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Retos de bienestar social en tiempos de coronavirus

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Es el home office

Es el home office

La pandemia por COVID-19 tomó por sorpresa a los diversos gobiernos del orbe y destaca que el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) ha sido el factor común en las distintas estrategias implementadas como respuesta a la emergencia. No obstante, soluciones parecidas entre países no llevan los mismos resultados, dado que el uso y apropiación de la tecnología está condicionado por estructuras económicas, sociales e institucionales que definen los resultados y nuevos retos a resolver. En el caso de las regiones periféricas del planeta, como es el caso de América Latina, las acciones basadas en las TIC tienden a desarrollarse en contextos de desigualdades sociales, donde destacan la brecha digital, la disparidad económica y las diferencias de género.

Inmediatamente después de que el coronavirus se convirtió en el principal problema de salud pública, los gobiernos de toda la región hicieron un llamado para que las empresas adopten esquemas de trabajo a distancia, con el fin de que la mayor cantidad de trabajadores posible pueda llevar a cabo sus tareas desde casa, pero ¿cuáles son las implicaciones y los principales retos de bienestar social para esta modalidad laboral? ¿Qué situaciones deben atender con especial énfasis los gobiernos latinoamericanos?

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El coronavirus tomó por sorpresa a los gobiernos latinoamericanos, quienes no estaban capacitados para enfrentar el teletrabajo

Brecha digital

En términos de la brecha digital, los estudios de la última década se han centrado en estudiar, por citar un ejemplo, patrones socioeconómicos asociados a diferencias en velocidad de conexión a internet y los tipos #BrechaDigital de dispositivos de acceso a la red. Así, se ha observado, por ejemplo, que la calidad de la conexión a internet está asociada a la segregación urbana intrínseca en numerosas ciudades: hay conexiones de calidad en barrios de ingresos medios y altos, mientras que el servicio tiene mayores deficiencias en zonas precarizadas o periféricas.

Si se considera este fenómeno a la luz de la pandemia, se tiene que los trabajadores deben llevar a cabo sus tareas haciendo uso de su conexión doméstica, la cual no necesariamente tiene la misma calidad respecto al servicio de internet en las zonas de las ciudades destinadas para contener oficinas.

En sentido paralelo, debido a los distintos requerimientos de calificación laboral y a la diversidad de tareas en las empresas, no hay garantías de que los trabajadores cuenten con equipos en casa con lo mínimo necesario para llevar a cabo sus actividades ni que las empresas tengan los recursos para dotar a sus empleados de éstos.

Economía dual

La dualidad es una característica estructural de las economías latinoamericanas y puede definirse como la existencia de un sector de empresas moderno, relativamente pequeño y acotado que se caracteriza por ser altamente productivo, contar con acceso a tecnología, financiamiento, posibilidades de innovación y capacidad para ofrecer empleo con seguridad social, así como un sector no moderno con una gran participación relativa en la economía donde existen restricciones crediticias, bajo acceso a tecnificación, pequeños emprendimientos familiares, informalidad laboral y baja productividad.

En este sentido, las empresas que pueden aprovechar los esquemas de trabajo a distancia para competir en el mercado son sólo aquellas que cuentan con los recursos suficientes para acceder a la implementación de plataformas virtuales de coordinación de tareas, protocolos seguros para el manejo de datos estratégicos, planes de marketing en línea, etcétera.

Brecha de género

Si bien la desigualdad de género tiene muchas aristas en la sociedad, los esquemas de trabajo a distancia deben tomar en cuenta, de manera específica, que en los hogares latinoamericanos las labores domésticas y de cuidados suelen estar distribuidas de manera desigual entre hombres y mujeres.

Por tal motivo, es probable que el trabajo a distancia derive en una mayor carga para las mujeres, quienes tienen que combinar su jornada laboral remunerada con tareas domésticas; en el caso de que éstas tengan hijos, probablemente también tienen que lidiar con el acompañamiento de las tareas propias de la educación a distancia.

Reflexiones para la política pública

Como se ha abordado, para que el teletrabajo pueda abonar al bienestar de la sociedad es necesario adoptar una perspectiva integral, que atienda a las disparidades en el acceso a internet, las necesidades de las empresas con menor acceso a tecnificación y el rol de las mujeres en el quehacer social. Además, estos problemas se complejizan si se toman en cuenta otras particularidades de los mercados laborales latinoamericanos, como la amplia desigualdad salarial, el alto nivel de informalidad y los bajos niveles de acceso a seguridad social.

Las empresas que pueden aprovechar los esquemas de trabajo a distancia para competir en el mercado son sólo aquellas que cuentan con los recursos suficientes

#TIC

La urgencia de atención a estos problemas radica en que, dado que aún no es claro si se podrá volver a la cotidianidad previa a la pandemia, el potencial benéfico de las TIC para el trabajo a distancia puede verse mermado y, en sentido opuesto, ampliar las diferencias sociales en la región.

Adrián García García

Licenciado en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestro en Ciencias Sociales por Flacso México. Profesor asociado en la División de Administración Pública del CIDE y colaborador en el Centro Latam Digital. Se centra en la investigación de impactos económicos, políticos y sociales de las TIC.

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