PINCELADAS DE GLAMOUR “Entre un centenar de pinturas se puede reconocer la mía, mi objetivo era que: no se puedan copiar,tengan un nuevo estilo con colores claros y brillantes y le devuelvan la elegancia a los modelos” Tamara de Lempicka.
La pintora polaca de elegantes maneras y finura aristocrática, la diva del arte; antes de pintar sus caprichos art decó impregnados de una valentía cubista, se enamoró del Renacimiento y ese amor nunca abandonará sus pinceles. La autora de la sensualidad, cuya vida es más apasionada y apasionante que sus propias obras, realizaba sus creaciones conquistando por igual a la alta sociedad de los años veinte, a los bohemios de su época y a famosos coleccionistas posteriores, como Madonna, Jack Nicholson o Barbra Streisand, y es que, María Górska (1898-1980), conocida como Tamara de Lempicka destilaba la elegancia y el glamour de una estrella de cine. Su vida de cine, su arrolladora personalidad, sus ventajosos matrimonios; primero con un rico abogado ruso y con un barón húngaro después, su bisexualidad y sus muchos amantes, permitieron que construyera la imagen de una nueva mujer emancipada, libre, desinhibida y sobre todo.......adelantada a su tiempo. Óleos, dibujos, acuarelas, desnudos femeninos y masculinos, bellezas casi irreales, bodegones, pintura religiosa. Obras llenas de fuerza, de rotundidad escultórica, a la maniera miguelangelesca, influenciadas por Botticelli o Bronzino; obras que viajaron por Europa, Estados Unidos y México, como su autora, que encontró su inspiración cuando viajó a Italia en 1911, con sólo 13 años. Una obra que sobrevivió a dos Guerras Mundiales, a la Revolución Rusa y al Crack de 1929. Sus inconfundibles retratos femeninos presentan etéreas mujeres escultóricas, con ricos ropajes que parecen flotar con su exquisita belleza, sus elegantes manos y sus peinados de última moda.
Tamara se autorretrata en diversas ocasiones y quizá sea en estas obras donde encontremos la verdadera esencia de su creación artística.
O simplemente....encontremos la belleza. O quizá...la admiración que en ella despertaban otras mujeres.“Autorretrato en Bugatti verde” es sencillamente un homenaje a la trágica muerte de la bailarina Isadora Duncan, que murió estrangulada en 1927, cuando su largo chal se enredó en una de las ruedas posteriores de su Bugatti.¿Puede haber más elegancia en una muerte tan trágica?. También nuestra Tamara quiso ser original una vez se hubo despedido de este mundo .El 18 de marzo de 1980 muere en Cuernavaca (México) y por expreso deseo suyo, su única hija, Kizette y su amigo, el escultor mexicano Víctor Manuel Contreras, arrojaron desde un helicóptero sus cenizas sobre el cráter del volcán Popocatépetl.
En sus pinturas se esconde la esencia del séptimo arte, y los escenarios de moda y publicidad vuelven frecuentemente sus ojos hacia ella, “el icono del art decó”, como inevitable referencia estética.