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ACTUALIDAD Los desafíos mundiales de la salud
LOS DESAFÍOS MUNDIALES DE LA SALUD
Las cifras y el alcance de la pandemia son impactantes. Sin embargo, habrá que sobreponerse a la coyuntura y, con una visión de largo plazo, instrumentar las medidas necesarias para evitar que un evento así pueda volver a tener lugar.
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Por Marta Svatetz Titular de Para la Salud S.A.
La epidemia de Covid-19 no puede entenderse sin la globalización. Tiene, además, algo inédito desde la gripe española; ha golpeado con fuerza a los Estados Unidos y a los países más desarrollados de Europa, donde la pandemia ha puesto de manifiesto debilidades y deficiencias de los sistemas de salud. A la vez, ha quedado en evidencia que la pobreza no es la causa única de las epidemias. En una sociedad que envejece, el cuidado de los ancianos parece haber sido descuidado y no sólo en Italia: el virus se extendió rápidamente en las residencias donde estaban alojados, lo que ha provocado que clínicas y hospitales hayan quedado al borde del colapso. Por otra parte, la necesidad de atender a los infectados ha impactado en otros problemas de salud, tanto por falta de capacidad hospitalaria como por el temor de la población al contagio, lo que plantea un desafío a corto plazo. “¿Estábamos preparados para esta crisis? Evidentemente no de manera suficiente”, afirmó el premier francés, Emmanuel Macron, a mediados de abril. “Lo que esta pandemia ya está revelando es que la atención médica gratuita, independientemente de los ingresos, antecedentes o profesión, y nuestro estado de bienestar no son costos o cargas sino bienes preciosos, activos indispensables cuando el destino ataca”. 1 Es difícil prever el “después Coronavirus”: la pandemia interpela a los sistemas de salud. ¿Vamos hacia un sistema más solidario? ¿Se podrá limitar el deterioro producido –en parte, pero no solamente– por el aumento de costos? ¿Se impone una mayor digitalización de la medicina, con sistemas de alerta epidemiológica en los que la vigilancia digital y el big data invadirán nuestra privacidad? ¿Y qué sucede en los países menos desarrollados, donde la información es escasa y dispersa? En China y otros países asiáticos la vigilancia digital se emplea para contener la epidemia y los ciudadanos la aceptan: ¿será así en Occidente?
Crónica de una pandemia anunciada
Los resultados del Coronavirus podrían haber sido menos costosos en términos de vidas humanas. En especial si los sistemas sanitarios hubiesen estado mejor equipados en recursos físicos y humanos, si la inversión en salud hubiera sido considerada prioritaria y si se hubieran asignado mayores recursos para prevenirla, muy inferiores a los daños económicos que causa. En mayo de 2016, el Banco Mundial lanzó el Servicio de Financiamiento para Emergencias Pandémicas (PEF) cuando el Ébola hacía estragos en África. El presidente de la entidad, Jim Yong Kim, aseguraba por aquel entonces que las pandemias representaban una de las mayores amenazas para las poblaciones y economías del mundo. Según investigaciones recientes, el costo global de las pandemias moderadamente severas y severas es de alrededor
El Presidente Alberto Fernández visitó el Hospital Cuenca Alta de Cañuelas. Foto: gentileza casarosada.gob.ar.
de US$ 570.000 millones por año, o el 0,7% del PIB; pero si se registrara en una escala tan grave como la gripe española de 1918, podría llegar hasta el 5% del PIB mundial. La OMS identifica enfermedades y patógenos en contextos de emergencia pública en los cuales se deberían enfocar los esfuerzos en Investigación y Desarrollo (I+D). La primera lista publicada en diciembre de 2015 se revisó por primera vez en 2017 y una segunda vez en 2018. Las enfermedades de esa lista no tenían vacuna desarrollada o estaba en estado experimental: Fiebre hemorrágica de CrimeaCongo (CCHF), Enfermedad por el virus del Ébola y enfermedad por el virus de Marburg, Fiebre de Lassa, Coronavirus del síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) y síndrome respiratorio agudo severo (SARS, Nipah y enfermedades henipavirales, Fiebre del Valle del Rift (RVF), Zika. También se agregaba: “Enfermedad X: representa el conocimiento de que una epidemia internacional grave podría ser causada por un patógeno que actualmente se desconoce y que causa enfermedades humanas, por lo que el Plan de I+D busca explícitamente permitir la preparación transversal para una ‘enfermedad desconocida X’ en la medida de lo posible”. Según John-Arne Rottingen, director ejecutivo del Consejo de Investigación de Noruega y asesor científico del comité de la OMS, “la historia nos dice que es probable que el próximo gran brote sea algo que no hayamos visto antes. Esa enfermedad X podría ser provocada por una enfermedad zoonótica, que salta de animales a humanos y luego se propaga para convertirse en una epidemia, de
la misma manera que el virus de la gripe porcina H1N1 en 2009”. En la medida en que el ecosistema y los hábitats humanos cambian, siempre existe el riesgo de que la enfermedad salte de los animales a los humanos. Un año atrás, la OMS advertía que la cuestión no es saber si nos golpeará otra pandemia, sino cuándo lo hará. Cuando llegue, se propagará con rapidez y quizá ponga en peligro la vida de millones de personas. Este año, la organización señalaba su profunda inquietud porque los dirigentes no estuvieran invirtiendo suficientes recursos en los sistemas de salud y respetando las prioridades sanitarias: “Ninguno de estos problemas tiene fácil solución, pero está en nuestra mano resolverlos. La salud pública es, en última instancia, una decisión política”.
Un segundo plano que se transforma en primero
Hay, desde luego, otras cuestiones sanitarias urgentes de dimensión mundial que la OMS señala y que el impacto de esta pandemia deja en segundo plano:
Fábrica Kolmi-Hopen en Saint-Barthélémy-d’Anjou (Francia) que produce máscaras quirúrgicas y FFP2. Foto: gentileza elysee.fr.
Cada año, casi un millón de personas mueren a causa del VIH/Sida.
Paludismo en África. Foto: UNICEF.
• Enfermedades infecciosas La OMS estimaba que en 2020 las enfermedades infecciosas (tuberculosis, hepatitis víricas, enfermedades transmitidas por vectores como el dengue, el paludismo, la infección por el virus de Zika, la fiebre chikungunya o la fiebre amarilla) y las infecciones de transmisión sexual acabarán con la vida de 4 millones de personas, en su gran mayoría pobres. Estas enfermedades se extienden a medida que las poblaciones de mosquitos, impulsadas por el cambio climático, colonizan nuevas zonas.
· Chikungunya: es una enfermedad que se manifiesta en África, Asia y el subcontinente indio, aunque en las últimas décadas los mosquitos vectores han aparecido en Europa y América (la enfermedad se manifestó en Italia en 2007 y luego en Francia). · La gripe aún es una de las mayores amenazas para la salud pública mundial. Cada año se registran en el mundo cerca de 1000 millones de casos: de ellos, entre 3 y 5 millones son graves, y entre 290.000 y 650.000 personas fallecen por causas respiratorias relacionadas con la gripe. · Según Unicef, más de 140.000 personas en todo el mundo murieron de sarampión en 2018, con brotes devastadores en todas las regiones. · Paludismo: en 2017 hubo 219 millones de casos y la cifra estimada de muertes fue de 435.000. La OMS urgió a actuar para combatir la situación en el África subsahariana (donde se registró el 92% de los casos y el 93% de los fallecimientos): la interrupción de las campañas con pesticidas y medicamentos podría provocar 769.000 decesos este año, un retorno a niveles no vistos en los últimos años. · Cada año, casi un millón de personas muere a causa del VIH/Sida. Desde el comienzo de la epidemia, más de 70 millones de personas se han infectado y la mitad de ese número ha muerto. Actualmente, alrededor de 37 millones de personas en todo el mundo viven con el VIH, siendo el África subsahariana la región más afectada.
• Resistencia a los antibióticos Según un informe de la OMS, esta es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo. Un creciente número de infecciones son cada vez más difíciles –y a veces, imposible– de tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia. Esto pone en riesgo los logros de la medicina moderna: sin un tratamiento eficaz, los trasplantes de órganos, la quimioterapia y las intervenciones quirúrgicas se volverán más peligrosas, y muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales. De acuerdo con The Review on Antimicrobial Resistance, el aumento de las infecciones resistentes a las drogas causa alrededor de 50.000 muertes por año solo en Europa y Estados Unidos –y unas 700.000 a nivel global.
Las bacterias resistentes y los genes de resistencia pueden transmitirse entre las personas, los animales y el medio ambiente. Esto significa que la utilización de antibióticos en medicina veterinaria y su eliminación en el medio ambiente contribuyen a la aparición de nuevas cepas bacterianas multirresistentes.
• Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) Según la OMS, las ECNT representan la mayor carga de enfermedad y la principal causa de muerte en Occidente; la epidemia actual dificulta hacer pronósticos en 2020. La transición epidemiológica y demográfica de las últimas décadas ha generado un incremento de este tipo de enfermedades (principalmente cardiovasculares, respiratorias y psiquiátricas, además de diabetes y cáncer): éstas constituyen el principal reto para los sistemas de salud, a la vez que influyen decisivamente en los costos. En la Conferencia Mundial 2017 sobre las ECNT en Montevideo, los líderes globales afirmaban que estas dolencias matan a 40 millones de personas al año, lo que las transforma en la principal causa de muerte. De ese número, 15 millones son muertes prematuras (personas de 30 a 70 años) y 7 millones se producen en países de ingresos bajos y medios-bajos. Sin embargo, en 2017 y en Francia los enfermos crónicos representaban el 25% de la población y el 70% del gasto total en salud. El peso de las ECNT en los costos creció con el paso del tiempo: solo la diabetes era responsable de 20% del gasto.
• Contaminación ambiental La exposición a corto y largo plazo a los contaminantes del aire se ha asociado con impactos adversos en la salud. La OMS estima que la contaminación del aire constituye una amenaza para la salud en todo el mundo. Más del 80% de las personas que viven en áreas urbanas donde se monitorea la contaminación del aire están expuestas a niveles de calidad que exceden los límites de las directrices de la OMS; son las poblaciones en las ciudades de bajos ingresos las que sufren el mayor impacto.