Publicaci贸n semestral. Junio 2013. N煤mero 1
Ucronía Director: Uriel Espitia. uespitiav@ucentral.edu.co Fotografía. Gustavo Ladino, Beatriz Zea, Wilfredo Moreno, Carlos Rivera. Diseño y diagramación: Carlos Rivera. Portada: Carlos Rivera. Colaboradores. Uriel Espitia, Gustavo Ladino, Beatriz Zea, Wilfredo Moreno, Carlos Rivera. Equipo editorial. Uriel Espitia, Gustavo Ladino, Beatriz Zea, Wilfredo Moreno, Carlos Rivera. Publicación de estudiantes de la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contempráneos, de la Universidad Central.
CONTENIDO
Retos de los procesos de creatividad docente. Por Gustavo Ladino
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Mรกs eficiente que el consumo. Por Carlos Rivera
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Una mirada neogranadina. Por Beatriz Zea
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Exisitir, insistir, y resistir. Por Wilfredo Moreno
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EDITORIAL
Motivados por hacer de las ciencias sociales el espacio de debate para crear un mundo más justo, los estudiantes de la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos, con el apoyo del profesor Uriel Espitia inician lo que parece ser una aventura épica; una narración sin tiempo ni lugar, quizá sin nadie que la atienda en la contemporaneidad en que fue escrita, pero con la firme intención de aportar ideas para un mundo más humano. Ideas que pueden sonar ilusorias, imposibles de alcanzar, pero que vale la pena reconocer como necesarias y seguir intentando. Podríamos llamar a esta intención una utopía, para definirla con la palabra acuñada por Tomás Moro, para referirse a ese lugar que por no tener una localización puede ser cualquier lugar; teniendo siempre la intención de ubicarlo en el lugar de las ideas aportadas para hacer una mejor sociedad, pero muy especialmente teniendo en cuenta el tiempo de la acción.
Buscando un tiempo que al no tener una duración pueda ser cualquier tiempo surge la idea de Ucronía, siendo esta una coincidencia entre un género narrativo y un concepto filosófico. Ha llegado el tiempo de pensar, de proponer caminos para el esquivo propósito de una mejor sociedad. Los artículos acá escritos, son propuestas que marcaran un camino, para sumarse a muchos otros, tal vez no sea el camino correcto, pero si es el reconocimiento de la necesidad de seguirlo buscando para tener por donde ir cuando la utopía sea aquí y la ucronía sea ahora, mientras tanto seguiremos intentando nuevos rumbos. Invitamos al lector a descubrir estos cuatro caminos que presentamos en este primer número de la revista Ucronía, para que la escritura propuesta desde el taller de investigación se sume al conjunto de conocimientos de cada uno de los interesados en acompañarnos en lo que no deja de ser una aventura épica. Equipo Editorial.
Retos de los procesos de creatividad docente Gustavo Ladino P.*
Abstract. Este artículo aborda una reflexión dada entre los diversos elementos hegemónicos de la cultura comunicativa que se reproduce políticamente en los ámbitos educativos, afectando los diversos componentes que describen las tendencias de consumo al tiempo que reestructuran las formas de resistencia que le son alternas al modelo de gobernabilidad sobre los movimientos e intencionalidades juveniles y docentes. Palabras clave Biopolitica, comunicación, resistencia.. * Lic. En Psicología y Pedagogía. Ha trabajado en diversos espacios políticos, culturales y comunicativos en el sur occidente de Bogotá y ha participado de escenarios comunitarios de comunicación alternativa y de formación en diversas alcaldías locales y ONG´s de la ciudad. orientacionpedagogica.gl@gmail.com
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“Al profesor Santiago Muñoz: por la persona que hizo de mí.” ¿Qué solemos pensar cuando se habla de la inserción de las tecnologías de la información y la comunicación en las aulas de clase? Es decir, ¿se busca acaso que haya computadoras individuales para todos los estudiantes sin dar cuenta de los contenidos, de los ejercicios didácticos y de las formas de construir ciudadanía con estos medios? ¿Acaso hablamos del uso de plataformas web que se administren desde ámbitos ajenos a los educativos y que aún así tengan el potencial de crear comunidades? ¿O planteamos una formación en valores críticos para sumir una posición política y cultural frente al contexto comunicativo? Ante este cúmulo de preguntas, queda solo un punto de convergencia desde el cual se procurará abordar la globalidad de la relación entre tecnología y educación: las dinámicas de consumo.
estructurar bajo la forma de proyectos, con los que se busca el reconocimiento, apoyo y participación de las directivas, así como de los docentes para que puedan existir estas experiencias físicotemporales.
Es bien sabido que la escuela es objeto, herramienta y espacio de representación de los ideales, proyectos sociales de muy diversas escalas, momentos educativos y territorialidades, lo que la compromete con un agenciamiento complejo de intencionalidades, esfuerzos, límites, visiones, problemáticas e intereses. Así la escuela es un escenario conflictivo que gira entorno a jerarquías muy precisas, a ordenamientos no muy claros en sus propósitos y que incluye también una fragmentación de la concepción lúdica, política, discursiva y práctica de la educación latinoamericana.
Tanto la experiencia del estudiante como la del docente en torno a la forma comunicativa de la radio tiene lugar en la medida que toma una narrativa propia, una determinada articulación de lenguajes, de participaciones distantes o conjuntas donde se recogen una serie de intereses, expectativas y necesidades desde los roles docentes y estudiantiles comprometidos o involucrados en el proceso. Por ejemplo, en el rol del estudiante es común la tendencia a reproducir imaginarios sobre las formas y “contenidos” de las emisoras comerciales, pero donde de manera alternativa podría construirse una forma de resistencia cultural donde el sujeto puede leerse y narrarse en su cotidianidad, creando nuevas formas para él y para su entorno. Mientras que el rol docente generalmente se enmarca en una problemática institucional que limita tal proceso comunicativo, por lo que se desecha la oportunidad para la “innovación pedagógica”, pues representa una carga para el docente, o un factor de entretenimiento, descuidado por lo general en la comunidad educativa, aunque también se lo utiliza como una iniciativa de resistencia ante los dispositivos de control social.
Tomemos como ejemplo catalizador, las dinámicas que se observan respecto de la conformación, gestión y desarrollo de las emisoras estudiantiles en diversas experiencias pedagógicas, sobre todo en lo relacionado con los procesos de creatividad y aprovechamiento de las tecnologías -no necesariamente nuevas-. En las emisoras estudiantiles ocurre un ejercicio de individualización de cada sujeto en la construcción de sus necesidades, gustos y expectativas, al tiempo, se construye una dinámica de identificación en lo común con otros sujetos, integrando luego iniciativas que se llegan
El proceso de la radio estudiantil puede compararse fácilmente con una utopía, algo “que no tiene lugar”, pues desde su aspecto físico, hay emisoras que funcionan en una oficina, con una cabina, en un rinconcito, etc., pero también desde la experiencia educativa, son procesos que no ocupan la mente, ni el quehacer cotidiano de los docentes, sumidos como están entre una variedad de tensiones institucionales y administrativas. En ese sentido, las emisoras estudiantiles no son un espacio significativo y representativo frente a los imaginarios que agencian los medios masivos de comuni-
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cación, que por el contrario sí se introducen y reproducen dentro de la micro-política escolar. n el ejercicio de la emisora escolar, el cuerpo docente podría generar un ejercicio de distanciamiento de la tensionantes relaciones de dominación que sobre ellos ejerce el control pedagógico y administrativo. Sin embargo, no se reflexionan ni critican las experiencias comunicativas que tienen lugar en la institución educativa, como tampoco la sobrecarga laboral excesiva de funciones y tareas docentes con la que ellos agencian una demanda social sobre el trabajo que se hace en el aula. En este punto también podría plantearse la relación entre tecnología y educación como un componente “esencial” de cualquier estrategia de enseñanza-aprendizaje, que surge bajo la forma de “iniciativas” que van tomando espacios y haciendo solicitudes que, en mayor o menor medida, son atendidas por las directivas y por algunos docentes, pero que también constituyen un territorio de tensiones entre las manifestaciones juveniles y la exploración que ellos realizan sobre el sentido de autonomía desde lo comunicacional, fuera de las experiencias escolares o universitarias. Como lo evidencia el estudio de Cubides (2012): “(...) el universo integrado por una multitud de grupos (juveniles) que buscan ‘decir algo’ en una gran ciudad como Bogotá, caótica, fragmentada y compleja, intentamos escuchar al-
gunas voces que parecían sonar con un acorde especial, es decir, introducir un cierto orden que les permitía escapar a la monotonía de la ‘participación’ formal e institucionalizada y de la repetición de las prácticas consideradas socialmente ‘deseables’”. Es precisamente en estas diferenciaciones en donde se halla el rompimiento entre la necesidad de establecer una armonía entre el aprendizaje formal y la experiencia cultural, en el movimiento de la comunidad educativa ante formas de organización juvenil que parten a su vez, de elementos y dinámicas tecnológicas pero que se distancian del apoyo docente si este no está preparado o dispuesto para ejercer un liderazgo político, técnico y administrativo, y mucho más si carece de un enfoque crítico sobre lo político y lo comunicacional mismo. Se trata de un liderazgo que debería ir más allá de lo institucional, entendido como un ejercicio constante de la voluntad política cuyo principal componente es la búsqueda de otros aprendizajes, de nuevas experiencias comunes, así como de asumir problemáticas de modos distintos, para generar reflexiones individuales y colectivas que promuevan el debate de las posturas, y que exija y exhiba la construcción de diversos diálogos a partir de la libre participación. Tras la participación, son los estudiantes y docentes quienes de común acuerdo abren las posibilidades, eligiendo desde sus intencionalidades, formas y directrices de encuentro para coexistir, al tiempo que se fortalecen -3-
a sí mismas para proponer otras formas de tejer realidades. Existe también una proporción que captura la expectativa sobre los procesos educativos, tanto de los estudiantes, padres-madres de familia como de los docentes en lo referente a los procesos determinados por las directivas en una estructura de poder que de hecho tiene la capacidad de movilizar, de potenciar, de guiar o de obstaculizar, supeditar e intervenir las experiencias que surgen en los espacios institucionales, no solo en el aula, en los corredores, sino en otros puntos de encuentro físicos y temporales en los que se potencia el aprendizaje junto con el sentido de la creatividad y el diálogo. En la cultura escolar existe también una estructura de dominio que captura la expectativa sobre los procesos educativos, tanto de los estudiantes, como de los padres y madres de familia, como de los docentes, son las instancias directivas que tienen la capacidad de movilizar, potenciar y guiar las experiencias que surgen en estos espacios institucionales, como también de obstaculizarlas, supeditarlas e intervenirlas, no solo en el aula, sino en cualquier otro punto de encuentro físico y temporal donde pudiera tener lugar la potencia del aprendizaje junto con el sentido de la creatividad y el diálogo. Como plantea Lazzarato respecto de la constitución de las prácticas de poder y autogobierno: “Foucault interroga al poder, sus dispositivos y sus prácticas, no ya a partir de una teoría de la obediencia y sus formas de legitimación, sino a partir de la “libertad” y de la “capacidad de transformación” que todo “ejercicio de poder” implica. La nueva ontología que la introducción de la “vida en la historia” afirma, permite a Foucault “hacer valer la libertad del sujeto” -4-
en la constitución de la relación consigo y en la constitución de la relación con los otros, lo que es, para él, la “materia misma de la ética.” (Lazzarato, 2007). Por tanto, en las prácticas educativas y culturales, también es posible modificar y dar forma a construcciones éticas que suponen un ejercicio creativo del sujeto consigo mismo.
Es sobre este tipo de experiencias donde cabría plantear formas de resistencia a las prácticas de dominación instituidas, siendo posible identificar manifestaciones de la organización estudiantil en concordancia o no, con la organización docente. Se trataría de resistencias desde el deseo, generadoras de tensiones que se transfiguran en formas creativas, de integración y adhesión colectiva, como también, formas de resistencia donde se piensa y se comparten experiencias de comunicación radial, impresa, audiovisual y virtual. En ellas es clave el hacer, pero sobre todo el experimentar como vía de aprendizaje para la articulación de perspectivas más que un entrenamiento alrededor de horarios, metodologías y contenidos de las actividades curriculares y extracurriculares previstas por la institución.
Aparece en este contexto una puesta aún más compleja en lo que se refiere al problema de formalizar lo formalizable, esto es, de absorber, contener, potencializar, canalizar, controvertir, soportar, legitimar, frenar, asumir o hacer dependiente la estructuración de escenarios comunicativos y tecnológicos que garanticen la generación de iniciativas comunicativas de estudiantes y aún de docentes que busquen abordar y construir diálogos, adscritos o no al currículo, pero sí a la vida cotidiana, tecnológica y, social. En este contexto aparecen apuestas aún más complejas, referidas a la estructuración de escenarios comunicativos y tecnológicos que no condicionen la generación de iniciativas de los estudiantes o de los docentes, cuando buscan abordar o construir temas y diálogos quizá no adscritos al currículo, pero sí en estrecha relación con la vida cotidiana, la revolución tecnológica o los problemas sociales. Aquí juegan un papel trascendental la articulación de tres conceptos que parecieran sinónimos pero que realmente no lo son; los afectos, las pasiones y los deseos. Ellos tienen una característica común, son tendencias que influyen en el individuo desde la emotividad y son formas adoctrinantes desde la cotidianidad, controlables biopolíticamente y canalizables en los espacios escolares. Son también objetivo de diversos juicios y dispositivos que se promueven desde la institucionalidad de la educación y la familia, mediados por las representaciones tecnológicas y comunicativas en los que pueden apoyarse los movimientos juveniles que generalmente encuentran su origen y réplica en los espacios educativos. Esta referencia apunta precisamente al consenso de que los sujetos no nos movemos solamente por consignas, sino por una mirada reflexiva y crítica sobre lo que se evidencia en el tejido social, pues las intencionalidades de hecho se exhiben y se argumentan de manera normativa. Una ilustración de lo anterior es la instrucción que se da en algunas emisoras estudiantiles de manejar la rítmica y la excitabilidad del corporal de los
estudiantes a partir de la música, bien sea regulando los niveles de volumen, variando los géneros musicales, introduciendo diálogos o utilizando informaciones, o con el simple corte o ausencia de emisión durante los tiempos de descanso, como manera de direccionar la exaltación de los cuerpos antes de su ingreso a las aulas. Es decir, se producen ordenamientos colectivos desde intervenciones estéticas. Respecto de estas estrategias de dominación dice Lazzarato (2007): “(...) para Foucault, las tecnologías gubernamentales juegan un papel central en las relaciones de poder, porque es a través de ellas que los juegos estratégicos pueden estar cerrados o abiertos; es por su ejercicio que se cristalizan y se fijan en relaciones asimétricas institucionalizadas (estados de dominación) o en relaciones fluidas y reversibles, abiertas a la creación de las subjetivaciones que escapan al poder biopolítico”. Puede reconocerse entonces allí una gobernabilidad educativa, que administra los recursos, los tiempos, los conocimientos, pero también las expectativas e incluso los intereses mismos de los estudiantes y docentes. Por tanto, es necesaria la generación de una mirada crítica al campo de la comunicación, dirigida a sospechar del poder que ésta relación tiene bajo la administración educativa, al uso que se la da a la creatividad de estudiantes y docentes, previstos desde la generación de condicionamientos totalizantes para que se amolden a un orden productivo y de consumo. Desde este umbral se propone componer una crítica sociocultural para tomar distancia en una mirada de la política que regula los usos de las tecnologías en los entornos escolares. Poniendo en práctica una lectura salida de los lugares comunes a fin de tensionar y problematizar el asunto del poder inscrito en el uso de la palabra, del sonido y de la música en tanto que elementos condicionantes, abierta a la convicción que tiene cada sujeto de lanzar una forma de ver los asuntos del mundo que anteriormente no había sido considerada por -5-
él mismo y por su memoria. Como señala Valderrama (Op cit.): “los procesos de subjetivación, de construcción de la memoria individual y colectiva y de configuración de la actuación ciudadana no se dan de manera esencialista, por oposición reactiva o por impacto directo de las TIC”. En la experiencia de la radio estudiantil también es posible imaginar y compartir con la comunidad
bilidades de dirección autónoma para resistir el proceso de hacerse materia de consumo surgen, por ejemplo, cuestionamientos a las ideas de éxito, de reconocimiento social y de inmersión en la industria del entretenimiento, en tanto que artificios de captura del modelo neoliberal basado precisamente en la manipulación de las tecnologías de información y la comunicación. Con las emisoras estudiantiles es necesario generar procesos que construyan experiencias donde converjan estudiantes y docentes en el disfrute de un aprendizaje crítico, que también consoliden aspectos personales y profesionales que incentiven procesos reflexivos, creativos y recreativos, bien sea desde las áreas disciplinares o desde el diálogo con otras disciplinas, desde ejercicios metodológicos y sobre confrontaciones de la investigación científica y social.
otras formas de pensar realidades alternas a las que se han venido demarcando. De igual manera puede hacerse la reflexión sobre las dinámicas que toma vida cotidiana desde las tecnologías y los medios audiovisuales con las diversas narraciones y los distintos lenguajes que, desde lo singular, abordan la posibilidad de narrarse e historiarse, o las variadas representaciones de la comunicación escrita, generadoras de procesos simbólico y emotivo de memoria e identidad que aportan a la formación política de los lugares y territorios. Cuando se logra una confrontación con esa línea de desarrollo personal del sujeto, entre lo político y lo emocional, en donde se descubre con posi-
En este contexto esta transformación del sentido crítico de estudiantes y docentes con base en una mirada elaborada sobre la cotidianidad y sobre el mundo que comparten, plantea exigencias distintas a las que marca la cultura de mercado, un camino de trabajo sobre las capacidades sociales de los sujetos, quienes participan así de un aprendizaje propio y de un constante proceso formativo y creativo. En tal sentido, Martín-Barbero (2011) insiste en que “el escenario que crean las lecto-escrituras necesita una transformación del sistema educativo actual: todavía desarticulado y excluyente de los nuevos alfabetos y saberes”, ya que allí se articulan los medios y las tecnologías de información y comunicación, estas nuevas lecto-escrituras bien pueden consolidarse como un ejercicio cultural de autonomía y de crítica socio-política en el campo educativo, pero también en lo comunitario.
Bibliografía • CUBIDES, Humberto y Patricia Guerrero (2012). Trazos e itinerarios políticos de jóvenes. Bogotá: Universidad Central. Serie Investigaciones del IESCO. • LAZZARATO, Maurizio (2000). “Del biopoder a la biopolítica”, en: Multitudes. Revista Política Artística y Filosófica, disponible en: http://multitudes.samizdat.net/Del-biopoder-a-la-biopolitica • MARTÍN-BARBERO, Jesús y Gemma Lluch (2011). Proyecto: lectura, escritura y desarrollo en la sociedad de la información. Madrid: UNESCO, CERLALC. • VALDERRAMA H., Carlos Eduardo (2012). “Sociedad de la información: hegemonía, reduccionismo tecnológico y resistencias”, en: Nómadas No. 36. Bogotá: Universidad Central, IESCO, abril, pp. 13-25, disponible en: http://www.ucentral.edu.co/images/stories/iesco/revista_nomadas/36/36_1_sociedad_de_la_informacion. pdf
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Más eficiente que el consumo. Carlos A Rivera E.*
Abstract Este texto es el planteamiento de un proyecto de investigación en el que se aborda el tema del poder que domina desde el miedo y cómo se ha creado el acontecimiento de una catástrofe ambiental para facilitar la gobernabilidad, como una creación colectiva que ingenuamente incremente el odio y el miedo. Se concluye con la necesidad de un modo de vida no fascista desde la filosofía de la diferencia. Palabras clave Ecología, dominación, conservación, resistencia, consumo. *Publicista, docente y programador multimedia. carlorivester@gmail.com
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Foucault dedicó especial atención a investigar cómo el cuerpo es susceptible de convertirse en una fuente de producción, en su libro Defender la sociedad (1976), el filósofo francés explica su teoría de la soberanía según las siguientes tres características: 1. Es una teoría que va del sujeto al sujeto (transita entre redes subjetivas ya que el súbdito debe convertirse en un sujeto sometido a una relación de dominación absoluta).
acontecimiento “sobrenatural” controlable. Lo primero es garantizar la idea de que dicho acontecimiento debe ser evitado por alguien o algo superior a la de la sociedad y, lo segundo, dar manifestaciones de advertencia cuando se haga evidente la naturaleza frágil de las relaciones de dominación. El mencionado acontecimiento natural lo ha producido la industria moderna y es la noción de catástrofe global, que bien puede ser
2. En la teoría de la soberanía, la multiplicidad de poderes políticos se establece por una legitimidad fundamental: es la fuente del poder y el fundamento de las instituciones, de donde deriva la obligación legal de obediencia con la que el individuo aparece dotado de derechos, capacidades, posibilidades y potencias. 3. Esta legitimidad fundamental, fue transformándose en Occidente de un derecho de captación para matar o dejar vivir hacia una administración de los cuerpos y la gestión controlada de la vida de las poblaciones. El libro menciondo se ocupa, en la clase del 21 de enero de 1976, a replantear esta teoría de la soberanía, en la medida que es necesario remplazar ese triple elemento previo de la ley, la unidad y el sujeto como fuente del poder y las instituciones, habilitando en cambio: “el triple punto de vista de las técnicas, su heterogeneidad y sus efectos de sometimiento, que hacen de los procedimientos de dominación la trama efectiva de las relaciones de poder y los grandes aparatos de poder”. En ese sentido, este artículo pretende advertir sobre la capacidad de generar miedo, como un dispositivo de sometimiento que usa las redes subjetivas para difundirlo, a partir de una tecnología que, que produjo la modernidad como consecuencia de la destrucción capitalista: la ecología. El miedo como tecnología de control, es una forma de dominación más eficaz que la disciplina punitiva, pues regula la auto-vigilancia; para aprovecharla, hay que dirigir y difundir miedo hacia un
medioambiental, política (como una guerra mundial) o económica (como un colapso financiero). La institución superior que puede evitarla, a cambio de la obediencia, son las redes de gobiernos, con diferentes escalas de control. Los estados se convierten pues en organismos de control capaces de evitar el colapso, creando en sus ciudadanos la dependencia de ser vigilados y controlados para prevenir la catástrofe anunciada, con esto, no intento decir que se hayan creado artificialmente desastres naturales, sino que los que han ocurrido (producto de la industria moderna), han sido aprovechados para difundir advertencias, que construyen socialmente la idea de que es ne-9-
cesario un control capaz de mantener la seguridad, aunque haya que restringir la libertad. La tecnología del miedo encuentra en el deterioro medioambiental la verosimilitud necesaria para difundir la idea de la anunciada catástrofe que sobreviene si no obedecemos las medidas preventivas; pero olvidamos que quienes nos indican estas medidas son precisamente los sectores dominantes, gobiernos e industrias; quienes se benefician de las tecnologías de control social y de la explotación a gran escala de los recursos naturales. El miedo como tecnología de control remplaza, poco a poco, la idea del bienestar; que fue el incentivo productivo anterior. Reconozco que el terror como tecnología para controlar la producción no es un invento nuevo. La advertencia que intento argumentar es la del uso de las redes humanas para difundir el miedo y la necesidad de control, resaltando la idea de que el sistema económico actual no es viable a largo plazo; porque los recursos naturales de los que depende la producción no se renuevan al mismo ritmo de su explotación. La estrategia consiste en cambiar la idea de los beneficios anunciados del consumo por la necesidad urgente de conservar el medio ambiente (en especial, los recursos naturales y la tierra como recurso vital). El énfasis que se hace en la escasez de recursos tiene un propósito explícito y uno implícito; el primero es educar para esforzarse en conseguir y cuidar los bienes materiales; el segundo es el de anunciar y prevenir una situación caótica potencial. Al difundir miedo ante alguna eventual catástrofe se generan experiencias de subordinación bajo las instituciones que tienen la posibilidad de evitarla, sea crea un sometimiento a las estructuras sociales que dependen de la gobernabilidad y que se perciben como dominantes, este control a pesar de su naturaleza frágil, predomina (con cierta resistencia) en regímenes que, con frecuencia, acuden al terror como método de dominación. La argumentación de dominación por el miedo encuentra verosimilitud en el evidente e innega-10-
ble deterioro de los recursos naturales, mientras que las estrategias ciudadanas para su prevención aportan muy poco a reducir el daño medioambiental, pero sí difunden muy eficientemente la cercanía a la anunciada catástrofe. La sociedad contemporánea se define desde la sociología como una “sociedad del riesgo global” (Beck, 2009) y, bajo este entorno, el concepto de riesgo adquiere el valor de medio de control. No pretendo negar la necesidad de cuidar los recursos naturales diciendo que la destrucción medioambiental es un argumento construido, sería como desmentir el lugar donde habitamos cuando evidentemente lo necesitamos, más bien busco demostrar que el miedo que despierta el anuncio sistemático de un desastre global, es una construcción narrada con el tono de la indispensable intervención de quienes buscan conservar la dominación; que son justamente quienes regulan y se benefician, en mayor grado, con la explotación de recursos naturales. Hay una estrategia mediática en el hecho de mostrar la amenaza enfatizando que ha evitado: se narra el deterioro de los recursos, pero sigue la vida; se tensionan las relaciones internacionales, pero aún no se desata la guerra, y otros mensajes del mismo, tono conducen a la opinión pública hacia la necesidad de control. Todo gobierno presenta sus medidas con el argumento de obrar “en beneficio de la ciudadanía”, pero los resultados demuestran una clara intención de control productivo, social y político. Recordemos la evolución de la esclavitud que se presentó como “liberación” pero que se transformó como una esclavitud global sin diferenciación racial, con esclavos que se ofrecen a laborar agotadoras jornadas por menos de lo que costaría un lugar donde vivir y una alimentación básica.
Los recursos limitados La sociedad actual depende de las relaciones de producción, el consumo está supeditado a ello. Necesitamos alimento, vestido, vivienda y otros bienes sin los cuales la vida no sería posible, in-
cluso varios dispositivos tecnológicos controlan la producción de bienes de primera necesidad. La crítica a los efectos de la sociedad de consumo que hace Baudrillard (2009), radica en la mitología del consumo en cuyo ejercicio y denuncia, reposa nuestra estructura moral que finaliza consumiendo en medio de la “Revolución de la Abundancia”. La teoría económica parece cambiar frecuentemente la postura frente a la idea correcta. Desde la Revolución Industrial se difundió la idea de que, entre más consumo, mejor calidad de vida; porque así se estimulaba el empleo, la producción nacional y el llamado “nivel de vida” asociado a la cantidad de cosas acumuladas para “vivir mejor”. Este argumento traslada el flujo de producción circulación y consumo del plano racional al emotivo, desplazando la decisión de compra de “mejor calidad por menor precio”, a la posibilidad de ayudar a un mundo mejor con un mínimo esfuerzo. Lo que le da al consumidor la tranquilidad para seguir su vida cómoda y para juzgar severamente a quienes, como él, no aportan a la solución. Varios de ejemplos muestran una Diferencia Marginal[1] en una contribución sin esfuerzo del cliente: campañas de bancos que ofrecen donar el 1% de los intereses cobrados a las “causas humanitarias”, tiendas que café que presumen con orgullo de la ayuda dada al caficultor, enfatizando que ésta depende de la cantidad de tazas de café vendidas; sin duda habría muchos más ejemplos. El asunto ya hace parte de la política de relaciones públicas de las empresas que han incorporado en su misión-visión el publicitario nombre RSO o RSC (Responsabilidad Social Empresarial o Responsabilidad Social Corporativa) que sin duda hace parte de los activos de las compañías. Pero al parecer, las causas humanitarias ya no venden tanto, parece más rentable una promesa ecológica, que da al consumidor la percepción de contribuir a una buena obra de beneficio personal y comunitario. Son las mismas industrias las que se encargan de recordar que, con el “desarrollo” actual y el crecimiento poblacional en aumento, necesitaríamos más de
un planeta como el que tenemos para asegurar los actuales niveles de consumo. No obstante, el ritmo de producción se mantiene y las ganancias de las empresas aumentan, sin mencionar que el mensaje medioambiental evita el gasto en “causas humanitarias” que no deterioran la buena imagen corporativa. El concepto de “ecología” tiene tras de sí una historia de éxito considerable. Hoy se responsabiliza de la naturaleza a ministros y gestores de estado (Beck, Op cit.); pero habría que desconfiar de quienes han creado el concepto de ecología y del hecho de que su difusión en gran medida dependa de organizaciones políticas, económicas, estatales o multinacionales. No niego tampoco la existencia de grupos preocupados por el cuidado del medio ambiente, que en algunos casos logran crecer para superar límites geográficos, pero la iniciativa de la megatendencia ecológica ha estado determinada por organismos de control político y económico. Para decirlo de otro modo: una ideología que se acepta sin resistencia es susceptible de convertirse en un régimen de control más eficiente y esa urgente necesidad de conservar los recursos, logra disminuir la resistencia a un régimen ecológico. La palabra “sostenible” se usa con frecuencia para referirse a procesos productivos que intenten conservar los recursos que se usan, pero hay que advertir que esta sostenibilidad tiene un límite, que nos conduce a dos preguntas: ¿conservar hasta cuándo? y ¿conservar para quién? Ingenuamente desde niños se nos enseñaría a responder que hay que conservar lo que más se pueda, hasta cuando logremos hacer que duren los recursos: el agua, las especies, la tierra, el aire y que esto sería benéfico para nosotros mismos, para nuestras familias y para la humanidad entera; pero no olvidemos que son los gobiernos, y específicamente los de los países desarrollados y los sectores dominantes de los países subdesarrollados, quienes nos enseñan a recitar la lección, mientras buscan su propio beneficio económico y el control político de las poblaciones. -11-
La política ecológica busca la adopción de nuevas hábitos de consumo para promover la conservación, reemplazando este valor por la anterior promesa del bienestar por el consumo, pero ¿por qué es el consumidor promedio quien asume la obligación de preocuparse por sus hábitos?, ¿acaso la mayor parte del deterioro no es causado por las grandes compañías cuya actitud de conservación se limita a pagar un porcentaje de sus ganancias en regalías, a cambio de permisos otorgados por los sectores políticos dominantes? Uno de los propósitos de este artículo es el de sospechar de algo a lo que se ofrece una mínima resistencia, porque el apremio de su necesidad reduce la capacidad de proyectar lo que puede ser la ecología llevada a sus últimas consecuencias. Recordando un poco de historia, habría que advertir que el desarrollo incipiente del capitalismo logró demostrar la “prosperidad” que prometía, al igual que la Revolución Industrial anunciaba una mejor calidad de vida. Y habría otros muchos ejemplos de cambios económicos cuya estrategia de eliminar la resistencia social, fue aprovechada para crear sistemas de dominación más eficientes. Un segundo propósito es el de crear vías de escape, líneas de fuga mediante narrativas y redes sociales de conocimiento no jerarquizadas, como estrategia para resistir el miedo y el control ante el desastre. Quiero aclarar que considero necesaria la conservación y el cuidado de los recursos naturales, pero que habría que tener la precaución de no convertirla en un medio de control más eficiente que el anterior, ni en una consecuencia de la difusión del miedo globalizado. Si suponemos el límite del sistema productivo fundamentado en el consumo y producción a gran escala, en el momento en que se agoten los recursos, habríamos desperdiciado todo el tiempo -12-
que hemos dedicado a ser exitosos, a presumir una superioridad fundamentada en la ganancia, la competitividad o el conocimiento, para incrementar nuestro propio beneficio. Ante un sistema controlado por el miedo, seríamos trabajadores más eficientes, menos exigentes de ganancias. Si los grandes y pocos beneficiarios del capitalismo han logrado las exorbitantes ganancias que anuncian los indicadores económicos haciendo la promesa de trabajar más para vivir mejor, imaginemos los niveles de ganancia si la promesa fuera simplemente el trabajar para conservar la vida; aunque eso signifique cobrar menos. Es ahí donde estriba el componente económico de la eficiencia del miedo como estrategia dominante. Una muestra de lo que he planteado es la clasificación entre países desarrollados y del llamado Tercer Mundo, esta división se ha creado para estratificar los consumidores y los productores de recursos, ¿acaso no hay una evidente contradicción en que los países con mayores recursos productivos sean los que tienen menores índices de desarrollo? Estos índices están para conservar un domino internacional, que es el principio de la estrategia de incentivar la conservación de recursos para mantener el control.
Componentes socio-culturales Persiste la creencia de que la destrucción es una consecuencia de la Modernidad, el silogismo completo nos permite concluir que la ecología proviene de la destrucción, por ende, también de la Modernidad y de su industria; del afán de progreso y de la ambición de superioridad. Se crea la necesidad de controlar la vida, con todo y sus procesos productivos, pero además de esto hay componentes que definen las diferencias culturales que subordinan a los países del llamado Tercer Mundo
bajo los desarrollados, dicho de otra forma, los primeros se auto-proclaman consumidores masivos de los recursos provenientes de los segundos y, a su vez, se crean sectores dominantes en los países atrasados con el afán de su propio beneficio, y cada nueva esfera de poder genera sectores dominantes motivados por la necesidad del beneficio a cualquier costo, pero el límite de este proceso parece estar en la anunciada “catástrofe”. El esquivo fin del capitalismo parecería no estar en la sensatez, sino en la extinción de los recursos. Para finalizar, quisiera retomar la idea de Foucault (1999) sobre un modo de vida no fascista alejado del capitalismo. Básicamente lo que he planteado es que la ecología se hace cada vez más fascista, nos hace odiar a muerte a quien destruye los recursos de los que depende la vida, optamos por defender un derecho teórico aunque implique eliminar a quien no piensa igual a mí. Esta tendencia, en el entorno capitalista, es lo que se llama el ambientalismo, que se puede adornar con muchas arandelas, pero que en esencia es el derecho a atacar a quien no defiende mi punto de vista. Tenemos que defendernos de nuestros enemigos porque en realidad los aparatos del Estado, la ley, las estructuras del poder no sólo no nos defienden de ellos sino que son instrumentos mediante los cuales nuestros enemigos nos persiguen y nos someten. Ahora, ese discurso va a desaparecer. No será: ―Tenemos que defendernos contra la sociedad, sino: ―Tenemos que defender la sociedad contra todos los peligros biológicos de esta otra raza, de esta subraza, de esta contrarraza que, a disgusto, estamos construyendo. En ese momento, la temática racista no aparecerá como instrumento de lucha de un grupo social contra otro, sino que servirá a la estrategia global de los conservadurismos sociales. (Foucault, 2001) Hannah Arendt (2009) propone la idea de que la esfera económica y social descansa sobre la lucha organizada contra la naturaleza. En ese sentido, la lucha por conservar la naturaleza es contradictoria, y lo es aún más, al ser percibida como una lu-
cha, como un enfrentamiento en el que debemos derrotar a quien piensa o actúa en contra de mi idea, esa que es verdadera porque pagué por ella, confiando en la etiqueta de color verde que garantiza mi afinidad ambiental. Creo que la posibilidad más cercana de escape estaría en el rechazo al éxito, este es el concepto que está deteriorando la naturaleza, tanto la humana como la natural. Un modo de vida no competitivo se ha planteado, pero termina contaminándose ante los egoísmos propios, ante la necesidad del reconocimiento y ante el miedo a perder la ínfima porción de control que creemos haber logrado con un trabajo, con un rol de autoridad, con un salario o con un reconocimiento. Quiero aclarar que haber dedicado la primera parte de este texto a la teoría económica se debe al hecho de la creación de la ciencia de la producción, distribución y consumo con el propósito de dominar la naturaleza, proyecto que parecía haber triunfado hasta que nos dimos cuenta que hacemos parte de ella, pero aún no advertimos el peor peligro y es que somos vulnerables de ser controlados por el miedo a una catástrofe. En resumen, la vía de escape más cercana es el trabajo no competitivo. Insisto en que habría que rechazar el éxito, el reconocimiento y el presumir de los logros que nuestra elevada educación nos proporciona en un estilo de vida cómodo, aparentemente superior al de otros. La única ecología no fascista es la de las narrativas, la que pretende conservar sin difundir el miedo y, sobre todo, sin odiar a muerte a quien no piensa igual que yo. Finalizo con un aforismo de Nicolás Gómez Dávila (2012) que resume en menos líneas la totalidad de este artículo. A manera de conclusión, para demostrar que hay mejores narrativas que el discurso inculpador: todo nuevo régimen nos hace añorar el anterior.
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Notas. El concepto de diferencia marginal es de Baudrillard, en La sociedad de consumo la define como: “Buscar las pequeñas diferencias cualitativas a través de las cuales se señalan el estilo y el estatus”.
Bibliografía. •
ARENDT, Hannah (2009). La condición humana. Barcelona: Paidós.
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BAUDRILLARD, Jean (2009). La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Madrid: Siglo XXI.
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FOUCAULT, Michelle (2001).Defender la sociedad. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.
•
GÓMEZ, Nicolás (2012). Escolios a un texto implícito. Bogotá: Villegas.
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Una mirada a la música neogranadina. Beatriz Zea S.*
Abstract Este artículo pretende dar un contexto general del desarrollo del romanticismo musical tanto en Europa con su referente en la América neogranadina. La intensión es dar una aproximación del desarrollo de la música del siglo XIX y ver cuál fue su influencia en la sociedad del siglo XIX. Por tal razón el artículo se concentrará en definir que fue el Movimiento Romántico, en mostrar cuáles fueron sus características y como eran los escenarios para representar las practicas musicales y sociales. Finalmente concluye el artículo con la más bonita de las representaciones sociales que la música podría tener, que consiste en la incursión de la mujer en el campo musical, como interprete y como compositora. Por medio de la música se abre un nuevo espacio para poder expresar todo el subjetivismo de las emociones femeninas a la sociedad. Palabras clave Música, piano, sociedad, neogranadino e historia. * Historiadora. bzeas@ucentral.edu.co
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Introducción El siguiente texto es una aproximación al panorama musical del siglo XIX, en Europa, puesto que allí se originó el movimiento romántico, como la evolución que tuvo en la América neogranadina. El texto expondrá la definición tanto textual como temporal y espacial del desarrollo de la música neogranadina en Colombia. El artículo también tiene como objetivo identificar cuál fue el impacto que tuvo el romanticismo en la sociedad neogranadina y cuales fueron sus diferentes prácticas tanto individuales como colectivas. El texto se divide en tres partes, en la primera se procura definir qué es el romanticismo, cuáles fueron sus principales características y las vicisitudes del romanticismo a su llegada a la Nueva Granada, cuando se empieza a manifestar en diferentes prácticas sociales. En la segunda parte, se enfatiza la transposición del romanticismo y como se refleja en el consumo social como música para la diversión. También pretende mostrar cuál fue el público que apoyó y despertó interés por este tipo de música. Para finalizar, la tercera parte le hace un homenaje a la mujer, ya que en la música del siglo XIX, la mujer encontrará un nuevo espacio para poder aprender, construir conocimiento y desenvolverse como conocedora de este espacio musical, sin la oposición de la familia ni de la sociedad.
1. ¿Qué es el romanticismo? a. Definición del romanticismo En Europa, el romanticismo nace con la Revolución Francesa. Una vez que es derrocada la monarquía y las representaciones sociales que ésta tenía en la burguesía creciente y en el pueblo empiezan a declinar, se abre para las artes un espacio y especialmente para la música, que tendrá la oportunidad de expresarse de manera subjetiva y personal. El ocaso del romanticismo en Europa ocurre hacía finales del siglo XIX con la Revolución Industrial. El periodo musical romántico recibió su nombre por los “romances” medievales; relatos y poemas acerca de persona heroicas, escritos en los idio-16-
mas nacionales, más que en latín, que sólo podía ser leído por los eruditos y los eclesiásticos. Durante los periodos barroco y clásico, la música fue impersonal, generalmente se concentraba en Dios o estaba dedicada a él. Por el contrario, el “romanticismo” destacó la libertad de expresión de los pensamientos personales, no sólo en música sino también en la pintura, la escultura, la literatura y en general en todas las artes (Gray, 1995: 59). Los artistas creadores ofrecieron una última resistencia a la creciente mecanización de la sociedad. La inspiración provenía de lugares y tiempos lejanos, de las leyendas de valerosos caballeros que amaban a doncellas inalcanzables (Íbidem). En la América Neogranadina, la cronología del romanticismo es más tardía, data aproximadamente de entre 1850 a 1920. En el caso de la República de la Nueva Granada en 1831 y dentro de los procesos de reorganización del Estado, el General Francisco de Paula Santander, promovió en su calidad de Presidente una reforma de la educación. Se abrió entonces la Escuela de Música y Dibujo en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, institución que había sido fundada en 1653 bajo los auspicios de Fray Cristóbal de Torres. Entre 1833 y 1834, se dictaron clases de piano, violín, guitarra, flauta y canto. Como director fue nombrado Eugenio Salas (ejerció entre 1823 a 1853), quien además de abogado, fue músico, organista y colaboró con el coro de la Iglesia de Santo Domingo. En compañía de Francisco Londoño, guitarrista antioqueño radicado en la capital, dictaban clases de música. En la Nueva Granada existieron tres etapas del romanticismo, la primera entre 1830 a 1860, alrededor del auge de los Movimientos de Liberación Nacional; la segunda entre 1860 a 1880, que coincidió con la organización del Estado Nacional y la tercera, entre 1880 a 1920; donde hubo un gran desorden en la República de Colombia pues la hegemonía conservadora dejó varios estragos y ecos que se hicieron sentir a lo largo del siglo XX.
b. Cómo se desarrolló En primer lugar, el movimiento romántico privi-
legió la libertad de creación frente a los cánones del neoclasicismo y del barroco. Destacó el subjetivismo y el individualismo frente a la rigidez de las reglas académicas, se empezó a valorar la originalidad, la diversidad y la particularidad frente a la unidad postulada por la Ilustración. En segundo lugar; se abrió un lugar para resaltar la excelencia de la imaginación y la fantasía frente al racionalismo clasicista de los ilustrados, recreando mundos pasados, como la Edad Media o escenarios exóticos del norte de África y del Medio Oriente y, en tercer lugar, innovó el instinto frente a la razón y las situaciones límite frente al equilibrio y la armonía. Con esto se afirma, que al no llevarse a cabo la reglamentación de la armonía como se acostumbraba en el barroco y en el clasicismo, se podían extender los silencios y el tiempo de las notas, al tiempo que se desarrollaba el cromatismo en las obras y éstas se desenvolvían bajo los valores de cada compositor, sin estar supeditados a los antojos de los miembros de una monarquía. De esta manera se fueron desarrollando nuevos métodos de composición y nuevos escenarios, que contribuyeron a que la sociedad tuviera otra manera de apreciar la música.
c. Transposición al caso colombiano En el caso colombiano, los compositores en su mayoría estudiaban en Europa, aprendían nuevos idiomas, como el francés, el italiano e inglés, a la par de nuevos métodos de composición con los diferentes maestros que pertenecían a los conservatorios más prestigiosos de Europa, como el de París. A su regreso, componían con su propia inspiración, en la mayoría de veces bambucos y pasillos, pero afrontaban problemáticas propias del país. Las escasas obras nacionales o internacionales no son más que una excepción frente a esa abrumadora preeminencia del libro europeo; una preeminencia que, aunque relativizada por el decisivo aumento de la producción colombiana y
neogranadina, será todavía observable a finales de siglo. Pero se empezaron a abrir nuevas formaciones de archivo. Paulatinamente, la Biblioteca Nacional se fue enriqueciendo con donaciones provenientes de bibliotecas privadas como las de Joaquín Acosta, Manuel Ancízar o Rufino Cuervo,
o con adquisiciones de libros procedentes de los conventos clausurados en virtud de los decretos liberales (Martínez, 2001: 109). En 1874 se creó en Bogotá la Librería del Congreso a la que se le otorgó un presupuesto de 1000 pesos para su primer año de funcionamiento. En Medellín, el médico Manuel Uribe Ángel inauguró la biblioteca pública que fue bautizada como “Biblioteca Zea” (Íbidem, p. 110). Todo esto creó espacios de intercambio cultural, al punto que constituyó un conjunto bastante heterogéneo de empresas periodísticas europeas que difundían el conocimiento publicado, desde el Viejo Mundo hacía el Nuevo, periódicos redactados en español, adaptados a los intereses de los lectores hispanoamericanos, con distintos trasfondos ideológicos (Íbidem, p. 121). Eugenio Salas también fue pionero en crear prensa especializada de la música en 1836 al publicar “La Lira Neogranadina” (Pardo, 1959). Por otro lado, se crearon otros espacios en la vida cotidiana de la sociedad involucrando a nuevos actores sociales, antes marginados de la -17-
música, como fue el caso de la mujer y de los niños y se aprendió a disfrutar de la música en familia.
2. El concepto de música en el contexto social a. La música como diversión En todas las épocas existen personas que deploran el gusto y la falta de refinamiento de las masas. Les horroriza la idea de que sea posible utilizar las partituras para tapizar las paredes e incluso algunos llegan a despreciar la función de la música como diversión. Sin embargo, esta palabra curiosamente contaminada tal vez resume su función más importante de la música, en particular, de la música que se interpreta en familia.(Siepmann, 2003: 41) Mucho antes de la irrupción del fenómeno de la comunicación de masas, la música, más que cual-
quier otro medio, procuraba una diversión para la vida social. En ese sentido, la “gran música” siempre ha sido una excepción, nunca la regla, pues por cada obra maestra existen millones de obras menores y divertidas, cuyo único, propósito es la de ser simples pasatiempos. Al contrario de la televisión, que es un probablemente la forma de entretenimiento más pasiva que se conozca en la historia; la música entretenía a la gente estimulando su imaginación. Nada mejor que la música -18-
programática[1], la que describe un poema o una historia, donde las imágenes sólo existen en la mente de quien la escucha. Cierto tipo de música programática conservó siempre su lugar en Europa regida por los conflictos políticos y militares (que luego también llegarían al continente americano), durante los cuales se consiguió la independencia europea derramando mucha sangre. (Siepmann, Op cit., p. 42) Si las guerras atacaran con melodías tal vez el mundo sería diferente. De estas iniciativas, entre otras, se han acogido los grandes pacifistas del mundo entero. En este sentido, valga esta anécdota. “Era el año de 1861 y el general Mosquera, que se había alzado en armas contra el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez, se dirigía ya con su ejército caucano, hacía la capital, y había llegado a Honda. Pero allí se había detenido porque don Mariano Ospina había mandado contra Mosquera la 6ta División del Ejército de la Confederación Granadina que también habían llegado al río Magdalena y se hallaba apostada en un sitio llamado “La Barrigona”, frente a las tropas de Mosquera, que se encontraba en la otra orilla. En aquella división muy bien equipada se había incorporado la Banda Municipal de Bogotá, compuesta por cincuenta músicos y dirigida por el maestro Cayetano Pereira, “cuya corneta de pistón hacía conmover hasta las más íntimas fibras del alma”. Pero la estrategia tiene sus secretos. Resulta que estando uno frente al otro, en medio del río nadie se atrevía a atacar al otro, estaban esperando a que bajara la corriente para abalanzarse el uno contra el otro. Pero no pasaba nada durante días y semanas. Entonces se le ocurrió al coronel Gutiérrez Lee hacer algo que sirviera para distraer el tiempo y
de paso humillar a Mosquera, cuyo ejército había sido reclutado entre las peonadas de hacienda. El plan consistió en darle al caudillo caucano una buena retreta todas las tardes. Cuando la banda capitalina hacía vibrar aquellas soledades selváticas todas las tardes con las mejores armonías de su repertorio. A lo que la banda de Mosquera, para no quedarse atrás le respondía por su parte con lo mejor de los suyo, sin embargo, dice el cuento, que no era tan bueno como el del maestro Pereira, a punta de clarinetes y tocadores de bunde[2]. Este fue un caso insólito a la vez que maravilloso, quizá único en el mundo, en el que dos ejércitos en vez de dispararse y atacarse, todas las tardes se complementaban con hermosas melodías (Lemaitre, 1994: 118-119).
Diversiones “correctas” A pesar de la extraordinaria proliferación del piano en el siglo XIX, (tanto en América como en Europa, porque el piano fue uno de los primeros instrumentos musicales importados) en algunos sectores se sentía que este instrumento sólo bastaba para cumplir las exigencias de lo que sería una diversión “correcta”. El piano fue relegado al fondo de escena, reduciendo su participación al acompañamiento para la lectura de obras poéticas donde se narraban unas historias determinadas (Siepmann, Op. cit., p. 45). En las reuniones de la gente más acaudalada, el entretenimiento más habitual después de la cena consistía en la llamada “balada de salón”. Por lo general, los participantes no eran músicos profesionales contratados sino amateurs entusiastas, no necesariamente muy talentosos, quienes formaban parte de los invitados o de los miembros de la familia anfitriona. Se presentaban números sentimentales de carácter educado pero de poco contenido, con acompañamientos al piano que podía interpretar cualquier hija con conocimientos medios de tal instrumento. Por lo general, eran obras de mujeres y también eran mujeres la mayoría de las acompañantes. Los cantantes eran sobre todo, hombres (Íbidem, p. 46).
Nuevo público El público romántico en Europa ya no estaba formado exclusivamente por la nobleza. La acaudalada nueva burguesía de los mercaderes y los empresarios de sus familias comenzó a asistir a los conciertos y a espectáculos musicales como era el caso de la ópera. En Colombia ocurrió de manera distinta, pues además de haber despertado el interés de la música en diferentes clases sociales, la inversión tanto para recrear espacios musicales como la de asistir a ellos era bastantes escasa, sin embargo, los escenarios musicales innovaron en nuevos espacios para que la música tuviera otros tipos de representaciones (Martínez, Op cit., p. 120). Las representaciones sociales ya no se limitaban al salón, la sala de conciertos o la ópera. Desde la invención del piano en 1709, la ejecución de la música se trasladó al hogar. La mayoría de las casas tenían un piano o un órgano pequeño en la sala, y los niños, y sobre todo las niñas de la casa, debían ser capaces de tocarlo. Ésta tradición se mantuvo firme hasta mediados de siglo XX en la alta clase media, para placer y beneficio de los profesores de música. Los compositores en ciernes escribían una amplia gama de géneros, desde la repetición de ejercicios intensos hasta grandes óperas[18]. El nuevo público también empezó a tener nuevos intereses con respecto al consumo de la música neogranadina.
3. Una nueva forma de gritar a. Una nueva forma de libertad para las mujeres El romanticismo no sólo le abrió las puertas a los compositores que trabajaban bajo su propia inspiración, también fue una ventana de escape para muchas mujeres. Las mujeres en el siglo XIX antes que el piano estuviera en boga, tenían el mismo destino que en los siglos anteriores, estaban condenadas a ser las esclavas de sus padres o, en su defecto, de sus maridos. Con la comercialización del piano, los grandes empresarios y jefes de familia acaudalados empezaron a tener su propio pia-19-
no y con él nació el deber y el derecho a que ellas pudieran interpretarlo e incluso componer con él. La sociedad redujo a un mero adorno el papel que la interpretación pianística desempeñaría en el mundo de la mujer, necesario para cumplir con las convenciones establecidas y con el estereotipo femenino que estaba de moda. Esto no significa que en el siglo XIX, no haya ejemplos de talentosas intérpretes y compositoras, aunque no era bien visto que las llamadas “hijas de familia” abrazaran la profesión musical ni, por supuesto, ninguna otra (Gray, Op cit., p. 277). Una abrumadora mayoría de los alumnos de piano estuvo siempre compuesta por niñas y jovencitas, pero la profesión de concertistas fue exclusivamente masculina. Aunque la historia nunca es tan lineal, por cuestiones prácticas, tomaremos como punto inicial y de influencia futura para la liberación de la mujer en el terreno del piano a una figura excepcional en la historia de la música en el siglo XIX. Hablamos de la hija de un famoso maestro y esposa de un gran compositor: Clara Wieck de Schumann. Ella fue el ejemplo más ilustrado en Europa, no obstante la América neogranadina también tuvo su propia versión.
b. Teresa Carreño (1853 – 1917) Triste también, aunque quizás más sorprendente, la ausencia de grabaciones de la volcánica venezolana Teresa Carreño (1853-1917). Ella era la hija del General Manuel Antonio Carreño, sobrino de Simón Rodríguez -reconocido tutor y mentor de Simón Bolívar- (Ospina, 2009). Fue una de las virtuosas y talentosas pianistas del siglo XIX, que se proyectó tanto en la América Neogranadina como en Europa. Daba la impresión de tener fortuna en todo, excepto en su vida privada. Hermosa, dotada de un increíble talento para componer, fue pionera en el campo de la dirección orquestal y una cantante de opera aceptable. De sus cuatro maridos, en el segundo y el último eran hermanos y el tercero fue Eugen d´Albert, un pequeño gigante de teclado (alumno de Liszt) y un compositor admirado, que parece haber tenido un afecto -20-
soberbio a la manera como su esposa enfocaba la interpretación. Aunque en sus primeros tiempos Carreño se tomó grandes libertades con las partituras, después de tres años de ejercitación con D´Albert logró mejorar el control y la autodisciplina. Siempre había sido un gran pianista y a partir de esta etapa fue considerada una gran músico, celebridad que mantuvo hasta el final. Sin embargo, incluso ante de ir con D´Albert, un juez tan implacable como Hans Von Bülow la había definido diciendo: “es la pianista más interesante de la actualidad…, un fenómeno. Se quitó de encima a todos los que se pavoneaban con grandes aires de pianista, que a su llegada tuvieron que ir a otra parte a buscarse la vida”. Un ejemplo de su fuerte espíritu de independencia surge del hecho de que a sus trece años el legendario Liszt se ofreció a ser su maestro y ella no aceptó. ¿Por qué? Porque no le apetecía vivir en Roma. Quizá se sentía algo hastiada, después de todo, había tocado para el presidente Linconn en la Casa Blanca cuando tenía sólo nueve años y ya estaba muy cansada de que le dijeran siempre que era un genio (Siepmann, Op cit.,: 285-286).
Conclusión Con este breve recorrido por el mundo de la música romántica podemos concluir que fue una bocanada de aire fresco para la sociedad; en el caso de Europa se amplificó el público y se exploraron nuevas técnicas, donde no se siguieron al pie de la letra las reglas de la armonía para darle más expresión a la melodía. Se abrieron otros espacios para las representaciones sociales en la música como lo el baile de salón, para interpretaciones informales e incluso la música se trasladó al hogar para que los niños y las mujeres la pudieran representar. El hecho que la música del siglo XIX, tuviera como característica esencial mostrar las intenciones propias y personales, absolutamente subjetivas, le dieron a sus seguidores nuevos intereses y otra perspectiva de la música.
Notas [1] La música programática, es aquella que para interpretarla requiere la lectura de algún texto. [2] Existen variadas opiniones sobre los orígenes o raíces de este género. Algunos investigadores sostienen que su origen es americano en el ritual del “guando” que es el nombre dado a los ritos fúnebre en las etnias precolombinas y después de la conquista. El bunde es denominado “canto llamador”.
Bibliografía •
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• LEMAITRE, Eduardo (1994). “Historia detrás de la historia”, en Historias detrás de la historia colombiana. Bogotá: Editorial Planteta. • MARTÍNEZ, Fréderic (2001). El nacionalismo cosmopolita. Bogotá: Banco de la República, cap. 2: Europa imaginada. • OSPINA, William (2009). “Bolívar y el romanticismo”, en: El Espectador, 20 de junio, disponible en: http:// www.elespectador.com/columna146825-bolivar-y-el-romanticismo. • PARDO TOVAR, Andrés (1959). “Los problemas de la cultura musical en Colombia”, en: Revista Musical Chilena, vol 13, No. 64, pp. 61-70. •
SIEPMANN, Jeremy (2003). El piano. España: Editorial Robinibook.
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Existir, insistir y resistir Wilfredo Moreno Naranjo*
Abstract Partiendo de la entrevista como método** y realizando un breve análisis de la “Violencia” en Colombia, La historia de vida que a continuación se narra representa a muchas de las mujeres anónimas que vivieron y padecieron innumerables maltratos durante el conflicto. Los hechos transcurren en parajes como Génova, Ceilán, Gaitania, el Dabis y Marquetalia, lugares que viven hasta la fecha de hoy con la estigmatización y el marginamiento de su población. Palabras clave Violencia política, Violencia en Colombia. * Economista de profesión, con experiencia en formulación de proyectos para población vulnerable, ha trabajado con víctimas del conflicto en varias Ongs, y actualmente es candidato a magíster de la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos de la Universidad Central. ** Lulle Thierry, Vargas Pilar y Zamudio Lucero (coords). Los usos de historia de vida en las ciencias sociales I, Editorial Anthropos, primera edición, 1998. wmorenon@ucentral.edu.co
La Marcha, Carboncillo de C. Elías, 2013.
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“Los rescoldos aún hoy están vivos. La cadena de vendettas, la sangre derramada y el honor manchado de las familias víctimas permiten pre-
decir reacciones similares por una generación; es decir, que dejando la dinámica en esta forma desatada, y sin aplicar soluciones de fondo. Colombia seguiría víctima de la violencia por otros veinte años por lo menos. ¿Podrá soportarlo el cuerpo nacional?”
Mediante este escrito se pretende mostrar desde una perspectiva histórica, la cotidianidad y el diario transcurrir de las familias o grupos que hicieron parte de las marchas campesinas de la “Violencia” de los años 50 en Colombia. Este primer ejercicio de historia de vida, es el inicio de un trabajo que dentro de la Maestría en Investigación en Problemas Sociales Contemporáneos nos enseñará a comprender el problema del método en las ciencias sociales y a ver de manera analítica y crítica, aquellos aspectos que encierran historias como las de la violencia en Colombia. Para el estudio de dichos desplazamientos se recurrió a fuentes documentales y a la memoria individual de una testigo de la época que da cuenta sobre cómo transcurrió parte del proceso, además se integrará la experiencia personal del investigador, quien ha trabajado con las víctimas del actual conflicto en diferentes regiones del país, pero que nunca había emprendido un reto investigativo de esta magnitud. A raíz de un viaje a San José del Guaviare en el mes de abril del 2013, cuando cruzaba por la avenida contigua al Coliseo Municipal, compartiendo con un delegado de la Cruz Roja Internacional[1], nos encontramos de frente con una inmensa valla que decía: “GUAYABERO, EXISTE, INSISTE Y RESISTE”, Le pregunté al delegado ¿cuál era la población en situación de desplazamiento que allí se encontraba?, él me respondió: “Ellos no son desplazados, son herederos de las luchas campesinas de la violencia, son campesinos y sus familias que vienen de la región del Guayabero y están aquí en el Coli-
Orlando Fals Borda, 1962.
seo en una toma pacífica, en protesta por la falta de garantías para la sustitución de cultivos de uso ilícito y por la urgencia de vías, centros de salud y colegios.[2] La “Violencia”[3] a la que me referiré entonces es a la de los años 1948 a 1965 y si bien el objetivo de éste escrito no es ahondar en las causas del mencionado conflicto, es pertinente mencionar algunos conceptos e interpretaciones escritos por Fals Borda en el capítulo XIII del libro “La Violencia en Colombia”[4]. Fals interpreta la violencia como un asunto de disfunción: “En todo caso la “Violencia en Colombia” presenta como síntomas principales una alta incidencia de disfunción institucional y confusión y deformación de roles en varios niveles”, entendiendo por “disfunción” la falla de una de los componentes de la estructura social que impide que un sistema o institución alcance sus metas[5]. Es evidente que para la época, el estado colombiano era una institución débil y fragmentada, situación que empeoró con la crisis del régimen político, lo que se tradujo en un incremento desmesurado de la violencia, y en un proceso de degradación del conflicto donde, por ejemplo, instituciones como el ejército y la policía, amparados por el estado, cometen toda clase de crímenes. Por otro lado, en las regiones se impusieron poderes alternos por parte de los liberales y los conservadores, por lo que no se hizo esperar la respuesta campesina con la conformación de las denominadas “autodefensas campesinas” y más tarde, con la creación de las llamadas “repúblicas independientes”. -23-
Como afirma el mismo Fals Borda una de las causas una perspectiva de sujeción y dominación, propode esta violencia es una cierta concepción y utili- ne entenderlo a partir del análisis de las instituzación del poder político: “como una herramien- ciones locales, como algo que funciona en cadena, ta para imponer sus respectivas utopías –utopías como un aparato de saber, que se traduce en pomuchas veces excluyentes”[6] Podría pensarse, a der disciplinario; es decir, se requiere de un indipartir de allí, que la esencia de tal poder en el caso viduo obediente que se encuentra siempre en esa de la “Violencia” cocondición. Se entenlombiana obedece dería entonces que también en parte a lo Foucault, más que que plantea Foucault indagar sobre el po[7] (2001) respecto de der de los de arriba, los “dispositivos de lo que pretende ver saber-poder” como es el poder de los de un despliegue disciabajo. Algo así como plinario y biopolítico los “subalternos” del articulado como mepoder en palabras de canismos de gobierRanahit Guha. no de la sociedad, Sobre la migración ¿acaso esta multiplipor violencia cidad de relaciones de gobierno de poSi bien, la violencia blaciones, sumado afecta la población a micro-poderes e urbana, es en las instituciones localáreas rurales donde mente situadas coel fenómeno recrudeincidieron en la conce con cifras alarmanformación de este tes de muertos, como conflicto?, ¿o será es el caso del deparque este fenómeno tamento del Tolima, pudo haber obededonde girará gran cido a una sociedad parte de nuestra hiscentrada en el ra- Niña Campesina, Carboncillo de toria y donde el procismo de estado? C.Elías, 2013 tagonista no será otro que el campesinado.[9] Como lo enunciara Foucault[8]: “el racismo es la condición de acep- A partir de 1948, debido a la intensificación del tabilidad de la matanza en una sociedad en que conflicto se incrementaron de manera significativa la norma, la regu¬laridad, la homogeneidad, son los procesos migratorios al interior de los deparlas principales funciones sociales”. Si bien esta tamentos, desde las regiones hacia ciudades tales concepción justifica la aparición del racismo de como Bogotá, Cali, Ibagué, Medellín, Pereira, ArEstado, la incidencia de los mecanismos del bio- menia, Cartago, Palmira, Chaparral, Neiva, Líbano poder permitiría, según Foucault, que el racismo y Girardot.[10] se insertara en el estado como un racismo que la Pero se trató de un desplazamiento diferente en misma sociedad desplegaría contra sí misma. muchos aspectos al desplazamiento de hoy. Basta Por otra parte, al mirar Foucault el poder desde con comparar los relatos que existen al respecto, para entender que se trata de dinámicas y de res-24-
puestas sociales muy distintas. Una cosa son las marchas campesinas que se dieron a partir del 48, y otra la forma como se presenta el desplazamiento ahora.[11] A fin de documentar las marchas campesinas de la época de la violencia realizamos una primera entrevista-relato que nos ayudará a reconstruir cómo fueron esos procesos que, de alguna manera no sólo denotan los recorridos geográficos que se tuvieron que realizar, sino también las diversas situaciones por las que sus protagonistas tuvieron que pasar.
do algún tiempo en que su hermano ya se había convertido en guerrillero liberal, ella tomó la decisión de irse al monte con sus hermanos. Al preguntarle el por qué de ésta decisión, María dice que su hermano dijo enfáticamente al referirse a las mujeres de su familia: “No puedo dejarlas acá porque es fijo que ‘los chulos’ me las violan y me las matan…”[13]. “Mi hermano mayor no sólo tuvo que velar por su familia sino que enfrentó las inclemencias de una época de violencia y la persecución por parte de los conservadores”.
La inevitable marcha La marcha campesina inició, para María[12], en una edad muy temprana, el suceso se ubica en el año de 1950, cuando recrudece la violencia liberalconservadora en Colombia, María contaba apenas con 12 años cuando se vio abocada a cambiar su entorno familiar; de vivir en una finca en Génova, Quindío, que su padre luego vendió, pasó a vivir a Ceilán, Valle, hasta convertirse en una mujer alzada en armas. La persecución desatada por los chulavitas en la región, en especial contra su familia de filiación liberal, fue el detonante para emprender el éxodo junto a su padre, Pedro Pablo Marín Quiceno y sus hermanos Rosa Helena, Jesús Antonio y Obdulia. Su hermano mayor había salido de su casa a muy temprana edad, al preguntarle por él, comenta con una sonrisa: “mi mamá le ordenó traer leña, pero mi hermano dijo que tenía un dolor en una pierna, cuando mi mamá volvió a preguntar por la leña él ya había abandonado la casa, al poco tiempo lo hizo mi mamá a quien no volvimos a ver, al parecer se fue con otra pareja. Parece ser que ella nos buscó muchas veces, pero como teníamos que recorrer muchos lugares, no fue posible que nos encontrara”. Por esa época, asegura María, “los ‘chulos’ mataban a todo liberal que veían, quemaban casas y todo lo que se les atravesaba”, ante esta situación, su hermano mayor al igual que muchas familias de la región, tomaron la decisión de alzarse en armas, conformando junto con paisanos y amigos una guerrilla como la única forma de sobrevivir. Pasa-
Violencia, Carboncillo de C. Elías, 2013
María recuerda que fueron muchas las familias; hombres, mujeres y niños que tuvieron que recorrer largos caminos, a pie y a lomo de mula, para refugiarse de la represión conservadora, conformando numerosos grupos de autodefensa, cada uno liderado por el jefe de la familia o por quien tuviera más experiencia en el campo militar. Nos -25-
llamaban “la chusma”, dice, todos éramos liberales. “Luego fuimos a parar al Davis, allá habían muchas familias que se estaban escondiendo de los ‘chulavitas’, por supuesto que también estaban armados y al menos allí había algo que comer…, me parece que allí conocí a Isauro Yosa a quien le decían el Mayor Lister”. “Al Davis llegó otro grupo que después se dividió porque esos eran más jodidos”, muchos de ellos se dedicaron al robo y hacer el mal”, al preguntarle si ese grupo tenía algún nombre, María responde: “me acuerdo que ellos eran los limpios y a nosotros nos decían los sucios”. “En el Davis hubo muchos muertos por parte de los liberales sucios, por peleas con los limpios, en el grupo de nosotros sólo quedaron 30 entre ellos ‘El Charro’, el hermano de “Charro” que se apodaba ‘Virgen Santa’, y sólo éramos cuatro mujeres: Domiquita, la mujer de mi hermano mayor, Lucero, Pulga Arrecha y yo”. En Ceilán, conoció a Jacobo Prías Alape, alias “Charronegro” (Alape, 1989), quien para ese entonces ya era jefe guerrillero, y que luego sería el padre de sus tres hijos. María describe a “Charronegro” como un “hombre alto de origen indio, de pelo indio, que cuando se peluqueaba muy bajito quedaba con el pelo parado, me parece que era de Ortega, Tolima, si mal no recuerdo”. “A Charro le gustaba mucho el baile”. “Me acuerdo que me insistía que le cocinara aparte, como yo era muy joven, era muy rebelde, a veces no le hacía caso, me acuerdo que cuando estaba embarazada del mayor, me hicieron un ranchito, donde una partera me atendió. Creo que fue la misma que atendió a mis demás hijos. En una de esas noches nos zapearon y tuvimos que salir corriendo y en esa emboscada mataron al hermano de “Charro” apodado ‘Virgen Santa’, mi hermano mayor no estaba en ese momento, andaba con Charronegro en otra zona por ahí cerca, murieron también Isaías y Luis Alejandro Pardo”. En su lucha contra los chulavitas, Charronegro se había unido con Pedro Antonio Marín, alias “Tirofijo”, Isauro Yosa alias “Lister” y Jesús María Oviedo -26-
alias “Mariachi”. Todos habían estado en el Davis y luego se dividirían: Mariachi se fue hacia el bando de los liberales limpios y Charronegro y Pedro Pablo Marín se fueron al lado de los llamados liberales sucios (Ramírez, 2004).
“Decía una vieja: que el general Mariachichi y Chamarronegro se habían agarrado” (María) María recuerda que en tiempo de paz, un 11 de enero de 1960[14], se encontraba el ejército en la plaza de Gaitania, Charronegro se dirigió a hablar con el Mariachi y luego de cruzar algunas palabras con él, dio la espalda y caminó rumbo a la droguería. Allí fue muerto por Mariachi, a traición, en plena plaza. Los limpios se tomaron el pueblo, por esa razón María tuvo miedo de cruzar la plaza para ver a su compañero, más bien dio la vuelta por otro sector y salió por el camino que iba hacia el cementerio para encontrarse con su grupo. Posteriormente dejó los niños en Marquetalia. Su hermano Pedro asumió el cargo de inspector de carreteras en Gaitania en tiempos de paz, “más o menos del 58 al 60, creo”. “Pedro de alguna manera investigó que Mariachi había sido contratado por el gobierno y había recibido sueldo para traicionar a Charronegro. El ‘Charro’ se encontraba desarmado”. Así es como ella recuerda la muerte de su compañero, como también la muerte de su hermano Jesús Antonio a manos del gobierno. En tiempos de paz, María trabajó donde una señora, colaborando en la alimentación de los obreros que laboraban en las carreteras, posteriormente fue acogida en las granjas-albergues del Guamo y del Rosario, dirigidas por una comunidad religiosa, a la cuales llevó a sus dos hijos mayores. Comenta también que en ese tiempo hubo una emboscada dirigida por su hermano mayor donde perecieron muchos soldados como retaliación por la muerte de Charronegro. Por esta razón la fueron a visitar unos agentes de seguridad a los albergues y la llevaron a Ibagué para hacerle una indagatoria, pero no le pudieron sacar ninguna información al respecto.
Del Davis a Marquetalia (el 27 de mayo del 64 comienza la operación Marquetalia bajo el gobierno de Guillermo León Valencia) “En las marchas de Río Chiquito y Marquetalia cocinábamos en una olla común, conseguíamos papas en las fincas vecinas, y gallinas, a veces nos daban carne, no le quitábamos a nadie, siempre pedíamos, en ese tiempo no le negaban a uno un plato de comida”. Recuerda María que siempre en eso existió también mucho “sapeo”, desconfianza y traición. “Durante el día no podíamos cocinar porque los aviones volaban a esas horas y teníamos que esperar a la noche para hacerlo, no recuerdo haber cargado ollas.[15] Una vez empezaban los bombardeos, corríamos hacia las partes más altas donde nos podíamos ocultar”. Ella recuerda jocosamente que caían muchas bombas; “unas caían y después explotaban, algunas bombas que no explotaban se usaban después contra del ejército”. No recuerda que en los días de campamento en Marquetalia y Río Chiquito hubiera tenido oportunidad de jugar, aunque en la finca, su papá les hacia fichas de dominó y de parqués. Pero ante la arremetida del ejercito, jugaban era a la guerra. Por esta razón María recuerda más los eventos fuertes de la violencia que los aspectos sociales. En ese sentido su memoria es más nítida recordando las tomas, los sapeos y los asesinatos, que detalles como el día en que ocurrieron tales eventos. La marcaron mucho los muertos liberales que caían a diario.
car adelante sus tres hijos, son apenas una muestra del acontecer diario vivido por nuestro personaje, con la cual esperamos interpretar su lucha y su resistencia. En cada casa y en cada pueblo donde estuvo, María vivió una verdadera lucha, veía muertos a diario y fue testigo sobre la contienda se fue politizando cada vez más. Cómo analiza Monseñor Germán Guzmán, refiriéndose a la descripción de Bedoya (1950): “...El amigo de ayer es hoy su enemigo si no piensa como él en materia política; la caridad, la humildad, la moral, todo desaparece en la vorágine de la guerra y no hay una sólo cuarta de tierra tolimense en donde no se levante una tumba. El tolimense es el primero en tomar las armas y el último en soltarlas”. Si hay algo por hacer es precisamente visibilizar la palabra de la mujer, el lenguaje femenino en el conflicto, pero no es tarea fácil, porque precisamente una de las dificultades encontradas en el trabajo de campo fue captar a través de la palabra todas las experiencias que María había vivido. En efecto, al establecer una comunicación entre el investigador y la entrevistada “se crea una situación inédita que recoge de unos y otros, y hace posible la comunicación construyendo realidades”. (Blair, et al., 2003: 108)
Consideraciones finales Para María, esa época transcurrida es una mezcla de romanticismo, jocosidad y crueldad, en las que sobre todo las mujeres tuvieron que vivir días y noches muy duras como la nueva condición a la que se enfrentó ella al salir de su casa paterna para irse con su hermano mayor al monte, recorriendo a pie y a lomo de mula varios municipios del Tolima y de otros departamentos cercanos. Su experiencia de vivir en albergues y la lucha por sa-27-
Notas [1] La delegación de la Cruz Roja Internacional mantiene presencia permanente en el departamento del Guaviare, una muestra más que el conflicto no ha cesado. [2] “Cocaleros piden sustitución de cultivos, educación y salud”, El Tiempo, 14 de marzo de 2013, disponible en: http://www.eltiempo.com/colombia/llano/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12688277.html. [3] “En efecto, con el término violencia se pretende simplemente describir o sugerir la inusitada dosis de barbarie que asumió la contienda; otras veces se apunta al conjunto no coherente de procesos que la caracterizan: esa mezcla de anarquía, insurgencia campesina y terror oficial [...] y, finalmente, en la mayoría de los casos, el vocablo cumple una función ideológica particular, la de ocultar el contenido social o los efectos de clase de la crisis política. Esto para no hablar de los usos del término por parte de los habitantes comunes y corrientes que padecieron sus efectos”. (Sánchez, 1995: 46) [4] Nos referimos al capítulo XIII “El conflicto, la violencia y la estructura social colombiana”, en: Guzmán et al., 1962, p. 361. [5] Ídem, p. 366. [6] Ídem, p. 370. [9] El departamento del Tolima es el único donde se adelantaron estudios estadísticos sobre las víctimas, resultando un total de 35.294 muertos en ese departamento (Guzmán, Op cit., p. 259). Flores Encadenadas, Carboncillo de [10] Ídem, p. 265. C. Elías, 2013 [11] Aunque el fenómeno del desplazamiento hace parte de la extensa historia colombiana, es hasta los años noventa que se utiliza este término. El concepto de “desplazado” o persona en situación de desplazamiento obedece a una necesidad, tanto de la institucionalidad como de las víctimas del conflicto. La emergencia de la figura del desplazado se crea a partir de la Ley 387 de 1997. [12] Atendiendo a su petición, no divulgaremos su nombre, decidimos nombrarla María por ser ampliamente utilizado y en honor a todas las mujeres que enfrentaron esta época tan dura. [13] Guzmán, Op cit., pp. 203-214. [14] Proceso de paz durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo. [15] Es posible que por haber sido la compañera de “Charronegro”, muy seguramente su estatus dentro del grupo no le exigía este tipo de tareas, además era una persona muy joven, es importante mencionar que su primer hijo lo tuvo a los 16 años.
Bibliografía •
ALAPE, Arturo (1989). Las vidas de Tirofijo. Bogotá: Editorial Planeta.
• BEDOYA, Víctor A. (1950). Etnología y conquistas del Tolima y el hoya del Quindío. Ibagué: Imprenta del Departamento del Tolima. • BLAIR, Elsa y Luz Marian Londoño (2003). “Experiencias de guerra desde la voz de las mujeres”, en: Nómadas No. 19. Bogotá: Universidad Central, IESCO, octubre, pp. 106-115. • FOUCAULT, Michel (1992). “Poder, derecho, verdad”, en: Genealogía del racismo: de la guerra de las razas al racismo de estado. Madrid: Las Ediciones de la Piqueta. • _______ (2001). Defender la sociedad: Curso en el Collège de France (1975-1976). México: Fondo de Cultura Económica. • GUZMÁN, Germán; Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna (1962). La violencia en Colombia: estudio de un proceso social. Bogotá: Fundación de la Paz, Facultad de Sociología la Universidad Nacional de Colombia, tomo 1. • RAMÍREZ TORRES, Lorna Carolina (2004). “Representación de las guerrillas en la fotografía de prensa: de las guerrillas liberales a las guerrillas comunistas”, en: Revista Chilena de Antropología Visual, No 4, julio de 2004: 118-134, disponible en: www.antropologiavisual.cl/lorna_ramirez.htm. • GUTIÉRREZ SANIN, Francisco y Gonzalo Sánchez Gómez (1995). Curso y discurso del movimiento plebeyo: (1849-1854). Bogotá: Áncora Editores, Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI.
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