11 días trabajados) $5.107.699 Municipalidad de Tocopilla Sueldos marzo $13.930.075 Municipalidad de Tocopilla Sueldos abril $13.621.232 Municipalidad de Tocopilla Sueldos mayo (19 días trabajados) $10.477.336 Municipalidad de Tocopilla

Total de sueldos $43.136.342

TOTAL FINAL $57.573.124

*CUADRO ELABORADO EN BASE A DOCUMENTOS RELACIONADOS AL PROYECTO QUE TAMBIÉN INDICAN QUE LA MUNICIPALIDAD DE TOCOPILLA REGISTRÓ $2.426.875 DEL FONDO SIN UTILIZAR.

en la ejecución, por lo que solicitó a la Dirección de Obras Municipales que tome medidas para que el proyecto cumpla lo especificado y reintegre a Subdere los saldos. También pidió que se pondere un sumario por posibles responsabilidades administrativas derivadas de la falta de fiscalización por parte de la Inspección Técnica de Obras. “El municipio a través de una unidad técnica que se designa hace el seguimiento, la fiscalización, la ejecución del proyecto, que es donde ahora nosotros tenemos que empezar a indagar responsabilidades, porque en este momento estamos en el proceso de rendición de esos fondos. Si bien son proyectos que están ejecutados, se entiende que no están ejecutados de la mejor manera, pero como unidad de Secoplan tenemos que hacer la rendición. Entonces nos enfrentamos a una difícil tarea de cómo rendir estos fondos que finalmente hay que rendirlos y el producto entregado no se acerca al producto diseñado. Entonces ahí tenemos que empezar a ver las responsabilidades con respecto a los hechos”, dice el director de Secoplan, Pablo Oyarzún.

CALETA MINERA Julieta Muñoz es presidenta de la Junta de Vecinos Rural de Caleta Urco, donde dice que hay alrededor de 700 cabañas y unas 50 familias residentes. La mayoría de pescadores/ huireros, comerciantes y cuidadores de cabañas, como ella. Recuerda que habló con gente del municipio previo a la construcción de la plaza, que sería inicialmente en el sector norte, pero el diálogo no se retomó hasta que comenzó la construcción en el centro del poblado. “Claro y ahí llamaron gente de afuera, de Tocopilla, de otras caletas, pero de Urco no había nadie. Pero sí igual pusieron gente de caletas, pero cercanas como Quebrada Honda, La Cuchara. Y estuvieron como un

CALETA. Urco está ubicado a unos 40 kilómetros al norte de Tocopilla, junto a unos imponentes cerros que lo flanquean.

mes, fue algo muy rápido. Un mes y medio por ahí, pero más allá no pasó. Fue como puro hacer hoyos y como venían ya todos hechos los juegos, era puro instalarlos no más”, relata Julieta Muñoz en su casa de Urco. La dirigenta vecinal cree que podría haberse gastado esa plata en algo más útil: sistema para obtener agua, instalación de electricidad, arreglos de la alarma de tsunamis e internet, sobre todo para los niños que tienen clases online. “A las finales esa plata no sale de nuestros bolsillos, sale de la plata del gobierno, etcétera. Pero si ellos quieren hacer un proyecto y dicen que vale 20 millones ó 50 millones ó 100 millones, mientras sea un beneficio para la caleta, nosotros vamos a estar de acuerdo. El gobierno tiene que ver ahí los presupuestos y ver en realidad si vale o no la pena gastar tantos millones por un proyecto que sea tan básico”, dice Julieta Muñoz. La plaza de 60 millones puede ser vista al entrar a la caleta. No cuenta con muchos puestos para tomar sombra. Le falta un columpio que después apareció quemado. Algunos juegos fueron vandalizados y otros pueden llevar a un riesgo, como la bajada del resbalín. Cero áreas verdes. Aunque, al sentarse en una de sus bancas, se logra la paz que entregan estos lugares alejados de las ciudades. Eso es lo que más valoran los de afuera, que durante años han ido instalándose

en cabañas. La mayoría de estos “propietarios” vienen de Calama y Chuquicamata, hasta este lugar ubicado a unos 40 minutos de Tocopilla, ciudad que se presenta a sí misma como la Capital de la Energía, la que aún no llega aquí. “Si estamos a una distancia La tan corta cómo un alcalde de municipalidad Tocopilla no le pone luz a las espera iniciar la caletas, como lo están haciendo para el sector de regularización Iquique. Tienen de El Loa hasta en 2022. la misma ciudad, todos tienen luz. Entonces qué les cuesta a ellos, que están más cerca, ponerle luz acá a las caletas. Y supuestamente la luz viene, pero de aquí a que llegue, no sé si vamos a morir

RESBALÍN. También se aprobaron recursos para obras similares en las caletas Paquica y Punta Arenas, también en la provincia de Tocopilla.

FELIPE NÚÑEZ

esperando. O están esperando que esto se regularice, por el asunto que ya la gente tenga sus títulos de dominio para que a los de la luz les sea favorable”, considera la dirigenta vecinal de Urco, Julieta Muñoz. Este comentario no se aleja de la realidad, dado que el municipio de Tocopilla, desde el 6 de septiembre, inició un levantamiento de información PESCADORES. Los padres prefieren que sus niños vayan a recolectar algas, opina José Salinas.

en las caletas del norte y sur de la ciudad, el cual se extenderá hasta fines de octubre con el fin de regularizar los terrenos, ya que al ser asentamientos irregulares es difícil para el municipio generar proyectos de inversión en espacios públicos. El plan del municipio pretende que se pueda contar con la documentación necesaria para, en 2022, realizar el proceso de regularización de los terrenos. Y en lo sucesivo avanzar hacia la urbanización del poblado costero. “Tenemos que ver los alcances de la urbanización que se va a realizar, porque el ideal es que esto tenga todas las conexiones que se establecen que son: sanitario, eléctrico. Entonces eso igual hay que estudiarlo, porque hay una serie de eventos que están sucediendo ahora, por ejemplo la aprobación del Plan Regulador Intercomunal del Borde Costero, eso también asciende a la posibilidad de que llegue la postación a las caletas. Entonces hay que ir manejando varia información con respecto a eso”, agrega Pablo Oyarzún.

TIPO DE MADERA

CANTIDAD GASTO Rollizo 10 pulgadas 4 $136.400 Rollizo 5 pulgadas 17 $184.280 Rollizo 50 mm 29 $88.450 Pino seco cepillado 2x8 25 $335.000 Pino seco cepillado 1x5 270 $872.100 Pino seco cepillado 2x6 183 $1.291.980 Rollizo 3/4 pulgadas 38 $194.560 Rollizo 75 mm 32 $167.680 Pino seco cepillado 1x3 10 $20.700 Pino seco cepillado 10x2 1 $13.400

Total 609 $3.304.550

*CUADRO ELABORADO EN BASE A DOCUMENTOS RELACIONADOS AL PROYECTO.

SANIDAD Y APORTE Uno de los que está indignado por la plaza es un vecino muy cercano a ella llamado José Salinas (65), buzo-mariscador de la caleta que no fue considerado como trabajador del proyecto, pese a que desde los 24 años vive en Urco, cuando llegó desde Perales Viejos, Vallenar. Allí hizo su vida y es padre de siete hijos. Muchos de ellos -con nietos- lo van a visitar a la caleta y dice considerarse un urquino más. Durante la construcción de la plaza, el pescador Salinas no podía trabajar en el pescado por las marejadas ni ir a Tocopilla, ya que en el trayecto le pedían permisos relacionados a la contingencia Covid-19. Perdía su producción mientras llegaban desconocidos a levantar la plaza. Dice que no vio más de 12 personas trabajando (en las nóminas aparecen 42). No le parece justo que haya venido otro sindicato y no el Sindicato de Buzos Mariscadores de Caleta Urco al que pertenece.

“La plaza no nos gusta porque los viejos prefieren llevar a sus nietos, a sus hijos, al huiro, a recolectar algas en vez que estén ahí, porque no tiene ni una ciencia. Independiente quién venga, si usted trae a su hijo, a su nieto no va tirarlo ahí nunca, jamás va a tirarlo. Lo van a dejar rasguñado entero. Está mal hecho ese trabajo para las lucas que están, yo que no tengo mucho número, pero no hay que ir a estudiar para darse cuenta de lo que está ahí. El chanchullo que hicieron. Yo digo aquí hay que poner mano dura, alguien que le ponga el cascabel al gato y diga: ‘Comparito, vamos a Los pescadores ver qué pasó acá. Demuéstreme las dicen que no 60 luquitas que están acá poh vieron a más de 12 personas viejo’”, propone el pescador. El detalle del trabajando, gasto en la plaza de Urco indica aunque la nómina dice que se utilizaron $43.136.342 en sueldos, que iban 42. $239.999 en el letrero, $3.270.120 en arriendo de maquinarias y $10.926.663 en materiales de construcción. Se compraron 609 palos, los cuales constituyeron a un gasto de $3.304.550 en madera.

FELIPE NÚÑEZ VISTA AÉREA. La gran mayoría de los residentes habituales de Urco viven del mar, ya sea en la pesca o en el “boom” del huiro.

Esta plaza de Urco, cuya construcción también cumplió un rol de emergencia en el contexto covid-19, fue la única analizada para este reportaje. Sin embargo, también se aprobaron recursos para otras dos plazas, bajo la misma modalidad, en Caleta Paquica y Caleta Punta Arenas. Pablo Oyarzún de Secoplan cree que hay que solucionar este asunto y entrega dos razones: sanidad de la administración y aporte al espacio público de la comunidad. Fundamenta: “Quizás podemos hacer un fondo de absorción de mano de obra, pero bajo otra modalidad, que no sea de administración directa del municipio, sino que pueda ser, por ejemplo, a través de una empresa de terceros licitando el producto, todo ese tipo de cosas para permitir tener garantías y que esto funcione, si es que se vuelve a realizar. Por el momento los tenemos suspendidos, pero a futuro tenemos que ver cómo es la estrategia que desarrollemos para que se tenga un producto que llegue a buen puerto, que finalmente, independiente de lo que se gaste en el personal, hay que ver también el aporte que se le puede generar a la comunidad que vive en el sector como construcción de espacio público”. v

NADIE ES ILEGAL EN LA FRONTERA

DIARIAMENTE, CIENTOS DE MIGRANTES CAMINAN POR LA RUTA ENTRE COLCHANE Y HUARA PARA LLEGAR A POZO ALMONTE, IQUIQUE O ALGÚN DESTINO DONDE PUEDAN VIVIR, TRABAJAR Y OJALÁ OLVIDAR ESE INSUFRIBLE CAMINO EN EL DESIERTO MÁS ÁRIDO DEL MUNDO, LUGAR DONDE LOS “COYOTES” LOS ABANDONAN A SU SUERTE Y DONDE LA MUERTE ES UNA AMENAZA LATENTE. HAY CUERPOS DESGASTADOS, FATIGADOS Y SEDIENTOS, AFERRÁNDOSE A CUALQUIER SOMBRA QUE LES DE UNA TREGUA. SON LAS PUERTAS DE UN INFIERNO QUE ESTÁN DISPUESTOS A ATRAVESAR EN BUSCA DE UNA VIDA MEJOR QUE LA QUE TUVIERON EN LA TIERRA QUE DEJARON ATRÁS.

JOHAN BERNA Desde Iquique

NADIE ES ILEGAL EN LA FRONTERA

CAMINANTES. Cientos de personas recorren la ruta CH15 entre Colchane y Huara, arrojados a desafiar las inclemencias del desierto más árido del mundo, enfrentados a días de sol abrasador y noches con un frío que carcome. Muchos van sin agua, ni condiciones para afrontar una caminata que se extiende por horas.

SIN FUTURO. Familias completas deciden migrar de su país en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades. Dicen que en Venezuela el dinero no les alcanza por la inestabilidad económica, sienten que sus hijos no tendrán un buen futuro y es por ellos que deciden enfrentar al desierto de Atacama.

INCERTIDUMBRE. Las horas pasan, el cansancio y el hambre aumentan, las personas se aferran a su fe para afrontar los días complejos que se avecinan. Muchos hombres aguardan un turno para autodenunciarse y en esta tensa espera, el desgaste psicológico se hace protagonista. ODISEA. Sonia (57) viaja junto a su hijo y no cuenta con sus medicamentos. Am les quitaron todo y los abandonaron an 11 horas de caminata. Ni siquiera en auto seestaban a media hora de Huara, pero llev llega en media hora: hay 74 kilómetros entre ambos puntos. Sonia teme lo peor.

Gonzalo (27), quien es insulino dependiente bos fueron estafados en la frontera: los coyotes en las cercanías de Chusmiza. Les dijeron que an 11 horas de caminata. Ni siquiera en auto se s entre ambos puntos. Sonia teme lo peor. DIVISIÓN FAMILIAR. Llegando a Colchane, las personas buscan autodenunciarse a la PDI. La prioridad la tienen mujeres y niños. Los hombres -muchas veces- tardan días en concretar este proceso, y es ahí donde muchas familias deben separarse para huir lo antes posible de las inclemencias del altiplano.

AYUDA ANÓNIMA. Grupos de ciudadanos autoconvocados, conmovidos por la situación por la que atraviesan miles de migrantes, fueron en ayuda de manera desinteresada e inmediata; alimentos, agua, leche, pañales, entre otros. También se sumaron organizaciones como ACNUR(ONU), la Cruz Roja y Ampro.

DESGASTE. Las condiciones en que emprenden este viaje son las peores. Falta de agua, alimento y protección contra el sol merman los cuerpos de los que se atreven a desafiar el desierto. La muerte es una realidad latente. Las cifras oficiales hablan de al menos 10 fallecidos. El frío, la fatiga y la altura son los principales factores de riesgo.

REFUGIO. En el desierto toda sombra es un asilo porque el sol no da tregua. Cerca de Huara, un grupo de familias comenzaron a habitar unos containers abandonados: aquí se resguardan y descansan luego de la extenuante caminata. Improvisan colchones, se cubren con lo poco y nada que les queda, aunque el apoyo mutuo y la alegría nunca faltan.

DEPORTACIÓN. Luego de que el gobierno anunciara en Colchane el plan “Frontera Segura”, con el cual buscan deportar a quienes ingresen a Chile por pasos no habilitados, los sueños de miles de personas se derrumbaron. Asustados y muy confundidos, no saben qué pasos deben seguir. Algunos temen por las represalias que podría tomar el régimen de Maduro en su contra.

LAS LUCES DE UN PUEBLO SIN ELECTRICIDAD

EN LA NOCHE DE LA COSTA SUR DE TARAPACÁ, LAS CALETAS SE RECONOCEN POR LAS LUCES DE SUS POSTES DE LUZ. EL CONDUCTOR PUEDE DECIR “AHÍ ESTÁ SAN MARCOS”, O “ESE ES RÍO SECO”. PERO CAÑAMO NO. AUNQUE POR AÑOS ESTUVIERON JUNTO A UNA TERMOELÉCTRICA, DESDE QUE ESE LUGAR FUE POBLADO NUNCA HAN TENIDO EL SERVICIO ELÉCTRICO. LA RAZÓN ESTARÍA EN UNA PARADOJA BUROCRÁTICA QUE ELLOS MISMOS NO SE EXPLICAN: COMO TAL, AL PARECER NO EXISTEN NI COMO CALETA NI COMO PUEBLO.

CALETA. Un puñado de botes espera en la orilla su turno en el mar, para salir a buscar los peces. IGNACIO ARAYA Fotos de JOHAN BERNA Desde Iquique

Julia Quezada mira hacia arriba y empieza a contar todos los lugares donde ha vivido, apegada a la arena, las rocas y las olas. Paposo, Chipana, Cobija, Tocopilla, Mejillones. Todos pueblos -sino ciudades- a la orilla del mar, ni tan distintos a su Taltal donde nació, ni al Coquimbo donde proviene su marido, con quien se lanzó a la aventura de vivir como nómades. Pero Cañamo era distinto. Acá de verdad que no había nada. Era el 95. Faltaba todavía un año para que inauguraran la carretera costera entre Iquique y Tocopilla, y la ruta 5, donde solo se ve desierto y uno que otro manchón de tamarugos- era el único lazo de asfalto que unía esta parte del norte con el resto de Chile. Por eso, las caletas que están hacia el sur eran una especie de tierras apartadas de la vista del común de los conductores. ¿Quién se iba a venir a meter a un camino de tierra, donde no había ni agua, ni teléfono, ni luz? Julia sí. Su marido también. –La playa era buena, era un lugar bonito, todo era tranquilo- rememora con la nostalgia de quien recuerda un lugar que ya no es. Un cuarto de siglo después, Cañamo no es una playa solitaria como la que encontró la taltalina. A 65 kilómetros al sur de Iquique, ahora hay un montón de casas, calles más o menos definidas con nombre, pescadores que se lanzan a la mar en busca de alguna corvina, una termoeléctrica que dejó de funcionar hace poco por un

lado, y la infraestructura de una minera por el otro. Literalmente están encajonados por la industria. Pero aún así no hay agua, ni luz tampoco. Teléfono sí, como todos. Hasta en los lugares más recónditos de Chile la gente tiene su celular, con la diferencia que en Cañamo hay ciertos horarios para enchufar el cargador, cuando las celdas de energía solar reciben la suficiente potencia del día. Paradójicamente, al lado de una empresa cuya labor era precisamente aportar electricidad al entonces poderosísimo Sistema Interconectado del Norte Grande, Cañamo nunca ha tenido luz. El tema es que administrativamente, según sus habitantes, Cañamo ni siquiera es considerado como un pueblo, ni una caleta. Solo existe, y ya.

TIERRA EQUIS Si alguien vio la telenovela “Puertas Adentro”, que transmitieron por TVN en 2003, recordará un poco la trama. Un grupo de pobladores se tomó un terreno que el dueño, personificado por Pancho Melo, insistía en desalojar. Trataban, los echaban, pero ellos no se iban. La historia de Cañamo, cuenta María Zurita, primera directora de la Junta de Vecinos del pueblo, ha pasado en amenazas de desalojo. –Si se les ocurre a los marinos o a Bienes Nacionales sacar a la gente, yo creo que mucha persona mayor se va a morir en el intento cuando nos quieran sacar porque están acostumbrados. Han hecho su vida, tienen sus hijos, son tantos años… PANELES SOLARES. La única solución para los vecinos es contar con estos kits, que si bien son eficientes, tienen un alto costo.

REGULADOR. María Zurita revisa sus artefactos de energía solar que le permiten tener electricidad.

El iquiqueño tiene la costumbre de irse a la playa durante todo el verano. La conexión de la ruta 1 hacia el sur permite un sistema de vida en que los veraneantes se instalan, hacen tiendas con lona o carpas, y esperan que venga el camión del agua. Los generadores diesel darán energía a la tele, al super parlante con cumbia, y el mar dará lo suyo durante esas largas semanas. En el papel, acampar todo un verano podría ser calificado como una ocupación ilegal, pero en Tarapacá es una costumbre tan antigua que no hay autoridad que se atreva siquiera a cuestionar una necesidad tan básica de los iquiqueños como estar cerca del mar. Pero el verano termina, y Cañamo volvía a ser el puñado de casas bordeando una pequeña bahía. Los habitantes de siempre, la tranquilidad. –Por los años que tenemos, nos tienen como “asentamiento humano” que es igual que una toma. Los marinos se tenían

BUZO. Ramiro Cuevas dice que con las obras de Quebrada Blanca, se limitó el acceso a cierta parte de la playa.

FILETEO. Además del pescado de la zona, los habitantes de Cañamo deben abastecerse en Iquique.

que ir a Chanavayita pero todavía no se van. A nosotros no nos admiten mucho, no nos toman mucho en cuenta. Pasó la luz hasta Chipana, y porque nosotros no estamos declarados como caleta no nos dieron. Los marinos tienen luz. Todos tienen luz, ¡si pasa por acá arriba!- dice Julia Quezada, hoy relacionadora pública del pueblo. Cada casa tiene su panel solar, una inversión cara pero totalmente necesaria en un mundo con refrigeradores y comida que se echa a perder si no se enfría. Julia hizo dos instalaciones: una tiene seis placas y la otra cuatro. Cuando se acaba la luz de uno, pone el otro para que dé electricidad hasta la noche. La técnica para mantener la comida es desenchufar la congeladora a las 4 de la tarde, cuando el trozo de carne para guardar esté lo suficientemente duro como para que aguante hasta la mañana siguiente. Es un ir y venir de enchufes. –Sale como 600 lucas un kit básico– cuenta Cristal Tapia, vecina de una de las pocas casas de dos pisos que hay en la playa. -Cuando se empieza a nublar, empieza a bajar la intensidad, y ahí uno enchufa y prende el generador. En el living de su casa, sus hijos están jugando Playstation, pero solo lo pueden hacer hasta cierta hora. Por la pandemia, los tres niños tienen que conectarse a internet para entrar a sus clases online, pero su permanencia en

EMPRESARIO. Helbert Hams no podría tener una empresa para vender pescado, si no hay agua potable, dice.

JOHAN BERNA

FAENA. Pescadores aficionados suelen contratar los servicios de Hams para ir a la mar.

el aula virtual –a la larga– va a depender de cuanta luz solar llegue a la casa. El ordenamiento territorial -o sea, lo que define si Cañamo es o no un sitio para vivir- obedece a un plan regulador, que es el que define en una comuna qué zonas son residenciales, cuales deben ser utilizadas para uso industrial, entre otras. En Iquique, el plano data de 1981, y a la fecha se trabaja en un anteproyecto para su actualización. En uno de los planos propuestos, Cañamo está dentro de la “Zona de Protección Costera”, definida por la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones como “en la que se establecen condiciones especiales para el uso del suelo, con el objeto de asegurar el ecosistema de la zona costera y de prevenir y controlar su deterioro”. En otro, el espacio cuenta como “Zona de equipamiento preferente”. BUSH IN ACTION intentó tener una opinión del municipio sobre el tema, sin éxito hasta el cierre de esta edición. anaranjado se acerca lento hacia la costa. A bordo, un hombre de gorra blanca trata de remar lo más cerca posible de un trozo de roca que alguna vez fue un bloque de hormigón. Antes era el pequeño muelle que los mismos habitantes de Cañamo construyeron para que recalaran las chalupas, pero una marejada lo echó abajo y ahora hay que afirmarse de lo que sea. Cuando el botecito ya está a centímetros del ex-muelle, hoy amasijo de cemento pegado a la roca, los dos pasajeros se levantan para sujetarse y saltar

Sin luz las 24 horas, Julia Quezada tiene una técnica: desenchufa la congeladora a las 4 de la tarde, esperando la mañana siguiente.

MENSAJE. El crecimiento exponencial del pueblo hizo que se hiciera difícil el reparto de agua entre todos.

a la orilla. El primero toca tierra firme, mira hacia atrás y ve que su compañero cayó al agua. Solo su cabeza está en la orilla, con más cara de resignación que enojo. Entre dos tratan de ayudarlo a salir del mar, hasta que el hombre por fin se aferra y da unos pasos. Se toca el pantalón y del bolsillo saca un celular chorreando. –Han caído varios viejos al agua– reflexiona Ramiro Cuevas, buzo y pescador de Cañamo. –Ibamos a hacer una escalerita, ahí quedó un pedazo. Cuevas es uno de los trabajadores del mar de la zona que ahora ven limitada su capacidad de producción. Como están construyendo unos puertos para el carguío de concentrado –es lo que cuenta–, los botes no pueden ir a pescar ni bucear cerca de las faenas. En noviembre, dice, ese trabajo comenzó a agilizarse y no hay vuelta atrás. Cuando le preguntan si la nueva edificación perjudicará su vida, el hombre dice que tiene pro y contra. Pro, que traer trabajo a la zona es muy bueno, porque dicen que van a quedar 2.500 contratados. Contra, que los pescadores van a tener que ir a buscar otras zonas para seguir en lo suyo. No podemos ir en contra del gigante que es la minería, dice. –La comunidad era chiquitita y estaba a mal traer. Llegó la minera y empezaron a ofrecer algunos proyectos, atenciones, algunas cosas. Esas atenciones se ven en varias caletas y se coordinan en mesas sociales comunitarias. Collahuasi, por ejemplo, pone puntos de reciclaje, o una red de costureras para fabricar

EMPAPADO. Un hombre cae al agua cuando intenta desembarcar en el montón de rocas que queda del ex muelle.

mascarillas. Es, según dicen, la parte bonita del progreso.

LA PARTE MALA –Mi marido murió de cáncer. Le tomó los nervios y después a los pulmones. Ahí tuve que seguir sola- cuenta Julia Quezada. Hace más de dos décadas que el compañero con el que llegó a Cañamo ya no existe. La historia está contada en un tiempo en que la termoeléctrica Tarapacá, generadora a carbón y propiedad de Enel, era literalmente un dolor de cabeza. Se dice literal, porque era uno de los síntomas que los pobladores decían sentir por las noches. Quezada no sabe si era ácido, o carbón. Pero sí recuerda que cuando caía el sol, bajaba un humo que los hacía despertar del ahogo. Mucha picazón de nariz, mucha cefalea. Ella lo asimila como cuando lanzan una bomba lacrimógena y la sensación de sentirse en permanente sofoco. No tiene a ciencia cierta un estudio que diga que efectivamente la gente se contaminó, pero sí que cuando le pusieron candado por fuera a ese lugar, se acabó el famoso humo por la noche. La Central Tarapacá debía cerrar en mayo del año pasado, pero su fin se adelantó para enero. María Zurita, a su lado en la mesa, dice que recuerda que el caballero de al lado murió por un infarto, era asmático. –La gente falleció sin hacerse un examen (…) Hay mucha gente que ha muerto de esa enfermedad, por contaminación. En la carretera hacia el sur, junto con un letrero verde que avisa que se está en el sector de Patache, hay uno que indica hacia donde se encuentra “Playa Cañamo”. En el piso, hay otro hecho con un cholguán y rayado

con spray negro que emplaza al alcalde de la comuna: “Soria, Cañamo es Iquique, trae agua”. El autor de ese letrero es Helbert Hams, buzo, mariscador y hoy dedicado al servicio de embarcar a turistas amantes de la pesca que no tienen un bote que los lleve a la mar. Hams los lleva y los trae. A veces les va bien y en otras ocasiones los visitantes se caen al agua por la falta de muelle, como hoy. Hams está de brazos cruzados, una polera negra con el nombre del pueblo y da grandes aspiradas de un cigarrillo al hablar. –La municipalidad tiene problemas con sus camiones y a raíz de eso nosotros somos los perjudicados porque no tenemos una constancia con el agua. No viene cada 15 días. A los 15 días el camión está malo, que no tiene frenos... siempre tienes que estar restringiéndote con el agua. El microempresario dice que ha pasado días sin tener agua dulce, y tiene que salir a comprarla. Sin agua, hacer un emprendimiento relacionado con el mar -ejemplo, vender pescado, poner un local de empanadas- no será posible porque no habrá autorización para hacerlo legal. Como tampoco hay alcantarillado, los baños van a dar a las fosas sépticas, carísimas de vaciar. Traer un camión de Iquique para que saque hasta la última gota de feca, cuesta 180 mil pesos. Además, está el problema de la población. Cañamo tiene el triple de habitantes que hace unos años, asegura el hombre, lo que hizo que el servicio de agua potable sea más complejo para todos. Como primer director del sindicato de pescadores, uno de sus objetivos es poder al menos luchar para tener esos servicios básicos que un asunto burocrático les impide. Que los nombren caleta sería un paso enorme en el futuro del pueblo. La razón de porqué no los han desalojado, dice, es que la caleta llegó antes que el progreso, ese mismo que los tiene encajonados. –Al ser caleta, regularizamos terrenos, todas estas tomas nuevas que hay no se hubieran parado. Porque ahora es terreno de nadie, alguien quiere hacerse una casa y se la hace. –¿Qué futuro le ve usted a Cañamo? –Yo creo que va a desaparecer. –¿Los van a echar? –Sí. Yo creo que por ahí apunta. Somos la única caleta en el borde costero de Iquique que no tenemos muelle, no tenemos luz y no tenemos agua. ¿Y por qué? Helbert Hams termina de fumarse el cigarro y se despide. Sin certeza de un futuro con agua, luz o al menos, títulos de dominio -imposible-, el hombre cree que desde el sindicato podrán tener al menos el apoyo para levantar un proyecto que les permita construir una losa o una baranda para que los botes puedan llegar a algún lado y que la gente no se caiga al agua. Aunque no está declarado más allá que con el tecnicismo de “asentamiento humano”, afuera, en la carretera, hay un letrero verde que al menos le pone un primer nombre a este lugar. Dice, con grandes letras blancas: “Playa Cañamo”. Playa. Una playa que en la noche, así como en el papel, es invisible. Así como a esa hora los paneles solares ya no tienen razón de ser. v

ATARDECER EN PEINE. La localidad se ubica a 100 kilómetros de San Pedro de Atacama.

CUANDO EL COVID-19 LLEGÓ AL LUGAR MÁS RECÓNDITO DEL DESIERTO

BASTARON TRES MESES PARA QUE UN VIRUS DESCONOCIDO DIERA TODA LA VUELTA AL MUNDO Y LLEGARA A CHILE. EN EL DESIERTO, A 100 KILÓMETROS DE DISTANCIA DE LA CAPITAL COMUNAL MÁS CERCANA, LA ENFERMEDAD LLEGÓ A PEINE, CAUSANDO DOS FALLECIMIENTOS Y UNA CUARENTENA ESTRICTA PARA EVITAR QUE EL RESTO DE LOS ADULTOS MAYORES SE CONTAGIARAN. A UN AÑO, LA PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD ATACAMEÑA REPASA LOS DOS BROTES QUE HA VIVIDO EL POBLADO Y SU PASO POR EL HOSPITAL, LUEGO DE CONOCER EN PRIMERA PERSONA LAS CONSECUENCIAS DEL CORONAVIRUS.

EL PROYECTO “EL CONFINAMIENTO DE LOS PUEBLOS” es financiado por el Fondo de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile. Esta iniciativa fue aprobada por el Consejo Regional, CORE.

JOSÉ FRANCISCO MONTECINO L.

El 31 de diciembre del 2019, la ciudad de Wuhan, en China, reportaba un virus desconocido que estaba ocasionando problemas respiratorios en la población. El 5 de enero las autoridades chinas determinaron que los brotes eran provocados por un nuevo coronavirus (bautizado posteriormente como SARSCoV-2), y seis días después se anunciaba la primera muerte causada por éste. Para el 26 de febrero, ya había contagios en países como Japón, Tailandia, Francia, Estados Unidos, Brasil y Argentina. El 3 de marzo, se notificó el primer caso en Chile. Para el 15 de marzo, las autoridades confirmaban los primeros dos casos de covid-19 en la región de Antofagasta, se trataban de vecinos de Calama. La enfermedad provocada por este virus llegó desde Asia a la zona en solo tres meses. Con esta rapidez de avance, en Peine veían que podría ser cuestión de tiempo para que llegara el coronavirus a su localidad. A 100 kilómetros de distancia de San Pedro de Atacama, es uno de los poblados más alejados de la provincia de El Loa. Amanda Barrera (52), la presidenta de la comunidad atacameña de este poblado, explica que Peine está al lado de las industrias Albemarle y SQM, por lo que se ha transformado en el dormitorio de quienes trabajan en estos lugares. “En tiempos ‘normales’ (la población) ha llegado a triplicarse o cuadruplicarse por la población flotante”, dice Amanda. Y agrega: “Uno podría pensar que, al estar tan alejado, la pandemia no debería afectar (a Peine). Pero el temor que existía era justamente esta población flotante que venía de diferentes partes de Chile. Entonces el miedo a que el contagio se propagara rápidamente o que el virus entrara rápidamente al pueblo, generó que el directorio de la comunidad tomara acciones inmediatas. Y una de esas fue el cierre del pueblo”. La dirigente del poblado cuenta que, debido a este temor, la mayoría de los pueblos de la cuenca del salar empezaron a instalar barreras y cerrar sus entradas. “Nosotros conversamos con las empresas, contratistas y mandantes, que usaban los servicios de Peine, y les pedimos la salida, dándoles un plazo de abandono del pueblo”, dice Amanda. La urgencia, comenta, era proteger del covid-19 a los 67 adultos mayores y 76 niños que vivían en ese período en Peine. Por esta razón, la barrera solamente podía ser atravesada por los habitantes de la localidad. “Se establecieron normas y reglamentos que permitían solo la salida en caso de emergencia. Y todo el abastecimiento lo generó la comunidad. Lo hicimos a través de pedidos que hacíamos a las empresas de productos de carne, abarrotes. Así lo hicimos”, explica la dirigente de Peine. Sin embargo, aún con la salida de los trabajadores de las industrias colindantes, aún con el cierre total del poblado, aún cuando solo podían ingresar los mismos vecinos de pueblo, el SARS-CoV-2 llegó a Peine en mayo del 2020. Desde Wuhan a Peine, el covid-19 tardó solo cinco meses en arribar.

Amanda Barrera no sabe cómo pasó. Cuenta que presumen que alguien salió de Peine por algún paso no habilitado y reingresó sin que nadie se percatara. “En ese tiempo se había producido en Caspana un contagio, y alguien habría salido hacia allá. Eso manejamos hasta el momento, porque teníamos un control tan resguardado”. “Se contagió la población adulto mayor. Perdimos a dos.

COMUNIDAD. Durante la pandemia el pueblo de Peine fue cerrado y se estableció una cuarentena estricta. Perdieron la vida”, comenta Amanda. Uno de ellos, agrega, era una persona con perfecto estado de salud y lucidez. Sin embargo, no contaban con el equipamiento sanitario necesario para asistirlo: “El pueblo tenía muy malas condiciones de salud. La posta está muy mal equipada; teníamos solo una TENS que estaba en servicio, la otra estaba de vacaciones; y tampoco teníamos ambulancia. El oxígeno tampoco funcionaba muy bien”. “No tuvimos ambulancia para transportar a esta persona, y la demora que nos significaba el pedir una y que llegara, era una pérdida de tiempo increíble”, dice la dirigente de Peine. En total, afirma Amanda, se enfermaron alrededor de 41 adultos mayores en ese brote de coronavirus. Añade que se tuvieron que equipar con oxígeno, y también contratar un profesional médico junto con otra TENS de apoyo, para hacer visitas a domicilio y atender a los enfermos. “Teníamos el apoyo de profesional médico que es de la comunidad, que es atacameño, y una TENS que igual es de la comunidad. Tuvimos que adquirir varios equipos, para medir temperatura, oxígeno, para medir saturación. Todo eso lo tuvimos que equipar en la comunidad, y la casa de huéspedes se transformó en residencia sanitaria. Ahí es donde teníamos los aislamientos”, explica. Además, se decidió instalar una cuarentena total obligatoria en Peine, barrera con la que solo circulaban dos personas por el pueblo con turnos de 24 horas. Ellos se encargaban de abastecer a la gente, entregando agua o alimentos. “En esa época Peine se transformó en un pueblo fantasma. Solo circulaba la camioneta de la comunidad con las dos personas que hacíamos turno las 24 horas. También recibimos el apoyo de un comunero que preparaba las hierbas que nos sirvieron muchísimo para poder recuperar

a la población”, dice Amanda. –¿Qué hierbas usaron? –Una mezcla de hierbas, que se dan solamente en la alta cordillera. Y que las prepara un comunero al fuego, de acuerdo con nuestras creencias. Cuando partió la pandemia, se hablaba mucho de que el eucalipto servía, que las hierbas calientes se debían mezclar con limón, y eso lo empezaron a preparar. Las hierbas que generalmente se usan son copa-copa, ricarica, y eso lo mezclábamos con eucalipto y limón. Se hacía ese brebaje y lo repartíamos todos los días en termos a las personas que estaban afectadas de salud, que eran adultos mayores, junto con el almuerzo para cada uno de ellos. Con eso logramos recuperar a la población. La dirigente cuenta que “en el periodo que tuvimos de pandemia, hicimos llegar cartas a la autoridad comunal, de la provincia y también de la región, para poder solucionar un poco las dificultades que se nos presentaban con la posta y los servicios de la TENS. Y, además, pedirles que nos facilitara un poco el tema permitiendo que nuestro personal médico atendiera en la misma posta; que se nos entregara la ambulancia que por años estaba comprometida a la comunidad; y que se terminara de construir una posta nueva, cuyo proyecto lleva durmiendo hace años”. –Como presidenta de la comunidad, ¿qué sintió cuando el covid-19 entró? –Fue un golpe. Pensábamos en la población en general que, sacando las empresas, sería la solución. Pero no falta la persona que no cree que esto era tan grave, o pensaba que arrancándose del pueblo a escondidas y volviendo no iba a

PUEBLO FANTASMA. Durante los días del covid en Peine sólo circulaba la camioneta de la comunidad con dos personas repartiendo ayuda.

pasar nada. Esa fue una lección que aprendimos en el primer brote, que no es posible controlar a toda la gente, porque no todos se mentalizan a favor del pueblo. –¿Cómo lo controlaron? –Logramos salir adelante con estos abastecimientos que teníamos, las ayudas que pedimos. Obviamente la economía del pueblo se vino abajo de manera inmediata al sacar las empresas. La gente vive de los ingresos que les produce la minería no metálica, como alojamientos, servicio de alimentación, lavandería. La economía circulaba en lo que generaba la minería. Por eso necesitábamos sustento y apoyo de la comunidad, y se entregaron cajas de alimentos, artículos de aseo y sanitarios. Generamos convenio con una empresa de

sanitización para todos los espacios públicos, las casas de los adultos mayores y de los contagiados. Hubo toda una planificación para salir adelante. Y logramos salir. En julio la barrera se convirtió en una de control sanitario. Finalmente, dice Amanda, el 9 de julio se levantó Durante el primer brote la cuarentena y volvieron, un poco, a la normalidad, de covid la aunque los adultos mayores comunidad no contaba con se negaron a la apertura del pueblo y que se mantuviera buen el control sanitario, menos estricta, equipamiento y condiciones pero sin dejar ingresar a turistas y personas externas. de salud. *** Amanda, sin embargo, recalca: “El segundo brote que se produce a fines de enero y principio de febrero del 2021, fue más agresivo”.

HIERBAS. En el pueblo se repartían termos de copa-copa y rica-rica, mezcladas con eucalipto y limón.

COMUNIDAD DE PEINE Si para el primer brote del año pasado tenían por lo menos una hipótesis de cómo el covid-19 ingresó a Peine, para el segundo ya no pudieron definir de qué forma se inició. “Justamente tuvimos un fallecimiento por causas naturales de una abuelita, y como estaba en Fase 3, se permitió el funeral de manera más normal, según las tradiciones del pueblo, donde la comunidad va a acompañar al velorio, y dura un día entero”, dice Amanda. La dirigente confiesa que estaban tranquilos, “y quizás hay que reconocer que fuimos un poco descuidados. No podemos indicar cómo y en qué momento (empezó el rebrote), porque igual tuvimos una asamblea en esos días. Una gran parte de la población fue contagiada pero esta vez más juventud, más adultos. Entre ellos yo”. Barrera dice que terminó en el Hospital Carlos Cisternas de Calama, y que “afortunadamente ya teníamos una ambulancia. No nueva, pero que se agradece y sirve, porque si no hubiera estado, yo no estaría contando esta historia”. Cuenta que no tuvo fiebre, pero sí molestias que atribuyó al colon. Un viernes, se dirigió a la posta donde ya estaban tomando exámenes PCR para detectar contagios de covid-19. “Tenía tos, como que no podía respirar bien. El sábado no salí de casa porque ya me sentía mal. Tomé las hierbas con limón y me dormí. Al día siguiente ya no me podía levantar”, explica. Amanda corría doble riesgo, al tener una arritmia de base que la afectaba. Llamó a la posta, y cuenta que le dijo a la TENS: “Si no me iba a buscar ahora y no me lleva, me voy a morir”.

La dirigente recuerda que no podía moverse, porque todo le quitaba el aliento. Llamaron a la ambulancia para trasladarla de urgencia. “Me pusieron oxígeno, y con eso fue un tremendo alivio”, cuenta Barrera. Añade que “me tomaron el PCR y me trasladaron inmediatamente a Calama, al Hospital Carlos Cisternas. No recuerdo la hora en que habré llegado, pero debió ser mediodía”. “Pensaba que no iba a sobrevivir”, dice. Comenta también que, para el primer brote, tomaron todas las medidas y no se contagió, pese a estar en contacto con los enfermos. “Esta vez había sido distinto y la variante era más agresiva. A medida que nos enterábamos sobre los enfermos del pueblo, nos dimos cuenta de que era distinto, había otros síntomas asociados, que no estaban en la primera vez”. Cuando llegó al Carlos Cisternas, los especialistas le tomaron exámenes. Amanda dice que inmediatamente la tomó un kinesiólogo. “Creo que fue lo más acertado”, explica, y comenta que “se trata cómo uno respira o retoma esa condición respiratoria que ha perdido. Fue muy bueno. Tenía tres kinesiólogos que iban cada tres horas a hacer ejercicio. Era un proceso súper doloroso, porque no podía respirar, me quitaban el oxígeno y me hacían caminar, mientras ellos me sostenían”. Todo lo anterior le sorprendió a la dirigente. “Siempre imaginé que un profesional médico no iba a querer tocar a una persona enferma de covid-19, o tratando de hacer lo menos posible con ellos. Pero no fue así. Tenía la disposición de ellos las 24 horas, siempre estuvieron pendientes y de las secuelas que origina esto”. Luego de cinco días internada, Amanda Barrera fue dada de alta. “Cuando salí del hospital estaba con diabetes, tenía muy alta el azúcar y me pinchaban insulina. A los tres meses se me desapareció”. Barrera también asegura que el cardiólogo le dio de alta, debido a que “la arritmia desapareció. No la tengo. Salí como nueva, aunque aún quedan molestias de circulación, pero con ejercicios se ha ido mejorando”. –¿Cómo se recuperó de la arritmia? –No tengo la menor idea. Sé que mucha gente estaba enviando buenas energías. Mi familia entera estaba orando por mí. Y uno en esas circunstancias se encomienda a Dios. Respecto al segundo brote en Peine, Amanda sostiene que también hubo cuarentena y encierro, pero no con la misma organización que el 2020. “Cuando logré salir de alta, organicé con el directorio para entregar alguna ayuda a los enfermos, que ahora era población joven, entre 20 a 30 años. No hubo afectación de los adultos mayores”. Afortunadamente, el covid-19 no cobró vidas en esta ola de contagios. A fines de febrero, Peine comenzaba a salir de este nuevo rebrote. Para julio de este año, el poblado empezó a reactivarse. “No hemos tenido brotes. Han ingresado empresas, pero no en la misma cantidad que antes. Está regulado todo sanitariamente”. –¿Con qué se queda de la pandemia? –Con la unión de un pueblo. Que la fe es un factor muy importante, porque es lo que mantiene, y cuando la gente siente cariño y envía buenas energías, ayuda a uno a recuperarse. v

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