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MORELIA, MICHOACÁN, 30 DE AGOSTO DE 2013
REDACCIÓN * Los purépechas somos adictos a las danzas; en la Meseta y la Región Lacustre, existe una gran riqueza en variedad y antigüedad, así como espectaculares, algunas de un colorido sin igual; de entre todas las danzas sobresale una, la más antigua y más reconocida, tanto local como nacional e internacionalmente, es la «Danza de los viejitos», que le ha dado la vuelta al mundo consiguiendo ser admirada y apreciada en todo el globo terráqueo. Antes de que el ser humano desarrollara un lenguaje, la danza fue una de las formas de comunicación e identificación para grupos o clanes, y de estos con los dioses y los elementos de la naturaleza tangibles, pero
temibles e inteligibles, danzando ciertos chamanes (brujos), entraban (y entran actualmente) en trance y en comunicación con fuerzas sobrenaturales, logrando objetivos, como sanar a un enfermo, conocer el pasado y futuro. La danza era exclusiva de aquellos que por naturaleza poseían ciertos dones; ya que no tenían otros, su aceptación y espectacularidad se fue haciendo popular, como popular se hace hoy en día cualquier baile o ritmo. La original «Danza de los viejitos» tiene su origen en tiempos inmemorables al sur del Continente Americano, concretamente en la región de Los Andes, desde donde se cree, emigraron los purépechas, actualmente los quechuas y los aimaráes de aquella región, danzan para invocar la lluvia y lograr las cosechas, así como para sanar un enfermo. Cuatro son los componentes de la «Danza de los viejitos», pues cuatro son las estaciones del año, cuatro son los rumbos del universo: norte, sur, este y oeste, cuatro son los lados de una casa, cuatro son las extremidades del ser humano y cuatro son los elementos que conforman el Cosmos: tierra, fuego, aire y agua. Cuatro también son los colores básicos: negro, rojo, amarillo y azul, que combinados uno con otro nos dan toda la gama de co-
DANZA DE LOS CUATRO CHAMANES Cuatro son los componentes de la «Danza de los viejitos», pues cuatro son las estaciones del año, cuatro son los rumbos del universo: norte, sur, este y oeste, cuatro son los lados de una casa, cuatro son las extremidades del ser humano y cuatro son los elementos que conforman el Cosmos: tierra, fuego, aire y agua.
lores que existen; cuatro son las estrellas de la constelación que guiaban a los marinos en la antigüedad y que, equivalen a los cuatro planetas conocidos como estrellas que se observaban a
simple vista: Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno (Tam-Hoscua) y cuatro son los colores del maíz, rojo, azul, blanco y amarillo. La danza tiene un origen y sentido completamente ritual y reli-
gioso, pues se llevaba a cabo, cada cambio de estación, es decir cada solsticio y cada equinoccio y se ejecutaba en honor del dios viejo Tata Huriata (Padre Sol) y siempre eran cuatro los danzantes, ori-
ginalmente uno de los danzantes era representado por una máscara de niño o joven, pues era la estación naciente, y las otras tres estaciones eran representadas con máscaras de viejos, que correspondían a las otras tres estaciones ya pasadas. Si ponemos atención, cuando se ejecuta bien, en la danza referida se enlazan los cuatro danzantes, el primero le pone mucha, pero mucha energía a su danza, en contraparte; el último de la fila aparenta que ya no puede, que está dando las últimas, ello corresponde a las estaciones entrante y saliente. Sólo los chamanes podían ejecutarla, normalmente eran ancianos, pues la sabiduría llega con la edad. Para derrochar tal energía le «entraban» a la coca masticada en el sur de América; mientras, en la altiplanicie mexicana, le hacían los honores a los pachacuachari (hongos alucinógenos colorados), con los cuales entraban en trance y podían danzar hasta cuatro horas y en ese trance podían vislumbrar lo bueno y lo malo que tenía la estación entrante. Era una danza sagrada, como las de tantos otros pueblos, pero al llegar los gachupines a estas tierras michoacanas, implantaron a sangre y fuego su religión cristiana, la danza quedó proscrita y sólo se ejecutaba a escondidas de los religiosos y de los gobernantes. Sólo los guardianes de la cultura purépecha, conocidos como petámutis (brujos chamanes) que
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* Inf ormación rrecopilada ecopilada de http://www .purhepecha.com.mx/thr eads/3249-La-Danza-de-los-Viejit os Información http://www.purhepecha.com.mx/thr .purhepecha.com.mx/threads/3249-La-Danza-de-los-Viejit eads/3249-La-Danza-de-los-Viejitos conservaban la sabiduría de generación en generación y en los pueblos más apartados y de difícil acceso, pudieron conservar esta rica tradición y sabiduría, pues además, eran ellos los que sabían el secreto de curar con hierbas y raíces las enfermedades de la gente más pobre y olvidada de nuestros pueblos. También se llevaba a cabo otra danza que era ejecutada, ya no por chamanes o cuetaperis, sino por gente común con un solo chamán que representaba a Tata Huriata (el Sol) una maringuía (hombre vestido de mujer) que representaba a Nana Cuerari (la Tierra) y ocho viejitos que representaban a los ocho planetas restantes del Sistema Solar: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, más
un elemento extra que representaba a un cometa, esta danza era ejecutada imitando los movimientos de los astros en el universo, cuando se alineaban todos en línea recta, alineación que se da cada cinco mil 125 años de la cuenta larga, los ocho danzantes giran bailando alrededor del Sol y la Tierra, el noveno danzante bailaba girando en una vuelta elíptica alrededor de todos ellos, ampliando su área de baile, conforme los otros danzantes se movían y cuando el cometa pasaba en frente de cada uno de ellos el indiciado incrementaba su ritmo como lumbre, pues eso es lo que hace un cometa cuando pasa cerca de los planetas. Este elemento gastaba más energía que los otros y lógicamente se cansaba más, era reemplazado cada vez que fuera necesario,
pues esta danza requiere de mucha energía y es muy cansada para los que bailan y nunca para quienes nos deleitamos observando; ¿Como la ven? ¿Tenían razón o no los españoles para prohibir estas danzas? En el viejo mundo acababan de descubrir que la Tierra y los planetas giraban alrededor del Sol y nuestros ancestros sabían eso desde tiempos inmemorables. Así las cosas, llegó el tiempo que nuestros petámutis o chamanes, difícilmente podían encontrarse los cuatro para ejecutar la danza y preservarla, enseñaron la danza a jóvenes que pudieran aguantar el ritmo y esfuerzo de la misma y aunque inicialmente sólo era acompañada con un teponaxtle (tambor), y una chirimía (flauta de carrizo o barro) al perder el senti-
La original «Danza de los viejitos» tiene su origen en tiempos inmemorables al sur del Continente Americano, concretamente en la región de Los Andes, desde donde se cree, emigraron los purépechas, actualmente los quechuas y los aimaráes de aquella región, danzan para invocar la lluvia y lograr las cosechas, así como para sanar un enfermo. do místico y ritual, se fueron agregando músicos e instrumentos, así como danzantes. En pueblos como Patamban, Charapan, Zacán, la danza era ejecutada sólo por purépechas, con posibilidades económicas y que estuvieran allegados al Consejo Ciudadano de cada pueblo, que invariablemente estaban ligados al cura del pueblo, pues desde Cortés, hasta la reforma de 186, y hasta la fecha, los curas tenían un gran peso en todos los pueblos de la Meseta, donde la ignorancia y la baja, o nula preparación intelectual de sus gentes, era y es evidente. En Patamban, sucedió que en la época de la Reforma, los mestizos se apoderaron de la danza y le implementaron unos atavíos distintos, como listones de seda china, camisas del mismo material,
máscaras con rasgos hispanos, y hasta con imágenes sacras, (católicas por supuesto), trajes de charro y camisas vaqueras, todo lo elegante y exótico tenía cabida en este festejo, que fue ubicado en el calendario religioso en la época del carnaval, así duró todo el siglo pasado esta danza, que dejó de ser ritual y de trance, pues se fue incrementando el número de participantes, así como una o dos maringuías, las cuales llevan un paso y ritmo distinto del grupo de danzantes, pues ellas marcan un paso femenino y recatado. Aún con todas esas reformas, la danza seguía siendo elitista, pues el ajuar era caro, ya que los calzones de manta labrados, eran costosos, y las camisas de seda más, además, pagar al grupo musical que tocaba los sones, era incosteable, ya que se contrataban por lo menos tres días y en ocasiones toda la semana, además de que, como eran unos viejitos muy elegantes. El último día arreglaban la plaza con papel picado, la mandaban barrer, para que estuviera bien limpia y al atardecer del último día, quemaban un torito de luces artificiales y regalaban a todos los niños y principalmente a sus novias, las arrobas (dulces, buñuelitos, panecillos en miniatura, pinole, charamusquitas, garapiñados, etcétera). Todo esto tenía un costo alto, por eso era elitista, pues sólo los riquillos del pueblo podían gastar y por lo mismo, se fue incrementado más y más el número de participantes, pues mientras más elementos fueran, más barato les salía, ya que para entonces se pagaba una música, ya fuera local o traída de Zirahuén, de Quinceo, Huáncito o de donde fuera, no importaba el costo, pues es sabido que las fiestas son en lo que más colaboran los purépechas.
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SALVADOR J IMÉNEZ Los pueblos de la Meseta Purépecha cuentan con una inmensa riqueza arquitectónica y religiosa en las capillas y templos, muchos de estos dedicados a Santiago Apóstol durante los siglos XVI y XVII, época de la colonia española y de evangelización por los misioneros franciscanos y agustinos. La arquitectura colonial existente en estos pueblos se debe principalmente a Vasco de Quiroga, Fray Juan de San Miguel y a Jacobo Daciano entre otros; gracias a ellos se construyeron innumerables capillas que difundieron el Santo Evangelio por toda la región. La principal característica de estas capillas son los artesones de madera, un techo cubierto de pinturas con pasajes alusivos a la vida de la Virgen y de su hijo Jesús. Tras el arribo de los primeros misioneros de la orden franciscana, casi a mediados del siglo XVI, en las comunidades indígenas se inició un proceso encabezado por «Tata» Vasco, primer obispo de Michoacán, para edificar hospitales de indios, conjuntos arquitectónicos dirigidos por autoridades eclesiásticas a través de un curato o un convento, del que dependían totalmente los hospitales. Las construcciones reflejan la abundancia de piedra volcánica y cantera en la región, muchos de los templos, conventos y capillas que hoy se encuentran en pie, revelan el uso de ese material pétreo, que al unirse utilizando adobe para su recubrimiento se podían levantar muros y fachadas de templos y espacios conventuales que eran techados con tejamanil y teja elaborada con barro rojo, además de colocar artesones en sus techos interiores o bóvedas, muchas veces decorados con motivos celestiales; ángeles, querubines, arcángeles y apóstoles, incluyendo la trinidad. No pocas naves tienen techos decorados desde el espacio del coro hasta la cúpula o la parte alta del altar, según sea el caso. Una característica notable de los templos edificados durante la decimosexta centuria es la cruz atrial, elemento arquitectónico que se conserva en la mayoría de templos ubicados en la Meseta y cuya insignia católica muestra en su labra la intervención de la etnia purépecha. No se debe soslayar en cambio, el hecho de que algunos atrios han sido modificados durante el transcurso de los siglos. Transformándose casi por regla general en plazas cívicas, resultado de las pugnas que durante diversas apocas de la historia han enfrentado a autoridades civiles y religiosas. Las portadas de los templos de la Meseta Purépecha presentan un estilo plateresco en su arqui-
Santa María Huiramangaro
Capillas y templos en la Meseta Purépecha
HERENCIA
EVANGELIZADORA tectura, con algunos elementos que denotan cierta influencia árabe e hispana, mismos que dan testimonio de un esplendor religioso importante, que tuvo origen en la evangelización de las comunidades indígenas michoacanas. Me parece justo establecer una definición de lo que es una capilla y qué se puede denominar propiamente templo: De acuerdo a la descripción del Diccionario Larousse, una capilla es «un edificio pequeño dedicado al culto», mientras que un templo se define como «un edificio elevado en honor a una divinidad». Se reconocen con este vocablo inmuebles católicos y protestantes. En tanto que el término capilla es casi exclusivo del catolicismo. De esta manera, comenzamos nuestro recorrido con el interés
de mostrar a los lectores la riqueza arquitectónica que tienen las capillas y templos de las comunidades enclavadas en la región purépecha. Nuestros pasos se encaminaron primeramente a Santa María Huiramangaro, donde se ubica el templo construido por los franciscanos en la primera parte del siglo XVI, una verdadera joya artística y arquitectónica dedicada a Santa María, edificada en honor a la Virgen de la Asunción, misma que cuenta con una cruz atrial y un decorado extraordinario en su interior. El inmueble esta resguardado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Construido en el año de 1639, según una inscripción en el marco de su puerta, el templo de la comunidad indígena de Nurío,
palabra purépecha que significa «nurite», tiene inspiración mudéjar, con un singular bautisterio que asemeja una embarcación conducida por los apóstoles. El entablado de su sofisticado sotocoro luce un magnífico coro de ángeles músicos pintados y enmarcados por diseños de grecas, este templo tiene tres retablos, uno de ellos de finales del siglo XVI dedicado a la Limpia Concepción de María. Los demás retablos son de estilo neoclásico con interesantes esculturas y el altar dedicado a Santo Santiago. La capilla de la antigua huatápera, también en Nurío, se edificó en honor a la Inmaculada Concepción de María. Se desconoce si la capilla o el hospital de la antigua huatápera existían en el siglo XVI; la primera referencia a la capilla se
remonta a 1631 En 1628 fue objeto de una reconstrucción, durante la cual se colocaron en su fachada algunas piedras que se dice pertenecieron a un inmueble más primitivo, es una construcción que consta de una sola nave con testero plano, aunque pequeña, cuenta con un artesonado desde la parte baja del coro hasta el altar mayor, con una letanía en azul predominante con grabados impresionantes por su diseño y belleza; el artesón se restauró en 1803, da testimonio de ello una inscripción en una de cuatro viguetas dispuestas de lado a lado a lo ancho del inmueble, mismo que dice textual: ….»de 1803 ce acavo de pintar este arteson a devosion y costo de Da Ma Petra y de su hijo Manuel Salvador siendo cura de este parrido SB de Juan». Cabe destacar que en el 2002, esta capilla fue declarada uno de los 100 monumentos más importantes del mundo
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Templo de Cocucho.
Parroquia de San Antonio de Padua, Charapan. Santa Rosa, Zacán
Templo de la comunidad indígena de Nurío en peligro de destrucción, por lo que fue sometida a restauración por Adopte una obra de arte, A.C., tarea que estuvo a cargo de la restauradora Alicia ortega Esquivel en agosto de ese mismo año. El templo de Cocucho está dedicado a San Bartolomé, aunque la presencia de Santiago se observa en el sotocoro del recinto, considerado este como una de las obras maestras del arte popular barroco michoacano. Arcángeles, músicos y escenas que parecen cobrar vida, dejan verdaderamente sorprendido al espectador. Los artesonados geométricos de este templo atrapan con su elegancia la atención del visitante con sus tonos negros, blancos y rojizos. En el templo de Santiago Apóstol de la localidad de Angahuan volvemos a observar al santo, sobresale la portada mudéjar con exquisitos bajorrelieves que evocan el origen purépecha de los
San Miguel Arcángel de Pomacuarán. canteros. El interior sorprende por ser una estructura estrecha y alta, con alfarjes en el presbiterio, donde se representa el cielo estrellado en su condición de hogar de Dios. Es una construcción franciscana del siglo XVI, al frente se ubica el atrio con tres accesos y cruz atrial al centro, de cantera labrada con los signos de la Pasión, bellísima obra con el sello inconfundible de las manos indígenas. El templo es flanqueado por el bautisterio al lado izquierdo, y por el antiguo claustro al lado derecho, ambos de dos niveles. En el bautisterio se encuentra una pila de grandes proporciones, fabricada en cantera labrada y decorada con motivos vegetales, al parecer fue rescatada y trasladada del templo de San Juan Parangaricutiro,
Templo de Santiago Apóstol de la localidad de Angahuan
al ser éste sepultado por la lava del Paricutín cuando el volcán hizo erupción en 1943. En la huatápera, -»lugar de reunión»- de Zacán se ubica la capilla de la Inmaculada Concepción de Santa Rosa, que cuenta con artesonados en el techo con una letanía lauretana en azul y blanco, colores de la venerada imagen, además de un exquisito retablo principal. Ángeles y arcángeles rodean a la virgen en estas pinturas que datan del siglo XIX; no obstante, su magia reside en la hechizante pero sencilla belleza de las imágenes e inscripciones de marcada vocación didáctica. Las molduras de las jambas y la rosca del arco en la fachada del templo, así como el diseño de la ventana coral son similares a los de la parroquia de San Agustín
en Morelia, ello nos lleva a deducir que ambas portadas son de la misma autoría, ya que denotan el mismo gusto por historiar los frisos con citas en latín que refuerzan su hermandad; la afirmación «esta es mi casa», en el templo de Zacán, corresponde con la expresión «esta es la casa de Dios», inscrita en el inmueble moreliano. Charapan es una de las poblaciones de mayor tamaño, por ello es cabecera del municipio con el mismo nombre. Su construcción más importante es la parroquia de San Antonio de Padua, en cuyo honor el nombre oficial de la cabecera es San Antonio Charapan. El templo es de grandes dimensiones y sobresale en su altar un retablo de cantería de estilo neoclásico, además de la cruz atrial que exhibe un escudo fran-
ciscano y está fechada en 1655. A espaldas del templo se ubica la capilla del Colegio de San José, hoy conocida como capilla Pedro de Gante, que luce una portada canterana bastante sobria y techo de tejamanil a dos aguas, característicos de toda la Meseta Purépecha. Ambos, templo y capilla fueron edificados sobre una plataforma que predomina sobre el jardín principal de la población. El templo de San Miguel Arcángel de Pomacuarán también cuenta con un techo a dos aguas sobre el cual descansan un sencillo campanario y un altavoz, mediante el cual se emiten mensajes en lengua purépecha para toda la población. A pesar de que fue construido en el siglo XVI, en el muro testero se muestra el año 1672, misma que se dice, corresponde a una fecha de restauración. En la fachada se encuentra otra inscripción que refiere a 1860, fecha de su última restauración, acompañada del responsable: Marcelino Ayala. Los franciscanos fundaron la iglesia original en el cerro, frente al actual poblado, donde aún subsisten las ruinas de sus muros, se cree que el actual templo era la Capilla del Hospital. San Miguel Pomacuarán celebra su fiesta patronal anual el 29 de septiembre. Su nave fue construida con piedra y lodo, tiene forma rectangular y está delimitada por muros diegos engarrados con una capa de cal, el piso es de tablones de madera muy probablemente originales. En el techo se puede ver un artesón con pinturas representativas del Evangelio en su antiguo y nuevo testamento. Se trata de una magnífica obra de arte popular. En San Felipe de los Herreros, el templo parroquial está dedicado a esa divinidad, posee una fachada austera en color blanco y una portada con arco de medio punto, en una pieza de cantera que fue colocada al centro en el primer escalón del acceso, se puede leer la fecha de su edificación: 1613 . Su interior, en la parte del coro, resguarda un órgano conocido como «de ala» o «realejo de profesión», reliquia de gran valor y de la que solamente existen otros seis del mismo tipo en todo el mundo, por lo que es considerado como el más importantes de toda la República. El órgano se encuentra actualmente en restauración, se prevé que estará listo para el segundo sábado de octubre de este año, cuando se celebra en esta localidad al Señor de los Milagros, y se anuncia que para la misa se utilice ya el referido instrumento musical. Esta localidad festeja también a San Agustín, el 28 de agosto y San Felipe, este, Santo Patrono local que se festeja cada año el primer día de mayo.
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Era tan prendida y bonita la fiesta, que se instituyó como tal, y como en Patamban siempre ha existido la división de barrios (desde Zetacu Tzetzangari), los de arriba y los de abajo, pues la fiesta era de los mestizos, es decir los de abajo, pues los de arriba, nada contentos hicieron también su organización para danzar, empezaban cuando terminaban los mestizos, y así esta fiesta duraba dos semanas, de jueves a domingo la primera semana de febrero y también la segunda. Pero no contaban con la astucia y desenfado de los auténticos purépechas, que vieron cómo los mestizos les arrebataron su danza y entonces a principio del siglo XX, en la Revolución, idearon la forma de divertirse a como diera lugar, pues era su danza y su costumbre, divertirse en carnaval. Fue así como de repente y al no tener para comprarse un ajuar, comenzaron a disfrazarse con lo que tenían a la mano; una sabana vieja, un gabán, una cobijita o un sombrero desecho, viejo y mugroso, y hasta con sobras de pertrechos militares, y se autonombraron viejos cherekis, pero al no tener para pagar una música, bailaban unos metros distantes de los viejitos elegantes o elitistas, con las consabidas molestias de los que pagaban la música y estaban mejor organizados, y entonces los charros (danzantes recién incorporados a la danza de los viejos), les echaban unas carreras fingidas a los viejos cherekis, que eran liderados por un señor de nombre Gregorio Contreras, que a la postre, se quedó con el apodo de chereki, que quiere decir mugroso, mal vestido, guandajón, come cuando hay. Estos cherekis bailaban de lo más feo, todos en bola, listos a correr, cuando venía el charro, o los charros de los otros viejos a correrlos, lejos de la música, su música. Así como lo cuento, se desarrolló esta fiesta, los primeros años de este siglo con una danza de los viejos, ya degenerada y corrupta en manos de los mestizos, pero tenía mucho auge, pues como siempre, la condición humana nos hace ver con buenos ojos lo que viene de fuera y menospreciar lo auténticamente nuestro. Finalmente los cherekis también se organizaron y aunque con muchos trabajos, también contrataron su propia música con base en puras «cooperachas», y desde un tiempo atrás, juntaban dinero, pero ya no cambiaron ni mejoraron su vestimenta, más bien cada día la desmejoraban y vestían lo más feo posible, pues era una burla a la dan-
Pukez, Cherekis y Negritos
VIEJOS CHEREKIS
Bailaban de lo más feo, todos en bola, listos a correr, cuando venía el charro.
za de los viejos ricos o mestizos, pero entre otras cosas, les traía remembranzas de burla a los gachupines, al usar estos, máscaras con rasgos hispanos. Estos cherekis ya organizados, bailaban como todos, en las principales calles del pueblo y en la casa de los encabezados organizadores, y para completar el pago de la música, bailaban enfrente de las tiendas y de los comercios establecidos o ambulantes (el día de plaza), así como en las casas de los riquillos del pueblo y estos agradecidos les daban unas monedas o un billete para completar el pago de la música; aún vive en Patamban el señor Heliodoro Herrera, ya con 102 años de edad, que fue de los encabezados y organizadores, recuerda otros nombres que no quiero dejar de nombrar: Rudesindo llamado El Chavacán, Damián Cristóbal, Benjamín González, Antonio Clemente, Francisco Jarácuaro y el ya mencionado Gregorio Contreras, que se quedó con el apodo de cheré y su primer maringuía llamado Pancho chino, o Pancho Kuetz, estos viejos cherekis, también aceptaban niños, de esos aún vive Reynaldo Sebastián, quien nos dijo que un tiempo decayó la danza, y ya no se vestían, pero hicieron un segundo esfuerzo, y la revivieron junto con Pascual Morales, Juan Medina, Agustín Mondragón llamado cutiloco y Antonio González Sánchez, este último con sus famosas botas de hule, que sólo calzaba para bailar en dicha danza. Cuenta Reynaldo, que aún vive, que eran cinco los respon-
Por fortuna otros pueblos de la Sierra y de la Región Lacustre, conservan estas danzas y están más apegados a las tradiciones ancestrales, en pueblos como Charapan, San Felipe de los Herreros, Zacán, Tingambato, Sevina y muchos otros. sables, y cada uno de ellos era responsable de darles de comer a los músicos un día en su casa, y
ahí mismo comenzaban a llegar los cherekis ya ajuarateados, y otros llegaban con su ajuar en el
morral, y ahí se cambiaban, pues no querían que la gente supiera su real identidad, así de feo andaban. Cuando los cherekis usurpaban la música ajena, Gregorio Contreras (cheré), ideó un estratagema, dada la gran religiosidad de este pueblo, se hizo acompañar de un santito, del cual, él era el propietario llamado San Bruno, es un santito chiquito, le acomodó una mesa, lo vistió bonito con ropa nueva, manteles, flores y demás fantasía y así evitó que lo corretearan con todo y santito. El último día, el de las arrobas, los viejos bonitos entregaban sus arrobas ya mencionadas atrás y los cherekis también daban sus arrobas, pero éstas contenían unas sorpresas muy desagradables, pues sus regalos eran tales como caca de borrego bañada en piloncillo, simulando ponteduros (dulce regional hecho de maíz tostado cubierto de piloncillo), ceniza en lugar de pinole, piñatas llenas de caparis (abejorros), avispas en lugar de dulces, y en lugar de torito con luces pirotécnicas, ellos incendiaban un castillo hecho de tabardillo y zacate seco, con esto culminaba la fiesta y la danza, y hasta el próximo año. Actualmente esta fiesta está a punto de desaparecer, sólo el esfuerzo y el entusiasmo de unos cuantos hace que sobreviva, pues el pueblo carece de orquesta propia, nuestro gran maestro, tata Daniel Plancarte, está muy enfermo y no tiene el ánimo de sostener una banda de músicos, banda que en otros tiempos, le dio a él y a Patamban gloria y reconocimiento en la Meseta, pero ocasionalmente se visten y danzan para algunos eventos especiales y sobre todo cuando alguien o alguna institución les paga para que lo hagan. Actualmente se pueden contratar (a los cherekis) a través del señor Graciano González Morales (la maringuía), Sabás Morales o Samuel Cervantes, tres de los encabezados de la danza de los cherekis, otro señor muy animoso es don Gudelio González y algunos de sus hijos, principalmente Gerardo. Por fortuna otros pueblos de la Sierra y de la Región Lacustre, conservan estas danzas y están más apegados a las tradiciones ancestrales, en pueblos como Charapan, San Felipe de los Herreros, Zacán, Tingambato, Sevina y muchos otros, es posible ver y disfrutar este espectáculo sin par, la próxima vez que la vean observen detenidamente lo que sus ojos ven.
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San Felipe de los Herreros
AL RESCATE DE SU IDENTIDAD SALVADOR JIMÉNEZ San Felipe de los Herreros debe su nombre a que fue centro de la industria herrera durante la época colonial y hasta el siglo XIX. Esta población fundada en 1532 como una congregación de cuatro pueblos tuvo en Vasco de Quiroga un benefactor que impulsó la otrora actividad emblemática de esta localidad, a la que le otorgó también a san Felipe como santo patrono. Pero la actividad de la herrería se fue perdiendo hasta verse casi al borde de la extinción, situación que despertó el interés del profesor Juan Béjar, originario de San Felipe, por reactivar el oficio tradicional, por lo que se dio a la tarea de reunir a un grupo de jóvenes a los que imbuyó el ánimo y ganas para sacar del letargo la herrería forjada que había llegado a ser un arte que dio identidad a esta población a nivel estatal, incluso nacional. El ánimo se había encendido cual chispa en una varilla de soldadura, alcanzando también al maestro herrero Jaime Vargas Zacarías. Con ese ímpetu lograron, tocando puertas, que la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) aportara significativo apoyo con materia prima para la realización de un cursotaller de capacitación que este fin de mes entrega a San Felipe 19 nuevos herreros, con los que suman 35, en virtud de que en 2012 se capacitaron otras 16 personas. Pero los intentos por reactivar la actividad de la herrería no son nuevos. Durante el mandato de Cuauhtémoc Cárdenas como gobernador del estado, se implementaron talleres que al final no tuvieron buenos resultados, tal vez porque no había interés en los maestros que debían transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones, opina Juan Ceja Juárez, uno de los promotores del curso-taller por parte de Casa de Artesanías (Casart) del gobierno estatal, misma que participa estimulando económicamente a los capacitadores, además de buscar la apertura de canales de comercialización. Esa tarea ya rindió sus primeros frutos: los municipios de Paracho y Zacapu han ordenado la elaboración de zaguanes (portones) a los incipientes artistas sanfelipenses de la herrería, lo que
La actividad de la herrería se fue perdiendo hasta verse casi al borde de la extinción, situación que despertó el interés del profesor Juan Béjar, originario de San Felipe, por reactivar el oficio tradicional
CÓMO LLEGAR DESDE MORELIA: Se toma la autopista a Pátzcuaro y una vez en la ciudad del lago hay que enfilarse por la carretera libre a Uruapan, desviándose kilómetros adelante rumbo a Paracho a mano derecha. Luego de pasar por Santa María Huiramángaro, Pichátaro, Sevina, Nahuátzen y Cherán, se llega a Paracho, de esta población se continúa la trayectoria a Uruapan hasta encontrar la desviación a Pomacuarán, y tras recorrer los cuatro kilómetros que separan a ambas poblaciones, se llega a San Felipe de los Herreros.
podría marcar el repunte de la actividad en este poblado perteneciente al municipio de Charapan, donde las escuadras y herrajes elaborados con la técnica de la forja llegaron a ser tradición. Los cursos tienen lugar en el taller comunal de San Felipe y los jóvenes que toman la capacitación son todos de la región, pues se prevé que vayan dándose a conocer como región de origen, estableciendo de esa forma las condiciones por si en un futuro es necesario que los artesanos defiendan su actividad, puedan hacerlo. Un taller, para moldear metal, debe contar con un yunque, cinceles diversos, marros, punzones y una mesa de trabajo; herramientas con las que los jóvenes que toman la capacitación tienen contacto permanente. A los que se capacitaron en 2012, el maestro les entrega únicamente los dibujos
para que ellos elaboren las piezas y clavos que el diseño requiere; los clavos se forjan en el mismo taller de herrería y se utilizan para reforzar, pues tienen doble punta que al entrar, se abre en forma de grapa, así la pieza queda más segura. La capacitación en el curso arrancó durante la primera semana de junio y concluye este mañana 30 de agosto, tres meses en que los asistentes atendían tres horas diarias de curso, de lunes a sábado bajo la supervisión y evaluación constante de Juan Béjar y Jaime Vargas, entusiastas impulsores del rescate de la herrería artística que hoy retoma nuevos bríos en San Felipe de los Herreros para reivindicar la actividad e identidad de una población que, como pocas en la región, no ostenta un nombre purépecha, lo cual no significa que no pertenezca a esa noble raza.
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Feria Alternativa de
URANDÉN REDACCIÓN Fomentar el comercio local, promover el consumo responsable y reestructurar la relación productor-consumidor, son las bases de la Feria Alternativa de Urandén, una propuesta que surgió de un grupo de productores de la ribera del Lago de Pátzcuaro. Como su nombre lo sugiere, este espacio es una alternativa al comercio convencional para apoyar la economía solidaria mediante la venta e intercambio de productos locales, orgánicos, naturales y artesanales. Al hablar de economía solidaria, se hace referencia a un modelo socioeconómico en el que se da un intercambio justo entre productor y consumidor, una práctica cooperativista y no de competencia; esta filosofía observa también el cuidado ambiental y el entorno social. Es una feria porque la idea es que los visitantes no sólo adquieran sus productos, sino que la pasen bien, se queden, convivan, coman rico y participen en los diferentes talleres y presentaciones artísticas. Lucas Anzan, uno de los organizadores, comentó que la
CÓMO LLEGAR: La Feria Alternativa se realiza el primer domingo de cada mes en el embarcadero de la Isla de Urandén desde las 10:00 hasta las 17:00 horas. Para llegar desde Pátzcuaro, hay que tomar la carretera hacia Erongarícuaro, entre Huecorio y Tzentzénguaro. Aproximadamente a cuatro kilómetros de Pátzcuaro hay una desviación a mano derecha que dice «Urandén». Feria Alternativa surgió después de que varios productores se dieron cuenta de que en la región se producían varias cosas interesantes pero no había un lugar dónde comprarlas directamente del productor. Además, hartos de la presencia de las trasnacionales y la crisis económica, vieron que se podía hacer algo, así surgió la iniciativa de organizarse y empezar este proyecto que es totalmente independiente y colectivo, «estamos en el marco de la autoges-
tión: nadie gana dinero con la Feria», sostiene. Cuando termina la venta, cada productor aporta un diez por ciento de ésta y la aportación va una caja colectiva que sirve para invertir en promoción, lonas, equipo de sonido y dar algún apoyo a las personas que dan los talleres y muestras artísticas. La Feria Alternativa de Urandén inició en octubre de 2010 en Arocutín con 35 productores, hubo buena respuesta pero por espacio y otras
necesidades se cambió a Erongarícuaro, para pasar finalmente a la Isla de Urandén, donde se reúnen hasta 80 productores. Lo esencial de la Feria es vender productos 100 por ciento michoacanos y producidos localmente. ¿Qué se encuentra?, medicina alternativa, productos naturales (miel, mermelada, pan, tortillas, lácteos), frutas y verduras orgánicas, cerveza artesanal, productos para aromaterapia, obras de arte (libros, cuadros, pinturas),
MORELIA, MICHOACÁN, 30 DE AGOSTO DE 2013
cerámica, ecotecnias, productos reciclados, artesanía (platería, bolsos, bisutería, cojines, artículos de fibra de coco, cuchillos, ropa), plantas medicinales y de ornato, abono orgánico y lombricomposta, cosméticos naturales, masajes terapéuticos, comida tradicional, casera y música en vivo. Otra propuesta de esta Feria es el intercambio de bienes mediante el trueque triangulado, que usa las «tunas» como una moneda alternativa al dinero nacional y que sustituye al trueque más básico en el que dos personas cambian un bien por otro. Con las tunas se intentó resolver la limitación de «yo sí quiero lo que ofreces, pero a tal vez a ti no te interesa lo que yo ofrezco». Es importante que la gente sepa que la participación es totalmente abierta, entra quien quiera y es voluntaria. Si algún productor o productora se interesa en participar, no es complicado, sólo hace falta ponerse en contacto con alguno de los organizadores presentando lo que se quiere ofrecer, eso sí, el producto tiene que cumplir con el requisito de ser local, de calidad y ser amigable con el medio ambiente. En relación con la comida que se expende, se trata de que no haya desechables en los expendios, por lo que se invita a la gente a que traiga su plato con cubiertos. Igualmente, el objetivo de la Feria Alternativa es educativo, es decir que todos saben de la importancia de apoyar la economía local, del cuidado al medio ambiente, de los beneficios a la salud por consumir frutas y verduras orgánicas (libres de productos químicos), de la revalorización del trabajo artesanal y del uso de ecotecnias como medidas alternativas para reducir el consumo de energía evitando así depender de los combustibles fósiles. Sin duda, esta iniciativa es un ejemplo para darnos cuenta de que si queremos, podemos mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestra comunidad al poner atención en los productos que consumimos y de quiénes los adquirimos.
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