Amplificando Caudales

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AMPLIFICANDO AMPLIFICANDO CAUDALES CAUDALES

CAROLINA CAROLINA OPAZO OPAZO QUILLECO



AMPLIFICANDO CAUDALES CAROLINA OPAZO Y COMUNIDADES DE QUILLECO


Agradezco la confianza y el intercambio de sus saberes a las comunidades de Quilleco: Hebras de Quilleco, Colectivo Sin Nombre - Ponte Bío, Vecinos de la Calle Eusebio Lillo “Calle Los Perros”, Raquel Barrera (cantautora), Lidia Barruetos (poeta), Rebeca Durán (cantautora). Así también, la colaboración de la Municipalidad de Quilleco (especialmente al Alcalde Jaime Quilodrán, el Encargado de Cultura Jhon Muñoz y el Jefe de Gabinete Christian Rubilar) y el acompañamiento del Programa de Residencias de Arte Colaborativo Red Cultura. De manera especial, quiero agradecer la reciprocidad constante de Germán Sepúlveda (antropólogo y Dideco del Municipio de Quilleco), Alex Hernández (medioambientalista y gestor de Ponte Bio), Felipe Bascur (historiador e integrante del Colectivo Sin Nombre), David Salazar (presidente del Colectivo Sin Nombre), Ana Altamirano, Otilia Lagos y Pedro Gallardo de la Calle Eusebio Lillo “Calle Los Perros”; así también, los intercambios y el compromiso por parte del equipo de Almacén Editorial de Concepción a lo largo de todo el proceso de producción editorial. Y finalmente, la colaboración y participación en la última etapa del proyecto de Natascha de Cortillas, David Romero y Alvaro Espinoza en quienes también reconozco mi trabajo.


AMPLIFICANDO CAUDALES AGUA DE LUNA: MATICES DE LA IDENTIDAD MONTAÑESA QUILLECANA FICHAS Y ANOTACIONES FRECUENCIAS DE UNA INVESTIGACIÓN EN CONTEXTO HEBRAS ACCIÓN CATUTERA TRONCO SONORO EMBALSES DE OBJETIVOS


CAROLINA OPAZO

AMPLIFICANDO CAUDALES Amplificando Caudales se realizó en la comuna de Quilleco de la región del Biobío entre los meses de octubre de 2018 y enero de 2019, y tuvo como propósito amplificar o ampliar de forma colaborativa con comunidades las abundancias históricas, simbólicas, culturales y afectivas relacionadas al paisaje, a partir del encuentro y el intercambio de experiencias significativas. Tradicionalmente, las fuentes de agua han sido lugares de significación espiritual; desde apropiaciones simbólicas por parte de las culturas que los rodean, siendo parte de economías cotidianas o transformándose en asentamientos vinculados a la experiencia del cosmos. Sin embargo, esta forma de comprender la existencia ha sido progresivamente excluida desde que fueron levantadas las primeras ciudades de las civilizaciones monoteístas, donde especulo que los afluentes fueron vistos como algo anómalo a la cultura, en tanto pertenecían al mundo salvaje que se debía domesticar. Así, la ciudad erigió sus propios símbolos de poder y todo se ordenó en torno a ellos. Luego la ciudad creció, el plano urbano inevitablemente se extendió ocupando el espacio de los ríos y costas, entonces, el agua se debió conducir evitando el desborde. De forma paralela, las fuentes de agua fueron apropiadas como un recurso económico, las industrias se instalaron en sus riveras, se sobrealimentaron de sus aguas y expulsaron sus residuos en ellas. Hoy, con el quiebre de las industrias, los afluentes se develan como paisajes residuales aumentando el deterioro en territorio de nadie, o bien, como bienes de especulación inmobiliaria y turística. En el pueblo de Quilleco, a metros del estero que lleva el mismo nombre, se asentaron pobladores en la antes conocida como “Calle Los Perros”, denominada así según algunas teorías locales, despectivamente. Se trataba de un asentamiento de familias que antiguamente llegaron desde otras reducciones de terreno, quizás mapuches, y ocuparon dicho espacio que en ese momento no se encontraba en el trazado urbano. Cuentan las historias que en muchas ocasiones durante el invierno el estero se desbordaba llegando incluso hasta las casas, tensionando la vulnerabilidad de las familias y la dominación del estero. Por


Así como el Estero Quilleco, en la comuna la mayoría de las fuentes de agua se encuentran cercadas e instrumentalizadas por la industria forestal, agrícola e hidroeléctrica. Encontrar allí un subterfugio de relación con el paisaje es complejo, en un sentido metafórico es como rastrear fantasmas, no obstante, los fantasmas siempre pueden estar presentes en diferentes dimensiones, encontrarlos implica reconfigurar nuestra noción de realidad. Aquí es donde comienzo mi exploración con la comunidad y nuestras relaciones con el paisaje; desde la memoria, los afectos, la reflexión sobre el contexto actual, también desde la necesidad de encontrarnos, intercambiar puntos de vista y contar con un espacio de recreación, de ahí las relaciones identitarias y territoriales, entre otras, podrán tener su propio flujo más allá de este proyecto. En la residencia interactúe con personas en la calle, en los bosques, en los cerros, en ríos o canales, en sus casas, en mi casa. Lo más interesante de todo este proceso, sin duda, fue encontrarnos y sintonizar en intereses comunes. No siempre sabíamos hacia donde nos dirigíamos, sin embargo, reconocíamos la importancia de ya estar originando un intercambio, contando con la autonomía para imaginar y experimentar colectivamente otra realidad, aunque solo fuese caminando alrededor del río o internándonos en el paisaje. Pareciera ser esto, una necesidad fundamental para recién poder pensar en una comunidad.

CAROLINA OPAZO

otro lado, desde 1950 comienza a crecer la industria forestal en la comuna, especialmente en el valle, al otro lado del estero, esto influye aún más en que el sector cercano al estero sea advertido como un espacio marginal. En la rivera opuesta al pueblo se erige una gran pared vertical de monocultivos, convirtiéndose en una frontera en la experiencia del paisaje. La urbanista y activista social Jane Jacobs, señala que determinadas fronteras originan ciertas decadencias en los barrios aledaños al cortar la interconexión espacial. Efectivamente, Quilleco tiene esta frontera en todos sus radios, y los pobladores de sectores rurales han debido desplazarse a la ciudad por la escasez de agua que ocasiona la misma industria.


GERMÁN SEPÚLVEDA

Germán Sepúlveda Investigador de etnohistoria de la alta frontera, ha desarrollado trabajos sobre memoria e historia local en la octava y novena regiones


Quilleco (Qüillem , luna; co, agua) es un pueblo nacido bajo el aislamiento. Resuelto villorrio que se instaló entre las direcciones oriente y sur del estero que lo circunda. Hacia la década de 1820, se transformó en aldea dominante del territorio subandino de la montaña de la Isla de la Laja 1 y en algún momento albergó la parte más septentrional del butalmapu Inapire mapu 2 . De su ubicación hacia el interior, surge la identidad supersticiosa de un territorio espectral que acompaña la pulsación aletargada de la memoria ancestral, de sus rutas de mercadeo de animales y sal

1 Quilleco, pueblo formado para resguardar las distancias entre

las aldeas de la montaña, precordillera selvática que se extendía entre Chillán y Santa Bárbara, fue repoblado después del gran saqueó a Los Ángeles, realizado por Mañil en 1820, que propició la migración de muchas personas hacia los fuertes y fortines del cordón de la Alta Frontera. La aldea fue urbanizada a mediados del siglo XIX, su más entusiasta gestor fue el subdelegado Norberto Bascur, descendiente de antiguos Vascos llegados de inquilinos a la Hacienda Las Canteras propiedad del Libertador Bernardo O´Higgins, fue parte de las familias que se fueron asentando en torno a la rivera del Coreo y los esteros adyacentes, formando caseríos ribereños entre el Coreo y el Quilleco. 2 El Inapiremapu (E. Tellez. 1998), es una etnocategoría territorial

donde confluyen los ülmenes y linajes de diversos grupos subandinos descendientes de los pueblos reche del norte del Biobio, que establecieron vínculos con los llaneros del Cautín y los pampa del otro lado de la cordillera (wenteche). Este territorio cercano a los montes nevados, guardaban una serie de circuitos de transito andino que eran custodiados por los tokiatos y cacicazgos dominantes de cada época, en nuestra comuna destacan los asentamientos Curiche Quilapán, Pino y Marileo, todos del sur de Quilleco quienes tuvieron presencia territorial durante el siglo XIX.

GERMÁN SEPÚLVEDA

AGUA DE LUNA: MATICES DE LA IDENTIDAD MONTAÑESA QUILLECANA


GERMÁN SEPÚLVEDA

del territorio Reche, colindante de los herederos de los kueles 3 , componentes de la casta Mapuche más compleja y cercana a la formación pre incaica del tiwantinsuyo que dominó los ülmenes y malales de al menos una decena de generaciones, antes de la llegada de los españoles. De esos parajes ribereños se forjó una territorialidad montañesa que fue interrumpida con la guerra a muerte, desde donde la construcción de una cárcel, sirvió como estructura para controlar las montoneras y apresar a maleantes y saboteadores que guardan sus botines en las cercanías del Coreo, fueron estos presos los que diagramaron las calles y mantuvieron el aseo del villorrio hacia 1854, transformándose en un componente de mano de obra importante para la necesaria urbanización del poblado.

3 Los territorios llamados kueles correspondían a zonas de

contacto, que originalmente se vinculaban a estructuras de connotación fúnebres, posteriormente derivaron a montículos artificiales que evidenciaban pactos y alianzas territoriales, a través de la superposición de suelos provenientes de los distintos territorios que lo integraban, estos representan un periodo anterior a la llegada de los españoles, posiblemente la sociedad que encontraron dominando toda esta gran extensión de montaña, depresión intermedia, montaña costera y costa, desde la alta frontera, hasta Purén. En todo el trayecto del curso de agua se construyó algún Kuel. Las sociedades del kuel tenían estrecha vinculación con los grupos del tiuantinsuyo, agrupaciones provenientes de distintos rincones de las sociedades circulares del nortes o de los grupos nómades del sur, sino es difícil explicar que las terrazas y los sistemas de acueductos fomentados por los incas durante el siglo anterior a la llegada de los españoles y que conectan Quilleco con Villucura. (Vilu, serpiente; kura, piedra). (R. Latchman, 1936; T. Dillehey & Saavedra, 2010; L. Nuñez & T. Dillehay, 1995).


El territorio de los montañeses pobres 4 se transformaba en la parte más oriental de la Alta Frontera, desde la cuenca del Laja, hacia la subcuenca del Duqueco, cruzados por cauces que descienden desde la Sierra Velluda, entre vestigios de corredores glaciares y volcánicos en el complejo Pan de Azúcar 5 , entre el Rucue y el Cañicura;

4 Denominación que señala el periódico angelino “El Meteoro” que

en su edición del 6 de julio de 1867, para responder un reclamo de los locales sobre el subdelegado Juan José Palacios, en el volumen se refieren a los aldeanos como “Es una aldea miserable compuesta en su mayor parte de montañeses y agricultores pobres, motivo por el que tiene pocas espectativas de progreso, a no ser que el subdelegado propietario señor Palacios, que posee ahí inmensas posesiones, ceda una hijuela para fundar ahí una colonia de extranjeros o de nacionales honrados y laboriosos traídos del norte de la república.” 5 La piedra de la otra visión es un entramado rocoso que se

encuentra entre los dos nacimientos de agua que conforman el rio Cañicura, lugar de nido de cóndores esta estructura tiene una condición de anomalía magnética que altera las brújulas y los artefactos electrónicos que se usan en ese lugar. Actualmente este geositio es conocido como la Piedra Picúa y es fácilmente identificable por sus paredes triangulares que se divisan desde distintos puntos del territorio.

GERMÁN SEPÚLVEDA

Desde este asentamiento se configura un paulatino proceso de aculturación que fue alejando al habitante ancestral subandino y dando paso al territorio del patriota exiliado durante el periodo de la guerra a muerte, población transhumante que fue definiendo el caserío, dominando sus vastas extensiones aledañas al rio Duqueco, encajonado entre los caminos que unían la Célula real de San Lorenzo y el fuerte del Príncipe Carlos en Villucura.


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entramado de florecimientos de esteros y lagunas que separan al pueblo de las arenosas valles del Coreo. Hacia las terrazas incaicas de Villucura en el sur, se entrelazaba serpenteante el ulmen de los Kura Re Che. Este paisaje selvático, conectaba de norte a sur entre el Rucue y el Duqueco desde donde se forja el rio Cañicura en la zona de las tres pirámides del complejo Pan de Azúcar, donde se encuentra la Piedra de la otra visión 6 , y conectaba con los malales de Antuco y los poblados de Santa Bárbara. Es muy probable que estos territorios interiores hayan sido los espacios comunes de la casta anterior a la llegada de los españoles, de eso solo guardamos las denominaciones de lugares y las simbolizaciones de la naturaleza que aún persisten en la identidad quillecana. Sin duda que la aculturación producida por el control territorial de finales del siglo XIX fue definiendo una mentalidad localista que ha quedado atrapada en esta suerte de aislamiento sincrético espectral; y uno de los sintonizadores por excelencia de estos elementos simbólicos son los cursos de agua. El gran Rucue, vector del Laja dibuja la entrada de los arenales del Coreo que se encuentran con las tierras Curiche hasta llegar al Duqueco; la pequeña vertiente del Quilleco emerge desde los bajos montañeses del Pan de Azúcar, conteniendo para si unas serie de afluentes que se van uniendo hasta cerca de su

6 Materialización ectoplasmática de su propia energía, a

través de la transfiguración de células adiposas que contornan materialmente la forma espiritual, y que en algunos casos las perspectivas positivas de ciencia lo significan como visión o alucinación “en la que los gen se presentan ante las personas con aspecto humano o animal, sobre todo ave o reptil. Se da en los espacios donde estos seres intangibles llamados gen existen.” (Comisión de Trabajo Autónomo Mapuche, 2003).


GERMÁN SEPÚLVEDA

desembocadura en el Duqueco, separando las tierras coloradas de las arenas. Entre el Cañicura y el Quilleco emergen múltiples esteros, lagunas y pantanos, todos ellos narradores de historias extraordinarias, visiones y transfiguraciones de animales que han determinado la salud o enfermedad, la vida o la muerte. Estos herederos del paisaje son conocidos en la cultura mapuche como gnen, seres antropomorfos que custodian portales interdimensionales 7 , estos lugares conducen historias, pliegues narrativos de eventos fantásticos, entierros, incendios espontáneos, culebras protectoras de cargas. Historias que abundan en el campo quillecano, y que resguardan la memoria del rio que cobija el contacto ancestral de la gente de la montaña. Estos elementos se han guardado celosamente en la distancia de un pueblo extraviado entre los bosques de pino y eucaliptus, y las rutas que lo esconden hacia los interiores de la provincia del Biobío, pero donde sus habitantes se nutren de esta memoria incandescente, que reúsa a extraviar los símbolos ancestrales de sus espacios elementales.


ANOTACIONES

FICHAS Y ANOTACIONES


FICHA


ANOTACIÓN 1


Actividad: La primera expedición por el paisaje Fecha: 15/10/18 Lugar: El Saltillo – Desembocadura del Estero Quilleco en el Río

FICHA 1

Duqueco – Casa de Don Pedro Gallardo

Observaciones: A dos días de estar en Quilleco realicé mi primera expedición en el paisaje natural. Estando en una fiesta costumbrista hablando con una artesana me escucharon casualmente hablar sobre el proyecto y me invitaron a conocer una pequeña cascada del Estero Quilleco llamada “El Saltillo”. Quien me invitó se llama Miguel, vive en Talcahuano, pero vivió su infancia en este lugar y su padre ahora vive en el pueblo de Quilleco. Llegamos al Saltillo junto a sus hijos y un amigo suyo, caminando entre el bosque nativo y luego bordeando el río. La experiencia fue de conversación y contemplación del paisaje. Al regresar al pueblo de Quilleco, Don Pedro, su padre, nos esperaba con almuerzo, conversamos con él sobre su historia, la cocina y la posibilidad de vivir de forma autosustentable. Luego, me presentó su huerta y sus animales domésticos, gallinas y patos.


ANOTACIÓN 2


Actividad: Un oasis en medio de la forestal Fecha: 22/10/18

FICHA 2

Lugar: Pedregal

Observaciones: Me recomendaron conocer el Pedregal ubicado a un km del pueblo de Quilleco desde la Población San Lorencito hacia el este. El Pedregal es una extensa superficie de tierra propiedad de privados con acceso público, no es un sitio apto para cultivar, por lo tanto, no lo han forestado, sí está rodeado de monocultivos, pero en su interior mantiene su propio ecosistema. Su geografía está compuesta por pequeños cerros de suelo pedregoso que canalizan varias lagunas, humedales y riachuelos. El recorrido lo hice con Felipe Oliver, colaborador editorial del proyecto, uno de nuestros objetivos era conocer la Laguna Grande, en su búsqueda solo encontramos lagunas pequeñas, en una de ellas nos llamó la atención la amplitud del croar de una especie de sapos, los pudimos escuchar, pero no ver.


ANOTACIÓN 3


Actividad: Buscar la comunidad Fecha: 26/10/18

FICHA 3

Lugar: Quilleco

Observaciones: Desde que llegué a Quilleco me han mencionado como comunidades articuladas a las tejedoras Hebras de Quilleco y la agrupación Amigos de la Biblioteca compuesta principalmente por cantoras. Ya estoy estableciendo nexos con las Hebras, sin embargo, la posibilidad de tener un encuentro con las cantoras ha estado lleno de obstáculos, algunos muy incomodos, y lo que he podido reflexionar de esto, es que se trata de una agrupación cultural cerrada y capitalizada por cierto poder local que no me permite interactuar con ellas. Así que últimamente me he dedicado a insistir con Germán y Servicio País para que me puedan orientar hacia la búsqueda de una posible comunidad con quienes llevar a cabo este proceso de intercambios. Finalmente, de casualidad escuché a los integrantes de Servicio País hablar sobre la organización medioambiental y social Colectivo Sin Nombre, conseguí el contacto de su representante y coordinamos una reunión en mi casa con todo el grupo.


ANOTACIÓN 4


Actividad: Colectivo Sin Nombre Fecha: 02/11/18

FICHA 4

Lugar: Mi casa de residencia

Observaciones: Nos reunimos en mi casa con el Colectivo Sin Nombre, alrededor de quince personas. Comenzamos la reunión presentándonos, luego presentando nuestros proyectos y posteriormente analizando las posibilidades de confluencias en un proceso de intercambio que se extendería por dos meses y medio. La confluencia es que ambos proyectos tienen entre sus propósitos observar, reflexionar y activar la vinculación cultural con el entorno natural, en relación a esto, nos propusimos identificar sitios específicos alrededor del entorno acuático. Les motiva la idea de generar limpieza de los espacios para la comunidad y reforestar, en tanto yo propuse que estas acciones se dieran a partir del diálogo sobre las significaciones simbólicas que apreciamos de estos lugares. Terminado el análisis del proyecto, cocinamos y almorzamos juntos.


ANOTACIÓN 5


Actividad: Un castillo natural en el paisaje Fecha: 04/11/18

FICHA 5

Lugar: Cerro Castillo

Observaciones: Las expediciones comunitarias en Quilleco son habituales, así tuve la oportunidad de ir a conocer Cerro Castillo con distintas personas de la localidad. A unos 40 minutos del pueblo, llegamos en un bus dispuesto por la municipalidad hasta el final de la localidad de Ramadillas, desde ahí emprendimos una extensa caminata que comenzó a través de una flora nativa alta propia de la precordillera, para luego subir cerros y caminar alrededor de sus pendientes entre ñirres y suelo pedregoso, de a poco tuvimos una visión cada vez más panorámica del valle de Quilleco, y luego visualizamos a la distancia un gran roquerío que se erigía como una fortaleza en medio del bosque, se trataba de Cerro Castillo. Haciendo camino entre arbustos llegamos a su cima, escalamos su formación de piedras. Arriba el viento rugía calándose entre medio de los orificios. Como grupo estábamos absortos frente a la magnitud del paisaje; tiempos de silencio y conversaciones. Al regreso, se aproximaba la lluvia con enormes nubes que nos alcanzaban cubriendo todo, mientras caminábamos por los cerros “caminamos entre las nubes”.


ANOTACIÓN 6


Actividad: El mapa de los ríos como un tejido Fecha: 06/11/18

FICHA 6

Lugar: Sede Social de Pejerrey

Observaciones: Según lo coordinado con la señora Guillermina, representante de las Hebras de Quilleco, llegamos hasta la sede social de Pejerrey donde se reúne la agrupación de tejedoras, esta vez me acompañaba Germán, Dideco del municipio y antropólogo. La señora Guillermina, ya había socializado el proyecto con el resto, yo complementé lo que ya sabían y les abrí la posibilidad de reimaginarlo y plantear ideas e inquietudes propias. No hubo muchas devoluciones, pero si me decían que estaban interesadas y abiertas a experimentar el proceso. Gracias a Germán, que comenzó a relatar las significancias culturales del paisaje, las hebras de a poco fueron conectando, y entre conversaciones fueron apareciendo una gran cantidad de espacios acuáticos que recordaban de su infancia, junto a lo que sabían sobre las desembocaduras de diferentes canales, esteros y ríos. Esto me permitió pensar en cómo el mapa de afluentes de Quilleco es en analogía un gran tejido de la naturaleza, y desde ahí conversando profundizamos en esta imagen y su trabajo.


ANOTACIÓN 7


Actividad: La tormenta eléctrica Fecha: 08/11/18

FICHA 7

Lugar: Mi casa de residencia

Observaciones: En la primera reunión con el Colectivo Sin Nombre programamos una próxima reunión para identificar puntos específicos de los afluentes de agua de Quilleco y así trabajar en torno a estos desde la reflexión y/o activación. A través de nuestro grupo de WhatsApp recordé anticipada y permanentemente nuestro encuentro. Pero uno de los errores fue no prever que ese día habría tormenta eléctrica, lo que incidió probablemente en que ninguno llegara. Algunos se excusaron previamente, pero más allá del obstáculo de la tormenta, se advierte difícil poder convocar a la agrupación, principalmente por las escasas respuestas de WhatsApp y porque la mayoría pasa la mayor parte de su tiempo en otras ciudades.


ANOTACIÓN 8


Actividad: El tronco hueco Fecha: 14/11/18

FICHA 8

Lugar: Estero Quilleco, Población San Lorencito

Observaciones: El compromiso por parte del Colectivo Sin Nombre redujo su número de personas. Una de sus líneas de acción es Ponte Bío dedicado a promover la conservación y difusión del entorno natural, está integrado por Alex y Gonzalo. Con ambos nos reunimos en mi casa y, ante sus inquietudes sobre mi trabajo como artista visual, les mostré mi dossier, al verlo, Alex me comentó que en el bosque cerca del Estero Quilleco (desde la Población San Lorencito), había un tronco hueco con el que podríamos amplificar el caudal del mismo estero. Partimos en su búsqueda en bicicleta, al encontrarlo lo movimos a un lugar donde le llegaba más sol, y luego seleccionamos el sitio donde lo instalaríamos.


ANOTACIÓN 9


Actividad: Respiración del río Fecha: 15/11/18

FICHA 9

Lugar: Mi casa de residencia

Observaciones: Alex vive a pocos metros de mi casa, así es que basta con contar con un poco de tiempo, coordinamos y nos reunimos, esta vez lo invité a experimentar con registros sonoros el Estero Quilleco que pasa por atrás de mi casa. Lo que hicimos fue generar interferencias entre la grabación y reproducción simultánea del sonido que estábamos obteniendo del estero, reflexionando sobre cómo devolverle el sonido desde un aparato tecnológico. Luego ingresamos a la casa. Alex está interesado en la posibilidad de activar dispositivos en relación al Estero Quilleco, entonces, comenzó a bocetar una posible máquina que se activará con el caudal del estero generando en la superficie un sonido que él definió como una interpretación de “la respiración del río”.


ANOTACIÓN 10


Actividad: Una ruta para la comunidad en torno al Estero Quilleco Fecha: 17/11/18

FICHA 10

Lugar: Estero Quilleco, Población San Lorencito

Observaciones: Como es habitual, ciertos días nos proponemos con Alex realizar algún ejercicio significativo. Esta vez Alex me invitó a habilitar el borde del Estero Quilleco desde la Población San Lorencito, me explica que el lugar es una ruta habitual para pescadores, la idea ahora es dejar este espacio limpio de zarzamoras y quillas para que la población que lo visite pueda transitar a su alrededor, y además este es el sector donde ubicaremos el tronco sonoro. Trabajamos durante cuatro horas sin parar, avanzando bastante en la limpieza de la ruta, creo que Alex estaba sorprendido de mi trabajo, a priori no se imaginaba que le estaría a la par. Al final de nuestra jornada llegó Gonzalo con agua y naranjas, y juntos me invitaron a conocer el mirador que había construido Gonzalo en el Pedregal, se trataba de dos tablas que se asentaban sobre un tronco en un sitio que ofrecía una vista panorámica del paisaje a poco andar desde la Población San Lorencito.


ANOTACIÓN 11


Actividad: Un sitio de ritual y vigía Fecha: 18/11/18

FICHA 11

Lugar: Cerro La Picúa, Cordón de Azúcar

Observaciones: Germán en ocasiones me había hablado del Cerro La Picua, esta vez me invitó con un grupo del municipio a explorarlo. Llegamos en auto hasta el límite del cultivo forestal con el bosque, desde ahí comenzamos una caminata entre árboles y arbustos nativos. Después de un rato de caminar, la vegetación comenzó a ser más baja creciendo desde un suelo pedregoso, con además muchas piedras grandes en las que mis acompañantes identificaron líneas blancas que podrían corresponder a la huella del período de glaciación. Finalmente llegamos a la cúspide del cerro, en su superficie se encontraba una gran piedra plana desde donde contemplamos el valle. Germán especula que este pudo haber sido un sitio de ritual o señal, o bien, de vigía para los mapuches. Luego, continuamos por la ladera del cerro para ver desde más cerca la Sierra Velluda, la montaña más alta del sector, para Germán se trata de la regenta de las aguas.


ANOTACIÓN 12


Actividad: Tejiendo ideas en torno al caudal Fecha: 21/11/18

FICHA 12

Lugar: Estero Cañileo - Río Cañicura

Observaciones: Esta es nuestra primera exploración del paisaje acuático con las Hebras de Quilleco. Nos acompañó Christian Rubilar, Jefe de Gabinete del municipio, él fue un importante aporte por su sensibilidad y capacidad de conectar relatos del paisaje con los diálogos de las Hebras. Nuestra ruta comenzó en el Río Cañicura, cruzamos un puente colgante metálico y nos instalamos en la rivera a conversar y apreciar el paisaje mientras las Hebras no paraban de tejer. Luego nos dirigimos al Estero Cañileo, y allí en un camping improvisamos una comida con distintos alimentos que habíamos llevado, las Hebras traían consigo huevos de campo, quesillo, pan amasado, mermeladas y mate, y nosotros pan con pasta de pollo y frutas. Allí, conversamos sobre el proyecto. Es difícil que me propongan sus intereses, no obstante, las leí, me hablan mucho sobre el teñido de la lana con tintes naturales, entonces, les propuse descubrir tintes naturales en el río, idea que les encantó. Desde ahí, planificamos una jornada de exploración en torno al río tiñendo lana con los vegetales que ahí se encuentran.


ANOTACIÓN 13


Actividad: Lavado de lana Fecha: 28/11/18

FICHA 13

Lugar: Mi casa de residencia

Observaciones: Nos reunimos en mi casa con la Hebras de Quilleco para lavar la lana que posteriormente teñiríamos en el río. Llegaron todas las Hebras, la reunión comenzó con un desayuno en el patio; harto mate, comida y conversa. Luego, mientras Felipe nos cocinaba una rica comida, comenzamos el lavado de lana, me contaron que existen distintas formas de lavar lana, algunas de ellas lo hacen de un modo y otras de otro, lo comparten y aprenden juntas. Esta vez comenzamos limpiándola sobre el pasto, después sobre una carretilla de plástico lavamos la parte más limpia con agua fría, le dimos dos lavados, y luego a la parte más sucia alrededor de cuatro lavados, era un ovillo de aproximadamente 5kg., venía tal como se lo habían entregado después de la esquila. Una vez hecho esto, lavamos el conjunto con agua semicaliente y lo pusimos a secar sobre unas piedras (allí quedó la lana durante dos días secándose al sol). Luego nos dispusimos a almorzar conversando sobre la vida, el paisaje y las distintas metáforas de cómo se teje el territorio.


ANOTACIÓN 14


Actividad: Secar el tronco hueco Fecha: 03/12/18

FICHA 14

Lugar: Quilleco Estero Quilleco, Población San Lorencito

Observaciones: Durante la tarde llamamos con Alex a José del Colectivo Sin Nombre para que nos ayudara con su camioneta a trasladar el tronco hueco hasta la casa y así poder secarlo sin tanta humedad como la que había en el espacio en el que se encontraba. José tiene una camioneta especial para ingresar en este tipo de terrenos. Pasamos por el estrecho camino cercano al río hasta llegar al tronco. Allí nos sentamos un rato a conversar, donde Alex y José planificaron instalar un tranque en el río Quilleco para poder generar una especie de pozón donde la comunidad se pueda bañar. Luego, cargamos el tronco, lo subimos a la camioneta y lo dejamos en mi casa sobre las piedras para que se secara al sol.


ANOTACIÓN 15


Actividad: Teñido de lana Fecha: 14/12/18

FICHA 15

Lugar: Río Cañicura

Observaciones: En esta instancia nos reunimos con las Hebras para teñir la lana que habíamos lavado. Antes, me habían comentado en varias ocasiones que en luna creciente se tiñe, pero nos olvidamos y estábamos en luna menguante. Llegaron dos de las Hebras a la actividad, a lo que la señora Guillermina dijo: por una llegua que falte no se para la trilla, así que dimos inicio a nuestra labor. Elegimos los vegetales para teñir, hicimos una fogata para calentar el agua y comenzamos a echar las hierbas y musgos, luego de media hora de hervor la señora Guillermina echó al agua un químico para impregnar el color, pero no dio resultado, yo no había previsto que el impregnante fuese un químico, que además creo que era muy tóxico. Finalmente lo intentamos con sal. “La rasca la choica” dio un tono rosado pálido sobre un vellón blanco, michai, mañío y una flor fucsia dieron un amarillo pálido, y diente de león y arrayán dieron un gris, los musgos de las piedras no tiñeron y el culén tampoco. Las Hebras nunca habían teñido con estas especies.


ANOTACIÓN 16


Actividad: Relatos de Rosa sobre la “Calle Los Perros” Fecha: 15/12/18

FICHA 16

Lugar: Casa de Felipe Bascur, “Calle Los Perros”

Observaciones: Al proyecto se nos unió Felipe Bascur integrante del Colectivo Sin Nombre. Nos encontramos con él y mis colaboradores de producción editorial para entrevistar a vecinas de la “Calle Los Perros”, ubicada en el límite del pueblo con el Estero Quilleco. La actividad consistió en realizar entrevistas a los vecinos sobre la historia catutera en el sector y sus memorias alrededor del paisaje acuático. Comenzamos entrevistando a Rosa, mamá de Felipe, quien nos habló primero de los catutos, nos dijo que su vecina Felisa, años atrás hacía para vender. Luego nos contó sobre el antiguo canal de regadío que surcaba por varias calles del pueblo, en él la población lavaba su ropa y regaba sus huertas, cuando se asfalta Quilleco el canal desaparece. También nos cuenta que hace algunos años su familia obtenía agua de un pozón atrás de su casa, lo fuimos a ver, pero ya estaba completamente cubierto por la vegetación. Antes de irnos, me llamó la atención un molino eléctrico artesanal que estaba en el patio, lo construyó el papá de Felipe y servía para moler trigo.


ANOTACIÓN 17


Actividad: La Señora Felisa Fecha: 15/12/18

FICHA 17

Lugar: Casa de la señora Felisa Lizama, “Calle Los Perros”

Observaciones: Continuamos nuestra ruta con Felipe Bascur. Visitamos a la señora Felisa Lizama. Ella estaba muy feliz de nuestra visita y conversación. La señora Felisa antes hacía catutos para vender ¡nos contó que hacer catutos es algo muy fácil!, que su madre también hacia catutos, que casi toda la gente hacía catutos y con eso alimentaban a sus hijos. El trigo se compraba, se limpiaba, y se echaba a un ollón con agua hirviendo, luego se esperaba a que enfriara y se amasaba formando lulitos que se podían o no tostar, sobre estos se colocaba miel, o longanizas con ajo, o ají con ajo: Pico Ardiendo. Se preparaban en la tarde-noche y podían durar hasta tres días. El sonido que producían las piedras al moler el trigo incidió, para ella, que a Quilleco lo llamaran “el pueblo catutero”. Cada vez que alguien estaba haciendo este sonido desde su casa, se sabía que estaba haciendo catutos.


ANOTACIÓN 18


Actividad: Otilia Lagos y Ana Altamirano, su hija Fecha: 15/12/18

FICHA 18

Lugar: Casa de Otilia Lagos y Ana Altamirano, “Calle Los Perros”

Observaciones: Muchos me habían hablado sobre la señora Otilia, por ser una de las personas más antiguas en el sector. La visitamos, nos recibió junto a su hija Ana. Apenas le mencionamos que estábamos interesados en saber sobre los catutos ¡conectaron!, nos presentaron una piedra gigante para moler el trigo, un tronco con forma de arco como apoyo de la piedra, y en una mesa baja comenzaron a hacernos una demostración de cómo se molía el trigo. La piedra es una herencia de la señora Otilia de al menos tres generaciones; no sabe cómo las labraban, pero nos dice: la gente antes era muy inteligente, los jóvenes de ahora no crían ni un ave. La elaboración de catutos para la señora Otilia no es algo tan cotidiano, pero sí forma parte de su cultura culinaria, el catuto se hace para comerlo cuando se mata un chancho, y en ocasiones para la once junto al mate, así lo aprendió ella con sus padres. Recordarlos dio pie para que nos contará muchas historias de su infancia. Conversamos con ellas sobre nuestro interés de desarrollar una acción colaborativa sobre los catutos, les encantó la idea, quedamos entonces en llevarla a cabo.


ANOTACIÓN 19


Actividad: Raquel Barrera Fecha: 16/12/18

FICHA 19

Lugar: Estero Quilleco, Población San Lorencito

Observaciones: Hace tiempo teníamos la intención con Germán de entrevistar a la señora Raquel Barrera, una cantautora que nació en Quilleco en el sector del Ollo a 500m del río Cañicura. Germán me había hablado mucho de ella, es la “Reina Huachaca” de Los Ángeles, lugar donde ahora vive. Entre cantos alegres y nostálgicos nos contó qué la inspiró a comenzar a cantar, fue en su infancia en las fiestas de su padre, donde escuchaba tras las paredes de su casa a cantoras campesinas, que nos dice, aún admira. Nos habló sobre estas fiestas, sobre los relatos mágicos del sector donde vivía, su experiencia en estos entornos, su conexión con la naturaleza, y su historia como hija, amante, madre, artista y trabajadora. Los ríos en sus relatos son fundamentales, tienen para ella connotaciones de añoranza del pasado, pero también de pérdida. Cada relato de su vida es mágico, de esto se desprende que sus canciones tengan tanta poesía y que estén inspiradas en su propia vida.


ANOTACIÓN 20


Actividad: Patricio un permacultor de la Población San Lorencito Fecha: 17/12/18

FICHA 20

Lugar: Población San Lorencito

Observaciones: Nos reunimos con Alex para analizar la forma en cómo cubriríamos las rendijas del tronco hueco para que no se nos escape el sonido, buscando un especialista que nos pudiese aconsejar llegamos donde Patricio, un permacultor que vive atrás de mi casa, al otro lado del río. Patricio nos mostró su huerta, sus panales de abejas, e incluso, hizo que una de ellas le picara contándonos sobre su labor también como apiterapeuta. La reunión estimuló a que Patricio invitara a Alex a aprender de sus conocimientos colaborándole en su quehacer, lo que realmente es una buena idea, porque tras de su trabajo hay toda una escuela. Finalizando nuestro encuentro, Patricio nos recomendó para el tronco hueco hacer una pasta con aserrín y fragüe, y como él además hace muebles tenía aserrín que nos regaló.


ANOTACIÓN 21


Actividad: Ngen Ko Fecha: 20/12/18

FICHA 21

Lugar: Estero Cantarrana

Observaciones: Hasta el momento Germán me ha hablado extensamente sobre los Ngen Ko y los entierros en Quilleco, también del Estero Cantarrana, un lugar mágico al que hay que tenerle respeto, cuenta la historia que la gente luego de visitarlo, enferma. Esta vez, emprendimos la ruta hacia este lugar extraordinario, nos internamos en el bosque subiendo por un camino que nos llevó hasta un mirador desde donde se apreciaba a la distancia el Nahuelbuta. Luego seguimos pasando por un bosque espeso sin paso definido, Germán dice que los montañeses tienen una habilidad especial para encontrar senderos, llegamos así al estero, lo cruzamos caminando sobre las piedras a través de un escaso caudal, y al otro lado, presenciamos un socavón circular. Me cuenta Germán que este lugar había sido un entierro y que el tesoro ya fue extraído, allí dejamos un trafkintü y nos fuimos en busca del Ngen Ko a unos metros más arriba. El Ngen es un espíritu que vive en sitios acuático donde se acumula una energía especial de la naturaleza, convirtiéndolo en un espacio mágico. Antes de irnos, también le dejamos un trafkintü.


ANOTACIÓN 22


Actividad: La Laguna Grande Fecha: 26/12/18

FICHA 22

Lugar: Pedregal

Observaciones: Hace unos días en la ferretería, una señora me contó que en la Laguna Grande vive un Ngen Ko, que esto lo sabe porque con sus padres intentaron en ocasiones arrear el ganado para que se bañara y a pesar de los esfuerzos este no quería entrar a la laguna. No todos los habitantes de Quilleco conocen la Laguna Grande, sin embargo, aquellos que la conocen hablan de ella con una suerte de orgullo, hasta el momento me han recomendado en diversas ocasiones conocerla, así es que fui en su búsqueda con Felipe. Caminamos entre un monocultivo de pinos bordeando el Pedregal, y al fin del camino tuvimos la laguna al frente, en uno de sus lados una familia jeepeaba al interior de esta, por suerte para nosotros, no estuvieron más de 15 minutos y se fueron. Nos quedamos en silencio absoluto en el lugar bastante rato, hicimos algunos registros, y luego marchamos cruzando por los cerros del Pedregal.


ANOTACIÓN 23


Actividad: Don Pedro Fecha: 27/12/18

FICHA 23

Lugar: Casa de Don Pedro Gallardo, “Calle Los Perros”

Observaciones: Al iniciar la residencia conocí a Don Pedro, papá de Miguel, no lo veía desde entonces y había olvidado donde estaba ubicada su casa. Ahora trabajando en torno a la Acción Catutera, la reconocí en la “Calle Los Perros”, es quizás la casa que tiene el jardín más grande del barrio. Llamé a su puerta y me recibió muy contento de verme, me mostró su huerta nuevamente, y los pollos y los patos. Le conté sobre la Acción Catutera, le encantó la idea y quiere participar. En nuestra planificación conversamos sobre los aderezos tradicionales; me mostró una piedra grande para preparar el chancho en piedra y me dijo que estaba interesado en preparar malaya como acompañante de los catutos, planificamos la malaya y los ingredientes, así como la disposición de su casa para preparar los aderezos.


ANOTACIÓN 24


Actividad: Producción de la Acción Catutera Fecha: 03/01/19

FICHA 24

Lugar: Casa de Otilia Lagos y Ana Altamirano, “Calle Los Perros”

Observaciones: La producción de la Acción Catutera ha tenido varias líneas de planificación, una de ellas es la elaboración de los catutos que definí con la señora Ana y la señora Otilia. El plan es hacer catutos un día antes del encuentro para que cuando lleguen los asistentes ya tengamos catutos para degustar sobre la mesa. Los catutos los haremos en la casa de ellas, yo me encargaré de comprar todos los insumos en los lugares que me indicaron, básicamente es comprar trigo, ingredientes para los aderezos e implementación para servicio, todo el resto lo facilitan ellas: ollones, fuentes, molino, etc., yo por mi parte con la junta vecinal gestioné un fogón a gas semi-industrial para coser el trigo. Además, la señora Ana me indicó todos los detalles que podrían contribuir para que nuestra planificación y la acción sean lo más eficiente posible. Me fui de su casa con una lista de cosas que comprar y resolver.


ANOTACIÓN 25


Actividad: Difusión de la Acción Catutera Fecha: 04/01/19

FICHA 25

Lugar: Pueblo de Quilleco

Observaciones: A partir de uno de mis dibujos de la piedra para moler el trigo, Felipe hizo un afiche de difusión de la Acción Catutera que causó conmoción en la comunidad. Para muchas personas que he conocido en el pueblo es habitual referirse a la Calle Eusebio Lillo como “Calle los Perros”, yo y algunos de ellos lo entendemos como un nombre significativo que nos invita a revisar su historia, pero para algunos habitantes el nombre es degradante. Con el afiche en las calles comenzó el rumor de que el nombre los perros funcionaba como una denominación denigrante de las personas que viven allí. Sin embargo, cuando entregué invitaciones personalmente a cada uno de los vecinos, se reían cariñosamente del nombre “Calle los Perros”. Más allá de todo esto, la difusión fue exitosa, especialmente por la transmisión en la conversación cotidiana de los vecinos, especialmente desde quienes están colaborando directamente en la producción. Por ejemplo, la señora Otilia me contó que invitó a un vecino que antes hacía catutos, diciéndole que era esencial su participación. También supe por Don Pedro, que la actividad se ha divulgado entre la agrupación de adultos mayores de Quilleco.


ANOTACIÓN 26


Actividad: Lidia Barruetos Fecha: 06/01/19

FICHA 26

Lugar: Casa de Lidia Barruetos, localidad de Ramadillas

Observaciones: Hace unas semanas conocí a la señora Lidia Barruetos en una reunión de la junta vecinal de Ramadillas, gracias a una invitación que me hizo Germán para socializar el proyecto. En esa instancia, con ella, intercambiamos una conversación en relación a los ríos y quedamos en reencontrarnos. Visitándola en su casa, me recitó sus poemas que narran su apreciación del paisaje y los ríos. Mientras la escuchaba pensaba en su sensibilidad, en su ser mujer y poeta en un territorio abundante, pero también menoscabado y deteriorado. Ella, identifica en sus poemas como la industria forestal ha ido ganando espacio avasallando la experiencia del paisaje. Relata recorridos y observaciones sin más retórica que su forma habitual de conversar. El Estero Cañileo pareciera ser una de sus principales fuentes de inspiración, y ahora el repudio que le provoca ver como el monocultivo le proporciona un paisaje uniforme sin ritmos.


ANOTACIÓN 28


Actividad: Elaboración de los catutos Fecha: 11/01/19

FICHA 27

Lugar: Casa de Otilia Lagos y Ana Altamirano, “Calle Los Perros”

Observaciones: Un día antes de la Acción Catutera, nos reunimos con la señora Ana y Otilia en su casa para dejar catutos hechos para el otro día. Cuando llegamos, la señora Ana ya estaba cociendo 5kg de trigo en un ollón sobre la estufa a leña. Nosotros llegamos con 6kg de trigo que cocimos en el fogón que nos prestaron, el tiempo de cocimiento fue lento para ambos ollones, el agua hirviendo debía ablandar el grano del trigo y esto demoró. Mientras tanto, le hicimos guardia a nuestro cocimiento revolviendo cada cierto tiempo. Una vez cocido el trigo, seguimos las indicaciones de la señora Ana y lo comenzamos a moler en un molino mecánico, con la molienda que íbamos generando, otro de nosotros junto a la señora Ana se dedicaba a hacer los lulitos. Finalmente, la señora Ana se fue a su trabajo y seguimos haciendo los catutos con la señora Otilia. Dejamos un ollón de trigo cocido para el otro día, para que las personas que lleguen a la Acción Catutera tengan la experiencia de molerlo con las piedras y hacer sus propios catutos.


ANOTACIÓN 28


Actividad: Implementación de la Acción Catutera Fecha: 12/01/19

FICHA 28

Lugar: Casa de Don Pedro Gallardo, “Calle Los Perros”

Observaciones: Para la Acción Catutera invité a colaborar a Natascha de Cortillas que desarrolla su trabajo artístico en torno a procedimientos performáticos y de intervención culinaria; Álvaro Espinoza biólogo de la Dirección de Medioambiente Municipal de Concepción e investigador del ecosistema de lagunas y humedales; y David Romero, investigador en arte contemporáneo que trabaja en torno a las relaciones entre arte y esfera pública. Con Natascha nos encargamos de comprar los ingredientes de los aderezos y luego en casa de Don Pedro elaboramos junto a él: chancho en piedra, pico ardiendo y otras salsas donde el protagonista en general era el ají. Dispusimos estos a la mesa junto a los catutos, además de miel, mate, té, café y ponche. En tanto, el resto del grupo se encargó de implementar el espacio de encuentro con la comunidad cortando una dirección de tránsito de la “Calle Los Perros” afuera de la casa de Don Pedro. Por otro lado, la municipalidad había invitado a amenizar el encuentro a las cantoras de canto campesino Raquel Barrera de Los Ángeles y Rebeca Durán de Quilleco y la poeta Lidia Barruetos de Ramadillas, así que teníamos un microescenario instalado.


ANOTACIÓN 29


Actividad: La Acción Catutera Fecha: 12/01/19

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Lugar: “Calle Los Perros”

Observaciones: La Acción Catutera reunió a los vecinos de la “Calle Los Perros” en torno a una gran mesa. La colaboración que realicé con algunos de ellos se transmitió al resto. Todos probaron los catutos y muchos de los aderezos que estaban dispuestos, especialmente el pico ardiendo que lo preparó Don Pedro y que se encargó de que todos lo probaran. Felipe Bascur también anfitrionó invitando a sus amigos y familiares a integrarse a la actividad. Las Hebras, que estaban presentes, aprendieron a moler el trigo con las piedras y hacer el catuto, y luego continuaron enseñándole a las personas que se iban sumando. La señora Otilia junto a su familia se sentaron en la cabecera de la mesa a tomar mate con las vecinas y vecinos, ¡muy apropiada y emocionada con la actividad! Las artistas invitadas amenizaron con hermosos cantos y poemas campesinos. Alvaro Espinoza fue el presentador de las cantoras e improvisó algunos temas musicales en los intervalos. Germán por su parte, cerró la actividad hablando sobre el proyecto y la importancia de reunirnos en torno a la historia e identidad barrial. Al término, los vecinos se llevaron los catutos sobrantes para enseñárselos a sus nietos y nietas que no habían asistido. Todas estas participaciones, en general, se dieron de forma muy orgánica.


ANOTACIÓN 30


Actividad: El Tronco Sonoro Fecha: 13/01/19

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Lugar: Estero Quilleco, Población San Lorencito

Observaciones: Nos reunimos con Alex en mi casa, envolvimos el tronco que ya habíamos preparado y lo trasladamos al río en una carretilla. Al llegar al lugar que habíamos seleccionado, nos dispusimos a instalar el tronco sonoro. Con una ruma de piedras cerca de un árbol montamos un apoyo para la parte superior del tronco, mientras la inferior abría su extremo más ancho al estero convirtiéndose en una boca que recibía al agua, y después de varias pruebas sonoras, seleccionamos la posición ideal. Una vez hecho esto, nos sentamos en silencio mientras de a uno nos instalábamos a escuchar el sonido del estero, hicimos registros sonoros con un micrófono y al menos lo que yo escuchaba a través de los audífonos era muy similar al sonido que registran los hidrófonos bajo el agua. Junto a Natascha y David conversamos con Alex sobre el proceso que habíamos desarrollado en el marco de la residencia, Alex también les contó sobre Ponte Bio y su interés medioambiental.




DAVID ROMERO

David Romero Investigador en arte contemporĂĄneo en torno a las relaciones entre arte y esfera pĂşblica


Quilleco, localidad precordillerana de la región del Biobío, es el contexto donde Carolina Opazo permaneció cerca de tres meses realizando una residencia artística orientada al desarrollo de procesos colaborativos con la comunidad. Esto último planteaba una serie de desafíos y expectativas en relación al proceso y a los resultados de su trabajo, ante una situación de desconocimiento mutuo –entre ella y la comunidad– que era preciso superar en un muy corto período de tiempo. Efectivamente, todo extraño o recién llegado debe enfrentar diferentes etapas de adaptación y reconocimiento antes de ser, digamos, “aceptado” por parte de la comunidad que lo recibe. Y es que el “otro” u “otra”, en tanto categorías que definen ese primer encuentro entre las partes, pueden devenir en un distanciamiento, indiferencia e incluso resistencia, insalvables. En este caso, es la artista quien se ve exigida a establecer diálogos y a construir relaciones para, en principio, romper las barreras del desconocimiento e implicar así a la comunidad en propuestas de carácter colectivo. Compleja y ardua tarea, en tanto hablamos de desplegar los recursos y los conocimientos del arte para la articulación de “lo común” allí donde precisamente ronda la fragmentación: la comunidad. Antes de su llegada, Carolina Opazo indagó en las particularidades del contexto y logró establecer ciertas coordenadas investigativas que señalaban la importante presencia de diversos cursos de agua que recorren y atraviesan la localidad de Quilleco. En torno a ellos, la pregunta por su relación con la historia, los relatos y la memoria colectiva de los habitantes de la localidad, así como el desafío de activar o “amplificar” dicha relación. Tenemos entonces dos elementos fundamentales: el agua y los relatos. Carolina se dedicará a escuchar y a registrar tanto el sonido de las aguas como los testimonios de personas que habitan Quilleco, en un ejercicio diario

DAVID ROMERO

FRECUENCIAS DE UNA INVESTIGACIÓN EN CONTEXTO


DAVID ROMERO

de salidas para ir al encuentro de aquellas frecuencias humanas y naturales que configuran el paisaje. Es interesante detenerse en la idea de una serie de frecuencias siendo captadas y registradas a lo largo del proceso de residencia. Da cuenta del modo en que la artista sale al encuentro del contexto, percibiendo y descifrando señales que le permiten orientarse en el tiempo y en el espacio, dando lugar a la imaginación de acciones posibles. Agudizar la percepción, y por sobre todo, oír, escuchar. El sonido de los cursos de agua es el sustrato de una vibración matérica que oscila en relación al imaginario transmitido por los relatos de las personas que encuentra en su camino. Luego, los relatos reconfigurarán el plan inicial ramificándolo en múltiples direcciones. Así, se fueron gestando diversos encuentros con personas y organizaciones del lugar, para de este modo ir construyendo lazos que eventualmente pudieran converger en acciones conjuntas: una agrupación juvenil dedicada a la preservación y mantenimiento del entorno natural, investigadores de la historia y la geografía del lugar, cantoras populares, vecinos y vecinas que dan testimonio de la memoria y la sabiduría local, una agrupación de mujeres tejedoras, etc. Todos estos diálogos, y muchos otros que no aparecen mencionados aquí, dan cuenta de las experiencias y las reflexiones colectivas que componen el relato propio de la residencia en Quilleco. Si bien los caudales forman parte del objeto específico de esta investigación, el agua como elemento que se transforma y que fluye en diferentes intensidades y amplitudes permite establecer también una analogía con la naturaleza cambiante del trabajo artístico situado en el campo de las prácticas colaborativas y/o comunitarias. En efecto, las aguas pueden correr lentas o formando raudales, se vuelven mansas en la espesura de los sitios sagrados


Lo anterior también señala una tensión que es propia del encuentro entre la producción artística contemporánea y la comunidad, en el marco de las prácticas de arte colaborativo. Dicha tensión, o “antagonismo” en palabras de Claire Bishop*, es un elemento constitutivo de las relaciones con la comunidad y el espacio donde se juega la capacidad crítica y política de las prácticas. En este sentido, la participación de la comunidad en iniciativas artísticas colaborativas representa un elemento importante de su desarrollo, pero no necesariamente el único ni el más determinante. De hecho, podríamos convenir que la participación, concepto clave desde las primeras manifestaciones y teorizaciones del arte colaborativo o comunitario en la década del setenta, ha tendido hacia una despolitización que fija el “acceso” como criterio de validación ético de la producción artística, es decir, celebrando la participación (en términos puramente cuantitativos) pero dejando de lado los aspectos antagónicos y conflictivos. Con todo, resulta vital romper con las definiciones que categorizan, a la manera de un manual ya aprendido, las distintas manifestaciones del impulso colectivo y colaborativo del arte contemporáneo. En este sentido, si es que hubiera algo así como un principio que rige tales prácticas, este sería uno que se sabotea constantemente así mismo: la discontinuidad. Efectivamente, es la exposición a la contingencia lo que siempre desarma y reconfigura toda relación con la comunidad, tal como cambian los cursos de agua que forman parte de la investigación de Carolina Opazo. * Ver “Antagonismo y estética relacional”.

DAVID ROMERO

mapuche, caen, se desbordan o dividen, etc. Lo mismo podríamos decir de la relación entre práctica artística y la comunidad, en tanto ésta se encuentran expuesta a diferentes ritmos e intensidades que demandan una constante adaptación a lo imprevisto.


DAVID ROMERO

Hacia el final de la residencia pude estar presente en dos acciones que dieron cierre a este proceso de trabajo. La primera de estas fue la “Acción Catutera”, una actividad en el espacio público que convocó a la comunidad de Quilleco a compartir catutos preparados en colaboración con vecinas del sector. Además, se dispusieron los ingredientes y las herramientas para (re)aprender in situ la elaboración de este alimento tradicional de la gastronomía mapuche y rural del sur de Chile. La “Acción Catutera” surgió a partir de la historia relativa a las familias mapuche que solían moler el trigo en la ribera del río para la elaboración de los catutos. El sonido producido por la molienda del trigo contra las piedras se amplificaba, transformándose en un elemento distintivo de la vida cotidiana de Quilleco en ese entonces. La actividad contó con la colaboración de vecinos y vecinas en las distintas tareas asociadas a ella. Participaron también cantoras y poetas quienes amenizaron la jornada con música e historias de la localidad, generando un ambiente de encuentro muy intenso. La acción cumplió todas las expectativas. En efecto, si medimos la “Acción Catutera” en términos de acceso y participación de la comunidad, sin duda que puede considerarse muy exitosa, en tanto asistió una gran cantidad de personas que se involucraron de forma activa en la dinámica colectiva propiciada por el encuentro. Ahora bien, como lo señalé anteriormente, pienso que esa no es la única medida de valoración que cuenta. Pudo no haberse dado así, de hecho, la cantidad de factores que inciden en la participación de la comunidad es inmanejable. De ahí que la participación nunca es, en el caso del trabajo artístico contemporáneo, el (único) criterio de valoración. ¿Qué es lo que cuenta, entonces? Al momento de responder esta pregunta es común que se señale la importancia del proceso por sobre el resultado final, y, efectivamente, a lo


En el terreno de las prácticas artísticas colaborativas, la importancia del proceso por sobre toda obra o producto final se repite como un mantra. Y sin embargo, el proceso tampoco es lo único ni lo más importante. Y es que el proceso sólo adquiere densidad en relación a la fortaleza de una propuesta investigativa que, generada a partir de los recursos y conocimientos del artista, logra asimilar las condiciones, siempre cambiantes, del contexto. Ciertamente, se trata de una propuesta investigativa abierta a la contingencia, y es desde esa condición que los intercambios van enriqueciendo –y reformulando– el proceso con la comunidad. En este sentido, lo quiero es apuntar a la fortaleza de la propuesta investigativa de Carolina, y cómo ésta alimentó el proceso de trabajo con la comunidad y las acciones que son vistas como resultado de dicho proceso. Algo que muchas veces queda desatendido por la lógica del “impacto social” con el que suelen medirse este tipo de trabajos. Para terminar, al día siguiente de la “Acción Catutera” fuimos en grupo al río en cuyas orillas se instalaría el “Tronco Sonoro”, otra acción surgida y reflexionada colectivamente durante los encuentros con personas y agrupaciones de Quilleco. Se trataba de un tronco hueco encontrado semanas atrás en una de muchas caminatas por los alrededores, y que fue pensado como un dispositivo de amplificación sonoro del agua. El tronco fue instalado y pudimos oír a través de él las vibraciones y frecuencias del agua amplificadas. Quedó allí, como último testimonio de un proceso de trabajo que, sin pretender dar respuesta a las problemáticas del contexto, sí levantó preguntas y cuestionamientos en ambas direcciones: arte y comunidad.

DAVID ROMERO

largo de su estadía Carolina Opazo logró construir relaciones y compromisos sin los cuales no hubiera sido posible concretar experiencias como la “Acción Catutera”.


HEBRAS HEBRAS

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TRONCO SONORO

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CAROLINA OPAZO


Las Residencias de Arte Colaborativo del Programa Red Cultura convocan cada año a artistas a postular proyectos de tres a seis meses de intercambio horizontal de saberes con la comunidad de un territorio específico, donde el artista decide trabajar fuera de su región de origen, a partir de alternativas entregadas según los vínculos antes instaurados por el programa con la red cultural de algunas comunas de cada región del país. Como en casi todo el país, las localidades escogidas corresponden a zonas descentralizadas donde se ejerce la explotación y/o extractivismo que tienen por consecuencia relaciones sociales deterioradas e inmersas en un flujo de productividad económica y asistencialismo gubernamental, donde la función del arte debiese ser “reparadora”. Llegar a localidades intervenidas de esta forma, implica en primera instancia investigar aquellas posibilidades de interacción donde sea posible profundizar en reflexiones críticas que hagan sentido al estar ahí, junto con encontrar espacios de confianza y horizontalidad donde no se negocie una proyección que continúe replicando el modelo económico capitalista. Se trata, más bien, de abrir discusiones que permitan deconstruir conceptos que tenemos preconcebidos o impuestos sobre “la realidad”, ¿no es acaso esto último, lo más interesante de nuestras relaciones con el otro? Cualquier escucha atenta, un caminar lento o una gestualidad cariñosa, podrían dar lugar al encuentro de estos espacios de confianza, sin embargo, pareciera tratarse de una idealización entre tantos otros programas institucionales, mientras de forma paradójica la sociedad, los bosques y las fuentes de agua se continúan explotando. Ahora bien, “los artistas nos aproximamos de otra forma a la realidad”, una forma que debiera ser más sensible, en contraposición al automatismo que conduce el capitalismo,

CAROLINA OPAZO

EMBALSES DE OBJETIVOS


CAROLINA OPAZO

por lo tanto, si se trata del desarrollo de un proceso de arte colaborativo, cada intercambio es significativo, la obra aquí no es otra cosa que un momento del tejido de la red cotidiana con los otros. Pero también es consciente, esa quizás es la diferencia con la cotidianidad misma, en tanto hablamos de impulsar una reflexión sobre el propio intercambio. A pesar de la poética que implica asumir de esta forma el trabajo, antes de nuestra llegada al territorio, de forma paralela a nuestra residencia y luego de esta, la forma en como las políticas públicas operan está mediada por discursos y conocimientos ideológicos que como manera de seguir las evoluciones y transformaciones debidas a la ‘globalización’ operan desde la tecnocracia con una resultante apatía de los ciudadanos por estas formas de gestión de la política en la cual la opinión ciudadana es secundaria. En este sentido, estar ahí o no estar ahí entra en una profunda dicotomía…, siempre se debiese estar ahí, encontrar aquellos nichos posibles para poder amplificar el estar ahí, siempre que sea asumiendo también los riesgos que ello implica, vale decir, también a sabiendas que se opera dentro del campo del sistema neoliberal, lo que no quiere decir que respecto de lo mismo no se origine una inmersión crítica o deconstructiva. Como sujeto sensible, no puedo no comprender mi ejercicio profesional y relacional en su contexto global. Analizar contraforma, forma y contenido de mi práctica me permitiría una aproximación más consecuente. Como lo expresa Diego Parra en su crítica sobre el cinismo: Frente a los muros, el cínico responde apáticamente: ¿y? Pero, cuando me sitúo en un trabajo que tiene en su fundamento la generación de una red de confianza y afectividad –conceptos anclados en el ejercicio del arte colaborativo– debiese existir una honestidad a priori.


A partir de esto, pareciera fundamental abordar este tipo de residencias desde la diversidad de condiciones de los contextos y esferas de lo público, inclusive institucionales. Según señala Jordi Claramonte en el texto citado, esto provocaría una relación orgánica de la experiencia como punto de partida para la acción política por la capacidad de ser apropiada y modulada por otros agentes o problemáticas asociadas. En Chile, los procesos de arte colaborativo son relativamente nuevos, los centros de arte están aún muy lejos de promoverlos, la vinculación con la comunidad sigue siendo una suerte de estrategia política para subsanar relaciones e inscribirse en el precario medio. En este contexto, las Residencias de Arte Colaborativo de Red Cultura se han transformado en una primera aproximación para nosotros, aún llena de lagunas de ambas partes, en algunos casos más o menos zanjadas. No obstante, a través de este programa, desplazarnos hacia diferentes intersticios del territorio nos permite una pequeña respiración, lo aparentemente microscópico de este intercambio, nos brinda cierta autonomía en la diseminación de nuestro campo de acción. 1 Jordi Claramonte, “Arte colaborativo: Política de la experiencia.

Estética y teoría del arte”, 2018. En internet: http://jordiclaramonte. blogspot.com/2008/05/arte-colaborativo-politica-de-la.html.

CAROLINA OPAZO

El espacio público entonces no puede ser considerado simplemente escenario neutro y predispuesto para la experiencia (estética o no) de un agente concreto (el artista o trabajador cultural). La experiencia que se pretende representar pasa por aparecer como genuina y única, aunque es totalmente artificial. Es decir queda asentada y descrita en unos parámetros de contención delimitados por el artista y sobre todo por la institución desde donde el artista predispone el campo experiencial para la experiencia estética 1 .


Carolina Opazo, (Chile, 1987) es artista visual formada en la Universidad Austral de Chile en la ciudad de Valdivia. En su trabajo artístico investiga problemáticas asociadas a la relación del espacio urbano con la naturaleza desde donde utiliza el sonido como medio narrativo. A partir de esto, ha conformado y dirigido proyectos de arte colaborativo, plataformas de arte contemporáneo, curatorías y obras instalativas y de intervención en el espacio público. Actualmente, vive y trabaja entre las ciudades de Concepción y Valdivia del sur de Chile.



AMPLIFICANDO CAUDALES Carolina Opazo y Comunidades de Quilleco Residencia de Arte Colaborativo del Programa Red Cultura de la Subsecretaría de las Culturas y las Artes. Comuna de Quilleco. Región del Biobío Octubre de 2018 a enero de 2019 Producción y diseño Almacén Editorial Autores de textos Carolina Opazo, Germán Sepúlveda, David Romero Corrección estilo de textos David Romero Fotografías de acciones Oscar Concha Fotografías de portada Felipe Oliver Serigrafía de portada (Ríos y Esteros de Quilleco) Juan Carlos Oliva Imágenes de anotaciones Carolina Opazo e intervenciones de Germán Sepúlveda Imágenes de fichas Carolina Opazo ISBN 978-956-398-713-3 Edición 300 ejemplares



RAUDAL


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