Filipo contra los persas y otros cuantos epigramas* Víctor Cabrera
* Estos epigramas están inspirados en la figura de Marco Julio Filipo o Filipo el Árabe (c. 204-249), emperador romano (244-249) quien, como militar, se distinguió en la campaña contra los persas.
Filipo contra los persas
E
nvalentonado con el vino del elogio que le dan sus lambiscones, el CĂŠsar apocado la ha emprendido en contra de los persas, del opio traficantes. Los persas, no muy dados a la risa, estĂĄn que se mean a carcajadas.
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De onomástica1
F
ilipo, conoces bien la historia del César que en su infinita necedad nombró cónsul de Bitinia a su caballo. Filipo, la Historia se repite: el Hado, no menos veleidoso, ha nombrado Emperador a un asno aficionado a los caballos.
1 La voz griega Φίλιππος [Filipos], de φίλος [filos] “amigo”, e ϊππος, [ipos] “caballo” designa, literalmente, a un “aficionado a los caballos”; de ella provienen también las variantes castellanas Felipe, Filipe y Filipo; la francesa Philippe; la inglesa Philip; y la italiana Filippo. [Fuente: Gutierre Tibón, Diccionario etimológico comparado de nombres propios de persona, Fondo de Cultura Económica, México, 1986].
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Filipo el Grande
Le viene bien el uniforme
militar a nuestro César, pues todo en él se ensancha y engrandece: el broncíneo pectoral que le tapa más abajo de la panza; las grebas que le trepan arriba de los muslos; la espada que en su mano quintuplica su tamaño; el yelmo que le ciega la mirada. Todo Filipo lo vuelve, pues, enorme: así él es de pequeño.
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Vía Apia
Por demostrar que no temen al Imperio,
los persas regaron de cadáveres la Vía Apia. Fue, por cierto, un espectáculo grotesco... Igual que el del procónsul que quiso serenarnos declarando que de los muertos ninguno era romano.
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La cvltvra persa
Para mostrarnos que son cultos a su modo,
los persas vinieron a dejar treinta muertos afuera del Liceo. Nos dejaron también este mensaje:
“Poetas del bacío oradores de la nada filósofos del caos: Estos que beis cadaberes romanos trivuto son para Ahrimán nuestro patrono. Para que aprendan a respetar nuestra cvltvra”. 11
El duelo del César (Epigrama hallado en un charco de sangre)
Tres días de duelo, Filipo, decretaste
en homenaje a los caídos en tu guerra en contra de los persas y de los hashishini. Tres veces cien por mil por treinta días de luto le concedan los dioses al Imperio por enviarnos a un César como tú tan deleznable. (Y sabe, de paso, tiranuelo, que el dolor no se porta por decreto).
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El turismo en Roma (The Royal Tour)
Filipo —conocido también por Cicerone—
les muestra a los turistas extranjeros el esplendor patinado del Imperio. De espaldas al osario de sus guerras, desde la cima del monte Palatino, abarca con un gesto amplio de su mano la vastedad de la Ciudad Eterna, y explica con orgullo a nuestros visitantes: “Amigas y amigos, estas ruinas que ven las culminé en sólo cinco años”.
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De onomástica II
Si por capricho del Hado fuiste César y Filipo por tus dotes de jinete, por convertir a Roma de nuevo en un campo de cenizas te llamaré Nerón II.
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Filipo el Justo
Son tontos los que dicen
que César es crüel y vengativo, y mienten todos ellos cuando al verlo le gritan asesino. Son necios, pero él sabrá dar a todos su castigo.
19
La sabiduría del emperador
Eres, Filipo, más sabio que Sila,
quien tanto despreciaba a los romanos que prefirió abdicar a gobernarlos. Igual que él, tú nos desprecias, pero no renunciarás hasta ver a todos muertos.
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Las drogas destruyen
Tienen raz贸n tus c贸nsules y generales
cuando dicen que el hashish corrompe y mata el opio:
Ya hace tiempo que ellos fueron corrompidos y hoy contamos nuestros muertos por millares.
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Control natal
Oponiéndose al legado
de precursores que él más venerables, el Emperador ha decretado severas penas contra doncellas, esclavas y libertas, señoras y plebeyas que interrumpan su preñez por propia voluntad y medios ajenos a Natura. Defiende así la vida, desde la concepción, de los muertos futuros de sus guerras.
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Los funerales de un poeta
Orador en las exequias de Virgilio, el César declaró que ha muerto el ínclito poeta para hacerse amar aún más por todos los romanos. ¿De mí quieres un consejo, oh, dulce Emperador? Tú también haz que te ame Roma entera.
27
Disolución de un emperador romano
N
“ adie habla mal de mí —dice Filipo. Las críticas no mellan mi armadura. Son ahora quienes buscan hacerse con las riendas del Imperio el blanco de la inquina y de las burlas”. Y no es que hoy veneremos más al César ni que lo amemos por justo y bondadoso: Si no lo hieren ya las flechas del sarcasmo, es porque Él se va desvaneciendo, se diluye, se afantasma en cada noticiero. Y si en Roma no hablamos más de César será porque creemos que César ya no existe. 29
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Dices, César, de mí
que soy ingrato e insolente porque lanzo contra ti estos dardos que lees envenenados a pesar del estipendio que por hacerlos recibo del Imperio. Lo dices, César, como sí de tu talega salieran los sestercios y no de los tributos que esquilmas a Cinna el músico y a Gayo el tabernero, a Flaco el constructor y al bardo Quintiliano, a la ramera Gala y a Elio el abogado, al peluquero Pantagato 31
y a Pompulo el escritor, a Cosmo el maquillista, a la espantosa Basa y a mi mujer Licoris, a Tulio, que perdi贸 tres hijos en tus guerras. Filipo, como ves, mis versos s贸lo hacen justicia a sus mecenas.
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