[ Letras ] DE CAMBIO
SUPLEMENTO DE CULTURA DE CAMBIO DE MICHOACÁN | NUEVA ÉPOCA | COORDINADOR: VÍCTOR RODRÍGUEZ MÉNDEZ | 5 DE OCTUBRE DE 2013 |
En recuerdo de Álvaro Mutis Sobre su ausencia física GASPAR AGUILERA DÍAZ | PAG. 2
Palabras de Mutis / y 2 VÍCTOR MANUEL PINEDA | PAG. 4
CREACIÓN POEMAS DE ÁLVARO MUTIS | PAG. 6
FORMAS BREVES
Libros misceláneos JAIME MARTÍNEZ OCHOA | PAG. 7
Feratum: Apertura del festival más terrorífico OMAR ARRIAGA GARCÉS | PAG. 8
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En recuerdo de Álvaro Mutis Sobre su ausencia física POR GASPAR AGUILERA DÍAZ Todo lo que he escrito está destinado a perpetuar, a celebrar, a recordar ese rincón de la tierra caliente en el Tolima del que emana la substancia misma de mis sueños, mis nostalgias, mis temores y mis dichas. Álvaro Mutis.
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acido en Bogotá en 1923 y fallecido el domingo 22 de septiembre del año en curso, Álvaro Mutis deja un legado fundamental en la narrativa y la poesía latinoamericanas. Pasó su infancia en Bélgica y su adolescencia en una finca cafetalera del Tolima, a orillas de un río que siempre recordaba en el fondo de un cañón y que aparece recurrentemente en las aventuras de Maqroll, el Gaviero. Ahora que justo en septiembre se cumplen cuarenta años de la muerte de Pablo Neruda—una de sus influencias definitivas, según Octavio Paz- resulta interesante señalar una cierta similitud entre la poesía y la narrativa de Mutis y el lenguaje de pronto torrencial del poeta chileno. En su bibliografía destacan principalmente los textos narrativos: Diario de Lecumberri (1960), La mansión de Araucaíma (1973), La nieve del Almirante (1986), Ilona llega con la lluvia (1987), La última escala del Tramp Steamer (1968) y Un bel morir (1989). Su obra ha sido traducida al alemán, al francés y al italiano, entre otros, y su novela La nieve del almirante recibió en 1989 el Premio Medicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia. De su
obra poética destacan: Los elementos del desastre (1953), Los trabajos perdidos (1964), Summa de Maqroll el Gaviero (1973), Crónica regia y alabanza del reino (1985) y Memoria de los hospitales de ultramar (1986). En la Summa de Maqroll el Gaviero Poesía (1948-1988), publicada por el Fondo de Cultura Económica en 1990, después de aparecer en Barcelona por la Editorial Seix Barral en 1973 y en Colombia por la Editorial Oveja Negra en 1982, aparecieron dos ensayos críticos de Octavio Paz y Ernesto Volkening, cuyas opiniones ubican puntualmente las mejores características de su poesía en el ámbito latinoamericano. Octavio Paz aprovecha su juicio crítico sobre Memoria de los hospitales de ultramar para volver a su visión sobre la poesía y el poema cuando dice: “El espíritu vacila entre la piedra y la putrefacción. Es el momento de la gran desnudez y también del apogeo de la forma. Lujo y agonía: ceremonia de la catástrofe, rito del desastre. Todo, inclusive la muerte, exige una liturgia. No hay mito, no hay fábula recreadora del mundo y, en una palabra, no hay poesía sin un rito. La poesía es liturgia: los momentos centrales del hombre -desde su nacimiento hasta su muerte- los prefigura y los consagra un rito. El poema es una ceremonia fúnebre: la máscara solar del poeta esconde un rostro comido por la muerte”. Y Volkening afirma: “Si me fuera dado hacer el encomio de la poesía de Álvaro Mutis, diría que en ella late el corazón del
mundo. No más. El ritmo secreto de su verso (que sólo es libre en apariencia) se determina por el sosegado aspirar y expirar del anima mundi”. En algunas partes de Caravansary se percatará el que tenga oído de ese perenne y tranquilo alternar la sístole y la diástole, de algo que va y viene apaciblemente, inexorablemente, como el péndulo de un reloj. El movimiento en su misma monótona inalterabilidad inspira confianza (no mucha), hasta nos reconcilia a ratos con el descubrimiento de que uno es el tiempo que, describiendo sus círculos eternamente iguales, mantiene al universo en marcha, otro el que rige los destinos de los mortales en su peregrinaje a “la piadosa nada que a todos habrá de alojarnos”. Estos rasgos en la poesía de Mutis, en los que combina magistralmente los registros de la vida cotidiana con la reflexión profunda filosófica y humana, lo hacen decir en Los elementos del desastre, en el poema “204”: I Escucha escucha escucha a la hermosa inquilina del 204 que despereza sus miembros y se queja y extiende su viuda desnudez sobre la cama. De su cuerpo sale un vaho tibio de campo recién llovido. ¡Ay qué tránito el de sus noches tremolantes como las banderas en los estadios! (…)
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II De la ortiga al granizo del granizo al terciopelo del terciopelo a los orinales de los orinales al río del río a las amargas algas de las algas amargas a la ortiga de la ortiga al granizo del granizo al terciopelo del terciopelo al hotel Escucha Escucha Escucha La oración matinal de la inquilina Su grito que recorre los pasillos Y despierta despavoridos a los durmientes, El grito del “204”: ¡Señor, Señor, por qué me has abandonado!
En Los trabajos perdidos, el poema “Amén” dedicado a su compañera de vida, Carmen, representa no sólo una premonición sobre la muerte individual y colectiva, sino una imagen sorprendente y conmovedora de ese enigma del que bien explicó: “Nadie sabe ni sabrá nada sobre la muerte, puesto que, por lógica, no ha habido quien regrese de ella para explicarla o definirla”. AMÉN Que te acoja la muerte con todos tus sueños intactos. Al retorno de su furiosa adolescencia, al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron, te distinguirá la muerte con su primer aviso. Te abrirá los ojos a sus grandes aguas, te iniciará en su constante brisa de otro mundo. La muerte se confundirá con tus sueños y en ellos reconocerá los signos que antaño fuera dejando, como un cazador que a su regreso reconoce sus marcas en la brecha.
Dos nocturnos representan lo esencial de esta poesía raigal e imprescindible y que además nos sumergen emotivamente en el sitio y la atmósfera que llevó en su memoria hasta el último momento: NOCTURNO Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales. Sobre las hojas de plátano, sobre las altas ramas de los cámbulos, ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima] que crece las acequias y comienza a henchir los ríos que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales. La lluvia sobre el cine de los tejados canta su presencia y me aleja del sueño hasta dejarme en un crecer de las aguas sin sosiego, en la noche fresquísima que chorrea por entre la bóveda de los cafetos y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes. Ahora, de repente, en mitad de la noche ha regresado la lluvia sobre los cafetales y entre el vocerío vegetal de las aguas me llega la intacta materia de otros días salvada del ajeno trabajo de los años.
Aquí está presente la posición de Mutis con respecto a lo inútil y frívolo de todas las empresas humanas –como bien lo señala su paisano, afincado en Morelia: Jorge
Conferencia de Álvaro Mutis en la Antigüa Fábrica Textil de San Pedro en Uruapan, invitado por la librería "El Unicornio", en 1992. En la mesa, de izquierda a derecha: Gaspar Aguilera, Álvaro Mutis (q.p.d.) y Luis Ortiz Arias (q.p.d.). (Fotos cortesía de Gaspar Aguilera).
Bustamante- condenadas al fracaso, en un tono irónico describe: NOCTURNO Respira la noche, bate sus claros espacios sus criaturas en menudos ruidos, en el crujido leve de las maderas, se traicionan. Renueva la noche cierta semilla oculta en la mina feroz que nos sostiene. Con su leche letal nos alimenta una vida que se prolonga más allá de todo matinal despertar en las orillas del mundo. La noche que respira nuestro pausado aliento de vencidos nos preserva y protege “para más altos destinos”.
En 1992 y 1994, Álvaro Mutis visitó Uruapan y Morelia –invitado por la librería El Unicornio- para hablar sobre su obra y, de nuevo, pudimos comprobar su sencillez, simpatía y carisma telúricos, mientras compartía sus pasiones por la historia, por la literatura, por la música y por
esa sabia curiosidad científica que le venía de sus ancestros cuando se trataba de revelar y definir su ambiente, sus recuerdos de la infancia y ese amor inocultable sobre el viaje y la aventura, que reconstruyó a través de Maqroll el Gaviero o Ab-dul Bashur, como sus propios alter egos. Recuerdo una tarde de verano en la que con Jorge Bustamante y otros amigos fuimos a visitarlo en su casa de San Jerónimo, en el D.F, en su estudio y nos encontramos de pronto con la sensación de estar en el camarote de un barco en el que lo acompañaban una máquina eléctrica de escribir, pinturas de su amigo Alejandro Obregón, un cómodo camastro individual, su infaltable cava de vinos y whisky y al fondo un amplio y cuidado jardín con flores y limoneros cultivados por él mismo, traídos de su tierra natal. Hoy nos sentimos de nuevo un poco huérfanos con su ausencia física; sin embargo, quedan para nosotros –sus lectores– su conmovedora poesía y los personajes de su narrativa plenos de esperanza, vitalidad, erotismo y espíritu abierto a lo desconocido. Morelia, Mich. Otoño/2013.
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Palabras de Mutis / y 2 ENTREVISTA :: POR VÍCTOR PINEDA
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VP: ¿A usted lo ha tentado el cine como a García Márquez, Puig, Vargas Llosa? AM: No, para nada. Yo considero que el cine es un lenguaje completa--mente distinto que respeto mucho. Siempre he dado como ejemplo a una de las obras maestras del cine al Ciudadano Kane, que es una película con inmensas posibilidades literarias, pero que está narrada y realizada plenamente a través de la técnica cinematográfica. Ahora, parece que quieren hacer una película del Tramp Steamer. Allá ellos. También está en proceso de producción para quince capítulos Ilona llega con la lluvia. Yo no intervengo. Además no sé escribir para cine, ni me interesa. VP: Hay tradiciones literarias que son impensables sin ese escenario que es el mar. Por ejemplo la épica griega y la novela inglesa: Conrad, Stevenson, Melville y Poe. Ahora bien ¿qué significado literario tiene para usted el mar? AM: Bueno, el mar tiene para mí más que un significado literario. Tiene una fuerza mítica inmensa. En mí ejerce una fascinación condicionada por la belleza de las aguas, por la inmensidad del mar. Yo siempre que estoy frente al mar pienso que ahí nació la vida. Eso ya está probado. De ahí salimos todos. He llegado a pensar que el mar es una de las pruebas de la existencia de Dios. Sé que estoy exagerando y sé que un teólogo temblaría en su sitial por esa herejía, pero así lo vivo yo. El mar, además, tiene una condición purificadora. En el mar siento que la mezquindad de los hombres no tiene lugar. Entre otras cosas porque no hay nadie más ocupado que un marinero durante las veinticuatro horas del día. No le queda tiempo para malicias. La presencia misma del mar, su proporción respecto a la tierra, su inmensidad, su relación con los astros, su condicionamiento con las fases de la luna, todo eso es una condición cósmica
casi tangible que no tiene la tierra. ¡La tiene! Pero hemos olvidado cómo captarla. En cambio, en el mar eso es tan evidente, que quien tenga abiertos los sentidos para eso, lo podrá percibir. VP: Tengo la impresión de que usted vive el exilio, si es que así podemos llamar a su ya larga estancia en México, de una forma no elegíaca… AM: Yo creo que nosotros nacemos exiliados. En primer término, nacemos exiliados de nuestra infancia. De ese paraíso que se perdió. Salimos a un mundo hostil. Siempre vivimos exiliados. Respecto a México, después de treinta y seis años de vivir aquí, no me siento exiliado. Soy colombiano, seguiré siendo colombiano, moriré colombiano. Tengo por mi tierra afectos, recuerdos y memo-
rias entrañables. Pero no me siento exiliado cuando vivo en Francia o en Bélgica, donde viví mi infancia. Yo me siento exiliado en este siglo. Evidentemente, yo nací en la época que no me tocaba. VP: Quizás debió haber nacido en Bizancio o en la época de Juliano el Apóstata… AM: Habría vivido en Bizancio muy peligrosamente. No hubiese llegado a esta edad. Desde luego, ya me hubieran ahorcado. O por lo menos me hubieran arrancado los ojos o me hubieran encerrado en un monasterio. Me hubiera gustado vivir muchísimo en los primeros treinta años del siglo XVIII… pero, desde luego, en esta época es la única en donde con toda seguridad puedo decir que no tenía ningún interés en vivir. Entonces yo soy un perpetuo exiliado. Pero no en México, de Colombia, sino de época y de mi niñez que fue de una felicidad absoluta. VP: ¿A qué le gustaría haberse dedicado de no ser escritor? AM: Marino. Pero cuando intenté entrar a hacer la carrera de marino descubrí que son necesarias las matemáticas, y como a mí la operación misma de la suma y la resta es algo que me supera completamente, y soy incapaz de realizarlas, tuve que dejar ese sueño. A mis trece o catorce años yo soñaba con ser marino. Lo que nunca soñé es con ser escritor. Eso sí te lo puedo asegurar. La literatura es una forma vucaria de vivir muchas vidas. Yo te puedo contar anécdotas en este sentido extraordinarias. Acompañé a García Márquez diariamente durante la escritura de Cien años de soledad. Y el día que murió el Coronel Aureliano Buendía estaba en un estado de tristeza y desolación absolutas. VP: ¿No le hace falta más pasión… quiero decir, soltar los sentimientos a sus personajes? Abdul y Maqroll tienen una relación muy solidaria, pero tienen a la vez una amistad muy taciturna. No se tutean, por ejemplo… AM: Bueno, el tuteo en Colombia es preci-
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samente una forma de cariño muy cercana. El “usted” en Colombia es profundamente cariñoso. Entonces yo estoy deformado por eso. Yo trato de usted a mis hijos y a un amigo de cuarenta y tantos años, tan íntimo como García Márquez, lo trato de usted siempre. Pero eso es una cosa colombiana. Entonces, justamente resolví hablar de eso en Abdul Bashur, soñador de navíos, y es cuando dice Maqroll: “A estas alturas tutearnos sería realmente una cosa infantil y totalmente banal”. Ellos tienen el pudor del hombre que ha vivido muchas cosas. Una experiencia intensa, rica en fracasos, en derrumbes y en grandes dichas. Eso nos lleva a una situación de respeto y de pudor. Hay cosas de las cuales ellos no hablan. Ellos, por ejemplo, no hablan de Ilona, que es su común amante y su común amiga. VP: Abdul Bashur busca su vapor arquetípico, su Tramp Steamer arquetípico y siempre se le escapa… ¿Usted no busca su relato arquetípico, su poema arquetípico? ¿Ya lo realizó? ¿Está por realizarse? AM: No lo busco. No sé si lo realice. No creo que tenga el talento, las facilidades y aptitudes para lograrlo. Pero, desde luego, cada vez que comienzo quisiera que fuera el arquetípico. Un relato que yo quiero mucho y está muy lejos de ser arquetípico, pero en donde la fluidez del relato sí corresponde a lo que yo quería que fuera, es La última escala del Tramp Steamer. Pero el relato arquetípico está por escribirse. Pero eso, en fin, es muy difícil. VP: Por qué le gustaría ser recordado? AM: Por mi poesía. Y particularmente por un libro de poemas que se llama Los emisarios. Ése podría ser mi testamento. Si es que uno puede dejar testamento escrito. Pero es mucha vanidad. VP: Usted ha roto con el esquema de la tradición novelística en la que, cuando hay dos personajes, uno está subordinado al otro; verbigracia: Cervantes, Balzac, Conan Doyle. Y de las relaciones que mantienen Maqroll y Abdul Bashur son siempre de la misma jerarquía ¿no? AM: Es verdad. No había reparado en eso. Y es bien interesante. Ellos no dependen sino de los afectos, la seguridad de que el uno puede contar con el otro. Pero ninguno está más arriba que el otro. Se respetan mucho; no hay esta dualidad curiosa. En las obras de Balzac sí esta presente: es la pareja de Bautran y Lucien de Rivampré. Por ejemplo Bautran es una especie de sombra protectora, de sombra poderosa. Lucien siempre depende de él. Llega a parecer una relación de tipo homosexual. Pero en fin, éstas son teorías de los críticos, que siempre saben más que uno. VP: Los griegos inventaron la noción de destino y su expresión fue la tragedia, el cristianismo creó la noción del libre albedrío y la posibilidsd de salvación, su expresión es el drama moderno ¿cómo enfrentará la literatura de nuestros días al futuro, a la contingencia? AM: La literatura, a partir del siglo XIX, con escritores como Balzac y Stendhal liquida esas dos posibilidades. Y llega a la noción del hombre de razón. Pero Dostoievsky sigue pensando en la noción de destino y de predestinación para determinados sucesos. Después, con Proust y Joyce, cada cual por su camino, crean una especie de totalidad de la conducta. Examinan una conducta hasta en sus motivaciones psicológicas hasta su más profunda entraña, éste es, señaladamente, el caso de Proust; Joyce, a través de una serie de ensayos verbales muy eficaces, muestra la presencia del inconsciente: es evidente aquí la sombra de Freud. Pero yo creo que todos estos intentos han sido completamen-
te inútiles. Y en mi caso es evidente, sin que yo me lo proponga, la presencia de la noción de destino, que es, a mi juicio, desde el punto de vista literaio, la más fecunda. VP: En el Diálogo en Belem do Pará, hay una especulación sobre la muerte merecida y la inmerecida ¿qué clase de muerte le gustaría tener? ¿Qué clase de muerte se merece? AM: La muerte que nosotros mismos vamos fabricando a nuestra imagen y semejanza es la que nos debe llegar, es la que nos toca. Es la que merecemos en ese sentido. No hay peor tragedia que tener la muerte que no le correspondió a uno. Morir en manos de una persona que amamos, creo eso sería terrible: ese último instante en que nos damos cuenta… hay muchas otras muertes… morir en un sitio que nos parece horrible, me parece espantoso. Yo quisiera morir en un sitio como éste donde estamos en este momento, de una belleza así, de un verde, de una amabilidad tan grande de paisaje. Me parece sería muy bello porque yo he querido mucho el paisaje y la naturaleza. Quiero que la muerte me regale esa posibilidad, pues yo creo es lo que me he ganado por el amor que he tenido. ¿Una muerte épica? Podría ser… pero ese depende del enemigo. Yo creo que ya no hay enemigo que le dé nobleza a la muerte de uno. Eso se acabó. Ya, eso se acabó. Porque generalmente ya quienes matan, o son policias o son mercenarios. Las dos manos, me pare-
cen infames. Vivimos en un mundo que desconoce lo honroso; es muy difícil buscar una muerte honrosa. Si se muere por una idea, con resignación y casi sin decirlo, en un silencio, pues me parecería muy bonito. Ahora, imponerla e irse a buscar la muerte porque uno cree tener la razón y tener la verdad, eso me parece criminal. VP: Ya nos ha señalado que usted está exiliado de su infancia. Parece que sólo los que se han reconciliado con su infancia son aptos para escribir. Hay una curiosa relación que establece Jung entre el “Puer aeternus” y la literatura. El niño arquetípico es el único que puede fabular… AM: Yo he sido un jungiano convencido desde hace muchísimos años. Y yo creo que Jung es uno de los pensadores que han llegado a las capas más profundas, a las honduras más secretas. Tuve la fortuna y la felicidad de que una doctora de la Universidad de Florencia, Martha Canfield, hiciera una larga conferencia sobre Maqroll como arquetipo jungiano. Y la fundamentó muchísimo, con bastante riqueza, con bastante razón, con mágicos argumentos. Debo confesar honesta e ingenuamente que me llenó de felicidad. Ya lo he dicho, la niñez es para mí la fuente de todo ser. Siempre que nosotros necesitemos regresar a nuestra verdad interior, a la clave de nuestro destino, no la vamos a encontrar sino a través de la infancia. Pero no
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se trata de la infancia como concepto general sino de nuestro descubrimiento del mundo. Yo he tenido ahora una gran experiencia: he visto crecer a mi nieto. Eso no lo había experimentado porque cuando mis hijos nacieron era yo muy joven e inconsciente. Ver la inmensa, la mágica, la poderosísima energía con que llega un niño a la vida, a tomar posesión del mundo, es una maravilla. Ver la certeza con la que el niño va escogiendo sus regiones, sus zonas, sus dominios y los hace suyos. Se abalanza a quererlo todo. Escoge: primero esto, después aquello. Por esto, ahogar a un niño de juguetes, como se hace hoy en día, es la tontería más grande. El niño sabe exactamente qué quiere. Cuando somos mayores y la vida se nos viene encima, y los demás mayores se nos vienen encima, la única solución que tenemos es volver a tratar de repetir esa actitud de certeza, que es la que deveras nos pertenece. Yo he llevado a mi nieto, por ejemplo, a tocar un animal, a tocar un caballo… ¡cómo lo hacen! Con qué… ¡nunca un mayor sabe hacerlo! Porque el niño lo hace, con respeto, y al mismo tiempo con una certeza que es admirable. VP: ¿Qué es lo que escribe actualmente? AM: Estoy escribiendo, mejor dicho, estoy corrigiendo –que es mucho peor que escribir una novela- algo que se llama Tríptico de mar y tierra. ¿Por qué “tríptico”? Ahí narro tres momentos distintos en los cuales Maqroll, en su mundo afectivo, en su mundo sentimental, descubre zonas que no conocía. Primero un niño, un hijo natural de Abdul Bashur le es entregado por la madre mientras ella va a trabajar en Alemania para conseguir dinero y vivir dignamente en El Líbano. El viejo Maqroll, que ha pasado por todas las pruebas del mundo, vive año y medio con un niño de cuatro años que lo emborracha a preguntas y él que tiene que enseñarle a pescar y navegar. Esto es para él de un enriquecimiento interior inmenso. Después viene la relación con Alejandro Obregón, que es un artista, un gran amigo, un pintor muy eminente en Colombia. Era muy amigo mío. Acaba de morir. Maqroll tiene con él una serie de aventuras en Vancouver, en Kuala Lumpur y en otros sitios. Tienen unas borracheras tremendas. Le dice cosas como éstas que una vez me contó Alejandro Obregón: “Ahora sabe lo que voy a pintar? Voy a pintar el viento”. Y entonces Maqroll lo mira extrañado y le dice: “No, no. No es el viento sobre los árboles o el viento al abrir la ventana. El viento mismo, voy a pintarlo”. Entonces Maqroll se encuentra con una alma gemela que viene con otros elementos y con argumentos que él no conocía: los argumentos del arte. El otro relato se llama “Cita en Bergen”: se trata del suicidio sereno, consciente, tranquilo, de su más viejo amigo y compañero de pesacas en Alaska: Sveren Jensen. Él le escribe una carta diciendo: “Bueno, se acabó el mar. Se acabó la navegación. No me interesa nada. Me mato sin amargura. Sencillamente quiero despedirme y desaparecer sin miedos, sin lamentos”. Es la famosa orden aquella de la Marina Británica: Never explain, never complain. Entonces, la muerte vista así de alguien que era la fuerza misma, para Maqroll es también una sorpresa. Maqroll conoce la muerte porque la ha dado. Porque Maqroll dice que a la única persona que ha matado es al hombre ese, en Manila, en el burdel de Manila. Ahora resulta que mató a un inglés también, que lo trató de engañar en el pago de un dinero. Se lo cargó también. Pero sospecho que ha matado bastantes. Ahora vive sedentario, está en Poienza, cuidando unos astilleros abandonados. Vive entre los hierros deshechos. Pero no se sabe, todavía puede reservarnos algunas sorpresas.
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CREACIÓN
Poemas Álvaro Mutis Nocturno Respira la noche, bate sus claros espacios, sus criaturas en menudos ruidos, en el crujido leve de las maderas, se traicionan. Renueva la noche cierta semilla oculta en la mina feroz que nos sostiene. Con su leche letal nos alimenta una vida que se prolonga más allá de todo matinal despertar en las orillas del mundo. La noche que respira nuestro pausado aliento de vencidos nos preserva y protege “para más altos destinos”. *
Un bel morir De pie en una barca detenida en medio del río cuyas aguas pasan en lento remolino de lodos y raíces, el misionero bendice la familia del cacique. Los frutos, las joyas de cristal, los animales, la selva, reciben los breves signos de la bienaventuranza. Cuando descienda la mano habré muerto en mi alcoba cuyas ventanas vibran al paso del tranvía y el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías. Para entonces quedará bien poco de nuestra historia, algunos retratos en desorden, unas cartas guardadas no sé dónde, lo dicho aquel día al desnudarte en el campo. Todo irá desvaneciéndose en el olvido y el grito de un mono, el manar blancuzco de la savia por la herida corteza del caucho, el chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje, serán asunto más memorable que nuestros largos abrazos.
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Libros misceláneos FORMAS BREVES :: JAIME MARTÍNEZ OCHOA
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engo devoción por los libros misceláneos, en los que los autores no se preocupan por seguir una línea de ascendente y se permiten zigzagueos y vericuetos. No me refiero, sin embargo, a ese tipo de libros estilos Monsiváis en los que los autores amontonan los ensayos que han publicado en revistas o diarios durante un cierto tiempo. Hablo más bien de aquellos libros que, exprofeso, se presentan como anárquicos y en los que lo mismo cabe un poema que un cuento o extracto de diario. A veces resulta toda una delicia romper los cánones y darse de topes con lo imprevisto. Es la gracia de la lectura: saltar de un lugar a otro, pisar un valle y después la falda de un cerro. No hay principio ni fin: uno puede coger el libro por el centro, por el final, por el principio, por las páginas primeras. No hay problema: todo es materia de disfrute. El arte de la fuga, de Sergio Pitol, es, en este caso, un libro emblemático. Uno pasa de la pintura veneciana a la familia Burrón, de una tarde en la que un hombre estuvo a punto de conocer el diablo a los despistes de un miope que, sin gafas, recorre un museo. Pitol es aquí un escritor cercano, íntimo, que nos habla al oído, despojado de tensión y resquemores; más divertido y, por lo mismo, más disfrutable Más atrás, en el tiempo, podemos ubicar Último round, de Cortázar o La vuelta al día en ochenta mundos, del mismo Cortázar (suyo es también Salvo el crepúsculo, obra de similar envergadura). Hay más: Movimien-
to perpetuo, de Augusto Monterroso; Formas breves, de Ricardo Piglia, Post scriptum triste, de Federico Campbell. En algunos casos, estos libros surgen al azar, cuando editores optimistas deciden juntar lo que se ha ido publicando en algunas revistas; en otras, por el deseo del escritor de romper las rígidas cadenas de los géneros y lanzar una suerte de improvisación, semejanza de un tema de jazz. Debe ser hermosa esa actitud rompedora de plantearse como reto escoger al azar los textos que pueden conformar un libro y no guiarse en este camino por ninguna fórmula trillada. Como sea, hay que distinguir entre esas visiones editoriales mercantilistas en las que se reúnen textos para conseguir un objetivo monetario y aquellas que responden a un intención vital, la de darle salida a textos marginales que van surgiendo al azar, muchas veces a pie de página de las grandes obras. Cortázar, en Rayuela, ensayó una suerte de libro misceláneo en el que, junto a la narración, aparecen los apuntes sobre esa narración. En Los monederos falso, de André Gide, existe la misma intención de publicar una novela y, a la vez, publicar los comentarios laterales sobre esa novela. Ahora, el libro que me ha gustado es Dietario voluble, de Enrique Vila Matas, un libro que reúne los apuntes de tras años del escritor barcelonés. Se trata de artículos publicados en la prensa, textos para exposiciones de pintura, ex-
tractos de un diario, sueños, visiones literarias, trasuntos políticos y artísticos. Muchos de estos textos han nutrido buena parte de la obra narrativa de Vila Matas y aparecen escondidos entre sus novelas y cuentos. Con esa libertad que da ser una persona ajena a fanatismos de toda índole, Vila Matas habla de asuntos en boga y de otros que le trae la memoria o sus lecturas. Es una suerte de camino en zigzag a través de numerosos años de escritura y lectura, en el que no faltan las polémicas políticas y una cierta visión catastrofista de la vida pública española. Viéndolo bien, son estos libros y no los otros, los geométricos y ordenados, los que permiten que uno conozca mejor a determinado autor, pues la libertad con la que están escritos evidencian actitudes más personales, que desaparecen detrás del rigor. A ciencia cierta, estos libros misceláneos son como la vida: uno avanza hacia adelante, estimulado por la superstición del progreso y en su camino va dejando, además de ropa que ya no le queda, pensamientos, trozos de amores, sentimientos atrofiados, nostalgias, ilusiones. Como siempre vivimos en el presente, estos libros anárquicos son una suerte de ideario sentimental de cada uno de nosotros. No se trata de rebuscar en el cajón de sastre para sacar aquello que ha nutrido otros textos sino de ver en los textos antiguos la evidencia de que uno ha estado vivo.
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El festival más terrorífico RESEÑA :: Inicia el Feratum en Tlalpujahua. OMAR ARRIAGA GARCÉS
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erros callejeros, funcionarios y habitantes del mágico Tlalpujahua recorrían las calles del pueblo al mediodía bajo un inclemente sol que parecía una esfera de Navidad; unos se olisquea-ban los traseros entre sí, otros preguntaban dónde quedaba tal o cual sitio, y el resto trataba de prestar ayuda al grupo quasi turístico de invitados al Segundo Feratum Film Festival. Aunque de los primeros y los segundos pocos estaban destinados a asistir al festival de cine de fantasía, horror y ciencia ficción, podía sentirse la algarabía presente en la atmósfera; los perros –a decir de ciertos habitantes– se encontraban en un estado de excitación más álgido que el resto de los días en que no había evento alguno; por su parte, los funcionarios se abalanzaban sobre los hoteles y restaurantes en los que previamente habían hecho reservación con cargo al erario público con motivos de trabajo, un difícil y arduo trabajo que alguien, por supuesto, tienen que hacer. En cuanto a los habitantes, estos se dedicaban a brindar respuestas, explicaciones o señas de los lugares a los que unos y otros se dirigían.
La bulla era tal que un grupo de la Comisión Fílmica de la Secretaría de Turismo del Estado de Michoacán no alcanzó a ocupar una de sus mesas reservadas, por lo que contra todo pronóstico sus integrantes tuvieron que esperar a que una quedara vacía; y es que la presencia de reporteros y periodistas de distintas partes de la República era tal, que ni muchos cánidos, funcionarios u oriundos de Tlalpujahua tenían su lugar asegurado pese a las reservaciones, un fenómeno que se viene replicando en algunos de los más de 70 festivales de cine con los que cuenta el país. A veces, pareciera que hay más integrantes de la prensa entre los asistentes a este tipo de eventos culturales, cuyo fin es dar a conocer la propuesta cinematográfica de México, que público conocedor o al menos que le interesa ir a ver filmes; lo cual pudo constatarse durante la primera comida que entre el gobierno de Michoacán, el Feratum Film Festival y la municipalidad de Tlalpujahua ofrecieron a los distintos representantes de los medios de comunicación. Después de haber sido rechazados por el
cupo total en un restaurante, los muchos reporteros se hubieron de ir a La Terraza, un hermoso sitio de comida tradicional, sobre todo, ubicado encima de la Casa de Santa Claus (matriz de las célebres esferas de Tlalpujahua) donde perros, funcionarios y habitantes del pueblo mágico iban y venían. El problema comenzó cuando unos ocuparon los lugares de otros, cuando otros ocuparon el sitio de los demás y cuando los demás no supieron adonde irse para cubrir sus necesidades fisiológicas más elementales, no diremos cuáles. Quizá ésa haya sido la razón por la que los oriundos de Tlalpujahua que administraban este espacio culinario, más allá de la calidad de su cocina, empezaron a molestarse cuando los periodistas solicitaban más y más comida. Incluso, parecía que su enojo iba in crescendo cuando una copia de Elba Esther Gordillo rondaba los pasillos del restaurante, con lo que unos y otros, cánidos, funcionarios y habitantes, supieron de una vez y por todo el Feratum que el terror no había hecho sino comenzar.
Alfombra negra y tlalpuchairos RESEÑA :: Inauguración del Feratum. OMAR ARRIAGA GARCÉS
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uién pertenece a la tierra, dios, el diablo o los espíritus encarnados?”, expresó el nihilista actor brasileño Zé do Caixao, mejor conocido como José Mojica Marins, antes de que el Feratum Film Festival de Tlalpujahua (Festival Internacional de Cine Fantástico, Terror y Sci-Fi) en manos de su director, Miguel Marín, le entregara el Nosferatum de Bronce como homenaje por su trayectoria de 50 y 60 años, respectivamente, como actor y director, máximo reconocimiento que se otorga en este evento. Esto se llevó a cabo en el Teatro Obrero, luego una interminable pasarela de funcionarios estatales, municipales e, inclusive, de Nigeria y Brasil; pero antes, en el Museo Hermanos López Rayón, las mismas autoridades encabezadas por Alfredo Federico Muñoz Ruiz, presidente municipal tlalpujahuense y el propio Miguel Marín, inauguraron cuatro exposiciones plásticas de Eduardo Santaella (alias Guro), el canadiense Gary Pullin y los colectivos Deletereo y Gallery of horrors, basadas en
motivos de horror, películas de suspenso y carteles de cine de muertos y zombies. Afuera del recinto, a eso de las seis y media de la tarde, un hombre entrado en años cantaba unas coplas populares de que la vida no vale nada sin mucha atención por parte de los tlalpuhipsters y los tlalpuchairos que rodeaban el inmueble, antes de que los policías le indicaran amablemente que tenía que irse de la plaza. Ante pregunta expresa sobre cuál era el significado del término “chairo”, un joven turista de la Ciudad de México comentó que éste se refería a “aquellos entes de la sociedad que pretenden todo lo ser izquierdosamente anticipado para determinar situación alguna a sus no-circunstancias; es decir que se trata de ninis izquierdosos que critican más que hacen, desde un plano estático”. Entre 15 y 17 mil de esos tlalpuchairos habría comentado el gobierno del estado que se esperaban para esta segunda edición del Feratum Film Festival, ya que luego de cuatro emisiones del Festival de Cine Mórbido,
que terminó por ser trasladado a Pátzcuaro, parece que la primera cifra habría sido la de la asistencia de los eventos anteriores, esperando que el público subiera en al menos dos mil personas. En el Teatro Obrero, tras la Alfombra Negra y tras el desfile de luminarias burocráticas, fue proyectado el cortometraje “Honeymoon suite”, en el que el señor Hirschfield llegaba a un hotel oriental para ocupar un cuarto de lujo en el que todo el personal atendía los momentos más delicados en los que éste devenía hombre lobo con la luna llena. Casi para finalizar, Zé do Caixao señaló que se sentía orgulloso de estar en México, pues el Santo había sido una de sus influencias cinematográficas más poderosas. Asimismo, exteriorizó que se encontraba filmando una película que terminaría de rodar a fines de 2013, y apuntó hacia el público cuando recibió su reconocimiento, comentando en portugués que eso era lo que le daba “la fuerza que todo cineasta necesita para realizar”. Luego de lo cual, dio inició la fiesta de inauguración.