[ Letras ] DE CAMBIO
SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 14 DE MARZO DE 2015 |
Alicia Alonso
¿Por qué ella sí puede bailar rumba? PORMAYTEACOSTA | PAG.2
Demis Roussos: negritud y alma PORROBERTOPONCE|PAG.6
Último deseo ALASAZÓN.NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS|PAG.4
Dificultoso legado CARTASAPÓCRIFASESTEBAN MARTÍNEZ|PAG.5
¡Qué pena, qué vergüenza! PORFERNANDO DEL PASO | PAG. 7
Animales CREACIÓNNEKTLIROJAS|PAG.8
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Alicia Alonso ¿Por qué ella sí puede bailar rumba? PORMAYTEACOSTA
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l baile es un lenguaje universal que se deduce en todas partes. A veces no se necesita hablar, sólo basta con danzar. A través de la danza un pueblo puede decirle a otro lo que está sucediendo, contarle sus experiencias, compartir lo que siente. En los tiempos primitivos el ser humano expresaba su sentir por medio de movimientos, el gesto implicaba la razón de entelequia del mundo que se intenta comprender. Al principio, los movimientos acompañaban a sus palabras; naturalmente aplicaban estos gestos para articular sus temores, sus dudas, el desconcierto que les producía toda la naturaleza que estaban descubriendo. Después, estos primeros movimientos entrelazados con el gesto le auxilian en la creación de sus danzas que celebran el cultivo, por ejemplo, de una buena cosecha; luego emergen las danzas guerreras y de alabanza a sus dioses, y a partir de estos movimientos inspirados por una emoción y un profundo sentimiento nace una técnica, la técnica del ballet, que luego se convierte en un hecho teatral. Por eso la danza es uno de los más excelsos medios para conocer la mentalidad de un pueblo, el cómo se expresa un pueblo a través del movimiento de su cuerpo. Alicia Alonso nació el 21 de diciembre de 1920, en La Habana, Cuba, y desde pequeña gustaba de bailar al ritmo de cualquier música, parte que me recuerda a la entrañable película inglesa de Stephen Daldry: Billy Elliot, en la que un niño se deja llevar por el grito fecundo de su talento para bailar y consigue la cima de sus posibilidades, rompiendo las fronteras, que aunque siempre existirán en cualquier proceso de vida, para un bailarín –nacido en un seno familiar modesto, y por demás protagonizado por el rol masculino, que aun en nuestras sociedades modernas son de difícil desapego a códigos sociales reprimidos– siempre será más difícil. Claro que en esta relación Alicia escapa airosa. Sin embargo, quién puede negar que un Billy y una Alicia no han tenido entrelazadas la pasión como ejercicio supremo de sus sueños al bailar. Como Billy, ella tuvo la oportunidad de integrarse desde muy pequeña a una escuela de ballet cubana que funcionaba con patrocinios particulares. Desde niña siempre se le observó una sobresaliente actitud para el arte de la danza, motivo por el cual participó en importantes ballets del mundo, fundamentalmente el American Ballet Theater, donde fue una de las bailarinas más destacadas. Sería excesivo plantear toda la vida y obra de Alicia, y sería imposible de abarcar en unas cuantas páginas, pero sí podemos jugar con su trayectoria y fundamentos del devenir de la danza en el mundo para comprender el por qué le es inevitable a un bailarín ser identificado con una cultura origen, con una perpetua personalidad que nunca será despojada de sus andamios peculiares de gestualidad. Por eso, siendo ahora público, digo que una de las preguntas recurrentes dentro del mundo del espectador común y corriente que aprecie con frecuencia ballet pudiese ser: ¿una bailarina de ballet clásico está capacitada mentalmente para bailar
Rumba callejera en La Habana.
Alicia Alonso en sus inicios.
algo distinto a una “Giselle” suave y lánguida? ¿Algo distinto? ¿Una rumba, por ejemplo? Un bailarín formado en una escuela de ballet –por obvias razones de frecuencia activada en el reconocimiento de las capacidades de su cuerpo, pero sobre todo en el desarrollo multidisciplinario de su educación– puede comprender los tiempos dentro de la música, contarlos con cada parte de su cuerpo y, por ende, bailarlos. Se contesta la pregunta de que puede bailar ese algo distinto, aparentemente divorciado de la esencialidad onírica del ballet clásico, de esa memoria sagrada e intocable, casi inalcanzable de superioridad ante cualquier otra expresión dancística. El asunto radica en la compresión de una memoria cultural, o sea, el sentido de pertenencia. Sépase que es algo difícil de comprender por el que baila, porque el que baila presupone que lo que hace es el espejo de lo aprendido, inconscientemente un sentido de mimesis. En esta parte cabe señalar el error ingenuo del bailarín a partir de una vivencia de Alicia Alonso cuando radicaba en Estados Unidos: las personas le decían que bailaba como latina, y ella no podía comprender a qué exactamente se referían en realidad. Aunque aquí intervengan estereotipos, es inevitable ser parte de un algo cultural que no se puede expresar con palabras, pero que el gesto traduce, se convierte en esencial forma integral de particularidades. Ahora bien, el que al ballet clásico se le reproduzca socialmente como algo especializado e inalcanzable se lo debemos al mismo proceso que ha tenido la historia del ballet, y esto viene desde el siglo XVII, en la corte de Luis XIV, cuando bajo la dirección de Beauchamp se crea la Primera Academia de Danza y la idea del coreógrafo y de la sistematización de los pasos se convierte en algo estable para la creación de profesionales en el ramo. Pero
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el siglo XVIII aparece con reformas sustanciales y la idea de que el texto fuese parte de la danza se elimina por completo, entra en escena la expresividad en dualidad con el virtuosismo y se madura el ballet de acción, ¿y que es un ballet de acción? Es la narración de una historia a partir de la mímica, la música y la danza, sin necesidad de las palabras. Si ahora en la actualidad podemos comprender que un bailarín es multifacético, porque su arte y pensamiento esta insertado en lo multidisciplinario, hay que tener en cuenta que esto ha sido un proceso largo de madurez, aunque no podemos descartar que este sentido múltiple ya se viera como posible y observable, de forma más específica desde el siglo XVIII. ¿Por qué el siglo XVIII abre estas puertas? Recordemos con precisión que hablamos del siglo de las luces o el siglo de la razón, la razón que permite comprender el mundo desde el centro racional de existencia, sea éste la ciencia o el mismo enriquecimiento del espíritu, por ello es el momento de que un Noverre escriba cartas refiriéndose a lo que la danza no hacía por sí misma y lo que tenía que hacer, distingue el arte de los pasos como danza, el ballet como un arte de movimientos y actitudes y la pantomima como expresión de las emociones y el gesto. Noverre quita piedras escabrosas del camino, reclama el que se use la máscara; que no permite la verdadera fisonomía de la expresión emocional del intérprete, las pelucas como estorbos , elementos inservibles que se desentienden de la verdad relatada, el vestuario que impide la libertad del cuerpo, un vestuario que no asienta en pertenecer a la creatividad movible del que baila, así que esto abre al nacimiento del nuevo ballet como expresión de lo académico, que empieza a pararse en puntas y que tuvo su época de oro durante el período romántico. Es imposible que un ballet se mantenga estático en el tiempo. Evoluciona hacia otros modelos y esto es un hecho durante todo el siglo XX. Ni siquiera las escuelas de ballet o las grandes academias pueden decirse iguales, pueden señalarse asimiladas de otras, pero es claro que poseen su particular estilo. En este tenor, la escuela de ballet más joven del mundo –la Escuela Cubana– tiene su forma de bailar, pero también de moverse, incluso de hablar. Y la misma se nutre de todo eso, de esa sensualidad que posee la cultura cubana. Una escuela desarrolla coreógrafos y también aporta coreográficamente a los grandes clásicos. ¿Qué ha hecho la escuela cubana de ballet con los clásicos? Acercarlos a su sensibilidad, a su contemporaneidad, sin que se pierdan las esencias. Ahora hablemos de la rumba. Cuando nos referimos a ella estamos frente a una compleja y típica danza folklórica afrocubana que servía como un baile de fertilidad, principios memorables de las danzas primitivas. Se hizo popular en las primeras décadas del siglo XX. Cabe destacar que en casi todo el mundo se le define a la música cubana con la palabra rumba; no es culpa de ellos, lo que sucede es que no notan las diferencias, esas diferencias de ritmos dentro de la difícil ejecución de la música cubana, una música creada a contratiempo, y bailada de la misma forma. La rumba se caracteriza por sus movimientos eróticos y fuertes, marcados con rudeza. Las canciones hablan a menudo sobre la vida diaria de la raza negra, así que la conectamos también con estas danzas de trabajo, que motivan aquellas labores en donde el colectivo es importante, lo que alienta a una comunicación social trascendente. La rumba se baila con un movimiento lateral de la cadera de los bailarines con el torso derecho. El paso básico de la rumba son dos pasitos rápidos al lado y un lento paso al frente. La rumba se originó en Cuba como un baile típico de un ambiente pasional, y la pasión es
La rumba es la pasión a gritos, es el escándalo de la pasión que se ha convertido en el baile más clásico de los bailes de Latinoamérica
una recurrencia universal, que se absorbe también como un comportamiento cultural, esto se comprende muy bien cuando podemos deleitarnos con películas como la coreana El espíritu de la pasión, de Kim Ki-Duk, donde los cuerpos de los personajes se mueven con suavidad y rareza escénica, pero que se perciben en el cortejo de la dignidad placentera del amor. Parece una danza exquisita que te hace pensar en esas danzas asiáticas donde cada gesto es un símbolo que cuenta coherentemente una historia. Así es la pasión de digna, se manifieste como sea, así en una eterna danza que sostiene la esencia de un pueblo, es la sutileza de la pasión. La rumba es la pasión a gritos, es el escándalo de la pasión que se ha convertido en el baile más clásico de los bailes de Latinoamérica. En ella se intenta representar el viejo papel de que la mujer domina sexualmente al hombre, insinuándole e intentando deslumbrarle con sus encantos. En una buena coreografía de este baile debe aparecer un elemento típico donde la mujer acepta al hombre, pero después lo empuja indicando que ya no lo desea. El baile se convierte así en un juego de amor entre dos. Hay muchas razones que contestar
sobre el por qué Alicia Alonso puede bailar rumba. Podemos partir de que las temáticas de los bailes muchas veces son entrelazadas o pueden serlo y la gestualidad varía en cuanto al estilo del ballet, mas no en su objetivo temático. ¿A qué me refiero? Hagamos analogía entre Giselle y una rumba cubana en cuanto a su temática y gestualidad. Las temáticas evidentes de ambos bailes son el amor entre un hombre y una mujer, la gestualidad hace referencia constante a esta centralidad, tanto en uno como en otro. Claro que la resolución es distinta, porque uno responde a los cánones del ballet clásico y otro a la soltura del baile popular, que además está inscrito en sus influencias africanas y esto responde más a la improvisación, si bien en una rumba la mujer –símbolo de fertilidad– se permite con gracia y fuerza rechazar al hombre en esa necesidad de cortejo, del cortejo que debe tener inscrito la incertidumbre. Giselle (obra maestra absoluta del teatro de la danza del Romanticismo y que fue estrenada en 1841 en la Ópera de París) se constituye en pieza pura y fundamental de la danza clásica, tanto por el tratamiento de los ideales románticos como por el empleo de la más refinada técnica
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teatral del siglo XIX. Es un ballet en el que, a pesar de que la muerte de ella es por ser presa de la mentira del hombre y que su locura la lleva a convertirse en una Willi (espíritus nocturnos del bosque, mujeres muertas antes de celebrarse su boda y que matan a los hombres que están en él después de la media noche), la fuerza del amor de Giselle será la salvación de su amado, dándole su aliento y haciéndole resistir vivo hasta que amanezca. Con el alba las Willis desaparecen, y así Giselle tiene que despedirse de su amado para siempre. Él trata inútilmente de retenerla pero ella tiene que seguir su triste destino envuelta en esa maldición provocada por el engaño y la traición. Los dos bailes deben reflejar el amor y el dolor y lo deben hacer a partir del movimiento del cuerpo o de la expresión corporal, del gesto magnificado en emoción, la mujer en ambos es símbolo de poder, como generadoras de vida, esto es una conexión contemporánea que nos anuncia que para ambas puestas debe existir la pasión, ésa que se conecta con el sentimiento humano más frecuente del mundo, el amor.
Alicia Alonso puede bailar rumba porque comprende su entorno, porque es capaz de hacer que un hombre se arrepienta como en Giselle... Si la rumba es cubana y Alicia Alonso lo es, si el ballet clásico tiene sus orígenes en Europa y una cubana puede bailar Giselle con particulares movimientos que la identifican con una cultura, si ante los ojos de los que miran con detenimiento a Alicia –que es el reflejo de la Escuela Cubana de Ballet, única en su universalidad, sensual y estricta–, entonces, claro está, Alicia Alonso puede bailar rumba porque comprende su entorno, porque es capaz de hacer que un hombre se arrepienta como en Giselle, porque es capaz de cortejar con su baile, porque inspira lo fértil de lo erótico, porque se para en puntillas y camina erguida, como erguido es el tronco de la mujer bailando rumba. “La danza no es la palabra, es la esencia de las palabras”, reafirma Alicia. La palabra puede mostrar tanto verdades como mentiras; la danza, en cambio, no miente. La danza es la transparencia de una técnica aprendida, de elementos académicos comunes, de principios similares, pero sobre todo de la proyección particular de un desarrollo artístico de un pueblo, y es una verdad individual que manifiesta un pensamiento invariablemente simbólico y perdurable en el tiempo.
Bibliografía Hernández, Dubia, Jhones, Fernando, Historia universal de la danza, Universidad Autónoma de Querétaro, México, 2007. Benítez Fleites, Augusto, Los pueblos de África, EDIMAT, España, 2006 Gutiérrez Balbuena, Bárbara, Las celebraciones rituales festivas en La Regla de Ocha, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, Ciudad de la Habana, Cuba, 2001. Zabaleta, Igor, Sincretismo religioso y los cultos animistas, la santería, el vudú…, EDIMAT, España, 2005 http://www.balletcuba.cult.cu/Biografias/ biografias.html http://www.cubanet.org/CNews/y98/ sep98/18o5.htm
Último deseo A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS Lo más terrible se aprende de pronto y lo hermoso nos cuesta la vida. “Canción del elegido”. Silvio Rodríguez.
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n pleno lecho de muerte el deseo le susurró por última vez cual soplo de verano. El movimiento de sus labios apenas era un reflejo titilante de las imágenes que centellaban en su mente. Su película revolucionó hasta estabilizarse: 16, 24, 48 foto-almas por segundo. ¡flaaap! De regreso a la campiña. De pronto se vio erguido. Sintió los pies patinar mansamente sobre montículos de tierra roja, concibió una atmósfera entreverada de ramas, fulgores y verdes elipses. Al borde de la expiración apreció el aroma del azahar en su existencia. Ahora todo sucedió en cámara lenta. La necedad cesó de corroer sus nervios. Sus manos dejaron de agarrar. Supo de golpe lo importante. Más allá del notario, del testamento, del encuentro infeliz de las familias desconocidas; atrás de todo el dolor y a pesar del enfermero salvaje. Allá estaba el santo grial que era menester ingerir. La presencia de mi padre se desdoblaba como biombo. De un lado desnudaba su alma de poeta en el jardín de la vida; por otro, yacía moribundo en la cama de un hospital del Seguro Social. Con no poco padecer, y de reojo, alcanzaba a contemplar ambos mundos (¡Necesitaba un resquicio para expresarse!). Ahí vislumbró a su otro hijo. A mi hermano menor, a Tonatiuh de Jesús; el rey sol, el sincretismo hecho nombre, el nombre hecho hombre, el brote al extremo de una mano, el puente entre dos mundos: el umbral entre verbo y sustantivo. El movimiento de sus labios apenas era un re-
flejo titilante de las imágenes que centellaban en su mente… como el astro fulgor entre las hojas. Debía correr hacía el árbol, extender la mano, halar, tomar la voluptuosa fruta y apretarla mientras sus gajos emanaban en un pensamiento. De esa forma la palabra decantaría. Con ambas manos levantó el cáliz sobre su cabeza para vaciar el jugo sobre su boca. Apenas pudo balbucear: na-ran-ja. Tonatiuh supo de inmediato lo que mi padre anhelaba. Soltó su mano y salió del hospital. Rumbo a la calle. Viaducto. 18:30 horas. Una ciudad podrida de sueños sin frutos. El caos se cobijaba en la parda mansedumbre. El noble caballero no completaría su misión. Lo detuve en una de las rampas de acceso para decirle que nuestro padre había partido. Mi hermano traía consigo ilusiones exprimidas en una bolsa de plástico con popote. El zumo de la frustración terminó embarrando el pavimento de la ciudad más grande del mundo. La sustancia se perdería en un mar de historias. Eso pensamos. Tres días después nos levantamos temprano para volver a Morelia. Acudimos a desayunar y sin pensar pedimos jugo de naranja. Nos lo empinamos en complicidad, sin hablar, de la manera más sabrosa, con la sonrisa en la mirada, como quien saborea un bálsamo que refresca y desintoxica el alma. Todos resucitamos.
LANOTA,LARECETA,OELREMEDIO En sánscrito, la palabra “narangah” significaba literalmente “veneno para elefantes”; de ahí las expresiones que refieren a esos irremediables e inconmensurables deseos.
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Dificultoso legado CARTASAPÓCRIFAS ::PORESTEBANMARTÍNEZ
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er o no ser, he ahí la cuestión! Esa es la gran y grave dificultad que servidor, padre de todo linaje humano, ha dejado en herencia a todos los descendientes sobre la tierra, por lo que es lógico que, cuando piensan y se tienen que mover en los quehaceres del vivir, se preguntaren: ¿Qué es más noble o más recomendable para la humana criatura, obedecer los sibilinos mandamientos de nuestro común Creador o rebelarse y enfrentarlos al ceder al poderoso y determinante influjo de las humanas necesidades del cuerpo, de la carne?... ¡Obedecer, rebelarse!... la decisión nunca ha sido fácil… por lo que la pregunta no es ociosa, estimados lectores de la presente, ya que por un lado tenemos que el Creador nos ha dado el libre albedrío… y por otro se nos dio igualmente un severo código de conducta que estamos obligados a seguir si es que queremos ganar y gozar el reino de los cielos… Y ahí está lo sibilino, esto es, lo oscuro, lo misterioso del asunto, del hecho en sí, pues esas donaciones del Creador encierran en sí una contradicción difícil de aclarar… de imposible reconciliación… al menos para la mayoría a los que el Creador no les ha concedido la gracia divina de la fe, que es el creer en lo que no se ha visto o en lo que no se entiende y por lo tanto no se comprenden. Sabido es que el libre albedrío es la facultad de poder elegir cosa u otra, el hacer esto, lo otro o lo de más allá; es esa capacidad de decidir sino o a pesar de la coacción y que se basa más bien en el razonar, más que ser una respuesta automática,
instintiva a los estímulos externos… A esa capacidad o facultad se debe el hecho de que real y verdaderamente podamos ser uno mismo, distinto a tantos otros, por la diferencia en lo que se piensa, se hace y se deja de hacer… eso es lo que da personalidad… una individualidad consciente; lo que nos da un carácter, un modo de ser peculiar y privativo de cada persona… con lo que se muestra, demuestra y confirma, sí, la libertad de la humana criatura. Lindo cuadro lo anterior, ¿no?... ¡más cuidado!... no olvidemos que al mismo tiempo el Creador ha dado al género humano un estricto código de conducta cuyas reglas hay que cumplir rigurosamente en la vida sino se quiere caer en el pecado, es decir, en la transgresión de las leyes o preceptos religiosos que se nos han dado a la humana criatura. El no cumplir con esas leyes constituye una violación a la voluntad del Creador, que quiere amorosamente ser amado y obedecido; es un pecado, una ofensa al amor paternal de Dios, pues, como dijo San Pablo: el pecado expresa la equivocada autoafirmación del hombre y su soberbia desobediente frente a Dios… pero puede pasar… ¡Y pasa no pocas veces! Que ese cumplir rigurosamente con el severo código de conducta que estamos obligados a llevar a efecto, el no rebelarse contra el mismo, significa renunciar al derecho de decidir sin o a pesar de la coacción, al razonar y, por lo tanto, al hecho de ser real y verdaderamente uno mismo, a perseguir y alcanzar un modo peculiar de ser … todo lo cual puede muy bien
convertir al humano en un sujeto débil, incapaz de decidir por sí mismo y a dejarse dirigir por otro… a ser un autómata, por no ser plenamente voluntario en sus acciones… a convertirse en un robot, en un siervo o criado programado para actuar en forma determinada… O bien en un ser pusilánime que renunciando a su libre albedrío, hace las cosas como se le dice… por miedo al castigo que puede recibir si no obedece, si no hace las cosas como se le ordena y manda… y en este caso, en el religioso, el castigo no es “moco de pavo”, como vulgarmente se dice, pues se trata de una eternidad de horrorosos tormentos en los infiernos… y el miedo, no lo olviden y téngalo siempre en cuenta, es de los elementos que de manera determinante influyen en los pensares, decires y quehaceres del género humano… y “no anda en burro”, como sentencia el dicho popular. Atribulada descendencia: espera servidor que lo tratado en la presente de alguna manera les sirva para aclarar y explicarse el por qué, en esos sus días de vivos, estén tan fregados y confusos… pues lo expuesto en ella, si bien está limitado al terreno religioso, también es aplicable… con sus diferencias por supuesto… a todo campo en el que se dan relaciones de poder: familia, trabajo, la política, la economía, etcétera. Si no me creen, están en su derecho… pero les recomendaría que antes analizaran sus problemas y después me dicen si es o no es así. Afectuosamente de ustedes y con mis mejores deseos. EL PADRE ADÁN.
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El cantante griego Demis Roussos.
Demis Roussos: negritud y alma RESEÑA::PORROBERTOPONCE
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in duda, los melómanos vigesémicos nacidos en México antes de la década de los setenta bien recordarán a dos gigantescos músicos del mundo pop, promovidos hasta el cansancio por la radio y televisión comerciales de nuestro país a mediados de aquellos años maravillosos: el negrito Barry White (Texas, 12 septiembre 1944-California, 4 de julio 2003) y Demis Roussos (Alejandría, 15 de junio de 1946Atenas, 25 de enero de 2015) (ver: https:// www.youtube.com/watch?v=5wON5qSjHuQ) Ambos obesos llegaron a pesar más de 150 kilos cada uno en su etapa cumbre, aunque curiosamente de los dos, sólo Roussos sería satirizado magistralmente por el imitador Eduardo Manzano, de Los Polivoces, cantando su éxito “Cuando sea un niño” (ver https://www.youtube.com/ watch?v=NR9tixob8yM). Demis Roussos comenzó bastante joven en la música. Primero haciendo jazz y luego en el grupo de blues y de soul Aprodite’s Child (“Hijo de Afrodita”), al que pertenecía el también famoso músico griego Vangelis (1943), compositor de Carruajes de fuego. “Lluvia y lágrimas” de esa banda de Roussos y Vangelis se había inspirado en el Cannon en Re Mayor de Johann Pachelbel (1653-1706) (ver https://www.youtube.com/ watch?v=hOA-2hl1Vbc) Tras un largo silencio y habiendo reducido bastantez kilos, Demis Roussos volvió a salir en el verano de 2009 a la palestra de la música universal: “Después de esos períodos azul y rojo tuve una etapa en el pop que fue mi época rosa donde gané
muchísimo dinero por todo el planeta para, eventualmente, devenir en un artista de entretenimiento, todo a la manera de un pintor que se pasa de un estilo a otro. Picasso, por ejemplo, iba de un período verde, amarillo y blanco, al azul, etcétera… “Posteriormente, cuando comprendí que no tenía ya gran cosa qué decir, entonces dejé de grabar hasta que me llegaron nuevos sonidos a mi mente y así acudí al productor Marc di Domenico y grabamos un álbum al estilo de los sesenta y setenta, con un equipo novel muy interesante, mi vuelta a la negritud. “Esos años sesenta representaron un tiempo trascendental para la música y mi interpretación ahora en este disco es muy distinta a lo que hice cuando triunfé por todo el mundo. Se trata de regresar a mis raíces de rock, de soul y de blues.” Ese excelente CD, casi desconocido en América Latina, apareció en Francia e Inglaterra por octubre del año 2009 bajo el sencillo título Demis (Discograph ý6143972), logrando los mejores elogios de la crítica rocanrolera: Roussos demostró no sólo ser un hábil mercader del pop, sino poseer asimismo un alma grandiosa de un vocalista sincero, preocupado políticamente; un apasionado talento que atrapa nuestra oreja en diez piezas hechas a su mejor medida. El álbum comienza con “Septiembre”, rola acompañada de las inglesas Juliet Roberts (6 de mayo 1962) y Sylvia Mason James (1959) en coros (ver https://www.youtube.com/ watch?v=Ee5MBjmnNrc). Sigue “Sobre mi almohada”, para viajar ense-
guida a “Amor es”, “¿Qué dicen?” y “Hola, hola”. Además de las citadas cantantes, tocan la multi instrumentista Tamar Osborne, el sax de Jake Telford, la trompeta de Simon Finch y la violinista Zorica Stanojevic´, de Serbia (ver https:// www.youtube.com/watch?v=Rr7bSe05Y3U) (ver https://www.youtube.com/ watch?v=UWHpOX5k4hw) (ver https:// www.youtube.com/watch?v=iPboZnjecn0). “Volveré a casa” incluye a un numeroso grupo coral: Gospel Dream. “Escuincle inmaduro” lleva armónica de la bataquera Jessica Lauren (ver https://www.youtube.com/ watch?v=Qmkn0oU633c). En “Ayuda” destaca la guitarra del francés Sébastien Martel (ver h t t p s : / / w w w . y o u t u b e . c o m / watch?v=8PK5HLktrFI). Finalmente, cierra Demis la rola más larga (casi diez minutos de duración) y más comentada por la prensa europea: “A quién le importa un carajo”, con tabla de Latif Ahmed Khan (ver h t t p s : / / w w w . y o u t u b e . c o m / watch?v=qDJQy4vIwbY) Dicho CD prueba que Demis Roussos no era el amelcochado que todos creímos en su período rosita fresón. Este disco lleno de negritud significaría el último gran suspiro para Demis, siendo grabado en los estudios State Of The Ark, de Londres, y mezclado en De La Grande Armée, de Paris. La banda juvenil que lo acompaña: Jessica Lauren (teclados), Lewis Reuben Wharton (bajo) y el hijo de Steve Howe, Virgil How (batería), más el requinto Nicholas Ryness-Hirsch.
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¡Qué pena, qué vergüenza! LETRAS ::DiscursodelescritormexicanoFernandodelPasoalrecibirelPremioJoséEmilioPachecoenMérida.
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o amo a mi patria. Su fulgor abstracto es inasible. Así dice uno de los poemas más hermosos y valientes que conozco, su autor es José Emilio Pacheco. En seguida el poeta
agrega: “Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques, desiertos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas-y tres o cuatro ríos.” En esta ocasión, en la que vengo aquí, a Mérida, a aceptar y recoger un premio literario que lleva tu nombre, José Emilio, quiero aprovecharla para decirte algunas cosas, a ti que fuiste mi amigo y mi colega durante tantos años y sobre todo que fuiste un gran poeta por mí admirado, mi querido vate. Quiero decirte que yo también amé a tu manera a esa patria de los cuantos bosques y ríos y de la ciudad monstruosa que fue tu cuna y la mía. Quiero decirte lo que tú ya sabes: que hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia. Quiero decirte que a los casi 80 años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela, y que hoy me sé sólo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas.... ¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia! ¡Qué pena también, que aprendamos cuando estamos viejos que los rarámuris o los triques mazatecas, son los nombres de pueblos mexicanos que nunca nos habían contado, y que sólo conocimos por la vez primera cuando fueron víctimas de un abuso o de un despojo por parte de compañías extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades! Parece mentira, José Emilio, que hayan pasado tantos años y todavía no hemos aprendido a no mancillar ese fulgor abstracto que alimentaba nuestra pasión por la patria. ¡Qué pena, sí, qué vergüenza! Querido José Emilio: no me preguntes cómo pasa el tiempo; hace poco más de un año que te fuiste y no tuve oportunidad de hablar contigo de tantas cosas como hubiera querido. He sido un mal lector de tu obra y me arrepiento. Pero ahora estoy dispuesto a llenar este vacío con el recuerdo de tus palabras, de tu presencia y de tu lucidez. Nunca como hoy día me pregunto qué hicimos, José Emilio, de nuestra patria, a qué horas y cuándo se nos escapó de las manos esa patria dulce que tanto trabajo les costó a otros construir y sostener. ¡Ay, José Emilio! Sí, dime cuándo empezamos a olvidar que la patria no es una posesión de unos cuantos, que la patria pertenece a todos sus hijos por igual: no sólo a aquellos que la cantamos y que estamos muy orgullosos de hacerlo: también a aquellos que la sufren en silencio. Tú mismo lo dijiste: los pobres, tarde o temprano ellos, en masa, heredarán la tierra. Tú nos invitaste a admirar su paciencia. Pero... ¿hasta cuando José Emilio, hasta cuando? Ese día no parece llegar nunca: el Apocalipsis, como tú dices, todavía tiene que dar paso a varios comerciales y el centauro y el unicornio no han resucitado aún. Cuando me enteré que había sido honrado con el premio que lleva tu nombre, José Emilio, una andanada de recuerdos se me vino encima. Éramos muy jóvenes y teníamos toda la vida por de-
Fernando del Paso, escritor mexicano.
lante y toda la patria también... ¿Pero qué patria dime, la de nuestros padres, la de nuestros abuelos o la sola patria nuestra? Éramos jóvenes, sí, y teníamos una enorme responsabilidad que cumplir: la de cuidar el patrimonio que habíamos heredado y cuya integridad se ha visto amenazada tantas veces. Dime, José Emilio: ¿cumplimos? Hoy que el país sufre de tanta corrupción y crimen, ¿basta con la de-
nuncia pasiva? ¿Basta con contar y cantar los hechos para hacer triunfar la justicia? ¿Es ético aceptar premios por nuestra obra y limitarnos a agradecerlos en público, como lo hago en estos momentos? No lo sé. Pero vale la pena plantear si nuestra posición sirve para algo. “Algo se está quebrando en todas partes”, decías en uno de tus poemas. Algo, sí, mi corazón ante todo lo que sucede a nuestro alrededor,
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CREACIÓN
Animales Nektli Rojas
¿De qué nos sirve recoger aquí y allá premios y reconocimientos mientras nuestro país se desprestigia ante los ojos del mundo.... y se quiebran mis palabras, ¡Ay, José Emilio yo no sé para qué me meto en estos bretes, si bastaría acudir aquí y aceptar el premio! Pero no puedo quedarme callado ante tantas cosas que se nos han quebrado. ¿Qué se hizo del México post 68? Qué proyecto de país tenemos ahora... ¿Qué proyecto tienen quienes dicen gobernarlo? Me permito citarte una vez más: “Conozco tu país –decía el gringo– pasé una noche en Tijuana /éstas son las palabras que me sé de tu idioma: /puta, ladrón, auxilio, me robaron.” ¿En qué se diferencian estas palabras de político, autoridad, socorro, me extorsionaron? ¡Ay, José Emilio!: ¿Qué hemos hecho de nuestra patria impecable y diamantina. Insisto José Emilio: no me preguntes cómo pasa el tiempo. Lo que te puedo y quiero decir ahora es que estoy viejo y enfermo, pero no he perdido la lucidez: sé quién soy, quién fuiste y sé lo que estoy haciendo y lo que estoy diciendo. Lo único que no sé es en qué país estoy viviendo. Pero conozco el olor de la corrupción; dime José Emilio: ¿A qué horas, cuándo, permitimos que México se corrompiera hasta los huesos? ¿A qué hora nuestro país se deshizo en nuestras manos para ser víctima del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia? ¡Ay, José Emilio! ¿De qué nos sirve recoger aquí y allá premios y reconocimientos mientras nuestro país se desprestigia ante los ojos del mundo.... mientras México se mexicaniza para estar de acuerdo con sus películas y las más negras de sus leyendas? ¡Ay, José Emilio! ¿Qué vamos a hacer, qué se puede hacer con 23 mil desaparecidos en unos cuántos años? ¿O son 23 mil 43? ¿Y cómo sabemos quienes son culpables? ¿O vamos a fabricar culpables por medio de la tortura, como es nuestra costumbre? ¡Ay, José Emilio! No sé qué más decirte. No sabes qué triste estoy. Acepto el premio que tiene tu nombre, porque sé que se me da de buena fe, no sin antes subrayar que lo más importante en la vida no es recibir galardones –aunque se merezcan–, sino denunciar las
injusticias que nos rodean. Te hablo José Emilio, desde luego en español, la lengua que nos fue impuesta a sangre y fuego por los conquistadores, y que ahora es tan tuya y mía, como lo es de cualquier habitante de España misma, pero creo que también es una vergüenza que tengamos que vivir muchos años para enterarnos de la existencia de más de 60 lenguas en nuestro territorio, por ejemplo el wixárica o kickapoo, cada vez que el grupo indígena que habla una de esas lenguas sea víctima de un despojo, de un ultraje a la sacralidad de su territorio, o cuando el río o los ríos que lo sustentan se vean contaminados por una empresa minera o por la irresponsabilidad de las autoridades, o por la fracturación salvaje en busca de petróleo o gas shale que amenaza con consumir millones de litros de
sus reservas acuáticas. No me queda José Emilio sino despedirme y para ello utilizaré la segunda lengua que se habla en esta hermosa ciudad anfitriona de Mérida: el maya: “Nib óolal José Emilio nib óolal ti’tuláakale’ex kexi’ kak ilikba’ex u láak juntéen le ken ktia’alinte’ex México tuka’atéehe’. Descansa José Emilio, descansa, que la justicia llegará a México con su fuerza y aliento. Gracias, José Emilio y gracias a todos ustedes, espero que nos encontremos una vez más cuando nuestro país sea de nuevo nuestro. Y por si acaso mis palabras no hayan sido suficientemente explosivas, termino con una auténtica bomba: Gracias.