Smart TV Food Rubbish Scan
Extendió su brazo, al momento que se erguía un poco, lo suficiente y necesario, para alcanzar la copa que contenía la margarita que le acababan de servir y a la vez que retornaba a su posición de tumbado en la tumbona, la copa hacía ese movimiento de parábola manteniendo la horizontalidad para que no se derramara ni una gota, no podía perderse nada, pero todo se detuvo en un instante, o casi todo pues la mano con la copa se desplazaron hasta detenerse con la parte inferior de la boca, hasta que el borde salado se acopló al labio inferior, de forma que la mano podía llevar a cabo un movimiento ascendente para que el contenido comenzara a fluir hacia el interior de la boca cual manantial que comienza a brotar con un chorro fino pero constante. La unión momentánea finalizó y la copa retornó a una posición más estable de equilibrio encima de una mesa y el cuerpo a la que su espalda se adaptaba a la curva marcada por una tumbona. Cerró los ojos para perderse en el no pensar, mientras el sol de media mañana comenzaba a calentar la superficie, con los objetos y cuerpos que en ella se encontraban para que la temperatura ambiente alcanzara los veintisiete grados.
Hacía cinco años que había sido contratado por una de la grandes compañías del valle de silicio, y por el contenido y objetivos de su trabajo este podría ser desarrollado desde cualquier punto espaciotemporal, así que había invertido en un par de inmuebles en la zona de la bahía y en otro en un lugar aislado con vistas al mar sin interrupciones por nieblas ocasionales que a veces se apalancaban como si fueran clientes de agarrados a una barra que parecían no tener casa, pues del sitio no se movían aunque llegara y pasara la hora indicada, situaciones que pasaban de lo esperado a la indiferencia a ser molestas por su invariabilidad y constancia, así que si se puede, y sí podía, mejor encontrar un lugar en el que esa clase de intrusismo no deseable pudiera ser evitado.
Pero a su vez deseaba evitar esa suciedad y hacer de no hacer de la gente que cada vez ocupaba más con sus tiendas las calles de los centros urbanos. La crisis sobre crisis o la crisis que antes era cíclica y que ahora era lo habitual, de forma que ya nadie hablaba de ella, sino de burbujas que explotaban en un momento dado, pues el desgaste era continuo con la eliminación constante y sin pausa de lo que se denominaba clase media y explosiones de burbujas en un sector u otro que daban acelerones a esa eliminación de calidad de vida en seres de forma que el número de desempleados que iban en aumento aumentaban a su vez el número de personas sin techo. El sueño americano ya no era productivo y había tocado techo, ya se había logrado que la mayor parte de la población fuera dueña, en base a hipotecas bancarias, de una casa y de al menos un coche por vivienda, así que ahora tocaba quitarle el derecho de uso de los mismos o su usufructo, pues su propiedad nunca había sido tal pues del banco prestador o mantenedor de la hipoteca era.
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