Gentilicio dual
Hubo tres barcos como tres carabelas: una balsa, un crucero y un yate sin velas. Luego fue el diluvio: se hundió la casa entera. Se oía un chillido de monos. Y pinceles. Y acuarelas. Un equipo de buceo, entre Arrábida y Alentejo, encontró restos marinos de un Atlántida inmenso. Intentaron datarlo. Calcularon con empeño. ¿Cómo eran posibles dos años ante semejante monumento? Un palacio conquistado, un castillo, un cuaderno ilustrado del mapa lingüístico de un argot eterno. La sombra de todos los cipreses aunque la calle fuera de almendros. Ay. Nos ha merengao. Sin darnos cuenta, el viajero que dormitaba aún seguía despierto. Ocupa la suite principal y pide tex-mex con empeño. Si todo formara parte de un sueño Sería de turbo de morbo, de sabor extremeño, con banda sonora de dientes o de melancólico pecho, donde NH no fuera un hotel, sino un fonema complejo. Brisa el viento un Aire Loco. Danzan tiernas las cometas del único gentilicio que conozco que rima con poeta. Fuera espantos. Que se esfumen los dolores con todos los alfajores que quepan en mi maleta.