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FUNDACIÓN MARINA
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CARNAVAL
DE BARRANQUILLA
Editoras
Mariana Schmidt Quintero Marta Ayerbe Posada
LA MIRADA DE SUS ARTISTAS
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gracias a ellos Dedicamos este libro a quienes con sus aportes engrandecieron el Carnaval de Barranquilla, nos compartieron sus conocimientos y nos enseñaron a
valorarlo, respetarlo y gozarlo con hondura. Abraham Cáceres Alfredo de La Espriella Antonio María Peñalosa Apolinar Polo Aquiles Escalante Carlos Franco Medina Efraín Mejía Donado Esthercita Forero Etelvina Dávila León Caridi Pacho Bolaños Pedro Pablo Morales Pedro Ramayá Beltrán Pedro Vengoechea Gerlein Ramón Moncho de Castro Ray Silva Roberto de Castro Samuel Tcherassi Wiston Valle
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Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas Primera edición, 2015 © Grupo Argos © Fundación Carnaval de Barranquilla © Fundación Marina Puerto Velero
Presentación
Fotografía carátula Nivaldo Castro Castro
Para la Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación Marina Puerto Velero es motivo de orgullo entregar a los barranquilleros, a los colombianos y al mundo un libro que reúne las voces, saberes e historias de quienes cada año ponen su alma para mantener y renovar el legado de nuestros ancestros y hacer realidad esa fiesta, patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, llamada Carnaval de Barranquilla. Ellos son miles de artistas y este libro es un homenaje a la pasión que los acompaña a lo largo del año, a su espíritu generoso e incansable, a la sabiduría que han heredado y compartido, a su entrega y su compromiso con las danzas y comparsas, la música, los versos y las rimas, las personificaciones, la indumentaria y las carrozas, que les permiten ser y hacer sentir la fuerza y la grandeza de la alegría, del goce colectivo, y celebrar la vida en esta fiesta para el disfrute de propios y extraños, donde nos reencontramos con nosotros mismos y con otros, presentes y ausentes, en nuestra profunda humanidad. Conscientes de ello, los autores de este libro quisieron honrar en estas páginas no solo sus propias vidas, las de los suyos, las de sus maestros y las de sus hijos, sino también las de tantos y tantos artistas sin quienes no sería posible el carnaval. Desde hace algo mas de dos años, Fundación Carnaval de Barranquilla vio la importancia de un proyecto de esta naturaleza, que por su enfoque y metodología contribuyera a exaltar y preservar la tradición, y que con la mirada de los mismos artistas consiguiera darle visibilidad y realce a la historia poco conocida de nuestra fiesta. Así, como podrán ver los lectores en la introducción (págs. 16 a 21), los autores de este libro trabajaron juntos un año no solamente recabando la información, sino, lo más importante, reconociéndose como portadores de saberes y valorando a quienes tenían a su lado como seres igualmente sabios. Dada la metodología utilizada, sus vínculos se estrecharon y siguieron avanzando en la consolidación de un colectivo de artistas que valora altamente su aporte al Carnaval de Barranquilla. Además, este proyecto, que termina con la presente publicación, se constituyó en un feliz encuentro de tres organizaciones: Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación Marina Puerto Velero, que se unieron para sacarlo adelante.
Diseño Marta Ayerbe Posada Corrección de estilo Lilia Carvajal Ahumada Preprensa Marta Ayerbe Posada Zetta Comunicadores Impresión Panamericana Formas e Impresos Tiraje: 2000 ejemplares ISBN: 978-958-99788-2-5 Barranquilla, Colombia
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Para el Grupo Empresarial Argos su participación es a la vez un agradecimiento por el cariño y el compromiso de Barranquilla y los barranquilleros con sus iniciativas, y una ratificación de su compromiso con el desarrollo social de quienes habitan aquí. El Grupo Argos lleva más de 70 años construyendo ciudad con los barranquilleros y proyecta hacerlo durante mucho tiempo más, con la certeza de que caminará siempre a su lado en busca de su progreso y bienestar. Por otra parte, Marina Puerto Velero y su fundación han hecho suyas las palabras del filósofo alemán Bert Hellinger, quien afirmó que “el respeto y la honra hacia quienes estuvieron primero es la base para la paz”. De allí que con el apoyo a esta iniciativa, continúe afianzando este lema que desde siempre ha estado presente en su quehacer como empresa y en su relación con el entorno. En el pasado, un proceso con características similares a este, en su enfoque y metodología, con la población costera del municipio de Tubará, dio como resultado visible el libro Ztupará, riqueza mokaná. Aportar a este proyecto es retribuir y agradecer en alguna medida el cariño y acogida que Barranquilla y los atlanticenses han tenido hacia Marina Puerto Velero. El resultado de este proyecto es la prueba fehaciente de que juntos hacemos más. Hemos sumado pasiones, experiencias y recursos y hoy, dos años después del sueño inicial, pueden verse los resultados. Los invitamos a gozar este libro, a recrearse en sus intersticios, a descubrir en cada página y cada vez que lo abran, algo nuevo del Carnaval de Barranquilla. Pero igualmente los invitamos a que lo reconozcan como una pequeña muestra de la inmensa, infinita o casi inagotable riqueza que hay detrás de cada manifestación y de cada artista que hace presencia en el carnaval. Ojalá que este ejemplo de patrocinio se multiplique por cientos para que cada vez se oigan más las voces de los gestores de tanta riqueza, y se reconozcan las historias y los valores de las personas que hacen grande esta fiesta. Carla Celia, directora de la Fundación Carnaval de Barranquilla Piedad Monsalve, gerente de Sostenibilidad y Comunicaciones del Grupo Empresarial Argos Zoraida Martínez, directora de la Fundación Marina Puerto Velero
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coautores •••
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Este libro es una obra colectiva construida por los siguientes artistas del Carnaval de Barranquilla, quienes participaron en su concepción, producción escrita y revisión.
Carmen Meléndez Valecilla Directora de Palma Africana
Hermes Padilla Hernández Director fundador y mariscal de La Chiva Periodística
César Martínez Lara Investigador del Carnaval de Barranquilla
Hugo Díazgranados Coordinador del Carnaval de los Niños
Adolfo Maury Cabrera Director del Congo Grande de Barranquilla
Clara Nivis Cáceres Julio Directora de Renacer Mulato y de Soy Mulato
Alberto Arias Rodríguez Director de Trietnia Danza del Caimán Cienaguero
Daniela Cepeda Tarud Reina del Carnaval de Barranquilla 2013
Humberto Pernett Montaño Presidente de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato
Alcides José Romero Cogollo Director de Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires Gestor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval
Edaida Hanna Orozco Orozco Directora de El Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo y subdirectora de Los Hijos del Paloteo Bolivariano
Alfonso Fontalvo Torres Director de El Torito Ribereño
Esther Hernández Morón Directora de la Danza Infantil Congo Alegrías Asesora cultural de Cipote Alegría
Álvaro Bustillo Solano Director de El Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez Organizador del Encuentro de Comedias del Carnaval Ángela Pedroza Arzuza Directora de El Paloteo Mixto Armando Enrique Zambrano Morelo Director de La Arenosa Atala Ochoa Torrenegra Barriga de Trapo y directora de Carnavanimal Brianne Lucía Velásquez Cuesta Directora de Garabato Unilibre
Fernando David Ferrer Ferrer Coordinador del Ceremonial de la Muerte Gastón Polo Pallares Director de la Fundación Los Diablos Arlequines de Sabanalarga y Los Goleros
Lisandro Antonio Polo Rodríguez Director del Grupo Tambó, Noche de Tambó y del Festival de Música Tradicional “Carnaval de Barranquilla” Luisa Orozco Directora de Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo Se agradecen los aportes de las siguientes personas
Isabel Cristina Muñoz Vásquez Directora de Las Negritas Puloy de Montecristo
César Augusto Paragüita Morales Mejía Director de las Marimondas de Barrio Abajo
José Francisco Llanos Ojeda Director de Selva Africana
Cindy González Gutiérrez Bailarina de Palma Africana
Lucy Vengochea Directora de Perla del Caribe
Edilsa Berdugo Costurera
Luis Orellano Director de Muertes y Diablos
Gabriel Enrique Pacheco Mercado Miembro de Diablos Arlequines de Sabanalarga
Luz Elena Güette Borrero Jefe de cuadrilla del Congo Campesino de Galapa
Hno. Yamil Paniagua Rector del Instituto La Salle
Luisa María Pertuz Artesana Merlys Berena Gutiérrez Costurera Orlando Pertuz Dibujante y carrocero Yoneiro Flórez Laguna Director de Costa Azul Yuranis Caicedo Quintero Colaboradora de El Paloteo Mixto
Julio Adán Hernández Gestor del Carnaval de los Niños
Giovanni Fontalvo Osorio Director del Grupo Musical Tradición
Liliana Lara Salas Investigadora del Carnaval
Henry Barrios Castros Director de Calancho y su Zafarrancho Orlando Barrios Mendoza Director de Las Ánimas Rojas de Rebolo
Carlos Rafael Cervantes Muñoz Director de El Mohicano Dorado y la Diosa y sus Guerreros de Plata Director de Los Mohicanitos Dorados
Óscar Barrios Mendoza Director de El Toro Grande de Rebolo Rafael Fito Sánchez Músico
Carlos Ramón Sojo Guzmán Director de De Cuanta Vaina
Rafael E. Morales Cañas Director de Indios Farotos de Villanueva, Indios Caribanos y El Cuarteto
Marleny Cortéz Osorio Directora de Son de Mar, de la Escuela de Artes Marleny y de la Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla –Funfocab–
Magaly Esther Salas González Directora de El Garabato de la 8 Manuel Antonio Pérez Herrera Director de la Corporación Cultural Son de Negro de Santa Lucía y de Son de Pajarito del Río
Coordinación y edición de los textos Mariana Schmidt Quintero
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Maribel Egea García Directora de la Corporación para la Salvaguardia de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval de Barranquilla –Folkarnaval–
Robinson Liñán Ríos Director de la Corporación Cultural Barranquilla Rodrigo El Rodri Ponce Miembro socio de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato
Martha Salas González Directora de El Garabatico de la 8
Rubiel Badillo Romero Productor artístico y cultural
Matilde Herrera Hernández Directora de la Fundación Cultural Afrocolombiana Kumbé
Soley Del Castillo Robles Directora de Del Carajo y de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico –Fayfa– (Carnaval de la Calle 84)
Mónica Lindo Directora de Torito en Carnaval y de la Compañía de Danza Mónica Lindo
Ubaldo Mendoza Real Director de La Revoltosa
Monica Ospino Directora de Las Farotas de Talaigua
Vitalia Díaz Iglesias Vicepresidenta de la Fundación Los Diablos Arlequines de Sabanalarga y Los goleros
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Queremos expresar nuestros agradecimientos a las personas que de manera especial contribuyeron a dar forma a este proyecto. En primer lugar, nuestros reconocimientos a los artistas del Carnaval de Barranquilla que se entregaron sin reserva para hacer este libro, asistieron de manera dedicada a los encuentros que se hicieron, fueron generosos en compartir sus conocimientos, escudriñaron en sus baúles materiales y con ahínco aceptaron el reto reescribir y re escribir muchas veces. Para ellos, los autores de este libro, nuestra venia. Nuestra gratitud a Daniela Cepeda, quien estuvo a la cabeza como veedora de la tradición, lo cual sin duda fue un gran acierto al momento de conformar el equipo. Ella puso al servicio de este su afecto, su valoración por los artistas y su pasión por la tradición. Gracias a su capacidad de convocatoria los autores nunca desfallecieron. Cabe destacar también el trabajo de Mariana Schmidt como conductora técnica del proceso de construcción colectiva quien supo propiciar el diálogo entre tantos artistas velando por la escucha y el respeto a los saberes de todos, y su labor como editora, que hizo de manera conjunta con la diseñadora gráfica Marta Ayerbe. Ambas cuidaron la hechura de este libro de manera que fuera fiel a lo vivido en el proyecto con los artistas y se aseguraron de que sus voces, sus historias y su alma quedaran plasmadas aquí. Gracias a Carmen Meléndez y a Édgar Rey por creer en este proyecto y por orientarnos con sus profundos conocimientos sobre el Carnaval de Barranquilla. Agradecemos también a Marisella Quiroz, Leonardo Romero y David Luquetta por su acompañamiento a los equipos durante el proceso; al artista plástico Jorge Serrano por sus talleres de pintura y a Nivaldo Castro por sus talleres de fotografía y por haber hecho un registro gráfico del proceso. Finalmente nuestros reconocimientos a Lilia Carvajal Ahumada, quien hizo una labor silenciosa pero muy importante: cuidar el lenguaje en este libro buscando el difícil equilibrio entre ser fieles a las voces de los autores y procurar un uso adecuado del idioma.
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Nuestros reconocimientos
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Contenido
Somos TRADICIón 14 La historia de este libro 16
1. Somos artistas del carnaval 22 2. Somos ciudad carnaval 116 3. Somos danzas 140 4. Somos comparsas 290 5. Somos Letanías 342 6. Somos disfraces 358 7. Somos artesanos 386 8. Somos joselito carnaval 402 9. somos patrimonio 406
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Somos tradición Daniela Cepeda Tarud
Carnavalera y conservadora parecen dos palabras opuestas, pero en el mundo de Macondo pueden convivir: así es la familia donde nací. En la casa Cepeda Tarud era imposible esconder que el precarnaval había comenzado. Desde las conversaciones en la mesa hasta la decoración de los cuartos, todo me indicaba, a mi corta edad, que algo divertido y emocionante estaba pasando. Recuerdo lo que sentí ese día, cuando llevé por primera vez un traje de carnaval. Tenía tres años, vestida de garabato y de la mano de mi padre, Efraín, miraba hacía arriba: cientos de adultos bailaban una canción nunca podré olvidar. Yo quería estar ahí, cerca de los artistas que veía desfilar en la Vía 40, quería entender esa explosión de emociones que no cabían en mi racionalidad, quería bailar y soñar, tanto, que cuando me preguntaban, ¿qué quieres ser cuando seas grande?, respondía: Reina del Carnaval de Barranquilla. El 23 de agosto de 2012, mientras esperaba el veredicto de la junta, entró mi madre, Sonia, a mi cuarto y me dijo: “Hola reina”, entonces me di cuenta de que ¡mi sueño se había hecho realidad! Para muchos fue una sorpresa que la joven que se sentaba en primera fila en clase, que se sentía éxtasis devorando libros y cuyo sueño era cambiar el mundo, fuera la reina. Pero como soberana podía y quería seguir haciendo lo que más me apasiona: aportar a la construcción de una Barranquilla mejor; y lo haría mediante la cultura, un gran motor para el desarrollo. Confieso que fue triste descubrir que muchas expresiones tradicionales estaban en riesgo de desaparecer y que el sentido de pertenencia hacia
estas por parte de la gente era poco. Pero como nadie ama lo que no conoce, debía entender el significado de cada una de ellas y lo que motiva a los artistas del carnaval para poder contárselo a todos. Por eso me vestí de farota, congo, caimán, coyongo, cumbia, golero, son de negro, paloteo, marimonda, india, diabla, cantora de letanías, tigre, mapalé, guacamaya, negrita Puloy, muerte, torito, vendedora de alegrías, gusano, María moñitos, garabato y monocuco, y aprendí de ellos , en cada uno de sus barrios, su baile, su música y su historia. Así descubrí un universo de riqueza cultural, identidad e historia que le conté a todos invitándolos a “Seguirme el Paso”. Ese fue el nombre de la estrategia con la que llegué a Barranquilla, Santa Lucía, Sabanalarga, Campo de la Cruz, Ciénaga, Bogotá, Santiago de Cuba, Carolina del Norte y Washington, entre otros lugares, la cual comprendió actividades de baile colectivo, creación y difusión de videoclips, documental y revista didáctica, grabación de música tradicional y charlas. Quería que todos conocieran la cultura de la fiesta, pero sobre todo a los seres humanos que traen a la vida a estos personajes y
quienes con grandes esfuerzos nos brindan cada año un espectáculo inolvidable, solo por amor, solo por pasión, solo por convicción. Como fruto de este trabajo fui invitada a finales de 2013 por la Fundación Carnaval de Barranquilla a coordinar el proyecto que dio origen a este libro, en el que tuve el privilegio de ver a cincuenta artistas del carnaval discutir y escribir sus historias más íntimas, más sinceras y aquellas que han recibido como legado. Esto significó llegar a la esencia más pura de nuestro carnaval y su cultura: a los corazones y las vidas de los artistas que forman parte de él. Y gracias a estas páginas todos podrán conocerlos. Leerán de primera mano lo que les hace palpitar más fuerte el corazón, las interesantes historias de su cotidianidad y aquellas que han recibido por tradición oral. Esa historia que ellos nos cuentan aquí es también la nuestra, esa que nos corre por la venas y que nos une como una sola familia. Esa historia es nuestra tradición, la que gracias a los artistas del carnaval está viva y nos hace vibrar y exclamar con pasión desenfrenada: ¡Que viva el Carnaval de Barranquilla!
Mi vestuario fue diseñado por Julie de Donado.
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La historia de este libro Todo empezó con una invitación Fue a inicios de enero de 2014 cuando nos llegó esta tarjeta. Lo reconocemos. Eso de que “lo que tú sabes a otros les interesa y lo que otros saben puede enriquecerte” fue muy seductor.
Un año reconociéndonos Durante cerca de un año, cincuenta artistas del Carnaval de Barranquilla, representantes de las más diversas expresiones (danzas, comparsas, disfraces, comedias, artesanías, música) trabajamos en la elaboración de este libro, y mientras lo hacíamos cada uno pudimos reconocermos como portadores de muchos saberes, que no solamente nutren nuestra cultura, sino que enriquecieron a quienes teníamos al lado. Oírnos fue cautivador. No es que no supiéramos medianamente quién era el de al lado, pero conocernos, conocernos, no. Es verdad, en varias ocasiones nos encontramos, por lo general a propósito de asuntos organizativos
del carnaval, casi todos muy de su funcionamiento: que este año hay esta normativa, que la solicitud de la finaciación se hace así, que cambió la manera de hacer esto o aquello... Pero encontrarnos para hablar de nosotros mismos, de nuestra versión del carnaval, de la huella que los antepasados han dejado en nosotros, de nuestras preocupaciones por el futuro del carnaval, de la historia de nuestros grupos, de cómo formamos a las nuevas generaciones, de las gratitudes que tenemos con quienes nos marcaron, nada de eso había sido hasta el momento tema de conversación entre nosotros los artistas.
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Hacer este libro, una buena disculpa para conocernos
Entonces aventuramos posibles títulos,
Con el mapa de navegación más o
a sabiendas de que en el camino este
menos claro, nos organizamos en
podía cambiar. También pensamos en la
grupos para hacer indagaciones, para
tabla de contenido y por supuesto en lo
buscar en los baúles del recuerdo,
que esperábamos lograr con él.
para visitar a otros artistas que tenían
Decidimos que queríamos ser llamados artistas, no hacedores
Una de las primeras actividades que
Así es. A través de la historia del
tiempo, con mucho ímpetu, hemos
propuso y todos estuvimos de acuerdo,
hicimos fue soñar con este libro.
Carnaval de Barranquilla, quienes
sido llamados hacedores.
pues artista es quien imagina, crea,
¿Qué queríamos con él? Casi por
compartimos nuestro mundo creativo
En varios momentos del proceso
diseña, recrea, contextualiza, observa
unanimidad lo dijimos: dar a conocer
con propios y extraños a través de
que nos llevó a hacer este libro nos
y reflexiona sobre su realidad, y todo
el carnaval desde nuestra óptica,
la puesta en escena de las múltiples
preguntamos cuál era el adjetivo
ello es lo que nosotros hacemos para
desde aquella de quienes lo hacemos
manifestaciones del carnaval hemos
con el que realmente queríamos
convertir en realidad ese acervo
posible. Mostrar la trasescena.
sido nombrados de diversa manera:
identificarnos, y apareció “artista”.
fantástico, mágico, que hace posible la
carnavaleros, actores y en el último
Fue Carmen Meléndez quien lo
existencia del carnaval.
también ellos mucho que contarnos.
Es cierto, somos artistas y como tal damos sustentabilidad creativa y tradicional al carnaval. No queremos más ser llamados hacedores, queremos ser llamados artistas del Carnaval de Barranquilla.
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Este libro, un regalo ¿Un regalo para quién?
Trabajamos en este libro con dedicación
Para nuestros miles de
Para los habitantes de los
Para los barranquilleros,
acerquen a la tras escena
Para los colombianos y el
compañeros artistas del
pueblos de la costa y de
quienes aspiramos
del carnaval y puedan
mundo entero, a quienes
Carnaval, que sin saberlo
las riberas del Magdalena,
ratifiquen su orgullo por
conocer todo aquello que
deseamos transmitirles
estuvieron con nosotros
que reconocerán aquí, sus
haber albergado y recreado
no es perceptible a simple
en este libro nuestra
en este proceso cuando
bailes, esos que siguiendo
en sus entrañas desde
vista cuando en los desfiles
pasión, nuestra fidelidad
los nombrábamos, cuando
el cauce de las aguas
hace tantísimos años este
y en las presentaciones
a los antepasados que nos
recordábamos sus huellas
llegaron a Barranquilla
carnaval, un patrimonio
estacionarias nos
regalaron la identidad,
y aportes al carnaval,
a encontarse con otros
que les pertenece ya
entregamos en cuerpo
nuestro compromiso con
cuando decíamos que nos
y armar esta maravilla
no solo a ellos, sino a
y alma e irradiamos al
ellos y con las nuevas
hacían falta y para quienes
festiva que llamamos
toda la humanidad. Pero
universo la fuerza de
generaciones a no dejar
habríamos deseado hacer
Carnaval de Barranquilla
también para que se
nuestra identidad.
morir una cultura de
un libro de un millón de
y ahora patrimonio de la
riqueza infinita, que
páginas donde tuvieran
humanidad.
sabemos alimenta el alma
cabida sus voces y sus
de muchos habitantes de
rostros.
este planeta.
Tuvimos ocho encuentros generales de día y medio cada uno, a los que asistimos los cincuenta artistas. En ellos soñábamos el libro, compartíamos los avances, recibíamos herramientas para las indagaciones (como por ejemplo cómo hacer una buena entrevista) y sobre todo hicimos un ejercicio de oírnos atentamente, ponernos en el lugar del otro, sustentar con argumentos nuestras posiciones y siempre trabajar tomados de la mano en su producción. Daniela Cepeda, nuestra
Tres profesionales expertos
reina de la tradición, y
en trabajo con grupos nos
Mariana Schmidt, bogotana
acompañaron en nuestras
de nacimiento pero con
exploraciones: Marisela
alma caribe, orientaron
Quiroz, Leonardo Romero y
nuestros pasos.
David Luqueta. Durante cerca de cuatro
escribir, revisar, volver
Cuando ya el libro estaba
meses nos reuníamos en Muchos de nosotros estuvimos en talleres de pintura y
a escribir, recibir los
diagramado, revisamos
pequeños grupos con
de fotografía que nos dictaron dos grandes profesionales:
comentarios de nuestras
cada una de sus páginas y
nuestros acompañantes
Jorge Serrano y Nivaldo Castro. Algunos descubrimos
editoras (Mariana Schmidt
señalamos los ajustes que
para planear cada paso que
y Marta Ayerbe), buscar
nuestra vena artística en otro campo de las artes y otros
era necesario hacer.
dábamos.
más información, volver
recordamos que la teníamos, pero que estaba dormida.
Y muchas, muchas, muchas
a redactar, discutir los
Algunas de las fotos y pinturas que aprendimos a hacer en
horas las dedicamos a
ajustes hechos.
esos talleres están en este libro.
ARTISTAS del carnaval
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SOMOS
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Soy
Adolfo Maury Cabrera
artista del carnaval Director del Congo Grande de Barranquilla
En medio de los golpes del tambor y los rasgos de la guacharaca, acompañado de los versos de mi abuelo Ventura Cabrera a quien desde niño llamé cariñosamente Pupua, tuve el privilegio de llegar al mundo, y al mundo terrenal, mágico y pintoresco llamado carnaval. Fue el 6 de mayo de 1970 promediando las doce la de noche. Desde entonces mi vida ha transcurrido ligada al carnaval y tuve en mi abuelo Ventura un maestro en este caminar. Él desde mi infancia me fue enseñando el amor y el sentido de pertenencia hacia la danza. Para mí él con su atuendo carnavalero era igual a esos héroes de ficción como Superman: me inspiraba el deseo de algún día llegar a ser como él. Mi bautizo carnavalero lo recibí a la edad de dos años, lo que es una tradición en nuestra danza. Por primera vez participé en un desfile de Batalla de Flores a esa edad, cuando iniciaba el
motivación, fuerza y salud para sacar adelante a mi familia que es mi mayor inspiración, y mi preciosa nieta Isabella Castro Maury, quien inicia con solo dos años de edad este camino, representa la esperanza y fe de que mi esfuerzo de guardar el legado y las tradiciones no será en vano y que habrá Congo Grande de Barranquilla para rato. A la edad de veinte años conformé mi
Aquí voy detrás de mi
hogar con Sandra Milena González Visbal,
tío Guillermo, en la
con quien tengo el privilegio de compartir
Batalla de Flores de
mi vida y la dicha de ser padre de tres hermosos hijos: Dayana, Kevin y Daniela.
1984, que iniciaba en la calle 72 con carrera 38 y finalizaba en el Paseo Bolívar.
¡
va el Congo i v e G Qu
ran
d
ed
e B arr anq
il l
u
desfile en la carrera 38 con 72 y finalizaba en el Paseo de Bolívar. Así se fueron dando mis primeros pasos aprendiendo a tocar el tambor, la coreografía, los bailes y todo lo que tenía que ver con el carnaval. Fui pasando por todos los cargos que se requerían para ser un integrante destacado. Dividía mis estudios compartiendo y disfrutando de toda esta recocha carnavalera y de las constantes palabras de mi abuelo: “Ponte pilas que algún día te tocará ocupar mi lugar, ¡avíspate!”. El verdadero placer de todo carnavalero, considero yo, es ver a toda la familia formando parte y disfrutando de la danza. Ver a mis abuelos, padres, hermanos, tíos y primos compartiendo todo este cuento motiva a luchar y a perseverar para continuar estas tradiciones. Me convertí en el escudero de mi abuelo Ventura a raíz de su problema de salud, y se dio la situación de prepararme para asumir tan grande responsabilidad. A la edad de veinte años conformé mi hogar con Sandra Milena González Visbal, con quien tengo el privilegio de compartir mi vida y la dicha de ser padre de tres hermosos hijos: Dayana, Kevin y Daniela, quienes se convirtieron en el canal para trasmitir mis conocimientos, aprendidos de mi abuelo. Ellos son mi motor para seguir adelante y preservar este legado. A los 21 años empecé a alternar mis estudios en el Sena con un trabajo en el edificio Camacol. Un día mi abuelo se enfermó y la danza dio un giro y quedó a cargo de mi mamá, Gloria Cabrera de Maury, y de mi padre, Adolfo Maury Medina, quienes nombraron a mi primo Álvaro
Altamar Cabrera por un periodo de cuatro años y a partir del año 2008 recibí la oportunidad de ser nombrado director general de la danza. En ese momento se cristalizó el sueño que un día inició con la persistencia y la perseverancia de una persona que me enseñó los valores y el sentido de pertenencia a mi ciudad y a las tradiciones. Hoy, cuarenta y cuatro años después, para que esa dicha no se pierda y se puedan ver los frutos, y para que el Congo Grande de Barranquilla siga adelante, pongo toda mi
a , n o j o d a!
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Soy
Alberto Arias artista del carnaval
Director de Trietnia Danza del Caimán Cienaguero Nuestra danza, toda una muestra de alegría y jolgorio.
pasión por i l M
ad
anz
a es d
as inimaginable s e siempre o c r s. ace h y est a o a me ha llevad
A una calle de mi casa había un colegio donde ensayaban danza, y cada vez que sonaban los tambores la música me hipnotizaba. Yo tenía 9 años y unos padres muy conservadores y estrictos, mucho más con cosas que tuvieran que ver con la danza, pero a mí me atraía tanto que esperaba un descuido de ellos y ¡zaz! me volaba una paredilla del patio y me iba a ver el ensayo montado en una ventana, hasta que terminaban de tocar. Luego de que la música callaba regresaba a mi realidad, sabía que me esperaba una tunda bien fuerte. Al llegar a la esquina de mi casa mi padre estaba esperándome en la puerta con una correa y, ni modo, me tocaba llegar, pero eso no me detenía, seguía fugándome a buscar los golpes de tambora. Como la correa no me detenía procedieron a amarrarme a la pata de la cama, ahí sí que no pude hacer nada, aunque mi pasión por la danza seguía intacta. Mi padre murió en un trágico accidente cuando yo tenía 11 años. Mi madre era un poco más permisiva, así que logré acercarme más a la danza, pero con algunas limitaciones hasta que en 1996, con 18 años y muchos sueños, decidí montar mi primer grupo folclórico. Fue para unas Fiestas del Caimán en Ciénaga. Por primera vez me enfrentaría a los grupos tradicionales en mi municipio y mi propuesta iba en contra de las ideas de los coreógrafos de la época. Introduje el faldeo en las mujeres, cosa que antes no se hacía, pues en ese entonces ellas palmoteaban como lo hacían los hombres. Aunque tenía algo de temor, me podían más las ganas.
Al público le gustó mi trabajo artístico, aunque causó mucha polémica y el rechazo de algunos, quienes llegaron a decirme: “Si no dejas de faldear nunca vas a ganar”, pero no era el premio lo que yo buscaba, sino la satisfacción de que a la gente le gustara, ese era mi mejor premio. Con los años el faldeo empezó a ser adoptado por todos los grupos del municipio, y hoy en día es incluido dentro de la coreografía de la danza del caimán. En 1998 decidí llevar a mi agrupación a participar en el Carnaval de Barranquilla porque quería experimentar lo que se vivía en él y mostrar la danza del caimán cienaguero. Gracias a un grupo de compañeros que apoyaron mi idea de presentarnos a ver cómo nos iba, allí estuvimos y nos quedamos amañados pues llevamos 18 años ininterrumpidos participando con gran entusiasmo e, incluso hemos ganado congos de oro, nueve hasta la fecha.
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En 1996 introduje el faldeo en las mujeres, cosa que antes no se hacía, pues en ese entonces ellas palmoteaban como lo hacían los hombres.
Alcides José Romero Cogollo artista del carnaval
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Director de Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires y gestor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval
Aquí estoy a la entrada de la casa de Andrea Jaramillo Char, reina del Carnaval 2012, donde se hizo el lanzamiento del concurso Fachadas de Carnaval de ese año. Estoy
Soy el creador e impulsor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval, una propuesta de cultura ciudadana carnavalera, reflejada en las decoraciones de las viviendas, edificios, locales comerciales, hoteles, parques, calles, avenidas y vehículos de la ciudad con figuras alegóricas al carnaval: congos, toritos, cumbiamberos, marimondas, monocucos. Soy padre de Ronald, Karen, Alan y Justin; ellos son mi mayor orgullo.
Nací el 11 de diciembre de 1968. Crecí, como buen barranquillero, rodeado de las costumbres propias de nuestra región Caribe, comiendo pescado frito con yuca, arroz de liza y sancocho de mondongo. Compartía con mis hermanos la llegada de cada juego infantil como la bolita’e uñita (canica), el baile del trompo, la carrucha, el juego de dama, entre otros. La alegría por la llegada de las fiestas de fin de año y en especial las del carnaval era algo que no podíamos ocultar y nuestros padres (Jesús Romero q. e. p. d. y Natividad Cogollo) generaban las condiciones para que mis hermanos y yo pudiéramos asistir a la Batalla de Flores y a la Gran Parada, desfiles que en ese entonces se hacían por la carrera 43. Era todo un placer recorrer las calles del barrio y observar tanta diversidad de disfraces: gorilas, descabezados, enanitos, indios. También los grupos folclóricos nos llenaban de alegría, la danza de los congos y las cumbiambas nunca faltaban. Así fue mi infancia. Pero fue en 1987 cuando se despertó en mí toda la pasión por las fiestas de carnaval y mi historia quedó ligada por siempre al grupo infantil Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires. Soy abogado de profesión y me he desempeñado en cargos públicos como director de la Cárcel Modelo de Barranquilla y director jurídico del Seguro Social, seccional Atlántico. Además fui concejal del municipio de Soledad. Como músico toco guitarra y el bajo electrónico desde muy temprana edad.
acompañado de Baltazar Sosa, rey Momo 2012 y los reyes infantiles.
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Soy Alfonso Fontalvo artista del carnaval Director de El Torito Ribereño
Los Fontalvo somos una familia que nació del carnaval. Cuando fui creciendo empecé a admirar la calidad de persona que era mi abuelo Elías Fontalvo Jiménez, cuya historia me contaban mi padre y mi tío. Él, junto con José Trinidad Barrios, Fulgencio Ebrat y el Indio Pediaña crearon en 1878 El Torito Ribereño. Más adelante, en los años 30, mi tío Campo Elías Fontalvo fue quien sucedió a mi abuelo en la dirección de la danza. Él era un hombre alegre y campechano, que mezcló el dinamismo social y político, lo que hizo posible que personalidades de la política, de la sociedad y del turismo nacional y extranjero visitaran esta sede. Esto lo convirtió en un hombre de respeto en la política y querido en la sociedad hasta 1962, año en que fue su partida al viaje sin regreso. En ese mismo año mi papá, Marco Fontalvo de las Aguas, tomó la dirección de la danza por derecho de sucesión y estuvo al frente de ella ocho años y así, desde 1970, fui yo quien asumió la dirección. Desde pelao me enfrenté a quienes querían hacer en la danza lo que se les venía en gana y cuando fui creciendo la cosa fue más difícil, hasta que un día dije: “Si no hay quien se haga cargo de la danza esta no debería seguir”. Eso fue el martes 12 de marzo de 1969, en pleno carnaval; eran las cinco de la tarde y estaba la plana mayor de El Torito, que le llamaban “Los Doce Gigantes”, en la tienda El Pekín. Mi padre ya estaba enfermo. Jamás olvidaré esta fecha. Ahí fue cuando alguno de los monstruos de la época me gritó: “Y ¿por qué no te haces cargo tú?”, a lo que respondí: “Sí, me hago cargo porque soy un hombre”. Por ese entonces la Fundación Gases del Caribe se interesó en fortalecer nuestra cultura y El Torito ganó ese privilegio y recibió como donación la reconstrucción de la sede para beneficio de la comunidad en general, y más que todo para los sectores vulnerables. Ahí inició la etapa actual de la danza como símbolo del carnaval. Nuestra sede es el punto de encuentro y lo será hasta que cerremos todos los ojos.
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Soy
Álvaro Bustillo artista del carnaval
El rey Momo A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval. Agarra tu pareja que el millo va a sonar. A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval. Carnaval de Barranquilla, qué viva el carnaval. A gozar, a gozar, el rey del carnaval (bis). Carnaval de Barranquilla, fiesta sin igual, coge tu mochila y la abarca tres punta, agarra tu pareja, gozadera va a empezar. El sombrero vueltiao o el disfraz póntelo ya. Con el rey Momo a bailar, cumbia, congo o mapalé, Barranquilla en carnaval la tristeza no se ve, es símbolo de paz, patrimonio cultural. Que repiquen los tambores que la fiesta va a empezar. Coro A gozar a gozar llegó el rey del carnaval. Agarra a tu pareja que el millo va sonar. A gozar a gozar llegó el rey del carnaval. Carnaval de Barranquilla, que viva el carnaval. A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval (bis). Qué vivan las danzas de todo el carnaval, los ritmos, los tambores, herencia cultural, el rey Momo te abre las puertas de Curramba porque Barranquilla en carnaval se convierte en tu casa. A gozar, a gozar, nativo o extranjero, no importa de dónde vengas, pero ponte un sombrero, agarra tu pareja y ponte a vacilar, qué viva mi Currumba, qué viva el carnaval.
Director del Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez Rey Momo 2014
Soy ciento por ciento barranquillero. Nací el 16 de julio de 1955 en la calle El Carmen del barrio San Isidro, al suroccidente de la ciudad, en medio del festejo de la Virgen del Carmen. Mi abuela ofició de comadrona. Todo era alegría. De pronto se oyó un ¡juepajé!, al compás del millo que sonaba, mi madre pegó un grito y yo lloré. Había nacido. Cursé la primaria en la entidad educativa Javier Sánchez; parte de la secundaria en el colegio Biffi-La Salle y me gradué de bachiller en la Universidad Libre. Soy maestro en Artes Escénicas (danza y teatro) con tarjeta profesional 511. Hice una profesionalización docente con énfasis en Arte en la normal superior. También estudié Sociales en la Universidad del Atlántico. Llevo más de ventidós años vinculado al Colegio Marco Fidel Suárez, con el cual, participo desde hace veintiún años en el carnaval. Fue el primer colegio en formar parte de esta fiesta. En las noches soy maestro de Folclor en la Escuela Distrital de Artes de Barranquilla de la Secretaría de Cultura. Amo el arte, escribo poemas, soy compositor, pintor, comediante y en camino está mi libro Garabato, una danza a la vida. En 2014 fui rey Momo. Estoy casado con María Bustamante, tengo tres hijos: Cristina, Alfonso y Leonardo, y tres nietos, James, Miranda y Mathías.
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Soy
Ángela Pedroza
artista del carnaval Directora de El Paloteo Mixto
A la edad de ocho años salí por primera vez en el carnaval de la mano de mi padre, Ángel Custodio Pedroza Torres, creador del grupo El Paloteo Mixto. Desde entonces seguí saliendo con él durante veinte años. Primero estábamos en la calle Esperanza, en Rebolo, de ahí nos fuimos a la calle Caridad, callejón de Bolívar donde se nos cayó la casa por una tromba marina que se presentó a las dos de la tarde. Por
suerte las paredes cayeron pa’ fuera y no pa’ dentro, si no, no estuviéramos nosotros, la familia Pedroza hubiera desaparecido y con ella hubiera desaparecido el paloteo mixto. Fueron tiempos difíciles, primero dormíamos al amparo de los vecinos, luego, como mi papá era maestro de obra, albañil, nos hizo dos piezas y ahí estuvimos hasta que nos fuimos a Simón Bolívar donde hicieron casas para la gente de Rebolo por cuenta de que ahí iban a construir la zona franca. Yo di la cuota inicial. Luego me casé. Tengo tres hijos. Los dos varones son músicos. El mayor se llama Eberto Barrios, es químico farmaceuta; en nuestro grupo él toca el acordeón. El menor se llama Ángel, él no está con nosotros, tiene su propia orquesta. La niña se llama Beatriz Dolores, es psicóloga y por muchos años estuvo de capitana de la danza con mi sobrino Roberto, ahora me ayuda a dirigir el grupo. Ella tiene dos hijos, uno tiene veinte y el otro quince. De pronto el de quince sea quien se quede con el grupo. Mis sobrinas, al igual que mis nietos, también salen con nosotros, así todos van criándose libres de presión. La danza se les va metiendo y la tradición se mantiene. Yo ya estoy cansada, mi salud no me permite estar al frente del grupo con el mismo ímpetu de antes y ser director es muy duro, los integrantes salen, gozan, parrandean, pero el director hasta última hora sufre por conseguir todo. Ya casi es hora de soltar responsabilidades, de que alguien me releve.
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Muy a la expectativa en la Plaza de la Paz mientras esperábamos el turno para nuestra presentación ante el jurado el martes de carnaval de 2015.
Ser directora es muy duro, los integrantes salen, gozan, parrandean, pero uno hasta última hora sufre por conseguir todo.
Armando Enrique Zambrano Morelo artista del carnaval Director de La Arenosa Rey Momo 2006
Aquí estoy con mi hermana Luz Marina, directora desde 1987, quien se encarga de organizar las presentaciones, el vestuario y los ensayos. Estamos en el museo que construimos en nuestra casa paterna; atrás se pueden ver nuestros padres a quienes honramos.
Yo nací en el barrio Boston de Barranquilla hace 72 años. Soy hijo de cumbiamberos y, a mucho honor, jefe de una tradición familiar: La Arenosa. Tenía tan solo cinco años cuando mi padre me entusiasmó para que entrara a la rueda de cumbia que él y mi mamá habían fundado en 1947 y desde esa edad la bailo. Con él dirigiendo la cumbiamba aprendí muchas cosas que todavía tengo grabadas. Antes de morir nos expresó su deseo de que la rueda siguiera; es un recuerdo que siempre vivirá
en mi mente. Soy el jefe general de la familia, en mí está mantener esta tradición y toda la familia está enfocada en perseverar este legado cultural. Casi todos lo hemos entendido así, y es parte de nuestra vida. Fuimos ocho hermanos y junto con nuestra madre, que falleció al igual que mi padre en el mes de agosto, todos hemos sido baluartes de la cumbiamba y de la historia de La Arenosa. Tres de ellos ya partieron, todos en el mismo mes (abril)
pero en años diferentes; quizás la despedida más impactante fue la de mi hermana Ena Isabel, diosa de la cumbia que falleció a poco tiempo de finalizados los carnavales de 1986. A los ocho días de su sepelio comenzamos los ensayos para la inauguración del Estadio Metropolitano. Fui rey Momo 2006, el primer rey Momo que es elegido por la ciudadanía; un orgullo. Soy rey y seguiré siéndolo hasta que me muera. Esto es un compromiso personal. En 1980 creé La Noche de Grandes Homenajes para hacerle reconocimiento en vida a esas personas que han dedicado su vida al carnaval. Soy muy activo, a las cuatro y treinta de la madrugada me levanto, le doy gracias a Dios por el día que me brinda, desayuno, preparo la salida a nuestro trabajo, el de mi señora, el de mi hija a la universidad, y yo a mis diligencias cotidianas. Dicto talleres en escuelas de primaria y secundaria, en universidades y en empresas y hago asesorías constructivas de viviendas, ya que soy arquitecto. Estoy casado y soy padre de diez hijos.
Amo el carnaval por encima de todas las fiestas y encuentros culturales del planeta. No he conocido jamás un ser más maravilloso y espléndido que el ser caribe. Mi tierra es el escenario que cada febrero se viste de calor carnavalero con las ocurrencias de sus hijos curramberos. Quiera Dios que mis hijos y los hijos de mis hijos guarden con celo esta tradición y entiendan un día que los seres humanos somos elementalmente materia cultural viva para no morir como pueblo. Defendiendo esta fiesta y todo lo que ella envuelve, podemos gritar a voz en cuello: ¡Quien lo vive es quien lo goza! ¡Viva Barranquilla! ¡Viva el carnaval! ¡Viva la Arenosa!
Fui el primer rey Momo elegido por la ciudadanía; un orgullo. Soy rey y seguiré siéndolo hasta que me muera.
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Soy Atala Ochoa artista del carnaval Directora de Carnavanimal y desde hace unos años Barriga de Trapo
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Nací en una población del sur del Atlántico, donde el sol calienta como la furia de un volcán, y donde las noches invitan al poeta a escribir bajo la luz de las estrellas. Mis padres fueron mi guía y mis modelos, sus consejos me llevaron a forjarme en la vida con respeto y responsabilidad. Crecí entre juegos, risas y travesuras con mis cuatro hermanos, quienes siempre me apoyaron. Terminé el bachillerato y me trasladé a Barranquilla para iniciar mis estudios superiores en docencia. Fue aquí, en esta hermosa ciudad, donde conocí a mi gran amor, mi esposo Jorge con el que tengo dos tesoros: Jorge Iván y Mary Pau, mis hijos que nos han dado dos hermosas nietas: Sabina y Sofía. El carnaval es para volverse loco. Y esa locura es la que recuerdo; locura con la que lo vivía al lado de mis padres, especialmente con mi papá. Lo veía hacer sus disfraces; buscaba en cuanto recoveco había en casa telas, trapos, máscaras y demás cosas que le fueran útiles, aun faltando un mes para la fiesta. Todo era alegría, música. Mis padres nos llevaban a mis hermanos y a mí a los salones, que en esa época los llamaban Palitos de Carnaval. Los sábados y los domingos de carnaval eran los más esperados por mis hermanos y por mí. A eso de las cuatro de la tarde era la hora en que los niños se divertían viendo los disfraces y a los adultos bailar esa música típica de carnaval. Recuerdo aún el conocido disco de Aníbal Velázquez, “La brujita”, que
en vísperas de la fiesta era muy sonado y lo sigue siendo. Desde ese entonces pensaba que cuando grande también me disfrazaría como lo hacía mi papá. Fui creciendo con las vivencias de las danzas, músicas, disfraces, letanías y otras expresiones del carnaval. Nunca olvidaré la primera salida con mis amigas, siendo aún menor de edad y con un disfraz de monocuco que me alquiló una de ellas. En el grupo iba una prima a la que se le había muerto hacia cinco días su abuelo. Cuando regresamos del baile ella comenzó a llorar y decía, ¡ay, abuelo!, ¡ay, abuelo!, perdóname, yo te quiero mucho, pero me quería disfrazar. Terminamos todas llorando y así se dieron cuenta mis padres que nos habíamos ido sin su permiso. Me gané unos buenos correazos. Recién llegada a Barraquilla vivía en la calle 76 con 43, por donde pasaba en ese tiempo la Batalla de Flores. Me emocionaba ver de cerca carrozas, reinas, disfraces y cumbiambas. Recuerdo el carnaval de bordillo, como se le solía decir, porque era muy común ver a los grupos de familias y amigos sentados a la orilla de la calle disfrutando de los desfiles. Al terminar los estudios empecé a trabajar en la docencia y desde entonces aprovecho esos espacios pedagógicos para trasmitir a los estudiantes el conocimiento y el amor por el carnaval. Actualmente soy docente en la Institución Educativa Brisas del Río y en la Universidad del Atlántico.
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Al fondo se divisa a Rubén Franco y a la derecha Brianne Velásquez.
n el carnaval.
1976, Paseo Bolívar.
Desde 1963 puedo hablar de mis recuerdos en las fiestas que enriquecen a nuestra bella Barranquilla. Son recuerdos que se mantienen vivos, como cuando mi madre, Regina Cuesta Moreno, amante del folclor y exbailarina del grupo de danzas de Delia Zapata Olivella, me vestía con blusa carnavalera y collares para disfrutar el desfile que bajaba por la calle 72 en la esquina de la carrera 54. Después de la emoción me montaba en una carroza y me bajaba en la carrera 59.
Desde esa época es mi amor por la danza, el tambor, la máscara y el disfraz. Cada carnaval buscaba la pinta: collar de plástico multicolor y blusa desflecada con bolitas de colores, el pote de maicena y estaba lista. El carnaval era para mí una fiesta que esperaba con ansias no solo para compartir en familia y con los grupos folclóricos, sino para lucir el disfraz que iba a crear con mi imaginación. También me escapaba de mi madre para ir a las casas de las reinas, recuerdo a Clarissa Lafaurie (1971); Margarita Rosa Donado (1972); Fedora Escolar (1973); Katia González Ripoll (1976); Nohora Aduén Lafaurie (1977) y Patricia Abello Marino (1978). Hoy día asisto a los eventos de coronación y las invito a los actos de izada de la bandera del Garabato de Unilibre que yo dirijo. A los 12 años bailaba en el grupo de danzas de la Universidad del Atlántico y de allí pasé al Real Ballet del Atlántico de Yamile del Castillo, que sacó una comparsa de Nueva York. Después de su partida colaboré en el baile que se hacía en la caseta La Pantera del Barrio Boston, donde se disfrutaba el carnaval y se oía mucho la música del momento, los temas de Aníbal Velásquez y canciones que sonaban mucho como “El avión” y la “Murga de Panamá”. Nos divertíamos sanamente y compartíamos con amigos. En esa época las mujeres entraban gratis a las verbenas y los hombres eran los que pagaban. Recuerdo haber ido allí con la madre de Carlos Franco, la señora Cenith Medina. Años más tarde, con Carlos Franco sacamos una danza en la que íbamos vestidos con kimono
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Directora de Garabato Unilibre
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Brianne Velásquez
negro y posteriromente salimos de nuevo en La Pantera y bailando cumbia desfilamos en la Avenida 20 de Julio hasta el Paseo Bolívar donde nuevamente nos presentamos en una tarima. En 1998 nuestro grupo de la Universidad Libre seccional Barranquilla salió por primera vez con la danza del garabato. En este momento lejos estaba de nuestros pensamientos conocer tantos países gracias a ella. Hoy en día soy coordinadora de Extensión Cultural de la Universidad Libre seccional Barranquilla, donde dirijo la comparsa el Garabato de Unilibre de la mano del coreógrafo Ricardo Sierra Vásquez. Durante unos años bailábamos cumbia, pero desde 1998 lo nuestro es el garabato y gracias a ella nos hemos ganado trece congos de oro. Otra de mis facetas en el Carnaval en Barranquilla es el trabajo de investigación. Soy estudiosa de las diferentes manifestaciones, he escrito varios ensayos y editado un libro sobre la danza del paloteo. A su vez dicto talleres para el mejoramiento escénico de los grupos del carnaval con el respaldo de la Corporación Artística Cultural Atradanza del Atlántico. La fotografía es otra de mis pasiones; con cámara en mano asisto a cuanto evento hay asociado al carnaval y cuento con una buena colección de imágenes que habla nde nuestros conocimientos. En la Fundación Carnaval estuve en el comité artístico por dos periodos. Hice muchos aportes para el beneficio de los actores del carnaval, apoyé los congos y los disfraces a través de una propuesta de mejora continua, colaboré con grupos de otros municipios a donde me desplazaba para hacer que su trabajo fuera cada día mejor. Asimismo, mis aportes como jurado fueron positivos y constructivos. En la escuela siempre acompaño en la construcción de saberes de los jóvenes para que nuestro carnaval viva por siempre, y seguiré dando de mí hasta cuando Dios le permita aguantar a mi cuerpo y a mi mente.
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Carlos Cervantes artista del carnaval El Mohicano Dorado Rey Momo 2015 Nací el 24 de octubre de 1949 en el Hospital de Barranquilla, criado en Barrio Abajo, Callejón de Las Palmitas, sector carnavalero, hijo de Carlos Manuel Cervantes Ariza y Ana Guillermina Muñoz (ambos fallecidos). Tengo tres hermanos, Lilia Cervantes, Gladis Martínez y César Guerra.. Soy pensionado de la Empresa Distrital de Comunicaciones, pintor de profesión, vitralista, screnista y muralista. Fui marinero mercante y naval de la Armada Nacional y vicepresidente de la Defensa Civil (seccional Concor, Malambo). En la actualidad mi día a día es entregado al hogar. Tengo tres hijos: Johanna, Juan Carlos y Ana Karina. Todo lo que he hecho me gusta, pero definitivamente lo que me hace sentir realizado es ser gestor cultural y artista del carnaval y expandir mis conocimientos a otros que desean conocer mejor el escenario carnavalero, y a mis hijos y nietos. Me proyecto a
los que dejo. Sé que ellos mantendrán con orgullo y responsabilidad la tradición para así irme tranquilo al campo santo. Si la vida me ha dado inteligencia, paciencia y tolerancia creo que ha sido para alcanzar la cúspide del éxito, siempre con la guía del Todopoderoso. Ahora soy rey Momo y me siento pleno. En el camino me he relacionado con muchas personas que me han abierto las puertas. A todas les digo, gracias. Desde que mi padre me llevó a la Batalla de Flores por primera vez, estando yo enfermo con bronconeumonía, surgió en mí el interés por los disfraces al ver cómo los más raros y alegres recibían aplausos y fotos. El primer personaje que me inventé fue Herido por las Drogas con el cual quería enviar un mensaje a la juventud. Hasta ahí todo bien, solo que no informé en mi casa y me dieron una limpia porque llegué tarde y borracho. Después fui en el carnaval Shaka Zulú, Kunta Kinte y Señorita Telefónica, hasta que creé el Mohicano Dorado, que tantas satisfacciones me ha dado. Desde hace más de siete años personifico, además, y a mucho honor, a Joselito Carnaval con las marimondas del Barrio Abajo. Mi lema es: “Desfilar hasta el cansancio, rendirse, jamás”.
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Soy artista del carnaval y me lo gozo sin agüero, que vivan los blancos y palenqueros que en estas fiestas mucho los quiero y recibo a los viajeros.
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artista del carnaval Director de De Cuanta Vaina
Lo mío se da por genética. Mis tías abuelas, las hermanas Paulina y Carolina Sojo Palacio, fueron reinas del carnaval, lo mismo que la prima de ellas, Isabel Elvira Sojo O’Byrne. Mi bisabuelo Carlos M. Sojo Carmona, fue rey Momo del Club Barranquilla, además de secretario, tesorero y presidente de la junta, cargos que también ocupó su hijo José Francisco Sojo Palacio, es decir, mi abuelo. En la lista de reinas aparecen además Regina Margarita Sojo Sánchez, y por el lado Donado de mi abuela paterna están Rebeca Donado Ucrós, Carmiña Navarro Donado, Margarita Rosa Donado, Ana María Donado, María Cecilia Donado, Daniella Donado y Mariana Schlegel Donado.
De muy niño me gustaba disfrazarme, asistía a todos los eventos y desde 1978, siendo menor de edad, ya estaba en la organizacion de la fiesta. Dirigí bando, Gran Parada, Batalla de Flores, Festival de Orquestas y luego fundé la comparsa De Cuanta Vaina. Soy gestor cultural y comercial. Madrugador, amante del cine, la lectura, la música. Apoyo
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actividades sociales y filantrópicas. Jamás descuido la comunicación con Dios. Soy juniorista de verdad, amiguero, frentero, sociable, intenso. El carnaval es para mí fiel reflejo de Barranquilla, la vitrina más representativa de nuestra ciudad, con sus mezclas étnicas, con su diario vivir. Es la mayor escuela sociológica y la más productiva terapia psicológica.
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Soy
Carmen Meléndez Valecilla artista del carnaval Directora de Palma Africana
Yo nací en Buenaventura, departamento del Valle del Cauca. A los dos años me llevaron a Puerto Berrío, Antioquia. No conozco el lugar donde nací, pero me crié en un hogar en el que la identidad cultural era fortalecida por mi papá y mi mamá. Él trabajaba en Ferrocarriles Nacionales y cada vez que le pagaban armaba una fiesta en mi casa; sacaban pañuelos blancos y bailaban currulao del Pacífico. Soy artista desde el vientre de mi madre, ella bailaba siempre y cantaba arrullos. Mis primeras canciones y poesías me las enseñó mi mamá. Luego estuve en un internado con monjas y allí tuve la oportunidad de que esa vena artística se fortaleciera. Puedo decir entonces que mi identidad cultural es híbrida, porque así como asimilé la cultura chocoana, la antioqueña también me marcó. El gen del Pacífico está muy dentro de mí, tanto que sin conocer los chontaduros un día en Bogotá los vi y algo muy fuerte me llevó a probarlos, eso fue delicioso. Yo digo que sin conocer mi tierra, aprendí a comer chontaduros. Tengo de antioqueña la berraquera y mi capacidad para tomar decisiones, analizo mucho lo que hay a mi alrededor, reflexiono, equilibro emoción y razón, y cuando tomo una decisión lo hago sin miedo. Además me encanta la mazamorra sin azúcar, los frijolitos con hierba, col y garrita, y la arepa sin nada. Y con todo eso adentro llegué a Barranquilla a estudiar a los trece años y me encontré esta fiesta. Vivía pensionada donde una señora de la iglesia bautista central y hasta allá se oía la música típica de carnaval. La atracción no podía ser mayor. A mi
papá le pareció que era muy peligroso el carnaval y me llevó para Fundación, Magdalena, donde ellos vivían, pero yo me di maña, me escapé y me vine para Barranquilla porque quería vivirlo. No tuvo más remedio que hacerle miles de recomendaciones a la señora de la pensión. Ese fue mi primer carnaval, vivido desde la esquina de la casa, mirando a la gente entrar a un lugar cerrado, pero donde había mucha música. Mi ingreso al mundo de la danza fue un poco traumático y por cuenta del atletismo, en tiempos en que hacía el bachillerato. Yo era campeona nacional juvenil en bala, disco, jabalina, corría la posta de cuatro por cien y hacía salto largo, y la Universidad del Atlántico quería que yo la representara, pero como aún no podía hacer ninguna carrera me metieron al grupo de danza. Llegué el primer día y todo el mundo movía el tronco fuerte, lo que hoy le llamamos el flexo superior, y yo no podía, así que una niña me dijo: “¡Uy!, tú eres una varilla… cómo eres de dura”. A mí eso me llegó al alma y la sangre antioqueña salió a flote y me dediqué a aprender solita. Llegaba a mi casa, me encerraba en el baño y bailaba mapalé y cumbia. Carlos Franco, el gran maestro Carlos Franco, era compañero mío en atletismo y fue al único al que le compartí lo que estaba haciendo. Recuerdo que me dijo: “Carmen, yo también quiero ir”. Y esa fue la razón por la cual Carlos Franco entró a la danza folclórica; él era atleta conmigo. Lo demás es historia. Nuestra directora se fue a vivir a Venezuela y yo asumí el grupo. Llamamos
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al grupo Palma Africana en homenaje al maestro Roberto Palma a quien había tenido el honor de acompañar en la grabación de un long play de música africana y con quien jocosamente habíamos dicho que nuestro grupo se llamaba así por su apellido y por tener yo sangre africana. Con él participamos en el Carnaval de Barranquilla desde 1976. Soy de las que piensa que se podría tener una mejor utilización y mayor impacto si hubiese algunos niveles de equidad para quienes somos el sostén de la fiesta. He trabajado duro en el Plan Especial para la Salvaguardia y he hecho parte de corporaciones orientadas a aportar a proteger este patrimonio nuestro y de la humanidad.
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Soy César Martínez Lara investigador del carnaval Nací en Barranquilla y desde muy pequeño me llamó la atención el carnaval. Recuerdo que mi madre me disfrazaba de monocuco y de tigre. Soy sociólogo, periodista, investigador, escritor y conferencista de temas relacionados con el carnaval. En 1993 ingresé a la Asociación de Grupos Folclóricos del Atlántico (AGFA) donde comencé a hacer un trabajo investigativo en torno a la historia de cada una de las danzas, comparsas y disfraces del carnaval. Fui directivo de 2000 a 2004. Estoy convencido de la importancia de formar a las nuevas generaciones como camino para lograr la salvaguarda del carnaval, de allí que haya diseñado la propuesta pedagógica Cátedra Carnaval de Barranquilla, que lleva este patrimonio de la humanidad a las aulas de clases de todas las instituciones educativas de Barranquilla. Esta capacitación se da todos los sábados del año y tiene como sede permanente el Colegio Distrital Camilo Torres Tenorio. A su vez, y con idéntico propósito, creé la emisora Carnaval Estéreo Radio FM, y convertí mi casa, ubicada en el barrio Lucero, en un centro de documentación (Casa Museo), donde reposa toda la historia del Carnaval de Barranquilla. Soy autor del libro Danzas, comparsas y disfraces del carnaval y terminé Cátedra Carnaval de Barranquilla, que será articulado al área de Ciencias Sociales en el currículo de preescolar, primaria, secundaria y media. Asimismo estoy preparando cuatro textos más con la historia de las danzas de congo, la historia del rey Momo en el carnaval, el origen histórico de Joselito Carnaval y otro sobre los disfraces representativos de esta fiesta.
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Julio
Directora de Renacer Mulato y de Soy Mulato
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Nací en Barranquilla de padres palenqueros. Eso lo llevo en la sangre. Desde niña estuve en el grupo de danza Estampas Negras de Palenque. Al crecer me di cuenta de que muchos jóvenes querían participar y en 1994 tuve la idea de conformar un grupo y llevarlo al Carnaval de Barranquilla. Desde entonces participo en él. Toda mi vida he estudiado. Mi educación primaria y secundaria la hice en el Colegio Montesquieu, me gradué en Preescolar, cursé un diplomado en Culturas Étnicas y he tomado talleres de danza con prestigiosas folcloristas. También soy cantautora del folclor. En la actualidad dirijo dos grupos folclóricos, Renacer Mulato y Soy Mulato, escribo cuentos infantiles y soy vicepresidenta del comité de la Junta de Acción Comunal del barrio Villa Estadio. Como coreógrafa, directora de grupo y por mi labor hacia la comunidad he obtenido reconocimientos, trofeos y menciones de honor. A su vez me siento muy honrada de haber sido en Barraqnuilla la segunda reina de las palenqueras en 1977 y en 2012 reina afro de los docentes. Soy hermana de la primera reina negra, que se llamaba Nelly M. Cáceres.
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Soy Clara Nivis Cáceres artista del carnaval
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Soy
Edaida H. Orozco Orozco artista del carnaval
Directora de El Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo
Mis inicios en el Carnaval de Barranquilla fueron gracias a mi madre quien me transmitió todo el conocimiento y el amor que tengo por las danzas de paloteo y por el carnaval. Aprendí viéndola ensayar en el Paloteo Mixto y en el Paloteo Reformado. También tuve la suerte de que un día el señor Ángel Custodio Pedroza me oyera decir un verso y me corrigiera; él me enseñó que los versos salen del alma, y que hay que sentirlos para vocalizarlos bien. Años más tarde le oí las mismas palabras a mi madre, y es que ella tuvo el mismo maestro. Aunque ensayaba en los mismos grupos de mi mamá, no salí con ellos en el carnaval sino hasta 1988 cuando el director del Paloteo Atlántico, Marcos López, vio cómo yo le enseñaba a un muchacho de su grupo a palotear y me preguntó dónde había aprendido y le dije
que con mi mamá, quien ya era conocida. Luego me preguntó qué problema le veía al grupo y le contesté que la disciplina, entonces me propuso que me integrara, pero le dije que no. Pasaron los días y una noche me fue a buscar para que saliera en el paloteo y no como una integrante más, sino como capitana para mejorar la disciplina del grupo, hasta habló con mi madre y ella le dijo que esa era mi decisión, él insistió en que aunque fuera lo ayudara a ensayar porque en verdad tenía problemas graves con algunos de los integrantes y yo acepté. Él se dio cuenta de que todos me respetaban, porque si algo he aprendido es que el respeto se gana y para ser capitana de una danza no puedes ser irrespetuosa, ni decir que todo lo sabes, porque todo los días aprendes más, y hay que tratar bien a las personas a tu cargo; una mirada es mejor que un grito. Nunca me he arrepentido de esa decisión. He conocido muchas personas buenas que me han ayudado y nunca las olvido aunque algunas ya estén con papa Dios. Salí en el Paloteo Atlántico hasta que desapareció, actualmente soy directora y en ocasiones capitana. Fui una de las directoras más jóvenes. A las nuevas generaciones les digo que todo es posible, cuando uno quiere todo lo puede lograr. Decepciones tendrán, pero las compensarán las sonrisas de los integrantes y de los espectadores. Y cuando los critiquen y los familiares de los que ya partieron los traten de indolentes, recuerden que el luto se lleva en el corazón y que durante el carnaval más cerca estarán de ellos. Por eso antes del concurso voy a visitar a mi abuela universal y esos días la tengo tan presente como en las fechas especiales, así como he de llevar a mi madre cuando ya no esté, y si parto primero, ella a mí. Tenemos que ponernos las máscara para llevar alegrías, la vida es un carnaval y el carnaval hay que vivirlo para sentirlo.
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Soy
Esther Hernández Morón
artista del carnaval Directora de la Danza Infantil Congo Alegrías y cofundadora de Cipote Alegría
Soy una maestra barranquillera nacida en el Hospital de Barranquilla en la Sala Leopoldina de Santos. Estudié en la Normal de Fátima (Sabanagrande), hice una licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad del Atlántico, y cursé una maestría en Educación en la Universidad del Norte. Estoy casada con Rafael Soto Mazenett y soy madre de cinco hijos: Tulia Esther, Diana Margarita, Rafael Enrique, Carlos Alberto y Jorge Sierra Soto. Este último es sobrino de mi esposo, su madre murió al nacer él y lo criamos y educamos Rafael y yo. También soy abuela de tres niñas y un niño: María Esther, Luciana Margarita, Stella Marie y Sebastián. No me preparé para ser maestra de danza ya que en mi época las escuelas de danzas eran escasas. Desde mi niñez sentí gusto por el baile, siendo muy pequeña me iba escondida tras las danzas que salían a recorrer las calles de Barranquilla. Al regreso mi madre me daba unos pencazos (correazos) por arbitraria y desobediente, pero eso no me importaba, para mí el goce era tanto que los pencazos no me dolían. No obstante, debo decir que el afecto por el disfraz y el baile fue cultivado por mi madre, Casta Morón. Ella acostumbraba a disfrazarme y junto con mis hermanos nos llevaba a los bailes infantiles que organizaban en los teatros de Barranquilla. Muchos recuerdos fluyen a mi mente: los teatros Granada, Chiquinquirá y San Isidro, todos ellos convertidos en
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salones de baile en la época de carnaval. Veo a mi mamá sentada en una banca observándonos feliz (ella gozaba viéndonos, porque nunca aprendió a bailar) y yo como siempre, la más bailadora y parlanchina, me disfrazaba de manera diferente cada año. En mi vida me he disfrazado de muchas expresiones: cumbiambera, campesina colombiana, de charlestón y hasta de la muerte. También he interpretado algunos animales como el ratón, el burro, el toro y la marimonda, entre otros, y ya en mi edad madura, la Cucarachita Alegría, disfraz que con los años se ha convertido en personaje del Carnaval de los Niños. Siempre he disfrutado el disfraz y me he sentido muy feliz y libre. Por eso creo que el Carnaval de Barranquilla es el único espacio donde podemos hacer lo que queremos, ser creativos, jugar con colores y texturas, soñar, perpetuar nuestras tradiciones a través de los niños y niñas y, lo más importante, ser feliz con lo que hacemos.
Aquí estoy en el inicio del Carnaval de Suroccidente con los niños del Congo Alegrías, disfrazados de garabato, y con los jóvenes de la comparsa Cipote Alegría. De izquierda a derecha, estamos Keriana Borja, Marleidis Navarro, el director artístico César Pérez, Kenwis Gómez, Mario Sierra, Dilia Rodríguez, Santiago Ruiz (Muerte), Sharon Sandoval, Habib Borja y Melanis Gómez.
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Coordinador del Ceremonial de la Muerte
Cuando los vientos alisios llegaban y los matarratones se llenaban de flores era el anuncio de que el carnaval estaba cerca. Entonces mi alma de niño se alborataba y como fuera empezaba a preparame para el carnaval. Junto con mi mamá me mudaba a Barranquilla. Ella se trasladaba a casa de sus clientes para elaborar lujosos vestidos a los Vásquez, los Gómez, los Vengoechea, los Char, los Carbonel, los Tortabarriga. De ese entonces tengo un recuerdo muy especial. Fue un sábado de carnaval al medio día cuando el señor Hernando Barragán invitó al vecindario a montarse en su camión ladrillero para ir a la Batalla de Flores de Barranquilla. Yo contaba con seis años y nunca había pasado de la calle Murillo de la Arenosa. Cuando llegamos a la calle 72, punto de partida de la Batalla de Flores, nos bajaron y nos ubicaron a un lado del desfile. Yo estaba con un primo mayor, pero se descuidaron de mí porque iban detrás de la carroza de la reina de Soledad, que estaba vestida de Cleopatra. Yo me perdí dentro de la multitud con mi cara maquillada de payaso. Recuerdo que bajé toda la carrera 43 llorando a cántaros hasta cuando llegué al comando de Policía. Allí me calmé y seguí disfrutando hasta cuando llegó la negra noche. Luego me llevaron a mi casa en Soledad donde me dieron una limpia de madre y señora. Pero ni por esas dejé de ir cada año a la Batalla de Flores y disfrazado; una tía me llevaba en el carro de otro tío. Cómo ha cambiado todo. Hoy en día el carnaval es más privado, la gente no tiene afecto a los desfiles, aunque debo reconocer que hay otras alternativas para vivir el carnaval. Mucha gente no puede disfrutar los desfiles por falta de recursos, muchos tampoco pueden desfilar. Cada quien lo disfruta con los recursos que tiene. Las calles y carreras de mi Soledad, como también muchas de Barranquilla, se convierten en tiempos de carnaval, en grandes pistas de baile. Uno celebra más cerca de la casa, más en familia. Sí creo que el carnaval se ha vuelto más solidario, más cosa de amistad. En lo que a mí respecta, vivo y gozo el carnaval a plenitud. Mis ratos libres se los dedico a la investigación histórica.
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Fernando Ferrer artista del carnaval
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Asalto de la Muerte a la casa de la reina de los carnavales de Soledad el 20 de enero de 2013.
Durante todo el año estoy metido en el carnaval.
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Gastón Polo artista del carnaval
Director de Los Goleros y de Los Diablos Arlequines de Sabanalarga
Nací en Sabanalarga, Atlántico, el 8 de abril de 1966. Mi padre era Apolinar Polo q. e. p. d. y mi madre Beatriz Pallares. Tengo dos hermanas (Tania y Maribel). Soy de religión católica. Me gustan las historias que dejaron nuestros ancestros. A la edad de diez años en los carnavales de Sabanalarga mi padre me disfrazó en la comparsa Negros y Blancos, que era de una reina popular que él apoyaba; esa fue mi primera vez en un espectáculo. De ahí en adelante, año tras año, él me ponía disfraces, siempre diferentes, hasta que me invitó a la danza de Los Goleros, la primera que formó, en Sabanalarga en 1950 aproximadamente. Digo la primera porque luego, en 1979, rescató la danza de los Diablos Arlequines. Siempre me gustaba estar pendiente de lo que mi padre requería para sus presentaciones o viajes Él me llevaba a todos los sitios donde sonaba un tambor o donde había un festival. Fue él quien me enseñó a ser un gestor cultural. Como anécdota curiosa recuerdo que a los ocho años me compró un disfraz de toro, era la primera vez que me compraba uno. Era muy lindo, tenía una máscara bien decorada y era muy colorido, pero desafortunadamente no la disfruté pues mi mamá me sacó a la calle y apenas vi que venía un disfraz de negrito salí corriendo y me encerré en mi casa. Soy una persona pacífica, colaboradora, sencilla, alegre y de cultura. Soy comerciante y trabajo independiente. Durante todo el año estoy metido en el carnaval. Gastón Polo: ese soy yo.
En cuanto a cultura y tradición mi padre puso el nombre de Sabanalarga en alto a escala nacional e internacional sin ningún interés. Él lo sabía, como también de su trayectoria en el Carnaval de Barranquilla y de allí que hubiera anhelado ser rey Momo.
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Soy
Giovani Fontalvo Osorio
artista del carnaval Director del Conjunto Tradición
Yo nací el 25 de mayo de 1969 en Barranquilla. Soy psicólogo, especialista en Pedagogía de las Ciencias, maestro en Educación con énfasis en investigación, docente, músico y carnavalero de tiempo completo. Como familia barranquillera que se respete, desde que tengo uso de razón a nosotros nos llevaban religiosamente al carnaval como espectadores. Cuenta mi madre que desde los cinco años no dejaba de tocar cuanta superficie encontrara (mesas, baños, sillas, neveras, etc.) tratando de
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sacarle ritmo, lo que ocasionó que me dieran una que otra nalgada. Pero dicha costumbre tuvo sus frutos: a los 11 años conformé mi primera agrupación musical, recuerdo que era de vallenato y fue bien recibida por el público así que empezaron a surgir compromisos, pero mi padre me prohibió seguir con esta actividad dado el estigma que en ese entonces teníamos los músicos. Pasaron siete años hasta cumplir la mayoría de edad y retomar la música. Claro que antes de retomar la música, bailé cumbia y en 1986, animado por mi amiga Juana, la gran cumbiambera del Barrio Abajo, y otros amigos, asumí el rol de bailador, pero el sonar de los tambores me llamó de nuevo y a ellos debo gran parte de mis logros personales. Ellos me han permitido vivir experiencias inigualables y con ellos estoy dispuesto a compartir el resto de mis días. Desde 1989 he participado sin falta en cada una de las versiones del Carnaval de Barranquilla, acompañando diferentes comparsas y cumbiamberas que se dan cita en nuestra fiesta. De ser un actor pasivo pasé a ser activo, y de ello han pasado ya 28 años que prometen ser muchos más y, por qué no, hasta que nuestro Padre Celestial haga el llamado. Esta fotografía corresponde a mi grupo el Conjunto Tradición conformado desde 1993 y activo en la actualidad. Los integrantes son: Néstor Fontalvo, Julio Campo, Leidys Camargo, Fredy Barriga,Carmen Antolínez, Jhony Castilla y Joaquín Pérez.
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Me dicen Calancho porque soy el único pendejo que lavo, barro, cocino, trapeo y plancho. Tengo cuatro pelaos, en la casa hago los mandaos, la mujer me tiene hasta dominao.
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Mi nombre completo es Henry Barrios Castro, pero en el ámbito carnavalero, en el ámbito artístico, soy más conocido como Calancho.
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Yo creo que hasta agua de maranguango me habrán dao, porque con mi suegra vivo arrecostao. Y esa vieja me tiene amenazao, que si la hija me pega cacho, ¡me tengo que quedá callao! Nací en una familia de doce hermanos el 15 de agosto de 1967 en el hospital de Soledad. Traía la chispa del humor y lo irreverente. Desde niño me he disfrazado. Ingresé al primer grupo de letanías en 1996 (Ánimas de Soledad). Actualmente soy director y fundador del grupo Calancho y su Zafarrancho. Las Ánimas de Soledad fue mi gran escuela. Desde muy niño me gozaba verlos salir con su particular atuendo y llegar a las casas del barrio El Ferrocarril donde nació el grupo. Cuando tuve la oportunidad de ingresar, fluyó como por arte de magia ese gran don que me regaló el Todopoderoso. Todos los integrantes de aquel entonces, y muy en especial Ascanio Barrios Frías, conocido cariñosamente como el Viejo Truco y el compañero Saúl Cueto, conocido también como el Negro Chancle (q. e. p. d.), me brindaron su confianza, apoyo y conocimiento
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por lo que hoy en día vivo muy agradecido con ellos. Nos hacíamos llamar Los Tres Magníficos de la Letanía. Compartimos muchas vivencias durante años hasta ese fatídico día de la muerte de nuestro hermano y amigo Saúl Cueto. Dos meses antes, como a la una de la mañana, veníamos de hacer una presentación; bajábamos por la calle 72 con carrera 43 y nuestro amigo y líder (banderista) nos hizo detener para confesarnos lo mucho que amaba este carnaval y nos hizo hacer un pacto que consistía en que el día en que muriera alguno de nosotros lo sepultaríamos disfrazado y cantando letanías. Recuerdo que muy en el fondo le pedí a mi Dios misericordia y perdón para que mis amigos nunca se fueran de mi lado, pero como si esa hubiese sido su despedida, a los dos meses ya yo estaba cantándole estos versos en su tumba:
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Hoy quisiera que fuera un sueño pero es una realidad muy dura. Amigo pediste versos ¡En el día de tu sepultura! (Coro) Aquí estamos con el capuchón y llora nuestro corazón.
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Director de Calancho y su Zafarrancho
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Hermes Padilla Hernández
artista del carnaval
Directivo fundador y mariscal de La Chiva Periodística
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Mi espíritu carnavalero obedece a que en la cuadra donde aún vivo se sentía en la sangre el Carnaval de Barranquilla. Mi padre, un pescador de Magdalena, trabajador de la cervecería Bavaria, y mi madre, campesina de Sabanalarga, nos permitían divertirnos sanamente en estas fiestas. Recuerdo que en esa época los bailes de carnaval los vivíamos en toda la ciudad. Yo incursioné en el goce del carnaval, no recuerdo en qué año, pero sí el recorrido: calle 72, carrera 44, bajando hasta el Paseo de Bolívar donde terminaba el desfile de la Batalla de Flores. En ese entonces permitían aún que grupos de jóvenes, por no decir adolescentes, salieran en fila hasta la dirección antes mencionada. De allí partíamos dándoles vivas al carnaval, a la reina y a Barranquilla. Estudié Comunicación Social-Periodismo en la Universidad Autónoma del Caribe e hice una especialización en la Universidad del Rosario en Bogotá. Pertenezco a la Asociación de Comunicadores Sociales del Atlántico y al Colegio Nacional de Periodistas de Colombia. Trabajo en radio, soy profesor de la Academia de Estudios Técnicos Especializados. Fundé la Chiva Periodística. Llevo veinte años participando en el carnaval como artista. Mi reto, seguir disfrutándolo hasta el final de mis días.
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Soy
Hugo Alberto Diazgranados artista del carnaval Coordinador del Carnaval de los Niños
Soy barranquillero, juniorista, parido en la Clínica de la Asunción en el año 74, orgullosamente egresado de la Escuela Normal la Hacienda (antiguamente Normal para Varones), licenciado en Psicoorientación de la CUC y técnico laboral en danza de la Escuela Distrital de Artes. Actualmente trabajo como docente del Distrito en la IEDC “Octavio Paz”. Estoy casado con Mónica Sandoval y soy padre de dos niños muy especiales, Luis Carlos y Samuel Andrés. Desde que mi papá y mi mamá me llevaban de niño a la carrera 43 a ver la Batalla de Flores y a la 70 con 38 a ver la Gran Parada, se me despertó el amor por la fiesta. En esa época nos disfrazaban o usábamos las camisetas chinas estampadas con la canción pícara de moda, que era el éxito de la temporada. Inicié mi participación en el carnaval de forma activa como bailarín en la Gran Cumbiamba del Club Palmito en 1992 y en 1994 ingresé a la Chiva Periodística, comparsa integrada por periodistas y comunicadores. Gracias a esta comparsa participamos en el musical dirigido por la maestra Gloria Peña, titulado El esplendor del carnaval, que se presentó en el año 2004 en la Unesco en París, en la Plaza Mayor de Madrid, en Sevilla, en Berlín y en los Carnavales Culturales de Valparaíso en Chile, además de varias ciudades del país. En el año 2000 mi hermana Vera Judith me presentó a Betty Hernández y al profe Julio Adán Hernández, y les conté de mi interés en participar en
la organización Carnaval de los Niños. Mi primera función: escolta de los reyes infantiles. En el año 2004 se le ocurrió al profesor Julio Adán darle vida al evento Paco Pacos en el Parque, entonces nació Joselito el Paco Paco, personaje del Carnaval de los Niños, encargado de trabajar la campaña Carnavaleros, Pilas con los Carnavalores. En el año 2009 entré a participar directamente como coordinador del Carnaval de los Niños, en el departamento de Eventos de la Empresa Carnaval de Barranquilla S. A. En el año 2014 fui exaltado con la medalla Barrancas de San Nicolás por la excelente trayectoria en la personificación de Joselito el Paco Paco, por parte del Concejo Distrital de Barranquilla.
r a l ai . b a os t e s i h d s o e r c a u rnaval a g l e em p e e m i ro, p S s o y estar con l Trabajar en la
organización del Carnaval de los Niños lo convierte a uno en un “niño de edad cósmica”, nunca nos ponemos viejos.
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Soy
Humberto Pernett
artista del carnaval
Presidente de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato
Nací en Barranquilla, el 2 de marzo de 1949, un lunes de carnaval. Debe ser por eso que soy amante de la vida, amo todo lo que es mi tierra, vivo orgulloso de haber nacido en ella. Mi enseñanza fue católica, estudié en el Colegio Biffi La Salle y en el Colegio Barlovento. Soy arquitecto de la Corporación Universitaria de la Costa. He ejercido mi profesión en Colombia, Venezuela y Panamá. Actualmente trabajo independiente como constructor, evaluador y auxiliar de la Justicia. Pero me sobra tiempo para hacer lo que más me gusta: ser presidente de la Corporación Grupo Folclórico Cipote Garabato. Mi amor por el carnaval es inmenso, nunca me verán quejarme, aunque eso sí reclamo por cualquiera injusticia o derecho que me violen. La filosofía de la danza de garabato es mi filosofía: la alegría vence a la tristeza. He llorado, sí, pero de alegría viendo a mi grupo bailar bien. Soy muy estricto en mi convicción sobre la tradición, por eso en el Cipote Garabato, como guardián de la tradición de nuestra danza, soy el único que lleva medias rojas. Gozo y sufro por mi grupo, lo considero el mejor garabato del mundo, el que marca pautas, el que merece estar siempre en lo más alto del Carnaval. Estuve casado con Linda Pastrana quien me hizo padre de unos hijos maravillosos, a quienes crié agradecidos con Dios y con visión optimista de la vida. Humberto José, el mayor, músico por excelencia, cantautor, lo manifiesta en una canción compuesta por él cuando dice: “la vida no
es pa’llorá” o incluso a través de toda una canción denominada “Óptimo positivo”. Vive en Cali y está casado con Jessica Bueno, quien es su mánager y me dieron una belleza de nieto llamado Emanuel. El segundo hijo se llama Hinder Jesús, psicólogo, también amante de la música, metódico; vive en Barranquilla, está casado con María Carolina Guerrero y juntos aportaron a esta hermosa familia otra belleza, mi nieto Alejandro. La tercera hija, es mi adorada Heidi María, diseñadora gráfica, artista por excelencia; actualmente reside en Estados Unidos donde trabaja como diseñadora, lo cual es su pasión. Todos han formado parte del Cipote Garabato. No solamente soy su padre, sino su mejor amigo, llave de todos sus combos, el que va en su compañía a un paseo, una rumba, un concierto, el que está presto a un consejo o el que es capaz de cualquier sacrificio por ellos… También soy capaz de acudir a ellos cuando lo necesito, he aprendido que yo soy humano y también me equivoco y los veo con la capacidad para aconsejarme. Somos muy felices,
el triunfo de uno es de todos, esto es muy hermoso. Aunque estemos distantes siempre estamos muy unidos. No me preocupo por el futuro, porque ese no existe, existe es el presente, el hoy, por eso viviré siempre agradecido con mi Dios por todo lo que me ha dado. Por la mañana muchas veces me despierto y veo que puedo mover mis manos, abrir mis ojos, moverme y grito: gracias mi Dios por este nuevo día. De qué me puedo quejar si Dios me ha dado lo que para mí merece la pena: tener una familia maravillosa y feliz. Lo demás es cuento. En la amistad soy muy franco, respeto mucho a mis amigos, sus ideales y forma de ser y a ellos los disfruto, eso me da para comprenderlos y quererlos como si fueran parte de mi familia. Mis amigos son seres muy valiosos, nunca trato de ser dominante, solamente sé que son mis amigos, y acepto que piensen distinto a mí, pero tenemos algo siempre en común: la música, el carnaval, la familia, algo que nos une. Me jacto de ser el amigo que oye y da consejos, mis amigos saben que Humber, como me dicen muchos, esta allí cuando lo necesitan.
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Isabel Cristina Muñoz Vásquez artista del carnaval Directora de Las Negritas Puloy de Montecristo Mi hermana Martha ha estado conmigo desde el inicio de
Soy Isabel Cristina Muñoz Vásquez, hija de Marceliano Muñoz y Olga Vásquez, quienes en su juventud se gozaron y vivieron el carnaval. Mis primeros años de vida los pasé en casa de mi abuela materna, en el barrio Montecristo. La primaria la estudié en el colegio de la seño Cornelia y el bachillerato en el Sagrado Corazón de Barrio Abajo. Empecé a ser carnavalera desde muy niña. Mi madre y mi abuela trabajaban en los salones de baile, cuando existía el Salón Las Obando, El Platanal y los salones burreros. Como no tenían con quién dejarme en la casa, me llevaban. Mi mamá me disfrazaba siempre. Nada me gustaba más que bailar. Ya mayorcita se me dio por bailar cumbia y entré a la cumbiamba El Cañonazo; ahí conocí a mi esposo Luis Altamar, también de familia carnavalera, con quien bailamos por muchos años en esa cumbiamba. Tenemos dos hijos, Luis y Luzzani, y somos abuelos de Simón Andrés, quien ha venido a llenar mi vida de alegría y bendición. Desde el Miércoles de Ceniza hasta septiembre soy una persona dedicada a mi hogar, a mis hijos, a mi familia; una persona del común. En octubre me transformo, en mi casa dicen que pierdo la cabeza. El carnaval marca mi corazón, lo llevo en el alma. El día que me muera quiero que en mi tumba pongan “Negrita Puloy hasta la muerte”. Mi canción favorita es “Te olvidé”; escucharla me transporta a aquellos años mozos cuando fui Reina del Agua y capitana del baile Juventud Desordenada del barrio Montecristo.
Las Negritas Puloy de Montecristo. He estado cogida de su mano siempre y ha sido mi apoyo.
Mi hermana Martha ha estado conmigo desde el inicio de Las Negritas Puloy de Montecristo. He estado cogida de su mano siempre y ha sido mi apoyo. Ella se desaparece cuando me ve organizar y en los momentos críticos me dice que no vuelva a sacar la comparsa. A mí se me sube el azúcar, mi azúcar es emotiva, y cuando llega el Miércoles de Ceniza y las deudas me agobian, me dice que para qué saco la comparsa si no me deja nada. Sin embargo siempre me ayuda y está a mi lado. Nuestra comparsa ha recibido varios congos de oro y como su directora he obtenido diversas menciones gracias al apoyo de muchos. Mi sueño es ver mi comparsa con doscientos integrantes desfilando en la Vía 40 con música en vivo en un tráiler, ir a la Feria de las Flores en Medellín, pasearnos por otras regiones del país y viajar más al extranjero. Doy gracias a Dios por ser tan bendecida.
Aquí estoy en 1989, muy orgullosa, con Esthercita Forero cuando el programa Tambores del Carnaval de la emisora La Libertad nos hizo a ella y a mí un homenaje.
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José Francisco Llanos Ojeda
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artista del carnaval Director de Selva Africana Rey Momo 2013
Nací en Galapa, un municipio de tradición artesanal. Estudiaba en la jornada de mañana y tarde, así que debía ir a la casa a almorzar y hacer el recorrido cuatro veces al día. En ese ir y venir veía a los artesanos de la época y me gustaba pararme en las cercas de los patios a verlos trabajar. Recuerdo que me generaba mucha curiosidad el material que usaban los que se dedicaban a hacer máscaras. En esa época, las máscaras se hacían en barro y ese era el molde que después se empapelaba y se cobaba. Tendría unos siete años cuando pasado el carnaval me fui pal’ arroyo y solito busqué barro. Ahí empecé a ensayar. Eso era para mí un gusto,
nunca pensé que a través de la elaboración de máscaras recibiría un día la medalla a la maestría otorgada por Artesanías de Colombia y el Ministerio de Desarrollo y Turismo, como efectivamente me la dieron en 2006; competí con ciento veinticuatro expositores de todo el país. A mí toda la vida me gustó disfrazarme. Yo veía la gente adulta y le decía a mi mamá, este año me voy a disfrazar de gorila, y ella me hacía el vestido y yo confeccionaba la máscara; el año siguiente me voy a disfrazar de burro, yo hacía la máscara y ella me hacía el mameluco y así todos los años cambiaba hasta que fui creciendo y entré a participar en las danzas de ese tiempo que iban para Barranquilla, en representación del municipio de Galapa, hasta que un día quise salir con lo mío que eran las máscaras. Fue entonces cuando creé Selva Africana, una comparsa de tradición popular que me ha traído muchas satisfacciones. Estoy casado con Farides Meola Marchena y tenemos tres hijos con quienes trabajo prácticamente durante todo el año: Luis D. que es artista plástico y director artístico de la comparsa, él es quien diseña y dice, “esto va aquí, esto es así”, también es el encargado del maquillaje de los artistas que salen en nuestro grupo; le da la forma, las características del animal en el maquillaje. Javier es
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Alegría total el día de mi coronación como rey Momo con la comparsa Selva Africana.
publicista y diseñador, y también participa en la comparsa. José, el segundo, se metió a la Policía y vive ahora en Bogotá, él personificaba a la cebra y hacía una puesta en escena muy bonita. He sido instructor para la elaboración de máscaras en el Colegio María Auxiliadora en la Paz, de Ciudad Modesto, aquí en Galapa, y de Artesanías de Colombia. Así fui juntando plata y compré la casa donde vivo y donde funciona también el taller. He hecho varios cursos, entre los cuales recuerdo con especial cariño uno sobre memoria ancestral y manejo de espacios alternativos, dictado por la Fundación Carnaval de Barranquilla en 2006, y otro sobre gestión y construcción de carros alegóricos en Río de Janeiro, Brasil.
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He recibido varios premios y reconocimientos, entre ellos el más anhelado por los artistas hombres del carnaval: en 2013 fui elegido rey Momo del Carnaval del Bicentenario.
Esta es una de mis primeras máscaras y de las favoritas, se puede decir que fueron las primeras que elaboré. Uno la hacía y cuando la persona se la ponía, uno veía dónde quedaban los ojos para abrirle ahí. Hoy en día lo que se hace son tocados con el fin de que la persona pueda ver y bailar.
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Lucy Vengoechea
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artista del carnaval Directora de Perla del Caribe
Soy docente en ejercicio, licenciada en Español y Literatura y especializada en Pedagogía del Folclor. Nací y vivo en el municipio de Soledad. Desde muy niña aprendí a valorar la danza folclórica a través de mis padres, razón por la cual me gusta y la difundo. Gracias a mi experiencia en el campo de la educación inicié mi proceso para formar a los estudiantes no solo en lo cognitivo, sino también en la danza, y creé Perlas del Caribe, que incursionó por primera vez en el Carnaval de Barranquilla en 1981. Durante estos 34 años de participación en el carnaval he fortalecido mi sentido de pertenencia e identidad cultural y lo he aplicado en los talleres teórico-prácticos en la institución educativa donde laboro y con los integrantes de Perla del Caribe. La formación es uno de los pilares relevantes para los niños, niñas y jóvenes, de ahí también nació la idea de llevar a cabo en 1994 el Carnaval de los Niños interbarrios, intermunicipal y regional para compartir todas las manifestaciones representativas del carnaval.
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color y sabor , a í r !O leg
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Soy Luis Orellano artista del carnaval
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Director de Muertes y Diablos
Nací en Galapa en 1958, en la misma casa en la que vivo actualmente y donde siempre he vivido. Aquí vivieron mis papás y mis abuelos. Mi madre era cumbiambera, bailó en el Congo Grande de Galapa, que tiene 129 años, ella era de tradición. De niño me levanté en eso, viendo a los demás disfrazarse, y a mis padres apoyando a los grupos y seguí los pasos de ellos.
A los nueve años participé como integrante en una danza de tigre que hubo en Galapa. A los veinte años formé parte del grupo Afrigalapongo y después pasé a los Indios Apaches de Galapa, una comparsa muy grande que ganó muchos premios, todavía existe, no está participando en Barranquilla, pero participa en nuestro municipio. Luego seguí a Selva Africana hasta 1993 cuando decidí rescatar el disfraz de la Muerte que había desaparecido de mi pueblo.
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Wilki Carrillo.
Cuando niños íbamos a Barranquilla, por allá en los setenta. No existían los desfiles que hay ahora, ni el de la Vía Cuarenta, ni el de la cuarenta y cuatro. Antes uno desfilaba en el Paseo Bolívar, ahí mismo era la presentación. Me acuerdo que concertábamos un camión, en esa época era camión, y paseábamos a Barranquilla. En las casas nos daban plata y ahí recogíamos fondos. Tengo cuatro hijos a los que he educado con sacrificio. Ha sido duro porque yo no tuve ayuda económica para salir adelante, pero uno saca fuerzas. Tengo un negocio de tapicería que funciona en mi casa. Me moriré feliz y tranquilo. Mi hija mayor se llama Diana Cecilia y ya está terminando Ciencias Sociales, le sigue Luis Alfonso que es arqui-
tecto y trabaja en la Alcaldía de Barranquilla, el otro es Delvis que estudió en el Sena y trabaja en una empresa de ascensores, y la última es Yolanis que está estudiando en la universidad. Mis hijas hembras y los nietos siguen con la tradición y me ayudan en todo. A mucho honor soy indígena mokaná, fui gobernador del cabildo indígena durante tres años y presidente de la acción comunal de mi barrio. Me gusta trabajar por la comunidad. Estoy en contra de la inequidad y la injustica, y siempre lucho por la igualdad. El medio ambiente también me preocupa, soy promotor ambiental. Hoy soy reconocido popularmente como Lucho la Muerte.
Algunos de los integrantes del grupo son parte de la familia. Antes de salir nos ponemos a ensayar. Normalmente citamos a las nueve de la mañana para que se vayan maquillando, luego se les brinda sancocho tradicional con costilla, pollo y cerdo para que tengan fuerza y puedan danzar. Cuando reposan, se hace un ensayo frente a la sede con música para tener una buena presentación en el desfile.
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Luz Elena Güette
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artista del carnaval Jefe de cuadrilla del Congo Campesino de Galapa
Me hice artista del carnaval a los trece años cuando comencé a bailar con mi papá quien pertenecía al Congo Campesino. Él no era director en ese entonces, pero nos inculcó desde niños eso de bailar y querer esta danza. Alcancé a bailar en ella unos siete años hasta que dejaron caer la tradición. Por fortuna el 16 de febrero del noventa y cuatro, mi papá decidió rescatar el congo. Yo no pude salir con él porque estaba recién parida de mi primer hijo, pero mis hermanos salieron junto con otras siete personas y una sola bandera nada más, una banderita y un solo tambor. Al siguiente año sí fuimos una multitud, yo saqué a mi hijo de un año, me disfracé con ellos y empecé a seguirle la pista al carnaval, hasta hoy en día cuando sigo vestida de congo. En el día a día soy madre comunitaria, esto desde que tenía diecisiete años. Trabajo con el ICBF de ocho a cuatro, tengo a mi cargo trece niños; con ellos hago actividades relacionadas con el carnaval y por supuesto con el Congo Campesino. En todo lo que puedo le ayudo a mi padre, estoy pendiente de qué hay que llevar a la Casa del Carnaval, qué es lo que se necesita aquí en Galapa y en la Gobernación del Atlántico. En el universo de los congos, soy la única mujer que usa pantalón. Todo empezó un año en el que mi papá no tenía jefe de cuadrilla que organizara todos los congos, entonces dije, “yo me pongo un pantalón y los organizo, y bailo como congo”, y así fue. Recuerdo que el primer año le dije a todos los señores: “Cuando subamos a la tarima de carnaval, eso va a ser candela porque vamos a hacer esto y esto y esto, ustedes me van siguiendo en todo lo que yo haga”, y ellos me siguieron. Ese año ganamos el primer Congo de Oro, de eso hace cuatro años. Hoy en día dirijo todos los congos y mi hermana la mayor dirige a las mujeres. Tengo tres hijos, dos varones y una niña. Los niños salen conmigo en el congo.
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Soy
Magaly Esther Salas artista del carnaval Directora del Garabato de la 8 Esta foto es en el bus rumbo al desfile Carnaval
Nací el 9 de junio de 1962, en el hogar de una familia hermosa, unida y parrandera. Desde pequeña me llevaron a los desfiles de carnaval disfrazada. Estudié la primaria en el Colegio María Auxiliadora, el bachillerato en el Instituto Pestalozzi y soy enfermera egresada de la Universidad del Norte. Actualmente trabajo en el Centro Regulador de Urgencias, Emergencias y Desastres (Crued) del departamento del Atlántico. Estoy felizmente casada con José Sanjuán Gordon y somos padres de un hermoso tesoro que se llama María José, quien con mi familia y mi hermana Martha son los pilares fundamentales para el éxito del Garabatico y Garabato de la 8 en el Carnaval de Barranquilla. Desde hace cinco años mi hija es la coreógrafa del grupo. Junto con mi hermana, Martha Salas, elaboramos el vestuario y los accesorios de cada año. De esa forma ayudamos a los bailarines. Vivo agradecida de Dios, del apoyo de mi familia, de mis padres, de mis amigos y de mis bailarines porque sin ellos no hubiéramos logrado catorce congos de oro hasta la fecha con los dos grupos. Con mucho orgullo he sido elegida por los directores de todos los grupos infantiles como su representante ante el Comité Artístico del Carnaval; allí he apoyado el evento Semillero del Carnaval 2014 y 2015, en el que más de ochenta grupos demuestran que la tradición y los niños son el futuro y la salvaguarda del patrimonio de nuestro carnaval.
de los Niños 2015, acompañados por los padres de apoyo.
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Soy
Manuel Antonio Pérez Herrera artista del carnaval
Director de la Corporación Cultural Son de Negro de Santa Lucía y de Son de Pajarito del Río
A mí me formó el maestro José Evangelista Merito Mendoza. Recuerdo que cuando niño nos transmitía sus saberes de canto y los golpes de tambores y la guacharaca para acompañar la música de son de negro, son de pajarito, bullerengue y los ritmos de sexteto, conocimientos que a su vez he trasmitido a muchos niños y jóvenes de la localidad y de la región, como por ejemplo a mi hermano Reynaldo, un gran músico de quien me siento muy orgulloso. De muchacho en Santa Lucía, formé con él mi primer conjunto, de nombre Toño y sus Brillantes, y en Manatí, con mis compañeros de colegio, creamos el conjunto Los Muele Maíz. Esas agrupaciones musicales se conservaron y producto de ellas hoy
se conoce el Sexteto Son de Negro, grupo musical con el cual hemos hecho infinidad de grabaciones, escuelas de formación y nos hemos paseado por toda la geografía colombiana y visitado a muchos países de las Américas y de Europa. Mis estudios primarios los hice en Santa Lucía y recuerdo con orgullo a mi profesor César Ospino Andrade, ilustre forjador de hombres de bien. Los estudios de secundaria los cursé en el Colegio San Luis Beltrán de Manatí, de donde salí con el título de Bachiller Académico, con cédula de ciudadanía y libreta militar. De allí recuerdo con orgullo al sabio Aristóbulo Henríquez y a Jaime Mercado Orozco, ilustre profesor y amigo, entre otros.
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Soy doctor en Ciencias de la Educación, magíster en Educación y Cognición, especialista en Evaluación Educativa y licenciado en Educación Musical. Me he desempeñado como docente de la Normal La Hacienda, en Barranquilla y como profesor investigador en la Universidad del Atlántico. Soy músico profesional (cantante y compositor), escritor, productor musical y documentalista. Fundé y dirijo desde el año 2000 el grupo de investigación Música, Cultura y Tradición, de la Universidad del Atlántico. En 1996 fundé el Festival Son de Negro y en 2011 la Fundación Festival Nacional Son de Negro, ambos escenarios en el municipio Santa Lucía, Atlántico. En 1997 creé la Corporación para la Investigación Etnomusical Son de Negro y en 2011 en calidad de egresado del Colegio de Bachillerato San Luis Beltrán de Manatí, Atlántico, logré materializar la idea de crear la Fundación Festival Nacional Son de Pajarito, trabajo de gestión e investigación para promocionar, divulgar y salvaguardar los lenguajes artísticos culturales y la tradición oral de las localidades de la región del Canal del Dique, el Bajo Magdalena y el Caribe de Colombia. Recibí el IV Premio Andrés Bello Somos Patrimonio y he obtenido once congos de oro con las danzas Son de Negro y Son de Pajarito.
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Soy
Maribel Egea García artista del carnaval
Directora de la Corporación para la Salvaguardia de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval de Barranquilla –Folkarnaval– Soy barranquillera de pura cepa, abogada y profesional en danza, de padre y madre barranquilleros, Orlando Egea Fábriga y Lilia García de Egea. Siendo niña mi madre me llevaba a la Batalla de Flores y gozaba con los disfraces que veía transitar por las anchas calles de mi barrio San Felipe. Para mí era delirante ver levantarse el polvo cuando marchaban las danzas de congo, que despertaban en mí respeto y admiración. Recuerdo también a los negros tiznados, que llevaban una cuerda para acorralar a la gente y pedirle plata, y a los disfraces de gorila hechos de flecos, que cuando se me acercaban me emocionaban y a la vez me llenaban de miedo, entonces salía corriendo a esconderme detrás de la falda de mi mamá. Mi madre nos vestía de colores
vivos, nos ponía penachos en la cabeza y maquillaje exagerado. Algunas veces nos disfrazaba de indias o de payaso, esto último para imitar a un tío que usaba ese disfraz con nariz grande. Recuerdo bailar a solas en la terraza al ritmo de la música estruondosa de un pick up ubicado al frente de mi casa. En el barrio solía mirar las verbenas, escondida, y bailar entre las palmeras viendo a la gente grande bailar, porque no era permitida la entrada a menores de edad. Mi vida transcurrió entre mi escuela secundaria en el Colegio INEM y la Escuela de la Danza Folclórica del maestro Carlos Franco Medina. Participé por primera vez en una de las comparsas de tradición popular que él dirigió llamadas ¡Y del
agua qué! y El apagón, cuya intención era protestar porque en esa época nos quitaban constantemente el agua y la luz. Desde entonces he sido bailarina, coreógrafa, investigadora, maestra de danza y dirigente. A mucho honor puedo decir que además de la escuela mencionada, he estado vinculada a actividades de las más prestigiosas academias de Barranquilla como lo fue el Real Ballet del Atlántico, que dirigió la maestra Yamile del Castillo, y como bailarina asistí al acto de entrega del premio nobel a Gabriel García Márquez en Estocolmo en 1982. He representado la danza y el Carnaval de Barranquilla en giras nacionales e internacionales por Francia,
Martinica, España, Venezuela, Perú, Cuba y Corea del Sur. He tenido cargos de responsabilidad en agrupaciones de artistas del carnaval entre ellas Folkcarnaval, Corporación para la Salvagauardia de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval de Barranquilla, he sido investigadora y jurado de este por más de quince años. Desde 2010 dirijo uno de los más importantes proyectos de mi vida: la cumbiamba Las Tres Colombias donde formamos las nuevas generaciones y trabajamos para preservar la cumbia. Soy feliz siendo quien soy. Entre anécdotas, risas, llantos, alegrías, tristezas, éxitos y fracasos he conquistado el mundo y sobrellevado mi vida como artista del Carnaval de Barranquilla. Soy madre de tres hijos: Alejandra, Luis Eduardo y Henry Nicolás , y abuela de Luis Ángel. Iván Lasprilla Reatiga fue mi esposo, mi eterno amor y el mejor padre.
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Asistí al acto de entrega del premio nobel a Gabriel García Márquez en Estocolmo en 1982.
Soy Marleny Cortés artista del carnaval
Osorio
Directora de Son de Mar y de la Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla –Funfocab—
Soy colombiana, barranquillera de adopción, amante del arte y de la vida. Estoy totalmente convencida de que en el encuentro del carnaval tenemos la mejor opción de vida armoniosa, pues aunque este se ve como una locura, como un derroche, casi como un desfase, inmerso en ese desfase está el encuentro, el arte, la creatividad, el amor, la amistad, la vida, el goce. Siempre he creído, y así lo transmito a mis estudiantes, que el sentido principal de la vida, casi único, es ser feliz y las rutas para llegar son el hogar, el estudio, el trabajo, el amor, el respeto. Como docente y como artista siento que he encontrado la felicidad con mis hijos, mis alumnos, mi escuela y el carnaval. Mi primer contacto con el Carnaval de Barranquilla fue como espectadora en los desfiles, luego asistí con mi esposo a bailes de carnaval, después empecé a dirigir comparsas en los clubes Italiano, Unión Española, Colonia China, Alemán y Campestre. Así se empezó a conocer mi trabajo como coreógrafa y cualquier día alguien de La Casa Carnaval me dijo: “Tú no quieres el carnaval, eres coreógrafa y no tienes
una comparsa”. Me dejó pensando. En esos días regresó mi hija Carmenmá de Hawái, a donde había ido a hacer un curso de folclor de las islas y cuando le comenté lo que me habían dicho, me dijo: “Hagamos una”. El tema de Hawái estaba fresco entre nosotros, lo pensamos y todo el año 1996 fue planear, organizar y armar. Así nació Son de Mar en el carnaval de 1997.
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Soy Martha Salas artista del carnaval Directora de El Garabatico de la 8
Para mí el carnaval es amor, goce, alegría y derroche de imaginación.
Aquí estoy haciendo en miniatura el vestido, el arreglo de cabeza y la
Mi nombre es Martha Cecilia Salas González. Fui hecha en los carnavales. Nací el 11 de noviembre de 1968, así que mi amor por el carnaval es desde siempre. Mis padres me llevaban a todos los eventos, me enseñaron a vivirlo. Fui creciendo con esa vena hacia el carnaval. Orgullosamente lo digo, soy cien por ciento costeña y carnavalera. Soy emprendedora, echada pa’ lante, íntegra, excelente ama de casa, esposa y madre, muy colaboradora, sencilla, católica y con carácter fuerte a la hora de dirigir a mis bailarines en los ensayos y eventos. Dios me ha dado mucho talento. Trabajo como decoradora de eventos sociales. Diseño el vestuario de mis bailarines (vestidos, zapatos, tocados y accesorios). Comparto y transmito mis saberes de manualidades y decoración de las capas de los vestidos de los hombres y les enseño a decorar sus sombreros, y a las chicas sus tocados y vestidos.
capa del garabato que aparecen en esta página.
Mi nieto Santiago Ortiz aquí luce un vestido y capa decorados por mí. Participa en la danza desde que tenía cinco meses e iba en coche.
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Soy
Matilde Herrera artista del carnaval Directora del Sexteto Kumbé
Nací en Palenque. Soy licenciada en Ciencias Sociales y Económicas. Trabajo en la IED Costa Caribe de Barranquilla. Tengo tres hijos: Denia, médica internista; Esther, ingeniera, e Isaac, músico. Estoy felizmente casada con José Piñeres Warf. Mi fortuna fue haberme encontrado con el maestro Carlos Franco Medina; él cambió mi vida y me convirtió en la persona que soy. Trabajo como profesora de danzas. Me gusta mucho lo que hago, soy muy feliz y por eso trabajo sin sueldo para el Carnaval de Barranquilla tratando de enseñar y dejar un legado a los jóvenes afrocolombianos y, en general, dar a conocer la cultura palenquera. Me gusta trabajar con la comunidad cuidando a los jóvenes para que le puedan prestar un buen servicio a la sociedad y para que a través del arte consigan la felicidad. Tengo la Fundación Cultural Afrocolombiana Kumbé, que me permitió viajar por el mundo. En 1982 acompañé al premio nobel de literatura Gabriel García Márquez a Estocolmo, esto me dio mucha seguridad y orgullo; luego estuve en las ferias internacionales de Madrid, Berlín, Londres, Argentina, Brasil, China, y en África (en Zambia y en Congo). Trabajo con las casas distritales de cultura en los barrios Las Flores, La Playa y Paraíso.
En 1982 acompañé al premio nobel de literatura Gabriel García Márquez a Estocolmo.
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Soy Mónica Lindo artista del carnaval Directora de Torito en Carnaval
Soy una ciudadana del universo, carnavalera, madre, esposa, hija, maestra. Fui bautizada con el nombre de Mónica Patricia Lindo de Las Salas, nacida a la orilla del río Magdalena en la ciudad de Barranquilla, en el seno de una familia poco carnavalera, criada por abuelos maravillosos que me enseñaron el valor de la palabra y la responsabilidad y a quienes su religión no les permitía deleitarse con las mieles de las fiestas llamadas por ellos “mundanas”. Llegue a la danza en el último año de bachillerato cuando una alumna del que sería también mi maestro de la danza, Carlos Franco, llegó a enseñarme el mágico mundo de ese arte. Fue de la mano de
Para mí el carnaval es un espacio de encuentro, de fraternidad y tolerancia, es la desconexión total de una rutina que sume a los seres humanos en preocupaciones y estrés, y las convierte en alegría y tranquilidad.
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este gran maestro que supe qué era prepararse, desfilar y concluir el sueño de estar en una comparsa, vivir la experiencia de organizar vestuarios, utilerías, coreografías e interactuar con los integrantes que formaban parte de la agrupación. Con cada participación en desfiles aprendí de dónde brotaba la alegría y el entusiasmo colectivo, pero también conocí la tristeza tras un carnaval en el que los recursos económicos fueron invertidos sin medida y se perdió de vista que la vida el Miércoles de Ceniza vuelve a la realidad. Me hice artista del carnaval primero bailando, es decir, como integrante de una agrupación, luego ayudando a organizar, después coreografiando y hoy día dirigiendo y proyectando producciones artísticas.
En la escuela de Carlos Franco conocí a Robinson, el compañero de vida, de trabajo y de andanzas con quien sostuve ocho años de amores a escondidas porque estas relaciones entre compañeros de grupo no eran permitidas. En 1994 formalizamos nuestra relación de la cual surgió Moisés, quien me transformó y se volvió el centro de nuestro universo. Hoy la danza se ha convertido en mi amante, trabajar para el carnaval es mi pasión y enseñar mi adicción, por eso comparto mi tiempo entre la Universidad del Atlántico, mi compañía y la escuela de danzas. Sueño cada día con que el oficio del bailarín sea valorado como una profesión, con que el carnaval siga siendo la cuna en la que se arrulle la tradición sin perder su vigencia.
Soy Mónica Ospino artista del carnaval Directora de Las Farotas de Talaigua
Soy Monica Ospino Dávila, La Farotica. Soy una mujer de cuna y de estirpe ancestral caribe. Las fiestas, las tradiciones y el danzar de este baile milenario que constituye Las Farotas de Talaigua forman parte de mi ser y de mi sentir. Pertenezco a una gran familia nacida al pie del río Magdalena, fui criada con base en buenos valores y crecí con las notas de las cantoras naturales del Bajo Magdalena, que oía cuando cruzaba las calles alumbradas con mechones bajo el embrujo de los sonidos melodiosos de la carrucha y los golpes del tambor. La mía es una herencia que he recibido con orgullo, que deseo mantener como guerrera de raza que hace honor a Etelvina Davila, La Farota Mayor, mi madre, y por la satisfacción de realzar un legado que ha hecho historia en una tierra lejana donde sucedieron los hechos que hoy día contamos a través de la danza. Soy fisioterapeuta, con especialidad en Salud Ocupacional, ferviente enamorada de todo lo que tenga impregnado la cultura farotera de corazón, esposa de Roberto y madre de Víctor y Samuel.
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Soy
Orlando Barrios artista del carnaval Director de Ánimas Rojas de Rebolo
Me llamo Orlando Barrios Mendoza director de las Ánimas Rojas en el carnaval que se goza por donde quiera que lo coja. Soy el director de las letanías Ánimas Rojas, antiguas Ánimas Negras de Rebolo, fundadas el sábado de carnaval de 1930 por José Dolores Gutiérrez. Recuerdo que de niño yo me iba detrás del grupo y él siempre se daba cuenta y decía, a este pelao le van a gustar las letanías. Y así fue. En 1964, siendo fanático de las Ánimas Negras, mi hermano José Barrios decidió pasarse a las Ánimas Azules y yo entré a empuñar la bandera de ese grupo. Así pasaron varios años; mi hermano me daba el libro para que rezara en las casas a las que llegábamos. En esa época ya hacía versos de letanías, claro que con una rima, hoy en día la mayoría de los grupos de letanías hacemos con dos rimas. En 1974 mi hermano se fue para el Torito Ribereño y entonces yo quedé como director del grupo. Hoy en día me encuentro muy orgulloso de ser el director de Las Ánimas Rojas de Rebolo, que tienen 84 años de tradición. Gracias a José Dolores Gutiérrez hemos recibido muchas menciones por parte del Gobierno, por eso hoy resalto el nombre de este señor:
El famoso José Dolores como pregonero fue el primero haciendo versos de mil colores pal carnaval barranquillero.
Lo que más me gozo es cuando yo estoy rezando y el público se ríe a carcajadas al escuchar mis versos. A veces la gracia no está en el rezo, sino en el coro. Mi profesión es albañil y artista del Carnaval de Barranquilla, proveniente de una familia que tiene 136 años de tradición en él. Como artista deseo seguir adelante entre los mejores del carnaval, y estar siempre en la cima, allá arriba.
La fiesta del carnaval para mí es una gran pasión, la disfruto y la gozo legal, con alegría de mi corazón. Pregonando mis letanías pa’ que el pueblo se ría. Con esas tremendas carcajadas mi alma se llena de alegría, porque las letanías cotizadas las hago yo con mi sabiduría. Con una grandiosa satisfacción porque soy de la tradición. Hoy me siento orgulloso por cincuenta años gozados, las menciones que me han hecho famoso y con los premios que he ganado. De entidades gobernantes con mi disfraz de comediante.
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Soy
Óscar Barrios artista del carnaval Director de El Toro Grande de Rebolo
El congo pelea con el toro, que representa la fuerza. Es un rito tradicional del Toro Grande de Rebolo.
Nací el 17 de octubre de 1952 en el barrio Rebolo de Barranquilla. En la actualidad tengo cinco hermanos absolutamente carnavaleros. Pertenezco a la familia Barrios que representa a mucho honor El Toro Grande desde 1875. Es una tradición que heredé de mis antepasados, más exactamente de mi abuelo paterno José Trinidad Barrios Orozco, a quien apodaban “Manotrini”. Yo me inicié en 1968 con Las Ánimas Rojas de Rebolo (letanías). En 1974 comencé como cumbiambero en La Revoltosa, que reapareció ese año y estuve ahí hasta 1979. El difunto Bernando Guzmán, quien fue rey Momo me invitó a formar parte de la
cumbiamba El Gallo Giro. Ledis Muñoz y mi persona fuimos los primeros capitanes de ese grupo; estuve con ellos hasta 1986, año en el que se inauguró el Estadio Metropolitano y donde nos presentamos ante cien mil espectadores. Ese fue mi último acto con El Gallo Giro. En agosto de 1986 con unos compañeros fundamos la cumbiamba Ritmo Rebolero, que duró hasta 1991. En 1992 la Universidad Autónoma formó una cumbiamba, yo trabajaba allá, pero no quería hacer parte de ella, veía que los movimientos no eran los tradicionales, y a mí me gusta bailar la cumbia tradicional. Me fueron a visitar: “Sabemos que eres cumbiambero, para que hagas parte de la cumbiamba”. Acepté. Salimos en la Batalla de Flores y la Gran Parada. Un domingo de carnaval en 1992 me encontré con Armando Zambrano en la Gran Parada en la Vía 40, y le dije que no salíamos ni lunes ni martes. Él me propuso que me presentara a La Arenosa de cumbiambero, y bailé martes de carnaval con La Arenosa. En diciembre de 1992, tomando con un compadre, Carlos Romero, él empezó a invitarme para que saliera en El Toro Grande. Yo era el único que no salía en el congo. Nunca me he
disfrazado de congo, le respondí, pero con los calores del trago le dije: Vamos a hace una vaina, yo salgo, pero llevo la misma tela que llevas tú y José Barrios. Yo no voy a salir menos que otro. No hay problema, me contestó. Le dije, además, salgo el domingo, el sábado no. A todo me dijo que sí. Llegó el día y yo no pensaba sino en la salida. Me fui pa’l cuarto con una botella de ron blanco… Tenemos la costumbre de que a las siete de la mañana ya la gente está cambiada, disfrazada, y sale por el vecindario a rebuscarse. Yo vistiéndome, me afanaban… disfrazándome de congo. Salí con todo, gafas y turbante puesto. Carlos nunca me había visto de congo, sí, de congo, empecé ahí, le cogí la maña y hoy en día soy el director de la danza y ahí estaré hasta que las fuerzas me acompañen. Por el gen carnavalero no pude escaparme de hacer carnaval, esto en mi familia es sagrado.
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Soy el típico hombre caribe, esquinero, carnavalero, jugador de bola de trapo, sincero, amable, amigable. Soy amante del fútbol —en especial del equipo Junior—, de la música folclórica, de la salsa, del bolero, la balada y la música clásica. Soy músico empírico. Estudié Trabajo Social y en la actualidad estudio música en la Escuela de Arte Distrital –EDA–. Trabajo en el Plan Nacional de la Música para la Convivencia –PNMC– del Ministerio de Cultura con lo cual pretendemos aportar al fortalecimiento de la música tradicional en los municipios del departamento del Atlántico. Como buen barranquillero el carnaval siempre ha estado en mí. Llegué a participar activamente en él en 1979 con la comparsa Estampas Negras de Palenque, dirigida por el maestro Abraham Cáceres donde desfilé durante cerca de cuatro años. Al independizarme creé un grupo musical y comenzamos a desfilar con diferentes cumbiambas: La Sabrosa, Ciclón del Norte, Cumbión Ñero, La Gigantona, entre otras. Con humildad puedo decir que aportamos nuestro granito de arena en la música del carnaval. Además rompimos el esquema de los uniformes blancos pues por primera vez en la Batalla de Flores se presentó un grupo musical vestido de color caqui. Fuimos evolucionando musicalmente creando un estilo nuevo de música tradicional. Luego llegó la etapa de integrar las orquestas. Comencé tocando en el Hotel el Prado, de planta, luego pertenecí a la orquesta de Juan Piña. Introduje los tambores típicos de nuestra región. Así trabajé en las diferentes orquestas de Barranquilla. Luego grabé un LP. Cree el ritmo de la canción “La tumbacatre”. Siempre he resaltado nuestra música tradicional, la he grabado en acetato y CD y he tocado en diferentes países como Aruba, Venezuela, España y Alemania. Mi deseo es seguir aprendiendo para continuar difundiendo nuestra amada música. Vivo con mis padres en el barrio Olaya. Estuve casado, de dicho matrimonio hay una hija, Pilar Sánchez Rodríguez, que tiene 26 años y vive en Cali.
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y mi atuendo carnavalero estoy
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artista del carnaval
E n e l Car
Director de Indios Farotos de Villanueva, Los Indios Caribanos y El Cuarteto
listo para gozar en una presentación.
Soy natural de Zambrano, Bolívar, donde nací el 10 de octubre de 1949. Viví unos años en Pinillos y estoy radicado en Barranquilla desde 1976. Soy carnavalero de pura cepa. La historia de cómo me hice carnavalero es esta. Cuando yo tenía diez años de edad, en Pinillos, mi pueblo, los ensayos para el carnaval iniciaban en octubre. Danzas, comedias y disfraces poblaban las plazas del pueblo las noches de sábados y domingos. Los Indios Farotos ensayaban en el Barrio Abajo a las siete de la noche. Yo no me perdía un ensayo. Su capitán se llamaba Torcuato Obregón y antes de iniciar prácticas revisaba si estaban completas las parejas o faltaba alguien. Fue una de esas noches cuando empecé a bailar. Como faltaba un parejo, Torcuato me preguntó: “Rafa, ¿quieres danzar? Ven que falta uno”. Sin pensarlo le dije que sí, entré a la fila, pero le dije que tenía que hablar con mi mamá. Yo sabía cómo era ella. Yo contento porque estaba bailando. Antes de que se terminara el ensayo mis amigos corrieron y le contaron a mi mamá que estaba bailando indio, así que cuando llegué a la casa ella ya sabía y me dijo: “¿Que estabas bailando de indio? Ya me contaron. Que tu capitán hable conmigo, yo no tengo plata para las telas”. El domingo antes del ensayo estuvieron en la casa el capitán Torcuato Obregón y la capitana Sixta Mejía y dialogaron con mi mamá. Yo escuché todo. Luego ella me preguntó si yo quería bailar, le dije que sí y me dio permiso. Yo más contento que cachaco en playa, salí corriendo a contarle a mis amigos. Desde entonces estoy en el carnaval. Mi papá era gaitero y mi mamá, muy alegre, no se perdía un carnaval. Me apoyaron mucho en todo lo que hacía. Desde el domingo que hacíamos el desembarque en canoas a las seis de la mañana, hasta el martes de carnaval, recorríamos las calles. El domingo salíamos al rebusque en los pueblos vecinos y regresábamos el Miércoles de Ceniza. Esta es la historia que me hizo carnavalero hoy hace 53 años de alegría y folclor.
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El goce del carnaval es algo que se siente, que se vive con alegría y armonía familiar los 365 días del año. Cuando se va el carnaval con la muerte de Joselito ya estamos pensando en el siguiente y en la innovación del grupo, cómo vamos a salir, cómo van a ser los vestidos, los disfraces, los colores, el calzado, la danza, y le pedimos a Dios que nos dé salud para iniciar de nuevo las actividades. Nuestra vida es carnaval, nuestra pasión es carnaval, nuestro goce es carnaval. En la actualidad estoy casado, tengo cinco hijos y dieciséis nietos. Soy licenciado en Humanidades y Educación Básica con énfasis en Lingüística e Idioma Extranjero. No trabajo. Colaboro con la Regia de Barranquilla y con la Arquidiócesis. Soy presidente de Praesidium María Madre del Buen Consejo, Legión de María, corresponsal por la Regia en Magdalena (Bolívar) y catequista en la U. O. San Nicolás de Tolentino en el centro y en mi comunidad. Presido Foculremoc y soy director de los Indios Caribanos, de los Indios Farotos y de la comedia El Cuarteto. Bailo todo el año muchas músicas y ritmos de mi país. Escribo versos, canciones folclóricas, poemas y tengo nociones de canto.
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del Joe Arroyo
Rafael E. Morales Cañas
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Soy Con el gorro
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Soy Robinson Liñán artista del carnaval
Ríos
Director de la Corporación Cultural Barranquilla
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Siempre que tomo mi flauta y mi tambor, el corazón me palpita con mayor intensidad. Momentos vividos en este andar de carnaval se arremolinan en mi mente y vuelvo a sentir esa felicidad desbordante que experimento entre aplausos y vivas ante cada movimiento, cada una de las figuras que con mi cuerpo y mis instrumentos brindo a un público ávido de emociones. La magia de la Noche de la Guacherna, desfile con el que empiezo a vivir al máximo el carnaval, es siempre un torbellino de emociones. Grupos van y vienen. Disfraces, faroles, música, en fin, todo es goce. El público me anima, me vitorea y ello me contagia más y más. Cada instante es más candente, el público baila y mi ímpetu avasallador se eleva cada vez más. Entro en éxtasis. Oigo aplausos y también yo aplaudo. Recuerdo aquella vez que un niño acompañado de su madre preguntó: ¿Qué siente usted vestido así? ¿Por qué baila? No supe qué responder en ese momento. Quizás he debido decirle: el carnaval es mi vida. Con mi flauta y mi tambor también he ido lejos, a escenarios en el exterior a donde llevamos la magia musical de nuestra amada Barranquilla. Una que jamás podré olvidar fue aquella calurosa función en Maracaibo, primer sitio del exterior donde hice una gala. Esa noche la Plaza Baralt se colmó. Había unas diez mil personas. Yo estaba presuroso, nervioso, tenía a cargo varias intervenciones como solista y solo pensaba en el público, y en cómo recibirían mi puesta en escena. Recuerdo muy bien lo que sentí cuando anunciaron que Danzatlántico, agrupación folclórica de la Universidad del Atlántico, daría inicio al espectáculo. Tuvimos hora y media para hacer sentir nuestro carnaval en tierras lejanas, darlo a conocer, brindar colorido, gozo, sensaciones múltiples de esa mágica fiesta que nos transforma. La presentación comenzó a calar entre la multitud, que a cada paso y sonar de la caña elevaba su frenesí. Nos habíamos posesionado del escenario. Los nervios quedaron atrás. Lo había logrado, con mis intervenciones había contagiado a esos miles de espectadores.
En 1994 Mónica Lindo y yo finalmente nos casamos después de diez años de un amor clandestino. Ambos bailábamos en la Escuela de Danza Folclórica de Barranquilla que dirigía el maestro Carlos Franco, ahí nos conocimos y enamoramos, pero él tenía prohibido amoríos en el grupo y como no queríamos retirarnos ni de la danza ni de la música, vivimos un amor escondido. Tras la muerte del maestro nos casamos. Lo hicimos de noche y vestidos de cumbiamberos, en vez de bailar vals bailamos cumbia, todos los invitados estaban vestidos de cumbiamberos y de carnaval, fue algo muy especial.
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Soy Rodrigo Ponce artista del carnaval El espíritu de la
Danzante de Cipote Garabato
cumbia me siguió todo el tiempo. Hoy en día asesoro
Es difícil identificar qué me llevó a reconocerme hoy en día como un artista del carnaval. La formación recibida en el grupo folclórico del colegio militar Asociación Colombiana de Suboficiales de las Fuerzas Militares de Colombia en Retiro –Acoolsure–, donde estudié primaria y bachillerato, sembró muchas inquietudes que me han acompañado en este camino; ahora que lo pienso, creo que fue allí donde me hice danzante gracias a Matilde Herrera, “mi Mati”. ¿Cómo no agradecer el afortunado destino que me llevó a salir en 2007 por primera vez al carnaval, y la suerte de conocer a Daniela Donado Visbal, reina del carnaval, a cuyo lado descubrí la enorme riqueza que encierra este patrimonio, ya no solo nuestro, sino de la humanidad? Casi sin darme cuenta llegaron mis primeros pasos en la cumbiamba El Gran Carajo y con ella mi primer desfile en Bogotá, escenario totalmente ajeno a los carnavales. Pero sin duda, lo que marcaría por siempre mi existencia carnestoléndica serían Las Noches de Cheo, hoy llamadas Viernes de Tambores en Barrio Abajo, a donde llegué una noche de 2009, y que se convirtieron para mí en una verdadera escuela. La cumbia me había coqueteado, pero fue allí donde caí rendido a su pies gracias a un personaje de un metro y medio de alto llamado Germán Álvarez Cabrera, a quien con el tiempo bautizaría “Caballero de la Cumbia”. A él le debemos la resurrección de un icono del carnaval, la cumbiamba La Gigantona, grupo que dirige hace
grupos folclóricos, especialmente cumbiambas, trabajo con ellas con el fin de que encuentren sus fortalezas y crezcan año tras año.
14 años. Las respuestas a las preguntas del pasado no se hicieron esperar para armar ese rompecabezas que había quedado inconcluso; la cumbia se apoderó de mí y La Gigantona me hizo suyo. Más adelante otro gran ser humano marcaría mi camino. Su nombre, Humberto Pernett, cofundador de una leyenda del Carnaval de Barranquilla en los años ochenta, la cumbiamba Cipote Vaina, actualmente director de Cipote Garabato. Él me mostró su grupo y yo me sentí en el Olimpo. La danza del garabato era un enigma para mí, así que le hice un millón de preguntas que me contestó hábilmente, y decidí gritar a los cuatro vientos: ¡Qué viva la capa roja! ¡Ha nacido el Rodri Ponce, el garabato que llegó para ser siempre grande! En 2010 y 2011 el lente fotográfico de un carnavalero me puso en la mira de toda la ciudad y del mundo; Samuel Techerassi Barrera compartía ese sentimiento que percibí en Germán y en Humberto. Sammy me llevó en un viaje sin retorno y en ese punto sentí que ya era parte de esto. Los cumbiamberos que habían lamentado que dejara la cumbia, cuando me vieron convertido en garabato lo celebraron de una forma que
jamás olvidaré. Uno a uno pusieron botones de sus grupos sobre mi capa; era como una forma de decir, “que la cumbia que vive dentro de ti, te acompañe siempre, así sea como garabato”. En un parpadeo tenía botones y otros elementos ofrecidos por la cumbiamba El Gallo Giro, La Revoltosa, Del Carajo, El Gran Carajo, La Gigantona, El Cumbión de Oro, El Golpe Currambero y La Arenosa. El espíritu de la cumbia me siguió todo el tiempo. Hoy día asesoro grupos folclóricos, especialmente cumbiambas, trabajo con ellas con el fin de que encuentren sus fortalezas y crezcan año tras año. Mi meta es que mantengan la esencia de la cumbia y la proyecten hacia el futuro. Mis estudios en gestión cultural me ha dado herramientas para tejer un futuro entregado de lleno a este mundo, pues soy de los que piensa que la danza y la cultura son bases importantes de nuestra identidad como caribeños. Por fuera del carnaval ocupo parte de mis días como avaluador de bienes inmuebles y auditor en Jave Licores S. A., empresa que fabrica y distribuye ron blanco y demás productos de la desaparecida Fábrica de Licores del Atlántico.
La cumbia y el garabato son mis danzas madre, forman parte de lo que soy y seré dentro y fuera del carnaval.
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Soy Rubiel Badillo artista del carnaval Diseñador y constructor de carrozas
Aquí estoy a los pies de mi carroza Raíces Congolesas, ganadora del
Soy artista plástico y como tal me he vinculado al carnaval, aunque bailo cumbia desde que me conozco. Soy padre de una hermosa princesa llamada Carolina, quien es portadora de genes artísticos: baila, canta y dibuja de lo lindo. Empecé elaborando tocados, disfraces individuales y colectivos y otros pedidos especiales destinados a comparsas que me encargaban amigos del medio cultural y artístico. Como me iba bien y mi trabajo era valorado, me presenté a Carnaval S.A. para diseñar y construir tráileres musicales. De eso hace cuatro años. Mi primera carroza fue un homenaje a Joe Arroyo, un año después de su fallecimiento. Me siento muy afortunado de haber tenido la oportunidad de hacerlo siendo él uno de los máximos exponentes de nuestra música del Caribe. Alguna vez le oí decir en una entrevista que en un sueño se vio como un príncipe africano, así que concebí la carroza inspirado en ello, y el tráiler musical, hecho por el equipo creativo de Carnaval S. A., tuvo como base mi diseño. Desde entonces he construido de a dos carrozas por carnaval, sobre todo de carácter monumental, y decoraciones de gran formato para estas fiestas, lo que le ha abierto las puertas a mi empresa, que lleva mi nombre, para hacerle trabajos de este tipo a varios almacenes, así como para diseñar y construir carrozas de ferias y fiestas en otros lugares del país y encargarme de escenografías y decoraciones de gran formato.
segundo puesto en 2015.
Técnica de corte en diagonal en icopor. Una sola pieza se convierte en varias capas para dar el volumen deseado.
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Este es mi equipo de trabajo, jóvenes aprendices de mi labor en el municipio de donde somos oriundos, Gapala.
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Soy
Soley Del Castillo Robles
artista del carnaval
Directora de Del Carajo y de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico –Fayfa—
Desde muy niña en la ciudad de Santa Marta viví de cerca el festejo del Carnaval de Barranquilla. Mi tía Neovis fue reina de un carnaval en los años cincuenta, cuando tenía 14 años, y este era tema de veladas familiares en las que se recordaban paso a paso los distintos momentos de una vivencia hermosa, el lindo trono dorado al que se llegaba por alfombra roja, su cetro y corona, y luego la gran fiesta del barrio, donde se juntaron directivos de la ciudad y el pueblo en un goce inolvidable. Recuerdo también los lunes de carnaval cuando mis padres hacían en nuestra casa del barrio Municipal la fiesta que llamaban “canitas” en razón a que asistían muchas personas mayores. Yo tendría unos siete años. Con palmeras hacían el encierro y disponían unos tanques con hielo donde se enfriaba la muy conocida cerveza Águila. Esa era la manera de celebrar el carnaval en Santa Marta, con bailes en los barrios. Para festividades en grande nos desplazábamos a Barranquilla donde no nos perdíamos por nada del mundo una Batalla de Flores. Barranquilla linda, ciudad que me acogiste a los 17 años cuando vine a estudiar Psicología. Aquí conocí a mi esposo, Leisle Guzmán Pernett, barranquillero de pura cepa que vivía en el Barrio Abajo, barrio con tradición carnavalera. Era estudiante como yo y pertenecía a la famosa cumbiamba “Agua Pa’mí” que dirigía la señora Paulina Bilbao; él era subcapitán. Su obsesión fue siempre el desarrollo de una cultura carnavalera muy ciudadana, que lo llevó a idear e impulsar el Carnaval de la 84. Sus pasiones eran las mías y siempre caminamos juntos. Tenemos tres hijos: Leisle Jr., Harold y Katherine,
Vibro con el sonar de una flauta de millo, pero también sufro el carnaval cuando veo que nuestra fiesta carnestoléndica está en peligro y que los artistas no son respetados. quienes se engendraron, nacieron y crecieron rodeados de cumbia; la aman, y vincularon a sus parejas, de manera que todos los carnavales salimos juntos. En 2000 Leisle tuvo que trasladarse a los Estados Unidos en busca de mejoramiento económico para nuestra propia familia y en ese momento yo empuñé las dos banderas asumiendo la dirección de la cumbiamba “Del Carajo” y de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico Fayfa, que organiza el Carnaval de la 84. Esta es una labor que hago en las noches y los fines de semana ya que trabajo como psicóloga en la Universidad del Norte hace 25 años. A mucho honor puedo decir que soy cumbiambera, vibro con el sonar de una flauta de millo, pero también sufro el carnaval cuando veo que nuestra fiesta carnestoléndica está en peligro y que los artistas no son respetados. Soy una convencida de la importancia de trabajar por el desarrollo humano propio y de mis compañeros, de allí que forme parte de varias organizaciones donde pongo al servicios de todos mis conocimientos sobre cultura, desarrollo social y psicología. Participo en Corcarnaval, organización que se preocupa por conocer, caracterizar y buscar el mejoramiento de la calidad de vida de los artistas del carnaval a partir de la investigación y el conocimien-
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to científico, y usar la pedagogía como herramienta de crecimiento permanente. Fundecumbias, es otro de mis grandes amores, allí nos preocupamos por defender y preservar nuestro patrimonio cultural, su majestad la cumbia. Junto con Gabriel Marriaga Tejada, cumbiambero mayor, hemos organizado muchos eventos alrededor del monumento a la cumbia en Siete Bocas, en el barrio Recreo, donde expresamos a nombre de la cumbia reconocimientos en vida a nuestros baluartes de la tradición y estimulamos a los intérpretes y a los bailadores con el apoyo de la Secretaría de Cultura Patrimonio y Turismo de Barranquilla. También me siento muy orgullosa de poder trabajar por la defensa de los artistas del Carnaval de Barranquilla desde la directiva de nuestra organización de organizaciones llamada Unicarval, y ahora en la Corporación Nuestro Carnaval, Patrimonio Cultural, Orgullo de Barranquilla.
Le doy gracias a Dios y a la vida por permitirme hacer lo que siempre deseé. ¡Oh, mi lindo carnaval, cómo te quiero!
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Soy
Ubaldo Mendoza artista del carnaval
Director de La Revoltosa Rey Momo 2004
Mi mayor satisfacción fue ser escogido como el rey Momo del Carnaval de Barranquilla en 2004 cuando este fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco.
Soy sastre desde 1956, esa es mi principal ocupación, aunque también trabajo como gestor cultural, pintor, escultor, hago talla en madera, soy melómano y colecciono música de todo género (clásica, popular, folclórica, etc.). Como director de La Revoltosa desde 1969 he recibido muchas satisfacciones y reconocimientos, entre otros varios congos de oro, pero la mayor satisfacción fue ser escogido como el rey Momo del Carnaval de Barranquilla en 2004 cuando este fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Era la primera vez que este evento se proyectaba a colegios, universidades, asilos, cárceles, etc. Tuve la idea de llegar a esos espacios y hablar del carnaval. Tengo muchas placas otorgadas por estas instituciones. Gocé por tener la oportunidad de difundir lo que yo sentía. La gente me recibía con mucho cariño y conocí personas de todos los estamentos sociales, de las cuales recibí muestras de aprecio y nunca he olvidado lo vivido. Mostrar en Europa nuestro Carnaval fue motivo de gran orgullo. En París bailé en el escenario de la Unesco y en Berlín en la Casa de las Culturas del Mundo. Allí me entregaron una gran medalla. También estuvimos en Madrid, en Sevilla y en Venezuela. Nunca soñé que llevaría mi baile a semejantes lugares. Esto me dio mucha más claridad acerca del valor cultural de nuestra fiesta, es de reconocimiento universal, lo que me obliga a trabajar por la defensa de nuestra identidad cultural, y por la salvaguarda de nuestros ritos ancestrales. Así como he recibido satisfacciones en estas lides, también he soportado momentos aciagos: la
desaparición de algunos miembros del grupo me ha causado pesar; a algunos incluso me ha tocado sepultarlos en días previos al carnaval. En año y medio me tocó sufrir la pérdida de mi madre, Magdalena Reales, de 102 años; de mi hermano menor, Enrique; de mi hermano mayor, Efrén; de mi sobrino Ómar Sandoval Mendoza, y de mi esposa Virginia Niebles, compañera de toda una vida y persona importante en la cumbiamba, pues era la encargada de todo lo que se necesitara en los desfiles. Pero el carnaval se debe a los artistas y no podemos parar, es la única oportunidad que tiene el pueblo de mantener vivas sus raíces, así que pase lo que pase trabajo sin descanso por la salvaguarda de nuestra identidad cultural, no solo de la cumbia, sino también de las demás expresiones que sobreviven en el Carnaval de Barranquilla. De allí que haya creado y dirigido Líderes de la Tradición, soy fundador de AGFA con otras personas, y director de la Casa de la Cultura de Sabanilla. Tengo once hijos. Todos han sido bailadores de La Revoltosa.
El valor cultural de nuestra fiesta es de reconocimiento universal, lo que me obliga a trabajar por la defensa de nuestra identidad cultural, y por la salvaguarda de nuestros ritos ancestrales.
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Mi vida está irradiada de muchas vivencias. Mi abuelo paterno fue mi maestro, él me enseñó a vivir el carnaval; participé y gocé con él estas enseñanzas. Mi corazón se llena de alegría y nostalgia con el recuerdo de esos tiempos cuando empecé a ser partícipe de danzas, bailes y grupos. Hoy y toda la vida he vivido el carnaval y formo parte de él. Pertenezco a danzas y a escuelas de danza a las que aporto mi granito de arena de lo que he vivido. ¡Me siento orgullosa de ser de esta tierra caliente donde se vive, se siente y se goza el carnaval! Me encanta el carnaval. Siempre digo, es la mejor época del año. Tengo una maravillosa familia conformada por mi esposo y dos hermosas hijas, Luisa Fernanda y Natalia. Soy artesana, me encanta pintar, hacer tocados y bisutería, pero lo que me identifica es mi alegría, el entusiasmo de hacer realidad todo lo que me propongo. Brindo mi amistad incondicionalmente. Soy responsable y me gusta enseñar, valoro el trabajo de todos los que me rodean. Todos los días le doy gracias a Dios por ser la persona que soy.
de
Vicepresidenta de la Fundación Cultural Danzas Tradicionales Diablos Arlequienes de Sabanalarga Fotógrafa
Vivo agradecida con los
Los Diablos
diferentes talleres en
Arlequines de
los que me identifico
Sabanalarga, una
como fotógrafa, que
danza tradicional
es una de mis labores
inmortalizada en un
actualmente.
cuadro que pinté.
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Vitalia Díaz artista del carnaval
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ciudad SOMOS carnaval
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Soley Del Castillo R. Carmen Meléndez Rafael Morales
Dicen que muchas manifestaciones del Carnaval de Barranquilla llegaron por el río de Magdalena.
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uenan los tambores, los pitos, las gaitas. Los grupos de danzas y comparsas se toman las calles para hacer sus ensayos. Toda Barranquilla se decora por fuera y por dentro. Las familias disponen el alma para vivir el carnaval y cada quien empieza a pensar cuáles serán sus atuendos. El comercio, formal e informal, ofrece todo para esos días. Vestimos nuestros cuerpo, como también nuestras casas, las calles, los carros. La cotidianidad se transforma. Se desborda la alegría. Nos sacudimos la tristeza. En este ambiente no hay distingo social, no importa de qué raza se es, el color de la piel, la herencia o la religión. Todo habita, todo convive. Nuestro carnaval es diverso, colorido, multicultural. Hablar de Barranquilla y del carnaval es transportarse a muchos de los escenarios y senderos transitados por Gabriel García Márquez y que alimentaron la construcción del universo macondiano. Es Barranquilla una ciudad feliz, de alegría desbordante, cálida, acogedora, de barrios tradicionales producto de la llegada de gentes de diferentes partes del mundo, que trajeron con ellas sus costumbres y tradiciones. Y son esas costumbres las que hoy permiten a propios y extraños el disfrute sin igual de un escenario donde es posible el encuentro entre añoranzas de distintos lugares del Caribe colombiano. Esa multiculturalidad, representada en manifestaciones tradicionales con carácter folclórico, y
Así se lo imaginó Fernando Ferrer.
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con ellas otras expresiones artísticas contemporáneas, producto de la globalización, acuñadas en la conciencia de sus participantes, llámense artistas o espectadores, impregnan todo de goce y alegría. Estas nuevas tendencias hacen vibrar los colores de ese arcoíris llamado Carnaval en Barranquilla. Con el correr de los años el carnaval se ha constituido en un escenario antropológico en permanente movimiento y transformación en el que a la vez que expresamos nuestro ser cultural, recreamos y actualizamos la tradición.
Ese gran público acude a pesar del calor sofocante a las calles para apreciar la puesta en escena de las danzas tradicionales, de las comparsas con elementos tradicionales y de fantasía, así como a disfrutar con los versos picarescos de los letanieros y los disfraces individuales y colectivos, que son la esencia del carnaval. Es este público el que en su goce se involucra de tal forma en los eventos que termina siendo parte de estos.
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El carnaval de todos Hno. Yamil Paniagua Rector del Instituto La Salle
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l Carnaval de Barranquilla es una clara manifestación de lo que significa vivir en armonía y compartir con el otro todo lo que somos y tenemos como seres humanos; es una demostración de que sí es posible construir espacios donde lo esencial es hacer sentir a la otra persona importante y que vale. En Barranquilla la alegría no es retórica, es la razón de ser de sus habitantes, es lo que nos da sentido, lo que nos identifica. El carnaval no es solamente del barranquillero, es la oportunidad de integrar toda una región, es sentirse parte
El Carnaval de Barranquilla es pluricultural, diverso y rico. Es la oportunidad para reconocer al otro como diferente y convivir y compartir sin hacerse daño.
importante de la ciudad y darse a conocer en todo el país y en el mundo con algo autóctono, original y que lo diferencia de todos los demás. El Carnaval de Barranquilla es una de las riquezas que tiene Colombia para el mundo. Es una fiesta de cumbias, porros, mapalés, gaitas, chandés, puyas, fandangos y fantásticos merecumbés, sones y danzones. Una fiesta que recoge tradiciones basadas en la creatividad de nuestros pueblos expresada en la danza, en la música, en las artesanías, en los disfraces y en las formas de festejar. El Carnaval de Barranquilla es único por su diversidad y porque en él todos somos protagonistas. Cada danza, cada grupo folclórico, cada disfraz participa para hacer de la fiesta el mejor espectáculo del mundo, pero no solo para mostrarlo, sino, y muy especialmente, para gozarlo. El Carnaval de Barranquilla es indígena, blanco y negro. Pero también es mulato, zambo, mestizo. Sus danzas y expresiones, así como su música, recogen el sentir de todos los pueblos del Caribe colombiano. Es la confluencia de corrientes llegadas por el Magdalena, o por el inmenso mar Caribe; bajadas de la sierra, o provenientes de la sabana. Su diversidad lo hace mágico, inigualable e insuperable. Es propiedad de todos y se manifiesta en un modo de ser y de sentir diferente. En los tiempos del carnaval todo cambia en la ciudad, no se sabe si la verdad es mentira o la mentira verdad, surgen monstruos del mar, de la tierra y de las galaxias creados en la cabeza de los protagonista de la fiesta, que se juntan con los tradicionales toritos de las máscaras de madera, las
antiguas danzas de los congos, con los bailadores de cumbia y los soldados del siglo XVIII de las danzas del paloteo, como muestra de lo real y maravilloso del carnaval. Esta es una de las experiencias colectivas más significativas de la cuidad y del país, las calles se convierten en un espacio para el derroche creativo y son escenario lúdico y festivo de participación, en el que al igual que en las danzas africanas e indígenas, matriz de las danzas mestizas, el espectador se convierte en bailarín de la fiesta. El carnaval cala en el corazón de cada barranquillero y permanece en el tiempo hasta las nuevas fiestas. En él se logra entender a cabalidad eso de “quien lo vive es quien lo goza”. Definitivamente esto lo puede decir quien lo ha vivido a plenitud, no es de anécdota, de escritos, de palabras, es una experiencia que de alguna manera nos transporta a una de las dimensiones del ser humano: la felicidad, por esta razón digo que nos transporta a una dimensión trascendente. Los niños y los jóvenes son la garantía que tiene Barranquilla para que el carnaval permanezca como manifestación de lo más íntimo y puro de su gente. Cuando un niño o un joven oye un tambor todo se trasforma a su alrededor, deja atrás los odios, las rencillas las enemistades y da paso a la fraternidad y a la pasividad de vivir en un mundo de amabilidad y de respeto. El Carnaval de Barranquilla es pluricultural, diverso y rico. Es la oportunidad para reconocer al otro como diferente y convivir y compartir sin hacerse daño.
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Sin música no hay carnaval Rafael Fito Sánchez Llano Giovanni Fontalvo Lisandro Polo
Grupo Basán Tambó
¿
Sería posible un carnaval sin música? Sin lugar a dudas que no. Al sonar los instrumentos de las agrupaciones en vivo o los amplificadores de sonido que invaden la ciudad en estas fechas, todos vibramos y empezamos a bailar, a saltar, a gozar. La música del campo con referencias vitales a nuestra gente caribe, espontánea, pacífica, llega a la ciudad para convertirse en el alma de nuestro carnaval y alegrar los corazones de propios y foráneos, generando catarsis emocionales que se revientan en los desbordes de alegría durante las carnestolendas. El Caribe colombiano cuenta con una gran diversidad musical; existen más de doscientas posibilidades de interpretación entre los ritmos y sus variantes. Algunos de los más difundidos son la cumbia, la puya, el garabato, el mapalé, el fandango, la música de congo y el merecumbé. Todo ello ha hecho que desde siempre se den en la ciudad una gran cantidad de eventos, además de los tradicionales desfiles de la Vía 40 o de la 17 o de Suroccidente, que ponen de presente toda esa riqueza cultural. Incluso días antes del inicio del carnaval música de todo tipo se oye por doquier. Y es que sin música no hay carnaval. Aunque es indiscutible que el progreso trae consigo ciertos riesgos, entre ellos el desplazamiento silencioso de nuestras costumbres y la pérdida paulatina de la identidad cultural, en buena hora la Administración distrital, instituciones educativas públicas y privadas, escuelas de arte y personas naturales nos hemos puesto en la tarea de buscar
Grupo aire caliente
herramientas a través de componentes académicos para mantenerla, así como para disfrutar, y proyectar nuestras músicas tradicionales, y los músicos de esta región estamos comprometidos a salvaguardarlas como una de las mayores expresiones del Carnaval de Barranquilla.
Para quienes tenemos amor por la tradición, las ruedas de cumbia son el desahogo, el escenario donde canalizar esa necesidad imperiosa de tocar y bailar cumbia. Ellas mantienen la vigencia del ritmo y de los músicos, son también el trampolín para muchos que pueden mostrar sus habilidades, sus condiciones al interpretar.
Las ruedas de cumbia En esencia existen las ruedas de cumbia porque la cumbia siempre se baila en círculo, alrededor de una fogata, alrededor del grupo musical; de allí, de la forma de bailar cumbia, surge el nombre ruedas de cumbia que en tiempos de carnaval, aunque no exclusivamente, se arman en algún lugar de la ciudad o de nuestros pueblos caribeños y nos recuerdan la tradición, a la vez que constituyen lugares de esparcimiento para todos.
El caribe colombiano cuenta con una gran diversidad musical; existen más de doscientas posibilidades de interpretación entre los ritmos y sus variantes.
La Rueda de Tambó La iniciativa de hacer un evento previo al Carnaval de Barranquilla que acogiera a quienes llegan a la ciudad en los días antes y en el que la cumbia fuera el elemento principal fue de Lisandro Polo y del Grupo Tambó. La Rueda de Tambó ha ocupado un lugar muy grande en el Carnaval de Barranquilla, ya la Plaza de la Paz se le queda pequeña.
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Combo, entonces tenías que ir cambiando si las querías ver a todas. Esa es la característica del Festival de Orquestas. Incluso anteriormente existía una ley que grupo de afuera que venía de otro país tenía que tocar en el Festival de Orquestas. Ahora el impacto es más comercial, las cadenas radiales y de televisión se han vuelto asesoras de los festivales de orquestas, el interés es meter al artista que ellos están impulsando porque eso es como un trampolín, es una vitrina, tú vas a salir ahí y si te ganas el Congo te ganaste un premio en Barranquilla que es importantísimo, uno de los mejores carnavales de Sudamérica, pero nosotros como músicos que estamos ahí en el día a día sabemos que ha perdido interés.
Noche de Río
Grupo Tambó
Un evento que no excluyera a nadie era lo que se quería y así ha sido. A la Rueda de Tambó llega todo el mundo a bailar cumbia, a bailar gratis, las mujeres no tienen que llevar sino la pollera y los hombres el sombrero vueltiao y las ganas de bailar. Allá llega el que quiera. En ella baila el que tenga plata y el que no la tenga, el intelectual, el banal, el marihuanero, el barranquillero y el extranjero. Al inicio, se armó una cumbia gigante alrededor del Grupo Tambó y otros grupos musicales locales; después se empezaron a traer invitados que habían obtenido un reconocimiento durante el año, pero la verdad es que en la Rueda de Tambó toca el músico que quiera tocar.
El Festival de Orquestas Anteriormente el Congo de Oro ganado en este festival tenía una connotación muy, muy, muy
grande, era como decir un Grammy, pero ya ha perdido un poco ese valor. En los años ochenta participaban todas las orquestas nacionales e internacionales de renombre y el festival duraba dos días: el lunes eran las orquestas y el martes los vallenatos. Al principio nada más era un día porque en Barranquilla no se oía vallenato, pero este llegó después y por eso se amplió. Cuco Valoy, Pastor López, Rufo Garrido, Los Hermanos Martelo, Los Billos Caracas Boys, Alfredo Gutiérrez, Juan Piña, estuvieron en el Festival de Orquestas. Después fue la época de Joe Arroyo, Juan Carlos Coronel y Adolfo Echavarría. El lunes de carnaval se esperaba ansiosamente pues allá se podrían ver a todos los duros juntos, porque de lo contrario si uno quería ir a ver a Cuco Valoy tenía que ir a tal caseta, pero en otra estaba Wilfrido, por poner un ejemplo, y en otra el Gran
La Noche de Río nació en 2004 de la necesidad de involucrar a grupos ribereños y rianos en el carnaval. Este evento tiene lugar días antes del inicio del carnaval y no es propiamente parte de él, pero es una manera de hacer ver a estos grupos. Es organizada por el Parque Cultural y lo principal son los aires cantados, que son géneros musicales en los que el instrumento principal es la voz, entre ellos está el bullerengue, la tambora, el sexteto, las chalupas y el son de negro. Carlos Franco tuvo mucho que ver con la presencia de los bailes cantados aquí en Barranquilla, así como la Universidad del Atlántico y Carmen Meléndez con Palma Africana. Gracias a ellos se ha venido dando a conocer más y más la música del interior del Caribe. Aquí antes, cuando iban a montar una danza de bullerengue, ponían “Josefa Matías”, que no es un bullerengue. En la Noche de Río no solo se presentan artistas nacionales o regionales, sino que se traen artistas internacionales, y aparte de la música tradicional, allí hay fusión, hay jazz, traen grupos de rock de otros países. Este es un espacio que se está
abriendo a otros géneros porque entre el público hay diversidad de gustos. La Noche de Río es un evento gratuito y con mucha variedad.
La Carnavalada La Carnavalada también es un espacio con mucha variedad. En ella se encuentran obras de teatro, espacios dedicados a la literatura, la poesía y la música. Vienen agrupaciones de otros municipios con música tradicional, orquestas o fusiones, pero el énfasis está en el teatro. La Carnavalada toma lugar los cuatro días del carnaval, antes era solo dos días. Los organizadores son los hermanos Marta y Darío Moreu. Al inicio, ellos tenían una proyección hacia el teatro y traían compañías de otras ciudades, incluso de otros países, para que el público tuviese la oportunidad de ver teatro. ¿Qué pasó? Fue ganando interés y público y quisieron mostrar variedad, entonces empezaron a traer grupos musicales como gancho para que la gente también pudiera tener un espacio de expresión musical en el evento, y esto fue creciendo tanto, que comenzaron a darse cuenta de que necesitaban volverlo un evento mixto, que
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tuviera la parte teatral, pero también las expresiones musicales y comenzaron a invitar inclusive orquestas. Por ejemplo, el lunes hay rueda de fandango, y antes era un día o dos, ahora son los cuatro días de carnaval.
Festival de Músicas Tradicionales A diferencia del Festival de Orquestas, el Festival de Músicas Tradicionales es mucho más abierto e incluyente. La gracia es que en él se presentan grupos que se han formado en escuelas y que no tienen la capacidad de competir o de hacerse notar. Como el Festival de Orquestas es el famoso, la gente muchas veces no tiene cabida allí, así que el Festival de Músicas Tradicionales se creó para darles voz a esas personas que interpretan música tradicional. Este evento es gratuito, tiene lugar entre la calle 70 y la 72 en la Prorrovía. Es un festival con énfasis en los jóvenes. Empezó como un concurso, pero hace dos años se cambió y ahora es un espacio solo para tocar y participan los grupos invitados. La desventaja de este tipo de funcionamiento es que
cada vez se va volviendo más selectivo, entonces menos agrupaciones nuevas tienen la capacidad de hacerse notar.
Las verbenas Las verbenas son pequeñas fiestas que realizan los barrios en época de carnaval. Se cierran las calles y quien quiere entrar tiene que comprar una boleta. Hace unos años, era característico de las verbenas el pick-up, lo raro era la música en vivo. Se desocupaba toda la casa y en los cuartos ponían la regadera (el monitor) y unos parlanticos. Había varios escenarios: la calle, pero también los cuartos, unos más alumbrados y otros oscuritos. Cuando uno sacaba la pela a bailar se iba para el cuarto oscuro y le decía, vamos a bailar aquí. El que no tenía para pagar una orquesta en vivo iba al pick-up, que eran los de barrio. Cuando la Batalla de Flores y la Gran Parada terminaban en el Paseo Bolívar, allí estaban instalados en unas carpas, algunos eran medianos, porque tienen su tamaño y cada carpa tenía cierta medida y vendían cerveza,
La rutina de un músico licor y la gente iba allá a bailar, era hasta familiar. La competencia entre los pick-up era el que trajera la mejor canción extranjera, por lo general de Francia, de Inglaterra y de África. Ver bajar ese aparato era un espectáculo. Eran muy grandes, todo un camión.
Las casetas Estos eran espacios acondicionados en un patio; una primera forma de los salones de eventos de hoy. Entre las primeras casetas están Mi Kioskito y el Hotel del Prado. Mi Kioskito era, como por utilizar el término, para la gente del sur y el Hotel del Prado para gente del norte, y traían grupos en vivo, después fueron saliendo casetas como La Saporrita, La Tremenda y Pleno Sol. La Piragua, ahí en la 59 con 43, quizá fue la primera donde vinieron Ricardo Rey y Bobbi Cruz, y también hubo La Torta y Los Cuatro Duros, La Fogata, Machetero, Te Espero Entre Palmeras y La Pantera Rosa. En las casetas nunca hubo pick-up, siempre era música en vivo.
Uno se levanta a las siete el sábado de carnaval, entonces si trabaja en música tradicional, en música folclórica, se alista para la Batalla de Flores. Si está tocando para una comparsa, para una cumbiamba eso es desde temprano. Te citan a las nueve de la mañana en la sede de la organización en la que vas a tocar pa’ esperar el turno, si es bueno, salís por ahí a las tres de la tarde, si te toca en lo último salís por ahí a las seis, pero estás todo el tiempo en función del desfile de ese día, después de eso tienes contrataciones en fiestas privadas, sigue la rutina, te cambias nada más de ropa y dele, te acuestas tipo cuatro de la mañana para levantarte otra vez a las siete para la Gran Parada.
Músicos en carnaval Anteriormente los músicos tenían más trabajo en los días de carnaval, porque eran muy pocos los grupos que había en Barranquilla, por lo tanto la demanda era mayor, no había tanta competencia. Para conseguir un millero había que ir a Soledad porque en Soledad siempre ha habido ejecutantes de flauta de millo. Ahora hay dos mil quinientos milleros.
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El carnaval comienza por casa Alcides Romero ¡La importancia del carnaval Para el pueblo barranquillero. Qué lindo seria rescatar Aquellos salones burreros! **** ¡El carnaval va tan rápido Con ese gran jolgorio Y a su vez va cambiando A causa del desarrollo! Calancho
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efinitivamente Barranquilla, y en especial su gente, contiene el ingrediente único para mostrarse y decirle al mundo que no tenemos igual; ¿o acaso hay otra ciudad que tenga la magia y el encanto que ofrecemos los barranquilleros? Ver durante el pre– y el carnaval disfraces, danzas, desfiles, bailes tradicionales, casas decoradas, locales comerciales, edificios, hoteles, parques, calles, avenidas y hasta vehículos con figuras carnavaleras son escenas propias de una ciudad caribe como la nuestra. Definitivamente el barranquillero a todo le pone el toque perfecto, solo bastó que a alguien se le ocurriera decir, vamos a quitar los trineos, Papá Noel, guirnaldas, pesebres y a poner marimondas, congos, monocucos y cumbiamberos para recibir el nuevo año y mantener así el ambiente festivo en la ciudad para que la idea fuera acogida de inmediato con gran entusiasmo y espontaneidad por nuestra gente currambera. Hoy no es extraño ver niños, padres y abuelos trabajar en la sala, el patio o la terraza de sus casas creando sus propias figuras de carnaval, hechas en icopor, tela, madera, cartulina, etc. Definitivamente, esto es una locura colectiva.
Cuando se me ocurrió presentar esta iniciativa cultural en la ciudad, por allá en el año 2000, pensé en una simple actividad orientada a poner en las ventanas y puertas de las casas pequeñas figuras que rindieran homenaje y tributo a nuestras más representativas insignias del carnaval barranquillero, pero debo reconocer que me quedé corto ante la extraordinaria imaginación que caracteriza a nuestra gente, pues hoy vemos grandes figuras y adornos que ambientan los frentes de las residencias, hoteles, centros comerciales, parques y hasta vehículos, y toda una verdadera obra de arte que contagia no solo a propios sino a turistas que se dan cita para participar de la magia y el encanto de nuestra diversidad cultural. Al observar las fachadas con pequeñas y grandes figuras de carnaval, el espíritu carnavalero se siente con mayor fuerza vinculante en la ciudad y esto por supuesto involucra a todo el mundo, hasta el punto de que artesanos y trabajadores de artes plásticas ofrecen su maravilloso trabajo para ser exhibido en cualquier lugar que escojamos. Nuestra ciudad es hoy por hoy como esos teatros donde se cambia de un momento a otro de escenografía, es decir, se abre el telón y vemos una cosa, se cierra y se vuelve a abrir y aparece otra. Y claro, esto es posible gracias a la perfecta condición y privilegio que tenemos los barranquilleros como es la de despedir el año con el ambiente festivo navideño y recibir el nuevo con el retumbar de tambores que anuncian la llegada del carnaval. ¡Qué cosa más maravillosa!
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Todos hacemos el carnaval Soley Del Castillo R. Carmen Meléndez
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l Carnaval de Barranquilla no son solo los cuatro días centrales, hay eventos numerosos y variados en calles y avenidas, organizados la mayor parte de las veces por asociaciones y fundaciones de artistas del carnaval, cuya gran misión es “mostrar y trabajar por perpetuar la esencia festiva que se trasmite de generación en generación y con esto salvaguardar nuestra tradición cultural”. Estas organizaciones han nacido por la necesidad de los artistas y las comunidades, de incidir protagónicamente en el desarrollo de la fiesta popular por considerarse el ADN del carnaval, y a partir de sus saberes se unen para alcanzar el pleno goce, el disfrute de la fiesta y la sienten tan propia como el río Magdalena y el mar Caribe. Existen organizaciones que enfatizan sus esfuerzos en los desfiles, en lo pedagógico, en las artesanías o en la investigación y de esa forma contribuyen a engrandecer la fiesta tradicional y popular más grande de la región Caribe colombiana. La Alcaldía Distrital de Barranquilla por medio de su Secretaría de Cultura Patrimonio y Turismo convoca a estas organizaciones a que participen anualmente en la bolsa concertada de estímulos a partir de proyectos para desarrollar iniciativas ciudadanas en pro de la cultura. He aquí nuestro reconocimiento a estas organizaciones.
preparación para el desfile de suroccidente
• Asociación de grupos folclóricos del departamento del Atlántico —AGFA— • Asociación Cultural Ay Macondo • Asociación de Artesanos del Carnaval Ponte la Máscara • Asociación de Artistas del Caribe —ARCA— • Asociación de Grupos Letanieros del Carnaval de Barranquilla —Asoglecab— • Asociación de Músicos de Bandas del Atlántico —Asomuba— • Asociación de Músicos del Atlántico —Asomuatlan— • Asociación Movimiento Cívico Todos por Barranquilla • Corporación Autónoma del Carnaval Gay de Barranquilla y del Atlántico —Corpogay— • Corporación del Carnaval Tradicional —Corpotradición— • Corporación Folclórica de Actores del Carnaval —Corcarnaval— • Corporación para la Salvaguarda de Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval de Barranquilla —Folkcarnaval— • Corporación Unidos por el Carnaval —Unicarnaval—
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Fundación Carnaval Comunitario del Atlántico —Funcarcat— Fundación Carnaval del Suroccidente Fundación de Arte y Folclor del Atlántico —Fayfa— Fundación de Cumbias del Atlántico —Fundecumbias— Fundación de Danza de Congos y Paloteos del Atlántico —Fundecopas— Fundación de Disfraces del Carnaval —Fundicarnaval— Fundación de Disfraces del Carnaval de Barranquilla —Fundicaba— Fundación de Líderes de Tradición del Carnaval de Barranquilla —Tradicarnaval— Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla —Funfocab— Fundación para la Investigación y el Desarrollo de la Educación Especial —Fides— Fundación Tambó Rumberos en Carnaval —Rumacar—
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Carnaval de antaño Orlando Barrios Mendoza
Rebolo siempre presente
Lolita Obregón Benjumea
con su folclor excelente.
también ganó esa pelea.
Hablemos del 20 de enero, día de fiesta patronal, pero para los barranquilleros comenzaba el carnaval en mi linda Barranquilla
Pa’ las reinas populares ese fue su año afortunado, las escogieron a los azares en ese carnaval organizado. De Rebolo, Las Nieves, San Roque,
Hagamos un lindo recuento
Con carroza qué desfile bello
La primera orquesta extranjera,
de los carnavales de antaño
terminando en el camellón Abello.
que vino a Barranquilla,
con su bando de maravilla.
fue Panamá Jazz carnavalera
También apareció Joselito
pa’ inaugurar en forma sencilla,
como el símbolo del carnaval,
el majestuoso club A. B. C.,
su nombre suena muy bonito
que no lo pudimos conocé, 1921.
en nuestra fiesta tradicional.
Los salones burreros
Con tronco de borrachera
fueron cambiados por corralejas,
a nivel carnavalera,
donde entregaban a los forasteros
murió un martes de carnaval
pagando su entrada por pareja.
borracho y lleno de alegría,
En 1959
y nuevamente se elegía
En otros bailes se gozaba:
y resucita en su fiesta anual
el Congo de Oro fue creado,
reina por voto popular.
La Quinta, El Carioca y Granada, 1929.
pa’ acompañarnos los cuatro días
para el grupo que se mueve
pa’ que la reina y viudas lloren
con su baile bien organizado.
pa’ que lo leas muy contento en el famoso libro del año.
En el año 1918 se restauró la monarquía
Con Daniela a la cabeza
por primera vez con sancocho
esta historia sí pesa.
se eligió reina de la fiesta mía.
Recordando el siglo XX
Alicia Lafaurie se llamó
hoy en letanías se escribe,
y el pueblo la aclamó,
en cumbia bailaba la gente
se consagró la soberanía
en los clubes A. B. C. y Caribe.
pa’ que el pueblo pudiera gozar,
Muchas familias en masa celebraban en casa. La primera presidenta fue Julia Pochet de Obregón,
Por votación ganó la pelea,
En las décadas de los treinta
esa fue Toñita Vengoechea, 1923.
no había desfiles ni Gran Parada,
en su sepelio con honores. En la Calle de las Vacas
Bailó con las danzas
y la gente quedaba contenta
Congo Grande y El Torito.
con los disfraces que admiraba.
Con tremenda confianza
De Rebolo sobresalía
A finales del siglo pasado
lo hizo con el paloteo y sus palitos.
Enrique Salcedo y compañía.
con la coronación del rey Momo.
por una mujer fue reemplazado, 1899.
Cumbiambas y Toro Grande
Con el correr de los años
Un artesano con manto de fique
reemplazando costumbres incorrectas de coronar un rey faltón.
En el año de 1900
tenían el mande que mande.
el pueblo celebraba con alegría,
llegó la Guerra de los Mil Días,
con disfraz de todo tamaño
no hubo disfraces incompletos
y de paso salen las letanías.
ni tampoco letanías.
Ánimas Negras de Rebolo
su nombre suena con buen tono, por su plaza de armas se destaca
y flores de papel sin repiques, luciendo sus jerarquías por las calles de la arenosa,
Lucero, San Felipe, San Isidro, Centro Rosario y Barrio Abajo, 1942. La fiesta sigue creciendo de una forma triunfal, hasta que la fueron reconociendo con el reinado internacional. En 1956 Carmiña Moreno fue la ley.
Cumbiamba, disfraces y comparsas paloteo, letanías y danzas. Continuaban los grupos en la parranda más cotizada, con desfiles llevando el bulto hasta que llegó la Gran Parada. Famoso nombre sin pelea que se lo dio Pedro Vengoechea, 1967.
collar de huevo de iguana lucía
Para todos los presentes
saliendo con el primer bolo.
con su apellido De La Rosa.
esa fiesta es tradicional,
Por corona una lata cualquiera
ya estaba Junta Permanente
El famoso José Dolores
de cetro una cañandonga ronera.
después Corporación del Carnaval.
como pregonero fue primero,
Muchos años se disfrazó
haciendo versos de mil colores
como rey o dios Momo,
pal’ carnaval barranquillero.
y después desapareció
Los pregonaba con swing
como cualquier colono.
Para hacer estas letanías
Lo rescató sin mucho afán,
me costó un cipote trabajo,
pasaban y pasaban los años
ese fue Bernardo Guzmán, 1995.
pero las hice con armonía
y la gente se divertía,
En el año de 1942
Ese fue Heriberto Vengoechea
con los grupos de antaño
entra la Sociedad de Mejoras,
Colegio de muchas leyes,
que lo hizo con mucho deseo
y escuchando las letanías.
partiendo el carnaval en dos
ese fue el de la seño Reyes.
Pasaron el uno, el dos y tres hasta el año 1903. En el año 1904 un general barranquillero organiza con gran impacto un desfile carnavalero.
en la famosa Plaza de Abril,
Primera Batalla de Flores, y con bastantes colores.
pa’ que el disfraz de pea pea gozara al estilo europeo.
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Ahora en la actualidad lo dirige Carnaval S. A.
porque estudié en colegio pago.
eligiendo reinas hasta ahora. Carnaval de 1908. Museo romántico de Barranquilla.
Museo romántico de Barranquilla.
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Barrios de carnaval Disfraces, bailes, verbenas, casetas, todo es un regocijo en los barrios de Barranquilla en tiempos de Carnaval. Aunque hay cosas que antes se vivían y ya no existen, no decimos que se han perdido, es que nos vamos transformando permanentemente.
L
os barrios más tradicionales en épocas anteriores eran Rebolo, Los Pinos, Las Nieves, Carrizal, El Bosque, Lucero, La Monga, San Felipe, Barrio Abajo, Las Flores, Simón Bolívar. Carlos Cervantes
L
os bailes de carnaval en el Barrio Abajo integraban a la comunidad, los palenqueros organizábamos colectivas para los gastos y esperábamos con mucho amor a nuestras familias que llegaban de Palenque. Matilde Herrera
R
ebolo nunca ha perdido su amor por el carnaval. Ha sido sede de muchos grupos folclóricos, donde conviven con la pasión por el fútbol y cualquier reunion familiar la transformamos en carnaval gracias a la alegría propia del barranquillero. Los reboleros nos sentimos comprometidos con ese don natural que tenemos, Toro Grande y Animas Rojas nunca desapareceremos. Óscar Barrios Mendoza
E
l carnaval de antes eran más pequeño que el de ahora. Se pagaban doscientos pesos con derecho a comida y baile bien amenizado. Cuando llegábamos de los desfiles de la Batalla de Flores y la Gran Parada reposábamos un ratico y nos íbamos a seguir gozando en los distintos bailes que se organizaban en Rebolo y Las Nieves. Recuerdo especialmente La Macumba, Ponte en Algo, Boinas Rojas, Camellón, Merecumbé, Bailando con María, Los Piratas de las Nieves. Es una lástima, todos esos bailes desaparecieron. En Simón Bolívar estuvieron Derroche Juvenil y Las Camaleonas, que también desaparecieron. En Olaya, Bambú; en Magdalena, Sin Sombrero; en Bosque, La Garra No Se Me Cae; en Nueva Granada, Amaneciendo y en Unión A Pleno Sol. Ahora nadie se le mide a organizar bailes. Orlando Barrios Mendoza
H
oy en día el carnaval se encuentra en todos los lugares de Barranquilla de sur a norte y de occidente a oriente, porque hemos comprendido que todos hacemos el carnaval, pero también hay que reconocer que la apertura de nuestra fiesta a un mundo globalizado orienta muchas veces los haceres carnestoléndicos. Yo pensaría como dice el refrán: que no nos volveremos a bañar en la misma agua del río porque ella corre sin detenerse. Solo podemos no olvidar lo vivido y aprender a recrearlo en nuestras nuevas actuaciones y así perpetuar lo anterior que fue hermoso y bien vivido y produjo mucho goce. Soley Del Castillo
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En el municipio de Galapa
n nuestro pueblo, Galapa, se oyen desde las 7 de la mañana los gritos carnavalescos. Los bailes más frecuentados son: La Tanquita Roja en el barrio San Martin, Déjala Llorar en el barrio Libertador y el del barrio Mango Centro. Luz Elena Güette
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Cartas al público
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stedes, señores y señoras del público, son para mí, Óscar Barrios Mendoza, el crítico número uno de mis presentaciones. Son ustedes los que ven lo bueno y lo malo. Los escucho, quiero recoger sus observaciones pues ellas me ayudan a corregir lo que sea necesario. Yo digo que los artistas del carnaval debemos ser humildes y prestarle atención a ese gran crítico que constituye la masa de espectadores que esperan de nosotros lo mejor. Creo que quienes hacemos el carnaval tenemos una obligación con nosotros mismos y con ustedes, el público, para que quienes van a vernos y a gozar se sientan satisfechos y nos sigan recordando cuando regresen a sus casas y los días después. Sí, yo lo que quiero es que en la retina de ustedes los espectadores quede fijado el desfile de El Toro Grande de Rebolo con sus hermosos vestidos y su buena coordinación coreográfica. Cada vez queremos ser mejores, por eso sus críticas y observaciones son muy importantes para nosotros. Nunca dejen de hacérnoslas por favor. Solo así saldrán siempre sintiendo que valió la pena ir a vernos y que griten con nosotros: ¡que viva el Carnaval de Barranquilla!
ué día tan radiante! Este es mi sol caribe, contagiado de alegría y del retumbar del carnaval. Me he levantado como siempre, con las gracias a Dios, y más alegre porque es carnaval. Hoy con el bando damos inicio a la fiesta más bella, más hermosa, más significativa para la ciudad y para mí. Querido amigo que vives esta fiesta como espectador, deseo que te la goces y la sientas igual que yo que soy un artista del carnaval. Es tuya, ámala y respétala. Si en una calle cualquiera o desde un palco ves algún artista, aprécianos y valóranos como nosotros lo hacemos contigo. Eres importante para nosotros, tus vivas y aplausos nos transforman y elevan, y así te brindamos lo mejor para que te sientas feliz y olvides los problemas. Amigo barranquillero, colombiano o extranjero, te aprecio como hermano amante de la cultura, del arte, del carnaval, contágiate del goce pagano sin violencia, que el radiante sol siempre ilumine tu mente y tu camino en cada evento que vayas a ver. Aprecia no solo el jolgorio, lo lúdico, sino también interésate por conocer la historia de cada manifestación y de cómo se hace o cómo hacemos para llevar a cabo la fiesta más importante de Colombia para el mundo. Esta es tu casa, este es tu carnaval. Regresa siempre y quédate aquí.
Óscar Barrios Mendoza
Álvaro Bustillo Solano
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uando bailo en la Vía 40 me emociona mucho el público. Todo mi danzar se lo brindo con el corazón a quienes nos esperan y acogen con mucha alegría y espontaneidad. Son maravillosos. Yo los saludo con color y calor, con sudor, debajo de un esplendoroso sol. ¡Que viva Barranquilla y su carnaval, carajo! Rafael Morales
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preciado público: Eres tan protagonista de esta fiesta como yo. Sientes mi ritmo al danzar y yo siento tu goce y disfrute al verme bailar para ti. Me apasiona que juntos celebremos el entusiasmo que despierta la música y el movimiento de mis caderas. No te imaginas qué se siente cuando nos dicen que ya el desfile arrancó. Es algo mágico, inigualable, intangible, indescriptible; algo que solo mi espíritu puede vivir y disfrutar, es como entrar en un mundo nuevo y romper con la rutina, el pecado, la intolerancia, para envolvernos de magia en un lugar donde solo se permite la felicidad, la risa, el entusiasmo, el movimiento de los hombros, el guepaje, ¡ay, hombe!…, uuupa…, y solo con oír la música nuestras almas se elevan y nuestro cuerpos levitan bajo la mirada del mundo de diversas culturas. Ese encuentro de los dos: tú, espectador; yo, actor; tú, actor, yo, espectador, nos permite complementarnos y celebrar el carnaval. Gracias por estar aquí, porque eres parte de mí, por conectarnos una y otra vez en ese río de emociones, de intercambiar el goce y el disfrute de mi carnaval. Maribel Egea
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SOMOS
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Historia de danzas Ubaldo Mendoza
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n los años cincuenta en Rebolo, en temporada de carnaval, mi casa era un compendio de colores; satines rojo, blanco, amarillo, azul, verde; trencillas, mostacillas, soutaches y toda clase de abalorios estaban por doquier. Mi mamá era la costurera del barrio y hacía los disfraces a diferentes miembros de danzas, de congos, burros, torito y capuchones. En medio de todo esto recuerdo a mi mamá sentada frente a su máquina escuchando música de Matamoros, del Cuarteto Flores, Casino de la Playa y la Sonora Matancera. Para ese tiempo Rebolo se dividía por sectores: el del Matadero en donde estaba situado el Matadero Municipal (calle 17 carrera 33); el de la Capilla del Carmen; y el sector de la Gota de Leche, porque por ahí se encontraba el dispensario municipal, aunque también se le decía Monigote en razón a que allí estaba el Colegio José Hilario López y en su parquecito había un busto de él; el plantel educativo desapareció y hoy se encuentra una cancha de bola de trapo cuyo torneo se llama Gota de Leche. También estaba el sector de La Luz, llamado de esta manera por su acercamiento al caño de La Luz o caño De La Ahuyama, primera invasión que existió en Barranquilla, formada por los inmigrantes de la ribera de río y que llamaron Las Tablitas. Estos habitantes fueron desplazados y se ubicaron entre la carrera 20 hasta la 28, y desde las 11 hasta la 8. La llegada de estos pobladores vino a enriquecer folclóricamente a Rebolo, pues eran portadores de diferentes expresiones culturales, propias de su sitio de origen. Fue así como aparecieron danzas que después pasaron a ser un patrimonio de la ciudad. De eso puedo dar fe pues lo viví.
Los Villa y la danza de los diablos Oriunda de Remolino, Magdalena, llegó la familia Villa, que se ubicó en la calle 10 (El Sol) entre carrera 21 y 22. Estaba compuesta por el padre, la madre, y dos hijas, (América y Herlinda), y un varón (Eduardo). Esta familia trajo la danza de los diablos. Eduardo tocaba el tambor pequeño en forma de tam tam, ritmo que siguieron Herlinda y América quienes ejecutaban una danza brincando sobre unas botellas puestas en el suelo, una delante de la otra, y luego una sobre otra. Esto lo hacía cruzando las piernas. Lo que llamaba la atención era que formaban una espuela con unos cuchillos que afilaban delante del público.
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El señor Ventura Villa, que así se llamaba el papá, era el Diablo Mayor, ofrecía el espectáculo más arriesgado, hacía lo mismo que sus hijas pero sus cuchillos eran más largos y terminaba su actuación brincando con un banco entre los dientes. Esta danza no utilizaba el fuego como las actuales, su atuendo era una camisa con capirotes y mangas largas rematadas en puntas con cascabeles, pantalones bombachos a media pierna, medias rojas, rabo y caretas con espejos. Todos los atuendos eran rojos. En la temporada previa al carnaval frente a la casa de los Ventura Villa nos reuníamos los vecinos a disfrutar el espectáculo de los ensayos; luego desapareció de los carnavales a raíz de que el señor Ventura al ejecutar la danza se cortó el talón de Aquiles. Todavía existen testimonios de esta danza, pues muchos vecinos de aquella época aún viven por ahí: los Díaz, los Carcamos, los Ríos, los Mazas, los Rodríguez.
Los Rodríguez y los Doce Pares de Francia Los hermanos Rodríguez vivían ahí cerca (calle 10, carrera 21 esquina). José y Manuel eran unos emboladores zapateros del Paseo Bolívar que participaban en Los Doce Pares de Francia y que algunas veces ensayaban en esa dirección. Recuerdo que ahí quedaba una pila de la que se abastecía el pueblo que no tenía comercio de agua.
Los Berdugo y El Imperio de las Aves Para esta época se instaló en Rebolo la familia Berdugo, vivían en la calle Maturín 21. En la Manga de Obregón. El carnaval estaba en pleno auge y así lo vivíamos. En un principio Pedro Berdugo organizó una cumbiamba, pero él era portador de una danza de la ribera de río, de mucho colorido, como los pájaros, y con versos alusivos a las cualidades de cada una de las aves de la región. Así nació El Imperio de las Aves que aún subsiste y es dirigido por su hija Carmen Berdugo. Los personajes son el jardinero, el cazador y muchos pájaros.
Los Villalba y la danza del garabato Cerca de los Berdugo, carrera 22 con calle 21 y 22 (Maturín con Callejón de la Ceiba) vivía Adolfo Villalba, quien por algún tiempo dirigió la danza del garabato y tiempo después como director del grupo Villalba y Sus Muchachos pasó a ser el músico de la danza del garabato del Country Club que dirigía Emiliano Vengoechea. En el sector donde vivía Adolfo Villalba residen aún vecinos de la época que son testimonio de esta información.
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Rufino Orozco, Custodio Pedroza y Ana Hincapié y la danza del paloteo Otra danza de Rebolo en el carnaval, el paloteo, llegó a Barranquilla traída de Gaira, Magdalena, por el señor Rufino Orozco quién vivía en la calle 11 (Esperanza) con carrera 25 (Independencia) cerca de la casa de una matrona popular en aquella época llamada Cruz Barragán, y al lado de la familia Hincapié. Andrés Donado y Eloísa, quién a su vez era hermana de Ángel Custodio Pedroza, hicieron parte de ella desde sus inicios allá por los años treinta. En principio el paloteo era bailado únicamente por hombres, pero a raíz de que cuando estaban borrachos manejaban el simulador de combate con alguna violencia lo que originaba accidentes con resultados lamentables, Custodio Pedroza quiso humanizarlo y le incluyó mujeres y así nació el paloteo mixto. Esta danza ensayaba en la calle 14 (Caridad) con carrera 23 Callejón de Bolívar) en un enorme patio donde residía la familia Pedroza. Desde las siete de la noche nos reuníamos los vecinos, sentados en el suelo para ver los ensayos, asombrados con su vibrante coreografía, y nos reíamos con los versos jocosos qué decían. La danza tiene versos a las banderas, que identifican a cada uno de sus miembros según el país que representa, y versos llamados de palos, que dicen antes de empezar el combate. Las gracias de la danza consisten en que el ritmo es ejecutado por una violena o un acordeón, acompañado por un redoblante, y seguido por los golpes de los palos que usan en el combate. Los palos y el redoblante deben ir acompasados. El paloteo participa en el Carnaval de Barranquilla desde hace más de setenta años y no solo se ha mantenido, sino que dio pie para que aparecieran otras similares. En 1959, Manuel López en unión de Maritza Hincapié, bailadores del Paloteo Mixto fundaron su propio grupo al que llaman El Paloteo de Barranquilla. Se ubica en la calle 25 (Santa Isabel) con carrera 22 (Ceiba) y toma el mismo formato de la danza de los Pedroza.
Dilia Meléndez y la danza de los indios de trenzas Otra danza que se paseaba por la calles de Rebolo era los indios de trenzas, fundada en 1935 por Dilia Meléndez, quien le legó la responsabilidad de dirigirla a su hija Dora Thomas cuando esta contaba apenas con 15 años. El origen de esta danza son las comunidades chimilas ubicadas en la ribera del río Magdalena en regiones como El Copey, Fundación, Plato Gamarra, Mompós y otros de la Depresión Momposina.
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congo
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somos
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Óscar Barrios Mendoza Luz Elena Güette Borrero Esther Hernández Morón
N
uestra danza viene de muy lejos. Fue traída por los negros esclavizados que provenían de África, por eso decimos que es parte del legado ancestral africano. Esta fue la danza de resistencia de los cabildos negros de Cartagena colonial, forma organizativa estimulada por los españoles para mantener divididos a los esclavos. La fantasiosa capa, la pechera y el turbante evocan el atuendo usado por los portugueses en la época, en sus colonias africanas. Tras conformarse los palenques en la zona del Canal de Dique, parte de esta cultura se trasladó a Barranquilla a través del río Magdalena y se concentró en Barrio Abajo, epicentro del Carnaval de Barranquilla, lugar de origen de muchas danzas presentes en el carnaval de hoy en día. La danza de congo es una de sus expresiones más representativas y una tradición que se transmite de generación en generación. Por eso decimos que la danza de congo se lleva en la sangre. Estamos organizados en diferentes cuadrillas y al son de la música y de manera acompasada vamos marchando de izquierda a derecha, agarrados unos a otros (de a cuatro), hombres y mujeres en cuadrillas separadas. Juntos vamos haciendo figuras a la manera de culebrillas o caracoles. Nuestra actitud es guerrera y para acentuarlo los hombres levantamos nuestros brazos a lado y lado, y solemos llevar en una mano palos o machetes. Las mujeres están organizadas también en cuadrillas y agarradas unas con otras como los hombres. Sus cuerpos están ligeramente doblados hacia delante, mueven los hombros y baten la falda con sus manos. Siempre vamos acompañados de músicos que tocan tambor, guacharaca y palmas, junto con un coro y un cantador que vocea los versos. Cada grupo elabora sus propios versos y estos van cambiando año tras año.
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Quiénes integran los congos Hace muchos años la mayoría de los integrantes de los congos eran trabajadores, vendedores del mercado, estibadores del terminal, miembros de las familias del barrio. Los grupos no eran tan numerosos como lo son hoy en día. Entonces era fácil de reunir cuarenta o cincuenta personas. Hoy en día se han integrado abogados, ingenieros, médicos y políticos.
El Torito de los años cuarenta Ubaldo Mendoza
Las familias que mantenemos la tradición alfonso FONTALVO Y miembros del Congo Grande de barranquilla.
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Gracias a una tradición familiar nuestra danza aún pervive en el centro de nuestro carnaval. Las familias que la hemos mantenida viva, las que somos el corazón y el pulmón del congo, del verdadero congo, el autóctono, el popular, somos los Barrios, los Noguera, los Fontalvo, los Acosta, los Guette, los Cabrera y los Maury. Ha sido necesario mucho tesón para mantenerla tal cual es y nos duele que algunos estén distorsionando la tradición. Ángel Almanza, alfonso FONTALVO Y Ventura Cabrera.
El día que todos los congos se juntaron Mónica Lindo Esto que les contaré ocurrió el año en el que la empresa organizadora del carnaval me delegó la apertura de la Batalla de Flores. Yo siempre había soñado con reunir todas las danzas de congo, porque se decía que entre muchas de ellas no se podían ni ver, así que trabajé incansablemente por cumplir el sueño de verlas juntas haciendo culebrillas y mariposas. Concentré a todos los músicos en un tráiler con micrófonos y un gran amplificador para que sus versos pudieran oírse. Fue emocionante ser testigo de su alegría por el gran impacto que entre todos suscitó estar allí juntos, y disfrutar sus versos compuestos especialmente para la ocasión, que solo hacían referencia a la fraternidad, al compañerismo y a la tolerancia en carnaval. Estaban plenos, eso me llenó de inmensa satisfacción. Es un maravilloso recuerdo; una experiencia muy especial.
En la temporada del carnaval, por allá al final de los años 40, los jóvenes nos reuníamos temprano en la sede de las danzas para verlas salir, principalmente la danza de El Torito, y algunos nos íbamos detrás en su recorrido. Recuerdo cómo El Torito desfilaba por las calles: primero iba Canchana que portaba la bandera, seguido por los músicos; Sandoval el tamborero, Enrique Castelbando y Pablo Padilla. Los cantantes y los coros con un golpe de calle entonaban un verso que decía: “El torito ronca y brama cuando llega al arenal”. Adelante iban parejas de homosexuales vestidos de reinas, seguidos de los disfraces de toros, burros y perros, guiados por uno disfrazado de yegüita; este era un disfraz de faroleador que parecía fuera montado en una yegüita; desafortunadamente este disfraz desapareció de las danzas de los congos. Luego seguían los disfraces de los congos con su gran colorido, con hermosos turbantes adornados con flores y en las pecheras a veces con prendas de oro. Cuando llegaban a la casa del parroquiano donde iban a bailar, Canchama instalaba la bandera, se ubicaban los músicos y los disfraces de animales empezaban un combate simulado entre ellos; la yegüita los jardeaba. Luego aparecían los congos desfilando en figuras de mariposa o eses o culebras para hacer después un círculo en cuyo centro bailaban de uno en uno con las reinas, que como ya se dijo eran gais. Para hacer el cambio de bailarines, quien deseaba entrar al centro gritaba ¡cierra! y la pareja que estaba bailando se salía del círculo; así seguían hasta que bailara la mayoría, mientras que por fuera del círculo el resto del personal seguía jugando con el público mostrándole muñecas, culebras o golpeando con vejigas de puerco. La danza tenía dos golpes de tambor, golpe de baile y golpe de calle, cuando se acababa el baile el cantante entonaba un verso que decía: “Alevantá tambolero, alevantá y vámonos”, y todos salían a ocupar sus puestos y comenzaba la marcha a otro sitio, cantando versos.
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Nuestro vestuario Para nosotros, la danza del congo es la más elegante en su vestuario. Antiguamente se caracterizaba por llevar en su indumentaria pieles animales y eso era algo que distinguía un grupo de otro; hoy en día, en razón a las leyes de protección de los animales en vía de extinción, está prohibido.
Vestuario del hombre
La capa suele ser de satín y en un color fuerte, y lleva superpuestas distintas figuras al gusto de cada
Vestuario de la mujer
congo; usualmente
Se trata de un vestido que lleva en el escote (en
son figuras de
bandeja, con los hombros libres y sin mangas) varios
animales, máscaras
volantes de distintos colores. La falda con volantes
y otros elementos
iguales a los de la blusa. Los colores de los vestidos
representativos
de las mujeres coinciden con los de los hombres e
del carnaval. Junto
CONGO carriceño
identifican a cada grupo. Además llevan en la cabeza
con el turbante
durante el desfile de
flores de colores y accesorios llamativos.
los niños.
y la penca son distintivos de la danza. La camisa es de manga larga, con pechera o peto de la misma tela de la capa; se decora con figuras de animales hechas con lentejuelas. La cara la llevamos pintada con círculos
El turbante lo elaboramos hoy en día con cartón y va
La penca o cola sale de la parte de atrás del turbante y
rojos en las mejillas.
adornado con flores artificiales de colores vivos. También
va hasta los talones. También es muy representativo de
Además usamos
les ponemos espejos y otros elementos que lo hagan
nuestra danza y pasa de generación en generación. Es de
gafas oscuras.
vistosos. Cada congo tiene su turbante y algunos pasan
satín de colores fuertes y va adornada con lentejuelas,
de generación en generación. Los cuidamos mucho y los
canutillos, encajes y cintas.
reparamos con esmero cuando se estropean. El director
Los pantalones son de satín y cada grupo los usa de colores
La fauna
de la danza no lleva turbante sino sombrero adornado con
diferentes; en las rodillas llevan unos parches grandes y en
Muchos animales nos acompañan, andan por ahí, juegan y
cintas de colores.
la bota arandelas de diferentes colores; también a los lados
pelean; los niños son quienes suelen representarlos y llevan
llevan encajes.
vestidos con telas que los asemejan (por ejemplo de cebra,
La gola es una pieza muy importante. Lleva arandelas,
tigre o elefante) y máscaras elaboradas hoy en día en papel
encajes, lentejuelas y canutillos.
maché.
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Congo Campesino de Galapa Luz Elena Güette Borrero
Congo Campesino de Galapa. En primer plano mi padre José vicente gÜette y todos los integrantes durante el desfile en galapa.
Nuestro grupo fue fundado en el año 1925 por don Mercedes Acosta con el nombre de Torito. Tres años más tarde pasó a manos de don Alberto Barrios Patiño y en 1929 cambió de nombre por el de Congo Campesino de Galapa. Debido a los quebrantos de salud de su director, el grupo estuvo caído muchos años y casi desaparece. En 1994 mi padre, José Vicente Güette, que había pertenecido al grupo desde 1970, se puso al frente y lo levantó. En ese momento tenía tan solo siete miembros y hoy en día salimos 81 personas, sin contar los músicos. El respeto y el amor a sus patrones tradicionales es algo que nos caracteriza y se ve reflejado en cada detalle; el colorido y el machete no le puede faltar a un buen representante del Congo Campesino, así como la decoración carnavalera de su casa. A su vez, somos el único grupo de congo que tiene una mujer como jefe de cuadrilla que va, además, vestida de congo, esto es con pantalón. Esa soy yo. Durante todo el año gestionamos la consecución de recursos económicos para cubrir los gastos: vestuario, maquillaje, músicos, refrigerios, transporte y otros. Para ello hacemos bingos y rifas, y recibimos aportes de familiares y amigos, lo mismo que de la Fundación Carnaval S. A., la Alcaldía de Galapa y de la Fundación Adoptemos La Tradición. En el carnaval participamos en la tarde de danzas y comparsas en el Romelio Martínez, la Gran Parada de la Tradición el lunes de carnaval en Barranquilla, el desfile de Galapa, así como en el Festival del Congo en nuestra población, y en
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carnaval, reunimos al personal para estar unidos y organizar bien nuestras presentaciones de esos días. Mi padre se levanta muy temprano a revisar los accesorios y el maquillaje. Después
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El viernes antes de
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diferentes eventos a lo largo y ancho del departamento del Atlántico. Gracias a nuestro compromiso, el relevo generacional ha mantenido su identidad; hijos, nietos, yernos, primos, vecinos e incluso personas que residen en el exterior y que vienen en época de carnaval a participar con nosotros han sido un factor multiplicador y de mucha esperanza, porque sabemos y reconocemos la importancia que implica salvaguardar nuestro patrimonio.
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José Vicente Güette, director del Congo Campesino de Galapa Mis inicios en las fiestas carmestoléndicas fueron desde muy temprano con mi disfraz de burro y toro hasta cuando llegué a ser miembro de la Danza Congo Campesino de Galapa en 1970. Amo el carnaval y he trasmitido mis conocimientos para preservar la danza. Nuestra juventud está comprometida con la danza de congo y eso me da mucha alegría. La tarea la he logrado hacer gracias al apoyo
disfrutamos un
de mi familia y amigos que han nutrido durante décadas
buen sancocho
esta legendaria danza.
y comenzamos a prepararnos para la Batalla de Flores que es el sábado, la Gran Parada que es el domingo y el
Luz Estela Güette Borrero
Festival del Congo
Cuando estaba pequeña, yo siempre me sentaba con los
Somos tres músicos:
que se hace el lunes.
músicos atrás de ellos y terminaba improvisando versos.
el llamador, Cristóbal
El martes, último
Cuando mi papá quedó sin un músico que se fue para
Figueroa; la guacharaca,
día de Carnaval,
Venezuela, hace ya cinco años, él me dijo que cantara, pero
recorremos las
yo le decía que no, que no podía, pero gracias a Dios me me
calles de mi pueblo
atreví y ese año nos ganamos el primer Congo de Oro. Soy la
René Güette y Katherine
llevando la danza a
única mujer verseadora de congo aquí en la costa Atlántica.
Figueroa.
la casa del antiguo dueño (ya fallecido) para que su esposa la vea y confirme que la tradición no va a morir por muchos años.
Agustín Padilla; la verseadora, Luz Estela Güette, y dos coristas,
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El Toro Grande de Rebolo Óscar Barrios Mendoza
Mi abuelo paterno, José Trinidad Barrios Orozco, fue quien inició a la familia en el congo. Claro que la vida dio vueltas antes de que el nombre de la familia Barrios se asociara al Toro Grande de Rebolo del cual nos sentimos tan orgullosos. Nuestro grupo fue fundado en el año de 1875, en el barrio Rebolo, por el señor Luis Rodríguez nativo del municipio de Soledad. En esa época el Toro Grande de Rebolo tenía una rivalidad con el Congo Grande y libraban grandes batallas en las que se disputaban el gran trofeo; la señal de triunfo era quitarle la bandera al contrincante que era derrotado si la perdía, entonces el ganador la mostraba a los presentes. Ese era el Congo de Oro de esa época. Los grupos eran conformados por personas adultas y no permitían participar a menores de edad, así que mi abuelo, junto con Elías Fontalvo (abuelo de Alfonso Fontalvo), el Chino Pediaña y Fulgencio Ebrat decidieron fundar el 20 de enero de 1878 su propia danza y la bautizaron El Torito Ribereño, Torito porque la mayoría eran adolescentes y Ribereño por la cercanía del río. Por razones que desconozco, el Toro Grande
de Rebolo dejó de aparecer en el carnaval durante varios años, hasta 1939 cuando volvió a presentarse y con mucha fuerza. El músico era ni más ni menos que Francisco Pacho Bolaños, llamado el “Poeta de los Negros”, y músico del Ballet de Colombia dirigido por esa gran artista llamada Sonia Osorio. La gran mayoría de sus integrantes eran trabajadores del mercado y se disfrazaban de toro, gorila y tigre; la minoría salían con el vestido de congo, lo contrario a hoy en día donde sobresalen los congos y entre los integrantes del grupo hay profesionales y miembros de familias prestantes de Barranquilla. Luego el grupo volvió a salir de la escena hasta el 16 de julio de 1986 cuando mi hermano mayor, José Trinidad Barrios Mendoza, tomó la iniciativa de sacarlo al ruedo.
Todo ocurrió por un malentendido con Alfonso Fontalvo, porque nuestra familia para ese entonces seguía saliendo con el Torito Ribereño. De hecho el viejo mío era adolescente cuando entró a ese grupo y con Pablo Mercado (ambos fallecidos) eran jefes de cuadrilla. Con ellos salían mis hermanos mayores José, Teobaldo, Atenógenes y Orlando, todos muy respetados por las otras danzas del carnaval. El último año que el viejo mío salió fue en 1970, murió el 1 de julio de ese año. Desde el primer momento, mi hermano quiso darle al Toro Grande de Rebolo el don de los grandes grupos tradicionales de nuestro carnaval y contó con el acompañamiento de familias como los Noguera, los Arzuza, los Castro, los Carrillo y los Padilla. Desde esa época hasta la presente hemos
El Toro Grande de Rebolo concursando en el Romelio Martínez.
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ganado 20 congos de oro y hemos obtenido el reconocimiento de la Cámara de Representantes, de la Secretaría de Cultura, de la Cámara de Comercio, del Círculo de Periodistas del Atlántico y de distintas entidades educativas. Algo que nos ha caracterizado es que todos salimos muy bien presentados, con los vestidos impecables y toda la parafernalia completa; somos muy organizados en nuestras cuadrillas y nos gusta seguir de manera estricta la tradición.
Nuestros rituales Todos los sábados de carnaval la familia Barrios y El Toro Grande de Rebolo asistimos religiosamente al cementerio para visitar a nuestros parientes fallecidos que aportaron mucho a nuestro carnaval, para pedirles su protección divina y que todos nuestros actos en carnaval salgan sin ningún problema.
La cuadrilla tradicional del Toro Grande luce aquí toda la parafernalia. Las cabezas son mi hijo Óscar Farías y mi sobrino Boris Barrios; ellos llevan 25 años en el grupo.
Yo en particular antes de salir de la casa hago plegarias al dueño de la vida para que
archivo y memoria de la danza el toro grande
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Celebramos este ritual desde hace cuarenta años. Visitamos tumba por tumba para hablarles a nuestros parientes y pedirles su protección. De paso le echamos un trago a las tumbas y recordamos cuando ellos estaban en este mundo de alegría, goce y disfrute carnavalero. A su vez el domingo de carnaval, el gran domingo de calificación como se llamaba antiguamente, antes de irnos para la Vía 40 recorremos la calle 17 para mostrársela a nuestro barrio Rebolo, cuna del carnaval. Al terminar ese recorrido sabemos si vamos bien o mal y hacemos unas últimas recomendaciones. Bendito Dios todo nos ha salido sin ningún problema. Este rito me da paz en el corazón para conducir adecuadamente el grupo y saber sortear los imprevistos y las situaciones que se presenten. Cuando estoy en el desfile soy el más orgulloso de todos los directores de grupo, razones me asisten, el mío es el Toro Grande de Rebolo.
me proteja a mí y a todos mis familiares que disfrutan el carnaval, y a todos los integrantes de El Toro Grande de Rebolo.
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El Torito Ribereño Alfonso Fontalvo Torres Esta máscara fue creada en 1878 con la fundación de la danza y es catalogada como la más antigua del Carnaval de Barranquilla. En nuestro taller las máscaras se trabajan en madera y son elaboradas por los mismos participantes.
El Torito Ribereño fue fundado por mi abuelo Elías Fontalvo Jiménez y tres amigos más, José Trinidad Barrios Orozco, Santiago de Alba y Luis Gutiérrez conocido como el Indio Pediaña, cuando apenas eran unos adolescentes de doce años; fueron cabeza de danza Pedro Rudas y Fulgencio Ebrat. Eso ocurrió el día 20 de enero de 1878 en la calle del Comercio (hoy 34) entre las carrera Concordia y Hospital (hoy 33 y 35). El sitio exacto fue en la parte de atrás del Hospital General de Barranquilla, que había sido inaugurado hacía poco. Este sector era conocido como Barrio Abajo, hoy Centro, San Roque y Rebolo. La idea de fundar la danza nació al no habérseles permitido participar en la danza El Toro Grande por ser menores de edad, aduciendo la violencia existente en esa época entre las danzas de negro (congo). De ahí su nombre en diminutivo de Toro Grande. A principio de siglo una cruel batalla sostenida entre dos grupos en la calle California (hoy Medellín o 42) que dejó numerosos heridos a palo, puño y machete, demostró la bondad de las medidas de no aceptar menores. Años más tarde mi abuelo se casó con mi abuela Rita de las Aguas y se trasladaron a vivir en la calle de la Cruz (hoy 29) con carreras Concordia y Hospital, donde nacieron sus nueve hijos, entre ellos mi padre Marco que vino al mundo en 1900. Esa casa sigue siendo hoy en día la sede de El Torito Ribereño. En 1930, por enfermedad de mi tío Campo Elías, mi padre quedó a cargo de la danza. Fue el tercer sucesor en la dirección del grupo y estuvo en ese lugar hasta 1970 cuando me la entregó. Falleció al año siguiente. Desde ese entonces me desempeño como director.
Desde 1930 empezamos a aceptar niños y mujeres en la danza, pues antes se presentaban enfrentamientos crueles de palo, piedra y trompada.
En El Torito salen familias por tradición: esposas, hijos, sobrinos.
Nuestro atuendo y elementos míticos El atuendo que llevamos los congos es de extraordinaria belleza y decoración: turbante adornado con borlas de lana de diversos colores, caras de muñecas de caucho o flores artificiales; penca que pende del turbante por la parte trasera; gola o capa decorada con figuras de animales confeccionadas con lentejuelas; pechera adornada con abalorios y símbolos distintivos de la danza; pantalón y camisa. El director lleva sombrero para distinguirse de los demás intengrantes y señalar autoridad. Las mujeres usan blusas sin mangas y una falda de diversos colores con adornos en el ruedo y flores en la cabeza.
Como danza guerrera, los congos portamos lanzas o garrocha de madera en la mano derecha. Y además de ir ataviados con un disfraz vistoso y lujoso, acostumbramos a llevar una serpiente, un muñeco o una vejiga de cerdo en la mano izquierda como símbolo totémico protector de las tribus congolesas a las que les debemos nuestra existencia. En consonancia con los elementos míticos, la serpiente puede considerase como un símbolo fálico, viril, mientras que las flores son símbolo maternal, de fecundidad. Distingue, además, a la danza El Torito la insignia de la máscara de toro y la presencia de disfraces
Nuestros trajes hoy en día están llenos de color, pero en tiempos de mi padre predominaba el blanco y negro.
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de diversos animales como tigres, perros, burros y gorilas.
Música y baile
ensayo del grupo en las calles del barrio de rebolo minutos antes de subirnos al bus que nos conduce a la vÍa 40.
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En la danza del congo son fundamentales los elementos del baile cantado: tambor, coros y palmas. El baile es acompañado por la percusión rítmica del tambor, el batir de las palmas y la guacharaca. Los versos son improvisados o por un solista o hacen parte de la tradición oral mantenida en la memoria de la danza.
Ya llegó la fiesta brava El Torito empezó a bramar por su hijo y por su fama la que alegra el carnaval. Alégrate Barranquilla no te pongas a pensar porque fiesta como esta tenemos que gozar.
Ya saben a quién les canta con versos tan bonitos les canta Mañe Herrera la leyenda de El Torito. Mañe Herrera
Una anécdota que con frecuencia recordamos Con una trayectoria de 136 años ininterrumpidos de esta danza, son muchas las anécdotas que hay. Una muy graciosa que me gusta recordar es esta. Ocurrió el lunes de carnaval de 1957; en el grupo había un señor de nombre Nicolás Gutiérrez a quien apodaban Colaco y tocaba la guacharaca. En ese entonces la danza pasaba por la Calle de la Cruz, hoy 29, con Callejón de Buen Retiro, hoy 32. Las calles no estaban pavimentadas, eran puro caliche y se asomaban unas puntas de piedra. El señor Colaco tocando la guacharaca iba cantando este verso:
Que viva Simón Bolívar Que nos dio la libertad. Estando en esas metió el pie en una piedra de caliche, cuando en aquel tiempo se usaba la abarca cotiza, y ese hombre del dolor tiró la guacharaca por allá lejos, se agarró el pie —se había volado la uña del dedo cabezón del pie derecho— y exclamó: “¡Maddito Simón Bolívar y la mae que lo parió, nojoda!”.
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bandera cuando celebramos los 138 años del Congo
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Aquí en la izada de
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Congo Grande de Barranquilla Adolfo Maury
Grande con Daniela Cepeda, reina del carnaval en 2013.
Esta aventura nació para mí el 6 de mayo de 1970 cuando llegué al mundo en un hogar regido por la tradición del carnaval. Mi abuelo, Ventura Cabrera de La Ranz, hombre del carnaval durante toda su vida, fue el encargado de darle la bienvenida a los miembros de la familia. Entusiasmado imponía la orden: “Apenas cumpla el año lo bautizamos en el Paseo de Bolívar en la Batalla de Flores”. De inmediato se daba a la tarea de preparar todo (turbante de varillas de guadua, machete de madera, gola, penca, pantalón y camisa) para el ritual que anunciaba el ingreso de un miembro más de la familia a las entrañas de un patrimonio cultural llamado Congo Grande de Barranquilla. Luego se daba a la tarea de transmitir lo aprendido como artista del carnaval, conocimientos que recibió de grandes maestros como Teobaldo de La Ranz y Dionisio Muñoz Guerrero, miembros activos de la danza desde cuando el Congo Grande fue fundado el 22 de diciembre de 1875 por un señor llamado Joaquín Brachi. Mi abuelo me sentaba en sus piernas a aprender los golpes y sones musicales de la danza, lo que hacía de esos momentos algo único, pese al enojo de mi abuela materna, quien influenciada por su tradición católica de la época entraba en discusión porque consideraba eso algo de locos. Pero además, toda la familia recibía entusiasmada sus enseñanzas, que se les transmitían a los niños y jóvenes de la casa. Cada núcleo familiar aprendía de manera constante cómo bailar, y cada paso era explicado detalladamente para que los niños se fueran apropiando de ellos, y así en cada
ensayo los ponían en práctica con todo lujo de detalles. En la actualidad la danza sigue siendo fiel a esas enseñanzas. Observamos cómo el grupo está conformado por familias completas cuyo mayor privilegio es lucir con orgullo el imponente vestuario de congo. Cada niño crecía con la consigna y el entusiasmo de algún día ser miembro de la danza. Durante los ensayos en las décadas de los ochenta y noventa crecieron a la sombra de “Papúa”, como cariñosamente llamaban a mi abuelo Ventura. Durante el comienzo de las actividades de la danza a partir de la izada de bandera el 22 de
diciembre, la cual anunciaba el inicio del jolgorio, cada sábado la cuadra se engalanaba y era insuficiente para albergar a todos los vecinos que querían ver el ensayo. Este iniciaba a las siete de la noche con la llegada de los travestis encabezados por dos muy populares de la época a quienes cariñosamente llamaban Barranquilla y Julieta. Uno se ganaba la vida en labores domésticas y el otro vendiendo frituras en la Calle de las Vacas (actual calle 30 con la Paz). El entusiasmo crecía con la llegada del resto de comitiva “de candidatas y reinas” transformistas procedentes de Venezuela, Puerto Rico y Curazao,
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José Ospino y Alejandro Ortega, cabezas de cuadrilla, están listos para iniciar el desfile en la gran parada.
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es, a sus 81 años, el congo más antiguo de la danza.
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Benigno Hernández
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ataviadas con sus majestuosos disfraces, que repartían dulces y confetis a la multitud. Así empezaba el baile callejero, señal de que el ensayo iniciaba con el frenético baile de Barranquilla en el que cada danzante cambiaba de pareja con la palabra “ciérrala”. Esto ocasionaba problemas ya que todo el mundo quería seguir bailando con Barranquilla, quien molesta terminaba el baile y se sentaba en el tambor con lo que finalizaba la función. Aquí cabe destacar el valioso aporte del Congo Grande a la cultura como pionero en la inclusión de los transformistas y travestis, que actualmente participan de manera organizada en el carnaval.
De inmediato se armaba la cuadrilla para iniciar el recorrido. No podía faltar la cuadrilla de los niños y jóvenes, compuesta por vecinos, hijos y nietos de los integrantes adultos, y que solo podían llegar hasta la carrera 20 con calle 63 (barrio de los Colonos), donde las cuadrillas del Congo Grande y el Congo Reformado competían por ser el grupo más numeroso. Cada ensayo finalizaba con el recorrido por distintos barrios de Barranquilla hasta la sede de la calle 63 con carrera 21, a las cuatro de la mañana, luego de las batallas campales entre las danzas del Torito, Toro Grande, Perro Negro y Congolandia, entre otros. Al otro día se organizaban sancochos con el tradicional ron blanco y el relato de personajes célebres como Gilberto Altamar, Rafael de Moya, Benigno Hernández y los populares Perro Pingón y el Chispas, quienes eran los peleoneros del grupo encabezado por Dionisio Muñoz. Este último era considerado el terror de los congos por su porte y estatura, y por su fama de trompeador. Todo el domingo era un constante compartir escuchando relatos, presentes todavía en la memoria de quienes vivieron esos tiempos en los que verdaderamente ser congo era un orgullo y una gran responsabilidad. Por su avanzada edad y la desaparición de esos célebres integrantes que marcaron toda esa época, Ventura Cabrera y su cuñado Gilberto Altamar, en su afán por preservar las tradiciones, nombraron a Álvaro Altamar, Gloria Cabrera de Maury y a mí, Adolfo Maury Cabrera, para seguir en la tarea de mantener vivo el legado y los primeros lugares dentro del carnaval. De inmediato se inició la tarea con los niños y jóvenes con un enfoque diferente por los consabidos cambios generacionales, y así fui yo quien comenzó un trabajo pedagógico a base de talleres y ensayos de bailes para fortalecer el grupo. La idea no era hacer un trabajo y ya, sino fortalecer las enseñanzas y el amor por la danza. Se permitió el ingreso de los niños al grupo adulto, lo que en el
pasado no era posible por las constantes batallas de la época. La idea captó la atención de cada miembro y de los vecinos del sector, quienes entusiasmados inscribieron a sus hijos para formar parte de la danza, y ya con un grupo compacto de niños y jóvenes se hizo realidad la conformación de la danza Congo Grande Infantil “Nueva Generación”, compuesto en su mayoría por hijos, nietos, sobrinos y primos de los integrantes del Congo quienes con pasión y amor crecen al compás del tambor, la guacharaca y los versos. Ahora vemos las nuevas generaciones de familias de tradición dentro del grupo como los Cabrera, los Altamar, los Maury, los Pardo Maury, los Llanos, los Castro y los Hernández, encabezados por Hernán Altamar, Bayron y Jesús Pardo, Kevin y
Dayana Maury, Freddy Hernández y sus hijos. Esto nos da la seguridad y convicción de que la tradición no morirá y el Congo Grande seguirá recibiendo y dando lo mejor en aras del Carnaval de Barranquilla. Dedico nuestra historia al barranquillero puro, ese que vive en fiesta los 365 días del año, amante de la vida y sus placeres, ese al que lo mismo le resulta Semana Santa, fiesta patronal, Navidad y fin de año, y toda celebración habida y por haber, pero que cuando resuenan los tambores anunciando con sus brisas la fiesta más entusiasta de Colombia su corazón se alborota con más brío, pues sabe que ese es el legado que le dejaron sus ancestros y el que le dejará a sus hijos y nietos. Y porque sabe que lo mejor que puede recibir una persona es la herencia y las raíces de algo mágico y alegre como los carnavales, un disfrute, un estilo de vida que se lleva en lo más profundo del corazón y que sale a flote con todo su esplendor para perpetuar la herencia de nuestros antepasados.
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Nancy Altamar y Alejo Ortega encabezan la cuadrilla del Congo Grande de Barranquilla, aquí, en plena batalla de flores.
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Danza Infantil Congo Alegrías Esther Hernández Morón
Que viva el Congo Alegrías y también su directora. Que viva Francisca Gómez, nuestra buena fundadora. Carnaval de Barranquilla Patrimonio cultural. Aquí está la educación fomentando el Carnaval.
La Danza Infantil Congo Alegrías fue creada en 1984 por Francisca Gutiérrez, a quien cariñosamente le decimos Pachita, con el propósito de preservar la tradición a través de los niños, ya que las danzas del congo, a pesar de ser el símbolo del Carnaval de Barranquilla, estuvieron en riesgo de desaparecer. Para mí la Danza Infantil Congo Alegrías es la oportunidad que me da Dios y la vida de contribuir a la preservación de la cultura del carnaval en los niños, niñas y jóvenes de la ciudad. Cuando Pachita me pidió que asumiera la dirección de la danza me dio temor, pero después la recibí como una misión que debía cumplir con cuidado. Desde que comencé a dirigirla en 1991, ella se constituyó para mí en un espacio pedagógico sin igual para enseñarle a los niños y jóvenes de nuestra ciudad valores culturales presentes en nuestras danzas ancestrales. De manera frecuente visito escuelas y colegios del suroccidente de la ciudad para invitar a los estudiantes a vincularse a nuestras agrupaciones folclóricas; además aprovecho para hacerles un llamado sobre lo importante que es para ellos participar en el carnaval, ya que las danzas forman parte de nuestra cultura, de la historia de la ciudad. Mis propuestas didácticas las fundamento en mis experiencias como maestra. La Danza Infantil Congo Alegrías ha sido para mí un espacio de pasión, alegría y compromiso. Me siento la mujer más feliz del mundo. Siempre que estoy con los niños todo se me olvida y vivo para eso y para el carnaval.
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Maribel Egea
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somos cumbia
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umbia, ritmo de mi tierra. Cumbia caribe que se riega como la verdolaga por las riberas del río Magdalena. El sonar de la flauta y de los tambores hace presencia en las plazas de nuestros pueblos y en los barrios de mi Barranquilla. Ruedas de cumbia se arman por aquí y por allá. Inmersa en la trietnia de nuestros antepasados, signos y símbolos identitarios del indio, del blanco y del negro, se revitaliza en cada paso de los danzantes, en cada sonar de los tambores y de la flauta: es la cumbia madre mestiza, ¡que viva la cumbia! ¡Güepa je, güepa güepa je! Suena el llamador; es la cumbia que invita a los danzantes al coqueteo, al enamoramiento que se vive con el retumbar de los tambores que calienta la sangre y pone nuestros corazones a palpitar. Mi cuerpo danzante se enciende al sonido de la flauta de millo que enmarca el ritual del hombre para conquistar a la mujer. Ella, muy coqueta y sonriente se aleja y se acerca en un sí y un no, ven, conquístame, hasta que decide aceptar la vela que el hombre le entrega y este inicia, por fin, el galanteo, que no termina durante el recorrido en la rueda de cumbia. Con sus velas la mujer ilumina el camino de los dos y avanza con paso lento y cadencioso, mientras con su faldeo le permite al hombre acercarse o lo aleja, y este, en su incesante enamoramiento, mantiene viva la llama de esta pasión danzaria. Cumbia de mi tierra, ritmo y danza sin los cuales no habría carnaval. Los bailadores desfilan; el latir de sus corazones se confunde con la alegría
y el jolgorio. Flautas, tambores alegres, llamador, maracas, guache y músicos nos regalan los sones de cumbia, y al paso, en un solo conjunto denominado cumbiamba, la del barrio, la del amigo, la del vecino, mi cumbiamba, damos al carnaval ese inagotable sabor que es transmitido de generación en generación y se extiende en el tiempo.
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Cuando cumbia, religión y fútbol convivían Ubaldo Mendoza
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ntes de hacer presencia en el carnaval, la cumbia acompañó por años a los devotos de muchos santos a festejar en nombre de ellos. Y de la mano de la cumbia estaba el fútbol. El origen de muchos de los grupos veteranos de cumbia es Barrio Abajo y Rebolo. De este último salimos varios como La Revoltosa. Una parte de lo que voy a contar lo viví yo y otra me la contaron los mayores de mi familia con tanta claridad como si lo hubiera vivido yo. Corrían los años cuarenta cuando en Barranquilla se hacían las novenas de san Roque, las fiestas religiosas más importantes y de grata recordación. En la Calle de las Vacas (calle 30), de aproximadamente un kilómetro, entre callejones Vesubio y Ricaurte (carreras 29 y 30), en los alrededores de la Alcaldía, se congregaba el pueblo a gozar de esta gran fiesta. Allí se gozaba del boxeo y los juegos de azar, pero también de la cumbia. En la carrera 29 instalaban una rueda de cumbia y en la carrera 38 otra, mientras que en la carrera 30 con calle 30, en la parte de afuera del teatro Boyacá, se instalaba un telón de lona y se proyectaban películas al aire libre. Otra de las fiestas religiosas en Rebolo se hacía en la calle Soledad (calle 17), donde ahora está ubicado el colegio Don Bosco; había carreras de saco, varas de premios y, por supuesto, no podía faltar la rueda de cumbia. San Martín de Loba era homenajeado con una rueda de cumbia en la casa de mi tía, la matrona Rosa Reales, ubicada en la calle Soledad con Bolívar (calle 17 con carrera 23), mientras que se hacía otra
en la casa de Esancio de Las Salas, ubicada en San Francisco con Vesubio (calle 26 con el callejón 29). También en la calle 28 con la carrera 26, en casa de un señor que apodaban Cara e’ Perro, había otra, lo mismo que en casa de Luisa Mercado, en Esperanza con La Ceiba (calle 11 con el callejón 22), quien la organizaba con motivo religioso. Luego estas manifestaciones pasaron al carnaval como cumbiamba y tomaron nombres como La Revoltosa, Qué Va Gallo, Qué Va, La Mompoxina, El Talego y El Páramo de las Nieves. El barrio de Rebolo siempre se distinguió por la cumbia, el fútbol y el carnaval. A principios de los años cincuenta en Rebolo el templo del fútbol era el Estadio Moderno, que luego fue abandonado y el torneo pasó a jugarse en la cancha Bavaria (donde hoy está el barrio Trujillo) y en la cancha Barranquilla, situada en las calles 11 y 14 entre callejones 22 y 23. El Estadio Moderno después fue abierto como plaza de toros, pero no resultó, luego en unos carnavales fue adaptado como salón de baile, que de cuatro a seis de la tarde era para menores de edad y de seis en adelante para adultos. Recuerdo que por aquel entonces en la carrera 21 con la calle 22, vivía un radio técnico llamado Luis Barrios, quien todas las tardes sintonizaba las emisoras cubanas Radio Progreso, CMQ Radio y Cadena Azul, y allí jóvenes y mayores se reunían en los sardineles a oír a Daniel Santos, Bienvenido Granda, Miguelito Valdez, en fin, todos los artistas de la época. Casi todos los seguidores de esta música eran amantes del fútbol y bailadores de las cumbias que se hacían con motivos religiosos.
Eran los tiempos de éxitos musicales como Pugilato, El feo, El cuento del sapo, y época de oro de la Sonora Matancera, la orquesta Casino de la Playa y el Conjunto Matamoros, entre otros.
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Suena la flauta de millo
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uena la cumbia. Las mujeres con sus faldas anchas y zapatos planos se deslizan sobre la arena en forma continua sin levantar los pies. La emoción se palpita: el parejo brinda unas velas encendidas y se inicia un coqueteo, pero las faldas se sacuden y queda avisado de que no puede pasar los limites. Él intenta acercarse y con la vela es retirado. En ese momento el parejo debe dar la vuelta buscando contentar a su pareja; una a la derecha y otra a la izquierda. De nuevo es retirado por su intimidación. La magia cumple su cometido; ella le brinda una sonrisa: la conquista se ha logrado”. Armando Zambrano
iempre que oigo un tambor me transformo y así sea con el pensamiento, bailo, y cuando lo hago me entrego al ritmo. Si estoy en un espectáculo no espero aplausos, no pienso en eso, estoy entregado a la danza. El ritmo de la cumbia es expresión caribe. Para mí representa todo lo que somos: río, mar, nuestro carácter, nuestros sentimientos. La cumbia es un rito en el que se expresa amor por uno, por la pareja, por el ritmo. El instrumento que más me marca y con el que muevo los pies es el tambor. Él me da el contenido, los pasos, la elegancia, el compás. Los movimientos de la mujer me inspiran a hacerle elogios. Sin hablar se da un diálogo entre los dos. Con su sonrisa me invita a bailar, es una mutua atracción que se refleja en movimientos sensuales”. Ubaldo Mendoza
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uena la cumbia y la pasión por ella nos invade. Juego amoroso de pareja. La rueda de cumbia es la rueda de la vida. Imposible no enamorarse y contagiarse con la magia de esta danza. Cuando niños y jóvenes la conocen, jamás dejarán de vivirla y de sentirla. Enseñar a bailarla es sumergimos en el calentamiento de nuestros cuerpos, en un sentir de pies y caderas. Es conocer su origen, es comprender el sentido de su vestuario y parafernalia”. Maribel Egea
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nseñar a bailar la cumbia es ratificar que el baile y la música hacen parte de nuestra esencia, son expresión y sentir”. Alcides Romero
“Y
si se trata de enseñar a interpretarla musicalmente, enseñar cumbia es enseñar a amar los sonidos de los tambores y las melodías de la gaita y la flauta de millo. Solo con música puedo expresar los sentimientos que genera en mí su majestad la cumbia”. Fito Sánchez
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Por el respeto a los patrones de la cumbia Armando Zambrano
La cumbiamba siempre ha sido un baile en rueda. Conviene hacer distinción entre el ritmo y la rueda de cumbia. Los bailadores pueden estar dispersos, pero cuando hacen la rueda se convierten en cumbiamba. La música y el baile en rueda, juntos, es lo que hace una cumbiamba. Cumbia es aquello que se genera cuando se interpreta ese ritmo que enloquece con el sonar de los tambores, de los guaches y de la flauta. Son pocos los instrumentos que encierran lo que es la cumbia. Hay un tambor grande, llamado tambora o bombo, que lleva cuero por dos lados y tiene un diámetro aproximado de ochenta centímetros. Lo acompañan dos tambores: el alegre y el llamador, que es pequeño y de un solo cuero. Se le dice llamador porque con un solo golpe comienza a llamar: llama a la flauta, llama al alegre, llama al tambor,
llama al guache y llama a la gente, porque un solo tin le llega a uno, y el otro prapapapa prapapa va rellenando y ahí shhuk sshhuk y suena la flauta de millo, la reina la llamamos y ahí empieza todo. Es importante saber que la cumbia prácticamente no tiene coreografía. En la rueda de cumbia no hay cabeza ni hay cola. Todos están en el mismo círculo. La mujer siempre va por fuera porque le da vistosidad al baile, y el hombre siempre va por dentro, aunque a veces da la vuelta para quedar al lado de la pareja, que es el galanteo. El hombre trata de llegar a ella, buscarle el lado a ver si de pronto se descuida y puede uno agarrarla, pero lo que pasa es que ella no se deja y con su falda mantea al hombre o, si ya es de noche, lo espanta con la vela. Al final la mujer queda enamorada y se rinde. Al principio es altiva, no determina al hombre, pero con todas esas morisquetas que uno hace, con ese galanteo, se doblega, y ya se le ve esa sonrisa; la cara va cambiando su aspecto. Lo que sí debe pasar es que la cumbia y la cumbiamba deben compaginarse. La cumbia neta es aquella que nació de los instrumentos artesanales como fueron los tambores y la flauta de millo. Ahora interpretan una cumbia instrumental y la tocan con clarinete, con saxofón, esa para nosotros no es una cumbia. Hay un aspecto que no es parte ni patrono de la cumbia, me voy a referir al sombrero y a su galanteo. El bailador neto de cumbia permanece con su sombrero encima, por una parte porque
es su protector del sol, y por la otra porque tiene una connotación muy grande de respeto. Para los viejos, por ejemplo, su sombrero es sagrado, nadie le puede tocar el sombrero ni cogérselo, si lo pone en algún lado, de alguna manera está reemplazando la presencia de su dueño. Resulta que han llegado muchos coreógrafos que han interpretado el sombrero en la cumbia como un elemento foguiador y ponen al hombre a quitarse y ponerse el sombrero, a moverlo. Lo más sagrado es ver el sombrero en la cabeza del hombre. Si yo me lo quito es porque me llené de sudor, entonces tomo el pañuelo, me limpio la cabeza y listo. Puede pasar también que mientras él está bailando, por alguna circunstancia, el sombrero cae al suelo, caso en el cual la muchacha se percata y con su falda trata de retirárselo para quitarle la vista y alejarlo, cosa que ella siempre está pendiente de hacer, pero el hombre siempre mirándola busca la manera de cogerlo, hace sus maromas, lo toma y
vuelve a su sitio, o le da una vuelta a la pareja. Ese es el baile típico para coger el sombrero porque se le cayó, pero no que lo tiró. El manejo del sombrero lo han desfigurado y hasta feo se ve, porque hay veces que la muchacha va con su falda y comienzan como si estuviesen prendiendo un fogón juntando el movimiento de la falda y del sombrero. Ese no es el baile. A su vez la apertura de la falda en la mujer debe ser para marcar espacio, marcar la distancia. Así se usa cuando es de día, porque cuando es de noche es con su vela que va manteando al hombre, así es como lo tiene a raya. Otra cosa que conviene aclarar es que los desfiles de cumbia son una presentación que se hace ante un público, y ante un jurado, que la gente ve alegre, pero hay que saber que los desfiles de cumbiamba no tienen nada, porque ahí no hay rueda de cumbia. Se escucha la música de cumbia sí (si lleva los instrumentos tradicionales), pero su baile no lo es.
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Manual para aprender a bailar cumbia Ubaldo Mendoza
Los movimientos de la mujer • Póngase de pie, erguida, soportando el peso del cuerpo en ambas rodillas; levante la barbilla y saque el pecho, las plantas de los pies deben estar totalmente sobre el piso. Para comprobar que tiene el control del peso del cuerpo hay que flexionar rápidamente las rodillas y ya puede empezar a practicar movimientos de avanzada. Los pies deben estar casi juntos. • Con el golpe del llamador avance un pie sin levantarlo —debe ser con un tranco corto—, luego el otro pie y repita uno tras otro siguiendo el compás del llamador. • Cuando consiga esto empiece a avanzar de forma zigzagueante. Para ello gire un poco hacia la derecha y luego a la izquierda. Este desplazamiento debe darle un movimiento de cadera,
sin brusquedad. Ponga la mano izquierda entre la cintura y la cadera y la derecha álcela como si llevara un paquete de velas en la mano. Para conseguir más elegancia la aprendiz puede poner sobre su cabeza un libro o algo un poco pesado, lo que la obligará a guardar equilibrio para no dejarlo caer; este ejercicio es muy efectivo. • Cuando ya pasó por este proceso viene el círculo. Avance girando en contra de las manecillas del reloj, es decir, de derecha a izquierda. La posición inicial incluye esta vez tomar con la mano izquierda una punta de la falda (que debe ser larga), y al avanzar lanzarla un poco hacia abajo y en el giro levantarla, lo que le da una hermosa figura al desplazamiento.
Los movimientos del hombre • Igual que la mujer, debe ponerse de pie, erguido, repartir el peso en ambas rodillas y flexionarlas. • Cuando haya controlado el peso debe adelantar el pie derecho un poco, luego inclinar un poco el torso, y ya tiene la posición inicial para empezar a bailar. El pie derecho le sirve de apoyo para que avance con el izquierdo, igual que en el del desplazamiento de la mujer. El hombre avanza paso a paso, pero con el talón del pie derecho levantado, lo que le permite hacer todo tipo de movimientos, girar, avanzar, retroceder. • Los movimientos del hombre son más libres que los de la mujer, pues ella es el aporte indígena, su baile es más sinuoso, calmado, elegante. El hombre según su etnia es más versátil, la mezcla india, negra y mestiza le permite expresar en el baile elegancia, sensualidad y erotismo.
La coreografía • La cumbia es un baile en parejas; el desplazamiento se hace en círculo, girando en contra de las manecillas del reloj, es decir de derecha a izquierda. En el centro se ubica la música. La mujer se sitúa en la parte de afuera del círculo y el hombre en la parte de adentro. Pueden hacer giros sobre sí o entre sí, pero siempre regresarán a la posición inicial. • Los giros los harán entrando por el hombro izquierdo lo que les ayudará en el desplazamiento. La mujer puede hacer movimientos suaves de faldas y cadera sin mover los hombros; el hombre la solicitará con el sombrero, sin tocarla, y ella, altiva, le responderá con coquetería, pero siempre esquiva. La cumbia es un rito al amor y eso se refleja en los movimientos de ambos bailarines.
Como la cumbia es un baile de parejas la mujer estará pendiente de los coloquios de su parejo: él será lanzado y ella esquiva.
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La Revoltosa Ubaldo Mendoza
La Revoltosa nació en 1956 al mando de Euclides Cabrera, un dirigente deportivo. La historia es esta. En ese entonces, en la cancha Barranquilla, situada en lo que hoy en día es las carreras 22 y 23 entre calles 11 y 14, se jugaba el torneo de fútbol que nos convocaba a quienes vivíamos en ese sector de la ciudad. Entre ellos había participantes de las ruedas de cumbia que entonces se hacían por doquier para celebrar esto o aquello. Casi siempre los que ganaban en fútbol eran los de Rebolo y quienes tenían una cumbiamba de carnaval, llamada Los Patulecos, eran los de San Roque. Pero resulta que los muchachos de Rebolo quisieron competirles también en danzas y participar en carnavales; fue así como apareció La Revoltosa. Esto sucedió en casa de doña Emma Cabrera, sede del equipo de fútbol Los Embajadores. El nombre del grupo fue sugerido por Luis Noguera, luego se eligieron a quienes harían parte del grupo, cuya base era el equipo Los Embajadores, y se invitó a los muchachos de mejor comportamiento del sector. Empezó la inscripción y se conformó un grupo de cien parejas. Se acordó que cada integrante costearía su vestido. Aparte, los hombres pagarían una cuota de doscientos pesos, lo que serviría para pagar la música y el sancocho de guandul con carne salada que se repartiría antes de salir. Con el grupo formado nos dimos cuenta de que casi todos bailábamos en las ruedas que se hacían con motivos religiosos, lo que ya nos daba una identidad cultural. Sin proponérnoslo habíamos creado un grupo folclórico que expresaba
En La Revoltosa han participado músicos de muchas regiones: el maestro Loncho (Lorenzo Valencia) de Polonuevo; Benito Cera, de Rebolo; Carlos Camargo y Juan Miranda, de Malambo; Mane Arrieta, Virgilio de Chorrera, José Ospino y Santiago Ospino, de Evita Mahates, y Baldomero Acosta, de Baranoa, entre otros.
Jonolys Gutiérrez y sus muchachos de Nueva Colombia nos acompañaron sin
Tienen muchos estilos, interpretan flauta de corozo, de millo, o de
desfallecer un minuto en el
carrizo, y siguen tocando cumbia.
desfile de la Vía 40 en 2015.
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El mejor pago
un sentimiento autóctono. Desde ese momento se decidió que todo el que quisiera ingresar al grupo tenía que aprender a bailar cumbia de la “verdadera”. Después de ser fundada en Rebolo, pasar a las Nieves y estar en el Country Club Las Villas, podemos decir que este es un auténtico grupo del Carnaval de Barranquilla pues sus integrantes son de muchas partes de la ciudad y de pueblos vecinos.
Por la salvaguarda de nuestra identidad Todos los años se inscriben nuevos integrantes, algunos nunca han bailado cumbia y toca explicarles la posición básica, lo del talón del pie derecho levantado, las mujeres muy serenas, lo de desplazarse casi sin levantar los pies y sin movimientos bruscos al mover las caderas. Se debe saber que los movimientos del bailador están sujetos a su región de origen o su etnia, ya sea negro, indio o blanco, pero existe un patrón cultural básico que mantener. En fin, es todo un proceso para enseñarles el patrón cultural de la cumbia, su origen indígena,
cómo se da la mezcla étnica, cuál es la función del grupo en el carnaval, cuál es nuestro comportamiento en el grupo, en el carnaval y con el público. Existe una responsabilidad con la salvaguarda de la identidad cultural de la cumbia, por eso a cada nuevo integrante se le informa todo lo concerniente a nuestra cultura popular. Se le enseña cuáles son los instrumentos que le acompañan hasta el punto de que algunos que llegaron como bailarines terminaron siendo músicos. Entre los fundadores de La Revoltosa están Chando Bustillo, Eduardo Vásquez, Germán Villareal, Horacio Romero y Pedro Zambrano Morelos, quienes años después pasaron a fundar la cumbia La Arenosa. Mis hermanos Carmen, María, Efrén y Enrique empezaron como yo en 1956 con La Revoltosa. Sea también la oportunidad de nombrar a algunos miembros antiguos que permanecen en el grupo como Ronny Urrego, Mimi Canchila y la famosa Juanita del Barrio Abajo, así como otros personajes que han dejado su sello en el grupo como Lola Salcedo Castañeda, Rafael Salcedo y su esposa
Hace mucho tiempo los grupos folclóricos salían a la calle y cobraban por la bailada. Cuando llegué a la dirección de La Revoltosa dije que no lo haríamos por plata, solo bailaríamos en las casas donde nos invitaran y esto solo lo hacían los amigos. Una vez que estaba bailando en casa de don Pedro Vengochea Gerleing se presentó un tipo preguntando con mucho apuro quién era el director; alguien le señaló que era yo, se me acercó y me pidió de manera contundente que bailáramos en su casa. Me da pena —le dije—, pero solo bailamos en la casa de los amigos. Usted me cobra y yo le pago —dijo—, es que tengo una situación, mi mamá está enferma, está en una silla y cuando oyó la música, está a cuatro casas, me pidió que llevara la cumbiamba. Eso es otra circunstancia, vamos, le contesté. Me preguntó, ¿cuánto me vas a cobrar?, le respondí, nada, vamos. Le dije a Gabriel: haz una rueda y la plantas donde se va a poner la bandera. Me fui, llevé un par de parejas, entré a la sala, conocí a la mamá y bailamos delante de la señora. Al terminar el señor volvió a preguntarme, ¿cuánto te debo? No me debes nada, le contesté, para mí ha sido una satisfacción haberle dado ese gusto a la señora. Eso fue muy grato, además, el hombre invirtió más en atenciones de lo que yo le hubiera podido cobrar. La enseñanza de esta experiencia fue haber complacido a la madre de este señor, realmente ella tuvo que haber amado mucho la cumbiamba cuando solicitó que se la llevaran a cualquier costo. Verla aplaudir, verla reír fue el mejor pago.
Izar la bandera, un acontecimiento En La Revoltosa izar la bandera es todo un acontecimiento. Se hace
Sara Harb. Finalmente cómo no nombrar a mi esposa Virginia Niebles (q. e. p. d.), quien terminó siendo una figura importante en la organización junto con mis once hijos, que hacen parte hoy en día de esta. De hecho, Virginia Leonor es la encargada de la dirección del grupo al lado de Ingrid, Patricia y Mónica. Debo también mencionar la participación de mis quince nietos, mis yernos y nueras. Lo mejor de los grupos de carnaval es la integración. En la cumbiamba La Revoltosa estamos en
comunicación permanente pues hay que preparar ensayos para nuevos integrantes, someterlos a una escuelita de aprendizaje y marcar el patrón cultural, hay que diseñar el vestuario, el maquillaje, etc. Todo esto se hace con camaradería, siempre hay sancocho, música y diversión. Es un trabajo que hacemos con amor para llevar el espectáculo al carnaval como expresión que nos identifica ante el mundo. En La Revoltosa defendemos la cumbia como el tesoro más preciado.
el domingo más próximo al 20 de enero, ese día se congregan los vecinos a ver la llegada de las diferentes reinas y reyes, los disfraces, las danzas, los grupos folclóricos, las cantadoras y la presentación de La Revoltosa. Todo esto con ron y sancocho a bordo.
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La Arenosa Armando Zambrano Director
A los pocos años de mi nacimiento, el 16 de julio de 1947, mi padre Pedro Alejandro Zambrano Hernández, y mi madre Olga Irisina Morelo Ferrer, fundaron en Caracolí, un corregimiento del municipio de Malambo (Atlántico), una rueda de cumbia que denominaron La Arenosa, en homenaje a su pueblo, que es completamente arenoso. Hoy en día es la más antigua y activa del carnaval; llevamos 67 años participando de manera ininterrumpida, por eso somos líderes de la tradición. La permanencia de nuestra cumbiamba, creemos, le ha dado fuerza a la cumbia y ánimo a otros grupos para sostenerse pues seguramente dirán, “si ellos vienen de tantos años, ¿por qué nosotros no vamos a hacer el esfuerzo de llevarla?”. Hay algo indispensable para el sostenimiento de una cumbiamba, vivir la cumbia como un acto cultural, como un algo que se siente todo el tiempo. Vivirla solo durante un mes porque va a llegar el carnaval es limitado. En La Arenosa todo el año vivimos la cumbia y todos los días hablamos de ella.
La cumbia no se enseña, se aprende Somos arte y parte de la tradición en el sentido de que respetamos mucho los patrones de la cumbia. Al que quiere entrar a La Arenosa le decimos cuáles son esos patrones y luego ya se trata de ver si la persona siente o no siente en su interior el deseo de bailarla, porque la cumbia no se enseña, se aprende. El uso de la calilla en la cumbiamba lo introdujimos nosotros en homenaje a la costumbre de las mujeres de antaño que la fumaban mientras lavaban en el río, hacían el sancocho, planchaban, arreglaban la casa. A su vez los hombres usan el tabaco.
Hay que buscarse gente con amor a la cumbia; no fantocheros. El fantochero viene a desarmar la cumbia, a bailar lo que no es. Eso se sabe quien sí es para la cumbia y quién no. Se nota en la expresión. Al que lo está haciendo con esfuerzo se le nota. Si se baila con esa pareja, uno lo siente en la piel, es parte de la sensualidad que le da la cumbia, la vibración, ese sabor que el alma percibe o no percibe, no es algo que se ve, pero sí se siente. Un bailador de cumbia no se desprende jamás de la cumbia, cuando oye sonar ese ritmo, el corazón le palpita, lo siente con alegría, lo siente con emoción y siente unas ganas infinitas de bailar. El calentamiento en el ensayo es fundamental porque el cuerpo necesita que se desvanezca toda la pesadez para estar liviano y dedicado únicamente al ritmo. Ensayamos donde caiga, en el patio de la casa museo que tenemos, en la calle, en los sitios donde haremos las presentaciones. Como la mayoría de los muchachos de La Arenosa trabajan, ensayamos un domingo o un sábado en la tarde. Ya cuando se acerca el carnaval, ensayamos dos o tres días, puede ser sábado, puede ser domingo. Lo hacemos con música en vivo, de lo contrario no se siente la autenticidad, la tradición.
Todos los años salimos, pero ahora somos menos En estos últimos carnavales hemos salido con cincuenta parejas, aunque hubo años en que salíamos con el doble. Pero es difícil. El presupuesto se duplica, y no más en los músicos eso es una barbaridad de plata, se necesitan cuatro grupos y cada grupo cobra su buena plata, y lo que aporta Carnaval S.A. es prácticamente un diez por ciento de lo que gasta la cumbiamba. El resto lo ponemos nosotros, hacemos reuniones para que la gente haga sus aportes, organizamos paseos y así, de a poquitos vamos juntando. Uno lo hace por la devoción que tiene por el carnaval.
Puerta de Oro, la cumbiamba infantil que nos proyecta
Los rituales
La idea fue de mis hermanos Ena Isabel, a quien llaman la “Diosa de la Cumbia”, y de Jaime, director de la cumbiamba, ambos fallecidos. En un principio la inquietud surgió porque varias parejas de La Arenosa terminaron casándose y obviamente querían llevar a los hijos para inculcarles el amor a la danza. El semillero fue una respuesta a ello y en 1982 la cumbiamba Puerta de Oro salió por primera vez a desfile. De alguna manera esta es la cumbiamba de los hijos de todos los que participan en La Arenosa, pero también de los vecinos, de los amigos, de los que desean unirse a la fiesta de nuestra mano. Hoy en día tiene 33 años. Una biznieta mía de año y cinco meses sale en un cochecito diciendo “adiós”. Mis hijas ahora mismo dirigen a los pequeños, ellas también son cumbiamberas. Poco a poco van tomando las riendas de esto. En nuestra familia tenemos hijos, y sobrinos que siempre han estado aquí y ahí les vamos enseñando para que mantengan con altura la tradición.
pasión antes de
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Por tradición y presentarnos recordamos a nuestros seres queridos, porque siempre fueron ellos los que en vida iniciaron la invocación: “¡Oh!, padre, madre, hermanos, ustedes iluminaron este acontecimiento. Padre Nuestro, amén, amén”.
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Cumbiamba Del Carajo Soley Del Castillo Robles
¿Quién es la primera?… Del Carajo. ¿Quién es la que baila?... Del Carajo. ¿Quién es la mejor?... Del Carajo.
Vestuario diseñado y confeccionado por Diana Rolando, experta en trajes de la tradición y de
La mayoría de los niños que conforman la Cumbiamba Infantil del Carajo son hijos de los participantes en la agrupación de adultos.
Nuestra cumbiamba fue fundada en el año 1989 por importantes personajes que se han destacado en participar como buenos barranquilleros en los carnavales de curramba, entre quienes se destacan Leisle Guzmán Pernett, Luis Madariaga, Carlos Gómez y Mónica Oliveros. También yo tuve la fortuna de estar en su origen. Todos veníamos de la gran cumbiamba Cipote Vaina y por esta razón hemos conservado en el vestuario el color blanco, con encajes dorado, plateado o rojo e inclusive el cuadrito rojo, y con aplique de cayenas, nuestra flor de tradición. Somos un grupo homogéneo de cuarenta parejas, unido para participar en cuanta fiesta haya con alegorías carnestoléndicas donde suene una flauta de millo, ya sea en Barranquilla, en otras regiones del país o fuera de este. Siempre estamos dispuestos a llevar en alto los valores de la alegría, el respeto y el compañerismo, características que distinguen a todo buen carnavalero. La sede de nuestra cumbiamba está en el barrio Boston, donde todos los carnavales se iza su hermosa bandera con la presencia de la reina del carnaval, el rey Momo y reinas populares, integrantes del grupo, invitados de otros grupos folcloricos y de la comunidad.
comparsas.
Formamos parte de la Fundación Arte y Folclor de Atlántico —Fayfa—, que organiza el desfile en la calle 84; pertenecemos a Fundecumbias, somos miembros de Unicarnaval, estamos vinculados a Carnaval de Barranquilla S. A. y actualmente somos miembros de la Corporación Nuestro Carnaval, Patrimonio Cultural-Orgullo de Barranquilla. Hemos sido ganadores en el Reinado del Millo en Juan de Acosta y ocupado primeros puestos en varias noches de Guacherna. Representamos al Atlántico en el Reinado del Bambuco al lado de Martha Carolina Acevedo Moreu, reina por el Atlántico y Barranquilla, quien ganó esa corona en 2003, y acompañamos a Norella Jubis, candidata por el Distrito de Barranquilla al mismo reinado en 2004. En 2005, de acuerdo con el plan de desarrollo de interactuar con otras costumbres y culturas de nuestro país, viajamos a Calarcá para acompañar a la candidata del Distrito de Barranquilla al Reinado del Café. Durante los años 2003, 2004 y 2005 participamos en la Fiesta del Mar en Santa Marta y en las fiestas del 11 de noviembre en Cartagena. Con gran entusiasmo recorremos las festividades de pueblos
del departamento del Atlántico como Santo Tomás, Sabanalarga y Baranoa. Hemos recibido premios al mejor farol en Noche de Guacherna, congos de oro de las mejores cumbiambas de manera consecutiva desde 2003 hasta este año (2015) y hemos sido evaluados en la categoría Excelencia. En el ámbito internacional hemos participado en festivales como el de La Chinita en Venezuela, el Carnaval de la 8 en Miami y el Gran Desfile de la Hispanidad en Nueva York, con excelentes reconocimientos. Varios de sus participantes hemos sido integrantes de representaciones internacionales ante la Unesco cuando se presentó el Carnaval de Barranquilla para su nominación de patrimonio cultural de la humanidad, en Chile y Panamá, entre otros.
Comprometidos con la tradición Contamos con un semillero y desde 2001 creamos la Cumbiamba Infantil Del Carajo que participa en el Carnaval de los Niños, en novenas navideñas, grupos culturales y festivales escolares, y en desfiles de salvaguardia de la tradición.
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Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires Alcides José Romero Cogollo
En octubre de 1987 el señor Luis Hernández (q. e. p. d.), gran coreógrafo y director de la cumbiamba Ritmo Costeño del barrio El Santuario, nos visitó en nuestra residencia para solicitarle a mi padre que le permitiera a su grupo ensayar en el patio de nuestra casa, ubicada en el barrio Buenos Aires, ya que era bastante amplio y le brindaría privacidad y seguridad. Mi padre, quien se caracterizó por ser una persona abierta, espontánea y entusiasta con el baile y la música, no dudó en brindarle esa
colaboración. Fue así como a partir de ese momento esta cumbiamba conformada por jóvenes y adultos de distintos sectores de los barrios populares del sur de la ciudad, inició sus ensayos tres días a la semana con el fin de prepararse para participar en los carnavales. Esto despertó un gran entusiasmo en la vecindad y con cada ensayo aumentaba el número de observadores. Para esa época yo había culminado mis estudios secundarios y como joven me llamaba la atención esta clase de relajos; además, había aprendido a ejecutar la guitarra y el bajo electrónico y con mis hermanos habíamos organizado una agrupación vallenata que denominamos “Los Hermanos Romero”, grupo con el que tuvimos el grato placer de amenizar muchos eventos sociales dentro y fuera de la ciudad: casetas, ferias, discotecas, quinceañeros, etc. Y como quiera que ya corría por nuestras venas la música, no tardamos mucho en involucrarnos en los ensayos con los músicos que integraban el grupo de millo que acompañaba la cumbiamba. Debo admitir que no existía en ese momento en mí ninguna inclinación por vincularme como integrante o bailarín de la cumbiamba, que por cierto en aquella época se encontraba recibiendo nuevos integrantes, más bien comencé a fijarme en las muchachitas hermosas del grupo. Una de esas jovencitas al ver mi interés por ella me propuso que fuera su pareja en la cumbiamba, cosa que no me agradó mucho, pero que al final tampoco pude evitar pues me había enamorado, y como dice el dicho: “El hombre enamorado es como un chivo
loco, coge pa’ donde sea”; pero una vez se me pasó el enamoramiento dejé de ensayar con ella y, claro está, ella tuvo que buscar otro. Así transcurrían las cosas, ensayos iban, ensayos venían. El entusiasmo era generalizado, y tanto los integrantes del grupo como los observadores y la vecindad en general disfrutaban cada momento. Pero sucedió algo que con los días se comenzó a notar y era la presencia de muchos niños, que no solo se conformaban con observar el baile de los adultos, sino que trataban de imitar la coreografía, el uso de la pollera, el sombrero, etc. Fue así como muchos de ellos, con el aval del director y del coreógrafo, fueron admitidos en las filas cumbiamberas únicamente con el propósito de no desanimarlos. Fue tan grande la motivación de los niños por la cumbia, que unos padres tomaron la iniciativa de
organizarlos y comenzaron a desarrollar su propio taller antes del ensayo de los mayores. Esto motivó al coreógrafo del grupo a brindarles su orientación. Con el transcurrir de los días había más de 25 parejas de niños. A mi padre le llamó poderosamente la atención ver a tantos pequeñines ofreciendo tan hermoso espectáculo, al punto que la gente mostrarba mayor interés por sus ensayos que por el de los grandes, así que se preguntó si en los desfiles del carnaval podrían participar los niños; algunos le manifestaron que sí, pero él quiso confirmar esa información y me envió a hacer la consulta. Recuerdo que fui a las oficinas de Mejoras Públicas en el barrio Montecristo, donde funcionaba para entonces la Corporación Autónoma del Carnaval, que estaba encargada de organizarlo, presidida por don Óscar Fernández. Allí recogí toda
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Los gritos de Ramiro y Sabrina Allá por el año 1988 ya existía el evento llamado “Noche de cumbia”, que tenía lugar en el bulevar del barrio Simón Bolívar al suroriente de la ciudad. Este era organizado por la Asociación de Grupos Folclóricos del Atlántico –AGFA–, presidido por el señor Enrique Salcedo (fallecido), rey Momo del Carnaval de Barranquilla en 1995 después de setenta años de no haber sido elegido algunos. Allí todas las cumbiambas que participaban en el Carnaval de Barranquilla hacían su presentación en tarima ante un jurado. Esa era nuestra primera salida y presentación en las fiestas de carnaval. Nuestra cumbiamba, como todo grupo infantil, tenía una pareja que era la más pequeña en estatura y edad y a la que cariñosamente bautizamos como nuestra mascota. Estaba conformada por dos encantadores niños: Ramiro y Sabrina, criaturas que definitivamente eran un espectáculo a la hora de bailar. Aproximadamente a las nueve de la noche le correspondió el turno a nuestro grupo. Ramiro y Sabrina iban adelante como una manera de llamar la atención del jurado. Cuando hacíamos la entrada al escenario apareció de repente un disfraz, que con una mano sostenía un machete y con la otra su cabeza ensangrentada. No se imaginan ustedes los gritos de estos dos niños, que corrieron en diferente sentido hacia la multitud, lo que ocasionó que padres, acompañantes y los mismos integrantes saliéramos en su busca. Terminamos bailando sin mascota.
la información y efectivamente, ya para esa época en los eventos del carnaval tenían participación los grupos infantiles entre los que cabe mencionar: Currambita la Bella, Cumbiamberitos de San José y Cumbiamberitos del Gallo Giro, entre otros grupos. Regresé a casa acompañado de un formulario de inscripción. Nos encontrábamos a mediados de
octubre, es decir, tiempo en el cual en la ciudad se empieza a respirar ambiente de carnaval, época en la que muchas danzas, comparsas, cumbiambas y disfraces, prenden motores e inician sus actividades con miras a participar en las fiestas del carnaval del nuevo año. Cómo conseguiríamos recursos para dotar con lo indispensable a esos muchachitos era mi principal preocupación, pero no la de mi padre. él sabía que contábamos con el entusiasmo de las familias para llevar a cabo rifas, bingos y otras actividades para
recolectar dinero, además él buscaría ayuda con algunos amigos políticos para costear la compra de telas, alpargatas, tocados y pagar la música de millo para el grupo. Viendo el interés de mi padre y el deseo de los niños y de sus padres tomé la iniciativa de representar al grupo. Para la inscripción, y sabiendo que los nombres de las cumbiambas infantiles hacían homenaje a sus barrios de origen, consideramos pertinente mantener esa tradición, pues de esta manera incentivábamos la labor cultural en el
sector y dábamos a conocer el aporte que cada barrio hacía al carnaval. Así entonces lo llamamos Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires y su sede sería, como lo es aún hoy en día, nuestra casa paterna. Lo digo con humildad, allí comenzó la historia de uno de los grupos folclóricos más reconocidos en la modalidad de cumbia infantil en el Carnaval de Barranquilla, un semillero para formar cumbiamberos y carnavaleros y para engrandecer nuestro bello folclor.
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Cumbión de Oro Homenaje de Humberto Pernett a Gabriel de Jesús Marriaga
A Gabriel de Jesús Marriaga Tejada, director del Cumbión de Oro, lo conozco desde niño porque estudiábamos en el Colegio Biffi. Cuando hablo de él hablo del Calvo y del Cumbión de Oro, ese grupo tan peculiar que todos parecen familiares; su amor por la cumbia los ha llevado a unirse como hermanos. Esas pautas de amistad vienen de Gabriel. El Cumbión irradia cumbia porque su director la irradia también. Cuando se les ve bailar se nota una diferencia con las otras cumbiambas, porque ellos no bailan para que los vean, bailan para ellos, porque aman la cumbia. Gabriel se trae de la sabana de Bolívar a los músicos acompañantes, los aloja en una casa durante los precarnavales y los une por completo al grupo. La comida de estos señores también la compra El Cumbión. En sus propias palabras, esta es parte de su historia. “Mi primera vinculación al carnaval fue como bailador y la razón principal para participar en él es el amor hacia la cumbia, heredado de mi abuelita, una fiel descendiente de los mocaná. Yo soy de Barrio Abajo, pero mi abuela es porteña, mi mamá es porteña, y mi esposa Cira es porteña, y yo iba a Puerto Colombia en vacaciones desde niño, y en las Fiestas de la Virgen del Carmen y en la Fiesta del Mar, participaba en las ruedas de cumbia en las que se danzaba con velas encendidas hasta las cuatro o cinco de la mañana. Una vez con Cira pasamos por el Parque de Los Fundadores, eso nunca se me olvida, estaba ensayando El Cañonazo, qué vaina tan bacana dije,
y pregunté, ¿cómo hace uno pa’ entra a esta vaina? Llamé a la señora Natividad, que en paz descanse, y me dice, ¿a ti te gustaría bailar acá? Sí, claro, le contesté. Faltaban solo doce días para la Batalla de Flores cuando me llamaron y fui con mi mujer y nos hicieron la prueba y nos aceptaron. Quedé en la piña, en el puesto once. Allí duré como nueve años bailando, hasta que hubo unas cosas que no me gustaron y me separé. Me invitaron a conformar Candela Viva, lo hicimos con Paragüita y León Martínez, quien la maneja actualmente. Ahí bailé solo dos años, porque de verdad a mi me chalequearon, sí, sí, me chalequearon, mi hermano. Tú sabes que esto lo hace uno pa gozá y pa disfrutarlo. Yo tenía como 25 mujeres todas familia mía, cuñadas, primas de las cuñadas, todas eran familia, y como doce hombres, los otros eran de Barrio Abajo, bueno, nos fuimos pa’ Siete Bocas. Yo me acababa de mudar al frente de la glorieta y allí fundamos La Gran Candela. El nombre se debía a que el vestido de las mujeres, diseñado por Edgar Pérez, llevaba unas llamas
grandes que pintó Orlando Lascarro, gran amigo mío, pero ese fue un craso error, la gente se confundía, había La Candela Viva, La Gran Candela y La Candela, entonces dijimos, esto no puede seguir así. Me fui y hablé con Óscar Fernández y le hice la consulta para que nos respetaran el tiempo, me dijo, haz un documento y se te aprueba. Apenas le pusimos Cumbión de Oro enseguida empezamos a ganar, y no es pecar de inmodestia, pero el Cumbión pega y pega fuerte, el Cumbión siempre ha estado ahí, porque es bueno. El Cumbión es una familia, nos gusta y vivimos para gozarla y nos ha unido mucho”.
El Cumbión de Oro siempre tendrá contradictores, pero todos los jurados le dan una alta calificación. Gabriel no le da importancia a las envidias, es todo un señor, siempre tiene presente que los recursos que reciben los grupos son muy escasos para lo que hacen, y trata de arreglar esta situación. Sin Gabriel el carnaval sería distinto, porque sin él la cumbia no sería cumbia.
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Cipote Vaina Homenaje de Soley Del Castillo
Hoy en día son hijos de Cipote Vaina los grupos folclóricos El Gran Carajo, Del Carajo, El Cipote Garabato, El Garabato del Norte y las más recientes: La Misma Vaina y la Pollera Colorá.
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Cipote Vaina nació en 1978 de una reunión de amigos representantes de núcleos de familias amantes de la cultura y el folclor barranquillero, recuerda Guillermo Rivera Citarella, su fundador. Su vestuario era blanco, dice, adornado con rojo en honor a los colores de la bandera del Atlántico, con hermosos tocados para el cabello recogido, y con maquillaje esplendoroso. Los hombres igual vestían un atuendo blanco, impecable, llamado liquilique, y rabo’e gallo rojo. Este vestuario rompió los esquemas anteriores de faldas floreadas o de cuadritos y en los hombres el color caqui, fajón ancho y camisa por dentro. El nuevo atuendo impactó favorablemente a la comunidad barranquillera que percibía en él mucha armonía y elegancia. Eso lo sabemos quienes amamos la cumbia, se aportó aún más donaire en la interpretación de la cumbia. Tal como nos lo relata su fundador, este grupo estaba conformado por jóvenes profesionales y estudiantes universitarios de toda la ciudad de Barranquilla, que compartían sus
valores y principios inspirados en la dinámica de una familia unida. En efecto Cipote Vaina se constituyó en una gran familia que creció año trás año. Óscar Fernández, Alfredo de La Espriella y Sonia Osorio, entre otros, fueron pilares fundamentales para la creación del grupo, así como los empresarios Ángel Carrillo con Distribuidora San José, y su gerente comercial la señora Faride Cure, persona sensible que buscaba a los grupos para brindarles algún apoyo. “Ellos manifestaban gran respeto por el folclor y jamás opacaron el grupo en función de su propaganda publicitaria”, dice Guillermo con algo de nostalgia. A su vez guarda gratitud a empresas como Coltejer y Fabricato que obsequiaban rollos de tela blanca deseosos de que estas fueran usadas en el Carnaval de Barranquilla. Años más tarde, en 1990, el grupo decidió bailar garabato el sábado de carnaval en la Batalla de Flores y desfilar como cumbiamba el lunes en el evento de la Gran Parada. Después siguió solo como cumbiamba. Guillermo Rivera relata cómo esa gran matriz pudo engendrar multiplicadores de la cultura con valores como la disciplina, la organización, el emprendimiento, la creatividad y el amor por su ciudad. En todas ellas se conserva la elegancia tanto en el vestir como en la interpretación dancística, reafirman los mismos valores y viven el eslogan de cipoteano que dice: “Por mi Barranquilla y por mi pueblo me uno más a mi ciudad”. En este momento la gran madre no está activa, pero los integrantes que la sobreviven mantienen relaciones comunicativas estrechas.
Gran Cumbiamba el Cañonazo Homenaje de José Llanos a Rafael Altamar López
Sobre la vinculación de las familias Altamar, López y Ortega al Carnaval de Barranquilla, Rafael Altamar nos cuenta: “Mi papá Luis y mi mamá Natividad (q. e. p. d.), fueron carnavaleros siempre. Mi papá participó en el carnaval como integrante de grupos como la Danza de la Burra Mocha y la cumbiamba El Huracán, y en 1949 sacaron en la calle 69 carrera 49 esquina una cumbiamba a la que llamaron Las Sardas de Boston. Luego en 1963, con mi mamá, sacaron la cumbiamba infantil Estrellitas de Barrio Abajo, enseguida ganaron el primer puesto y quedaron fuera de concurso al año siguiente. No conformes con el grupo infantil, en 1965 convocaron a todos sus familiares, grandes y chicos, y fundaron la cumbiamba El Cañonazo, inicialmente con 25 parejas. Por esta han pasado cuatro generaciones y hoy se cuentan en sus filas ochenta parejas, siendo ganadores de más de cuarenta premios representados en Congo de Oro, segundo puesto, tercer puesto y fuera de concurso en dos ocasiones. Por ser una cumbiamba tan tradicional y conservadora del baile autóctono de la cumbia, fuimos invitados por los presidentes colombianos Alfonso López Michelsen y Misael Pastrana Borrero, y por el general Omar Torrijos, de la República de Panamá”.
Estos son momentos especiales del Carnaval de Barranquilla que Rafael Altamar guarda en su memoria: Guardo dos momentos, el primero en 1965 cuando participamos como Cumbiamba Grande junto a cumbiambas de renombre y con muchos años de
antigüedad como El Tanganazo, La Arenosa, La Gigantona, Agua Pa’ Mí y La Sin Fin. El segundo recuerdo que tengo fue cuando me eligieron rey Momo 2010.
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Somos danzas de indios
Ubaldo Mendoza
N
uestro carnaval es triétnico, lo español y lo afro tienen en él tanta presencia como lo indígena. Es una suerte que así sea. Por eso es tan rico, tan multicolor, tan sonoro. Lo indígena nos hace vibrar, nos recuerda ancestros que convivieron con la naturaleza, adoraron sus dioses, lucharon y sobrevivieron. Fueron valientes como lo han sido quienes han traido y mantenido las danzas de indios en nuestro carnaval. Sin ellos esta fiesta quedaría mocha. La danza Indios de Trenza, de origen chimila, traída a Barranquilla por Dilia Meléndez en 1935, fue la primera danza indígena que participó en el Carnaval de Barranquilla. Desde 1950 la dirige su hija Dora Thomas. Después llegó una danza de la región Momposina: Las Farotas de Talaigua, dirigida por Etelvina Davila. De esa zona han llegado también, primero desde Pinillos, los Indios Mansos, dirigidos por Baltazar Sosa, y algo después Los Indios Caribanos y la Danza de los Indios Farotos, estas dos últimas dirigidas por Rafael Morales. Antes hubo participación indígena, pero no como danza, sino como disfraces individuales.
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Indios Caribanos Rafael Morales
Nuestro vestuario
Nuestros símbolos
La música
Los colores del vestuario
La bandera, el arco y
La caja vallenata, la violina
son el rojo y el amarillo.
la palma son nuestros
o dulzaina y las maracas
El hombre usa pantalón
símbolos, así como los
marcan el compás de
y camisa con adornos,
colores rojo y amarillo
los danzantes; es un son
y la mujer un vestido
propios de la bandera
indígena de ritmo rápido
entero adornado también.
española.
en su marcación.
Ambos usan como calzado abarcas, también llamadas
Nuestra coreografía
cotizas aguaireñas,
Representamos las
con los colores del
maravillas del universo
vestuario. Costureras de
mediante formas que se
la comunidad los elaboran
trenzan en filas, círculos y
en sus talleres caseros.
zigzags.
Esta es una danza guerrera que representa las tribus de la etnia caribe desde los tiempos de la Colonia. Su origen está en las entrañas de nuestros aborígenes campesinos originarios del corregimiento de Palomino, municipio de Pinillos, en el sur de Bolívar, justo en la Depresión Momposina a orillas de los ríos Magdalena y Chicagua. La danza Los Caribanos hizo su primera aparición en el Carnaval de Barranquilla en 1999 por iniciativa de mi padre con el objetivo de acompañar a una candidata a reina popular del barrio Villanueva. Desde entonces nos hemos dedicado a investigar sobre ella y a cuidarla por lo hermosa que es. Cada dos años innovamos, sin que se pierda su esencia, para ello mantenemos los colores que la caracterizan, los versos y los cantos. Quienes nos hemos esmerado por mantenerla viva somos los Morales Hernández, y Natividad y José Benavides. Mantener viva esta expresión es nuestra fuerza y lo hacemos desde el corazón. Gracias a esta danza hemos tenido alegrías y tristezas y lo uno o lo otro lo vivimos unidos. Quienes la practicamos —niños, jóvenes y adultos—, sabemos que tenemos la responsabilidad de representar nuestra cultura caribe y rendir un homenaje a nuestros ancestros y a los primeros pobladores; la vida nos lo ha retribuido con dos congos de oro, recibidos uno en 2010 y otro en 2012.
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Homenaje a mi hijo Mi hijo Rafael Enrique Morales Hernández nació el 28 de julio de 1981. A los 6 años ya formaba parte de la vida artística de Barranquilla. En el hogar comunitario, en la escuela, en la comunidad, no conocía la pena. Absorbió de mí la espontaneidad y la alegría folclórica. Fue mi alumno en sus primeros pasos. Así fuera enfermito no se perdía las actividades, esos fueron sus primeros pasos. Junto con sus hermanos Biron y Maricarmen formaban parte de las presentaciones que los grupos de música hacían en las escuelas. Bailaba en campeonatos, fiestas patrias y culturales. A los 18 años, en 1999, integró mi grupo de danza los Indios Caribanos y por varios años bailó con nosotros. Tuvo la destreza de aprender a bailar, danzar, dirigir y decorar en varios talleres, se hizo bailarín y coreógrafo. Era mi mano derecha, su ayuda era muy importante para mí. Siguió mis pasos y trabajaba por la comunidad, se hizo comunero. Formó grupos de niños y jóvenes al frente de “Sonrisas del Carnaval”, que participaban en el desfile del Carnaval de los Niños. Además, se identificó con las raíces de palenque y bailó con Matilde Herrera en su grupo y fue comediante en mi grupo Bella Flor. Por su carisma y habilidad se hizo conocer por muchos en el ámbito carnavalero. La vida tiene muchos contrastes, Rafa me dejó el 4 de abril de 2014. Dios propuso esa partida. Somos aves de paso, somos prestados por un tiempo. Ahora sus dos hijos, Irianis Danays y Verder Stevan de 11 y 9 años están conmigo bailando en mis danzas.
Aquí Rafa tenía 29 años de vida. La foto se la tomé yo en 2010.
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Indios e Indias de Trenza Chimilas César Martínez Lara Liliana Lara Salas Ubaldo Mendoza
La danza indios de trenza es de tradición familiar. Fue fundada por la señora Dilia Meléndez el 10 de noviembre de 1935 en Isla del Rosario, un pueblito ubicado cerca de Ciénaga en el departamento del Magdalena. Es una representación de los indios chimilas, descendientes de los caribes, quienes poblaron la margen derecha del río Magdalena desde el frente de Tamalameque, Cesar, hasta Sitio
Nuevo, Magdalena. En ella se reinterpretan los ritos y ceremonias religiosas o festivas que los chimilas ofrecían a sus dioses, durante las cuales danzaban alrededor de una vara o tronco hueco que era golpeado con un palo. El ritmo producido por esta acción servía para marcar la cadencia del baile. Esta danza inicialmente participaba en los carnavales y festividades de Santa Marta, pero al desaparecer dichas fiestas dejó de salir por un tiempo. El 15 de noviembre de 1945 la señora Dilia Meléndez le entregó formalmente la danza a su hija Dora Thomas cuando esta tenía 15 años de edad; desde entonces es su directora. En 1949 Dora se vino a vivir a Barranquilla y decidió organizar el grupo Indios de Trenza en el barrio Simón Bolívar; participó por primera vez en el Carnaval de Barranquilla en 1950, y de paso montó en el mercado una venta de guineo verde, plátano, yuca, ñame y verdura. La danza está integrada por cuarenta personas (veinte parejas) cuyas edades oscilan entre los dieciocho y veinte años. Esta danza se ejecuta al compás de los tambores que acompañan la melodía de una gaita y unas maracas. Parejas de hombres y mujeres la bailan trenzando en una vara dieciséis cintas de diversos colores, que van atadas en el extremo superior y tienen una medida de cuatro metros de largo. De allí que se les llame indios de trenza porque ese es el principal movimiento de esta danza, elaborar una trenza entre todos en una vara que está ubicada en el centro.
En los actuales momentos Dora Thomas tiene 85 años de edad, 70 años dirigiendo la danza y 65 años participando en el Carnaval de Barranquilla.
De la vara penden tanta cintas como bailarines haya; cada bailarín toma una cinta y al compás de la música giran alrededor de la vara. Entremezclándose y desplazándose en forma de S o culebrillas y círculos, van tejiendo la trenza en la vara; cuando está terminada, ejecutan los movimientos en sentido contrario para deshacer la trenza. Es maravilloso, nadie se equivoca en el camino andado, pues no se podría deshacer la trenza. Mientras bailan emiten unos sonidos guturales que le dan ritmo acercando y alejando la mano de la boca. El vestuario de las mujeres está compuesto por una falda corta que termina en flecos, la blusa
con un hombro descubierto, pulsos, collares, flecos en las pantorrillas, y calzada con una especie de alpargatas. Los hombres con el torso desnudo, llevan brazaletes, un pectoral enjaezado, un taparrabos, encima un faldillín, flecos en las pantorrillas, turbantes con plumas y un arco adornado con plumas. La música que acompaña la danza en los desfiles y presentaciones es de origen indígena y está interpretada con una gaita hembra, una gaita macho, una tambora, un tambor llamador y un tambor alegre.
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Indios Farotos Rafael Morales Director
Esta es una danza indígena proveniente de las poblaciones ribereñas de los ríos Magdalena, Brazo de Loba, y Chicagua en la Depresión Momposina, en los departamentos de Bolívar, Magdalena y Cesar. La primera vez que presentamos esta danza en el Carnaval de Barranquilla fue en 2005. Tuve la iniciativa pues la había visto bailar en el municipio de Pinillos, sur de Bolívar, y me gustaba mucho por sus movimientos y su colorido vestuario. La coreografía se caracteriza por el trenzado de unas cintas, que las parejas de hombres y mujeres hacemos mientras bailamos en rueda al ritmo de una música de origen indígena interpretada por tambores, maracas o guaches, y gaitas —una o dos como macho y hembra—. El maquillaje también está inspirado en nuestros ancestros indígenas con figuras de caracoles, rafas y xixas entre otras. Los hombres llevamos pantalón a media pierna adornado con flecos, peto, capa, delantal, tocado, calzados, guaireñas chilenas o cotizas. Las mujeres, vestido capa, delantal, peto, corona de flores, espejos, cintas y otros elementos. Llevan un arco y trenzas, accesorios, aretes, joyas como collares, anillos, etc. En agosto iniciamos los ensayos. Nuestros niños aprenden en las calles mirando a los adultos que se reúnen de día o de noche a practicar la danza. Es muy grato ver cómo después ellos montan su propio ensayo en los patios de las casas y utilizando un pote, una caja o una olla boca abajo logran sacarle el son de la danza.
Pedro Pablo Morales Ospino, mi padre Nació el 29 de junio de 1916 en el Carmen de Bolívar, departamento de Bolívar. Su oficio fue la agricultura, que aprendió de sus padres. Gaitero de generación y decimero de la zona, recorrió muchas partes de la costa Caribe y del interior. Por su experiencia fue músico de la danza de Indios Farotos desde el año de 2005. Disfrutaba el carnaval los cuatro días, salía de casa y regresaba el Miércoles de Ceniza. Nunca dejaba su instrumento, la gaita, y formaba en las ruedas de cumbiamba en las calles de los pueblos. Su oficio era la agricultura.
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Indios Mansos Yoneiro Flórez Laguna
Esta danza es un homenaje a aquellas tribus que en tiempos de la Conquista no ofrecían mayor resistencia y cambiaban sus valiosas pertenencias, muchas en oro, por baratijas como espejos y telas. Dicen que los españoles los llamaban indios mansos, pero en realidad no eran tan mansos. Como danza, la nuestra tiene mucho de mestizaje, tiene del indio, del negro y del blanco. El vestuario corresponde al blanco, al español, es una remembranza de lo que usaban en la época; el danzar como tal es del indio y la percusión del negro. La danza de los indios mansos tienen una serie de pasos que demuestran la armonía con la naturaleza. El trenzado hace mención a los tejidos que hacían los indios para las diferentes actividades: mochilas, hamacas, cubrelechos. Nuestro grupo se llama Costa Azul y somos del corregimiento Playa Blanca del municipio de Guamal en el departamento del Magdalena. Existimos hace 26 años, pero en el carnaval estamos saliendo apenas desde el año 2000. A nosotros esta danza nos la ensayó Tomás Cortez, hijo del señor Rafael Cortez que era de la tribu que habitó esa zona, los que llamamos indios chimilas, de la familia de los caribes.
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Somos El caimán cienaguero La Trietnia expresa toda su alegría y jolgorio en la danza del caimán cienaguero.
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Alberto Arias Rodríguez
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ada veinte de enero, día de san Sebastián, se celebran en el municipio de Ciénaga las fiestas del Caimán Cienaguero, que no giran en torno a la leyenda del Hombre Caimán, de Plato, pues sus temáticas son diferentes; además, la de Plato no tiene coreografía. Los maestros Adalberto Acosta Melo e Ibsen Díaz Viloria fueron quienes pusieron la primera piedra para que esta danza del caimán cienaguero se empezara a conocer en muchos lugares. A su vez varios historiadores e investigadores la han estudiado y difundido hasta convertirla en una danza reconocida; tal es el caso de Darío Torregrosa Pérez, Ismael Correa Diazgranados, Guillermo Henríquez, Clinton Ramírez, Javier Moscarella, Martín Orozco Cantillo y algunos otros. La participación de mi grupo en el Carnaval de Barranquilla fue iniciativa mía; quería experimentar lo que se vivía allí, y gracias al apoyo de varios compañeros llevamos 18 años ininterrumpidos asistiendo con gran entusiasmo. Esta danza ha tenido algunos cambios tanto en su vestuario como en la música y en la coreografía. Antiguamente hombres y mujeres palmoteaban, se acompañaba con caña de millo y el ritmo era más lento. Luego se acudió al acordeón y por último al clarinete. A su vez en su ejecución yo introduje el faldeo en la mujer, que simula un oleaje del mar; lo hice para diferenciar los movimientos de unas y otros, y que esa falda amplia no se perdiera. Los bailarines hacen líneas, círculos, diagonales, giros, vueltas, ochos, etc. En el centro un bailarín lleva consigo un caimán. En tiempos pasados se hacía con guadua y papel periódico, hoy en día es
Versos especiales para el 2015 Estos versos fueron hechos por el señor Edgar Orellanos para nuestra presentación en el Festival de Danzas de Relación, evento del Carnaval de Barranquilla 2015.
I Carnaval que acaba guerras Y la paz que aquí se añora (bis) Que las balas sean danzantes Y los fusiles tamboras.
IV Ay de ciénaga es Triétnia Este grupo popular Le regaló a Barranquilla Nuestra danza del caimán.
II Si lográramos la paz De un pueblo lleno de afecto (bis) Viviríamos orgullosos Colombia sería perfecto.
V Hoy los diálogos de paz Se discuten en La Habana Si se logra ganaría Nuestra patria colombiana.
III De regalo a Barranquilla A este pueblo currambero Nuestra danza salitrosa La del caimán cienagüero.
VI Cuánto te amo Barranquilla Hermosa Puerta de Oro Bendita tu gran bandera Hoy tu más alto tesoro.
más sofisticado; se usan varillas y esponja, así como madera y tela. El danzarín caimán se balancea en el centro y el resto del grupo danza a su alrededor en señal de tributo. Luego el baile se suspende para que improvisadores bailarines, en este caso la pareja central, entonen versos relacionados con los problemas cotidianos y con sucesos de actualidad, que son alternados con el coro: “El caimán se la comió, el caimán se la llevó”.
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La leyenda del caimán
Representación de la muerte de Tomasita en el carnaval de 2014.
Cómo nos preparamos en Trietnia La preparación de nuestro grupo empieza desde inicios de año cuando participamos en las Fiestas del Caimán Cienaguero el veinte de enero. Este trabajo dancístico nos sirve para presentarlo en el Carnaval de Barranquilla. El punto de partida es la convocatoria que se hace a los bailarines; la difusión la lleva a cabo cada integrante antiguo entre sus amigos y conocidos; luego iniciamos los ensayos en el patio del Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional (Infotep), donde cada uno le dedica tiempo, esfuerzo e inversión. La suma del trabajo de todos para ponerle corazón a esta danza queda reflejado en las percusiones que no cesan, como un corazón no puede dejar de latir. Además de practicar arduamente para presentar un montaje que al público le guste y se deleite con él, cada uno da ideas para la teatralización de la tragedia de Tomasita, a quien un caimán se tragó mientras jugaba con su hermana, según cuenta la leyenda. De igual manera preparamos los versos que son elegidos de acuerdo con algún suceso de moda o algo que haya sucedido en el año, como la muerte de un artista reconocido, un problema político, etc. Después inicio el montaje, primero con talleres del movimiento de la danza (para todos los bailarines,
nuevos y viejos), manejo del sombrero y movimiento de la falda en las mujeres.
Nuestros rituales Cuando salimos de Ciénaga para Barranquilla, bajamos la cabeza y hacemos una oración para que todo nos salga bien y que no tengamos tropiezo alguno, ni en el viaje, ni en la presentación. Ya a la hora de salir hacemos un círculo con todas las personas que conforman el grupo y ponemos nuestro trabajo y esfuerzo en manos del Señor.
Cuenta la leyenda que Tomasita cumplía el 20 de enero, día de san Sebastián, y que su papá acostumbraba a celebrarle una fiesta con un sancocho típico y una parranda en su casa. El año de la tragedia, él mandó a su mujer a comprar la vitualla (yuca, plátano, guineo) al mercado que quedaba a orillas de la laguna, que llamaban Puerto de las Mercedes. En su recorrido por el mercado, la mamá tuvo un descuido y la niña cayó al agua. Todos en el mercado empezaron a buscarla; de pronto un pescador llegó con la fatal noticia de que un caimán se había comido a Tomasita. Su papá, con gran pesar y lágrimas en los ojos, terminó el festejo. La primera noche del velorio, al salir de la alcoba hacia la sala, el pescador Bojato se encontró con su hija e hizo esta triste exclamación:
Hoy día de san Sebastián Cumpleaños de Tomasita ese maldito Caimán se ha comido a mijitica. Mijita linda, ¿dónde está tu hermana? Y Juanita contestó: el Caimán se la comió, papá.
La movida para conseguir el dinero Es toda una logística la que debemos montar para conseguir los recursos necesarios para el vestuario y el transporte, hospedaje y alimentación de nuestra agrupación en Barranquilla. Así, durante los meses previos al carnaval, llevamos a cabo actividades para sufragar los gastos, por ejemplo presentaciones en diversos escenarios, asados y ventas de comidas típicas de nuestra región como hayacas y pasteles. Con los recursos que conseguimos hacemos una bolsa común y, según resulte, cada uno debe aportar de su propio bolsillo para llegar al tope de los gastos que demanda el viaje a Barranquilla. Son tantas las ganas de mostrarnos que no nos importa la inversión.
Aquí Juan David Lasso Martínez representa al caimán.
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Los niños forman parte importante de la danza y participan con mucho entusiasmo en las fiestas. Con ello se asegura que la tradición no muera.
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César Martínez Lara Liliana Lara Salas
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somos
el Imperio de las Aves
l 7 de febrero de 1930 en la Calle de la Esperanza con callejón El Porvenir y Buen Retiro, hoy calle 11 con carreras 30 y 31, barrio Rebolo de Barranquilla, el señor Pedro Barreto constituyó un grupo folclórico que denominó Los Pájaros para interpretar la danza de las aves que se practicaba en épocas de fiestas en Ciénaga, Magdalena, y que según dicen era en homenaje a los pájaros tropicales. Cuando enfermó, en 1935, se la entregó a su amigo el señor Pedro Berdugo Villarreal, quien como él era comerciante de plátanos en el mercado de Barranquilla y le cambió el nombre al grupo por el Imperio de las Aves, hoy en día uno de los colectivos más importantes y representativos del Carnaval de Barranquilla. Tras la muerte de Pedro Berdugo, en 1978, su esposa Zoila Campis quedó encargada hasta su fallecimiento, cuando Carmen Berdugo la única hija de este matrimonio y quien salía con su padre desde los siete años haciendo el papel de jardinera y de dueña de estancia, asumió la dirección y abrió la participación a las mujeres. En la actualidad esta danza está integrada por cerca de treinta hombres y mujeres, cuya edad oscila entre diez y dieciocho años. La trama del conjunto es muy sencilla: los integrantes interpretan diferentes especies de aves tropicales de notable colorido. Participan pájaros como la alondra, el turpial, el canario, el sinsonte, el azulejo, la cotorra, el toche, el chupaflor, el cardenal, la paloma y el rey. Su disfraz es un bombacho de varios colores con gola y pechera, con las alas en las mangas; además, llevan caretas o máscaras que
representan las caras de estas aves, pero no sobrepuestas, sino colocadas en la cabeza. Los acompaña un cazador con sombrero, botas y una escopeta, un jardinero que lleva pantalón adornado con cintas de color a los lados, camisa de vivos colores, un sombrero y una regadera, y la dueña de la estancia, que lleva un vestido largo muy lujoso, adornado con collares, aretes, un sombrero y canastilla. La música que los acompaña en sus desfiles y presentaciones está conformada por un acordeón, una guacharaca y un tambor macho con los que se interpretan ritmos musicales diferentes como la marcha cuando entran aleteando los pájaros, y el baile con el que los pájaros representan su coreografía. Para ello forman un círculo del que van entrando y saliendo y más adelante cada ave recita un verso.
Los versos de esta danza vienen desde 1930 Fueron inventados por un señor de apellido Bolaños, junto con los señores Pedro Barreto y Pedro Berdugo. Su significado es sencillamente el canto melodioso de cada ave, porque el trino y demás gorjeos en conjunto son un poema que la danza asimila. Después el cazador recita su verso y comienza a dispararles a los pájaros y estos van cayendo uno a uno. Con sus versos el grupo Imperio de las Aves hace historia en el pasado y presente. Los podemos observar en toda su plenitud el martes de carnaval en el Festival de Danzas de Relación y Especiales. Este espectáculo de baile y coreografía ha sido tradicional en la fiesta más entusiasta y autóctona de Barranquilla.
Por tradición generacional y hereditaria Carmen Berdugo es la máxima exponente de la citada danza. Ella, con sus hijos y amigos ha logrado conservarla e irla modernizando manteniendo un conjunto alegre, cordial y expresivo.
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Cindy González Gutiérrez Con el apoyo de Carmen Meléndez
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on solo oír mencionar la danza del gusano nuestras piernas se empiezan a mover de un lado a otro con mucha fuerza, el tronco se inclina y de nuestra boca salen estos cantos:
somos
EL GUSANO
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¡Eje! ¡Aja! ¡Aja! ¡Eje! ¿Quién baila gusano? ¿Quién goza gusano? Gusano a bailar, y ¿cómo es que dice el gusano? ¡Eje! ¡Aja! ¡Aja! ¡Eje! ¡Guuuuusaaaanoooo! Cuando todos decimos esto a una sola voz es ¡guau!, emocionante, y hace erizar la piel.
Una danza que llegó a nosotros En 1980 una agrupación de Tamalameque, Cesar, interpretó la danza del ciempiés en un festival organizado por la Escuela de Danzas Folclóricas Palma Africana, entonces todos nos enamoramos de ella. El maestro Gabriel Villa Billón, que laboraba en la Flota Mercante Grancolombiana y había recorrido el mundo ampliamente, ya nos había contado que en la cuenca del Caribe se interpretaba una danza festiva con el nombre de “serpiente emplumada”, y siempre que podía nos motivaba para que la sacáramos en carnaval. Aunque nos llamaba la atención, no estábamos seguros de interpretarla pues no le encontrábamos
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fundamento identitario con nuestro folclor caribe colombiano. Pero cuando vimos a ese grupo bailar la danza del gusano, nos llamó poderosamente la atención y decidimos investigarla. Así supimos que proviene del departamento del Magdalena, que en algunos lugares la llaman “danza del ciempiés” y en otros “danza del gusano”; también estudiamos similitudes y diferencias en sus ritmos musicales, exploramos sus diversos movimientos y analizamos su vestuario. Como actuantes del folclor, como nos denominan algunos teóricos, nos dimos a la tarea de transformar algunos elementos contextualizándolos con el fin de que nuestra interpretación de esta danza tuviera una verdadera correspondencia con la realidad que vivimos en la costa Caribe colombiana. En fin, tomamos el gusano y lo contemporizamos sin que perdiera su esencia folclórica, y desde 1984 la interpretamos con mucho amor y
dedicación en el carnaval dentro de la categoría de danza especial. Todos los años hemos recibido con mucho agrado el Congo de Oro, pero igualmente sentimos gran responsabilidad pues sabemos que está en nuestras manos aportar a la preservación de esta danza, por ello vemos con gran satisfacción que actualmente otros grupos la interpretan.
Así nos convertimos en un gran gusano Organizados uno detrás del otro, en orden de estatura, representamos un gran gusano. Quien encabeza la danza usa máscara de cabeza de gusano (elemento que introdujimos nosotros) y lleva en cada mano un ojo. Es la persona más alta del grupo y la que nos comanda, mientras que la más bajita va de último. Todos somos jóvenes o niños en honor a la tradición de la danza del ciempiés. Llevamos un enterizo verde, imitando el gusano del árbol de matarratón, propio de Barranquilla. La mayoría de los pasos son de derecha a izquierda y se representa el ondulamiento del
gusano. Antes se simulaba la quema del gusano, pero ya no por respeto al ecosistema. La danza va acompañada de los cantos en los que una persona empieza y el resto responde:
Ejéee Ajáaa Ajáaa Ejéee ¿Quién baila? ¡Guuuusaaanooo! ¿Quién goza? ¡Gusaanooo! Gusaanoo ¡A baaiiiilaarrr! Gusanoooo ¡A gozaaaaarrrr! ¿Y cómo es que dice el gusano? Eéje, ajáaa, ajáaa, ejéeee.
Todo esto lo decimos mientras bailamos cuantas veces sea necesario o queramos repetirlo. Cuando todos gritamos ¡guuuusaaanooo! indica que viene un cambio de movimiento. Para la musicalización de esta danza se utiliza la base del ritmo de la tambora de la Depresión Momposina acompañado de melodías en el clarinete. ¿Que si no cansa estar todo el tiempo es esa posición? El que te canse depende de ti, en un comienzo cuando se están aprendiendo los movimientos es normal porque no es nuestra costumbre, pero una vez conocemos todo y sentimos los tambores dentro de cada uno y empezamos a disfrutarlo nos olvidamos de todo dolor o cansancio.
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Ángela Pedroza Arzuza Con el apoyo de Yuranis Caicedo Quintero Edaida H. Orozco Orozco Luisa Elvia Orozco Solano
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l paloteo es una de las expresiones más tradicionales en la modalidad de danza de relación por sus versos, y hace parte de las danzas guerreras por simbolizar el enfrentamiento de soldados en batalla. Su contenido dancístico, teatral y literario la hacen única. Los versos son en rima, décima o cuarteto, y poéticos, lo que le valió el título Oral en la Unesco. Estos se dividen en:
Somos
el Paloteo Paloteo Reformado. William Pedroza Arzuza, director.
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• Saludo: lo dice el director o los capitanes del grupo. • Himno: lo dicen todos los integrantes al unísono. • Verso de bandera: es individual y es la exaltación a un país, región, ciudad o en honor a un prócer. • Verso de palo: es individual, los integrantes contestan los versos con los palos de forma unísona y pueden ser satíricos, de valor o picarescos, para estimular a los integrantes a la batalla.
Versos De apertura:
Y casi todos los grupos incluyen
Señor, con gran deseo
los versos de palos que dicen:
A esta casa hemos venido
Todo el que esté presente
Para bailar complacidos
Que se me parte un poquito
La danza del paloteo
Porque se me suelta un palito
Para llevar con deseo
Y a alguno se le va en la frente.
A todos los concurrentes
De este público tan decente
Haciendo la media luna
Qué bien les puedo observar
Bailando con gran deseo
Con cariño singular
La danza del paloteo
Y es con clave decente.
Se recuerda con fortuna.
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Estos versos son creados por el director o por los integrantes y son producto de un hecho o una vivencia. La parte teatral es la simbolización de la batalla: el integrante lleva las banderas para decir los versos, portan los palos que simbolizan armas o espadas, y que son parte de la coreografía. Estos
palos son sometidos a un tratamiento de fermentación para que no se rajen, pulirlos y afinarlos. La historia de esta danza es muy vieja y son varias las versiones de cómo llegó a nuestro país. Hay quienes consideran que la danza del paloteo tiene sus orígenes en los bailes empíricos de Grecia; otros piensan que proviene más del centro de Europa. De su llegada a Colombia hay dos teorías: la primera dice que fue traída por unos misioneros para evangelizar a los indígenas, de allí que en sus versos mencione a Dios, y dicen que se bailaba dentro de las iglesias en las fiestas del Corpus Christi. La otra afirma que al municipio de Gaira, en el actual departamento del Magdalena, llegó un barco alemán y que fueron ellos quienes se la enseñaron a los pobladores. De su historia reciente se sabe que en 1916 en Santa Marta, los señores Luis Miguel Rivas, Vicente Angulo, Santo Narváez y José Redondo crearon una danza con el nombre de paloteo para representar a los españoles “chapetones” peleando contra los patriotas, y que en lugar de espadas usarían palos. Acordaron que estaría conformada por seis parejas, todos de hombres. Hay que anotar que aunque se dice que fue una creación de ellos, se sabe que hay danzas de paloteo en Centro y Sudamérica, de manera que quizás lo que elaboraron fueron los versos, el himno y el vestuario. Este baile, cuando llegó al barrio Rebolo y al carnaval, era animado con dos instrumentos: un redoblante y una armónica; los integrantes, exclusivamente hombres, llevaban diferentes colores en los vestidos; la forma de ejecución era ruda, y los palos eran gruesos y más largos que los de ahora. Las danzas de paloteo tradicionales mantienen los patrones originales en música, instrumentos musicales, baile, versos, coreografía, y el diseño del vestido del primer paloteo que se fundó mixto. En lo que innovan los directores de las danzas es en las
telas y los adornos que pueden utilizar para darle más realce al vestuario, al igual que en las aplicaciones y adornos del turbante. El carnaval es vivo y acepta los cambios en las telas y en ciertos adornos que se pueden mezclar con el vestuario, sin embargo por desconocimiento algunas escuelas de danzas han transformado la música, el baile, la coreografía, la parafernalia y los versos. En la actualidad hay seis grupos de paloteo, dos de ellos líderes de la tradición, como el Paloteo Mixto, uno de los más antiguos, dirigido por Ángela Pedroza Arzuza y el Paloteo de Barranquilla de Donaldo Aguirre. Asimismo están el Paloteo Reformado (de William Pedroza); el Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo (de Edaida Orozco); la única danza infantil en esta modalidad Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo (de Luisa Elvia Orozco); Danza de Paloteo Talento Juvenil de Sabanalarga (de Arelis Coronado), y el Paloteo de Gaira, dirigido por Leopoldo Giménez. Recordamos también algunas ya desaparecidas como el Paloteo Pirata de Manuel Polo (fallecido) y el Paloteo Pirata Infantil, que dirigió Avilét Polo, así como el Paloteo del Atlántico de Marco López (también fallecido). Nuestros ancestros mantuvieron estos conocimientos para que nosotros los recordemos, por eso es único y además patrimonio de la humanidad, por lo tanto debemos ser sus salvaguardas para que siga existiendo mañana. Y el mañana está aquí ya que lo que hagamos ahora será lo que marque el futuro, por eso en los dos grupos que aquí presentamos les enseñamos a los integrantes a guardar los patrones originales y lo que se puede hacer en las coreografías, dejando clara la responsabilidad que ellos tienen de conservar nuestras tradiciones cuando escojan lo que van a mostrar. Muy concentrados, Los Hijos del Paloteo Bolivariano inician su presentación.
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El Paloteo Mixto Ángela Pedroza Arzuza Con el apoyo de Yuranis Caicedo Quintero
En 1936, más exactamente el veinte de enero, el señor Ángel Custodio Pedroza Torres, mi padre, decidió continuar con el Paloteo Samario danza a la que él pertenecía; era solo de hombres y todos llevaban pantalones blancos, mochila y palos. En 1935 no vino al carnaval el señor Rufino Orozco, ni Santos Narváez ni otro señor que la hacían posible, entonces mi padre habló con ellos en 1936, les propuso asumirla y la volvió mixta, porque él dijo: “Si el paloteo es una danza que hace honor a la guerra del Libertador contra los españoles, y la ganó Colombia gracias a la participación de Manuelita Sáenz y Policarpa Salavarrieta, ajá, yo puedo también darle participación a la mujer” por eso es que sale mixto el paloteo. Pero a su vez él me decía: Hice el paloteo con hombres y mujeres para llamarlo mixto ya que se veía mejor todavía con la participación de la mujer. Al principio lo hice con ocho parejas, o sea con 16 personas; la música era la misma del paloteo de Santa Marta, pero cambiamos los vestidos, todos llevarían colores, esos los ingenié yo.
Durante el tiempo en que estuvo mi padre en la danza, mi madre Beatriz Arzuza (ya fallecida), lo acompañó y lo apoyó con la decoración de los gorros, capas y pecheras;
este trabajo lo hacía en las noches, porque de día hacía las labores domésticas. Cuando mi padre sacaba la danza en el carnaval lo acompañaban sus hijos, sus nietos y sus sobrinos como Guadalupe, Miguel y Gladys Hincapié. Para mí el paloteo es mi vida. Desde mi niñez apoyé a mi padre y fui siguiendo sus pasos para hacer de esta danza lo que es hoy en día, algo muy alegre, divertido, espontáneo, que se caracteriza por sus versos y los colores del vestuario que representa el pabellón colombiano.
Quiénes somos Hoy en día dirijo el grupo, y junto con mi hija Beatriz Barrios Pedroza somos las encargadas de la coreografía. Los ensayos están a cargo de ella. Como sicóloga que es, prepara a todos orientándolos en cómo dirigirse a las personas, cómo decir los versos de la bandera y los palos. Mi hijo mayor, Everto Barrios, es músico y es quien toca el acordeón. Los vecinos Armando Pérez y Didier Ferrer Piña tocan los redoblantes y Matilde Barrios se encarga de llevar la bandera de la danza. Las modistas son muy importantes en nuestro grupo. Rosario Hoyos confecciona el vestuario de hombres y mujeres, y Gladis Piña elabora las golas, las pecheras, los fajones y las pañoletas. A su vez el señor Rafael Mantilla corta los palos que llevan los integrantes. Finalmente, cómo no hacer mención a Jorge Ahumada y Julianis Niebles Donado, integrantes de la danza, quienes se encargan del maquillaje.
Ángel Barrios Pedroza, Renya y Johan acompañan a nuevos integrantes durante un desfile en 2015.
Antes la danza del paloteo tenía muchas dificultades para salir en los días del carnaval porque no contaban con ningún recurso económico y no todos los integrantes tenían para sus vestidos. Entonces buscamos patrocinadores porque las empresas casi no apoyaban esta danza, y las que sí lo hacían eran las licoreras, pero con el licor de los cuatro días del carnaval, no son un soporte económico para el trasporte ni otros asuntos. Por esa razón quiero resaltar el nombre de la Fundación Adopte la Tradición, que nos ha sido de mucha ayuda para las telas de los vestuarios. También para los zapatos recibimos apoyo de Promigas.
Este año no salgo Cuando llega el mes de noviembre y ya se habla de carnaval en las radios, digo que no voy a sacar más el paloteo mixto y mis amistades me dicen que siempre digo lo mismo, y es verdad, porque cuando llega el mes de enero ya me emociono, me entra una alegría y pienso: “el Paloteo no puede dejar de salir en el carnaval ya que es una danza tradicional muy querida por el público, en algún momento cuando ya no pueda sacarlo se lo entregaré a alguien de la familia para que no se pierda la tradición”.
Cuando es domingo de carnaval y llego a la Vía 40 con mi grupo es algo emocionante, un sentimiento que no puedo explicar, es algo único, algo que me llena de alegría, y cuando estamos en el recorrido de la Gran Parada me siento muy feliz porque a pesar de las adversidades y todos los obstáculos que se nos presentan siempre seguimos adelante y logramos salir triunfantes. Cuando los periodistas extranjeros me hacen una entrevista me emociono mucho porque siento que mi grupo es importante para el carnaval.
Gracias Me siento muy orgullosa del recorrido hecho por mi padre y de ser su actual directora. Con tesón hemos puesto en alto El Paloteo Mixto, y no en vanos hemos ganados 49 congos de oro, placas, medallas, diplomas; por todo son 51 trofeos los que hemos recibido. Le doy gracias a Dios por tenerme todavía en pie para seguir apoyando al carnaval, y le pido que me dé muchas fuerzas y sabiduría para seguir haciéndolo hasta el final de mis días. Es una bendición que mi familia me haya apoyado tanto, al igual que mis vecinos y demás personas allegadas. Todos ellos han hecho parte de esto.
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Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo Edaida H. Orozco Orozco Luisa E. Orozco Solano
Lo que nos caracteriza Nuestra coreografía es única por la forma como es ejecutada la danza. Los cuadros semejan la lucha de las naciones, los versos, el baile y la marcha hacen que esta sea una danza muy especial.
Nuestra danza fue fundada por Luisa Elvia Orozco Solano el 13 de junio de 1993 en la celebración de su cumpleaños. La creó por el amor que le tiene a las danzas de relación y especialmente al paloteo, puesto que desde pequeña, cuando apenas tenía diez años, participó en El Paloteo Mixto del señor Ángel Custodio Pedroza. Años más tarde participó en El Paloteo Reformado del hijo del señor Pedroza. Por mi parte, debo decir que yo no hice parte de ninguno de esos dos grupos, pero tuve el honor de que el señor Pedroza me enseñara a decir los versos. Mi primera participación en una danza fue
con el Paloteo Atlántico del señor Marcos López, como capitana. Los integrantes fundadores del Paloteo Bolivariano eran vecinos del sector de escasos recursos; algunos habían estado en el Paloteo Atlántico y después de que su director decidiera no participar más en el carnaval y se fuera de la ciudad, le insistieron a la señora Luisa Orozco, quien desde siempre había ayudado a algunos jóvenes con el vestuario, pese a que no pertenecieran a su grupo, que fundara una nueva danza, cosa que hizo el 13 de junio de 1993. El Paloteo Bolivariano se inscribió por primera vez en el Carnaval de Barranquilla en 1994. Los primeros años la financiación del grupo (telas, costuras, adornos, parafernalia, música, transporte, alimentación) estuvo a cargo de la directora Luisa Orozco y de mí. Los integrantes aportaron parte de los adornos y zapatos reciclando cartones y botellas. Actualmente seguimos poniendo dinero y contamos con auxilios del Ministerio de Cultura, de Carnaval S. A. y de la Fundación Adopte la Tradición.
Lo que no sabe el público del paloteo El público desconoce muchas cosas tanto del contenido de la expresión como de las vivencias de integrantes y directores. Un desconocimiento para los observadores es la puesta en escena de la danza ya que el tiempo que dan para ejecución no permite mostrar todo su contenido, su coreografía, su importancia y lo que significa en la tradición. El
Vestuario del Paloteo Bolivariano El vestuario del paloteo
Gola o capa amarilla:
Bombacho de los hombres
Zapatos: Son cotizas
adulto e infantil es similar a
Simboliza la riqueza de
y niños: Lleva una faja
blancas.
los demás paloteos, aunque
nuestro país, adornada con
adornada, blanca y ancha
tiene más adornos, su
animales en lamé, escarcha,
en la cintura, y es azul en la
turbante es diferente y la
trencilla y lentejuelas.
parte de abajo.
falda tiene dos colores.
Para la danza su significado es: Blanco, la paz; azul, los ríos y océanos, y rojo
Camisa roja: Con ella
Falda de las mujeres y niñas:
la sangre derramada por
Turbante: En la parte
hacemos referencia a la
Tiene una faja blanca ancha,
nuestros héroes.
de abajo es azul y en la
sangre de los patriotas;
que abarca la cintura y la
parte superior blanco. Se
tiene en la parte de
cadera, adornada en la
diferencia de los demás por
adelante y en las mangas
parte inferior. El resto es
tener dos colores y cinco
una franja vertical que
azul, con pliegues y borde
puntas en forma de corona.
significa esperanza.
en encaje.
Pechera o peto blanco: Este
Bombacho de las mujeres
es en forma de corazón,
y niñas: Es azul corto con
adornado con trencilla o
elástico.
Cada punta representa una nación libertada por Simón Bolívar. Está adornado con piedras, collares y trencilla. Pañoleta roja: Representa la sangre de los criollos, héroes de la patria.
piedras; representa la paz.
Medias: Son largas de color blanco.
El nombre de nuestro grupo Es en primer lugar un homenaje a Simón Bolívar, gran héroe, libertador de cinco naciones; pero además nuestra sede está ubicada en la carrera Bolívar (carrera 23) con la calle Oriente (calle 19), al suroriente de Barranquilla, en el barrio Rebolo, de ahí su nombre: Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo.
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Este grupo infantil obtuvo su primer congo de oro en el Festival de Danzas de Relación, Especiales, Comedias y Letanías en 2005, y luego en 2012, 2013 y 2014. Además, en 2007 obtuvo un reconocimiento especial de la Fundación Carnaval de Barranquilla por participar y
público no ve cosas que solo nosotros sabemos, ejemplo de ello es que muchas veces llegamos al desfile trasnochados porque la máquina de coser se dañó y tuvimos que terminar los uniformes con costura hecha a mano, y para colmo de males las mujeres no sabían coser y quienes cosieron fueron los hombres. Otras veces es la angustia porque el músico no llega, o los zapatos no llegan. Anécdotas muchas, todos los años algo nuevo pasa, pero hay unas que marcan. Este 2014, por ejemplo, visitamos las escuelas para hacer talleres de transmisión de saberes, y nos encontramos con lugares donde había niños que no conocían las danzas del carnaval, y con escuelas que no tenían dónde hacer una presentación.
Premios Desde 1996, cuando obtuvimos el tercer puesto en el Carnaval del Sur, hemos recibido varios reconocimientos, entre ellos un diploma de honor de la Fundación Carnaval de Barranquilla en 2005, y un congo de plata y siete de oro en el Festival de Danzas de Relación, Especiales, Comedias y Letanías.
contribuir a la continuación del carnaval.
Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo El Paloteo Bolivariano Infantil se creó porque había muchos niños que querían participar en el paloteo adulto, algo que no podían hacer por su edad, entonces ellos pedían prestados los palos y se ponían a practicar. Luego les fuimos enseñando en los ratos libres de ensayo. Los niños lo llamaban paloteo callejero, luego le pusieron el nombre de Los Hijos del Paloteo Bolivariano. Luisa Elvia Solano Orozco la fundó formalmente el 13 de junio de 1998, día de su cumpleaños y del paloteo adulto, y ese mismo año la inscribió por primera vez para participar en el carnaval de 1999. Sin embargo tuvieron que afrontar un reto para esa primera participación, y es que un músico no quería que ellos estuvieran en el carnaval y puso como condición, para tocar, que los niños no participaran. El paloteo adulto decidió por votación que participarían los dos grupos o ninguno. En las horas de la noche, cuando pensábamos que todo estaba
perdido, uno de los niños le enseñó a otro la música jugando y este niño, al cual conocíamos como Mesita, interpretó los sonidos del redoblante. La alegría fue inmensa, participaron los dos grupos, y fue aún mayor cuando ganamos el primer Congo de Oro de la danza adulta. Por eso los niños representan la continuación de una tradición. El grupo infantil sigue los patrones de la danza adulta y es el semillero de las danzas de paloteo. Actualmente es la única danza infantil en esta modalidad. Las telas, costura, adornos, parafernalia, música, transporte y alimentación son financiados por la directora, Luisa Orozco, y por la subdirectora Edaida Orozco; los padres de familia no le aportan al grupo por ser de bajos recursos. En la actualidad recibe auxilios de Ministerio de Cultura, de Carnaval S. A., y de la Fundación Adopte una Tradición.
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Álvaro Bustillo Brianne Velásquez Humberto Pernett Magaly Salas
D
SOMOS
garabato
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icen que en fiestas de la Candelaria, cuando a los esclavos les era permitido hacer jolgorio, la muerte quiso llevarse a más de un negro bailarín. Dicen que llevaba una gran guadaña, pero a ciencia cierta no se sabe nada. De lo que sí se puede dar testimonio es de la lucha que año tras año sostenemos con ella varios artistas del carnaval y de cómo la derrotamos a punta de tambor y guacharaca. Esto ocurre hace mucho en nuestra ciudad y se dice que es una danza en homenaje a los negros que representaban todos sus infortunios. Unos afirman que vino de Ciénaga, Magdalena, otros que de Cartagena. Según se sabe, fue en 1871 cuando el garabato hizo su primera aparición en el Carnaval de Barranquilla. Se habla de que Sebastián Mesura del barrio Rebolo bailó garabato a principios del siglo XX con su grupo y que José Terán Meza dirigió el grupo desde 1929 hasta 1944 cuando la muerte le ganó la partida en la puerta de su mismísima casa donde fue asesinado una semana antes de carnavales. Posteriormente asumió la dirección Rodolfo Villalba, quien era músico de la agrupación, y este a su vez la facilitó a Emiliano Vengoechea y su familia para que mostraran una danza popular en el Club Barranquilla, y ellos la engalanaron con los colores alusivos a la bandera de Barranquilla. Hoy en día los hijos de Emiliano, en cabeza de Luis Fernando Vengoechea González llevan a cabo el Gran Desfile de Emiliano en honor a su padre,
que en muchas ocasiones fue el Gran Garabato de Country Club en el carnaval. El garabato desapareció de la calle y solo se veía en el Club Barranquilla y luego en el Country Club, pero volvió a esta con Cipote Garabato. Más tarde se creó el Garabato del Norte, luego el del Colegio Marco Fidel Suárez y el de la Universidad Libre y posteriormente el Garabatico de la 8. Actualmente se han vinculado otros garabatos como el de Barrio Abajo, el garabato Ritmo de mi Tierra, de Soledad, el de Baranoa y el de Galapa.
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Cómo nos vestimos los hombres Nuestras caras van maquilladas con rojo y blanco, símbolo de la vida y la muerte. Mientras en unos grupos los hombres cubren toda su cara con blanco, en otros solo una parte. Esta es una discusión que está en curso, pues los más tradicionales abogan por la primera práctica.
Los hombres llevamos una capa, elemento muy importante en nuestro vestuario; esta lleva motivos del carnaval bordados con
Cómo nos vestimos las mujeres
lentejuelas. La bandera de nuestro amado
La blusa tiene escote amplio y arandelas
Junior también suele
con los colores tradicionales. Como
estar en ella. El garabato
accesorios llevamos flores en la cabeza y
consagrado borda él
zapatos negros en paye de lentejuelas.
mismo su capa.
La falda es negra en payé de lentejuelas. En la parte inferior llevamos volantes de organza en los colores de la bandera de Barranquilla.
La camisa es de mangas
Usamos medias blancas
largas y el color va de
altas y pantalón bombacho
acuerdo con el grupo; es lo
negro hasta la rodilla,
Los zapatos son negros,
Como accesorios llevamos
Portamos un
que lo identifica. Lucimos,
adornado con encaje a lo
algunos en payé de
un sombrero blanco
garabato, adornado
además, pechera con
largo por la parte exterior y
lentejuelas.
adornado con flores
con cintas de
encajes alrededor.
en los bolsillos.
artificiales y cintas.
colores.
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La Muerte está representada
Nuestra coreografía es bien
por un hombre que lleva
particular. Nos desplazamos
enterizo negro de la cabeza
siguiendo los toques del
a los pies, con un diseño del
tambor, haciendo culebras,
esqueleto pintado sobre la tela del vestido. Algunas veces lleva la cara pintada de blanco o bien con una
abanicos, túneles o el movimiento de las olas. El baile sigue el paso de la marcha.
careta en forma de calavera, y porta una guadaña larga en su mano.
La marcación del ritmo está a cargo del grupo musical que acompaña la danza y está compuesto por una tambora, el tambor alegre, el guache y la flauta e´ millo o el clarinete. La canción que se ha tomado como emblema para este baile es el tema “Te olvidé”, grabado en 1954 por la Sonora Curro con arreglos musicales del maestro José María Peñaloza.
El personaje que hace de muerte se somete a un maquillaje especial. Por lo general se elige entre los mejores actores a tal punto que sus representaciones parecen muy reales, tanto que una tarde el actor que hacía de muerte, emocionado por la ovación que recibió y porque era la primera vez que estaba en tarima ante tanto público se desmayó, y sus compañeros creyeron que eso hacía parte de Álvaro Bustillo
su actuación.
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Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez Álvaro Bustillo
En 1994 participó por primera vez en el carnaval un colegio, el nuestro, y lo hicimos con una de las danzas más tradicionales de Barranquilla, el garabato. La idea fue de Astrid Coronado Pérez, la rectora de ese entonces y fue así como yo llegué para encargarme del trabajo cultural dancístico en la institución. Ella y yo, acompañados de una veintena de estudiantes somos, a mucho, honor los fundadores del ahora denominado Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez , cuyo rector actual es Óscar Marriaga. Han pasado veinte años y a pesar de los contratiempos y dificultades hemos mantenido el compromiso de apreciar, valorar e identificarnos con nuestra cultura, por intermedio de una propuesta pedagógica e innovadora, que se ha constituido en modelo educativo alternativo caracterizado por su sello investigativo,
interdisciplinario y participativo enfocado en el desarrollo humano en general. Todos los que participamos en esta actividad (maestros, estudiantes, padres de familia), adquirimos sentido de compromiso, de responsabilidad, de pertenencia, de amor por nuestra institución, por la comunidad, por Barranquilla y por nuestro carnaval, orgullo de Colombia para el mundo.
Somos pensamiento cuerpo y corazón Para nosotros el carnaval, en especial nuestra danza, es fuente inagotable de vivencias. Con ella reímos, gozamos, aprendemos, luchamos, sufrimos, lloramos. Así el carnaval satisface nuestras necesidades personales y comunitarias y gracias a él incluso superamos problemas. A su vez, al garabato le debemos el fortalecimiento de nuestra espiritualidad, la valoración de la cultura en la que nacimos y crecimos, el sentido de pertenencia a nuestra ciudad, el desarrollo de valores humanos, la integración, la capacidad de solucionar diferencias de manera dialogada, la disciplina y por supuesto saber ganar y saber perder. Cuando bailamos todos nuestros sentidos y sistemas orgánicos entran en juego, desde el muscular hasta el sensorial. El carnaval para nosotros es un excelente medio físico, orgánico y mental, para nuestra vida cotidiana, que nos aleja de sustancias dañinas para la salud. Y como si fuera poco, adquirimos muchos conocimientos de historia, de economía, de lenguaje, como también del arte pictórico, escénico y musical.
Por él y por nosotros trabajamos sin descanso El carnaval en muy importante en nuestra vida, tanto de estudiantes como de profesores y de padres de familia. También nosotros somos importantes para el carnaval. En época de vacaciones el horario es superexigente: de dos de la tarde a siete u ocho de la noche de lunes a viernes, y los sábados y domingos de diez de la mañana a seis de la tarde. En época de clase los ensayos van de seis y media de la tarde a nueve de la noche y los sábados de dos a seis de la tarde. Los domingos se descansa si no hay función. Lo hacemos con tanto sentimiento que ni hambre sentimos. Hasta enfermos asistimos a los ensayos y presentaciones, esto muchas veces nos ayuda a superar esas dificultades. Las puestas en escenas del pre- y carnaval propiamente dicho son un corre-corre en procura
de que todo salga perfecto. Sufrimos porque el vestuario esté impecable, que los músicos lleguen puntuales, que los accesorios estén completos, que el zapatero no falle con el pedido, que el personal llegue puntual para el maquillaje (desde las cinco de la mañana comienzan a maquillar), que la solicitud del agua y el suero que no falte, que los conductores de los buses no se retrasen, que los padres colaboren para llevar el líquido, que los abanderados estén con sus uniformes al ciento por ciento, y sobre todo que el público goce y vibre de emoción con nuestra propuesta escénica. Después de las presentaciones nos relajamos porque quedamos extenuados, pero con la alegría de haber cumplido con el carnaval y sobre todo con ese público que espera lo mejor de cada agrupación, en este caso del Colegio Marco Fidel Suárez.
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Cada vez que vamos a subir a un escenario, damos gracias a Dios por brindarnos esa oportunidad. Hacemos un círculo, una persona inicia la oración y después cada integrante o algunos espontáneos expresan sus agradecimientos y peticiones. Igualmente, previo al carnaval, vamos a una misa y a la semana siguiente de que este termine asistimos a otra de acción de gracias.
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Nuestro ritual
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Vivencias y puesta en escena en Colombia
También hemos estado en el exterior
Las oportunidades que nos ha brindado Dios, el carnaval y la vida han sido gratificantes y esplendorosas. En Colombia con nuestra danza hemos llevado e impregnado de carnaval a muchas ciudades y poblaciones del país. Esos jóvenes se han hecho sentir intensamente en el escenario, vibran con cada golpe de tambor, a más de uno he visto llorar de la emoción, de la alegría por el público con sus vivas y aplausos. Hemos recorrido la geografía colombiana desde el Caribe hasta el sur (San Agustín, Huila) y de Cali a Pamplona; hemos estado en el eje cafetero (Manizales, Pereira, Armenia), en Medellín, Bogotá, Tolima y Santander del Sur. En un aprendizaje mutuo brindamos y nos brindan conocimientos mientras afianzamos más ese sentimiento patrio, lo maravilloso de nuestra diversidad cultural y la inmensidad de nuestra majestuosa fiesta, el carnaval.
En 2008 fuimos escogidos para representar a Colombia en el Festival Viva América en Madrid, España. Viajamos una delegación de treinta personas a este encuentro dedicado al arte, la música, la gastronomía y creatividad iberoamericana. Fue un desfile que nos hizo sentir más colombianos que nunca. Esos vivas de compatriota no se pueden olvidar. El recibimiento del embajador Carlos Rodado Noriega fue grandísimo y en un acto de humildad incomparable nos dijo: “Esta es su casa, esta es su Colombia, esta es su tierra en España, siéntanse orgullosos de su país como yo me siento orgulloso de ustedes carnavaleros, yo soy también carnavalero, viva Barranquilla, viva Colombia”, y a llorar de emoción se dijo. La puesta en escena fue fantástica, maravillosa. Algo muy similar nos ha sucedido en otros países en América donde hemos hecho presencia carnavalera con el garabato: Venezuela, Ecuador, Perú, Panamá y Chile. Se vibra y se siente más la nacionalidad, y siempre decimos: ser colombiano, ser barranquillero vale la pena. Hierve la sangre, el corazón palpita intensamente cuando el millo empieza a sonar.
Reconocimientos En la actualidad nos invitan a desarrollar conferencias y talleres sobre el carnaval y el folclor, en la ciudad, la región y Colombia. Durante todo el año estamos en actividad haciendo presentaciones en diferentes festivales y en entidades públicas y privadas que nos han otorgado un sinnúmero de distinciones, exaltaciones, reconocimientos, premios, etc. Muchos egresados continúan estudios profesionales en entidades superiores: como la Facultad de Bellas Artes, la Escuela Distrital de Cultura, así como en academias de artes y cultura. Otros trabajan la danza en colegios o en forma independiente como instructores o artistas.
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Camila Andrea Pérez Juliao representa la Muerte en el Garabato de primaria. El grupo participa en el Carnaval de los Niños y ha ganado varios congos.
Una experiencia de vida y de muerte Álvaro Bustillo En 2005 estuve en estado de coma por una peritonitis, pasé el precarnaval y el carnaval en la clínica. Eso es algo muy duro cuando uno ha estado en todos los carnavales, así que aunque fuera para estar cerca de lo que pasaba, le pedí a mi esposa que me llevara un televisor para ver el desfile. Yo tenía prohibido ver televisión, sin embargo me lo trajeron con una camiseta oficial del carnaval. Me puse la camiseta y cuando llegaron la enfermera y el médico se echaron una carcajada y dijeron: “¡Oiga!, ¿usted se está muriendo y está festejando el carnaval?”. Cuando comenzó el desfile la cámara enfocó a los muchachos del colegio. Ellos comenzaron a bailar y los músicos a tocar una canción en versos alusivos a mí; qué sentimiento tan fuerte, yo me fui lágrima seguida. Me
emocioné mucho y muchas cosas se me revolvieron por dentro, tanto que en la noche me tuvieron que llevar de nuevo a cuidados intensivos pues me puse grave. Cuando me desperté en la mañana no supe de mí, ahí sentí el garabato encima. Lo que es el personaje de la muerte lo sentí. Vinieron los médicos y me vieron bien… Gracias a Dios ganó la vida. Eso fue una de las vivencias que me hicieron sentir que esta fiesta es mía, que no puede ser de nadie, sino de uno que tiene el corazoncito en la fiesta y no pueden dejar que se la lleven, que nadie se la pisotee, no puede dejar que se diga, como a veces pasa, que allá ya solo piensan en el carnaval. Ojalá que toda Colombia estuviera pensando en carnaval porque habría mucha más paz.
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Cipote Garabato Humberto Pernett
Cada año la Muerte hace su aparición, pero siempre gana la alegría, la vida.
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Cuando muchos de nosotros formábamos parte de la cumbiamba Cipote Vaina, decidimos participar en el carnaval, más exactamente el sábado en la Batalla de Flores, con la danza del garabato, mientras seguíamos bailando cumbia en la Gran Parada el domingo. Lo hicimos con el deseo de aportar al fortalecimiento de nuestro patrimonio devolviéndole al garabato su origen popular, origen que se perdió en los setenta cuando esta dejó la calle y empezó a presentarse solamente como espectáculo
nocturno primero en el Club Barranquilla y luego en el Country Club, y en época de precarnavales toda vez que sus integrantes decidieron dejar la ciudad en tiempo de carnaval motivados, por supuesto, por una crisis de valores muy fuerte. Después de representar cumbia y garabato, sesenta parejas decidimos dedicarnos exclusivamente a la danza que representa la lucha entre la vida y la muerte y fue así como creamos nuestra agrupación Cipote Garabato. Con la firme intención de
En 2015 Cipote Garabato cumplió 25 años, algo que me hace feliz y orgulloso de mi grupo.
arraigarnos más en la tradición, hicimos un cambio en lo que se refiere a la música: decidimos que los músicos de la cumbiamba procedentes de Soledad, Atlántico nos montaran la música del garabato con tambora, lo cual fue aceptado por su sonoridad en los desfiles callejeros. En la actualidad, todos los grupos que representan el garabato tocan este instrumento. Hoy participamos en el Carnaval de Barranquilla con más de doscientas parejas. En 25 años hemos ganado 23 congos de oro y representado nuestra cultura en eventos de diversa índole en múltiples regiones del país, así como en España y Venezuela. Como aporte a la salvaguarda de las manifestaciones populares y tradicionales del carnaval,
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Parte fundamental del grupo son mis hermanos Hernán y Tita, quienes se ocupan de la parte interna, sin ellos el Cipote Garabato sería un caos. Ese trabajo muchos no lo ven, pero para mí es imprescindible.
hacemos investigación sobre la danza del garabato, propiciamos espacios de encuentros culturales que favorezcan una mirada integral del Carnaval de Barranquilla y tenemos un semillero donde inculcamos a las nuevas generaciones el conocimiento y respeto a los valores culturales. Nuestro grupo tiene su sello propio, no solo en el vestuario y la manera como bailamos, sino en lo que caracteriza a quienes hacemos parte de él. Nuestras relaciones se basan en el respeto por la dignidad y esencia particular de cada persona. Permanentemente nos preocupamos por estimular el pensamiento creativo y vivimos valores como el compromiso, la cooperación, la honestidad y el espíritu de servicio. Sabemos que solamente trabajando en equipo somos capaces de superar los obstáculos cotidianos y asumir los retos de un carnaval que está en permanente movimiento y transformación.
Gracias, Emiliano Vengoechea Humberto Pernett A Emiliano Vengoechea me lo imaginaba diferente por lo que comentaba la gente, pero su sencillez era muy impactante. A él lo contactamos tanto cuando íbamos a montar el garabato en Cipote Vaina como después cuando fundamos Cipote Garabato. Muchas cosas del grupo se basan en sus enseñanzas; las medias amarillas las usan los caporales y las rojas el que lleva la tradición del baile. Nos ayudó a que Kurtis Buitrago fuera miembro del grupo y con él se montaron las primeras coreografías. Después del deceso de Emiliano sus apuntes y fotos me llevaron a conservar el rito de pintarnos toda la cara de blanco. Él decía que eso era un rito porque el garabato es danza, no comparsa. Cuando metimos la tambora en la danza fue el primero que nos criticó, pero sus hijos se han dado cuenta de que además de los motivos propios, la Vía 40 la debe tener.
Un esqueleto deslumbrante vigila la izada de bandera en nuestra sede.
Muchos de los ensayos los hacemos en la noche, frente a la sede del grupo en el barrio Prado. Desde nuestra fundación, hace 25 años, nos acompañan el grupo de música Soneros de Soledad, compuesto por Fernando de La Hoz (director), Erick Rodríguez, Andrés Jiménez, José Vargas y Papita.
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El Garabato de la 8 y Garabaticos de la 8
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En 1999 los vestidos fueron elaborados en tela de satín, posteriormente en raso y hoy en payé de lentejuelas la cual hace más vistoso el vestuario.
Magaly Salas
Nuestro barrio no tenía ningún grupo folclórico infantil que lo representara en el carnaval del sur, que recorría toda la carrera 8 desde la calle 40 hasta el bulevar del barrio Simón Bolívar, así que mi hermana Martha y yo decidimos un buen día fundar un grupo infantil. Siempre nos han gustado este tipo de actividades. Juntas organizábamos la novena de Navidad en vivo en nuestra casa paterna, que quedaba justamente en la carrera 8 y poco a poco empezamos a soñar con participar en el carnaval
con un grupo infantil. Finalmente el 3 de enero de 1999 creamos los Garabaticos de la 8. La decisión de qué danza representar se debatió en familia. Martha deseaba que organizáramos un grupo que se llamara Cumbiamberitos de la 8 y yo propuse que escogiéramos el garabato como danza por representar la lucha entre la vida y la muerte, situación que yo viví cuando mi hija María José nació de apenas cinco meses y medio de embarazo. Martha vivió de cerca cómo las dos tuvimos un
Antes de cada desfile y ya en el
Aurora Herrera y Gabriel de Moya lideraron el semillero infantil en el carnaval de 2015.
bus, es tradición que directoras y danzantes agradezcamos a Dios y nos encomendemos a Él para que todo nos salga bien. También este es el momento en el que damos las últimas instrucciones a los bailarines. ¡Vamos por otro congo, que sí podemos!
duelo con la muerte en unidades de cuidados intensivos, así que estuvo de acuerdo en que creáramos el grupo Garabaticos de la 8. Lo que nunca se imaginó era que justo en la primera presentación se extraviara su hijo de apenas seis añitos. Para nosotras fue traumático, pero supimos afrontar esa situación con calma y madurez. Menos mal fue solo un susto; el niño se quedó mirando a un lado de la tarima a otros niños bailar. Luego conseguimos un coreógrafo, nos reunimos con los padres de los niños y visitamos la Casa del Carnaval donde nos entregaron el libro escrito
Carta a quien nunca nos ha visto Martha Salas A todos les digo que vengan al Carnaval de Barranquilla a gozar de la diversidad de muestras culturales y folclóricas que tenemos, y a disfrutar de su calor humano, de su gente, de la gastronomía y los sitios de interés público como el Parque Cultural Zoológico, la Avenida del Río, el Estadio Metropolitano y la Catedral Metropolitana.
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por Mirtha Buelvas. Fue así como empezamos a aprender de la danza del garabato. Con rifas, bazares y bingos conseguimos recursos y logramos participar ese mismo año con 104 niños, 52 parejas. Todos estos niños venían de participar en diciembre en la novena del Niño Dios en nuestra casa. Nuestra fe en Dios, el respaldo de nuestra familia y el apoyo de los padres, personas de escasos recursos económicos, pero donde la voluntad y la alegría es fantástica, lo hicieron posible ese año y los siguientes. Desde entonces participamos todos los años y hemos
alcanzado, junto con la agrupación El Garabato de la 8 que creamos más adelante para que pudieran participar adultos, catorce congos de oro con los dos grupos. El garabato es una danza muy representativa de nuestro carnaval, además el vestuario de las mujeres lleva los colores de la bandera de Barranquilla, lo que nos hace sentir muy orgullosos cuando vamos a otros lados. Llevar tu folclor, tus raíces a otra parte lejos de tu ciudad, donde todo el mundo está pendiente de ti y de tu grupo, es lo
máximo, es una experiencia única. Para nosotros es lo más hermoso que hemos vivido. A mucho honor hemos estado en dos ediciones del Reinado del Bambuco en Neiva; en tres del Reinado del Mar en Santa Marta, y durante diez años hemos hecho presencia en la Batalla de Flores del Concurso Nacional de Belleza en Cartagena, acompañando a la señorita Atlántico, y después hacemos una presentación a todos los huéspedes en el Hotel Hilton. En nuestro departamento hemos participado en la Gran Parada de Puerto Colombia y de Galapa y en la Batalla de Flores de Santo Tomás. Además apoyamos el desfile del ceremonial de la muerte en Soledad y la noche de garabato en Baranoa. Hoy capacitamos jóvenes en los municipios de Santo Tomás y Baranoa en todo lo relacionado con el garabato y varias parejas de allá participan con nosotros en los desfiles del Carnaval de Barranquilla. Mi hermana Martha ha sido muy importante en el grupo, coordina los ensayos, toma las medidas y hace mucha gestión para que el Garabatico de la 8 pueda participar en eventos como el semillero del carnaval, la coronación de los reyes infantiles, la Guacherna, la Batalla de Flores, la Gran Parada de Tradición, el Carnaval de los Niños y el desfile de la 84. me apoya en la recaudación de fondos. Participar en el carnaval es difícil, los costos para poder desfilar son altos y es necesario gestionar recursos económicos con rifas y bazares y tocar las puertas de la empresa privada. Hoy en día mi hija es la coreógrafa de la danza y el pasado carnaval alcanzó dos congos de oro. Era de esperarse, a esa niña desde pequeña se le agitaba el corazón cuando escuchaba un tambor. Ambos grupos, el Garabato y los Garabaticos de la 8 son unas de las más entusiastas de nuestro querido Carnaval de Barranquilla, compuesta por niños y jóvenes de todas las edades, los más talentosos en la marcación de este ritmo cadencioso, alegres y bullangueros.
Julián Mora personifica la Muerte en los Garabaticos de la 8.
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Garabato Unilibre Brianne Velásquez Cuesta Directora
Los niños inmersos en la magia de la danza, sus accesorios y vestuario, se vinculan de manera maravillosa al grupo: siguen el ritmo danzando o acompañan a sus padres desde recién nacidos y van creciendo con ella, con su danza El Garabato Unilibre.
En Garabato Unilibre docentes, estudiantes, trabajadores, hermanos, primos, amigos y vecinos gozamos en hermandad. Lo importante es bailar. La danza mueve el espíritu, nos hace sentir y darle al público solo alegrías hasta el cansancio. Al día siguiente iniciamos de nuevo con el mismo entusiasmo y nunca pensamos en qué pasó ayer, vivimos el momento y el momento es danzar, danzar para vivir con éxtasis el carnaval, es un momento que se siente intensamente. Cada año tiene su afán, cada montaje es una nueva expresión que le damos al público, nuevos amores que se inician y viejos amigos que se van mientras otros vuelven. El carnaval es único, quien lo vive, lo disfruta, lo goza, lo llora y hasta se muere para que el año siguiente vuelva a vivir. El Garabato Unilibre ha sido por el sector privado y en especial por la Universidad Libre, seccional Barranquilla, de la que soy empleada y a la cual he podido proyectar positivamente en el ámbito local, nacional e internacional.
Cuando se inició el grupo algunos estudiantes firmaron una póliza de cumplimiento para poder tener los vestidos elaborados por Luz Serna de Castañeda (q. e. p. d.), que aguantó más de un año para recuperar su inversión. Juan Carlos Currea y Glenda Pava elaboraron la letra que firmaron. Ellos formaban parte del grupo y el carnaval los unió por siempre como esposos, esto ha dado como resultado que muchas parejas se unan en matrimonio y actualmente sus hijos son el semillero del grupo. En 1998, después de haber inscrito la danza en la Fundación Carnaval en la modalidad de cumbia, cambié al grupo a la de garabato, porque esta actividad tenía mayor probabilidad de recibir un Congo de Oro. Y fue acertado, a la fecha hemos ganado trece por nuestra dedicación y trabajo dancístico. Gracias a la orientación, acompañamiento y presencia amorosa de Ricardo Sierra, que es nuestro coreógrafo y representa a la Muerte, esta danza ha recorrido el mundo. En muchas ocasiones participábamos en el carnaval como Garabato Libre, ya que no contábamos con el apoyo ni del sector privado ni de la Universidad Libre, solo con el esfuerzo propio de los intérpretes, del coreógrafo y de su directora. Hoy en día Garabato Unilibre cuenta con el apoyo institucional de la Universidad, que ve en la danza una proyección suya hacia la comunidad. En nuestro grupo es muy importante el núcleo familiar. Muchos de nuestros integrantes forman parte de la danza desde su misma creación y participan con mucho amor y dedicación. Lo vivimos y gozamos pues lo llevamos no solo en la sangre sino en el corazón.
Ricardo Sierra Vásquez, coreógrafo
En la Vía 40 a la espera
del grupo desde sus inicios. Fue
de desfilar en la Batalla
alumno mío de danza desde 6°
de Flores con nuestra
hasta 11° en el Instituto Pestalozzi.
iguana garabatera,
Luego siguió su trabajo de
símbolo de nuestra
formación dancística en el grupo
danza y de la institución.
de la Universidad del Atlántico con Carlos Caballero mientras
Cada uno de
estudiaba en la Facultad de
nuestros bailarines es
Arquitectura. Igualmente estudió
importante, sin ellos
Danza Contemporánea y Folclor
no seríamos el grupo
en el Real Ballet del Atlántico con
que somos. A ellos y a
Yamile Borrero, y Danza y Teatro
sus familias que nunca
en la Universidad Antonio Nariño.
nos abandonan les hago un reconocimiento.
Hoy día es uno de los coreógrafos
Gracias por su respaldo
más reconocidos de la ciudad.
irrestricto, por su apoyo
También se destaca en su papel de
con rifas, bazares e
Muerte que ha personificado en el
incluso recursos propios.
ámbito nacional e internacional.
Ustedes siempre le han
Como amigo siempre me ha
puesto la cara a nuestra
acompañado en la danza y aquí
agrupación.
deseo hacerle este pequeño homenaje.
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Mónica Ospino
L
Somos
Las Farotas de Talaigua
a danza las farotas de Talaigua encierra un alto contenido burlesco debido a que es una parodia de un evento histórico acontecido en 1610 en época de la Colonia. En ese tiempo, los colonizadores españoles acostumbraban a abusar sexualmente de las mujeres indígenas, aprovechando que quedaban solas en sus hogares mientras sus maridos salían de cacería por las noches. Los hombres, cansados de estos abusos y como forma de venganza, idearon un plan para hacer pagar a los españoles por esta ofensa, así como por la ocupación de sus tierras. Observaron cómo se vestían las españolas, luego, usando la malicia indígena, elaboraron vestidos semejantes y organizaron una trampa. Cierto día un grupo de soldados españoles, reconocidos como abusadores, vieron desde lejos unas “mujeres españolas” y eso les llamó la atención. Estas les hacían toda clase de morisquetas y coqueterías y ellos cayeron en la trampa. Acto seguido, los 13 mejores guerreros farotos, vestidos de mujeres, atacaron y dieron muerte a los soldados españoles. Ese día la victoria fue celebrada con parrandas, bailes y borracheras. Desde entonces la población de Talaigua Nuevo, ubicada en el departamento de Bolívar, celebra y recuerda este hecho histórico mediante esta danza. En 1800 el señor Efraín Chica, natural de San Fernando, rescató la danza. Después de su muerte, hacía 1887 el señor Domingo Carrera, más conocido como Mingo Chechere, natural de Talaigua Nuevo, tomó la dirección y esta se ha mantenido viva a lo largo del tiempo con la ayuda de las familias
talaigueras. En 1982 Etelvina Dávila Turizo, la Farota Mayor, tomó la dirección de la danza y la llevó por primera vez al Carnaval de Barranquilla. Desde esa época Las Farotas de Talaigua han marcado una tradición, que nos llevó a ser incluidas en el dossier presentado a la Unesco para que el carnaval fuera declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
Las Farotas de Talaigua hoy El grupo está conformado por veinte integrantes entre faroteros y músicos, liderados por el director artístico Manuel Joaquín Matute, que se desempeña dentro de la coreografía como “la mama”. Hace años Las Farotas tomamos la iniciativa de inculcar en los jóvenes y niños el valor cultural de la danza. Para formar parte de ella hay que pasar por un proceso artístico en el grupo infantil compuesto
Albeiro Panza en una de las varias demostraciones en el Carnaval de Barranquilla, que incluyen la batalla de flores, la gran parada de tradición y la tarde de encuentro de danzas especiales y de relación.
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La mejor forma de trasmitir los saberes es contar la historia generación tras generación. Preservar las costumbres ancestrales de las Farotas de Talaigua es un deber que tenemos los descendientes de aquellos hombres y mujeres que decidieron convertir en arte su historia. Las Farotas usan falda floreada con pollerín y malín a la usanza de la mujer española.
por los hijos, nietos y sobrinos de los faroteros mayores, que luego pasan al juvenil y de ahí a los mayores. La trasmisión de los saberes se da de los mayores a los niños mediante charlas y anécdotas. Además en Talaigua, como parte del currículo se transmiten estos saberes en las aulas de clase. Todo el año la población talaiguera vive en función de la danza. Las esposas de los faroteros prestan mucho cuidado a los uniformes. Las flores que llevan en el sombrero las elabora Patricia Castro Amador, una artesana de tradición. Además formamos parte activa de la organización del Encuentro de la Cultura Anfibia, que tiene lugar a mediados del mes de julio. En estas fiestas se dan cita agrupaciones ribereñas de otras regiones y de fuera del país. Allí las personas encuentran, además de muestras folclóricas, talleres y conversatorios.
La interpretación de la danza
El vestuario
En la coreografía intervienen trece hombres, incluyendo la ninfa, que representa a la niña y quien también era abusada por los españoles, y se ubican en dos filas de seis cada una. La mama es quien dirige la coreografía. Es importante resaltar que los integrantes bailan con el cuerpo inclinado hacia adelante, levantando la barbilla. Sus posturas y ademanes son totalmente masculinos. Los pasos del baile se denominan: son farota, de frente, entresacada faroteando, saludo, de dos en dos, sombrilleo, lavada y perillero. Estos van acompañados de los sones farota, lavada y perillero. La danza rinde honor a Chigua, dios de la comunidad farota, jefe supremo de la naturaleza, al que se le agradece por las siembras y cosechas, las tierras, los matrimonios y las mujeres.
El vestuario de las farotas es una muestra de la mezcla triétnica que la danza representa. Los integrantes van vestidos de mujer con faldas floreadas a la usanza española. Debajo llevan un pollerín con encaje, el sombrero lleva flores llamadas rosalindas, propias de la Depresión Momposina. El amansa loco o buzo es una tradición de la raza negra. La gola representa la Depresión Momposina, va adornada con fantasía de oro y piedras preciosas que representan lo adineradas que eran las mujeres españolas de la época. Las abarcas trespunta representan al indígena, la sombrilla es de origen español, pero se usa como lanza y sirve para escenificar cómo peleaban y cazaban los indígenas. Los pañuelos remplazan las cabecitas de animales pequeños que se ponían en la cintura para defenderse de las brujas. El vestuario guarda los patrones tradicionales desde los inicios de esta danza, y varía de acuerdo con el colorido y calidad de las telas que se encuentran en el mercado. De esta actividad me encargo yo por ser la directora, y dos integrantes de la danza, todo bajo mi supervisión.
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Etelvina Dávila Turizzo Fue la directora y representante legal de la danza desde 1982 hasta 2011, año de su fallecimiento. Siempre se caracterizó por su carisma y habilidades para el teatro, la comedia y las manualidades. Profesora, secretaria, artesana, conferencista, esposa y madre, fue escogida como una de las veinte mujeres sobresalientes de Colombia y del departamento del Atlántico. Recibió reconocimiento de la Cámara de Representantes por su valioso apoyo cultural al Carnaval de Barranquilla. Organizó el Encuentro de la Cultura Anfibia y dictó varios talleres. En el 2003 fue escogida para formar parte del dossier presentado a la Unesco para que el carnaval fuera declarado patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. La Gobernación de Bolívar la condecoró como una reconocida gestora cultural que promovió nacionalmente la danza. Etelvina Dávila se destacó por ser un pilar fundamental del desarrollo de la cultura y las artesanías en Colombia, y dejó un semillero para mantener vivo el sentimiento cultural en las generaciones venideras. Etelvina falleció a la edad de 71 años. Recibió homenajes póstumos de la Fundación Carnaval de Barranquilla y la Secretaría de Cultura de Barranquilla. Ella fue la Farota Mayor y vivirá por siempre en su danza y en el corazón del pueblo colombiano.
Manuel Joaquín Matute Comenzó como bailador en 1962 al lado de Gabriel Panza, Germán Robelo, Miguel Castaño, Florencio Núñez, Catalino Guerrero, Maximino Galindo, Gustavo Núñez, Abraham Vides, Andrés Herrera, Alzomiro Ardila y el millero José del Carmen Polo. “Bailar en las Farotas es para mi un gran orgullo. Aún estoy activo, soy la mama del grupo desde 1982 cuando Etelvina Dávila me propuso ir a Barranquilla para mostrar nuestra cultura. El ser farotero lo llevo en mi sangre, me estremece oír los sones de la música de farota, siento que llevo a mi pueblo dentro de mí”.
Jan Carlos Mancera Farotero de 34 años de experiencia. Dirige la categoría juvenil. “Desde niño anhelé pertenecer al grupo y ahora estoy muy orgulloso porque soy bailador, portador de la tradición de mi pueblo, y en la actualidad soy multiplicador de mis conocimientos en los niños talaigüeros. Esto me da mucha tranquilidad porque de bailador pasé a ser un líder y esto lo aprendí de mis abuelos. Es un gran honor”.
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C
somos
Los Coyongos
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arnaval de Barranquilla sin Los Coyongos no es carnaval. Desde que llegaron a nuestra fiesta, a inicios del siglo XX, se han hecho notar. Es fácil identificarlos pues sobresalen en los desfiles con sus cuellos altos y unos picos de madera que a la manera de clave sonora marcan el ritmo musical. Los Coyongos representan diversas aves que se encuentran en las orillas de lagunas y ciénagas de nuestra región Caribe, como el coyongo rey, el pato cúcharo, las garza gris, blanca y morena, y el pisingo, entre otros. Con su danza van reproduciendo el vuelo de estas aves y las faenas que tienen para capturar los peces. Dicen también que esta danza es una alegoría a los combates vividos entre españoles e indígenas; de hecho, su origen se remonta a 1812 o 1813, después de la independencia de Colombia, y se le atribuye tanto a los cartageneros como a los habitantes de las poblaciones ribereñas de la Depresión Momposina. Otros afirman que la danza es un homenaje de los cazadores y pescadores de Mompox y a sus formas de sustento. La coreografía incluye también un cazador y un pez (cuyos trajes los identifican), y mientras danzan, un pasito adelante y otro para atrás, hacen diversos movimientos suaves—tejido, trenza, hilo, rueda y círculo— para encerrar el pez. El vestuario de Los Coyongos es muy sencillo. Se trata de una estructura piramidal liviana hecha en madera o alambre, forrada en tela de colores y tiene a ambos lados unas pequeñas aletas. En la parte de arriba sobresalen los picos de madera que son accionados desde dentro mediante un mecanismo y logran producir un sonido característico. Basta
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La agrupación de Los Coyongos que hoy pervive fue fundada en 1910 por las familias Sossa, Noguera y Beleño. Hoy en día es conducida por Baltazar Sossa y la sede del grupo está en el barrio Las Flores.
con oírlo a lo lejos para saber que andan cerca unos coyongos. El danzante, que siempre es un hombre, se mete dentro de la estructura y con dificultad los espectadores logran verlo. Los zapatos y las medias son negras con lo cual se quiere representar las patas llenas de barro por cuenta de su presencia en las orillas de ciénagas o lagunas. Mientras bailan, de manera alternada, los danzantes narran cortas historias mediante versos que son acompañados por un grupo musical que ejecuta música del Magdalena Grande (son vallenato) compuesto por un acordeón, una caja y una guacharaca. Como se ha dicho, esto va al unísono del sonido producido por el cerrar y abrir de los picos de madera que cumplen la función de ser el instrumento marcador del ritmo.
Yo soy la garza morena que vengo del otro lao, traigo el pico lucio de tanto comer pescao.
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Gastón Polo Con el apoyo de Vitalia Díaz
E
somos
los diablos arlequines
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n los años treinta, en época carnestoléntica, el folclorista y bailador empedernido Marcial Lavalle Romero, salía en su oriunda Sabanalarga vestido de diablo, con máscara que llevaba espejos, traje multicolor, castañuelas, espuelas de cuchillo y botaba bocanadas de fuego que lograba al prender un fósforo y acercarlo a la boca donde tenía gasolina, igual como se hace ahora. Al principio salió solo, por allá en 1935, pero años después se hizo acompañar de los señores Constantino Ariza y Máximo Albon, con lo cual se convirtieron en un disfraz colectivo. Desde pequeño, a mi padre le gustaba salir e ir detrás de estos tres personajes. De tanto mirar cómo bailaban y hacían sus demás malabares, estos se le quedaron grabados en su mente. Hacia el año cincuenta, y debido a la muerte de uno de ellos, los diablos empezaron a desaparecer poco a poco hasta no volver a salir. Muchos años más tarde, en pleno ensayo de Los Goleros, grupo que dirigía, mi padre, Apolinar Polo Morales, él les propuso a los muchachos que formaran parte de este grupo que rescataran la danza de los diablos. Fueron seis los primeros personajes que salieron al ruedo. Como existían otras danzas de diablos, mi papá le agregó el remoquete de “arlequín” por llevar varios colores, la cara pintada y hacer piruetas. Fue mi papá quien bautizó el grupo como Diablos Arlequines de Sabanalarga. En esa época él tenía una dulzaina, así que la incluyó junto con los instrumentos musicales con los que empezó: un tambor pequeño y una guacharaca, tres instrumentos no más. Primero se presentaron
en Sabanalarga, donde fueron muy bien acogidos por el público y se llevron muchos premios. A raíz de eso mi papá decidió participar al año siguiente, en 1980, en el Carnaval de Barranquilla. Yo tenía unos doce años y me acuerdo bien. Mi papá inscribió la danza en la Batalla de Flores y en la Gran Parada. Dentro de 250 grupos que iban ellos fueron la atracción ese año y se trajeron el congo de oro. Además, la Cámara de Comercio les dio un reconocimiento y fueron invitados a Mompox la Jornada Regional de Cultura Popular organizada por Colcultura y el PNR en 1989. Ese año salieron en la portada del libro Aluma. De ahí para acá hemos sido galardonados siempre, año tras año, e invitados a distintos países.
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castañuelas que se llevan en las manos al compás de la danza.
La coreografía
La máscara Según cuentan, la danza de los diablos es de origen religioso, esta la representaban en las procesiones de Corpus Christi. Fue introducida por los españoles en la época de la Colonia para atemorizar a los indígenas con la máscara ya que tenía espejos que brillaban con el sol y ellos
Esta se divide en dos partes, en la primera los bailarines demuestran destreza y agilidad saltando las botellas al compás del tambor y la flauta. La segunda parte cambia el ritmo a son de puya; los movimientos son en parejas (hoy en día ocho, antes salían solo tres), lo que exige más destreza para evitar lesiones con las espuelas o los cuchillos. Además en este momento es cuando se empieza a botar candela por la boca. Aquí la danza es más auténtica y vistosa.
Danzar entre las botellas sin tumbarlas demanda gran destreza; para lograrla debemos practicar mucho.
salían corriendo. Las primeras máscaras las hizo José Llanos, de Galapa. Fueron costeadas por cada uno de los bailarines, lo mismo que el vestuario. Las espuelas las hizo un muchacho El vestuario
que sabía soldar y él las obsequió cuando salieron para
Lleva diferentes
Barranquilla la primera vez.
colores vistosos con un diseño original
Espuelas que llevan los
y auténtico con
danzantes en los zapatos
alas negras, rabo,
para que su sonido se
y máscara roja con
acople con la música.
dientes, colmillos y espejos. Además
Los ensayos
de capucha usamos
acostumbramos a
accesorios tales
hacerlos de noche
como espuelas,
en la cancha de
cuchillos, cascabeles
fútbol Las Torres
y castañuelas que
de Sabanalarga de
hacemos sonar con
donde todos somos
los movimientos.
oriundos. Este se
Llevamos también
ha convertido en
uñas largas de hoja
un escenario de
de lata.
encuentro de varias generaciones que se dan cita allí para vernos practicar.
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Para que esta danza nunca muera
Heyner Ortega Díaz
Los muchachos
Los nuevos diablos arlequines
se maquillan
Como deseamos que esta danza nunca muera, que siempre haga presencia en el carnaval y que sigamos aportando a ese sabor costeño que transforma el mundo entero, contamos con un semillero. Los niños llegan por su propia voluntad. Ven bailando a los grandes y a otros niños y se me acercan y me dicen: “Señor Gastón, yo quiero integrarme a la danza, quiero ensayar”. Yo a todos los pongo a ensayar para ver si de verdad le jalan
ellos mismos, han aprendido a hacerlo y para ello usan los espejos de sus propias máscaras. Los niños aprenden eso desde pequeños.
al baile, si cogen la coreografía; los que son muy buenos de una vez la siguen. Si yo veo que ese niño tiene aptitudes para bailar le pregunto quién es el papá, quien es la mamá, dónde vive y le digo que necesito hablar con uno de los dos. Me gusta reunirme con los papás para que sepan qué hacemos, dónde estará su hijo en los ensayos, y cuando hacemos presentaciones por fuera con más veras, a dónde va a salir y con quien. Además necesito que traigan fotocopia de la tarjeta de identidad, carné del Sisbén, dos fotos y sobre todo un permiso escrito de los padres. Tenemos niños de los seis años en adelante, más o menos. Este año por primera vez sacamos en Sabanalarga a los diablos infantiles. Eso fue maravilloso. Los vestuarios los hicimos a partir de varios juegos de uniformes adultos que teníamos de sobra gracias a un patrocinio de este año que nos obsequió vestido nuevo para estrenar el sábado en la Batalla de Flores. Recogimos todos los vestidos viejitos y los padres de familia se encargaron de arreglarlos. Para las máscaras mandamos hacer unas cuantas con el molde de ellos, pero como no alcanzaron a terminarlas, usaron las máscaras de los muchachos grandes con esponjas para que no se les salieran. En eso colaboraron los grandes. Todos nos apoyamos aquí.
Mi nombre es Gabriel Enrique Pacheco Mercado, pertenezco a la danza Diablos Arlequines de Sabanalarga hace aproximadamente diez años. Me siento muy orgulloso de estar en una de las mejores danzas que tiene el Carnaval de Barranquilla. Cuando yo era niño, la danza ensayaba en un parquecito que se llama Parque de los Estudiantes. Yo vivía por ahí cerca y me gustaba mucho verlos ensayar, me gustaba el baile, la coreografía y me llamó mucho la atención el fuego. Una vez me dije, pues yo tengo aptitud y me gusta, quiero hacer parte de esa danza. Fui donde el señor Apolinar, le comenté que yo quería pertenecer a su grupo y me dio la oportunidad. Tenías diez años. Era el único niño. El señor Apolinar me enseñó muchas cosas, acostumbraba a hacerme preguntas y a que yo se las hiciera. Me enseñó a no quedarme ignorante. Por eso es que estoy acá. Yo le debo mucho a esta danza. Por ejemplo gracias a ella conocí Japón. Eso fue una experiencia maravillosa. Fuimos invitados por la embajada de Colombia en Japón, duramos allá veinte días y dos en Canadá. Éramos veinticuatro representantes del Carnaval de Barranquilla, dos integrantes de la danza diablos arlequines. A nosotros nos interesa que esta danza no se muera, por eso involucramos a los niños. Para empezar, ensayamos en una cancha abierta donde todos vienen a vernos. Eso se llena de niñitos que se van metiendo en la danza para hacer los mismos pases de los más viejos, entonces nosotros los ubicamos a un ladito y uno de nosotros los va orientando. Si dicen que tienen compañeritos que quieran bailar, les decimos que los traigan. Eso es lo que hacemos para que la tradición no se pierda.
En mi casa siempre he tenido el apoyo de mi mamá, de mi papá, de mis hermanos. Eso influye bastante para que uno le meta
pendiente foto
más ganas a lo que quiere.
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Gastón Polo Con el apoyo de Vitalia Díaz
somos
los goleros
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sta es una danza tradicional oriunda de los pueblos ribereños. Se sabe que quien empezó a interpretarla en Sabanalarga en época de carnaval, hace unos cien años, fue el señor Pablo Palmera (q. e. p. d.) y que su interpretación era reconocida en la región; además del señor Palmera, a quien le gustaba disfrazarse, intervenían bailarines que actuaban de goleros y gallinazos como si fuese una obra de teatro. Con el correr del tiempo esta danza se fue extinguiendo y gracias a mi padre, el folclorista Apolinar Polo, que valoró su riqueza cultural, fue rescatada en 1979. Así, le dio vida a cada personaje que la caracteriza. La danza representa la historia de un burro que es abandonado por su amo en un paraje solitario y ya casi moribundo es rodeado por lo goleros amenazantes. Su amo al ver la triste situación de su burro les azuza a su perro de nombre Sarampión, que corre velozmente hacia los buitres o goleros dispersándolos. Originalmente los únicos personajes eran los goleros. Actualmente cuenta con tres adicionales: el burro, el perro y el cazador, quienes forman parte de los versos de la danza. La danza va acompañada de música de cumbia, de sones lentos y de puya, interpretados con flauta de millo, tambores y maracas.
La coreografía y los versos Luego de dar infinitas vueltas presididas por el cazador, el perro, el burro y el rey golero se
detienen. A paso lento avanza el burro hacia el frente del escenario y se echa pronosticando su suerte, luego el perro llega hasta él. Seguidamente se acerca el rey, que es el primero que toma parte en el festín; se nota el respeto de los demás hacia él ya que ningún golero puede acercarse hasta que el rey termine. Este se come solo el ojo del mortecino. Luego sigue el aguacil, la Laura y continúan los goleros y los pichones. Cada quien expresa su debido verso. Al final aparece el cazador azuzando al perro quien ahuyenta o dispersa a los goleros, uniéndose de nuevo en rondas danzando alegremente.
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El primer verso lo dice el perro:
Después viene la laura:
quiero probar un bocado,
Personas que han marcado la danza
Sarampión me llamo yo,
Soy la laura veranera,
de la parte del corazón.
perro de cacería,
que anda a diario en el playón,
tengo la mala maña
ando en busca de un platón
Después de que salen los goleros
de andar en el fogón todo el día,
para mi almuerzo decente,
negros vienen los pichones, que son
y mi amo me anda patiando,
pero miré de repente
por lo general dos pichoncitos. Un
porque me le como la comida.
una culebra colgada,
pichoncito dice:
En primer lugar hay que nombrar obviamente al señor Pablo Palmera, bailador de cumbia, que apoyó danzas de la época y por su esmero fundó la danza de los goleros. Un reconocimiento especial al poeta Bonifacio Salazar, quien dio vida a la danza con los versos que dice cada uno de sus integrantes, y al señor Carlos Orozco, que compuso el ritmo musical. Entre los bailarines y actores merecen nuestro reconocimiento los señores Julio Pacheco Alcántara (en el papel de alguacil) que se entregó totalmente a esta danza; Manuel Vizcaíno (con el personaje de laura), y Esteban Zambrano (cuyo personaje era el pichón). Gracias a sus aportes la danza de Los Goleros es lo que es hoy en día. Ellos han dejado una huella imborrable en nuestro sentir y en su nombre buscamos ser fieles a la tradición. Nuestro deseo es que cada año sea más y más nutritiva la escuela semillero y que la nuestra sea la mejor danza de las costa entera.
yo le tiré una agarrada
Entre todos los pichones,
Después viene el burro:
y ella se me escapó,
a mí el hambre me atormenta,
Soy el burro manco,
no hay hermosa como yo,
qué más hago de mi cuenta
que no puedo caminar,
de cabeza colorada.
en algunas ocasiones
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mi amo me ha soltado
no se prestan mis cañones
porque lo intenté matar,
Después ellos salen de la escena y
para remontar el vuelo,
aquí me voy a echar
llegan los goleros negros. Uno dice:
pero brinco por el suelo
y este será mi destino,
Como soy negro y jediondo,
hasta llegar al muladar,
a que venga el rey primero,
nadie me quiere tener,
para ver si puedo alcanzar,
a comer de mi cocino.
vuelo de rama en rama
aunque sea del lomo un pelo.
sosteniendo mi poder, Yandry Márquez
Luego sale el rey, que es el que guía a
sin pena y con gran orgullo
Y sigue el otro pichón:
los demás goleros negros, y dice:
vuelo de Francia a Roma,
Como inocente pichón
Como rey estoy sentado
porque como de todo el mundo
me pongo a pensar la vida,
en estas tierras nevadas,
y de mí no hay quien coma.
cómo hallar la comida
a mí no me amedrenta nada,
para mi alimentación
pues mi orgullo es ser el rey,
Sale otro golero que dice:
porque sé que en este pelotón
a pesar de ser el rey,
Soy golero nuevo
tengo la pelea perdida.
el hambre me está matando,
que me elevo a la inmensa altura
yo soy el que ordeno y mando
me hizo una nube oscura
Cuando ya todos dicen los versos
delante de este burrito,
recorrer esa distancia,
se hace una ronda donde el rey va a
y que nadie meta su pico,
los montes blancos de Francia
picar al burro y ahí entra el cazador
mientras que yo esté picando.
me faltan por conocer,
que dice lo siguiente:
la mosca con su poder
Fo, fo, fo,
Sale posteriormente el alguacil:
me ha dado la razón,
por aquí me hiede este lado,
Como alguacil,
que ya murió el garañón,
será un burrito muerto
después del rey quien los guía
compañeros, ¡a comer!
con los cagajones cuajados.
yo con mi pico de acero
Corre, corre Sarampión,
rompo la línea primero,
Otro golero negro dice:
cógete estos negros golosos
y empiezo la cirugía.
En las trojas de Aracataca
que no me le dan reposo
Oh, qué bella la fantasía,
donde estuve esta mañana
a mi pollino garañón.
la carne de este fermento,
ha llegado una mosca de fama
Era brioso y garañón
observo a ver si está primero
a visitarme, que se ha muerto una
cuando estaba en el potrero,
muerto el anca que el ojo,
vaca,
el perro es mi compañero
Las máscaras de
porque mi tío burro cojo,
he salido de Aracataca lleno de
y se llama Sarampión.
cada golero las
puede andar en un sueño
satisfacción
¡Cógetelo, Sarampión!
hacemosnosotros
despierto.
y que empiece la función
Dennis Márquez
mismos. José LLanos fue quien las diseñó.
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a cual estoy invitado,
Y ahí es donde empieza la música.
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El Rey, Pedro Hernández.
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Lucy Vengochea
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somos
mapalé
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l mapalé, danza que hace vibrar nuestros corazones, que nos lleva al éxtasis de la alegría y la nostalgia. Danza explosión de movimientos, fiel reflejo de esa riqueza interior que nos identifica. Nuestra alma y nuestro cuerpo se conjugan para expresarnos a plenitud y tener la fuerza necesaria para aportar a la construcción de un mundo posible. El mapalé es un reencuentro con lo ancestral a través del lenguaje del movimiento, que reúne el sentir, la imaginación, la creatividad y el desborde emotivo. El mapalé es una danza de movimientos fuertes heredada de los africanos, que no posee coreografía definida, pero sí pasos básicos que deben mantenerse durante su ejecución. Está cargada de rituales y simbolismos profundos de lucha, rebeldía y victoria. Ni el sol, ni el cansancio impiden que en los recorridos y en las presentaciones en sitios estables se pierda la alegría y el interés de bailar el mapalé.
Baluartes en la preservación del mapalé Todo nuestro agradecimiento a Abraham Cáceres, Luz Marina Cañete, Jairo Cáceres, José Miguel Pérez, Angélica Herrera y Neli Cáceres, reconocidos folcloristas que se han dedicado a fortalecer y preservar este ritmo y danza. Y cómo no mencionar aquí a los grupos pioneros del mapalé en Barranquilla: Nacimiento de Palenque, Kinini, y Renacer Mulato, así como a grupos que en la actualidad han dejado muy en alto esta danza: Mezclas Afrocolombianas y Mestizaje.
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Perla del Caribe Lucy Vengochea
Somos una corporación conformada por jóvenes que mantienen viva la danza del mapalé desde el año 1981, y que han aprendido a reconocerla y valorarla como una de las expresiones folclóricas de mucha acogida por parte de chicos y grandes por su contenido de simbolismos profundos y su riqueza gestual. Para quienes la integramos, cada momento vivido es una experiencia significativa y nos preparamos con mucho entusiasmo para dar lo mejor con pasión, alma, vida y corazón; cada gota de sudor derramada en los ensayos y presentaciones es la prueba de todo ese esfuerzo y entrega por la danza, para que el público que espera con ansia vernos bailar pueda disfrutar de un gran espectáculo. Perla del Caribe posee un repertorio variado, pero es reconocido en el medio por la danza del mapalé, al cual le dimos un vuelco total en el vestuario, accesorios y maquillaje, que, como también ha sucedido con nuestra coreografía, han sido replicados por algunos grupos. En los festivales de danza folclórica nacionales e internacionales donde hemos tenido la oportunidad de representar al departamento del Atlántico y a Colombia, el mapalé tiene un gran impacto entre el público, que aplaude con frenesí la muestra folclórica. Para nosotros el mapalé es reencuentro ancestral, sensualidad de los cuerpos danzantes, regocijo, es alegría, nostalgia.
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resistencia. A su vez se orienta el desarrollo y manejo de la gestualidad en cada movimiento, así como el aprendizaje del significado de la danza, de los pasos básicos acompañados de esquemas coreográficos, y de los movimientos entre las parejas para que cada una muestre su talento y capacidad para bailar el mapalé. La motivación es la base para mantener el entusiasmo y poner alma, vida y corazón en cada una de las presentaciones, que han sido premiadas por los aplausos del público.
Nuestra preparación para salir en escena El mapalé requiere una buena preparación física y mental para ser llevada a escena. Sin ella no tendríamos la gran acogida entre el público. Lo primero que hacemos cada año, más o menos hacia el mes de octubre es abrir la convocatoria a los jóvenes interesados en participar; luego les hacemos una prueba de marcación del ritmo lento y rápido y se hace la selección. El proceso de formación supone preparación física a través de ejercicios y movimientos corporales para manejar la respiración, la fuerza y la
Creación del vestuario, bocetos y coreografías El vestuario contribuye a enriquecer la expresión folclórica, porque es el primer impacto visual que permite vender la imagen de la danza. El diseñador se reúne con el director y los bailarines y propone varios modelos. Después de analizarlos se hacen recomendaciones y se escoge el vestuario final y los accesorios que se van a utilizar. En lo referente a la coreografía se tienen en cuenta los pasos básicos y luego se practican los
esquemas de acuerdo con el tiempo, los escenarios y los sitios de presentación. En la parte musical se utiliza lo básico, pero también se crean nuevos temas con base en el esquema coreográfico. Uno de los momentos más interesantes son los talleres en los que participan no solo los bailarines, sino también padres de familia que intercambian conocimientos sobre la elaboración de accesorios como collares, pulseras, tobilleras y turbantes para usarlos en la presentación de la danza y como elementos etnoculturales.
Nuestras presentaciones en el carnaval
El maquillaje tiene
La primera de ellas la hacemos en la tarde de danzas en el Estadio Romelio Martínez donde nos la jugamos por obtener el sesenta por ciento del puntaje. Luego seguimos sin descanso los ensayos para pulir la segunda parte del cuarenta por ciento, que presentamos el domingo de carnaval en la Gran Parada Folclórica. Es gratificante cuando llega el martes de carnaval cerrar con broche de oro nuestra participación en el Desfile de la 84 donde el público premia a los jóvenes con sus aplausos, comentarios favorables y toma de fotos para el recuerdo.
mucha incidencia, de ahí la necesidad de formar a los bailarines en el manejo de colores, formas y técnicas para maquillarse y brindar al público una imagen de lo que representa esta danza y su simbología.
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Renacer Mulato Clara Nivis Cáceres
En los alrededores de mi casa, ubicada en el barrio Carlos Meisel, había muchos jóvenes en el ocio. Un día pasé cerca de un billar del sector y les dije a algunos de ellos que los invitaba a conformar un grupo y que los llevaría al carnaval. Pensé que así evitaría que entraran al billar ya que eran menores de edad. Además, los niños del grupo infantil se me habían crecido y no quería sacarlos, aunque ya estaban grandes para el infantil. Comencé por motivar a estos muchachos con concursos de fisicoculturismo, canto, baile y hasta con un reinado para las niñas. También hice bailes de integración y con todo esto me gané la confianza y el cariño de muchos niños de escasos recursos de los barrios Nueva Colombia, La Manga y Meisel. Esto fue en 1997. Con los consejos de Abraham Cáceres, los talleres que recibí de prestigiosos coreógrafos y de mi investigación sobre mis orígenes y la cultura (bailes, cantos, costumbres), organicé en 1998 el grupo Renacer Mulato. El “renacer” por los niños que crecieron dentro del grupo, y “mulato” porque aquí no importa el color de piel sino el conocimiento de la cultura. Yo los aprecio y mi mayor deseo era sacarlos del billar, mantenerlos ocupados, hacerlos sentir importantes como realmente son. En 1999 participé en el Carnaval de Barranquilla y quedé en el grupo B. En 2000 los llevé nuevamente y ganamos el gran congo de oro, y así ha sucedido desde entonces con ambos grupos. También nos hemos presentado en el municipio y en diversos lugares del país. Por falta de apoyo no hemos salido del país, pero tenemos mucho interés en hacerlo.
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Manuel Antonio Toño Pérez
somos son de negro
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uentan los depositarios de la tradición que la danza son de negro nació en los antiguos cabildos negros cartageneros y su mayor influencia la recibió de la cultura de la región del Congo (África). En su nuevo contexto sociohistórico y cultural la danza se desarrolla en las riberas del Canal del Dique donde se dieron algunos de los primeros asentamientos de esclavos. Para quienes crecimos en el seno de esta expresión, el son de negros es una danza guerrera y libertaria, auténtica, llena de ritualidad, expresión facial, corporal, estética y espiritual. Con nuestro cuerpo tiznado, los gestos que hacemos y los movimientos de nuestras extremidades, ingeniamos una sátira a la manera de un teatro callejero, de goce y dolor, que viene acompañado de música a ritmo y juego de son de negro. Nuestros instrumentos son el tambor alegre, el llamador, las tamboras, las maracas, las tablitas (gallitos) y la guacharaca de palo de corozo. Conviene advertir que en la música son de negro no intervienen instrumentos melódico-armónicos. Esto se logra solo con el canto que interpreta la voz líder y el coro que responde.
Vestuario y parafernalia El son de negro es una danza del contexto y como tal se enfatiza la cotidianidad en cada uno de sus elementos musicales, versos, accesorios, vestuarios, símbolos y demás, que compendian las distintas formas de subsistencia de la comunidad: la minería, la pesca, la agricultura y la ganadería. La bandera de color rojo representa el contexto de liberación y patriotismo en el sentido de una danza libertaria.
El color negro que nos untamos en el cuerpo quienes la interpretamos, y que resulta de mezclar polvo mineral y aceite, es un ritual que significa pureza de una raza, sello característico de cabildo negro, así como condición de fuerza vital para el trabajo.
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Coreografía Cada una de sus representaciones escénicas nos demuestran la gran versatilidad del danzarín. Algunos elementos como el machete, el garabato, la lanza y otros, la ubican como danza guerrera de fuerza y de liderazgo grupal. La coreografía incluye por lo general dos filas rivales de bailarines, cada una comandada por un capitán, que al ritmo del tambor ejecutan una serie de figuras muy espontáneas que han hecho de esta danza una de las más expresivas de la región. Las principales figuras son: • Desfile de cuadrilla en filas • Culebreo • Círculos • Entrecruzamiento • Entradas y abertura de filas • Enfrentamiento • Relevos de parejas libres Estos movimientos se pueden observar en la gran mayoría de danzantes de negros, pero lo primordial es el golpe rítmico. Aquí el cuerpo está un poco inclinado, las rodillas flexionadas, y solo alzan los pies en la medida en que marchan.
La música son de negro Su música y danza tiene tres momentos: el primero es el son de negro callejero (cabildo abierto, preámbulo a la fiesta). En él la canción es “La rama del tamarindo”, acompañada del ritual del fuego de son de negro. El segundo es el son de negro casero (llegada o reposo). Aquí se manifiesta toda la diversidad de sones de negro: ritmo de negrito, vulgarín, pordebajero, senta’o, congolés y de puya. En algunas localidades a lo que se conoce como son de negro se denomina porro negro, danza de negro, ritmo negro, danza negra, entre otros.
El tercer momento es la despedida forzosa (salida, recogida y final de la fiesta). La danza se encarga de regresar a sus lugares a la comunidad que participó de la fiesta, con la interpretación nuevamente de “La rama del tamarindo”. En el son de negro se presentan versos de ocasión, históricos, sátiras, piquerias y algunas veces se recurre a diversos autores, aunque la mayoría de las veces lo que se canta es de la tradición oral.
Canción “La rama del tamarindo” Esta canción compuesta por María de Jesús Palomino Rodríguez es emblemática del son de negro. Basta con escuchar sus primeras notas para para entender por qué quienes la vivimos sentimos un vibrar profundo que nos liga a los ancestros.
Ae, ae, la rama del tamarindo (bis) Vámonos pal Barrio Abajo Que hay bastante que comer Plátano maduro y queso Y aguardiente pa’ beber. Ae, ae, la rama del tamarindo (bis) En Zato se perdió un hombre El hijo de Salvador La mamá lo anda buscando El diablo se lo llevó. Ae, ae, la rama del tamarindo (bis) En el bajito e’ la lata Matica de dividivi Petrona la rompe tranca Corazón de coralibe. Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)
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Nuestros reconocimientos a… Las familias que crearon el son de negros en Santa Lucía: los Mosquera Carrillo, Mendoza Mosquera, Olivo Rojano, Escorcia Mosquera, Vida Escorcia, Olivo Pérez, Pérez Villa, Mier Arroyo, Caicedo Mosquera, Mendoza Mosquera, Mayo Mosquera, Niño Mosquera, y los Gómez, entre otros. Los juglares que recogieron de sus progenitores los saberes y prácticas de son de negro: Eutimio Mendoza Páez (tamborero), José Manuel Olivo Rojano (tamborero), Orlando Olivo Ortiz, Catalino Vásquez, Tomasito Vásquez ,Tomás Mosquera Carrillo (versadortamborero), Roque Villa Escorcia (versador), Eliut Olivo Mosquera (cantante y tamborero), Reynaldo Pérez Herrera (cantante y percusión), Marelis Olivo Mosquera (cantante), Rafael Olivo Mosquera (tamborero y líder de danza), César Olivo Niño (cantante y guacharaquero), César Carat Niño (cantante y guacharaquero), Manuel Antonio Pérez Herrera (compositor y cantante), Alexander Jordan Martínez y Roberto Luis Carat Ariza (coréografos), José Vásquez Viloria y Lilibeth Cantillo Caicedo. Etelvina Escorcia, matrona de son de negro, que se destacó por su baile y el canto y quien con empeño, en compañía de su esposo bailarín y jefe de cuadrilla, sembró una semilla que ha dado muchos frutos.
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Son de Negro de Santa Lucía Manuel Antonio Toño Pérez
El tetafría Ritmo Son de Pajarito Manuel Antonio Pérez Herrera
Somos una agrupación de artistas oriundos de Santa Lucía, Atlántico, y por más de cuatro décadas hemos sido promotores de la coreografía, música y literatura que conforman esta expresión multicultural. El Son de Negro de Santa Lucía se constituye en un escenario de aceptación, participación y goce. En él se integran familias, amigos, vecinos y gente del común sin distingo de ideales políticos,
religiosos, sociales, culturales, ni de edad. En el compendio de lenguajes artísticos de son de negro, los niños son semillas trasmisoras de la expresión artística o baile “cantao” son de negro. Solo se necesita la disponibilidad y el deseo por querer pertenecer a esta danza, que también es música, literatura, oralidad, expresión, ritualidad, vivencia, placentera y sabiduría popular.
Coro: Olé olé las mujeres decían Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis). I Vamos pajaritos de Santa Lucía Pa’ la orilla el dique a bailar el tetafría (bis) Esa herencia fiestera que me dejó mi tía Chiquita Mosquera con baile y armonía (bis) El pajarito de Santa Lucía Cantaban en coros versos y poesías. Coro: Ole ole las mujeres decían Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis). II El baile el tetafría es fiesta de verdad Y lo fundó mi tía con mujeres quedá (bis) Solteras y parias también abandonás En la plaza al cementerio se ponían a rumbear (bis) El pajarito de Santa Lucía Cantaban en coros versos y poesías Coro: Olé olé las mujeres decían Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis). III Recuerda Rita Escorcia prendiendo el tetafría Treinta y uno de diciembre en Santa Lucía (bis) Al son de pajarito entonaban melodías Con guachernas y ritos Año Viejo despedían (bis) El pajarito de Santa Lucía Cantaban en coros versos y poesías. Coro: Olé olé las mujeres decían Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).
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El sexteto: un son de negro Matilde Herrera Hernández
La música Es una composición del sexteto Tabalá de San Basilio de Palenque, que nos acompaña en el carnaval. Los instrumentos musicales son la marimba, los bongoes, las maracas, la caja y los versos.
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El sexteto es un son de negro. Se practica en San Basilio de Palenque y su principal exponente es el señor Rafael Casiani Casiani. Se originó en los años treinta cuando un grupo de campesinos y palenqueros que trabajaban con el Incora cantaban y tocaban algunos instrumentos caseros en sus ratos libres. Luego lo utilizaban para despedir a los muertos; hoy en día se ha convertido en danza de salón. Como danza especial en el Carnaval de Barranquilla la introduje yo y mi grupo Kumbé con el deseo de mostrarle a Barranquilla y al mundo parte de la cultura palenquera, pues hasta entonces nuestras presentaciones las hacíamos en escenarios pequeños como colegios y teatros de barrios. Mi esposo me decía que eso solamente le gustaba a los palenqueros, pero yo me mantuve
en la idea, seguí adelante e inscribí el grupo en el carnaval. Las que más nos apoyaron en nuestro primer desfile fueron las palenqueras mismas que venden sus frutos cerca de la Vía 40. No se cansaron de aplaudir y de bailar. Además me gritaban: “¡Así es que se hace, Maty!”. Y qué sorpresa la que me llevé cuando entré a la vía, todos los que estaban allí se integraron a bailar con nosotros y se formó un desorden. El gobernador y el alcalde, y las personas que estaban en el podio también bailaban. Sentí mucha alegría de estar aportando al Carnaval de Barranquilla y eso me dio confianza. El miedo que tenía por lo que me decía mi esposo desapareció y fui muy feliz al ganar Congo de Oro. Desde entonces siempre lo hemos ganado.
Motivo de satisfacciones Hoy en día colegios y universidades hacen investigaciones sobre el sexteto y se han presentado en carnaval. Por ejemplo, Las Matildes del colegio de Malambo mostraron una obra sobre su origen con coreografía de Ángelis Escobar, quien la practica en Barranquilla. Actualmente en el Colegio Enrique Niblen sesenta niños la danzan. Hemos viajado por todo el mundo divulgando nuestra cultura. Estuvimos en Estocolmo acompañando a nuestro nobel de literatura a recibir el premio; en Europa también hemos estado en Madrid y en Berlín, y en África nos presentamos en Zambia y Johannesburgo. A su vez dimos una muestra de quiénes somos en Dalián y Chongquing, China, y pisamos tierra argentina y brasilera.
El vestuario Es muy sencillo, talle bajo con tres sallitos con colores vivos. En mi caso prima el color amarillo, flores rojas y azules y sollita azul cielo lisa. El primer año hicimos el vestido con retazos de diversos colores de telas que me regalaron, luego Marta Moreu, a través de la Fundación Adoptemos la Tradición, me consiguió las telas con la textura y colores que yo soñaba. Y así salió el vestido que usamos hoy en día, teniendo en cuenta el traje típico de las fiestas y los velorios que usan los palenqueros.
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son de pajarito
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Somos
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Manuel Antonio Pérez Herrera
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l son de pajarito es una danza ancestral denominada popularmente “baile canta’o”. Se practica en las riberas del río Magdalena y según la historia, forma parte del legado sociohistórico colombiano, influenciado por los pueblos de la América colonial, de las regiones del Congo, y con mayor arraigo de la cultura andaluza (española). Es un legado primitivo que constituye una expresión artística triétnica, impregnada de diversidad de lenguajes y formas de transmisión de sus prácticas y saberes populares. La subregión del Canal del Dique es la zona hídrica del Bajo Magdalena en el Caribe colombiano, en donde se concentra mayoritariamente la danza son de pajarito, cultura de tradición oral con la cual se identifican sus comunidades, y en la que hombres y mujeres desarrollan su pensar y sentir a través de escenarios que se traducen en goce, capacidad creativa, social, cognitiva, afectiva, emocional, física anímica y comunicativa, y por ende punto de encuentro de producción de cuentos, poesías, versos, tonadas, piquería, bailes, parafernalias, coreografías, etc. El son de pajarito en la región del Bajo Magdalena, desde su aparición y durante muchas décadas, se constituyó en estandarte coreográfico y musical de las fiestas del río, y en recorridos de guachernas, berroches y polvorines, se desarrollan rituales con su canción insigne: “Vámonos caminando”, y otros cantos ancestrales que muestran la presencia de pájaros cantores y picoteros cazadores en las ensenadas, ciénagas, el río y el Canal del
Dique. Producto de esos rituales son las fiestas del Pío-pío-pío Gavilán, que aún se celebran el 28 de diciembre en muchos pueblos del Bajo Magdalena, al igual que las múltiples rondas de “merengues” (lugar de la fiesta) al pie de la rueda de pajarito o fandango de lengua, denominación que también recibe esta danza. Todos los accesorios que utiliza la danza provienen de los ámbitos pesquero, agrícola, ganadero y minero, como una forma de expresar el sentido de pertenencia y la identidad del contexto natural y cultural.
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La coreografía incluye pequeños saltos de pájaros canoros y está provista de figuras que imitan el desplazamiento estético y gracioso de aves domésticas. Igualmente, se realizan escenas de galanteos representados en juegos amorosos, lúdicos y recreativos, así como figuras en círculos, trenzas, caracoles y en forma de paraguas.
Marco de celebración Desde pequeño me he interesado por escuchar y comprender las historias que me transmiten los sabedores de la tradición oral y de esta forma me he Faiver Valencia Olivo (tambora) César Olivo Niño (cantante)
César Carat Niño (coro y guacharaca) Yasenqui Valencia Olivo (tambor alegre)
inspirado a manifestar cómo en el tiempo se desarrolla el sentido mágico-religioso en la danza desde tiempos remotos, de conformidad con el calendario católico. Así, al son de pajarito lo denominan “el pajarito de María”, es decir, se oye durante todo el mes de mayo, igual en la fiesta de san Juan y san Pedro, en lo que se conoce como el veranillo de san Juan. Cuentan los abuelos depositarios que también existe el pajarito pascuero o el de la natividad del Niño Dios. De esta manera se puede comprender lo que significa lo mágico-religioso en esta danza.
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Homenaje de Ubaldo Mendoza a Jesús María Pérez Sarmiento
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Somos lo que nos dejó la danza de negros campesinos
l Carnaval de Barranquilla es un emporio de ingenio, alegría, colorido, música y poesía. Todo se congelaba para hacer de estas fiestas la más grande expresión cultural del Caribe. Uno de los personajes de nuestro carnaval que merece ser recordado es Jesús María Pérez Sarmiento, más conocido como Uña de Puerco. En sus años mozos fue un afamado futbolista de Rebolo, y uno de los mejores poetas costumbristas de nuestra región. Debe el apodo con el que se hizo popular, y que le acompañó toda la vida, a que en un partido de fútbol, al castigar un tiro libre el balón se reventó en el aire. Uña de Puerco era un zapatero remendón que tenía su puesto de trabajo frente a la puerta de El Heraldo, cuando este quedaba en la Calle Real 33 entre la Paz 40 y Progreso 41, por lo que era conocido y estimado por todos los habitantes de la ciudad. Estuvo en su puesto de trabajo hasta que la edad y la salud se lo permitieron. Uno de los aportes al carnaval, después de participar en congos, garabatos y pilanderas fue la creación de una danza que mostró su ingenio y que mereció ser llevada a la escuela como medio de ilustrar a los estudiantes de primaria para que supieran cuántos municipios y corregimientos tenía el departamento del Atlántico. En ella hace un recorrido en verso por el Atlántico. Se llama danza de negros campesinos del Atlántico, y tristemente está desaparecida pues ningún grupo la representa. Eran diez o doce personas vestidas a la manera campesina: sombrero raspafrente, un machete,
mochila ordinaria de majagua, pantalones arremangados y abarcas de tres puntas pintadas de negro. Llevaban un personaje que simbolizaba al cazador y un disfraz de burro. En verso citaba todos los municipios y corregimientos del departamento. Se decía que Jesús era casi analfabeto, pero con el contenido de esta danza, su verso bien llevado demostró una inteligencia innata. Al momento de presentarse, Uña de Puerco decía:
Me llamo Jesús María, lo digo con sentimiento, por mi papá yo soy Pérez y por mi mamá Sarmiento, y ahora que llegó el momento, no quiero perder la calma, mi papá es de Baranoa mi mamá de Sabanalarga. Allá por la charca larga donde la inteligencia brilla y yo tuve el gran honor de nacer en Barranquilla.
La danza estaba acompañada con un tambor pequeño y palmas. Los versos eran los siguientes:
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I
V
IX
Este espléndido homenaje
Hibacharo, Cascajal,
Puerto Colombia, Salgar,
que brindo a la agricultura
Bohórquez con tanto brillo,
los mismos que la playa
con donaire y con dulzura
también tenemos a Martillo
si la mente no me falla
con alegría y con coraje.
en la parte oriental.
están cerquita del mar,
Esto no es un ultraje
En ambiente general,
se lo puedo comprobar
para el buen agricultor,
Colombia el corregimiento,
con todo mi sentimiento
que trabaja bajo el sol
lo digo con sentimiento,
en todo el departamento
porque así quiso el destino.
que es orgullo para mí
que es toda una maravilla,
Reciba este mensaje
la gran ciénaga de Guájaro
que viva Colombia entera
de los negros campesinos.
y el pueblo de Manatí.
el Carnaval de Barranquilla
II
VI
La danza tenía también versos jocosos.
Las Barracas de San Nicolás,
Baranoa que fue primero,
según nos cuenta la historia,
Pital y Pitalito,
Vecinos
yo lo guardo en mi memoria
por eso es que yo me explico,
El que llega a la ciudad
porque la mente me da,
pasando por Polonuevo,
dejando la agricultura,
y nadie me puede quitar,
y por eso es que yo me atrevo
con un poquito de cultura
que fue un indio galapero
aunque me digan que no,
al momento vuelve más,
ese que vino primero
Juan de Acosta y Juan Mina
a estar en esta tierra tan hermosa
y Tubará se presentó,
que le llaman Barranquilla
siendo gente campesina.
después nos quiere atropellar con chaqueta y con corbata, ya no se acuerda de la abarca que en un tiempo fue su ley, como ahora se baña en pluma no se acuerda del enjuague.
y la apodan La Arenosa. VII III
Arriba de un pedregal
A un kilómetro está
está un pueblo muy querido,
una población tan vieja,
que lo tienen en olvido
que su nombre se refleja.
teniendo aguas termales,
Hablando de Soledad,
su gente que es tan afable
tiene gran potestad
con una gran figura,
en un momento preciso
háblame de agricultura,
con su aeropuerto Cortizo,
que es orgullo para mí,
con orgullo y con empeño
allí donde murió el poeta Flórez
que viva mi Soledad
el pueblo de Usiacurí.
y el campesino costeño. VIII IV
Sabanalarga querida
Malambo y Sabanagrande
nunca te puedo olvidar,
lo mismo Santo Tomás,
allí puedo cosechar
quién me lo puede quitar.
lo más grande de mi vida,
Que me corren por las venas,
que tu nombre siempre viva
mi corazón está que arde,
tierra de agricultores
con el Palmar de Varela,
también buenos doctores
con toda su gratitud,
que respetan su doctrina,
el Suan, Santa Lucía
qué tienen un puesto de honores
y el Campo de la Cruz.
en su gente campesina.
Y siguen más. ¡Gracias Uña de Puerco por tu danza de negros campesinos!
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Mónica Lindo de las Salas
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acer referencia a una comparsa es evocar el espíritu creativo de sus líderes, es mirar la trascendencia de su historia en un carnaval que cada año se alimenta de la majestuosidad, belleza, colorido y creatividad de sus protagonistas. Son las comparsas las que nos recuerdan que además de un maravilloso legado ancestral e intangible, representado en danzas y disfraces, también es posible deleitarse con la novedad, con lo actual, con un hoy que nos muestra que en la fiesta carnavalera hay cabida para todo y todos. Solo así se logra sublimar y convertir una fiesta en una obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Es la comparsa un colectivo de personas alegres y espontáneas, que reunidas alrededor de un propósito común, construimos cánones de movimientos, músicas, vestuarios y parafernalias a partir de una idea, un sueño, una temática, un disfraz, un personaje o cualquiera fuente de inspiración. Estos cánones se materializan en los cuerpos que no solo se mueven, sino que comunican al ritmo de melodías y músicas propias de la región Caribe colombiana (comparsas de tradición), o de sonoridades provenientes de otros contextos internacionales, de otras culturas foráneas (comparsas de fantasía), cuya riqueza y aporte es tan grande y generan tal impacto, que entran en el espacio lúdico y festivo llamado Carnaval de Barranquilla. Debajo de máscaras misteriosas, de rostros pintados de belleza, de cabezas adornadas con plumas y lentejuelas se encuentran cuerpos sudorosos y anónimos, cuerpos irreverentes y arriesgados
de miles de comparseros que, a ritmos de porros y fandangos, de batucadas o ritmos africanos bailan, seducen, se zarandean, provocan, saltan, se trepan y atrapan al transeúnte desprevenido llenándole de color el alma y de brillo su mirada.
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Atala Ochoa
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Somos Carnavanimal
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n el desarrollo de una clase con niños de 5 años inicié una hermosa aventura que dio origen a esta comparsa. Todo empezó cuando Frank Kevin, un pequeñito de ojos negros y brillantes, con mirada penetrante se me acercó y me dijo: Profe, yo quiero salir como tú en la Vía 40. ¡Cómo me conmovió! ¿Qué decirle? Lo abracé y le di muchos besos y le dije, papi, los niños no pueden desfilar en la Vía 40, ustedes desfilan en el Carnaval de los Niños. Él se fue a su puesto con carita triste, me quedé sin aliento y con dolor en todo mi ser. Al día siguiente cuál sería mi sorpresa cuando este mismo pequeño sacó de su morral un pantalón de jean cortado en tiritas, se lo puso por encima y empezó a bailar mapalé. Al tiempo que se movía como experto bailarín me dijo: Mira, seño, para que veas que yo sí sé bailar como tú. Lo tomé entre mis brazos sintiéndome comprometida ante esta petición. En esos días estábamos con el proyecto de los animales y su relación con el ser humano. Les había pedido a los niños que dijeran los nombres de los animales que más les llamaba la atención y al ver lo emocionados que estaban de hablar de sus favoritos y del conocimiento que tenían de estos se me vino a la cabeza la maravillosa y estupenda idea de crear una comparsa en la que mis estudiantes participaran con disfraces de animales. Así nació Carnavanimal. Esto pasó en septiembre, y muy entusiasmada le comenté a la señora rectora del colegio sobre el proyecto y ella apoyó con mucha alegría la idea.
El Carnaval de Barranquilla, patrimonio de la humanidad, es la fiesta del Caribe en la que se conjugan diferentes expresiones culturales como disfraces, comparsas, danzas, comedias y muchas expresiones de las gentes de esta región, por eso tenemos que velar por salvaguardarlo.
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Gracias a ello empezamos a organizar la comparsa, pero pronto iniciaron los contratiempos. No todos los padres estuvieron de acuerdo, veían casi imposible tener a niños de 5 años desfilando en el carnaval; además, entraron en juego las diferentes creencias religiosas, la parte económica, el diseño de los disfraces. Como si fuera poco, el tiempo no era mi mejor aliado, se acababa el año escolar, ¿cómo mantener a los niños y padres en contacto?, ¿y quién ensayaba con ellos? Les juro que me encontraba desquiciada, en mi casa me decían, no puedes hacerte responsable de esos niños, mira la responsabilidad que eso tiene, además, ¿cómo vas a hacer con tus disfraces? No puedes estar en todo, me decía mi buena madre y al final me alcahueteaba en esa gran aventura. De verdad ahora que escribo estas líneas no sé de dónde saqué energías y a que días les añadí horas para hacer vestimenta. Algo muy hermoso de este invento fueron las máscaras, que aprendí a hacer en papel maché. No tenía ni idea de cómo se hacían, pero Diosito Santo me regaló un programa de televisión en el que explicaban paso a paso. Si ustedes hubieran visto mis primeras máscaras, parecían monstruos, pero seguí practicando hasta que quedaron con el atractivo y el parecido a cada animal. Hoy las hago hasta con los ojos cerrados, y son lo llamativo de la comparsa. Recuerdo mucho a dos mujeres madres de familia, por cierto muy guerreras y trabajadoras, Patricia y Vicenta; ellas fueron el apoyo incondicional en esta aventura. El día del desfile estuvieron al tanto de todos los niños para que no les faltara nada y que sus disfraces estuviesen impecables y listos para mostrar, mientras que yo me encargaba de dirigir el baile que llevaban al son de la papayera. Patricia y Vicenta día a día se presentaban en mi salón con una idea nueva para apoyar la comparsa: Seño, vendamos dulce, cocadas, mangos, bocadillos, pidamos colaboración y hasta un bingo.
Todo esto era más que necesario. Disfrazar veinticinco niños, darles refrigerio a ellos y a ocho madres, el transporte y la música requería una gran inversión. Al saber de tantos gastos se sumó la profesora Ener, a quien le gustó mucho la idea y decidió apoyar la comparsa, pero pedía para ella un disfraz de iguana, “una iguana y bien verde para que me vean todos y recordarle a la ciudadanía que la iguana es un animal hermoso y que está en vía de extinción”, me decía. Recuerdo también que mi amigo y colega Ezequiel Álvarez Cuesta, amante del carnaval y quien venía desarrollando con los niños de transición un proyecto de lecto-escritura, se unió a la causa y contagió a sus estudiantes con su alegría y saber. Gracias amigo. Todo esto me daba fuerzas y energía para seguir luchando por este proyecto. Y es que había días que me bajaban de nota con expresiones como, ¡ya está Atala con su carnaval, ella cree que así van a aprender a escribir y a leer los niños! Les aseguro que aprendieron más rápido de lo que se pensó, ellos investigaban en sus casas junto con sus padres sobre las diferentes manifestaciones del carnaval y sobre cada animal; su hábitat, alimentación, crecimiento y cuidados. Luego algunos en el aula leían, otros explicaban lo que habían investigado y dibujado y los que no leían con fluidez con la práctica diaria se convirtieron en pequeños lectores y escritores. Llegó el día del desfile y los niños alegres corrían de un lado a otro para lucir sus disfraces, y ver los de sus compañeros que les causaba admiración. Se les hicieron nuevamente las recomendaciones del caso y nos fuimos bailando por toda la calle. Durante el desfile recibieron muchos aplausos, los llamaban para fotografiarse con ellos, atrajeron la mirada de los medios de comunicación, desfilaron sin sentir calor, sed o cansancio. Parecían no notar el inclemente sol, por el contrario bailaban
sin cesar como si fueran expertos. Al final del recorrido se sintieron tristes porque ya había terminado. Para los pequeños danzantes fue una experiencia maravillosa, que les abrió las puertas de varios programas de televisión dedicados al carnaval. Este proyecto se fue creciendo cada día más, surgieron talleres para los padres y estudiantes sobre la elaboración de máscaras, flores, collares, antifaces y otros accesorios propios de la cultura caranavalera, y se multiplicaron las invitaciones a diferentes colegios; lo que comenzó con 25 danzantes de 5 años es hoy un desfile de 86, que van desde los 5 hasta los 16 años de edad.
¿Cómo puede la escuela contribuir a la salvaguarda del Carnaval de Barranquilla? • Rediseñando el PEI para desarrollar proyectos que preserven el carnaval y formen futuros ciudadanos actores y garantes de él. • Desarrollando procesos de oralidad para fortalecer la transmisión de saberes de generación en generación. • Llevando a cabo festivales musicales y dancísticos para conocer, identificar, proteger y difundir nuestras manifestaciones culturales. • Incrementando las actividades folclóricas durante el año escolar para divulgar las diferentes expresiones culturales presentes en el Carnaval de Barranquilla. • Creando espacios de reflexión en la comunidad educativa con temas que giren en torno al carnaval y su influencia en la formación de un ciudadano capaz de convivir en espacios multiculturales y multiétnicos.
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Esther Hernández Morón
La comparsa Cipote Alegría participa en los diferentes
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somos cipote Alegría
a alegría es un dulce que fabrican las palenqueras con crispetas de millo, trocitos de coco y miel de panela. El nombre de esta comparsa viene de ahí. Es un homenaje que se le hace a la etnia afropalenquera. La alegría de las palenqueras, y también la de las personas, de lo que uno puede desplegar cuando va bailando, cuando está en estas actividades. La comparsa la creamos en 1998 Rubén Sandoval Estren y yo porque los niños del Congo Alegría se nos fueron creciendo, y llegó un momento en que ellos preguntaban, “¿Y qué? ¿Para dónde vamos ahora, seño?”, porque ya no los podía tener en el congo, ya eran grandes, y no querían irse. Así, para darle cabida a esos niños que querían continuar en ese trabajo dancístico, pero también se crea con el fin de brindar un espacio de participación, de crecimiento personal, de construcción de paz e identidad cultural a los jóvenes que terminan su etapa infantil en el grupo folclórico Congo Alegría. Otro propósito es hacer de la comparsa un espacio lúdico, que proporcione a los maestros, padres de familia, estudiantes y comunidad en general la oportunidad de apropiarse de la cultura del carnaval. También pretendemos sensibilizar en el sector educativo la implementación de la cátedra afrocolombiana. La idea es que tanto los niños como las niñas, los jóvenes y los padres de familia puedan conocer la cultura del carnaval. Recreamos los elementos de la tradición de la etnia afrocolombiana con el vestuario dándole un toque de contemporaneidad. Las palenqueras usan vestidos de colores con delantal. Nosotros no
eventos del carnaval, como la Batalla de Flores de la 17, la Gran Parada de laTtradición, la Fiesta de Comparsas y el Carnaval de Suroccidente.
le ponemos delantal ni nada, sino que le ponemos volantes. Porque generalmente los vestidos de ellas no son pegados, son siempre amplios; entonces le ponemos volantes al vestido y usamos colores porque el carnaval es color. En la comparsa las niñas que van en bloque representan a quienes forman parte de las organizaciones afropalenqueras. Las que llevamos un vestido largo con volantes bailamos libremente, como representando a la palenquera que vende sus alegrías por las calles de la ciudad. Como comparsa de tradición popular retomamos pasos de las diferentes danzas y los llevamos a comparsa. Ya no es el paso común y corriente, sino ya metido en la comparsa para poder manejar eso con rapidez y con todos los elementos coreográficos. La comparsa te da la libertad, la libertad que no te da en su totalidad la danza. Llevamos música de banda pelayera; los temas los cambiamos cada año, pero el ritmo es de fandango, porque el fandango es música de banda, es más rápido y permite los desplazamientos. Y tenemos un tema propio de nosotros, “Cipote alegría”, escrito por Argemiro Arteaga. Él es de San Pelayo y tiene toda esa riqueza folclórica de la región. Es director de la banda Los Zenúes y profesor universitario.
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Hermes Padilla Hernández
BORDADO DE Edilsa Berdugo
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orría el año 1996. Un grupo de comunicadores sociales y periodistas estábamos reunidos tertuliando en la sala de prensa de la Alcaldía de Barranquilla, ubicada en el Paseo de Bolívar, edificio donde funcionaba el antiguo Banco de la República. Era un viernes de precarnaval. De pronto alguno de nosotros dijo: “La reina del carnaval ordena el inicio del desfile y el goce de la fiesta; reinas, disfraces, comparsas, letanías, cumbias, música y quien la toque y quien la baile. Puede ser envidia, pero ¿y nosotros qué? ”. “Pues participemos activamente”. “¿Cómo?”. Las ganas de dejar el micrófono, la mesa de trabajo, la cabina de sonido, el computador, la cámara, se apoderaron de nosotros. El sueño había que hacerlo realidad y decidimos buscar unos padrinos que nos apoyaran. Ramón de Castro, en ese entonces gerente de la Corporación Carnaval de Barranquilla, nos puso en contacto de inmediato con el doctor Marciano Puche, presidente de la Fundación Mario Santo Domingo, a la que le gustó nuestro proyecto y como un ángel caído del cielo no vaciló en brindarnos el apoyo en la logística, la participación en los eventos del carnaval como comparsa de fantasía, los invitados especiales y, como si fuera poco, nos consiguió los servicios coreográficos de Mónica Lindo, quien de inmediato nos citó para comenzar a trabajar en esta ardua tarea. Recuerdo que Mónica nos citó en su escuela de danza en donde comenzamos a trabajar con un grupo de apreciados periodistas quienes pensaron que el asunto era fácil. Pobre Mónica, los alumnos
con quien trabajó nuestra profesora de coreografía éramos toda una gama de personajes: Diva Luz Acuña, Fanny Sosa, Vera Judith Díazgranados, Aldira Chamorro, Luz Mery Lugo, Nelly Romero, Rita Álvarez, Karina Rolales, Martha Cantillo, Beatriz Morello, Marqueza Romero, Omaira Sandoval, Nelly Romero, Margarita Mendoza, Hermes Padilla H., Carlos Toncel, Tony Lemus, Julio Adán Hernández, Carmelo Tabuada, Carlos Londoño, Ramón Mosquera, Edmundo Ortega, Juan Carlos Jiménez, Alfredo Martínez, Hugo Díazgranados. Estos son algunos de los comunicadores sociales periodistas con quienes iniciamos la “Chiva Periodística” y nuestro aporte al Carnaval de Barranquilla. La lista es larga porque también incursionaron familiares que se decidieron a acompañarnos en el proyecto. Nos fue tan bien con Mónica, que logramos aprender a ejecutar la coreografía, tanto así que nos animamos a comunicarnos con los artistas de la televisión nacional Vicky Hernández, Sandra Reyes y otros, quienes hicieron presencia para gozarse el Carnaval de Barranquilla con la “Chiva Periodística” en plena Vía 40 donde los artistas se la llevaron toda. Comenzaron las invitaciones a la Vía 40 y a participar en los distintos eventos de nuestra cuidad: Carnaval del Sur, Carnaval de la 84, participación en actividades de precarnaval, Palco Quillero, Carnaval su Música y sus Raíces, este último en el Estadio Romelio Martínez. También fuimos invitados al carnaval de Santo Tomás (Atlántico), al de
Directivas La Chiva Periodística Fanny Sosa, presidenta Diva Luz Acuña, directora Vera Judith Diazgranados, tesorera Alvira Chamorro, secretaria Luzmery Lugo, vocal Hermes Padilla, vocal
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Puerto Colombia y al Festival del Hombre Caimán en Plato, Magdalena. Los ensayos los iniciamos en la escuela de danza de Mónica Lindo, pasamos a Casa Estrella y al Parque Bellavista. Durante un tiempo corto estuvimos en la vieja Casa del Periodista (calle 55 entre las carreras 46 y 50) y de allí fuimos a dar a la casa de don Hugo Díazgranados y su señora Judith Armenta, padres de Vera, Hugo y su esposa, integrantes de la comparsa. Con el consentimiento de ellos (Dios los tenga en su santo reino), esa fue la sede de la comparsa (carrera 39 calle 73). En el año 2000 llegamos a la escuela de danza de la prestigiosa artista Gloria Peña, quien nos enseñó nuevas coreografías y corrigió fallas. Esto nos permitió cualificar nuestras actuaciones, lo que ha sido valorado y reconocido por quienes asisten a nuestra presentaciones. Gloria Peña fue convocada en 2001 a dirigir a un grupo de doscientos actores del carnaval que llevarían un espectáculo a la Unesco en París, donde el Carnaval de Barranquilla recibió el título y reconocimiento de “Salvaguardia del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”. Cuatro integrantes de La Chiva Periodística formaron parte de ese grupo y se presentaron en otras ciudades de Europa como Berlín, Madrid y Sevilla; tres años más tarde, en 2004, el espectáculo se presentó también en Viña del Mar (Chile). De igual manera tenemos que recordar la presentación del esplendor del carnaval que se llevó a cabo en el Teatro Amira de la Rosa, donde también actuaron los cuatro miembros de nuestro grupo. Muchos han sido nuestros aliados: la Fundación Santo Domingo y Carnavalcoop (cooperativa de comunicadores), nos dieron un apoyo financiero para la creación del programa radial “Costumbres y tradiciones” en la desaparecida emisora Radio Reloj de Caracol. En él tratábamos temas relacionados con las actividades del Carnaval
de Barranquilla, e invitábamos a artistas, gestores, investigadores, directores de grupo y organizadores de eventos. Carnavalcoop y la Fundación Carnaval de Barranquilla también nos han brindado su apoyo en la producción de una revista donde se publican noticias, reportajes y entrevistas relacionadas con nuestro carnaval y sus protagonistas. También
hemos contado con el valioso respaldo de la Secretaría Distrital de Cultura de Barranquilla y el Fondo Mixto de la Cultura de la Gobernación del Atlántico. En los eventos de izada de bandera, La Chiva Periodística le hace un homenaje a los intérpretes de la música de la temporada de carnaval, como por ejemplo a Juan Piña, el maestro Francisco Zumaque.
Hace poco la comparsa fue homenajeada por el cantautor Miguel Fernando Sánchez con una exclusiva composición musical. Finalmente tenemos que darle los agradecimientos a Carlos Bolívar, administrador del Parque el Sol, ubicado en la carrera 39 con calle 74, por permitirnos llevar a cabo allí los ensayos y la izada de bandera durante los últimos años.
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Isabel Muñoz
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as Negritas Puloy son todo para mí, un aliciente, una terapia, la oportunidad para conocer y compartir con muchas personas. Una como que no es la misma, no es fácil explicar lo que se siente cuando llega el carnaval. Al pisar la Vía 40 se me olvidan las penas, las angustias, y todo el estrés de los días previos se me van. Interactuar con el público, regalarle alegría y recibir sus aplausos me hace vibrar. Lloro de emoción al ver el resultado de tanto esfuerzo y me digo, valió la pena.
Todo empezó por un disfraz individual
Las negritas
Puloy
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Las que hoy en día llamamos Negritas Puloy comenzaron como un disfraz individual que mi suegra, Natividad López de Altamar, junto con sus hermanas Beatriz, Nora, Gladys y Sonia, y las hermanas Peña, del barrio Boston, se inventaron para gozar los carnavales y que impidiera ver su identidad. En esa época las mujeres no podían entrar a las casetas y menos si iban sin marido, así que decidieron crear un disfraz coqueto y sexy inspirado en el logotipo de un detergente de ese entonces, pero que les cubriera la cara. Ellas lo tomaron como el vacile y resulta que a muchas amigas y a otras mujeres les gustó y se les unieron. Con este disfraz muchas descubrieron de carnaval en carnaval amoríos secretos de amistades y de vecinos, incluyendo a veces los de sus mismos maridos. Con el tiempo algunas de ellas conformaron sus hogares, otras se fueron a vivir al exterior y dejaron de disfrazarse de esta manera.
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En los años 80 la señora Yennis Orellano de Altamar, casada con un hermano de mi marido, decidió retomar la idea del disfraz del que tanto nos hablaba nuestra suegra Natividad. Es aquí cuando junto con un grupo de amigas y familiares lo bautizó las “Negritas Puloy”, con la aspiración de que como con el detergente, tuvieran mucho brillo. Ella le agregó al disfraz canastas con frutas, alegrías, cocada y bollos en honor a las mujeres palenqueras que recorren las calles de la ciudad ofreciendo sus productos.
De disfraz a comparsa
La negrita Puloy que no dejó verse la cara Había una señora de edad, no muy bonita, eso sí con un cuerpo espectacular. Cuando se ponía el vestido se veía muy bien. Desde que venía de su casa, llegaba disfrazada con su careta puesta y no se la quitaba para nada. A un músico del grupo le gustaba mucho y a cada rato decía: “Ay, a mí sí me gusta esa negrita Puloy…”, e iba a todos los desfiles. A ella también le gustaba, o le gustaba que ella le gustara a él, así que siempre iba de últimas porque detrás venían los músicos. Un día él dijo: “Esta es la noche que me llevo la negrita Puloy”. Y entonces la invitó y ella le dijo que sí. El músico feliz, se fueron a comer, pero la negrita no se quitó la careta, ¡comió con la careta! Al día siguiente él vino a hablarme: “Isabel, pero ¿por qué ella no se quita la careta?”, y yo, “ay, no sé”. Después de que pasaron los carnavales él vino a mi casa buscándola de nuevo. “Isabel, dame la dirección de tu amiga, que yo la quiero conocer”. Y bueno, yo le di la dirección. Cuando fue a preguntar por ella, salió la señora, señora que era, y para él fue una decepción enorme. Anteriormente las señoras buscaban ese tipo de disfraces para poder salir y mantener su anonimato. Aquí había una que venía de allá arriba. Ponía el carro aquí en la puerta de la casa, se vestía y el marido no sabía que ella salía en la comparsa.
En 1984 mi cuñada Yennis abandonó la ciudad de Barranquilla y yo, carnavalera neta y bailadora de cumbia, decidí organizar el grupo, al que se nos unieron otras mujeres. Éramos veinte y cumplíamos diferentes roles. Nos declaramos comparsa y participamos por primera vez en los desfiles del Carnaval de Barranquilla. En esos momentos no seguíamos coreografía, el baile era libre, a ritmo de una banda papayera. El vestido fue elaborado por la señora Nieves Vázquez. Estaba compuesto por una máscara, medias negras, babuchas, pañoletas, un vestido de color rojo con bolas blancas, delantal y la canastas de productos. El vestuario ha sufrido varios cambios. Empezamos metiéndole camello a la careta y se le agregaron elementos como pestañas, simulación de maquillaje y zapatos de tacón; se le quitó el delantal, las frutas, la canasta, las alegrías y las cocadas, giro dado a la comparsa para homenajear a aquellas mujeres de color, emprendedoras, que han logrado salir adelante a escala profesional y personal. En 2003 innovamos con la coreografía gracias a la dirección artística de la barranquillera Gloria Peña, con lo cual aportamos al esplendor del carnaval y empezamos a participar en eventos en diversas partes del país y del continente: la Caminata de la
Solidaridad por Colombia en Bogotá, la Feria de las Flores de Medellín, el Congreso Internacional de Turismo en Cartagena, los Carnavales de San Andrés Isla, viajes en cruceros y eventos en Chile. También en 2003 hicimos variaciones en el vestuario y eliminamos la careta, que se había prestado a confusiones. Muchos creían que éramos gais, decían “ahí va uno camuflado”. Muchos periodistas que venían a entrevistarnos nos lo preguntaban, incluso un gay pidió entrar al grupo. Hasta propuso dar dinero por salir. Decía, déjenme salir, yo les aseguro que nadie va a saber. Después vinieron como cinco de Soledad, querían salir en la comparsa. Nosotros les dijimos: “No, están equivocados, en la comparsa no salen gais. En la comparsa todas somos mujeres”. A una sobrina le pasó algo molesto, ella es muy alta, y un gay se le pegó y la
seguía y seguía hasta que ella, muy molesta, se quitó la máscara y le dijo: “No joda… ¿No ves que somos mujeres? No soy hombre…”. Ese fue el último año, dijimos, no más máscaras. De ahí en adelante el disfraz tuvo cambios importantes, se probaron otros colores, modelos, zapatos, y se introdujeron las pelucas afro. También empezamos a usar maquillaje artístico, aunque el primer año que lo hicimos las bailarinas tuvieron dificultades, ya que con el sudor se corrió y a algunas les dio alergia. Al siguiente año conseguimos a los maquilladores Richard y Carlos, quienes nos guiaron en ese aspecto y en cuanto al vestuario, este adquirió más brillo y fue más social. El maquillaje ha tomado un curso notable, se utilizan piedras y pinturas especiales, lo que hace ver a nuestras niñas más hermosas, además ellas han aprendido a
En 2013 la reina del Carnaval de Barranquilla, Daniela Cepeda Tarud, adoptó entre sus disfraces favoritos el de Negrita Puloy, eso hizo que el público se apoderara de todo lo que fuera de fondo rojo y bolitas blancas, cintillas, blusas, camisas, zapatos y accesorios correspondientes a la comparsa. Fuimos el boom.
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No se ha perdido ningún carnaval.
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Lourdes de La Hoz está en la comparsa desde su inicio.
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aplicárselo y se colaboran mutuamente al hacerlo. Gracias a nuestro empeño por hacer cada vez mejor la comparsa conseguimos la excelencia en los carnavales de Barranquilla y llevamos alegría a cada rincón donde nos invitan. Hemos participado en los carnavales departamentales con el patrocinio de la Gobernación del Atlántico; hemos hecho presencia en los municipios de Santo Tomás, Usiacurí y Palmar de Varela. Asimismo participamos en muchos programas de radio y de televisión y en algunos videos de artistas reconocidos. Además en 2006 fuimos galardonadas en el Día de la Mujer por ser la única comparsa conformada solo por mujeres. Hasta el momento hemos conseguido muchos triunfos. En el año 2000 alcanzamos el segundo lugar en los carnavales de muebles Jamar y recibimos una exaltación de parte de la Gobernación por la labor de las Negritas Puloy a favor de la protección de nuestras raíces culturales. Aunque en 2011 el grupo se lució en el carnaval a la fiesta de comparsas llegaron nuevas integrantes, entre ellas algunas estadounidenses y venezolanas que querían gozar y vivir nuestras fiestas, en 2012 el grupo sufrió un bajón y quedó en la categoría B, lo cual trajo mucha tristeza ya que habíamos hecho muchos sacrificios; nuestros sentimientos e ilusiones estaban comprometidos. En el carnaval de 2014 no hubo un lugar donde no se vio algo referente a nuestro disfraz. Estamos felices. Sin embargo, a pesar de la acogida y del cariño que le tiene el público a la comparsa, y del gran esfuerzo por lograr la excelencia, no alcanzamos ningún Congo de Oro. Volvió la tristeza, el descontento y la frustración al grupo. Pero pronto nos levantamos y seguimos preparándonos. Esperamos con ansiedad que Joselito resucite para ver qué es lo que pasa en el próximo carnaval.
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Hace seis años quisimos darle más brillo y elegancia al vestido, así que introdujimos una arandela en lamé dorado y se le puso dorado también al paraguas. Al maquillaje se le adicionaron piedras.
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Carlos Sojo
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Somos marimondas
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icen que no es tanto el disfraz de marimonda como los brincos que hay que pegar. Morisqueteras, gozonas y bailadoras, así son las marimondas, así somos los barranquilleros. En su origen, a comienzos del siglo pasado, el disfraz llevaba un pantalón al revés, amarrado con una pita como fajón; camisa y hasta saco con remiendos. Corbata, medias rotas como guantes, y una careta elaborada con funda de almohada y retazos para darle forma. Las marimondas, traviesas y burlonas, complementan su atuendo —hoy símbolo del carnaval— con un pito, el pea pea, que hacen sonar mientras esgrimen su dedo del corazón en alto en señal de respuesta a quienes las miran. Y claro, llevan costalados de alegría, que irradian en cuanto lugar hacen su aparición. Danzan porros y fandangos, se ríen de todo, se meten con todos, y derrochan picardía en cada uno de sus movimientos. El cuento es burlarse de todo. He aquí las marimondas, uno de los símbolos más representativos de nuestro Carnaval de Barranquilla.
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Las Marimondas de Barrio Abajo César Morales Paragüita
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o nací el veinticinco de enero, cinco días después de la lectura del bando. Mi madre, con el culo de barrigón se fue a ver la lectura del bando el 20 de enero, día de san Sebastián, porque podía caer lunes, martes, miércoles o domingo, pero el 20 de enero se leía el bando. Ella con el tronco bolonchón estuvo allí, por eso yo recibí todo ese tamborileo, todo ese bullicio, toda esa vaina, por ende y por barranquillero, nací vinculado al carnaval. Yo creo que a mí no me pusieron cascabeles, sino maraquitas. Mi madre era antioqueña, de Segovia, y mi padre de Toro, Valle del Cauca. Se conocieron aquí en Barranquilla, se casaron y me tuvieron solo a mí. Cuenta mi tía Mercedes, que desde que nací se sabía que yo iba a ser terrible, a mí me cortaron el ombligo ahí en mi propia casa y el frasco con el ombligo en merthiolate se cayó y yo voltee para allá, por eso ella dice que yo iba a ser la cagada. Empecé a hacer mis primeros pinitos como a los cinco o seis años. Mi mamá, a pesar de ser cachaca, me disfrazaba de payaso y me ponía esas caretas de antes que vendían en el centro, y me ponía cortinas de baño de antes que eran como de tela. Yo salía a asustar a los pelaitos. No sé cómo, pero mi mamá se enamoró de Barranquilla, pero con todo eso, murió hablando cachaco, ella no perdió su modo de hablar, yo le decía: eche, mami, ¿cuándo vas a dejar ese modo de hablar? Y ella me decía, ¿y es que ustedes hablan muy bonito? En mi casa mandaba mi madre, es decir, que que en ese gallinero cantaba la gallina, no sé, mi papá era callao, caminaba por donde ella dijera. Mi
mamá era muy bonita y mi papá nomás rallaba el fósforo en una misma caja. ¿De qué vivían? De una miniempresa de confites: bolitas de coco, dulces, chicles, palitos. Así fui creciendo en Barrio Abajo. En ese entonces lo lúdico estaba en la calle, no había televisión, ni computador, ni celulares, entonces tú tenías que jugar bola uñita, a batear la chequita, a volar cometa, a tirar el trompo, a jugar bola e’trapo, por la nochecita a las 4, 8 y 12, y, a la penca escondía. En el barrio me llamaban Chichibamba, ese era un personaje de una tira cómica. Allí empezó la vaina del carnaval. En ese entonces la Batalla de Flores pasaba por Olaya Herrera; salía del Parque Suri Salcedo hasta el Paseo Bolívar, y mi mamá me llevaba a la esquina. Allí iniciaba la mamadera de gallo, yo con el disfraz de marimonda. Una vez me le perdí a mi mamá, yo tenía como doce ruedas, me subí hasta allá donde salía, y me encontré, no recuerdo si era el Torito o el Congo Grande, me les pegué y uno de ellos me dio un trago de ron blanco. Esa vaina sabía a cobre. Primera vez en mi vida, yo no había tomado nunca, me enchapeté en seguida e iba bailando dando tumbos, cuando me cogió mi mamá y me dijo, ven acá, pelao e’ mierda, y me llevó pa’ la casa. Fui creciendo. Uno empieza a sentir cosquillitas, ya las pelas empiezan a gustarle a uno y me zafaban cuando yo llegaba a invitar a un bollito a bailar con el disfraz de marimonda. Todos los bollitos bailaban en las cumbiambas Agua Pa’mí y El Tanganazo. El Tanganazo fue la primera cumbiamba en 1939, de los Rivaldo, así que me fui pa’lla a buscá los bollitos y adiós el disfraz de marimonda.
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A mi me gustaba la recocha y también me disfrazaba de negro y me rebuscaba la plata, yo no era huevón. Una vez me disfracé de puerco, todo lleno de barro, y lo amarraban a uno a una cabuya y decía juin, juin, como puerco. Así era yo, me disfrazaba de todo. Yo solo veía a comparsas de fantasías. ¡Eche!, ya no veía marimondas en el carnaval y de pronto me cae la nostalgia, ese fue el primer disfraz que yo me puse, el disfraz más auténtico del barranquillero, mamador de gallo, entonces pensé, voy a revivir ese disfraz. Le comenté a una llave y me dijo, no joda, ¿ese disfraz tan perrateado?, y le dije, no hombre, lo voy a pulir y a darle decencia. Me entusiasmé y me fui a consultar con los cancamanes del carnaval, Enrique Salcedo, Armando Zambrano, Alfonso Fontalvo y El Muñeco. El proyecto les pareció bueno. Recuerdo que Abraham Cáceres fue el que me diseñó el primer disfraz, con chaleco, corbata, todo bacano, nojoda y se me iluminó mi mente, voy a sacar es una comparsa y así fue como creé Las Marimondas de Barrio Abajo.
¿De dónde Paragua o Paragüita?
31 años saliendo
En Barrio Abajo había una loca a la que le decían la Loca Carmen. Ella tuvo su marido y decían que cuando parió, la familia del marido le quitó el hijo y se enloqueció. Resulta que esa loca cogió el tema de que yo era el marido y un día que estaba tomando refajo en una tienda entre San José y Primavera, llegó a decirme que ahora sí se iba a arreglar el problema. Ella tenía un paraguas de esos viejos, era solo varillas, y me dio un paraguazo en la frente, cipote chichón que me salió, y me coge esa loca y me tumba, tenía fuerza. No sé cómo logré salir de ahí y la loca detrás. Los hijueputas del barrio solo gritaban, ¡dale, dale!, y yo corra, hasta que me le perdí. Luego siempre que yo salía me la montaban, me decían de todo y que me iban a dar con el paraguas. Como yo me emputaba les decía, “dile a tu mamá que agarre el paraguas”. Mi mamá me decía, “¿te das cuenta?, tú antes le ponías sobrenombre a todo el mundo y ahora a ti te lo ponen y entre otras cosa no está mal, Paragua o Paragüita”. Y bueno, me resigné a llevar ese nombre.
En 1984, salimos por primera vez con cincuenta marimondas y ganamos el Congo de Oro. Recluté gente en el mismo Barrio Abajo y con verbenas y rifas, recogimos fondos. Me acuerdo que bailamos en la plaza del Paseo Bolívar y esa vaina estaba mojá y una marimonda se resbaló y se cayó en plena presentación; dos marimondas lo cogieron y esos carajos estaban convencidos de que era coreografía y ganamos. Nosotros bailábamos porro y fandango, con papayera. Recuerdo que el primer porro fue “Carmen de Bolívar” de Lucho Bermúdez, y “La butaca”, que es como el himno de las marimondas, y tocamos “El cebú” y “El perro negro”. Yo creo que hemos bailao todos los porros habidos y por haber. Esta vez, en 2015, bailamos “Tolú” y “Cuándo
volveré a la ciudad”, cipotes porros. Ya tenemos montada la coreografía, eso es lindo. Los primeros años cambiábamos de disfraz difícilmente. No había plata. En el año 91 conocí a León Caridi. Yo estaba con unos amigos en un evento en el Simón Bolívar, en un festival, La Conquista. Don León se sentó al lado mío y se puso a hablar conmigo. De pronto sale y me dice: “Oye, esa comparsa tuya me gusta, ¿cómo hacen ustedes para salir?”. Yo le digo: “No joda loco, hacemos maravillas, rifas, bailes, de toda vaina”, y me dice: “¿Te gustaría que te patrocinara 120 marimondas? Yo me quedé mirándolo, empecé a medirlo y pensé: “Este carajo, mono, ojos verdes, con colita caballo, me está mamando gallo”, y me volteo y le digo a Roberto Ferro: ¿Este carajo quién es?, ¿un político hablador de mierda, o qué?”. No, él es León Caridi, el dueño de Industrias Canon, el de las toallas. Y bueno, ahí empezamos a hablar. Cada vez salíamos con más marimondas, él siempre nos apoyó, si hasta en el testamento puso “y cuidado me descuidan las marimondas”. Este año ya tenemos novecientas, y diez papayeras que cuando están frente al jurado tocan juntas “El 20 de enero”. Son 64 músicos. Eso es contundente. ¿Cómo logramos esto? Yo creo que es por el sentido de pertenencia que tenemos, sobre todo respeto, decencia, aquí cachaco, santandereano o el que sea tiene que respetar el carnaval y a Barranquilla. A Barranquilla no la irrespeta nadie. Aquí no te puedes emborrachar, porque el que se emborracha la caga en el desfile, moderado, cuando termine tómate el ron que quieras, pero el desfile me lo respetás. Hay quiene me preguntan que después de mí quién sigue, y yo les contesto: las herederas son las pelás, Cuchi Emili y Lesly, ellas están volando. Muchas veces no las llevo a presentaciones porque piensan que ya pueden mandar y esa vaina no es así. Aquí el que manda soy yo, pero ellas son las que me seguirán.
Paragua, mi llave Humberto Pernett Paragua, mi compañero, mi llave, mi pana. Has demostrado ser un líder nato, ojalá la gente pudiera comprender la magnitud de tu trabajo; manejar más de novecientos locos en carnavales, ponerle disciplina a quienes solo quieren gozar, preparar la logística para ese cúmulo de personas con diversas aptitudes, personas tan distintas que lo único que los une es el goce, eso es muy grande. Tienes un carisma único: tu personalidad, tu manera de ver la vida, tu memoria, tu lucha por nuestra querida ciudad, y ese amor por ella que te catapulta a cosas cada vez más grandes. Paragua, en sí, tú eres carnaval, no tendrás igual por muchísimos años, es difícil encontrar alguien así. Junto con Gabriel Marriaga te llaman rey Momo sin corona, te lo mereces hace rato.
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Las huellas que mi abuelo dejó en mí Vitalia Díaz
“Las marimondas y su ritmo” fue creado en Gapala hace quince años. Hoy en día cuenta con 40 integrantes y es dirigido por Luz Mila Lasso.
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Mi abuelo paterno, Marcial Díaz Buelvas creó la primera comparsa de marimondas en la cual yo participé. Él era un señor muy alegre, le gustaba cantar y bailar. Era tan expresivo con sus movimientos que a cada uno le tenía un nombre para identificarlo. Él marcó mi vida y lo llevo en mi corazón. Actualmente estoy en una comparsa de marimondas y saco a relucir cada una de las enseñanzas que mi viejo amado me dejó. Lo recuerdo en cada ensayo, y en los momentos cuando estoy triste es mi fortaleza. Siempre tenía una sonrisa y decía: ¡La vida es un baile que hay que bailar para no llorar!
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Álvaro Bustillo Solano
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Somos ¿monocucos o capuchones?
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a imaginación y creatividad del sector popular social son imprescindibles en las carnestolendas barranquilleras. Los disfraces y las máscaras, nota predominante en los carnavales del mundo, también lo son en el nuestro y entre ellos los capuchones se han destacado y han tenido varias transformaciones. Hay quienes dicen que este disfraz fue traído al Carnaval de Barranquilla por Cristobalino Zedeño, oriundo de San Bernardo del Viento, pero otros afirman que los capuchones son mucho más antiguos y que aparecieron en poblaciones como Ciénaga, Riohacha o Mompox como una alegoría a los monjes nazarenos de la Semana Santa. De allí su nombre de capuchones. A su vez, en los archivos históricos del Museo Romántico aparece un escrito y una fotografía de monocucos, con rabo y máscara parecida a los micos. Seguramente de allí deriva el nombre de monocuco. El vestuario era similar a los juglares de las comedias de arte Con el tiempo, este disfraz desapareció como tal, pero se mantuvo el de capuchón al que se le puso mucho colorido y terminó llamándose monocuco. Como disfraz, este fue superpopular durante mucho tiempo, pero por el homicidio de una niña disfrazada de capuchón, en 1942, se dejó de usar. También hubo otros delitos cometidos por personas que lo utilizaban para ocultarse, por lo que los entes policiales solo permitían usarlo a quienes sacaran un permiso. El monocuco de nuestra tradición festiva es divertido, juguetón, mamador de gallo; un vacilón o pereque chistoso, que asimiló todas esas virtudes jocosas y se convirtió en el auténtico disfraz de la
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vieja Barranquilla. El monocuco guayabero era un disfraz molestoso, y su actor era difícil de identificar porque hasta su voz fingía. Este disfraz también desapareció.
Del disfraz a la comparsa En 1992 el monocuco retornó a la fiesta, no como disfraz, sino como comparsa de carnaval. La nostalgia por el disfraz tocó la idiosincrasia barranquillera de los vecinos de los barrios Buena Esperanza, Cevillar y La Victoria y me invitaron como coreógrafo a darle un nuevo rumbo. Armamos entonces la comparsa “Reviviendo el Monocuco” y a mucho honor ganamos ese año el premio a los valores folclóricos del carnaval, otorgado por la Cámara de Comercio. El disfraz no perdió su peculiaridad: el goce, lo bacano, el buen genio, la mamadera de gallo, pues decir “mono” en Barranquilla significa “todo está bien”. Decidimos ponerle música de papayera, como decimos en Curramba. Luego aparecieron otras comparsas de monocucos: Los Auténticos Monocucos de las Nieves, Los Monocucos de Chiquinquirá, etc. “Aquel monocuco guayabero saca presa del caldero, toma leche y embustero hay por miles hoy. ¡Yo te conozco!, ¡yo te conozco!, es el estribillo utilizado por el personaje con voz impostada”.
Coreografía de los monocucos Vestuario Se mantiene el vestuario utilizado antes, parecido a los nazarenos de las procesiones de Semana Santa en Mompox y otras poblaciones. Es de un colorido enorme, tiene una máscara que cubre toda la cara, guantes, zapatos de variados estilos y colores y en la mano lleva una varita con la cual molesta y se defiende cuando intentan desenmascararlo.
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Como toda comparsa la coreografía depende del coreógrafo, eso significa que no posee ni patrones, ni pasos, ni figuras básicas. Algunos trabajan en bloques, círculos, movimientos laterales, sube y baja diagonales. Otros trabajan o bailan tomados de antebrazos, manos, dan brincos o hacen desplazamientos deslizándose con los pies pegados al piso. En otros casos bailan con pasos de música o danza del momento, y nunca se dejan ver la cara de personas distintas a su grupo. Normalmente la música que usan es de viento o banda.
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Luis Orellano La Muerte, en posición de ataque, junto a las festivas diablesas en
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Somos Muertes y Diablos
alapa, municipio en el que orgullosamente nací, crecí y donde he vivido siempre, tiene una tradición carnestoléndica muy fuerte y arraigada a la vida de quienes habitamos aquí. Todos los veinte de enero, desde que yo era niño, la Muerte salía en la noche para asustar a grandes y pequeños, quienes presas del temor pero atraídos por la curiosidad, corríamos por las calles polvorientas de nuestro pueblo siguiéndola en su recorrido. Pero un día falleció Andrés Cotero, que se disfrazaba de Muerte, y con él se perdió esa tradición de más de cincuenta años. En un diciembre, mientras departíamos a propósito de las tradiciones de nuestro pueblo con el señor José Llanos, reconocido artesano y folclorista que vive al frente de mi casa, hablamos de esta pérdida y recuerdo que me dijo: — La tradición no se debe perder. Vamos a rescatarla. —¿Verdad? —le respondí. —Ajá, ¿tú sí eres capaz? —Sí, yo soy capaz. —Bien, entonces yo te hago la máscara, tu mandas a hacer el disfraz y sales. Y así fue, él me hizo la máscara y el veinte enero de 1993 salí por primera vez. El señor Jorge Leiva, que es sastre, me elaboró el vestido, un sobrino mío que es diseñador, Roberto Orellano, y a quien le gusta mucho el arte, me pintó el esqueleto y el gancho ese sí se consiguió en el monte. Con todo eso salí por las calles de Galapa y desde entonces todos los años salgo. Eso fue un impacto, hacía muchos años que la Muerte había desaparecido. Cuando yo salí, la
el carnaval de 2015.
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De disfraz individual a disfraz colectivo
¡Un abrazo de Muertes!
Nuestra comparsa es ciento por ciento de Galapa y nos da gusto trabajar a favor del carnaval, porque en todo el Caribe lo vivimos. Todo lo que hacemos es para que no se pierdan las tradiciones populares.
gente que estaba sentada en la puerta de su casa refrescándose corría de miedo y algunos me tiraban la puerta. Ese veinte de enero, me acuerdo, está aquí en la historia que tengo en las manos, se murió un señor al que le decían la Fragua, muy popular, moreno él, que arreglaba neveras y estufas. Yo pasé por la calle de su casa en el momento en que él se murió, entonces me decían, “tú mataste a la Fragua”. Pura cosa ocasional. Salí el veinte de enero, y ya después salía todas las noches. A las siete de la noche ya estaban los jóvenes al frente de mi casa esperando a que yo saliera y los niños en la esquina listos para salir corriendo. Eso se convirtió en algo grande y muy pronto me gané el apodo de Lucho la Muerte.
En el Carnaval de Barranquilla salí ese año disfrazado de la Muerte, participé con Selva Africana. La máscara era muy linda, en papel maché. Esa máscara se vendió allá en la Vía 40, a alguien le gustó mucho y se hizo el negocio. Al año siguiente ya se sumaron tres personas más; un amigo mío, Edison Salcedo, se disfrazó de muerte cachona, la gente le decía, “a ese lo mató el cacho, el cacho”. Ahí nació el colectivo. A un comerciante de Barranquilla le gustó tanto nuestro disfraz que le encargó al señor José Llanos que nos hiciera tres máscaras de muerte para nosotros, una era cachona, le pusieron cachos de vaca grandes. En esa época, en el año noventa y cuatro, le costaron setenta y cinco mil pesos las tres máscaras, veinticinco mil cada una. Al año siguiente se sumaron diez personas más, entonces ya a los niños les gustaba el disfraz de Muerte principalmente por la cuestión de que con el gancho uno coge a las personas en la calle, les pone el gancho en el cuello, o en la pierna y jala: “Si tu no me das quinientos pesos yo te llevo”. Eso a los niños les gusta. Un año, a uno de mis amigos, Jorge Escobar, que salía de Muerte, le dio por disfrazarse de diablo, y entonces lo cogíamos entre todos, cruzábamos los garabatos y acostábamos al diablo. Ahí nació ese nombre de Muertes y Diablos. Hoy las bailarinas son puras diablas. Actualmente ya no somos danza colectiva sino comparsa con elementos de la tradición. La idea es que rescatemos y trabajemos para recuperar danzas, disfraces, comparsas con elementos de la tradición. La comparsa de fantasía es muy bonita, pero también acaba con la tradición. La Unesco declaró el Carnaval de Barranquilla como patrimonio inmaterial de la humanidad, eso a raíz de las tradiciones, eso es lo que nosotros somos: nosotros somos tradiciones populares.
Nuestra comparsa hoy en día Nuestra comparsa se compone de setenta integrantes. Vamos acompañados con música de millo, música de garabato. En nuestra comparsa hay integrantes que ya tienen doce años y yo les digo que tendré que pensionarlos. Pero también tenemos niños de ocho, nueve años y jóvenes de catorce, quince y hasta más años. A la gente le gusta mucho esta comparsa y quiere pertenecer a ella. Mis nietas también forman parte del grupo, una que tiene seis años y la otra siete.
Nos empezamos a preparar desde el mes de noviembre o diciembre. Depende de cuándo sea el carnaval. Yo convoco a las reuniones y ellos van llegando. Me gusta preparar bien y con tiempo. Por ejemplo, para la presentación en el Romelio Martínez, que es en tarima, duramos un mes ensayando todos los días; los integrantes se preparan con el coreógrafo Remberto Arévalo. Y para participar en el carnaval de aquí de Galapa tenemos todo listo como mínimo una semana antes. Incluso el sancocho que hacemos para brindarles a los integrantes y a las personas que llegan se empieza a preparar con tiempo.
Las diablas son las que hacen el baile con su coreografía.
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Selva africana
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José Llanos Ojeda
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elva africana es una comparsa de tradición popular que creé hace 39 años cuando quise salir al carnaval representando lo que mejor sé hacer, máscaras. Antes de eso yo salía en las demás agrupaciones del municipio. La idea de la fauna africana me la dio don Pedro Vengoechea, quien por los años setenta era uno de los duros del carnaval, de los cancamanes en esa época, de los que manejaba la parte administrativa del Carnaval de Barranquilla. Cuando salí con Selva Africana , el impacto fue grande. Éramos poquitos y todos amigos. La jirafa, la cebra, los hipopótamos, los cocodrilos, los ñus, las avestruces, toda esa maravilla de animales personificados acá con amigos del municipio de Galapa gustó mucho. Para diseñar los disfraces me apoyé en la revista Geomundo que circulaba por esa época y que trataba con detalle cada animal, lo mostraba de perfil y de frente, y hablaba de su tamaño, sus sonidos, lo que comía y el entorno donde vivía. Yo estudiaba bien esa revista para transmitirle los conocimientos a los muchachos; además, me ayudaba a ingeniar cómo hacer los vestidos y las máscaras. Representarlos también en su comportamiento era importante; recuerdo que hasta trataba de producir los sonidos de cada uno, por ejemplo me busqué las chubas, esos caracoles grandes, para producir el barritar del elefante, o cachos de toro a los que les cortamos las puntas; con ellos practicamos y practicamos hasta que nos salió el rugir de los leones. Don Pedro Vengoechea me sugirió que incluyera un Tarzán delgado, lo opuesto al que salía
en ese entonces en la serie de este personaje. Me conseguí uno bien delgado y esa fue la atracción porque todo el mundo se burlaba del Tarzán, eso era la chispa del carnaval. Él peleaba con los animales, les hacía picardías, llamaba a Chita, se montaba en el elefante… Gustó mucho. Yo solamente quería salir al carnaval con algo distinto y elaboré toda una fauna a partir de máscaras, incluyendo indios y Tarzán, porque eso era lo que se veía en las películas. Éramos un disfraz colectivo, nada más, pero por cuestiones de la junta del carnaval que decía, “aquí tiene que haber un patrón
Joceph Domínguez en la piel de la cebra, un disfraz confeccionado por Aída Gutiérrez.
Un ancestro africano personificado por nuestro director artístico Luis Demetrio Llanos Meola.
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La primera vez salimos unos pocos, ahora somos cincuenta parejas, cien personas entre bailarines, fauna, ancestro y música, y unos cuantos de comité de apoyo que van para la cuestión de darles el agua, el refrigerio a los bailarines y todo eso.
Nuestras máscaras Las máscaras de la comparsa las hacemos en nuestro taller familiar. Todas las hago con mis hijos, claro que cuando nos hacen pedidos grandes nos apoyamos en personas de nuestro municipio que conocen el arte de empapelar, dar base, lijar, y que han aprendido viéndome a mí como yo aprendí viendo a los artesanos de aquí.
Nuestra música Nuestra música, que es afrocaribe, también varía año tras año. Todos nuestros instrumentos son del Caribe, tenemos el yembé africano, la tambora, la flauta y la alegre de aquí de la costa.
Nuestro vestuario
Por las calles de Galapa desfila parte de la fauna de África, gracias a los disfraces elaborados por Aída Gutiérrez.
de presentación”, fuimos metiendo música y con un tambor imitábamos los sonidos de la lucha entre un animal y Tarzán. Después, por cuestiones de antropólogos que dicen, “la comparsa de tradición tiene que hacer una presentación ejecutando ritmo y coreografía”, introdujimos más cambios. Todo lo que nos han dicho lo hemos hecho y ahí estamos bien ganando congos de oro.
Lo que nos caracteriza Cada año nos renovamos. Escojo un animal que estará representado en los tocados de los danzantes, en los escudos, en los báculos, y son los que siempre
van adelante. Por ejemplo, un año nos fuimos con tocados de mandril, otro con tocados de tigre, este año decidí hacer toda la fauna en los tocados de los bailarines, lo que impactó mucho. La lado de los danzantes , van los ancestros, que son los mayores del grupo que alguna vez fueron jóvenes y quienes también llevan tocados de animales, pero envejecidos, sus movimientos son más lentos y hacen ademanes propios de los viejos, incluso van haciendo sus rituales. Atrás van animales, según la temática de la comparsa; usualmente son niños y jóvenes que usan vestuarios completos representativos de toda la fauna.
Todos los vestidos nos los hacen unas costureras de aquí de Galapa. Hoy en día las telas las conseguimos en los almacenes de Barranquilla. La oferta ha mejorado mucho. Anteriormente para hacer un disfraz de animal, había que comprar una tela y teñirla con anilinas con las figuras del animal que se quería, un tigre, una cebra, un rinoceronte. Se usaba un fondo naranja o café y se le pintaba las manchas del tigre. Hoy ya no, las telas vienen estampadas y se le pasan a la modista. Si la tela no se encuentra, como es el caso de los gorilas que diseñamos este año, se encarga a Bogotá. Algunos han intentado copiarnos, pero no hay lo que hay aquí, que es arte. El hijo mío ya me superó, todos ya me superaron. Yo siempre les he dicho: “Si eres albañil, que seas el mejor, si eres médico, que seas el mejor, ya ustedes están en esto y lo hacen bien. Cada año debemos ser mejores”.
El ojo verde del antílope resalta en el profundo azul del disfraz que lleva Gregory Barros.
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Karen Gutiérrez, bailarina de la comparsa
A la gente del grupo yo siempre le comunico lo que decide la Junta del Carnaval y así están enterados todos de los días que nos presentaremos, el puesto que nos asignan, la hora, etc.
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Mauren Folgoso Llanos, del semillero de la comparsa
Cómo nos preparamos
Cómo nos financiamos
En septiembre iniciamos los ensayos. Con los bailarines, jóvenes entre los veinte y los treinta años, ensayamos tres días a la semana. Sus movimientos coreográficos son, por supuesto, acordes a la temática. Somos muy exigentes en los ensayos y el que no responda, no entra. A los de la fauna se les cita aparte y ya más cerca del carnaval, para darles orientaciones sobre lo que van a hacer, trátese de un desfile, de una presentación estacionaria, de la noche de comparsa o la presentación, porque los animales y los bailarines no tienen el mismo movimiento.
La Alcaldía de Galapa da un aporte, la Junta del Carnaval también, pero eso no es suficiente para pagar el maquillaje, la música, el transporte, el refrigerio, todo eso, así que como a mí me gusta y me gusta representar a mi municipio y que se hable bien de Galapa, yo invierto plata de la que me gano haciendo máscaras. Esto del carnaval en vez de mejorar tiende a empeorar. No hay patrocinio, no hay aporte, y eso llevará a que las danzas y los grupos desaparezcan. Todo esto va cambiando. Luis Demetrio Llanos Meola, ancestro africano
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Marleny Cortés
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somos son de mar
currió un sábado de febrero de 1997. Allí estábamos, en la calle 17 con carrera 38 de Barranquilla, listos para iniciar nuestro primer desfile del Momo. Éramos 86 personas entre músicos y bailarines. Atraíamos todas las miradas pues los vestuarios no eran los tradicionales. Músicos y bailarines llevaban una especie de pañal gigante de alegres colores, el torso desnudo, en la cabeza corona de hojas y en los pies sandalias muy sencillas, collares y pulseras de caracolitos y conchas. Las bailarinas por su parte tenían faldas largas de flecos blancos, borlas y flores de colores en la cadera, top en licra con cayenas estampadas, corona de flores en la cabeza y el tradicional lei de Hawai o collar de flores. En los tobillos y en las muñecas, sonoras pulseras de conchitas. Era la primera comparsa en el Carnaval de Barranquilla con tema alusivo al folclor de las islas de Hawai. La impaciencia crecía esperando el momento de actuar, aunque nuestra presencia en ese lugar era de por sí ya una puesta en escena. Entre orgullosos y sorprendidos aceptábamos los piropos y respondíamos las preguntas: ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se llama la comparsa? Finalmente llegó el momento e iniciamos el desfile, quizá el mejor de todos los que hemos participado en Colombia: bailamos, no corrimos, gozamos, no sufrimos. Al iniciar el desfile, el calor era insoportable. Miré a los bailarines y estaban radiantes, el clima no les afectaba, bailaban con tanto entusiasmo que me contagiaron y caminé con ellos hasta el final.
Nunca sentí cansancio y al terminar me pareció que el trayecto había sido muy corto. Así fue mi primera experiencia directa en el Carnaval de Barranquilla, con la Comparsa Son de Mar, así de absorbente y contagioso es participar en él. La acogida del público fue excelente, fueron respetuosos y amables. Ganamos el momo de oro, que es la visa para la Vía 40, donde solo desfilan “ganadores” en la Batalla de Flores y en la Gran Parada de Fantasía.
Hemos evolucionado En los ya casi veinte años que venimos saliendo hemos evolucionado, o mejor, nos hemos ido moviendo. El número de bailarines ha variado. El tercer año, por ejemplo, salimos doscientos cincuenta. Yo me angustié, nunca había visto una comparsa así tan grande, pero fue… un¡guau!
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Los vestidos también han evolucionado. En el 97, aunque sencillos fueron una sensación. Algo que no me gusta es que ahora deben llevar “una carroza” encima para que se vean. Tienen que ir en unos andamios de tacones para poder lucirse. Tienen que tener lentejuelas y brillantes. Tienen que tener colas y plumas. Todo para poder mostrarse. Se ha acentuado lo superficial, y lo emotivo y la técnica han pasado a un segundo plano. A los tacones yo no les juego, porque me parecen una tortura. A las plumas tampoco, pero mis estudiantes me lo imploran: “Mira, por favor, que todos llevan unos tocados…”. Y terminamos usándolos. Organizan todo y al final me llegan con que “todos están de acuerdo y dispuestos a pagarlo”. Se ponen su mamotreto, se lo aseguran muy bien y lucen, pero terminan con dolor. A los desnudos tampoco les juego. En nuestra comparsa hay muchas niñas de trece y catorce años, que son altas y pareciera que son adultas, pero son niñas. La verdad es que a mí no me gusta que salgan destapadas, me escudo en que a los papás no les gusta, cosa que es cierta, pero es que a mí tampoco me gusta. Pero el desnudo artístico es diferente al desnudo espectáculo; y hay un desnudo espectáculo hermoso y un desnudo espectáculo grotesco. Trabajar eso no es fácil y menos con jovencitas.
Las deudas Yo no tengo dinero, tengo deudas, las que quiera, pero me siento bien, tengo una armonía así con mis hijos, con mis nietos, mis nueras, mi yerno. Cada desfile vale mucho. No más mover mi comparsa en un desfile, estando ya maquillados, vestidos, etc., vale cinco millones de pesos: que el carro, que la carroza, que la amplificación (que deben ir dos por si falla alguna) y la planta eléctrica, más todo el equipo de apoyo que son unas quince personas, entre los técnicos que manejan eso, el mecánico del carro, el chofer, etc. Y son tres, cuatro desfiles, eso es pesado. Eso de la financiación y los patrocinadores hay que ordenarlo. Ganan los grandes. Los trajes (vestido, zapatos, accesorios y tocado) y el maquillaje los financian los papás. Es bastante económico para todo lo que incluye y cada quien lo va pagando a lo largo de los ensayos. Eso apenas da y a veces hasta produce pérdidas. Esas son mis deudas. Ese es mi desfase. Y ese es a veces el contrapunteo con mis hijos. Pero a la final me apoyan y se burlan de mí. Dicen: “Nosotros le decimos a mi mamá que ni uno más y ella nos mete más de cuarenta”. Y es que una vez así fue.
Deseos de cambios Todos caben en nuestra comparsa La nuestra es una comparsa absolutamente incluyente, en ella hemos tenido integrantes con síndrome de Down, niñas barrigudas, familias completas de papá, mamá e hijos, niños, jóvenes y adultos. Es emocionante ver a las familias plenas haciendo la misma actividad con sus hijos, todos con el mismo entusiasmo y alegría. Los padres se rejuvenecen y los niños se sienten felices de que sus papás le den importancia a algo que a ellos les gusta. Así son las comparsas de Barranquilla. Un panal laborioso y alegre en la cotidianidad.
Una de las cosas que debemos hacer es acortar los desfiles para que el artista se goce de principio a fin el espectáculo. Nosotros sufrimos los desfiles, son muy largos. ¡Y con tacones! Eso es una tortura. Y con tanto peso encima. No tendríamos que poner a sufrir a los bailarines. Lo otro es la música. Salimos con una orquesta arriba de la carroza, pero es tal el ruido que hay en el ambiente, que si no lleváramos esa monstruosa amplificación no podríamos oírla. Entre los que van adelante y atrás y lo de los balcones, es muy difícil. Eso es una cosa ilógica. Para mí eso se debería
normatizar con exigencia, que nadie lleve amplificación, pero que tampoco haya música en los palcos. Nuestra temática es básicamente de percusión, tenemos pianos y teclados, que incluyen algo de melodía, pero lo de nosotros es más percusión que melodía.
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Una clase en la Escuela Son de Mar Nos caracterizamos por una concepción universal de la danza. Se baila con el cuerpo y ante estímulos sonoros aquí y en la Conchinchina. De hecho tenemos una obra que se llama Por los caminos de nuestra historia folclórica en la que aparece un vasco en escena, todo de blanco y con su faja, pañoleta y boina vasca rojas. Empieza la narración y el hombre se quita la boina, se pone un sombrero vueltiao, una pañoleta, se quita la faja ancha y se pone la fajita y queda de cumbiambero. Y luego le quitamos el sombrero vueltiao, le ponemos uno de paja y un poncho y queda un andino de tierra caliente. Así vamos pasando por nuestro folclor y por la universalidad de la danza. Igual que hacemos folclor de aquí de la costa, hacemos bunde, torbellino, bambuco, currulao, joropos… Cuando uno descubre que la danza no es exclusiva, surge la libertad. ¿Por qué nos gusta lo moderno, lo contemporáneo? Porque es más permisivo, pero ello no significa que no valoremos la tradición. ¿Cómo empieza una clase con nosotros? Obviamente con un calentamiento, algo muy corto y sencillo en las barras y luego suena la música, puede ser una cumbia. Las niñas comienzan a moverse y empezamos a corregir; no, los pies van de tal manera; no, las manos van de tal otra, y hacemos por lo menos siete u ocho minutos con el ritmo elegido para ese día. Luego hacemos algo más fuerte, y empezamos a movernos, a hacer de pronto mapalé o un fandango o algo así. Y les vamos diciendo cómo se llama lo que están oyendo y bailando, “esto es tal cosa, esto se llama así”, y les damos una hojita con una síntesis del ritmo y sus principales creadores e intérpretes. Valoramos mucho los
folcloristas colombianos, pero no nos encerramos ni en Barranquilla, ni en Colombia. Al ladito de Totó la Momposina, puede estar Alicia Alonso; y al ladito de Efraín Mejía, Piotr Tchaikovski. Lo teórico también nos importa. Desde los tres años las niñas llevan su libreta, no saben escribir, pero se les dan las figuritas de las primeras posiciones del ballet. Nos guiamos por la escuela francesa. También se les da un dibujo del árbol del folclor colombiano: sus tres raíces, sus cuatro ramas y las niñas chiquitas ya saben qué es lo demosófico, lo literario, lo musical, lo coreográfico; de una forma muy elemental nuestros estudiantes van conociendo la teoría. Cada clase es diferente, es única. Siempre hay momento para lo vivencial. Por ejemplo, les decimos: No vamos a bailar, vamos a movernos, pero vamos a movernos como nos dé la gana, como sintamos que queremos movernos. Vamos a tener unos estímulos sonoros, no los llamemos música, vamos a oír algo y ese algo nos va a mover. Sientan ese algo allá dentro, cómo nos mueve, cómo nos hace sentir. Escoja cada una un personaje y va a sentir como él, a pensar como él, a moverse a su manera.
Mis estudiantes terminan haciendo cosas maravillosas que me sorprenden. Esa fase expresiva de las clases me encanta. Yo no soy de las que en el desfile les digo, “sonrían”, eso no se puede imponer. Yo les digo “sientan, sientan que están bailando”. Después pasamos a la técnica. Llevamos a las bailarinas a las barras y trabajamos con rigor los pasos del ballet. Nuestros estudiantes saben lo que es un jeté, un chené, un cambré, los plie, los tandi. El ballet con sus normas y sus reglas aporta mucho a desarrollar las capacidades físicas de un bailarín.
De la técnica pasamos a hacer un montaje de los bailes que se van a presentar en el teatro a finales de noviembre y terminamos invariablemente con lo que yo llamo “devolución”. Nos sentamos en círculo y hacemos consciencia de lo vivido. Nosotros les enseñamos a verbalizar lo que han sentido, lo que han hecho. Eso es muy importante. Hay quienes se mueren de vergüenza las primeras veces y no quieren hablar porque ocurre que lo que más las impacta es la parte de la expresión libre.
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Somos
Mónica Lindo Robinson Liñán
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orito en Carnaval es un homenaje a la máscara y a la danza de “El Torito”, ambas muy representativas del carnaval. Al ser comparsa y no danza tradicional, tenemos la libertad de innovar, así que hemos recreado el vestuario y los diversos accesorios que utilizan los comparseros. Si bien usamos lentejuelas y otros objetos brillantes, no hemos querido introducir plumas o elementos estrambóticos provenientes de afuera. A su vez hemos querido conservar elementos del carnaval como la música en vivo a ritmo de fandangos y porros. No usamos amplificadores. La coreografía involucra los tres bloques propios del congo: toritos tradicionales, bloque principal y comparseros.
Torito en Carnaval es de todos
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El número de personas que salimos varía cada año. Hemos llegado a ser cuatrocientos. Un grupo de planta de la escuela ensaya todo el año, esa es la compañía de danzas de Mónica Lindo. En noviembre y diciembre empezamos a reunir la gente para el carnaval y como la mayoría trabaja o estudia, hacemos ensayos en la noche dos o tres veces a la semana. El elenco del grupo base, que son de Soledad, de Ciudadela, del norte, del sur, traen a personas interesadas, de manera que nuestra comparsa no es de barrio, es de toda Barranquilla y del Atlántico, lo que es poco usual ya que la mayor parte de las agrupaciones están conformadas por gente de un mismo sector; ese no es nuestro caso, en el Torito en Carnaval participan personas de diversas partes
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mucho interés, que baila muy bien, pero que no cuenta con los recursos, buscamos ayuda. A veces logramos conseguir una especie de patrocinio y subsidiarle, incluso hasta el cien por ciento del gasto del vestuario, a quienes no pueden costearlo. Todo depende, hay años en los que contamos con suerte, hay años que no. A veces nos prometen un patrocinio y a última hora nos dicen que no, y no siempre dan razones.
La formación de nuevas generaciones En la escuela tenemos varios niños que formamos a lo largo del año, y para temporada de carnaval se vinculan otros que quieren formar parte de la comparsa; ellos se preparan con tiempo, se les dan unas clases, se les explica la planimetría, o sea por dónde caminar, por dónde hay que coger, y se trabaja la coreografía. Los ensayos con los pequeños son normalmente en las tardes.
Ritual
de la ciudad, y también de Bogotá; tenemos muchos amigos del interior y de fuera del país. A raíz de los viajes que hemos hecho, en los que invitamos al público a participar en el carnaval, varios extranjeros se han unido a nuestra comparsa, de manera que no es extraño encontrar en ella cinco japoneses, dos franceses, y así. Gracias a la tecnología, se les manda un video con la coreografía para que la practiquen en su país y llegan unos días antes de los desfiles y ensayan con nosotros. Cada año los que quieren participar pagan una inscripción que cubre transporte, refrigerio y parte de la música. El vestuario cada uno lo costea; el precio varía dependiendo del diseño, que cambiamos cada dos años. Cuando vemos a alguien con
Nuestra comparsa está untada todo el tiempo de lo ritual. Un ritual que se basa en creer, creer que podemos hacer maravillosas cosas juntos, creer que nuestra energía se conecta con la espiritualidad, creer que las sonrisas y el movimiento se transforman en exposición de colores que transitan en medio de multitudes expectantes y deseosas de gozar. Conocernos, calentar, crear en equipo y establecer compromisos ensayo tras ensayo es la base de nuestra rutina, de nuestro ritual. Y este, cuando nos preparamos para entrar en escena, al igual que en muchas otras comparsas, es también ritual de belleza. Madrugamos, nos disponemos a preparar nuestro cuerpo, a maquillarlo, vestirlo, embellecerlo, sublimarlo y pensarlo en el marco de una colectividad de danzantes que tendrá la responsabilidad de brillar con luz propia para dar de cada uno lo mejor. Siempre nos imaginamos como estelas brillantes que
resplandecen cada vez que subimos a un escenario o que simplemente transitamos por la Vía 40. Siempre hay alguien que llega de primero, por lo general es nuevo en el carnaval, por eso se hace acreedor del primer turno para el maquillaje, se hidrata, lleva curitas, le pone toallas sanitarias a los zapatos, se unta todo el cuerpo de bloqueador solar, y siempre atiende todas las recomendaciones de quienes llevan muchos años gozando de la fiesta. Hay ansiedad, el tiempo pareciera no avanzar cuando de pronto ya estamos sentados en el bordillo de la Vía 40 esperando el gran momento. Deleitarse viendo a todos los disfrazados pasar, tomarse fotos con famosos, retocarse, reír, compartir son el conjunto de cosas que todo comparsero vive antes de que empiece a experimentar el vibrante sudor que emana de los poros de un cuerpo que
reclama de cierta manera libertad, una libertad que se traduce en alegría desbordante e inagotable. Pero mi ritual es otro. Soy la última en maquillarme, en vestirme y, a veces, justo cuando voy a subir al bus me doy cuenta de que los elegantes zapatos altos que el zapatero me diseñó y me regaló, me aprietan; que el vestido de plumas y lentejuelas que mi modista confeccionó con dedicación y esmero me resulta incómodo, entonces regreso a mi cuarto y termino poniéndome las mismas suaves cotizas de todos los años, y el sencillo vestido de pantalón y blusa con su toro estampado en el frente, que completo con un sombrero divino (con el que me encanta desfilar), brillantes aretes y labios carmesí para regalar sonrisas por doquier a todo el que se me atraviese por delante. Así es mi ritual juepajisístico de cada carnaval.
En sus veinte años, Torito en Carnaval ha sido merecedora de 17 congos de oro en la categoría “Comparsa de Tradición Popular” y hemos obtenido un segundo puesto y dos fuera de concurso por participar en la Batalla de Flores y la Gran Parada.
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Letanías
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Hablemos de las letanías Que son la chispa del carnaval Las pregonamos durante cuatro días Nuestro patrimonio cultural.
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Henry Barrios Orlando Barrios
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Orlando Barrios
Con un verso bien picante Te lo digo en este día Cuando llega el carnaval Con sabor y alegría Empiezan nuestros versos Los grupos de letanías. Henry Barrios
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En este verso que te digo Enseguida te detallo La letanía es un verso Con mamadera de gallo.
as letanías son una forma de expresarnos con burla, exageración y picardía a propósito de hechos que acontecieron durante el año o en vísperas del carnaval, relacionados con la política, el deporte, personajes de la vida pública, noticias de impacto nacional e internacional o situaciones vividas en la familia, el barrio o la comunidad, y que son contadas en versos de doble rima con un coro que refuerza el rezo. A manera de plegaria decimos la verdad. El objetivo de las letanías es divertir, estimular la risa, sacarle al público carcajadas. Las letanías son la chispa del carnaval, un disfraz de mamadera de gallo. La letanía tiene importancia en el carnaval Te lo digo de verdad Aunque a veces nos tachaban De vulgares nada más. Ser letaniero es un gran honor. El público siempre lo aclama a uno y ver esos grupos de personas y palcos atiborrados gozando al oír cada pregón es una sensación muy linda. Las letanías son versos con rima En carnaval siempre presente Con nuestra lengua viperina Podemos criticar hasta el presidente. La letanía es muy solicitada Por todo extranjero que viene al carnaval Por eso nos gustaría Que nuestros versos sean llevados a nivel mundial.
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Y con esta me despido Y espero que nadie se ofenda Pero se les puede morir la “picha” El que no colabore con la ofrenda. Los letanieros vivimos pendientes de lo que sucede en la comunidad, los escándalos, las desgracias. Estamos atentos a ver si alguien “da papaya” por ser protagonista de un bullicio, sea persona pública o corriente y de cualquier estrato. Todo lo que sea noticia en radio, prensa o televisión, es lo nuestro. Eso sí, necesitamos de la inventiva, en especial para improvisar sobre temas que nos pide el público. Los versos que nosotros hacemos Son producto de la imaginación En cualquier momento La plasmamos con burla y exageración. Los grupos de letanías tienen entre seis y doce integrantes. Tenemos un director, unos compositores, los coristas y los rezanderos. Cada grupo tiene su coro Conocidos como letanieros Pero hay uno que es el principal Es llamado el rezandero. En el carnaval nos presentamos en el Festival de Letanías que se lleva a cabo el último día, el martes. Pero también nos buscan para presentarnos en eventos, almacenes, escuelas, universidades y actos empresariales.
En nuestras presentación utilizamos libretos con los versos en estrofas. El libro de cada grupo es sagrado, si se nos pierde es un problema. Las letanías son una forma de rebusque en el carnaval. Luego de rezarlas se pide al público un aporte y se hacen improvisaciones para animarlo a que colabore. Cuando alguien no da o da poquito es objeto de una letanía… Cuando viene el carnaval Con su sabor y alegría Nos rebuscamos pa la comida Muchos grupos de letanías.
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Ahora les quiero decir Los temas en que nos inspiramos En deporte y en política Y hasta el cacho lo criticamos. Las letanías son de ingenio y creatividad, Buena vocalización y dicción, Manejo de temas de actualidad, Hechos cotidianos en sus versos. Nuestros vestidos son llamativos. Usamos túnica de colores vistosos, brillantes. Algunos llevamos un sombrero acorde con el vestido y el calzado por lo cual marcamos la diferencia. Cartel de los Sapos
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Somos los que somos y los que hemos sido Orlando Barrios
El famoso José Dolores Como pregonero fue primero Haciendo versos de mil colores Pal carnaval barranquillero.
Seguimos con los honores de la linda fiesta mía para reconocer a José Dolores como líder de las letanías.
Los pregonaba con swing En la famosa Plaza de Abril.
Hagamos un reconocimiento a las Ánimas de Soledad que pregonan con mucho aliento los problemas de la sociedad.
Siguen los reconocimientos pal compañero Henry Barrios que desplaza su pensamiento con letanías sin diccionario.
El Testamento de Joselito dirigido por Wiston Valle merece estar en el librito que pronto saldrá a la calle.
Las Lenguas Mochas de Montecristo su nombre suena favorito.
Directores Esmeralda, Jorge Escorcia lengua mocha Ernesto Watts.
En la grandiosa tarima sin importarle la rima.
Ganadores de varios premios por su valioso genio.
En el primer escalafón nos dejó la tradición.
Los Criticones de La Esmeralda lo mismo que Las Malas Lenguas este homenaje los respalda y también Los Siete Lenguas.
De memoria su rosario con su líder Ascanio Barrios.
También es nuestra modalidá hay un grupo que se mantiene son Los Repelentes de Soledad reconocidos por Milton Jiménez.
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Ánimas Blancas y Recocheros junto con Ánimas Camperas por reconocimiento sincero por gozar la fiesta carnavalera.
Con El Correo de las Brujas las que mueven la aguja.
Las letanías son reconocidas por paradójicas y burlescas y que sean bien entendidas humorísticas y grotescas.
Cínicas, eróticas, insólitas irreverentes, irónicas.
Acompañado por Los Turpiales, que ya son tradicionales.
Ánimas Blancas, Fredy Cervantes director recochero, José Charrís.
El Gavi y sus Rezanderos y el Cartel de los Sapos siempre están entre los primeros por sus valiosos contactos.
Sus rezos son atrevidos con sus coros entendidos.
El rezo Estrafalario que viene de Soledad con sus lindos comentarios para alegrar a la comunidad.
Homenaje a su sabiduría en el encuentro de letanías.
Tenemos que recordar a Las Diosas de las Letanías mujeres que supieron pregonar al lado de las veteranías.
Fueron muy valiosas en el carnaval de la Arenosa.
Por último las debutantes las Chismosas del Carnaval que salieron muy campantes con su genio y entusiasmo oral.
Siguiendo la tradición de Ánimas Rojas con emoción.
Para hacer estas letanías me costó mucho trabajo pero las hice con armonía porque estudié en colegio pago.
Colegio de muchas leyes ese fue el de la seño Reyes.
Ya con esta me despido con mi cerebro cansado espero que hayan entendido letanías de los homenajeados. Ameeeeén
A Saúl Cueto de su amigo Calancho Quiero hacerle un homenaje A mi compañero con respeto Lo recuerdo en carnavales A nuestro amigo Saúl Cueto. Él amaba los carnavales Y en sus venas corría ese capuchón Hasta que vino un vil cobarde Y lo mató de una puñalada en el corazón. Cuando Saúl Cueto falleció Para el grupo fue noticia dura Porque él en vida nos pidió Que le rezáramos letanías en su sepultura Saúl Cueto lo llevo en el corazón A lo largo y ancho Yo quiero hacer este homenaje De parte de su hermano, el popular Calancho.
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La letanía es libertina Homenaje de Soley Del Castillo a Wiston Valle
Mente brillante, consejero, buen compañero, líder natural, eximio bailador e icono del carnaval. Ese fue nuestro amigo Winston Valle (izq.). Aquí rememoramos momentos felices vividos con él en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
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iston vivió como quiso vivir. Luis Marriaga, cumbiambero de tradición —Lucho, como él le decía—cuenta que tenía aproximadamente siete años de edad cuando lo conoció, pues era amigo de su hermano mayor y ellos estaban metidos en la organización de las famosas verbenas de Boston que se hacían entre las calles 60 y 62 con la carrera 44. Lucho también recuerda: Wiston comenzó a bailar en la Cumbiamba Tanganazo de sus primos Rivaldo en el Barrio Abajo y luego pasó a la del Cañonazo, entonces muchos coincidíamos con él donde hubiese eventos de carnaval. Luego, cuando se creó la unión de un gran grupo de personas partícipes del carnaval con los mismos ideales de defensa de los derechos de los artistas del carnaval, Wiston se convirtió para todos en el gran consejero por su liderazgo natural, transparencia, objetividad y juicio equilibrado.
Yo en cambio, como directora de la Cumbiamba Del Carajo, no podré olvidar sus dotes exquisitas para la danza. A muchas nos encantaba bailar con él. Nos hacía sentir las reinas de la fiesta. Sabía hacer lucir su pareja. Mucho departimos en el Rancho Currambero. Pero también mucho reflexionamos y trabajamos en pro de comprender y buscar solución a los problemas de nuestro carnaval. Por eso hoy quiero contarles la gran oportunidad que me dio la vida de poder oír sobre su vida, pensamientos y su transcurrir en el carnaval de Barranquilla en su última entrevista, realizada mes y medio antes de su partida. Sabíamos que era cumbiambero y también amaba las letanías. La cumbia fue su origen dentro del carnaval, ahí aprendió a gozarlo desde los ocho años. Hace dos lo dejó porque se cansaba. Hacer letanías para él fue inicialmente un producto de su desorden, de su andar carnavalero, más que un deseo o una afición. Luego se entusiasmó y empezó a dedicarse también a ellas. Por eso cree que fue algo fortuito. “La letanía no ha desplazado a mi cumbia”, afirmaba. Ya siendo director de las letanías salía dos días de cumbia y dos de letanías, y cuando se formaron las marimondas salió un día de cumbia, marimonda y letanía. Así duró como tres o cuatro años. Cada carnaval lo vivió intensamente, su familia lo aceptaba porque toda la vida fue así. En mi casa sabían que era muy raro verme llegar temprano —contaba—. Oficialmente llegaba a las seis de la mañana o iba a desayunar, asearme y
salir de nuevo. Y es que desde los ocho años el viernes antes de carnaval salía de mi casa con una bolsita de ropa para la casa de mi tía, la dueña del Tanganazo y regresaba el Miércoles de Ceniza con la misma bolsita sin usar, pues me colocaba ropa de carnaval solamente. Se que no es positivo pero era una realidad.
Cuando hablamos de sus sentimientos para las dos expresiones nos decía: “La cumbia la bailas en cualquier momento, sitio y hora, y hay disfrute al máximo de tus sentidos, el vivir lo que te produce la música dentro de ti”, en cambio las letanías las consideraba más exigentes. Aun cuando la letanía debe ser inmediatista, la noticia del ya, ahora, lo que está pasando, eso no quiere decir que no tenga que pensarse. Quienes escribimos letanías en el carnaval tenemos una preocupación y estamos pendientes de las cosas que pasan. A veces no desarrollamos los temas enseguida, luego vemos si persiste la situación, miramos su importancia en el mundo cotidiano y si vale la pena hacerle el trabajo. Eso lo hacemos todo el año.
Si le preguntábamos sobre los sentimientos encontrados de algunas personas sobre las letanías, ya que a unos les parece vulgar, a otros picaresca, a otros divertidas, él nos decía: Así como hay discriminación e indiferencia por lo folclórico, las letanías han tenido una persecución, no han sido bien tratadas. Yo tengo mis creencia y teorías. Como eran repudiadas debieron ser clandestinas, y sin material investigativo no hay dónde recurrir para decir es esto y esto. La letanía tuvo que hacerse, luchar en un medio obligado, creció en cantinas y, lógico, inicialmente se refiere al lenguaje de la cantina que es más libre y relajado. Hay quienes pretenden de la noche a la mañana hacer de la letanía un dechado de pulcritud y una corriente de verbos encantadores, pero eso no es
posible. Inclusive el mismo hecho de haber crecido dentro de la clandestinidad le ha dado una propiedad que es el libertinaje, y ella es libertina porque es repudiada y eso no se le puede quitar. Lo que sí se puede hacer, y nosotros estamos en ese proceso en estos momentos, es acostumbrarnos a que hay diferentes auditorios, y como tal leer estas según aquellos. Hay letanías para cada clase y tema. Afirmar que la letanía es esto… O sentar cátedras, hablar del régimen literario, de ella, de su conformación de manera dogmática es una falacia. Lo que sí vemos es que los versos no solo son sextetos, octavos, endecasílabos heroicos, realmente son los que se te ocurren, eso sí deben tener sentido común y tú los debes organizar bien. Está sucediendo un fenómeno interesante: hoy en día los constructores de letanías recurrimos al clásico de la literatura como antes, lo que no sucede con la poesía; hoy la poesía es moderna, ya no tiene armonías, ni métrica, y el sentido hay que escudriñarlo y no se le encuentra. Sabes, hay diferentes criterios sobre las letanías. Nosotros mismos quienes las construimos y somos directores tenemos conceptos diferentes. La letanía que hacemos en el carnaval no tienen una definición. Los interesados en esta expresión hicimos un foro y quedamos en solicitarle a la Real Academia que adicionen en la palabra letanía una acepción con referencia a: “Expresión folclórica del Caribe colombiano”, con eso nos basta para darle una explicación o sentido y podemos aclarar sobre ella. Pero solo cuando haya una palabra dentro del diccionario que signifique y refiera a lo que hacemos podremos empezar nuestro proceso formal de existir.
Al preguntarle por su legado al carnaval, Wiston se reía y honesta y sabiamente contestaba: “Al carnaval ya uno no puede dejarle nada, porque él es tan rico y a los ricos no les hace falta nada. Solo recuerdos a las personas cercanas”.
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Orlando Barrios
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as Ánimas Rojas de Rebolo se fundaron el veinte de enero de 1930, sábado de carnaval, en la calle 17 con carrera 22, Calle Soledad con Callejón de Ceiba. Estaban José Dolores Gutiérrez, Isaac Morón, Juan Escorcia, Juan de Las Salas y Enrique Lobelo, todos muchachos de esa época, entre los dieciocho y veinte años, albañiles y zapateros. Como se les había acabado el ron, José Dolores les dijo, vamos a sacar cualquier disfraz. Isaac Morón le contestó: Yo sé de un disfraz que es un capuchón negro con versos improvisados. Consiguieron lápiz y cuaderno e hicieron como veinte versos acompañados con la botella de ron blanco. Entre estos había uno que decía: Dicen las malas lenguas, entre ellas las de mi tío, en esta calle vive una vieja, que tiene siete marío.
las Ánimas rojas de rebolo
Ya con el libro terminado, Isaac Morón les dijo a sus compañeros, como esto es un disfraz de letanías, mañana domingo nos encontramos aquí a las ocho de la mañana. Isaac Morón le dijo, hey, falta el coro, José Dolores le contestó, como esta vaina es un rosario, el coro puede ser: Pague este rosario con media botella de ron. El coro lo mantuvieron 32 años, con los versos de una sola rima y con el capuchón negro. Para 1931 se integraron los señores Sabas Cuestas, Eugenio García, Clemente Ibáñez, Salomón Noriega y Catalino Gutiérrez. A medida que
pasaban los años se iban metiendo más integrantes a las Ánimas Negras: César Gutiérrez, Pablo Ballesteros, Joaquín Pérez, Tomás Ahumada, Alfonso Escalante, Tomás Villanueva, Rafael Villanueva, Francisco Gutiérrez, Pedro Ceras y otros más. Esa fue la primera generación de las Ánimas Negras, hoy Ánimas Rojas de Rebolo, porque el señor José Dolores, como era demasiado liberal, con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán decidió sacarlas de color rojo en los años cuarenta y nueve y cincuenta. La mayoría de esos integrantes ya fallecieron, menos dos: Alfonso Escalante y Tomás Ahumada. La segunda generación continuó con Gustavo Pedraza, Aldemar Conrado, Luis Noguera (fallecido), Hugo Bolívar, Daniel Villarreal, Gabriel Ramírez, Mayo Sierra (fallecido), Óscar Solano y Julio Noriega. Esa fue con el capuchón azul y con el blanco, desde 1962 hasta 1964. La tercera generación la comandó José Barrios Mendoza (fallecido), con Teobaldo Barrios, Orlando Barrios, César Viloria, Juan José Acosta, Juan Carlos Arango, Robinson Martínez (fallecido), Carlos Arturo Gameros, Genebaldo Noriega, Diógenes Charriz, Pedro Herrera y Teobaldo Rodríguez. Esa fue hasta 1974. En ese año comencé yo como director del grupo. Pero primero recorrí las calles de mi linda Barranquilla como abanderado por espacio de diez años. La cuarta y quinta generación de las Ánimas Rojas de Rebolo estuvieron comandadas por Orlando Barrios Mendoza, con Jorge de La Rosa, Francisco Ybarra, Wilson Racedo, Wilfran Ybarra, Rafael Ribera, Alfredo Guette (fallecido), Wilson
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Percances de un letanero Bermejo, Teobaldo Barrios Mendoza y otros que ya se han retirado y salieron con el capuchón rojo como sucede hasta el presente. Somos Líderes de la tradición por tener más de cincuenta años en el Carnaval de Barranquilla. Lo que más me gusta es que el público se ría cuando estamos pregonando los versos en los desfiles o en alguna residencia. A veces a nosotros nos da pena cuando pregonamos las letanías vulgares. Quienes más piden las vulgares son las mujeres y nosotros les decimos que son del ombligo para abajo, y ellas nos dicen que no importa porque estamos en carnaval.
A mi compañero Orlando Barrios siempre le manifiesto mi admiración Que Dios le mantenga con nosotros Pa’ que siga siendo líder de la tradición. Cincuenta años en Carnaval Con su letanía siempre presente Comencé con diente de leche y ahora ya uso puente. Henry Barrios
En 1977, más exactamente el martes de carnaval, las letanías Ánimas Rojas de Rebolo vivimos un momento amargo en el barrio Hipódromo de Soledad. Estábamos pregonando en un billar a donde nos habían llamado, y cuando terminamos de rezar, un agente de la policía se me acercó con cara de molestia y me pidió el permiso. De inmediato le mostré la inscripción de carnaval que en esa época la otorgaba la Corporación Autónoma del Carnaval. Su incomodidad era porque habíamos tirado unos versos plebe, es decir, colorados del ombligo para abajo, y en el sitio había una niña oyendo todo ese mondongo, que resultó ser hija del policía.
Ese fue el motivo por el cual nos metió presos en el cuartelillo del barrio Hipódromo donde duramos dos horas encanados, aunque tomando ron. Apenas nos soltaron fuimos a rescatar el libro de letanías que habíamos dejado encargado a una vecina del cuartelillo. Eso fue otro problema que tuvimos porque la vecina ya había desbaratado el libro, se quedó con el fólder de pasta y regaló las hojas coloradas. A la final recuperamos lo que era nuestro, aunque solo en parte, porque eran diez hojas y nada más nos entregaron ocho. Además, por esa encanada perdimos dos sancochos tradicionales.
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Henry Barrios
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SOMOS CALANCHO
Y SU ZAFARRANCHO
n el año 2013, con la clara visión de mantener la tradición oral, me desvinculé de las Ánimas de Soledad y el 15 de agosto fundé Calancho y su Zafarrancho. Participé por primera vez en el encuentro de letanías que se lleva a cabo los martes de carnaval y obtuve la más alta puntuación y el Congo de Oro, máximo galardón, con lo que me gané la admiración y el respeto de otros grupos por mi particular picardía y el contenido de mis versos, además de la parafernalia. Actualmente soy el presidente de la Fundación Diles —Directores de Letanías de Soledad— y en compañía de mi amigo Willton Jiménez, Diente Perra, trabajamos todo el año en actividades para aportarle a nuestro patrimonio inmaterial, el Carnaval de Barranquilla. Los integrantes que conforma Calancho y su Zafarrancho son, de mayor a menor, Jairo Mendoza el Nacho, Hugo Escorcia Comesaña, Manuel Vásquez el Jicho, David Chapulín, y el primo de David, el Fito. Yo, además del ser el fundador, soy el director. Desde el mes de septiembre comenzamos a hacer reuniones. De esta manera, cuando llega el carnaval, salimos bien afilados y hacemos un buen trabajo, que se ve plasmado en las risotadas que brotan en cada palco donde llegamos y obviamente en los ingresos que generan las ofrendas recibidas (dinero) por el público presente, repartidas por partes iguales al terminar el día en la sede del grupo, ubicada en la calle 31 n.º 24-32, barrio Ferrocarril.
Cabe destacar que el
El famoso “Calancho” Hoy lo quiero felicitar Porque me ha tratado Como muchacho Y me dan ganas de llorar
atuendo de mi grupo fue inspirado, con todo el respeto, en los cardenales y el papa. Fue elaborado por la “querida
Sigo con la inspiración En el pregón de las letanías Que me salen del corazón Para “Calancho” y su picardía. Con esa improvisación Parece una metralleta Cuando la lengua la suelta A cualquiera le puede dar en la jeta. Orlando Barrios
suegra mía”, Sonia Salas Arroyo, excelente modistasastre.
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Esther Hernández Morón
Somos disfraces
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l disfraz es primordial, básico en el carnaval. Sin disfraz este no es posible. Es el elemento más importante, es lo que nos da vida. Cuando nos lo ponemos, nos transformamos, entramos en un trance a la manera como lo hacían nuestros antepasados indígenas y afros con los tambores que tocaban en sus ceremoniales. En el mundo moderno el disfraz cumple esa función: nos permite soñar, transformarnos, sentirnos otro, hacer lo que queremos. El disfraz nos hace felices, olvidamos cualquier molestia que tengamos. Si durante el año tuvimos un duelo o estamos con algún problema, con el disfraz lo olvidamos. Uno no lleva el disfraz, el disfraz lo lleva a uno. Y cuando nosotros los artistas de carnaval somos el disfraz irradiamos un no sé qué que lleva a los espectadores a entrar en nuestro sueño. Debe ser el goce, la alegría, el entusiasmo que los atrae. Muchos hasta se meten en el espacio donde uno está, se sacan fotos, se ríen, se burlan y bailan con uno si llevamos música. Aun en la Vía 40 con los palcos, con las vallas que intentan separarnos del público, la gente se contagia, alza los brazos y se mueve y baila, se pone de pie, muchos se ríen, se la gozan también. Y en un carnaval como el de Suroccidente, el de la 17 o el de la 84, donde no hay palco ni vallas, la gente se mete a participar. Si pasa una cumbia, la gente baila. Si pasa un fandango, también. Si es una comparsa, el público te hace los pasos de la comparsa. Si es un disfraz individual o colectivo la gente se quiere tomar la foto con uno, lo llaman, hasta carga uno a los pelaos para hacerle
Giselle Massard, del disfraz colectivo Disfrázate como quieras
la foto. En fin, el disfraz genera todo un estado de ánimo que se irradia y logra que la gente se relaje y se ponga a tono con ese momento. En tiempos pasados, la gente se disfrazaba con lo que tenía en su casa y salía así, sin más, pero eso ya no se da tanto. La gente de pronto se disfraza para ir a un baile, y entonces uno los ve en la calle, pero eso que pasaba antes que la gente rebuscaba en sus armarios y armaba como fuera un disfraz, ya no se da. Hay sectores en donde se hacen eventos especiales, como por ejemplo en La Magdalena; allí el 1.° de enero que hacen la apertura del carnaval se ve mucha gente con disfraz, se ponen su pollera y salen a bailar. Lo que sí viene ocurriendo en los últimos tiempos es que la gente usa muchos accesorios alusivos al carnaval, aunque no podríamos decir que es un disfraz. También es verdad que el carnaval se ha masificado y hoy en día hay muchos eventos a los que la gente va, antes los disfraces iban a la casa de uno, ahora la gente va hacia donde están los disfraces, hacia la Vía 40, hacia la 17, hacia Suroccidente. Antes los grupos se desplazaban por las calles, pero Barranquilla ha crecido, ya no es la ciudad chiquita de otros tiempos. Si hablamos de disfraces en el carnaval, debemos decir que la organización en la actualidad, para efecto de sus presentaciones y premios, diferencia los disfraces individuales de los colectivos. Muchos llevan años saliendo y grandes y chicos los esperan.
Hoy por hoy diríamos que no hay carnaval sin Hugo Chávez, Joe Arroyo, Cantinflas, Barriga de Trapo, Raúl Reyes, María Moñitos, por nombrar apenas unos disfraces individuales, o sin El Mohicano Dorado, la Diosa y sus Guerreros, Comando Especial, Los Cabezones, Los Descabezados, Las Gigantonas, El rey León y las Negras Bullangueras, entre muchos más en la categoría de disfraces colectivos.
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Atala Ochoa Torrenegra
U Soy La barriga de trapo
n buen día, sentada en la sala de mi casa viendo televisión, me sorprendió mucho lo que oí: “Noticia de última hora: mujer embarazada de ocho hijos, ocho hijos de trapo”. De inmediato me levanté y pensé, “aquí está mi disfraz”. Fui corriendo a mi cuarto, busqué una bata de dormir, cogí dos almohadas y me las puse sobre mi barriga. Caminé a buscar a mi mamá y al verme comenzó a reírse y a reírse, luego exclamó: “Y ¿ahora tú qué? Eres la Barriga de Trapo”. “¡Ahí estás tú pintada!”. Les conté mi intención sobre el disfraz, les gustó y me apoyaron. Comencé a buscar detalles: pelucas, chaquiras, almohadas, vendas y todo lo necesario para caracterizar bien al personaje. Llegó el sábado de carnaval y todos los vecinos estaban a la expectativa. Cuando me vieron formaron una algarabía, me aplaudieron y entonces me dije: “Atala, todo está bacano”. A la Vía 40 me tocó ir caminando porque no cabía en ningún taxi. ¡Y qué trayecto! Todas las personas se tomaban fotos con mi disfraz y lo más curioso eran los señores posando y agarrando con orgullo la barriga de trapo, algunos decían: “¡Nojoda, así quisiera preñar a mi mujer!”. Cuando llegué al cumbiódromo, qué sensación tan inmensa, no podía creer cómo ovacionaban a la Barriga de Trapo, y desde los palcos y andenes muchos señores apuestos al lado de sus señoras decían: “¡Ey, Barriga de Trapo, esos pelaos son míos, me los cuidas”. Algunos lograban posar con rapidez con ese machismo que sacaban para sentir suya esa barriga. El recorrido fue espectacular. Niños, jóvenes y adultos se alegraban con el nuevo disfraz.
¡Y qué decir de los periodistas y medios de comunicación! En todo momento la Barriga de Trapo era de su interés. En el recorrido del desfile no tuve un momento de descanso porque el público la reclamaba en escena. Terminó el desfile y qué odisea, no hubo un vehículo para volver a mi casa, nuevamente empecé a caminar acompañada de las personas que se sumaban muy entusiastas al disfraz. Pasan los años y el disfraz toma más fuerza y simpatía.
El día que conocí a Barriga de Trapo En un paseo con mi familia por las playas de Cartagena, se acercaron dos jóvenes a ofrecernos masajes y trencitas. Me quedé mirando detenidamente a una de ellas y al rato le dije, tú te pareces a la Barriga de Trapo. Sonrió y me miró, al tiempo que la compañera dijo, “si fuera ella le daría un puño”. Le pregunté, “¿por qué le harías eso?”. Muy segura contestó, “porque es boba, allá en Barranquilla hay una mujé que está haciendo plata a costillas de ella, le dije que la demandara y no quiso”. Pregunté, “¿y quién es esa mujer?”. Respondió jocosamente, “¡ay, la Barriga de Trapo!”. Entonces le dije, “¿eres la verdadera Barriga de Trapo?, ¿eres Liliana?”, y de inmediato le dije, “esa mujer no te ha hecho nada, ella solo saca el disfraz para mofar esa idea maravillosa que tuviste para retener a tu marido”. En el diálogo me narró con detalles cómo había hecho semejante barriga sin que la descubrieran, al final le conté que yo era esa mujer que saca ese disfraz, ella se alegró, nos tomamos fotos y me dijo que le averiguará por la periodista que le había ofrecido una casa.
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De cuanta vaina
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Carlos Sojo
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os barranquilleros de antaño se disfrazaban “de cuanta vaina” para disfrutar las fiestas. De allí surgió la idea de conformar una comparsa que llevara ese nombre y fuera la oportunidad de reunirnos unos cuantos compas a disfrutar. De a poco fui convocando gente y reunimos cuarenta personas disfrazadas “de cuanta vaina”. Pasado el carnaval de 1996, cuya reina fue María Cecilia Donado, tomé la decisión de sacarla al ruedo. Congos, marimondas, arlequines, negritas puloy, garabatos, son de negros han sido los disfraces que usamos en las actividades y desfiles, con el acompañamiento musical de orquestas, bandas y amplificación grabada. Durante muchos años concursamos por el Congo y dejamos de hacerlo del 2008 al 2014. Por nuestro grupo han pasado miles de gocetas de Barranquilla, del resto del país y del exterior, que han vivido y sentido la adrenalina carnavalera en su máximo esplendor. Por filosofía, en De Cuanta Vaina acogemos con cariño a quienes pese a algunas limitaciones, desean sentir la vivencia de gozar el carnaval. Muchos han formado parte de nuestra agrupación donde sienten que son uno más. Nuestro grupo es de todos. Propios y extraños pueden formar parte de él.
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El Soñador Suenan los bre… y nos comienza la piquiña… Se acerca el carnaval… cuenta regresiva. Ese sentimiento de estirpe currambera nos va acercando, buscamos nuestro grupo folclórico y con ello la consabida pregunta: ¿cuándo empezamos ensayos? El Soñador sintió una punzada de frustración: quería participar y rogó a Dios para que se le cumpliera ese deseo. Por esos azares de la vida nos encontramos y el sueño no parece tan lejano. Tal como habíamos acordado, un día llegó a nuestro ensayo con la camiseta verde que es la que usan las marimondas. En De Cuanta Vaina lo recibimos como uno más. Su rostro era todo felicidad. Pero algo le incomodaba, hasta que un buen día lo dijo. Nos confesó que no quería llevar la careta, quería verlo todo; además, temía que el calor lo agobiara. Los retos nos encantan, así que todos nos fuimos a casa con la pensadera. En el siguiente ensayo, ¡oh, sorpresa! Todas las marimondas decidieron que era buena idea llevar el rostro destapado. Además, valía la pena hacerle el dos a este soñador. Entonces nos ingeniamos una cachucha con los símbolos de las marimondas que llevaríamos todos, incluído él, en el desfile anhelado por tantos: Batalla de Flores. El día llegó. Eran las cuatro de la mañana del sábado de carnaval. La ansiedad, como tantas veces, como cada año, me dominaba. Soy el director y quiero que todo salga a la perfección. Pensaba en El Soñador, “seguramente está igual que yo”, me digo. Llegé al despuntar el día a la Vía 40 a revisar la logística, a organizar todo. Poco a poco se fue armando un rompecabezas hermoso y colorido.
Bajo un sol canicular nos encontramos, él, los demás miembros del equipo, y yo. Pronto nos sumergimos en la algarabía propia del predesfile: carrozas, disfraces, grupos, sonido, música, sed. No veíamos la hora de comenzar. Al fin nos dieron la orden de salida y arrancó nuestro grupo. Retumbaron los primeros acordes musicales y la calzada se fue llenando con los personajes de De Cuanta Vaina. Una hermosa policromía invadió el asfalto: el rojo de las Puloy, el verde de las marimondas, el amarillo de los capuchones. El público respondía, bailaba y brincaba a nuestro paso. Todo eran gestos de admiración, sonrisas, aplausos, cámaras, flashes. Ellos y nosotros vivimos una indescriptible gozadera. ¡Lo estamos pasando bien!, nos decíamos. Trabajamos y ensayamos mucho y la respuesta de los espectadores era nuestra recompensa. “Te olvidé”, “La guacherna” y demás melodías propias del carnaval invadieron la Vía 40. Son notas musicales que nos electrizan a todos. Sin saber a qué hora, devoramos los 4700 metros de recorrido y no sentimos el cansancio. Pasamos con tranquilidad la zona de jurados. Nuestro grupo no bailó, ¡levitó! Al terminar vino lo mejor: en el punto de reunión donde nos dejaron los buses, una frase nos caló en lo más profundo: “¡No hay nada que hacer, quien lo vive es quien lo goza!”. Quien la dijo no bailó, estaba en su silla de ruedas en el tráiler cumpliendo un sueño: estar en el carnaval. Santiago, el Soñador, a su corta edad y antes de que se lo llevara una enfermedad, nos ratificó lo que nos lleva año tras año a estar allí: que en la vida es mejor ser protagonista que espectador.
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Carlos Cervantes
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Soy El Mohicano Dorado
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i disfraz es un homenaje a la leyenda indígena de El Dorado, una alegoría a la casta de valientes indígenas que por la labor depredadora de los colonizadores quedó reducida a la imaginación. Dice la leyenda que el cacique del pueblo indígena muisca del altiplano cundiboyacense, cubría todo su cuerpo de oro y junto con varios sacerdotes llevaban ofrendas a sus dioses en la laguna de Guatavita, en medio de una ceremonia en la que danzaban al son de la flauta, los tambores y los caramillos. No obstante, el nombre “mohicano” no pertenece a la cultura indígena colombiana, lo tomé de una película basada en la novela histórica El último de los mohicanos, escrita en 1826 por James Fenimore Cooper. En ella se muestra una tribu de algonquinos de los Estados Unidos, pertenecientes al tronco de los iroqueses, que se tatuaban y adornaban con plumas. Sus armas eran las lanzas y la tomahawk (hacha) que portaba el chingachgook (jefe mohicano). La historia de cómo inicié este personaje fue así. Un Miércoles de Ceniza, hace ya 34 años, descansando de la larga jornada de precarnavales y carnavales, me senté frente al televisor y me capturó la serie de Televisa El último de los mohicanos. Después me dirigí al baño y en mi paso por el comedor me di cuenta de que en la mesa había una enciclopedia que estaba leyendo mi hermana y me sorprendió mucho al ver el título y el dibujo de lo que estaba allí plasmado: la Leyenda de El Dorado. De inmediato se me iluminó la mente, se
me desorbitaron los ojos, había encontrado lo que quería. Antes ya me había disfrazado de caníbal africano, de Shaka Zulú y de Kunta Kinte y, aunque me habían traído triunfos, alegría, familiaridad y compañerismo, deseaba un cambio. Decidí que haría un disfraz que resultara de la combinación de una cultura indígena norteamericana y una de las nuestras. Adapté los personajes poniéndoles en todo el cuerpo los colores dorado y plateado y agregándole collares, escudo, lanzas y con una marcha ritual. Como mohicano voy de dorado y los acompañantes van plateados para darle más colorido y emotividad al disfraz, así deleitamos el gusto visual y brindamos alegría a los espectadores. Esto lo vivo como la expresión profunda del corazón y el sentir de mi disfraz. Cuando ingresé al desfile por primera vez mi disfraz fue la sensación. Camarógrafos, fotógrafos y periodistas no me dejaban circular. El público fue muy generoso con sus expresiones de admiración. Fue tanta la acogida, que clubes, hoteles y discotecas me llamaban para contratos de animación en horas locas, para matrimonios, cumpleaños y convenciones en Cartagena, Medellín y Bogotá. A su vez fui invitado especial a la Caminata Solidaridad por Colombia y me he presentado en teatros como el Amira de la Rosa. Grandes fotógrafos de revistas me han sacado en periódicos y en videos con cantantes como Tito el Bambino, Baby Rasch, Marala, Checo Acosta, Pedro Ramayá y Álvaro Ricardo. Hoy en día me siento transportado a las alturas en cuerpo y alma por haber logrado convertir el mohicano, producto de un capricho, en un símbolo
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del carnaval. Tanto mi familia como yo nos sentimos orgullosos por esta creación, que han heredado mis hijos y nietos, quienes le siguen dando vida y lograrán mantenerlo después de que el Todopoderoso me llame a rendirle cuentas. Gracias, gracias a todos los que me han apoyado.
Un disfraz que cada año se renueva Todos los años a partir de noviembre empiezo a meditar qué cosas nuevas puedo ponerle a nuestro disfraz. Gracias a Dios en la actualidad cuento con patrocinadores que año tras año me colaboran en lo económico y recibo el auxilio que nos ofrece la Fundación Carnaval de Barranquilla. Al principio yo mismo me costeaba, con la prima de diciembre, todos los gastos de maquillaje, telas, refrigerios y transporte, ya que nunca he acostumbrado a que mis integrantes tengan que pagar cuotas o comprar su atuendo. Todo para ellos es gratis. Mis hijos Juan Carlos y Johana son los encargados de hacer realidad todo lo concerniente a lo nuevo que vamos a hacer en nuestros desfiles.
Nuestra preparación Los ensayos empiezan en diciembre. No tengo necesidad de hacer convocatoria pues los que quieren pertenecer a nuestro grupo espontáneamente se presentan desde diciembre hasta inicio de carnavales. Son tantos, que tengo que hacer selección; lógico que los antiguos tienen prioridad. La transmisión de saberes y la preparación se hace por grupos. Hoy en día tenemos los siguientes: • Mohicano Dorado, la Diosa y sus Guerreros: Somos 17 integrantes, entre ellos dos mujeres adultas. • El último Mohicano, la Leyenda Continúa: Dirigido por mi hijo Juan Carlos, quien desfila
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conmigo desde 1985 y actualmente lleva sobre sí la responsabilidad de seguir con la tradición. Está conformado también por 17 integrantes, 3 de ellos son mujeres jóvenes. • Auténtico Semillerito, Mohicanitos Dorados: Grupo infantil dirigido por mi hija Jobana Patricia Cervantes M., conformado por 12 niños entre los 5 y los 15 años. El mohicano es personificado por mi nieto Allan, quien participa en el desfile desde 1992 cuando tenía tres años; siempre me ha admirado, lo mismo que a su tío. En este semillero se les enseña a los niños el origen del disfraz, qué significa, qué quiere expresar, quién lo creó y cuándo. Se han presentado en Medellín, en varios municipios del Atlántico y han participado en el Carnaval de los Niños, la Batalla de Flores y la Gran Parada. Los ensayos son periódicos y cortos. En ellos se les enseña las formaciones militares guerreras, la preparación de los atuendos (collares, lanza, escudos, peinados, guayuco), cómo preparar el maquillaje y cómo aplicárselo uno a otro. También hacemos ensayos corporales de gesticulación y de preparación de los pies descalzos. Nuestra práctica de movimientos en el escenario del carnaval es muy importante, pues todos los integrantes del grupo son responsables de ejecutar con profesionalismo todos los movimientos y gesticulaciones, siempre con respeto hacia el público. El valor de ser artista del carnaval es algo a lo que le damos mucha importancia en la formación. Para que los padres de familia, los hijos, novios o hermanos apoyen a los artistas durante su presentación a lo largo de la Vía 40 y ante el jurado y el público, hacemos reuniones con ellos. Así, además, se sienten partícipes y están pendientes de lo que les pueda faltar a sus allegados. También contamos con un cuerpo logístico (enfermera, aguatero, costurera,
tesorera, encargado de los niños, familiares y vecinos) con el que nos reunimos con anticipación, asignamos responsabilidades, y debatimos qué está bueno y qué está malo.
innumerables menciones honoríficas de la Alcaldía y la Secretaría de Cultura, de colegios, y de grupos folclóricos que han seguido nuestros pasos usando maquillaje dorado como la diosa del Mohicano.
Mi mayor trofeo
Infortunios en carnaval
Los aplausos del público, las entrevistas, los diálogos con artistas famosos y con modelos a los que les causa curiosidad mi disfraz, los halagos del público —principalmente de la población infantil—, son mi mayor trofeo. Me siento muy feliz cuando los padres de familia me llaman para que pose en una foto con sus niños. También he recibido muchos reconocimientos. Este año fui bendecido al ser nombrado rey Momo 2015 y me siento muy orgulloso. A la fecha llevo en mi haber 18 congos de oro, premio otorgado a aquellos que logran ubicarse entre los mejores por su imagen, por parafernalia, por no salirse del contexto, por su responsabilidad y entrega total al carnaval. También llevo varias placas otorgadas por ocupar el segundo y tercer lugar, más
Son muchas las situaciones difíciles que vivimos los artistas, momentos espinosos de los cuales el público ni se da cuenta. Recuerdo aquella vez, un sábado de carnaval en la Vía 40, cuando tuve que desfilar con ampollas. Ocurrió así. Frente a la empresa Celanese, un carrotanque con ácido sulfúrico tuvo un escape en una de las tuberías y lo regó en el pavimento. Los bomberos lo lavaron, pero quedaron residuos. Cuando pasé por ese lugar no me percaté, sino hasta cuando uno de los bomberos que se encontraba allí me llamó y me hizo lavar los pies. Después sentí piquiña y se me fueron formando ampollas; poco a poco fui reventándolas con una nodriza y pese a esto así terminé el desfile y ocupé el primer puesto.
Liseth Meza, hija de mi prima Jomaira García Cervantes y del cardiólogo Hugo Meza, está radicada en España con su esposo canadiense a quien se lo levantó en un desfile de la Batalla de Flores personificando a la mohicana. A través del lente de su cámara quedó enamorado de ella.
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Fernando Ferrer La muerte no es macabra, es un paso a la vida eterna.
somos El ceremonial de la muerte
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l ceremonial de la muerte fue un producto del sincretismo mágico religioso que se consolidó en Soledad en el siglo XIX, cuando formábamos parte del Bolívar Grande. Se llevaba a cabo todos los veinte de enero, día de san Sebastián, uno de los patronos de Cartagena de Indias, preludio de Nuestra Señora de la Candelaria, que se celebra todos los dos de febrero. El ceremonial consistía en que los disfraces alegóricos a la muerte a partir de ese día salían por las noches a recorrer las oscuras y arenosas calles de la ciudad, para asaltar el palacio de los presidentes, que más tarde fue el palacio de la reina de los carnavales. Todo era un jolgorio colectivo en el que los niños eran los que más se divertían. Las muertes salían de los cuatro puntos cardinales de la ciudad con sus respectivas garrochas, al son de flautas de millos y tambores. Esa tradición duró hasta los sesenta cuando desapareció ese patrimonio, que solo se presentó en Soledad , Atlántico. Actualmente volvió a florecer el ceremonial de la muerte a partir de 1998, cuando junto con Arnulfo del Valle, fruto de una investigación cultural, decidimos rescatar esa tradición. En esta nueva etapa se contó con la actuación de una sola muerte, con el acompañamiento de la danza Reino Bestial de Giovani Osorio y el grupo de cumbia de Alejandro Ganzabalo. Se hizo la recuperación del ceremonial con un recorrido corto por las calles de Soledad, en donde la Muerte con su guadaña correteaba a los niños y a
los desprevenidos y se finalizó con el combate entre esta y la reina de los carnavales. La reina vence a la Muerte cuando grita, ¡qué viva el carnaval! Hoy el ceremonial arranca con un desfile multitudinario por las calles principales de la ciudad. Más de cincuenta disfraces de Muerte y decenas de danzas de garabato asaltan el palacio de la reina de los carnavales, y culmina con un soberbio combate entre la vida y la muerte en la Plaza de San Antonio de Padua de Soledad.
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La Pilandera de mi Pueblo Vitalia Díaz Iglesias
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anuel Padilla Morales nació en Sabanalarga el 28 de marzo de 1957 en el hogar de Pablo Padilla Hurtado y Andrea Morales. A su mamá le gustaba disfrazarlo y desde niño participó en comparsas. Ese entusiasmo fue creciendo y a la edad de 11 años lo invitaron a participar en una comedia de Candelaria Hurtado, que lleva como título Ofelia la bailadora con la que se dio a conocer. Desde entonces empezó a darle vida a su primer disfraz individual de mujer, con la colaboración de su madre. La primera vez que salió de su casa sintió pena, pero ese sabor que lleva en la sangre le dio valor para la contienda; a cada lugar que llegaba lo aplaudían y le daban dinero, lo cual lo emocionaba cada vez más y opacaba cualquier asomo de vergüenza que pudiera tener. Luego vinieron otros disfraces: La Pilandera de Mi Pueblo, La Cordobesa, La Pescadora, La Yegua Tradicional con Ruedas, entre otros. Cada disfraz lleva un mensaje y todos los tiene muy presentes. Uno de sus recuerdos más preciados es haber participado en el Reinado de la Ganadería en Córdoba donde ocupó el primer puesto. Su vestido fue elaborado con la trenza del sombrero vueltiao y cuando salió a la tarima el apoyo del público fue total. Aún hoy al hablar de ello su emoción se deja sentir. Y es que Manuel es un sentimental. Recuerda con mucha nostalgia que sus padres le contaban historias de fiestas de carnaval de años pasados en los que nadie se quedaba en casa y participaban en diferentes danzas, que con el paso de los años
se fueron extinguiendo, tales como las iguanas, los indios bravos y las ovejas. En su memoria y en su piel quedaron grabadas desde ese entonces canciones como La pollera colorá, El gallo giro y Te olvidé. Con mucha gratitud recuerda a su primera maquilladora, la señora Rosa Gómez, y cada salida suya con disfraz es un homenaje a Mercedes Rivera, quien diseñó y elaboró sus trajes, lo que lo ha hecho merecedor de reconocimientos de la Fundación Carnaval de Barranquilla por participar con vestidos bien diseñados, coloridos y con brillos despampanantes. Con orgullo dice que ella fue su primera y
única novia. Con ella se casó. Infortunadamente murió hace unos años. El vacío es grande, pues Mercedes siempre estaba pendiente de los tocados y de los accesorios de cada vestido. Los aplausos y el calor del público son su mejor premio para continuar representando y aportando a cada uno de los eventos en los que participa en Barranquilla, Santo Tomás y Sabanalarga. También se ha presentado aproximadamente en 28 eventos departamentales, haciendo carnaval y mostrando su gran amor a la cultura. Está inscrito en el Carnaval de Barranquilla desde hace 18 años; allí ha ganado varios congos de oro en la categoría de disfraz individual. A su vez ha participado en comedias y letanías con su tío Luis Padilla Hurtado y con Guillermo Morales Cervantes. Actualmente tiene una escuela de danzas, trabaja con niños de entre 8 y 12 años. Es director también de una comparsa que lleva por nombre “Los Potros Locos”, conformada por pequeños cuyo vestuario es parecido al del congo (pero con diferentes colores), quienes llevan un caballito de madera con cabeza movible y silla de colores, e interpretan una hermosa coreografía al ritmo de la canción “Se encogió mi caballito”. Una de sus metas es organizar una comparsa con niños especiales y que llevaría por nombre: “Signos del Mundo”, en la que cada uno portaría una insignia de un país distinto. Otra meta casi por culminar es publicar sus poemas.
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Amigos de disfraces, ¡gracias! Carlos Cervantes
Libardo Luna es Mario Barakus Personaje muy solicitado y compañero de muchas presentaciones en Medellín, Bogotá, Pereira y en fiestas y aniversarios. Es servicial y presto a ayudar en todo lo referente al carnaval. Aquí acompañado del famoso Jonh Hannibal Smith.
Jairo Meza es Joe Arroyo Jairo Meza es un técnico en refrigeración que los fines de semana y en carnaval se dedica a imitar a su ídolo musical,
Carlos Castro es Cantinflas
el Joe Arroyo. Lo hace desde 1987 cuando unos familiares
Lo admiro como persona, como amigo y como artista.
de Estados Unidos vinieron de visita y les cantó la canción
Forjador de la tradición cantinflesca, actor y panadero de
“Echao pa’ lante”. Un primo que era el agasajado le dijo
profesión.
que lo hacía muy bien, y que debía tomar con seriedad esa mamadera de gallo. En dos ocasiones ha sido ganador del Congo de Oro. En el barrio Ciudadela 20 de Julio lo reconocen como el Joe, con quien tuvo la fortuna de encontrarse el 16 de noviembre de 2006 en el último concierto de Shakira en Barranquilla. En ese tiempo trabajaba en el máster de
Ana Carmela Barrios es Celia Cruz
iluminación del estadio y aprovechó para acercársele a
La popular Celia Cruz, bailarina, fonomímica, recochera,
Eduardo Aldana Rada es Popeye el Marino
saludarlo. De paso le pidió que le regalara unos trajes y él
compañera inseparable de todos los que pertenecen al clan
En época de Carnaval suele vérsele con su disfraz
le dijo que contara con ellos, palabras que cumplió más
de los disfraces. Al lado de ella no hay momento triste.
vendiendo Bon Ice en el Paseo Bolívar, por los lados de la
adelante y hoy en día a mucho honor usa sus prendas.
Todos la queremos.
Plaza de la Paz y cerca a la casa de la Casa del Carnaval.
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Compañero, sé que desde los
Luis Carlos Estrada Mogollón es Indio Pielroja
cielos te diviertes y nos envías
Excelente disfraz. Me
energía positiva. Te recuerdo
siento orgulloso de haber
permanentemente. Me sentía
compartido con él varias
completamente orgulloso de hacer
presentaciones. Vistoso,
el recorrido en los desfiles al lado
bastante colorido. La
tuyo. Tu amigo, Mohicano.
seriedad que le impone a
Emil Castellanos (q. e. p. d.) era María Moñitos
su caracterización le valen
Hoy Iván Varela, con un enorme
ser llamado artista del
parecido a Emil Castellanos, le da
carnaval. Con él discutimos
vida nuevamente al personaje.
ideas nuevas para los disfraces, nos enfocamos principalmente en el maquillaje.
Euclides Ahumada Villarrea, la Negra Soledad Estilista, decorador, maquillador. Artista completo, entregado a su disfraz con responsabilidad y profesionalismo. Hombre católico, aguerrido y excelente compañero perteneció al Esplendor del Carnaval. Fue reconocido a escala nacional, participó en la Caminata Solidaridad por Colombia y en el Festival de Verano. Euclides, dejaste un gran vacío en el carnaval, amigo. Te extraño mucho.
Víctor Cantillo es Dios Africano Creador de los disfraces colectivos Dios Africano y Gorila de Fantasía. Obtuvo varios congos de oro. Otro personaje más que se gana el cariño del público con sus lindos atuendos. Serio, muy ordenado y celoso con sus disfraces. He compartido mucho con él en presentaciones y es muy
Juan Ruiz es Hugo Chávez
Armando Ibáñez es Raúl Reyes
Edgar Estrada es Mono Jojoy
estricto con el horario, el maquillaje y la puesta en escena.
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Los Cabezones Los primeros cabezones fueron patrocinados por Cafetería Almendra Tropical. Hoy en día hay muchos porque se hicieron iconos del carnaval; si no están ellos se ve un vacío porque la ciudadanía ya los tiene en mente.
Manuel Rodríguez, es El Decapitado
Los descabezados, director Wilfrido Escocia
Ganador de varios congos. Llama mucho la atención
Ismael Escorcia fue el creador en 1954 del disfraz del
porque la gente mira y mira para ver cómo es el cuento de
descabezado, como recuerdo del tiempo de los chulavitas,
la cabeza en el azafate.
cuando decapitaban a los opositores de uno de los partidos políticos, y llegaban los cuerpos flotando por el Canal del Dique. Siguen la tradición el hijo de Ismael, Wilfrido Escorcia Salas y su nieto Wilfridito Escorcia, rey Momo 2008.
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Mario Tarud es @papaquillero Estando en el Salón Burrero de su sobrina
Edith Caro Martínez es La Frutera
Daniela Cepeda Tarud, la Reina del Carnaval del
Señora muy alegre, incansable en sus presentaciones, no se sienta, en
Bicentenario, una persona se le acercó le dijo
todo momento baila con alegría y entusiasmo. Su presencia le da un
tres veces la palabra Francisco. Él y quienes le
toque especial al carnaval. Edith también ha personificado a Esthercita
acompañaban no entendían qué quería decirle,
Forero.
hasta que dijo: Sí, tú, te pareces al Papa Francisco. Todos se voltearon y consintieron con la mirada y la expresión: Ñerda, sí, es igualito. Desde su primera
Miguel Fernando Herrera es Cara Sucita Junto con su padre José Fernando Herrera –Carasucia– han sido ganadores de varios congos. Ahora los acompaña el pequeño Ángel Gabriel Herrera. En el día a día Miguel Fernando es vendedor de libros didácticos.
Fantasía Cabaret de Gabriel Marzán
aparición en el Carnaval fue aclamado y ahora
Ganador de muchos congos. Ha viajado llevando nuestra
esperado por el público.
cultura caribeña a casi todo el país.
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En homenaje a las mujeres palenqueras
Las Negras Bollongas
Negra Bullanguera
Disfraz colectivo dirigido por William Rafael
Alejandro Arrieta es su
Fernández Solano. Muy representativo en
director. En compañía del
el carnaval, año tras año sientan buenos
difunto Euclides Ahumada,
precedentes. Las caracteriza la coquetería y la
es decir la Negra Soledad,
alegría.
fueron los fundadores de Las Negras Bullangueras. Lo de ellos es la elegancia
Las Negritas del Swing o Negras Ganzúas Sudirector es Luis Miguel Freyle. Usan máscaras que ocutan su identidad a la manera como hace años ocurría con las Negritas Puloy. Con su coquetería seducen al público.
en el vestuario, cada año buscan sobresalir con él y en la decoración de la ponchera.
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César Martínez Liliana Lara José Llanos Rafael Morales
¡C
arnaval sin máscaras no es carnaval! Y no lo es porque sin ellas deja de estar presente el elemento juguetón de ser y no ser: del anonimato, de pasar frente a los conocidos sin que estos sepan de quién se trata, de ver sin ser visto, de preservar la intimidad en medio de miles de personas que aplauden y disfrutan de la fiesta y, a la vez, de ser otro por unas horas, lo que cada quien quiera, de ponerse otra piel y actuar distinto, de salirse de lo cotidiano y de las normas sociales y dar rienda suelta a la creatividad, a la burla y a la alegría protegido por la máscara.
Ponerme una máscara es cambiar por un momento mi personalidad. Maricarmen Morales La máscara, propia de muchas culturas, tiene en el Carnaval de Barranquilla un espacio donde se mezclan aquellas de los pueblos aborígenes de América con las que trajeron los africanos y los europeos, lo que ha derivado en una rica tradición. Para la máscara, el carnaval es su escenario predilecto, llegó a él y se posesionó.
La máscara es la esencia del Carnaval de Barranquilla, es la mejor representación y es ancestro de las danzas y de los disfraces. Baltazar Sosa
Es el elemento indispensable, es la identidad de un disfraz o de una danza. Sin las máscaras se pierde la esencia del carnaval, es un elemento imprescindible del disfraz o de la danza que lo identifica el público. Gastón Polo Para el carnaval, hábiles artesanos, muchos de ellos autodidactas, recurren a una gran variedad de materiales que transforman con ingenio y creatividad en sus talleres para dar vida a múltiples personajes: toritos, pájaros, monos, caimanes y lo que la imaginación requiera.
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Mis máscaras hablan de Galapa José Llanos
Con las máscaras mantenemos una tradición cultural Luisa María Pertuz
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a máscara ha venido a tomar auge hace poquito, anteriormente pasaba el carnaval y ya, se guardaban para el año entrante, pero hoy no, la máscara ha ocupado un lugar especial en distintos escenarios, en otras festividades, en fiestas particulares y como objeto de decoración en casas, oficinas, centros comerciales, hoteles. Nuestro taller es familiar, y cuando llegan grandes pedidos acudimos a personas de nuestro municipio que conocen el arte para que ayuden a empapelar, dar base, dar lija. Aquí han aprendido porque yo les he enseñado; y algunos llegan aquí y aprenden viendo, de la misma manera como aprendí yo en los tiempos aquellos de cuando veía a los artesanos. Me financio con un aporte de la Alcaldía de Galapa; la Junta del Carnaval da una ayuda también, pero no es suficiente. Yo invierto bastante dinero y dedicación en mis máscaras. Las renuevo constantemente. Siento pasión por mi oficio y me gusta hacerlo bien. Aparte, sé que mis máscaras hablan de Galapa, municipio cuna de muchas manifestaciones folclóricas y siempre aporto a que su nombre quede muy en alto.
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i nombre es Luisa María Pertuz y tengo diecisiete años. Soy hija del artesano de Galapa Luis Alberto Pertuz. Él tiene veintiocho años de experiencia. Aprendió viendo a mi abuelo, Miguel Pertuz. Mi abuelo ya no vive, yo no alcancé a conocerlo, pero fue una persona muy creativa; en su finca, empezaba a tallar figuras y formas con los trozos de madera que caían. Todos sus hijos veían su creatividad y la tomaron como inspiración, tanto así que la mayoría de mis tíos se dedican a esta labor. Mi padre aprendió solo. Él veía a mi abuelo tallar y se iba a lo profundo de la finca y con la madera empezaba a tallar de forma empírica. De esa misma manera lo aprendí yo, aunque mi mamá, que es diseñadora de modas y hace bocetos y dibujos, dice que eso va en la sangre. Mi abuelo lo hacía con machetillas y pintaba con extractos vegetales. Antes de 2000 las máscaras eran robustas y no tenían la simetría que tienen ahora ni los colores tan vivos. Al comienzo mi padre trabajaba con mi tío Manuel El Toro Miura en una empresa que él creó, pero después mi papá ya había afianzado las técnicas y decidió fundar su propio taller. Comenzó en un patio, donde recibía a estudiantes del Francisco de Paula que quedaban en el aire y sin nada que hacer, para que tuvieran algo en qué ocupar su tiempo. Los trabajadores antiguos saben cómo hacer todo el proceso (tallar, lijar y pintar) en cambio a los de ahora se les enseña secciones específicas. Desde que el taller empezó, cuando yo tenía tres años,
me iba allá y cogía las máscaras para lijarlas o pintarlas. Siempre he sido muy exigente conmigo misma y me propongo hacer varias cosas a la vez para probar que puedo dar mucho más. Ahora voy a estudiar Comunicación Social en la Autónoma del Caribe y también Administración de Empresas para ayudar a mi papá, aunque él me dice que no quiere que estudie algo por él sino por mí misma, pero yo siempre me he sentido motivada a ayudarlo. En mi familia no vemos la artesanía solamente como una manera de enriquecernos, sino como una forma de mantener la tradición cultural de Barranquilla y sobre todo de Galapa. Nuestra tradición artesanal viene de los mokaná, que se asentaban acá en Galapa en tiempos de sequía porque es una tierra muy fértil y llena de pozos naturales de agua.
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Rubiel Badillo
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mpresionantes, monumentales, llenas de fantasía, así son las carrozas que desfilan todos los años en el Carnaval de Barranquilla. Todos los años los diseñadores damos rienda suelta a nuestra creatividad y manos expertas (talladores, pintores, carpinteros, empapeladores, entre otros) concretan esos sueños, a veces a partir de un plano, a veces simplemente a partir de la idea. Muchos hemos aprendido mirando a los maestros trabajar, pero cada vez más los jóvenes se profesionalizan en escuelas de diseño y de artes y trabajan ya no solo en esta época, sino durante todo el año en diversos lugares del país.
Yo soy de los que escolto mis carrozas
carrozas
Las carrozas vienen de los princesados, de las monarquías. Como nuestro carnaval tiene una reina y tiene un rey Momo, pues se empezaron a coger carros y a ponerle flores, a decorarlos. Desde ese mismo momento ya se crea el tema de carrozas. De ahí en adelante empieza un proceso de evolución desde la carroza que era solamente un carro con sus cuatro llantas y fue evolucionando hasta lo que hoy por hoy son: plataformas de cuatro ruedas con chasis de madera, mucho más grandes, con mayores complejidades, jaladas por montacargas también decorados de acuerdo con el diseño. Hasta hace unos cinco o seis años se trabajaban carrozas de tres y cuatro metros de alto, ya hoy estamos haciendo de hasta siete u ocho metros por cinco, por nueve, por diez de fondo. A nosotros nos contrata Carnaval S. A. Ellos tienen un equipo creativo que diseña las carrozas.
Yo ahora no participo en eso. Cuando ingresé lo hice por convocatoria; como artistas participábamos con alguna de nuestras obras o con alguna pintura y decíamos “esta puede ser una propuesta para una carroza” y ellos seleccionaban de acuerdo con el eje temático. Ahora el departamento de Diseño Creativo me entrega un diseño, a veces nos entregan planos, a veces no. Muchos con nuestra experiencia, incluso sin planos sino sobre la misma figura, comenzamos a buscar y a crear las dimensiones, la configuración y el volumen.
Hasta hace unos cinco o seis años se trabajaban carrozas de tres y cuatro metros de alto, ya hoy estamos haciendo de hasta siete u ocho metros por cinco, por nueve, por diez de fondo.
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En una carroza trabajamos varias personas: el carpintero, un herrero, empapeladores y talladores. Yo tallo la mayoría de las piezas y del mismo equipo el que es carpintero y herrero o empapelador a mí me sirve de asistente, porque yo tallo algo, lo pulo con el cepillo de alambre y después le digo, líjalo y hazle este corte y así voy delegando cosas. Trabajamos por equipos. Cada equipo tiene una sección y ellos van repartiendo sus funciones. Pero en mi caso yo funciono prácticamente con todo, yo soy el que doy la idea de la madera, o las figuras son estas, todas las especializaciones, pero funciona
así, el carpintero, el herrero, el empapelador, los talladores y ya después los pintores. Pero también tengo que ser muy disciplinado, muy organizado tanto en las compras y los materiales, como en su uso. Y evolucionar. Ahora, por ejemplo, se está buscando sustitutos para el icopor por ser este muy contaminante. Yo trabajo con una connotación mucho más empresarial, estoy haciendo escuela y estoy haciendo empresa. Aquí somos cinco contratistas. Cada uno en su profesión. Hay unos que son arquitectos, los otros son herreros, los otros dibujantes… Trabajo carrozas todo el año o hago producciones, puede ser de carrozas, de escenografías o de eventos culturales, en fin. Yo formo a mis empleados como artistas integrales, porque ellos están en esto porque les gusta, les gusta el arte, tienen alguna noción de empapelar, de pintar, de las figuras del carnaval, entonces son inquietos en el arte, dicen, yo quiero aprender a tallar o a pintar, o a empapelar. Hay quienes son expertos empapeladores que no saben pintar, o quienes pintan que no son expertos empapeladores. Cada uno se va especializando en un campo, pero me interesa que sepan de todo. Yo soy de los que escolto mis carrozas. Así como las carrozas salen caminando todo el desfile, yo desfilo con ellas. Salen a la Vía 40 separadas, de manera que yo acompaño la primera y me devuelvo para ir analizando y viendo cómo se comporta cada una de ellas. Y más porque en cada una normalmente monto a dos o tres de mis operarios porque hay que generar los movimientos y son ellos los que los van haciendo. Es una forma de desestresarnos y de sacar todo ese cansancio, toda esa energía, de sentir esa satisfacción y decir, esto lo hice yo, y sentirse feliz, inclusive con el personaje que pueda estar encima de la carroza, con la gaseosa, con la cerveza, en fin, ya es un disfrute. Amo mi trabajo y siento profunda tristeza cuando dejo ir una carroza, ahí es el final de mi
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labor. Pero sobre todo se siente tristeza por cómo terminan. Me pregunto por qué no poder ofrecerle todo este trabajo posteriormente a la comunidad, independiente del desfile en el que hayan estado las carrozas. He sido una de las personas que he planteado este problema. A veces las dejan estacionadas en la parte baja de donde termina el desfile, y cuando la turba de gente viene bajando empieza a deteriorarlas, le pegan patadas, las desmantelan y cuando vienen a ver, no hay carroza, están deshechas totalmente. Yo he puesto en el ojo del huracán esa preocupación. ¿Por qué no se genera un dispositivo de seguridad para que las carrozas también se puedan guardar, o resguardar? Dios permita que muy pronto la cosa cambie.
Un buen carrocero es un visionario Orlando Pertuz
Soy dibujante. Comencé decorando vitrinas de almacén y dibujando, haciendo cuadros, después me pasé a decoración de carrozas. Tengo veintiocho años en esto. He elaborado para Solidaridad por Colombia; en Cali haciendo carrozas de noche, con luces; en Manizales, en Pereira, en Armenia, en Cartagena, en Medellín de silletero, mejor dicho, yo trajino por todo el país. La creatividad de uno nunca se cansa ni se agota. Antes yo hacía la carroza y dejaba las energías ahí; cuando se iba, perdía la ilusión, pero ahora que estoy más viejo no dejo que se me vaya la nostalgia. Los más jóvenes sienten que se les va un pedazo de ellos y se llenan de nostalgia. Un buen carrocero es un visionario. Le muestran una idea y el tipo, si le gusta, ya la ve terminada, el color, la estructura. Pero hay que quererla para hacerla bien y para que guste. Es como hacer una comida, si a usted le gusta esa comida, a todo el mundo le va a gustar. Usted la hizo con cariño, con amor. Yo he rechazado bocetos, una vez me negué a hacer la carroza de una de reina porque no me gustaba a pesar de que el papá dijo que yo la tenía que construir y que era él el que dirigía el trabajo. El arte siempre deja una huella. Nosotros deberíamos tener talleres para transmitirle a las nuevas generaciones los conocimientos producto de la experiencia. De esa manera se enriquecería este arte. Cuando yo veo a los niños en el carnaval, pienso, ese es el futuro. Si el niño está alegre y los papás lo disfrazan, ¿cuándo muere el carnaval? Jamás.
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arte esencial de las danzas, las comparsas, las letanías, las comedias y los disfraces es el traje y los adornos. Y es ahí donde costureros y artesanos del vestuario desempeñan un papel fundamental no solo para que quienes lo llevan luzcan lo mejor posible, sino para que tengan facilidad en sus movimientos, para que tocados y adornos no incomoden y resistan el trajín a que están expuestos. Ellos están presentes todo el tiempo: desde cuando eligen las telas, los canutillos, las lentejuelas y otros adornos, hasta momentos antes de la presentación cuando hacen a toda prisa ajustes para que todo esté perfecto. Detrás de cada artista del carnaval hay otro artista que permanece en el anonimato y sin el cual el carnaval no sería carnaval.
diseño de Julie de Donado
diseño de J ulie de Donado
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En mi familia esto es tradición
A mí nadie me enseñó a coser, yo aprendí mirando
Merlys Berena Gutiérrez
Edilsa Berdugo
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oy de Pailitas, un pueblo en el Cesar. Desde que me acuerdo venía a Barranquilla a ver el carnaval, desde siempre lo llevo conmigo. Me venía temprano a coger puesto en los bordillos, porque no existían los palcos ni las sillas. Traía a mi hija que era pequeña, yo estaba soltera, me venía sola con ella. Antes de trabajar en los disfraces del carnaval era ama de casa. Todo empezó cuando mi hija se metió al grupo del Cipote Garabato y después mi sobrino. A él le hice la capa y desde ahí la gente empezó a ver mi trabajo y me encargaban más capas. A mi hija con el tiempo se le fue desgastando el vestido, entonces empecé a hacerle todos los adornos que se caían y la gente comenzó a ver que también era buena en ese trabajo. Llevo diez años en esto. Hago las marimondas, los moncucos, las negritas Puloy, y el toro que no puede faltar. A mí nadie me enseñó a coser, yo aprendí mirando. Los vestidos los hago uno a uno con mucha paciencia, escojo cada pieza, las mostacillas, las lentejuelas y todos los adornos. A veces coso hasta las dos de la mañana. Cuando son cosas grandes, encargos grandes, necesito más tiempo porque son trabajos que llevan mucho. Soy mala dibujante, entonces los moldes los busco en internet o los saco de revistas donde ya están hechos y parto de ahí, pero el centro de la capa cada quien lo pide a su manera; es una representación de la personalidad de cada uno.
Los apliques los hago yo, todos, pero la confección no, yo no soy modista, espero serlo algún día. No trabajo con nadie porque me gusta que todo quede perfecto, a mi manera, y hay gente que viene y va… unos años venden otros no y yo no soy así. Yo estoy acá siempre, vivo por el Cipote Garabato; no importa si me tengo que quedar hasta las dos de la mañana. Como es con tanto cariño no me canso, el descanso vendrá después. A veces siento que mi trabajo no está bien remunerado, es decir, tengo precios más altos de los comunes pero es porque compro materiales de mejor calidad porque me gusta mi trabajo, me gusta que quede bonito. Para que algo quede de mejor calidad hay que comprar buenos materiales, es que no vale la pena comprar lentejuelas que se pelan a la primera pasada. Los encargos me los hacen cuando voy a los ensayos, llevo mi cajita con todo lo que he hecho en el año y la gente va diciendo, “hágame uno como este, pero más grande o más pequeño”.
oy de Magangué, ahí estudié toda la primaria y el bachillerato. Hice diseño de modas en la Universidad Autónoma del Caribe, y me iba muy bien porque en mi familia eso es tradición. Mi mamá y algunas de mis tías cosían y me habían enseñado. Aunque cuando llegué a la universidad, yo decía que no sabía para que me volvieran a explicar. Luego era de las mejores, ayudaba a las profesoras a enseñar a las otras estudiantes. Después de terminar mis estudios, mis sobrinas se metieron a bailar en el grupo de Álvaro Bustillo y mandaron a hacer conmigo sus vestidos. Le hice uno de garabato a mi sobrina y todo el mundo quería ese vestido. Así fue como me hice conocer y desde entonces le confecciono a Álvaro, ya llevo como cinco años con él. Para que los vestidos queden bien hay que ponerles muchas arandelas, para que se vea bien esponjoso. Yo prefiero comprar las telas porque sé cuáles son buenas; las compro en un almacén que se llama El Encanto, ahí venden de todo. Mi sello es mi acabado, mis vestidos no se van a descoser o romper, son seguros. También mi puntualidad, que la aprendí porque la vida me lo puso; yo tenía diecinueve años cuando me vine a vivir acá y me tocó ser responsable de mí misma. Cada vez que entra un nuevo miembro al grupo, ya sea hombre o mujer, yo le confecciono su vestido. A veces mi mamá me ayuda cuando no tengo mucho tiempo. Ambas somos felices cosiendo y cuando no podemos coser nos da una tristeza enorme, es una vocación más que una profesión.
Yo también les hago ropa a mis hijos, sobre todo a mi niña. Cuando estamos en época de carnaval, en enero, empiezo desde las siete de la mañana y a veces me toca quedarme hasta las dos o tres de la mañana. Mi compañero me apoya en mi trabajo, me dice que si eso me hace feliz, que lo haga.
Quisiera poder hacer un vestido de plumas, como esos de fantasía que a veces veo en el carnaval. También sueño con tener mi propio taller, donde trabajen muchas personas y yo les pueda decir cómo es lo que tienen que hacer y yo no tener que coser.
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icen que Joselito existió, que se llamaba José Nicolás Barros Ariza, que era un auriga, un conductor del tranvía de mulas de la ciudad, algo así como lo que es hoy un chofer de Transmetro. Dicen también que era alegre, bonachón, que no se perdía fiesta ni verbena ni desfile y siempre iba acompañado de su botella de ron. Pedía vacaciones desde el lunes antes de carnaval hasta el primer viernes de cuaresma. Dicen que en alguna ocasión Joselito no regresó a la casa. Lo encontraron un martes de carnaval tirado en la calle, abrazado a su botella. Lo intentaron reanimar, le administraron los primeros auxilios, pero nada. ¡Joselito estaba muerto! Su viuda y sus amigos, estaban muy tristes, aparecieron las sucursales con los hijos extramatrimoniales, y entre todos organizaron el velorio y llevaron el cortejo fúnebre por las calles de Barranquilla con evidentes muestras de dolor. La viuda lloraba a lágrima viva, se lamentaba, gritaba, hasta cuando Joselito despertó. ¡No estaba muerto, estaba de parranda! Desde entonces la muerte de Joselito cada año simboliza el terminar del carnaval, de su frenesí, y mediante este ritual cómico y teatral los barranquilleros muestran su dolor por un jolgorio que termina y la alegría de saber que una nueva carnestolenda resucitará en poco menos de un año. Joselito simboliza ese gozón que tiene el barranquillero, ese reaparecer anualmente para adentrarse en el maremágnum festivo. El sepelio de Joselito es el entierro de la fiesta más que el del
personaje, es el fin del exorcismo a la tristeza, a la rutina, a esa libertad que se da a partir del bando cuando comienza la rumba, y que termina cuando Joselito, el carnaval, baja a la tumba. Olé la Joselito el Borrachón, olé la Joselito está borracho.
La muerte de Joselito simboliza el final del carnaval, de su frenesí.
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omos patrimonio, ¡eso lo sabemos! Nuestra alma tiene el sello del Carnaval de Barranquilla, patrimonio de la humanidad, y así como nos sentimos orgullosos de ser artistas y gestores de esta manifestación cultural reconocida en el mundo entero por su riqueza, asumimos hasta los tuétanos la responsabilidad de ser sus salvaguardas. Cada una de nuestras actuaciones los 365 días del año dan fe de ello. Ha sido claro en este libro que para los artistas del carnaval, esta responsabilidad no se limita a los días establecidos para las fiestas carnestolendas. A lo largo del año, los autores de este libro y miles de otros artistas, trabajamos indagando más y más sobre el origen de nuestras expresiones, ideamos nuevas coreografías, diseñamos vestuarios, preparamos nuestros cuerpos, cualificamos cada uno de nuestros movimientos, gestionamos recursos y quizás lo más importante: dedicamos incansables horas a formar a las nuevas generaciones que garantizarán la pervivencia del Carnaval de Barranquilla. Así, en nuestras sedes y escuelas, seguimos dando vida y revitalizado nuestro patrimonio acogiendo a niñas, niños y jóvenes que crecen amando nuestras manifestaciones y respetando a las generaciones que nos precedieron y nos dejaron como legado de identidad y de gozo danzas, comparsas, letanías, disfraces, música, máscaras, trajes y artesanías. La riqueza de nuestro carnaval es inconmensurable. Basta fijar la mirada en alguno de esos chiquitines que en días de carnaval se toman las calles de Barranquilla y cuyos corazones palpitan más que el de nosotros sus maestros, para darnos cuenta de que esta fiesta estará presente en nuestra ciudad y para el mundo durante muchísimos años más.
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Esther Hernández Morón Hugo Díaz Granados
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l 1 de julio de 2014 el profesor Julio Adán Hernández y su señora Ana María Rúa de Hernández nos recibieron en su casa para recordar los inicios del Carnaval de los Niños. El fundador de la Voz Infantil-Hola Juventud habló de la intimidad del que hoy en día es uno de los eventos más esperados de las fiestas carnestoléndicas. Esto fue lo que nos compartió. Gracias profe por sus enseñanzas, por creer en los pelaos, por aportar a la salvaguarda del Carnaval de Barranquilla.
Voz infantil, la semilla del Carnaval de los Niños
DE LOS NIños
Como familia Ana María, mis hijas Betty y Ayda y yo no teníamos contacto con el Carnaval de Barranquilla, salvo ir a un baile o disfrazarnos de indios pintándonos la cara y armando con lo que se encontraba en la casa un atuendo alusivo. Nuestra vinculación se dio por el afán de abrir más y mejores espacios de participación del niño en la sociedad. Ya veníamos haciendo encuentros artísticos de niños en los diferentes municipios del Atlántico: Juan de Acosta, Puerto Colombia, Santo Tomás, Palmar de Varela, Tubará, Manatí, Soledad. Empezamos en los pueblos en 1983, cuando se cumplió el bicentenario del nacimiento de Bolívar en Soledad. Cada vez que íbamos a un pueblo llegaban delegaciones de otras partes, yo sabía a qué hora empezaba, pero no a qué hora terminaba; eso fue adquiriendo tanta importancia que tenían la
El Carnaval de los Niños se constituye en un ámbito de aprendizaje y espacio de enriquecimiento en el que niñas, niños y jóvenes gozan prospectivamente su propia fiesta, con autonomía y libertad. Su misión apunta a la participación activa y al mejoramiento personal de niñas, niños y jóvenes en el carnaval, con principios y valores de un contexto cultural propio.
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sede se reunían con los representantes de las casas de la cultura de los otros municipios para escoger la sede del año siguiente y ellos se encargaban de gestionar recursos para atender a los niños. Pero después del sexto o séptimo encuentro empezamos a ver que se preocupaban más de los recursos para ellos, que eran del concejo o de la alcaldía, y la atención para los más pequeños no era suficiente; aportaban a un gran evento para los niños, pero estos eran los menos atendidos. Entonces tomamos la decisión de entregárselo a la Asociación de Casas de la Cultura del Atlántico, que se reunía en la Biblioteca Departamental, y los mismos pelaos entendieron. Recuerdo que dijimos: Esto por naturaleza le corresponde a ustedes. Seguimos haciendo las reuniones de Voz Infantil. En aquel tiempo teníamos la costumbre de compartir la experiencia con Martín Orozco, Rafael Soto, con Esthercita Forero, Chacuto, Carlos Franco, Isaias Lobo y con otras personas que nos iban nutriendo. Yo les conté que los pelaos me decían que por qué no hacíamos un evento de toda Barranquilla. En una de esas reuniones Isaías Lobo nos habló de la libertad, y de cómo los muchachos nos podían responder con ideas libertarias. Uno de los primeros en mostrar interés fue Carlos Franco. Le comenté el proyecto que tenía de armar una escuela donde los niños aprendieran a tocar los instrumentos de música folclórica. En las reuniones se planteó esto y Carlos me dijo, profe, hágalo, yo lo acompaño. Martín y Rafa con las investigaciones que venían adelantando siempre nos motivaron para que siguiéramos prestándole atención a los pelaos.
El inicio del Carnaval de los Niños En 1990, Ana María hizo una prueba porque los niños querían participar. Aquí se formó una discusión, William Guerrero decía, hagamos un carnaval a nuestra manera; Margarita Salas decía, cómo vamos a hacerlo si el carnaval es para los borrachos, mira cómo tiran la maicena. Era la época cuando se tiraban huevos. Entonces Ana María dijo: “Vamos a participar del carnaval y vemos qué tanto nos le podemos medir a esa propuesta”. Un señor de apellido Álvarez se disfrazó de paloma —era la época de Belisario Betancur con el cuento de la paloma de la paz—, en el pecho llevaba un mensaje relacionado con la paz, la armadura la hizo él mismo. Los niños de Voz Infantil iban acompañándolo vestiditos de blanco. Antes se había hecho algo con ocasión del bicentenario de Bolívar en Soledad. Ana María iba dentro del desfile y yo seguía la ruta con el carro Suzuki. Cuando íbamos por la Universidad del Atlántico ella me hizo ver que eso no era fácil, que era mejor salirse, y en efecto nos salimos y sacamos a los pelaos. En la siguiente reunión se evaluó la participación, los niños seguían con la idea de que había que tener un espacio propio para ellos. Ya en enero de 1991 empezamos a gestionar apoyos con la Secretaría de Gobierno, con Tránsito y con la Alcaldía. Esto lo hacían los mismos pelaos, por ejemplo Hugo Leonardo de Lavalle se iba donde la esposa del alcalde a gestionar el cuerpo de bomberos; William Guerrero, el permiso para utilizar la 72. El mismo William cuando se formó la discusión de cómo lo íbamos a hacer le decía a los compañeros: “Tú eres del barrio San José, te traes una reinita, tú eres de la Ciudadela, nosotros vivimos por allá, nos traemos a mi hermana”. Así, de los diferentes barrios salieron 14 niñas, todas eran reinas, no había reina central. Cuando abrimos el desfile cogimos la carrera 44 con calle 72, seguimos por la 72 y se finalizó en el Parque Olaya, en
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Sebastián Flórez Giraldo, rey Momo de los Garabaticos de la 8.
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donde había un acto central. De pronto vimos que Joselito (José Pérez) venía bajando con su grupo, y a Carlos Franco con una bandera disfrazado de diablo. Creo que fue la última participación de él en un evento de carnaval, ya que le dejó esta responsabilidad a Mónica y a Robinson Liñan, y usted (Esther Hernández) participó con el Congo Alegrías. Se armó el desfile, esa experiencia fue interesante. Los niños se vincularon al carnaval desde 1990, más que todo por ese afán de abrir espacios y de alcahuetearlos a ellos, y desde 1991, porque participamos en la Batalla de Flores ya de una manera formal. Podemos decir que nos vinculamos con las 14 reinitas, con la Escuela Experimental de la Danza Folclórica de Carlos Franco, con Robinson Liñán y Mónica Lindo, con los dos grupitos —uno de diablitos y cucambas y uno de payasitos—, con el Congo Infantil Alegrías, Cumbiamberitos de San José, Fantasía Porteña y Mestizaje. En 1992 la primera reina fue Lorena Heredia, para esa fecha se hizo el recorrido por la carrera 8, saliendo del Parque Tayrona y continuando por la Murillo hasta el estadio de béisbol. La inscripción de las reinas y de los grupos folclóricos se hacía aquí en la casa, la gente acudía con una gritería diciendo: ¡Esta es la reina, la reina!, y ahí empezó el lío. La oficina era aquí. ¿Cuál era el propósito? Seguir haciendo eventos donde el niño fuera la figura principal, y alrededor de todo lo que se hacía se pensaba en su formación, es decir, éramos conscientes de que en la medida en que le concediéramos importancia como sujeto, como ser activo, en esa medida podían dar más. Veíamos que los pelaos convocaban a través de los programas de La Voz de la Patria y la gente venía cuando se abrían las inscripciones. Otro evento que me mostró lo importante que es atender y oír a los niños fue el siguiente: Trabajando en el Colegio Americano me llevaron
un pelao a la oficina y yo le dije que me trajera a su mamá y a su papá. El pelao comenzó a llorar y le pregunté, ¿y tú por qué lloras tanto? Me dijo: “Es que mi papá murió hace dos meses”. Yo como maestro no lo sabía. A raíz de eso, de entender más la problemática de la niñez, pensé en cómo los muchachos podían intervenir también en la solución de problemas que se vivían en la ciudad. Un muchacho fue quien me dio la idea del rey Momo; era del Congo Infantil Alegrías; después de varios años me lo encontré ya grande y con hijos, se llama Jairo Molina. Me preguntó, ¿usted se acuerda de mí?, yo no me acordaba, me dice, yo fui el que dio la idea del rey Momo, que el primer rey Momo fue Jeison Payares que era sordo. Siempre hemos escuchado las ideas de los pelaos. Esa idea nos la dio el niño durante un foro, se acercó y me dijo: Profe, tengo una idea. Todas las reinas proponen algo. El Carnaval de los Niños fue idea de William Guerrero. Eso fue un debate, unos decían, nos tiran huevos podridos, y William decía, hacemos el carnaval a la manera de nosotros. Los pelaos en esa época eran echaos pa’ lante, el mismo Carlos Soto era un inalcanzable siendo un pelao. Llegó aquí al proceso siendo chiquito, un niñito, fue edecán de la reina y mire que se pasaban el cargo de uno a otro, primero fue Jaime, después Leonardo, después Carlos Soto, hasta que llegó el Momo. Aquello de que el carnaval era un solo relajo, una tiradera de agua, comenzó a cambiar. A Ana María le consta que me iba detrás de los pelaos, les llamaba la atención y me iba hasta sus casas y hablaba con los padres. Ana María me decía, te vas a ganar un problema. Reflexionábamos mucho sobre esa situación. Posteriormente, dada la experiencia que tenían mis hijas Betty y Aydita en Voz Infantil, poco a poco se fueron vinculando al carnaval.
El aporte del Carnaval de los Niños al Carnaval de Barranquilla Modestia aparte considero que el aporte más significativo de finales de siglo y comienzo de este es el Carnaval de los Niños, porque se hizo cuando efectivamente era necesaria una garantía para conservar y proyectar el Carnaval de Barranquilla. Incluso ya había un discurso elaborado en torno al Carnaval de los Niños, ya había una figura central, en este caso diría que los reyes de este se constituyen en líderes de una manifestación. Hoy en día se puede decir, sin llamarnos a engaños, que este es el evento que más convoca, después de la Batalla de Flores y de la Guacherna. En las estadísticas que lleva la Carnaval S. A. aparece así. Ellos captan recursos que de otra manera no
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podrían conseguirse, y con ellos hicimos una alianza estratégica. Nosotros éramos los que organizábamos, los que promovíamos, los que convocábamos y ellos nos apoyaban. Yo me quedaba sorprendido cuando Amira Rey le decía a Betty, dime qué más necesitan. A la manera de los grandes, ¿quieres en el Estadio Municipal?, bueno lo hacemos y cobramos la entrada y que eso sea para ustedes. Betty decía, no, no, no cobramos la entrada, eso debe ser gratis, entonces Amira Rey respondía, ¿y tú qué estás pensando, que no se le puede sacar a esto? Recuerdo que el último evento del Carnaval de los Niños se hizo frente a la iglesia del Carmen, y el padre Mackenizie salió a pedirnos que por favor bajáramos porque iba a comenzar la eucaristía a las seis de la tarde. Por eso digo que el Carnaval de los Niños merece una mejor suerte. Analizamos las grandes dificultades y las oportunidades y encontramos que este no es solamente el desfile
y la coronación. En la página 35 del dossier que mandan a la Unesco está como la bandera que garantiza la salvaguardia del carnaval, entonces yo digo, qué bien, por ahí es, esto es entender el sentido pedagógico del Carnaval de los Niños como ese ideal nuestro de una escuela abierta a la vida. Porque incluso siguiendo las orientaciones de Martín Orozco, de Rafa Soto y del mismo Edgar Rey Sinning de esa otra vida, es el único momento donde el pelao es centro de atención. Creo que el Carnaval de los Niños es el evento de mayor trascendencia en el Carnaval de Barranquilla.
El apoyo que hemos recibido de la Administración distrital Al comenzar la administración de la doctora Elsa Noguera, yo observaba el desfile del Carnaval de los Niños, acá en la Casa del Carnaval. De pronto desde atrás veo a Amira Rey que le está diciendo algo a la doctora Noguera, ella dijo, quiero conocer al profesor Hernández, y entonces Amira se levantó y me llamó, profesor, venga, venga. Cuando me acerqué la alcaldesa me dijo, necesito hablar con usted este miércoles, o sea el Miércoles de Ceniza, y enseguida le dijo al doctor Afif Siman (secretario de Cultura
del Distrito de Barranquilla) que se pusiera en contacto conmigo. Cuando fui donde el doctor Afif, él me dijo que la doctora Elsa Noguera quería hablar conmigo para ver cómo incorporaba a los niños a su plan de gobierno. Listo, dije, bueno va pa’ esa. Unos días después me llamaron para mostrarme el proyecto, Una Ciudad Imaginada por Niños. Cuando lo leí dije, alguien se copió de mí, aquí está plasmado mi pensamiento. Al poco tiempo, no fue en ese mismo momento, dije, vamos a apoyarlo, y en efecto se dio y con esto Barranquilla ganó en Bogotá un premio nacional por parte, creo, del Instituto de Bienestar Familiar. Un día cualquiera llegué donde William Guerrero y le pregunté quién hizo ese proyecto. Se echó a reír y contestó: yo, profesor. William fue quien propuso hacer el Carnaval de los Niños cuando era un adolescente. Él es consciente de que con esa estampa del Carnaval de los Niños la doctora Elsa Noguera quedaría impresionada y enseguida comisionó a Afif para ello. Desde entonces efectivamente la doctora Elsa Noguera y el doctor Afif han tenido muy en cuenta a los niños, sobre todo en las casas distritales de cultura.
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Cuando tenía 14 años de edad, William Guerrero, propuso un evento en el que los niños fueran los protagonistas. Esta idea fue acogida por sus compañeros y por el profesor Julio Adán Hernández , y acordaron organizar el Carnaval de los Niños atendiendo las razones expuestas por William: “Los pelaos siempre vamos en la cola de los desfiles de los grandes y es bueno que alguna vez los niños vayamos de primeras o hagamos nuestro propio carnaval”.
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Hugo Díaz Granados Esther Hernández Morón
La historia de Paco Paco
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Paco Paco y Cucarachita Alegría
n su libro Carnaval de los Niños el profe Julio Adán dice que a inicios del siglo pasado, en tiempo de carnaval se hacían actividades para los niños en el Teatro Emiliani (ubicado en la calle 30, también llamada la Calle de las Vacas). Para los que tenían entre cuatro y cinco años se hacían las fiestas de mosquitos; para los más grandecitos, entre siete y nueve, las fiestas de paco pacos, y para los juveniles las fiestas de las langostas. Los adultos tenían las fiestas de los salones burreros y luego las verbenas. La historia es que con el tiempo esas fiestas para los niños desaparecieron. En el 2003, la niña Daniela González Montoya, que era la reinita del Carnaval de los Niños, tras estudiar el libro del profe Adán le propuso: “Profe: ¿por qué no le damos vida otra vez a las fiestas de los niños? ¿Por qué no hacemos los paco pacos?”. Listo, ¿dónde? En un lugar sinónimo de niños y de alegría: en una parque. Así, en 2003 nació por lo grande el evento Paco Pacos gracias a las gestiones hechas por la niña y su papá, que trabajaba en una empresa privada. Por eso yo digo que Paco Pacos en el Parque nació como un niño grande, con todos los juguetes: patrocinio, tarimas, sonido, refrigerios. Se contrataba hasta una empresa de recreación y había inflables… era una locura, una gran fiesta para niños. Mientras unos estaban jugando, grupos infantiles hacían sus presentaciones de carnaval en la tarima.
Paco Paco, el personaje que represento, nació de los paco pacos en el parque. Ya yo estaba vinculado al Carnaval de los Niños y desde el año 2000 mi misión por ser grueso, gordo y forzudo era de escolta de los reyes, así que aquí cumpliría una función similar con los niños: cargarlos, subirlos, ayudarles a bajar, etc. Para darle un toque infantil a mi función y no estar con la cara brava o ser imprudente, se me ocurrió llevar mi disfraz de payaso. En ese entonces yo era el payaso Chocolatín y le daba un toque de alegría. En ese trasegar, el profe Julio Adán, que inventa las cambambas, las ideas, me dijo: “Hugo si a ti te gusta disfrazarte, ¿por qué no le damos vida al nombre? Vamos a hacer un paco paco”. Listo. Eso fue en 2004. Con la claridad de que un paco paco es el saltamontes, no el grillo blanco que representó Walt Disney, empecé a diseñar el disfraz. Primero fue el maquillaje, para lo que usé unos maquillajes de mi mamá y de mi hermana, y me hice unos ojos muy saltones. ¿Y qué me pongo si no tengo disfraz? Me zampé un monocuco y me puse unos zapatos tenis. Y le expliqué a los niños que yo soy el paco paco, y que le hacía un homenaje, que cuál era este disfraz, y comenzamos a hacer la pedagogía del disfraz: qué era el monocuco, qué decía el monocuco, cómo bailaba el monocuco. Me agarré de ahí, y comencé a meterle la pedagogía al Carnaval de los Niños. La primera vez que salió a escena Paco Paco fue en el Parque Olaya, eso estaba teteado. Yo siempre he sido carnavalero, me gusta bailar, y
Que quede claro, el creador del personaje fue el profesor Julio Adán. Yo siempre he sido el que lo interpreto, pero él fue el de la idea.
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Adán decidió sacar una cartilla para niños sobre el Carnaval de Barranquilla ¡y los personajes éramos nosotros! Ese fue el lanzamiento al estrellato de Paco Paco y Cucarachita Alegría.
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En 2005 el profesor
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además soy técnico en danza, así que armamos una carnavalteca y pusimos a los pelados a bailar. El objetivo era mostrarles a los niños que podemos divertirnos con nuestra música. Pasamos por el son de negros y las marimondas. Todo con alegría, con broma, con humor. A raíz de esto al profe Adán, de nuevo el profe Adán, se le ocurrió años más tarde meterle una función a los personajes, los carnavalores para trabajar los valores con los niños. Entonces los personajes, tanto cucarachitas como paco-pacos, trabajan la campaña “Carnavaleros, pilas con los carnavalores”. Todos los años el Carnaval de los Niños escoge un valor y enfoca la fiesta hacia ello. Al segundo año de Paco Paco, la mamá de un rey Momo del Carnaval de los Niños, Annie de Araujo, se le ocurrió la idea de hacer el disfraz. Una amiga suya me hizo el sombrero vueltiao, las antenitas y me bordó el nombre. Las antenas se convirtieron en un elemento incómodo para mí, no se agarraban, me estorbaban y así fuimos transformando el sombrero. A raíz de la catástrofe invernal que hubo en la zona de Santa Lucía, se me ocurrió hacerles un homenaje y llevar un gorro de son de negros. Así el gorro verde y el de colores que ahora uso son hechos por artesanos de Santa Lucía. El vestido también ha cambiado. Ahora utilizo zapatos grandes, haciendo homenaje a ese payaso Chocolatín que fui y de donde nació la idea del Paco Paco. En un principio el personaje nació como Joselito el Paco Paco, por tomar el Joselito Carnaval, pero para darle una connotación diferente al Joselito Carnaval que es borrachón y mujeriego este sería otro Joselito. Casi en la misma época apareció el personaje de Cucarachita Alegría, también con un espíritu pedagógico, pero dejemos que sea ella quien cuente la historia.
La historia de Cucharita Alegría Desde 1991 cuando asumí la dirección de El Congo Alegría me he ocupado de que los niños no solamente aprendan a bailar, sino también que conozcan qué hay detrás de la danza, de dónde proviene el congo, los diversos significados que esta encierra y el porqué nos llamamos Congo Alegría. Como soy maestra, lo pedagógico es muy importante para mí, así que diseñé un plegable con toda la historia de la danza. Cuando me invitaban a una conferencia siempre iba acompañada de algunos niños y ellos a veces hablaban incluso más que yo. Recuerdo a Jaime Molina, un niño pilo que hablaba con mucha propiedad del congo, de por qué nuestros grupos se llamaban así, del vestido, de su significado. En el año 2003, cuando salió un afiche con un par de paco pacos disfrazados, me dije, “debo inventarme algo así y no presentarme en las conferencias como la seño Esther, sino de otra forma”, y pensé que debía ser un animal. Al comienzo se me ocurrió que podía ser la María palito, porque la María palito ya ni se ve en los árboles, y yo de niña jugaba con ellas y con los cocuyitos, pero para representarla se necesitaba tener una figura muy delgada y fue entonces cuando se me ocurrió que podría ser una cucarachita, en homenaje a Rafael Pombo y su Cucarachita Martínez. Con la idea en mente me fui a conversar con el profe Adán y él y su esposa me ayudaron a redondear la idea. Yo usaba en ese entonces un enterizo y una licra negra, una faldita y un turbante porque toda la vida me han gustado los turbantes, pero también pensando en que la cucarachita fuera lo contrario de la Cucarachita Martínez, y me dije, “bueno, la Cucarachita Alegría será alegre, risueña para que le llegue a los niños y nos acompañe a las escuelas”. El vestido inicial era rudimentario y fue la mamá de Víctor Araujo, que había sido rey Momo,
quien me elaboró uno nuevo, que he seguido usando. En ese tiempo el enterizo era marrón, porque las cucarachas son marrones; ahora le ponemos adornos, lentejuelas, colores. Lo hemos ido mejorando. Al comienzo hacíamos las presentaciones en prosa; después, en cualquier momento de mis andanzas en esto, se me ocurrió que debería ser en verso, con la estructura que se utiliza en el congo, de tal manera que cada elemento de la danza esté en verso. Así los niños los aprenden y yo lo que hago es animarlos e impulsarlos a que los digan. Yo hago el saludo: “¡Hola, amiguitos! Soy Cucarachita Alegría! Reciban un saludo entusiasta de mis ancestros africanos, y en especial de Cucarachita Alegría”. Entonces de pronto va una niña y dice: “Hola amiguita. Soy Cucarachitica Alegría, hija de Cucarachita Alegría”. Entonces yo le digo: “Quieres jugar?”, “Sí”. Hay diferentes juegos tradicionales a los que les hemos insertado la historia de Cucarachita. Esa es mi manera de aportar a que los saberes no se pierdan y se puedan trasmitir de generación en generación. Ya después el profe Adán decidió juntarnos a Hugo y a mí y Cucarachita Alegría salió al público por primera vez en 2004. La cucarachita estaba diseñada para estar en el micromundo de la escuela, no como nos ha tocado, en los paco pacos del parque. Tanto es así que yo me quedo un poquito timidona, porque Hugo tiene más manejo, él es animador. Él pone a la gente en sintonía y de pronto me llama: “¿Dónde estás Cucarachita?”, “¡Aquí estoy, Paco!”. Y entonces ahí me meto yo, pero el manejo lo tiene él. Yo me meto con la muestra didáctica. Con los mismos niños que yo convoco a través de mi trabajo en las escuelas o en los barrios. Ya no trabajo en el aula como maestra, yo ya no soy la seño Esther en las escuelas, soy la Cucarachita Alegría.
Ya hay niños que son Paco Paco y niñas que son Cucarachita Alegría. Creemos que está llegando el momento de que nosotros vayamos tras bambalinas y los niños asuman más y más esto.
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somos
La Fiesta de la Palabra
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Marleny Cortés Osorio Directora de Fundación de Grupos Folclóricos del Carnaval de Barranquilla
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arnaval es fiesta en todos los niveles, en todos los sentidos. Es baile, es disfraz, y no se puede excluir a su más importante componente literario: las letanías. Seguramente por su picardía, sátira y vocabulario de alto calibre, las letanías fueron consideradas por mucho tiempo “no aptas para menores”. Recuerdo que en una reunión de junta directiva de la Fundación de Grupos Folclóricos del Carnaval de Barranquilla –Funfocab–, en el año 2004, Renny Padilla Rolong, director del grupo de letanías Los Turpiales, propuso crear un encuentro de letanías entre jóvenes y niños estudiantes, con el argumento de su potencial para la enseñanza de la literatura y de la lengua española. La acogida fue total y así surgió el Encuentro Intercolegial de Letanías “La Fiesta de la Palabra” como homenaje carnavalero al Día del Idioma en abril de 2005, y en 2015 llegamos a su décima primera edición con participación de colegios públicos y privados. Con mucho orgullo podemos decir que cada año movilizamos más y más jóvenes que son felices participando como letanieros o como público y con ellos sus profesores que los guían y estimulan a continuar en esta agradable tarea de hacerle letanías a todo lo que se les ocurra. La Fiesta de la Palabra se ha constituido en un creciente semillero de letanieros que ha inyectado a esta expresión de carnaval un frescor de juventud y de actualidad aportando a su preservación. Es importante acotar que el evento ha sido replicado por dos instituciones que también lo llevan a cabo:: Asoglecab (Asociación de Grupos de Letanías del Carnaval de Barranquilla) que lleva unos tres o
cuatro años realizándolo, y la Institución Educativa José María Córdoba, de Palmar de Varela, que inició en 2014 y convoca a colegios de los municipios aledaños. Funfocab divide su proyecto en tres etapas: convocatoria, formación y proyección. Es gratuito y abierto a todo público. En la etapa de formación un equipo de docentes de la Fundación dirige talleres de Historia y Construcción de Letanías, de Estímulo al Desarrollo de la Creatividad, de Expresión Corporal Cotidiana , para la Convivencia y la Tolerancia, y de Expresión Corporal Escénica, para el mejoramiento de la proyección de los grupos. En la última etapa se muestra el resultado de todo el trabajo en un evento, que generalmente se hace en el Teatro Municipal Amira de la Rosa. Allí se presentan todos los grupos que se han preparado; las letanías son autoría de los niños, es un espacio muy divertido y de mucha emotividad, un pequeño carnaval que hace honor a la Fiesta de la Palabra. El cierre es un foro evaluativo titulado “Tu Palabra Tiene Poder”, en el que los niños y docentes verbalizan libremente lo que ha sido el evento, su proceso y resultados. Cada vez se congrega allí más público, lo que resulta muy gratificante para los miembros de Funfocab. Imposible dejar sin destacar la presencia especial de un grupo que se ha ganado el afecto y el aprecio de todos los asistentes: los niños sordos del Centro de Educación y Rehabilitación de la Audición y el Lenguaje —CERAL—, que nos han enseñado mucho de los valores humanos, de los universos diversos, y del amor que nos debemos unos a otros.
Estamos seguros del valor de nuestra labor para el carnaval, para su preservación y para la vida misma.
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M A los futuros hacedores de música costeña para el Carnaval de Barranquilla
cartas a las nuevas generaciones
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las nuevas generaciones musicales quiero pedirles que mantengan vivo nuestro legado de música tradicional y con ello aportar a preservar el carnaval pues nuestro patrimonio no lo sería sin su música. Es muy importante saber quiénes somos y para ello conviene averiguar los orígenes de nuestra música. Dar un vistazo hacia atrás, conocer su historia, nos permite valorar y amar nuestra identidad cultural. ¿A qué vinimos? ¿Para qué estamos? Estas son preguntas que todo músico debe hacerse. Es bien sabido que las nuevas tecnologías influyen en el aprendizaje de otras culturas, y se corre el riesgo de darle más valor a lo foráneo que a lo nuestro. No hay que estar ajeno a la globalización, pero hay que saber aprovechar todo esto para realzar nuestra identidad. Un abrazo musical Rafael Fito Sánchez Llanos
ás que una exhortación, a las nuevas generaciones quiero pedirles que se abran a conocer este tipo de manifestaciones musicales que dan vida al carnaval; denles una oportunidad de entrar en sus vidas y les aseguro que en adelante harán parte de sus gustos. Junto con ellas vienen historias hermosas que cobran vida una y otra vez, relatos que actualizamos y vivimos en cada oportunidad en la que los interpretamos. Esa es la responsabilidad de ustedes, niños y jóvenes. Por eso les digo: desarrollen sus talentos a través de la interpretación de nuestras músicas tradicionales, estoy seguro de que sus familias, municipios, regiones y el país se lo agradecerán. Con ello no solo contribuyen a la salvaguarda de estos géneros, sino que nos permite recordar quiénes somos y de dónde venimos. La identidad cultural enaltece y engalana, por su permanente presencia, nuestra fiesta reina, el Carnaval de Barranquilla. Giovani Fontalvo
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Carta a mis hijos y nietos
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mis hijos y a sus amigos les pido que siempre demuestren el amor por nuestra tierra y sus ancestros, para que aprendan el valor de la tradición. Que cuando escuchen una melodía de nuestra tierra, sientan y valoren ese trabajo que les dice: soy suyo. Nunca se aparten de nuestra tradición y folclor porque eso es negarse a sí mismo. Nuestros genes siempre nos llevarán a encontrar en los valores tradicionales lo más sagrado de nuestra identidad. A esa nueva generación, o como yo les digo, generación de relevo, solo le pido que luche por nuestros valores ancestrales. Humberto Pernett
D
efender una tradición ancestral como lo es El Toro Grande de Rebolo no es fácil; es una responsabilidad que se asume con amor, es perseverante hasta fin de nuestra vida, irradia cariño al carnaval e implica sensatez con uno mismo. Mi presencia en el carnaval es una tradición que viene de generación en generación desde 1878 gracias a mi abuelo paterno, José Trinidad Barrios Orozco. En 1968 hice mío este legado y lo he mantenido hasta el presente superando muchos obstáculos, pero también viviendo alegrías carnavaleras. El paso del tiempo es implacable y ustedes son los llamados a perpetuarlo para que siga siendo parte de sus vidas cuando yo no esté en ese paraíso. Es mi deseo que continúen con el mismo entusiasmo con el que lo vienen haciendo. La familia Barrios es y seguirá siendo un firme estandarte en el Carnaval de Barranquilla y mantendremos siempre en lo alto la bandera del Toro Grande de Rebolo. Hijos, nietos, estoy seguro de que ustedes serán dignos reemplazos de su padre y de su abuelo, y que por ningún motivo dejarán de salir en este bello carnaval. Eso es lo que yo quiero de ustedes, queridos herederos. Óscar Barrios Mendoza
Q
uiero dejar plasmado todo el sentimiento, la emoción y la alegría que he vivido al disfrutar de las mejores fiestas del Carnaval de Barranquilla. En un comienzo lo gocé al lado de mi esposo, de su padre, su abuelo y su tío en la cumbiamba de su familia, donde bailamos alrededor de siete años hasta que un día decidí organizar mi propio grupo, la comparsa Negritas Puloy, que tiene ya treinta años. Son treinta años de mi vida, de entrega agonizante, de ilusiones, decepciones, júbilo, alegría, goce, de compartir pérdidas y ganancias, en fin, todo lo que encierra vivir. Mi comparsa como todos ustedes saben es mi vivir, es respirar, por esto los 365 días del año para mi es carnaval. En medio de dolores y problemas familiares el carnaval para mí es un aliciente, es una terapia que me ayuda a afrontar cualquier adversidad. Yo les pido que hagan del carnaval una parte importante en sus vidas, quiero regalarles este patrimonio para cuando no sigan viviendo conmigo, y cuando yo ya no esté no dejen apagar esa llama del goce y el disfrute del carnaval. Porque “quien lo vive es quien lo goza, siga la tradición”. Isabel Muñoz
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Somos Carnaval de Barranquilla. Esta es nuestra mirada.
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Fotografías Ángel Álvarez: Pág. 61
390b, 390c, 392, 393, 394a, 394b, 394c, 394d, 395, 396a, 397, 400a, 400b, 401a, 401b, 402-403, 404, 406-407, 408-409, 410, 411, 412a, 412b, 413a, 413b, 413c, 413d, 414b, 415, 416b, 417,
Archivo Fundación Carnaval de Barranquilla: Págs. 147b,
419, 422, 422, 425a, 425b, 425c, 426b, 427, 428-429, 430 y
198-199, 203, 207b, 252a, 379a, 379b, 379c.
contracarátula.
Archivo personal de Daniela Cepeda, fotografías de Harold
Mariana Schmidt Quintero: Pág. 21b, 21c, 26b, 29b, 35a, 37a,
Perez: Págs. 14a, 14b, 14c, 15a, 15b, 15c, 35b, 73a, 241a, 255a,
41, 47a, 47b, 58b, 59b, 71a, 77, 81a, 82, 83a, 83b, 88a, 91, 92,
255b, 261b, 307, 360, 405.
94a, 95, 102, 103a, 110, 114a, 121, 128, 131a, 133, 137a, 138,
Archivos personales de los artistas: Págs. 25b, 29a, 40a, 40b,
139b, 145a, 154-155, 156b, 157b, 157c, 169a, 169b, 171a, 178,
45, 51, 61, 57, 59a, 71b, 90b, 100, 105, 112b, 127, 131b, 150a,
179, 183b, 185, 186, 189, 192b, 200, 204b, 205b, 206, 208,
166, 190, 191, 201, 202, 205a, 224, 226a, 226b, 227, 270a,
214-215, 223, 225, 233a, 235, 236, 239a, 239b, 240, 248,
270b, 272a, 272b, 272c, 273, 294, 295, 297, 306, 319b, 350,
250b, 250-251, 253a, 253b, 278, 280, 281b, 281c, 284a, 294b,
363, 372.
284c, 284d, 285, 313, 322, 327, 328, 329, 330b, 331, 354, 355,
Brianne Velásquez: Págs. 223b, 246, 247a, 247b David Britton: Págs. 126, 129 Dino Manco Acosta: Pág. 383b Encho Barranquilla: Pág. 80 Fabián Romero: Págs. 107, 399b Helena Schmidt Quintero: Págs. 52a, 86, 349, 356, 390d Josefina Villareal: Pág. 378b Marta Ayerbe Posada: Págs. 6, 8, 9a, 13, 26a, 30, 31b, 33, 38,
362, 367, 375, 380, 381b, 383a, 396b, 414a, 416a, 418, 421, 426a, 432. Nivaldo Castro Castro: Págs. 2-3, 4, 9b, 10-11, 16a, 16b, 18a, 18b, 19, 20a, 20b, 20c, 21a, 24, 25a, 27, 28, 31a, 32, 34, 36, 37b, 42, 52b, 56, 60b, 63, 64, 65b, 68, 69a, 74, 75, 76b, 81b, 84, 85, 87, 88, 90a, 93a, 93b, 96a, 96b, 98, 99, 101, 106b, 111, 112a, 113, 114b, 145b, 153a, 159, 160b, 161c, 167, 168, 173, 238, 271, 274, 293c, 317, 338, 341, 344, 348. Rodrigo Ponce: Pág. 368 Teófilo Vargas: Pág. 69b
44a, 44b, 50, 53, 54, 55, 58a, 60a, 62, 65a, 66, 67, 70, 72, 73b,
Vitalia Díaz: Págs. 43, 48, 49, 130, 143, 183a, 187, 192a, 193,
76a, 78, 79a, 79b, 89, 97, 103b, 104, 106a, 108a, 108b, 108c,
197, 204a, 212, 216a, 222, 256, 257, 260b, 262, 263, 264b,
109, 120a, 120b, 122, 123, 124, 125, 131c, 132, 135, 136a, 136b,
265a, 265b, 267, 268-269, 281a, 282, 283, 357, 371, 374, 397b,
137b, 139a, 140-141, 147a, 148, 149, 150b, 151, 152a, 152b,
398, 399a.
153b, 153c, 156a, 156c, 157a, 158, 160a, 161a, 161b, 162a, 162b, 163, 164, 165a, 165b, 165c, 165d, 170, 171b, 172, 174, 176a, 176b, 177a, 177b, 177c, 177d, 182, 184a, 184b, 188, 194, 195a, 195b, 196, 207a, 210, 211, 216b, 216a, 217b, 218-219, 220, 221, 226c, 228, 229, 230a, 230b, 231a, 231b, 232, 234, 237,
Pinturas Alex Henao: Págs. 290, 291 Álvaro Bustillo: Págs. 22-23
240b, 241b, 242, 243a, 243b, 244, 245, 249, 252b, 254, 258a,
César Martínez: Pág. 318
258b, 258c, 258d, 259a, 259b, 259c, 260a, 261a, 264a, 266,
Fernando Ferrer: Págs. 119, 373
275, 276, 277, 279, 286, 288, 289, 292, 293a, 293b, 293d, 298, 299, 300, 301, 303, 304, 305, 308, 309, 310, 311a, 311b, 312,
Hermes Padilla: Pág. 320
315, 316, 319a, 321, 323, 324, 325, 326, 330a, 332, 333, 334,
Martha Salas: Pág. 314
335, 336, 337, 339, 340, 346, 347, 352, 358-359, 364, 365a, 365b, 376a, 376b, 377a, 377b, 377c, 378a, 378c, 378d, 381a, 382a, 382b, 384a, 384b, 385, 386, 387, 388, 389a, 389b, 390a,
Ubaldo Mendoza: Págs. 180-181 Vitalia Díaz Iglesias: Págs. 115, 342-343
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Este libro se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2015 en los talleres de Panamericana Formas e Impresos S.A. en Bogotá, Colombia.