“UNIVERSIDAD NACIONAL DE PIURA”. FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y EDUCACIÓN (Especialidad de Historia y Geografía)
CURSO: HISTORIA DE AMÉRICA Y DEL PERÚ DEL SIGLO XX. DOCENTE: LEONOR LÓPEZ MURILLO TEMA: “LA SITUACIÓN DE E.E.U.U. Y PERÚ DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ENTRE 1939 Y 1945”
CICLO:
VIII
INTEGRANTES:
COELLO LOZADA, JORGE MARTÍN LA CHIRA MASIAS, LIZETH CAROLINA
21/10/13
“LA SITUACIÓN DE E.E.U.U. Y PERÚ DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL ENTRE 1939 Y 1945”
ÍNDICE GENERAL
Página INTRODUCCIÓN CAP. I: SITUACIÓN POLÍTICA DE ESTADOS UNIDOS Y PERÚ.…….... 1.1
Medidas adoptadas por el gobierno norteamericano……………….
1.2
Medidas adoptadas por el gobierno peruano……………………......
CAP. II: SITUACIÓN ECONÓMICA DE ESTADOS UNIDOS Y PERÚ….. 2.1
Exportaciones e importaciones de los Estados Unidos de América…
2.2
Exportaciones e importaciones del Perú………………………………
CAP. III: ANALISIS POBLACIONAL Y SOCIAL DE ESTADOS UNIDOS Y PERÚ…………………………………………………………………………….… 3.1
Victimas de persecución…………………………………………..……….
3.2
Migración interna……………………………………………………………
3.3
Tendencias demográficas………………………………………………….
CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
Hemos elegido el presente trabajo debido a que la segunda guerra mundial, constituye un enfrentamiento importante internacional en los años de 1939 y 1945 originado por la invasión de Polonia el 1 de setiembre de 1939 (Operación Fall Weiss) por los nazis encaminada a anexionarse el territorio polaco. Esta fue la primera de las agresiones bélicas que la Alemania de Hitler emprendería. La caída de Polonia significaría la caída abrupta de los estándares de vida de sus ciudadanos, especialmente de los polacos judíos, muriendo un 20% de la población polaca existente antes de la invasión durante la ocupación. En el desarrollo de esta guerra encontraremos dos ejes; los aliados, cuyos principales integrantes eran Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética y quienes defendían el expansionismo; Alemania, Reino de Italia e Imperio de Japón (El Eje), además de la ayuda de otros países para ambos ejes. Al declararse la guerra europea después de la invasión a Polonia por los nazis, el Perú permaneció neutral, y no fue sino hasta seis semanas después del ataque a Pearl Harbor, el 7 de Diciembre de 1941 que motivó la entrada de Estados Unidos a la segunda guerra mundial, el Perú rompió relaciones diplomáticas con el eje, pero no declaró la guerra a Alemania y Japón sino hasta el 12 de Febrero de 1945, para ser admitido como miembro fundador de la Organización de las Naciones Unidas. El 24 de octubre de 1945 fue fundada la “Organización de las Naciones Unidas” por los 51 estados originarios o fundadores que firmaron la “Carta de las Naciones Unidas” contra los países del Eje. Así mismo, una serie de leyes restringieron las actividades económicas y financieras de los ciudadanos de los países del Eje, decretándose también la confiscación de empresas y el cierre de los colegios y las asociaciones alemanas. Entre 1942 y 1944, un total de 370 ciudadanos alemanes fueron deportados del Perú.
A los residentes de los países del eje en el Perú los pusieron bajo estricta vigilancia, especialmente a los japoneses que eran numerosos, ya que desde antes de la guerra se les miraba con sospecha, por la política expansionista de Japón en el Pacífico; se temía que pudiesen sabotear puertos peruanos de donde salían materias primas para ayudar a los aliados. La política de deportaciones fue más estricta con los japoneses y no demasiado con los alemanes que eran muy pocos, y menos aún con los italianos que tenían mucho poder económico, siendo algunos dueños del Banco Italiano, que incluso no fue confiscado sino que fue adquirido por la familia Romero en febrero de 1942 y se le cambió el nombre a Banco de Crédito. En este proceso existió una gran invención militar con esto se dio inicio a la guerra rápida que era a través de la blitzkrieg, mejor conocida como la guerra relámpago, ya que las blitz eran un ataque de avión. La segunda guerra mundial fue una guerra de exterminio ya que a partir de esta los civiles eran los mejores blancos para atacar, al hacer eso los individuos pedirían más rápido la paz y el gobierno del país invadido se rendiría. Hitler intentaba alcanzar el espacio vital y eliminar por completo el comunismo. La guerra tuvo inventos tecnológicos como son: la penicilina, la fabricación de nuevos textiles, el nailon, la energía nuclear, entre otras. Estas fueron aplicadas principalmente para la fabricación de armas. En tal sentido se ha planteado estudiar el contexto político, económico y demográfico-social acerca de la Segunda Guerra Mundial en Perú y Estados Unidos en los años de 1939-1945, ya que México, perdió la mitad de su territorio y Estados Unidos aprovechó estas tierras por el gran potencial económico que tenían. Para tal efecto se ha procedido a consultar bibliografía y después se ha procedido a elaborar fichas de resumen. El trabajo está organizado en tres capítulos: el primer capítulo, trata sobre la situación política, el segundo capítulo es un análisis de la situación económica y el tercer capítulo es sobre la
situación demográfico-social de E.E.U.U. y Perú durante este conflicto y que ha dejado rezagos hasta la actualidad.
Capítulo I: SITUACIÓN POLÍTICA DE ESTADOS UNIDOS Y PERÚ
1.1.
Medidas adoptadas por el gobierno norteamericano.
La política exterior estadounidense se centró en aumentar el comercio exterior, en especial con Sudamérica y el estallido de la II Guerra Mundial en 1939, en la que Estados Unidos entró en 1941 (Delgado, 1992). A pesar de la política de neutralidad, el sentimiento moral y los propios intereses materiales, forzaron a Estados Unidos a adoptar una postura contra los actos de agresión de Japón en Asia y de Alemania e Italia en Europa. En 1937 Roosevelt propuso un boicot económico contra los países agresores. Tras el estallido de la II Guerra Mundial en Europa en septiembre de 1939, la ayuda de Estados Unidos a los países que hacían frente a la agresión fascista se hizo más enérgica. A finales de 1939 el Congreso levantó en cierta parte el embargo de armas impuesto por las leyes de neutralidad, y Francia y Gran Bretaña pudieron, desde ese momento, adquirir material estadounidense. Los éxitos alemanes de la primavera de 1940 llevaron a Estados Unidos a adoptar medidas inmediatas para reforzar sus defensas. En 1940 el Congreso autorizó préstamos a los países sudamericanos para fines defensivos. El presupuesto de defensa aumentó de forma notable para construir una gran y poderosa flota capaz de enfrentarse con éxito a cualquier posible alianza de flotas enemigas. La aprobación en septiembre de 1940 de la primera llamada al servicio
militar en tiempo de paz permitió que 1,2 millones de soldados se incorporaran a las Fuerzas Armadas y se tomaron medidas para movilizar los recursos industriales del país para una posible guerra (Delgado, 1992). En 1940 Roosevelt fue nominado de nuevo para la presidencia. En marzo de 1941 el Congreso aprobó la Ley de Préstamos y Arriendos que autorizaba al presidente a transferir, vender, prestar o arrendar suministros militares a cualquier país cuya defensa fuera vital para la seguridad de Estados Unidos. La alianza entre Gran Bretaña y Estados Unidos parecía cercana tras el anuncio en agosto de 1941 de la Carta del Atlántico, proclama de las ocho bases de la paz que ambos países deseaban. Esta carta fue pergeñada por Roosevelt y el primer ministro británico sir Winston Churchill. El año 1941 estuvo caracterizado por un intenso debate nacional entre los aislacionistas que se oponían a la participación de Estados Unidos en la II Guerra Mundial y a la ayuda a Gran Bretaña, y los intervencionistas que consideraban esencial para la seguridad estadounidense la victoria sobre el Eje Roma-Berlín-Tokio. El 7 de diciembre de 1941 el gobierno japonés lanzó un ataque aéreo sobre la base naval estadounidense de Pearl Harbor, en Hawaii. Al día siguiente, Estados Unidos declaró la guerra a Japón. El 11 de diciembre Alemania e Italia declararon la guerra a Estados Unidos. Los esfuerzos diplomáticos de Roosevelt dieron como resultado una serie de conferencias con Winston Churchill y el líder soviético Iósiv Stalin, en las que se tomaron medidas de actuación militar y se acordó la rendición incondicional de las potencias del eje. En la Conferencia de El Cairo (1943) se planeó el desarrollo de la guerra contra Japón. En la Conferencia de Teherán, celebrada en 1943, Churchill, Stalin y Roosevelt formularon los planes para un ataque conjunto sobre Alemania. En la
Conferencia de Yalta, celebrada en 1945, se decidió dividir Alemania en zonas de ocupación y crear la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Otras reuniones establecieron las bases para la organización de la ONU y otras formas de cooperación mundial tras la guerra. Las elecciones de 1944 permitieron que Roosevelt fuera reelegido por cuarta vez, pero falleció el 12 de abril de 1945. Le sucedió el vicepresidente Harry S. Truman, cuyos primeros problemas fueron la finalización de la guerra y el establecimiento de la paz mundial. Alemania se rindió formalmente ante los aliados el 8 de mayo de 1945. Mientras tanto, la guerra continuaba en el Pacífico. Las crecientes tensiones en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética se hicieron evidentes en la Conferencia de Potsdam, donde se alcanzó un acuerdo relativo a la división final de Alemania. El espíritu de la cooperación en tiempos de guerra había dado paso al recelo mutuo, al desentendimiento y a las recriminaciones, origen de la denominada Guerra fría. En agosto de 1945 Truman autorizó el lanzamiento de bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Japón se rindió el 14 de agosto de 1945. Para facilitar la reconversión de la economía de guerra a una economía en tiempos de paz, el gobierno de Truman formuló un programa de 21 puntos que perseguían el pleno empleo, la cooperación entre los obreros y los empresarios, aumentar la percepción por desempleo, la ayuda federal a la educación, garantizar los derechos civiles, incrementar el salario mínimo y el mantenimiento de la ayuda exterior. Gran parte de este programa fue rechazado abiertamente por la mayoría republicana en el Congreso.
A pesar de estos problemas internos, Estados Unidos continuó su intervención en los asuntos internacionales gracias a su participación como miembro de Naciones Unidas y en otros organismos internacionales, y a la celebración de los juicios de crímenes de guerra contra antiguos dirigentes alemanes y japoneses. En agosto de 1946 Estados Unidos se adhirió al Tribunal Internacional de Justicia de la Haya. Entre las más importantes cuestiones diplomáticas estadounidenses se encontraba la propuesta del control de la energía atómica y de las armas nucleares por parte de Naciones Unidas. La Ley de Seguridad Nacional de 1947 creó la Secretaría de Defensa y unificó a los distintos jefes de Estado Mayor. También estableció el Consejo Nacional de Seguridad para planear y coordinar la política de defensa, y la CIA (Central Intelligence Agency) para reunir información estratégica del extranjero. En 1947 en un esfuerzo por detener el avance del comunismo en Europa, sobre todo en Grecia y Turquía, se estableció la denominada Doctrina Truman, mediante la cual Estados Unidos suministraría ayuda militar y económica a los países amenazados por la agresión y la subversión comunista. Un importante pilar a esta política fue el Plan Marshall, propuesto en junio de 1947 por el secretario de Estado George C. Marshall, que consistía en un vasto programa de ayuda económica para permitir la recuperación de Europa; fue rechazada por los países del Este sometidos a la Unión Soviética. La Unión Soviética respondió a la Doctrina Truman y al Plan Marshall con la creación de una nueva Internacional comunista (Cominform). En febrero de 1948 entró en vigor un plan para la unificación de las zonas de ocupación británica y estadounidense y se celebró una conferencia en Londres para discutir la eventual unión política y económica de las zonas ocupadas por Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. La Unión Soviética respondió a esta violación de los acuerdos de Yalta y Potsdam con su retirada del
Consejo de Control de las Cuatro Potencias Aliadas y dio los primeros pasos para la creación de un Estado alemán en su área de ocupación que sería controlado por el régimen soviético. El 24 de junio de 1948 los soviéticos prohibieron el tráfico ferroviario entre Berlín y Alemania Occidental. Las autoridades de ocupación británicas y estadounidenses organizaron un puente aéreo sobre Berlín para abastecer el sector ocupado por los aliados occidentales. En abril de 1949, los ministros de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia culminaron los planes para unificar sus zonas de ocupación en Alemania Occidental y crear la República Federal. También en abril, Estados Unidos, Canadá y diez países de Europa Occidental firmaron un acuerdo de defensa y ayuda mutua: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En cuanto a la política nacional, Truman propuso un programa legislativo de desarrollo de los derechos civiles, lo que le costó el apoyo de muchos demócratas sureños. No obstante Truman obtuvo la victoria en las elecciones y en este nuevo mandato buscó apoyo para su programa legislativo, llamado Fair Deal. A pesar de que buena parte de sus propuestas fueron derrotadas en el Congreso, logró que éste aprobara un costoso programa de vivienda pública, el aumento del salario mínimo y el incremento de los subsidios de la Seguridad Social. En 1951 un tratado de paz puso fin a la ocupación estadounidense de Japón, que se convirtió en el más sólido aliado de Estados Unidos en Asia. En China el gobierno de Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek), que había recibido el apoyo estadounidense, no pudo detener el avance de las tropas comunistas de Mao Zedong (Mao Tsé-tung) que proclamó la República Popular de China, lo que causó gran preocupación en Estados Unidos, responsabilizando al gobierno de Truman de no impedir el triunfo comunista.
La opinión pública se molestó más aún en septiembre de 1949 cuando se anunció que la Unión Soviética había desarrollado bombas atómicas, con lo que el monopolio nuclear estadounidense llegó a su fin.
1.2.
Medidas adoptadas por el gobierno peruano.
Al comienzo de la guerra, se tenía confianza en que Francia e Inglaterra con sus poderosos ejércitos derrotarían a los alemanes como lo hicieron en la Primera Guerra Mundial; sin embargo, cuando iban cayendo uno a uno los países europeos, Polonia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y finalmente Francia en pocas semanas, empezó el temor que derrotaran también a Inglaterra y luego las invasiones pasaran a América. Ya en diciembre de 1939, el acorazado Graf Spee fue hundido por su propio capitán para que no caiga en manos de los ingleses, después de una batalla frente a Montevideo en el Uruguay, hecho que motivó que el gran escritor austriaco Stefan Zweig de origen judío, se suicidara en Río de Janeiro, al ver que la guerra ya alcanzaba a América y no había más ya un lugar para huir. Para agravar las cosas, entre 1941 y 1942, Perú se encontraba en guerra con el Ecuador; en esta guerra, paracaidistas peruanos tomaron el puerto ecuatoriano Puerto Bolívar el 31 de julio de 1941, fue la primera vez que se usaron paracaidistas en América, solo tres meses después que los alemanes los usaron en la invasión de Dinamarca, Holanda, Noruega y Creta, por primera vez en el mundo. Había pues una sensación de inseguridad, los rumores causaban efecto, decían que se avistaban submarinos japoneses en la costa peruana, que planeaban invadir el Perú para abrir otro frente a los ejércitos aliados y debilitarlos en Europa y el Pacífico; sin
embargo, aún en épocas de peligro, no se deja de soñar en un futuro mejor, la gente hacía planes, “cuando termine la guerra, me caso”, “cuando termine la guerra, pongo un negocio”, “cuando termine la guerra, me compro un automóvil”; fueron años que marcaron para siempre a las personas que los vivieron, e incluso a los niños que ya habían nacido, y que de alguna manera, subconscientemente, absorbieron lo que sentían sus padres.
1.2.1. La política de deportaciones.
La política de deportaciones en el Perú fue más estricta con los japoneses y no demasiado con los alemanes que eran muy pocos, y menos aún con los italianos que tenían mucho poder económico. En años previos a la guerra, durante el gobierno de Benavides, se dio una ley en 1936 que prohibía la inmigración de grupos raciales, en su artículo 3 decía lo siguiente: “Queda prohibida la inmigración en grupos raciales. Solo será permitida la de grupos ocasionales, como turistas, comisiones científicas o artísticas, comisiones estudiantiles y congregaciones religiosas”. Si bien esta ley, estaba dirigida a cualquier grupo racial, no permitió que inmigrantes judíos que huían del nazismo en Alemania, pudiesen llegar al Perú. La comunidad judía que ya estaba afincada en nuestro país, se organizó para lograr que algunos intelectuales y artistas, pudieran hacerlo. Finalmente, esta anacrónica y vergonzante ley, fue derogada en 1945 durante la presidencia del patricio arequipeño Don José Luis Bustamante y
Rivero. Sin embargo, cabe mencionar que leyes similares, están vigentes en varios países europeos y también en los Estados Unidos. Durante la segunda guerra mundial, el Perú fue el país latinoamericano que más contribuyó con las deportaciones de japoneses a los campos de concentración de Estados Unidos. Por otro lado, la campaña antijaponesa que se había desatado en los años 30 entre la comunidad peruana debido a la envidia y antipatía hacia los japoneses, se había intensificado entre los años 1940-1945 por la ideología influenciada por los estadounidenses de que los japoneses representaban un peligro para nuestra nación, causando que estos sean rechazados en el país. Estas decisiones y medidas tomadas por Prado, junto con el Congreso, son injustificables. El solo hecho de verse beneficiados económicamente, no les da ningún derecho de atentar contra los derechos y la tranquilidad con que vivían los japoneses en el Perú. El trato que estos recibieron fue un hecho lamentable, pues algunas de estas personas a las que deportaron y perjudicaron (ya sea arrebatándoles la oportunidad de una buena educación, o de tener éxito en algunos negocios) eran justamente peruanos. Esta falta de consideración hizo que los japoneses y descendientes japoneses sientan la traición por parte de sus propios compatriotas. Las drásticas medidas que se tomaron contra ellos se dieron a nivel nacional; por ende, estas repercutieron también en Lambayeque. En nuestro mismo pueblo se les trató con agresiones, perdieron casi todos sus bienes e incluso muchos fueron deportados. Sin embargo, un rasgo que se puede rescatar de ello, y es justamente uno de los aspectos por lo que nos debemos sentir orgullosos de nuestros antepasados, es que por lo menos en Lambayeque, muchos pobladores brindaron apoyo a los japoneses que eran perseguidos únicamente por ser considerados una “amenaza”. (Campo Rodríguez, 2012)
El período de la segunda guerra mundial no solo es conocido por el maltrato a los judíos en los campos de concentración nazi, sino también por otras injusticias sociales que se dieron en el continente americano. Tras el ataque a Pearl Harbor en 1941, Estados Unidos adoptó una política represiva en contra de los japoneses; y este trato cruel que se les dio ocurrió también en nuestro país. A raíz de dicho incidente, Perú se mostró en contra de los países que conformaban el Eje (Alemania, Italia y Japón); por lo que hubo represalias contra la población de dichos países. La etnia japonesa fue la más numerosa en nuestro país, en el Perú, específicamente en el departamento de Lambayeque, entre 1940-1945. El maltrato a los japoneses que vivían en Lambayeque durante la segunda guerra mundial, cuál fue el motivo de ello y qué hicieron las autoridades y pobladores al respecto. El hecho de que Perú haya sido uno de los países latinoamericanos que compartió esta política antijaponesa durante este período de grandes tensiones internacionales, es un tema que ha motivado investigaciones acerca de la historia de los japoneses en el Perú desde distintos enfoques. Sin embargo, el tema del trato a los japoneses durante la segunda guerra mundial, específicamente en Lambayeque, no se ha abordado en profundidad.
1.2.2. Influencia norteamericana en la campaña antijaponesa en el Perú (1940-
1945).
Desde la caída del presidente peruano Augusto B. Leguía, en 1930, se produjo una campaña antijaponesa motivada por algunos sectores gubernamentales y periódicos
nacionales. Esto se dio, por una parte, debido a que Leguía, que estaba a favor de la inmigración japonesa al Perú, fue derrocado iniciándose un cambio de actitud de los gobernantes que le sucedieron con respecto a ellos. Por otro lado, esta campaña se vio influenciada por el disgusto que muchos peruanos tenían contra ellos; ya que después de haber llegado al Perú, los japoneses comenzaron a sobresalir como grandes comerciantes y por tener varias localidades importantes. Por ejemplo, el 11 de octubre de 1937, J.P. Dávila manifestó, en “La Prensa”, lo siguiente: “Esta colonia, organizada y dirigida en forma perfecta desde Tokyo, tiene como fines inmediatos la absorción de nuestros incipientes medios económicos y de las tierras de cultivo para echar profundas raíces y afirmar su hegemonía (…)”. Se propició en los peruanos cierto recelo y temor del poder y acecho japonés hacia sus negocios. Un año antes, el gobierno de Benavides publicó un decreto, el 26 de junio de 1936, limitando a 16000 el ingreso de extranjeros por nacionalidad. Con ello los japoneses no ingresaron al país hasta 1939 (Campo Rodríguez, 2012).
La campaña antijaponesa cobró mayor intensidad en 1940, unos meses después del estallido de la segunda guerra mundial. Prueba de ello, tenemos que el periódico “La Tribuna” publicó el 3 de mayo de 1940 que los japoneses estaban organizando la “Quinta Columna”, considerado como un grupo de espionaje y sabotaje; y representaban un peligro para la seguridad nacional. Ante esta situación, el 13 de mayo 1940, se desataron revueltas antijaponesas (apoyadas por los servicios secretos ingleses y americanos). Hubo una gran cantidad de saqueos de negocios y hogares japoneses, que produjeron pérdidas por seis millones de soles de la época. De acuerdo a una encuesta del consulado japonés, 620 familias fueron atacadas; y de estas, 54 perdieron todos sus bienes.
El gobierno del Perú, que se mostró al inicio neutral, a partir del ataque japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 se manifestó a favor de los Aliados, tomando medidas severas contra sus inmigrantes italianos, alemanes y japoneses. Como consecuencia, los inmigrantes que más sufrieron fueron los japoneses. Considero que los estadounidenses incitaron a varios países latinoamericanos para adoptar medidas similares contra los japoneses. Por esta intervención los estadounidenses fueron los máximos responsables del maltrato que se dio a los japoneses en dichos lugares. Sin embargo, fue el Perú el país que más apoyó la campaña antijaponesa. Por esta razón, Francis Peddie afirma que luego de Estados Unidos, fueron Canadá y Perú los países que adoptaron las medidas más extremas, incluyendo una masiva traslación de japoneses a los campos de concentración, confiscación de hogares y bienes, e incluso la deportación directa hacia Japón.
Nuestro país era gobernado por Manuel Prado Ugarteche, considerado “representante de la oligarquía financiera” y “defensor de los Aliados contra las potencias fascistas del Eje”, lo cual significaba que Perú apoyaba las medidas estadounidenses, incluso aquellas injustas que estaban dirigidas en contra de los japoneses; su gobierno destacó por atraer el capital estadounidense. Perú, como la mayoría de los países latinoamericanos, apoyaba la causa aliada porque tenía la intención de beneficiarse mejorando sus relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos; pues le vendía a este petróleo, algodón y minerales. El hecho de tener como comprador a este país grande, poderoso y necesitado de dichas materias primas durante la guerra, representaba para los peruanos un gran beneficio; al comprar nuestros productos, EEUU, era considerado un “socio excesivamente poderoso” (Campo Rodríguez, 2012).
La campaña antijaponesa que se produjo en Estados Unidos repercutió en Perú porque este último fue uno de los países alineados a los Aliados. Esta afirmación se puede comprobar con dos acontecimientos que se dieron en el año 1942. El primero, fue el hecho de que Perú rompiese relaciones diplomáticas con los países del Eje el 24 de enero de 1942. Y el segundo, fue la reunión entre Prado y Roosevelt en Washington en mayo de 1942; siendo Manuel Prado el primer presidente sudamericano invitado por el mismo Franklin Roosevelt a visitar la capital de Estados Unidos y afianzar su posición de apoyo. Esta entrevista evidencia la influencia estadounidense para la toma de decisiones con respecto al trato de los inmigrantes alemanes, italianos y japoneses en el Perú. Al respecto, Prado repetidamente demostró su docilidad ante los deseos de ese país. Con la esperanza de librar al Perú de los japoneses de manera permanente, hizo suya la idea de su deportación y repatriación y buscó maneras para su internamiento en los Estados Unidos que le aseguraran que nunca regresarían al Perú”.
El 19 de febrero de 1942 se proclamó la Orden Ejecutiva 9066 en Estados Unidos, la cual autorizaba la creación de campos de internamiento para los japoneses. No obstante, esta medida no solo afectó a los japoneses en Estados Unidos sino también a aquellos que se encontraban en otros países de Latinoamérica. El Gobierno estadounidense presionó
e
incentivó
que
se
tomen
algunas
medidas
en
contra
de
los
inmigrantes japoneses en América Latina puesto que creían que representaban una amenaza para los intereses estadounidenses en cuanto al mercado latinoamericano. Considero que Estados Unidos propició esta campaña antijaponesa debido a que las deportaciones fueron secundadas por el mismo gobierno estadounidense. Perú envió gran cantidad de japoneses sin consideración alguna, pues, en mi opinión, no les
importó el sufrimiento que causaría a cientos de familias por el hecho de ser japoneses o descendientes japoneses. No respetaron sus sentimientos, opiniones ni derechos. Y esta falta de consideración hacia ellos se debe, a mi juicio, a una ideología racista y xenofóbica, manifestada por el gobierno peruano y respaldada los Estados Unidos; al hacerles pensar a los peruanos y latinoamericanos, que los japoneses eran un peligro para la nación. El gobierno peruano no se perjudicaba económicamente, pues estas deportaciones las financiaba Estados Unidos.
1.2.3. Concentración de las políticas antijaponesas de Prado Ugarteche en el Perú.
Durante el primer período del gobierno de Prado Ugarteche (1939-1945), tiempo de la segunda guerra mundial, se aplicaron políticas de persecución a familias japonesas de un modo radical a nivel general en todo el Perú, pues deportó masiva e injustamente a residentes japoneses. Por ejemplo, la deportación del señor Mantaro Kague al campo de concentración “Crystal City” (Texas), afectó la situación de su familia, pues de esta manera es cómo la relata su hijo Augusto Kague: “(…) Nos lanzaron de la casa que alquilábamos porque no pudimos pagar y comenzamos a vagar como gitanos en casas de amigos y familiares". Así como este caso, casi mil familias fueron entregadas por el gobierno de Prado a Estados Unidos.
Perú adoptó medidas antijaponesas para apoyar la ideología de Estados Unidos contra ellos. En Río de janeiro, el 14 de mayo de 1940, Perú se opuso – decretando una serie de leyes – a que los diplomáticos japoneses latinoamericanos adquieran más productos; con ello logró neutralizar la presencia japonesa en nuestro país.
En 1941, se disolvió su Sociedad Central, se cerraron varias de sus instituciones, se obstruyeron sus periódicos, confiscaron sus bienes y brevetes, se desconectaron teléfonos, e incluso hubo arrestos domiciliarios y deportaciones masivas – por ser acusados de “inteligencia con el enemigo” – a campos de concentración en Estados Unidos. El gobierno peruano emitió un decreto el 12 de agosto de 1941 por el cual prohibía la exportación de minerales hacia los países del Eje; convirtiéndose, Estados Unidos, en uno de sus principales “clientes”.
Ante la noticia del ataque japonés a Pearl Harbor, esa misma tarde, el Consulado del Japón comunicó a los japoneses en Lima, el 10 de diciembre de 1941: “(…) Deben vivir como elementos pacíficos en la sociedad peruana desligados completamente de acontecimientos internacionales. La observación estricta y fiel de las leyes y medidas que se dicten es la condición primordial para todos los japoneses”. Ese mismo día, el Ejecutivo decretó, como medida de seguridad nacional, la “inmovilidad de los fondos de cuenta bancarias y valores de las firmas sociales e individuales japoneses”. Los japoneses no podrían retirar dinero de los bancos. El consulado japonés aconsejó no reclamar ante las medidas adoptadas contra ellos y no tuvieron otra opción más que lidiar con estas. Sin embargo, algunos que no estaban dispuestos a soportar estos crímenes, prefirieron salir del país. El 4 de abril de 1942 abandonaron voluntariamente el Perú 141 personas.
En la reunión entre Prado, Roosevelt y el general Marshall en Washington, se llegaron a varios acuerdos. EEUU pidió a Perú su colaboración para la deportación de 17 mil 500 japoneses, Prado permitió a los estadounidenses instalar una base militar suya en Talara (Piura). Asimismo, permitió a las fuerzas aliadas utilizar puertos y aeropuertos
peruanos. Por otro lado, Prado firmó un tratado de préstamos y arriendos, por el que se congelaban los precios de las exportaciones peruanas a cambio de la reducción de los aranceles latinoamericanos. Con ello Perú se beneficiaba con un mercado seguro y aumentaba sus ingresos al pegar menos impuestos por sus productos.
Entre abril de 1942 y febrero de 1945 fueron deportadas a los campos de concentración 1771 japoneses y nikkei . Es decir, de los 2200 japoneses, aproximadamente, deportados de doce países latinoamericanos, al menos el 70 % provenía del Perú.
Estas políticas de persecución se dieron a nivel nacional, pero especialmente en Lima de una manera más radical y masiva. De acuerdo con el censo de 1940, los japoneses eran el grupo de extranjeros más numeroso del país, siendo 17 638, la mayoría residía en Lima.
Estas medidas se adoptaron aun cuando el Tratado de Paz, Amistad entre Perú y Japón, firmado el 21 de agosto de 1873, seguía en vigencia. Esto evidencia la sumisión y apoyo a Estados Unidos, en un momento en que ya no necesitaban la mano de obra de los japoneses. Opino, que esto refleja la deslealtad de los peruanos para con ellos y la astucia de los políticos de esos tiempos al ser justamente Perú, el primer país latinoamericano en establecer relaciones diplomáticas con Japón, y el primero de ellos en visitar Washington a invitación del presidente Roosevelt. Después de todas estas medidas y el trato que recibieron los japoneses en nuestro país, el presidente Prado declaró, finalmente, el 11 de febrero de 1945 la guerra a Alemania y Japón; evidenciando una vez más el apoyo a la causa aliada.
CAP. III: ANALISIS POBLACIONAL Y SOCIAL DE ESTADOS UNIDOS Y PERÚ
3.1. Victimas de persecución. 3.1.1. Los alemanes en Perú. En Arequipa la comunidad alemana estaba bien asentada. Desde el siglo XIX empezaron a llegar algunos inmigrantes alemanes, siendo bien acogidos por la comunidad arequipeña. En 1898, Ernst Günther y el técnico Rehder establecieron la Fábrica de Cerveza Pilsener, convertida más tarde en Compañía Cervecera del Sur del Perú, Cervesur. Seguramente el alemán más conocido de Arequipa fue Federico Emmel, alcalde de la ciudad entre 1926 y 1930. Además de realizar gestiones importantes para mejorar el aprovisionamiento en agua y la salud pública, trajo, entre otras cosas, medicamentos desde Alemania y estableció puestos de salud, fue también en 1937 uno de los fundadores del Colegio Peruano Alemán Max Uhle. El señor Emmel y su hermano tenían una representación de productos fotográficos “La Casa Emmel”, ambos sufrieron la deportación, y al terminar la guerra volvieron a Arequipa. Afortunadamente, encontraron su negocio, tal cual como lo habían dejado. A finales de 1945, durante el gobierno del presidente Bustamante, el Perú levantó las medidas restrictivas impuestas a ciudadanos alemanes. Asimismo, organizó la repatriación de los peruanos, que al estallar la guerra se encontraban en Alemania y que no podían regresar al Perú mientras la guerra impedía la travesía por el Atlántico. Finalmente, en 1951, el Perú reanudó las relaciones diplomáticas con la República Federal de Alemania. Como suele suceder en los conflictos humanos, durante la guerra se realizan actos heroicos pero también atropellos y desmanes, como el saqueo de negocios japoneses
con la tolerancia de la policía, y la deportación de familias enteras. Pero estos actos repudiables no deben opacar de ninguna manera la decisión del Perú de apoyar la causa aliada para vencer al nazismo. Solo hay que imaginar, qué hubiese pasado con los peruanos si Alemania y Japón ganaban la guerra. El mundo en general hubiese entrado en una época de oscurantismo similar al de la edad media pero con tecnología del siglo XX (Linch, 1941). La política peruana de apoyo a la causa aliada, contrastó con la de Argentina, que durante todo el período, de 1930 a 1945, la República Argentina mantuvo una política opuesta a los intereses de Estados Unidos y sus aliados y con declarada simpatía por los países del Eje, en especial Alemania e Italia. Terminada la guerra y durante el gobierno de Perón, muchos nazis fueron acogidos por Argentina, que sirvió de puerta de entrada a otros países de Sudamérica, incluyendo Perú. Los nazis escapaban de Europa vía Italia y Suiza, usando pasaportes con nombres falsificados con la colaboración del Vaticano, lo cual es coherente con la simpatía poco disimulada que Pío XII tenía por el nazismo, ya que nunca durante la guerra, dijo una sola palabra a favor de los judíos, que eran asesinados en la misma Roma (Linch, 1941). Más tarde, la historia le pasaría la factura a la Argentina por esa actitud. Durante la Guerra de las Malvinas, Estados Unidos jugó un papel importante a favor de Inglaterra, prestándole apoyo logístico y tecnológico. El motivo era doble, Inglaterra era el socio más importante dentro de la OTAN, el aliado con el que luchó y venció a Hitler con la sangre de cientos de miles de sus jóvenes, y por otro lado, Argentina apoyó sin disimulo a los regímenes fascistas de Franco, Hitler y Mussolini.
3.1.2. Persecución de los Japoneses en Lambayeque entre 1940-1945.
Como era de esperar, las medidas que se adoptaron en contra de los japoneses durante la segunda guerra mundial repercutieron también en Lambayeque, donde sufrieron de agresiones e injusticias, siendo perseguidos y deportados por las fuerzas policiales.
Como efecto de la influencia estadounidense en el trato que se les dio a los japoneses a nivel nacional, el gobierno peruano incentivó en las provincias esta ideología xenofóbica considerando que los japoneses debían ser deportados al ser considerados una “amenaza” para la nación. Es decir, una vez que el gobierno estadounidense logró convencer al gobierno de Prado que los japoneses debían ser castigados de alguna manera por todo lo que estos representaban, las jefaturas policiales y fuerzas militares desde Lima mandaron la orden a las autoridades locales lambayecanas para que se encargasen también de perseguir, principalmente, a los prósperos comerciantes japoneses de tal forma que sus negocios sean cerrados, y ellos sean deportados a Estados Unidos. Según Luis Rocca, se puede asegurar que en Lambayeque las autoridades hicieron una “lista negra” con los nombres de quienes debían deportar. Esta tenía como objetivo deshacerse de los inmigrantes japoneses y, especialmente, de aquellos que poseían negocios importantes. Esto indica un posible temor y envidia por parte de algunos residentes del lugar de que los japoneses sean más prósperos que ellos. Considero que otra de las razones por la que querían eliminar a los grandes empresarios, era por una cuestión de orgullo. Si los primeros inmigrantes japoneses habían llegado para trabajar en las haciendas azucareras; con el tiempo, su prosperidad fue notoria; el hecho significó un duro golpe al orgullo de los comerciantes locales. También tenían como objetivo deportar a los directivos de la Sociedad Japonesa de Chiclayo, pues si
esta organización carecía de líderes sería cerrada y así ocurrió , logrando una menor interacción entre los mismos japoneses de la localidad.
Así como fueron tratados los japoneses en Lima, debido a la influencia estadounidense en la toma de estas medidas, los japoneses en Lambayeque sufrieron de las mismas medidas. Una de ellas fue el hecho de que se cerraron varios de sus negocios, llegando al punto de rematar las tiendas en un día. Como se puede apreciar, estos tenían muy poco tiempo como para pensar bien acerca del futuro de su local, ya que en muchas ocasiones, como nos lo cuenta la Sra. Oyama (esposa del Sr. Yoshio Oyama), lo que hicieron los japoneses antes de ser tomados, era encargarles sus negocios a sus vecinos o amigos. Por otro lado, esta misma señora nos cuenta que el padre de su esposo fue llevado incluso en piyama, puesto que lo arrestaron en la madrugada y lo llevaron al mismo ómnibus en el que iba Karl Weiss, un alemán e importante personaje de la historia de la educación lambayecana. Así como ellos, arrestaron a todos los japoneses, italianos, y alemanes; los subieron a un ómnibus; se los llevaron por Talara; y luego los llevaron a Crystal City, Estados Unidos. La gran mayoría de deportados fueron reclutados en el campo de internamiento de Crystal City (Texas), considerado el más grande de ellos pues tenía una capacidad para 962 familias, de las cuales, la mayoría eran peruanos.
Al final, fueron deportados 46 japoneses; y los principales negocios de Chiclayo, Ferreñafe, Tumán, Motupe y Cayaltí fueron cerrados. Todo ello afectó a la vida familiar, puesto que, durante este período de deportaciones, de acuerdo a Rocca, los más perjudicados fueron los hijos de los inmigrantes japoneses. Apoyando esta misma idea, opino que efectivamente fueron los niños los más afectados por el trato que se les
dieron, especialmente, a sus padres. Por ejemplo, Chikao Nakasaki Mayeda relata: “En la época de la guerra los niños sufrían el drama. Yo de niño lo vi todo… los viejos japoneses perseguidos cerraron sus tiendas.” Así como él, Alfredo Itabashi cuenta: “Era un trauma para los hijos de japoneses la duda, de que si lo iban a llevar a papá o no, será un día u otro día, y si lo llevan con quién me quedo.” El hecho de ver cómo se llevaban a su padre, o sin siquiera saber dónde estaba (puesto que a veces se los llevaban sin avisar), les afectaba psicológicamente. Además, como cerraban los negocios de sus padres, los niños sufrían porque no tenían dónde vivir;
también estos salían
perjudicados porque el Colegio Japonés, construido en Chiclayo en 1933, fue expropiado en 1942. Esto significó un impedimento para que una gran cantidad de niños descendientes de japoneses aprendan acerca de su cultura y les perjudicó en sus estudios. Por ejemplo en el caso de Alfredo Itabashi fue de la siguiente manera: “Todo estaba bonito, hasta que llegó la guerra mundial. Cerraron el colegio, yo ya no podía seguir estudiando. Como sabía japonés, y no sabía castellano, tuve que regresar a primero de primaria en Colegio Nacional.” (Linch, 1941)
Por otro lado, varios testimonios logrados por Rocca aseguran el autoritarismo y agresividad de las autoridades policiales que estaban a cargo de las operaciones antijaponesas. Sin embargo, a pesar que estos trataban cruel e injustamente a los japoneses, por órdenes de las jefaturas policíacas de Lima; los mismos pobladores lambayecanos se caracterizaban por demostrar todo lo contrario. Hubo varios casos de fugitivos japoneses que recibían apoyo silencioso por parte de ellos. Esta ayuda leal hacia ellos se puede comprobar con el mismo hecho de que algunos japoneses desde Chimbote y Trujillo vinieron hasta Lambayeque para ser refugiados.
A diferencia de las autoridades lambayecanas y de los mismos pobladores de otras ciudades, la gran mayoría de la población lambayecana, especialmente los indígenas y negros, mostraron su solidaridad para con los japoneses. En lugar de realizar saqueos, como los ocurridos en Lima; ellos se distinguieron por ofrecer su apoyo. Por ejemplo, Chikao Nakasaki Mayeda cuenta al respecto: “Mi papá tenía algunos amigos provincianos, por el negocio que había tenido (…) En la época de la persecución de los japoneses mi padre recibió el apoyo de sus amigos de la sierra.” Así como Chikao Nakasaki, muchos otros recibieron el apoyo de los indígenas porque casi 2/3 de los varones japoneses formaron una familia con mujeres indígenas; por esta razón es que las familias de estas mujeres ayudaron y protegieron a los japoneses. Del mismo modo, no debemos olvidar que, como los primeros inmigrantes japoneses llegaron para trabajar en labores agrícolas y haciendas azucareras desde 1899, estos tenían ya desde entones, amistades con los pobladores que trabajaban también en ello. Por último, tenemos el caso de Einoshin Hamada, quien recibió el apoyo de una familia de raíces negras; pues lo protegieron dándole alojamiento en una casa que se encontraba en un monte, de tal manera que los policías no lleguen a descubrirlo. Como es evidente, el trato amable y solidario que se distingue por parte de la población indígena y etnia negra es admirable. Mientras que el trato que recibieron por parte de las autoridades deja mucho qué desear, puesto q ue, además de no respetarlos, las familias de estos deportados salieron perjudicadas. Solo por seguir las órdenes desde las autoridades de Lima, que estaban a su vez influencias por la campaña antijaponesa de Estados Unidos, los policías locales causaron graves estragos entre la población japonesa en Lambayeque.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA Bethell, L. (2000). Historia de América Latina (Vol. 11). Barcelona: Crítica. Campo Rodríguez, J. (2012). El tercer Reich visto por Torre Tagle. Crónicas peruanas de la segunda guerra mundial. Lima: Asociación de Funcionarios del Servicio Diplomático del Perú. Delgado, J. (1992). Hispanoámerica en el S.XX. (Vol. 18). Madrid: Rialp. Linch, J. (1941). Números 143-144. Boletín del Ministerio de Relaciones Exteriores.