Agradecemos el tremendo aporte de todas las mujeres que forjaron estos relatos, desde la intensidad de sus recuerdos, y como en este ejercicio, procuraron la resignificación de la experiencia. También deseamos dar las gracias a Carolina Olmedo, artista visual, por los hermosos dibujos que pensó para el diseño de nuestra fanzine.
Encuéntranos en @ColectivaAcuerpar Y a través de nuestra colaboradora @BrigadaFeministaAccionVioleta
Diseño, diagramación y portada: Kamila Recabal B. @trazar.ediciones
Las feministas de la Colectiva Acuerpar, te invitamos a una lectura que ha repensado los abortos desde la clandestinidad, un emplazamiento que encara el trabajo reproductivo de los cuerpos feminizados, concebidos por el ideario del ser mujerreproducción, cuidado, crianza y entrega de placer-, un constructo que traza el camino en torno a la explotación de nuestros cuerpos, el primer territorio de conquista. Las testimonias recopiladas para este fanzine, afloran de mujeres que han resuelto romper con el silencio de lo prohibido, para desmarcarse del posicionamiento individual e interrogar el orden social del neoliberalismo y el patriarcado. Juntas escribimos por la reivindicación de nuestros Derechos Sexuales y Reproductivos, ante un Estado que pretende sostener su rol subsidiario y permitir el avance de la precarización de la vida. En esta marcha del 25 de julio, por el aborto más allá de las tres causales, ponemos a tu disposición este aporte, en la línea de cuestionar la totalidad, reconstruir la relación con nuestra corporalidad y su autonomía, y vivir la colectividad desde otras configuraciones. ¡Aborto legal, libre, seguro y gratuito!
Llegué a un servicio de salud público, “Ah, esto es un aborto”, me dice el paramédico, y me instala en una camilla mientras sangro profusamente. El médico de turno me niega atención, entretanto el paramédico corre con compresas, intentado detener el sangrado. “Yo, a esa, no la atiendo”, es lo que alcancé a escuchar, me visto como puedo y me voy. Días de suplicio, hasta que un médico particular me envía de urgencia a una clínica, “Esto es peligroso, deben verte YA!”. Ingreso a una clínica, la doctora me pasa por ley de urgencia, estoy en la camilla, lista para el procedimiento, cuando se me acerca una enfermera y me informa, “No la vamos a intervenir”. La doctora se disculpa, amenaza llevar este trato denigrante al directorio. Un médico y dos enfermeros, a quienes nunca vi, decidieron que no me atenderían, a pesar de que estoy en riesgo. Nuevamente, me voy, confusa, con miedo, no entendí que pasó. “Denuncie mijita”, me dice- bajito- la señora de la ventanilla. Guardé dolor y silencio, hasta hoy.
Natalia,Santiago.
Las pastillas también fallan Si hubiese tenido información, quizás esto no hubiera sucedido, pero nada cuenta para regiones ni menores de edad. Mi embarazo ocurrió por desconocimiento a los efectos secundarios de un medicamento, recetado por un profesional que no consideró mi pastilla anticonceptiva. Tus tres causales no son suficientes ante la negligencia. Enfrentarse a cuatro pastillas suena fácil, hasta que no hay resguardo, acompañamiento y legalidad. Para ti no existe el Estado. Tuve la suerte de tener pareja y contención, pero los prejuicios aún hacen inevitable el secretismo Ya no más Hoy alzo la voz Hoy sigo siendo mujer, estudiante, indígena, nortina y lo que me dé la gana. Hoy nadie nos va a callar, porque es necesario, porque es urgente, porque debe ser legal, porque no todas entramos en tus criterios Porque somos miles ¡Aborto legal!
Rayén, Calama.
Mi decisión estaba tomada desde antes de quedar embarazada, tenía muy claro que en el caso de embarazarme abortaría, fuera cual fuera la circunstancia. Así fue. No me falló el calendario, yo le fallé a él. Hace bastantes años me cuido con el calendario, y en ocasiones, cuando lo amerita, con condón. Pero esa vez no me importó nada, me dije a mí misma, “no, no creo”. Grave error. Por supuesto que sí. Cuando mi luna se retrasó unos tres días, en llegar, yo ya sabía que estaba embarazada. A la semana, más o menos, me hice un test, salió negativo. No me convenció, era un falso negativo. Una o dos semanas después, me hice una ecografía. Después de un largo silencio (quizás corto, cuando se está así de nerviosa pierdes un poco la noción de los minutos) y de sentir el gel frío sobre mi vientre, el médico dijo, “te hiciste un test y te salió positivo?”, “mmm, no, me salió negativo”, respondí yo. Finalmente, debía volver- como en dos semanas- para saber si el saquito tenía un embrión. Obviamente, no volví y no esperé. Una amiga me regaló las pastillas, pero sólo eran seis. Me arriesgué con las seis. Cometí otro error, me las puse en la vagina, pensando-estúpidamente- que estando más cerca de la útera sería más efectivo. Andaba rabiosa, tenía pena, miedo, nervios. Mi “compañero”, o sea el papá, fue bastante poco empático, para lo único que le dio fue para comprarme un chocolate. Esto después de decirme “no me mostrís hueás”, cuando le pregunté si quería ver la eco. A las horas, comenzó el efecto: dolor, náuseas, vómito y diarrea. Y sangrado finalmente, ¡qué alegría! Pero sólo sangré esa noche, no boté nada contundente en las siguientes tres semanas. De nuevo susto, incertidumbre, pensando que lo tendría que hacer una segunda vez. Una noche de soledad y mucho pensamiento, me masturbé, luego me fui a acostar. Desperté de dolor, otra vez, venían los mismos síntomas, fui al baño y sentí que algo grande cayó de mi vagina, miré el water y sólo se veía un fondo rojo furioso, no fui capaz de meter la mano, tiré la cadena. Al fin, había terminado el aborto.
Lorenza, Litoral Central.
JUNT@S Estaba feliz con mi Oscar y mis dos maravillosos hijos, y siempre quiero tener más. En los pocos momentos de intimidad sexual que teníamos, debo recalcar que eran muy pocos, me embaracé y lo supe de inmediato. Llevaba un mes en ese trabajo y quería tirarme al metro. Había aparecido, sin buscarla, mi pega soñada, la oportunidad de ayudar a otr@s y la convicción que esta era la oportunidad. Junt@s resolvimos abortar. No era el momento no más. Buscamos en internet una opción que nos alcanzara, pero nunca la más confiable. Fuimos junt@s a comprar el Miso, con miedo que nos cagaran, que nos asaltaran o nos vendieran otra cosa. En nuestro departamento, durante toda la noche estuvimos abortando, mirando la carita de nuestros hijos, y rogando que no despertaran, para que no vieran a la mamá, sangrando las culpas y llorando los temores.
América, Santiago.
Tenía 17 años, mi única meta era entrar a la universidad, toda la media me enfoqué en los logros académicos, pero en octubre quedé embarazada, simplemente no lo creía, no lo sentía…no lo quería. Mi convicción, lo que trabajé, de lo que mi familia se sentía orgullosa, todo eso se fue en un segundo, estaba distante, lejano. Y yo, sólo, era una madeja de silencio. Pensaba mi cuerpo, sentía mi cuerpo, cambiando, estando en el embarazo. Tuve miedo, tuve culpa. Cuando la ecografía lo confirmo, dije llorando, no quiero tenerlo.
Tendré que denunciarla señorita, dijo el doctor, eso es delito. Delito nacer, delito crecer, delito nacer y crecer mujer. Delito desear, delito volar. Delito que es tuyo, no mío. Delito, para toda mujer que se atreva, a no desear lo que le sucedió. Te lo mereces por puta, por caliente, porque no cerraste las piernas porque no lo dejaste ser papá. Y a mi, ¿alguien me dejó ser yo, y soñar, querer, desear? Sólo recuerdo odiar mi cuerpo cambiante, inminente mi cuerpo ensanchado delatándome. Recuerdo odiar mi sangre escurriendo, despidiéndose odiar por aliviarme llorar por aliviarme. Y de vez en cuando en mi vida sentirme débil y vacía otra vez totalmente sola, como aquella vez en que aborté sin causal. Ya no más compañera, ya no callo más. Me anima la esperanza de las voces cansadas. Amén
Javiera, Santiago-Recoleta, 25 años.
[Imagen: Brigada de Propaganda Feminista]
La soledad impregnaba mi alma. Pensaba que tendría el apoyo de mi compañero, pero el miedo se hizo presente al darme cuenta de lo contrario. Sólo escuché sus indicaciones con respecto a lo que tenía que hacer, mientras, me invadía la duda. Mi cuerpo, mi alma y mi corazón no eran los mismos, y llegaba el día de hacer lo indicado, me sentí mala, cruel, pecadora y asesina. Jamás lo olvidaré... jamás había compartido mi sentir, hasta hoy. Hoy que todo debe cambiar, para mí, para todas. ¡Aborto legal, libre, gratuito y seguro!
Luna, Puerto Montt.
El cité Supe que lo estaba, después de varios vómitos por la mañana y demasiados test que lo confirmaban. Supe que abortaría, cuando acepté que mi vida no estaba en condiciones para una crianza, y cuando admití, como mujer, que no quería. Me reuní con una señora -que encontró una amiga por interneten Parque O’higgins, me entregó cuatro pastillas y me explicó, brevemente, los pasos a seguir. En la soledad del cité que arrendaba, una sucia vela y un condón regalado, fueron los medios para terminar, de una vez, con todo. Desde que me introduje las pastillas, he pensado -convencidaque es lo más peligroso que he hecho con mi cuerpo. Me fui a trabajar, mientras esperaba, después de dos días caí al suelo por un intenso dolor y un sangrado incontrolable, la opción fue mentir en la urgencia del sistema público. ¡Esta fue mi realidad, esta es tu realidad, la clandestinidad de algún cité! Sueño con el día que se legisle por aborto legal, que ninguna otra pase por la oscuridad de mi experiencia, sino que cuente con una mano amiga, que sea decisión, que esté informada y acompañada. Lucho por ellas, lucho por todas.
Karen, Santiago Centro.