Letras 31 de mayo

Page 1

[ Letras ] DE CAMBIO

SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 31DEMAYODE2014|

Heinrich Böll

Entre escombros y las confesiones de un payaso POR MARCO ANTONIO REGALADO | PAG. 2

También los niños son población civil CREACIÓNHEINRICHBÖLL|PAG.3

¡Y el Óscar es para...! ALASAZÓNNETZAHUALCÓYOTL ÁVALOSROSAS|PAG.4

La ética del idioma ENRIQUEKRAUZE|PAG.5

Poemas CREACIÓNPITAAMOR|PAG.6

Los superhéroes CARTASAPÓCRIFAS|ESTEBAN MARTÍNEZ|PAG.7

Julianne al desnudo ELTERCEROJOSYLVAINPROVILLARD | PAG. 8


2|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN

SÁBADO31DEMAYODE2014

Heinrich Böll Entre escombros y las confesiones de un payaso PORMARCOANTONIOREGALADO

A

lguna vez platicando sobre Wolfgang Borchert con mi amiga imaginaria, me preguntó casi en tono defensivo: “¿Ya leíste Confesiones de un payaso de Heinrich Böll, o Acto de servicio? Son geniales, deberías de leerlas”. Y me las dio casi como una teniente alemana. Era una orden para que las leyera… (En casa aún está la segunda); era la primera vez que escuchaba de su autor y de su obra, escrita en 1963, a parte de las confesiones, de inmediato la devore, es extrañamente perfecta en todo, y le ubica a Heinrich Böll como uno de mis autores de culto. En muchos artículos se definen a Böll como “la conciencia alemana”, es exacto, pertenece a la generación de la posguerra o mejor conocida como: “la literatura de escombros”. Heinrich Theodor Böll, es un novelista alemán y premio Nobel, es una de las principales figuras de la literatura alemana posterior a la II Guerra Mundial. Nació en Colonia. Hijo de un escultor, terminada la escuela inició su aprendizaje como librero. En 1938-1939 tuvo que prestar el servicio de trabajo. Concluido éste, comenzó a asistir a la universidad, pero en el verano de 1939 entró en el ejército hasta el final de la guerra y estuvo prisionero en un campo de concentración estadounidense en el este de Francia. Liberado del en 1947, vendió varios relatos y pudo dedicarse a escribir novelas, obras de teatro, relatos y ensayos. Los temas de sus primeras obras, como ocurre con sus relatos recopilados en El tren llegó puntual (1949), reflejan el absurdo y el horror de la guerra, y el sentido de culpabilidad. Su primera novela, ¿A dónde fuiste, Adán? (1951) presenta a un individuo en diversas situaciones que describen las fuerzas sociales y políticas que atrapan a la gente normal y corriente. Con la novela Y no dijo una sola palabra (1953) Böll inicia una serie de obras que reflejan la difícil situación de Alemania después de su derrota y la aparente ola de materialismo que domina a la sociedad, como ocurre en Casa sin amo (1954), El pan de los primeros años (1955) o Billar a las nueve y media (1959). El diario irlandés (1957) relata un viaje de Böll a Irlanda, su huida a un lugar donde el ansia por los bienes materiales es menos opresiva que en su nativa Alemania. Otras obras suyas donde denuncia a la sociedad y sus abusos son las novelas Opiniones de un payaso (1963), en la que critica la situación de la economía moderna; Fin de una misión (1966), un alegato antimilitarista, y El honor perdido de Katharina Blum (1974), que es un ácido ataque a los desmanes periodísticos y judiciales. Premiado con el Nobel de Literatura en 1972 por su contribución a la renovación de la literatura alemana, Böll fue mencionado por la “amplia perspectiva” y “dominio de la sensibilidad” de su escritura. Su novela sobre la vida alemana desde la I Guerra Mundial hasta los años setenta, Re-

El escritor alemán Heinrich Böll.

La que prefiero como una de las mejores de él es Confesiones de un payaso, su irónica tristeza contenida, ante un mundo que se desmorona y no tiene remedio, hace de ella una obra sin igual

trato de grupo con señora (1971) fue considerada su “obra concebida con mayor ambición”. La obra de Böll, un escritor católico que ha criticado a la Iglesia y defendido a los marginados y las víctimas del sistema imperante con un lenguaje sencillo, lúcido, irónico y moralizante, ofrece un retrato inflexible, aunque no desprovisto de compasión, de la Alemania moderna. La literatura de Böll sin duda es una de las mejores construidas en la Alemania de la posguerra y la actual. La que prefiero como una de las mejores de él es Confesiones de un payaso, su irónica tristeza contenida, ante un mundo que se desmorona y no tiene remedio, hace de ella una obra sin igual; en ella, Hans, es un payaso de profesión, sólo era un niño durante la Segunda Guerra Mundial. Pero su lucidez está en que recuerda las cosas tal cual son, lo que contrasta con el silencio, la ligereza o la iniquidad de los recuerdos de los demás, que forman la memoria colectiva, por lo menos la de la “buena sociedad”. Dice por ejemplo: “Un soldado que comienza a pensar, casi ha dejado de serlo…”. El contraste es histriónico, él es siempre un payaso. Católico además, Böll y su payaso crítican todo el orden religioso: “Los católicos me ponen nervioso”, dije, “porque juegan sucio.” “¿Y los protestantes?”, preguntó

riendo. “Me irritan con su manoseo de las conciencias.” “¿Y los ateos?”. Seguía riéndose. “Me aburren porque siempre hablan de Dios...”. Por su integridad, sus ganas de vivir, tiene sentimientos amorosos intensos y sencillos. Su compañera debe de vez en cuando “respirar aire puro católico de Bohn…”. La culpa estropea los sentimientos puros, pero no avergüenza a los que en el pasado tuvieron intenciones fraudulentas, o no hicieron nada de nada, he aquí un delicioso fragmento: Entré en el cuarto de baño, vertí en la bañera parte de las sales de baño que Minika Silvs me había dejado y abrí el grifo del agua caliente. Bañarse es casi tan bueno como dormir, y dormir es casi tan bueno como hacer “la cosa”. Marie la llamó así, y pienso en la cosa siempre en sus términos. No podía concebir que ella hiciese “la cosa” con Züpfner, mi fantasía no tiene compartimentos para tales ideas, del mismo modo que nunca estuve seriamente tentado de revolver en la ropa interior de Marie. Sólo llegaba a imaginarme que ella jugaría a la oca con Züpfner, y me enfurecía. Nada de lo que yo había hecho con ella lo podía ella hacer con él sin parecerme traidora o prostituta. Ni siquiera le podía extender mantequilla sobre el pan. Si imagino que ella toma del cenicero el cigarro de él y lo termina de fumar, casi me vuelvo loco, y no supone ningún alivio saber que él no fuma y que es probable que juegue al ajedrez. Algo debía ella ha-


LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 3

SÁBADO31DEMAYODE2014

cer con él, y debía hablarle del tiempo y de dinero. En realidad lo único que ella podía hacer para él sin pensar continuamente en mí era cocinar, pues esto me lo hizo tan raras veces, que no sería necesariamente infidelidad y fornicación. Me hubiese gustado mucho llamar enseguida a Sommerwild, pero era aún demasiado pronto, ya que me había propuesto despertarle de su sueño allá por las dos y media de la madrugada, y conversar con él largo y tendido sobre arte. Las ocho de la noche era una hora demasiado decente para telefonearle y preguntarle cuántos principios de orden le había hecho tragar a Marie, y qué comisión había recibido él de Züpfner: ¿una cruz abacial del siglo trece, o una madona centrorrenana del catorce? También reflexioné cómo le asesinaría. A los estetas lo mejor es romperles en la cabeza un valioso objeto de arte, con lo cual sufren, aún al morir, por el crimen artístico. Una madona no sería lo bastante valiosa y es demasiado sólida, y moriría con el consuelo de que la madona se había salvado; y una pintura no es lo bastante pesada, si se exceptúa el marco, y le quedaría también el consuelo de que el cuadro se conservaba. Podría yo raspar la pintura de un cuadro valioso y estrangularle o asfixiarle a él con la tela: ningún crimen perfecto, pero un perfecto crimen estético…

Böll expresó en su obra narrativa el desasosiego que le produce una sociedad marcada por la incomprensión y fanatizada por el peso de las ideologías y los presupuestos morales. Frente a ella, se yerguen los protagonistas de sus novelas: seres siempre desvalidos, a quienes esa sociedad aplasta de una manera tan cruel como arbitraria, en nombre de principios abstractos que se convierten en algo inhumano y carente de sentido. La aplicación de estos principios constituye para ellos una singular versión del destino que aciertan a percibir, pero no a comprender. Las doctrinas políticas, la religión, la opinión pública, las reglas externas de moralidad, se transforman en manos de la masa en armas que destruyen a las criaturas sencillas. Böll aboga por la solidaridad entre los seres humanos, por la autenticidad de las relaciones más allá de toda norma positiva. Así entiende él la religión católica que profesa, cosa que no le impide criticar lo que de excluyente puedan tener determinadas actitudes de los católicos. Pero la denuncia que plantea alcanza también a toda una sociedad cómplice del nazismo que se oculta vergonzosamente tras aparatosas manifestaciones de civismo. Un mundo obsesionado por el poder, la eficacia o el dinero, que olvida los aspectos verdaderamente esenciales del ser humano. Heinrich Theodor Böll fue un escritor alemán, pero pertenece a la literatura universal siendo figura emblemática de la literatura alemana de posguerra, también llamada “literatura de escombros”, ¿los escombros del siglo XX? ¿Los escombros de nuestra humanidad? ¿Quién escribirá de las ruinas de nuestra sociedad, de sus ruinas? El mundo, la vida es un cadáver que ya comienza a apestar. Heinrich murió un día como hoy 16 de julio, pero de 1985, en Kreuzau, Alemania; pero sus palabras, su literatura sigue formando parte de las ruinas de nuestra literatura universal. http://www.classikon.de/Media/Shop/ http://www.boell.de/ http://ais.badische-zeitung.de/

CREACIÓN

Cuento Heinrich Boll También los niños son población civil

Me quedé todavía medio minuto en medio de la nevada y vi cómo los copos blancos se volvían lodo: todo el patio de la escuela estaba lleno de charcos

-No puede ser -gruñó el centinela. -¿Por qué? -pregunté. -Porque está prohibido. -¿Por qué está prohibido? -Porque está prohibido, tú, está prohibido que los pacientes salgan. -Pero yo -dije con orgullo- soy un herido. El centinela me contempló despreciativo: -Seguro que es la primera vez que te hieren, si no ya sabrías que los heridos también son pacientes, y ahora vete ya. Pero yo no podía comprenderlo: -Entiéndeme -le dije-, solo quiero comprarle pasteles a la niña esa... Señalé hacia fuera, donde una pequeña y preciosa niña rusa estaba en medio de la nevada y vendía pasteles. -¡Que te metas adentro! La nieve caía silenciosa en los enormes charcos del oscuro patio de la escuela, la niña seguía allí, paciente, y repetía en voz baja: “Pahteleh... pahteleh...”. -Oye tú -le dije al centinela-, se me hace agua la boca, deja pues que entre la niña. -Está prohibido que entren civiles. -Pero oye -le dije-, un niño no es más que un niño. Me volvió a mirar despreciativo:

-O sea, que los niños no son población civil... Era para desesperarse. La oscura calle vacía estaba envuelta por la nevasca y la niña seguía allí completamente sola y repitiendo: “Pahteleh...”, aunque no pasaba nadie. Intenté salir sin más pero el centinela me agarró por la manga y se puso furioso: -Oye tú -gritó-, lárgate o llamo al sargento. -Eres un estúpido -le dije encolerizado. -Sí -dijo el centinela, satisfecho-, cuando alguien sigue respetando las ordenanzas, para vosotros es un estúpido. Me quedé todavía medio minuto en medio de la nevada y vi cómo los copos blancos se volvían lodo: todo el patio de la escuela estaba lleno de charcos, y en medio de ellos se veían pequeñas islas blancas como azúcar en polvo. De repente vi que la preciosa niña me hacía una seña con los ojos y aparentemente indiferente se iba calle abajo. La seguí por la parte interior del muro. “Maldita sea”, pensaba, “¿seré verdaderamente un paciente?”. Y entonces vi que había un pequeño agujero en el muro, al lado del urinario, y delante del boquete estaba la niña con los pasteles. El centinela no nos podía ver aquí. “El Führer bendiga tu respeto a las ordenanzas”, pensé. Los pasteles tenían un aspecto magnífi-


4|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN

co: los había de castaña y de crema de mantequilla, roscas de levadura y nuégados en los que brillaba el aceite. -¿Cuánto cuestan? -le pregunté a la niña. Sonrió, me presentó la cesta y me dijo con su vocecita fina: -Trehmarcohcinquentacá’uno. -¿Todos? -Sí. La nieve caía sobre su delicado pelo rubio y lo espolvoreaba con un fugaz polen plateado, su sonrisa era sencillamente encantadora. La oscura calle detrás suya estaba completamente vacía y el mundo parecía muerto... Tomé una rosca de levadura y la probé. Sabía riquísima, estaba rellena de mazapán. “Ajá”, pensé, “por eso son tan caras como los demás”. La niña sonrió: -¿Bueno? -preguntó-, ¿bueno? Asentí. El frío no me importaba. Tenía la cabeza reciamente vendada y me parecía a Theodor Körner. Probé además un pastel de crema de mantequilla dejando que aquella materia deliciosa se derritiese despacio en mi boca. Y una vez más se me hizo agua la boca... -Ven -le dije en voz baja-, me los quedo todos, ¿cuántos tienes? La niña empezó a contarlos cuidadosamente con un dedo pequeño, delicado y un poquito sucio, mientras yo devoraba un nuégado. Todo estaba muy silencioso y casi me parecía como si en el aire se meciesen suavemente los copos de nieve. La niña contaba despacio, se equivocó un par de veces, y yo seguía allí de pie, completamente tranquilo, y me comí dos pasteles más. Luego alzó de repente sus ojos hacia mí, tan terriblemente verticales que sus pupilas estaban por completo arriba y el blanco de sus ojos era azulenco como leche desnatada. Gorjeó alguna cosa en ruso, pero me encogí de hombros sonriendo y entonces se agachó y con su dedito sucio escribió un 45 en la nieve. Añadí los cinco que ya me había comido y le dije: -Dame también la cesta, ¿sí? Asintió y me pasó la cesta con mucho cuidado a través del boquete; yo le pasé dos billetes de cien marcos. Dinero teníamos de sobra, por un abrigo pagaban los rusos setecientos marcos y en tres meses no habíamos visto sino lodo y sangre, un par de putas y dinero... -Ven mañana otra vez, ¿sí? -le dije en voz baja, pero ya no me oía, se había escabullido muy ágil y cuando metí tristemente mi cabeza por el boquete ya había desaparecido y sólo veía la silenciosa calle rusa, melancólica y completamente vacía: las casas de tejados planos parecían irse cubriendo poco a poco con la nieve. Mucho tiempo estuve así, como un animal que mira con ojos tristes desde detrás de la cerca, hasta que me di cuenta de que mi cuello comenzaba a agarrotarse y metí de nuevo la cabeza en el redil. Y recién entonces olí que en ese rincón hedía espantosamente, a urinario, y los lindísimos pastelillos estaban todos cubiertos por la nieve como con una tierna capa de azúcar. Cansado, levanté la cesta y me dirigí a la casa, no sentía frío, me parecía a Theodor Körner y hubiese podido permanecer una hora más en la nieve. Me fui porque tenía que ir a alguna parte. Se tiene que poder ir a alguna parte, se tiene que poder. No se puede quedar uno quieto y dejarse helar. A alguna parte se tiene que poder ir, aunque esté uno herido, en una tierra extranjera, negra, muy oscura...

SÁBADO31DEMAYODE2014

JITOMATE

¡Y el Óscar es para...! A LA SAZÓN :: POR NETZAHUALCÓYOTL ÁVALOS ROSAS En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos. Andy Warhol

E

El tomate es como un actor mexicano nominado al Oscar -vamos, como un Bichir-: desde el espagueti al pomodoro hasta el Hering in Tomatensosse (arenque entomatado) este chapeado y re-gordete fruto busca sus quince minutos de celebridad entregando al mundo todo su talento y haciendo el trabajo duro para exaltar la presentación de los platillos y el sabor del ingrediente principal. Finalmente, es reconocido pero nunca premiado. Digamos que también es como la alfombra roja de los grandes acontecimientos culinarios. Eso lo sabe hasta el salami de tu pizza. Aunque sus orígenes silvestres se ubican en la región norte de los actuales Chile, Ecuador y Perú, su cultivo se gestó entre los antiguos pueblos que conformaban el ahora territorio mexicano. Dicen, los que saben contar plantas y carbono 14, que alrededor del año 700 antes de Cristo, la que era una menguada fruta ya se había transfigurado en una rozagante hortaliza sin necesidad de tomar el curso por correspondencia de Charles Atlas. Hay lugares donde nuestro personaje, acorde al paradigma latino, sí que ha alcanzado variedad y gloria cinematográfica al grado de que los creadores de cintas italianas como los espaguetis del oeste utilizan a varios dobles (Casalino, Marena, Marzano, Napoli, Palla di Fuoco, Perino, Di Cerignola, Ramato, Roma y Sorrento, por ejemplos) para darles categoría a sus salsas y lucirse en las luminarias de los grandes restaurantes. Por cierto, en Italia se conoce al jitomate como pomodoro porque los primeros ejemplares que desembarcaron en sus costas, para buscar fama y fortuna, eran amarillos. Así es que agraciadamente les nombraron: pomas de oro (manzanas de oro). Los franceses -ya los conoce usted-, los bautizaron como Pomme d´amour. –Esa gente tan fanática a las comedias románticas-. De los asiáticos, mejor ni hablamos -puras artes marciales-, tampoco abordaremos a otros actores de reparto como Cherry, Raf o Ramallet.

Ojo: México es el único lugar del mundo en el que se le llama jitomate para diferenciarlo de su paisano el tomate, un tipo similar en su estructura, pero… chaparro, mal vestido, de carácter ácido y muy dado a ponerse verde. Eso sí, ya asado y sazonado queda gustoso el condenado. El tomate, en cambio, es jugoso (90 y tantos % de agua) y se granjea a las vitaminas B y C, aunque su principal virtud se encuentra en el licopeno, la sustancia que le da textura lisita, saborcito y ese bonito color rojo que tanto nos gusta, nos chapea y nos colma de antioxidantes para lucir una apariencia tersa y brillante como para asistir, ya de menos, a la entrega del Ariel. El éxito en la sociedad moderna es una burlesca y cruel paradoja. Nuestro jitomate se encuentra por todas las cocinas del mundo siempre acompañando a cualquier otro ingrediente que se lleva los aplausos, pero… ¿quién dice que no goza de buena salud más allá de la salsa cátsup y la famosa lata de sopa Campbell? Por mi parte, siempre estaré agradecido de su actuación en la frescura de mis ensaladas, de la sublime mancuerna que hace en mi desayuno alternando con jugo de limón y salsa tabasco, así como de su profunda caracterización a la hora de impregnar los panes de ajo que acompaño con un sabroso Merlot.

LANOTA,LARECETAOELREMEDIO

Jitomates rellenos. Ingredientes (cuatro porciones): seis rebanadas de tocino, una cebolla morada grande, una cebolla cambray, una calabacita, cuatro champiñones, un cucharón de aceite de oliva, cuatro jitomates grandes, 100 gramos de queso parmesano rallado. Se precalienta el horno a 180 grados centígrados, se pican los ingredientes en cuadritos, se sazonan al óleo: primero la cebolla hasta cristalizar y el tocino hasta dorar. Se agrega la calabacita y los champiñones. Se dejan ablandar. Se cortan los jitomates a la tapa. Se les extrae pulpa blanda y semillas para rellenar con el frito. Se acomodan en una charola para ser horneados durante los 15 minutos que se necesitan para alcanzar la celebridad o como se dice en el argot: para dorar el queso. ¡Buon appetito!


LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 5

SÁBADO31DEMAYODE2014

La ética del idioma DISCURSO ::PORENRIQUEKRAUZE*

H

ay un imperio bienhechor en el que no se pone el sol. Es el imperio del español. Es un dominio cultural y espiritual, antiquísimo y moderno, una nación virtual sin fronteras, múltiple, com--pleja, variada, cambiante y promisoria, nacida en España pero que, desde hace siglos, no es solo de España. El secreto de su supervivencia está en su capacidad para mezclar, incorporar, convivir y aceptar lo diverso, lo variado, en una nueva y dinámica unidad, abierta a su vez al cambio incesante. El español, desde su prehistoria, es expresión de un continuo mestizaje. Y como consecuencia natural de ese don para la convergencia, para la convivencia, desde tiempos de los monjes y juglares hasta el de los grandes autores de nuestro tiempo, el español ha sido un surtidor de literaturas. Con esos remotos y nobles antecedentes, pueden ustedes imaginar la emoción que siente un historiador mexicano (que habla, piensa y escribe español con mexicanismos) al estar presente aquí, en la milenaria cuna de nuestro idioma, en San Millán de la Cogolla. Pero esta vez mi intervención no se centrará en la historia -a mi juicio prodigiosa- de nuestra habla común, sino en su circunstancia presente y su inserción en el inmediato futuro, incierto siempre. Nuestra lengua ha entrado con fuerza al siglo XXI. Ahora habita y conquista zonas del mundo anglosajón gracias a aquella capacidad esencial para el mestizaje. Y generación tras generación entrega a la corriente universal de la literatura obras que las sorprenden, la deslumbran y, como en el caso de Borges, Paz, Vargas Llosa y García Márquez, enriquecen su legado. Pero nuestro idioma se ha adentrado también, como un Cristóbal Colón verbal e intelectual, en un territorio sin cartografías seguras: el océano verbal del Internet. ¿En qué lugar nos encontramos? ¿Llegaremos a puerto seguro? ¿Descubriremos otras opciones de convivencia? ¿Nos espera en el futuro una conversación creativa que exprese la realidad, por más compleja que sea, la mejore y la libere, o un retorno maléfico -opresivo, empobrecedor- a la Torre de Babel? En esa travesía, todos (o casi todos) estamos embarcados. No por casualidad se acuñó el término navegar para la operación de aventurarse en la red. Navegamos en ella usando nuestro idioma para comunicarnos con familiares, con amigos reales y virtuales; navegamos para atrapar noticias, curiosidades, imágenes; navegamos para emitir opiniones, para recibirlas, para participar en la plaza pública. Al navegante creativo, al que no espera solo la información, sino que discurre sus propios mapas, se le abren inmensas posibilidades de expandir la realidad (y la conciencia de la realidad). Y para el emisor de información, las potencialidades de esta era pueden ser -ya son- generosas y múltiples. Permítanme poner un ejemplo personal. Yo dirijo desde hace más de quince años -en su versión mexicana y española- la revista Letras Libres. Cuando nació, mi hijo -entonces un joven de 23 años- sugirió que apareciera dotada de un sitio de internet. Me pareció una extravagancia. Para mí, lo único tangible era el papel, y no podía concebir la existencia menos aún, la permanencia- de una revista digital. Toleré de mala gana esa aventura ina-

sible. Pocos años después, el sitio de la revista comenzó a llenarse de lectores: primero miles, luego decenas de miles, y ahora centenares de miles de contertulios literarios provenientes de nuestras tierras y, lo más sorprendente, de tierras remotas: Nueva Zelanda, la India, Finlandia, Japón. La revista -es decir, el sitio web de la revista- se volvió el espacio de una animada conversación. Ahora puedo decir que en una vida, mi propia vida, he podido atestiguar un milagro: el paso de la era de los linotipos (cuando todo el proceso de formación de una revista se hacía casi a mano, y las revistas debían enviarse por correo) a la era digital, en las que el paso del emisor al lector es instantáneo. Pero no nos deslumbremos demasiado con la revolución de la que formamos parte porque, como todas las revoluciones, puede terminar creando monstruos y devorando a sus hijos. Hay peligros de toda índole en esta travesía. Peligros económicos, políticos, culturales, tecnológicos. Aquí me importa referirme a los peligros morales: el riesgo de que esta conversación universal se degrade por falta de un código ético que, respetando la libertad de expresión -madre de todas las libertades- introduzca un mínimo de respeto y racionalidad en ese mar que, por su potencial violencia, puede ahogarnos a todos. No son pocos ni triviales los vicios éticos en los que se incurre en el uso de las redes, ya sea en los comentarios al pie de un texto periodístico o en las interpelaciones anónimas en el Twitter o Facebook. No me refiero a la violencia verbal, triste pero inevitable. Hoy leemos lo que antes solo se musitaba en el silencio de las conciencias. La gente maldice, la gente insulta. Hay algo sano en ese desahogo, algo liberador, sobre todo en pueblos como los nuestros, habituados a callar y obedecer, no a opinar o disentir sobre los asuntos públicos. Ahora la legendaria esquina de Hyde Park en Londres, donde cualquiera tomaba la palabra para despotricar contra el gobierno o contra quien sea, se ha vuelto omnipresente. Todo teléfono celular es un podio. Vivimos, en ese sentido, un sueño de la democracia y la libertad: la abolición de las viejas jerarquías, el debilitamiento de las burocracias, la posibilidad real de una comunicación horizontal entre el ciudadano común y el encumbrado. Fuenteovejuna en la red.

Pero leamos con más detenimiento otros tipos de violencia que van más allá de la justa o injusta indignación, de la protesta legítima y airada, del lamento desesperado, de la maldición tan antigua como La Biblia. La travesía se adentra en zonas oscuras: los dominios de la mala fe. El mar encrespado al que aludo es el llamado «discurso del odio». Sus armas son muy conocidas, y pueden ser letales. Ante todo, la mentira pública, cuyo atroz profeta fue Goebbels: «Repite una mentira mil veces y se volverá verdad». Reputaciones enteras se han destruido con ese método, contra el que ya nos prevenía el refrán popular: «Calumnia, que algo queda». Contamos, claro, con el recurso de la réplica instantánea en la red, pero ¿qué ocurre cuando el discurso del odio va más allá, cuando se convierte en una incitación abierta o tácita a la violencia? Sucede cada vez más, el tránsito de la violencia verbal a la violencia real. Las redes pueden convocar movilizaciones pacíficas, liberadoras; también pueden atizar hogueras. ¿Cómo hacer frente al discurso de odio, veneno moral de nuestro tiempo? Ante todo, es preciso analizarlo con claridad, entender su naturaleza, medir sus efectos. A partir de allí establecer un diálogo con las grandes corporaciones que proveen estos servicios (y presionarlas) para que ellas mismas discurran soluciones inteligentes e impidan que sus creaciones se conviertan en los Frankensteins del siglo XXI. Importa también alentar el debate jurídico sobre el tema. No es sencillo. Potencialmente compromete la libertad de expresión, que es un valor cardinal de Occidente. Pero sabemos por la experiencia del siglo XX los estragos a los que lleva la prédica del odio. El discurso del odio no solo se finca en la mala fe. Si así fuera, sería más sencillo combatirlo. Se finca asimismo en la buena fe, exacerbada al extremo de la intolerancia por los fanatismos de la identidad, ya sea religiosa, racial, nacional, ideológica. Y por si fuera poco, asociados en ocasiones a esos antiguos fanatismos que han resurgido en nuestros días, están los malos hábitos intelectuales. En la red, es verdad, uno encuentra ejemplos de crítica dura, implacable, irreductible, acaso injusta o arbitraria, pero mínimamente fundamentada,


6|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN

racional. Pero por desgracia lo que prolifera es la mala crítica. Sus vicios no son, por supuesto, privativos de nuestros países ni de nuestra lengua. Están en todas partes. Pero es importante identificarlos, porque son el herramental del discurso del odio. Cada categoría merece un análisis de fondo. Procedo a mencionarlas en desorden. Está el «doble rasero» para juzgar los hechos, tan antiguo como el Evangelio, que por ver la paja en el ojo ajeno, no ve la viga en el propio. Está la «homologación» de hechos no homologables (como el uso de la vulgar de palabra genocidio que acaba por privar de sentido a los verdaderos genocidios. Están a la mano -omnipresentes, vastas y tan fáciles- las teorías de la conspiración, que en 140 caracteres explican el mundo por la oscura acción de los malos. Está el reduccionismo ramplón, las cortinas de humo que ocultan la verdad, las tontas simplificaciones, las absurdas exageraciones, el victimismo paranoico, el tentador maniqueísmo, el ataque ad hominem. ¿Qué hacer frente a esta fauna marina que enturbia el presente y amenaza el futuro de nuestra navegación? Cómo dotar a nuestra lengua, en el espacio cibernético, de valores tan esenciales como la transparencia, la claridad, la tolerancia. Un remoto bisnieto de España, de aquella España que se llamó Sefarad, anticipó algunas respuestas. Me refiero a Benedicto de Spinoza. Descendía de aquellos judíos expulsados de España en 1492, para quienes la lengua española se volvió tan entrañable que la seguirían usando y añorando a través de los siglos. A mediados del siglo XVII, un capitán español de visita en la ciudad descubrió que Spinoza -en el modesto ático de La Haya donde vivía, puliendo lentes- atesoraba libros de Lope de Vega en su pequeña biblioteca. «Me gustaría volver algún día», le confesó, en una de sus raras declaraciones orales que recoge la historia. Pues bien, este filósofo universal que vivió en tiempos similares a los nuestros -tiempos de fanatismo, tiempos de odio- predicaba en sus libros una «enmienda intelectual» basada en el examen «claro y distinto» de las pasiones como fórmula para comprenderlas y explicarlas, y derivar de ese conocimiento el ideal supremo de la libertad. Esta es la vía segura para llegar a buen puerto, o para seguir navegando hacia nuevos continentes de creatividad. Una enmienda intelectual que en el fondo es también una enmienda ética. Sustituir la fe ciega o la mala fe con la razón. Desplazar el discurso de odio no con uno de amor, sino de claridad. Ese es el futuro que deseo, y que avizoro, para nuestra amada lengua desde aquí, desde San Millán de la Cogolla. Dije al principio que la fuerza del español está en su generosa capacidad para mezclar lo variado, lo distinto, lo disperso. ¿No es ese ya un principio de tolerancia, de respeto ante el otro y lo otro, una comunión en la palabra? Bastará, pues, ser fieles a la esencia de nuestro idioma para conquistar la luz en la larga travesía que nos espera.

SÁBADO31DEMAYODE2014

CREACIÓN

Poemas Pita Amor Adentro de mi vaga superficie

que soporta una sangre que es de lava y la angustiosa oscuridad excava

Adentro de mi vaga superficie

sabiendo que su audacia es impotente?

se revuelve un constante movimiento; es el polvo que todo lo renueva,

¡Cuántas veces pensando en mi materia

destruyendo.

consideréme absurda y sin sentido, farsa de soledad y de miseria,

Adentro de la piel que me protege y de la carne a la que estoy nutriendo,

ridícula criatura del olvido,

hay una voz interna que me nombra;

máscara sin valor de inútil feria

Polvo tenso.

y eco que no proviene de sonido!

Sé bien que no he escogido la materia de este cuerpo tenaz, pero indefenso,

Viejas raíces empolvadas

arrastro una cadena de cenizas: polvo eterno.

Son mis viejas raíces empolvadas la extraña clave de mi cautiverio;

Tal como yo han pasado las edades,

atada estoy al polvo y su misterio,

soportando la lucha de lo interno,

llevo ajenas esencias ignoradas.

el polvo va tomando sus entrañas de alimento...

En mis poros están ya señaladas las cicatrices de un eterno imperio;

¡Humanidad, del polvo experimento!

el polvo en mí ha marcado su cauterio, soy víctima de culpas olvidadas.

Por qué me desprendí

En polvorienta forma me presiento y a las nuevas raíces sobresalto

Discurso en el IX Seminario Internacional de Lengua y Periodismo “El español del futuro en el periodismo de hoy”, organizado por la Fundación San Millán de la Cogolla y la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), impulsada por la Agencia Efe, patrocinada por el BBVA y asesorada por la Real Academia Española, celebrado en San Millán de la Cogolla (España).

¿Por qué me desprendí de la corriente

he de legar, con mi angustioso aliento.

misteriosa y eterna en la que estaba fundida, para ser siempre la esclava

Mas conquistando el aire por asalto,

de este cuerpo tenaz e independiente?

nada tengo que ver con lo que siento, soy cómplice infeliz de algo más alto

¿Por qué me convertí en un ser viviente


LETRAS ~ CAMBIO DE MICHOACAN | 7

SÁBADO31DEMAYODE2014

Los superhéroes CARTASAPÓCRIFAS::PORESTEBANMARTÍNEZ

L

es gustan los cómics?, que bueno que coincidimos, estimados lectores, pues a servidor también, no más que a él le caen en el hígado las historietas de los llamados superhéroes: Superman, Batman, el Hombre Araña, los 4 Fantásticos o el Capitán América, por ejemplo…y le desagradan por lo negativos mensajes que mandan bajo cuerda. Verdad es que los superhéroes tienen en común con sus lectores el reconocer que se vive en una sociedad amenazante e intimidatoria… ¡Ah!, pero no aclaran y menos ponen de relieve que en esa sociedad el individuo es sacrificado sin piedad al dinero, a la economía, al capital como lo demuestran, dizque para no desincentivar a los inversionistas, las recomendaciones, que siempre terminan en imposiciones, de que hay que recortar los gastos públicos y las reformas laborales que hacen el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, supremos mandamases y administradores de las finanzas mundiales, del capitalismo globalizador… ¡Curioso!... dos instituciones que, por cierto, no atacan y menos reducen a la impotencia los tan admirados y seguidos superhéroes… ¿Por qué será? Otras de las cosas que le incomodan a servidor, es que si bien los superhéroes están de acuerdo en que la sociedad global es tan peligrosa para los que en ella viven, con su presencia y actuaciones den a entender al mismo tiempo que es inútil luchar contra ella, pues únicamente pueden hacer eso los superdotados, los que tienen superpoderes como ellos, y eso con entrega y esfuerzo, pues el mal es tan persistente y tiene más cabezas que las atribuidas a la fabulosa y mítica hidra, a la que cuando le cortaban una de las varias que tenía, le nacían otras dos en su lugar. Otro de los inquietantes y desalentadores mensajes que nos mandan los superhéroes con su ser y actuar virtual es el de que la masa, la mayoría de los seres comunes de la humanidad, son tan débiles mentales que son incapaces de detectar, de identificar donde está el mal, así como también, por lo tanto, de organizarse por sí mismos para rechazarlo y ponerlo fuera de sus vidas, su estupidez es tanta que no les alcanza para remediarlo… (aunque servidor piensa que se debe más bien a ignorancia, al no saber por falta de información, como lo pensaba Sócrates, y por eso el humano hace el mal y lo soporta)… ¿qué opinan ustedes, estimados lectores?... ¿y qué pasa cuando se dan cuenta, cuando no son ignorantes?... pues como son tan débiles, o tan pusilánimes, tan tímidos o cobardes, que no pueden o no se atreven a reaccionar contra el mal o los culpables del mismo… y para eso están ellos, los superhéroes, que si saben, pueden y se atreven a combatirlo… de ahí su popularidad, ya que ellos sí solucionan problemas… aunque sea nada más en el imaginario colectivo… ¿será por ese imaginado consuelo que tiene tantos y tan entusiastas seguidores los tan populares superhéroes? Después de lo anterior, otro de los mensajes que mandan los mentados superhéroes, es el de que en los humanos existe una inclinación irremediable hacia el mal… nada nuevo… así lo creyó en el pasado Glaucón, como lo dio a conocer Platón casi al principio de su obra La República, donde dicho personaje asegura que entre los humanos, los que prac-

Boris Karloff en Abbott and Costello Meet Dr. Jekyll and Mr. Hyde.

Otro de los mensajes que mandan los mentados superhéroes es el de que en los humanos existe una inclinación irremediable hacia el mal… nada nuevo… tican la justicia no la cultivan voluntariamente, sino por la impotencia de cometer injusticias… el cristianismo dice que el hombre nace en pecado, de ahí su proclividad al mal… y lo mismo Hobbes, para quien el hombre es el lobo del hombre o La Rochefoucauld, para el que no hay acción ni sentimientos humanos que no se generen por el interés personal y del amor propio… (aquí vuelvo a recordar cual es el principio del mal según Sócrates: la

ignorancia, la mala información)… ¿Dónde cree que está la razón, estimado lector de la presente? Sí, servidor no ignora que los superhéroes son seres ficticios, que no existen; que todo lo más que hacen es recoger, encarnar y simbolizar los deseos y frustraciones, los miedos y el dolor que experimentan los hombres en el mundo en que viven… y por eso, ahí está la explicación de que tengan tantos seguidores… si así es, tuvo razón el sociólogo francés Maurice Mauss cuando dijo: “al fin y al cabo, la sociedad misma siempre se contenta con la falsa moneda de su sueño”… ¿qué creen ustedes, estimados lectores de la presente?... ¿es o no válida esa opinión de M. Mauss? Con los mejores deseos de su incondicional servidor, que en eso del mal tiene muy personales y amargas experiencias. Dr. HENRY JEKYLL


8|LETRAS~CAMBIODEMICHOACAN

SÁBADO31DEMAYODE2014

Julianne al desnudo ELTERCEROJO::LJulianneMooreacabadeganarelPremiodeInterpretaciónenCannesporsupapelenMapstothestars.LaprotagonistadeLashoras,Lejosdelparaíso yLosniñosestánbienconfirmaasísuestatusdeactrizdeprimerplanoysugustoporinterpretaramujeresatormentadas.PORSYLVAINPROVILLARD

A

noche conocí a Julianne Moore. Desgraciadamente no fue en la realidad, sino en uno de esos sueños de madrugada que dejan un fuerte sabor a vivido. Estábamos cinco o seis personas sentados a la mesa de una casa humilde, comiendo comida casera mexicana. En mis más extravagantes fantasías hubiera sido el director, pero era seguramente un simple asistente de producción o, en el mejor de los casos, el guionista. Mi novia estaba sentada a mi lado y le pedí intercambiar sillas para sentarme al lado de la actriz y poder escucharla mejor. La mujer que amo desapareció de mi sueño en este mismo instante. Yo estaba obviamente embelesado por todo lo que contaba Julianne. Al final de la comida, le propuse salir a fumarnos un cigarro. No fue en la realidad, sino en uno de estos sueños de madrugada que dejan un fuerte sabor a vivido. Corte a: un callejón afuera del cine de arte Caméo-Ariel de Metz en Francia, lugar donde más películas de Julianne Moore he visto. Estábamos solos, fumando. Mi actitud no era de flirteo sino de asombro y respeto. Por más que pareciera que estaba ligando a la sensual mujer, no era mi intención. Le pregunté: “¿Cómo fue trabajar con Paul Thomas Anderson?”, y me desperté, sin haber podido oír la respuesta que tanto esperaba. Conclusión: mis fantasías cinematográficas se apoderaron de mis fantasías eróticas. Entre una noche y un rodaje con Julianne, no hay duda: escogería la segunda opción. ¿Qué diría Freud al respeto? Al despertar me acordé de todos los papeles de Julianne Moore. Me di cuenta que había actuado, la mayoría de las veces, en papeles secundarios, aunque en filmes que dejaron una huella imborrable en mí: Boogie nights y Magnolia, justamente de P. T. Anderson, y también Lejos del paraíso y I’m not there de Todd Haynes, El gran Lebowski de los hermanos Coen, Las horas de Stephen Daldry, Los niños del hombre de Alfonso Cuarón y Vidas cruzadas de Robert Altman. La calidad de estas obras es difícilmente discutible y su diversidad es sorprendente: dramas, comedias, falsas biografías, ciencia-ficción y películas de época. Si agregramos comedias románticas, como la francamente divertida Loco y estúpido amor con Steve Carell, películas de terror como Hannibal y el reciente remake de Carrie, tenemos el espectro completo de los talentos de Julianne Moore.

Fotogramas de Las horas y Los niños están bien.

Quizá el único aspecto que faltaba en su carrera actoral era encarnar a un personaje que hubiera realmente existido. En 2012, Julianne Moore actuó en la película para televisión Cambio de estrategia, producida por HBO, que retrata la campaña electoral estadounidense de 2008 y en la cual la actriz de 53 años personificó a Sarah Palin, la candidata republicana para la vicepresidencia al lado de John McCain (Ed Harris). Moore explica su trabajo: “Leí su biografía, libros escritos sobre ella y las elecciones, escuchaba sin cesar su voz en mi Ipod y trabajé con un entrenador vocal. Básicamente me sumergí en estudiarla, e intenté autentificarla tan completamente como me fue posible. Era un reto tremendo representar a alguien tan conocido e idiosincrático, y que estuvo tan recientemente en el ojo público”. Moore recibió tres premios importantes por su actuación: Emmy, Screen Actors Guild y Globo de Oro. Interpretar a una persona real no se trata de crear un personaje sino de imitarlo. Siempre representa un reto especial y, cuando se logra el mimetismo, puede resultar en ovaciones públicas descomunales. Pregúntenle a los ganadores del Oscar Jamie Foxx (Ray Charles en Ray), Ben Kingsley (Gandhi), Marion Cotillard (Edith Piaf en La vida en

Julianne Moore en dos escenas de Un hombre soltero y El gran Lebowski.

rosa), Robert de Niro (Jake La Motta en Toro salvaje) y Philip Seymour Hoffman (Capote). Al igual que este último, Julianne Moore se ha vuelto experta en interpretar papeles secundarios sobresalientes. Además de ser ambos pelirrojos, comparten una versatilidad poco común y un don para definir un personaje en una escena, en un gesto, en una mirada. Los camaleónicos actores coincidieron en Boogie nights y Magnolia, y pronto podremos verlos juntos en la tercera y cuarta parte de Los juegos del hambre. La hermosa Julianne desarrolló una imagen de mujer sensual al desnudarse frente a la cámara, tanto física como emocionalmente: actriz pornográfica en Boogie Nights, desnuda de la cintura para abajo en una escena antológica en Vidas privadas y apasionada en un acto lésbico en Una propuesta atrevida de Atom Egoyan. Moore nunca temió enseñar su cuerpo, muchas veces para expresar la vulnerabilidad de sus personajes. En Maps to the Stars, interpreta a una actriz superficial y psicológicamente inestable que termina teniendo sexo con un chófer de limosina (Robert Pattison). En la gran mayoría de sus obras, la actriz apuesta por personajes que tienen que lidiar con situaciones existenciales complicadas. Le gusta encarnar a mujeres torturadas y presas de los elementos exteriores. En Un hombre soltero, trata de ayudar a su amigo gay (Colin Firth) que atraviesa un periodo de depresión tras la muerte de su compañero, pero ella misma se siente sola y miserable. En Lejos del paraíso, Moore es una madre de familia de los años cincuenta, tratando de lidiar entre la homosexualidad de su marido, la educación de su hijo y su naciente amor por un jardinero afroamericano. En Magnolia, encarna a la esposa de un viejo millonario con el cual se casó por dinero y del cual se enamoró al paso de los años. Cuando él está a punto de morir, hace todo por no aceptar la herencia, atormentada por sus escrúpulos. Moore justifica sus elecciones de la siguiente manera: “No me molesta que mis personajes sean fuertes. Busco lo que es humano y reconocible y emocional. No somos perfectos, no somos heroicos, no estamos en control. Somos nuestros propios peores enemigos, provocamos nuestras propias tragedias...”. Una verdad humana que la actriz sabe retratar a la perfección.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.