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Durante el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX el Lago de Chapala lucía en su máximo esplendor, donde el poblado de La Palma fue considerado uno de los puertos más importantes de la región.
Recordando a los navíos que cruzaron el Mar Chapálico O LIVIA A. G ARCÍA Transcurrían las últimas décadas del siglo XIX y el Lago de Chapala lucía en su máximo esplendor, las comunidades ribe-
reñas eran prósperas y La Palma no era la excepción, siendo un centro poblacional que se logró consolidar como el puerto de mayor importancia en el
vaso lacustre, registrando más de 30 embarques por día, los cuales, además de mercancía, transportaban hasta mil 500 personas en cada jor-
nada durante su mejor época. Francisco Gabriel Montes, presidente de la Sociedad Michoacana de Arqueología, Geografía e Historia (SMAGH) y cronista
del municipio, explicó que los últimos años del siglo XIX existió el proyecto para que los ferrocarriles llegaran hasta La Palma; sin embargo, ante la
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Debido a la gran extensión del Lago de Chapala, en el siglo XIX, le denominaban Mar Chapálico. Esta laguna se encuentra en la región occidental de México, entre los estados de Jalisco y Michoacán. El 90 por ciento de la superficie se encuentra en el estado de Jalisco y el diez por ciento en Michoacán.
abundancia de agua en esta zona, la instalación de vías del tren no pudo ser posible, y en cambio fue puesto en operación el Vapor Libertad, embarcación de la que hoy en día aún existen fotografías. Fue así que comenzó a navegar por el Lago de Chapala este gran barco de vapor que en su parte trasera contaba con una rueda de tracción para su movimiento y camarotes en la segunda planta. Tras algunos años de uso, el navío sufrió un accidente quedando destruido totalmente, por lo que tuvo que ser reemplazado por el Buque Chapala. Con la llegada del siglo XX, para ser más precisos a partir de 1909, se dio un giro a la navegación en el Lago de Chapala con la introducción de varias embarcaciones de menor tamaño, similares a las que hoy en día pueden abordar los turistas en Pátzcuaro. Esta flotilla de barcazas, en su momento fueron propiedad del empre-
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Con la llegada del siglo XX, para ser más precisos a partir de 1909, se dio un giro a la navegación en el Lago de Chapala con la introducción de varias embarcaciones de menor tamaño.
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Esta importante actividad portuaria se vio gravemente afectada con la construcción de vías terrestres que coincidió con la primera desecación del Lago de Chapala. sario español Jesús González, y circularon hasta 1943, cuando se dio la primera desecación en este vaso lacustre, destacó el cronista. Hasta ese momento existían varias rutas de navegación y destinos a los que eran transportadas tanto personas como mercancías, los cuales eran cubiertos por las embarcaciones que llevaban por nombre Vapor Chapala, Vapor Sahuayo, La Dama de Honor, El Chalán
Mercedes, entre los cuales algunos eran de madera y otros de metal a partir de la innovación en este rubro. Se tiene conocimiento de que el último sobreviviente de ellos fue El Chalán Mercedes, que por varias décadas permaneció varado y con el paso del tiempo quedó totalmente destruido en su destino final, el Río Zula, a la altura del municipio de Chapala, comunidad donde aún se pueden apreciar
vestigios de las escaleras donde desembarcaba la gente. Con 30 salidas por día, estas embarcaciones tenían entre sus destinos las ciudades de Tizapán, Ocotlán, Cojumatlán y Chapala, a donde llegaban a transportar hasta mil 500 personas por día, según se da cuenta en algunos documentos, señaló el historiador. Esta actividad en su momento detonó el desarrollo económico y crecimiento de La Palma al po-
sicionarse como el puerto de mayor importancia en la zona occidente del país. Sin embargo, esta importante actividad portuaria se vio gravemente afectada con la construcción de las vías terrestres de comunicación, marcando su fin la construcción de la carretera nacional, hecho que coincidió con la primera desecación del Lago de Chapala y el primer reparto agrario en la zona.
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Huellas del poeta Lucas Ortiz
CALLEJÓN DEL
ROMANCE
REDACCIÓN
Rincón de Morelia dedicado al amor FOTO: SALVADOR JIMÉNEZ
FOTO: SALVADOR JIMÉNEZ
En las argollas incrustadas en la pared de las jardineras, tal vez puestas intencionalmente, las parejas dejan un candado o un listón con nombres de las parejas que acuden a plasmar sus promesas de amor eterno.
El paseante puede sentarse en alguna de las jardineras a leer los poemas inscritos en los muros.
S ALVADOR J IMÉNEZ A unos cuantos pasos del Jardín de Villalongín, la Fuente de Las Tarascas y el Acueducto, se sitúa en Morelia el Callejón del Romance. Una emblemática callejuela que por sus características, entre las que resaltan poemas románticos autoría de Lucas Ortiz Benítez, guarda en su estrechez una historia que inicia con la edificación, que data del siglo XIX y fue dedicada específicamente al comercio, pues en aquella época eran las orillas de Morelia, entonces conocida como «la garita» o salida a Charo; este callejón cuenta además con 19 inmuebles en la lista de edificios históricos de la ciudad. Por todo ello, el Callejón del Romance es uno de los sitios con mayor afluencia de visitantes en la capital michoacana. El Callejón del Romance es un rinconcito dedicado al amor. Entre los jóvenes morelianos -y no tan jóvenes- este sitio constituye el escenario ideal para enamorarse, las parejitas acuden a la callejuela para dedicarse en una arista o esquina apartada los más románticos sonetos y prodigarse caricias y besos en arrebatos de ternura y pasión; los faroles, con su tenue luz, son cómplices de ocasión y testigos de innumerables promesas y pactos de amor que las parejas realizan utilizando candados en los que inscriben o graban sus nombres, se trata del «ritual del candado», que simboliza el juramento de amor perpetuo, herraje que cierran dejándolo a la
FOTO: SALVADOR JIMÉNEZ
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Este callejón, que va de la Avenida Madero a la calle Luis Moya albergaba una fábrica de jabón, antiguamente era la única calle que contaba con suministro de agua y electricidad.
vista de los transeúntes, como alguien que quiere gritar al mundo su amor. Inicialmente, esta calle cerrada al tránsito de automotores se denominó Callejón de la Bolsa y más tarde fue conocido como Callejón del Socialismo. Durante sus primeras décadas era paso casi obligado de arrieros con mulas y vendedores ambulantes que transportaban para la venta leche y carbón, había a lo largo del callejón algunas posadas, en las que los arrie-
ros pasaban la noche en tanto que sus jamelgos descansaban bajo el cuidado de los mesoneros. Pero hemos dicho que este callejón se «apellida» del Romance, eso se constata tangible y visualmente en sus muros, que dan fe de amoríos anónimos y poemas de la época virreinal, cuando esta calle, que va de la Avenida Madero a la calle Luis Moya albergaba una fábrica de jabón, por lo que era esa la única calle que contaba con suministro de agua y electricidad.
En 1965, el gobierno remodeló este espacio; añadiendo cantera rosa en fachadas y baldosas al piso, e instalando las tres fuentes -dos de ellas gemelas-, así como alumbrado público y varias jardineras, ese mismo año se le asignó oficialmente el nombre de «Callejón del Romance». El nombre de la angosta calle, cuya entrada por Madero está enmarcada por frondosas camelinas, surgió de la inspiración del poeta michoacano Lucas Ortiz, quien
En 1965, el gobierno remodeló este espacio; añadiendo cantera rosa en fachadas y baldosas al piso, e instalando las tres fuentes -dos de ellas gemelas- así como alumbrado público y varias jardineras.
plasmó en las paredes su obra «Romance de mi ciudad», una serie de poemas que agregan celebridad al lugar. El Callejón del Romance es un sitio típico de la arquitectura doméstica moreliana de finales del siglo XIX, cuando las viviendas eran de adobe y tenían pisos de tierra, techos de dos aguas con viguería, tejamanil y teja, incluso la fábrica de jabón tenía esas características, en ella vivían los empleados de la factoría. A fines del siglo XIX y princi-
pios del XX, las construcciones del Callejón del Romance fueron abandonadas por sus propietarios y moradores; tras el cierre de la fábrica, el gobierno federal expropió los inmuebles, dadas en arrendamiento a personas que finalmente las adquirieron en propiedad. El Callejón del Romance es una pequeña callejuela donde se pueden leer versos dedicados a cada plaza de la capital michoacana. El paseante puede sentarse en algu-
na de las jardineras a leer los poemas inscritos en los muros. Sin embargo, para disfrutar mejor este sitio, el sentido común sugiere acudir con tu pareja aprovechando el Día del Amor y la Amistad, pues este callejón envuelve a los enamorados en un clima de romanticismo del que difícilmente se pueden sustraer. Quienes han visitado el lugar, saben que un paseo por el Callejón del Romance resulta inolvidable, porque entre sus casas, jardineras
El Callejón del Romance constituye el escenario ideal para enamorarse, en dónde las parejas acuden a la callejuela para dedicarse amor en una arista o esquina apartada para los más románticos sonetos y prodigarse caricias y besos en arrebatos de ternura y pasión; los faroles, con su tenue luz, son cómplices de la ocasión. y fuentes, se puede respirar la especial fragancia del tiempo con cierto toque romántico, una mezcla que inspira a los enamorados a jurarse amor eterno. En la actualidad, tanto los enamorados como los turistas, y aún los detractores de Cupido, reconocen el mágico callejón, tal vez estos últimos sufrieron una decepción amorosa, o incluso el rompimiento de un pacto romántico llevado a cabo entre sus jardineras; lo cierto es que este callejón ha trascendido varias centurias, fabricando innumerables historias de amor con final feliz.
Lucas Ortiz Benítez nació en Taretan, Michoacán, el 15 de febrero de 1904; fue un célebre poeta michoacano que se destacó como educador y sociólogo. Entre su obra destaca Presencia de una voz, compilación de poemas realizada en 1973, que reúne poemas, cuentos y ensayos suyos. Su obra ha sido incluida en una publicación de Jesús Romero Flores denominada Leyendas y cuentos michoacanos, que data de 1938, y en Antología de cuentistas michoacanos, de 1995, autoría de Raúl Arreola Cortés. Durante su carrera docente, Ortiz Benítez desempeñó diversos cargos relacionados con la educación estatal y nacional. Fue director de educación federal y de enseñanza primaria en los estados y territorios. En 1944, la UNESCO le ofreció la dirección del CREFAL (Centro Regional de Educación Fundamental para América Latina), mismo que fundó en Michoacán; también fungió como presidente de la representación mexicana en la Reunión de Comisiones Nacionales de la UNESCO para la región del Caribe; su trabajo
se caracterizó por su gran entrega y convicción a los principios de la educación fundamental, sobre la cual se refería como una educación integral que forma parte de la vida misma. Sin duda alguna, Lucas Ortiz es el precursor y fundador de una de las primeras instituciones que se dedicarían al campo de la educación de adultos. Ganó varios premios literarios. Entre los laureles que alguna vez lucieron en su pecho, están la Medalla Ignacio M. Altamirano, la Presea Generalísimo José María Morelos, la Medalla al Orden de Rubén Darío en grado de Gran Oficial General, misma que le otorgó el gobierno de Nicaragua; además de la Presea Vasco de Quiroga, con motivo del CDL Aniversario de Pátzcuaro. Precisamente en el último homenaje que en Pátzcuaro le rindió el Club de Leones de la ciudad de Pátzcuaro, el poeta declamó de memoria su largo poema «Romance a mi ciudad», que se puede leer en los muros del Callejón del Romance de la capital michoacana, poema que lo llevó a ganar los Juegos Florales del IV Centenario de la Fundación de Morelia.
FOTO:ARCHIVO
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Jacona CELEBRANDO A LA VIRGEN DE LA ESPERANZA A 128 años de la coronación de la Virgen de la Esperanza también se cumplen 62 años de su proclamación como patrona de la Diócesis de Zamora. S ALVADOR J IMÉNEZ Con las mexicanísimas y tradicionales «Mañanitas», dedicadas a la Virgen de la Esperanza, y la celebración de varias misas a lo largo del día, entre éstas una concelebración solemne a cargo del obispo conciliar, este 14 de febrero Jacona celebra el CXXXVIII Aniversario de la Coronación de Nuestra Señora de la Esperanza, en cuyo marco festivo se realiza un novenario de peregrinaciones, a la que acuden habitantes de las colonias y barrios de Jacona, así como las comunidades rurales y tenencias pertenecientes a la demarcación, además de localidades vecinas, quienes participan con entusiasmo y fervor en el festejo, que incluye el LXII Aniversario de la Virgen como Patrona de la
FOTO:MARTÍN CASTRO ROSAS
La Virgen de la Esperanza fue la primera imagen coronada en América Latina, un 14 de febrero de 1886.
Diócesis de Zamora. Al término de la primera Eucaristía, se saca la imagen de la Virgen para llevarla a dar una vuelta por la plaza principal local, donde los feligreses reciben la bendición de sus imágenes, para trasladarse posteriormente al santuario, donde se da una solemne consagración. Nuestra Señora de la Esperanza tiene su santuario en la ciudad de Jacona desde 1685, cuando, según la tradición, un indígena de Pajacuarán vio sobre las aguas de Chapala una crecida raíz, que tomó y depositó en su
canoa. Más tarde, en su hogar observó la raíz bajo la luz y pudo ver en el tubérculo la imagen de María Santísima, por lo que a partir de ello la imagen de la Virgen recibió en 1877 el nombre de Virgen de la Raíz, siendo coronada el 14 de febrero de 1886, convirtiéndose así en la primera imagen coronada en Latinoamérica. Jacona de Plancarte es el nombre oficial de la cabecera municipal, la ciudad fue fundada en 1555 por fray Sebastián de Trasierra, aquí se descubrieron edificaciones e inscripciones rupestres que los expertos calcu-
lan tienen una antigüedad que supera los tres mil años. Jacona fue uno de los primeros pueblos prehispánicos encomendados a los españoles, su nombre deriva del chichimeca xucunan, que se traduce al castellano como «lugar de flores y hortalizas». Según palabras de monseñor Aureliano Tapia Méndez, en el libro de su autoría Nuestra Señora de la Esperanza, editado en 1997, la imagen fue poco a poco modelada para quedar finalmente como se encuentra a la fecha. Después de haber recibido culto en la casa de un indígena de nombre Juan, la ve-
nerada imagen tuvo su capilla allá por el lejano 1711, el santuario se ubicó a un lado de la casa de Juan, donde fue venerada por años bajo la advocación de Nuestra Señora de la Raíz. Poco antes de concluir el siglo XVIII, se le trasladó a la parroquia que hoy ocupa Nuestra Señora de la Esperanza, misma que fue confirmada con ese nombre por el Papa Pío IX. El entonces arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, fue el encargado de coronar la imagen. Posteriormente, en 1943, el obispo de Zamora Manuel Fulcheri y
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FOTO: JUAN CARLOS ZAMUDIO
Al término de la primera Eucaristía, la Virgen es llevada a dar una vuelta por la plaza principal local, donde los feligreses la acompañan y reciben la bendición de sus imágenes, para trasladarse posteriormente al santuario, donde se da una solemne consagración.
FOTO : HTTP://JAIMERAMOSMENDEZ.BLOGSPOT.MX
Foto antigua del primer Santuario de la Virgen de la Esperanza, actualmente sólo se conserva la cantera labrada que rodea el acceso, el resto fue sustituido por una construcción moderna. Pietrasanta convocó al primer sínodo diocesano, donde el párroco de Jacona, José de Jesús Rojas Gil, propuso se solicitara al Sumo Pontífice declarara patrona de la diócesis a Nuestra Seño-
ra de la Esperanza. El 14 de agosto de 1944, el obispo pidió que por medio de los sacerdotes se pidiera el voto de los fieles; sin embargo, murió el 30 de junio de
1946, siendo nombrado como su sustituto José Gabriel Anaya y Diez de Bonilla, quien en febrero de 1948 fijó las normas para el plebiscito. Seis años después, el 22 de agos-
to de 1950, el obispo Bonilla formuló la petición al Sumo Pontífice para que se declarara a la Virgen de la Esperanza patrona de la Diócesis de Zamora. En respuesta, el 25 de septiembre de
ese mismo año el santo padre Pío XII, dio su autorización a través de un breve pontificio. Así, se fijó la fecha del 14 de febrero de 1952 para que se hiciera la solemne proclamación en el marco de los festejos al cumplirse 66 años de haber sido coronada, se preparó un novenario de peregrinaciones a cargo de los fieles de las vicarías de la diócesis, por lo que el 10 de febrero se trasladó la imagen de Jacona a la sede episcopal en Zamora, siendo la Calzada Zamora-Jacona el sitio donde se entregó la imagen a las autoridades clericales. La Virgen de la Esperanza es festejada y venerada dos veces al año: el 14 de febrero, aniversario de su coronación, y el 8 de septiembre, cuando se celebra su cumpleaños en la llamada Fiesta de la Natividad de María. El 8 de septiembre se prepara un novenario tradicional, en el que participan los barrios de la ciudad y comunidades vecinas, tanto en las peregrinaciones, que se llevan a cabo por las tardes, como en las celebraciones litúrgicas. La fiesta central tiene lugar el 14 de febrero, precedida por un novenario de peregrinaciones en el que toman parte los barrios, colonias, comunidades del municipio, así como las organizaciones religiosas de la parroquia y las vicarías de Zamora y Ecuandureo.
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FOTO:ARMANDO MARTÍNEZ
El balcón tapiado se ubica en la plaza principal de Pátzcuaro.
ARMANDO M ARTÍNEZ En el Centro Histórico de Pátzcuaro, al caminar por la Plaza Vasco de Quiroga, que es el mayor orgullo de sus habitantes, puede verse un balcón que a primera vista es igual al de otras tantas casas señoriales, pero al observarlo detenidamente se descubre con verdadero asombro que está tapiado; dicha finca se encuentra en el Portal Allende. De acuerdo a datos escritos en el libro «Leyendas de Pátzcuaro», del escritor y cronista de la ciudad, Enrique Soto González, este balcón es motivo de un relato que se originó el siglo antepasado. Se dice que en dicha casa vivió una hermosa joven llamada Virginia, hija de Lorenzo Madrigal, un acaudalado arriero de la Tierra Caliente. Don Lorenzo se avecindó en esta ciudad y estableció un floreciente comercio, el cual le permitió además comprar varias propiedades, las cuales arrendaba y de las que obtenía abundantes rentas. Soto González relata que una de las casas la tenía rentada un humilde sastre, quien vivía solo y se mantenía únicamente de su oficio, el cual le permitía una vida decorosa pero sin lujos. Resulta que en una ocasión en que el joven sastre arrendatario acudió a pagar la renta, no encontró al rico casero, en su lugar acudió su hija Virginia a recibir el dinero, encontrándose con el inquilino al pie de la escalera, en ese instante se encontraron sus miradas, supieron los dos que desde ese momento sus vidas se verían trágicamente entrelazadas. Como era frecuente en ese tiempo, el sastre esperó una oportunidad en el atrio de la Parroquia de San Salvador (hoy Basílica de la Salud), para entregarle una carta en la que le declaraba su amor, la carta fue contestada y el amor correspondido. A ésta le siguieron otras, que hicieron crecer el cariño entre la pareja tan desigual, ella hija de acaudalado comerciante, él un humilde sastre.
LEYENDA DEL BALCÓN TAPIADO
FOTO:ARMANDO MARTÍNEZ
El acaudalado comerciante Lorenzo Madrigal mandó cubrir la ventana y pintó la pared para simularla, evitando así que su hija pudiera ver al amor de su vida. El antiguo arriero nunca sospechó nada de esa relación, aunque notaba que su hija se volvía cada vez más piadosa y diariamente acudía a la iglesia a elevar sus plegarias. Sin embargo, una rezandera chismosa más tardó en enterarse que en ir a comunicar la nueva a don Lorenzo Madrigal, con
quien quería congraciarse, pues también era su casero. Don Lorenzo, hombre orgulloso, se sintió herido en su dignidad y decidió poner punto final a una relación insostenible para él, pues creía que el sastre cortejaba a su hija por interés a su riqueza. A partir de ese día, Virginia fue
encerrada en su recámara para evitar cualquier encuentro con su amado, pero dicen que el amor agudiza la inteligencia y los novios encontraron rápidamente la manera de comunicarse por medio de pelotas de borra, a las que iban atadas las cartas que el sastre arrojaba al balcón de Virginia
y éstas eran contestadas de la misma manera. Así el noviazgo continuó por varios meses más fuerte ante cada adversidad y el acaudalado comerciante estaba confiado de su medida tomada contra su hija, pues creía que ésta ya se había olvidado del pretendiente. Pero la mitad del pueblo estaba enterado del asunto y guardaba silencio, convirtiéndose en cómplice de aquellos enamorados, ya que don Lorenzo era mal visto por las familias «bien», quienes lo consideraban un arribista inculto y la gente humilde tampoco lo quería, ya que negaba su origen. Tiempo después, cuando el comerciante se encontraba en una cantina por el Barrio de la Salamanca (hoy calle Benigno Serrato), se le acercó un impertinente borracho, quien en su afán por hacer enojar al hombre, le contó de cómo su hija y el sastre se comunicaban en sus narices. Fue tanto el coraje de Lorenzo, que se dirigió a su casa y descargó su furia contra su hija Virginia, azotándola hasta el cansancio. Al otro día mandó tapiar el balcón con adobe y lodo y mandó pintar la ventana por fuera, pensando que el cambio no se notaría desde la plaza. Sin ninguna posibilidad de escapar, ni siquiera de saber noticia alguna de su amado, Virginia se enfermó de tristeza y se negó a probar alimento, lo que le causó una anemia que le fue consumiendo la vida, hasta que una mañana se la arrebató en silencio. Se dice, que el sastre al saber la noticia fatal se volvió loco y se olvidó de las telas, las tijeras y el oficio, y que una fría mañana se puso a caminar por uno de los tantos caminos que van a cualquier lado y nunca se volvió a saber de él, tanto así que su nombre se borró de la memoria de los vecinos del pueblo. Por su parte, don Lorenzo, propietario de casas y voraz comerciante, despreciado de pobres y ricos, murió años después en la inmensa soledad de su soberbia y hoy hasta la fecha permanece tapiado el balcón que fue testigo de esta triste historia.