5 minute read

HABITAR LA CIUDAD EN PANDEMIA

Next Article
INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

Desde principios del año 2020, la vida de los seres humanos se vio afectada por una nueva pandemia. El Covid-19, una enfermedad infecciosa causada por un nuevo coronavirus, llegó a todos los rincones del mundo, lo cual provocó una crisis de salud pública de enormes dimensiones que terminó afectando la vida social, economía y política.

En un intento por controlar la expansión y los efectos de la pandemia, se obligó a la mayoría de la población mundial a permanecer en sus casas, estrategia que en pocos lugares pudo ser efectiva ya que las necesidades de la población los llevó a abandonar el confinamiento lo cual provocó no sólo el aumento de contagios sino que se evidenció un modelo de ciudad ineficiente e insostenible. Se hizo evidente la necesidad de espacios públicos, áreas verdes, viviendas adecuadas y dignas, movilidad alternativa, medios de abastecimiento y consumo sostenibles, organización social. Todo esto llevó a los arquitectos a reflexionar sobre cómo se ve y cómo se habita esta nueva cotidianidad, cómo se resignifican los espacios que nos rodean afuera y adentro.

Advertisement

En este nuevo contexto, la ciudad exige el reconocimiento de los beneficios que ofrecen los espacios abiertos, en especial los parques y terrenos públicos, pues las personas sufrieron grandes niveles de estrés por causa del confinamiento y demandaron a las ciudades los escenarios al aire libre porque encuentran alivio en ellos. La vida pública puso su mirada en los espacios al aire libre, los cuales proveen algún tipo de socialización, por distanciada que sea. La pandemia evidenció la necesidad de las personas de salir a los espacios abiertos que ofrece la ciudad, como una forma para recuperarse del estrés que generó un mundo que cambia rápidamente y a puertas cerradas. De esta manera, los parques y zonas verdes se convirtieron en un elemento crucial para la calidad de vida de las personas, pues les permite tomar aire fresco, hacer ejercicio y tener contacto con la naturaleza, entendida como una fuerza potente de bienestar.

De la misma manera que el espacio público ha cobrado gran importancia con la pandemia, ésta también ha revelado nuevas desigualdades que los arquitectos, urbanistas y gobiernos han detectado como lo es la proximidad a los parques y espacios públicos. El espacio público en las grandes ciudades, no solo es concebido por Kaley Overstreet como un asunto de comodidades privadas, sino que además los parques y zonas verdes son una necesidad para los sectores más vulnerables y desatendidos de las ciudades; la autora reconoce la importancia del acceso al espacio público para todos los ciudadanos, como una estrategia de salud, de equidad y de bienestar.

La pregunta por cómo hacer del espacio público un lugar de encuentro, socialización y también de reactivación económica ha llevado a que se desarrollen estrategias inspiradas en el diseño urbano de espacios públicos flexibles y resilientes para las comunidades. Mario Berent, María Roibon y Claudia Pilar (2020), escriben sobre las “Indagaciones y reflexiones sobre contingencia y escenario pos pandemia en el espacio público”, analizan los desafíos que plantea la pos pandemia en el diseño arquitectónico y sustentable y el diseño de los espacios públicos, el ordenamiento de las ciudades y el cuidado del medio ambiente. Las características de los espacios públicos en las urbanizaciones informales, deberían adecuarse según los requerimientos de sus habitantes, en el contexto de la pandemia por COVID-19 y de cara al futuro, el espacio público debe ser considerado no sólo como un indicador de calidad urbana, sino también como un instrumento de política urbanística útil para hacer ciudad sobre la ciudad y para lograr el encuentro entre todos sus habitantes.

El sentido urbano del espacio público ha tomado fuerza, para entender qué es el espacio urbano desde el punto de vista conceptual, se entiende que el espacio público responde a ciertas dimensiones determinadas por algunos autores con algún grado de similitud que permiten su cualificación, como las formas que adquieren los espacios, los usos, las funciones y las relaciones y se destacan las siguientes dimensiones: colectiva y cívica; simbólica y representativa; dinámico-funcional y la físico-urbanística.

Richard, (1995), en su libro “The Culture of Cities”, manifiesta que “ La vida pública de una ciudad se constituye en sus calles, plazas, senderos y parques, y es en estos espacios donde se conforma el dominio público. Dicho dominio es toda una institución en sí misma, ella pertenece a la comunidad, y como cualquier institución, puede estimular o frustrar nuestra existencia”.

El Hábitat, entendido como ámbito en el que ocurren interacciones entre sistemas y elementos que hacen posible la vida humana, tales como interacciones económicas, físico-espaciales, culturales, medioambientales, sociales, políticos, no puede entenderse como un objeto dado, petrificado sino en constante interacción y transformación; por el contrario, el hábitat y las formas de habitar humano se construyen, de-construyen y reconstruyen permanentemente; se podría decir que el hábitat y el habitar humano no ‘son’, sino que ‘devienen’, a partir de la interacción de individuos y grupos humanos diversos. Siendo así, es posible plantear que definitivamente la pandemia por COVID-19 ha planteado retos en el hábitat, pues ha dejado al descubierto las inmensas limitaciones de las ciudades, en especial en Latinoamérica donde las ciudades presentan mayores tasas de expansión descontrolada, habiendo una notable correlación entre expansión desordenada, segregación y crecimiento de asentamientos precarios. Los retos de construir un hábitat más sustentable y saludable de las ciudades, permitir el acceso de los territorios más densamente poblados a servicios básicos, empleo e incluso al espacio Público el cual es considerado en este trabajo como “todos los lugares de propiedad pública o de uso público, accesibles y disfrutables por todos gratuitamente y sin fines de lucro; esto incluye calles, los espacios abiertos y los equipamientos públicos”. (ONUHábitat 2014). El espacio público se configura como el escenario donde se condensa la vida urbana, porque es precisamente el espacio que posibilita el encuentro y el intercambio de actividades ligadas a las relaciones sociales y colectivas. En el espacio público se tejen asuntos sociales, económicos, de interacción humana, de estética, el ambiente natural, la colectividad, la gestión urbana, por lo que es un asunto fundamental para las ciudades.

ONU Hábitat define el espacio público como componente vital de una ciudad de éxito, son un activo fundamental y contribuyen a mejorar su economía, la salud y el bienestar; reducen el impacto del cambio climático; animan a las personas a caminar y usar la bicicleta; aumenta la seguridad y reduce el temor a la delincuencia (ONU-Hábitat, 2014).

Por su parte la Organización Mundial de la Salud ha recomendado que el espacio público efectivo (la cantidad de metros cuadrados de espacio público por habitante de la ciudad) sea entre 10 y 15 metros por habitante para el pleno goce de este recurso como parte activa del desarrollo de los seres humanos; sin embargo, el espacio público efectivo por habitante en Manrique es de (2,90 m²/hab.), lo que lo hace un territorio deficitario en esta materia.

A lo anterior se suma que la pandemia por COVID-19 ha afectado las dinámicas urbanas, en especial el relacionamiento con el espacio público, por ser el lugar donde se realizan la mayoría de las expresiones comunitarias e intercambios sociales, los cuales se vieron restringidos por la emergencia, y territorios densamente poblados como la comuna Manrique, donde se evidenció que las medidas de restricciones a la movilidad de la población, el toque de queda y la prohibición de asistencia a espacios públicos, tuvieron poco efecto dadas las necesidades de su población, lo que llevó al aumento de los casos de contagio e hizo visible que los espacios públicos son una necesidad imperante entre estas comunidades.

Este momento histórico, es una oportunidad para pensar, analizar y reflexionar sobre el espacio público, y qué mejor que iniciar por el análisis espacialmente localizado en las Unidades de Vida Articulada (UVAs) de Manrique, equipamientos colectivos que se ubicaron bajo la línea estratégica de deporte, recreación y cultura, destinados como espacios públicos que propician el encuentro ciudadano por medio de contenidos que promueven el desarrollo comunitario. Manrique cuenta con tres Unidades de Vida articulada a saber: UVA de los Sueños, UVA la Alegría y UVA la Armonía.

Hay que preguntarse entonces si las UVAs de Manrique realmente aportan al Sistema General de Espacio Público; ¿Cuál es el aporte que hacen a este, según los criterios de Disponibilidad, Acceso, Zonas verdes, Apropiación y Conectividad; y cuáles fueron las presiones o demandas extraordinarias que generó la pandemia a estas Unidades de Vida Articulada que puedan retroalimentar la creación de próximos equipamientos colectivos de carácter cultural, recreativo y social a implementarse en la ciudad de Medellín?

This article is from: