CATEGORÍA _ CIUDAD Y TRANSPORTE
LIMA PROGRESIVA: ¿UNA UTOPÍA REALIZABLE? La primera referencia a la que se enfrenta alguien que desee estudiar la evolución de su ciudad para intentar generar una idea prospectiva, indudablemente es la historia. Y precisamente es la historia la que permitirá identificar y comprender las distintas problemáticas en la actualidad. Es posible reconocer ciertas variables que han dejado una constante al “desmenuzar” por capas la historia de Lima: una ciudad amurallada a causa de la inseguridad ciudadana, una ciudad de automóvil que contamina y fragmenta espacial y socialmente, una ciudad sin planeamiento enfatizada en malas decisiones políticas, una ciudad sin espacios públicos de calidad o pensados para sus habitantes, una ciudad sin transporte urbano que condiciona a viajar a diario en condiciones deplorables, y así muchas más. Para el caso del presente ensayo, quisiera centrarme en dos de las variables arriba mencionadas: ciudad de automóvil y ciudad sin espacios públicos. Creo que es lógico pensar que las posibles soluciones de estas deban estar pensadas en términos sostenibles, y con esto me refiero no solo a que puedan mantenerse por sí mismos a través del tiempo (más allá de una sola gestión municipal), sino teniendo un planeamiento integral a mediano o largo plazo sumado a un riguroso estudio de los impactos a generar en el hábitat ciudadano. En Lima existen algunos ejemplos de “convivencia urbana” entre el ser humano que habita y la naturaleza del lugar que lo rodea, como sucede en el Boulevard Miguel Dasso donde conviven ciudadano, automóvil y área verde. También tenemos los casos de renovación urbana como son la Alameda Chabuca Granda o el Parque Kennedy. La importancia del impacto que suscitaron estos espacios dentro de la ciudad, radicó en que aportaron en la generación de vida pública y propiciando que la comunidad no sea cerrada dando lugar así a un espacio más democrático, más vivible. Estoy de acuerdo con la idea de que las calles no solo deberían estar pensadas bajo términos funcionales de flujo, sino también como la columna vertebral de la sociedad civil donde la democracia y la inclusión es bienvenida a través de la interacción social.(1) Es por ello que los espacios públicos deberían ser diseñados para la específica situación del lugar de su implantación tomando en cuenta a los posibles usuarios y sus actividades para aumentar las posibilidades de apropiación, repitiendo el mismo proceso sea cual sea el lugar donde se dé pie a un nuevo espacio público. En el caso del automóvil, gracias a experiencias vecinas, se ha podido comprobar que si se llega a contar con un buen sistema de transporte urbano (conjuntamente con equipamientos y espacios públicos) se podría disuadir a las personas de que usen el vehículo privado(2) para trasladarse en la ciudad, lo cual conlleva a reducir el costo de mantenimiento de pistas (que pasaría a las veredas), menor gasto energético y menor contaminación ambiental (polución y sonoro). El mayor reto radica en lograr un plan técnico y político consensuado a pesar del alto costo político de intervenir en los servicios de transporte informal.(3) Creo que el crecimiento que vive actualmente Lima –económica, cultural, gastronómica, entre otros– debiera ser un motivo para reflexionar, cuando menos –en nuestro caso- que la arquitectura y el urbanismo verdaderamente pueden hacer parte del cambio de la ciudad y convertirse en un verdadero motor de transformación. CHOC (1) (2) (3)
Arq. Angus Laurie & Arq. Mariana Leguía, “Lima: Hacia una ciudad más democrática”, AUT. N°5 Dic 2010. Arq. Jorge Pérez Jaramillo, Congreso Internacional de Arquitectura Latinoamericana, 8 Oct 2010. Soc. Claudia Bielich (2011), Diario “La República”, Sección de entrevistas, 24 Jul 2011.