LA
AVENTURA
DE IRIS
Los habitantes del Planeta A – 787 (planeta Grey), en la galaxia de Andrómeda, son transparentes, como gotas de agua. Sus cuerpos no tienen un aspecto claro y definido, adoptan distintas formas, como los líquidos la del recipiente que los contienen, pero nunca se “derraman”. Cuando alcanzan “la mayoría de edad”, los greynoides deben realizar un viaje interestelar y recoger información de la situación de los planetas, estrellas y otras galaxias del Universo. La historia de nuestro protagonista comienza en este mismo momento: F2- R4 estaba entusiasmado con su primera misión intergaláctica. Su nave estaba preparada y él dispuesto para la aventura. Así que emprendió el viaje. Todo fue bien hasta que un día los monitores de su nave empezaron a tener errores y fue desviado de la ruta programada. Al perder el control de los mandos, no tuvo más remedio que dejar que el vehículo espacial se dirigiera ...¡nadie sabía a dónde! De pronto una fuerte luz lo cegó, ¡había pasado muy cerca de una estrella!. Divisó otros astros que no conocía y de repente, su nave sufrió una fuerte sacudida. ¡Estaba siendo atraído por uno de ellos! La capa de gases que lo rodeaba lo dirigía hacia... ¡NOOOO! ¡Iba a chocarse contra él! Se preparó para el impacto. Su viaje estaba a punto de terminar sin haber cumplido su misión. Atravesó una masa gris y esponjosa y algo empezó a caer sobre su nave. Pequeñas gotas de un líquido incoloro golpeaban con fuerza y unas luces cegadoras lo deslumbraban. Escuchó también unos sonidos atronadores. ¡BRRRUMMM! ¿Lo estarían atacando los habitantes de ese planeta? ¿Era algún tipo de rayo laxer desconocido para él? En ese mismo instante volvió a brillar la luz y apareció frente a él un hermoso arco de colores. Nunca había visto nada más hermoso. En su planeta todo era transparente o grisáceo pero aquello...¡era maravilloso!. La nave, sin control, se dirigía hacia allí, se chocaría y todo terminaría. Sin embargo, “atravesó el arco” sin sufrir ningún daño y aterrizó sobre algo desconocido para él. Allí permaneció durante un tiempo que no supo medir. La luz que había estado brillando fue apagándose poco a poco hasta que todo quedó negro y oscuro. Por mucho que intentó permanecer despierto y alerta, el sueño lo venció y se durmió.
Unas voces lo despertaron: – ¡Vamos, Violeta, ven a jugar con nosotros! – Ahora no, Luis, estoy en lo más interesante de la historia – dijo Violeta. F2-R4 se asomó para ver qué ocurría y de pronto, la puerta de su nave se abrió y él cayó. Violeta no podía creerse lo que estaban viendo sus asombrados ojos. Miró hacia todos los lados, hacía abajo, hacia arriba. Vio un objeto extraño enganchado en una rama del árbol bajo el que se había sentado y volvió a mirar hacia su libro. Gritó, pero no escuchaba su voz. Ningún sonido salía de su cuerpo. ¿Qué era aquello? Siguió mirando asombrada aquel ser extraño de colores, y cuando se dio cuenta que una “cosa” tan pequeña no podría hacerle daño, entonces se atrevió a cogerlo entre sus manos. Era... ¿como un blandiblú?. En ese instante volvió a aparecer su compañero de clase. – Vamos , Violeta, ¿todavía no vienes? Al oír las voces de su amigo Luis, Violeta , asustada, cerró el libro de golpe y F2-R4 quedó aplastado entre las páginas. – No, Luis, quiero terminar este capítulo. Después iré.- contestó algo nerviosa. Cuando su amigo se fue, la niña se atrevió a abrir el libro y observó con detenimiento “aquello que había caído del árbol”. – ¿Pero qué es esto? ¿De dónde ha salido? - se escuchó decir a sí misma. Estaba hablando sola. Sin embargo , aquel ser extraño emitió unos sonidos desconocidos para ella. – Oh, no.¡ Está intentando decir algo! En ese preciso momento, se escuchó un ruido muy estridente. La sirena indicaba que el recreo había terminado y tenía que volver a clase. Sin saber qué hacer con aquella cosa que había caído en su libro, volvió a cerrarlo y se dirigió a su fila. El resto de la jornada, Violeta estuvo distraída y nerviosa. La profesora le llamó la atención varias veces.
– Violeta, ¿ocurre algo? Parece que estás en las nubes. – No, profe, no pasa nada- mintió ella. Desde luego no estaba dispuesta a revelar su secreto. La tomarían por loca. – Pues presta más atención. Estamos repasando el control que tenemos mañana sobre los polígonos.- dijo la profesora. Cuando , por fin , dieron las dos, Violeta salió disparada de clase. Necesitaba llegar cuanto antes a su casa. ¿Estaría “esa cosa” todavía dentro de su libro o todo había sido una pesadilla? Llegó a su casa más temprano que otros días, comió todo lo que le pusieron en el plato,(su madre la miró sin creérselo, pues se había comido la ensalada sin rechistar, y eso que no le gustaba mucho la lechuga) y le dijo a sus padres que se iba a su habitación , rápidamente, pues tenía muchos deberes que hacer. Se sentó en su escritorio y sacó el libro de la mochila. Lo abrió y...¡allí estaba! ¡No era un sueño! Lo cogió otra vez entre sus manos y se movió. Volvió a emitir sonidos que no entendía, pero , también escuchó palabras sueltas , entremezcladas, que comprendió perfectamente: capítulo, Luis, triángulo, lechuga... ¡Estaba repitiendo palabras que ella había hablado durante ese día! Entonces Violeta se atrevió a hablarle: – Hola, me llamo Violeta. – Hola, me llamo Violeta – repitió la “pequeña cosa de colores”. “Repite lo que digo perfectamente” - pensó Violeta asombrada. Y comenzó a señalar objetos de su habitación, nombrándolos. Durante varios días, Violeta no dijo nada a nadie sobre su “extraño amigo” y continuó “enseñándole” palabras nuevas y frases. ¡Ya casi podían establecer una conversación! aunque hablaba como los “indios” : – Yo “ser” F2-R4. Yo “venir” de otra galaxia. Yo “tener” problemas en mi nave espacial... Así pudo saber Violeta quién era este “extraño ser” y cómo había llegado hasta la Tierra y más aún, cómo había “aterrizado” sobre su libro, aquel día en el colegio. Supuso también que al atravesar con su nave el arco iris, su cuerpo “había absorbido” sus colores y por eso ahora presentaba ese aspecto. Así que tuvo una idea.
- ¡Te llamaré Iris! - dijo entusiasmada- ¡Tus colores son iguales que los del arco iris! A partir de entonces, Violeta lo “llevaba” al colegio entre las páginas de su libro, como un “marcapáginas”, aunque no sufría por “estar aplastado”. A Iris le encantaba estar ahí, consideraba los libros como “su nueva nave terrícola”, y siempre pedía a la niña que le leyera en voz alta. Así fue conociendo “ese fantástico mundo” que se encierra en los libros: aventuras , historias de piratas, de miedo, de magia... Iris era insaciable. Siempre quería más y más. A principios del mes de abril , la profesora comunicó a la clase que presentaran ideas para elegir una mascota para la Biblioteca del Centro. Violeta estuvo dudando, pero tras pensárselo mucho, el último día , decidió revelar su secreto y presentó a Iris a sus compañeros y compañeras. Todo el mundo se quedó sin palabras, boquiabiertos, mientras veían a Iris y escuchaban su historia, contada por Violeta. Por supuesto, fue elegida por unanimidad. Y así fue cómo Iris pasó a “vivir” al mejor lugar que podría haber para él, la Biblioteca.