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Se había levantado a las cuatro treinta de la madrugada una vez que su reloj biológico le había remitido las correspondientes señales, pues desde que había vivido en la zona asiática en donde llegaba amanecer a las cuatro horas, su funcionamiento interno se había adaptado de tal forma que ahora que se encontraba viviendo en la zona opuesta no podía evitar ese atípico despertar temprano y había readaptado parte de sus rutinas al mismo aprovechando para revisar la situación financiera de las distintas empresas y mantener reuniones con la zona Europa y Asia.
Sentado en el desayunador disfrutaba de su habitual Café de Colombia con leche de Queixa, de las montañas de Galicia, pues aprovechaba los desplazamientos de inspección que una vez al mes tenía que hacer a las sedes de Medellín y Vilagarcia para traer en el avión privado café en grano, que luego le tostaban a precio amigo o cliente VIP la casa de café que existía en su barrio y que tenía su propio café elaborado en base a la mezcla de granos procedentes de distintos países, y cajas de leche especialmente pasteurizadas y empaquetadas para que se mantuviera con pleno sabor al menos tres meses.
Pequeños placeres de la vida que solo unos pocos podían permitirse mientras en la pantalla virtual de la pared izquierda del desayunador iban apareciendo los distintos informes de situación de las distintas sedes agrupadas por continentes, pues en el diseño inteligente del habitáculo había solicitado que la zona izquierda se activara con su presencia una pantalla en la que apareciera dicha información dejando la pared derecha para la pantalla de conexiones personales, ya sean vis a vis, o reuniones de grupo, y la frontal para la emisión de imágenes de la tierra desde el espacio y del espacio mismo obtenidas de agencia aeroespacial estadounidense gracias a una conexión permanente con la estación espacial y el telescopio Hubble, pues siempre había mantenido que la mejor forma de tener los pies en la tierra es verla como si no los tuvieras para mantener la conciencia de que somos una parte infinitesimal del universo.
Contemplaba con satisfacción que la rama farmacéutica del grupo había aumentado el ritmo de producción y venta de la vacuna frente al virus del COVID19 a lo largo del mes de enero y que los distintos acuerdos firmados con los países les iba colocar, de seguir esta situación en una situación nunca imaginable de poder cuando el panel de la pared derecha se iluminó de color rojo con el mensaje en letras en negro “Tiene un mensaje encriptado urgente en su correo personal. Para abrirlo debe emplear la contraseña No me hace ninguna gracia. Si desea activarlo ahora diga Si, en caso contrario trascurridos treinta segundos se procederá al borrado de los datos existentes en esta red”
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