La vida en el estanque

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Papá Castor: El cuento de la vida en el estanque es la historia que envuelve la mística de la colonia, leerlo no es una obligación…es un regalo para ti…ya que te ayudará a compartir un rato sagrado con tu(s) castor(citos), al leer y narrar esta historia no solo entenderás la dinámica del grupo, sino que recordaras la inocencia de los niños y del poder de la imaginación.

La vida en el estanque Basado en los libros: “Amigos del Bosque" de A.H. Mc Cartney “La Vida en el Estanque" de C. Poblet, S. Santolino Adaptación: Carlos Alberto Chi Lovillo



Capítulo 1º EL BOSQUE En un lugar muy muy lejos de aquí, donde la nieve cubre los montes y los valles, guardado por viejas montañas ancestrales, existe un bosque lleno de altos árboles, grandes lagos, sonoros ríos y animales de todos los tamaños: halcones, mapaches, osos, ciervos, lobos, búhos, ardillas, alces, linces, nutrias, águilas y castores; que viven alegremente superando las dificultades de cada día. Kit, el castor, nació en la época de las últimas nieves, cuando el cielo durante el día es azul intenso y la noche es plateada como los arroyos de los valles. Era una criatura de piel suave, su cuerpo estaba cubierto de un fino pelaje castaño y sus ojos grises se abrieron desde el primer día. Sus primeros días transcurrieron en la madriguera que había sido construida por sus padres el otoño anterior, con palitos y barro, la cual no tenía puertas ni ventanas. El interior consistía en una amplia y única estancia. El suelo estaba dividido en dos partes, una más alta que la otra. La parte alta era la vivienda y estaba cubierta de una gran alfombra de virutas; mientras que en la parte más baja había dos agujeros: eran las salidas de la madriguera hacia el mundo exterior.

Al calor de las virutas de madera, Kit aprendía a mover sus patitas. Una mañana sintió el aire frío que se colaba por uno de los agujeros de la madriguera y le entró una curiosidad irresistible por ver que había fuera. Así que, se escurrió por él, cayendo de bruces sobre un montón de tiernas ramas de abedul, que eran la despensa de los castores. Buceó hacia la superficie y al salir, se quedó maravillado al ver el reflejo en el agua de un gran roble. Saltó sobre él y ¡Chispas!, lo único que sintió fue el agua en sus patas. El primer baño fue delicioso, se zambullía, nadaba o flotaba en el agua, contemplando el mundo que le rodeaba. Cuando se cansó de jugar exploró el estanque. Éste era muy grande, una de las orillas estaba poblada de robles, mientras que la otra estaba cubierta de sauces, álamos temblones, abedules y otros árboles, los cuales ofrecían un maravilloso espectáculo a los ojos de Kit. Al verle, El Gran Castor Marrón y los Grandes Castores, Keeos, Lekes, Kibu y Taité le invitaron a subir a la orilla y lentamente caminaron por el bosque. Al ver la carita de asombro de Kit, uno de los Grandes Castores, empezó a explicarle la vida del bosque.

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-- Nuestra vida depende de este gran bosque –dijo Lekes-- de él nos alimentamos, al igual que otros animales. -- ¿De estos grandes palos? --preguntó kit. -- Sí, de estos árboles. También los utilizamos para hacer nuestras madrigueras.

-- ¡Ah! ahora comprendo, aquel montículo de trozos de madera que sobresale del estanque, es nuestra acogedora madriguera. ¿Y esos troncos que van de orilla a orilla son también madrigueras?, El Gran Castor Lekes sonrió por la ocurrencia del pequeño castorcillo: -- No, castorcillo, eso es una presa, o dique, la cual sirve para retener el agua y mantenerla al mismo nivel durante todo el año. Hace ya algún tiempo que la construimos entre todos nosotros, cuando formamos esta Colonia. Mientras Lekes seguía explicando lo que era una presa, kit observaba maravillado el estanque. Éste era muy grande, por la parte baja se encontraba la presa y en el lado más lejano se encontraba la corriente de agua que alimentaba el estanque. -- ¿Y todo ese camino de agua tan larga, qué es?—preguntó kit. -- Es nuestro “Gran Hermano”, los humanos lo llaman “río”. Gracias a él los castores podemos vivir, y no sólo nosotros, sino todos nuestros hermanos, los animales y las plantas del Bosque. Después de un rato, ambos castores volvieron al estanque donde vieron a los otros castores trabajando, unos colocando troncos en la presa y otros, los más pequeños, llevando palitos. -- ¿Qué están haciendo? – preguntó kit, sorprendido, al ver que todos trabajaban juntos alegremente -- ¿por qué todos trabajan juntos?. -- Aquí en la Colonia, compartimos todo, el trabajo, los juegos y hasta la comida, somos una gran familia a la que ahora también perteneces tú -- le contestó el Gran Castor Keeos. Los castores al verle, chapotearon alegremente y le invitaron a que fueran con ellos a colocar palitos en la nueva presa.

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kit despidiéndose de los Grandes Castores corrió alegremente al encuentro de sus nuevos amigos.

Y así fue como kit empezó a conocer la vida de la Colonia y del bosque. Los castores se alegraron de conocer a éste nuevo miembro de la Colonia con el que podrían COMPARTIR sus juegos, trabajos y aventuras. Capítulo 2º LOS AMIGOS DEL BOSQUE --¡¡Uhú, Uhú!!--, un susurro se oyó en la cálida y silenciosa noche. Era un sonido ya habitual, que todos los animales escuchaban con gran atención; pero los más pequeños de cada especie se asombraron al oír el --¡¡Uhú, Uhú!!--, sin llegar a ver quién lo hacía. Miraban hacia todas partes, pero sólo veían sombras negras. De repente, todo había desaparecido para ellos: la oscuridad les cubría y rodeaba. Era el viejo Malak quién ululaba, el búho sabio que hablaba todos los lenguajes de los animales del bosque. Malak sólo ulula cuando el sol ya nos ha abandonado y la luna y las luces intermitentes de las estrellas pueblan el Universo. Es una rapaz nocturna porque vive de noche y duerme de día. --¡¡Uhú, Uhú!!--, sonó de nuevo. El sonido surgió de entre las ramas de un enorme árbol. Allí se encontraba el gran búho de plumaje pardo, moteado de oscuro. Se agarraba a una rama con sus patas emplumadas, en posición vigilante y en plena observación nocturna. Era una noche muy, muy estrellada, y decidió salir a hacer uno de sus vuelos nocturnos; de pronto descubrió la casa que se estaban construyendo una familia de humanos formada por dos pequeños y dos grandes. Su primera reacción fue de temor, pero su instinto enseguida le dijo que no debía tener ningún miedo, pues parecían muy amigables. A la mañana siguiente, Malak contó su descubrimiento al Gran Castor Marrón, quien tenía que anunciarlo como algo muy importante, él se hecho un clavado al agua y nadaba por medio del estanque chapoteando su cola sobre el agua tres veces: ¡Splast, Splast, Splast!, en el idioma castor ese llamado significa: ¡castores! ¡castores! ¡castores!.

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Todos los castores oyeron la señal y se apresuran por todas partes hacia el Gran Castor Marrón, formándose en un círculo que representa “una presa” donde ellos saben que se hará una reunión, es curioso, ya que con esta formación todos pueden ver y escuchar sin estorbar a nadie. --"¿Qué se supone que debemos hacer?--, preguntó Kit-, --Debemos reunirnos para escuchar y poner mucha atención para entender lo que nos van a compartir, todos somos hermanos y nuestra opinión cuenta--, dijo uno de los castores gemelos. – Yo creo que lo sé --le dijo otro -- porque el Gran Castor Marrón estaba nadando por debajo del estanque esta mañana y el gran búho Malak llego muy apresurado a contarle de unos humanos"--. El Gran Castor Marrón estaba sentado sobre un leño mirando solemnemente, de tal forma que se apreciaba que era el castor más sabio y respetado de la colonia. ¡Él conocía tanto sobre el bosque y el estanque!, además todos los animales y aves eran sus amigos. Golpea dos veces con sus patas delanteras para ordenar silencio y atención. Todos los castores que formaban el círculo alrededor de él, permanecen muy quietos. --"Pequeños y grandes castores, -- dijo él --, tengo que decirles algo muy importante. Abajo del estanque, en el claro, cerca del lago, cuatro humanos están construyendo un refugio. Hay dos pequeños y dos grandes, y sé que van a estar muy contentos de verlos y oírlos, pues parece que son muy amigables”--. El Gran Castor Marrón continúo hablando. –“El muchacho humano miró a Malak y lo señaló, todos ellos lo miraron y cuando voló parecieron muy admirados y contentos. El regresó varias veces al lago para visitarlos, se encontró con la ardilla Tic Tac que le dijo que se llamaban "Familia Jones", eran amantes del bosque y de la naturaleza, ¡presiento que serán grandes amigos de todos nosotros!”. --“Los llamé a esta reunión para que les demos nombres a la familia Jones. Todos los Amigos del Bosque deben tener un nombre"—continuo el Gran Castor Marrón. -"¿Cómo lo haremos? - preguntó el castor Keri, un castor muy fuerte y valiente-. Nosotros nunca los hemos visto, y antes de darles nombre, tendremos que verlos". – "Bien - dijo el Gran Castor Marrón- por eso nosotros vamos a bajar al estanque esta tarde para dar una mirada a la "Familia Jones".

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Cuando llegaron al claro del lago, los Grandes Castores se dispusieron a un lado de los árboles frondosos dejando ver únicamente sus cabezas sobresalir del agua, mientras Malak les observaba desde lo alto de un viejo árbol, toda la familia trabajaba alegremente construyendo su nuevo hogar. Había una gran admiración entre los castores, mientras ellos se preparaban para nadar hacia el sitio donde la familia Jones había construido su refugio de verano. Al poco rato, los Castores se acercaron a la casa y rápidamente se dispusieron al lado de la orilla. Estaba Papá Jones, quien finalmente dijo: "¡Miren niños, mira mamá, creo que tenemos compañía!, solo no te vuelvas demasiado rápido o los asustaremos". Todos los Jones se volvieron lentamente y vieron a los castores. Estaban realmente impresionados de ver a toda la colonia desde los más grandes a los más pequeños. -"¿No te dije que tendríamos muchos amigos en el bosque?, - dijo mamá. - Creo que debemos tener en la represa de arriba del estanque una colonia de castores, - dijo papá Jones. La niña Jones, se acercó a la orilla del Gran Hermano, y quitándose los zapatos se metió en el río y empezó a chapotear. Los castores cautelosos se escondieron en una hondonada. Mientras, el niño, mamá y papá Jones paseaban por la orilla y observaban a los castores, éstos igual los miraban a ellos cuidadosamente, ningún Castor perdió de vista a los humanos para ver si ellos podrían darles un nombre que los describiera apropiadamente. --"Creo que están tratando de ver si somos amigables".-- dijo el muchacho. --"Voy a tomar uno de estos pequeños, para descubrirlo", -- dijo papá Jones. Justo entonces se escuchó un fuerte coletazo del Gran Castor Marrón, señal para los Grandes Castores para dar la vuelta hacia el estanque. Río arriba, cerca de las madrigueras volvieron a reunirse para decidir los nombres de los humanos. --“Parecen una familia muy simpática -- dijo Kibu-- y además trabajan en equipo como nosotros y sobre todo, hay una cosa que me gusta de ellos y es que respetan la naturaleza. Creo que llegaremos a ser buenos amigos”. Después regresaron al estanque para continuar con sus obligaciones, y por la noche, los Castores y Malak comentaron lo que habían visto. --“Y ¿cómo los llamaremos?“--preguntó con curiosidad Kapi el castor,

Con mucha sabiduría el Gran Castor Marrón dijo: --"Castores!, el padre nos vio antes que nosotros realmente hubiéramos vuelto al recodo del estanque. Creo que le llamaremos:..¡OJO DE HALCÓN!”--. 5


--" Oh, es un nombre espléndido!", - dijeron todos los castores. Los pequeños gemelos dijeron: --“La madre vestía unas ropas muy brillantes y de unos colores tan bonitos como los del Arcoíris” --"!Muy buena observación, pequeños gemelos!"--, dijeron todos los castores, --“Ese será su nombre. La llamaremos ¡ARCOÍRIS!”-exclamó el Gran Castor Marrón. --“Yo era el que más cerca estaba de la niña cuando entro al agua -- dijo Lekes -- ¿y saben? chapoteó tanto que formó unas burbujas enormes. ¿Y si la llamamos Burbuja?”--. -- “Sí, nos gusta mucho!” - dijo cada uno de los castores -, “es un buen nombre para ella, la llamaremos ¡Burbuja!.”- El Gran Castor Marrón continuo: "¿Y el muchacho?,” -- “Desde lo alto del árbol, pude ver que con los rayos del sol el pelo del niño era de un rojo intenso --dijo Malak -- por lo que le podríamos llamar Rasty (que significa “Pelirrojo” en el idioma del bosque)”--. --“¡Bien, bien!” -- gritaron todos los castores a la vez, palmoteando sus colas en el agua, contentos de haber puesto nombres a sus nuevos amigos, --“ Así los llamaremos, y todos juntos seremos amigos". Pues estaban seguros de que compartirían muchas historias y aventuras con ellos, así fue como la colonia de castores nombraron a sus cuatro nuevos amigos humanos. Capítulo 3º LA TORMENTA Durante la noche, el cielo se notaba muy oscurecido, había muchos destellos y truenos a lo lejos, el destello de un relámpago iluminó la habitación y Rasty se despertó cuando apenas eran las cuatro de la mañana. Fuera, podía verse que la lluvia caía fuertemente golpeando contra el marco de la ventana, Rasty sabía que por la mañana todo estaría inundado y se preocupaba por lo que les ocurriría a los Castores de la presa con toda esta agua extra corriendo por el estanque. Se recostó para volver a dormir, pero pensó que debía levantarse temprano, e ir a ver lo que estaban haciendo los Castores. No brillaba aún el sol por la mañana. Mientras la Familia Jones tomaba el desayuno, Ojo de Halcón dijo: --"Vaya nochecita hemos tenido, ¡eh!. El estanque debe estar todo inundado, me preocupan los castores de la presa. ¿Por qué no damos un paseo y nos acercarnos a ver que hacen nuestros amigos los castores?"--. Después de lavar rápidamente los platos, Arcoíris, Burbuja y Rasty, se pusieron sus botas de goma y sus impermeables. Enseguida se encaminaron hacia el río. Cuando llegaron a la presa, pudieron darse cuenta que la lluvia había sido realmente muy fuerte. La presa más cercana se había roto y el agua salía con fuerza a través de la abertura.

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- “Mira papá!, - dijo Rasty, - la represa está rompiéndose, ¿qué podemos hacer?"-. --"No creo que debamos hacer nada por ahora, -- dijo Ojo de Halcón-- sentémonos sobre esa piedra y observemos con cuidado, el agua está demasiado alta en el estanque. Creo que cuando el agua vuelva a su nivel normal, veremos a nuestros amigos salir y empezarán a reparar la presa"--. Era quizás una hora y media más tarde, cuando el agua empezó a descender. Burbuja fue la primera en divisar al Gran Castor Lekes. En el momento justo cuando salió de la madriguera y como un pequeño ingeniero comenzó a explorar los daños, examinándola por todos lados. Pronto empezaron a salir los demás miembros de la colonia y le ayudaron a reparar la represa. Poco a poco la corriente del agua fuera del estanque empezó a ser menor, mientras las ramas y los leños parecían ir colocándose en un rompecabezas para construir juntos otra vez la represa. No paraban los castores. Trabajar era una necesidad, pero también una diversión para ellos. -- "No sabía que los castores fueran tan deseosos, activos, alegres y trabajadores" – dijo Rasty. -"Si - sonrió Ojo de Halcón- esas palabras los describen muy bien". -"Miren aquel pequeño Kit, - dijo Arcoíris.-"¿Qué es un Kit, mamá?", -preguntó Burbuja-. -"Cariño, se llama Kit a un pequeño castor, pero creo que éste pronto será llamado castor. Él está aprendiendo rápidamente a ser útil”-. Por fin la represa estaba restaurada. Los castores cansados, pero satisfechos, dieron un gran respiro y volvieron a sumergirse dentro del agua, al fondo, donde se encuentra la entrada de su vivienda. Arriba, a través del túnel, llegaron al interior seguro y calentito listos para descansar Ellos sabían que allí, en su casa, estarían a salvo de todos los invasores e intrusos, y con la represa reparada, todo volvería a la normalidad. Mientras regresaban por la orilla del estanque, Rasty tuvo una idea. -- "Oye, Hermanita, - dijo él- ¿por qué no construimos nuestra propia casa secreta como la de los Castores?, podría ser nuestro escondite privado"-.

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Burbuja encontró maravillosa la idea de su hermano. Y mientras regresaban al campamento, los niños empezaron a planear cómo hacerse su propia madriguera. Seguro que iba a ser sobre tierra, pero ellos pensaban que sería fuerte y segura, como debe ser la vivienda de un Castor. Capítulo 4º KEEOS, EL CASTOR PLATEADO Una tarde de mucho calor, el estanque estaba más agitado que nunca, porque había una fuga en la presa y los Grandes Castores estaban muy atareados tratando de repararla. Los castorcillos decidieron alejarse para no molestar en las tareas de reparación. Sentados en la orilla del estanque y bajo la atenta mirada de Malak, observaban a los Grandes Castores, los castorcillos estaban sorprendidos de su agilidad para nadar y para arrastrar los troncos por el agua. -- “Yo, de mayor, voy a nadar más rápido que todos”, -- dijo Piko. --“Pues yo también, -dijo Moi- voy a ser el más fuerte de la Colonia y el que pueda con más troncos”--. Y así pasaron un buen rato hablando de cómo les gustaría ser cuando crecieran. Malak les escuchaba muy atento desde lo alto del roble. Lentamente desplegó las alas y se acercó volando con suavidad hasta ellos. -- “Buenos días, Castorcillos -- dijo -- no solamente ser fuerte y nadar rápido es importante, y aunque está bien que deseen ser fuertes y rápidos cuando sean mayores, hay otras cosas que también son importantes”. -- “Malak!”, -- preguntó Kit – “¿qué hay más importante para un castor que ser fuerte y poder nadar rápido?”. --“Recuerdo una historia que el Gran Castor Marrón me contó hace un tiempo -- dijo Malak--, ¿Sabéis por qué Keeos es plateado?, -los castorcillos negaron con la cabeza- pues bien, vamos a llamarlo para que nos cuente la historia: ¡Keeos, Keeos!, ¿dónde se habrá metido?”--. Los castorcillos, intrigados rogaron a Malak que les contara la historia: --“Bien, hace un tiempo Keeos era un castorcillo de color canela y más pequeño que el resto de sus hermanos. Siempre perdía cuando competían por ver quién nadaba más rápido y le costaba mucho roer los troncos de abedul. Así que los demás no lo tomaban mucho en cuenta. En cambio los Grandes Castores Antiguos le miraban complacidos, porque a pesar de ser aún un castorcillo, estaba siempre dispuesto a ayudar y cuando le necesitaban se esforzaba al máximo en hacer bien su tarea”--. 8


--“Muy pronto aprendió a compartir y siempre estaba atento por si alguno de sus amigos necesitaba ayuda. Poco a poco, con el tiempo, Keeos empezó a crecer. Su pelaje canela se transformó en un brillante pelo de color marrón oscuro y sus patas y dientes se hicieron fuertes como rocas. Keeos llegó a ser el castor más fuerte y el más rápido de toda la Colonia. Era el castor más admirado por todos, pero no por su fuerza o destreza, sino porque siempre compartía y ayudaba. Incluso sin tener que pedírselo”--.

--“Una tarde calurosa, como la de hoy, Keeos olfateó el aire porque olía de una manera especial”--. -- “Parece que va haber tormenta. -- Pensó -- El cielo se está nublando, pero hay algo diferente...”--. --“Aún no había terminado su pensamiento, cuando una nube mágica oscureció y cubrió todo el estanque. El viento había parado y un gran silencio se apoderó de todo el bosque. Incluso las hojas de los árboles dejaron de moverse y susurrar”--. –“Sólo los destellos de los primeros relámpagos y sus ruidosos truenos acabaron con el silencio. Entonces todos los animales del bosque, hasta los Castores, corrieron a ponerse a cubierto. Todos excepto Keeos, que estaba acabando de revisar la presa para asegurarse de que la tormenta no la rompería”--. --“Fue entonces cuando las primeras gotas empezaron a caer. Todos miraron asombrados, pues esta vez no llovía como otras veces. Las gotas caían lentamente y brillaban de una manera especial, llenando el estanque con destellos de colores”-. --“Keeos maravillado nadó hasta el tronco más grande del estanque, el carcomido roble que se alza en el centro del estanque desde que se fundó la Colonia. Entonces se acababa de sentar sobre el tronco cuando el destello de un relámpago lo envolvió. Toda la Colonia, que estaba mirando la lluvia desde la madriguera, enmudeció. El resplandor reflejaba un extraño brillo que cegaba a los demás, a la vez que rodeaba a Keeos. Cuando el resplandor cesó, todos dirigieron sus miradas hacía el viejo tronco”--. --“No podían creer lo que veían. ¡Keeos se había vuelto plateado!”--. --“En realidad, ni él mismo se lo podía creer, se miraba las patas y la cola sin parar. Pero no era sólo su nuevo color lo que le extrañaba, sentía que algo en él no era como antes”--. --“Nadie entendía nada. Las nubes desaparecieron dejando tras ellas un sol gigantesco, cuyos rayos hacían brillar las últimas gotas de la lluvia mágica que desapareció dejando tras ella un gran arcoíris que surcaba todo el cielo, y cuyos reflejos llenaban el bosque de destellos más mágicos todavía”--. 9


--“Poco a poco los Castores fueron saliendo de las madrigueras fascinados por el maravilloso espectáculo que lentamente se iba desvaneciendo. Muchos otros animales se habían acercado al estanque atraídos por el suceso. Una pareja de nutrias que estaba cerca de Keeos se preguntaban qué especie de Castor era éste”--. --“¿Cómo puede un castor ser de color plata? preguntó la nutria más pequeña”— -- “No, no es un Castor” -- dijo mamá nutria. --“Pues claro que soy un Castor” -- contestó ofendido Keeos. --“Las nutrias se quedaron sorprendidas al ver que el Castor Plateado les había contestado en su lenguaje. -más sorprendido estaba Keeos- y más aún, cuando entendió lo que aullaban unos lobos en el bosque, lo que piaban unos pajarillos, lo que cuchicheaban entre sí tres pequeñas ardillas y la conversación de unos pececillos. Comprendió entonces que el rayo no sólo le había cambiado de color sino que el baño de luz le había dotado también del poder de comunicarse con todos los animales del bosque”--. Fue entonces que Malak pudo ver a Keeos a lo lejos, lo llamó y le dijo: --“Estaba contando tu historia a los Castores, pero me gustaría que la terminaras tú; acabo de explicarles como descubriste que te podías comunicar con todos los animales del bosque”--. --“Será un placer”–contestó Keeos Poco a poco todos los Castores se habían ido reuniendo en torno a Malak y Keeos continuó el relato: -- “¡Chispas! ¡Qué historia más bonita!” -- dijo Piko. -- “Gracias pequeño”. -- Contestó Malak – “Ahora ya saben por qué Keeos es un castor Plateado”--. --“Yo de mayor quiero ser como Keeos” -- dijo Moi. --“¡Y yo!, y yo!” -- dijeron todos los demás. Rápidamente corrieron todos al agua para poder observar más de cerca el viejo tronco de roble, donde cayó el rayo al castor Keeos. Todos menos kit, que recordó a Ojo de Halcón trabajando junto al lago, se volvió hacia Keeos diciendo: --“¡Ahora lo entiendo!, ¡Claro, has sido tú el que ha enseñado a la Colonia el lenguaje de los humanos!, por eso los entendemos, ¿Verdad?”.

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-- “Sí kit así es” --respondió Keeos. Y contento, kit, salió corriendo hacia donde estaban sus amigos. En ese momento, todos pensaban en llegar a ser como Keeos “El Gran Castor Plateado”. Capítulo 5º LA PROMESA DEL CASTORCILLO Después de la historia, los grandes castores se reunieron en consejo de presa, tenían un asunto muy importante que tratar, querían hacerse amigos verdaderos con los humanos, la familia Jones seria invitada a formar parte de la colonia de castores, estaba claro que el único que podía hablarles era Keeos, así que entre todos le dieron ánimos para visitar y hablarles a la amigable familia, pensaron que sería más sencillo comenzar por los niños Jones Burbuja y Rasty.

Keeos estaba asustado, nervioso. Después de todo pensaba --“¿Cómo puede un Castor a empezar a hablar con un muchacho y una muchacha?”--. Esto es lo que él se preguntaba mientras buscaba por el estanque el refugio de juegos de Burbuja y Rasty. -"¿Qué les diré primero?" - se preguntaba Keeos-, supongo que lo primero que debería hacer es decirles quien soy, y entonces esperar a ver que dicen ellos"-.

Entonces Keeos recordó las palabras que el Gran Castor Marrón le dijo cuando era apenas un pequeño castorcillo, --“Keeos, la vida en el estanque y todo el bosque es muy dura y dificil, --exclamó el Gran Castor Marrón-- diariamente encontramos problemas, tristezas y muchas preocupaciones, --Keeos solo escuchaba con atención-- eso jamás dejará de existir, es parte de la vida y algo tan natural como que también podemos ser felices, reír, disfrutar, amar, divertirnos y aprender”--. --“¿Qué podemos hacer para evitar lo malo de la vida? – Preguntó Keeos – Muchas veces no podemos evitar lo difícil Castorcillo, si una tormenta destruye la presa o la madriguera, es nuestro deber repararla de inmediato, porque es el hogar que compartimos para nuestra colonia, si no lo hacemos, se perderá”--respondió el Gran Castor Marrón-. --“Eso en verdad sería triste y me daría mucho miedo, donde viviríamos después – respondió Keeos-, en realidad Castorcillo nosotros podemos elegir que tanto nos abruman o nos afectan las contrariedades, escogemos entre buscar una solución o quejarnos y no hacer nada”, -continuo el Gran Castor Marrón-.

Entonces Taíte paso colgado de una rama y se hecho tremendo clavado en el agua que salpico a los demás Castores, todos estos se rieron y empezaron a salpicarlo también, “¿te diste cuenta pequeño castorcillo? – Pregunto el Gran Castor Marrón No, ¿de qué? – Respondió Keeos -. 11


--“Taité antes tenía miedo de trepar los arboles altos desde el día que cayó de uno, pero tuvo valor para volver a intentarlo, practico mucho, se hizo un Castor más fuerte y ahora es un Castor experto en trepar y jugar entre las ramas; y notaste que los demás Castores, fueron salpicados por él cuando cayó al agua, y no se enojaron, sino que se pusieron a jugar con él, -el Gran Castor Marrón explicó a Keeos-, ellos entendieron que la mojada que recibieron no tenía malas intenciones y que él estaba bien después de caer, así que decidieron hacer del momento algo agradable, ellos escogieron ser felices en vez de iniciar una pelea que después llevaría hacia más problemas”--. Keeos cuando era un Castorcillo entendió el mensaje que el Gran Castor Marrón le daba: la vida es el tiempo que compartimos todos en el bosque, es maravillosa aunque en ocasiones tiene dificultades y algunas situaciones complicadas que nos pueden abrumar, nosotros decidimos el qué rumbo que tomaremos, pero si nos esforzamos por superar los miedos, será entonces cuando nos fortaleceremos, trabajaremos, ayudaremos, compartiremos, estudiaremos, jugaremos y aprenderemos, eso nos ayudará a vivir mejor y ser conscientes de nuestras decisiones. El día que el Gran Castor Marrón le enseño esto a Keeos, el prometió ante toda la colonia: -“¡Yo Prometo compartir mi trabajo y jugar con alegría!”- todos los antiguos Castores se pusieron muy felices, porque otro pequeño Castorcillo había entendido el valor de compartir y trabajar con alegría.

Capítulo 6º NUEVOS AMIGOS Después de recordar los consejos del Gran Castor Marrón, Keeos tenía más confianza en ir a invitar a la Familia Jones a formar parte de la colonia, ya se imaginaran la gran sorpresa en el rostro del muchacho cuando miró al estanque y escuchó una voz diciendo: -“¡Hola Rasty!, mi nombre es Keeos; soy el castor plateado parlante". Mientras Keeos observó desde lejos la asombrada mirada de Rasty. Pero recordó que sus nombres fueron dados por los castores, y que ninguno de los dos niños habían oído que los llamaran así. --"íOh, perdóname! -dijo Keoos-, Rasty es como te llamamos mis amigos y yo. Te llamamos Rasty, y a tu hermana Burbuja, y yo soy Keeos"--. Ahora Rasty volvió a sorprenderse. Después de todo, qué le dirías a un castor plateado que te estuviera hablando de frente.

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-"Bien -dijo Rasty-, estoy sorprendido de verte, quiero decir de oírte..., estoy asombrado, eres fantástico”--. --“Pero es verdad que estoy muy contento de conocerte". Con esto Rasty extendió su mano y Keeos le dio la patita delantera. -"Debo llamar a mi hermana para que te conozca", -dijo Rasty- y con una excitada voz llamó a Burbuja. Ella había estado en la cocina ayudando a su madre a hacer tortas de maíz para cenar. Corrió hacia Rasty con dos tortas en las manos.

-"¿Qué ocurre hermano, por qué estás tan nervioso?". -preguntó ella. - "Tú también vas a estar nerviosa cuando te enseñe una cosa. Keeos, te presento a mi hermana, por el momento tú te llamas Burbuja". -"¿Quién me llama Burbuja?", -preguntó ella-. - "Pues hermanita, Keeos, este castor plateado y los demás castores de la represa". Con esto Keeos empezó a hablar, "estoy muy contento de conocerte Burbuja". - "Yo también me alegro, pero realmente no sé qué decir"-. Burbuja ofreció a Keeos una de las tortas de maíz. Era la primera torta de maíz que había visto en su vida. La probó y realmente era muy buena. Quizá no tan bueno como la raíz de sauce que comió esta mañana, pero ciertamente algo nuevo y completamente delicioso. Burbuja y Rasty se sentaron en el césped de frente a Keeos. -"Keeos, -dijo Rasty- ¿por qué no nos cuentas mientras la historia de nuestros nombres?”-. Keeos empezó a contarles como habían decidido darle los nombres de los Amigos del Bosque a la Familia Jones y se dio cuenta que no era tan difícil hacerse amigo de ellos, le platicó acerca del Gran Castor Marrón, Lekes, Kibu, Taité, Malak y de todos los castorcillos. Keeos los invitó a ir al estanque, pues quería presentar a los demás castores ante sus amigos Burbuja y Rasty. - Keeos pensó- “Que maravilloso y debo ir lo más pronto posible a contárselo a la colonia de Castores”--. Por otro lado, Burbuja y Rasty estaban deseando hacer lo mismo con sus papás, Ojo de Halcón y Arcoíris. Así quedaron en verse al día siguiente.

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Capítulo 7º RASTY VISITA LA MADRIGUERA Había tanta excitación en los castores del estanque, que el Gran Castor Marrón tuvo que llamar a reunión para calmar a todos los castores - "Pequeños y grandes castores, -dijo él- son solamente las siete de la mañana, los niños Rasty y Burbuja no vendrán al estanque hasta dentro de dos horas. Así que sentaros tranquilamente y cuidar que todo esté listo". - "Todo está listo", -dijo uno de los gemelos. -"Estoy seguro de que sí, -dijo Keeos-, pero será mejor revisarlo. Ahora veamos. ¡Número uno!, la casa de los castores ¿está limpia y preparada para recibir a nuestros visitantes?".

- "Sí", respondieron los castores. -"¡Número dos!, ¿tenemos manzanas para ofrecer a nuestros invitados?". -"Sí", respondieron todos. -"Bien, entonces creo que estamos listos para recibirlos".

No eran sólo los castores los que estaban nerviosos. Rasty se levantó muy temprano, tan temprano que se puso a hacer café, despertando con el aroma a Ojo de Halcón, Arcoíris y Burbuja. -"¿Por qué estás tan nervioso, Rasty?. -preguntó Ojo de Halcón. -"¡Oh!, este es el día en que voy a visitar a los castores.

Después del desayuno iré a inspeccionar mis gafas de buceo y mis aletas. Creo que seré el primer humano que visite una madriguera de castores invitado por ellos". - "Ahora Rustí, quiero decirte que seas cuidadoso, -dijo Arcoíris- es muy profundo el estanque". -"¡Oh, seré prudente!, -dijo Rasty-, Keeos dijo que eran alrededor de unos tres metros, así que no tendré que bucear más que hasta la entrada. Y Keeos me dijo que la arreglaron para que yo entrara fácilmente. Y una vez dentro, hay mucho aire para respirar. Así que, ¿pueden ver que no es tan peligroso?".

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- "Da lo mismo, -dijo Arcoíris-, se cuidadoso". - "A mí me gustaría saber nadar también como tú, -dijo Burbuja, pero yo estaré sentada en el tronco, encima de la presa y los castores gemelos jugarán conmigo". Desayunando, vieron cómo se iba haciendo rápidamente de día, el sol empezaba a salir, y el cielo completamente azul, era algo maravilloso. Los dos hermanos después de desayunar, se dirigieron por el sendero que conducía a la madriguera. Rasty estaba listo, con sus gafas de buceo y las aletas puestas para sumergirse y entrar en la madriguera. - "Bien, voy a deslizarme sobre el agua, tomaré mucho aire y entonces te seguiré, Keeos. Espero que no sea demasiado largo el camino de la inmersión, porque yo no puedo estar tanto tiempo sin respirar como tú". Con esto, Rasty se deslizó en el estanque, tomó un hondo respiro y se sumergió. Con sus gafas podía ver a Keeos, que con su pelaje plateado brillaba en la oscuridad del agua. Realmente él no sabía dónde iba, solamente se limitaba a seguir a Keeos, que nadaba limpiamente. Fueron sumergiéndose y en pocos segundos Keeos nadó hacia el fondo de la entrada a la madriguera. Pasaron unos segundos más y Rasty ya estaba dentro. Entonces vio una luz, nadó hacia arriba y su cabeza salió a dar al interior de la casa de los castores. Kibu aplaudió cuando Rasty llegó, y los demás le dieron la bienvenida. Uno de los castores trajo una manzana a Rasty. - "Gracias, -dijo Rasty-. Han tenido una gran idea", -"Bien, nosotros queríamos obsequiarte con algo, y pensamos que una manzana sería lo mejor... aunque esté mojada" -dijo Keeos-. - Desde luego que sí -comentó Rasty- es un bonito detalle. Mientras miraba a su alrededor quedó maravillado al ver lo grande que era la madriguera. Podía ponerse de pie y tumbarse a todo lo largo. Estaba muy limpia y observó que las paredes eran muy fuertes. Había desde luego, un olor a humedad, y también pudo observar por primera vez el olor que despedían los castores. -"Bueno, gracias otra vez por haberme invitado y por la manzana, la he encontrado deliciosa. ¿Acaso pueden oír los ruidos del bosque cuando 15 están aquí? -Preguntó Rasty-.


-"No, -dijo Keeos- raramente oímos algo. Algunas veces sabemos cuándo tú o Burbuja nadan por el estanque, o cuando Ojo de Halcón Y Arcoíris suben a la canoa, nosotros solo podemos oír los sonidos del agua, no los sonidos del bosque". -"Entonces, se la pasan muy tranquilos en la madriguera". Rasty tomó un gran respiro y siguiendo a Keeos, -nadó otra vez a la entrada. Fue tan recto hacia arriba que su cabeza dio en el tronco y se hizo un poco de daño. Más tarde sobre el tronco empezó a describirle a Burbuja como era la casa de sus amigos. -"Era realmente limpia y clara, y más grande de lo que tú y yo suponíamos, -dijo él-. Actualmente la veo demasiado grande para construir nosotros una del mismo tamaño". Se despidieron de los castores y se fueron a su hogar, -“Sabes, Burbuja, -dijo Rasty- ¡Debo ser el único humano que ha entrado en una madriguera castor!".

- "La próxima vez, -sugirió Burbuja- entraré yo, así que ya puedes estar enseñándome a nadar bien para que te pueda acompañar". - "Esto es un chantaje, -dijo Rasty- pero, si me haces un pastel bien grande, esta tarde te enseñaré, y luego se fueron hacia la parcela entre risas. Capítulo 8º EL GRAN INCENDIO Pasaron las semanas y ahora toda la familia Jones visitaba a los castores en el estanque, jugaban y se divertían diariamente, un día todos los castores jugaban después del trabajo cuando de repente, su alegría se vio interrumpida por un gran resplandor en el cielo y una gran cortina de humo los envolvió, impidiéndoles ver lo que pasaba. --Debe tratarse de un incendio - pensó Malak - y sin dudarlo un segundo, empezó a ulular con todas sus fuerzas y en todas las lenguas. -- Uhú, uhú, uhú. ¡A todos los animales del bosque!, ¡corran!, ¡el bosque se quema! ¡corran!. Pero ¿y las plantas? -- recordó -- las plantas no pueden correr, sus raíces están bajo tierra, y por lo tanto, peligra su vida. Su aviso había puesto en movimiento a todos los animales del bosque, que corrían para escapar del fuego, y buscando una solución para su querido bosque, se quedó mirando fijamente a los castores que salían del estanque.

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-- Necesito de toda su colaboración -- dijo a los Grandes Castores -- Yo quiero a los árboles y a las plantas de este bosque. Nosotros podemos correr, volar, en definitiva, alejarnos del fuego que se avecina. Pero ellos no, su raíz se lo impiden, y morirán si el agua no cubre todo el bosque. Ustedes son los únicos que pueden hacer algo por ellos, ya que dominan el agua de este estanque. Los Grandes Castores se miraron unos a otros, y sin decir una palabra corrieron hacia la presa. -- ¡Venga castores! -- gritó Lekes -- hay que destruir la presa para salvar el bosque. --Pero ¿qué pasará con la zona alta? --preguntó Noar --nosotros no podemos llegar hasta allí -- No se preocupen – contestó Malak -- iré a avisar a la Familia Jones, seguro que ellos podrán ayudarnos. Y sin demora, salió volando hacia la casa de los Jones, llamó con todas sus fuerzas a Ojo de Halcón y enseño el problema. -- Mamá, niños, traigan los picos y las palas -- dijo éste -- hay que hacer unas zanjas rápidamente para evitar que el fuego llegue a la zona alta del bosque. Sin tardanza, la Familia Jones se puso manos a la obra, cavando unas zanjas en forma de cortafuegos evitando que el fuego siguiera su curso hacia arriba. Mientras, en la zona del estanque, los Grandes Castores eran dirigidos por Lekes, ayudados por los castores y los castorcillos, abrieron la presa y en unos segundos el agua empezó a correr libremente por todos lados, sofocando así el gran incendio que se avecinaba.

Así, gracias al trabajo en equipo de los castores y de la Familia Jones, el fuego fue sofocado. --¡Uff!, ¡gracias a Dios! –dijo Arcoíris—la gente debería tener más cuidado cuando hace fuego, pues podía haberse quemado todo el bosque. -- Sí,--contestó Keeos -- y dirigiéndose a los castorcillos les explicó lo peligroso que puede ser el fuego para los animales y plantas del bosque. -- Además –dijo El gran castor Marrón-- me siento muy orgulloso de todos ustedes, tan pequeños, y aun así trabajaron para destruir la presa y salvar el bosque, no olviden nunca la importancia de trabajar todos juntos en 17 equipo.


Curiosamente esa misma noche, como si se tratase de una recompensa a su esfuerzo, a los pequeños castorcillos mágicamente les crecieron sus dientes de castor. Al día siguiente los castores hicieron un consejo de presa, todos los castores se reunieron para agradecer en nombre del bosque la gran ayuda de Malak y de la Familia Jones que desde ese día forman oficialmente parte de la Colonia de Castores.

Ya se podrán imaginar qué felices se sintieron en aquel momento, no sólo iban a ser amigos, sino que además formarían parte de la vida de la Colonia, pudiendo colaborar con los Grandes Castores en la formación de los pequeños castores. Desde aquél día, los jóvenes castores se entretienen escuchando las historias de Malak cuando anochece; éste les enseña con ellas todo lo relacionado con la vida en el bosque, y lo que debe hacer todo buen castor dentro de la Colonia. Así los castores aprenden mucho y lo más importante es lo que llaman “La vida en el estanque” que dice entre otras cosas: « EL CASTOR QUE ES OBEDIENTE, TRABAJADOR, LIMPIO Y ORDENADO, QUE PARTICIPA EN TODO, QUE JUEGA CON TODOS Y COMPARTE CON ALEGRÍA, LLEGA A SER UN CASTOR ALEGRE Y FELIZ RECORDANDO SIEMPRE LAS ENSEÑANZAS DE LA COLONIA.» -- ¡Qué orgulloso me siento de formar parte de esta Colonia! -- pensó Malak desde lo alto del gran Roble.

¡QUÉ ORGULLOSO ME SIENTO!

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Capítulo 9º LOS GRANDES CASTORES Los días pasaban alegremente, los castorcillos jugaban y participaban en todas las actividades de la Colonia. A kit y a Moi les encantaba estar con Kibu, Rasty y Burbuja, pues ellos eran los encargados de enseñar a los pequeños castores a nadar.

En cambio a Piko le gustaba más ayudar a Ojo de Halcón y a Lekes, que junto a los Grandes Castores, era el encargado de aportar los leños para la construcción de la presa. Un día cuando los primeros rayos de sol llegaron a la madriguera, se oyó --¡ Atchiiusss ! ¡Buf!, que resfriado he pescado desde que estoy bajo el agua.-- dijo una ramita.

-- No te quejes, que mojadas estamos todas, y además tienes que soportar mucho menos peso.-- le respondió su compañera. --¿Qué ocurre ahí abajo? -- preguntó otra rama del exterior. -- Nosotras estamos hartas de estar amontonadas unas encima de otras y, además, mojadas. -- Pues ya nos gustaría a nosotras poder estar siempre húmedas. Nosotras tenemos que soportar el mal tiempo, la lluvia, el viento, las heladas del invierno y el sol del verano. Todas las ramas, agitadas, empezaron a hablar y la más grande dijo: -- Por lo que he oído, todas estamos de acuerdo en marcharnos de la madriguera. -- ¡¡Si!! ¡¡Vamos!! --gritaron todas las ramas -¬¡¡Vámonos!!, ¡¡Vámonos!!, ¡¡Vámonos!! -- Pero, ¿nos vamos de verdad?. -- ¡¡Sí, sí, sí!! ¡ ¡Vámonos!! – respondieron todas las ramitas contentas Entonces, todo el estanque empezó a temblar, chorros de agua inundaban las madrigueras, y............PUFF…..- ¡Arriba perezosos!, -escucharon los pequeños castores- ¡Despierten, que ya ha salido el sol hace rato!-- gritó Lekes alegremente.

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Pero kit, mientras se agitaba por el suelo, chillaba: --¡Socorro!, ¡Qué me ahogo!, Mientras que Piko y Moi, se reían. Lekes dijo:- Tranquilo pequeño, no pasa nada, todo ha sido un mal sueño. kit, todo sudoroso, miró a su alrededor y su pequeña cola tocó las ramitas que había debajo de él. -- ¡Cáscaras y cortezas!, ¡que susto! -- murmuró bostezando -- esto me pasa por comer raíces de nenúfar para cenar, creo que no lo volveré hacer nunca más.

--Venga castores, deben lavarse hasta que su pelaje brille como la luna en el agua, -- les aconsejó Rasty -- pues siempre tenemos que tener nuestra piel limpia. Acto seguido los castorcillos se tumbaron en la orilla del estanque. Mientras los pequeños se secaban al sol Rasty se acercó cautelosamente a la espalda de Lekes, y sin que se diera cuenta, con un ligero empujón... ¡¡Choff!! Éste se fue al agua de cabeza. Grandes carcajadas resonaron por todo el bosque, entre ellas las del Gran Castor remojado, demostrando así su buen humor. -- ¡Bueno, basta ya de juegos! -- dijo Ojo de Halcón -- vamos a comenzar el día reconstruyendo la presa, así que, ¡todos a trabajar!. Trabajando alegremente y con mucha coordinación, pasó el tiempo con rapidez. De pronto se oyeron tres coletazos en el agua, “Splast, splast, splast”, a lo que todos contestaron “Splast”. ¡Era la hora de comer!. Mientras se dirigían al estanque para comer, kit y Piko se disputaban acaloradamente una rama. -- Devuélveme mi rama, yo la vi primero -- decía kit. --No, no, la vi yo, -- refunfuñaba Piko.

Arcoíris, acercándose, preguntó: ¿Qué pasa aquí?, ¿qué son esos gritos?. --Éste, que me quiere quitar mi rama-- respondió Piko. -- Es mentira, -- protestó kit -- tú me la quieres quitar a mí. Fui yo el que primero la vio. -- Bueno, esto tiene fácil arreglo -- dijo Arcoíris -- déjenme la rama.

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Ésta tomo la rama cuidadosamente y ante los intrigados castorcillos, con gran seguridad, calculó y partió la rama en dos trozos, dándo la mitad a cada uno de ellos. -- Tomen, y no vuelvan a discutir por estas cosas, pues ya deberían saber que en la Colonia tenemos que compartir todo. Al atardecer, todos los castores se reunieron con Kibu, Rasty y Burbuja en el centro del estanque. Éstos, les enseñaban a nadar perfectamente, combinando la natación con el juego. -- Vengan, muchachos!, que la orilla izquierda nos espera. -- gritaba Kibu-- . Todos se lanzaban hacia allí. Pero... ¡kit, despistado!, ¡que esa es la derecha!, y tú Moi ¿qué llevas en la boca?.

-- ¡¡Puag...!!, --dijo éste-- ¡casi me trago un pez!. Los alegres castores rompieron en carcajadas al ver la cara de Moi. -- Vamos a ver, les hemos dicho muchas veces que cuando buceen mantengan la boca cerrada, -- dijo Burbuja --pues “en boca cerrada no entran peces”.

Llegó el anochecer, el silencio reinaba en el bosque; sólo se oía el ulular de Malak, el búho, que estaba sentado en lo alto del roble. Capítulo 10º LA ENFERMEDAD DEL GRAN HERMANO

Malak estaba inquieto. Durante el día había corrido la noticia que era ya conocida por todo el bosque: un gran grupo humanos habían acampado cerca del Gran Hermano. Los Grandes Castores, preocupados, montaban guardia acechando a los nuevos visitantes del bosque. En el fondo sabían que aquellos seres no eran malos, sino que eran algo descuidados. Los castores más jóvenes estaban contagiados de esa excitación, que se extendía por toda la Colonia. Durante varios días no hubo la tranquilidad que habitualmente llenaba el bosque, se escuchaban los gritos y la fuerte música de los humanos. Estos se metían continuamente en el Gran Hermano, y parecía que les gustaba mucho. Los castores descubrieron que ninguno nadaba como ellos, por lo que no podrían ser perseguidos. Respiraron más tranquilos, pero Malak seguía inquieto. kit preguntó al sabio búho: -- Malak, ¿qué te preocupa?, si sabes que los hombres son torpes en el agua.

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-- Lo que me preocupa -- dijo Malak -- es lo descuidados que son, su mala memoria y que suelen olvidarse parte de sus cosas, dejándolas tiradas por el suelo e incluso dentro del Gran Hermano, lo que es malo para todos nosotros. Moi pensaba -- ¿por qué eso será malo?. Malak vio su rostro lleno de asombro y le dijo: -- Les voy a contar una historia que sucedió en una antigua Colonia de Castores Ancestrales hace mucho, mucho tiempo: « Había una vez un Gran Hermano (los castores llaman así al río en que viven) que tenía el agua más limpia, clara y cristalina del mundo. Éste atravesaba un inmenso bosque, era tan grande que sus propios habitantes creían que no tenía fin. Su mejor amiga era la castora Nila. Cuando caía la tarde, se acercaba a la orilla y dejaba acariciar su piel por el agua del Gran Hermano. Era en ese momento cuando hablaba con su amigo. Nila siempre recordaría esas largas charlas y la paz que le producía escuchar al Gran Hermano. Al anochecer, Nila acudía al Estanque del Gran Roble y oía a los Grandes Castores que contaban viejas y extrañas historias.

Los jóvenes no creían esas fantasías de lejanas tierras. Los Grandes Castores a veces se iban enfadados a dormir, porque éstos no tomaban en serio su sabiduría. La luna se reflejaba en las tranquilas aguas del Gran Hermano y el silencio en el bosque apagaba las voces del resto de los animales, excepto la de los nocturnos. Desde su madriguera, Nila y sus hermanos escuchaban el susurro del agua. El Gran Hermano continuaba hablando a la pequeña castora hasta que se dormía. Un día, poco después de haber empezado la estación seca, la tranquilidad del bosque se terminó. La noticia se propagó como un incendio y pronto no quedó nadie sin haberse enterado de ella. Nila fue una de las primeras en darse cuenta de que el Gran Hermano estaba enfermo, muy enfermo.

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Sus aguas, antes limpias y claras, ahora estaban sucias. Su aroma fresco y suave se convirtió de repente en un olor insoportable. Nadie sabía lo que le ocurría al Gran Hermano, ni siquiera Nila, pues su amigo no podía explicárselo. Pasó el tiempo y el río enfermó aún más. Cada día estaba peor, los árboles y las plantas de sus orillas se iban marchitando, casi todos los animales que antes le visitaban, emigraron buscando otros pequeños arroyos para poder saciar su sed. A alguien se le ocurrió recurrir a Kalú, el búho, el más sabio de todo el bosque, éste vivía en las profundidades del árbol más antiguo. Algunos castores se fueron hasta allí deseosos de que les pudiera decir la causa de la enfermedad del Gran Hermano. El búho les miró con sus grandes ojos y calló durante un tiempo, estaba pensando y dijo: -- Mi ciencia es muy sabia. Con el paso de los años he adquirido mucha experiencia. Todo lo que he visto o lo que me han contado podría decírselos, pero hay cosas que son inexplicables, como lo que le ocurre al Gran Hermano, por eso no los puedo ayudar. -- Entonces -- preguntó Nila -- ¿no podemos hacer nada para curar su enfermedad?. --Hummmmm, se podría hacer una cosa para intentar salvarlo. -- contestó Kalú -- Habría que averiguar de dónde procede su enfermedad. Uno de ustedes tendría que ir río arriba para encontrar el origen de su mal y sabiendo qué lo produce, podrán hacer algo para curarlo. Los castores se despidieron del viejo búho. Aquella noche en el Estanque del Gran Roble, todos querían hablar y lo hacían sin ningún orden quitándose la palabra unos a otros. Estaban preocupados por la enfermedad del Gran Hermano. ¡Había que salvarlo!. Nila comprendía la preocupación de todos, ya que no podía soportar ver así a su gran amigo y deseaba escuchar de nuevo su voz alegre y cantarina. -- Bien, -- dijo el Gran Castor Marrón -- la única solución es la que nos dio el búho. Alguien tiene que ir río arriba hasta encontrar la causa de la enfermedad. -- ¡Sí!-- gritaron todos -- eso haremos.

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-- Pero.... -- dijo Pah -- ¿ Quién va a ser el que vaya?.

En ese momento Nila supo que toda la Colonia la estaba mirando, y aunque estaba asustada dijo: -- Está bien. Iré yo y descubriré por qué está enfermo nuestro amigo. Todos se pusieron muy contentos. Pero nadie se ofreció a ir con ella. Los Grandes Castores la aconsejaron para el largo viaje. Nila partió por la mañana, llevando como único equipaje una provisión de agua limpia en un tronco hueco y un poco de comida que sus amigos castores recolectaron para su travesía. No miró hacia atrás; aunque le dolía alejarse de sus amigos de la Colonia. Había tomado una decisión y no podía arrepentirse. Anduvo durante días sin encontrar a nadie. Se sentía sola, desamparada, su miedo era tan grande, que cualquier ruido insignificante bastaba para sorprenderla, haciéndola mirar hacia atrás con temor. En algunos lugares el río parecía sano pero su voz no era clara y alegre como ella recordaba, más bien era dura y triste. El agua empezaba a escasear. A medida que avanzaba encontraba a su amigo en peor estado, sus orillas estaban cada vez más sucias. Pensó: si se limpiaran las aguas aquí el Gran Hermano recuperaría la salud! Una mañana se preparó para bucear en el río. Limpió con esmero su piel y de una zambullida entró en el agua. Lo que vio no le gustó, era lo mismo que abundaba en las orillas de su amigo. Sintió que sus patas se enredaban en algo e intentó liberarse con dos o tres golpes de su cola. Por fin, logró salir del agua, sin embargo, su piel estaba cubierta por una sustancia pringosa y negra.

Cayó la noche y el frío se metió dentro de su piel, se cobijó bajo un montón de palos y ramas caídas. Tan abstraída estaba pensando en el Gran Hermano y en su enfermedad que no se dio cuenta de la presencia de unos humanos. No pudo evitar que unas manos la sacasen de su escondite y, sin moverse, pensaba que jamás acabaría su misión. Sabía que tenía que huir, pero no tenía dónde y además estaba muy débil y cansada. No había encontrado el origen de la enfermedad de su amigo, ni una solución. La entristecía saber que los castores tendrían que abandonar el estanque y buscar un nuevo sitio para jugar y vivir. Tenía los ojos cerrados. No quería ver nada de lo que sucedía. ¡Estaba tan asustada!. No sabía lo que les pasaría ni a ella ni al Gran Hermano. Notaba que la frotaban la piel con algo blando y suave, como cuando ella se limpiaba. Se sentía bien, pero el recuerdo de su amigo no se le iba de la cabeza. ¡Ojalá el río se sintiera como ella!. Unas pequeñas lágrimas le saltaron de los ojos y finalmente, exhausta, cayó dormida en un profundo sueño...

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Los hombres habían recogido a la pequeña castora en una zona donde no era habitual encontrar castores. Estaba sucia y enferma, creían que estaba muerta, hasta que vieron que lloraba. Se dieron cuenta que estaba totalmente cubierta de los residuos que ellos mismos vertían en el río y que estaban contaminando a toda la vida de su entorno. Al darse cuenta del mal que estaban ocasionando a la naturaleza, se pusieron en contacto con otras personas del poblado, no sólo para limpiar al Gran Hermano sino además para buscar una solución y que no volviera a ocurrir. Cada día que pasaba Nila iba recuperando sus fuerzas y las ganas de volver al lado de sus amigos. El Gran Hermano se encontraba mejor, volvía a haber peces, las libélulas revoloteaban sobre su superficie, y el bosque pareció revivir. Las plantas y las flores recuperaron sus colores. La voz del Gran Hermano volvió a ser clara y limpia. Y de nuevo, comenzó a contar historias a los castores en sus madrigueras. Al poco tiempo Nila regresó a su estanque, donde todos al verla, se acercaron a su alrededor comenzando a golpear con sus colas el agua como muestra de alegría.>> Malak terminó su relato. Todos los que lo habían oído se alegraron de que la historia acabara bien, y los Grandes Castores acordaron pedir la ayuda de Ojo de Halcón para que fuera a hablar con aquellos hombres, recordándoles que deben tener cuidado de no ensuciar al Gran Hermano. A los pocos días, el agua de la corriente del Gran Hermano se volvió tan clara y cristalina como antes, aunque se podía percibir que sus reflejos brillaban más que nunca, como sí el Gran Hermano les agradeciera su ayuda.

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Capítulo 11º KAPI Y LA TORMENTA Kapi era un joven castor que a diferencia del resto de los castores, era muy serio y siempre estaba de mal humor. Casi siempre estaba solo y nunca compartía sus cosas con el resto de la Colonia, por eso le llamaban Kapi “el solitario”. Un día decidió construirse una madriguera para él solo. Cuando los demás castores le dijeron si quería ayuda, él les contestó: --No!!, porque luego querrán entrar en ella. Los castores se fueron asombrados, pues no era normal que un castor se comportara así. Después de trabajar durante tres meses, completó su obra. --Tiene la forma de una madriguera, pero parece muy débil, -- dijeron sus compañeros -- seguro que no aguantará mucho tiempo.

A lo que Kapi les contestó: -- Lo que pasa es que tienen envidia de mi madriguera. No se daba cuenta de que los castores le querían ayudar, pero no tardó en llegarle la lección. Se acercaba el otoño y con él las últimas tormentas del verano. El Gran Castor Marrón, olfateando el aire, comprobó que dentro de unas pocas horas iba a caer una buena tromba de agua, y como siempre que un castor nota un peligro, éste golpeó con su cola la superficie del estanque para convocar a la colonia: Splast, Splast, Splast (Castores!, Castores!, Castores!). Cuando ya estaban todos habló: Castores, se acercan lluvias. Seguramente el Gran Hermano va a crecer y es posible que tanto la presa como las madrigueras sufran algún destrozo. Así que tenemos que estar preparados para trabajar. Lo mejor será que nos repartamos en las zonas más débiles. Todos los castores fueron colocándose uno a uno, en sus puestos, excepto Kapi que se fue a su madriguera pensando que el Gran Castor Marrón exageraba. –Y, si a pesar de todo, pensó, tiene razón, ya me apañaré yo solo para mantener a salvo mi madriguera.

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Pasaron las horas y unos relámpagos enormes comenzaron a iluminar el cielo. El aire se notaba pesado. Los castores en sus puestos estaban algo nerviosos. Sonó un trueno espantoso y de repente el cielo se abrió. Llovía, llovía, y el río empezó a crecer. Mientras, allá en el bosque, en la cabaña de la Familia Jones, Rasty contemplaba como la lluvia caía fuertemente golpeando contra las ventanas. Sabía que por la mañana todo estaría inundado y se preocupaba por lo que les pudiese ocurrir a los castores de la Colonia con toda esta agua extra corriendo por el estanque. -- No te preocupes Rasty, -- dijo Ojo de Halcón, viendo la preocupación de su hijo -- seguro que los castores estarán bien, de todas formas, mañana nos levantaremos temprano e iremos a ver a nuestros amigos. Estoy seguro que ellos se las ingeniarán para cuidar de la presa y de sus madrigueras. Por ahora todo iba bien, hasta que un gran árbol cayó sobre el Gran Hermano, el cual se había convertido en un gran torrente. El árbol comenzó a tomar velocidad, hasta que chocó contra la presa, haciéndola un gran agujero. Todos los castores, menos Kapi, corrieron con ramas y barro a repararlo y en cinco minutos el boquete estuvo cerrado. Kapi se dio cuenta de que la cosa podría ir en serio, pero siguió tercamente en su madriguera. El Gran Hermano seguía creciendo y creciendo, formando olas que rompían y arrasaban todo cuanto encontraban. Cuando éstas llegaron al estanque, tanto la presa como las madrigueras se tambalearon, aunque todas aguantaron, menos una, la de Kapi, desde donde se oía: -- ¡Socorro!, ¡Ayudenme!.

Rápidamente los castores acudieron en su ayuda y trabajando juntos, le sacaron de entre el montón de palos y barro, un poco asustado, pero sin ningún rasguño. Y, manos a la obra, como si se tratasen de unos pequeños ingenieros, todos se pusieron a reconstruir la madriguera de Kapi, ramas por aquí, barro por allá, y..... -- ¡Chispas!, es increíble, -- dijo éste -- en poquísimo tiempo y bajo la lluvia hicieron todo el trabajo y mejor, que yo durante tres meses. Todos sonrieron. -- Castores -- continuó -- me he dado cuenta de mi error. Yo solo lo hubiera pasado muy mal, y gracias a la Colonia. 27


-- ¡Anda!, déjate de discursos, -- le interrumpió Lekes alegremente -- y ven de una vez a trabajar con todos nosotros.

Cuando terminó la tormenta era ya de noche. Por la mañana, la Familia Jones fue a visitar a sus amigos, los castores, para comprobar que se encontraban bien. Kapi les contó lo sucedido durante la tormenta y la lección que el día anterior había aprendido. Y así fue como Kapi, durante la tormenta y después de ésta, participó siempre en todo y con todos compartiendo sus cosas y su trabajo. ¡Por cierto!, después de la tormenta, todos los castores, celebraron una gran fiesta en la madriguera de Kapi, que desde entonces se llamó “La madriguera de la tormenta”. Por eso, cuando un castor es egoísta o no trabaja con sus compañeros, siempre se le dice: ¡Ten cuidado con las Tormentas!. Capítulo 12º NUESTRAS AMIGAS LAS ARDILLAS Era muy temprano. El sol salía ya entre las montañas. Dos pequeñas ardillas parecían volar de árbol en árbol, saltando con gran agilidad; tenían la piel roja y los ojos negros. Eran Tic Tac y Lira. Las dos estaban de acuerdo en que iba a hacer un buen día; no iba a llover y podrían jugar y divertirse. Cuando llegaron a la explanada donde siempre jugaban con el resto de las ardillas había ya varias correteando, unas detrás de otras. Su gran agilidad les permitía saltar de una rama al suelo y de éste trepar otra vez hacia arriba en pocos segundos. Todo ello gracias a su larga y peluda cola que les servía de paracaídas, balancín, apoyo, agarradero e incluso de timón como a los castores.

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Pasaron allí toda la mañana. Cuando el sol estaba en lo alto pensaron que debían regresar a su hogar: -- Oye Tic Tac, ¿no tienes hambre? -- preguntó Lira. -- ¡Uff!, me comería todas las nueces del bosque -- contestó ésta. -- Pues vamos, a ver quién reúne más -- dijo alegremente Tic Tac.

Mientras volvían iban recogiendo todas las nueces, piñones y bellotas que les era posible. Las escondían en pequeños huecos de los árboles, que utilizaban como almacén para esconder su comida para el duro invierno. Cada ardilla recogía sus provisiones y las guardaba para ella sola sin ocuparse de lo que pudieran tener las demás. De pronto el sol se escondió, el cielo se oscureció y grandes nubes grises se acercaban al bosque. Tic Tac y Lira seguían, incansables, reuniendo frutos. Salían de uno de los huecos en los árboles cuando vieron, unas ramas más abajo, a una serpiente acechando un nido de pájaros para comerse los huevos, sigilosa y tranquila, sabiendo que estaban solos. Tic Tac y Lira sabían lo que iba a ocurrir, y a pesar del miedo que tenían, empezaron a tirarles los frutos que habían recogido ahuyentando así a la serpiente, que se fue deslizándose rápidamente y en silencio. Las primeras gotas de la tormenta empezaban a caer cuando llegaron a casa -- ¿Dónde han estado? -- preguntaron sus padres-- ¿No les hemos dicho muchas veces que no deben estar fuera de casa a estas horas del día?. Ya saben que es ahora cuando salen a cazar los animales más peligrosos y lo mejor es no darles la oportunidad de ser su comida. Entonces contaron a sus padres lo ocurrido, se las veía muy asustadas y sus papás, que tantas veces habían advertido a Tic Tac y Lira de los peligros del bosque, comprendieron que las pequeñas ardillas habían aprendido la lección. Al día siguiente, después de que toda la tarde anterior hubiera estado lloviendo, Tic Tac y Lira salieron a dar un paseo. Esta vez fueron a explorar cerca del Gran Hermano. Una vez allí, subieron a una rama cercana y se tiraron de cabeza. Las gustaba mucho jugar en el agua. Nadando río abajo llegaron hasta el estanque donde vivía, en sus madrigueras, la Colonia de castores y...

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--¡¡Chispas y recontrachispas!! pero...¿qué les pasa a estos castores?, ¿por qué están trabajando todos juntos?, ¿están locos?. ¡Vaya manera de perder el tiempo! –dijo Lira. Éste no se equivocaba en cuanto al trabajo, allí estaban todos, ayudándose unos a otros como auténticos ingenieros para reparar los desperfectos que la tormenta del día anterior había causado en la presa. Lekes dirigía las obras de reconstrucción: -- kit, tapa con esos palos el boquete que hay en el lado derecho! –decía Lekes. No muy lejos de allí Keeos, el castor plateado, y Kibu roían troncos de árbol con sus potentes incisivos, una vez roídos los dejaban caer en los canales que ellos mismos habían construido, para que las aguas los transportaran al estanque.

Los pequeños castores, junto con Noar, recogían estos árboles que, una vez despedazados, iban a parar a la despensa como alimento para el invierno, o bien eran utilizados para la presa y la madriguera. Tic Tac y Lira se miraron sorprendidas. No entendían por qué los castores trabajaban todos juntos y no cada uno por su cuenta, como hacían ellas. Tuvieron una gran idea, irían a consultar a Malak, el búho sabio. Dicho y hecho, saltando de rama en rama, llegaron enseguida y llamaron desde el suelo a Malak, pero no hubo respuesta. No se acordaban que los búhos duermen de día. Impacientes subieron hasta el nido de Malak: -- Malak!, Malak!, oye Malak despierta!, ¿por qué hacen eso? -- preguntó TicTac con impaciencia. Éste tenía ya un ojo, grande y anaranjado, abierto.

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-- Pero, ¿qué ruido es éste? -- gruñó Malak, --¡Ah, son ustedes!. ¿Es que no saben que los búhos dormimos durante el día, porque estamos despiertos por la noche?.


Tic Tac y Lira se disculparon y contaron al búho, rápidamente, lo que habían observado en el estanque. Malak las explico: -- Bueno, como han observado, los castores son muy listos. Ellos comparten su trabajo y la responsabilidad de enseñar unos a otros. Desde luego comparten la madriguera y durante el invierno, comparten sus alimentos. Es un modo feliz de vivir, ayudándose unos a otros y participando todos en todo alegremente. -- Pues no me gusta, no me gusta nada -- dijo Lira frunciendo el entrecejo. Malak sonrió -- ¡claro!, a ti no te gusta porque eres una ardilla. Ustedes, las ardillas, son unos animalitos muy independientes, pero si tú y tus amigas fueran listas, trabajarían juntas y compartirían sus provisiones. Es más, estoy seguro de que la mitad de las veces olvidan donde las esconden. Tras las sabias palabras de Malak, Tic Tac y Lira reflexionaron un segundo y muy contentas contestaron: -- Tienes razón, es una gran idea.-- Y las dos salieron corriendo a contárselo a las demás ardillas. Desde entonces Tic Tac y Lira se convirtieron en unas muy buenas amigas de la Colonia de Castores y aprendieron, gracias a ellos, una lección muy importante, la de: ¡¡COMPARTIR!!

Malak, antes de volverse a dormir observó a los castores y pensó: “Sí, ellos son muy listos, saben cómo trabajar y jugar compartiendo, tendrán un buen invierno y mucha comida. ¡Caramba! si yo no fuera un búho creo que me gustaría ser un castor”, por lo menos soy hermoso, hermoso, jajaja. Y después de estos pensamientos removió su plumaje pardo, cerró un ojo, luego el otro y durmió hasta llegar la noche. --Felices sueños Malak. –Dijo kit susurrando, que no lejos de allí, mientras trabaja, había escuchado toda la conversación.

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Capítulo 13º COMPARTIR Debía ser el calor del verano lo que hacía que los castores tuvieran algo de sueño. Ya en la madriguera, pensaron en los días felices y desearon que Keeos les contara historias. Uno de los gemelos miró y preguntó a Keeos, -"¿Todas las colonias de castores son tan felices como nosotros lo somos?". -"Bien, joven castor, -dijo Keeos- realmente no sé si lo serán, pero estoy seguro que podrían serlo si quisieran. Mira, en esta colonia, nosotros debemos aprender lo que significa “COMPARTIR”. Juntos tenemos que estudiarlo y aprenderlo. Tenemos que crecer y hemos de construir. Tenemos que explorar. Hemos de jugar y ayudarnos unos a otros, para lograr llegar a ser Castores, cuando hayamos crecido. Tenemos que aprender también la importancia que tiene que todos trabajemos juntos como un equipo, así como el que cada nueva Colonia por la que haya pasado un Castor que haya estado durante dos o más años, aprenda la importancia que tenemos cada uno de nosotros en el trabajo de la Colonia.

Recuerdo una noche de gran tormenta en la presa, estaba casi destruida, él cómo todos los castores juntos ayudaron a poner a salvo las provisiones. - "Hemos aprendido unos de otros y el espíritu del Gran Castor Marrón nos ha enseñado las costumbres del bosque y la Familia Jones algunas de sus costumbres. Estos seres humanos han entendido lo que significa compartir, y por eso son una familia feliz. Tienen mucho que hacer pero siempre trabajan juntos para descubrir algo nuevo. Y lo que hace felices es que entre todos deciden lo que quieren aprender. Yo creo que esa es una de las razones por las que viven en una familia tan feliz". -"¿No les parece que Ojo de Halcón y Arcoíris nos han dado nuevas ideas sobre actividades, la naturaleza y el mundo que nos rodea?. Y ¿no creen que debemos agradecer también a Burbuja y Rasty porque nos han enseñado a jugar todos juntos, y a cuidarnos unos a otros?. Y ¿no hemos aprendido también de ellos al verles jugar y compartir sus experiencias, al ayudarse mutuamente y gozar cuando el otro era feliz?. Creo que es por esto por lo que nosotros somos una Colonia feliz. Si nosotros guardamos nuestra Promesa de amar a Dios, compartir y participar con entusiasmo en todas las tareas. Y si vivimos como un Castor debe vivir, ayudando a su familia y amigos, entonces nosotros podremos salir buscando muchas formas de jugar y de compartir todo esto juntos".

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Capítulo Final EL NADO HACIA ARRIBA

El aire estaba impregnado de una cierta magia que envolvía a toda la Colonia. Todos sabían que esa tarde algo maravilloso iba a suceder. La noche anterior, en el Estanque del Gran Roble, la Colonia se puso de acuerdo en que algunos castores estaban preparados para seguir nuevos rastros. kit, Moi, Piko y los gemelos sabían que entre esos castores estaban ellos. Lo notaban, notaban que había algo en ellos mágico que no sabían explicar. Estaban tristes por tener que abandonar la Colonia y dejar a sus amigos. ¡Había sido un tiempo tan maravilloso!. Pero a la vez se sentían felices, pues sabían que para ellos empezaban nuevas aventuras. El Gran Castor Marrón había hablado con ellos y les había dicho que dentro de poco, tendrían una maravillosa sorpresa que solamente la tendrían aquellos castores que habían llegado a ser los mejores castores. Cuando le preguntaron de qué se trataba, el Gran Castor Marrón les respondió: "A su tiempo los descubrirán", el Gran Castor Marrón sabía que esta tarde habría cierta magia en el aire, y que estos jóvenes castores llegarían a ser parte de un grupo diferente de Amigos del Bosque. El Gran Castor Marrón recordó también el día en que Keeos aprendió a pensar y a hablar como los humanos y pensó que en el aire habría la misma magia. Keeos nadó hacia el centro del estanque y dando tres golpes de cola: Splast, Splast, Splast (Castores!, Castores!, Castores!), convocó a toda la Colonia. En la orilla del estanque estaban Lekes, Kibu, Taité, Noar, Malak, la Familia Jones y todos los demás castores de la Colonia. Hasta sus amigas las ardillas habían acudido para despedirlos.

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Keeos les dijo: --Han demostrado gran interés por conocer nuevos horizontes. Lo han hecho muy bien, por lo que ahora deberán nadar río arriba donde tendrán sus nuevas aventuras. Conocerán a otros nuevos amigos, con los que perseguirán nuevos rastros y participaran en un montón de grandes cacerías. Los castores se despidieron de todos. Fueron hasta el centro del estanque y nadaron alrededor del Gran Roble, en dónde Keeos, más plateado que nunca les esperaba. De repente, empezó a formarse un gran remolino, los que estaban en la orilla pudieron observar como el agua cubría por completo a sus amigos; el agua comenzó a elevarse formando una columna que subía lentamente, y cuando ya casi tocaba el cielo se transformó en una lluvia plateada que cubrió las orillas del estanque. Sin mirar hacia atrás, los nuevos castores plateados, empezaron a nadar río arriba, a la vez que oían a sus amigos entonar la canción de despedida, que les acompañaría durante su largo viaje.

Malak, el sabio y viejo búho, siguió el nado hacia arriba de los pequeños castores, volaba tan bajo que podía ver como subían por el Gran Hermano.

--¡Qué largo es!, -- dijo Piko según nadaban avanzando -nunca había imaginado que fuera tan grande. ¿Ya se dieron cuenta? -- preguntó Moi -- aquí el Gran Hermano es más ancho. -- Miren --observó kit -- el bosque está cada vez más espeso y hay muchos árboles diferentes. Sin saberlo habían llegado al río Waigunga, que atravesaba la selva de Seeonee.

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Al salir del río, su cuerpo comenzó a cambiar, sus patas se estiran, la cara se alarga, su cola plana se volvía un rabito, sentían la magia en su cuerpo y se transformaban poco a poco, comenzaron a caminar por la vereda hasta que se encontraron con una Manada de lobos. El lobo más grande se acercó y les dijo: --Yo soy Akela, el guía de la Manada. Los Viejos Lobos le damos la bienvenida a ella. Mientras estaban en la Colonia han aprendido a conocer la naturaleza y el bosque de mano de los Grandes Castores. Aquí, en la selva, vivirán nuevas aventuras, ayudando a nuestros hermanos lobos, igual que ellos los ayudarán a ustedes. Con nosotros aprenderán muchas cosas, pero las demás tendrán que descubrirlas solos. El mundo es ahora más grande para ustedes y lo irán explorando durante nuestras cacerías por la selva. Los nuevos lobeznos no estaban asustados. Su alegría era tan grande que se sentían capaces de correr por toda la selva maravillados por su inmensidad. ¡Había tanto que explorar y descubrir! La Manada les esperaba, allí estaban también Baloo, Bagheera, Raksha y Kaa; y con un Gran Clamor de bienvenida, fueron integrados en el maravilloso mundo de la Manada. Malak, que les había estado observando desde lo alto de una rama, se sintió feliz al ver como se incorporaban a su nueva familia, mientras pensaba: -- Seguro que serán grandes lobatos. ¡Adiós pequeños!, ¡Buena caza y largas Lunas!. Desplegando sus alas echó a volar hacia el estanque, donde toda la Colonia seguía compartiendo con alegría y preparando con ilusión la llegada de los nuevos castorcillos. Gracias Grandes Castores: Keeos, Lekes, Kibu, Taité y Noar, Gracias Familia Jones: Ojo de Halcón, Arcoíris, Rasty y Burbuja, Gracias Malak el Sabio Búho,

Gracias a todos por sus aventuras, sus enseñanzas y por compartir siempre su trabajo y jugar con alegría.

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Fin



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