2G DOSSIER IBEROAMERICA

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BrasilBrazil Arquitectura anacoreta Anchorite architecture alexandre cafcalas

“Anacorese = toda fantasía de retiro sobrio. Imagen pacificadora de Espinosa. Anacorese: solución individualista para la crisis del poder. Huyo, niego el poder del mundo, los aparatos; quiero crear una estructura de vida que no sea un aparato de vida. De ahí el acto simbólico de ruptura: anakhorein = recusar el poder, objetar al poder (o al menos, a los demás, como poder)”. Roland Barthes, Cómo vivir juntos, 2002.

“Anchoresis = any fantasy of sober withdrawal. A pacifying image of Espinosa’s. Anchoresis: an individualistic solution to the crisis of power. I flee, I deny the power of the world, of systems; I wish to create a structure of life that isn’t a system of life. Whence the symbolic act of rupture: anakhorein = refusing power, objecting to power (or at least, to other people, as power).” Roland Barthes, How to live together, 2002.

Cuando la modernidad brasileña legitimaba su madurez, y tras una visita al edificio sede del Ministerio de Educación y Salud,1 el artista y arquitecto suizo Max Bill hablaba en su artículo de 1954 “The architect, the architecture, the society” de un conjunto de críticas a la nueva arquitectura brasileña, que se podría resumir en la frase siguiente: “en mi opinión, la arquitectura de Brasil se arriesga a caer en una posición de academicismo antisocial”.2 Bill llamaba la atención sobre la pérdida de preocupaciones fundamentales relacionadas con el significado y la función social de los edificios modernos brasileños, que, según él, se traducía en su servidumbre hacia el usuario, lo que se explicaba por la inclinación de los jóvenes arquitectos brasileños a situarse dentro de un contexto de posturas estéticas que tendía al academicismo formal, un tipo de manierismo lecorbusieriano. Algo más tarde, Bruno Zevi denominaría a este fenómeno como “moda lecorbusieriana brasileña” que distanciaba a los arquitectos brasileños de lo social y, más tarde, del debate mundial. Mientras que en Europa y en Estados Unidos las críticas a la modernidad se organizaban y anunciaban su crisis, los principales arquitectos de Río de Janeiro y São Paulo fortalecían y difundían comportamientos academicistas consolidando el entender el objeto arquitectónico a partir de un modelo taylorista lecorbusieriano, al tiempo que creaban cuerpo y sentido para que apareciera la Escuela Carioca y, más tarde, la Escuela Paulista. Se cerraba así, definitivamente, el paso a todo tipo de discusión sobre cualquier crisis de la modernidad en el país durante el siglo XX, a la vez que consolidaba también cierta distancia de las discusiones internacionales. En la actualidad, ante la urgente necesidad de renovación de los lenguajes de expresión y la expansión del horizonte creativo, oriundos del nuevo pacto global que todavía estamos negociando entre todos, desde

As Brazilian modernity was establishing the legitimacy of its maturity, and after a visit to the headquarters of the Ministry of Health and Education,1 the Swiss artist and architect Max Bill referred in his article “The architect, the architecture, the society” (1954) to a set of criticisms of new Brazilian architecture which could be summed up in the following sentence: “In my opinion, the architecture of Brazil runs the risk of falling into anti-social academicism.”2 Bill drew attention to the loss of fundamental preoccupations relating to the meaning and social function of modern Brazilian buildings, which, as he saw it, resulted in their servitude towards the user, something which was explained by the inclination of young Brazilian architects to situate themselves within a context of aesthetic postures tending towards formal academicism, a type of Corbusian mannerism. Some time after that, Bruno Zevi would call this phenomenon the “Brazilian Corbusian fashion”, which distanced Brazilian architects from the socius and, later, from world debate. While in Europe and the United States criticisms of modernity were organised and announced its crisis, the principal architects of Rio de Janeiro and São Paulo strengthened and disseminated academicist behaviour patterns by consolidating understanding of the architectonic object on the basis of a Taylorist Corbusian model while also creating a corpus and meaning so that the Carioca School and, later on, the Paulist School might appear. The way was thus definitively blocked to any type of discussion about a crisis of modernity in the country during the 20th century, while also consolidating a certain distance from international discussions. Today, faced with the urgent need to renew native languages of expression and with the expansion of the creative horizon of the new global pact we are still negotiating among ourselves, from Russia to Haiti, one of the most interesting—and oddest—phenomena that is

Alexandre Cafcalas (1972) es arquitecto por la Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade de São Paulo (FAUUSP). Actualmente investiga sobre arte y arquitectura brasileña en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), donde estudia doctorado. Ha fundado 55ONZE, plataforma multidisciplinar con sedes en Brasil y España, desde donde desarrolla proyectos de arquitectura, diseño de acción, gráfico y multimedia, publica artículos y organiza exposiciones.

Alexandre Cafcalas (1972) graduated as an architect from the Architecture and Urbanism Faculty of the Universidade de São Paulo (FAUUSP) and currently researches into Brazilian art and architecture at the Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), where he is doing his doctorate. He founded 55ONZE, a multidisciplinary platform with centres in Brazil and Spain, from where he undertakes projects in architecture, action, graphic and multimedia design, publishes articles and organises exhibitions.

Proyecto de, entre otros, Le Corbusier, Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Affonso Eduardo Reidy, 1936.

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Véase: Bill, Max, “The architect, the architecture, the society”, en Architectural Review, 694, vol. 116, octubre de 1954, págs. 238-239.

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A design by, among others, Le Corbusier, Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Affonso Eduardo Reidy, 1936.

Cf. Bill, Max, “The architect, the architecture, the society”, in Architectural Review, 694, vol. 116, October 1954, pp. 238-239.

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Rusia a Haití, uno de los fenómenos más interesantes —y curiosos— que está ocurriendo en Brasil es la recuperación de posturas formales y tecnológicas que buscan la identificación ideológica en escuelas estéticas locales —principalmente la Escuela Paulista— que han tenido un papel fundamental en la difusión de la arquitectura brasileña. Distancia y creatividad En este contexto, esta vuelta a los lenguajes academicistas por parte de un grupo de jóvenes arquitectos —contrarios a la apertura “antropofágica” de los primeros artistas modernos que “todo comían” a principios del siglo XX— recuerda el “primer alejamiento” del debate internacional de los primeros arquitectos brasileños modernos de la mitad del siglo XX. Como sucedió en el pasado, este “alejamiento” actual parece tener la finalidad de abrir espacios a partir del establecimiento de lo que Nicolas Bourriaud ha llamado de “distanciamiento activo” del universo exterior, y que, a su vez, se hace incuestionable como instrumento de recuperación de la lógica de una micropolítica de resistencia. Es decir, parece ser que el objetivo de estos arquitectos jóvenes es continuar reafirmando el lugar de independencia del discurso brasileño, mediante la reiteración de una estética auténtica, local, que reivindique la presencia de un modelo nacional, a partir del rechazo vehemente de la adopción de un patrón de lenguaje común, globalizado y difícilmente no vaciado en su personalidad, visto como un tipo de architecture lite, por adaptar la expresión art lite de Catherine David para referirse a la falta de consistencia ideológica y formal de los regímenes estéticos seudocríticos e ingenuos que tanto abundan en la actualidad. Lo que ayuda a justificar este distanciamiento natural del mundo — que ha configurado un horizonte creativo particular, con respuestas estéticas a partir de sus propias razones determinantes, y también explica cualquier tendencia a su actual repetición confundiéndolo con un deseo del “local versus global”— es un tipo de alejamiento inherente: un distanciamiento natural, o “pasivo”, entre los brasileños y el espacio-tiempo común del mundo. Aunque de una forma subjetiva, la compleja razón mestiza de la sociedad y de la cultura brasileñas, cultivadas en una condición geopolítica particular (que casi pasa por autónoma) excluye cualquier término de comparación, aunque sea con su vecino más cercano. Así, ni el lanzamiento del telescopio espacial Hubble, el fin de la Guerra Fría, la unificación de las dos alemanias, ni la inauguración del McDonald´s más grande del mundo en Pekín, han parecido tener la más lejana relación con los brasileños. Distancia y modernización ¿Es la elección de un proyecto de continuidad estética como aparente sobre-vida ideológica, la (re)identificación de la actualidad y validez del discurso moderno, a pesar de su descontextualización histórica y cultural, lo que mueve a estos jóvenes arquitectos? Aunque todavía cabe la posibilidad de que su inalienable e inmensurable “carga sólida” cultural, en palabras de Zygmunt Bauman, fuera lo que justificara este proyecto de fluida continuidad estética como un difícil, lento, pero, sobre todo, natural apearse de un momento histórico, todavía con sus límites borrosos entre el pasado reciente y el presente. Oscilando entre estas dos posibilidades, la porción de la producción arquitectónica actual que nos interesa intenta encajarse, incómoda todavía, en la nueva geografía del país y del mundo. Para lograr avanzar, se hace urgente formular una posición crítica clara respecto a su siglo de modernidad, donde el binomio “modernidad versus modernización industrial”, a la vez que delineaba la silueta arquitectónica y tecnológica del país, confundía, reunía y apartaba a los principales agentes de la construcción social y cultural. Debemos hacer aquí un rápido paréntesis y volver a la década de 1960, momento en el que un amplio movimiento de revisión de las prácticas artísticas pasó a centralizar el sentido de sus estéticas en la figura del usuario, acusando una amplia crisis en la modernidad, a

occurring in Brazil is the recovery of formal and technological postures which seek after ideological identification in local aesthetic schools—mainly the Paulist School—which have played a fundamental role in the diffusion of Brazilian architecture. Distance and creativity In such a context, this return to academicist languages on the part of a group of young architects which, opposed to the “anthropophagic” openness of the first modern artists who “devoured everything” at the beginning of the 20th century, recalls that “early distancing” from the international debate of the first Brazilian modern artists of the mid20th century. As occurred in the past, this current “distancing” seems to be aimed at opening up spaces on the basis of establishing what Nicolas Bourriaud has called the “active distantiation” of the external universe and which in turn becomes unquestionable as an instrument of recuperation of the logic of a micropolitics of resistance; that is to say, it seems that the goal of these young architects is to go on reaffirming the position of independence of Brazilian discourse via the reiteration of an authentic local aesthetic. This aesthetic vindicates the presence of a national model based on a vehement rejection of the adopting of a model of common language which is globalised and all but devoid of personality, seen as a type of “architecture lite”, to adapt Catherine David’s expression “art lite” to refer to the lack of ideological and formal consistency of the pseudo-critical and ingenuous aesthetic regimes that are so plentiful right now. What helps to justify this natural distantiation of the world—which has shaped a particular creative horizon with aesthetic responses based on their own determinant reasons, and also explains any tendency towards its actual repetition by confusing it with a desire for the “local versus the global”—is a type of inherent distancing: a natural, or “passive”, distantiation among Brazilians and the common space/time of the world. Albeit subjectively, the complex, mestizo rationale of Brazilian society and culture, cultivated in a particular geopolitical (and seemingly autonomous) circumstance, excludes any point of comparison, even with its closest neighbour. And so, neither the launching of the Hubble space telescope, the end of the Cold War, the unification of the two Germanys nor the inauguration of the world’s biggest McDonald’s in Peking have seemingly had the least thing to do with the Brazilians. Distance and modernisation Is the choice of a project of aesthetic continuity as an apparent ideological survival [sobre-vida] the (re)identification of contemporary existence and the validity of modern discourse what, in spite of its historical and cultural decontextualisation, moves these young architects? Although the possibility might still exist that its inalienable and immeasurable cultural “solid charge,” in the words of Zygmunt Bauman, is what would justify this project of fluid aesthetic continuity as a difficult, slow, but above all natural way to get out of an historical moment still with its indistinct boundaries between recent past and present. Shuttling between these two possibilities, the portion of current architectural production that interests us attempts to slot, as yet inconveniently, into the new geography of the country and of the world. In order to successfully advance, it becomes urgent to formulate a clear critical position with respect to its century of modernity, in which, at the same time as it delineated the country’s architectural and technological silhouette, the binary opposition “modernity versus industrial modernisation” confused, brought together and separated the main agents of social and cultural construction. We must quickly digress here and go back to the 1960s, a moment in which a broad movement of re-examination of artistic practice went on to centralise the meaning of its aesthetics in the figure of the user, betraying a widespread crisis in modernity, notwithstanding the prosperity of the process of industrial and institutional modernisation in


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pesar de la prosperidad del proceso de modernización industrial e institucional brasileños. En el ámbito de la construcción del espacio, las Arquitecturas biológicas de Lygia Clark, los Parangolés o los Penetrables tropicalistas de Helio Oiticica, y los espacios de recreación al aire libre de Waldemar Cordeiro, consolidaron el inicio de un proceso de cambios radicales como respuesta objetiva a la implementación de la dictadura militar en 1964. Dictadura que significó una alteración radical negativa y con efectos imprevisibles en el rumbo del país para el mundo artístico del momento, de ideología socialista. A diferencia de la postura que adoptó casi toda la clase artística, los arquitectos de la Escuela Paulista reiteraban su posición por conjugar arquitectura moderna con los índices de crecimiento económico e industrial —que, a pesar de la dictadura, eran elevados—, despejando así la duda sobre una posible crisis en el proyecto moderno. A partir de esta postura, que todavía reafirmaba sus orígenes en la vertiente industrial lecorbusieriana, la arquitectura que se desarrolló en los años siguientes al golpe militar no se diferenciaba en nada de la que lo precedió.Pasó a asumir una posición de exención, aislada en el panorama de la dilatada crisis geométrica e ideológica nacional diseminada por toda la clase artística del momento. En este contexto, se podría llegar a decir que la razón de las críticas que Max Bill lanzó al Ministerio de Educación y Salud, acusándolo del “primer aislamiento” brasileño de las cuestiones mundiales, coincide con las razones que siguieron apartando el discurso disciplinario arquitectónico del debate artístico y social también en el panorama nacional de las siguientes tres décadas: la exclusión del usuario como componente social, motivo y sujeto del espacio arquitectónico. Entonces, cabe preguntarse si en este período de exclusión de los agentes sociales del espacio arquitectónico, a favor del avance del desarrollo mecanicista nacional, se encuentra la evidencia de un constante esfuerzo de legitimación de la arquitectura brasileña a partir de sí misma, y la génesis del divorcio entre sociedad y discurso arquitectónico que tanto afecta negativamente a los nuevos arquitectos brasileños. Renegociando la distancia Lo que sí podemos afirmar es que el “retiro sobrio” creativo (anacoreta) de estos arquitectos brasileños funciona como elemento de proyecto, un tipo de territorio estético conocido, familiar y, sobre todo, con necesidad de diferencia —una vía de individualización—, que, al mismo tiempo, acusa un proceso histórico donde el reto es lograr inventar su propia “estructura de vida” a partir de la reinvención del mundo. Para ello, es imperativo conseguir evitarlo, algo que esta vez parece imposible. Y así se va aclarando un poco más la dificultad de la actualización de la arquitectura brasileña: una medida entre la recusación al mundo y la necesidad de su rediseño. Es decir, por un lado, es urgente que estos jóvenes arquitectos inviertan seriamente en una redefinición crítica de su territorio de actuación y, sobre todo, de su sujeto, a partir de un programa de abertura e inclusión. Un programa donde la reconciliación con las cuestiones relacionadas con la construcción de la sociedad —abandonadas bajo los planos del Ministerio de Educación y Salud— podrá ampliar fuentes de materia prima, interfaces de diálogo interdisciplinario y el reto de la disciplina en Brasil. Sustituir distancia por intimidad. Pero, ¿cómo es posible sustituir distancia por intimidad, si fue justo ese distanciamiento, ese deseo por ser extranjero en el mundo, ese endémico extranjerismo de desconexión, la principal garantía del motor creativo de la arquitectura brasileña en las últimas siete décadas? Esto es lo que se pregunta el pequeño grupo de arquitectos a que nos referimos en este texto. Y sus proyectos no son más que los primeros gestos en este proceso de negociación de la difícil reincidencia de la individualización del discurso brasileño.

Brazil. In the realm of the construction of space, Lygia Clark’s Biological architectures, Helio Oiticica’s Parangoles or Penetrables tropicalistas, and Waldemar Cordeiro’s open-air recreational spaces have consolidated the beginning of a process of radical change as an objective response to the implementation of military dictatorship in 1964, which signified a radical negative change with unpredictable effects in the direction of the country for the art world of the time and its socialist ideology. Unlike the stance that almost the entire artistic class adopted, the architects of the Paulist School reiterated their position by conjugating modern architecture with the rate of economic and industrial growth—which was high, despite the dictatorship—thus resolving doubts about a possible crisis in the modern project. Based on this understanding, which went on reaffirming its origins in the Corbusian point of view, the architecture developed in the years following the military coup was not in the least bit different from the one that preceded it; it went on the assume a position of immunity, isolated in the panorama of the long-drawn-out geometrical and ideological national crisis disseminated by the entire artistic class of the time. On the basis of this understanding, it could even be said that the reason for Max Bill’s criticisms of the Ministry of Health and Education, which revealed Brazil’s “basic isolation” from world issues, coincides with the reasons that also kept on cutting the architectural disciplinary discourse off from the artistic and social debate on the national scene of the next three decades: the exclusion of the user as a social component, motive and subject of architectonic space. Next, we might ask ourselves if in this period of exclusion of the social agents of architectonic space in favour of the advance of a mechanicist development on a national scale we find evidence of a constant effort of legitimation of Brazilian architecture on the basis of itself, and the genesis of the divorce between society and architectural discourse that has so negatively affected new Brazilian architects. Renegociating the distance What we can say is that the creative (anchorite) “sober withdrawal” of these Brazilian architects functions as a design feature, a kind of aesthetic territory that is known, familiar and chiefly with a need for difference—a way of individualisation—that at the same time reveals an historic process in which the challenge is to successfully invent its own “life structure” on the basis of the reinvention of the world. For that reason, it is imperative to make sure of avoiding it, something which appears impossible this time, and so the difficulty of the updating of Brazilian architecture is gradually clarified a little more: a measure caught between challenging the world and the need to redesign it; that’s to say, on the one hand it is urgent for these young architects to seriously invest in a critical redefinition of their territory of intervention and, above all, of their subject on the basis of a programme of openness and inclusion in which a reconciliation with issues relating to the construction of society, issues abandoned in the plans for the Ministry of Health and Education, will be able to enlarge sources of raw material, interfaces of interdisciplinary debate and the challenge of the discipline in Brazil and thus manage to replace distance by intimacy. But how is it possible to replace distance by intimacy, if it was precisely this distantiation, this desire to be a foreigner in the world, this endemic foreignism of disconnection, which was the main guarantee of the creative motor of Brazilian architecture over the last seven decades? This is what the small group of architects we refer to in this text asks itself, and their projects are no more than the first gestures in this process of negotiating the difficult recidivism of the individualisation of Brazilian discourse.


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