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GUIOMAR Rovira
CONSTELAR LO POLÍTICO
Mariana Favela
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Coordinadora de la editorial Pochote Press, Oaxaca, México favulas@gmail.com
Amaranta Cornejo Hernández
Universidad Iberoamericana Puebla amaranta.cornejo@iberopuebla.mx
¿Cuál es el potencial político de mantener la esperanza? El trabajo de Guiomar Rovira se caracteriza por la capacidad de reconocer la potencialidad subversiva, disruptiva y radical de la esperanza, en el sentido más viejo del término, no de lo que se espera desde la pasividad, sino de aquella acción que incluso contra todo pronóstico y realidad, se vuelca y sacude con la intención de ampliarse y prosperar. Su espíritu libertario exhibe los límites de las narrativas hegemónicas, pero a diferencia de las filosofías de la izquierda patriarcal, no se agota en la crítica y nos brinda herramientas para comprender el carácter propio y distintivo de las formas de la acción colectiva y movimientos sociales, de las redes y complicidades que no se rigen por las lógicas del poder dominante. Su propuesta, tan atenta a los momentos visibles y álgidos de la agitación como de los causes discretos, cotidianos y olvidados, da pistas para comprender los modos en los que estas formas de organización dispersas pero conectadas, se apropian de las tecnologías de la información y de la comunicación, no para disputar el poder y los significados, sino para nacerse unos propios. La trayectoria política y filosófica de Guiomar Rovira, encarna este proceso que ha devenido en la formación de lo que ella llama, multitudes conectadas, y con ellas, el proceso de formación del activismo comunicativo autosugestionado en redes. Desde esa perspectiva, las divisiones disciplinares, así como la separación entre teoría y
práctica o cualquier aspiración de neutralidad ingenua y despolitizada, pierden sentido. En su lugar hay un feminismo indómito y acuerpado, dispuesto a discutir con el poder hegemónico, pero también con el patriarcado y las formas de dominación que se replican dentro de las revueltas. En este texto nos aproximamos a la filosofía política de Guiomar Rovira, que se distingue por su carácter libertario, anti patriarcal, antirracista y anticolonial, para exponer cómo cada uno de esos rasgos se nutre de su historia de vida y de las diferentes luchas que la habitan. Posteriormente, revisamos algunos de sus aportes teórico-político más relevantes.
LA FILOSOFÍA COMO UN JARDÍN DE LUCHAS
La filosofía política que subyace a las reflexiones de Guiomar Rovira se distingue por un ánimo creativo y generativo, de ese que nace posibilidades en medio de la desesperanza. Su espíritu punk y libertario mezcla la agudeza del diagnóstico crudo, crítico y sagaz, con una vuelta de tuerca poco habitual en los estudios críticos; el reconocimiento de la potencia de la esperanza y de lo lúdico en los procesos de insurgencia. De ahí que su trabajo desborde las geometrías estrechas, constreñidas en binarismos, y se despliegue con humor y alegría, en busca de las aguas contenidas. Su esfuerzo enfocado en la transformación radical ha puesto por encima, a la organización, al cuidado y el cultivo de las diferentes luchas que la han atravesado. La obra de Rovira se lee como un jardín de luchas que la habitan y a las que ha abonado; de las okupas punk en Barcelona y Berlín a finales de los ochenta; a ser aquel puente que nos permitió conocer la vida, saberes y experiencia de las mujeres zapatistas durante el levantamiento armado de 1994, a través de sus crónicas y del parteaguas que fue, Mujeres de Maíz (1996); de la primavera árabe a #YoSoy132; pasando por el 15-M y la resonancia de la indignación en Occupy Wall Street; de la rabia tras la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México, a las redes hackfeministas. Su perspectiva nos ayuda a comprender el carácter propio de aquello que nombra, activismo en red. En su trabajo, el reconocimiento del potencial subversivo de la esperanza y su reconfiguración en rabia e indignación, sirve como brújula para entender las formas de organización y más allá de ser un mero marco de análisis, ha ayudado a nutrir aquellas luchas de las que además de espectadora y cómplice, Guiomar ha sido parte. Los marcos de estudio e interpretación sobre la agitación y los movimientos sociales se perciben agotados. La filosofía heredera de la modernidad y obsesionada con reducir la política exclusivamente a la relación con el Estado, puede explicar la dinámica de formas de organización que replican la lógica estatal, y que operan como corporaciones centralizadas y jerárquicas, pero resulta inadecuada para comprender movimientos descentralizados, dispersos y altamente dinámicos. Movimientos que son distintos
pero que comparten características, como el apostar por prácticas autónomas y autogestivas. Ese carácter autogestivo conlleva necesariamente a que, como parte de sus objetivos, asuman como una necesidad primordial, la transformación radical de las relaciones de poder dentro de los propios movimientos. Desde esa lógica, la revolución de los afectos y de las relaciones de poder internas, son condición necesaria -y no una consecuencia-, de la revolución económica, política y social por la que se apuesta. Otro elemento que comparten los movimientos en red, es la reapropiación y el uso subversivo de las tecnologías y el despliegue de ciertas potencialidades comunicativas que posibilitan el tendido de alianzas, y la generación de espacios de diálogo y de colaboración. La aproximación de Guiomar Rovira rompe con el reduccionismo estatocéntrico de la filosofía política moderna y patriarcal, y ofrece una alternativa gracias a que atiende a la dimensión cotidiana de la revuelta, sin reducirla a los puntos álgidos de su efervescencia, lo que le permite reconocer el papel preponderante de las experiencias discretas, aquellas que se desenvuelven desde los márgenes, alejadas de las dinámicas de los liderazgos, y que se mantienen y rearticulan en el día a día y no sólo durante los momentos visibles de los procesos de transformación.
En, “Encuentros con lo común de una forastera. Política y vida en el laberinto” (2014 a), a partir de la propuesta de Raquel Gutiérrez, Rovira reconstruye parte de su experiencia vital para intentar comprender cómo se da la construcción colectiva, cómo se nace lo común.
Mi madre me contaba que mi abuela era de Jaén, nacida entre jornaleros del campo, gente sin tierra, gente de hambre, aceituneros altivos. Mujeres y niños que por tener los dedos finos eran los encargados de recoger del suelo una por una las olivas enterradas en la escarcha bajo el frío tremendo del invierno andaluz. (Rovira, 2014a: 305)
Nieta de jornaleras migradas a Barcelona alrededor de 1929, Guiomar reconstruye su infancia en una familia catalana y republicana, una comunidad marcada por la guerra y el franquismo, donde la historia de los pueblos sin Estado se vivía en carne y lengua propias. La conquista ahí, era la de “la nación que perdió la guerra ante Castilla” (Idem: 307). Su ciudad, “la de la más larga experiencia de una revolución anarquista en el mundo”. Hija de la tensión entre la violencia innombrable del fascismo, y la esperanza que a pesar y en contra del horror prende el ánimo por la transformación, Rovira siempre encontrará el modo de inclinarse por la realidad de lo posible y no de lo existente.
En 1988, formó parte del grupo de amigos que abrió el Anti, un centro social y asociación cultural anarquista registrado bajo el nombre de Asociació Cultural del Carrer Libertat, que se convirtió, además de familia, en un referente de la escena punk y libertaria del barrio de Gracia en Barcelona. Vale la pena recordar que a
diferencia y en oposición al liberalismo, las filosofías políticas libertarias suponen una crítica radical contra el Estado y el capital, promueven la autogestión y la formación de espacios autónomos desde lógicas anti-autoritarias y, como una forma de acción directa, apuestan por la generación de sus propios medios de contrainformación. A finales de los años 80 y principios de los 90, Guiomar participó en la creación de la radio libre Contrabanda, donde junto con Magda Gascón, Maribel Herruzo y Raúl Lázaro, realizó el programa Discòrdia. En esos mismo años, con Iñaqui García García, fue editora de la revista, La Lletra A. La autonomía, narra Guiomar,
Fue esa concepción de un anarquismo que recogía las partes anti autoritarias del marxismo y que tenía que ver no sólo con la autonomía italiana, que es el gran referente, sino en nuestro caso con todo el proceso alemán, la lucha antimilitarista, feminista y con la lucha de ocupación de casas que era la lucha más prefigurativa en el sentido de crear y abrir en este mundo, los espacios del futuro deseado, aquí y hoy. (Comunicación personal)
Además de Barcelona, el carácter internacional del movimiento okupa, como parte del movimiento libertario, la llevó, entre otros lugares, a Berlín, donde el movimiento feminista estaba mucho más consolidado,
Si algo aprecié es que dentro del colectivo de los autónomos alemanes, la agenda de las mujeres no estaba subordinada a las otras luchas, sino que era prioritaria, incuestionable y tenía que entenderse como un ejercicio de vigilancia y de exploración continua. (ibid. 310).
En Alemania los espacios separatistas de mujeres eran habituales y los movimientos queer y homosexual eran parte de los espacios libertarios. Las casas “okupas, con k de punk”, como sostiene ella, eran refugios para acoger, espacios de refugio político a los que, por ejemplo, podía acceder en su calidad de mujer y extranjera. Eran, una red. Por entonces no se hablaba de relaciones coloniales como tal pero el movimiento libertario sí implicaba una lucha contra el racismo y el fascismo. “Era un movimiento anti patriarcal con una politicidad autónoma y anarquista” (Comunicación personal). Ese tipo de rasgos fueron los que después favorecerían la resonancia entre aquellas redes y las zapatistas en Chiapas. En comunicación personal Guiomar nos narra que Chiapas, “implicó un cambio de imaginarios políticos. La gran sorpresa de Chiapas, para el movimiento libertario, fue conocer otras matrices culturales que no eran sólo el comunismo y el anarquismo, sino conocer que existían otros marcos”, para luchas comunes. Esa extranjería peregrina, ese habitar el sur en el norte es lo que ya en Chiapas, le abriría la posibilidad de tejer complicidad.
EL ZAPATISMO TRANSNACIONAL Y LOS CICLOS DE PROTESTA EN RED
Guiomar dedica su doctorado a re-construir los caminos de la red transnacional zapatista, este trabajo será el germen para Zapatistas sin fronteras. Las redes de solidaridad con Chiapas y el altermundismo (2009). En este libro expande su mirada, de por sí con un haz de luz ancho, para observar lo que los movimientos sociales hacen entre el final del siglo XX y los inicios del XXI, poniendo como punto gravitacional al zapatismo. Este libro es fundamental para dimensionar la influencia del zapatismo en las diversas expresiones de movilización social contra injusticias sociales que se hicieron ver y oír en la transición de un siglo a otro, comenzando por la noción de colectividad que entraña el para todos, y la diversidad de un mundo donde quepan muchos mundos, máximas zapatistas que resonaron en las prácticas organizativas de quienes respondieron al ¡ya basta!, del 1 de enero de 1994. Si en Mujeres de maíz, Guiomar aporta una mirada íntima y cruda sobre las vidas y empeños de las mujeres chiapanecas, tomando como punto de referencia la insurgencia zapatista y su apuesta por otro mundo posible; en Zapatistas sin fronteras, reconoce cómo “la razón feminista ha estado invocada en el zapatismo” (2009: 54), y partir de ello, analiza los efectos que tal presencia tuvo, tanto al interior del EZLN, como en la sinergias socio-políticas que se generaron entre grupos y colectivos feministas, y entre estos y las comunidades zapatistas. El llamado fue desbordado, desde las colectivas feministas hasta revistas como la publicación francesa Marie Claire se abrieron a la interpelación que generó la presencia y participación de las mujeres zapatistas en la vida política. En Zapatistas sin fronteras, Guiomar analiza las interpelaciones que el EZLN produjo en diversos colectivos, personas, organizaciones y movimientos sociales en el mundo, y cómo estos sujetos políticos, a su vez, interpelaron al EZ. Desde una mirada compleja, que retoma propuestas teóricas de la sociología, la antropología, la comunicación, la ciencia política y la filosofía política, entrelazándola con potentes reflexiones hechas desde la praxis anarquista, punk y hacktivista, Guiomar nos sitúa en un momento de efervescencia en el cual confluyen, el urgente cuestionamiento al sistema económico neoliberal -con las reivindicaciones sobre los derechos humanos y de los pueblos rebeldes-, con la tradición antiautoritaria y libertaria. Esa efervescencia es el espacio de la transnacionalización del zapatismo, y permite entender cómo, más que un movimiento social, ese diálogo y solidaridad expansivas tejieron redes contingentes que hicieron eco de los reclamos zapatistas. Guiomar retoma los testimonios de diversas personas que acudieron a Chiapas para participar de acciones políticas masivas, como los Encuentros intergalácticos, o bien, menos vistosas como los hermanamientos entre municipios, tejiendo la complejidad de las redes, en un vaivén entre las propuestas hechas desde la academia, el activismo y las experiencias de vida de personas concretas, lo que apunta a un cambio del rational choice al radical choice (Touraine, 1996 citado por Rovira, 2009).
Hace el recuento de una marea de acciones dislocadas por todo el mundo; de conciertos a caravanas; de consultas y recaudación de fondos para financiar proyectos de desarrollo en las comunidades zapatistas; y en el análisis de ese repertorio de acción, reconoce la relevancia y el papel que jugó la organización a través de internet, el carácter precursor de aquellas redes y el contexto en el que se desarrollaban. Guiomar realiza un aporte desde un conocimiento situado, para entender cómo fue posible que un grupo rebelde pudiera alcanzar la resonancia que ha tenido el EZLN. Así, resulta vital la revisión sobre la participación “experta” y solidaria de personas, “sobre todo estudiantes, activistas, periodistas, promotores de medios alternativos, principalmente de Estados Unidos” (Rovira, 2009: 75) para construir una infraestructura que fuera cabal con principios como la expansión democrática, la autorepresentación y el derecho a saber y a tener información. Rovira desmenuza cómo se dio la construcción de la infraestructura, ensanchando la noción del utopismo tecnológico, reconoce los aportes, pero sobre todo, explica cómo ese tendido colectivo fue mutando a lo largo de varios años. Nos lleva a entender la presencia del zapatismo en internet no como una acción planificada u orquestada, sino como consecuencia de la disposición de personas y organizaciones a contribuir a la lucha, e insistiremos, a hacerlo en colectivo a partir de la socialización de las herramientas, técnicas e infraestructura que haría posible la apropiación del internet. Este quehacer deliberadamente colectivo, como en el resto de su obra, es tanto una perspectiva de análisis, como parte de la práctica y del qué hacer cotidiano de la misma Guiomar. Una de sus aportaciones más valiosas ha sido la de dotarnos de herramientas para comprender a las redes transnacionales zapatistas como un imprescindible referente para el ciclo de protestas a nivel mundial, un referente que clausuró el siglo XX e inauguró lo que ahora comprendemos como formas de protesta imposibles de comprenderse en el estrecho marco del Estado moderno-colonial impuesto y cuyo alcance, radicalidad y capacidad de transformación, sobre todo a partir del ejercicio directo de la autonomía, todavía se está desplegando. No fue sólo Chiapas y el zapatismo transnacional lo que dio pie al “ciclo de acción global”, fueron muchos los factores y las luchas que llevaron a la extensión de las redes activistas multitemáticas que encontraron su punto álgido en 1999 en Seatle. El ciclo de acción global entra en un aparente impasse con el cambio de escenario geopolítico que se fortaleció a partir de los atentados de año 2001. Durante las últimas décadas del siglo XX se fueron consolidaron la ONGs y las redes activistas alrededor de temas como los derechos humanos, los derechos indígenas, las diversas luchas feministas, la defensa del medio ambiente y la lucha contra la deuda externa y contra la guerra, entre otras. A pesar del aparente declive de la agitación, el espíritu rebelde y digno permaneció “en las redes de comunicación e información de los grupos y colectivos”. (Rovira, 2009: 271).
CONECTIVIDAD Y VINCULACIÓN EN LAS MULTITUDES
Aun cuando Zapatista sin fronteras cierra con la hipótesis de un ciclo de protestas paralizado, Guiomar no aparta su vista de los usos que diversos sujetos movilizados hacen de internet. Es por ello que cuando emergen las primeras asambleas de Occupy, ella tiene las herramientas para entender que un nuevo ciclo de protestas ha iniciado, y que los repertorios de acción serán tan disruptivos como los vistos en las redes transnacionales nacidas bajo la inspiración del EZLN. En este nuevo ciclo de protestas encontramos a Guiomar en las calles, con la mirada chispeante y llena de euforia ante una nueva diversidad de sujetas y actores en movimiento. Esa euforia la pone negro sobre blanco y alza la voz para leer el manifiesto (Rovira, 2014b) con el cual participó en la inauguración del 9° Encuentro organizado por el Instituto Hemisférico en 2014, entonces, la lectura a flor de piel acompasada por el ritmo de las calles ayuda a dimensionar la potencia política #YoSoy132. Su mirada reconoce la imbricación entre la indignación en el contexto mexicano y la masificación de Internet a partir de la web 2.0. Ante ello, Guiomar, reconoce a la emergencia del 132 como “‘una suerte de big bang emocional’ (Toret, 2013: 85) con enorme conectividad y reciprocidad, que va formando una comunidad de sentido, una creciente y enorme ‘comunidad de práctica’ (Wenger, 1998) que trasciende el mundo digital y cobra vida en las calles.” (Rovira, 2014: 54) Ese sentido de comunidad refuerza la mirada de las redes de activistas que Rovira identificó desde el zapatismo, redes rizomáticas en las que se vive por lo que se lucha (Arditi 2012 citado por Rovira, 2014), y en las cuales, la persona de enunciación es la primera persona del plural. Pocas como ella reconocieron el alcance a largo plazo, la potencia sembrada de la interpelación hecha en junio del 2012 por #Yosoy132: “Si no ardemos juntos quién iluminará esta oscuridad.”
De Occupy a lxs indignadxs y el 15M, de la primavera árabe a #YoSoy132, Guiomar mira y abraza cada una de las acciones de lo que llama, política distribuida, a la que entiende y da forma, gracias a un conocimiento situado desde su experiencia en el movimiento punk y okupa en Barcelona, como ella misma lo diría,
desde los fanzines a la ocupación de casas, el punk me parece muy rico. No hay futuro: entonces tenemos que vivir ahora. No tenemos casa: entonces hay que ocupar casas. Es un movimiento que, además, se vuelve transnacional: no está inscrito en lo estatal o lo nacional, sino en los espacios de las ciudades, en la creación de redes. Una comunidad de sentido extendida. (Fernández-Savater, 2018)
Hay un conocimiento ecológico en los análisis que hace, pues se deja interpelar por las acciones de los sujetos políticos. Justo por esa capacidad de dejarse afectar y al retomar la diversidad de voces y de experiencias, Guiomar es parte de una
política prefigurativa que transforma la manera de construir conocimiento, desde una complejidad que desborda y que pone en evidencia la estrechez de las nociones disciplinarias, y de la objetividad misma. Con la figura de la red como constelación de haceres e indignaciones performativas y distribuidas, Guiomar propone Activismo en red y multitudes conectadas. Comunicación y acción en la era de Internet (2017). Contextualiza de forma profunda al internet, reconstruye su emergencia; de los proyectos de seguridad nacional de los Estados hasta la disputa por convertirle en un espacio libre de captura capitalista, llevándonos de la mano de Saskia Sassen y Bolivar Echeverría, entre otrxs, para entender cómo la captura se da por un intenso proceso en el que la “financiarización de la tierra y la renta tecnológica, son hoy el modo de operar de las formaciones predatorias, que, a su paso, expulsan, aniquilan y subordinan a todas las instituciones pretendidamente democráticas (Rovira, 2017: 38). Así, Rovira advierte que, “pensar Internet, en el objeto tecnológico como tal, como un medio, incluso un hipermedio, nos puede llevar a un callejón sin salida. Las tecnologías digitales no pueden ser analizadas como objetos/instrumentos sino como parte de procesos, es decir, como hipermediaciones (…)” (ibid: 93). Desentraña, una y otra vez, las acciones contenciosas que prefiguran la política de nadie, hecha en colectivo, a partir de la emergencia de la web 2.0. Si en Zapatista sin fronteras dibujaba la potencia de internet como una tecnología que agilizaba tanto la circulación de información como la vinculación entre activistas a niveles transnacionales, en Multitudes, permite intelegir la potencia de una indignación viral. De esta forma, permite comprender la porosidad de la tecnopolítica, la cual no escinde lo in situ de lo on line, sino que, como señala Guiomar, se trata ya de una acción on life, en tanto los cuerpos y sus indignaciones performativas se dan en ese continuum. La presentación de Multitudes conectadas, en Ciudad de México, en septiembre del 2017, consistió en una entrevista guiada por Amador Fernández-Savater (2018), quien cuestionó a Guiomar sobre la influencia de Walter Benjamin, a lo que ella respondió que este filósofo aporta la luminosidad que da el apropiarse de la técnica, en lugar de achacarle los males históricos, lo que permite reconocer la prefiguración política de Internet. Este reconocimiento, dice Guiomar, aporta una luminosidad que se potencia con la noción de constelación, en tanto construcción de la propia narrativa y devenir en la movilización colectiva. Al finalizar la presentación, la Ciudad de México fue sacudida por un terremoto de magnitud 7.1, la catástrofe detonó una espontánea respuesta de solidaridad y de colaboración multitudinaria, como aquellos procesos de constelación a los cuales Guiomar se había referido sólo unos minutos antes.
Desde la revisión de la anestesia, propuesta por Susan Bruck-Moors (1993 citada por Rovira, 2017: 212), a la comunalidad explicada por Floriberto Díaz y Jaime Luna, pasando por la tecnolopolítica de #YoSoy132, a las jornadas globales por Ayotzinapa y el movimiento feminista mexicano, Guiomar reconoce en el espíritu hacker en tanto “le arranca las técnicas al sistema tecnológico para liberarlas de él.” (Comité Invisible, 2015: 136, citado por Rovira, 2017: 110). Así, reconoce una transición del hazlo por ti mismo, al hacerlo juntas, hackeando la lógica individualista y de excepcionalidad del capitalismo. Para Rovira, se abre “una nueva Internacional se está construyendo sin estructura organizativa, basada en redes transcomunales de nuevos sentidos comunes que intentan cuidar la vida desde la dispersión de una constelación naciente: una Intercomunal, como afirma el Consejo Nocturno, donde lo humano deviene de humus, como dice Haraway.” (Rovira, 2020) Guiomar reconoce al año 2019 como el año en el que las feministas desplegamos en las calles un repertorio de acciones globales que hacían eco y resonaban en latitudes distintas, diversas en sus historias, pero con el común global de un sistema-mundo patriarcal y capitalista en crisis. En esas intensas movilizaciones, que denunciaron las violencias feminicidas, se desdibuja el aura de los activismos tradicionales y emerge una “política prefigurativa, sin programa ni comando, distribuyeron las voces y pusieron el centro la experiencia encarnada, la interseccionalidad de las opresiones y la necesidad de actuar hacia otros imaginarios. La vulnerabilidad de los cuerpos ensaya su potencia política en el encuentro” (Rovira, 2020), lo cual sirve de base para acciones políticas autoconvocadas onlife. De esta forma, un hashtag es la convocatoria, pancarta y espacio performativos apropiados por las feministas en México, como en muchos otros lugares del planeta.
HABITAR EN TIEMPO DE PANDEMIA
Escribimos este texto en medio de la pandemia de covid-19, al tiempo que se publica el más reciente artículo de Guiomar Rovira (2020), “Tiempos virales: luchas intercomunales frente a la contrainsurgencia en red”, en el cual, además de analizar las movilizaciones feministas en México, nos recuerda el continuo proceso de valorización de capital sobre toda interacción ocurrida en Internet, incluso en torno a la tecnopolítica. Propone alejarnos del colonialismo de datos, y hacer de las tecnologías digitales medios de liberación. Sostiene que,
el sentido común dicta que hay que tomar decisiones justas, no coloniales ni extractivas, sobre la tecnología y los datos de la interacción online.
81 Frase tomada del manifestó elaborado y presentado por Guiomar Rovira (2014) en el Congreso del Instituto Hemisférico, realizado en Montreal en 2014.
Garantizar un acceso seguro a red, una alfabetización digital que fomente la autonomía, racionalizar la producción de dispositivos, impedir la obsolescencia programada, tomar decisiones democráticas y no económicas sobre el desarrollo del aprendizaje automático también llamado Inteligencia Artificial, gestionar los datos para el procomún […] No dejar en manos privadas la comunicación para una vida que merece vivirse, sino inventar nuevas formas de lo público más allá de lo estatal, con una dimensión intercomunal ineludible. (Rovira, 2020)
Nos llama a constelar para lograr que Internet sea un espacio de posibilidad en común y no de depredación capitalista; a hackear como ética del cuidado colectivo en un momento histórico en el que pareciera que la mejor posibilidad que tenemos es, pausando el imperativo de ser, estar onlife. ¿Por qué mantener la esperanza en un mundo que se resquebraja? Aunque sea bajo la tierra los ríos siguen corriendo, basta saber escuchar su cauce. En este momento de afirmación del orden dominante, la filosofía y práctica políticas de Guiomar Rovira nos sirven para comprender los tiempos que corren, para saber escuchar el afluente que, a pesar y contra todo pronóstico, fluye. Su perspectiva sirve, no para fortalecer la inmovilidad que siembra la desesperanza, sino para alimentar la agitación, para reconocer la trayectoria de las insurgencias que hoy, latentes o activas, sobreviven y se despliegan, así como las complicidades posibles, así como la potencia que las narrativas obsesionadas con el Estado y el capital insisten en invisibilizar. Su trabajo nos da las herramientas para comprender, apropiarnos y sobre todo, subvertir las tecnologías, a través de ejercicios radicales de imaginación y colaboración, que nos permitan tender alianzas y extender las redes de defensa de la vida y de lo común.
Referencias
Fernández-Savater, Amador. 10 de marzo 2018. Del punk y el zapatismo a las multitudes conectadas: entrevista a Guiomar Rovira sobre acción colectiva y tecnologías. El diario. https://www.eldiario.es/ interferencias/punk-zapatismo-multitudes-conectadas-red-accion-colectiva_132_2231335.html Rovira Sancho, Guiomar. (1996). Mujeres de maíz. México: Era. Rovira Sancho, Guiomar. (2009). Zapatistas sin fronteras. Las redes de solidaridad con Chiapas y el altermundismo. México: Era. Rovira Sancho, Guiomar. El #YoSoy132 mexicano: la aparición (inesperada) de una red activista”. Revista CIDOB d’Afers Internacionals, n.105, p. 47-66. Abril 2014. https://www.raco.cat/index.php/RevistaCIDOB/ article/view/275690/363655 Rovira Sancho, Guiomar. (2014a) “Encuentros con lo común de una forastera. Política y vida en el laberinto” en Más allá del feminismo, caminos para andar. México: Pez en el árbol. 299-318pp. Rovira Sancho, Guiomar. (2014b) “Apertura. #YoSoy132”. https://hemisphericinstitute.org/es/enc14-5minute-manifestos/item/2607-enc14-5min-sancho Rovira Sancho, Guiomar. (2017). Activismo en red y multitudes conectadas. Comunicación y acción en la era de Internet. México: UAM.
Rovira Sancho, Guiomar. (2020). “Tiempos virales: luchas intercomunales frente a la contrainsurgencia en red” en Lavits Covid19. No. 13. 21 de julio 2020. Torer, Javier (2013). Tecnopolítica: la potenica de las multitudes conectadas. El sistema red 15M, un nuevo paradigma de la política distribuida. Barcelona: UOC.
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