EN PRIMERA PERSONA
PROLOGO Desde muy chica escuché en mi casa y en la escuela hablar de la “Guerra de Malvinas”. Para mí, era una guerra más, como las españolas, las de Grecia, las guerras mundiales… Pero en mi familia se hablaba con frecuencia de Malvinas y se mencionaba a “ex comba entes”, algo que yo no entendía. A medida que fui creciendo, el 2 de abril en los actos escolares se recordaba que en 1982 nuestro país había intentado recuperar las Islas con enfrentamiento bélico pero que en junio nuestras tropas debieron rendirse ante los ingleses. Y hasta el año siguiente, no se volvía a tocar el tema. Como yo nací en 1986, a medida que fui creciendo me fui dando cuenta que los “ex comba entes” que nombraban estaban entre nosotros. Y la curiosidad pudo más y empecé a averiguar nombres, sobre todo en mi pueblo y más tarde en mi Par do. Y cuando tuve oportunidad de conocerlos, sen que estaba ante “héroes”. Pensé entonces que salvo unos pocos, nadie se interesaba demasiado por saber cómo se sen an, qué recuerdos tenían, qué soñaban por las noches, qué heridas llevaban consigo. Me interné en los si os web que contenían datos e imágenes y así nació “Malvinas 30 años”, un documental basado fundamentalmente en lo que sucedía en el con nente mientras los soldados peleaban en el frío sur. Este documental me permi ó dos cosas invalorables: conocer personalmente a los ex comba entes de Mar Chiquita y transmi r a los jóvenes que cursan su secundario el respeto y la admiración que se les debe a estos hombres que tenían su misma edad cuando fueron enviados a una guerra para mí sin sen do. No soy cineasta y mucho menos escritora. Sólo he reunido mis conocimientos y mis sen mientos, para brindar este homenaje a los que volvieron y a los que quedaron en las Islas. He entrevistado a cinco de ellos pero el reconocimiento va implícito a todos los demás. Les agradezco profundamente haberme abierto las puertas de sus casas y de sus corazones, dejarme ver cómo viven actualmente, habernos emocionado juntos ante vivencias que permanecían muy bien guardadas en el baúl de los recuerdos, haberme permi do contar la historia a través de sus protagonistas.
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“En primera persona” es simplemente eso: el relato de quienes hoy puedo decir con orgullo “mis amigos”, quienes nunca pretendieron “fama” ni “reverencias”. Tienen un pasado muy dis nto al nuestro: doloroso, inolvidable, heroico, pasaron de la adolescencia a la madurez sin escalas . Siempre llevaré conmigo las palabras de Miguel, diciendo “volvimos del viaje de egresados, nos dieron un fusil viejo y nos mandaron a la guerra”; las de Francisco “aún hoy, 31 años después, los fuegos ar ficiales me producen escalofríos”; las de Pablo contando “el calvario de la pos guerra”; las de Jorge diciendo “te estoy contando cosas que nunca conté a nadie”; las de Luciano “quiero que cuando muera la mitad de mis cenizas sean esparcidas en Malvinas” y las de Félix Imeroni recordando que “hay que honrar a los muertos, tanto argen nos como ingleses”. Igual que en mi primer documental, quiero cerrar diciendo que “Las guerras son la destrucción del espíritu humano”. Las Malvinas son argen nas y debemos seguir peleando por ellas. Pero no con armas sino a través de la palabra y la diplomacia. Por úl mo: MIGUEL RESSIA, FRANCISCO PRESTIA, JORGE MENDEZ, PABLO GARAGUSO, LUCIANO SORIA, FELIZ IMERONI, los quiero, los respeto y los admiro y a través de ustedes, a todos los que pelearon por nuestra soberanía en 1982. La historia más reciente. La que más nos duele. Carla M. Cruces 2013
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Pablo Garaguso
A fines de marzo del año 1982, yo me desempeñaba como Oficial Instructor en el Liceo Militar General Belgrano de la ciudad de Santa Fe y el 2 de abril nos enteramos, en la formación de la mañana, que la Argen na había tomado las Islas Malvinas. A par r de ese momento todos sabíamos que en algún momento nos podían citar para movilizarnos, para llevarnos a alguna unidad de combate para ir a las Islas. Eso ocurrió el día 7 de abril, en que fui no ficado que debía trasladarme a la ciudad de Buenos Aires, para incorporarme a la Escuela de Ar llería y de ahí tendría un nuevo des no. El 8 de abril, estando en dicha escuela, fui movilizado al grupo de Ar llería III, en Paso de los Libres y desde allí inicié la marcha hacia el Sur para luego pasar desde Río Gallegos hasta las Islas Malvinas. En todo el combate estuve con el grupo de ar llería III, que era comandado por el Teniente Coronal Balza, en mi posición de Oficial de Comunicaciones y Auxiliar de Operaciones, esto fue hasta el día 14 de junio, una vez después de la capitulación, pasé a quedar prisionero por un mes, hasta el día 14 de julio que regresé al con nente junto con el resto de oficiales, suboficiales y soldados que habían quedado prisioneros. Una vez que llegamos a Río Gallegos, el pasaje a las Islas empezó a tener problemas. No había medios para poder llevar todo el equipamiento de un grupo de ar llería hasta las Islas. Por lo tanto, se le dio prioridad al personal, los obuses y la munición. Llevando un solo camión y un jeep, dejando el resto del material a orden del Segundo Jefe que quedó en el Con nente. Al llegar a las Islas, una fría mañana de abril, nos encontramos con un panorama totalmente desolador. Recibimos las ordenes de cuál era la posición que debíamos ubicar y a duras penas con un solo cañón y un solo jeep, fuimos llevando las 18 piezas de ar llería hasta las dis ntas posiciones y empezamos a armar lo que sería nuestra zona de combate hasta tanto se dilucidase a manos de quien quedaran las islas.
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Esto se vio perjudicado en ciertas maneras porque todavía no estaba coordinado el abastecimiento a las unidades que iban llegando y estábamos agregados al regimiento del Coronel Seineldin en donde las condiciones de alimentación eran bastante escasas. Hasta que pudimos armar nuestro centro de abastecimiento y a par r de ese momento la situación cambió considerablemente, dado que el Teniente Coronel Balza organizó que el re ro de provisiones, municiones y combus ble, lo debíamos realizar los oficiales que tuviésemos algún po de conexión con lo que es la logís ca. Por tal mo vo, en mi carácter de teniente y siendo mi compañero el que daba las provisiones, era yo el encargado de ir a buscar las mismas y el oficial de Intendencia, ya que no teníamos oficial de Arsenales, iba a buscar la munición. Razón por la cual siempre, como es común en nuestra Argen na hacerlo, entre amigos nos ayudábamos un poco más y lograba traer una bolsa de harina más, una caja de dulces más, una caja de mermelada más y así podíamos lograr que los soldados , oficiales y suboficiales, una vez a la semana, conmemoramos los cumpleaños y eran festejados de alguna manera y entonces teníamos un frasco de dulce para poder festejar nuestros cumpleaños. El empo pasó normal hasta el 1º de mayo, en esa oportunidad ante el primer ataque de la aviación del Reino Unido, tomamos conciencia y dimensión de donde estábamos me dos. Las no cias nos llegaban por intermedio de algunas cartas que lograban llegar de nuestros familiares y de la radio que seguíamos escuchando. Pero todas estas no cias nos llamaban poderosamente la atención, dado que era como que todo iba bárbaro y nosotros veíamos que no era tan así. Con el correr del empo eso se fue acrecentando, tanto es así que el 13 de junio, un día antes de la capitulación, habiendo hablado por úl ma vez por radio con la familia de mi mujer, les manifiesto que iba a ser muy di cil volver a comunicarse porque ya todo estaba perdido.
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Esto se corroboró el 14 de julio cuando regresé, después de un mes de prisionero y al subir al auto de mi padre con mi hijo y mi mujer, mi padre me pregunta “¿Qué Pasó?”, hecho que me sorprendió y le dije: “¿Cómo qué pasó? No eran conscientes que todo se desmoronaba, que los ingleses nos tenían rodeados por todas partes” y ahí mi padre me da la versión que hasta el día antes de la capitulación, la no cia era que íbamos ganando y que las Islas iban a ser nuestras. Esto la verdad me sorprendió, luego recibimos la orden que no se podía hacer ningún po de declaración a ningún medio y que lo que había pasado quedaba nada más que entre las Fuerzas Armadas. Esto trajo como colación un montón de problemas a muchos de los que estuvimos en Malvinas, no solo por el stres del combate, ver caer a nuestros propios amigos, camaradas, soldados, suboficiales, sino haber soportado las inclemencias y el stres de estar prisionero y al regreso ser tratados como si fuésemos extraños y no las tropas que habían comba do. Con respecto a situaciones vividas, la más dolorosa fue la noche del 12 al 13, en que los ingleses y los gurcas atacan la posición del regimiento de Infantería 7, donde un muy amigo mío, el Teniente Alberto Ramos, el observador adelantado, el cual cayó en combate y hasta el día de hoy figura como desaparecido porque presumiblemente fue apuñalado y degollado y en esa oportunidad perdió su iden ficación por lo tanto jamás el Reino Unido lo pudo dar como fallecido a la Cruz Roja para que fuese comunicado. Otro hecho fue la mañana del 13, en que un fuego de contrabatería, osea de contra ar llería inglesa, pega en la posición de Ar llería 3 y ahí un suboficial que estaba en el puesto comando muere a consecuencia de la onda expansiva, hecho éste que golpea profundamente a todos porque la noche anterior habíamos estado todos juntos y uno ve como la muerte se transforma en algo corriente, que está al alcance de cualquiera de nosotros y que tenemos que dar gracias a Dios que pudimos regresar.
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Otro hecho que me ha marcado profundamente, fue que la noche del 11 al 12 del mes de junio, después de un fuego naval, cae herido un soldado de una unidad que estaba al lado nuestro. Ellos no tenían médico, yo llamo al médico de mi unidad, lo voy a atender antes que éste llegue con el jeep del Teniente Coronel Balza, para poder llevarlo al hospital. Lo doy vuelta, le coloco la mano en el pecho, que era donde decía que le había pegado la esquirla y la saco bañada en sangre, a lo que el suboficial me decía que la esquirla le había pegado por la espalda. Este hecho me llevó a la conclusión que yo pensé que la bala lo había atravesado, pasó el empo y estando ya en el otro des no, que fue en Corrientes, me toca a mí el honor de entregarle la medalla al herido en combate, a unos padres de un ex soldado que no se encontraba en corrientes – en Santo tomé precisamente- porque estaba estudiando en Buenos Aires , le entrego la medalla y luego en una recepción que se hizo para los padres, hablando del hecho y contando a los padres que nunca supe el nombre del soldado que atendí, ni que había sido de la vida de él, atando cabos, recordando a que unidad pertenecía y que día lo hirieron, nos enteramos que ese era el soldado que yo había atendido y que ellos eran los padres a los que yo les había entregado la medalla al herido en combate. El joven soldado se había sanado y la munición no lo había traspasado sino que había corrido por su cos lla y le estaba saliendo por la te lla izquierda, hecho que le salvó la vida y que hoy, creo que ya está casado, ene hijos y lleva una vida normal. Como dije anteriormente estuve prisionero un mes, el hecho fue el 14 después de la capitulación en horas de la tarde, nos ordenan que debiéramos marchar hacia la zona del aeropuerto. Así lo hicimos, en esa oportunidad y antes de salir destruimos las úl mas unidades de ar llería que nos quedaban, para que fuesen inú les y en nuestra marcha debíamos entregar todo el armamento, salvo los oficiales que podían seguir teniendo consigo nuestra arma reglamentaria, una pistola browning 9mm.
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En horas de la noche, ya estando en el aeropuerto, nos ordenan que debíamos volver hacia Puerto Argen no para embarcarnos en el Camberra, en el camino nos informan que los ingleses estaban sacándonos las armas personales para tenerlas como recuerdo. Tomando conocimiento de esto y antes de entregarle mi arma a un inglés, procedí a desarmarla y a medida que caminaba la iba arrojando al mar. Esto fue así, a los pocos kilómetros nos de enen y nos preguntaban donde teníamos las armas y respondíamos que ya las habíamos entregado. Llegado a Puerto Argen no, se ordena embarcar a los soldados, después los Suboficiales y luego los oficiales. Dejando como prisioneros a los oficiales más an guos, en los cuales a mí me tocó pese a ser Teniente. Esa noche la pasamos en una casa abandonada, custodiados, y al día siguiente nos trasladaron en unos helicópteros hacia la Bahía de San Carlos, en donde fuimos alojados en lo que era un viejo frigorífico abandonado conver do en un campo de prisioneros. Durante la permanencia en ese lugar, las condiciones violaban la convención de Ginebra, recibíamos una sola comida caliente al día y a la mañana y a la noche, un jarro de té con leche con una galle ta. Las condiciones sanitarias no exis an, lo único que había era un tambor de 200 Litros cortado horizontalmente, el cual detrás de unas cor nas, una vez que se llenaba con nuestros desechos orgánicos, eran re rados. No había camas, no había nada… cada uno se había quedado con una manta o con una bolsa de dormir y era lo único que teníamos. Comunicada la Cruz Roja Internacional, como la violación al trato de los prisioneros de guerra, fuimos trasladados después de 15 días, a un barco civil en donde por lo menos podíamos bañarnos y afeitarnos. La comida siguió siendo igual y la Cruz Roja protestaba pero la ecónoma inglesa decía que, por la ac vidad sica que realizábamos, eran más que suficientes las calorías que recibíamos. Quiero aclarar que en el mes de prisionero bajé 10 kilos, lo que no había bajado en todos los días de combate, dado que la unidad en todo momento y hasta su capitulación, estuvo abastecida al 100%.
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A mi regreso, todos tuvimos 30 días de licencia, luego volvimos a nuestras unidades y ahí empezó el calvario. Empezamos a ver que ya no éramos los mismos de antes, que ya no soportábamos lo mismo que antes, que ya ciertas circunstancias de la vida co diana nos afectaban profundamente, sobre todo lo que tuviese que ver con la parte sen mental y que aquellos que enfrentaban a nuestros superiores, uno a uno y paso a paso iban siendo descartados de la vida militar. Así le paso a muchos de mis compañeros y seis años después me tocó vivirlo a mí, siendo suspendido en un ascenso y luego ante ciertas circunstancias me pasaron a re ro por estar desadaptado a la vida militar. Eso dio como colación que inicie un tratamiento en el cual se me informó que yo tenía un trastorno post traumá co a consecuencia de la guerra. Esto se debió sobre todo a que en ningún momento, a los que volvimos después de un mes de prisioneros, no tuvimos el adecuado apoyo psicológico para poder superar los trastornos de un conflicto bélico. Con respecto a la decisión de la Toma y el conflicto, considero que la toma fue un hecho necesario pero con respecto al conflicto armado considero que, el Gobierno Nacional come ó un error estratégico y polí co terrible, la Argen na no estaba capacitada para enfrentar a una potencia mundial, hubiese sido mucho más conveniente haber logrado y aceptado habernos re rado de las Islas y haber pedido que los cascos azules, osea las Naciones Unidas, tomasen las Islas y pedir un Gobierno tripar to compar do con Inglaterra, hasta tanto en los fueros internacionales se discu era a quien pertenecían las Islas. Hoy en día, así no lo hubiésemos logrado, nuestra bandera seguiría ondeando en las Islas y tanta gente, tantos jóvenes, tantos Oficiales, tantos Suboficiales, tantos Soldados no hubiesen caído y tantos no tendríamos que estar, soportando todavía hoy, las consecuencias y los recuerdos de una triste y aventurada locura. Como muchos de los que me conocen sabrán que soy un po alegre, feliz, que he logrado superar los problemas de la guerra, creo que soy un po feliz, contento de mi vida, de mis hijos, de mis nietas y de la vida que llevo.
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Con respecto a la situación actual, en relación a las Islas, considero que la Argen na sea la banderia polí ca del país gobernante de turno, debe seguir luchando en todos los fueros internacionales para reconquistar ese territorio nuestro que fue usurpado, no porque estaba desocupado, sino que fue atacado y ocupado por Gran Bretaña. Con respecto a la ac tud de los Kellpers, no me extraña en absoluto el referéndum, tanto es así que para conocimiento de todos ustedes les quiero decir que la capitulación fue el 14 de junio a las 14 Hs. Y a las 14,05 Puerto Argen no estaba embanderado con banderas inglesas. Debo aclarar también, que hasta un avión de combate inglés, atacó la única capilla Católica Apostólica Romana de la Isla. Ellos son protestantes, no reconocen a nuestro PAPA, no van a querer ser argen nos y van a querer ser siempre Kellpers porque es lo que son y son los que ocuparon las Islas violentamente, por la fuerza e ilegalmente. A las Islas voy a volver solamente cuando sean Argen nas, me sería muy di cil en el día de hoy, aunque ganas no me faltan de ir y colocar una flor como tengo que poner todos los 13 para mi compañero, en todos los cenotafios donde me ha tocado estar, pero me sería muy di cil el tener que ir y tener que presentar un pasaporte para entrar en territorio nuestro. -
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Francisco Pres a
En el Año `82 tenía 18 años, era soldado y me encontraba dentro del batallón. Cuando pasa el tema Malvinas estaba por venirme de baja, salir del batallón y sucede la toma de Malvinas que es dirigida por el Norte del País. Entonces no logro salir de ese lugar (del batallón), nos dicen al segundo o tercer día de ya tomadas las Islas Malvinas, que nos volvían a incorporar, nos vuelven a dar todo el equipamiento, que no íbamos a abandonar el batallón y de ahí nos llevó más o menos nueve días equiparnos, yo estaba en ar llería, pesar todo para subirnos a un avión que nos traslade a la Isla. Al noveno día aproximadamente es cuando ya nos trasladamos a las Islas Malvinas. Hice el servicio militar durante doce meses, sin jamás tener franco. Yo nací en Avellaneda provincia de Buenos Aires, cuando llego a Río Grande, Tierra del Fuego, me entero que el batallón está cas gado que jamás iba a volver de franco a ver a mi familia por doce meses. Asique el impacto de Malvinas, en mi situación fue tomado entre comillas, mal y no tan mal, porque seguía estando anclado, era que me iba a ir pero que quedaba todo suspendido. Hice toda la instrucción, si bien fuimos con cosas argen nas en muy mal estado, cosas que eran de la Segunda Guerra Mundial, pero lo bueno es que yo había hecho toda la instrucción, fue un batallón el “Infantería de Marina Nº5” que fue destacado, hay un libro escrito por el Comandante y Subcomandante, que cuenta todo lo que hemos vivido. Llega el noveno día, nos embarcan, llegamos a la Isla tranquilos, el armamento viajó a parte. Pasamos una noche en el Aeropuerto, a la intemperie, al otro día nos llevan a un lugar que íbamos a ocupar, donde íbamos a preparar la defensiva y así fue los primeros movimientos que hicimos. Una vez llegado a la Isla y ubicados, armamos las posiciones, fueron armadas precarias porque armamos las carpas, porque se tenía el obje vo que era una ocupación y que iba a haber un reclamo y nos re rábamos. Entonces llegamos, armamos las carpas, se escuchaba el dicho clásico de todos los veteranos de guerra “Acá no va a venir nadie”.
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Todo estaba despejado, eran cerros, montañas, pero no había árboles, había muchas piedras, viento. Pero el 1º de Mayo ya se nos empezó a borrar la sonrisa, atacan el Aeropuerto (que es lo clásico), ya venían en camino. Intentan destruir Puerto Argen no y ahí tomamos consciencia que ya se habían acabado “las vacaciones”. Empezamos a cavar las posiciones, se empezaron a desarmar las carpas, los problemas con los que nos encontramos fue que brotaba el agua y muchas piedras. Como yo estaba en Ar llería, la ar llería u liza una placa base, que es para que el mortero se asiente (es muy grande), para poder disparar, entonces nos traía miles de trastornos, si eso se llegaba a mover podíamos terminar en una tragedia. Después cuando hacemos las posiciones brotaba el agua y se inundaba todo, teníamos que cuidar las municiones que no se mojen. Otro de los problemas era la turba, está mezclado con petróleo (la erra es muy rica), no podíamos hacer fuego. La mayoría hacíamos fuego, no durante el combate pleno. Entonces se prendía la turba, no se veía ese fuego y llegaba a los cajones de municiones. Hemos visto compañeros, de otros lugares y escuchado historias que han volado por el aire. Ahí comienza la odisea de soportar el frío, de soportar la lluvia, lo que se llama ablande -cuando ya los buques se empiezan acercar de noche- a quien molestan es a la Ar llería, no quieren que esté instalada en la Isla. El ablande es disparar toda la noche a todos, entonces uno empieza como un reloj, cada vez que yo disparaba, es una vuelta que pasa el buque y dispara. Después ene que ir a dar una vuelta y cambia la deriva y vuelve a disparar. Nos quedábamos quietos, para tener una idea, un proyec l explota a un metro del piso, eso se desfragmenta todo y es lo mismo que ver un campo arado. De noche es un fuego ar ficial, porque esos pedazos o fragmentos salen como los fuegos ar ficiales. Un pedacito de ese metal hace un agujerito por donde entra y cuando sale por atrás desarma todo, si agarra a alguien lo desintegra. Bueno después del ablande, esperábamos que empezara el desembarco. Llegó el día, bajaron en San Carlos, ahí tomamos consciencia que empieza la avanzada, nos empiezan a atacar aviones, no dormíamos por la noche porque muchas veces quedábamos con el mortero a la intemperie y bajo la lluvia.
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Disparábamos iluminante a las compañías de radores que estaban en el frente, porque venían observadores adelantados ingleses. Durante día y noche rábamos municiones de guerra. Hasta que empiezan a avanzar, cada vez era peor, fue estresante porque nos empezamos a dividir en grupos, porque no comíamos no dormíamos, no nos bañábamos, durante esos tres meses nos bañamos dos veces. Todo eso llevó a la desunión entre compañeros, si bien estábamos todos juntos se habían armado dos grupos. Dentro de mi sección no falleció ningún compañero, sí hubo heridos, pero ninguno de fallecimiento. Agotamos municiones, fue un batallón que se destacó porque nos defendimos como pudimos, ayudamos a una compañía de radores a retroceder porque nos comunicábamos por cable, luego esos cables se cortan por los bombardeos quedando una sección de radores abandonada, se logran comunicar con nosotros y fuimos, nos acompañaron a proyec les (los ingleses) hasta adelante y nos trajeron a proyec les hasta Puerto Argen no. Es decir, la Guerra terminaba en Puerto Argen no, Había que llegar ahí. Lo que más tristeza me dio de lo que vi, además de los compañeros muertos, quedo una noche en Puerto Argen no, ya con los ingleses cambiando las banderas, todavía estábamos con el armamento en mano. Nos empiezan a dar comida, los argen nos, había galpones con alimento adentro pero teníamos el estómago tan cerrado que era más ropa que lo que estábamos gordos, nadie tocaba la comida. Pasamos esa noche en Puerto Argen no y al otro día nos llevan al Aeropuerto, es un único camino, donde nos esperaban los ingleses, entregábamos las armas y en el Aeropuerto desarmamos una pista de aluminio, vaciamos tambores de combus ble de avión – la locura con 18 años – ya estábamos solos, los oficiales y suboficiales estaban aparte y con eso que armamos teníamos que pasar la noche. Encuentro un soldado en una carpa, llena de medicamentos, que estaba armada en el Aeropuerto, con un tarro de dulce de leche roto. Entonces comencé a hablarle le pregunte si necesitaba ayuda , estaba bien pero perdido, me a el dedo en el tarro de dulce de leche roto… rado arriba de todos los medicamentos . No pude hacer nada, no tenía a quien recurrir para que lo ayuden porque no había nadie.
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Otro de los recuerdos que tengo de la guerra es ir dos veces, en descanso, a Puerto Argen no y ver como Infantería de Marina comía comida sólida y ver la cocina del Ejercito al lado de Infantería y le daban caldo. Tenían que cruzar una calle, había mucho viento y los compañeros iban con el plato, mientras yo comía lo solido veía como se les volaba la sopa. Esas cosas no te las podes olvidar más. Fue una locura que salió mal, si bien respeto todas las decisiones, LAS ISLAS MALVINAS SON ARGENTINAS, porque está comunicada por plataforma submarina y por cercanía. Días antes del 1º de mayo, nos hacen rar tres ros a cada uno. Mi fusil no funcionaba, se trababa, estuve cuatro días sin armas. Recibimos uno con mira nocturna, que se la queda el Teniente, entonces al tercer o cuarto día me da su fusil. Pero así se hizo a la Argen na, se defendió, se van a escuchar miles de historias, esta es la mía. Sufrimos mucho, lo único que teníamos 18 años, si hoy lo tuviera que hacer creo que al segundo día me quedo sin vida. Una de las cosas más duras que viví, fue un ataque nocturno y tuvimos que hacer fuego y llovía. Estuvimos toda la noche bajo el agua, al otro día Había una casa cerca- agarramos un tambor de 200 litros, empezamos a arrancar maderas de la casa (con autorización del Teniente a cargo), prendimos fuego y nos pusimos al lado del tacho, nos secamos con la ropa puesta. Durante la guerra fueron muy pocas las cartas que recibimos y las que podíamos escribir. Las que recibíamos estaban censuradas, en algunos párrafos tenía un fibron negro arriba del texto, buscábamos a trasluz, durante el día, tratando de descifrar que decía debajo de eso. Cuando nosotros escribíamos no podíamos cerrar los telegramas, los debíamos entregar. Cuando vuelvo de la guerra y mi mama me muestra las cartas, tenían el mismo fibron. Pasado unos días también nos quitaron la radio, entonces la única información que recibíamos de cómo iba la guerra era el teniente que durante el día salía y gritaba “Vamos Ganando” nos informaba de las bajas inglesas… era todo un manejo, esto nos enteramos cuando perdimos la guerra.
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Cuando termina la guerra, quedamos prisioneros en el Aeropuerto, al quinto día nos sacan los ingleses, nos traen al pueblo otra vez, nos ponen a limpiar casi por dos días, la suciedad alrededor de las casas. Al tercer día nos suben a una planchada de noche, una barcaza, todos manos a la nuca, agachados al descubierto, nos daba gracia (a los 18 Años), decíamos acá nos sacan al Océano, “no la contamos más”. Nos sacan con el “Almirante Irizar” el rompehielo, pintado de naranja (buque hospital). Un inglés que hablaba perfectamente el castellano, nos dice “Muchachos tranquilos se van a casa”. Bajamos al “Irizar”, nos reciben cordialmente, nos atendieron muy bien y ahí emprendemos el retorno desde Islas Malvinas hasta Ushuaia. El recuerdo que tengo es que dormí cerca de la sala de máquinas, dormíamos en calzoncillos porque hacía mucho calor, comimos choripanes, fue mi primer baño. Llegamos a Ushuaia, había gente esperándonos, aplaudiéndonos. El recuerdo que tengo que la gente nos aplaudía, nos daba revistas y subimos a un camión que nos llevó desde el Puerto hasta el Aeropuerto y me acuerdo que lo que yo sen a era vergüenza, mientras la gente aplaudía yo me escondí, me fui al fondo del camión porque yo esperaba el “tomatazo”. Nos bajan en el Aeropuerto, nos siguen dando comida, subimos a un avión desde Ushuaia a Río Grande, me acuerdo el placer de pasar las nubes y ver el sol. Llegamos al batallón, nos hacen una revisación médica ocular y verbal, nos piden que declaremos a lo cual yo me niego. Recuerdo que me quedo acostado en una cama en un gimnasio. Dormí todo el día, me desperté desorientado. Me levante y me fui a la compañía, había un oficial que yo conocía, le pedí que no me molestara para nada y me acosté, no tenía ganas de nada. Empecé a escuchar los mismos procedimientos del Batallón, el toque de comedor, cuando se bajaba la bandera, pero nadie los hacía. Al otro día me escapo por un puesto de guardia y me voy al pueblo, quería ir a comer. Antes de ir a Malvinas, yo llegué a cobrar la plata y la tenía en el overol, los ingleses no la detectaron.
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Fui, me senté, me pedí una milanesa completa y no llegue a comer ni un cuarto, no me entraba… tenía tanto hambre y no podía comer más. Al quinto día nos piden que entreguemos todo, los documentos del Ejercito, cubierto, etc. Hubo compañeros que se guardaron cosas, yo entregué todo, no quería nada solo volver a mi casa. Ese mismo día llega un boing707 de Aerolíneas Argen nas sin asientos. Entramos por un portón gigante del avión y nos sentamos uno adentro del otro, éramos un embudo humano todos agarrados de una cinta ancha. Nos pidieron que no fumáramos porque en la bodega llevábamos municiones. Teníamos mucho miedo, yo miraba para atrás y los úl mos que veía los veía en el piso, miraba para adelante y parecía que los primeros iban en las nubes. En río Gallegos bajaron las municiones, nosotros teníamos mucho calor porque ya no nos abrían el portón. Luego par mos para Ezeyza, no sabíamos que era lo que nos esperaba. Cuando llegamos nos esperaban unos colec vos, yo tome el micro que iba a Cons tución, ya que vivía en wlide, Avellaneda (A algunos compañeros los recibieron los familiares, pero eran muy pocos). Nos bajamos en Cons tución, junto con otros compañeros que se iban a las provincias y en ese lugar nos encontramos con soldados que estaban haciendo la Instrucción de Infantería Marina y ellos no podían creer que éramos soldados que veníamos de Malvinas. Me despedí de todos y tome el colec vo 17, llego ya amaneciendo a mi casa, golpeo la puerta y me reciben mis padres junto con mi única hermana. Fue muy fuerte ver a mi mama delgada y a mi papa muy desmejorado. Luego de desayunar, decidí bañarme – cuando me afeitaba en el batallón el espejo era muy chiquito y no podía verme el cuerpo entero - y pude después de tres meses verme en un espejo grande… me miraba y me miraba y no lo podía creer, me veía las cos llas. Me inundó tanto el dolor, que me largue a llorar. Estuve engañado por la ropa, yo creía que seguía gordo porque cada vez nos daban más ropa. Recibí mucho cuidado de mi padre y de mi madre, no tenía trabajo. Me traían el desayuno a la cama, no salía de mi casa. Me despertaba de noche esperando la trompeta, los recuerdos.
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Mi papa empieza a sacarme a la calle, me decía que no podía quedarme encerrado. Yo seguía con mucha vergüenza por haber perdido y le pedía que no le contara a nadie que era un ex comba ente. Pero salíamos y siempre decía “Mi hijo recién llega de Malvinas” y me clavaba un puñal, porque la pregunta era: “¿Estas herido? ¿Mataste?”. Consigo mi primer trabajo, en una empresa de servicios fúnebres. Cobro mi primer sueldo y lo invierto en una carabina, se me dio por ahí… Por las noches hacía guardia, extrañaba el arma en la mano. No quería matar a nadie, pero me sentaba en la cama y no dormía y me quedaba con el arma en la mano. Después empecé a tener los primeros síntomas, empiezan las tormentas, los relámpagos… eso era un puñal, porque era lo más allegado a un bombardeo. Después compre más armas, empecé a ir al polígono de ro. No tuve reacciones violentas, pero a par r de la guerra empecé a defender mas todo lo mío. Una de las anécdotas feas que me entero ya estando en mi casa es que, yo estando en ar llería Mortero 106, estaba detrás de una colina, uno ra pero no ve donde ra… uno recibe órdenes y le está rando al enemigo. Los ingleses ya se encontraban sobre el batallón, uno de esos disparos que hacemos nocturnos, nos piden rar fuego – uno se da cuenta cuando el enemigo está cerca porque el mortero se empieza a elevar- hemos hecho can dades de disparos de alto explosivo, se escuchaban gritos de “Viva la Patria”. Pero ya estando en mi casa un amigo me cuenta que habíamos realizado fuego sobre propia tropa. Me explica que los ingleses habían pasado por encima a la tropa y al Teniente no le quedó otra que pedir “FUEGO SOBRE PROPIA TROPA” para sacárselos de encima. Sin saberlo yo ré, les quite la vida a los ingleses pero también quite vidas argen nas, me hago cargo y no me lo perdono. Una vez me invitaron a un canal de televisión y una madre de un soldado fallecido, me abraza. Por alguna razón de todos los ex comba entes que estábamos ese día me eligió a mí. La abracé y lo único que pasaba por mi cabeza era pensar “¿Si le quite la vida a su hijo?”. Luego de muchos años volví al batallón, necesitaba saber que había pasado. El Teniente niega que en ese momento murió alguien.
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Luego de varios meses empezamos a reunirnos con ex comba entes. Los psicólogos éramos nosotros mismos, quienes nos ayudábamos, íbamos a pescar. Siempre aparecían las historias que cada uno había vivido en su sección. Hoy en día seguimos juntándonos, hemos hecho una hermandad muy grande. Hoy tengo 50 años y sigo creyendo que las Malvinas son Argen nas. No comparto que el soldado o militar que haya par cipado de la Gesta, vaya a visitar las Islas Malvinas. Si estoy de acuerdo en que un civil argen no viaje a las Islas, pero debe ser consciente que va a entrar como un extranjero. Pero yo hasta que no vea las dos banderas o la bandera Argen na (por respeto a los que murieron y a sus familiares) no me acercaría jamás a las Islas. Mi vida con nua, sé que he perdido muchas cosas por los trastornos que me trajo la guerra. Agradezco a todo el pueblo Argen no, porque gracias a ellos vivo y si hay una macana hecha de esto, la sigue pagando el pueblo. Nos matamos entre seres humanos, ninguno de los dos ganó.
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Miguel Ressia
El 2 de abril de 1982, me encuentra haciendo la instrucción del Servicio Militar Obligatorio. Estábamos prestos a salir al primer franco, era en Semana Santa, cuando nos llega la no cia. Suspenden esos francos, hasta ese momento la instrucción militar era muy básica, era correr por el campo, cardos, incluso había maltrato pero vida militar “cero”. No sabíamos manejar armas, nada. En ese momento se asigna el rol de combate a cada uno, se nos alista para par r. Se nos da el franco pero volvíamos al otro día, salíamos a las 6 de la tarde y a las 6 de la mañana teníamos que estar de vuelta. Así estuvimos un par de días hasta que el 12 de abril par mos rumbo a Comodoro Rivadavia. Ahí estuvimos unos cuatro días y el 16 de abril par mos de ahí y llegamos a las Islas. En mi caso a las Islas Malvinas las pisé ese día a las 10 y 30, 11 de la noche. Ahí acampamos, hicimos noche cerca del Aeropuerto y así comenzó mi llegada a las Islas. Mi primera impresión la tuve recién al otro día, cuando ya vimos la luz del día y vimos donde estábamos porque como llegamos de noche, acampamos en la oscuridad, no teníamos mucha referencia de lo que pasaba ahí. Ya al otro día vimos el lugar, como estábamos cerca del Aeropuerto, tuvimos que volver a buscar el armamento, municiones y cosas que habían quedado. Ya después se asignó a cada sección de las baterías, una ubicación dentro de las islas. A mi me tocó quedarme en el Aeropuerto, defender la pista. La impresión era rara, no teníamos mucha idea a que íbamos, nos ubicamos en los lugares pero era mucha juventud la que teníamos encima entonces no llegábamos a tomar dimensión de lo que se venía. Era muy inocente lo nuestro, era un campamento… un viaje de Egresados acampando en las Islas Malvinas, porque era la edad que teníamos 18 o 19 años recién habíamos salido del Secundario y nos encontramos ahí, Sin instrucción, porque la que habíamos tenido no era una instrucción importante, de hecho la u lización de armas y de cañones los aprendimos en el propio si o de combate, en la batalla. Asique no estábamos bien instruidos militarmente hablando, éramos muy novatos en eso.
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Hacía un mes que habíamos entrado en el Servicio militar (el 8 de marzo) y el 16 de abril ya estábamos ahí en las Islas preparándonos para recibir al enemigo. Enemigo que llegó el 1ro. de mayo, el primer bombardeo, que justamente fue en el Aeropuerto y eso si fue un despertar importante. Ya no era más el juego del campamento, ahí eran bombas de verdad, un enemigo de verdad asique había que aprender a sobrevivir fundamentalmente porque era vida o muerte ahí, no había otra. Crecimos de golpe, toda la inocencia que habíamos llevado la tuvimos que dejar de lado y hacernos hombres, hacernos fuertes… costó mucho, no era fácil darse cuenta de lo que estaba pasando y no teníamos una instrucción real, éramos adolescentes y teníamos que rar ros para salvar nuestras vidas. “es una cosa de locos”, uno lo plantea en la vida de hoy (tengo un hijo de 18 años) y me parece una locura. Pero es la locura que me tocó vivir… la vivimos como pudimos, dimos lo mejor de nosotros. nosotros. El trato entre los compañeros era de amigos, de hermanos, éramos unos solo. Si bien nosotros éramos nueve (en mi posición), nos hacíamos uno solo. Teníamos que cuidarnos entre nosotros. El trato con los Superiores no era el adecuado hacia nosotros, no nos trataron bien. No me gustó para nada como nos trataron, ni el desempeño que tenían, no los vimos ni siquiera a ellos preparados militarmente, muchas dudas, mucho miedo (es normal que uno tenga miedo), pero ellos eran nuestros jefes y nosotros pretendíamos un respaldo mayor que no lo vimos. Las guardias y los momentos crí cos, éramos los soldados los que estábamos afuera del pozo y eso en mi posición, yo lo firmo y lo viví… no me lo contaron. Que puede haber habido casos que tuvieron buenos jefes, puede ser, seguramente , en mi caso en la posición que estuve (Segunda Sección de la Bateria “B” Gada Nº601, mi jefe no merece mi respeto ni el de mis compañeros. El trato con los británicos, no se puede decir que fue cordial, simplemente correcto. Ni ellos nos molestaban, ni nosotros lo molestábamos a ellos, era una convivencia pacífica luego del Alto al Fuego. La cruz roja también mediaba mucho en eso, no permi a que hubiera abusos ni excesos, controlaban mucho esa cues ón.
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Los ingleses marcaron unas pautas, nosotros las cumplíamos y todo salía normalmente, las armas había que entregarlas y por ahí uno se ha querido traer algo, un arma escondida y lo han descubierto, si seguramente no lo trataron bien. Las pautas eran no cargar armas al barco cuando estábamos prisioneros pero siempre hemos querido tener algún recuerdo… si las pautas no se cumplían había algún cas go, pero si uno se manejaba correctamente el trato era correcto. Con relación a la comida, era un tema dentro de lo que era la guerra. El clima y el estado de tensión hacían que uno no comiese. Nosotros estábamos en el Aeropuerto, ahí casi todos los días llegó el carro de la comida, como había tantos bombardeos, muchas veces iba y se volvía, no alcanzaba a llegar al Aeropuerto. Teníamos que comer unas viandas que llegaban, bastantes pobretonas, pero de todos modos el tema de la comida era que uno vivía en estado de tensión, mojado, en estado de alerta, no dormía bien, capaz que necesitábamos nutrirnos con otros alimentos y era una sopa con fideos, algún pedazo de carne al que le tocaba, no era un plato para decir “Con esto ro todo el día” y había que rar todo el día con eso… entonces por eso fuimos bajando de peso muchos y después bueno, las bombas, el frío, etc. provocan un desgaste mayor y los bombardeos generalmente, se ubicaban dentro de los horarios de alimentación, al mediodía o a la nochecita y a la noche, que no podíamos dormir, entonces era sistemá co todo eso del bombardeo, más allá que nos fueran a pegar o no con las bombas , el hecho que cayeran ya provocaba el tener que levantarse, dejar de dormir, dejar de comer y eso era un desgaste mayor. Más allá de pretender los ingleses, “embocar” los ros, lo que querían era mantenernos nerviosos. Era un bombardeo sistemá co y en el Aeropuerto era tremendo. En el Aeropuerto, la pista estuvo transitable todos los días de la Guerra. El úl mo vuelo bajó el día 13 y el 14 fue el Alto al Fuego. La tarea que fuimos a cumplir, que era proteger la pista, se protegió. Los bombardeos ya no eran tan certeros, porque los aviones iban a una altura para que nosotros no podamos acertarles pero ellos tampoco podían hacer buenos blancos.
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Tiraban las bombas desde muy alto y daban en cualquier lado, pero creo que el obje vo era rar y rar para desgastarnos, aniquilarnos psicológicamente, sicamente, no almorzar, no cenar, no dormir y a la larga te va debilitando. Así como lo viví yo supongo que en todos los lugares era igual, los bombardeos eran constantes en horas claves, te pegaran o no las bombas en los blancos, era rela vo, lo importante para ellos era debilitarnos. Con relación a la información que nos llegaba, de cómo íbamos o cómo estaba la situación, teníamos la posibilidad de escuchar Radio Carve de Uruguay y alguna otra radio que la frecuencia llegaba, hasta LU6 hemos llegado a escuchar. Nosotros escuchábamos cosas y decíamos “No es tan así”: que ya los rábamos al agua. Y nosotros estábamos ahí y teníamos que cada vez los teníamos más cerca, no nos cerraba mucho la historia. Por parte de nuestros jefes también nos “Vendían” la imagen “Estamos Barbaros” “Ya le bajamos 40 aviones, 80 barcos” “quedan solo dos o tres ingleses en la isla”, nosotros sen amos que las bombas caían cada vez más cerca y decíamos NO esto no es así, no sé cómo es la historia de ir ganando peor acá parece que no vamos ganando, porque cada vez estaban más cerca. Estábamos resis endo, si, resis amos todo lo que podíamos, pero la información que nos llegaba no era la certera. Como después me fui enterando, acá también había una imagen que se vendía al País, como “Estamos barbaros”, que estábamos “gorditos”, que estábamos ganando y la realidad era otra. Igual en endo el tema de la información, no se podía contar la historia tal cual era, porque bajaban los ánimos, yo cuando escribía cartas a mi familia también les decía que estaba bien, que los combates eran lejanos a donde yo estaba. Pretendía no atemorizar a mi familia, entonces también yo “Vendía” una información que no era la correcta. El tema de manejo de información es rela vo, no tomo como malo que hayan hecho ciertos informes, que nos tuvieran en estado de “Vamos bien”, “Estamos Fuertes”, porque si encima que estábamos con frío, con hambre, con sueño, te dice “No, tenemos para dos o tres días”, podes llegar a entregarte o bajar los brazos y lo que no había que hacer es eso, porque donde bajabas los brazos eras “Boleta”. Había que estar fuerte y en eso, el nuestro era un grupo fuerte, yo por ahí por carácter los tenía un poco en jaque a mis compañeros, pero creo que eso sirvió, mantener el espíritu del grupo arriba, nos hacía tolerar todas esas cosas que no eran gratas. Hubo que salir delante de la muerte de un compañero, estábamos en el pozo y salió a buscar la comida, explotó una bomba y se murió. Había que hacerse fuerte y salir delante de esa situación, no es fácil que uno que había dormido al lado tuyo hoy estaba muerto, y te toca ir a enterrarlo, como me tocó a mí.
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Fuimos dos soldados, Guillermo y yo, después algunos enfermeros que yo no conocía. Lo enterramos en el cementerio de Puerto Argen no, hoy su cartelito figura en Darwin, yo lo enterré en Puerto Argen no, no se que es lo que hicieron si lo sacaron y lo llevaron. Había que recuperarse de todo eso, uno a veces ene que hacerse fuerte hasta creerse que todo está bien para poder salir adelante, si te entregas te vas cayendo y te termina liquidando. Ya veníamos viendo que la situación iba empeorando, los úl mos dos días fue mucho el bombardeo que recibimos, mucho, mucho. Ya no eran solos los aviones nada más, ya era de erra a erra, asique teníamos: erra a erra, aviones y mar a erra, nos raban de todos lados. Y a su vez nosotros rábamos mucho también, los dos úl mos días fueron tremendos. Ya a la noche previo al Alto al Fuego, pensamos que no contábamos el cuento, las bombas caían muy muy cerca, nos caían esquirlas encima, era bravo. Hasta que al otro día amaneció y ya se empezó a correr el rumor, por el silencio que se tornó, parecía que se había producido un cese al fuego (o momentáneo). Hasta que nos enteramos que se había capitulado, se había firmado el pacto de no agresión o rendición, asique nos replegamos a la ciudad de Puerto Argen no y todas las tropas fueron arribando a Puerto Argen no. Destruimos el material bélico, los cañones, los radares los destruíamos para que no fueran re-u lizados por ellos. Estuvimos un día que había ingleses con armas, nosotros con armas, era muy rara la situación, convivíamos en la misma ciudad con ellos, nos cruzábamos constantemente. Nos pidieron que a ninguno se le ocurriera hacer nada al respecto, pero estabamos con las armas. Así estuvimos un día y medio hasta que nos dieron la orden que fuésemos al Aeropuerto, que nos iban a embarcar y nos volvíamos. Salimos para el Aeropuerto y a mitad de camino nos hicieron entregar los fusiles. Los desarmábamos, yo lo entregué roto, el mío de por si no andaba. De Puerto Argen no al Aeropuerto había 8 km. Que hicimos en fila caminando, al llegar acampamos, pasamos la noche, ahí me encontré con Jorge Méndez, ya de prisioneros y después lo volví a ver en Vidal, pasó mucho empo que no supe nada de él. Ahí también dejamos los cascos, se formó un campo lleno de cascos y nos avisaron que volviéramos a Puerto Argen no que nos iban a embarcar en otro barco. Cuando estábamos en el muelle no dicen que no, que íbamos a tener que esperar unos días más. Ahí nos meten prisioneros en un galpón, pasamos dos noches ahí, un galpón de ovejas.
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No había bebida, no había agua no había nada. Había algunas cosas para comer pero eso te producía sed, asique fueron medio di ciles esos dos días. Con la comida eran muy correctos, cada doce horas una comida. Después de esos dos días nos embarcan en un barco de turismo inglés, que estaba preparado para llevar tropas, los vidrios estaban todos tapados, nosotros no podíamos ver nada. Salimos de Malvinas el 19 de Junio, arribamos a Puerto Madryn, después al Aeropuerto de Trelew, Palomar y de ahí nos dejan en las Escuelas Lemos y Sargento Cabral (a mí me toco en la úl ma). Estuvimos dos o tres días más, nos dieron ropa, nos hicieron bañar, nos alimentaron, nos dieron charlas sobre no hablar sobre Malvinas, tuvimos que firmar papeles que habíamos sido bien tratados, que todo había sido bárbaro en las Islas, que comimos bien… y si… lo firmamos, lo único que queríamos era venirnos a casa, veníamos del infierno. Luego de eso par mos en tren, en clase turista, asiento de madera (era tres por asiento que teníamos que ir sentados, no me olvido más de eso) y en cada pueblo se iba deteniendo el tren. Yo me acuerdo que quería llegar a Vidal y realmente se paró el tren, mucha gente hubo, de Buenos Aires hasta Vidal fue el lugar donde más gente hubo. Me acuerdo mucho de la estación de Vidal, se tuvo que detener el tren, me encantó. Si bien soy nacido en Mar del Plata, pero yo viví en un campo al lado de Vidal, mi papá trabaja ahí, entonces tenía mucha relación con Vidal. Fui a primer y segundo grado en el Colegio San Miguel, aprendí a caminar, a andar en bicicleta, a escribir, a hablar… todo en Coronel Vidal. Una vez vuelto de la guerra, tuvimos que seguir haciendo la colimba un empo más (hasta el 19 de agosto). Veníamos de la guerra y debimos seguir haciendo guardia, no nos licenciaron, eso nos costaba bastante, incluso yo estaba un poco renegado con mis superiores. Vi cómo actuaron allá y acá se hacían “Los Rambo”. Siempre tuve mi carácter y les hacía medio frente y por eso me dieron arresto hasta la baja. Yo creía que iba a salir pronto, no daba para más… no había comida en el cuartel, estaba todo muy di cil. Y fue asi que nos dieron la baja el 19 de agosto. Un detalle: juramos la bandera acá… fuimos a la guerra, hubo compañeros que murieron y no habían jurado la bandera. Fue todo “Agarrado de los pelos”.
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Después de darnos la baja, ya estábamos en la calle con todas esas preguntas que nos hacíamos a nosotros mismos, “¿Y ahora qué?” “¿Cómo sigue esto?”. Había gente que nos miraba no del todo bien, habíamos estado en una guerra “¿Qué tan loquitos estaríamos?”. Costaba conseguir trabajo, ponernos de novios, la familia de la novia te cues onaba, no era fácil decir estuve en Malvinas. Incluso muchos apostaron a una polí ca de negar u ocultar el haber estado. Yo todo lo contrario, me puse a “Militar” en esto, de la mano de don José Gurrieri (papá de mi compañero caído en Malvinas), que me dijo tenemos que formar una agrupación de soldados. Que se ayuden, logren beneficios y sean respectados. Asi empezamos y la verdad que fue un acierto, porque fue la manera de salir adelante. La familia de cada uno te podía apoyar, pero en esa época había una crisis económica terrible en el país. Vos venías de la guerra, llegabas y tu “Viejo” se había quedado sin laburo, vos no conseguías laburo, era un “Estallarte” la cabeza, decías: ¿Por este país estuve luchando hace tres días?. Por eso hubo muchos problemas de suicidio, mucho alcoholismo y drogadicción en los ex comba entes, fue muy di cil volver. Hoy, en nuestro presente, hay una muy buena pensión, la mayoría ene su trabajo y hasta los bancos vienen y te ofrecen créditos (antes vos lo pedías y te decían “No, sos alguien de riesgo”. Pero bueno, esa fue una realidad que vivimos todos, el de mayor cultura y el de menor. Hoy nos aplauden, nos invitan a los actos y es hermoso… pero hubo que batallar 31 años para lograr esto. A Malvinas no volví, hoy no se si iría de vuelta. Durante años pensé que si mis hijos me pedían conocer donde estuvo su papá, hubiera ido. Hoy ya enen 18 y 21 años y no me lo han pedido, asique no creo que vayan a pedírmelo. Si durante este úl mo empo lo estuvimos charlando con quien fue mi compañero de pozo, Gustavo de Rosa (Que vive en Colombia) y con un amigo de toda la vida, Coty Lamber ni, que es el Presidente del Centro, nos gustaría volver a los tres pero si fuésemos juntos. Hay un periodista de Mar del Plata, el “Cholo” Ciano (Padrino del CESC), que vive diciéndome que quiere ir, me lo ha dicho muchas veces y quizás él nos haga ir. También había una “Locura”, con mi compañero de pozo, que es amante de las motos como yo, de ir hasta el sur en moto, cargarlas en un avión, aparecernos en Malvinas y recorrerlas en moto. No sé cómo reaccionaría, volver a ese lugar, donde fue un momento importante de mi vida. Hoy por hoy no lo he necesitado o no me ha importado tanto volver, tendrían que cerrar muchas cosas, solo sé que no iría.
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El planteo polí co en cuanto a la demanda frente a la Soberanía sobre las Islas Malvinas, considero que está bien que se siga insis endo, creo que es la manera de insis r en los foros correspondientes. De hecho hoy tenemos el apoyo de toda Sudamérica, países de África, países de Europa y Asia. Hay una fuerza mayor, todavía no en endo cómo sigue resis endo Gran Bretaña en ni siquiera llevarlo al dialogo. Incluso hasta Estados Unidos, si bien no ha apoyado, se man ene al margen. Hubo un plebiscito que no ene sen do, porque solo se hizo con la gente que habitaba las islas y considero que faltó la otra mitad… NOSOTROS. Yo también viví en las Islas y a mí no me Plebiscitaron, mis compañeros y yo somos habitantes de las Islas. Asique le quito legalidad a ese plebiscito. Igualmente NUNCA MAS mediante una Guerra, eso lo descarto del plano, que se siga discu endo, incluso en aquel momento hasta hubiese sido bueno tomarlas como se tomaron, pero en vez de llevar tropas para ir a una pelea, haber llevado obreros, gente que quisiera trabajar la erra, gente que quisiera habitar. Se ha gastado mucho dinero en la guerra, millones y millones, con eso que se gastó hubiesen subvencionado gente para que vaya a criar ovejas, pescar, etc. Mucha gente se hubiera tentado a ir y así hubiésemos poblado Malvinas, con gente trabajadora, con familias, estudiantes… Hoy estaría la “Celeste y Blanca” flameando en las Islas. Pero ponerse en guardia con tres cañones y decirles “vení ingles te estamos esperando”, es provocar a un enemigo que su vida es la guerra. Hoy ya con 50 años, ya pasó hace ratos Malvinas, me encuentra papá de dos hijos, trabajando, teniendo una vida “Macanuda”, no me puedo quejar de la vida que llevo. Lo que mas agradezco es haber podido desarrollarme como hombre, sano, formar una familia en su momento, luego me separé pero por circunstancias de la vida. Tengo una hermosa familia y soy un agradecido de la vida, me costó pero aprendí a agradecer todos los días. Estoy haciendo mucho deporte, trabajamos mucho en el Centro de Ex Comba entes por la calidad de vida de los Veteranos de Guerra. Hoy hay muchos beneficios, que se lograron después de muchas luchas, batallas, de viajes, de discusiones en los estrados de Gobierno, cámara de Diputados, Presidencia, fueron muchos años de trabajar, de militar, de dejar a nuestras familias para ir a una marcha, a veces hasta volver las mados por golpes de la Policía Federal (que no nos perdonaban por haber sido ex comba entes).
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Hoy tenemos obra social, pensi贸n, posibilidad de trabajo y vivienda, los casos de suicidio han amenguado y se sigue trabajando en el tema de adicciones. Todo eso es un trabajo constante y diario que hacemos desde el Centro de Ex Comba entes.
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Luciano Soria
Los Días antes del 2 de Abril de 1982, nos encontrábamos acuartelados ya que había un paro general, entonces todas las tropas de Buenos Aires estaban acuarteladas. El día 2 de abril estábamos ves dos de uniforme de salida para irnos de franco y cuando estábamos formados llegó el radiograma que decía que se habían recuperado las Islas Malvinas y que la Unidad estaba afectada al opera vo. Asi que nos tuvimos que volver a cambiar de verde, ya nos quedamos y nos empezaron a dar todo el equipo correspondiente. Luego de la finalización de la formación, empezaron a equiparnos. Nuestros familiares venían a visitarnos, primero no nos decían que íbamos a Malvinas, hasta que llego el día que faltaban 24 Horas para ir, nos informaron que iríamos a las Islas. Yo estaba en una unidad que estaba en Vila Martelli, donde está ahora Tecnópolis, que se llamaba Batallón Logís co 10 y salimos por la General Paz, recuerdo que los autos paraban, nos vivaban, nos raban cigarrillos, fue muy emocionante, te daba mucha más energía para ir. La otra anécdota que tengo es cuando ese 8 de abril, estamos viajando para Malvinas, yo vivía sobre la Avenida Márquez, a 15 cuadras de la Base Aérea del Palomar. Cuando me iba estaba mamá en la puerta y yo me saqué el casco y le grite: “Chau Vieja”, estaban mis vecinos y mi o… y gracias a Dios que volví por ella. Volvamos a Rio Gallegos y de ahí a Puerto Argen no. Lo primero que me maravilló fue el paisaje, me acuerdo que veía el caserío de Puerto Argen no desde lejos y me hacía acordar a una imagen que yo tenía desde chico, de cuando iba a Carlos Paz y lo veía desde el lado de Bialet Masse. Todo el caserío igual, caserío debajo de techos rojos, muy lindo el paisaje, muy llama vo. Llegamos y tuvimos que ir caminando 7 kilometros, primero hasta casi la entrada del pueblo, ahí nos vinieron a buscar en unos camiones y nos llevaron hasta un lugar llamado “Moody Brook” y después nos llevaron hasta la Usina de Puerto Argen no. Ahí fue donde empezamos a preparar toda la logís ca de las unidades del Batallón 10. Primero estábamos en carpas, después hicimos pozo de zorro, en ningún momento había ambiente bélico, siempre se habló de poner las tres banderas, en realidad desde un principio lo veíamos como que habíamos ido a hacer un acto de presencia, en ningún momento se llegó a pensar que íbamos a entrar en guerra, ni siquiera el ejército lo tenía pensado ya que no había llevado ar llería pesada.
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Los Ingleses toman las Islas Georgias, nosotros teníamos mucha bronca pero igualmente seguíamos sin pensar en la guerra hasta el 1º de mayo, ese día nos dimos cuenta que la cosa cambió, yo había salido de guardia a las 4 de la mañana, a las 4.40 estábamos con un compañero mirando para el horizonte, estaba nublado y de pronto vimos una luz celeste para el lado del Aeroparque y mi compañero dice: “Esta refucilando, va a llover” y atrás de eso escuchamos una explosión (el estampido de la bomba), y yo le digo: “Si, está tronando”. De pronto se iluminó el cielo, nosotros nos ramos al piso porque veíamos las balas rasantes (como en las películas), se veían entrar en las nubes, salían misiles.Había empezado el combate, habían bombardeado el Aeropuerto. Ahí cambió todo, pero todavía se hablaba ese mismo dia de una arreglo, pero nos dimos cuenta que ya todo estaba mal cuando el 2 de mayo se hunde el Crucero General Belgrano, ahí fuimos conscientes que estábamos en guerra. Empezaron los combates, primero eran aeronavales hasta que los Ingleses hicieron cabeza de playa y entonces empezaron los combates terrestres: primero Ganso Verde y después todos los combates que fueron viniendo mientras ellos avanzaban. Empezó a venir el frio, mucho frio, yo tuve guardias de 17 grados bajo cero, en Monte London se peleó con 15 grados bajo cero, mal alimentados, en nuestra unidad gracias a Dios las armas funcionaban bien pero sabíamos que había unidades que tenían hasta ametralladoras Pam, que era una cosa muy obsoleta, que ya no se usaban. Yo era apuntador de mar en mi rol de combate, funcionaba perfectamente. El alimento empezó a escasear, primero era una ración por persona, después se empezó a dividir por dos, después por tres y asi fuimos llegando. Irónicamente siempre digo que hice una dieta bastante buena, porque perdí 25 Kilos en 67 días. Había mucho alimento para dar…. Y no se dio. Con respecto a la información sobre la Guerra, estábamos bastante informados e incluso que estábamos “Mal Informados”, sin embargo eran las no cias ciertas. Teníamos una radio Spica, que con una parrilla de división de una heladera, un compañero hizo una antena y agarrábamos radios uruguayas (Radio Carve). Ellos pasaban no cias que no eran nada que ver a lo que nosotros escuchábamos y nos enojábamos, insultábamos a los uruguayos pero estaban dando la realidad. La comunicación con la familia era mediante carta, mi familia recibió todas mis cartas, al contrario de nosotros que recibíamos esporádicamente, inclusive mi mamá me había mandado 8 encomiendas y yo recibí una sola. Pero también ocurria eso porque había otras prioridades para cargar en el avión antes que las cartas: Medicamentos, balas, etc.
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Seguimos recibiendo las direc vas que eran seguir yendo a proveer, tuvimos que enterrar munición y demás. Luego empezaron los cañoneos navales de desgaste, mucho desgaste. Y es lo que más bronca te da, porque “vos recibís pero no podes devolver, ¿a quien le vas a rar?”. Hasta que el 11 de junio, a nosotros nos bombardearon durante 4 Hs. consecu vas, cayeron 3 compañeros. La bomba cae en el momento que yo me estaba peleando con un Capitán, una esquirla había perforado un alambique que daba el combus ble para la usina y todo el líquido se estaba yendo a donde estaban los soldados de la guardia y muchas cosas importantes de nuestra Unidad, entonces dejo el puesto, me voy arrastrando por el bombardeo, me presento ante el Capitán y le planteo que el gas oil se estaba desparramando y si otra bomba caía todos nos íbamos a incendiar. El capitán me dice “Soldado Cagón, porque abandonó el puesto?”. Yo estaba arrastrándome en medio de un bombardeo para tratar de salvar a mis compañeros, me trata de “Cagón” y me ra dos ros en los pies. Intenté agarrarlo, a esa altura de la guerra ya todos estábamos “Sacados” y cuando nos íbamos a pelear de puño, cae la bomba y mata a mis tres compañeros(Luego de eso quedé aturdido de por vida, tengo silbidos permanentes en los oídos). Nos dedicamos a atender a los que estaban heridos, a los fallecidos, la bomba cayó justo en una trinchera. Al otro día seguimos en la normalidad del combate, hasta que el 14 de julio nos dijeron “nos rendimos” y bueno… nos tuvimos que rendir. Yo estuve en Sapper Hill y en la defensa de la casa del Gobernador, previo a que estuve en Monte London pero me mandaron de nuevo, asi que estuve en el combate final de Puerto Argen no. Ahí recuperamos una bandera, que el Capitán se hace cargo de haberla recuperado y no fue asi, la recuperó un Sargento, pero él se quiso llevar los galardones. En la guerra ves muchos valientes y muchos que enen miedo. El miedo es significa vo, porque a los 18 años vos te llevás el mundo por delante, a los 40 tenés mujer, hijos, tu madre mucho más grande, ya pensás en un montón de cosas no solamente pensás en vos, pero el hecho que tengas miedo no quiere decir que trates mal a un subalterno. Eso a mí me quedo grabado y es una de las cosas que muchas veces sueño, creo que la mayoría de los veteranos de guerra, en nuestro estrés post traumá co, lo que más nos queda son nuestros sueños recurrentes. El 14 de junio íbamos replegándonos, veíamos cada vez más soldados y tropas que se venían replegando, en un momento nos cruzamos con el General Menéndez, que llevaba el bastoncito que parecía una varita mágica y nos decía: “Tranquilos muchachos que se terminó todo”, se firmó la rendición y cabe destacar algo, se había firmado la rendición y había una unidad que
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todavía seguía comba endo, que era el Batallón de Infantería de Marina Nº 5, por eso está en la puerta de la Escuela de ese batallón “Los Que Nunca se Rindieron”. Tengo muchos amigos ahí que quiero mucho, más que nada a Francisco Pres a e Ignacio Cepeda. Nos rendimos y pasamos la noche a la intemperie, nevando, hasta el otro día. A la mañana nos encerraron en unos galpones del puerto, todos mezclados y ahí fue donde empezamos a comer, porque esos galpones estaban llenos de comida. No había agua, entonces nos tomábamos el almíbar de las latas de durazno, ananá, clericó. Habíamos encontrado las botellitas de ginebra y los mezclábamos con el almíbar, hasta los soldados ingleses que nos custodiaban tenían una borrachera terrible. A los dos días vino la gente de la Cruz Roja, a medida que nos censaban nos subimos a una embarcación y de ahí pasamos al Trasatlán co Camberra para regresar al Con nente. Llegamos a Puerto Madryn, pero en realidad no sabíamos a dónde íbamos, no había ningún oficial éramos todos soldados. Me acuerdo que, con el poco inglés que sé, le pregunté al que nos custodiaba a dónde íbamos y me responde: “Puerto Madrid”, miro a mis compañeros y le digo “Madrid, España” vamos a tardar más… “Pero si Madrid no ene puerto” y cuando empecé a pensar digo “debe ser a Puerto Madryn, muchachos ya estamos cerca de casa”. Llegamos y fue muy emo vo, ver el Puerto lleno de gente, todos en la calle abrazándonos, nos pedían la gorra, la camisa. Ahí ya nos nuclean en Unidades, nuestra unidad fue la primera que se nucleó asi que nos llevaron a Trelew y nos tomamos un avión de línea. Llegamos el 20 de junio, Día de la Bandera y Día del Padre, estábamos contentos porque íbamos a pasar el día con nuestros padres y además íbamos a Palomar y yo vivía a 15 cuadras. Pero no, nos subieron a un colec vo con todas las cor nas cerradas, nos llevaron a Campo de Mayo y nos tuvieron 5 días más. Después que salimos de Campo de Mayo, nos fuimos a nuestra Unidad y enseguida nos fuimos. En la puerta estaban mis padres, me llevaron a mi casa, al otro día tuve que volver a devolver la ropa verde. Fue duro volver a casa, porque el silencio de la noche molestaba, no estábamos acostumbrados, estábamos acostumbrados a dormir de día. Yo estuve los primeros quince dias durmiendo en el piso de mi habitación. También tuve un “Intento de Suicidio” no sé si llamarlo asi, comencé a darme la cabeza contra la pared, me las mé toda la frente y estuve 3 meses encerrado en mi pieza. Mi mamá me llevo a un Ins tuto en Buenos Aires, pero había un problema; nadie sabía cómo tratar al que venía de la guerra, ningún psiquiatra ningún psicólogo sabía, entonces nos daban pas llas. No salía, no me bañaba, estaba todo sucio, estuve asi 40 dias. Un dia la cabeza me hizo un click, me desperté a la mañana temprano y digo “¿Qué estoy haciendo?", me levanté, me bañé y me afeité.
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Agarré todas las pas llas que tenía y las ré a la basura, la miré a mi mamá y le dije “Si me muero, me muero”, pero no tomo mas pas llas. Tenía que mantener la cabeza ocupada, me fui a trabajar. Tuve la posibilidad de entrar en una empresa del Estado, a su vez estudié, primero Derecho (Aprobé 18 materias) y dejé. Renuncié a Segba para poner una Metalúrgica Independiente pero vino la crisis de Alfonsín y fue “Debut y Despedida”. Seguí trabajando y estudiando, me recibí de Profesor Universitario de Historia, el cual ejerzo hasta estos días. Nunca volví a Malvinas, tengo muchas granas de ir. Lamentablemente en estas circunstancias está muy di cil. Me hubiera gustado en su momento ir con mis hijos, pero lo que tratamos siempre los veteranos es no mostrarles el dolor a la familia. Iría con mi pareja, que ene el sen miento de Malvinas muy me do en el corazón. Me hubiese gustado ir en Diciembre, yo quería pasar Navidad allá, en el Cementerio, pero no pude. El ir a Malvinas es cerrar una historia, encontrarte con vos mismo, después de 31 años, ver que es lo que quedó allá, porque allá fue un Luciano y volvió otro. Que trató de todas maneras de cambiar, de tratar de volver a ser el de antes pero nunca pudo. Darles un abrazo a los muchachos y tratar de ir alguna otra vez antes de morir y en lo posible el día que me muera, dejarle un legado a mis hijos que me incineren y que la mitad de las cenizas estén, como está la mitad de mi corazón, allá en Malvinas. Otra cosa no pido. Argen na no debe claudicar nunca la lucha por Malvinas, creo que medianamente todos han hecho algo, bien o mal han hecho y eso es lo importante. Hay un montón de documentación que confirma que las Malvinas son argen nas. Ellos (los ingleses) saben que son piratas, por eso se niegan al dialogo. Tenemos que seguir en las Naciones Unidas, la guerra no lleva a nada, hasta el que gana, pierde.
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Jorge Mendez
Antes de ir a la guerra, yo era soldado en el GADA 601, recién había terminado el secundario, fuimos incorporados e hicimos la instrucción. Cuando se toman las Islas Malvinas el 2 de abril, estando en el GADA, hacen una reunión en el playón, donde nos indican quienes son los que van a ir al Sur y quienes son los que se quedan. Dicen mi nombre, entonces ahí me entero que voy al Sur, no sabía exactamente a dónde. Antes de irnos tuvimos nuestro primer franco, volvimos a nuestras casas para informarle a nuestras familias que nos íbamos al Sur, no a Malvinas (nosotros no sabíamos que íbamos a Malvinas). Sabíamos que nos iban a movilizar pero no sabíamos a qué lugar del sur. Una vez que volvimos de nuestro franco, ya habíamos dejado preparado el equipo de combate y nos movilizan en camiones hasta el Aeropuerto de Mar del Plata. Ahí subimos a un avión Boing de Aerolíneas Argen nas, no tenían ningún po de asientos, íbamos sentados sobre el piso del avión y sobre los bultos que llevábamos nosotros. Salimos del Aeropuerto y llegamos a Comodoro Rivadavia, estuvimos aproximadamente una semana, no sabíamos si había un paso más o todo quedaba ahí. Fuimos a una Base, en ese lugar hacíamos prác cas de ro, prác cas con el fal. Pero no teníamos no cias si íbamos a seguir hasta Malvinas o nos quedábamos ahí. Pasaron dos o tres días y vuelven a hacer otra reunión en el playón de la base e informan los nombre de las personas que iban a ir a Malvinas y los que se quedaban en el Con nente; en ese momento me entero que viajo a las Islas. Una vez informados, par mos para Rio Gallegos, ésa fue la úl ma escala, bajamos del avión, nos dieron un mate cocido con pan y ese fue el úl mo momento que estuvimos en el Con nente, ese mismo día a la tarde-noche volamos a Malvinas. Llegamos a Puerto Argen no de noche, armamos como pudimos las carpas (cerca de la pista). Al otro día cuando amaneció, la primera impresión fue bastante rara: éramos conscientes que estábamos en una isla en el medio del mar, la parte geográfica era muy dis nta a la llanura. El clima, la cercanía del mar, la erra, todo era totalmente dis nto a lo que nosotros estábamos acostumbrados acá. Asi que la primera impresión fue que íbamos a tener que adaptarnos medianamente a lo que era el medio. La primera etapa en Malvinas fue tranquila, no había un peligro de guerra o ataque del enemigo, nosotros no lo sen amos así. Si era como un juego, porque nosotros estábamos cerca del Aeropuerto, llegaban los aviones, teníamos que bajar todo lo que era armamento, municiones, lo hacíamos como un trabajo.
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A la noche se hacían fogatas, recuerdo que alguno había llevado una guitarra, cantábamos. Teníamos comida, no era la comida habitual de un ejército; nosotros comíamos galle tas, gaseosas en lata, no voy a decir que era un pic-nic pero no era un presagio de algo que realmente se iba a complicar mucho. Pasado el empo fue disminuyendo cada vez más, ya no podíamos hacer las fogatas, la comida fue cambiando también, empezábamos a notar que lo que habíamos pensado cuando llegamos “Los Ingleses no van a venir”, que se iba a llegar a un acuerdo Paz, que no iba a haber conflicto, empezamos a notar que la situación se tornaba diferente. El arreglo no llegaba, se pusieron más estrictos en todo lo que era la vida nocturna, ya no se podía hacer fuego porque podía venir el enemigo. Antes del 1º de mayo (el primer ataque Ingles sobre Puerto Argen no), nosotros tuvimos cambio de posiciones, primeramente estábamos en el aeropuerto y nos trasladamos cerca de la ciudad (a nuestras espaldas teníamos la ciudad). En ese trayecto y en ese cambio de posiciones, la situación se tornó más densa, el ánimo de la tropa era otro, incluso recuerdo que a la noche (antes del 1º de mayo) se producían roteos, pero no recuerdo el porqué. Nos teníamos que refugiar por precaución. La mañana del 1º de mayo vimos por primera vez los buques Ingleses, a mi par cularmente me llamó mucho la atención que estuvieran tan cerca, por eso pensaba que no eran Ingleses. Ahí empezaron las primeras alertas rojas, cuando había alertas era porque había ataques; teníamos que meternos en los pozos, o rarte cuerpo a erra para cubrirse de lo que era un cañoneo, un ataque aéreo… El conflicto había llegado y no sabíamos cuanto iba a durar y como iba a ser. En el primer tramo de ese conflicto recibíamos ataques por parte de los ingleses a través del cañoneo naval y ataques aéreos. Después eso fue disminuyendo, los aviones ingleses empezaron a pasar muy alto, pero la presión psicológica era constante, todos los días había cañoneos, todos los días había ataques aéreos, todos los días había alertas rojas. Era una constante y eso producía un desgaste psicológico muy fuerte. Empezamos a tener restricciones, ya no podíamos ir a la ciudad, prác camente estábamos todo el día en nuestra posición, por si algún momento se producía un ataque. La comida llegaba, quizás no tanto como debía llegar, pero algo comíamos. También empezamos a tener algunos inconvenientes con el agua, era fundamental (más que la comida), pero muchas veces el carro aguatero no podía llegar. Cuando pasaba uno tenía que llenar la caramañola porque si no “decí alpiste, perdiste” si te olvidabas o no la llenabas, te quedabas sin agua.
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La ciudad y la gente de Puerto Argen no tuvieron una frialdad tajante con todos nosotros, evidentemente no nos querían, en ningún momento se veían ingleses, en ningún momento se veía gente por las calles. El armamento que nosotros teníamos era el fal, con cuatro cargadores más. Prác camente no andaba (yo no lo pude hacer andar nunca), no era un armamento para esa zona, era muy pesado, lo teníamos que tener envuelto para resguardarlo de la arena y las inclemencias del empo. Realmente el armamento que teníamos no era el indicado como tampoco asi la ropa, nuestro equipo de combate; el calzado era de cuero y no era conveniente en esa zona (durante las noches se congelaba y provocaba el famoso “Pie de Trinchera” (en mi caso estuve bastante empo yendo a masajistas y especialistas para que los dedos recuperaran la ac vación sanguínea). Como pudimos tuvimos que soportar el frío, el agua en los pozos, a medida que iba pasando el empo las cosas iban empeorando, mas allá de la presión constante de los ingleses, el otro contra empo grande que teníamos era el clima, ya no estábamos bien anímica y sicamente… y se venía el invierno… en las condiciones que estábamos, no sé cuánto empo se podría haber aguantado. Con respecto a la información que manejábamos, en Malvinas no era mucha. Recibíamos cartas de nuestros familiares, escuchábamos radio “Mar del Plata”, la cual nos daba algún po de información. Las cartas que recibíamos, en mi caso eran de aliento, todas eran de “Fuerza, dale” “Ya se va a terminar”, recuerdo que tenía un primo que todas las semanas me mandaba una carta con la tabla de posiciones (en el año 82 San Lorenzo se había ido al descenso), los resultados con recortes de diario. Básicamente información nunca tuve, sabía que estaban todos apoyándonos, que se hacían colectas, ese po de cosas si pero no específicamente como estábamos en la guerra. La situación que viví con mucha angus a fue antes que pasara el primer ataque, nosotros en las posiciones antes de vivir en los pozos, vivíamos en carpas, no teníamos preparación (ni sica ni psicológica), pero había que sobrellevarla como sea. Me toco estar unos días con un soldado que no tenía deseos de comba r ni de estar en Malvinas, eso me producía mucha angus a porque era un chico que recién había salido de su casa, que estaba viviendo una situación que no deseaba, que no hubiese deseado nunca y sin embargo la tuvo que sobrellevar.
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Después no lo ví mas, pero en alguna oportunidad leyendo revistas de historias sobre lo que sucedió en Malvinas con las familias y los muchachos que fueron, recuerdo haber leído que un chico se entera que ene que ir al Sur y que va a Malvinas, el padre súper orgulloso, lo comentaba con sus amigos, pero la madre consciente que era su hijo, estaba totalmente desesperada. Cuando ese chico vuelve de Malvinas, la familia se rompe, la madre se separa de su marido y trata de ayudar a su hijo, pero el termina como terminaron tantos, suicidándose. Eso fue lo que más me marcó, la angus a de otra persona que estaba en una situación y en un lugar que no quería estar y que no por eso deja de ser más o menos Héroe que los demás. La úl ma parte de la guerra la sufrimos en el aeropuerto de Puerto Argen no. Cuando llegamos encontramos todo destruido, aviones destruidos, pero no habían tocado la pista (estuvo operable hasta úl mo momento). Incluso hasta la noche anterior a la rendición de las tropas argen nas, venían del con nente con correspondencia y mercadería, bajaban en Puerto Argen no y volvían a salir para el con nente. Ahí sufrimos los ataques aéreos que eran feroces, con caídas de bombas, te tenías que meter en los pozos porque las bombas caían muy cerca y eran constantes. En ese lugar, el 14 de junio, nos avisaron que nos habíamos rendido. La sensación fue de alivio, de saber que se había terminado todo. Estuvimos prisioneros dos o tres días y después nos embarcaron en un barco Ingles que nos trajo hasta Puerto Madryn. Ahí la sensación de alivio se trastocó un poco, porque realmente la guerra se había perdido, volvíamos derrotados, teníamos la sensación que no nos iba a recibir absolutamente nadie. Nosotros llegamos de noche, yo venía muy delgado, había perdido muchísimos kilos y recuerdo que bajé del barco, me subieron a un colec vo; me acuerdo que perdí un cigarrillo y le pedí al chofer, me miro y me dijo “Flaco no podes fumar”, realmente mi estado debe haber sido lamentable. Me bajaron del colec vo, me subieron a una ambulancia y me llevaron a una base aeronáu ca. Bajé a la Base, me raron en una cama y no me moví más, quedé inmóvil, me tuvieron que sacar la ropa, me cambiaron de cama y me tuvieron que rar en el colchón. No podía moverme, me bañaron, me volvieron a llevar a la cama y ahí me dejaron. Me pusieron suero, no hablaba, no hacia absolutamente nada. El único que estaba en esa base era yo, tenía un enfermero que se había quedado conmigo. Hasta que una noche lo llamé con un grito, vino corriendo y le dije “Tengo hambre”, fue lo único que le dije.
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Me trajo de comer, pero la comida la devolvía porque tenía el metabolismo medio dañado. Yo recordaba el número de teléfono de mi familia (de una a de Mar del Plata), entonces le pedí que llamara y les dijera que estaba vivo, porque ellos no tenían ninguna no cia mía, la úl ma carta yo se las mandé el 30 de abril, había decidido no escribir más,escribí esa única carta porque el 2 de junio es el cumpleaños de mi mamá y quería que le llegara para esa fecha. El enfermero se comunicó con mi familia y les informó que estaba vivo, no en las mejores condiciones pero no estaba las mado ni tenía ningún daño muy importante. En ese momento no exis an los celulares, entonces mi familia se comunicaba a través de Radio Maipú y tenían como un código, por ejemplo decían: “Recibimos carta del paquete”, el paquete era yo… en ese momento pasaron la no cia: “El paquete está en Puerto Madryn”. El primer encuentro que tuve con mi familia fue en Campo de Mayo (me trasladaron en avión), estuve un empito ahí y recién después pude volver a Coronel Vidal. Cuando llegué me estaban esperando en la ruta 2, enfrente al campo. Cuando regresamos, me dieron la baja, empecé a ser un ciudadano común. La adaptación fue muy di cil, volver otra vez a lo que era la vida normal llevó mucho empo. Todo parece tonto, nada ene sen do. En ese momento estaba Hegoburu de Intendente, me dio un trabajo en la Municipalidad, me fui insertando de a poco. Mis amigos, que nunca me abandonaron, nunca hablamos de Malvinas, ellos se enteran más por estos medios que por mí. Siempre tuvieron el enorme respeto de no preguntar, no porque no les interese sino por respeto. Seguí reinsertándome, en su momento tuve contacto con ex comba entes en Mar del Plata y después me fui alejando, porque en realidad nunca quise quedarme muy enganchado con el tema Malvinas, traté siempre de ir para adelante, nunca pensé que me moría, pensaba en que iba a volver a mi pueblo y quería tomar un café con mis amigos en el Club “Arco Iris”, siempre pensaba en eso. Quizás por eso, porque tenía otras expecta vas para mi vida, luego comencé a trabajar en la Escuela Agraria, actualmente sigo trabajando ahí, soy Bibliotecario. Mi contacto con Malvinas, es el 2 de abril cuando voy al acto, cuando se me invita para dar una charla, pero en realidad no es algo permanente, no formo parte de centros de ex comba entes, trato de hacer una vida apartada, no porque no me guste sino porque no me hace bien.
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Trato de hacer deporte con amigos, juego al Paddle y al futbol, a veces nos juntamos a comer un asado, tengo grupos de amigos pero no son de Malvinas, porque en realidad no tuve amigos en las Islas, la guerra la pasé prác camente solo porque no tenía conocidos, las personas que yo conocía quedaron en el con nente. Por eso simplemente tuve conocidos, con los cuales compar mos una guerra, que fue algo muy fuerte pero una vez que terminó eso no quedó una amistad. En algún momento pensé muy seriamente en volver a Malvinas y tenía muchos deseos de ir. En la actualidad no es que no me interese, pero no es algo que realmente me preocupe o tenga deseos de ir. Si se diera la oportunidad de ir bajo la bandera Argen na y poder ver nuestra bandera otra vez flameando en las Islas, encantado de la vida… pero en estas condiciones no tengo deseos de ir, si me lo pidiera alguien muy cercano, como mi pareja o un amigo iría, pero por otra persona no por mí. Argen na ene que seguir reclamando constantemente ante todos los organismos internacionales, nuestros legí mos derechos soberanos y si los kellpers quieren ser ingleses, que se vayan a Inglaterra, porque es un territorio nuestro y nos corresponde. Por las armas es algo que no ene mucho sen do, no tendría razón de ser volver a hacer una locura como aquella pero sí creo que Argen na ene que ser persistente y no ser un tema de un solo Gobierno sino debe ser una Cues ón de Estado, porque Malvinas es una palabra que unifica a todos los argen nos. Creo que a través del empo Argen na puede recuperar Malvinas, no creo verlo yo, pero en algún momento se va a dar esa situación de ver la bandera Argen na flameando en las Islas Malvinas.
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David Tinker (Carta de un Ingles)
El teniente David Tinker Hugh Russell era un oficial de la Marina Real de suministro, designado como Secretario del capitán en el destructor de misiles guiados HMS Glamorgan. Él murió en acción el 12 de junio de 1982 durante la Guerra de las Malvinas, cuando Glamorgan fue alcanzado por un misil Exocet disparado por un equipo de la Armada Argen na, el que estaba de servicio como oficial de cubierta. Su padre, Hugh Tinker, un profesor universitario, inves gó, recopiló y publicó un libro, Un Mensaje de "las Malvinas: La vida y la muerte de David Gallardo Tinker", que contenía las letras de David y poemas. Los poemas son una reminiscencia de los primeros trabajos de Wilfred Owen. El libro fue adaptado posteriormente en una obra de teatro llamada Falkland Sound por Louise página y estrenada en el Royal Court Theatre en 1983.
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Su carta: Querida Chris ne: Es muy fácil comprender cómo se ha desatado la guerra: nuestra primera ministra se imaginó que era Churchill desafiando a Hitler, y la Marina la apoyó para obtener publicidad y popularidad rápidamente. Estoy seguro de que de esta destrucción sólo se beneficiarán Mrs. Thatcher y los fabricantes de armas. Lo que más me apena es que no hay causa para esta guerra, y si somos honestos, los argen nos son mucho más patriotas con respecto a las Malvinas que nosotros con las Falklands. Y lo que la primera ministra no comprende, es que los argen nos creen firmemente que las Malvinas son de ellos. Han enviado contra nosotros pilotos en misiones suicidas, en viajes sin regreso, porque estamos fuera de su alcance, y eso que ellos no enen helicópteros de rescate en el mar para recuperar después a los pilotos. Los pilotos argen nos enfrentan cada día misiles an aéreos de aplastante superioridad. Realmente, la valen a de esos hombres demuestra que enen mucho más que un bio interés en estas islas. Considerando la tragedia, la angus a, y el horror de las vidas perdidas, que han sido sacrificadas de buena gana por los polí cos para tapar la inep tud y necedad de su gobierno, considerando además los resultados en dolor, pérdidas económicas y pérdidas de buques para Gran Bretaña, me parece a mí que esta es la guerra más inú l que Gran Bretaña ha hecho en toda su historia. Espero que todo esto termine pronto... Creo que los argen nos ya han demostrado honorablemente su valen a. David Tinker a su mujer, durante la guerra de las Malvinas; días después moriría en combate.
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A mi Familia A mis Amigas y Amigos A Maxi y Bibi que están siempre en mi A los Ex Comba entes A la Municipalidad de Mar Chiquita A José María Lopetegui
En memoria de Carlos López
PROLOGO................................................PAG. 1 PABLO GARAGUSO................................PAG. 4 FRANCISCO PRESTIA............................PAG. 13 MIGUEL RESSIA.....................................PAG. 23 LUCIANO SORIA....................................PAG. 35 JORGE MÉNDEZ....................................PAG. 43 DAVID TINKER.......................................PAG. 51 (Carta de un Ingles)