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revista cultural de humo y de pasiones
Contractopía CONTRACTOPÍA revista cultural de humo y de pasiones • Editor: Mario Torres López • Consejo Editorial: David Iván Tinoco Ruíz, Francisco Javier Reyes Medrano, Víctor Manuel Francisco Corona, Cut Domínguez • contractopia@gmail.com • Pico de Tzirate 274, Col. Santiaguito, Morelia, Mich. Versión electrónica: Francisco Hernandez
PRESENTACIÓN
Despúes del arranque cero empieza nuestro andar por por las ondas gravitacionales de la cultura y la diversidad. El gérmen se multiplica más allá de nuestras ondas sonoras y, por fortuna, nos transforma, como condición de permanencia. La revista Contractopía Contractopía, moviéndose en las fronteras del tiempo social y las edades personales, tiene una meta bien definida: ser espacio de convergencias de distinta tesitura. Es por eso que en el contenido del presente material encontrarás a gente como tú, como aquel, como el otro o, mejor dicho, como nosotros. Cada quien, desde su forma y modo de sentir, de pensar y de abrazar las letras, abonará a favor del sentido de humanidada través de sus raíces culturales. No es este un espacio para competir contra alguien o para ganar un concurso. Sabedores de que el mejor premio es ya ser publicado y leído, hacemos conjugar y conjuntar los verbos escribir y leer, con la firme convicción de que el resuktado será... un jardín de palabras cultivadas. Y de poco en poco sumaremos una constelación de escritores que forjarán mundos de lectura, capaces de trasformar el sentido de la realidad en lo que sea necesario. No esperamos la gloria de las palabras florecidas; tan solo sembramos contrariedades, entropías, atrofias, contradicciones y utopías para cosechar creatividad. Lo demás es cuestión de criterios, de gustos y humaredas o formas circunstanciales de conjugar la sinrazón de las pasiones. Estamos y seguimos. N° 1. Abril del 2016 • CONTENIDO. EL VIAJE/ VIAJE/Víctor Manuel UIDO EN REDA CCIÓN/ Francisco Corona-5; VOMIT VOMITO DILUIDO REDACCIÓN/ CCIÓN/Javier Alvarado Cabrera-6; O DIL LO QUE MI ABUELO DECÍA/ DECÍA/Cut Domínguez-8; EL BANCO ESTRELLA/ ESTRELLA/Oswaldo AVERA DEL VALENT ÓN Z AMORANO/ Sinué Arciga Sosa-10; CAL CALA ALENTÓN ZAMORANO/ AMORANO/Francisco Javier LariosTAS/ POEMAS/David Iván Tinoco Ruiz-16; AFORISMOS E IDEAS SUEL SUELT AS/Nancy 14; DOS POEMAS/ OS/ TURAL MORELIA/ López Guzmán-18; POESIA NA NATURAL MORELIA/Dionisios Truxe-24; OJOS BONIT BONITOS/ Francisco Javier Reyes Medrano-25; UNA Y UNA/ UNA/Miguel Ángel Cíntora Ceja-28; L A VIDA EN FUGA, EN L A FRA GILIDAD DE L A MEMORIA/ LA FRAGILIDAD LA MEMORIA/Mario Torres López-31
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EL VIAJE Víctor Manuel Francisco Corona
“Hasta pa’ valer verga vales verga.” Dijo el militar que revisaba cada parte de mi cuerpo en busca de droga. Le contesté —sí, honestamente soy un mariguano de mierda y no le veo sentido que me revise, y sí, efectivamente el carro huele a mota pero solo traíamos para el consumo en el camino, no somos traficantes, usted cree que llevaríamos cannabis a un lugar donde va haber hasta hartarse, sabiendo que nos revisarían en el camino. Además, ya le comentamos que vamos al festival de surf—. —Cállate, tu aliento a droga me marea— Me dijo. De esa forma dejé de hablar. Mientras tanto, mi amigo el maestro Bob, que ya lo habían revisado, sacó el tequila del auto, lo colocó en el cofre junto con los vasos y el refresco. — como veo que vamos a tardar mucho, pues a darle— dijo, y comenzó a preparar la exquisita bebida. Mis otros dos amigo reían sin parar, pero no por la circunstancias o porque hubiera sucedido algo gracioso y sino por el efecto que causa quemar la maldita yerba. El militar por supuesto se molestó aunque yo sabía bien que tenía ganas de una dosis para la sed, pero como andaba en servicio no se atrevió a pedir. — Está bien, pueden largarse ya que veo que son desperdicio social y si les pasa algo ni quien los busque— Nos dijo. Nos subimos al carro y continuamos el viaje. —Ya ven, hay que ser honesto con esos weyes, a marihuanos que valen mierda como nosotros ni nos pelan, ellos buscan a grandes traficantes para sacarles una gran mochada o mínimo para la foto y decir que ya dieron un buen golpe, o ya cuando la decadencia está cabrona pues agarran a cualquier mendigo sin familia para que nadie la haga de pedo. Como sea la libramos una vez más, ¡ah! Y de todas formas como nos dijo, “hasta pa’ valer verga valemos verga” —
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VOMIT O DIL UIDO EN REDA CCIÓN VOMITO DILUIDO REDACCIÓN Javier Alvarado Cabrera
A veces siento que no estoy,
En el ahogo de la brisa de las
Mientras que en el filo del
Sales,
Olvido me recuerdan,
Y de nuevo escurridiza mi
Escaleras infinitas convergen
Incógnita indaga por debajo de
En mi mente,
Su blusa,
Y los susurros indecorosos
Siendo erótica sintonía la
Retuercen mi alucinación.
Que toma de la mano a mi Amarga alegría,
Agobiante sepulcro induce la
Impredecible y constante
Secreta mirada,
Aflicción la que impregna de
Y la cruda carcajada del ¨quizᨠda pauta a que la
Vil perfume al decantar.
Cordura se asfixie en un titileo, Al compás del desvanecimiento
Para que después la
De la razón que bifurca con el
Indiscutible ausencia se torne
Crujir del tiempo,
Presente,
Y entonces mi amorfo destino
Exhalando a través de mi pluma
De los enigmas de sus muros se
Gotas de emociones ya sin vida,
Pinta.
Sugiriendo una actitud Inundada de complejo
Mis sensaciones fundiéndose
Extrasensorial mientras
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Discuto con el tornasol de su
Aura del perfecto caos,
Mirada,
Y enloquecida mi absolución
Solo entonces un guiño de la
Secretea con las estrellas que
Conciencia me abriga a la
A suspiros trazan su textura
Deriva y el conocimiento
Dactilar.
Bizarro se tiñe.
Y aun así aun aquí estoy Resarciendo con hilo de luna mi
Mientras explota mi burbuja
Aletargada melancolía,
Desplomándose en un ácido
En lo que mi inconsciencia se
Derrame de surrealismo y me
Columpia del reflejo de mis
Pierda y no me explico,
Ojos,
En tanto el todo se desinhibe y
Malévolas melodías
El nada se concrete dando pie a
Conspirando psicosis en
Situaciones fuera de su
Cadenas neuronales,
Alcance,
Divagante y contemplante
Promoviendo un calvario
Mirar en tan compleja
Indiferente que subyaga al
Estructura, ssshhhhh!...
Firmamento que divaga en el
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LO QUE MI ABUELO DECÍA Cut Domínguez
Los hombres no lloran, decía mi abuelo Alberto, cuando yo era un manojo de huesos y de sueños; cuando el juego de la vida era la vida misma y la vida no dolía. Pero ahora lo confieso mi Morelia hermosa, lo confieso: lloré la tarde de estos últimos días hasta inundar la calle Madero con todo y la Catedral y mis esperanzas juntas. Lloré hasta empapar las paredes de este bullicioso pero amigable Acueducto, con un llanto agrio y severo. Lloré hasta encorvar el techo del Teatro Morelos y humedecer mi alma; lloré de llorar con la esperanza de confortar mi ánimo con una guasa. Lloré porque sí, lloré porque no. Lloré porque no he encontrado la estrategia para robarle más aire a tus montañas. Lloré porque en el tiempo justo, delante de la gente, hubiera querido componer una sinfonía de mariposas y bañarme con miel y caña, más me rebasaron los minutos y las horas y nunca pude. Lloré porque tu alma añora alguien de tiempo completo, mientras la mía adolece la pérdida del reto. Lloré porque no lloré más. Ojalá algún día logre secar mis lágrimas.
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revista cultural de humo y de pasiones EL BANCO ESTRELLA Oswaldo Sinué Arciga Sosa
Los alegatos se hacían cada vez más constantes. Era difícil mantener una conversación por más de un minuto. Siempre interfería otra voz salvaje exigiendo ser escuchada. La sucursal del Banco Estrella es moderna, de muros azules y blancos. Cientos de personas acuden diario. Una enorme fila esperaba ser atendida por los únicos dos sujetos en ventanilla. El calor era intenso. Un tipo, ubicado justo en medio de la fila, se encontraba nervioso. Miraba las pantallas donde daban instrucciones para evitar un robo de tarjetas. Inútilmente trataba de tranquilizarse. Mauricio siempre fue honrado y tranquilo, pero pobre. Y aunque él aparentara ser feliz, en el fondo sabía que su vida sería mejor viajando en un BMW azul y no en una Urban verde con su elegante letrero: Trincheras/Piedra lisa. En una ocasión un sujeto lo asaltó y él lo enfrentó con valentía, pero cayó al primer golpe. Humillado, viendo cómo el ladrón corría con su cartera, tuvo una idea para salir de su pobreza. Se convertiría en un bandido de primer nivel. Inició una campaña para volverse rico y la primera meta fue asaltar un Oxxo con el arma heredada por su abuelo: un hermoso revólver. Llegó el día donde aparecería el nuevo ”Chucho el Roto”, robándole el dinero a los ricos para dárselo a los pobres (como él). No sabía usar la pistola pero ya estaba adentro. Se acercó a la caja. Sólo había dos personas esa noche. El cajero le hablaba pero él con la mirada en el piso no respondía. Cuando reaccionó empuñó la pistola sin sacarla por completo. Miró a su víctima y encontró a un hombre de casi dos metros, pelo largo y tatuajes tribales. El miedo lo corroyó provocando que se arrepintiera del plan y sólo pidiera una recarga. Salió triste. En la esquina estaba un hombre moreno y con traje de manta vendiendo verduras. Fue directo a él. Con decisión tomó una bolsa de chiles y otra de jitomates. Corrió a toda velocidad. Ahora sí era un ladrón consagrado. Se sentía orgulloso. Pero vivir comiendo sólo salsas, era tan malo como la misma pobreza. Asaltar un banco era su siguiente paso. Estaba decidido, sólo pensaba en ello. No le importaba si estaba listo o no, al fin y al cabo usar el revólver era una posibilidad remota. Se afeitó la cabeza mirándose al espejo. Se divertía imaginando que cuando asaltase el banco, en las calles todos hablarían de él. -¡Arriba las manos! -dijo imitando ciertas películas. Intentaba parecer un profesional. La gente lo miró de reojo y con indiferencia. Sólo le dedicaron un segundo de su atención para después seguir esperando el turno. Los ruidos del banco continuaron. Mauricio se enfureció. -¿Qué no me oyeron, bola de pendejos? ¡Arriba las manos o se los carga la chingada! Ahora sí todos voltearon.
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De niña, Úrsula decidió ser policía. Dado las condiciones machistas de esa época era una hazaña imposible. Aunque sus padres le compraban muñecas con la finalidad de que olvidara el asunto, ella seguía jugando a policías y ladrones con sus primos. Al cumplir diecisiete no había tenido novio, ni siquiera pretendientes. Pasaba el tiempo con su amiga Angélica. Sus padres cada vez se preocupaban más. No querían tener una hija “machorra”. Las constantes burlas de sus compañeros y un tratamiento hormonal fueron minándole la personalidad hasta volverla demasiado sensible. No obstante, la mujer de naturaleza ruda seguía ahí, pasaba por constantes cambios de humor. Ahora no soportaba ni siquiera el vuelo de una mosca. Lloraba cuando se le caía una cuchara, cuando le faltaba un peso en la tienda e incluso lloraba cuando le llevaban la contra. A los veinte intentó quitarse la vida. Se cortó las venas justo un día antes del examen para entrar al equipo de nado sincronizado. Sus acciones provocaron, además de graves lesiones, un regaño de su padre por no estar preparada físicamente para el examen. Los intentos de suicidio continuaron. Siempre fallidos. A sus veinticinco aún estaba soltera. Ya no vivía con sus padres. A pesar de ser una persona inestable, su familia decidió que lo mejor sería dejarla volar. En efecto, un día se arrojó de un puente con la intención de perder la vida pero con tan mala suerte que la reencontró. A la par de sus actividades recreativas también tenía una vida normal y el día designado para cobrar por ser secretaria en una dependencia de gobierno, topó en el banco con Mauricio. -Señor tranquilícese. Suelte eso. Puede dañar a alguien -se acercó el guardia del lugar. -Quítate o te carga la verga –contestó tembloroso. -A ver, todos suelten la lana y ay de quien se le ocurra llamar a la puerca. Tú ¿no vas a aflojar, pinche vieja? -Todo le estaba saliendo bien a Mauricio. No se hubiera imaginado que asaltar un banco sería tan sencillo. -Estás rependejo -contestó Úrsula ante la insistencia del ladrón. Él se desconcertó con la respuesta. -¿Estás loca? ¡Al suelo! -dijo Mauricio por segunda ocasión. -Ya no estés jodiendo. -Síguele y te carga la chingada -replicó el asaltante agitando la pistola. -¡Mátame ya! Ándale quiero ver ¡mátame! -comenzó a gritar y a soltar algunas lágrimas. Mauricio se asustó. No sabía que eso fuera parte de un asalto e incluso la creyó peligrosa, pero perder el respeto de quienes le darían la fortuna era algo contraproducente. Apuntó directamente a la cabeza de Úrsula. Ella no se espantó, de hecho se sentía feliz. -Te estoy avisando culera, cálmate. Úrsula se emocionó. Por un momento creyó que era el hombre perfecto. Tanta agresividad, tantos insultos y poca paciencia -es casi como una mujer- pensó. -Ey tranquilos, no hay por qué pelear -se acercó un sujeto de traje. -¡Cállate! -contestaron al unísono la mujer y el novato. El hombre los miraba acercándose despacio. Su traje de Gucci y zapatos pulcros no le impedían tener valor, ya había vivido tanto como para asustarse por un asalto. -Oye tú ¿quieres dinero? Yo te puedo dar todo el que quieras, pero baja el arma.
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Mauricio reaccionó. El capital es un idioma que todos entienden. -¿Qué te parecen diez mil pesos? -preguntó. El asaltante sacudió la pistola negándose. En realidad la suma le parecía convincente. -Está bien, haremos lo siguiente: yo te daré un cheque y tú pon la cantidad. Lo cambiarás aquí mismo. Él accedió. -¿Y yo qué? ¿Estoy pintada? -gritó Úrsula-. ¿No vas a matarme? No había necesidad de asesinar a nadie y lo sabían. Se calmaron un poco. Además el trato ya estaba hecho. Todo hubiese salido bien pero en ese momento un par de hombres entraron al banco, armados con rifles, gritando y disparando a lo loco. Todos entraron en pánico y se agacharon por instinto natural. Mauricio tenía una confusión de sentimientos. Por una parte estaba atemorizado y por otra molesto porque las personas no se asustaron igual ante un asalto tan perfecto como el suyo. Los hombres encapuchados comenzaron a sacar lo que había en las cajas. -¿Listo güey? -preguntó Javier a su socio mientras se ponía una capucha. -Espérate cabrón. Mira ese morro trae pistola. Javier observó por las ventanas a un hombre asustado con un revólver. -¿Te acuerdas de nuestra primera vez? -Estás pendejo, mi primera vez fue con mi vieja. -No seas idiota, me refiero a la primera vez que robamos un banco. -Simón. Estaba bien paniqueado. El susto me duró como una semana. -Creo que es el primer asalto del morro ¿qué hacemos, le damos chance? -Que se chingue. -Órale pues, éntrale. Los delincuentes, quienes tenían un récord perfecto de robos por la ciudad, entraron cuando Mauricio bajaba la pistola y recibía el cheque. -Ey muchachos, también para ustedes tengo dinero. Sólo no nos hagan daño- volvió a decir Mr. Gucci. Apenas terminó de hablar y los ladrones le dieron un cachazo tan fuerte que se desmayó. -¿Algún otro pendejo quiere hacerse el valiente? -habló Javier mientras disparaba al techo. Mauricio dirigió su mirada hacia Úrsula esperando una respuesta pero el miedo se había apoderado de ella. Aunque tenía impulsos suicidas, nunca antes había visto un arma accionada. Decidió que su vida no era tan mala. Si salía viva se daría otra oportunidad. Los asaltantes desfalcaron el banco. Por suerte no se llevaron el revólver. Al huir, después de arrebatarle la vida al guardia y a diez minutos de la llegada de la policía, Javier arrojó una paca de billetes a Mauricio y le dijo: “suerte pa´la otra morro”. El novato salió corriendo decepcionado. En el banco se quedaron paralizados.
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Se estaba resignando a ser pobre toda su vida. A unos pasos volvió a mirar al tendero, tal vez otro asalto furtivo le subiría el ánimo. No contó con que el sujeto sacaría un machete y lo perseguiría por toda la calle. Por suerte logró escapar. Entró en un callejón. La noche dominaba. Analizando un poco se dio cuenta: el dinero de los encapuchados le alcanzaría para un buen rato. Eran casi cien mil pesos en billetes morados. Se alegró. De pronto, apareció un sujeto, era el primer bandido, aquél que impulsó su vocación de ladrón. Le trató de arrebatar su peculio. Se resistió. Él ladrón lo golpeó de nuevo. Mauricio se veía en la misma posición del principio, pero esta vez nadie le quitaría el resultado de su esfuerzo, de arriesgar su vida. Sacó su arma y tiró del gatillo baleando al asaltante. Se dejó caer a un lado del cuerpo sin vida. Al cadáver nadie lo reclamó, resultó que el ladrón aún era esclavo de su pobreza. Era una ausencia más. Tan sólo restos sin valor. Se podía notar la felicidad en el rostro de Mauricio. Al fin había aprendido a usar la pistola y tenía una razón para vivir. Una esperanza de salir adelante, ahora valía algo. Ya no era parte de la nada.
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CAL AVERA DEL VALENT ÓN Z AMORANO CALA ALENTÓN ZAMORANO Francisco Javier Larios
Yo me las doy de valiente y de no temerle a la flaca. Pero voy temblando de miedo cuando la muerte me ataca.
Ella se burla y me reta a vernos en el panteón. Y al filo de la medianoche me zurré en el pantalón.
Aguantándose la risa me dijo con disimulo: ¿pero qué te pasa chulo, dónde vas con tanta prisa?
Me fui corriendo p´al baño a limpiarme el accidente. Y del pavor que llevaba hasta tronaba los dientes.
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Ya me voy, y me despido con este olor peculiar. Ya me voy para Zamora donde me pienso bañar.
La muerte me anda buscando y no me le pienso ocultar. Ya nos veremos las caras y entonces me va a escuchar.
Con machete o con cuchillo me la pienso recetar. No más que agarre valor para poderla enfrentar.
Morelia, Michoacán. 2013.
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revista cultural de humo y de pasiones DOS POEMAS David Iván Tinoco Ruiz
Gemidos marchitos
¿Cuánto más he de soportar el gemir de mi alma; el sollozo de mi corazón? Alma que llora en angustia por no poder verte; corazón que sangra ante el delirio de tu ausencia, por no poder hablarte, besarte y palparte; te extraño te anhelo, te pienso, te aclamo, te siento; pero estás tan lejos… Tan lejos que las magras distancias se hicieron en muchas horas de angustia y melancolía y las lágrimas ahondaron en mi carne sangrientas franjas de dolor. Mas ahora camino solo, infame, desterrado y marchito, manteniendo entre sueños sollozos la esperanza de verte algún día, suplicando e implorándole al blasfemo destino por un último reencuentro, por un último soplo con suspiro a las cuencas de tu alma en paz.
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Tu sombra: mi vida
Descalza y muy triste, vieja y nauseabunda, derrotada y abatida; imperra la vida. Camino por senderos de augusta desilusión; por bosques y cumbres he cruzado, por bosques y cumbres me han cruzado; para encontrarte y así soñarte nuevamente, pero tan lejos tú te fuiste, tan lejos fue tu olvido, tan lejos llega mi gemido, que hasta el alma he perdido… nunca jamás, tus ojos podré ver; en tus ojos me podré ver, nunca jamás, escucharé tu voz; en tu voz me podré oír, pues de mi vida te habéis alejado… ¡Cobarde!... para no volver. De mis caminos te apartaste y de mis muchos silencios con dientes te aferraste, para nunca jamás regresar a mí. ¡Y cómo te extraño, cómo me extraño!
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revista cultural de humo y de pasiones AFORISMOS E IDEAS SUEL TAS SUELT Nancy López Guzmán
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Mi revolución será intentar hacer el amor con la realidad.
2. No me gustan las jerarquías, la idolatría ni la palabra servil. Tiempos de procesión y despliegue de opulencia, agasajo mezquino, compromiso trinquetero. 3.
Quiero extraviar el paso del tiempo y correr sobre sus horas marchitas...
4. Con mochila pequeña y olor a océano el camino es dudoso, no se conoce nada, nada se sabe. El movimiento parece un vals entre olas simples, la tierra húmeda que hunde los pasos y la piel que se contrae con la mirada, el parpadeo instantáneo del gesto que dilata un acordeón del tiempo ocioso donde se nutre mi cuerpo y mis palabras bailan. 5. Justo cuando se escucha el zumbido de la noche, salen ideas, pensamientos como a reunión de café, van al encuentro de las palabras ya gastadas y se mofan de su miseria. Se paran, giran alrededor de las sillas, toman vuelo, crecen, se alimentan aún en contra de mi voluntad, me arrebatan el sueño ligero, vibran todo el tiempo, no me gusta su forma, su ritmo, el tono, la sentencia de su significado. Es como sí de golpe me arrojarán todo, el misterio se acabó, es insoportablemente claro y absurdo, un tesoro ya podrido, una insípida marcha fúnebre que avanza siempre en círculo. 6.
Quiero vivenciar todas las máscaras que sean posibles tras el gran telón del tiempo.
7. El sentido de ser mexicano; ahora camino a casa me hizo más eco. Y asimilo que es nostalgia y soledad que se desarrolla en un tiempo fugaz. Quisiera hacer del tiempo un acordeón, que se estira y se encoje al compás de las sensaciones. Nostalgia por lo que se deja a distancia y pasa a la memoria intacta, soledad porque hay algo que duele en el cuerpo a pesar de las miradas o las sombras que danzan al compás de la búsqueda. Una embriagues sedienta de vértigo ante el otro, su cuerpo, su mirada, sus manos que dicen mucho y dibujan piruetas en ese instante fugaz. 8. ¿Sabes lo que se siente estar a la deriva en medio de todo y nada? Los días transcurren con sus minutos mórbidos, segundos que van de paso dilatando mis pupilas buscando algo, no hay nada. Espacios pequeños repletos de sonidos perpetuos, mi sombra desaparece, tu recuerdo danza con mi soledad y me duele todo mi cuerpo. 9. Yo quise sembrar palabras bonitas con vino, caricias y besos. Pero a veces se confunde el camino para llegar a la tierra.
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10. Con los instantes vacíos y llenos preparo para montar mi historia, esa especie de justificación absurda. Me siento de esos personajes fracasados y arrollados por las sensaciones que su única posibilidad de cura la puede construir haciendo más grande el engaño. 11. Me es difícil recuperar el principio, viajo al recuerdo y me encuentro con sitios de café; comida, bebida. Tardes de charla, ocurrencias nos estábamos conociendo, nos acercábamos de alguna manera, noches cortas, muy cortas. Situaciones comunes que intoxican los sentidos. 12. Cada vez me convenzo que los sentimientos y pensamientos son sacudidas inevitables, temporadas en las que se anda sonámbulos en terrenos baldíos con palabras escuálidas y mirada perdida. Silencios interminables o gritos insoportables que dejan ecos de angustia. Sin embargo siempre se puede pensar y sentir que son solo realidades ficticias y una vez resucitados se vuelve a tirar del gatillo. Porque la nostalgia se cuela por los poros e incita al encuentro a la búsqueda que no es más que abandonarlo todo, andar con lo necesario, alejarse de la casa, lo conocido y no tener más ambición que las vivencias, coincidencias con personajes que vibran. Quien no busca, quien no concibe una aventura está condenado hacer filas, a esperar, a saciar el hambre de lo desconocido con el orden que asfixia. 13. Cuando se vive una pasión, se está en el límite casi al borde del precipicio. No hay incertidumbre que fatigue, se avanza contra corriente, el mundo se transforma todo el tiempo. Pero cuando termina de golpe, el cuerpo y el alma se enferman al mismo tiempo. Y ya el mundo aparece simple, errático, nauseabundo, con altas probabilidades de volver a transformarse; arriesgarse, jugar, equivocarse, volver, parar y marcharse es la metamorfosis de la existencia. 14. El movimiento, el despojo, la sensación de fluir entre las olas, de florecer azarosamente sobre la tierra, de andar entre la inmensidad del horizonte vacío, laberíntico. Se puede y se debe por temerarios, por juguetones, por superfluos, por seriedad a la existencia. Andar buscando y divagando sobre las posibles variables del cuerpo y pensamiento son una necesaria revolución, porque se apuesta tiempo y no se gana vida, porque se apuestan ideas y el cuerpo se marchita. Porque ganar o perder son la misma cosa entre las olas, en medio del desierto o sobre la Tierra. Porque pensar en la muerte para el cuerpo es vida y vivir respetando la regla es muerte lenta. 15. Por ahora del suelo no paso, las vivencias las digiero a manera de reptil.
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Me arrastro entre los rincones, busco su sombra, tanto cielo me sofoca, cuando salto me duelen las rodillas, mi espalda es una tabla pesada, mi estómago tiembla constantemente porque me muevo boca abajo amanera de reptil. Mi cabeza redonda como mis pensamientos en ocasiones me provocan nauseas de espacio. La condición física ya no habita en mis piernas ahora se instala en mis oídos y me provoca jaqueca. Estoy seca y tengo escamas, me alimento de frutas y raíces pero cuando me aburro construyo trampas para cazar algo de carne, algún cuerpo húmedo y fresco que devoro de prisa. Ahora ya no quiero saber de horas, de meses o años. Ahora el tiempo más grato es mientras duermo profundamente. Solo en el sueño me despego del suelo. 16. Algunas concepciones merecen la pena sacudirlas, quitar las telarañas, sacarlas a la luz para ver si soportan. Recrear conceptos para tener diversas perspectivas, para hacer más sabrosa y mosaica nuestra andanza. 17. ¡Es tanto el pensamiento! Que cuando la vida se siente intensamente no siempre las historias encuentran su principio, solo sabemos casi a ciegas que transcurren, no se sabe de finales; hay sucesos instintivos, azarosos ajenos a ciclos pero sujetos a la memoria esa que no cuenta detalles, sino esa que recrea, transforma, sacude. Así sucede, impredecible, al margen de la lógica. Errónea, sin sentido, incontenible, delirante, casi en trance insoportable que discurre entre alegrías pasajeras con la sombra de la duda interminable. 18.
La Revolución perdida.
Se busca, su característica principal es que sorprende, incomoda a la moral en turno, desordena, escupe justicia, reclama respeto. Muchos la describen otros la viven. Revolución ¿cuándo llegas? Ven y juega, sacude al tiempo, cambia el discurso, desnuda al que quiere conservar la mierda, vive en lo múltiple, corre entre los palacios, salta a la burocracia hueca, toma aliento en el arte y flota con la palabra cálida, esa que acerca cuerpos y miradas, esa que transforma el andar y disfruta con todos sus sentidos de lo necesario. 19. Cuando la memoria toca al presente y el instante ya fue, hay una ternura que despierta a la sensibilidad en espera de momentos que sacuden el cuerpo y agitan el alma. El deseo perpetuo y la duda incansable al mirar a los ojos, al sentir otra piel y resistirse ante el caos de lo impredecible, eso es abrir poros para aventurarse a la intimidad de los sentidos con aliento incansable.
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20. Tiempo lineal penetrante, caótico, intenso como si no hubiera mañana, adaptación ingenua fuera de tiempo, tentación insistente, delirio. El lenguaje no alcanza, inconsistencia, tiempo insensato fugaz, sin historia con instantes infinitos, sonidos absurdos, sensación utópica, gestos navegantes a contra corriente. Contradicción: cuerpo-mente, caos insoportable, delirio, alegría, tristeza; equilibrio en el mejor de los casos o muerte lenta ignorando sensaciones incesantes de las que las entrañas están hambrientas. 21. Temblor. Lo sentí, lo percibí, en el cielo, entre los árboles, sobre las hojas. Vitalidad; el aire no cabe en el pecho y la agilidad es su síntoma. Alegría que se cuela por mis poros, nostalgia que se ventila en la mirada, ritmos al compás del viento que se deslizan, movimiento que descubre caminos para desnudar un laberinto, la orientación está hueca, vacía, todo es inmenso con formas dispersas, incitación a la aventura. Movimiento no te pierdas entre mis entrañas, tiempo que transforma para que las palabras rueden y el cuerpo avance y se deslice. Aun me sigo sorprendiendo. 22. Metáfora: En un submarino lejos de la cubierta, ajena a esta. Casi desapercibida, un espectro en medio del océano, viaje infinito sin días, sin noches poéticas, sin formas, vértigo consciente de la realidad. ¿Cómo salir del océano? 23. Cuento: En las bolsas de mi ropa guardare unas palabras para la ocasión; en mi bolsa derecha pondré palabras de amor para los días nublados y las noches de luna grande, en la izquierda pondré acertijos para sofocar tú espera y jugar con mi soledad. 24.
La búsqueda necesaria de la contingencia es el sabor de la existencia
25. Hay enfermedades que regresan con más intensidad, tiempos inexplicables. Yo no tengo nada y comienzo a enfermar a padecer de eso que no se ve pero que poco a poco aniquila, mi único antídoto es lo que comprendo, siento y reflexiono a través de la filosofía esa que se mastica en el instante, quizás una cobija muy fría o un lecho cómodo pero es lo más auténtico que tengo, lo que nadie me puede arrebatar ni siquiera este maldito tiempo. Quiero grandes dosis de esas palabras que solo se encuentran en el éxtasis de la alegría, angustia y desesperación. No pido más, solo una sobredosis de intensidad que libere mi voluntad. 26. Me inquieta el tiempo más superfluo ese que disfraza a la necesidad de convicciones morales, ese que hace de lo lejano una imposibilidad absurda, del que la soledad se atraganta. 27. Hay seres extraordinarios que continuamente rozan el límite de la cordura. La pasión desbordada que te sobrecoge en el vértigo de las circunstancias, el suspiro que se cuela ante lo inesperado, ir tras el lenguaje como naufrago de la razón, la sensación del coraje ante la adversidad.
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La resistencia o lo temerario que resulta divagar sobre la muerte. Correr tras las migajas del lenguaje sin tiempo ni espacio carente de ritmo, ahí habita el estado de locura. El dolor se transforma en delirio y la alegría en sueño. Vaya forma de vivenciar un cuadro mortal mujer extraordinaria. 28. Sensaciones agónicas, protocolos estandarizados, sugerencias a media voz de bienestar, cifras indescifrables de aquellos que se aferran a un tiempo continúo, espacio tibio de olores confusos, simple y tedioso a la vista. Pero justo ahí se puede percibir-sentir dolor y alegría de esta finitud exquisita y compleja que llevamos a nuestras anchas, el tiempo transcurre porque gustas de los días, el cuerpo no evoluciona lo murmura la noche. Los pasillos se convierten en laberintos sin fondo, voces dispersas causan ecos en el sueño a medias, la lámpara agota incluso hasta cuando permanece apagada. Pasos inagotables, de aquí allá, manos ocupadas, bultos en las esquinas que forman un encierro inconfundible. 29. Hay complicidades exquisitas, yo comparto un tiempo, espacio con ellas. Mañanas en las que el frío cala o el calor abochorna pero las piernas no reparan en el andar, kilómetros que sofocan pero charlas que dotan de calma y alegría retos inesperados. 30. Mi vista abismada por los estragos del café, el borlote del tiempo pasó con sus ecos mínimos. La comida fue un instante donde dos cuerpos sugieren un ritmo, hablar rodeados de sonidos incomprensibles. Tiempo de cielo abierto, cuerpos parlantes, despedidas fugaces. No puedo nombrar de corrido, la ruptura es una constante que posibilita la construcción de un rostro, de un cuerpo acompañado de esa idea que sujete a éste cielo abierto y soporte los encuentros añadidos al estrago del recuerdo incesante. 31. Hace un par de días desperté con tedio en el rostro, quizá era el efecto del medicamento, el encierro, la enfermedad presente. Sin embargo brotó un frenesí nostálgico de mi fragilidad; ese día salir ver a otros con sus prisas, su repetitiva insistencia me pareció patética, la cortesía y el gesto amable se difuminó de mi rostro fue como andar sonámbula en un contexto de despiertos o viceversa qué se yo. La soledad tiene sus múltiples caras, en la enfermedad propia y en la de otros es insoportable. Salir de pronto absorberse a un ritmo fatiga o sobre si misma angustia. Ésta dualidad permanente y necesaria de vitalidad y pausa hace falta para regresar con entusiasmo, soltura y arrebatar instantes que siembran sensaciones hacia las presencias fraternas que uno se va ganando en el arrojo.
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32. Festejemos la vida, la sensación que provoca a las entrañas nuestro andar y desaliento, los instantes que como bálsamos sopesan el tedio, guardemos al tiempo rutinario, no nos sirve, festejamos para si mismos, para ver si algún día terminamos por encontrarnos. 33.
PURO CUENTO
De pronto estabas junto a mí y mis sensaciones como una superficie plana, lisa. Lo cierto es que te quiero o ¿te quise? No lo sé. Frente a frente y mis sentidos seguían apartados de ti, una distancia inmensa, tuve que correrporque no sé hacer otra cosa que correr- Para llegar a ti y cuando por fin llegue ya íbamos camino a casa, que la esquina de las constantes despedidas estaba próxima. Ahora mis sensaciones se precipitan para darte una señal incierta que ni yo misma comprendía en aquel momento. Y sin más remedio me deje acoger por la repetición, porque en ese instante era lo más próximo, lo más claro, lo más soportable. El lenguaje corporal no duro más de dos minutos, tu peculiar paso a prisa me avisaba una vez más que ya era tarde. 34. Quisiera conservar mi memoria hasta el final de mis días, pero por si acaso papel y lápiz en mano para resguardar mis vivencias de mi voraz andar, y tener evidencia de mis encuentros fantasiosos.
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POESIA NA TURAL MORELIA NATURAL Dionisio s Truxe
Morelia I Un colibrí es grácil, Tú eres suave y sutil. El aire corta, Tú lo envuelves, lo detienes, Lo vuelves inerte. El agua corre por mis ojos, Tu sangre por mis venas, mi pequeña, Cual hermoso jade, la memoria esta en ti.
Morelia II Sonrisa tenue, claridad difusa, Entretanto sola. Llanto y risas asoman tu colorido de dimensiones pequeñas, De dimensiones inmensas. Mi pecho revienta por tu ausencia, la distancia lastima, Absorbe y fulmina. ¡ha llegado al fin! -nuestro encuentro de jade-
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Morelia III Volveré a ti, porque nunca he llegado, Cuando la Mar se calme, cuando el roció moje tus tobillos. Volveré a ti, porque nunca he llegado, Cuando el aire impregnado de mi olor y el trueno lo anuncien. Volveré a ti, porque nunca he partido.
HISTORIAS REVUELTAS-II Ojos bonitos Francisco Javier Reyes Medrano
Reinaldo era un joven de baja estatura, enorme cabeza y labios gruesos; ojos pequeños fijos siempre en el suelo, tímido, ingenuo y barbilampiño en fin, un tipo muy mal parecido a las miradas de múltiples opiniones. Nunca había estado con una mujer en algún encuentro íntimo a sus casi cuarenta años y cuando por alguna circunstancia acontecía que aparecía a solas con alguna, el corazón le latía con una violencia inusitada. Como sujeto sin carácter que era se divertía en silencio lanzando a sus espaldas miradas incendiarias a las jóvenes y bellas, cuando las encontraba de frente o del otro lado de la calle a escasos pasos de distancia les hacia entrever que estaba más muerto que vivo, no se atrevía ni a respirar y se ponía pálido como un cadáver, temblaba como la hoja de un árbol.
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No era capaz de sostener un encuentro de miradas por más de tres segundos, les temía, veía algo detrás de sus ojos, algo inquisidor como si buscasen un desorden que reprimir o un culpable que castigar; no obstante, por una extraña idea metida en su cabeza abrigaba la esperanza de que ocurriría algo extraordinario y divertido en alguno de aquellos encuentros casuales. Sus dos únicos amigos -Samuel y Ramón- pobres como él, estaban enterados de la situación que a Reinaldo le atormentaba y decidieron a su manera resolver la encrucijada de su fiel amigo haciéndole un regalo. Le aconsejaron visitar uno de esos lugares en donde las mujeres embarran sus cuerpos contra las paredes y los tubos; mientras se comunicaban el plan hablaban en voz baja susurrando y mirando a todas partes, temblaban como un par de chiquillos latosos próximos a llevar a cabo una travesura épica. Reinaldo ataviado por lo que asumía como un plan macabro quiso negarse apelando a sus paupérrimas condiciones económicas, pero a diferencia de Reinaldo ellos eran pobres aunque vanidosos y resueltos, por lo que no permitieron la negativa de Reinaldo; su amistad lo valía y gritando desaforadamente Samuel sentenció: -¡El dinero va por nuestra cuenta! Lo hemos ganado con el sudor de nuestra frente y los callos de nuestras manos –al tiempo que reían con una especie de expresión de júbilo. II Llego el día indicado y la hora pactada. Durante el trayecto las risas y las bromas no cesaban ni un instante, la ansiedad se manifestaba como excitación sobresaltada en común. A ratos, Samuel tomaba aires de superioridad que le permitían llevar a cabo por lo cómico que resultaba, mientras Ramón se proporcionaba asimismo una importancia pedante y exagerada al saberse repleto los bolsillos de dinero. Por su parte, Reinaldo era una mezcla rara de timidez, comicidad, estupidez y malicia. Los tres caminaban dando al rostro toda la dignidad y solemnidad posibles, cuando abrieron la puerta Reinaldo sintió que entraba en el infierno; la inmundicia y la angustia eran tales que se lleno de espanto y quiso huir, pero algo lo contuvo. Todos se hallaban en una especie de borrachera de loca excitación, se cruzaban gritos y aullidos, reinaba la confusión y los sobresaltos. Una vez que el mesero indico el lugar a ocupar tomó asiento como queriendo serenarse, justo cuando trataba de autogobernarse tuvo frente a sí a una mujer de pies largos y manos enormes, labios rojos, boca endurecida, vestido pálido con una V de escote que le llegaba muy por encima de las rodillas, cabello oscuro como el misterio, mirada esquiva y desconfiada con ligeras líneas de madurez sobre el rostro. Habló con un acento que al oírle fungía como marca territorial, como si hiciese una alegoría de su origen: -¿Quién es el angelito?
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En el acto, Reinaldo no tenía ni fuerza física ni fiereza en la mirada, no podía pronunciar ni media palabra; estaba desconcentrado. Sus acompañantes con un veloz intercambio de miradas le acusaron, ahora estaba metido en serios aprietos. Le tomó de la mano y como un trapo lo condujo a un cuarto oscuro. De inmediato, la mujer lo sentó en un viejo sofá de terciopelo morado y enseguida se montó sobre él como un animal en celo. Reinaldo parecía petrificado, exageraba el poder de la mujer a quién pretendía pasar por omnipotente, en cambió él, era servil, como un gusano rastrero hacia lo que ella ordenara. La mujerzuela le acariciaba las mejillas con el busto que para entonces se había desprendido del ligero vestido, al tiempo que sus manos maestras depositaban las del aprendiz en sus nalgas que parecían arder en lumbre, una por cada glúteo; lo trataba desde la cima de su grandeza con un aire desdeñoso y despótico. Aturdido, Reinaldo le sugirió que se comportará con cordura y evitará toda clase de excesos; parecía, por decirlo de alguna manera un verdadero niño aunque tuviera ya casi cuarenta años. Era ridículo ver a aquel sujeto robusto y fuerte, suplicar hasta casi romper en llanto y retorcerse desproporcionadamente. Toda clase de rabietas resultaron insuficientes y fueron ignoradas, puesto que se le había pagado a la mujer por adelantado para cumplir con su labor de forma impecable. Rendida todo tipo de firmeza no tuvo otra opción que dejarse conducir por el camino que la experimentada mujer le trazaba y de pronto, algo aconteció. Reinaldo sintió que se desencadenaba una pasión violenta dentro de sí incapaz de contenerle, era algo superior a sus fuerzas, una especie de Dios sobre humano, un deseo descomunal parecido al placer del suicida que está a punto de lanzarse al abismo desde un gran edificio abierto bajo sus pies. Cuando por fin levantó los ojos, se le veía una llama que ardía y sus labios temblaban como renegando de su ingenua bondad mostrada. A los cinco minutos su llegada a la puerta de entrada del cuarto oscuro excitó la curiosidad general. Le miraban descaradamente con el más grande aire de superioridad del que se pudiera hacer alarde. Lanzó una mirada feroz a su alrededor y avanzó majestuosamente con paso mesurado pero ridículo, en nada se le parecía ya al hombre de las noches anteriores. Caminaba como si llevara al diablo entre los talones. Ramón con una curiosidad infinita preguntó: -¿Cómo te fue, tigre? -Sólo me acuerdo que tenía los ojos bonitos.
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revista cultural de humo y de pasiones UNA Y UNA
Miguel Ángel Cíntora Ceja
Esta mañana amanecí en el asiento de una parada de autobús, con una mano dormida, los zapatos puestos sobre mi pecho, la cabeza justo para explotar por los mareos o con las mareas que todavía cargaba de la noche anterior, el teléfono lleno de mensajes traspapelados, junto con centenares de llamadas de voz y la basura corriendo alrededor de mí, pero lo más importante: una extraña inspiración y una rica obsesión de pensar. Sentado en la escalera del monumento principal, muerto de sed me decidí a entrar al Oxxo. Encontré un asiento, frente a la barra de bebidas, no sin antes conseguir una mediana sin azúcar con un sabor horrible, solo el humo del café le daba movimiento a mi vista perdida; de pronto me llegó un recuerdo; en la escuela cuando éramos niños a la hora del recreo todos salíamos corriendo como galgos; convirtiéndonos en especialistas jugadores de persecución, mandaban una pelota al aire (o un bote), con gritos y empujones todos corriendo detrás de ella, pelota a la izquierda, todos a la izquierda, pelota a la derecha, todos a la derecha y cuando por fin lograbas tocar la pelota y en algunas veces con la suerte de meter un gol se deban tremendos festejos descabellados; y me acorde de mi desdichado trabajo . En fin, después de ese cortometraje, en mi posición somnolienta, sentí comezón, me rasqué la cara por altura de la frente y parecía que un mosquito llevaba un rato consumiendo sangre, (hasta traía unas bolsitas para llevar) al tocar mi cara, descubrí que en el dedo meñique traía una cortada inmensa, tan grande como mi asombro, revisé las manos y llenas de moretones nuevecitos, el tabique de la nariz estaba chueco, y de repente como por arte de magia todo me dolía, sentí frío del miedo y pagué la cuenta, no sin antes visitar el baño, al mojarme la cara recordé fragmentos de todo lo sucedido, pero para recordar con detalle: dejé lastimosamente la llave abierta (y el cambio), tenía la necesidad de salir corriendo a la banquita de afuera y simular lo sucedido. Todo empezó cuando mi resistencia de tomar se vio afectada con la visita de Javier. Su aspecto desesperado, una melena en la cara de cinco días sin rasurar, la situación se prestaba para una caguama en unos vasitos, vikingos y unos cigarros. Comenzó a platicar y, coordinadamente con la cerveza, se fue agotando el indispensable líquido (pero que digo indispensable, el sagrado y benéfico líquido). Según mi reloj, cuatro horas más tarde la lengua de Javier se adormeció, su lenguaje cambió a francés y lo peor de todo es que parecía que mi oído también se adormeció; ¡le entendía! – ¡Qué Maik! ¿Vamos a una fiesta?- sin dudar la invitación de esa frase, mi cabeza me daba vueltas…me forzaba… le dije que sí. Nos fuimos caminando hasta la avenida principal para
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tomar un taxi y más cerveza. Al mismo tiempo recibió una llamada, -¡que onda mi Javi vente pa´ acá, estoy con….!- Ni siquiera lo dejo terminar cuando ya estábamos parados en la puerta del Kike. Al llegar nos recibió como un patán – perros muertos de hambre, vamos a pasear - en coro – Sí - nos subimos a la palomita: camionetita blanca que apenas andaba , al rato pasamos por una fiesta, era de puros chavos (y chavas obvio) les pedimos cortésmente -nos invitáis a su festín elegante respetables damas y caballeros - O al menos eso fue lo que intentamos decir o lo que yo escuchaba con el oído adormecido. En un parpadeo salió Flash dejándose ir sin camisa y un lenguaje florido - no seis bienvenidos aquí caballeros hacedme favor de retirarse - contestando a nuestra cordial solicitud, cuando de repente salió bruce lee con patadas y manotazos, nos retiramos del lugar no sin antes el Kike decirle a Bruce Lee - tu madre es una de las mujeres más lindas que yos avíes visto en mi vida envíale flores y chocolates de mi parte debéis sentirte orgulloso -agregó un – “hijo” - para esto Bruce lee fue tan amable y nos quiso mostrar una exhibición de kun fu, cuando llegó el Javi; con un palazo lo mandó a dormir, nos retiramos tranquilamente a la palomita, Kike encendió el coche y avanzamos despacito, cuando dijo Javier - regresemos somos el alma de la fiesta - y en coro –OK- se dió la vuelta, regresamos al lugar dejando el coche estacionado a una calle para no obstruir la salida de los muchachos, de regreso y cumpliendo la consigna les dijo el Javi - Bruce y Flash: sus madres preguntáis a sus madres si ustedes vos seis la razón por que deje de tomar…. O mejor dicho ¡vos seis o sois la razón por la que tomó! – en un parpadeo salieron 326 soldados armados , al ver la desventaja numérica optamos por retirarnos caminando , con calma encendió la camioneta Kike, les dije -oigan y si…- me bajaron de las greñas ,tremenda sacudida me empezaron a dar, miles de onomatopeyas dándome tal paliza, barras de lámparas reventadas en la cara y al Kike igual, le pregunté a Javier -¿cuantos son? - todavía con ánimo humorístico me contestó - ¡son un chingo! - la peda se me bajó y se me subió, me bajaban y me subían de la palomita doscientas manos violentas al mismo tiempo, a lo lejos Kike - ¡ayayay! - Sangre, saliva, mocos y sudor se vivía, con las nalgas aferradas al asiento, me bajaban para ver estrellitas. Pasó la tempestad, la camioneta con el piquito roto, y los tres desgraciados desmallados y medio muertos abriendo los ojos lentamente. Kike en el piso diciendo –¡ahhhhh!- Javi en un árbol babeando como Shar Pei, diciendo –ahhhhh!- y yo, por fortuna, con unos lentes puestos (de quien sabe quién) y un charco de sangre, arriba de la camioneta diciendo “ahhhhh”, como pude empecé a contar todas mis partes, estaba completo, bueno tenia la garganta inflamada con un par de bolas que al pasito regresaban a su lugar, El Javi desde el árbol volteó, y Kike como zombi me pregunto: – ¿Qué pasó Maik tú por qué no te bajaste?-
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revista cultural de humo y de pasiones LA VIDA EN FUGA, EN LA FRAGILIDAD DE LA MEMORIA Mario Torres López
No hay quien pueda negar que la vida es un juego de matices emocionales y un tamiz de pasiones cuya racionalidad es apenas un acción imperceptible a los otros, salvo cuando se trata de discernir sobre la identidad y sus verdades manifiestas en la diversidad y lo fortuito de las circunstancias. De hecho, la razón suele alejarnos de las acciones circunstanciales en la medida en que hemos sido educados para creer que el azar contraviene los principios rígidos de la universalidad instituida. Cuando logramos ubicarnos lejos de cualquier evento fortuito, la razón no puede sino volverse cómplice de nuestras percepciones educadas para cumplir fines concretos: resguardar el patrimonio de la humanidad representado en sus valores, cultura e integridad institucional. Entre el azar y las pasiones, tratamos de construir muros de contención que justifiquen modos convencionales de explicar nuestra existencia. Por eso, tal vez, el sentido de la vida se sostiene apenas con pinzas. Y por eso, también, la vida fluye entre el instante inmemoriado y el recuerdo como hecho posible. Así nace la humanidad y de esta manera tratamos de mantener vivo el recuerdo de lo que hemos sido, de lo que hemos vivido. 1 En ocasiones queremos trascender pero el lenguaje nos confunde cuando apelamos a lo coloquial; mañana podría no estar y aun así seguirías pensando en mí. La frase es de lo más trillada, pero nos reconforta que salga de nuestra boca para expresar un simple estado de ánimo; no importa que sea traillada, lo que oculta es más importante que lo manifiesto. Así creemos que seguirá la vida, entre palabras de común acuerdo y deseos de imprevista realidad; mañana será un poco de olvido y algo de recuerdo transformado en imagen y nostalgia. Mi nombre no estará junto al tuyo y nadie, por fortuna, reclamara ese detalle. Frente al olvido la historia, el recuerdo repetido para que otros lo repitan, apenas es un refilón de algo confusamente pasado. 2 Ese maravilloso objeto de consumo llamado humanidad, y esa estúpida bestia llamada ser humano, en su conjunto, conforman el orden y el caos del sistema planetario. Humanidad, es el nombre de la bandera de todas las guerras fratricidas; el ser humano es Juan Pérez que se muere por una decepción de amor. Una muerte así es cosa de valientes o de insulsos que ni siquiera han podido comprenderse en sus pasiones. 3
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Hubiera: en donde hubo, queda el deseo de que las cosas fueran diferentes, no como estado de actualidad, sino desde el proceso inicial del deseo convertido en acción, hasta su insatisfactoria realización. Quienes digan que el hubiera no existe, desconocen los renglones torcidos de la historia y el poder de los historiadores para transformarla cuando se trata de hacer cumplir los deseos del poder poseído por ególatras que hacen de la violencia el vehículo apropiado para trascender, con la aureola del destino manifiesto. La historia no es sino la memoria sobre hechos reales y el deseo en tanto posibilidad de haber sido de otra forma según las alteración de circunstancias, la fidelidad de las pruebas presentadas para dar un hecho como real y la reconstrucción ficticia de lances entre hechos no confirmados plenamente; en este espacio de la ficción la vida se juega como multiplicación de los sentidos, es por esto que estas mismas historias se reproducen como ideología en las masas populares que ven en los héroes, nacionales o míticos, el referente de lo que no son frente al poder: pares en igualdad de circunstancias. 4 ¿Quién puede creer o confirmar que se acaba la vocación histórica donde el destino se ha cumplido como ciclo biológico? A veces las palabras suenan tan estúpidas que es difícil saber lo que queremos saber. Una pregunta puede conducirnos a los caminos inciertos del conocimiento o arrastrarnos al fango insalubre de la incertidumbre y la pesadez de ese tipo de ignorancia que hermanada con la indiferencia y la resignación nos condena a la animalidad irreflexiva. El siglo XXI es irreflexivo y, en su afán desmedido de poder de consumación, nos reduce al absurdo de la indiferencia. En este sentido, plantados en el terreno de la vida cotidiana, vivimos con la convicción de que a todos nos queda claro que no podemos esperar nada de quien nada está dispuesta a dar. Todo compromiso se reduce a aprovechar oportunamente lo que puedas apropiarte sin dar nada cambio. Hasta en los amores, o desamores, afrontamos la desolación de las rupturas o fracasos con la idea postraumática de cuánta tenía razón mi ¨amiga¨ cuando me dijo que me cuidara de ella: abe penetrar en tu corazón, lastimarte y salir ilesa mientras se prepara para darte otro zarpazo. Solamente los estúpidos no tenemos conciencia de nuestra vulnerabilidad a la hora de sembrar los sentimientos entierra infértil. El poeta simplemente escribe en su historia: soy como un fantasma en el camino de los sueños imposibles. No tengo retornos. No tengo futuro. Este es el suelo nutricio de los hubiera. 5 En la circunstancia de los tiempos nada, nadie, tiene asegurado el devenir como futuro resuelto según una seria y objetiva planificación presente. Mienten los tecnócratas que proclaman a los cuatro vientos que todo marcha como debiera. Son petulantes que asumen que la historia está prescrita a su medida. Ignoran que en donde más florecen las raíces étnicas ancestrales es en los grupos marginados dado que, por su condición económica, no pueden acceder a formas
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culturales diferentes aunque, circunstancialmente, pueden absorber otros patrones de vida que, seguramente, serán absorbidos como parte del inconsciente colectivo. En la jerga tecnócrata neopositivista, donde todo es cuantificable, no existen realidades de múltiples sentidos y jamás comprenderán que las metáforas de uso común no encierran misterio pero se vuelven paradigmáticas a la hora de condensar sentidos de existencia o visiones del mundo: con un nudo en la garganta, la vida color de rosa, palo dado ni dios lo quita, a ojo de buen cubero, son metáforas sobre actitudes, educación perceptual, que no requieren explicación porque sintetizan sentido común y convención comunicativa. Sin embargo, justo es reconocer que dicha educación perceptual está condicionada por las circunstancias culturales y los principios éticos que regulan las relaciones familiares en el contexto de la comunidad y los dominios territoriales. Aunque diferentes a las metáforas construidas sobre el rango del arte, no por eso adolecen de creatividad. 6 ¿Cómo decidimos cuáles hechos son o no de interés público? ¿Quiénes conforman el o lo público en el imaginario del narrador? ¿Cómo construimos nuestras certezas y sus argumentos lógicos? ¿Cómo discernir sobre la validación de un supuesto teórico y la especulación sobre un hecho interpretado? Constituidos culturalmente entre la oralidad y vida cotidiana, casi siempre de manera inconsciente, oscilamos entre el desequilibrio que existe en las formas de mirar, sentir y pensar realidades a través del lenguaje, que se constituye en prácticamente el único puente entre todas las partes y el sí mismo. El lenguaje representa la urgencia de unidad, la necesidad de sentido cósmico y la posibilidad de explicar aquello que nos es inmediatamente inexplicable. Cuando nos preguntemos ¿qué y cómo contar una historia? Debemos asumir que ésta sencillamente es un acto de discriminación y discrecionalidad en donde impera el interés (personal, teórico, administrativo o profesional) del narrador, aunque éste intente ocultarse en los supuestos de la objetividad de su modelo teórico. La razón pura no es sino el argumento más infiel de la imaginación para actuar en contra del sentido común mientras se reconfiguran las relaciones naturales y la subjetividad de los individuos en tanto seres sociales.
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