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MATERIA_GRIS Las ciudades: vida cotidiana, trabajo y sostenibilidad Columna de opinión fija del Arq. Ignacio Mallol Azcárraga.
POR:
ARQ. IGNACIO MALLOL AZCÁRRAGA
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Panameño de nacimiento. Graduado de arquitecto en el 2005, por la Escuela ISTHMUS y Máster of Science Degree in Advanced Architectural Design de la Columbia University de Nueva York. Desde el 2005 forma parte de Mallol Arquitectos, colaborando como diseñador en proyectos de diversa índole. A partir del 2009 dirige su propio equipo, convirtiéndose en vicepresidente de la firma en el año 2012. Mallol Arquitectos es uno de los estudios de arquitectura panameños de mayor prestigio internacional, fundado hace más de cuatro décadas.
LAS CIUDADES:
vida cotidiana, trabajo y sostenibilidad
Uno de los grandes desafíos de este tiempo para la arquitectura, que nunca ha dejado de confrontar la realidad de manera creativa, es establecer, coordinar y restablecer en algunos casos, los vínculos entre la vida cotidiana y el trabajo. Ningún proyecto es igual a otro y requiere de una respuesta particular, que justifica la acción del diseño, la esencia de nuestra disciplina, convertirse en cómplice y facilitador de un nuevo paisaje. Son tiempos para interpretar el territorio, el lugar, con creatividad, curiosidad, estudio, conocimiento y los materiales adecuados que pasan a ser con el tiempo herencia del sitio. La ciudad en su conjunto cada día es más gravitante y se requiere de una infraestructura más moderna, de servicios integrales, eficientes y complementarios, porque alrededor de un ochenta por ciento de las personas viven en zonas urbanas en América Latina.
Ciudades básicamente sostenibles Después de todo, la arquitectura se debe al hombre y a su bienestar en sociedad e individualmente, a la ciudad, donde se realizan las más importantes actividades humanas, de la familia y de sus habitantes sin ningún tipo de distinción. Ciudades sanas, sostenibles, bien trazadas, con transporte fluido y eficaz, trabajos cercanos, traerán una mayor salud y felicidad a sus miembros. Todos seremos más productivos y se podrán resolver temas que se han ido acumulando a lo largo de los años, porque también deberán administrarse y usarse mejor los recursos económicos, técnicos y profesionales. En este difícil e incierto presente, estamos hablando del futuro cercano como una actividad a ser incorporada en la agenda diaria.
No pareciera haber discusión sobre estos temas, la necesidad de resolver las demandas, que no solo comienzan hoy, sino que se suman desde hace décadas, porque la ciudad siempre está y estará en plena construcción, es un reto permanente, que le permite al arquitecto y al diseño, desplegar todas
sus habilidades, experiencias, recorrer un gran abanico de posibilidades creativas.
Es una época espléndida para establecer un diálogo con la ciudad, es el plan maestro permanente de la arquitectura, enfocar el urbanismo con una nueva mirada pensando como renovarse, transformar el presente, que es nuestro futuro más cercano, y de esta manera podremos llegar a disfrutar y heredar mejores días a las nuevas generaciones. La arquitectura de nuestra época requiere cimientos nuevos, firmes, duraderos, sostenibles, en una palabra, que permitan una atmósfera de confianza en un posible usuario y desde luego, resolver las aspiraciones de cualquier cliente.
Crear comunidad es una necesidad Estamos ante un planteamiento que debe ajustarse a la nueva realidad, que va adquiriendo una presencia irrefutable, advirtiéndonos a todos, que nada será igual, que el tiempo es hoy, aquí y ahora, no hay lugar para un espacio que no resuelva un programa con eficacia, armonía ambiental, conjunción con el entorno que le da vida a la ciudad y a quienes la disfrutan.
Crear comunidad es más que una frase, un eslogan o una propuesta coyuntural, porque se trata de una urgencia que es una tarea pendiente de la arquitectura en todo tiempo y que se ha agudizado como el tejido y la complejidad urbana. Nuestro oficio ha sido exigido a lo largo de la historia y sus respuestas son memorables en tiempos de pandemia. ¿Por qué esta época iba a ser diferente con herramientas tecnológicas tan avanzadas, prácticas y materiales muy diversos, generosos en su adaptación y capacidades para crear ambientes dentro de los espacios? Es una gran oportunidad para repensarnos nosotros mismos, además de los programas, alternativas que siempre la realidad nos presenta, y nos motiva al mismo tiempo a recurrir a soluciones que el sitio siempre nos propone. Es una particularidad de la arquitectura, traducir el guiño que de alguna manera le hace el lugar, su entorno, el paisaje y lo nuevo que se establecerá allí para mejorar, recomponer el ambiente existente. Como hemos reiterado en otros artículos, la palabra cambio nunca estuvo quizás más de la mano con lo esencial de la arquitectura, y acude en cada propuesta el interrogante, ¿cómo vamos a transformar el lugar? La pregunta nos la hacemos porque hay que cambiar el statu quo, ese espacio no puede seguir tal como está, lo que viene necesariamente es lo nuevo, pero además debe mejorar, transformar, permitir vivir el lugar de una manera enriquecedora en la experiencia cotidiana.
Urbanismo de calidad, vivir el bienestar Durante décadas, en el siglo XX y XXI, dimos por sentado que la arquitectura desarrollaría su disciplina con responsabilidad, adecuando las nuevas herramientas tecnológicas y materiales, y de hecho en ese escenario nos encontramos, innovando, adecuando, experimentando muchas veces,
porque la ciudad como quienes la habitan, usan, disfrutan, saben, no ignoran, que la respuesta es persistir en más urbanismo, de mayor calidad y consideración con el medio ambiente. Una de las grandes claves para hacer posible un buen aterrizaje de los cambios tiene que ver con la optimización de los tiempos y costos sin descuidar el diseño. La arquitectura no compite con la naturaleza, comparte, mejora, permite disfrutar del paisaje, lo hace vivir desde el bienestar.
La arquitectura en todo tiempo, época y circunstancia, nunca ha dejado de enfrentar los inéditos y apasionantes desafíos de la realidad, con su principal herramienta: el diseño. Esta ha sido la respuesta con la que todos también estamos de acuerdo y a la generación que le ha tocado vivir, experimentar y sufrir estos tiempos, también le corresponde encontrar las respuestas para crear un mundo de bienestar. La ciudad sigue en el centro del pensamiento moderno del siglo XXI, segura, confortable, armónica, atractiva, donde la arquitectura pueda ir desarrollando el mayor bienestar posible y felicidad a la población. Ningún Estado puede desentenderse hoy de la planificación, ni desatender la ciudad en sus servicios básicos incluidos la cultura y el amueblamiento y disposición de los espacios públicos. Nada está resuelto y menos en las grandes capitales. Las ciudades siguen siendo un imán para el estudiante, el trabajador, el individuo que busca oportunidad, y esas multitudes que no cesan de crecer, también producen contaminación, desequilibrios económicos, sociales, culturales, de viviendas, que requieren ser atendidas de urgencia. El cambio es presente y futuro El cambio es una palabra, un concepto, una idea, una visión, filosofía, que el arquitecto no debiera soslayar en ningún momento. Es el leitmotiv de su trabajo. Producir seguridad, felicidad, espacios confortables, armoniosos y una belleza espacial acorde con el entorno y la escala humana. El factor tiempo no solo tiene un costo para la economía en un país, empresas y su productividad, sino también para las familias, principalmente la calidad de vida de cada uno de sus miembros y el conjunto de la sociedad, y ahí la arquitectura tiene mucho para decir y hacer. El espacio urbano es esencial en el desplazamiento de la población en un territorio y en la ciudad. Su atención en la actualidad es una prioridad, no solo forma parte de la estética, sino de su necesaria funcionalidad. Hay recursos esenciales que van de la mano, forman parte de una convivencia sana, ordenada, productiva: transporte, salud, empleo, cultura y ocio, principalmente. ¿O la pandemia no nos ha trazado algunas urgencias, advertido sobre nuestro futuro si no emprendemos los cambios requeridos?
No solo para enfrentarla, sino para vencerla a través de una arquitectura que nos proporcione lo que ya sabemos: bienestar, belleza, comodidad, seguridad y, sobre todo, un espacio funcional en relación a las exigencias de una nueva realidad. El futuro es hoy, y con ese convencimiento trabajamos para una ciudad, un país, una arquitectura que deje una huella para las futuras generaciones.