Letras 10 de enero

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[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 10 DE ENERO DE 2015 |

Anaïs Nin El diario de un escándalo POR ESTHER ALVARADO | PAG. 2

Artistas y modelos CREACIÓNANAÏSNIN|PAG.3

El riesgo para la libertad POR ULRICH BECK | PAG. 6

Poemas CREACIÓNWALTWHITMAN|PAG.7

Agua amarga ALASAZÓNNETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS|PAG.4

Sobre y alrededor del trabajo PORESTEBANMARTÍNE MARTÍNEZ|PAG.5

Relatos vengadores PORFAUSTOPONCEYCOLUMBA VÉRTIZ DE LA FUENTE | PAG. 8


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Anaïs Nin El diario de un escándalo PORESTHERALVARADO

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ada excita tanto como lo prohibido. Por eso, para alguien que vivió bajo la única regla de saltarse todas las reglas, satisfacer instintos y caprichos carnales equivale a respirar quién sabe si un aire más puro que el todos los demás. Anaïs Nin (Neuilly-sur-Seine, Francia, 21 de febrero de 1903 - Los Ángeles, 14 de enero de 1977) fue una de esas personas tocadas con la compleja condición de los seres libres. Su vida y su obra, fundamentalmente sus diarios, fueron un continuo escándalo que ahora airea la editorial Siruela con la reedición de Diarios amorosos. Incesto (1932-1934). Fuego (19341937). La obra, un grueso volumen de 764 páginas deliciosamente editado, es una traducción de José Luis Fernández-Villanueva, cuenta con notas biográficas de Gunther Stuhlmann y con introducciones de Rupert Pole, el que fuera segundo marido de la bígama Anaïs Nin.¿Lo ven? Todo en ella era un escándalo. Nació de padre cubano-español y madre cubano-danesa Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell. Él, pianista y compositor, la abandonó a ella y a su madre, cantante de ópera, cuando Anaïs tenía 11 años.

Aquel abandono marcó su infancia y la pequeña Anaïs no encontró mejor manera de exorcizar sus fantasmas que poniéndolos negro sobre blanco con toda la crudeza y honestidad de que fue capaz. Que fue mucha. Sus diarios la fueron convirtiendo, sin saberlo ella, en escritora y se iniciaron como una carta dirigida a su padre, con quien no tuvo contacto durante los siguientes veinte años.

Anaïs Nin fue una de esas personas tocadas con la compleja condición de los seres libres. Su vida y su obra, fundamentalmente sus diarios, fueron un continuo escándalo

Por aquellos tiempos Anaïs Nin, con 19 años, probaba suerte como modelo y como bailaora flamenca, en la Cuba donde se crió y donde contrajo matrimonio con el banquero Hugh Guiler, con el que se marchó a vivir a París.

Saltos de vértigo Guiler fue su marido oficial hasta su muerte,


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su sostén económico y su puerto seguro donde de cuando en cuando anclaba la errática nave de Anaïs. Con él, su alma intrépida se aburría pero a la vez le permitía saltos de vértigo como el que dio tras la lectura de D. H. Lawrence, que la convenció de hacerse escritora. En 1930 publicó un ensayo sobre Lawrence y esto, junto con su curiosidad innata, la colocó a las puertas de la bohemia en la que no tardó en sumergirse con deleite. En 1931 conoció al escritor estadounidense Henry Miller, autor de los dos ‘trópicos’ (Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio). Pronto, Anaïs y Henry dejaron atrás la correspondencia para sumergirse en un idilio que fue menos secreto que otra cosa. Se amaban con una mezcla de dulzura y desesperación y durante algún tiempo ella navegó en una tempestad de idas y venidas de los brazos de Henry a los de su propio padre, Joaquín Nin. De eso trata su diario Incesto (1932-1934). “Vino Henry. Me senté en el sofá y, en voz baja, le hice mis reproches, una larga acusación (...) Y me tendió en el sofá y me tomó sencillamente, con una mezcla de hambre y ternura, deteniéndose para decir: ‘Dios mío, Anaïs, ¿no sabes cómo te amo?’”. Pero por supuesto, Henry Miller ya estaba casado en aquella época con June, con quien la escritora tuvo una relación casi tan apasionada como con su marido, y quien la inició en el voyeurismo y el safismo. Por entonces, Anaïs se reencuentra con su padre, Joaquín Nin, en Louveciennes, veinte años después de su abandono. En Incesto, la relación con su progenitor es absolutamente incestuosa. Ella se refiere siempre a él como “Padre”, con mayúsculas, y le describe con absoluta adoración y en momentos que revelan intimidad consumada: “En el momento de amar, la cara se exalta, se transforma completamente, femenina, jubilosa (aunque nunca se distorsiona) por el erotismo, una alegría luminosa, de éxtasis, la boca abierta”. También define su personalidad en juegos de tensión sexual no resuelta: “En el coche me acarició ligeramente (...). Cuando vuelvo a mi cuarto para coger una foto, Padre me sigue y permanecemos pegados el uno al otro, sin atrevernos a besarnos, sólo cuerpo con cuerpo”. Con tamaño complejo de Edipo, Anaïs Nin se dejó seducir por el psicoanálisis e incluso llegó a practicarlo en Nueva York, a donde emigró en 1939. De su necesidad de dinero, que ganaba a razón de un dólar la página, nace El delta de Venus, como una recopilación de relatos eróticos y pornográficos que escribía junto a Henry Miller para un “coleccionista anónimo”. En su afán precursor y feminista, Anaïs Nin se convirtió en la primera mujer de la literatura que firmaba los relatos eróticos con su propio nombre. Sus revoloteos sentimentales la llevaron durante más de una década de Nueva York, donde vivía con su marido, a Los Ángeles, donde se casó con Rupert Pole (en 1955), sin haberse divorciado de Hugh Guiler. De hecho, del tolerante banquero que consentía sus affaires y financiaba su vida californiana (sin llegar a saber de su bigamia), no se divorció jamás y, cuando publicó en 1966 sus famosos Diarios amorosos, temiendo que se destapase su poliandria, consiguió la nulidad del matrimonio con Pole. Fue a su lado, sin embargo, donde permaneció los últimos años de su vida, cuando el cáncer de ovarios le impidió cumplir con sus periódicos retornos a Nueva York, con Guiler. Fue el 14 de enero de 1977 cuando Anaïs Nin, la mariposa de la literatura bohemia y erótica, exhaló su último aliento. Tenía 73 años y una historia que había que recordar. © El Mundo (España)

CREACIÓN

Artistas y modelos Anaïs Nin (Fragmento) [...]

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Creía que después de semejante homenaje al amor, ninguno de los dos quedaría con ganas de volverse a ver. Una vez terminada su aventura, aparecía nuevamente en el café, siempre brillando con la palabra

e temía mucho a los extranjeros, en particular a los sudamericanos, negros y cubanos. Había oído hablar de sus extraordinarias potencias sexuales y sentía que, si su mujer caía, un día, entre sus manos, no regresaría nunca. Pero Luisa, después de haberse acostado con todos los amigos de él, terminó cayendo en las manos de uno de ellos. Era un cubano, un trigueño extraordinario, de gran belleza, los cabellos largos y lisos como los de los hindúes, con cara espléndida y rasgos nobles. Pasaba sus días en Le Dôme hasta que encontraba a la mujer que necesitaba. Entonces, desaparecían los dos durante dos o tres días, se encerraban en la habitación de un hotel, de donde no salían hasta que todo el deseo hubiera sido satisfecho. Creía que después de semejante homenaje al amor, ninguno de los dos quedaría con ganas de volverse a ver. Una vez terminada su aventura, aparecía nuevamente en el café, siempre brillando con la palabra. Además de esto, era muy buen pintor de frescos. En cuanto Luisa y él se vieron, se fueron en el acto. Antonio estaba fascinado con la blancura de la piel de Luisa, la redondez de sus senos, la fineza de su talle y su larga cabellera rubia, copiosa y densa. Y ella con su rostro, su cuerpo poderoso, su soltura y lentitud. Él sabía reírse de todo. Daba la impresión de que el mundo entero no existía fuera de su pasión, que no habría mañanas ni reencuentros futuros - no habría más que aquel cuarto, aquella tarde, aquella cama. De pie delante de la gran cama de hierro, antes de que ella se desvistiera, le dijo: “Conserva el cinturón”. Comenzó entonces a desgarrarle el vestido a partir del cinturón. Sin el más mínimo esfuerzo, con gestos lentos, lo hizo jirones, como si hubiera sido de papel. Luisa temblaba al sentir la fuerza de sus manos. Sólo conservaba ahora el pesado cinturón de plata sobre su cuerpo desnudo. Liberó sus cabellos que cayeron sobre sus hombros. Fue sólo entonces que la arqueó hacia atrás y la besó mucho tiempo, acariciándole los senos.

Ella sentía el peso de su pesado cinturón que le hacía daño, así como la presión firme de sus manos sobre su piel desnuda. El deseo sexual la volvía loca, la cegaba. No podía esperar más. No podía ni siquiera esperar a que él se desvistiera. No solamente continuaba besándola, bebiendo sus labios, su lengua, sus jadeos, sino que sus manos la amasaban, con profundas presiones hundiéndose en su carne y dejándole dolorosas marcas. Ella, mojada, temblorosa, abría sus piernas para tratar de subirse sobre él. Quiso desabrocharle el pantalón. “Tenemos tiempo”, le dijo. “Tenemos todo el tiempo. Vamos a quedarnos varios días en este cuarto. El tiempo no cuenta para los dos”. Entonces, se volvió y se desvistió. Su cuerpo era de un castaño dorado, y su miembro tan liso como el resto de su cuerpo, firme y pulido como una caña. Ella se lo puso enseguida en la boca. Los dedos de Antonio estaban en todas partes, en su ano, en su sexo; y su lengua, en su boca, en sus orejas. Le mordisqueaba los senos, le mordía el vientre, la besaba. Ella trataba de calmar su deseo frotándose contra su pierna, pero él no la dejaba.. La arqueó como si hubiese sido de goma, la viró en todos los sentidos. Con sus manos poderosas, acercaba a su boca todas las partes del cuerpo que deseaba, importándole poco las contorsiones que esto acarreaba. Así, cogió sus nalgas entre sus manos, las acercó a su boca, las mordió y las besó. Ella suplicó: “¡Antonio, hazme tuya, hazme tuya, no puedo esperar más!” Pero él se negaba a poseerla. El deseo le quemaba el vientre a Luisa como fuego infernal. Tenía la impresión que se volvía loca. En todo lo que trataba de hacer él la detenía. Incluso cuando ella lo besaba demasiado rato hacía que cesase. Al moverse, el cinturón daba un chasquido que recordaba el de las cadenas de los esclavos. De hecho, ahora era la esclava de este trigueño imponente. Era él quien dirigía - como un rey. El placer de Luisa dependía del de Antonio. Se dio cuenta de que nada podía hacer en contra de su fuerza y voluntad, que le exigía una sumisión total. Su deseo se apagaba, por simple extenuamiento. En su cuerpo cesó toda tensión. Se volvió tan flexible como el algodón. Él se entregó con


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mayor exaltación. Su esclava, su bien, un cuerpo resquebrajado, jadeante, volviéndose cada vez más suave bajo sus caricias. Sus manos buscaban un escondrijo de aquel cuerpo, sin descuidar el más mínimo centímetro de piel, amasándolo según sus ocurrencias, arqueándolo para acercarlo a su boca, a su lengua, a sus dientes blancos centelleantes, imprimiéndole su marca. Por primera vez, la excitación que ella había sentido como una irritación por todo su cuerpo que parecía ganar lo más profundo. Ahora se concentraba, como una bola de fuego, que espera para explotar el momento escogido por Antonio, según su propio ritmo. Sus caricias eran como una danza durante la cual los dos cuerpos cambiaban de forma, diseñaban nuevas curvas, siguiendo novedosas combinaciones. Ora pegados como gemelos, su sexo oprimiendo las nalgas de Luisa, cuyos senos dolorosamente tensos y a la espera, ondulaban como olas bajo las manos de Antonio. Ora arrodillándose sobre el cuerpo bocabajo de Luisa, como un león poderoso, mientras ella se apoyaba sobre sus dos puños para alzarse más cerca de su sexo. Por primera vez, él la penetró y la llenó completamente, como nadie lo había hecho hasta entonces, hasta las profundidades de su vientre. La miel corría en ella. Haciendo presión, su pene hacia ruiditos de succión. Su miembro se acomodaba con tanta perfección a la vagina que no quedaba más espacio para el aire; y, en un vaivén continuo, Antonio se aplicaba en tocar el extremo más sensible del vientre, pero, en cuanto Luisa se ponía a jadear, se retiraba, reluciente de miel, y cambiaba de posición. Ahora estaba extendido de espaldas, las piernas abiertas, su miembro erecto, e hizo que se sentara sobre él, penetrándola tan a fondo que sus vellos frotaban contra los de él. Aguantándola, hacía que diera movimientos circulares alrededor de su miembro. Ella se acostaba sobre él, buscando su boca, para luego incorporarse y retomar sus contracciones alrededor del pene. A veces, se incorporaba un poco para que sólo el glande la penetrase, se removía entonces suavemente, muy suavemente, justo lo suficiente para que él continuase dentro de ella, entre sus labios rojos e hinchados, que apretaban como una boca. Súbitamente se hundía, haciendo que el pene desapareciera entero dentro de ella, chillando de placer, y volvía a dejarse caer luego sobre el pecho de Antonio, buscando nuevamente su boca. Él, la aguantaba por las caderas con fuerza para guiarla en sus movimientos e impedirle que se fuera más rápido y se viniera. Después hizo que se pusiera en cuatro sobre el suelo, ordenándole: “Avanza”. Ella comenzó a agatear por toda la pieza, sus cabellos escondiéndola a medias, su cinturón pesándole en el talle. Él se puso de rodillas detrás de ella y la poseyó en posición de galgo, cubriéndola con todo su cuerpo apoyado sobre sus brazos largos. Cuando agotó el placer de esta postura, resbaló por debajo de ella para mamarle sus senos inflados como ubres, impidiéndole escapar de sus manos y su boca. Se contorsionaban en las posiciones más incongruentes, hasta que él la llevó luego, al final, hacia la cama y colocó sus piernas sobre sus hombros. La poseyó con violencia y, completamente estremecidos y temblando de placer, se vinieron juntos. Ella se dejó caer de un sólo golpe y gimió histérica. El orgasmo había sido tan violento que tenía la impresión de volverse loca, sintiendo a la vez furor y alegría, sentimientos que nunca había experimentado. Él sonreía, jadeante; ambos se acostaron bocarriba y se durmieron […] Del libro Delta de Venus (1940). Traducción de William Navarrete.

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Agua amarga A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS

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l nombre chocolate viene del náhuatl xocoatl y significa agua amarga. Con esa denominación comprenderán que no es fácil tomarlo a la ligera. En realidad poco se aprecia el sabor original de la bebida preparada, básicamente, con la pasta y la cáscara del cacao. Desgraciadamente estamos muy engreídos con el azúcar así que nuestra referencia es la de una mera golosina; en cambio, para mayas y aztecas se trataba de un alimento digno de reyes y dioses. Aunque el emperador Moctezuma restringió su consumo a sumos sacerdotes, guerreros, y otras altezas, fue el botánico sueco Carl von Linné quien le otorgó el imperioso nombre científico de Theobroma Cacao L. Se trata, sin duda, de una presumida referencia a la comida destinada a un todopoderoso. Energético, sináptico, simpático, antioxidante, digestivo, cálido y estimulante sexual, el chocolate es un pócima que merece tomarse en una emulsión que respete dicho atributos y, la verdad sea dicha, el azúcar lo hecha todo a perder y, para este caso, también la leche. En verdad les digo que es de Dios disfrutar sin gollería de ese sabor profundo, acre, y terroso a sabiendas de que se deslizará caliente a nuestro interior e irrumpirá en el estómago para ser el plácido festín de un rebaño de bienhechoras bacterias que lo convertirán en un elixir que desinflamará y mantendrá relajadas nuestras entrañas, arterías, corazón, y mente. Xoco-atl emprenderá también un calentamiento posesivo de nuestro interior que elevará nuestras ganas de movernos, hará fluir la sangre en nuestras venas y nos brindará un afán por vivir y, posiblemente, también por trascender al más allá por medio de nuestros órganos reproductivos.

El agua amarga le cae muy bien nuestro cerebro. Lo suaviza. De esta forma, la eficaz comunicación de impulsos electromagnéticos entre nuestras neuronas (la llamada sinapsis) se realizará plenamente, lo que no sólo estimula la imaginación también nos dispone como creadores mentales de una más atenta y cordial existencia. Así es que después de conocer algunas de los cursos de la llamada agua amarga me dan más ganas de tomarle sabor, tal cual es, que de agregarle azúcar y ponerme ñoño. De hecho, a quién le convenzan estás palabras podría comprar y promover el uso de chocolate con más de un 70% de cacao. Se trata de tomar un poco a diario, no más de 50 gramos, y de preferencia diluirlo en agua para favorecer su fluidez en nuestro estado de ánimo. Se trata del también llamado chocolate negro, el que paradójicamente excita y aliviana la vida en lugar de azucararla. El de lingotes que en España e Inglaterra fueron tan apreciados como los de oro y plata; el poderoso aliado antioxidante junto al vino tinto y/o los frutos rojos. El que resulta más efectivo que una aspirina.

LA NOTA, LA RECETA, O EL REMEDIO

Chocolate azteca (dos porciones): dos tazas y media de agua, un rollo de canela, medio chile de árbol, media cucharada de miel de abeja, 100 gramos de chocolate con 70 por ciento o más de cacao (comercialmente los hay hasta de 90%). Se hierve en agua la canela y el chile. Se cuela y se vierte en un recipiente. Inmediatamente se agrega la miel y el chocolate para que se deshagan. Se termina por batir con un molinillo de madera para darle una consistencia homogénea y espumosa.


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Sobre y alrededor del trabajo CARTASAPÓCRIFAS ::PORESTEBANMARTÍNEZ

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stimados lectores de la presente: antes de entrar en la materia motivo de la misma, una premisa: seguro de que ustedes, como servidor, están de acuerdo en que para asegurar el trabajo, el buen y honesto servicio de la policía, de los elementos del Ejército y el de los altos burócratas de los tres poderes de gobierno, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial es necesario que estén bien pagados para evitar que sean tentados y caigan en el peculado, o sea, en el hurto y mal uso de los dineros públicos, en la popular “mordida”, o que sean sobornados por el billete de ambiciosos empresarios o el dinero de las mafias del crimen organizado. ¿No es así? De acuerdo en eso, reflexionemos un poco de lo que es y como se ha visto y se ha jugado el trabajo, ya que de él se han dicho y dicen muchas cosas, pero el consentimiento general de los estudiosos del mismo lo consideran como la actividad esencial de la humana criatura, la que lo distingue y lo hace diferente de los otros animales... claro, si se exceptúan algunos animales sociales, como las abejas y las hormigas, por ejemplo... “pues el animal, en su inmensa mayoría sólo utiliza la naturaleza y produce en ella modificaciones por su presencia; el hombre somete a la naturaleza al servicio de sus fines: la domina”, como dijo F. Engels. Por otra parte, no faltan teóricos que piensan que el trabajo es la única energía creadora de cosas, de mercancías, de bienes de consumo y de servicios. Así los hechos, en verdad que resulta contradictoria la idea que nos viene de la antigüedad, la que considera al trabajo como una actividad inferior a la naturaleza humana. Por ejemplo, los usos y costumbres de las culturas griega y romana veían al trabajo como una labor servil, propia de los

esclavos y por lo tanto impropia de la aristocracia, de los “mejores”, que se dedicaban a la política, la filosofía, el arte y cultivaban lo que llamaban “el ocio creador”. Tal era el desprecio al trabajo que lo demuestra que esa palabra proviene de un instrumento de tortura utilizado para obligar a los esclavos a llevar a cabo sus labores: el tripalium. Más tarde, en la cultura occidental, el cristianismo hizo ver al trabajo como una maldición, como un castigo impuesto a los humanos por Dios, merecido por la desobediencia de los primeros padres, Adán y Eva, en el Paraíso Terrenal, al comer de la mítica manzana. Esas ideas desvalorizadoras del trabajo prevalecieron a todo lo largo de la Edad Media; no variaron hasta la Reforma protestante... que fue la negativa de los pueblos del norte de Europa a pagar el Renacimiento italiano... recordemos que en este tiempo fue revaluado el trabajo a través del puritanismo calvinista y cuáquero, que establecieron el trabajo... y el negocio... como medida terrenal para ganar mérito y bienes celestiales. Desde esa fecha, el trabajo fue cada vez más profundamente analizado y objeto de diversas interpretaciones. Para los fisiócratas, los parti-

En verdad que resulta contradictoria la idea que nos viene de la antigüedad, la que considera al trabajo como una actividad inferior a la naturaleza humana

darios de la doctrina económica que atribuye a la naturaleza el origen exclusivo de la riqueza, el trabajo agrícola era el único productor de riqueza; A. Smith, por su parte, sólo consideraba productivo al trabajo que aumentaba la masa de bienes materiales; J. B. Say sostenía que únicamente eran productivos los trabajos que producían utilidad; C. Marx estableció que sólo el trabajo es productivo, sea el mismo manual o intelectual; la teoría moderna tiende a afirmar que todo trabajo es productivo si es creador de utilidad, siguiendo con ello a J. B. Say. También está la doctrina económica que opina que en la práctica es erróneo considerar al trabajo como un todo homogéneo, ya que en la vida económica se presenta en formas diferentes: trabajo de invención, de organización, de dirección, de ejecución, cualificado y sin cualificar. Según esa misma teoría o doctrina, los individuos que producen bienes no trabajan aisladamente, y hace resaltar que incluso los trabajos de invención se llevan a cabo cada vez más en equipo, lo que ha conducido a una progresiva división del mismo, por lo que en el trabajo de los diversos hombres se combina y se produce una cooperación entre ellos, fenómeno que muestra y demuestra el carácter social del trabajo y, por tanto, de la producción. Estimados lectores de la presente, una pregunta: ¿cuál de todas las hipótesis expuestas en la misma les merece mayor consideración, les parece que encierra mayor verdad? No es fácil la respuesta, servidor de ustedes no lo ignora... por lo que les promete una próxima carta tratando el tema, mientras queda de ustedes para lo que gusten y manden. JUAN CONTRERAS


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El riesgo para la libertad* ARTÍCULO::CuandoelEstadodemocrático,conlacolaboracióndelasgrandescorporacionesdigitales,espíadeformaglobalparaoptimizarsuseguridadante cualquieramenaza,¿quiéndefenderálosderechosindividuales?PORULRICHBECK(Slupsk,Pomerania,15demayode1944-1deenerode2015).

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l escándalo de la red de escuchas Prisma ha abierto un nuevo capítulo en la sociedad del riesgo mundial. En los decenios pasados hemos conocido una serie de riesgos globales: el cambio climático, el riesgo nuclear, el financiero, el terrorismo... y ahora el riesgo digital global que amenaza a la libertad. Todos estos riesgos (con excepción del terrorismo) en cierto modo forman parte del desarrollo tecnológico, pero también cristalizaban temores que se habían expresado durante la fase de modernización de estas nuevas tecnologías. Sin embargo, ahora se produce un acontecimiento en el que un riesgo se constituye de golpe en un problema mundial, como ocurre en la amenaza para la libertad que han puesto en evidencia las revelaciones de Edward Snowden. Estamos ante una lógica del riesgo completamente distinta. En el caso del riesgo nuclear, los accidentes de Chernóbil y de Fukushima han suscitado un debate público. En el caso del riesgo para la libertad, por el contrario, lo decisivo no fue el caso catastrófico, puesto que aquí la catástrofe sería la hegemonía del control impuesta en el nivel global, es decir: en realidad, la desaparición del riesgo tal como lo entiende la hegemonía informativa impuesta. Dicho de otro modo: la catástrofe habría ocurrido, pero nadie se habría dado cuenta. Eso supone una completa inversión de la situación, que puede verse de otro modo: al principio, todos los riesgos globales compartían varias características. Todos revelaban en las experiencias cotidianas la interdependencia global. Todos son, en un sentido especial, globales, esto es: no se basan en accidentes espacial, temporal y socialmente delimitados, sino en catástrofes que carecen de límites en cualquiera de estas dimensiones. Y todos son efectos colaterales de los éxitos de la modernización, que, a su vez, ponen retrospectivamente en cuestión las instituciones de modernización existentes. En el caso del riesgo para la libertad, lo que se pone en tela de juicio son las posibilidades de control de los propios Estados nacionales democráticos; en los demás casos, los cálculos de probabilidad, la protección de las compañías de seguros, etcétera. También tenemos que vérnoslas con una inflación de las catástrofes que se ciernen sobre nosotros, en la que cada nueva catástrofe amenaza con degradar a la siguiente: el riesgo financiero eclipsa el riesgo climático. El riesgo del terrorismo eclipsa los riesgos digitales para la libertad. Esto último es, por lo demás, uno de los obstáculos centrales que impiden reconocer públicamente y convertir en objeto de acción pública ese riesgo para la libertad. Es verdad que ese reconocimiento se está produciendo ahora, pero aún es muy frágil. Si se busca un actor poderoso que tenga auténtico interés en que se tome conciencia pública de ese riesgo y, por consiguiente, mueva a adoptar acciones políticas, lo primero que nos viene a la cabeza es el Estado democrático. Pero eso sería poner el lobo a guardar las ovejas. Es precisamente el Estado, en cooperación con las grandes corporaciones digitales, el que ha levantado ese poder hegemónico para optimizar su interés esencial, que es la seguridad nacional e internacional. Pero esto podría suponer un paso histórico que nos apartara del pluralismo de los Estados nacionales en dirección a un Estado digital mundial libre de cualquier control. El segundo actor que podría movilizarse es el

El recién fallecido sociólogo alemán Ulrich Beck.

El riesgo de una vulneración de los derechos a la libertad se valora de forma diferente a la vulneración de derechos relativos a la salud propio ciudadano. Al fin y al cabo, los usuarios de los nuevos medios de comunicación digital se han convertido en una especie de cyborgs. Utilizan esos medios como órganos sensoriales, forman parte de su forma de actuar en el mundo. La generación de Facebook vive en esos medios y sacrifica al hacerlo gran parte de su libertad individual y de su esfera privada. ¿Qué instancias de control quedarían? En Alemania, por ejemplo, la Constitución. Su artículo 10 consagra la inviolabilidad del correo y las telecomunicaciones en una frase que se lee como si procediera de un mundo perdido. En Europa te-

nemos órganos de control ejemplares, toda una serie de instituciones que intentan imponer los derechos fundamentales contra estos poderes superiores, entre las que se cuentan el Tribunal Europeo de Justicia, las agencias de protección de los datos personales o los Parlamentos. Pero todas estas instituciones, y esa es la paradoja, fracasan precisamente cuando funcionan. Porque los medios que tienen a su disposición están limitados a los Estados nacionales, mientras que aquí nos enfrentamos a procesos globales. Lo mismo puede aplicarse a los demás riesgos globales; las respuestas nacionales y los instrumentos institucionales de los que disponemos no son acordes a los riesgos de la sociedad del riesgo mundial. Suena muy pesimista. Pese a ello, hay que ir un paso más allá y plantearse si nosotros, como científicos sociales, hombres corrientes y usuarios de estos instrumentos de información digital, ya nos hemos dotado de conceptos adecuados para describir cuán profunda y fundamen-


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CREACIÓN talmente se han transformado la sociedad y la política. Creo que carecemos aún de categorías, mapas y brújula para este Nuevo Mundo. Pongamos un ejemplo, para ilustrar el riesgo que amenaza a la libertad. Hablamos sin cesar de que está surgiendo un nuevo imperio digital. Pero ninguno de los imperios históricos que conocemos tiene los rasgos que caracterizan al actual imperio digital. Este imperio se basa en señas de identidad de la modernidad que no hemos pensado a fondo. No se basa en el poder militar, ni posee la capacidad para una integración político-cultural a distancia. Pero sí dispone de posibilidades de control de una amplitud y profundidad capaz de evidenciar todas las preferencias y debilidades individuales: todos nos volvemos de cristal, transparentes. Y a esto se añade además una ambivalencia esencial: disponemos de inmensas posibilidades de control, pero al mismo tiempo estos controles digitales son de una vulnerabilidad inimaginable. Ningún poder militar ni revolución amenazan al imperio del control, sino un único y valeroso individuo: Snowden, un treintañero experto en seguridad, es capaz de hacer que se tambalee, y además lo logra volviendo al propio sistema de información contra sí mismo. Es decir, en este sistema aparentemente hiperperfecto de control, existe una posibilidad de resistencia del individuo que jamás hubo en ningún otro imperio. El ciudadano corriente dispone, en contraste con Snowden, de un conocimiento mucho más limitado de la estructura y el poder de ese supuesto imperio. Pero eso no se aplica a la generación joven, que como un Cristóbal Colón irrumpe en ese Nuevo Mundo y hace de las redes sociales una prolongación de su propio cuerpo comunicativo. Y aquí se evidencia una consecuencia esencial. El riesgo de una vulneración de los derechos a la libertad se valora de forma diferente a la vulneración de derechos relativos a la salud, como la que se deriva del cambio climático. La vulneración de la libertad no duele, no se nota, no se experimenta como una enfermedad, una inundación o una carencia de oportunidades laborales. La libertad muere sin que las personas sean heridas físicamente. En todos los sistemas políticos, la promesa de seguridad constituye el verdadero meollo del poder del Estado y de la legitimación del Estado, mientras que la libertad siempre es o parece ser un valor de segundo rango. ¿Qué se puede hacer? Yo propongo que formulemos algo así como un humanismo digital. Debemos convertir el derecho fundamental a la protección de los datos y a la libertad digital en un derecho humano global e intentar hacer valer este derecho al igual que el resto de los derechos humanos, en contra de las resistencias. De lo que se carece es de una instancia internacional capaz de imponer estas reivindicaciones. En ese aspecto, el riesgo para la libertad no se distingue del riesgo que supone el cambio climático. No hay ningún actor en el plano internacional capaz de afrontarlos. Pero la inquietud es internacional; el riesgo global tiene una capacidad de movilización enorme. Se trataría de aunar y encauzar políticamente esa inquietud que en grados diversos corre a través de los movimientos sociales y partidos políticos de distintos países. Precisamos una invención transnacional de la política y la democracia que posibilite revivir y hacer valer los derechos democráticos fundamentales en contra del dominio de esos monopolios del control completamente emancipados. Ulrich Beck fue profesor en la London School of Economics y en la Universidad de Harvard. Traducción de Jesús Alborés Rey. * Publicado el 30 de agosto de 2013 en El País © (España).

Poemas Walt Whitman Canto de lo universal Ven, dijo la Musa, Dedícame un canto que ningún poeta haya entonado todavía, cántame lo universal. En esta espaciosa tierra nuestra, Entre tantísima vulgaridad, entre la escoria, Contenida y a salvo en su centro, en su corazón, Anida la semilla de la perfección. Todas las vidas participan de ella, en alguna medida; Nadie nace sin que ella nazca: oculta o al descubierto, la semilla Espera. (...)

Cronistas futuros Cronistas futuros, Venid, os enseñaré lo que oculta esta apariencia impasible, os contaré qué decir de mí, publicad mi nombre y colgad mi retrato como el del amante más afectuoso, el retrato del amigo, del amante, a quien su amigo, su amante, amaba más que a nadie, que no se enorgullecía de sus cantos, sino del inconmensurable océano de amor que albergaba, y que vertía con prodigalidad, que daba, a menudo, solitarias caminatas, pensando en sus amigos queridos, sus amantes, que, meditabundo, lejos del amado, pasaba las noches insatisfecho y sin dormir, que conocía demasiado bien el temor de que aquel a quien amaba le fuera secretamente indiferente, cuyos días más felices transcurrieron lejos, en los campos, en los bosques, en las colinas, caminando ambos de la mano, apartados de todos, que recorría a menudo las calles, con el brazo por los hombros del amigo, y con el brazo del amigo por los suyos. (Traducción de Eduardo Moga).


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SÁBADO10DEENERODE2015

Relatos vengadores RESEÑAS ::Cineytelevisión.

Relatos salvajes: venganza y placer PORFAUSTOPONCE Dirigida por Damiáns Szifrón, la cinta Relatos salvajes (Argentina,2014) es un maravilloso compendio de historias cuyo hilo conductor es la venganza, una fuerza resultante de la lucha de poder entre los seres humanos, ya sea en el plano amoroso y existencial o el familiar, cívico y político, pasando por la lucha de clases. Relatos salvajes es un caleidoscopio de emociones: hace reír, conmueve, sorprende y hasta es capaz de horrorizarnos cuando pone al descubierto las más bajas pasiones. Y lo sorprendente es que no se siente como un pastiche sin sentido. El filme, nominado al Oscar a Mejor película en lengua extranjera, está compuesto por seis historias: La primera versa sobre un músico que es ninguneado por todos los seres que lo rodean; la segunda gira en torno a una mesera que se topa con un terrateniente ligado a la muerte de su padre; la tercera cuenta el choque entre dos personajes que van por carretera y que pertenecen a clases sociales opuestas; la cuarta, estelarizada por el gran actor Ricardo Darín (El secreto de tus ojos), narra la historia de un neurótico padre de familia que se involucra en una pelea contra el ayuntamiento de su ciudad; la quinta trata sobre un adolescente rico que, luego de una noche de copas, comete un asesinato, y la sexta se desarrolla durante una fastuosa boda, donde un secreto amenaza con la felicidad de los novios. Relatos salvajes empieza suavecito… haciéndonos creer que un ligero humor negro recorrerá toda la cinta; sin embargo, el tono va subiendo, y aunque el humor negro nunca deja de estar presente, la desgracia de los personajes se siente cada vez más y más: la venganza se entiende, pero no se justifica, y ese humor ayuda a sobrellevar el dolor… Al final, las risas son un extra, pero lo que más importa es la capacidad de Szifrón –quien también hace el guión– de retratar las pasiones humanas con tal maestría que las historias en cuestidolor...star presente, s entre dos personajes ón invitan a reflexionar sobre lo más profundo de nuestra naturaleza y, por supuesto, sobre la prudencia de nuestra ira y los actos que vengarán nuestro dolor.

Escena de Relatos salvajes (Argentina,2014).

trarse con su pasado y vengarse de los que lo hicieron caer, tanto policías como mafiosos. Él tratará de hallar el hilo de traiciones que lo lleven a entender cómo perdió a la mujer de su vida… La espectacular realización ganó el premio a la mejor serie de televisión en el Festival de Louchon. A través de los recuerdos de Tony se recrean los bajos fondos parisinos de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta. La escenografía está bien trabajada. El personaje de Olga, al que interpretan en diferentes épocas Victoria Abril y Juana Acosta, aparece en los ocho episodios, pero

Miniserie francesa El vengador PORCOLUMBAVÉRTIZDELAFUENTE Protagonizada por el francés Simon Abkarian, la española Victoria Abril y la colombiana Juana Acosta, la serie El vengador, que consta de ocho episodios de 50 minutos, se proyecta en el canal de paga EuropaEuropa, por lo cual puede juzgarse por qué en su estreno en 2011 logró más de 3 millones de espectadores. Se transmite los martes, con varias repeticiones a la semana, y cuenta la historia de Tony, llamado Tony el Loco, un capo francés que escapa de una prisión en África y regresa a Francia. Huye con su compañero de celda, Kenz, de 20 años. Una vez fuera, Tony y Kenz tienen que convivir y entonces afloran conflictos generacionales, enfrentándose viejos y nuevos métodos del delito. Esa huida le servirá a Tony para reencon-

Victoria Abril en El vengador.

cada una de ellas trabaja sólo en cuatro. “No coincidíamos en los rodajes, pero tuvimos que reunirnos para preparar el papel, y la verdad es que es un gusto trabajar con Victoria. Era un mito para mí cuando era más joven”, afirmó Acosta. El director de El vengador es Gilles Bannier, quien también estuvo al frente de otras destacadas series como Il a notamment réalisé des séries télévisées françaises ayant reçu un certain succès critiques : la saison 2 d’ Engrenages , Reporters , Les Beaux Mecs .Engranajes, Reporteros y El guapo. Abkarian, nacido en 1962, es de ascendencia armenia. Ha aparecido en cerca de 30 películas, incluyendo Ararat y yes, del destacado director canadiense de cine independiente Atom Egoyam. En 2006 interpretó a Alex Dimitrios, uno de los antagonistas en 007: Casino Royale. Llama la atención que dos actrices, la española y la colombiana, sean parte de este elenco realista y con una trama atractiva y divertida. Abril, cuyo verdadero nombre es Victoria Mérida Rojas, nacida el 4 de julio de 1959 en Madrid, es también cantante, cuya carrera se ha desarrollado principalmente en España y Francia, aunque también ha trabajado en otros países. Su protagonismo en el cine español es sumamente destacado. En 1977 interpretó el papel principal de Cambio de sexo, rechazado previamente por Ángela Molina, e inicia así una fructífera colaboración con Vicente Aranda, para quien interpretará algunas de sus películas más relevantes. Su excelente papel en ¡Átame!, de Pedro Almodóvar, impresionó tanto a Penélope Cruz que decidió que algún día se dedicaría al mundo del cine. Acosta, nacida el 28 de noviembre de 1976 en el Valle del Cauca, es también modelo. Actualmente reside en España, donde ha transcurrido gran parte de su carrera. Su pareja es el actor Ernesto Alterio, con quien procreó a Lola, nacida en 2006.


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