S U P L E M E N T O S O B R E T E M A S D E L A M U J E R | C A M B I O D E M I C H O A C Á N | N Ú M E R O 238 | J U E V E S 17 DE ABRIL D E 2 0 14
Cada quien en su casa, pero juntos POR DINORAH AMBRIZ Se ha asumido que la vida de una pareja seria y comprometida siempre conlleva, o tiene por finalidad, el compartir techo y vivir en la misma casa. Sin embargo, cada vez más parejas estables y comprometidas a largo plazo deciden vivir juntos pero cada quien en su casa. Esta nueva forma de compartir la vida en pareja ha sido lla-
mada LAT, del inglés Living Apart Together (vivir separados pero juntos), y según estiman los expertos es una tendencia que, aunque aún minoritaria, va en aumento. Nada nuevo bajo el sol Estar en pareja pero vivir en techos distintos no es un fenómeno nuevo. Frida Kahlo y Diego Rivera vivían separados pero jun-
tos; cada uno en su propia vivienda, unidas por un puente que ellos llamaban «el puente del amor». La famosa casa azul, diseñada por O’Gorman, respondía a la necesidad de esta pareja de tener sus propios espacios. Simone de Beauvoir, escritora y filósofa francesa, también es recordada por haber tenido una relación de este tipo con el también reconocido filósofo JeanPaul Sartre. Sus departamentos
estaban separados por una caminata a pie de cinco minutos y, según llegó a compartir Beauvoir, se veían todas las tardes, a veces comían juntos, y ella solía trabajar por la tarde en el apartamento de Sartre. La relación entre estos filósofos duró 51 años, hasta la muerte de Sartre; y de su vida en pareja, asegura Lisa Appignanesi, biógrafa de Beauvoir, resalta haber estado basada en un amor gene-
roso, respeto mutuo y lealtad permanente. En la actualidad, este tipo de relaciones han sido adoptadas por cada vez más parejas bajo los reflectores. El cineasta Woody Allen y la ex modelo Mia Farrow, vivieron juntos pero separados por el icónico parque neoyorquino Central Park.
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DESCÚBRETE
Comida anti cólicos
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cidos por generar mucosas en el cuerpo -de la misma manera, se recomienda no consumir lácteos cuando se tiene gripa para evitar las flemas-. Las mucosas, a su vez, generan coágulos, que en parte son responsables de que las menstruaciones sean dolorosas. También se debe evitar la carne, especialmente la roja, pues suele provenir de animales hormonados, y lo que menos necesita el cuerpo durante este proceso es lidiar con la llegada de más hormonas. Los alimentos salados tampoco ayudan al cuerpo, pues provocan la retención de líquidos y bloquean el proceso de limpieza que conlleva la menstruación. Otras cosas a evitar, y que harán la diferencia, son la cafeína, la ni-
Una de las partes más indeseadas de los días de regla, para muchas mujeres, son los cólicos y malestar físico en el vientre que acompañan a estos días. Para evitar estos dolores hay algo más efectivo que pasarla tomando paracetamol: cuidar la alimentación. Esto, aunque sencillo, puede hacer la diferencia. La menstruación es, de manera general, un proceso de calor en el cuerpo, así que se deben procurar los alimentos calientes para mantener al útero en una temperatura cooperativa con el proceso de expulsión del endometrio. Los lácteos es lo primero a dejar de lado, pues estos son cono-
cotina, el alcohol, y en general las bebidas frías. Por otro lado, se deben procurar alimentos con poca grasa y que sean nobles con el cuerpo, pues éste se encuentra invirtiendo mucha energía en el cierre de ciclo. Es decir, lo mejor es ayudar al cuerpo a que la energía que necesite para procesar la comida sea la mínima; para ello vienen bien verduras, frutas, sopas y bebidas calientes. Por último es recomendable no descuidar beber suficiente agua, acompañada de un mayor consumo de fibra para favorecer los movimientos intestinales. También serán de ayuda las infusiones, que pueden hacerse de alimentos calientes como el jengibre y la canela.
Suplemento Mujer.es de Cambio de Michoacán. Director: Vicente Godínez Zapién. Coordinador: Arved Alcántara Betancourt Editora: Dinorah Ambriz Contacto: suplementomujer.es@gmail.
Cada quien en su casa, pero juntos VIENE DE LA PORTADA
La pareja conformada por el también cineasta Tim Burton y la actriz Helena Bonham, vive en dos casas en Londres, unidas por un cuarto en común donde la pareja comparte tiempo y espacio entre ellos y con sus hijos. Sobre su decisión de vivir en casas separadas, Bonham ha dicho que «no quiere comprometer su libertad al vivir bajo el mismo techo». Arundhati Roy, activista política conocida por ganar el Premio Booker, uno de los más prestigiosos en el mundo de habla inglesa, está casada con el ambientalista Pradip Krishen; ambos viven en Nueva Dehli en casas separadas. Un amor que protege la soledad del otro Esta manera de compartir la vida, basada en el reconocimiento de la necesidad de ambos por tener sus propios espacios y tiempos, ha comenzado a ser estadísticamente significativa en algunas sociedades. En Reino Unido las parejas que viven de esta manera conforman el diez por ciento, y datos similares se obtienen en países del norte de Europa. Las encuestas en Australia, Canadá y Estados Unidos indican que entre el seis y el nueve por ciento de los adultos con relaciones estables viven en casas separadas.
Este modelo es vivido por parejas de todas las edades, sin embargo, el porcentaje mayor se encuentra en parejas jóvenes, de los 18 a los 24 años; a esta categoría sigue en número la de parejas de adultos que ya han vivido un matrimonio y que tras su mala experiencia en un matrimonio convencional han decidido no volver a compartir casa ni economía. Aunque aún hay recelo y rechazo a este modelo de vida en pareja, también es cierto que es cada vez más aceptado públicamente y se comienza a considerar como una buena alternativa para lograr un equilibrio entre tener una pareja estable y conservar autonomía e independencia. Algunas parejas suman a esta situación la de llevar una relación
abierta, donde ambos pueden establecer otras relaciones íntimas con terceros, pero en general los datos sobre las parejas LAT indican que, estén o no casados, mantienen las mismas expectativas sobre la fidelidad que una pareja monógama, sólo que en casas individuales. Para cuidar la vida en pareja Según un reciente estudio realizado por la Universidad de Missouri, las parejas que optan por esta modalidad de relación tienden a mostrarse escépticas ante los tipos convencionales de relación, al mismo tiempo que muestran reticencia a ver disminuida su libertad al vivir bajo un
mismo techo. Sin embargo, la decisión de vivir en casas separadas puede responder no sólo al deseo de proteger la libertad individual, sino de salvaguardar la vida en pareja. Esta manera de convivir se inserta en un contexto social donde aumenta la cantidad de divorcios, que tiene por una de sus causas principales la tensión y fricción generada por la convivencia diaria. Se asegura que en promedio, alrededor del 80 por ciento de las parejas que comparten casa discuten mínimo una vez por semana por un tema ‘banal’, como el de las tareas del hogar. El amor verdadero, se dice, acepta a la pareja con virtudes y
defectos, pero en la práctica bien es cierto que pequeños hechos, como que la pareja ronque, pueden provocar tensiones y roces en la pareja. Los conflictos también suelen surgir de hábitos distintos, por ejemplo, preferencias de alimentos a la hora de la comida, o de actividades de ocio. Según datos estadísticos en el tema, un importante número de matrimonios han podido evitar el divorcio al elegir este tipo de vida en pareja, pues gracias a él se evitan los conflictos de la convivencia cotidiana. La solidez de relación de pareja que parece puede ser alcanzada al vivir separados no sólo se debe a que se evitan los pequeños-grandes conflictos de la cotidianidad, sino a que la pareja también tiene que trabajar fuerte por mejorar la confianza y comunicación en su relación, pues estos dos factores son clave para que la pareja que vive en casas separadas no viva en un perpetuo estado de ansiedad y desconfianza hacia el otro. Al respecto de las razones que llevan a una pareja a vivir en casas separadas, la escritora inglesa Deborah Moggach, opina: «Creo que hay miles de razones de por qué vivir separados es conveniente para muchos. Hay mujeres que han trabajado duro y no quieren arriesgarse a perder sus ahorros cuando una convivencia desafortunada va mal, y hombres que valoran su independencia y viceversa».
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DEL DICHO AL HECHO
DE CIENCIA Y OTRAS TENTACIONES
¿Qué hacen las parejas LAT?
¿Adiós al amor romántico?
POR DINORAH AMBRIZ Las parejas LAT (living apart together), donde los miembros viven separados pero juntos, aumentan en países como Estados Unidos, Canadá, Australia y en el norte de Europa. Las parejas han encontrado en esta forma de vida una manera de conciliar el deseo de tener una relación seria, comprometida y a largo plazo, con el de tener espacios y tiempos propios. Lo mismo que todos, pero sin techo compartido Estas parejas comparten algunos días, algunas noches, salen de viaje juntos, tienen proyectos en común y en general se acompañan en las mismas actividades que cualquier otra pareja; sin embargo, tienen la situación particular de vivir en casas o departamentos individuales. Quienes viven de esta manera aseguran que las discusiones y pleitos disminuyen significativamente en comparación con el tiempo que han compartido techo, del mismo modo, aseguran que la vida íntima mejora pues, por ejemplo, cuando se duerme en la misma cama es porque realmente se quiere, y no porque no hay otra opción. Vivir bajo el mismo techo puede resultar muy gratificante, pero mantener las ganas de hacer cosas nuevas y divertidas parece ser todo un reto en muchas relacio-
nes; del mismo modo, puede resultar un gran reto mantener autonomía para una y respetar la de la pareja. Así, vivir separados pero juntos puede ser una manera de combatir la monotonía en la vida en pareja y de asegurar que los momentos compartidos sean más satisfactorios y de mayor calidad. En términos de individualidad, hay quienes ven en este tipo de parejas una forma de crecimiento y desarrollo personal. Débora Pérez, periodista argentina, asegura que vivir en casas separadas da una gran lección: la de aprender a estar con una misma. «Enfrentarnos a la soledad puede ser aterrador porque ahí tomamos café con nuestro monstruo interior como única compañía (…) hasta que logramos domesticarlo, reencontrándonos y aceptando lo que somos. Pasar por ese proceso y superarlo nos hace crecer, nos dignifica. El techo propio se vuelve un refugio dónde sentirse a gusto y, de vez en cuando, invitar a pasar a quien nos haga bien cuando tengamos ganas». Separados pero juntos en Latinoamérica En algunos países como Canadá, este tipo de vida en pareja es adoptado por casi el diez por ciento de la población adulta, pero en los países latinoamericanos las personas que buscan vivir de esta manera pueden encontrar ciertas dificultades, como el rechazo so-
cial ante la percepción generalizada de que una pareja que evita compartir techo no está realmente comprometida, o el problema económico que implica mantener dos hogares en lugar de uno común. A pesar de esto, las parejas LAT existen y crecen en los países de América Latina. En México, poco más del uno por ciento de las parejas adultas vive de esta manera. Melissa, publicista de 34 años, es un ejemplo de este uno por ciento que decide vivir en casas separadas. En entrevista para La Jornada, dice: «Quería vivir sola, en mi propio depa, tener tiempo para leer, caminar por la ciudad, encerrarme en casa cuando tuviera ganas de así hacerlo, deprimirme incluso y llorar toda una tarde sin tener que dar cuentas a nadie». Melissa y su pareja, arquitecto de profesión, aseguran que han aprendido a disfrutar el tiempo compartido, pero también el que pasan en soledad; en su caso, vivir separados ha enriquecido la confianza que se tienen. Sin duda, tanto compartir techo como decidir no hacerlo, tendrá su lista de desventajas y ventajas, lo importante será que cada pareja conviva como mejor le resulte dadas sus necesidades y deseos personales, así como expectativas de pareja. Vivir juntos y convivir cada día debe ser una decisión personal y no un paso ineludible en las relaciones amorosas.
POR DINORAH AMBRIZ La mayoría de las personas crecen conociendo una única manera socialmente aceptada de amar, los comerciales, el entorno en el que se crece, y las películas de Disney -entre muchas cosas más- enseñan que amar conlleva ansiedad, por ejemplo al desear la llamada de la persona amada, y deseo de posesión, como cuando se quiere estar todo el día con esa persona. En otras palabras, aprendemos a amar románticamente, sin embargo este tipo de amor no es el único, y de hecho, puede que esté lejos de ser sano y benéfico. Según una investigación realizada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, publicada en la revista científica Brain and Behavior, practicar un amor alejado de los ideales románticos puede dar mayores niveles de satisfacción personal y tranquilidad. Es sabido, por diversas investigaciones recientes, que el amor romántico tiende a activar los mismos centros de recompensa en el cerebro que activa la cocaína, de ahí la ansiedad por ver a la otra persona y por tenerla solamente para una. Por su parte, el estudio realizado por los investigadores de Yale, Brewer y Garrison, se enfoca en cómo la práctica de lo que ellos llaman «un amor
menos auto centrado» no sólo no activa estos centros de recompensa, sino que logra apagarlos cuando están activados o neutraliza su actividad. Este tipo de amor, explica el estudio, se caracteriza por ser un «genuino y profundo deseo de que los otros encuentren la felicidad sin esperar retribución alguna». El amor no romántico puede carecer de los golpes emocionales que acompañan al romántico, pero a cambio hay un amor más estable y profundo. «Cuando verdaderamente, sin egoísmo, deseamos el bienestar del otro, no recibimos el mismo golpe de emoción excitante que viene, digamos con un tweet del interés romántico del momento», explica el investigador Brewer. Esto se debe a que la ansiedad que conlleva el amor romántico es diametralmente opuesta a la tranquilidad que acompaña a un amor libre de «autocentrismo». La práctica de un amor no auto centrado ha sido parte medular del budismo y hoy en día también se practica en occidente en algunos programas de reducción de estrés. Para el estudio se analizaron los lazos neurológicos de meditadores con experiencia en la práctica de este tipo de amor; se encontró que los centros de recompensa mencionados -activados por una foto de cocaína en un adicto, o por la foto de la persona amada en un enamorado- se apagan casi completamente en el meditador cuando realiza prácticas de amor no auto-centrado.
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Ojos y manos de mujer en la lectura EN FOCO
POR DINORAH AMBRIZ Leer, un acto que puede ser elogiado de mil maneras pero que sólo puede ser aprehendido en su totalidad cuando se es presa del goce que dan las palabras. En los mundos, tangibles e intangibles, que se crean en torno a esta actividad, las mujeres tienen un lugar especial. Las mujeres leen más Diversos informes de lectura y de comprensión lectora coinciden en que las mujeres leen más que los hombres. Del mismo modo, los estudios sobre el ocio indican que las mujeres dedican más tiempo de sus ratos libres a leer. La explicación a esto, dicen los investigadores españoles Yubero y Larrañaga en su estudio ¿Por qué leen más las mujeres? La variable género en la formación de lectores, puede encontrarse en evidencias de datos psico-neurológicos que afirman que las niñas, en comparación con los niños, tienen un mejor desarrollo del lenguaje. Sin embargo, afirman los investigadores, la respuesta se encuentra en mayor medida en las variables sociales; es decir, las mujeres leen más que los hombres no
tanto por aspectos genéticos, sino porque la socialización del género femenino valora ciertas actitudes y comportamientos que facilitan a la mujer la integración en la lectura y la creación de hábitos lectores. Por su parte, Domingo Argüelles, poeta mexicano que se ha dedicado a estudiar los hábitos de lectura, asegura que contrario a lo que algunas personas afirman, el hecho de que las mujeres lean más no se debe a que «no tengan nada qué hacer». «Las mujeres leen más a pesar de tener menos tiempo disponible y a pesar, también, de que las dos terceras partes del analfabetismo mundial están representadas por mujeres», asegura Domingo Argüelles. El mundo del libro recae en manos femeninas La tendencia a que la lectura sea un hábito femenino es algo bien estudiado por las casas editoriales. Gracias a ello se sabe que el 70 por ciento de las personas que leen novelas son mujeres, sea en formato digital o tradicional. La tendencia a que sean ojos femeninos los que recorren las líneas de una novela no es un fenómeno nuevo, asegura el poeta y crí-
tico literario Argüelles. «Quien hizo que escritores como Flaubert, Balzac, Stendhal o Víctor Hugo fueran los grandes vendedores de libros fue el público femenino. En ese entonces, la mujer tenía el tiempo para leer y los hombres creían que leer novela era perder el tiempo». Las mujeres, se sabe en el mundo editorial, son el público crítico al ser las que más leen y tener una mayor capacidad de influencia sobre otros al recomendar libros. Esta situación ha llevado a que ya hace años, escritores como el inglés Ian McEwan aseguraran que el futuro de la novela estaría en las mujeres. «Cuando las mujeres paren de leer, la novela habrá muerto», decía este novelista fallecido en 1948. A su vez, en la actualidad «el abandono del mundo del libro es un fenómeno mayoritariamente masculino», asegura Michèle Petit, socióloga y antropóloga francesa que ha dedicado a la investigación sobre la lectura.
Ávidas lectoras e imparciales escritoras
que han leído poco a las escritoras», asegura Argüelles.
Un estudio realizado en Inglaterra durante 2009 obtuvo que el mayor índice de lecturas al año corresponde a un sector conocido como los page turner, o girapáginas, que son aquellos lectores que devoran libros y encuentran dificultad en dejar el libro hasta terminar. De este sector, sólo el 26 por ciento está conformado por hombres. En México, Domingo Argüelles, quien ha ahondado en el estudio de mujeres en el mundo de los libros, asegura que las mujeres no sólo tienen un lugar especial como lectoras, sino también como escritoras. «Las mujeres (escritoras) no han distinguido jamás entre literatura femenina y masculina para formarse. Han leído a los grandes autores clásicos, modernos y contemporáneos, y entre ellos, a las grandes escritoras; cosa que no ocurre en el caso de los hombres,
México en el mundo de los libros La población lectora en México es del dos por ciento, esto contextualizado por un 39 por ciento de población que lee en España, el 60 por ciento en Alemania y el 91 por ciento en Japón. En América Latina, los dos países más lectores son Chile, con el 18 por ciento de su población, y Argentina, con el 17 por ciento. A nivel global, el país que más lee es Suecia, y el que tiene mayor nivel de comprensión lectora es Finlandia, donde las personas leen en promedio 47 libros al año. Los géneros más socorridos son novela y ciencia ficción. En promedio, un mexicano lee 2.9 libros por año, y entre las razones principales para la falta de lectura en el país se encuentran la falta de promoción de la lectura y altos niveles de rezago educativo.
Desde 1995, el Día Internacional del Libro se celebra el 23 de abril con la intención de promover la lectura. La fecha se eligió por ser un día simbólico para la literatura mundial, al ser el día en que fallecieron Cervantes, Shakespeare Gómez Suárez de Figueroa, mejor conocido como Inca Garcilaso de la Vega.