Mª Ángeles Romero Baeza ''Corazones partidos''

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CORAZONES PARTIDOS

Mª Ángeles Romero Baeza

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CAPÍTULO 1 Álvaro y Verónica iban juntos al colegio, se sentaban codo con codo en uno de los viejos pupitres del colegio Episcopal. El tiempo transcurría a la vez que ellos crecían siendo excelentes amigos y compañeros de estudios y de juegos en aquella tierna infancia en que todo es tan bonito y tan inocente. Aunque, como todos los niños, alguna que otra vez se enfadaban echándose en cara pequeño reproches. Pero cuando rara vez esto ocurría, cómo se querían tanto, aquella situación de enfado duraba bien poco, y rápidamente volvían a hacer las paces, de manera tan tierna y cariñosa, que esa magia borraba el fragor de la pelea. No quiero aventurar que en esa temprana edad estuviesen enamorados, y de estarlo, creo que ni ellos mismos lo podían saber, lo que sí es cierto es que parecían inseparables, viviendo el día a día muy felices. Llegaron a la pubertad y cuando pasaban por aquel momento tan especial, por la edad y por lo bonito que todo les iba en sus vidas, a Verónica le ocurrió una grave desgracia: su madre, esa mujer inteligente y hermosa a la que tanto quería, murió en accidente. En la carretera quedó destrozada una madre y esposa tan joven..., pero ni eso respetó la muerte, que de forma tan violenta se la arrebató a esa, hasta entonces, feliz familia ahora penosamente traumatizada. Alejandro, su esposo, estaba tan enamorado de su mujer, que a pesar de que hacía ya años que estaban casados la seguía queriendo igual o más que el primer día. Aquella desgracia se negaba a aceptarla. Verónica, viendo el estado de su padre, temía que aquello trajese graves consecuencias y como un ruego decía: -Dios mío, ya que me has preservado de padecer el horror de haber presenciado el horrible accidente ayuda también a mi padre para que él que lo vivió, pueda borrar esa imagen. Verónica, a pesar de ser tan joven, estaba mucho más entera que su padre, al que se le veía en el sepelio extremadamente afectado; tenía los ojos vidriosos por el continuo riego de lágrimas que no podía contener, y parecía ausente con la mirada perdida en el vacío y ajeno a todo lo que pasa a su alrededor. Parecía no escuchar las sentidas palabras de las personas que en interminable fila llegaban a él para darle el pésame, y parecía insensible a aquellos entrañables abrazos dados por amigos y familiares. En ese estado nada le levantaba el ánimo. Abrazarle era como abrazar una fría estatua de mármol. Verónica se asió fuertemente al brazo de su padre, rodeándolo con los suyos 8


como queriéndole transmitir todo su amor, y a pesar de que aquel gesto valía más que mil palabras, él parecía ni sentir ni estremecer por el calor y el apoyo que su hija le brindaba. Verónica sufría doblemente, primero con la puñalada trapera que le había dado aquella muerte no anunciada, y ahora por ver a su padre tan hundido. Una vez que estuvieron en casa, a solas, Verónica creía que su padre iba a estar ya más normal y comunicativo, pero pasó de golpe, de ese estado callado y paralizado en el que parecían ni ver ni oír, a un furioso despertar hablando con excitación y desvarío, diciendo cosas poco coherentes. -Si yo no le hubiese dado paso a aquel coche cuando me lo pidió, aunque fuera legal y estuviera en su derecho adelantar en aquel tramo de carretera, se hubiera evitado el accidente por ir a demasiada velocidad y cuando dio aquel fatídico golpe en el lado en el que iba tu madre lanzándonos fuera de la carretera. O cuando ocurrió, que hubiese muerto yo en vez de ella ¡Dios mío! No es justo. ¿Por qué me dejaste aquí, si yo no puedo, no quiero vivir sin Bibiana? ¡Cómo me duele su muerte! Parece que la estoy viendo en su asiento atrapada y destrozada. En aquel momento Verónica comprendió la gravedad del asunto, no sólo por las lamentaciones de su padre y el desvarío, lo que verdaderamente daba el grado de desesperación era el ver que no se daba cuenta que con esta forma de expresarse hacia visionar a su hija el dolor y el horror de aquella escena ya que por no haberla presenciado le pudo evitar ese padecimiento. Y Verónica, para que no siguiera con ese desvarío que a los dos hacía daño, se puso delante de él con los brazos en alto y las manos con los dedos abiertos y crispados diciendo: -¡Por Dios basta ya! No sé qué hacer contigo para evitarte dolor y tú me estás torturando con esa horrible y desconsiderada exposición de lo sucedido. ¿Acaso crees que soy de piedra y no siento la pérdida de mi madre? Tú eres el adulto, y el que debería de ayudarme, y reconfortarme, y en vez de eso, me estás pasando una película desgarradora de la que Dios me libró ver, ¿Por qué no te das cuenta de que debemos de ayudarnos mutuamente y te portas como un padre? Después de un largo silencio y tras haber quedado como desalmados, Alejandro se dejó caer de golpe en el sillón, se echó las manos a la cabeza y apretándola con fuerza como queriendo estrujar lo que en ella bullía, se culpabilizó de estar mortificando a su hija, vapuleándola en contra de su voluntad. Se dio cuenta del error de su comportamiento y asumiendo aquella gran verdad que ella le había dicho, se esforzó por deshacerse de toda la furia negativa que hace un momento arrojó con palabras poco consideradas en un arrebato, no dándose cuenta que de esa forma hacía daño a su muy querida niña, que a pesar de ser ya una mujercita él la seguía llamando cariñosamente de ese modo. Se acercó a Verónica con los brazos abiertos, la abrazó y la besó con ternura en la frente pidiéndole perdón repetidas veces mientras cogiéndola por 9


los hombros la dirigía hacia la salida del salón diciendo: -Vámonos a descansar y mañana será otro día. Tan cansados y exhaustos estaban que a Verónica se le olvidó cerrar las persianas de su dormitorio y, a penas nacer el día, el sol de la mañana bañaba con sus rayos luminosos la estancia haciendo que se despertara, pues aunque le costó el reconciliar el sueño pudo después dormir hasta ese momento. Se puso el batín y se dirigió hacia la habitación de su padre, se lo encontró tirado en el sillón al lado de la cama vestido y calzado como entró, tan sólo se había aflojado el nudo de la corbata. Al acercarse, Verónica lo contemplaba con lástima, se inclinó para besarle en la mejilla que notó todavía húmeda por el llanto y pensó: -Seguro que hace poco que se habrá quedado dormido, pero no tengo más remedio que despertarle, tenemos que salir enseguida hacia el aeropuerto para recibir al tío Enrique, hace ya tantos años que vive en Gran Bretaña que estoy deseando volver a verle para abrazarle y conocerle mejor. Y dándole unas palmaditas en la cara decía: -Papá, papá despierta. Y cuando lo hizo, algo sobresaltado, se le cayó de la mano un tarro de pastillas que había tomado para dormir. De pronto, por la mente de Verónica pasó un fugaz pero preocupante pensamiento y le preguntó: -¿Cuántas pastillas tomaste?, por favor contesta papá. -No te preocupes hija, que no me he pasado, tomé sólo lo necesario para poder dormir, era ya casi de día, y no había conseguido ni poder cerrar un ojo, por eso recurrí a ellas, pero estoy bien, voy enseguida a ducharme y vestirme con otra ropa. Odio este traje de luto, ese negro intenso es como una segunda piel que parece que me ata al dolor, y quiero estar bien para cuidarte, portarme como tú dijiste y como debe de ser un buen padre. Tenías mucha razón, ayer me diste una lección de comportamiento y valor humano, y desde hoy, te prometo, que por esa parte ya no me tendrás que echar ningún reproche más.

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CAPÍTULO 2 Salieron para el aeropuerto y llegaron a punto. Al aterrizar el avión, bajó enseguida Enrique por la escalerilla, su hermano le cogió rápidamente una maleta y cruzaron la pista de aterrizaje, en cuanto entraron al pasillo los dos, sin más demora, soltaron el equipaje y se fundieron en un largo abrazo. Aquel abrazo tan especial lo sintió Alejandro de tal manera que no hubo necesidad de decir rutinarias palabras, sus miradas lo decían todo. Cuando se dirigió a su sobrina sí que fue bastante más elocuente, después de tanto tiempo se asombró al verla: -¡Querida sobrina! Cualquiera te reconoce después de estos años cruciales para tu crecimiento y desarrollo. Al verte parece que hayas sufrido una metamorfosis igual que las mariposas. Te has deshecho del chupete y los pañales que llevabas la última vez que te vi, para convertirte en una bella jovencita, alta y esbelta como una diosa. No sabes lo orgulloso que estoy de ti aunque sólo sea tu padrino. Al no tener hijos a veces me siento vacío y triste, pero me reconforta el pensar que un día no lejano vendrás conmigo a Gran Bretaña para hacer en OXFORD la carrera. Espero que tu padre no se arrepienta, ya estoy deseando que llegue ese día. Además estoy pensando que a él también le convendría cerrar la casa y venirse con nosotros porque no debe quedarse solo. Cuando llegaron a casa de Alejandro, que antes lo había sido de sus padres y por lo tanto Enrique también se había criado en ella, se emocionó al entrar y no dejó de mirar y escudriñar con la mirada cuanto había en aquella hermosa mansión, para él tan llena de recuerdos. A veces se detenía para contemplar algo como un hermoso taquillón de madera de ébano con ricos adornos tallados a mano y laboriosas incrustaciones en nácar. Todo estaba donde lo recordaba, tan perfecto y genuino como cuando se marchó. Muebles, objetos de adorno como jarrones, figuras, hasta las cortinas y alfombras seguían siendo las mismas, sobre todo, estaban allí presentes en retratos al óleo todos sus antepasados, puesto que aquella casa tenía más de dos siglos. -Es tan grandioso y emocionante para mí estar otra vez aquí con vosotros, bueno y con todos estos -dijo señalando los cuadros- ellos están aquí siempre esperando porque esta también fue y es su casa. Y con el tiempo nosotros también formaremos parte de esta colección. Parece que nos estén mirando y escuchando. Me emociona y me place su compañía. No me gustan las paredes desnudas, te hacen sentir más solo. 12


Por cierto Alejandro, no has contestado nada cuando he dicho que tú también debías venirte con nosotros cuando lo haga Verónica, creo que te lo debes de replantear. Pienso que la vida es muy corta y es bueno a veces cambiar de hogar por un tiempo. Ya sé que estás muy afectado, que está todo demasiado reciente, pero ayuda el hablar de estas cosas porque al andar tan confuso esto da una nueva perspectiva de vida. Fallecer alguien joven es algo tan impropio y cruel como inesperado, sin aviso, como enfermedades graves que pone en jaque al paciente y a familiares en guardia. Cuando ocurre así como a ti, es un hecho que descoloca y hace que te resistas a creerlo y aceptarlo, pero la voluntad y el esfuerzo es la única arma que tenemos contra la adversidad, el horror y el dolor. Da gracias a Dios que os tenéis el uno al otro y esa unión de padre e hija ayudará a sobrellevarlo mejor, y con el tiempo todo irá cicatrizando -hizo un mutis. -Me alegro mucho tío Enrique que hayas venido porque yo sola no puedo hacerle entrar en razón -dijo Verónica. Hoy gracias a ti ya parece otro, veo que te escucha y eso ya es un paso, ayer parecía que estaba bloqueado y todo lo que le decían caía como en un saco roto, hubo momentos que era yo la que tenía que tirar de él. -Querida Verónica, veo que no sólo eres en apariencia algo bello, por dentro atesoras humanidad, sensatez y, sobre todo, rebosas caridad y amor. A mí me vais a tener siempre que necesitéis. Estate tranquila que la familia está para algo. Ésa siempre fue la frase que en ocasiones adversas solía decir nuestro padre. ¿Verdad que sí Alejandro? Y él a su vez decía que lo mismo le escuchó decir a su abuelo, y seguramente esta frase partiría de más atrás. Si los retratos que nos rodean pudieran hablar seguro que dirían a coro: “Yo también pensaba y decía lo mismo, porque así debe de ser”. A medida que se iban sucediendo los días las cosas iban mejorando. Como no les apetecía salir pasaban largas horas sentados en el cenador que había en el hermoso jardín debajo del eucalipto que en la época en que estaban desprendían ese exquisito perfume. Cerca de ellos también estaba la vieja fuente de piedra cuya figura central, curiosamente, era un unicornio esculpido como una obra maestra, y cuyo pecho estaba horadado por el transcurrir del tiempo y el continuo resbalar del agua. A veces un entorno así bien ambientado ayuda al bienestar y al relajamiento, lo cual les venía muy bien después de aquellos póstumos días de la consabida tragedia. En la conversación que mantenían el que más hablaba de los tres era siempre Enrique, en parte porque quería animarles y sentado como estaba frente al unicornio le miraba fijamente con sonrisa burlona. Mientras que le preguntaba a su sobrina: -¿Es que no te ha contado tu padre la leyenda de esta fuente con la figura del unicornio? -Pues no, la verdad es que es algo poco común que llama la atención. -Cierto o no lo que se cuenta, no deja de ser algo ocurrente y gracioso. Se dice que 13


uno de nuestros antepasados alguien ya muy lejano en la línea ascendente de nuestro árbol genealógico y precisamente el que construyó esta mansión para casarse con su joven amada, a la que él sacaba unos cuantos años. Estaba locamente enamorado e impaciente por casarse tanto que no pudo esperar que todo estuviese debidamente acabado. Ya lo estaba la vivienda y estos bellos jardines que han conservado su estructura. Aunque como es natural fueron pasando de un heredero a otro, lo que estaba todavía a medio era la fuente por ser una labor lenta y delicada el tallar la piedra. No se sabe, o no se habló nunca qué figuras la iban a componer, lo que sí se da por hecho es que el unicornio no estaba en el diseño y al darse ciertas circunstancias se incluyó después. Con la precipitación del novio y la poca seguridad de la novia de si le quería o no, puesto que había sido una boda de conveniencia el matrimonio sí se celebró pero con ausencia total del amor de la novia, algo que no tapaba el disimulo por más que se esforzara. Y como es natural todos se daban cuenta de la preocupación del novio por no ser un feliz esposo y la joven esposa, que ya empezaba a ser asediada por varios caballeros y algún que otro plebeyo y al parecer ella no les hacia ascos ni desprecios en cuanto a coquetear con ellos, pero sin incurrir en el pecado de la lujuria y la infidelidad. Y las lenguas viperinas hablaban y hablaban del asunto hasta que llegó a oídos de su amante y celoso esposo que por no perderla se hacía el loco diciéndose: “Mientras no haya algo grave, que si ocurriera no toleraré, no voy a reprenderla, la quiero demasiado y más que pecado en su comportamiento yo veo una virtud resistiéndose a hombres jóvenes estando casada conmigo que soy un viejo achacoso que le triplica la edad. Lo cierto es que ambos eran infelices en tan desafortunado matrimonio. Hasta que hundía en el que estaban viviendo aunque por distintos motivos momentos muy tensos, se cruzó en sus vidas un joven guapo y afortunado Conde, que se enamoró de ella, y Rosalía que así se llamaba tan enamorada como él no tardó en caer en sus brazos. Y aunque en aquellos viejos tiempos no se podía anular el matrimonio, puesto que todavía existía el divorcio, alegó algo grave y comprobable para obtener la nulidad. Le olía el aliento y además aunque habían transcurrido meses, el acto marital no se había consumado por la impotencia de la edad del pobre Eustaquio que para más inri tenía aquel gracioso nombre. La noticia corrió como la pólvora y el cornudo marido enrojecía de vergüenza y se hundía en la tristeza, además fue motivo de burla y escarnio y hasta le sacaron una coplilla que decía así. Eustaquio yo te aconsejo para poner en tu fuente que aun esta por acabar. Un ciervo con Cornamenta, dos cuernos como dos perchas imagen de tu retrato, que te lo haga recordar. Y aquello al pobre Eustaquio le cayó como una losa que lo dejó tan hundido e incapaz de reaccionar. Hasta que un día cuando Rosalía ya se había ido para casarse de nuevo con el Conde Reverte y vivir en su castillo para no volver jamás. Aquella ausencia le favoreció para ir borrándola de su mente y aminorando su 14


desazón. Lo que no había cambiado era la chusma que la había cogido el gustillo a la copla que aún seguía canturreando sin dejar de molestar. Pero un día se dio la circunstancia que apareció por la Villa un viejo trovador con la voz cascada por el alcohol y la edad, al que muy pocos o ninguno requería sus servicios para que les hiciese una trova o cancioncilla apuntando la idea que querían que expresara, y aprovechando aquello Eustaquio tuvo la feliz idea de llamar al tío de la bandolina y contratarle para que pusiera música a la letra que él mismo había compuesto y se la dio para tomar así represalia contra los que aún seguían con aquella cantinela machacona. Aunque viejo y no muy agraciado Eustaquio tenía bastante talento, y lo dispuso todo con acierto para ganar la última batalla que acabó o enmudeció las voces de los que tanto le vapuleaban. La copla que él compuso y le dio al trovador para que a modo de pregón fuese cantando por todas las calles rezaba de esta manera. “Un ciervo tiene dos cuernos, a mí no me corresponde, tal parecido no existe. Me engañó con un solo hombre por que callen de una vez. Un unicornio pondré en lo alto de mi fuente”. Y aquello fue algo fulminante. Como jarabe de palo acabó con esos males. No digo que Eustaquio fuera feliz, pero por lo menos vivió más tranquilo y relajado. Al acabar aquel relato que Alejandro y Verónica había escuchado atentamente rompieron en carcajadas al conocer aquella peculiar leyenda, contada además con una picaresca y gracia especial. Aquella forma de expansionarse a carcajada limpia, sin duda, expulsó bastante dolor acumulado, pudiéndose decir que fue buena medicina para Verónica y Alejandro por lo que ella comentó. -Que bien nos lo has hecho pasar, con esa faceta que yo desconocía en ti de cuenta cuentos. -Además tío Enrique quiero que sigas hablando y me cuentes muchas cosas que estoy ansiosa por saber, me interesa mucho que me digas qué es lo que me voy a encontrar cuando llegue a Gran Bretaña, país tan distinto al nuestro, y sobre todo informarme de OXFORD, que es donde voy a hacer la carrera. Enrique le contaba con gusto lo que su sobrina le preguntaba y se explayaba con todo tipo de detalles. -OXFORD es una ciudad inglesa que se encuentra a orillas del Támesis. Es una ciudad pintoresca y culta, con numerosos colegios universitarios. Tiene una bonita catedral de estilo romántico normando. También cuenta con una importante biblioteca, galerías de pintura, un rico museo de arqueología y de artes orientales. La zona suburbana está industrializada: conservas, construcciones de automóviles... Una de las cosas por las que más lamento no tener a alguien como tú, mi querida Verónica, es porque no puedo darle una carrera en esa universidad que es por todos considerada de las mejores. Quien de OXFORD tiene el privilegio de salir con una carrera, ya se puede decir que tiene sapiencia, y se le abren muchas puertas. 15


-Tío Enrique, nada más oírte hablar ya estoy impaciente de que llegue el momento de ir. Menos mal que me falta poco. Y la dicha sería completa si consiguiéramos que mi padre se viniera con nosotros. -Tú eso déjalo en mis manos, para eso tengo el derecho de mandar al ser su hermano mayor y me tendrá que obedecer, ¡faltaría más! sería la primera vez que no consiguiera hacerle entrar en razón. -¡Pero bueno! ¿Qué es esto de hablar delante de mí como si no estuviera?- dijo entonces Alejandro bromeando. -Ah! ¿Pero que estás ahí? Como tu hija decía que no te enterabas de nada... Pero mira, mejor así, ya lo sabes, espero que nos lo confirmes pronto para que empecemos a hacer planes incluyéndote. Alejandro, créeme, no te aburrirías, puedes trabajar conmigo en el buffet de abogados, la mayoría de los que tengo a mi cargo no te llegan ni a los talones. Te vendría bien salir de aquí y empezar de nuevo, otra vez juntos como en los viejos tiempos ¿qué dices? -Me lo estás pintando tan bonito que te prometo que lo voy a pensar. Tienes que comprender que en poco tiempo me han venido tantas cosas de sopetón, que aún estoy torpe y confuso para decidir cosas tan importantes tan deprisa. Además ten en cuenta que está el trabajo y mis responsabilidades. Yo no tengo como tú un buffet con numerosos abogados, pero también tengo a mi cargo a otro abogado, un procurador y el secretario dime ¿qué pasaría con ellos? Por otro lado está la administración de todo lo que nuestro padre nos dejó, fincas y demás que, como sabes, también está a mi cargo y no es poco que digamos. Y esta casa, que a ti mismo te sobrecogieron los recuerdos nada más poner los pies en ella, porque pertenecemos a su pasado ¿cómo la voy a cerrar? -Pero vamos por partes -le interrumpió Enrique. Creo que tengo la solución. ¿Ese colega que trabaja contigo es inteligente y competente? -Pues claro que lo es, se trata de un joven con mucho talento que con el tiempo será una eminencia en esta carrera, lo único que le falta es alguna experiencia, y curtirse con el trabajo. -Entonces querido hermano, ya está, con él tenemos la solución laboral, lo dejas al frente de todo, le pagas bien, y arreglado. Y en cuanto a la casa, no tienes por qué cerrarla. ¿Sigues teniendo contacto con Eloísa? Que por cierto no sé qué pudo pasar para que de la noche a la mañana desaparecieran las dos, madre e hija así sin más. Aunque me ronda la idea que fue cosa de nuestro padre, que sabía cómo yo la quería, y Eloísa no le parecía suficiente para mí al ser sólo una chica del servicio, aunque a mi juicio solo con los estudios primarios como tenía estaba mejor preparada y sabía más que otras señoritingas que se pasan la vida estudiando y a veces te preguntas para qué, si no le sacan ningún provecho. Y no 16


me digas que no sabes nada. Ni por qué se fue, ni dónde está. -¿Y con qué intención ahora al cabo de tanto tiempo te interesan cuáles fueron los motivos? Qué quieres que te diga, si tú no lo supiste cuando todo ocurrió porque yo siendo más pequeño y no teniendo nada que ver con ella quieres que lo supiera. Y al paso de los años ¿es que piensas ir en su busca, y para qué? Me tienes hecho un lío como no te expliques. -Está bien claro, podrían ser la solución si quisieran volver a casa las dos como en aquellos tiempos en que ellas llevaban las riendas de todo. Las conocemos bien, sabemos de su eficacia y honradez para quedarse con las llaves de esta casa hasta que tú volvieras. -Hay que ver lo que cavilas, no me extraña que triunfaras en tu carrera. Con que rapidez has buscado la solución para todo, no dejo de salir de mi asombro. Y ya no tengo ninguna duda. Enrique me has convencido plenamente. Haremos cuanto propones, porque me voy contigo, a ver si a tu lado se me pega algo de esa agilidad mental. Además puede que también mejore mi inglés y nada mejor para ello que in situ. -Ven y dame un abrazo, ya verás como no te arrepientes de tomar esta decisión -dijo satisfecho Enrique. -Yo también quiero abrazaros y besaros a los dos -dijo Verónica. A ti querido tío, por ser el mejor abogado que has sabido defender y ganar lo que yo casi consideraba una causa perdida; y a ti papá ya sabes, porque... por esto, por lo otro y por todo, porque te quiero y siempre te querré. -Bueno, pues si ya estamos todos conformes y de acuerdo, manos a la obra -dijo Enrique. Alejandro, dame el teléfono de Eloísa para hacerle la proposición no sé en qué situación están ahora ni tampoco si les convendrá pero lo vamos a intentar, aunque ni siquiera sé si se acordará de mí. Al decir esto el gesto de su cara decía muchas cosas que seguramente estaban incrustadas en su corazón que ni el tiempo ni la distancia borraron. Después de marcar el número se puso de espaldas a su hermano y su sobrina para que no adivinaran sus sentimientos cuando hablara con su amor porque Eloísa había sido, y seguía siendo, la mujer de su vida. Después de esa ansia y tensión que en segundos acumulaba mientras sonaban los tonos de la llamada no tuvo valor para hablar con Eloísa y rápidamente le pasó el teléfono a su hermano, buscando una escusa. -¡Toma, habla tú con ella a ti te escuchará mejor! Alejandro lo cogió y él se fue para otro lado. Verónica lo miraba confundida pues ahora, por primera vez, se estaba percatando de cosas que nadie antes le contó. Sabía que no era ése el momento de preguntar y por eso no lo hizo, ni a uno ni a otro. Dejaría correr el tiempo hasta ver si alguien la quería hacer partícipe de aquellos secretos de familia, de momento prefería ser prudente. 17


Al cabo de un rato de estar hablando Alejandro y Eloísa éste llamó a su hermano que se había salido fuera, no sabemos si huyendo del pasado o de sus sentimientos, si bien es cierto por su comportamiento que algo quedaba que no estaba muerto en él, que seguramente deseaba y temía al mismo tiempo. Cuando ya lo tuvo a su lado le dijo: -Anda Enrique, habla con ella que ya le he dicho que estabas aquí. Y cuando le pasaba el teléfono se dio cuenta que estaba como asustado. -Es que no sé qué decirle -contestó nervioso. -Pues déjala que ella te diga, escúchala, toma. Él se había quedado paralizado, como mudo, cuando oyó a Eloísa: -Hola Enrique, cuánto tiempo sin saber de ti,... tengo que cortar llaman a la puerta, lo siento, adiós. Se oyó el tic de colgar y de este modo acabó una conversación que no llegó ni a empezar, dejándolo tan confuso que no sabía si sentía dolor o rabia. Alejandro también estaba arrepentido por haberle insistido que hablara con ella y a modo de disculpa le dijo a su hermano: -Perdona, no esperaba algo así. Enrique siguió callado y pensando que Eloísa estaba dispuesta a no hablar con él, eso se veía claramente al cortar la comunicación, pues no era creíble que diese la casualidad que llamaran en ese momento a la puerta. Alejandro quiso romper ese incómodo silencio: -Menos mal que no ha sido una pérdida de tiempo, me ha dicho que se haría cargo de la casa, que al estar ahora viuda le venía bien ganar algún dinero, lo mismo que a su madre que la tenía con ella. Cuando nos vayamos, todo ha quedado claro por teléfono, ellas vendrán. Cuando su hermano dijo aquello, Enrique quedó desolado. Con aquella postura era evidente que Eloísa no quería ni verle, porque de haberlo deseado esta era la ocasión para hacerlo. Y no queriendo compartir aquel tortuoso pensamiento que acababa de forjar en su cabeza, como pasando página, puso su mejor sonrisa para hablar con su sobrina y cambiando de tema dijo: -Verónica, ¿por qué no me cuentas alguna de tus cosas? -Pues mira tío Enrique te diré, y no con intención de alardear sino porque creo será necesario el que te oriente de cómo llevo mis estudios, que gracias a Dios mis notas son inmejorables y espero que lo que me queda siga igual. Mi intención es esforzarme para sacar matrícula de honor. Según tengo entendido las buenas notas son de vital importancia para entrar e OXFORD, quisiera hablar contigo también acerca de un buen amigo y compañero de estudios desde mi infancia, con el cual siempre hubo un pique entre los dos, sobre todo después que yo le dijese que mi carrera la haría en esa universidad y a él también 18


le gustaría hacerlo, sus notas son excelentes y además desde hace tiempo practica el deporte de remo. Se llama Álvaro, tiene buena presencia por su físico agraciado, estatura y un cuerpo atlético que para conseguirlo se ha esforzado practicando ya en algunas regatas de las que siempre salió bien parado y esto le anima teniendo en cuenta que le puede valer para ayudarle a entrar en OXFORD. A los dos nos hace mucha ilusión el poder seguir juntos en esa universidad, él haciendo ingeniería química y yo para seguir la tradición familiar, leyes. Aunque espero sobrepasaros a ti y a mi padre, y llegar a juez, o mejor a magistrado, eso el tiempo lo dirá -dijo sonriendo con pícara malicia. -No creas querida sobrina que si lo lograras esto sería para mí por ser solo abogado, cosa non grata, ni tampoco para tu padre, a los dos nos gustaría que pudieras llegar a lo más alto posible porque nos haría sentir orgullosos de ti, y jamás por supuesto nos sentiríamos celosos o menguados. Además, no nos podemos quejar de ser solo abogados, le supimos sacar buen provecho, y si por separado nos fue bien imagínate cuando estemos juntos. Y quizás llegue un día que te quieras unir a nosotros, te aseguro que te sorprenderías de ver qué ameno y movidito es el día a día trabajando en el buffet con varias personas y varios casos a la vez, es algo fascinante que te absorbe y engancha y es que lo llevamos en la sangre, son muchos los familiares que nos han precedido como se puede ver en los retratos de los antepasados que hay muchas togas, lo único que falta es una mujer como tú, y por lo que veo ya estamos en camino, y un día lucirás y destacaras entre ellos, tal vez con la toga y el birrete de juez, o algo más. ¿Tú qué dices Alejandro hace rato que estás muy callado? -No intervengo porque me gusta escucharos, y además estoy de acuerdo en todo. Estaba pensando también en algo que mi hija ha dicho, que su amigo Álvaro quiere irse con ella OXFORD, lo cual no me disgusta, es un buen chico, y no sé si no me cuentan todo y son algo más que amigos. -Papá es que la palabra novios hace tiempo que está en desuso, y además somos muy jóvenes, sólo puedo decir que nos entendemos bien y nos gusta estar juntos, y seguir juntos si es posible. -Bueno, bueno, sea lo que sea sobrina, yo, como me lo has pedido, cuando llegue el momento y hayáis terminado aquí los estudios me mandáis todos los papeles que exigen para la solicitud de ingreso en la universidad y me encargaré de gestionar lo de los dos. Además creo que si hay plazas libres, por una vía o por otra, no os van a rechazar teniendo en cuenta que habéis sido los mejores de vuestra promoción, y si OXFORD tiene categoría, vosotros dos tenéis sapiencia.

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CAPÍTULO 3 Después de un corto tiempo de haber vuelto Enrique a Gran Bretaña llegó el ansiado día de haber acabado el bachiller. Verónica y Álvaro se habían propuesto sacar matrícula de honor y lo habían conseguido. Mandaron todos los papeles para que Enrique les diese curso y formalizara la solicitud en OXFORD. La alegría y satisfacción, por parte de todos, al haber conseguido su propósito, sirvió también para mitigar los malos recuerdos del desgraciado accidente. A Alejandro el andar tan ocupado para dejar todo en orden le había venido muy bien, lo iba solucionando con soltura, tal y como concibió la idea de hacerlo su hermano. Se le veía ya con otra cara. Aunque la verdadera culpable de esa recuperación era la hija que tenía y así lo reconocía, siempre daba gracias a Dios por tener a su lado una hija así. Juntos, animadamente, hablaban del próximo viaje. Contaban los días para embarcarse en esa aventura, cada uno imaginando los nuevos caminos que allí se les abrirían para empezar en un mundo distinto. Pero antes de que se fueran, Alejandro creyó necesario el ir a hablar con Eloísa, pensó que ella no tendría inconveniente, pues nada tenía contra él, el enojo y el no querer nada de nada era con Enrique. La fue a ver a su casa, y cuál no fue su sorpresa cuando estando allí hablando con ella entró un joven apuesto que después del habitual saludo se acercó a Eloísa y besándola cariñosamente la llamaba madre. Todo aquello era nuevo y extraño para Alejandro, que no conocía la existencia de aquel muchacho, e inevitablemente se le pasó por la cabeza. -¿Acaso será hijo de mi hermano y por eso desaparecieron de casa su madre y ella? Esto parece tener bastante sentido -dijo para sí. Cuando Eloísa se dio cuenta la impresión que su hijo le había causado, sin esperar que le preguntara, se anticipó para sacarle de las dudas que seguro aquel encuentro habían sembrado en Alejandro. -Este es mi hijo Rafael, se llama como su padre y su abuelo, me parece que tú no llegaste a conocer a mi marido. -No, la verdad es que no. Me avergüenza el decirlo pero es así, nunca vine a visitaros, esta es la primera vez que te veo desde que... Bueno tú ya sabes. Menos mal que tenía tu teléfono, mejor dicho el de tu madre, lo tenía mi padre, por casualidad lo 20


encontré en un cajón de su escritorio. En aquel momento Alejandro se sintió cohibido y desconcertado, y no sabiendo por dónde continuar optó por dirigirse al muchacho diciendo con cierta admiración y agrado, lo que verdaderamente salía de su corazón. -Me alegra mucho conocerte Rafael, para mí ha sido una grata sorpresa. -Yo también me alegro. Para los amigos soy Rafa, puede llamarme así. -No te extrañe la confianza que te da mi hijo, aunque personalmente no te conozca, bueno ni a ti, ni a ninguno de la familia, que ya me hubiese gustado a mí que fuese de otra manera. Aun así yo siempre le hablé mucho de todos vosotros explicándole ¨muchas cosas¨. Desde que tuvo uso de razón creí conveniente hablarle sobre mi vida, pues es un hecho que buena parte de ella ha transcurrido en vuestra casa. Como también sabe que de aquel tiempo pasado guardo inolvidables recuerdos agridulces. Alejandro hizo un mutis, no queriendo preguntar o responder cosas de aquel tema. Aun sabiendo que de él no podía tener quejas, ni guardar mal recuerdo, le violentaba aquella situación de la que no sabía su origen. En realidad sólo Eloísa y Manuela, su madre, sabían lo que ocurrió entre estas dos familias. Y pareciéndole ver que recordando el pasado, en ella se avivaba la llama del recuerdo acompañada de cierto resentimiento, se sintió molesto en aquella situación que no quería que se prolongara con el hijo de ella presente, la verdad es que estaba hecho un lío, al no saber a qué podía llevar todo aquello, y si podía salpicar a alguno de los suyos. Por un lado deseaba enterarse, sobre todo para después podérselo contar a Enrique que ya se había encarado con él, exigiéndole que hablara de lo que, como ya le dijo nada sabía. Y comprendía el enfado de su hermano, él tenía todo el derecho del mundo porque era parte interesada, de que alguien le diese una explicación de la repentina marcha de su casa, de la mujer que amaba y de su madre. Cuando aquello ocurrió, a él le dolió tanto que abandonó su casa, a la que no había vuelto hasta el entierro de su padre, no lo quiso ver ya mientras vivió, porque por más que le preguntó qué es lo que había pasado, solapadamente se cayó, y sólo dijo la consabida frase: “La familia está para algo. Se ha hecho lo que se tenía que hacer”. El pobre Enrique con aquella forma tan escueta y rotunda de contestar de su padre, comprendió, que él había tomado parte en el asunto, lo cual le pareció una canallada y motivo más que suficiente para no querer volver y verle jamás. Recordando todo aquello, a Alejandro le intrigaba la identidad de aquel joven, y empezó a vagar por su pensamiento la idea sobre qué hacer, si despedirse y salir corriendo o aprovechar la ocasión para ver si se enteraba de algo más. Y sin pensar, como si Eloísa decidiera por él, dijo: -Me tengo que ir a recoger a mi madre, pero si no tienes prisa puedes quedarte con Rafael para que os conozcáis algo más. -Pues la verdad es que me quedo encantado, he recibido grata sorpresa y me he alegrado también mucho ver que tenías este muchachote. Me gustaría saber qué está 21


haciendo y demás, es agradable hablar con la juventud. Si no me equivoco, ¿tu hijo Rafael debe de ser mayor que mi hija? -Así es, tú tenías novia cuando yo ya era casada. Conocí a Rafael al poco de salir de tu casa y nos casamos enseguida. Con él he sido una mujer afortunada durante los años que estuvimos juntos. Mi historia es parecida a la tuya. Cuando mi hijo tenía la edad que ahora tiene tu hija murió su padre en un accidente laboral. Bueno dejémoslo ahí. Me voy, no vaya a impacientarse Manuela, tú ya la conoces y sabes que es una mujer de armas tomar. Apenas salió Eloísa, Alejandro con habilidad y simpatía empezó a recabar información, tenía que aprovechar aquella ocasión. -Vamos a ver Rafael, cuéntame, como se suele decir ¿trabajas o estudias? -Pues estudié y ya acabé. Soy químico pero está muy difícil encontrar trabajo. Desde que hablaste con mi madre, reclamándola a ella y a mi abuela, no han dejado de decirme que volver a trabajar les ha venido como agua de mayo, porque con estos ingresos, más la paga de mi madre de viuda y la de mi abuela de pensionista suponen que ya da para que me pueda ir a Estados Unidos, a Inglaterra o a Alemania. Saben que es algo que siempre he deseado porque me gustaría poder seguir el camino de la investigación, y en España es muy difícil, por no decir imposible. Yo la verdad, me lo tengo que pensar, porque a pesar de ser el sueño de mi vida, el que mi madre, y sobre todo mi abuela con sus años trabajen para costearme los estudios, me hace sentir mal, creo que no es justo. Ellas están tan ilusionadas y contentas, dicen que si me niego se vendrá todo su mundo abajo porque eso es lo único que tienen, y están muy orgullosas de lo que he logrado, quieren a toda costa que llegue lejos. -Yo estoy de acuerdo con las dos, es bueno tener ambiciones y seguir adelante, porque de este modo tus logros serán los suyos, y las hará muy dichosas, consiguiendo metas que ellas por ser otros tiempos no pudieron alcanzar. Además yo te ofrezco también mi apoyo. Estoy pensando, que como no tienes todavía una idea fija de dónde ir, te propongo que te vengas con nosotros a Gran Bretaña. Me imagino que después de hablar por teléfono con tu madre te habrá contado que también viene con nosotros un buen amigo y compañero de estudios de Verónica. Convence a tu madre lo de venir tú también, le dices que yo le prometo que nunca te sentirás sólo allí, que pueden estar tranquilas, que a nosotros nos vas a tener siempre. Y a ti te digo que esos reparos que dices te hacen dudar para aceptar, los tienes que desechar. El que ellas te ayuden mientras tú sigas necesitando de su economía, ni te rebaja, ni es abusar de su generosidad. Seguro que un día no lejano, les podrás devolver ciento por uno. -Visto de este modo, ya me estás convenciendo, y me hace mucha ilusión el viaje en vuestra compañía, seguro que se nos hará más corto y ameno yendo los cuatro. Y yo personalmente me sentiré menos triste por lo que aquí dejo, es mi primera salida al extranjero y reconozco que soy un tonto sentimental. 22


-Bueno muchacho, me voy contento por haberte conocido, espero que me llames enseguida con la respuesta. Empiezo a creer que va a ser lo que deseo, y dándolo por hecho en cuanto llegue a casa le hablaré a Verónica de que tendremos un pasajero más. Dile a tu abuela que siento el no poder saludarla, pero ya me entretuve demasiado y no tengo más remedio que irme, dale besos de mi parte, ella sabe que ha sido y será siempre mi querida Manuela, porque me cuidaba y me protegía, y a veces me libraba de alguna reprimenda de mi padre, y yo le decía: “Tú eres mi mejor abogado defensor”. Tu madre y tu abuela han sido como familia cuando estaban en casa, ahora nosotros vamos hacer lo mismo contigo. Te adelanto que a mi hermano le vas a caer muy bien, es un hombre bueno y generoso, y tal vez porque está muy solo se encariña fácilmente con la gente, imagínate contigo que le traerás el recuerdo de tu madre, a la que quiso mucho como ella ya te habrá contado. Enrique además allí está muy bien situado, y se relaciona con gente que te podrá echar una mano. Vente sin miedo a lo desconocido, que todo saldrá bien. Cuando entraron en casa Eloísa y Manuela, que como es de suponer hasta ese momento habían estado hablando de la visita de Alejandro. Se encontraron tirado en el sofá a Rafa con cara de feliz soñador. Su madre le preguntó: -¿De qué te ha hablado nuestro visitante después de que yo me fuera, que parece que estás en una nube con esa cara de lelo? Está claro, que sea lo que sea, te ha impactado mucho. -Dejadme que os cuente. Es algo increíble, maravilloso, lo que me ha propuesto. Quiere, nada más y nada menos, que me vaya con ellos a Gran Bretaña. Dice que su hermano Enrique está allí, ya muchos años, y por lo visto es un hombre influyente, que seguro me podrá ayudar para entrar en lo que yo tanto deseo, investigación, imagínate por dónde, se van a cumplir mis sueños. Y me ha insistido que os diga para tranquilizaos, que somos como familia, que siempre nos hemos querido, esto lo dijo emocionado y terminó afirmando que me van a ayudar en todo. Imaginaros como estoy de contento, es increíble, la suerte que me ha venido a las manos. -Hijo, tú mismo lo acabas de decir ¨es increíble¨, no sé si por su parte habrá algo de verdad, lo que no puede hacer es hablar por boca de su hermano. Enrique no es de fiar, y puede dejarte colgado, te lo dice tu madre que lo conoce más que nadie, y sé cómo las gasta ¿verdad madre? Manuela, que aquello le había cogido por sorpresa, si no le pregunta su hija hubiese preferido no opinar y mantenerse al margen. -Qué quieres que diga hija, no es bueno el resentimiento que bulle en ti al cabo de tantos años. No debieras hablar de esa manera sobre él, Enrique no es malo. -¡Esto sí es bueno! No lo esperaba de ti madre, ¿cómo puedes defenderle? -Yo ni defiendo ni acuso, y tú sin saber lo que ocurrió, no debías hablar así. -Vaya por Dios, yo esperando para daros la buena nueva creyendo que al oírlo iba 23


a producir en vosotras una explosión de gozo y resulta que ha sido todo lo contrario, se ha establecido una desagradable discusión. Me tenéis confundido... pues lo siento madre, a pesar de todo te diré que yo me fío de lo que dice Alejandro, a su hermano no le conozco todavía, pero como dice la abuela no lo juzgaré sin motivo aparente. Y os ruego que no me pongáis más trabas y me dejes aprovechar esta ocasión, y si no saliera bien no me lamentaré, porque por lo menos no me quedaré sin intentarlo. Y una vez esté allí, con ellos o sin ellos pienso seguir adelante. -Lo siento mucho hijo, reconozco que me he precipitado, soy una aguafiestas, la abuela y tú sois más sensatos, ojalá no influya en tu ánimo el haberme pronunciado de forma tan categórica sobre la opinión que tengo de Enrique. Además, aunque conmigo pasara lo que pasara, no puedo predecir lo que puede ocurrir contigo. Me he dado cuenta que la desconfianza no es buena consejera, y por eso quiero rectificar y dejarte en libertad para que tú decidas. -Al ser mayor de edad sé que puedo decidir sobre mi vida, pero no me hubiese ido sabiendo que lo hacía contra tu voluntad, os quiero demasiado para disgustaros aunque en un arrebato dijera que iría pese a todo. A la abuela parece que no le disgustaba que me fuera, y tú mamá no te preocupes que verás como todo sale bien. ¿Verdad Manuela? -Pues claro que sí, cuando estés en Gran Bretaña, será como coser y cantar -y con alegría y buen ánimo le soltó a su nieto como una letanía de alabanzas. Al día siguiente, pasó algo inesperado. No queriendo esperar más tiempo para saber si Rafael les acompañaría se presentaron en su casa Alejandro, Verónica y Álvaro para echarle una manita si lo necesitaba. Al llegar, nada más entrar, salieron de dudas cuando vieron con la alegría que los recibieron. Manuela sobre todo estaba que se salía de satisfacción y gozo, y fue la pregonera diciendo de corrido: -Se va, se va, mi nieto también se va, y con lo listo que es, Rafa llegará a ser muy importante y el orgullo de la familia. En ese instante hubo momentos muy bonitos de júbilo por parte de todos, los tres jóvenes pronto hicieron un corrillo aparte para empezar a conocerse, mientras que Manuela se metía en la cocina y sacaba un buen vino y lo mejor de su despensa para obsequiarle con el embutido y lomo de orza de la matanza, y el pan y las pastas, todo buenísimo y casero, que como es ella lo ofreció, con sencillez, animándoles a comerlo diciendo, sin remilgos: -Coger de todo, veréis qué bueno está, lo que venden por ahí no es lo mismo que lo que se hace con esmero en casa. Aquella improvisada pequeña fiesta, con el buen yantar como decían en los tiempos del Quijote, hizo que los estómagos agradecidos influyeran en un cordial trato. -¿Queréis oír cantar a mi abuela? Ya veréis qué gran artista tengo en casa -dijo Rafa. Aquel vinillo de la tierra que Manuela llamaba un buen vino, y en realidad lo era, 24


con el que habían acompañado aquellos apetitosos y sabrosos bocados, había propiciado las risas y el buen humor con ganas de meterse en fiesta, por lo que todos contestaron: -¡Sí, sí, queremos que canté Manuela! -Y nosotros haremos de palmeros -dijo Alejandro. -Abuela ve aclarando la voz con una copita de Jerez que voy por la guitarra. Rápidamente volvió con ella colgada al cuello, templándola por el camino, y para acompañar a Manuela Rafa se sentó en aquella silla típica de Andalucía, con el asiento de anea y la madera torneada y pintada de color rojo, puso el pie sobre un taburete con la rodilla doblada para apoyar la guitarra sobre la pierna, miro a su abuela que estaba sentada a su lado y dijo con la gracia del acento andaluz: -¡Vamos abuela, que no se diga! Y dándole la entrada con unos acordes Manuela se arrancó con su cante. Aquello se fue animando de manera que se fueron incorporando los demás, y así cantaron casi todos los palos del flamenco con la alegría de esa sangre jerezana y el espíritu artista de los nacidos bajo el sol de Andalucía, gente con sentimientos a flor de piel, capaz de llorar a mares, como hace tan poco lloraron la muerte de Viviana en esa oscuridad que eclipsó sus mentes y los hizo caer en un profundo dolor, o como en estos momentos, levantar el ánimo igual que el nuevo amanecer, sintiendo los latidos del corazón ir al compás de las palmas y el sonido de las cuerdas de la guitarra, y lo que cala más hondo, la voz profunda de la cantaora desgarrada que canta valiente y desafiante, y arrolla como un tornado y se funden con el calor entrañable los sentimientos que hermanan. Cuando dieron por terminada aquella fiesta fue como haber celebrado un ritual espiritual, y se despidieron unos y otros con abrazos tan calurosos y humanos, capaces de poder sentir el latido del corazón del otro. Creo que si hubiese estado aquella tarde con ellos Enrique no habría hecho falta ni perdón, ni explicaciones, se habría solucionado todo con aquella alegría y sentimientos que flotaban en el ambiente. Sólo con haberse mirado cálidamente a los ojos Eloísa habría comprendido y dejado atrás el resentimiento que tenía con Enrique. Pero habría que esperar que la magia de otra fiesta les cogiese juntos y les devolviera la paz y el amor perdido.

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CAPÍTULO 4 Después de muy pocos días los cuatro emprendieron vuelo a Gran Bretaña. Iban llenos de ilusión y esperanza, pues no dejaba de ser una aventura para todos el empezar en otro país tan distinto el hacer una carrera o trabajar. Enrique los recibió con los brazos abiertos, él ya sabía los que venían y a lo que aspiraban porque Alejandro ya le había puesto al corriente de todo. Fue derecho a saludar a su querida sobrina a la que abrazó y besó de manera entrañable, después se dirigió a los dos jóvenes, de los que pasó de darles la mano como es corriente a saludarles estrechándolos entre sus brazos y dándoles unas palmaditas en la espalda. -Bienvenidos muchachos -exclamó satisfecho Enrique. Por último, se recreó más con el saludo de Alejandro, que menos besarle en la boca como hacen los rusos, le demostró su cariño diciéndole: -Hermano, quiero verte feliz. Después, dirigiéndose a todos les dijo emocionado con mucho cariño: -Bienvenidos a esta tierra y a mi vida, quiero compartirla con vosotros y seros útil en lo que pueda. Ya tengo muchos pasos dados con vuestras gestiones, todo ha sido positivo y con buenos resultados. Ya os contaré al llegar. Los jóvenes hablaban entre ellos como si se conocieran de toda la vida y ya empezaban a hacer planes con una ilusión desbordante. Al ir sentados los dos hermanos delante en el coche, Enrique animadamente hablaba con Alejandro, y a modo de broma le comentó: -Te veo muy bien, se nota que te ha ayudado a restablecerte la matanza y todo lo demás con lo que os obsequió Manuela, ya me lo contó tu hija lo bueno que estaba todo y lo bien que lo pasasteis en casa de este muchacho, te llamas Rafael ¿No? -Así es señor, soy Rafa, para servirle. -En tus contestaciones se nota la nobleza de tu corazón sencillo. Me da mucha alegría tenerte aquí, y lo mismo te digo a ti Álvaro, incluyendo también a mi sobrina del alma, sois unos jóvenes llenos de cualidades y mucho talento, por lo que os va a ser fácil conseguir vuestros logros. Y de esta forma, hablando y hablando se había pasado el tiempo y habían llegado ya. Al entrar en la casa Alejandro exclamó: 26


-¡Vaya, vaya, menuda choza! Como dicen los jóvenes. Y ésta no es heredada, se nota por el cochazo con que nos has traído y por esta lujosa mansión que no eres de los que pasan fatigas, de lo cual me alegro que todo te vaya bien. -Así es Alejandro, no me puedo quejar, me ha ido y me sigue yendo muy bien en el trabajo, ya lo comprobarás cuando te incorpores. Una vez que estuvieron instalados, se sentaron a hablar cómodamente. -Y yo, ¿cuando voy a empezar a trabajar? No sabes cuanto lo deseo y con las ganas que vengo -le confesó Alejandro a su hermano. -Eso está bien, pero nos tomaremos el resto de la semana para acompañar a los jóvenes a que vayan conociendo cosas. El lunes tendrán que personarse en la Universidad para que les presente a mi amigo el Rector. Ya están prácticamente admitidos, sólo quedan algunas formalidades como la entrevista personal que les harán para aceptarlos en el Colegio del Campus, y poco más. Los tres jóvenes se miraron entre sí con cara y gesto de sorpresa. -¡De modo que ya estamos admitidos y no nos lo habías comunicado hasta ahora!exclamó Verónica - ¿Desde cuándo lo sabes, que te lo tenías tan calladito? -Os quería dar la noticia cuando estuvierais aquí para no perderme el veros las caras que habéis puesto. Pero vamos. ¿Verdad que lo suponíais? Porque si os dije que vinieseis es que estaba hecho, no iba a permitir que os hicieseis en vano ilusiones, ni mucho menos que llegaseis a hacer el viaje en balde. -Desde luego querido Enrique, sabíamos que estando en tus manos era pan comido, como así ha resultado -contestó su hermano. Enrique les entregó los papeles de admisión, y sin poder contener por más tiempo la alegría, Verónica, alzando el brazo y agitando los papeles en señal de contento dijo emocionada: -Muchachos, ¡ya somos alumnos de OXFORD! -No exactamente -rectificó Enrique. Rafa entrará en los laboratorios, de forma que trabajará en investigación, y aunque poco, empezará a cobrar algo. Dicho esto, con la gran noticia que les acababan de confirmar, Verónica y Álvaro abrazados saltaban como monos, y Rafa emocionado pero más sereno, ni siquiera le salían las palabras, pero aun así se aproximó a Enrique y cogiéndole su mano entre las suyas sólo pudo pronunciar lo que su madre acostumbraba a decir en ocasiones como ésta: -Que Dios le bendiga, y se lo corresponda igual que yo se lo agradezco. Aquellas palabras nobles y sentidas emocionaron de tal forma al eterno enamorado de Eloísa que en un momento de enajenación pensó: “¡Mira que si este muchacho fuera mi hijo!” Pero en seguida se contradijo: “No, no es posible, ella me lo hubiera dicho”. 27


Los días iban transcurriendo, y ese tiempo se empleaba como ya propuso Enrique en salir todos juntos, como se suele decir, en amor y compañía. Aunque también llegó el momento en el que los jóvenes necesitaban estar solos para hablar en privado sobre cosas de ellos, andurrear a su gusto descubriendo lugares practicando el inglés... Fue Verónica la que tomó la iniciativa: -Quiero preguntaros, a ver qué os parece mis queridos mayores, y conste que lo de mayores no va con segundas, es sólo el modo de dirigirme a vosotros dos para que comprendáis a quien le hago esta petición, si no tenéis inconveniente que nos deis permiso para hacer una escapada los tres solitos, queremos que sepáis que os lo agradeceríamos muchísimo. -Pues claro que sí, lo que queráis y a nosotros también nos va a venir bien el quedarnos un día solos para hablar de nuestras cosas -dijo Enrique. Los tres jóvenes se fueron, no sin haber recibido una pequeña propina por parte de los mayores, a pesar de que se negaban a aceptarla. Enrique y Alejandro se quedaron conversando. El primero en hablar fue Alejandro contándole a su hermano la idea que tenía sobre la paternidad de Rafa. Y resulta que los dos pensaban lo mismo. Que del tal Rafael el muchacho solo tenía el nombre. En cuyo caso si así era, bien pudiera ser que el padre fuera Enrique. Y al enterarse del embarazo, el dueño y señor de la casa a Eloísa la quitó de en medio para dejar libre a su hijo. Aunque esto eran sólo conjeturas. Y con esas dudas se quedaban, aunque Enrique, como tanto había deseado tener un hijo, prefería seguir haciéndose ilusiones. -Cuanto más le miró más creo que es hijo mío. ¿No lo ves tú así? ¿No crees que el muchacho tiene toda la planta de los Rialta? Y fíjate, aunque no me gustaría que fuese como él, con el que más parecido le encuentro es con nuestro padre. Tiene todos sus gestos y ademanes. Mira con valentía y fijeza, y camina siempre erguido. Porque Rafa, a pesar de que se expresa con humildad y corrección, esos modales pueden ser adquiridos por la educación que le ha dado la madre, cosa muy corriente en la gente trabajadora que está con grandes señores. Pero en él hay algo a la vez rebelde y altanero, cuando te habla lo hace frente a frente, y jamás baja la mirada como hacen los sumisos, por el contrario, su gesto es firme, casi desafiante, y se mantiene erguido. Por eso pienso que en su sangre lleva nuestros genes, que afloran y lo delatan hablando por él diciendo quién es. -Yo en cambio no tengo vuestra planta -dijo Alejandro. Me han dicho siempre que me parezco más a nuestra madre. Ella era una mujer de aspecto corriente y con poco carácter, pero de gran corazón y muy sensible. Escuché más de una vez sus lamentos y llorar con mucha pena. Desgraciadamente yo soy así, por eso lo pasé tan mal con la muerte de Viviana. Gracias a Dios que mi hija os ha salido a vosotros, tiene la fortaleza que a mí me falta y ha sido mi consuelo cuando la he necesitado ayudándome y 28


reconfortándome. -Fíjate Alejandro, oyéndote hablar de cómo es tu hija y cuánto la quieres, me entran deseos de que Rafa sea hijo mío, si así fuera a lo mejor en nuestra convivencia podía conseguir también que entre su madre y yo se arreglaran las cosas. Pero no quiero hacerme demasiadas ilusiones, tal vez no sea mi hijo, y sólo hay de verdad ese afán que siento porque lo sea, y con esa obsesión veo en él lo que no existe en la realidad. Y pensando con sensatez creo que si antes de conocerle lo hubiese visto en un grupo numeroso de jóvenes, mezclado entre ellos, ni tú ni yo seríamos capaces de sacarle a él de entre los demás diciendo que era mi hijo. No quiero perder la esperanza, pero tampoco alimentarla. -Al oírte he comprendido lo mucho que quieres todavía a Eloísa, veo que ya no es el recuerdo del pasado, es mucho más, sigue estando en ti muy latente. No me explico cómo después de tanto tiempo no has hecho por ponerle solución a tu vida solitaria y sigues con esa fidelidad a tu primer y único amor. A lo mejor al final esto tiene su recompensa y, aunque tarde, tienes la dicha completa de recuperar a tu querida Eloísa. Y si para entonces Rafa ya te conoce más y te has ganado su cariño y su respeto, podría ocurrir encontrar la esposa que deseas y el hijo. -Dios te oiga, eso sería lo mejor que me podría ocurrir en la vida, porque de qué me sirve haber heredado una fortuna de nuestros padres o la suerte que he tenido con mi carrera y con el trabajo que me produce buenos dividendos si no tengo la satisfacción de poderlo compartir con quien quiero. A fin de cuentas todas estas cosas que poseo, no dejan de ser nada más que bienes materiales, que jamás se podrá comparar con la dicha de amar y ser amado. -¿Y nunca, nunca, se cruzó en tu camino otra mujer que te atrajese lo suficiente para ponerla en tu vida? Y a lo mejor el enamoramiento venía después, recuerda que nuestros padres, como muchos otros matrimonios de clase alta, se casaban por conveniencia, era un acuerdo tomado por los padres y en ocasiones apenas se conocían los novios. -¿Y eso me lo quieres poner tú como un ejemplo a seguir, con el grave riesgo que se corre de ser infeliz el resto de la vida? Porque lo hemos visto en nuestra propia casa. ¿Acaso viste alguna vez a nuestro padre enamorado, apasionado por nuestra madre, si cuando la besaba lo hacía en la frente igual que se besa a una hermana? Y no la miraba como un hombre mira a una mujer, era como mirar a una monja. Y a nuestra santa madre ¿la veías enamorada, o reír y disfrutar cuando estaba con él? Precisamente porque yo sí me fijé en ellos vi lo que había, mejor dicho, lo que no había. Porque lo dos estaban secos, vacíos de amor, que es lo único que merece la pena tener y disfrutar en la pareja. Por otro lado estoy casi seguro que Don Alejandro y padre nuestro buscaba fuera lo que buscan los insatisfechos amores lujuriosos. No me negarás que 29


tenía la fama bien ganada de haber estado con muchas mujeres de alto rango. Más de una consintió porque se enamoró de él, y a las de clase baja las encandilaba con su altanería y superioridad; y a unas y a otras les apasionó su hombría y su buen porte y por eso las conseguía. -Algo de eso había oído pero siempre se exagera. No creo, como se suele decir, de la misa la mitad. Algo habría pero los chismes ya sabes, son como bolas de nieve que si las vas rodando cada vez engordan más. Yo creo que a veces es mejor hacer oídos sordos, con airear las cosas no ganas nada. -Puedes pensar y obrar mi buen Alejandro como tú quieras, yo por el contrario me gusta enterarme de lo que ocurre a mi alrededor y si hay problemas poder enfrentarme a ellos, igual que en su día planté cara a nuestro padre cuando me quiso impedir que viese a Eloísa, y cuando ella desapareció de casa, no me quedé de brazos cruzados, me enfrenté a él, porque estaba casi seguro, que era el causante de todo, y que lo hacía para que no nos pudiéramos ver. Confirmó mis sospechas cuando al ir a pedirle cuentas me volvió a decir lo que en muchas otras ocasiones: que ella no era buena para mí, que me la quitara de la cabeza..., y ya no era consejo, me lo ordenaba amenazándome que le obligaría a tomar serias medidas, pero jamás pensé que se atreviera a tanto hasta que lo hizo. De momento me sentí sin fuerzas, hundido, porque vi que todo estaba perdido. Pero enseguida me rehice, y lleno de rabia le dije: “Tú me la has quitado, pero al perderla yo, tú has perdido a tu hijo, porque me voy para siempre de esta casa, y de tu vida”; y le volví la espalda. Y eso para su orgullo era una ofensa, me insultó, me renegó gritando y hasta se atrevió a decir que era un mal nacido, y ante aquello perdí la calma y le insulté, sí le perdí el respeto pero él se lo buscó, y me fui dejándole con la palabra en la boca, porque no merecía otra cosa. -Sí, me acuerdo de aquel día, os oíamos gritar como energúmenos en el despacho. Mamá estaba muy asustada y lloraba porque temía que llegaseis a las manos. Yo no sabía qué hacer, si quedarme para calmarla, porque ya estaba con un ataque de ansiedad, o ir a ver si podía pararos. Fue mamá quien me dijo: “Por Dios Alejandro, mira a ver si los puedes hacer entrar en razón, porque me temo que se van a hacer mucho daño”. Corrí hacía el despacho y cuando iba a abrir la puerta, tú salías ya con la cara desencajada, tropezaste conmigo en un choque de hombros que casi me tiras, ibas como ciego y no te pude parar, después pasaste al lado de mamá y ni la miraste, ni te paraste con ella, y saliste corriendo hacia la calle como alma que lleva el diablo. -Aquello fue algo que no debió ocurrir nunca, pero mi conciencia está muy tranquila, porque no lo provoqué yo. El señor poderoso, orgulloso y manipulador que fue nuestro padre fue el que puso el detonante que hizo estallar mi corazón en una rebeldía y en un justo contraataque en defensa de mi amor, con lo que nunca debió meterse. Sé que pasó mucho después que me marché, porque tengo trabajando conmigo a 30


un amigo abogado de mi promoción, que cuando formé el equipo para el buffet me comuniqué con él para ofrecerle un puesto que aún ocupa y al tener toda su familia en Jerez sirviéndose de ellos me pasaba noticias de lo que ocurría en nuestra casa, que la verdad, no sé de qué forma hacía para enterarse. Y entre las cosas que me contó fue el bajón que había pegado nuestro padre. Y ni aún así esto me movió a querer verle. Si yo hubiese encontrado a Eloísa, tal vez hubiésemos ido los dos juntos, y si nos daba su bendición bien, y si no también, pero habríamos dado ese paso olvidando sin rencor. Al no ser así, estando yo privado del amor que él me arrebató, no podía y no quería verle mientras viviera, dije que no pisaría esa casa estando él. Pero al saber del nacimiento de tu hija, te llamé para felicitaros, me dio tanta alegría, que aquello pudo más que él resentimiento que yo tenía hacia nuestro padre, y echando a un lado nuestras diferencias, te llamé diciendo que iba a ir, sólo por veros a vosotros, y conocer el nuevo vástago de la familia. A la semana siguiente después de haberos llamado, poco antes de tomar el avión recibí vuestra llamada comunicándome que nuestro padre había muerto. Y me di cuenta que no me alegraba, que sentía su muerte, y me dije: “¡Dios sabrá por qué lo hizo de esta manera, que no me va a poder ver!” Y cuando al llegar le vi tendido en el féretro, con la palidez que marca la muerte, que hace cambiar el físico y la apariencia del individuo que ya no se parecía en nada al hombre enérgico, poderoso y dominante que fue, no quedaba nada, ahora era sólo una sombra de él, un cuerpo inerte y frío sin expresión, sin energía, quieto y callado, me impresionó, me sobrecogió y pensé, tanto tiempo que había pasado sin que yo quisiera hablar con él, y ahora hubiese hecho cualquier cosa para poder hacerlo. No sé porqué el que muere nos parece siempre bueno, o menos malo, y yo le miré sin rencor, y le pedí perdón a pesar de ser él, el que me quitó lo que más quería haciéndome tan desgraciado, y le dije: “Vete en paz, y si Dios te perdona ¿como no lo voy hacer yo? Y después de despedirme de él, fui a donde estaba nuestra madre para acompañarla en el rezo del Santo Rosario del que ya había empezado a desgranar sus cuentas. Y tal como estaba sentada me incline hacia ella y la salude besándola en la frente. Ella me acarició la mejilla y me tranquilizó al fijarme y darme cuenta que no tenía ansiedad ni nervios, se la veía resignada y serena, con un rostro relajado de paz. Lo primero que pensé es que la pobre ya había pasado bastante en su vida al lado de mi padre, y ya no le quedaban ni fuerzas ni lágrimas que derramar. -No conviene remover el recuerdo amargo -aconsejó su hermano al notar que no lo estaba pasando demasiado bien. Si te parece vamos a situarnos en el presente. Más vale que me cuentes en qué va a consistir aquí mi trabajo. ¿Me darás para que lleve algún caso? ¿O es en todo un trabajo de equipo? Porque no tengo la menor idea de en qué me vas a emplear, estoy ansioso por empezar, pero no quisiera defraudarte. -Desde luego vas a ver que el trabajo aquí, al ser un equipo, es distinto a lo que 31


tú allí pudieras llevar, siendo como me dices sólo tres hombres bajo tu dirección, porque no hay comparación, nosotros somos once conmigo. No creas por eso que el ser tantos lo hace más difícil o complicado, al contrario, facilita mucho las cosas, y el trabajo es más fluido y con buenos resultados. Te explico, cuando alguien viene a solicitar nuestros servicios, antes de asignar el caso hay que estudiar y considerar muchas cosas, sobre todo está el problema del idioma, por eso tengo cinco abogados que son bilingües, y un joven brillante que habla hasta cuatro idiomas. Este es un país con muchos residentes que son extranjeros, por eso es muy conveniente que el grupo sea numeroso para que haya ese abanico en el lenguaje y con todo el que venga nos podemos entender. Tú me vas a venir muy bien, porque de español sólo estaba yo y el abogado del que te hablé que es un paisano, se llama Julián. Por cierto, últimamente no me convence su trabajo, ha perdido hace poco un juicio sencillo por no seguir nuestros consejos, lo ha trastocado todo obrando por su cuenta. Me da la impresión que cree que por haberme hecho los favores al informarme sobre la familia todos los errores que cometa le pueden ser perdonados. Pero lo que no sabe es que si sigue en esa línea de desastres, sintiéndolo mucho lo mismo que yo le busqué, si no sigue las normas le daré un aviso y si es necesario lo despediré. Para que el buffet marche como debe, no tengo más remedio que exigirles que se esmeren en su trabajo, igual que yo correspondo con un buen salario y comisión. No quiero que esto te confunda y creas que tu entras en lo que a ellos les pido, porque tú eres mi hermano y mi invitado. -Ya sé que me vas a tratar en calidad de eso, pero ya me conoces y sabes que si hay tres maneras de hacer las cosas: bien, mal o regular yo opté siempre por hacerlas bien, y el que tú me hables del trabajo antes de empezar creo que me va a servir de orientación facilitándome las cosas, el ser letrado aquí es algo que me intriga y me impone un poco. -Yo te contaré algo así por encima, pero no te preocupes, que yo sé que cuando tu empieces a trabajar vas a dejar atrás a más de uno. El equipo funciona más o menos así: cuando haya un caso peliagudo que no sabes por dónde meterle mano, es muy válida la ventaja de ser muchos, porque nos sentamos todos en una mesa redonda para opinar y dar ideas, las cuales analizamos y nos quedamos con las mejores. Y al llevar varios casos a la vez, que eso es algo muy corriente, ocurre a veces que alguno de ellos no va muy bien, sin cambiar el letrado que lo lleva se le apoya, se le asesora, para que no siga errando, y entonces procede como el actor que le dan un guión al que atenerse, dejándole poco margen para la improvisación y así todo es positivo obteniendo un buen resultado. También para asignar un caso se tiene en cuenta el carácter del abogado, a veces se necesita alguien con mano dura, en un caso criminal donde hay que emplear palabras fuertes acompañadas con el gesto. -Me doy cuenta de lo que quieres decir, y estoy pensando que a mí como soy tan 32


sensible me parece que defendería bien los casos en los que se cometan grandes injusticias sobre indefensas mujeres, porque pondría mi mayor interés en defenderlas para conseguir que el peso de la ley cayese sobre los culpables. -Yo había pensado algo así para ti, lo que no quería es ser yo el que te lo propusiera después de haber pasado hace poco por un drama en tu vida, sería como salir de Málaga para meterse en Malangón. Los dos se reían por este ocurrente dicho. -¿Oye Enrique, este vocabulario no se empleará mucho aquí, y menos en un juicio? -Hombre esto son cosas de andaluces, y sobre todo estando con un hermano que hay esa confianza como para decirle lo que se me está ocurriendo. ¿No será que quieres defender mujeres a capa y espada, por conocerlas? -dijo riendo. Los felices hermanos, por el solo hecho de estar juntos, reían como en otro tiempo. Aprovechaban las horas de aquel día en incansable charla. Ahora era Enrique el que preguntaba Alejandro sobre los jóvenes. -Dime hermano. ¿Tú qué opinas del chico este que es tan amigo de tu hija? Me refiero a Álvaro, le habrá tirado ya lo tejos o seguirá todavía con sólo la amistad que empezó en su infancia, lo digo porque supongo que tú habrás tenido ocasión de haberlos visto muchas veces juntos, y cuando hay amor eso es algo que no pasa desapercibido para los que les rodean, se nota en la forma de mirarse, de hablarse, en fin, se nota en todo. ¿Tú no lo crees así? Porque yo a este grupo mixto que forman los tres los veo a todos igual de unidos, contentos, tratándose con camaradería y buen rollo como dicen ellos. -Y qué quieres que te diga, ya me conoces, soy de los que no se enteran de nada, lo único que he conseguido como ya sabes, es lo que dijo Verónica, que lo de ser novios es algo anticuado que ya no se lleva. Además, como soy poco fisgón, nunca me fijé, ni me paré a pensar en eso. Y he tenido ocasión de hacer por enterarme, al estar mucho tiempo con ellos y, como otros padres, observarlos. Pensándolo bien ahora recuerdo que hace poco vi a Verónica sólo por un momento, pero sí, su cara reflejaba embeleso. Ella se le aproximó y le acarició el pelo sin motivo aparente, como en un acto reflejo, algo espontáneo, igual que si sintiera atracción física por él, le hablaba en un tono cálido, y le miraba a los ojos, aproximándose algo más. Pero Álvaro no me parecía que le siguiera el juego, no le correspondía, lo vi frío, no enfadado, él no se enfada nunca con mi hija. Y aquel beso que yo creí que se darían en el aire, se desvaneció. En otra ocasión, estaban sentados frente a frente, de esas veces que se ponían a estudiar juntos, y hubo otro momento parecido de éxtasis, pero como siempre por parte de Verónica. Cerró el libro mirándole fijamente como diciendo: “hay algo que me interesa más”, y aproximó su mano al rostro de Álvaro dibujando con el dedo índice el perfil de sus atractivos labios, porque hay que reconocer que parte de su belleza está 33


en esa boca carnosa, siendo una tentación para cualquier mujer. Lo que sí es cierto es que siempre estuvo pendiente de Verónica, y la defendía apartando los moscones que la importunaban de forma grosera. Siendo como es, poderosamente atractiva, me figuró que él tuvo que entrar en acción más de una vez para que la dejaran en paz. -Te diré por qué te he preguntado sobre si sabías qué había entre ellos, no es que me guste el cotilleo, es algo que se me ha pasado por la cabeza, que no tiene ningún fundamento, por lo tanto, no te voy a decir más, no vaya a ser que te dé en qué pensar. -Pues me lo estás poniendo bien con tanta intriga, para ahora a acabar no diciendo nada. -Lo siento, no debí preguntar sobre esta pareja. ¡O no pareja! Y el tiempo ya lo dirá. -Estoy de acuerdo prefiero que me cuentes algo más de nuestra madre. Tú como eras el mayor parece que sepas más que yo, de cómo fue su vida como esposa. Como madre lo sé de sobra. Creo que no ha habido ni habrá otra mejor en el mundo. -Pues no sé si te va a gustar lo que te cuente sobre el tipo de hombre que se llevó. A parte de lo que te dije de nuestro padre, que era un mujeriego, o si prefieres que suavice el adjetivo calificativo, te diré de forma más poética que era un Don Juan, que arrambló con casadas, viudas y solteras aunque creo que todas estas relaciones no fueron ninguna seria y duradera, incluso alguna fue tan corta que pereció como flor de un día. Lo que casi te puedo asegurar es que sí hubo en su vida una mujer que fue amada por él, siendo su único y verdadero amor. Y te preguntarás igual que yo que si era así ¿por qué no se casó con ella? Eso ya no lo sé, es un secreto que se lo llevó con él a la tumba. No creo que nuestra madre lo supiera tampoco, lo cual me alegraría que así hubiese sido. La pobre ya sufrió y consintió bastante, sabiendo que siempre fue de correrías y andaba con unas y con otras, pero lo más doloroso habría sido enterarse que además de libertino, quería de verdad a otra, le hubiese torturado la idea de pensar hasta qué punto la pudo amar derrochando amor con ella, mientras que a su esposa daba sólo migajas. -¿Y no tienes idea de quién pudo ser esa mujer? -No, a veces sí que pensé que tal vez fuese casada cuando se conocieron, pero vaya usted a saber. Ocurrió un día algo fortuito. Nuestro padre, la paga que nos tenía asignada, para castigarme no me la dio. Yo cogí un abrecartas y forcé la cerradura de uno de los cajones de la mesa de su despacho para cogerle unas monedas de las que siempre tenía para pagar a los gañanes y braceros, no lo consideré nunca un hurto porque lo tenía bien ganado con los trabajos que para él hacía. Y ante aquella injusticia yo me revelé obrando de esa manera, en vez de protestar sabiendo que sería inútil, y corría el riesgo además que aumentase el castigo. Lo hice con ganas, más que por interés, por qué no se saliera con la suya. Lo que quería decir es que en aquel cajón descubrí un doble fondo, y en él encontré cartas que le escribió a su amante y que 34


por lo que fuera no se las mandó. De ellas aún guardo en mi memoria algún párrafo que me sorprendió por su apasionamiento, su fuerte y desbocado amor por la que fuera su amante. Lo que sí tuvo buen cuidado al escribirlas es de no poner en ninguna su nombre. Igual que tampoco las firmaba, seguramente para no comprometerla ni comprometerse, en el caso que cayeran en manos ajenas. Se dirigía a ella empezando siempre con las mismas palabras. Amor de mi vida, mi adorada criatura. Y así desde que empezaba hasta el final aquellas misivas estaban impregnadas de ternura, amor y pasión. Recuerdo un trozo como si estuviera delante aquel papel pudiéndolo leer de manera textual. Porque aun sabiendo que era amor pecaminoso ilícito me caló hondo, me estremeció lo que así decía: “Amor mío, me preocupa mucho tu estado, porque sé que por mi culpa lo estás pasando muy mal, de corazón te digo, que daría cuanto poseo, si de ese modo se pudieran arreglar las cosas. Pero por desgracia no puedo hacer nada. Esta separación es cruel y dolorosa para los dos, pero si fuera a verte con más frecuencia, tal vez esto nos delatara, y entonces sin remedio sería el fin”. ¿Quieres creer que con todo lo que me hizo hubo momentos en que sentí lástima pensando que no era más que un pobre desgraciado? No comprendo porqué querría que yo pasara por todo aquello que él paso, como si fuese, no sé envidia o venganza contra Eloísa y contra su propio hijo, pero nosotros nada de culpa teníamos de lo que le ocurriera a él en su desdichado amor en ese oscuro pasado. En realidad no podemos nada más que especular, sin llegar a un punto de claridad. A lo mejor aquella mujer no era de su estatus social, y por eso se ensañó con nosotros, para que no lográramos aquello que él no pudo lograr, pero ¿qué podría sacar con eso? Yo creo que sólo lo que logró es que yo le abandonara, y no quisiera saber siquiera si había pagado por el mal que nos causó. Nunca comprenderé porqué no me dio una explicación clara del motivo, si es que lo había, para que se opusiera a nuestro amor. Encima se atrevió a decir que lo hacía por el bien de todos y que no había más remedio que obrar así. -Y ahora que me has contado la existencia de esa mujer a la que amaba nuestro padre pregunto ¿no sientes curiosidad por saber quién pudo ser? Te diré que a mí sí me intriga. Es un morbo que me está merodeando por la cabeza desde que lo he sabido, y me gustaría enterarme de más. Piensa que si aún vive puede ocurrir que, como el mundo da muchas vueltas, nos lleguemos a tropezar con ella, y si fuese todavía joven y hermosa porque como sabes a nuestro Don Juan particular, parece ser que le gustaban cuanto más jóvenes mejor, y pudiera darse el caso que ella fuese casi de nuestra edad. Incluso podría ocurrir, que tú o yo nos enamorásemos de la tal señora y aunque a nosotros no nos gusta la infidelidad, de momento somos libres y tal vez ella también lo fuera, en cuyo caso podría repetirse la misma historia de amor, para mí si tal cosa ocurriera por no saber con quién andábamos sería muy desagradable y lamentable. -Pero bueno Alejandro, tu solito te has montado una película increíble. Que forma 35


más rara y calenturienta de divagar. Escuchándote, no puedo por menos que reírme, a no ser que no estés hablando en serio. -Ni en serio, ni en broma, es sencillamente algo que se me ha ocurrido, y no me negarás, que está en lo posible, aunque sea algo improbable. ¿Sabes quién a lo mejor se pudo enterar de aquellos amoríos? Manuela, ella que estuvo tanto tiempo en la casa incluso cuando nuestra madre hacía algún viaje, bien pudo ver si nuestro padre se llevó allí algún ligue, y sobre todo a la dama misteriosa. Yo la verdad que le preguntaría. -A mí me parece descabellada la idea. Yo sólo quiero olvidar esa parte oscura y fea del pasado, ya que él está enterrado dejar que descanse en paz. Y si hablara alguna vez con Manuela porque tuviéramos que ir a España, le preguntaría por algo bien distinto, para ver de una vez por todas que es lo que ocurrió para que se fueran de casa, y también le pediría que me ayudará a convencer a su hija para que pudiéramos hablar y no se mostrará tan hostil, porque hablando se entiende la gente. Yo sigo queriendo a Eloísa, y creo que Manuela y Rafa pueden ser el hilo conductor que me lleve a ella y poder mejorar nuestra situación, que además creo que ya está cambiando a mi favor, puesto que algo tiene de significativo que no se haya opuesto a que venga su hijo sabiendo que iba a establecer amistad conmigo, y esto ya es dar un paso adelante. -Y volviendo a la amante de nuestro padre, insisto en que no es buena idea el querer buscarla, pienso además, que cuanto menos sepamos de aquellos amoríos menos se podrá enterar la gente. Figúrate la que se puede armar si al cabo de tanto tiempo, por meter las narices, sólo conseguimos remover toda la mierda. Y francamente que la gente se enterara de lo poco honrado que era él, no me importaría demasiado, pero no quiero que el nombre de nuestra madre por ser su esposa fuese mezclado en ese sucio enredo. En un escándalo así, a veces la gente es tan cruel que también carga contra los inocentes despachándose a su gusto, seguro que no faltaría alguno que se posicionara al lado de nuestro padre por estar cortado con el mismo patrón y dijera que era natural y comprensible que él como hombre buscara en otra cama lo que no encontraba en el frío lecho de una señora ñoña y santurrona que le atraía tan poco como para tener que aparearse por otro lado. -Oye Enrique, no me gusta que tú describas de ese modo a nuestra madre, me suena mal, me hace daño, aunque lo hagas diciendo del modo en que otro lo haría, y tú no pienses ni por un momento que ella era así. -No me tienes que corregir en eso. Yo sé muy bien cómo era. Una señora de las de saber estar y de las mujeres más hermosas e inteligentes que pueda haber, y nada fría, era ardiente y apasionada, a la que vi como nuestro padre, su esposo, la rechazó alguna vez como si le empalagasen sus caricias. Sin que ellos se diesen cuenta yo los observé más de una vez, por eso sé lo desgraciada que fue, y a pesar de todo le era fiel. Porque ella pudo tomarse su venganza haciendo lo mismo, pero no lo hizo, porque 36


por encima de todo era decente, y lo fue mientras vivió para que su comportamiento jamás pudiera avergonzar a sus hijos. Yo vi como ella era asediada por otros hombres deslumbrados por su hermosura, de esos que piensan que del árbol caído es fácil hacer leña. Y se mantuvo firme, por eso yo la admiro y la quiero más. A veces creo que Dios la compensó llevándose primero a su esposo para que ella, no viviera más tiempo con esa zozobra que la tenía destrozada por ver, oír y callar siempre, y viviera el resto de su vida con la paz que merecía. De lo único que me arrepiento es de haber escapado de casa cuando ella aún me podía necesitar.

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CAPÍTULO 5 La semana para el ocio había llegado a su fin, y por lo tanto todos tenían que incorporarse a los estudios o al trabajo según correspondía a cada cual. Pero antes de eso Enrique quiso hablar con Rafa. El muchacho le escuchó muy atento y le sorprendió con esta proposición que no esperaba. -Desde que te solucioné lo de trabajar en la investigación no dejo de pensar si eso era lo más conveniente para ti. Yo tengo entendido que no quieres ser gravoso a tu familia y hasta has tenido reparos para aceptar el que tu madre y tu abuela te ayudarán económicamente. Por eso te conseguí un puesto de ayudante de laboratorio, que parece ser que eso es lo que te gusta pudiendo ganar algo a la vez, y comprobé cuando te di la noticia que estabas muy contento al haberlo conseguido. Pero después he recapacitado sobre esto, y creo que sería una equivocación, malgastar tu inteligencia por algo que puedes hacer más adelante con un mejor cargo que puedes obtener al tener el título de Ingeniero Químico en ciencias si sigues estudiando, y eso sí que sería sacar buen provecho a esta universidad. Estudiar, ya que estás aquí, como van a hacer Álvaro y Verónica, con la ventaja sobre ellos que tú ya eres químico, y ellos por su edad es ahora cuando van a empezar una carrera, aunque ellos tienen intención, y yo creo que lo lograrán, de hacer después una licenciatura. Como yo te estoy proponiendo a ti. -No le contradigo en que estar en OXFORD y desaprovechar esta oportunidad no llegando más lejos no es la mejor opción, pero como dice mi abuela: cuando no se puede segar se espiga. Y yo siquiera sé hasta dónde me puede alcanzar lo que me den ellas, por eso el ganar algo sería conveniente y nos quitaría a los tres inseguridad y preocupaciones. -¿Y si te hago una proposición? -¿Cuál? -Que aceptes de mí la cantidad que vayas a ganar, como un préstamo. Considero que eres una persona responsable como también sé que eres orgulloso, y no aceptarías si no se hace el siguiente trato. Que cuando acabes y empieces a trabajar con un cargo superior, lo mismo que infinitamente mejor pagado, puedes empezar a saldar tu deuda, claro que sin pagar intereses, pues eso por mi parte sería usura y no hacer un favor. Ahora ya sabes, no queda mucho tiempo para pensarlo, se acaba el plazo para que hagas tu matrícula, y yo te aconsejo que la hagas, figúrate la alegría que se llevaría 38


tu madre y tu abuela, sobre todo ella que está tan orgullosa de su nieto, y aún estaría más si siguieras adelante y lo consiguieras. No desperdicies tu juventud ni tu talento muchacho, lo tienes todo a tu favor. -No me atrevo a tomar una decisión sin contar con ellas, aunque sea mayor de edad, me gusta que aprueben lo que hago, no quiero que se disgusten si obro por mi cuenta, porque sé que me consideran algo así como su proyecto. -No deja de ser graciosa esa comparación, pero si lo crees conveniente coge el teléfono y diles que te ayuden a decidir, pero que el tiempo apremia, porque se va a acabar el plazo y después ya no se podrá hacer hasta otro año. -Sí, lo haré enseguida. Además es buena hora para cogerlas a las dos en casa. La que se puso al teléfono fue Manuela y cuando le contó el porqué de la llamada, la feliz abuela daba saltos y voces de alegría repitiendo: “sí, sí, eso es lo que debes de hacer”. Eloísa que no estaba en la misma estancia, al oír aquel alboroto acudió, y sin preguntarle si es que hablaba con Rafa, supuso por la alegría de su madre que sí era diciéndole: “trae, pásamelo a mí, que hablar desde allí cuesta una fortuna”. -Mamá -decía con voz emocionada- te voy a dar una buena noticia. ¿Me oyes mamá? -Claro que te oigo, pero no sé por qué temo que no me va a gustar lo que me digas tanto como a la abuela, porque ella a nada le pone pegas. Y cuando Rafa le contó con pelos y señales lo que pretendía no le dejó siquiera acabar, matándole la ilusión. -Tú no tienes que aceptar dinero de nadie y menos aún de Enrique. Dile que no le necesitamos para nada. -Pero madre, no seas cabezota y déjame que te diga lo esencial, no me lo da, me lo presta para que se devuelva cuando sea ya solvente. ¿Qué de malo hay en ello? Enrique, que por lo que le oía a Rafa podía deducir que su madre se oponía le dijo: -Voy a coger el otro teléfono para hablar con ella, tú escucha callado. Y sin pensárselo dos veces, le empezó a hablar con seguridad y energía: -Escúchame Eloísa y no me interrumpas, ni digas nada de lo que te puedas arrepentir. Si no aceptas aprobando de buen grado lo que te ha comentado tu hijo, y con ello echas a perder su carrera, sólo tú tendrás la culpa. Rafa es ya un hombre, y es él quien tiene que decidir sobre algo que puede ser crucial, tal vez el paso más importante que vaya a dar en su vida. Y tú, sólo por orgullo y cabezonería, no pues echarlo a perder. Él es un buen hijo. Lo primero que me ha dicho es que no quería decidir nada sin contar antes a su madre y a su abuela, pero no hay que abusar de la querencia y el respeto que tiene para que tú hagas tu santa voluntad. Piénsalo, y no le hagas esa faena. Eso sólo demostraría que él es más responsable, sensato y educado que su madre. -Hay que ver como se nota que eres abogado, y de los buenos. Me has sabido tocar la fibra más sensible. Usted gana señor letrado, y no me lamentaré por ello, siendo 39


mi hijo beneficiado, aunque al ceder con esa derrota anules mi voluntad y mi orgullo, porque si por mí fuera ni siquiera habría ido a dónde tú estabas. Ya hace años que me propuse pasar de ti, hasta el resto de mis días, pero el destino, o más bien Dios porque soy creyente, ha decidido que otra vez te cruces en mi camino. Antes de partir, a Rafa le dije que no eras de fiar, y sí buen conquistador por saberte ganar a la gente, y que si confiaba en ti demasiado corría el riesgo de que después le dieses la espalda, y no le hablé desde el rencor pero sí con el sabor amargo de la mala experiencia sufrida. Sólo te pido que no le des mucho calor, porque es demasiado bueno y sensible y cuando me habla de ti, noto que se está encariñando. Es malo perder a un padre y más aún de la manera que él perdió al suyo. Se quedó como si se lo hubieran arrebatado, dejándole ese hueco vacío en el corazón, y no quiero que ningún solitario oportunista quiera ocupar su puesto. A ver, si mis palabras te han llegado como pretendo, mi causa ya está perdida, pero la de mi hijo la pienso defender con uñas y dientes, y haré lo que haga falta para que nadie le haga daño. Tal vez no me sepa expresar tan bien como tú, aún así creo que me habrás entendido. Espero que tengas la mente abierta, y seas receptivo, para que todo te haya quedado claro, y no te lo tenga que repetir nunca más. -¿Has acabado Eloísa? Ahora por favor no cuelgues, quiero darte las gracias porque esta vez sí que me has dejado hablar, y supiste pacientemente escuchar. He dejado que te desahogarás ahora conmigo, era lo menos que debía hacer, pero quiero que entiendas que jamás quise hacerte daño, ni con intención ni sin ella, y nunca le haré mal a tu hijo. No sé por qué tienes ese rencor hacia mí. Yo nunca me porté mal contigo, fuiste tú la que desapareciste de mi vida sin darme una explicación o queja, si es que algo tenías contra mí. Me dejaste desesperado, hecho un mar de dudas. No sabía que pensar, si era cosa tuya, o es que mi padre tuvo algo que ver, porque él tampoco me explicó nada por más que se lo pedí, primero a las buenas, para acabar hasta faltándole al respeto, pero parecía impasible y me fui renegando y maldiciendo. Entre tú y él, me llevasteis a un punto de locura del que me costó mucho salir. Espero que no se haya perdido todo y un día podamos reencontrarnos y hablar como ya hace tiempo deberíamos de haberlo hecho. Pero hasta que llegue ese momento no nos enfrentemos nunca, ni por nada, ni por nadie, y esto le ayudará a Rafa a seguir adelante al ver que tiene a su lado un buen amigo y una madre que lo quiere. Había parado de hablar haciendo intencionadamente una pausa para ver qué le decía Eloísa. Impaciente, se le hizo larga la espera, pasando por su cabeza que al final ella no se iba a querer despedir colgando el teléfono en cualquier momento. Pero no era tan cruel o dura, al contrario. No hablaba porque sus sentimientos estaban a flor de piel, y no pudiendo aguantar más estaba llorando en silencio mientras pensaba: “no quiero que Enrique se dé cuenta”. Pero no todo se puede ocultar sólo por no estar viéndose, y después de escapársele un sollozo le empezó a hablar con la voz turbada, de lo que él se dio perfectamente cuenta. 40


-Dile a Rafa que le quiero mucho, que me cuente cuando haya hecho la matrícula de ingreso, que le doy mi aprobación y que debía haberlo dicho así desde el principio. Que perdone mi ofuscación, que estas cosas pasan porque le quiero tanto que a veces resulto posesiva por ser demasiado protectora, que este celo me traiciona y lo siento después al darme cuenta que le hago daño. Te ruego Enrique que no me lo pongas ya para que me despida, dale cualquier excusa, sé que tú sabrás hacerlo porque son demasiadas emociones para un solo día, pero tú dile que estoy animada y contenta por esta decisión. Lo que Eloísa no sabía es que su hijo había escuchado todo desde el otro teléfono, y emocionado pero más entero habló con ella bromeando un poco para suavizar este momento por el que se dio cuenta estaba pasando su madre. -Pero vamos a ver mamá, ¿te pensabas escabullir encargándole a Enrique tu despedida, con las ganas que tengo de decirte tantas cosas como mereces? Porque a veces eres cabezota, pero no hay nadie más buena ni más guapa que tú en el mundo entero, y quítate los pesares de encima, y piensa sólo en el día de mi diplomatura cuando la recoja con la túnica y el birrete y tú y la abuela lo estéis presenciando, porque tendréis que venir a esa bonita ceremonia, ese momento tan especial será un día grande para todos. -Qué alegría me da hijo el oírte con esa seguridad de saber lo que quieres, y sobre todo la ilusión y las ganas que le pones, que hace disipar mis dudas trasmitiendo la fuerza y pasión que siempre pones en lo que emprendes. Doy gracias a Dios por tener un hijo así. Hasta pronto cariño. Y ya animada y feliz colgó el teléfono para quedarse con las últimas palabras de Rafa que le habían endulzado y alegrado al final el día. Mientras, a Enrique le había faltado algo diciéndose a sí mismo: “veo que no iba yo tan desencaminado, el último adiós de Eloísa para mí lo pasó por alto”. Pero no comentó nada de esto pensando que no era oportuno hablar de quejas, sí más bien de lo que hizo de forma espontánea casi sin darse cuenta, del modo más natural abrazó al muchacho diciéndole con sencillez y mucho cariño: -Enhorabuena, lo has conseguido, ya nada impedirá que se cumpla tu sueño, porque sé que vales, y que te vas a esforzar para lograrlo. -Sí, desde luego que no pienso fallaros. Pero por favor no me quieras atribuir el mérito de haber convencido a mi madre, porque ese trabajo señor letrado lo has realizado tú solito con tu sabia manera de decir las cosas, conociendo la personalidad de mi madre y actuando con seguridad y autoridad, no con blandura, ni templanza, que es todo lo contrario que ella necesita. Se echaron los dos a reír pensando lo mismo, que aquella última reflexión de Rafa había dado en el clavo, era como decir que Eloísa necesitaba a veces mano dura, y en ningún caso dejar que ella decidiera sin pleitear. 41


Estaban deseosos de comunicarles a los otros tres la noticia de la decisión tomada sobre el plan de estudios de Rafa. Y como joven que era, exaltado y feliz les dijo: -Tengo que daros una noticia: que aquí no acaba mi vida de estudiante, que empezaré un nuevo ciclo para ver si consigo llegar a ser licenciado y entonces estar así más capacitado para la investigación. -Cuánto nos alegramos -dijo Verónica- por ti y por todos, así Álvaro y yo te podremos ver con más frecuencia en el campus, porque aparte de estudiar el divertirse el rato que podamos como hasta ahora lo vamos a seguir haciendo. La armonía que había entre ellos daba gusto. Se había creado un fuerte vínculo entre jóvenes y mayores que en tan poco tiempo se había consolidado como una verdadera familia. -Y ahora, para que lo celebremos, vamos a ir al mejor restaurante aprovechando que todavía es posible hacerlo juntos, porque de aquí en adelante vosotros comeréis en el campus.-propuso Enrique. -Pues nada muchachos, hagámosle caso a Enrique, que como diría el buen Sancho Panza “una pitanza no se debe de rechazar”. Y haciendo honor a su buen apetito todos se pusieron las botas comiendo y bebiendo.

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CAPÍTULO 6 Al empezar en la Universidad ya los tres habían comentado que elegirían todos habitaciones compartidas, por ser éste el modo de hacer amistades, y tal vez si el compañero hablaba inglés les valdría de mucho su compañía. No preguntaron si se podía elegir entre los estudiantes que quisieran por claras razones como esta. Para que no los consideran caprichosos y selectivos teniendo en cuenta lo que de oídas se habían enterado. Que en OXFORD hay muchas reglas y exigencias para cumplirlas con férrea disciplina, y ellos no sabían qué cosas eran lícitas o prohibidas y por ello prefirieron que les mandaran en todo porque ésta era la forma de no equivocarse, cumpliendo lo exigido. De modo que les acoplaron sin más con alguien que no tenían la menor idea hasta el momento que les llamaron por orden con el nombre en las listas ya confeccionadas. Y ni eligiéndolos para que fueran físicamente tan distintos de los dos chicos que les presentaron, eran como el día y la noche. Y esta comparación viene al pelo puesto que el compañero de Rafa llamado Christian era inglés, alto y rubio como abundaban entre ellos, de refinada educación y modales. Lo que se suele decir un verdadero gentleman, pero a la vez lo que los españoles denominamos abierto y campechano, porque según le contó el joven su madre era española, y su padre había sido embajador inglés, lo cual explica todo, la había conocido estando ocupando su cargo en España. El otro joven, cosa rara, era americano y se llamaba Abraham, y lo primero que pensó Álvaro es cómo habiendo en los Estados Unidos tantas y buenas universidades, algunas de gran prestigio como la de Harvard, él había ido a parar a Inglaterra, pero si eso era raro y curioso, no lo era tanto como que fuese mulato o mestizo, nacido de madre negra y padre blanco, un millonario que había hecho su fortuna siendo propietario de los mejores campos de algodón. Y le contó sobre ellos una historia muy bonita y apasionada de la que sus padres eran los protagonistas. Resulta que la conoció en la época de recogida de la cosecha de algodón y no le importó ni su condición de trabajadora, que en otro tiempo eran esclavos, ni tan siquiera que fuese de color, y la eligió por esposa. Y según contaba Abraham habían sido siempre un matrimonio feliz y ejemplar. -Pues me alegro por ti y por ellos –dijo Álvaro- no todos tienen un hogar tan completo en el que reine, además de la opulencia, el amor y la armonía de la familia. 44


Estas bonitas palabras le hicieron responder: -No todo por desgracia es maravilloso. Con aquella última frase que soltó Abrahán como insinuando que no todo era tan bueno en su vida, sus grandes ojazos negros se empañaron, dejando al descubierto su pena y su preocupación, cosa que no pasó inadvertida para Álvaro, pero no quiso indagar más sobre la vida de su nuevo compañero, en aquel momento no sería oportuno viendo lo sensible que era y lo mal que parecía encontrarse, prefirió hacerle un favor desviando la conversación para atraer su atención, con su gracejo andaluz mezclando inglés y español empezó a decirle de dónde venía, y lo que iba a hacer en OXFORD. Y como por arte de magia, a medida que le iba escuchando la expresión de su cara era más normal y serena, pasando después a sonreír felizmente. Por otro lado Viola, la compañera asignada a Verónica, era británica y bastante parecida a ella en todo, las dos jóvenes poseían gran belleza física, lucían hermosas melenas, ojos grandes, nariz respingona y largas y torneadas piernas como la muñeca Barbie repetida, sólo que una era rubia y la otra morena. Aquel primer encuentro prometía, al parecer se hicieron enseguida buenas amigas, lejos de haber ningún obstáculo por rivalidad de belleza. Y nuestros tres españolitos tal y como habían quedado de hacer antes de ingresar en la Universidad, propiciaron un encuentro siendo acompañados por sus nuevos compañeros, y así desde este primer momento tuvieron la suerte de ampliar el círculo de amistades. Los primeros días transcurrían en la organización de horarios y clases, quedando para los muchachos mucho tiempo libre, que los seis aprovecharon al máximo para conocer bien el Campus y charlar amigablemente. Y no lo hacían yendo cada uno al lado de su compañero de habitación, que para eso ya les sobraría tiempo en tantas ocasiones que se les brindarían. Era un ir todos con todos, y así mantenían una conversación fluida, alegre y divertida, como suele ser una constante en la juventud. Y como era de esperar, caras nuevas, amigos nuevos, miradas entrecruzadas, les hacían de forma paulatina, y natural entrar en las vidas y en los corazones de todos y cada uno de ellos. Con este bonito tiempo que estaban empleando en conocerse, partían de cero hasta sabe Dios donde podían en un futuro llevar. No deja de tener su aliciente el dar paso a la imaginación que tal vez entre ellos además de la amistad surgiera el amor de pareja. El tiempo iba transcurriendo felizmente, parecía que los tres jóvenes se entendían bien con los compañeros de habitación y Álvaro y Abraham hablando entre ellos resultó que los dos practicaban el mismo deporte y la pasión de las regatas y la ilusión de participar con la Universidad fue el tema preferido. Además decidieron ir juntos para preguntar sobre ello. Y con ese compañerismo al salir andando para hacer la gestión Álvaro le echó el brazo sobre el hombro a su nuevo compañero, y Abraham lo miró 45


sonriendo, parecía que se sentía cómodo y feliz, lo cual le agradó a Álvaro viéndole mucho mejor que el día anterior, con esa cara de tristeza. Por donde pasaban, las chicas les miraban y comentaban entre ellas que vaya par de macizos, y no lo hacían precisamente en voz baja, los dos se miraban y sonreían pero ni se paraban, y les correspondían con cualquier piropo o halago, no sabemos si por la prisa o por timidez. Sobre la marcha Álvaro le preguntó a Abraham: -¿Y sobre el reparto de las habitaciones qué opinas? ¿Tú crees que nos habrán puesto juntos por la referencia que dimos en la solicitud de ingreso en la que decíamos que practicamos este deporte? -Puede ser, yo pienso que aquí hay pocas casualidades, más bien que todo está programado y organizado y nada dejan al azar. De cualquier modo con este sistema a nosotros no nos ha venido mal. ¿No te parece? -Desde luego que sí, y he de decir que por mí encantado que sigan con ese procedimiento de dirigirnos, porque creo que nos facilitan las cosas. ¿Habrán puesto también a Verónica y a Viola juntas por tener en común su gran belleza? –comentó sonriendo Álvaro- con esa figura escultural, que ambas deben tener las mismas medidas, lo cual es favorecer, para que se puedan cambiar la ropa y los zapatos, y ayudarse una a la otra a peinarse y maquillarse. Yo creo que se lo van a pasar muy bien juntas, las hayan puesto con la intención que sea. Poner una chica guapa con otra fea no puede resultar bien, podría haber celos y desprecios por medio, y los dos se echaron a reír al darse cuenta de la sarta de tonterías que decían. Lo cierto es que son un par de bellezas, y además amigas de sus amigos y nosotros tenemos el privilegio de tenerlas, yo he cuidado de Verónica desde niño y ahora en terreno desconocido lo seguiré haciendo. Y así, con esa bonita forma de tratarse, con camaradería y buen humor, siguieron los demás días que se fueron sucediendo. Aunque Abrahán hablaba de todo menos del problema que insinuó tener la primera vez que se conocieron. Álvaro con eso fue prudente y nunca le quiso preguntar, haciendo esta deducción: seguramente el día de su ingreso traía lo que fuese tan latente que en un momento de bajón se le escapó lo poco que dijo, y ahora como ha cambiado de país y de gente, todo esto lo ha favorecido, y no digo que el problema que fuese haya desaparecido, pero sí que el cambio de vida le ha podido servir como cortina de humo, y ahora ve aquí el futuro con otra perspectiva. A Rafa le iba estupendamente con Christian. Él aprendía a ser más refinado con esos modales ingleses de su amigo, y el otro ganaba en ser sencillo, abierto y campechano, y como también daba la casualidad “si es que lo era”, porque a lo mejor los había puesto juntos, a ver que estudiaban lo mismo, además de ser el primer año de esa licenciatura, por lo cual se podían ayudar mutuamente en los estudios. Y las dos Barbies, como las llamaban cariñosamente sus amigos por el parecido con la muñeca de ese nombre, estaban tan unidas que a veces parecían ser siamesas. 46


A pesar de que en esa universidad les exigían mucho, lo mismo en los estudios que en el comportamiento, por haber férrea disciplina, este grupito cumplía fielmente con todo, y al no tener por esa parte ningún problema esa satisfacción personal del deber cumplido les hacia estar a gusto con la estancia allí, y se les veía alegres y felices, además no sólo se mantenían unidos desde el primer día, fueron siendo cada vez más amigos, y como Christian tenía aquí a su familia, con ese estatus social que mantenían además de ser muy tratables y espléndidos, los invitaban a su casa, y los que eran ya los seis inseparables amigos lo pasaban muy bien. Rafa, en días así en que se encontraba con todos los que ahora compartían su vida, se sentía a gusto en esa armonía que reinaba entre ellos y rodeado del lujo de los restaurantes de cuatro tenedores a los que les llevaban Enrique y Alejandro, siempre en algún momento de aquella opulencia le invadía el recuerdo de sus seres queridos, las dos mujeres de su vida, como él solía decir, ellas habían renunciado a muchas cosas, se habían sacrificado para que él estuviera disfrutando de todo aquel derroche de lujo, y pensaba: no lo merezco. Y esos momentos en que Rafa parecía estar ausente y se torturaba con la idea de que no debería de ser así, que él tuviera tanto y ellas tan poco, en esos momentos se reflejaba en él la tristeza. A Enrique aquello no le pasó desapercibido, por eso pensó que cuando saliesen de allí intentaría hablar con el muchacho, cumpliendo lo que había prometido, y aunque se encontrara fuera de su país y de su hogar, siempre lo tendría a él, para que nunca se sintiera solo. Después de salir del restaurante se disolvió el grupo, y como habían ido en distintos coches, y en el de Enrique sólo la familia, se fueron para casa queriendo estar más tiempo juntos los cuatro. Como el trayecto era relativamente corto sólo se habló de cosas banales, de lo bien que lo habían pasado, que la comida era exquisita, en fin poco más. Pero una vez en casa, sí que parecía que los cuatro estaban de acuerdo para hacer lo deseado, y en el gran salón se distanciaron un poco al elegir sitio donde sentarse, por un lado Alejandro y Verónica, y después de que Rafa prudentemente se sentara algo más distante, seguramente para dejarles a padre e hija algunos momentos de intimidad, Enrique ocupó un asiento al lado del muchacho. Y empezó por decirle que durante la comida, en algún momento le pareció que estaba más callado que de costumbre, incluso como ausente en medio de tanta gente. Y que si los demás no lo advirtieron, él si se había dado cuenta, y le había preocupado. -Te he de decir Rafa que a mí por un momento también se me fue el santo al cielo, y sólo tenía en el pensamiento tal vez lo mismo que tú. Que nos hubiera alegrado mucho el día si tu madre y tu abuela hubiesen estado allí con nosotros. ¿Las echas de menos, verdad que si? -Sí, así es, no una vez, sino muchas veces me acuerdo de mi querida madre y de mi impetuosa abuela, siempre me daba ánimo para luchar por todo, cómo la recuerdo cuando decía: “A este muchacho hay que darle marcha, y tiene que buscar el medio de 47


salir de aquí para tragarse el mundo”. ¡Y aquí estoy! Como quería mi abuela, y como soñábamos mi madre y yo, pero sin ellas no es lo mismo, y no es que reniegue de mi suerte. ¿Cómo iba a hacerlo si no puede ser mejor? Pero sí que me lamento, porque el estar aquí en parte sea a costa del sacrificio de las dos, y no habló de la ayuda económica que me prestan, que las haga pasar estrecheces, es mucho más grande lo que sacrifican al tenerme lejos. Yo soy todo lo que tienen, de pequeño era su niño querido como decía mi madre, y al hacerme un hombre, pues eso, era el hombre de la casa. Cuando hablo con ellas me cuentan las cosas como si estuvieran alegres, y tras esa exagerada alegría, en el tono de su voz se aprecia nerviosismo, vacío y melancolía, que a mí inevitablemente me transmiten, y no tengo más remedio que disimular como ellas. -Rafa, Rafa, como puede ser que todavía a estas alturas estéis así, sin acostumbraros al cambio, y a la separación. Tenéis que daros cuenta que lo bueno y lo malo, lo positivo y negativo, casi siempre nos toca en el mismo lote, y hay que aceptarlo así y saber apreciar la parte buena que en ese momento nos regala la vida y recrearse en su disfrute, saboreándola al máximo, y hacer hincapié en eso positivo, porque si nos esforzamos, lo bueno crece como la espuma, igual que contigo está ocurriendo con tu sapiencia que va en aumento y estás logrando una brillante carrera. Y lo malo se ve menos malo, porque lo bueno lo puede envolver, y hacer que se disipe un poco esa parte negativa que parece agobiar a todo el mundo. Comprendo que la distancia no es buena para los seres que se quieren, al no poder sentir contacto físico, me imagino que tú echarás de menos como ellas los abrazos, los tiernos besos en la frente o en las mejillas, y hasta los cachetes que en tonta regañina te daba con poca fuerza Manuela. Pero yo te digo que aunque no sea lo mismo, tú puedes sentir su proximidad abriendo la mente y el corazón, cerrando los ojos y dejándose llevar por un mundo de ilusión, puedes conseguir que esas caricias que no son palpables, recordándolas solamente, se puedan recibir y sentirlas como si fuesen a flor de piel. Y ahora hazme caso, y verás como siguiendo estos consejos levantas el ánimo. Además, te va a ayudar la noticia que te voy a dar: mi hermano y yo nos hemos puesto de acuerdo que si a los jóvenes os parece bien, en cuanto todos tomemos las vacaciones nos iremos a disfrutar del sol de nuestra España. ¿Qué te parece? Y sin esperar respuesta porque de sobra sabía lo que iba a decir, bromeó diciendo: -Y si para entonces alguno de vosotros está enamorado, podréis traer también a la pareja. Cuantos más seamos mejor lo pasaremos. Después de tanto tiempo estando solo aprecio mucho la compañía, vosotros ya formáis un simpático grupo que en las ocasiones que hemos tenido de estar juntos vuestra compañía me ha hecho sentirme una persona más normal, y dejar un poco a un lado la ajetreada vida de mi trabajo. Y me ha enriquecido como persona. Sueño con este viaje, y ese tiempo de ocio que aprovecharemos al máximo. Alejandro y yo ya tenemos la certeza de que no vamos 48


a echar en la maleta nada para poder hacer cualquier trabajo. No queremos que nos pase como aquel: era un señor que andaba agobiado de tanto trabajo que tenía, y pensó: esto lo dejaré para hacer en vacaciones, y así sucesivamente fue descargando lastre, dejando todo lo que urgía menos, y tanto fue acumulando para después que al final resultó que llegadas las vacaciones tenía más trabajo por hacer junto que nunca había tenido. Así es que te aconsejo que los jóvenes también os apliquéis el cuento, y apretéis ahora para que no os quede nada que hacer en vacaciones. -Me gusta mucho escucharte Enrique, no sabes lo a gusto que me siento cuando estamos juntos, a fuerza de oír a mi madre casi siempre que te nombraba hacerlo con ese resentimiento me hacía dudar, y te tenía por otro hombre completamente distinto. -Pues me alegra mucho que ahora me tengas en esta estima, yo también disfruto cuando estoy a tu lado, al ver que cada día nos entendemos mejor. Y ahora que estamos los dos tan a gusto y comunicativos, ¿qué te parece si me cuentas algo más de tu casa, de tu familia cuando estaba completa porque vivía tu padre? Así esto puede ser el modo de conocerlo dándome una idea de cómo era. Y si tú quieres preguntarme acerca de algo, de lo que sea, no pongas reparos en hacerlo, que creo que el conocernos nos va a venir bien a los dos y logrará acercarnos más, y esto es algo que no sé tú, pero yo lo estoy deseando. Un hombre solitario como yo he sido hasta ahora, es lo más triste. Algo me consoló tener a mi querida Verónica que la quiero mucho y la consideró casi como una hija, pero le falta el casi, ella tiene a su padre y yo me tengo que conformar con ser sólo su tío. Claro que como te he dicho antes, en mi pequeña reflexión, yo soy conformista y agradezco lo bueno, como es tener ahora aquí a mi hermano y a ella, e iré lo bueno saboreando, pero a la vez ya me estoy haciendo a la idea para cuando se vayan poder aceptarlo sin que me duela demasiado. Claro, que no pierdo la esperanza de que ocurra algo con lo que soñé toda mi vida. Ya no tengo reparos en decírtelo a ti. Quise mucho a tu madre y la seguiré queriendo mientras viva, y si alguna vez consigo poder hablar con ella, seguro que comprenderá las cosas, y no me dará más desplantes y nos podemos entender. -Enrique, te veo coladito por mi madre, lo cual me alegra, y tal vez consigáis reanudar vuestro amor. Que si fue algo o alguien quien se metió por medio y ahora ya no existe, debéis de aclararlo todo de una vez, y ser felices. Te noto muy emocionado, si te parece vamos a dejarlo, y además voy a contarte algo que pasó un día en casa, para que estés a la orden de lo que tienes que pelear para ganarte ahora a mi madre, porque en ocasiones así como es el momento de rabieta en que descargó aquella vez contra ti toda su furia de una forma inesperada te va a ser muy difícil un entendimiento. Estando mi abuela y yo con ella, dije que echaba de menos a mi padre. Y con energía, más que con ternura, con este brío con que a veces habla, empezó a decir como en una letanía de alabanzas refiriéndose al que fue mi padre: “Tu padre era un hombre inteligente y trabajador, no tenía una carrera pero sacó el bachiller con matrícula de honor, 49


y en su puesto de capataz se hizo respetar, pero a la vez de querer, supo ganarse a la gente, jamás se le conoció ningún enemigo, y sí muchos y buenos amigos. Trabajo de sol a sol, hasta caer agotado, y con ello daba ejemplo a los demás. Tenemos que dar gracias a Dios por haberlo tenido con nosotros. No podíamos desear a nadie que fuese mejor esposo y padre que él”. Y acabado de decir todo esto cambió a hablar de ti: “Cuanto más lo pienso, más dudo, de cómo me pude enamorar de Enrique Montoya. Aquello, de haber seguido, pudo ser el mayor error de mi vida. El era un hombre como demostró, cobarde y de poca palabra. Hasta su padre lo desdeñaba, y tenía muchas refriegas con él, porque además faltaba mucho a su trabajo malgastando el tiempo”. Al escuchar esto Manuela saltó con enojo diciéndole: “Estás loca ¿cómo pues hablar con tanto rencor de Enrique? Para hablar bien de tu marido y deshacerte en alabanzas no has escatimado. Y no tiene por qué ser que para ensalzar a uno digas las verdades y repudiando al otro digas esa sarta de mentiras. ¿Cómo puedes decir que Enrique malgastaba el tiempo, si lo empleaba estando contigo, porque te quería con locura, y yo creía que tú también a él, y ahora te vuelves en su contra?”. Mi madre, muy enfadada le respondía: “¿Que por qué me revuelvo contra él hablando de esta manera? ¿De qué modo podía hacerlo, acaso has olvidado que por su culpa don Enrique nos despidió? Todo por esa cabezonería de enfrentarse con su padre y contarle todo defendiendo nuestro amor a capa y espada, sabiendo que su padre se oponía, nunca debió hacerle frente sabiendo que llevaba las de perder. No tenía que haber sido tan impetuoso, y haberme hecho caso, no echar las campanas al vuelo, y llevar nuestro amor en secreto. ¿Y qué me dices de su comportamiento de salir huyendo después, y sin ni siquiera hablar conmigo marcharse al extranjero con esa cobardía?”. Mi abuela, más calmada reflexionaba: “Ahora dime tu hija ¿y dónde nos iba a buscar si nosotras no dijimos a dónde íbamos? Seguro que nos buscó por todas partes y al no encontrarnos, desesperado, decidió marcharse, yo creo firmemente que algo así pasó”. -Tal como te lo he contado Enrique porque aún lo tengo muy presente es lo que mi madre y mi abuela hablaron aquel día. Pero no te aflijas porque no está todo perdido. Tú te sientes mal, indudablemente que mi madre también por esta maraña de ideas que nos han confundido. Yo no os veo a ninguno de los dos culpables, si no reos, y eso sí que es lamentable. -Tienes razón hijo. Te he dicho hijo hablando de manera entrañable porque se me escapa el cariño que ya te tengo. Y quiero decir que yo removí cielo y tierra buscando a tu madre, y nadie me dio señas de donde habían ido a parar. ¿Cómo iba yo a pensar que estaban trabajando en una panadería a tres manzanas de casa, haciendo el turno de noche, durmiendo de día y sin salir? De todo esto me enteré mucho más tarde, estando ya aquí establecido por uno de mis abogados que precisamente venía de Jerez. Como por él también supe que tu madre se había casado, lo cual anuló ya 50


mi esperanza de futuro con ella y fue doloroso hacerme a la idea. Y ahora puede que sea demasiado tarde, por lo que te he escuchado de tu madre cambió el amor que me tenía por desamor, o aún peor, por odio. -Pues yo creo que todo lo que propició este lamentable estado de errores y confusiones, ahora es cuando se pueden aclarar. No debes de rendirte cuando estás a un paso de poderlo solucionar cuando vayamos a España, yo puedo mediar con ella preparando el terreno y después seguro que los dos, ya más relajados, podéis aclarar esa locura de enredos que os ha tenido confundidos. En el otro lado de la estancia conversaban, disfrutando de ese tiempo, Verónica y su padre. -¿Cómo marchas hija? Cuéntame, de lo que mejor informado estoy es de tus estudios, por las notas que me traes siempre que son inmejorables. Mejor háblame de tu vida, de tus relaciones, de los que conozco ya veo que os entendéis todos muy bien, pero con la edad que vas teniendo no sé si mantienes otro tipo de relación con alguno de ellos o con cualquier otro que yo no conozco. No es morbosa curiosidad tú me entiendes, lo que ocurre es que al no estar tu madre, como ellas son las que se suelen preocupar de estas cosas tomándolo como una obligación, creo que ahora es a mí a quien corresponde ese papel. No quisiera enterarme de ciertas cosas por sorpresa, digo esto pensando también en el consumo tan alarmante de drogas que hay entre los jóvenes de hoy día. No te ofendas porque pregunte estas cosas, no te estoy interrogando, ni mucho menos insinuando que tú estés metida en esto, es sencillamente la conversación de un padre que te quiere tanto que se preocupa de este tipo de vida que ahora todos parecen ver tan normal. -Te comprendo perfectamente papá, y me halaga y me honra que seas el padre que eres, si todos fueran como tú que hablaran y se enteraran de por donde andan sus hijos, seguro que habría menos drogatas. La universidad, como cualquier lugar común que alberga infinidad de jóvenes, puede ser muy peligrosa, por más control y vigilancia que haya. Te confieso que de sobra se saben cuántos adictos a los porros hay, huele a mariguana en los servicios y a veces hasta por los pasillos. Y lo triste de esto es que, queriendo engañar, son ellos los que se engañan, porque creyendo que la droga blanda no perjudica coquetean con ella, y no saben o no quieren saber, que cuando esta ya no les sacie pasarán al chute, al caballo, a la heroína y todo lo demás, arruinarán su vida y después de perder familia y salud acabarán enfermos y solos. Yo creo en ese proverbio que dice: evita el peligro y así no correrás riesgo. Y en cuanto a pareja, como se entiende el tener una relación asidua con alguien, del tipo de relación que creo que va tu pregunta. No comparto con nadie algo así. Hubo un tiempo en que creí que estaba enamorada de Álvaro, pero me di cuenta que eso era solo un primer brote del amor. Que el amor verdadero estaba por llegar. Y cada día me doy más cuenta de que estoy en lo cierto al ir conociendo y tratando a otros. Sobre todo a uno en particular. Pero 51


ahora de momento no quiero hablarte de él, sin ni siquiera saber si él me corresponde. -Hija yo tampoco pretendo saber tanto, me basta con lo hablado para estar tranquilo, porque conociéndote sé que tú cuando te decidas por alguien no lo harás sin que tenga contigo semejanza en la manera de pensar y de ser. Yo, querida Verónica, te adelanto que no me voy a meter en tu elección, no soy de los que les gusta buscar pareja a sus hijos, ni siquiera aconsejar, considero que el verdadero amor es algo demasiado limpio y hermoso como para que nadie lo mancille manipulándolo, ensuciándolo y quitando su frescura. Y hablando de otra cosa, ya se me pasaba por alto algo de lo que Enrique y yo hemos planificado para las vacaciones. Tenemos pensado ir todos a España, aparte de nosotros los amigos de vuestro grupo que quieran, se lo dices que estaremos encantados con alojarlos en nuestra casa. Ahora bien, comprendemos que ellos tienen también su familia y les dejamos decidir. -Qué alegría papá. Ya estoy echando de menos nuestra tierra, nuestra playa con el brillante sol, no como este, que las pocas veces que sale apenas luce escondiéndose de forma engañosa entre nubes la mayoría del tiempo. Estoy pensando que como ahora están en casa Eloísa y Manuela algún día podemos montar una fiesta, para que los que llevemos sepan lo que es comer bien y divertirse. Cuando vean cómo toca la guitarra Rafa y se arranque a cantar Manuela acompañada por las palmas se van a sentir tan metidos en lo nuestro, sintiéndose más vivos que nunca. -Sí, daremos esa fiesta, aumentaremos el servicio, esto ya lo he hablado con Enrique, para que Eloísa y Manuela sólo dirijan y estén como cualquier invitada, nos están haciendo un favor muy grande estando al cuidado de la casa y en esos días que estemos allí no quiero agobiarlas, trabajarán los que se contraten eventuales y los pocos fijos que tenemos de siempre, todos menos ellas. Enrique está cada vez más enamorado de Eloísa y quiere mucho a Rafa porque es un muchacho que nos ha ganado a todos. Por lo tanto nuestro trato debe de ser con ellos de igual a igual, se puede decir que siempre los hemos considerado a las dos como familia, y ahora con más motivo por Rafa, y si hay suerte Eloísa y Enrique tal vez acaben casándose. -Esto sí que es una buena noticia, me gustaría que estos dos eternos enamorados al final acabarán felices. -Y tú hija ¿cómo es que sabes de estos amores si ni siquiera habías nacido? -¡Ah! Tengo un pajarito que me habla mucho sobre ellos. -¡Acabáramos! Ya sé quién es tu confidente, a que no me equivoco, es Rafa. Verónica, con una sonrisa irónica, miro a su padre sin más, y a Alejandro, aunque sobre aquello no le quedó duda porque esa sonrisa lo confirmaba. De lo que sí dudaba, y le preocupaba, era que si andaba mucho con Rafa para contarle esas cosas íntimas de su madre, tal vez terminara gustándole. Y de forma machacante se decía: pues no señor, a mí no me gusta, que no, que no puede ser. -¿Pero cómo lo voy a arreglar ahora, lo que le dije a mi hija que no me iba a meter 52


en su elección de pareja? Si esto fuera cierto no tendría más remedio que decirle que eligiera a cualquiera menos a Rafa, porque posiblemente sea su primo, y los lazos consanguíneos son grave riesgo. ¡Oh Dios mío! -No sé que puedo hacer, de pronto se me ha nublado la mente, primero habrá que hacer hablar a Eloísa, porque mi hermano no sabe nada cierto de que Rafa sea su hijo, sólo la madre que lo llevó en su vientre es quien lo puede confirmar, y hasta ese momento, no debo de preguntarle abiertamente si se quieren, ni decirle que ese amor no debe seguir. Pero, y si tuviese un hijo, en esa espera de saber quién es el padre del muchacho. Estas cosas tan graves, no las debo de decidir sólo. Lo voy a dejar así, hasta que hable con Enrique, él siempre encuentra la solución adecuada a todo. Verónica ya estaba confusa y preocupada de ver que su padre permanecía ya un rato callado y reflejaba preocupación, y cuando fue a preguntarle qué le pasaba, qué le había cambiado el gesto, irrumpió de manera fortuita Enrique -Bueno, ¿qué os parece si damos por terminada esta charla? Rafa dice que es hora de que se vayan para el Campus. Con algo de desgana se levantó Verónica, le fastidiaba irse sin que su padre le dijera qué le preocupaba, el porqué aquel largo silencio con que acababa aquella que había sido una charla animada, pero aceptó el marcharse, pensando que le llamaría después para aclararlo, y de momento no agobiarlo con preguntas delante de los otros, que a ellos sí que se les notaba felices y muy sonrientes, complacidos porque su amistad iba a más. Les acompañaron hasta la salida, y aún cuando ya no se veía el coche los dos hermanos como lelos seguían allí plantados en la misma puerta. Claro que cada uno tenía distinto semblante. La cara de Enrique reflejaba paz interior y alegría desbordante, mientras que la enorme preocupación de Alejandro, le había desencajado el rostro. Enrique al darse cuenta de que algo desagradable le tenía que haber ocurrido a su hermano para que se viera tan compungido, bromeó diciéndole: -¿No te habrás puesto celoso de que Rafa me diera ese fuerte abrazo y a ti sólo te estrechará la mano, después de ser tú el primero que lo conoció y el que lo trajo hasta aquí, lo cual es muy de agradecer? -No bromees con algo tan grave como puede ser lo que creo que está pasando y escucha, porque de confirmarse que es cierto, a ti también te atañe. -Pues ya has hecho que a mí también se me corte la sonrisa, más vale que empieces a contarme de que se trata, para que sea lo que sea, le busquemos solución, no hay que amilanarse por nada en esta vida, seguro que no es para tanto, te conozco y sé que a ti te afectan demasiado las cosas. Apenas entraron en casa, esta inquietante idea que le rondaba a Alejandro por la cabeza la descargó con su hermano: -Pasa nada más y nada menos que creo que Verónica está enamorada de Rafa, y si 53


esto es cierto, y él es hijo tuyo, ¿qué te parece un matrimonio así, cosa que siempre ha prohibido la Iglesia, y no sin tener razones de peso? Para que te voy a decir más, si tú lo sabes lo mismo, lo que podría pasar con los hijos que tuvieran. -Ahora me explico el cambio en tu cara, cuando lo mirabas fijamente en la puerta al despedirlo, que yo creo que acabó aturdiéndole, tu amabilidad se había esfumado, tenías un gesto duro y contrariado. No hace falta que te diga que a mí también me inquieta, no podemos ignorar que si es que se quieren habrá que decírselo, para que se lo piensen. No sin antes confirmar si es mi hijo, que eso ahora resulta muy fácil, si no se lo queremos decir a él de momento pidiendo que se haga una prueba de ADN para ver si coincide haciéndome yo también un análisis, y averiguar así la paternidad, incluso le podemos decir a su compañero de habitación que se las arregle para tomar de Rafa una muestra de saliva o cabello, y de ese modo enseguida lo podemos saber. ¿Y con qué excusa se lo vamos a pedir a Christian? ¿Porque habrá que decir para qué la necesitamos? Bueno, iremos pensándolo todo.

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CAPÍTULO 7 De no ser por estas dudas de la paternidad de Rafa, todo les iba bien. Lo cierto es que esta familia se encontraba en un punto emergente y pleno de cosas positivas, sobre todo para Alejandro y Verónica que tanto les había favorecido el viajar hasta allí, y lo bien que les iba en Inglaterra para así ir dejando atrás el recuerdo de la pérdida amarga de Viviana qué tanto les afectó. También el estar Enrique con ellos les iba muy bien a los tres, especialmente a él, un solitario solterón. Contagiándole la alegría de la juventud de su sobrina, sacándolo un poco de su estresante y azarosa vida, en la cual llevaba ese ritmo acelerado característico de los grandes hombres de empresa que si le era positivo en ganancias también parecía convertir a los hombres en máquinas. Y ahora gracias a tener cerca a su hermano y a su sobrina había dado un giro favorable haciendo otro tipo de vida más sosegada y humanizada y sobre todo más placentera y agradable, dejando un tiempo para el ocio, que le vino muy bien para conocer y convivir con los jóvenes amigos de Verónica. Estaba contento por haber cambiado un poco la vida rutinaria que antes hacía, ese día a día rodeado siempre de la misma gente, personas muy inteligentes y competentes, pero poco comunicativas. Aunque no quería ser tan severo en la manera de juzgarlas, tal vez en parte él tuviese la culpa por ser muy exigente en el cumplimiento del trabajo, y no darles, ni darse, un respiro para apearse de este acelerado tren de trabajo. Y buscar alguna ocasión en algún pequeño descanso para poder hablar entre ellos, quizá de cosas banales y sencillas pero que hacen que la gente se conozca y no sólo compartan conocimientos de cosas de trabajo que desarrollan y dejen un huequecito para conocerse y saber algo de las personas de las que se rodean. A veces es incomprensible, si te paras a pensar, que en una era en la que el desarrollo de la tecnología parece no tener límites para crear y facilitar todo tipo de máquinas, artilugios y herramientas que se aplican a tantos trabajos, lo que indudablemente ahorra mucho tiempo, vivamos tan agobiados víctimas de esa esclavitud. -Vamos a descargarnos un poco de trabajo e intentar solucionar todas las cosas que nos preocupan –dijo Enrique a su hermano- a fin de cuentas el buscar el lado bueno de la vida es más importante que nadar en la abundancia, el afán de acaparar cada vez más no es tan positivo, a veces las pequeñas cosas son las que más felices nos hacen. Y sobre todo lo más importante es amar y ser amado, y eso es lo que hay que buscar. Pues así estaban las cosas de confusas respecto a Rafa y Verónica. Pero no eran 56


los únicos, a los demás amigos también les estaban afectando los fenómenos de la naturaleza en aquella estación de primavera en la que los efluvios del medio ambiente les estaban trastornando emocionalmente, pues es sabido que la primavera la sangre altera y Cupido hace estragos lanzando sus flechas, y vaya usted a saber por qué “con estos seis jóvenes amigos no daba una en el blanco adecuado”, con lo cual se estaba caldeando la cosa y puede que esto ocasionara que hubiese algún que otro problema, lo que sería una lástima, con lo bien que hasta aquí se estaban llevando. Les empezaré a hablar de Álvaro y Abraham. Se iban a celebrar las regatas de Cambridge-Oxford, y sabemos que en esta competición anual de remo entre las dos universidades iban a participar estos dos amigos y compañeros con el equipo de su Universidad. Y llegado el día y la hora, en las orillas del Támesis desde Putney hasta Mortle, pasando por Barnes y Hamersmith, estaba sembrado por espectadores venidos de todos los lugares por ser estas regatas uno de los eventos deportivos más apreciados y vistos del mundo. Además, la audiencia televisiva cada año se supera. Estas regatas se vienen celebrando desde el año 1829 y se han mantenido hasta nuestros días a excepción de los períodos de las dos guerras mundiales. Es de enorme belleza este deporte de remo en plena naturaleza por su movimiento, su desplazamiento desde la salida a la meta creando continuo interés y emoción. Londres estaba abarrotado de turistas. Los universitarios, los regatistas, todos andaban ilusionados y exaltados, en este andar digamos un poco fuera de lo normal seguramente fue un ingrediente añadido a lo que ya se estaba cociendo entre Abraham y Álvaro. En el vestuario el equipo con ese ímpetu de la juventud que se exalta fácilmente cuando van a practicar su deporte, en este caso el remo en las fabulosas regatas, entre ellos hacían comentarios y se animaban también cantando, y hubo uno que antes de ponerse la camiseta con el brazo en alto la agitaba con la mano como si fuese su bandera y su color a defender en este caso el azul oscuro que es el color que luce con orgullo la Universidad de Oxford. Y con nervios, bromas, y risas, Abraham le clavó un besazo a Álvaro casi en la comisura de los gruesos labios, después lo mantuvo cogido por los hombros y cara a los demás le impulsaba a saltar con él mientras voceaba: somos los mejores, vamos a ganar. Pero a Álvaro aquel resbalón del beso acercándose a sitio peligroso lo había dejado confundido. Abraham esto ni siquiera lo advirtió, como tampoco se dio cuenta de que su actitud sobrepasando un poco lo normal había causado también asombro en la mayoría de los demás pero él seguía con esa euforia sin enterarse de nada. Y lo que hizo a continuación al ser el capitán es animar a su equipo como siempre se hacía unos minutos antes de salir del vestuario para ir a ocupar sus respectivos puestos para empezar la regata. Y cogidos de la mano, que él no se la soltó a Álvaro ni un segundo, todos con las manos unidas formaron un círculo y alzando los brazos a la vez del capitán diciendo viva Oxford 57


gritaron a pleno pulmón con desbordante entusiasmo: vamos a ganar, vamos a ganar. Por último Abraham, con la potencia de su bien templada voz, hacía la pregunta que es ya una tradición. ¿Y por qué vamos a ganar? Y todos a una respondían: porque somos los mejores. Una vez que empezaba la regata vieron lo duro que iba a ser aquel año. El Támesis estaba bravo y el remar contracorriente como se tenía que hacer iba a requerir un máximo esfuerzo. Los músculos de estos cuerpos atléticos destacaban aumentando su relieve por ese máximo y continuo esfuerzo, la adrenalina subía, las arterias como tensas cuerdas parecía que iban a estallar, y el sudor bañaba sus hercúleos cuerpos, sólo la suave brisa les acariciaba aliviando en algo el calor producido por esa energía que se producía con aquel duro ejercicio de remar. Pero todos remaban y remaban sin desvanecer su ánimo con movimiento preciso, coordinados como una máquina programada, tan acorde se veían entrar y salir las palas de los remos en el agua, invadiéndola, luchando con fuerza contra ella. La voz del capitán enérgica se oía de continuo como en una letanía que ayudaba a marcar el ritmo. El sol aquel día brillaba como pocas veces suele ocurrir en Londres y el hermoso cuerpo del capitán que parecía esculpido como la estatua de un Dios Griego bañado por el sudor de aquel caluroso día, hacía que el color ébano de Abrahán aumentara su belleza, de la que su amigo Álvaro se acababa de percatar, y le miraba de continuo, y no con los mismos ojos de siempre. Algo estaba ocurriendo en su interior. -¿Qué me está pasando? Nunca pensé en él más que como lo que hasta ahora hemos sido, los mejores amigos y compañeros que pueda haber. Se daba cuenta de que desde ese momento su vida podía dar un giro, y lo llenaba de ansiedad y temor a la vez, no quería que nada empañara aquella amistad tan bonita que desde que se conocieron había existido entre ellos. Y andando en aquellos pensamientos, sin proponérselo, hizo un recorrido por el comportamiento que desde que tuvo uso de razón había tenido hacia las chicas, incluido su amiga desde la infancia, su querida Verónica; y como si se le iluminara el conocimiento dándole a ver lo que antes no vio, “o no quiso ver” como pasándole una película de su vida en la que se viera con todo detalle hasta lo que parece insignificante, se dio cuenta que Verónica sí que se le había insinuado en alguna ocasión, y que él jamás había tenido ninguna inclinación hacia ella, la quería mucho pero no era amor, sólo una gran amistad. De este modo Álvaro iba analizando el porqué de cada cosa, y esta vez con ganas de querer averiguar la verdad procurando que su ánimo no lo llevara a engañarse a sí mismo, por miedo a lo que pudiera descubrir de su verdadero yo. Quería cambiar todo lo que antes le había inducido a no querer pensar por el miedo de lo que podía encontrar tras esa cortina de humo donde se escondía. Él no quiso nunca llegar a preguntar, ni a saber, dónde empieza ni dónde acaba lo que está bien o mal, lo lícito o ilícito, lo prudente o lo escandaloso, lo bueno o lo deleznable, lo que puede ser puro 58


o impuro, lo moral o amoral. No quería ponerse a pensar en esas cosas pero ya era hora de abrir los ojos a la realidad y hacer con su vida lo que tuviera que hacer pero convencido que no sería un camino equivocado. Se consideraba lo suficientemente inteligente para sondear y poder llegar hasta el fondo de las cosas por sí solo, sin ayuda de psicólogos que extreman las cosas y lo magnifican todo, tampoco se fiaba para que teólogos o sacerdotes le dieran consejos, ellos podrían no tener los pies en la tierra y estar influenciados por la Iglesia, por eso quería permitirse el derecho de la duda. Y sobre todo no lo comentaría con Abraham, ni siquiera le preguntaría el porqué le colocó aquel furtivo beso en un vestuario donde se está medio desnudo y estando delante el equipo completo. Lo único que quería es aclarar primero sus ideas, de momento tenía que asegurarse si era un hombre normal o tenía tendencia a la homosexualidad, en cuyo caso el vivir con Abraham sería algo peligroso, no quería caer en las redes de alguien de su mismo sexo sin estar seguro de querer dar ese paso. Tendría que estar pendiente del comportamiento del otro y si le veía intención de querer tener contacto físico no tendría más remedio que pararle los pies, incluso pedir un cambio de habitación. Como ya era costumbre, siempre que podían los seis amigos se reunían en el Campus para charlar y pasear, pero aquel día sólo acudieron Álvaro y Rafa, los demás llamaron a última hora excusándose por no poder ir. Entre este grupo de amigos, los más íntimos y los que más se comunicaban y se querían eran Verónica y ellos dos, tal vez porque hicieron el viaje juntos para venir a Inglaterra. Y sobre todo en Rafa eso lo tenía muy presente pues fue Álvaro, Verónica y su padre los que lo animaron e insistieron cuando tenía tantas dudas, hasta conseguir que se decidiera a viajar con ellos, estas cosas se agradecen y no se olvidan nunca. Con ese viaje se consolidó la amistad para siempre, porque el ir con paisanos, la compañía de tu gente cuando te vas alejando de tu tierra, te resta tristeza, te da ánimo y compartes inquietudes, ilusiones, y haces planes para el futuro, te sientes más fuerte y le temes menos a lo desconocido, confiando que ese cambio que vas a experimentar va a ser positivo. Y volviendo a Álvaro y Rafa los dos estaban preocupados y aprovecharon para contarse sus temores y consiguieron ayudarse mutuamente. Empezó Rafa yendo directamente al grano: -Álvaro, quiero que me digas sin rodeos que hay entre Verónica y tú. Sé que os conocéis desde el parvulario y por lo que contáis habéis ido siempre juntos, pero lo que quiero saber es si ha habido algo más que amistad entre vosotros, y si es así me imagino que estaréis haciendo planes para el futuro, aunque francamente hoy por hoy no os veo nada de apasionados. Como yo hace poco que os conozco no sé cómo estaríais antes, pero lo que es ahora la verdad, con Romeo y Julieta nos veo ningún parecido. -¡Pero qué dices Rafa! Yo quiero a Verónica muchísimo, por defenderla de los chismes que inventaron unas cuantas amigas envidiosas, porque ella destaca entre todas, 59


les tuve que parar los pies diciéndoles unas cuantas cosas que hicieron enemistarme con ellas, he sido su amigo, su confidente, su guardaespaldas, hemos estudiado juntos, entré a su casa como a la mía propia, en fin esas cosas y muchas más hicimos juntos. Pero en cuanto a amarnos o acostarnos, eso jamás ha ocurrido y nunca ocurrirá, yo la quiero pero de otra manera, nunca la miré como mujer, lo que si te digo es que espero y deseo que nuestra amistad siga pura siempre. Creo que con esto te habré aclarado todo, y si lo hablaras con Verónica da por hecho que ella te diría lo mismo. Ahora ¿me quieres decir, porque me lo preguntas? -Creo que es fácil de adivinar, está claro que la quiero, pero no quería meterme por medio sin antes hablar contigo y saber cómo estaban las cosas. -Pues ya ves, tienes vía libre, y yo me alegraría que ella te corresponda. -Ahora Rafa quisiera consultarte algo, y la verdad no sé por dónde empezar. Tú y yo siempre nos entendemos bien, por eso quiero ahora contarte cosas que no le diría a nadie, pero contigo es distinto. ¡Estoy tan confuso! Y pienso que tú que eres inteligente y razonas muy bien, llevándome además algún año, estás más preparado para hablar sobre ciertas cosas y analizarlas para aconsejarme. -Pues amigo Álvaro, tú dirás, te escucho atentamente. -Empezaré por decirte que me sucedió algo en los vestuarios, el mismo día que fueron las regatas, que desde entonces me preocupa y me tiene confundido en muchos sentidos. Tú como no eres del equipo, no has estado con nosotros en momentos de tensión y emoción como fue la de aquel día, resulta que mi compañero Abraham en uno de esos momentos de exaltación que nos ponemos medio locos, se abalanzó sobre mí, y me dio un raro apretón y un besazo, así como te lo cuento, y claro, en estos momentos como ya te he dicho, estando juntos en los vestuarios disparatamos y hacemos muchas tonterías, pero esto de él, que casi me besa de lleno en la boca, si mi intuición no me hace rápidamente girarme habría sido un beso amoroso consumado. Esto a mí francamente me ha aturdido y no puedo quitármelo de la cabeza. -Pero vamos a ver dime el porqué no pues quitártelo de la cabeza. Analicemos el hecho en sí. ¿Por ser dudosa su intención? O francamente, y no quiero que lo que vaya a decir te ofenda, ¿o es que tú no dejas de pensar en el beso de Abraham porque te gustó? Aquí hubo un mutis, y algo sofocado Álvaro bajo la cabeza, parecía estar pensando qué contestar, y no porque no quisiera hacerlo, es que aquella pregunta que no esperaba escuchar le dejó sin habla. Y cuando reaccionó y contestó, Rafa le miro y sonrió sin hacer el menor aspaviento ni gesto de sorpresa, y mucho menos de burla. -Yo me figuraba que algo así te estaba ocurriendo, y por eso te hice esta pregunta tan directa, y ya que veo que no has puesto reparos en confesar que te gustó, o al menos así lo crees, yo pienso que puedes estar enamorado de Abraham y hasta este día ni lo querías creer. 60


-Yo no diría tanto, no puedo afirmar lo que no tengo claro, por eso lo he querido hablar contigo, a ver si me puedo enterar si es que soy homosexual, me preocupa que fuera así por mi padre, le conozco, y sé que cuando se enterara iba a reaccionar soltando por su boca lo que no puedes imaginar, empezaría un calvario para mí, y no veo de qué forma debería de obrar para evitar que sucediera algo así. Por otra parte también me preocupa qué pensarían cuando vieran aquello los compañeros de equipo, seguro que alguno se tuvo que dar cuenta. -Colega te veo hecho un mar de dudas, y con gran preocupación, y lo peor que se puede hacer cuando uno está ofuscado es torturarse en vez de intentar primero frenarse, y después aclarar las cosas, porque mientras no analices el problema no encontrarás solución, y después ya podrás decidir con seguridad el camino que debes tomar. Yo lo único que puedo hacer por ti es intentar hacerte recapacitar, sobre todo en este punto en el que veo que ni tú sabes que eres, ni que deseas o a quien quieres, por lo cual yo en tu lugar no me lanzaría a tontas y a locas a poner en práctica el sexo, que parece ser que ha despertado ese instinto hacía Abraham, porque corres el riesgo de que los compañeros que estaban con vosotros cuando sucedió aquel episodio estén intrigados y os observen, y si les da por soltar la lengua, eso va a correr como la pólvora y os puede estallar en la cara, y si resulta después que ni quieres al Dios de ébano, que así creo que le llaman a Abraham, porque sólo fue algo sin ninguna trascendencia, sólo un momento de locura para ambos en el cual a ti te pudo deslumbrar su notable belleza, porque hay que reconocer que tiene mucho atractivo físico. Pero ándate con pies de plomo y no te precipites, porque si resulta después que tú mismo reconoces que no eres homosexual, ya nunca podrás quitarte el cartel, aparte de lo que dices que a tu padre le sentaría como un tiro. Hazme caso, primero trata a fondo a las chicas, seguro que tiene que haber por ahí alguna que sea tu media naranja, ya verás como dentro de poco me darás la razón y las gracias, porque lo normal, lo natural es quererse un hombre con una mujer, pues empieza por ahí, y si tu relación no es como yo espero satisfactoria, entonces experimenta ya como te parezca, pero insisto, yo lo haría por ese orden. Además no tienes pinta, ni ademanes amanerados, nada en ti parece femenino, no creo que seas como se suele decir una mujer atrapada en un cuerpo de hombre, en serio creo que te van las chicas, pero el ir siempre con Verónica hace pensar que sois pareja y ninguna se acerca, yo estoy seguro que si alguna se abalanzara sobre ti como lo hizo Abraham no esquivarías su beso, al contrario, la rodearías con tus brazos, y para qué voy a seguir, se puede imaginar lo que vendría después. Y cuando tengas tu pareja, la amarás en cuerpo y alma, llegando a conseguir el mayor placer que hay en la tierra, y con ello tendrás hijos, como tus padres te tuvieron a ti, y de esos hijos nacerán los nietos como es la cadena de sucesión, y esa descendencia será tu compañía y ayuda cuando seas viejo, y el cariño de la familia te hará más feliz y longevo, porque te ayudará a tener ansia de vivir para disfrutarlos. 61


Por otro lado el corazón de Abraham se agitaba inquieto por la duda de si Álvaro se había molestado por su demostración de alegría con esa espontánea reacción en los vestuarios, que después de recapacitar sobre ello estaba arrepentido pensando no en él, sino en un compañero al que de modo alocado y tal vez inadecuado se lanzó sobre él, y le preocupaba el mal que ello le podría ocasionar de ahí en adelante, lo que fue una niñería inocente los podía llevar a los dos en entredicho. Y no sabía cómo evitar que por su culpa aquello trascendiera y aquel hecho se diera y comentara de forma equivocada. Aunque Abraham tenía intención de disculparse, Álvaro no le dejó ni hablar y lo hizo él de una manera exaltado, alzando algo más la voz, queriendo demostrar que estaba molesto con él para que así tomara en serio su reprimenda. -No sé qué te ha podido pasar por la cabeza, para delante de todos cometer ese disparate, ha sido algo verdaderamente vergonzoso, tal vez a ti te de igual pero a mí esto me cae como una losa encima, y me obliga a pedir un cambio de habitación, a no ser que te comprometas a guardar las distancias conmigo. Yo nunca te di pie para que te tomarás esas libertades, que nos ha dejado ante los ojos de los demás como dos maricones, y por ahí no paso. De aquí en adelante o me respetas o se acaba hasta nuestra amistad. Ese erróneo comportamiento me ha defraudado, yo te tenía en muy alta estima y ahora no sé cómo vamos a poder seguir. No quiero que confundas la libertad que te di en mi cordial trato con libertinaje, y en todo vale. Esto que te quede claro. Lo único positivo de aquel absurdo arrebato es que me ha abierto los ojos y conocerte tal como eres, ahora me explico muchas cosas sobre tu vida antes de que vinieras aquí. Me acuerdo lo que me dijiste de las desavenencias con tu padre, que seguro que no le gustaba como eras, y lo que hacías y por eso se deshizo de ti mandándote lejos de él. Abraham había aguantado sin rechistar lleno de dolor y con la cabeza baja, como el reo que está siendo juzgado, sólo que él no tenía un abogado que lo defendiera, ni él fuerzas para hacerlo, aunque sí buenos argumentos para rebatir aquella acusación, pero no quería prolongar más aquel juicio en el que su mejor amigo lo dejaba tirado por los suelos, haciendo de duro fiscal. Lo único que pudo decir el pobre Abraham, mientras el llanto contenido en forma de lágrimas brotaban de sus hermosos ojos negros ahora enrojecidos, fue: -No te preocupes, que reconozco mi error y no me tienes que echar, soy yo el que se va, y lo haré con la cabeza bien alta, igual que vine. Y dicho esto empezó a recoger sus cosas metiéndolas en la misma maleta que las trajo, y ninguno de los dos dio un paso adelante para intentar reconciliarse, y ya en la puerta Abraham se volvió hacia él, y antes de salir sólo le dijo: -Adiós, me da pena esta forma de despedirnos, después te darás cuenta que estás equivocado. -Te vas porque quieres, yo no te eché, sólo te hice una advertencia. Aquella noche fue horrorosa para Álvaro, se daba cuenta cuando ya era tarde de su 62


hostil proceder, atacando a Abraham sin dejarle que se defendiera, y dando por hecho que lo ocurrido aquel inolvidable día tenía toda la culpa él, que obró sin pensar en las consecuencias que su torpe proceder podría ocasionar. Y dándole vueltas a todo no podía reconciliar el sueño mientras se decía: -¿Y si aquel beso no fue dado por ningún motivo sucio ni obsceno? Lo he visto en todo momento muy sereno, como si estuviera en posesión de la verdad. ¿Y si es tan inocente, porque no me paró los pies dándome una explicación? Siempre me quedará la duda que es peor que la verdad, por fea que fuera. En esta duda que me tortura yo no estoy exento de culpa, le debí de preguntar con mejores modales y darle más tiempo a responder. En ese momento en los cristales del ventanal de su habitación sonaba como un tambor la copiosa lluvia que apenas empezó chispeando un rato, y ahora arreciaba acompañada de una tormenta eléctrica que iluminaba toda la habitación con numerosos relámpagos. En la mesa de estudio que estaba frente a él había un porta retratos con la foto que los dos se hicieron a la salida del cine en un fotomatón, era una pose divertida, juntas las cabezas y sonrisa cómica, imitando a Robin Hood, se habían puesto como él un ridículo sombrero, el de ellos todavía más gracioso, hecho con el envase de las palomitas que consumieron viendo las aventuras de esa película. Aquella foto que veía aparecía y desaparecía con aquella fugaz iluminación de relámpago. Le traía el recuerdo que fue siempre divertido y ahora le entristecía, y se recriminó el modo de comportarse diciéndose: “él será lo que será, pero me ha dado una lección con su prudencia, yo soy un energúmeno que no he hablado las cosas con calma, y además debí de asegurarme antes”. -¡Dios mío! A dónde habrá ido con lo que está cayendo, porque no se puede encontrar tan fácilmente una habitación a las horas que ha salido de aquí. Mira que si anda por ahí sin poder resguardarse de la lluvia. No tengo perdón, nunca debí de acosarle de esa forma. En ese mismo instante Abraham estaba en la habitación de Christian y Rafa, que lo habían visto pasar cuando ellos estaban junto al ventanal mirando aquella tormenta, y salieron rápidamente en su ayuda, diciéndole Rafa: -¿Pero bueno Abraham se puede saber a dónde pensabas ir con todo lo que está cayendo? Y por qué acarreas esta maleta que pesa un quintal, como si fuese cargada a tope, y además este pedazo de macuto a cuestas. ¿No pensarías desaparecer ocultándote como un ladrón en la noche? Anda pasa y pégate una ducha caliente, que la lluvia de tormenta siempre es muy fría, y esta traía hasta granizo. Una vez que estés duchado y te pongas ropa seca verás como entras en calor. No sé cómo se te ocurre salir en una noche así, vas empapado hasta los huesos, anda date prisa y cuando estés en condiciones ya nos contaras lo ocurrido. Aunque a Rafa no le hacía falta preguntarle el motivo de salir a hurtadillas cuando 63


todos se suponía que dormían. Seguro que quería desaparecer de aquel lugar para siempre, porque ésa era su intención, largarse tirando todo por la borda, coger el primer vuelo para los Estados Unidos sin reparar en lo mucho que iba a perder. Y el disgusto tan grande que iba a dar a sus padres cuando le vieran aparecer sin haber terminado su primer año de carrera, con lo bien que lo estaba sacando. Y todo porque Álvaro le montó aquella película en la que además no acertó ni una, como decir que si no se entendía con su padre es porque era marica, y avergonzándose de él lo mando a OXFORD para tenerlo bien lejos. Todo lo contrario que era en realidad, sus padres lo querían tanto que atendiendo a su deseo lo dejaron ir donde él eligió. Rafa, que sabía con pelos y señales lo que pensaba Álvaro de Abraham, porque así se lo contó en aquella charla que tuvieron cuando lo vio tan enojado, dio por hecho que tras echarle una bronca, Abraham le dejó con su locura y al verlo tan empecinado optó por marcharse para siempre, no queriendo estar ni un segundo más bajo el mismo techo. Y sabiendo que daba en el clavo Rafa dijo: -Vamos a ver Abraham a que sé que te ha pasado para como se dice, liar el petate y salir corriendo, a pesar de las inclemencias del tiempo, con tal de no aguantar el acoso y derribo que me figuro te sometió Álvaro. Lo sé todo porque vino a mí con la misma cantinela absurda y disparatada. En el momento que se ensañó contigo me hubiese gustado estar allí para pararle los pies, y mira qué le dije cuando hablé con él que andaba equivocado en todo cuanto me dijo, y le aconsejé que recapacitara sobre ello. Conociéndole seguro que no te dejó ni hablar, es bueno en el fondo, pero también muy borrico y tiene un genio que le pierde cuando se enfada. Y si se ensañó contigo seguro estoy que fue porque a la primera palabra insultante no le paraste los pies, aguantando carros y carretas, te lo tengo dicho eres demasiado bueno y no se puede andar así por la vida, como un santo varón, si hasta tienes un hombre bíblico. Hazme caso tienes que espabilar o te harán pedazos. -Gracias Rafa por creer en mí y decir que soy bueno, y ahora me doy cuenta que por ser tan bueno me pasa lo que me pasa, que obro inocentemente y le da la vuelta a todo, porque yo os aseguro que lo que pasó aquel día en los vestuarios Álvaro lo distorsionó, yo sólo me acercaba a él en aquellos momentos de júbilo como amigo y compañero, y nada más, y cuando estaba próximo a él con ánimo de estrecharle en mis brazos. ¿Y por qué no besarle? En la mejilla o en la frente como hice antes con mis hermanos en casa, cuando estaba contento siendo ésta una forma de transmitir y compartir alegría. Tiene triste gracia lo ocurrido en un segundo, lo que trajo aquel inoportuno resbalón, por ir con los pies descalzos y mojados hizo que me cayese de manera aparatosa sobre Álvaro, que él la calificó después de caída maliciosa e intencionada, y lo que era afectuoso y bonito él lo convirtió en algo sucio y retorcido, y me montó después esta escena como una tragedia dantesca, y desató su lengua, y sin saber la verdad dijo cosas horribles sobre mí y sobre mi padre, basándose sólo en algo que 64


yo le dije el día de mi llegada cuando vine hundido que seguramente comenté que no siempre se puede ser feliz en el núcleo de la familia, que hacía poco yo había tenido una discusión con mi padre, pero ya no le seguí hablando más sobre aquello, y él lo echó por donde quiso inventando lo que le dio la gana, y con ira descargó sobre mi esto diciéndome: ya sé porqué viniste a estudiar a OXFORD. Seguro que tu padre te mando lo más lejos posible para deshacerse de ti, por estar muy avergonzado de tener un hijo marica. Al oírle semejante disparate me quedé sin fuerza, y deseando que aquello acabara opté por no hablarle, no quería ni podía con aquel energúmeno aclarar nada, porque no iba a razonar. A vosotros que sí sois mis amigos os voy a contar el motivo que me trajo: mi padre, al contrario de lo que él pensó y dijo que casi me desterró, me quería, y siempre estuvo orgulloso de mí igual que mi madre. Y de común acuerdo con los dos yo elegí venir aquí. Empezaré por contaros mi aventura y desventura con una chica llamada Inés, a la que quise con locura desde los catorce años, hasta poco antes de venir aquí con intención de poner tierra por medio para ver si lejos la olvidaba. Era normal que cuando yo propuse estudiar aquí teniendo allí mismo grandes universidades, mis padres lo vieran descabellado y se opusieran, pero después con ayuda de mi madre que al escuchar mis razones se convenció de que por mi bien era necesario, ella misma abogó por mi causa y mi padre ya lo aceptó que echase mi solicitud en OXFORD. Sonriendo de broma les dijo: -¿No estaréis pensando vosotros también mal, como Álvaro, de que dejé a la chica embarazada? Que no se os ocurra semejante disparate, con catorce años y yo dieciséis que nos conocimos. Al principio fue todo muy bonito, los dos estamos enamorados con ese amor tierno y dulce como es el primer amor. Después, yo la quería cada vez más, y ella cada vez menos, aunque me lo negaba y cuando le dije que me torturaba la idea de que hubiera otro, y estaba celoso sin saber de quién pero no tarde en enterarme de que se había enamorado de su profesor de Lengua, doce años mayor que ella que además era un joven apuesto. El resto ya os lo podéis figurar. Inés se sentía muy feliz con su nuevo amor y yo desgraciado. Los dos le habían escuchado atentamente y Rafa le dijo: -Es muy bonita tu historia, lástima que no tuviera buen final. Siento mucho que lo hayas pasado otra vez mal al recordarlo. -No, si ya se puede decir que estoy curado, tal y como pensé al venir aquí se ha ido borrando su imagen y remodelando mi vida y de otro modo, pero estaba muy feliz con vosotros hasta que ha ocurrido este incidente, que no hubiese llegado a tanto si esta historia que os he contado la supiera Álvaro desde el principio. -Pues eso tiene todavía arreglo - dijo Rafa - si es que quieres taparle la boca con tu verdad a ese bocazas, a no ser que quieras seguir enemistado para siempre, de cualquier forma yo lo aclararía. Aunque os parezca mentira, siendo yo la víctima, no 65


le guardo ningún rencor, y ya una vez que se me ha pasado el disgusto que me dio y como me habéis hecho razonar, ya no me quiero marchar. Creo que lo correcto es ir a hablar con él, y si me acompañáis vosotros mejor, así me sentiré respaldado y seguro, no vaya a recibirme de malos modos porque siga con lo mismo, en cuyo caso ya de segunda vez no se del modo que yo podría reaccionar. -Me alegro de tu sabia decisión -dijo Cristian. El volver a los Estados Unidos por un mal entendido hubiese sido una gran equivocación, y tú sin culpa alguna sería el que saldrías perdiendo. Y ahora que ya lo tienes claro dinos qué es lo que prefieres, que vayamos ahora aclarar las cosas con Álvaro o lo dejemos para mañana, por nosotros no hay inconveniente para que te quedes a dormir aquí, tienes donde poder elegir; el sofá, que es bastante cómodo o el saco de las acampadas. Además dejemos que Álvaro sufra durante la larga noche que le espera, porque seguro que ya le pesa el haberle dado rienda suelta a la lengua sin saber antes de hablar lo que había de cierto en cuanto decía. Cuánto os agradezco lo que estáis haciendo por mí, si no hubiese sido por vosotros ya estaría volando, porque estaba decidido a coger el primer vuelo que saliera. -Estoy pensando -dijo Rafa- que esto que teníamos nosotros y las dos chicas era muy hermoso, un grupo de amigos al parecer inseparables, nos entendíamos divinamente y como por una disparatada tontería se ha abierto una fisura rompiendo nuestro bello círculo, y eso no lo podemos consentir, mañana nos levantaremos muy temprano para ir en busca de Álvaro antes de que salga en tu busca. -Ahora que ya veo con lucidez, me doy cuenta del gran disgusto que se hubiesen llevado mis padres si me ven aparecer sin previo aviso y les cuento el motivo tan absurdo por el que había dejado todo -recapacitó Abraham. -Vamos chicos es la hora -exclamó Rafa dando una palmada- tenemos que darnos prisa no sea que Álvaro salga a buscarlo y al que le pregunte tal vez le dé explicaciones de más, porque esto tiene que quedar solo entre nosotros, que los chismes corren como la pólvora y cuando se enciende la mecha ya es imparable y esto no podemos dejar que ocurra. Y de acuerdo los tres, en un periquete, se plantaron en la habitación del desmejorado Álvaro que no había pegado ojo y tenía más ojeras que un difunto, y aquellas largas horas le había servido para recapacitar cambiando la rabieta por mansedumbre, y a medida que le fueron explicando, él callado y muy compungido asentía con la cabeza a los propósitos de enmienda que Rafa y Christian le hacían, con cierta ironía, cargando algo las tintas para que sufriera un poco, como penitencia por su gran culpa. Y entre bromas y un punto de verdad Rafa les dijo: -Esto os pasa por no ir por ahí con ninguna chica, en un plan que no sea la amistad como el que mantenéis con Viola y Verónica, yo en cambio ya voy muy en serio con Verónica, y en breve se lo pienso decir a su padre, porque creo que ella también me 66


quiere. Y ahora que parecía que todo estaba ya en orden con los varones volviendo a la normalidad, se podía crear un conflicto entre las chicas. Hasta ese momento ninguna de las dos tenía la menor idea de que podía existir dentro de poco una rivalidad por el mismo hombre. Ocurrió que hablando de sus cosas como hacían siempre abiertamente, Viola tocó el tema de los chicos diciendo apasionadamente: -Yo a Rafa lo encuentro totalmente distinto al resto de cuantos amigos o compañeros de estudios veo y trato, algunos los encuentro demasiado presumidos para ser hombres, o el polo opuesto, con dejadez como patanes. Rafa está fuera totalmente de esos cánones, él es especial y completo en todo, tiene buen porte y una labia que engancha, con ese gracejo de su tierra que le da un acento gracioso, y cuando toca un tema serio es un hombre de los pies a la cabeza y con esa forma de saber estar, siempre sabe lo que tiene que decir y cuando debe callar. Destaca por buen conversador y aun mejor compañero. Y salta a la vista esa sangre ardiente de los españoles que lo hace tan viril y que atrae como un imán. Amando me imagino que tiene que ser el no va más, tiene todos los ingredientes para ello, se le ve apasionado a la vez que romántico y dulce como fuera Romero con Julieta, e igualmente tiene también esa fuerte personalidad, con su punto de arrogancia y hombría como don Juan Tenorio, lo que le hace irresistible para cualquier mujer. ¿No te parece Verónica que lo he descrito tal cual es? Y Verónica ya celosa quiso desviar a su amiga hacia otro lado diciendo: -Los italianos también tienen fama de ser buenos amantes y de saber conquistar a la mujer. -Yo a esto añadiría lo que pienso -dijo Viola- que pueden conquistar a las facilonas e ignorantes valiéndose de mañas y palabrería, en general son aduladores y sobreactúan de forma casi siempre rutinaria y estudiada para no ser rechazados y heridos en su orgullo, porque se tienen en muy alta estima. Al hombre español como Rafa, siempre se le ve venir sin sorpresas ni engaños, como si sintiera de verdad cuanto dice, cuando habla con una mujer. Veo que me pierde cuando habló de él, tonta de mí lo he dicho, como si Rafa me hubiese hablado con pasión como de hombre a mujer, y eso hasta ahora nunca ha sucedido, pero yo no ceso en mi empeño, y espero que pronto suceda, yo sé cómo hacerme de ver para que se fije en mí. ¿No te parece que algunas como tú y yo destacamos y podemos emplear esas armas de mujer que tenemos? Aquella última frase que dijo Viola de forma tan contundente hizo palidecer de temor a Verónica, le pareció que tal como la veía de dispuesta para conquistar a Rafa nada le podría parar, ni aun diciéndole que ella lo quería también, y que él desde hace tiempo le correspondía y se podía decir que aquella relación ya estaba consolidada. Estaba bien claro que de no ser así Rafa no hubiese hecho por estar siempre con ella, y con nadie más, habiendo tantas chicas en el Campus nunca se le vio inclinarse por 67


ninguna, y mucho menos con Viola a la que jamás dio demostración de ningún interés particular, su trato siempre fue cordial y agradable como buen amigo y nada más. Esta reflexión parecía que le daba un respiro de alivio, aún así tendría que estar en guardia para no dejarse quitar a Rafa, y de momento no le diría a la otra nada de nada, a ver si mientras en cualquier momento se formalizaban las cosas dando conocer la noticia a su padre y a su tío en una de esas comidas del grupo, y viola en aquel momento se daría por enterada, y delante de todos ellos no tendría más remedio, siendo además un sitio público, que mantener el tipo y tragarse su rabia. Esto que estaba muy bien pensado es lo que quería hacer, pero de momento en ese mutis mientras la otra estaba esperando seguir hablando de Rafa ella no sabía por dónde salir, y se decía; si al menos él estuviera aquí con esa gracia especial que tiene para hacer las cosas, hablaría con Viola dejándolo todo claro, y dicho por él mismo, ante una evidencia así no podría hacer nada más que tirar la toalla y rendirse sin ninguna objeción. Y estando Verónica con esa inseguridad, parece como si de forma telepática se comunicará con su amado reclamando su presencia, y como por arte de magia apareció en un momento viniendo hacia ellas Rafa, pero además como dándole escolta igual que si fuesen D’Artagnan, Abraham, Álvaro y Christian, que bien podrían representar a los tres mosqueteros, y allí mismo como si fueran personajes se desarrolló esta fortuita escena. Viola vio muy normal que aparecieran, porque el grupo estaba citado como otras veces para pasear por el Campus, lo que ya no era tan normal es que muy impaciente Rafa cuando estaban llegando se adelantara a los demás para ir a dar a su amada Verónica un ardiente beso de enamorado sin ni siquiera haber saludado todavía a Viola. Eso sí, después volviéndose a su amiga le dijo con esa forma abierta y simpática: -Hola Viola, perdona pero lo que es antes, es antes. En ese momento ya habían llegado los chicos, y en aquel corrillo todos miraban la cara de estupor de viola, que además le cambiaba a peor reflejando rabia y nerviosismo hasta el punto de mordisquear sus estimadas uñas, pero los chicos como ya sabían de sus rabietas hicieron caso omiso. Aunque de sobra se dieron cuenta que al saludar cuando llegaron ella ni contestó al saludo, y empezaron a hablar pero Viola estaba ajena a todo lo que decían, se había quedado como atrapada en el tiempo, en ese corto espacio de aquel beso que dio Rafa a Verónica, que a ella le rondaba por la cabeza sin creerse todavía que lo que había visto hubiese ocurrido realmente, y mirándolos de forma obsesiva, viendo como se miraban con embeleso y los arrumacos que le hacía Rafa, quedó más que convencida que le había perdido sin llegar a tenerlo. Abraham como era tan buenazo, ajeno a lo que le podía pasar a Viola al verla con ese semblante de tristeza que tenía en ese momento, cariñosamente le preguntó: -¿Te pasa algo, parece que tienes mala cara? Y en vez de agradecer la pregunta que le hizo con ánimo de ayudarle, descargó su 68


ira con el primero que se dirigió a ella diciendo: -Métete en tus asuntos. ¿Acaso pretendes que haga una confesión pública? Los demás la miraban sin decir palabra, y el pobre Abraham se recriminaba el haberle preguntado diciéndose: -La he disgustado, pobre, se ve que tiene un mal día. Sin embargo, Álvaro que no le quitaba ojo y había escuchado la desagradable contestación que dio a su amigo, le dijo: -Eres una mal educada. Y para que aquello no se convirtiera en una discusión, con su flema de inglés dijo Christian interviniendo entre los dos, y mirando mayormente a Álvaro: -No sigas por ese camino, que después seguro que os vais a arrepentir de decir a sangre caliente alguna barbaridad. Cristián le quería recordar su anterior error, y Álvaro comprendió enseguida que es lo que quería decirle, que no repitiera algo parecido como el mal paso que había dado con Abraham. En el ambiente reinaba la tensión y el silencio, nadie sabía que decir, había una confusión general, y para que aquello volviera a la normalidad iba a costar. Nada más que Verónica sabía por qué estaba así de desquiciada y respondona su amiga Viola, pero estando ella delante no era el momento de explicarle a los demás lo que estaba ocurriendo para que su amiga pareciera que estaba con la espada desenvainada dispuesta a desahogarse arremetiendo con cualquiera, aunque no tuviese la mínima culpa de su enojo y desencanto al ver que Rafa quería a Verónica, y viéndolos juntos y él cogiendo por los hombros a su amada, no pudiéndolo resistir, Viola llena de celos dio un coletazo y se fue sin más. Al marcharse Viola como alma que lleva el diablo, los demás se fueron relajando, la verdad es que sabían que tenía sus rarezas, pero aquel día seguro que algo gordo le hubo de ocurrir para que le afectara de ese modo e incurrir en aquel comportamiento. Y Verónica era la que peor lo había pasado viendo el descontrol de su amiga, y hasta se sentía en parte culpable, puesto que ella sabía de dónde vino aquella situación y cuando Rafa preguntó: -¿Alguno sabe lo que le pasa a Viola? Y no con ánimo de chismorrear sobre ello, al igual que Abraham lo hacía con la mejor intención, para conociendo la causa tal vez le podrían ayudar en la medida de lo posible. Verónica entonces creyó oportuno hablar ella de lo ocurrido entre las dos poco antes de que ellos llegaran. Y de forma concisa y clara les explicó la confesión que Viola le había hecho diciendo lo mucho que le gustaba Rafa, y que tenía intención de hacérselo notar haciendo cualquier cosa para llamar su atención, y además todo lo dijo con rotundidad segura de ella para conseguirlo confiando como dijo de forma textual 69


en sus armas de mujer. -A mí me sorprendió aquella locura de amor que hasta entonces desconocía, y queriendo yo también al mismo hombre me temí que en cualquier momento iban a saltar chispas. Yo os digo que en esos momentos pasé mis apuros, sin saber que decir ni hacer, si hablarle de lo que había entre Rafa y yo, o mejor callar para ver si ocurría cualquier cosa fortuita para que se enterara, tal y como ha pasado. No os podéis dar una idea de cómo el bonito beso de Rafa en vez de saborear sus mieles yo sufría mirándola de reojo y dándome lástima por si sufría ella, y por un momento me sentí hasta culpable, menos mal que ese aturdimiento se me pasó pronto y reflexionando me dije: ¿culpable yo de qué? Qué tontería si lo mismo Rafa que yo estábamos en perfecto derecho de querernos sin tener que darle cuentas a nadie ¿no lo veis también vosotros así? Y todos dijeron uno tras otro casi lo mismo, como por ejemplo: -Tenéis todo el derecho del mundo a quereros sin tener que dar cuentas a nadie -dijo Abraham. -Y notificar que teníais una relación lo mismo, cuando los dos que sois los interesados lo habéis creído oportuno -dijo Cristian -O sencillamente cuando os ha dado la gana, qué narices. Se creerá Viola que por su belleza puede elegir a quien se le antoje, pero resulta que con Verónica ha dado en piedra, no sólo es igual o más hermosa que ella tiene otros valores que la superan en mucho a la alocada Barbie -añadió Álvaro. -Vaya, vaya -dijo Rafa bromeando- no sabía yo que estaba tan solicitado, si me sale alguna pretendiente más, os las puedo ir cediendo a los solteros, porque yo con mi adorada Verónica, tengo más que suficiente. Con aquella divertida ocurrencia de Rafa todos reían, por fin las cosas volvían a la normalidad, y los tres chicos, mirando a la parejita sentían envidia sana. Comieron en el campus juntos los cinco, unidos y felices, menos la de la espantada. Al llegar la tarde viendo que Viola no había acudido a comer, Verónica se figuró que seguía con el enfado, y cuando se reunió con ella en la habitación se la encontró tirada en el sofá que compartían siempre para ver su programa favorito de la televisión, pero Viola ni siquiera hizo acción de moverse para dejarle el sitio que le correspondía, con esa forma de comportarse tan pasota, lo que quería es demostrarle que la batalla que empezó en el campus todavía no había terminado, y esperaba dentro de esa tregua que Verónica abriese la boca para enseguida echársele encima como al final lo consiguió, y eso que la otra en vez de reclamar su sitio en el sofá paso de ver la tele y se sentó de espaldas a ella y en su escritorio empezó a ordenar papeles sin atreverse siquiera a decirle que bajara algo el volumen, que a mal hacer Viola lo había subido para fastidiarla y no dejar que se pudiera aclarar en el trabajo que intentaba hacer, diciéndole además con guasa y recochineo: 70


-No son horas de estudio, no te vas a poder entender, debemos de seguir en todo el horario acordado. Que hiciese por fastidiarla ya era desagradable para Verónica, pero que además usase ese tono irónico fue como darle una punzada que le hizo saltar. -Hasta aquí hemos llegado, la prudencia tiene un límite. Es la hora en la que nos sentamos frente al televisor compartiendo el sofá, he venido justo a tiempo cuando salía el rótulo del programa y tú, ni siquiera te has movido para dejarme mi sitio y yo, tonta de mi por no provocar una discusión porque te había visto venir, he dado la espalda al televisor y para no parecer un espantajo que no sabía qué hacer, con la mejor voluntad he intentado trabajar con los apuntes y tú con esa mala intención has dejado el sonido tan alto como el carrusel de una feria. ¿Lo buscabas? Pues ya me tienes en pie de guerra, ahora dime lo que sigue en tu plan para que yo te siga el juego, porque has de saber que no tengo ningún inconveniente de que pongamos las cartas sobre la mesa, pero te advierto de antemano que conmigo llevas las de perder, porque la razón de la fuerza, no creas que soy de esas que se dejan pisar el terreno. Con enfado dijo Viola: -Yo lo único que quiero que reconozcas es que bajo cuerda me has quitado a Rafa y eso no te lo perdono, pues todavía no ha nacido la que me puede levantar un novio. -Un supuesto novio que no ha existido más que en tu calenturienta imaginación. -Veo que es inútil querer hacerte entrar en razón –dijo Verónica- estás empecinada con tu idea absurda de que podías conquistar a Rafa, o peor aún que ya lo habías conseguido, y aun cuando has visto lo que había entre él y yo, te niegas a creerlo o mejor dicho a aceptarlo, porque verlo hasta un ciego lo podía ver. No sé qué puedes tramar contra nosotros, pero piensa un poco que sabiendo que no vas a conseguir nada de lo que pretendías ¿por qué no aceptas los hechos, y que sigamos manteniendo nuestra amistad? -Lo que menos me hace falta es continuar la amistad con alguien que me ha traicionado, y no tengo nada más que decir, de aquí en adelante ya sabes haz como yo, olvídate de que fuimos amigas. En ese preciso momento sonó el móvil de Rafa llamando a Verónica, Viola estaba atenta para ver qué podía deducir de lo que oyera cuando su amiga le contestara, y Verónica se dio cuenta habló alto, y claro a ella le vino muy bien aquella oportuna llamada para que sin dirigirse a Viola cuando escuchase lo que le decía a Rafa ella se diese por enterada y escuchó. -No, no, no te preocupes estoy bien, sí desde luego ha sido duro, y lo peor es que no se han arreglado las cosas, aunque yo le he puesto la mejor intención y tal como está la situación, veo que es imposible seguir juntas compartiendo habitación, tanto es así, que desde aquí me iré a solicitar un cambio de compañera. En ese tiempo en que Verónica estuvo callada escuchando lo que Rafa le decía, se 71


atrevió a girarse, y miraba frente a frente a la que hasta entonces había sido su compañera después de esa pausada mirada, volvió a darle la espalda diciéndole a Rafa: -Yo ya hice cuanto he podido, y llegué donde ella me obligó, por lo tanto no me puede pesar la solución que he tomado - otra pausa y continuó - de acuerdo nos juntaremos allí si es que te empeñas en acompañarme, te aseguro que estoy bien, hasta ahora, voy para allá. Verónica como sabía que Viola había escuchado su decisión, pudo evitar el mal trago de tener que recabar en ello, y se limitó a decir: -Bueno, visto lo visto que no hay nada que hacer, me voy a solicitar un cambio de habitación, y en cuanto me lo den vendré a recoger todas mis cosas, cuando te vea por ahí te pienso por lo menos saludar, tú puedes hacer lo que quieras y tener mejor o peor recuerdo de mí, yo siempre haré por conservar la parte buena que vivimos juntas, casi como hermanas. Al acabar de decir esto se notó que estaba demasiado emocionada, casi a punto de romper a llorar, y para evitar que eso ocurriera, ya viendo a la otra, sería y firme como una estatua de piedra, ni la abrazó, ni la besó, y salió rápidamente de allí. Claro que Viola se daba perfectamente cuenta de lo mucho que perdía, no era sólo a Verónica y a Rafa, con eso iban unidas otras cosas tan bonitas e importantes como aquellos paseos por el campus los seis amigos, las comidas juntos, más el padre y el tío de Verónica los que se portaron siempre tratándola a ella, y a todos como si fuesen su familia. ¡Cuánto les debía a todos ellos! Y qué mal pago les iba a dar, y sin explicación ¿qué iban a pensar de ella? Y la que hace sólo unos minutos, parecía un bloque de hielo en vez de un ser humano ahora a solas, se quitaba la careta, aquel hielo se derretían convirtiéndose en un torrente de lágrimas, por otra parte, pensaba que había hecho lo mejor para todos, porque su presencia podía ser molesta al haber cambiado así las cosas. Y ella lo iba a pasar muy mal, porque no estaba solo despechada estaba por primera vez verdaderamente enamorada, y no quería, no podía estar cerca de Rafa. Y se dio cuenta que se había comportado de manera frívola y maleducada y se avergonzó de sí misma, porque podía haber hecho lo mismo pero de otra manera, pero no había vuelta atrás, y tenía que hacer frente, para seguir con su vida dándole un nuevo giro, nuevos amigos buscando la forma de no enemistarse con nadie más, porque no solamente hizo sufrir a otros, ella también lo padeció en carne propia, y no quería que jamás se repitiera algo así. Y dándole vueltas, y más vueltas, a lo mismo, se dijo: -Algo sí que puedo hacer todavía, voy a mandarle un mensaje ahora mismo a los demás compañeros del grupo, para pedirles disculpas por haber descargado mi mal humor con ellos y marcharme de aquella manera tan grosera, y explicarles que no asistiré a los paseos junto con ellos, para evitar el tener cerca a la pareja ellos lo iban a pasar mal, y yo peor, pero para mí van a seguir siendo los mismos aunque reconozco que haya perdido puntos, y todos los demás puede que ya no me vean del mismo 72


modo incluso ya no sigan dándome un cordial trato no me lamentaré lo aceptaré como justo castigo. Y les rogaré diciendo, por favor comprenderme, y perdonarme y cuando me encuentre con cualquiera de vosotros si es que no vais con Verónica y Rafa, si me acerco a hablaros como es mi intención, no me rechacéis, voy a necesitar más que nunca de vuestro apoyo y vuestros consejos, estoy acostumbrada a nuestra convivencia y aunque si tengo algo de suerte y consigo que me acepten en otro grupo, los que fuisteis los primeros seguiréis siendo los mejores, con vosotros me abrí camino la primera vez que llegué a este mundo nuevo de la Universidad y os sigo queriendo como siempre y os estaré eternamente agradecida por todo. Y como el mundo no es una balsa de aceite, en él pasan cosas como ocurrió en el grupo de nuestros jóvenes que sabéis que entre algunos de ellos también hubieron desavenencias. Pero si os fijáis os podéis dar cuenta que los que a la ligera, consideramos que eran malos al final no son tan malos, como puede que los buenos no sean tan buenos, porque el bien y el mal es algo que todos llevamos dentro, y en una situación determinada aflora saliendo al exterior, lo uno, o lo otro, porque el ser humano no es perfecto.

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CAPÍTULO 8 También en el bufete de Enrique entre dos de ellos se estaba creando un mal ambiente concretamente entre su hermano y Julián el abogado español que lo había colocado allí porque era paisano aunque últimamente le tenía disgustado, se notaba que tenía celos de Alejandro, por ser más inteligente, y aún que sin ánimo de competencia ni proponérselo trabajaba con mejores resultados que él, y le ganaba terreno de forma notable y a Julián aquello le desquiciaba y le decía que no era mejor sólo el favorito y hermano del jefe que eso lo dice todo, y que dejara de querer lucirse con su trabajo que no era para tanto. Y como ya no podía más le dijo a Enrique. Quiero pedirte un favor porque estoy decidido a dejar el bufete e irme a establecer en nuestra tierra de la que no debí salir. Para poner allí el despacho, si me alquilaras el tuyo, que mi familia me ha dicho que desde que te viniste se ha mantenido cerrado, tu mejor que nadie sabe lo difícil que lo voy a tener para empezar, y si me lo alquilaras por un precio módico podría ayudarme en parte a salir adelante y yo te lo agradecería de corazón. Después de escuchar el propósito que Julián quería marcharse, le dio lástima la humildad con que le pedía aquel favor, y como él además de nadar en abundancia era generoso, dándole una palmadita cariñosa en la espalda le confirmó que el trato estaba hecho, y además en el contrato de alquiler que iban a firmar haría constar que el primer año no le cobraría alquiler alguno y que además, a pesar de no ser un despido sino que él dejaba el bufete por propia voluntad, te voy a pagar la misma cantidad que se debería dar en una indemnización. Y te deseo que todo te vaya bien, y puedas abrirte paso. Julián, agradecido y emocionado lo abrazó de forma entrañable, y luego a Alejandro, y excusándose con él dijo: -Perdonad mi comportamiento porque a veces ha dejado mucho que desear -y se marchó confiado y feliz. Cuando se quedaron los dos hermanos a solas Alejandro dijo: -Estoy contento por no haberme enfrentado con él en algún momento de esos que descargó su rabia contra mí, ahora me doy cuenta que más que celos o envidia podía ser angustia y desesperación por lo mal que le iban las cosas. ¡Pobre Julián! -Dentro de su mala racha es un hombre con suerte volviendo a su tierra, a su casa, 74


y sobre todo tiene una familia que le quiere, y le recibirá con los brazos abiertos, y esa es la mayor fortuna que puede tener un hombre.-comentó Enrique. Dicho esto, con cierta melancolía, su hermano le salió al paso intentando darle ánimo y esperanza diciendo que él también podía llegar a tiempo todavía de alcanzar lo que tanto deseaba, que Rafa fuera su hijo, y que su madre se diera cuenta de lo mucho que la quería y sin prolongar más la larga espera llegara a terminar todo felizmente. -Cuenta que todos estamos de tu parte, y te ayudaremos para que Eloísa se desahogue hablando de aquello que con el tiempo le ha ido dañando más que una herida enconada, para que sane y salga de ese trance que la confunde. De sobra sabes que también Rafa lo tienes de tu parte porque te ha demostrado el cariño que te tiene, y la abuela, esa Manuela fuerte y brava como un miura si se lo pedimos le planta cara a su hija. Y le dice ya está bien, hay que hacer el amor y no la guerra, y ante ese poderío Eloísa le hace caso, vaya si se lo hace. Y los dos se reían de semejante ocurrencia, y hablando de tu futura familia dijo Alejandro con cierta ironía a su hermano: -¿Te das cuenta que Rafa es un arma de dos filos para mí y para Verónica? Si fuera cierto que los dos están enamorados, y se comprueba que son primos hermanos, no olvidemos los problemas que implica si se empeñaran en casarse. Yo por si es así, para evitarlo, le pediría a mi hija que nos quedáramos los dos en España, en nuestra casa y que acabará su carrera sin volver a esa universidad, ya sé que OXFORD es la mejor, pero algo habría que sacrificar, y Rafa se vuelva contigo, y si tienes suerte como espero te lo llevarás ya como hijo. -Tal vez fuese una solución –dijo Enrique- los muchachos son jóvenes y separándose tal vez se olviden y encuentren un nuevo amor. La distancia puede ser nuestra aliada. En esa separación pueden ocurrir muchas cosas, porque el mundo cambia y las circunstancias también. Hay que tener fe y no ser catastrofistas. Total, queda menos de un mes para volver a España, soñemos con disfrutar estas vacaciones y que van a ser muy especiales, no anunciemos males con absurdos presagios. Iban transcurriendo los días y sus vidas se enredaban cada vez más como ovillos de lana en manos de un gato. Después de que Viola hubiera hecho las paces con sus compañeros, pensó que ya era hora de pedir perdón a Rafa y a Verónica. Había reflexionado dándose cuenta que ellos no tenían la culpa de haberse enamorado, y que nadie le había quitado a Rafa como ya se lo quiso hacer ver su amiga Verónica, y ella en aquel momento ofuscada y enrabietada no lo reconoció. Y mira por donde dio la casualidad de encontrarse por el campus con Rafa, y en un arrebato se acercó a él pensando que tenía que empezar por uno, y ahora se le brindaba la ocasión de hablar con él. Con cierto miedo por si Rafa la intentaba esquivar aceleró el paso hasta abordarlo diciendo: -Vengo sólo para pedirte disculpas, siento que no esté Verónica también para ha75


cerlo a la vez pero al verte me he creído en la obligación de aprovechar porque mi conciencia no está tranquila, y quiero solucionar esto cuanto antes. Y le fue hablando de cuánto lamentaba el haber sido tan poco razonable con los dos, sobre todo con Verónica, la cual con calma, sin reproches, en aquel mismo día quiso aclarar las cosas con ella. -Si quisieras adelantarle a Verónica algo de lo que te he hablado me daría esa seguridad que me falta, contigo ha sido distinto porque aquel día no hubo ese enfrentamiento verbal como con ella, en lo que yo me pasé. Estoy deseando de encontrarme con Verónica, desde que salió por la puerta de nuestra habitación ambas sabíamos que ya no iba a volver y ya la empecé a echar de menos, éramos más que amigas, como hermanas, y eso tan bonito yo lo tiré por la borda, si ella ahora ya no quiere compartir nada conmigo, lo entenderé, pero sí al menos nos pudiéramos ver, y reunir como antes lo hacíamos todo el grupo además de hacerme muy feliz tendría la tranquilidad de que todo no está perdido. Sería un bonito gesto por vuestra parte aunque yo no lo merezca que de algún modo me abrierais un pequeño resquicio de la puerta de la amistad que yo cerré de un portazo, dejándome paso y de nuevo hacerme un huequecito en aquel bonito grupo de amigos del que aunque tarde ahora me doy cuenta la importancia que tuvo en nuestras vidas, y los valores morales que en él se atesoraban, como aquella hermandad, y complicidad de un círculo de amigos que parecía irrompible al que yo partí de un hachazo, destruyéndolo, y como justo castigo yo soy el único miembro, que ha quedado fuera, y ahora humildemente os suplico a todos que al menos me deis unas migaja de aquello que inconscientemente dejé que se perdiese. Sé que he sido dominante, egoísta y caprichosa pero de los errores también se aprende, y por muchos años que pasen creo que éste ha sido y será el mayor error de mi vida, porque reconozco que en aquella ocasión yo me pasé tres pueblos. Gracias a Dios que he madurado he cambiado mucho, ya no finjo diciendo lo que me conviene, ni digo lo contrario de lo que pienso. Estoy intentando de ser auténtica, legal con mis compañeros y entrañables amigos. ¿Sabes lo que más me dolería? Es que Verónica sin ser culpable de nada haya sufrido mucho por mi culpa, sobre todo aquel día que llena de rabia, y también odio me lance con insultos contra ella, me duele lo que dije y el haberla perdido, añorando su compañía. Se nos pasaba el tiempo, hablando de todo, de estudios, de moda, de amigos, de forma que a veces se nos iba el santo al cielo y perdíamos horas de sueño, pero no nos importaba porque había ocurrido por estar tan a gusto, y en menos tiempo de descanso al acostarnos recuperábamos fuerzas, con un sueño relajado y plácido. Yo ahora duermo mal, al estar terminando el curso, no hay ingresos, y no me han puesto ninguna compañera, y en ese continuo silencio sin tener con quién hablar mi habitación ya no parece la misma, me siento como aprisionada entre sus paredes y el techo se me viene encima en horas que nunca acaban. No te hablo así, ni exagerando, ni queriendo dar lástima. No quisiera que nadie me 76


compadeciera, pero tampoco que me ignoren. Cuando acabó de decir aquella sentida frase, se la notaba rota por dentro y como un lapsus tormentoso y en un segundo se encontró tan mal y desconcertada que era incapaz de seguir ni andando ni menos aun hablando. Tenía que hacer un último esfuerzo a ver si encontraba las palabras adecuadas para despedirse, aquel era el peor momento, no podía hablar, no quería llorar, y llegó a un punto en el que ya no pudo contener el llanto y por más que lo quiso ocultar, le traicionó el rímel de sus largas pestañas, se le había corrido, y mezclado con las lágrimas escapaban por debajo de las gafas de sol resbalando después por sus mejillas, como perlas negras. Los dos se mantenían callados. A veces los silencios dicen más que las palabras, y Rafa comprendiendo el mal rato que Viola estaba pasando, pensó que aquella situación debía de acabar cuanto antes. Y por lástima y queriéndole infundir ánimo la abrazo de manera entrañable, mientras le decía: -Ya está bien, no quiero verte así, verás como todo se resuelve, y las aguas vuelven a su cauce, yo hablaré con Verónica, y seguro que cuando os encontréis no habrá rechazo por su parte. -Muchas gracias Rafa, por lo menos ahora me iré más tranquila, tus palabras me han reconfortado y veo que no me guardas rencor. Pero a veces donde menos te piensas salta la liebre. Mientras ellos se despedían cordialmente de forma tan expresiva y humana, Verónica les había visto de lejos, y por un espontáneo reflejo se escondió detrás de un frondoso arbusto para observarles. Ya os podéis figurar como aquella visión la dejó descolocada, y lo peor es que después de aquel abrazo vino otro, que ella interpretó, que el primero les había gustado tanto que repetían, y nada más lejos de eso, lo que ocurrió, es que como aún mantenían los brazos entrelazados de forma que estando frente a frente, Rafa al observarla se dio cuenta que estaba temblando, los nervios tan tensos le habían jugado al final una mala pasada. Y Rafa se compadecía de ella viéndola como a una niña pequeña y desamparada y como la estaba tratando. Verónica ya no quiso ver nada más y salió corriendo. En aquel momento es cuando Rafa se dio cuenta de que estaba allí y salió tras de ella, pero ya no la pudo alcanzar, había demasiada gente en el campus y entremezclada con ellos desapareció, quedando Rafa muy preocupado por aquella reacción. -Sabe Dios lo que se habrá pensado si nos ha visto despedirnos. Yo que la estaba esperando como habíamos quedado para ir a ver a Alejandro y Enrique, ya no sé dónde buscarla, ni que hacer, a no ser que me vaya hacia allí, tal vez con el enfado haya ido a refugiarse en su padre lo mejor será que yo también acuda sin demorar más tiempo para aclararlo todo antes de que se enreden las cosas. Al llegar Rafa y ver que Verónica no estaba aprovechó para dar la explicación de lo que acababa de ocurrir en el campus y el supuesto malentendido que seguro había 77


provocado una inocente despedida. Enrique escuchaba atentamente mientras deducía, por lo que había contado, que cierto era lo que su hermano y él pensaban que había algo entre su sobrina y Rafa, y dirigiéndose a él le dijo: -Hijo, en buen lío te has metido, todas las mujeres son muy celosas, y con motivo justificado o sin él, es lo mismo, el caso es que te ha pillado de esa cariñosa forma con Viola, y mucho me temo que ahora te va a ser difícil de convencerla de que todo era tan inocente, si aparece por aquí para desahogarse con nosotros da por hecho que te echaré una mano, para que se avenga a razones, porque yo sí creo que la quieres, y la respetas, y que eres incapaz de engañarla ni con su amiga ni con ninguna otra. Y seguro que mi hermano piensa lo mismo. -Yo francamente prefiero no opinar de algo que no he visto, ahora lo que me preocupa es cómo le habrá afectado a mi hija, que por cierto de no ocurrir algo así, no sé si nos hubiésemos enterado de vuestros amoríos porque hasta ahora no nos habéis dicho nada de si sois novios, o pareja, y si tú me confirmas que es así, te confieso que no me gustaría que os precipitarais. Verónica es demasiado joven, mi consejo es que lo dejéis por ahora durante un tiempo, eso sería lo más prudente. ¿Por qué no seguir como al principio? Nada de pareja, unidos con los demás en el grupo. A Rafa esa forma tan despectiva de hablarle, no le gustó nada, y le dio un quebradero de cabeza pensar por qué había cambiado tanto al dirigirse a él ésta última vez. ¿A dónde había ido a parar aquel cordial trato con el que acostumbraba a recibirle? Acaso dudaba de si le era fiel a Verónica, o pensaba, si se traía un lío con Viola. La primera intención que tuvo al escucharle fue enfrentarse a Alejandro, primero aclarando todo tipo de dudas que pudiera tener sobre sí respetaba a su hija, poniendo mucho de su parte para no perder la calma, y después si, darle rienda suelta a su enfado, y ponerle cara de enojo para acabar diciendo alto y claro; que él no era un títere al que se pudiera manejar como una marioneta, y que le sobraba edad y hombría para saber lo que quería y lo que hacía. Y en cuanto a su hija que no fuera tan egoísta queriéndola acaparar para él solo, con la excusa de que era demasiado joven; pues tenía ya la edad y la madurez para enamorarse, y amar a quien quisiera. Pero se contuvo por el respeto que hasta ahora le había tenido, y lo mucho que le debía a él y a su hermano y él que precisamente estuviese en esa casa donde siempre fue bien recibido y obligaba a tener compostura. Y pensando que no era el sitio ni el modo de solucionar aquel trato tan déspota con un enfrentamiento verbal optó por una retirada a tiempo, y así tal vez aquella especie de rechazo, se quedaba en nada, y quién sabe si incluso si reflexionaba y después hasta le pedía disculpas. Ahora lo que le interesaba era salir cuanto antes para buscar a Verónica y así se lo dijo a los dos con el mismo tono cordial para Enrique que para Alejandro, no quería que éste comprobara el enojo que le había causado, y que su estima por él había decaído. -Me voy a buscar a Verónica y hasta que no la encuentre no pararé, en cuanto sepa 78


algo os lo comunicaré -se despidió Rafa. En cuanto salió de allí Enrique le dijo a su hermano: -No entiendo la forma en que has tratado a Rafa. Siempre te había parecido bien el muchacho, hasta el punto de ser tú el que lo trajo, contigo para ingresar en OXFORD, y después de como siempre te has portado con él, ahora le has hablado en un tono tan desagradable e imprudente que casi no lo puedo creer. Ni siquiera un padre le correspondería hacerlo con esa suprema autoridad, y esto lo digo por Verónica no se te ocurra dirigirte a tu hija de igual modo, así no se hacen las cosas, yo sé muy bien por donde vas y lo que pretendes. Aprovechar el enfado para que no se reconcilien ya, por lo mucho que te preocupa que sean primos. -Claro que esa es mi intención, el distanciarlos por lo menos hasta que se sepa si Rafa es tú hijo. ¿Acaso a ti no te preocupa las consecuencias? Que si fuese así, la tragedia que podría acarrear esta pareja. Esto ya lo hemos hablado, no sé cómo tu parece que ya no tengas temores ni pongas reparos. -Será mejor Alejandro que lo dejemos así, no vaya a ser que nosotros dos ahora que se ha ido Rafa educadamente sin encararse contigo no enzarcemos los hermanos. Vamos a cambiar de tema porque quiero hablar de Julián, que según las noticias que me llegan, está teniendo mucho éxito con su bufete. Parece que le viene muy bien el tenerlo en el sitio que yo lo tuve. -Pues mira me alegro por él, y más aún por su familia, que antes dependía del sueldo que les mandaba bien sustancioso que recibía de tu generosa mano, y de no haberle ido allí bien no sé de qué iban a vivir sus hijos, yo no guardo rencor por las rarezas que a veces tuvo conmigo, y le deseo lo mejor. -Eso está muy bien, pero yo no estoy conforme ni tú lo estarás tampoco, con que este éxito ha hecho mella en tu bufete, y si se tratara de ganancias y pérdidas es lo de menos tanto dinero como ganas en el trabajo de aquí, no iba a hacerte padecer. Lo que sí te va a doler es que un muchacho tan inteligente como me decías que es tu joven abogado que dejaste al cargo para seguir llevándolo se esté viniendo abajo su reputación de buen letrado porque Julián se está llevando todos los casos, y mira que he dicho llevando y no ganando porque pierde más que gana pero el caso es que él cobra su trabajo. ¿Qué ha pasado para que la gente busque para sus pleitos a los abogados de mi viejo despacho en vez de tu bufete? -Pues no tengo la menor idea, espero que cuando vayamos lo podamos aclarar, porque algo tiene que ser lo que hace que fluya el personal en esa dirección, porque en este tipo de milagros yo no creo. -Cuando yo estaba allí, llevaba la dirección del bufete y no dábamos abasto de tanto trabajo que parecía que nos llovía caído del cielo. Pero como tú sabes yo tenía que atender muchas cosas más, y sólo me daba una vuelta de vez en cuando; el peso de todo recaía en Ramón, mi joven letrado, que sabe más de leyes que los que las hacen. 79


Nos venían de los pueblos inmediatos directamente, a veces pasando por delante de otros bufetes pero seguían hasta nosotros, y ganábamos casi todos los casos. No me explico este desastre de ahora por falta de clientes, teniendo los mismos empleados; Mi dinámico e inteligente Ramón, el segundo abogado también de los mejores que pueda haber licenciado por CAMBRIDGE, un procurador con tanta experiencia que sabe más que muchos abogados y un secretario muy eficiente. Y contra nosotros nunca pudo la competencia. -Siento Alejandro el habértelo dicho hoy, después de un disgusto, te he soltado el siguiente con esta mala noticia, pero me creí en la obligación de decírtelo por si tú quieres ir a solucionarlo in situ, porque es allí donde podrás encontrar el motivo. Sepas que por mí no hay inconveniente si quieres adelantar el viaje de vacaciones, y nos esperas allí a que vayamos los demás. -¿Y ahora que sólo quedaba yo de habla hispana cómo te las van a arreglar si viene un cliente de nuestro idioma? -¿Acaso hablo en Chino? Si tengo que coger el caso pues lo hago y para ayudarme a solucionarlo puedo echar mano del equipo. Tú vete tranquilo que aquí no va haber ningún problema. -En ese caso creo que me debo ir, más que nada por Ramón que aunque es muy joven, se estaba labrando una buena reputación, porque él sí que ganaba el noventa por ciento de los casos, y me imagino cómo estará de afectado por qué no sé qué es peor, quien pierde varios juicios, o quien no tiene a quien pueda representar, sabiendo que puede ganarlos. -Pues tienes mucha razón, y mira lo que te digo, aparte de lo que te atañe por ayudar a Ramón, y los demás componentes del bufete, también pesa el orgullo profesional, no te puedes dejar quitar ningún juicio por un abogado de poca monta como sabemos que es Julián. -En ese caso ya está decidido, mañana mismo cojo el vuelo para España, y ya veremos que me aguarda en Jerez, como bien dices no es por el vil mental sino por la saga de abogados de nuestra estirpe.

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CAPÍTULO 9 Ya en vuelo rumbo a España se le hacía más largo el viaje de vuelta que cuando fueron a Inglaterra los cuatro juntos, era más bonito y ameno ir rodeado de esa juventud llenos de alegría y ánimo, ahora en cambio, en el asiento de al lado iba un señor metido en años y en kilos que desde que se sentó buscando la postura más cómoda, en menos que canta un gallo, se quedó totalmente dormido, empezando al unísono con el ronquido y un resoplido como un fuelle de fragua, y a medida que fue haciendo calentamiento como los deportistas fue a más, y aquello ya era imparable. Alejandro se removían en su asiento, no buscando postura de acomodo como el otro, a él, lo que le ocurría, es que tenía ya los nervios destrozados y no podía estarse quieto, tal vez dicho así parezca una exageración pero a nadie que le pase; porque si en vez de en pleno vuelo, ocurre algo así en un cine, la cosa cambiaría, por mucho que te guste la película, te sales a medio de la sala, y por lo menos no aguantas ese suplicio. En el avión, como no te encierres en el váter, o lo tomas a broma, y haces que te divierta y divierta a los demás haciendo una imitación y burla de él como un payaso, o te muerdes las uñas y te tiras de los pelos para desahogarte, no es posible hacer nada para que pare. Y tienes que aguantar, y esperar un imprevisto que haga que se despierte milagrosamente. Por fin parecía que iba a tener suerte, la azafata empezaba a andar por el pasillo como de costumbre preguntando: quieren algo los señores, cuando se paró para decírselo a Alejandro lo vio vencido tan al pasillo que le sobraba la mitad del asiento, pero no le preguntó por la retorcida postura se dio perfecta cuenta que buscaba alejarse lo más posible de aquel molesto individuo. Mirando al resignado pasajero sólo movió hacia un lado la cabeza haciendo una mueca que era como decirle: “Pobre, hay que ver lo que te ha tocado”, y cuando le preguntó cómo a todos si quería algo, Alejandro con esa miaja de guasa que tienen los andaluces contestó: “puesto de pedir, yo pediría un paracaídas, porque no sé si voy a poder terminar el vuelo o me voy a tirar del avión”. La azafata, agudizando el ingenio le dijo: -No se preocupe, esto lo arreglo yo, sálgase usted al pasillo. Y cogiendo aquel sonoro durmiente por los hombros lo zarandeó gritándole: -Señor, señor, le apetece algo, un licor, un coñac. Aquello que dijo parecían ser las palabras mágicas y abriendo los ojos como platos, 82


decía y repetía tan contento: -Sí, sí claro me tomé tres copas de coñac antes de subir al avión. Me da mucho miedo volar, y no me vendrá mal una más para ver si así no me entero de nada, y me duermo de un tirón hasta que aterrice. La azafata siguió haciendo el recorrido, pues ya no estaba en su mano hacer nada más; y el otro de un trago se debió su copa, y lo mismo que un bebé cuando se toma el biberón; se volvió a dormir profundamente. Alejandro, ya desesperado, le hizo una seña a la azafata que acudió atenta otra vez: -Mira niña te agradezco lo de antes, pero ya ves a este no hay quien lo callé, ahora está como el coche, con el depósito lleno, en vez de gasolina, de coñac y seguro que ya no para él lo que le queda de trayecto, y yo ya no respondo de mis actos, porque me están entrando unas ganas de ajustarle la corbata pero bien amarradita para ver si así se le ahoga el ronquido en la garganta, o se queda sin resuello. -Cálmese por favor que creo que tengo otra solución. No sé si le va a gustar, como ve, aquí no queda ningún asiento libre, pero en pasaje turista sí queda uno que no se vendió. Como sabe hay una notable diferencia de confort, si quiere le acompaño para que haga el cambio. Lo comprendo, he visto que al final hasta yendo amarrado con el cinturón se habría de piernas invadiendo su espacio. -Y más aún hasta llegó a apoyar la cabeza en mi hombro estirando el cuello como un avestruz hasta conseguirlo. Vamos enseguida para allá que comparado con esto allí voy a estar en la gloria. Fueron con el equipaje en mano recorriendo el pasillo hasta llegar al último de la fila y Alejandro dijo como un suspiro: -Mira esto está muy bien, a esta distancia sí hay suerte, a lo mejor no se oye del ronquido ni el eco. -Me alegra que este cambio haya sido acertado, me voy ya más tranquila. Cuando la azafata se fue, Alejandro se dirigió a una señora que ocupaba el asiento contiguo y antes de sentarse hizo una leve inclinación de cabeza saludándola y después ocupó su asiento no sin antes haberse fijado en ella, y pensaba, a esta señora tan elegante y bien parecida, yo creo que ya la he visto en otra ocasión, pero se mantuvo callado porque vio que ella tenía un catálogo de joyas el cual miraba atentamente de ese modo él pensó que no era oportuno hablarle, al cabo de unos minutos la señora sin soltar la revista, tal y como la tenía abierta la dejó posar sobre su regazo. Alejandro que la observaba pensó que tampoco ahora le parecía adecuado dirigirse ella, pues al no haberla cerrado signo inequívoco de que ya no le interesaba seguir con aquello que la ocupaba, no sabía que era lo correcto, y como respuesta a sus pensamientos, en ese mismo instante la bella señora mirándolo frente a frente cerró a la vez de un golpe airoso aquella revista o catálogo de alta joyería y a continuación la guarda en su bolso mientras le decía: 83


-A usted le conozco, sé que somos los dos de Jerez, incluso estuve en el sepelio de su esposa. -Aquel día apenas me enteré de quien asistió; pero si no de aquella penosa vez, yo sé que la conozco. Por eso la he estado mirando con insistencia, quería recordar dónde y porqué nos hemos visto pero no lo consigo. -Verá como cuando yo le cuente cae enseguida: hace poco más de cinco años, yo acudí a su bufete porque puse una denuncia de robo a uno de mis empleados, y él a su vez me puso pleito por ofensa y calumnias, y usted me ganó este juicio, por lo cual le estaré siempre agradecida, porque así pude recuperar todas las joyas que eran de gran valor, al ser seleccionadas por él, como conocedor de lo que teníamos de más relevancia cogió lo mejor, algunas piezas además de valer una fortuna eran joyas con historia adquiridas de coleccionistas, si aquello no es por usted pudo ser mi ruina. -Ahora recuerdo el caso, salió en todos los medios, primero como noticia de un robo de mucha importancia, y luego como caso felizmente resuelto, si hasta creo que guardo el recorte de un periódico en el que venía una foto de usted, en la puerta de su establecimiento después de recuperar el motín, parece que estoy viendo esa fachada con lujosos escaparates que al estar iluminados a la anochecer, se podía apreciar aquel brillo y esplendor de la importante riqueza que se atesoraba en ellos. Y el artístico letrero del establecimiento que decía: LA JOYA DE LAS JOYAS. ¿La sigue usted teniendo? -No, a raíz de aquello aunque acabó bien, hasta resolverse yo sufrí y me afectó mucho, y eso me hizo recapacitar que una joyería jamás podría dejar de estar expuesta a otros robos y me deshice de ella. Ahora me dedicó a la venta por catálogo que no tiene riesgo, puesto que el pedido se sirve directamente de fábrica a cliente, y me va muy bien además puedo viajar, qué es lo que siempre me ha gustado, y antes no lo pude hacer atada a esa tienda que al no ser de artículos más corrientes a mí me quitaba el sueño, y me sentía además como en una cárcel de oro. -Mientras usted hablaba yo iba recordando el caso. Su empleado le encargó a un raterillo, que le robara algunos objetos y los componentes de una banda de delincuentes rumanos famosa por los golpes que daba y nunca los cogían aunque se sabía que hubieran sido ellos jamás los pudieron pillar. La idea de su dependiente, era adueñarse de alguna de sus cosas personales y colocarlas en su joyería, recuerdo una navaja que llevaba grabado en las cachas un nombre también un pasamontañas, en el cual se suponía que habría algún cabello que pudiera identificar al individuo, y alguna otra cosa, ya recuerdo una huella de zapatilla deportiva en un lado del talón excesivamente desgastado. Que precisamente por ser demasiadas pruebas enseguida supuse que no podían haber sido perdidas, si no colocadas por alguien para acusarles, igual que las huellas demasiado marcadas seguramente puestas las zapatillas por tu empleado. Aquella manera de planear el robo fue una verdadera chapuza de aficionado, y cuando 84


a tu dependiente ladrón le subí al estrado para declarar fue muy fácil hacer que dijera toda la verdad, él mismo se delataba con su actitud. Estaba nervioso y se contradecía a cada momento, no sé si como dependiente en tu joyería fue eficaz pero como ladrón era un verdadero desastre, pero eso resultó un juicio fácil. -No se quite ahora mérito, que yo sé que sí lo tiene, por algo lo contrate. Usted y su hermano siempre fueron los mejores letrados. -Lo que tuvo de bueno –dijo Alejandro- es que no pudimos ser rivales, que entre hermanos la competencia hubiese sido molesta y puede que hasta dolorosa. Al ser Enrique mayor que yo, terminó la carrera y se estableció enseguida. A la vez que yo estaba empezaba mi carrera. Cuando quise montar mi bufete él hacía años que se había ido a Inglaterra. -Por cierto el otro día pasé por la calle del edificio donde está el bufete de su hermano y me adentré en el portal, vi en su puerta lucir como antes la antigua pero muy hermosa placa de abogado y un artístico grabado que es un lujo, frente a ella yo estuve recreando la vista, pues por mi trabajo se apreciar algo así. -Desde esa placa que usted cita a puertas adentro te envuelve el lujo y me atrevo a decirte sobrecoge su poderío. El mobiliario es antiguo pero denota esa grandeza de mi estirpe, y no hablo con orgullo banal, sino orgullo familiar. -Tal vez se sentaron en el sillón de su despacho antepasados de dos generaciones. Ese sillón grande, ostentoso, tapizado en terciopelo rojo, que parece el trono de un rey, con su respaldo alto de forma armoniosa su rica madera tallada con la parte que más luce ese final del respaldo que acaba con un trabajado copete con el escudo de armas de la familia, las largas patas del sillón igual que las de la mesa de madera torneada llevan en las partes bajas a modo de soporte un cordón metálico con baño de oro que es como una pincelada luminosa en el oscuro color del mueble. El gran tablero macizo de la mesa de despacho donde se marca el dibujo de la madera noble y esos tres escalones que llevan tallados rodeando el canto de la mesa son dibujos de grecas romanas te hacen disfrutar de su belleza al contemplarlo, dos sillas colocadas al lado de un sofá de tres plazas todo idéntico parecido al gran sillón, y un armario de cuatro puertas del mismo estilo con recargados dibujos tallados entre ellos el perfil de dos cabezas de Guerrero con un bonito relieve llevando distintos cascos uno de ellos con un copete con dos plumas y por encima de ese histórico centro, mitad incrustado en el mueble y la otra mitad sobresaliendo de él, el escudo de armas de la familia. -Hablando tan apasionado de tus cosas, y sobre todo de los tuyos, pienso que eso es muy bonito, y que todos deberíamos recordar de vez en cuando nuestros orígenes, para así valorar más las cosas, y tenerlas en mayor estima como son nuestras tradiciones y costumbres, incluso los objetos de mayor o menor valor, pero que han pertenecido a los nuestros en un tiempo pasado, y estas cosas son como eslabones que nos unen a ellos en el presente, porque si seguimos conservando cosas de otras épocas 85


pasando de padres a hijos, generación tras generación, la vida se irá perdiendo de los seres humanos, pero la magia de mantenerse unidos con esa cadena de recuerdos hará que todos los nuestros puedan permanecer unidos y perdurar en el tiempo. -Me deleita escucharte con ese criterio propio que tienes sobre las cosas, y te diré que estoy completamente de acuerdo con tu reflexión. Y esto me ha hecho pensar en lo que antes te hable del despacho de Enrique, que lo heredó por ser el mayor como manda la tradición, antes fue de nuestro padre que era el primogénito de mi abuelo, y de ese modo si nos remontamos hacia atrás, sabe Dios hasta donde se podría llegar. Y pienso que mi hermano por ser demasiado bueno ha obrado con ligereza alquilando parte de las dependencias de esa planta baja donde él tenía su bufete, y menos mal que ese hermoso despacho que la familia conservó como una reliquia se mantendrá cerrado a cal y canto como casi todo lo que hay en esa planta baja. A Julián que es ese abogado amoral, sólo le tenía cedido como una cuarta parte de esas dependencias, fue un favor muy especial y mira el pago que están dando, ha engañado a mi hermano, y a mí no sé de qué modo me está haciendo una competencia desleal, le vino con ruegos y llantos y cuando lo consiguió empezó su manipulación. No sé cómo puede ser una persona tan mala y egoísta, se le ha regalado el primer año sin que pagar alquiler, para que durante ese tiempo él empezara a sacarle rendimiento y pudiera abrirse paso, pero su egoísmo desmedido le pedía más seguramente. -Pues mira por donde yo creo que te puedo contar algo de lo que ha podido influir, para que en ese escaso tiempo que está funcionando haya empezado una carrera vertiginosa hacia el éxito. Te cuento lo que me ocurrió hace unos días. Yo pasaba por la puerta de ese soberbio edificio y como me gusta tanto me recreen mirándolo, y como el portal estaba abierto, al darme cuenta de la placa que había al lado de la puerta con el nombre de Enrique, sabiendo por oídas que tu hermano hace muchos años se había ido a Inglaterra me entró curiosidad y me colé dentro viendo que en otra puerta interior también había otra placa más pequeña con el mismo nombre de abogado. A pesar de que mi intriga aumentaba no creí prudente llamar y preguntar, no yendo con la misión de contratar ningún servicio para ser representada. Y sin más me salí por donde había entrado, pero al llegar a casa se me ocurrió buscar datos de lo que allí había por Internet, y te voy a decir lo que ponía más, o menos. Encabezando el texto figuraba el nombre de tu hermano Enrique bien completo para que no se tenga duda con los dos apellidos y bajo de este titular como seguido el tal Julián, y verás de qué forma más enrevesada decía lo siguiente; Este es un bufete anexo al que hay en: y daba las señas completas de una dirección de Gran Bretaña y en ellas figuraba igualmente el nombre de tu hermano con apellidos bien claros luego no había confusión de que lo que quería dar a entender es que el bufete de aquí, y el de allí eran una misma cosa establecida en dos países, y por si no estaba bien claro seguía diciendo que eran dos bufetes que hacían un trabajo conjunto y que los casos de aquí siempre eran consul86


tados y asesorados por un gran equipo de los mejores abogados de allí, en total creo que daba un número de once o doce, y acababa diciendo que al ser letrados de tanta relevancia, no era aventurado decir que se garantizaba el ganar en un noventa por ciento de los casos. -Qué disparate, y que embolado se ha montado para acreditarse y alardear de una fama que no le pertenece, que no ha tenido nunca, ni la tendrá jamás. Lo que no sé es como se ha atrevido a montar semejante disparate, aunque no es nada listo nunca pensé que pudiese ser tan tonto, para incurrir en un engaño o estafa tan grave, porque además de ser todo una gran mentira, es como suplantar la persona de Enrique puesto que usa su nombre para dar a entender que trabajan juntos y eso es el gancho para atraer a clientes. Te agradezco mucho que me hayas puesto al corriente de toda la verdad que yo ignoraba totalmente, y sabe Dios el tiempo que me hubiese llevado saber el anuncio que había metido en la red en la que yo no creo que se me habría ocurrido buscar semejante cosa. El avión acababa de aterrizar, y aún se mantuvieron juntos para bajar y al despedirse lo hicieron de una manera muy afectuosa diciendo así Alejandro: -Empecé el viaje al lado de una fea durmiente que además roncaba y bufaba como un toro, para acabar después al lado de una gran señora que me ha deleitado con su compañía, y me ha dado más información que hubiese hecho un detective privado, si lo contrato. -Yo confieso que antes de llegar tú con la azafata también me estaba aburriendo por eso había echado mano del catálogo, por hacer algo, pero eso a fin de cuentas era como continuar trabajando y poco recomendable después de haber hecho ya mi jornada. El conversar contigo también me vino muy bien, como se sabe los vendedores, somos los que hablamos, el comprador sólo escucha y el repetir ofertando el producto una y otra vez, es un monólogo bastante aburrido. -Me da pena tener que separarnos -dijo Alejandro. ¿Te das cuenta que estábamos avanzando con lo que puede ser una buena amistad? Hemos empezado hablando de usted, y no sé cuándo ni quién de los dos empezó tuteando al otro, y en este momento me parece como si de tiempo tuviésemos esta natural confianza. Por lo menos vamos a darnos los teléfonos, para quedar algún día para comer. Si te parece bien. -Lo siento pero eso no me va a ser posible, como mujer casada y madre de dos chicos tengo mis obligaciones, lo único que te puedo decir es que si por casualidad nos volvemos a ver otra vez me dará alegría el poder saludarte, de nuevo lo siento pero ahora me tengo que ir, ya veo que por ahí viene mi esposo a recogerme. Y se fue sin más. Alejandro se quedó desangelado mirando hasta que se reunió con su esposo y al ver el caluroso recibimiento que él le hizo, dándole un beso de amante, sintió una rara sensación, como se suele llamar palomitas en el estómago que a él ya tiempo que no 87


le ocurría y en un momento experimentó distintos cambios desde envidia a caer en una profunda tristeza. Hacía demasiado tiempo que no hablaba así con una mujer, y aquella le había tocado su fibra sensible. Se hizo ilusiones al ver que viajaba sola y ni por un segundo se paró a pensar ni preguntar si estaba casada, se sintió más solo que nunca, y de esa forma, con aquel desencanto, caminaba como un sonámbulo hacia la parada del taxi.

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CAPÍTULO 10 Al llegar a casa, Manuela y Eloísa, a las que ya había comunicado que iba, estaban esperándole y salieron a su encuentro para recibirle. Con la alegría de verlas cambió su triste gesto, por lo menos en su casa ya no estaría solo. Después de que se fueran su hija y él, ellas habían cuidado de todo, y la casa estaba limpia y acogedora. Manuela muy efusiva y sonriente lo abrazó con gran regocijo llamándole instintivamente como cuando era un niño: -Mi querido Alejandrito, me alegro de volver a verte. Eloísa con igual alegría pero más respetuosa le dio un cariñoso abrazo, y sin darle tiempo a que él contara algo de los que ahí quedaron, con la impaciencia de madre preguntó: -¿Y mi Rafa, como está, sigue contento de estar allí? -Cómo no iba a estarlo mujer si todo le va maravillosamente. Al decirle esto, Alejandro pensó: “si supieras lo feliz que se sentía cuando me confesó que estaba enamorado de mi hija”. Pero retuvo las palabras pensando que aquel no era el momento para hablar con ligereza de algo que a él, le parecía tan problemático y delicado, aunque estuviera deseando aclararlo. Porque eso era la misión principal que traía para saber de una vez por todas si su hija y Rafa eran primos. Por eso quiso venir a Jerez sólo, para no tener que solventar las cosas delante de los jóvenes. Empezaron a salir los demás sirvientes de la casa, su llegada les había cogido en plena tarea y como era un amo muy querido le recibieron con júbilo, porque a las buenas personas se las respeta pero también se las quiere. Le preguntaron por la niña, que era como cariñosamente la llamaban y Alejandro sonriente les contestó: -Está muy bien, y además ya no es tan niña, está hecha una mujer, cuando venga estas vacaciones ya veréis el asombroso cambio. Cuando acabó todo aquel recibimiento, Eloísa tuvo que salir para hacer la compra y Alejandro quiso aprovechar para hablar a solas con Manuela. -Mi querida Manuela, me acabas de recibir con ese cariño que desde niño me profesas. Siempre me distinguiste del resto de la casa, tal vez porque me considerabas el más débil y querías protegerme. Nuestros lazos de amistad son tan fuertes como los que puedan ser los de sangre. Yo te quise, y te quiero, te respeto y te tengo confianza como si fueras mi segunda madre, como tiene que ser entre dos seres humanos y 90


sencillos como somos nosotros. Esas barreras sociales que en otras personas existen, de señores que se encumbran y tienen a menos tratarse con la gente que les atienden y les sirven, en mí no existen. En esta casa, ni mi madre, ni mi hermano, ni yo hemos discriminado a nadie. Mi padre siempre fue un mundo aparte, tú sabes que él era un hombre, poco sencillo, por el contrario arrogante, y demasiado autoritario, quizá se le veía así por el papel que le tocó representar al ser el patriarca de la familia que es sobre el que recae todo el peso y tiene que tomar demasiadas decisiones, pudiéndose equivocar en alguna. No es que le quiera disculpar diciendo que en el fondo podía ser de otro modo donde hubiera más mansedumbre, y menos orgullo, porque a decir verdad nunca le llegué a conocer, nunca me dio calor, y yo tampoco intenté aproximarme, éramos casi extraños viviendo bajo un mismo techo. ¡Tiene que haber tantas cosas que yo no sepa de él! Tal vez tú, Manuela, sepas más que yo porque según dices eras casi una niña cuando entraste a servir en esta casa. Quiero que me cuentes cosas, necesito saber esas partes oscuras que quedaron entre estas paredes, y ahora obliga que se aclaren, porque con el paso del tiempo están ocurriendo temores que a Enrique y a mí nos quitan el sueño, no se trata de querer descubrir intrigas, por el morbo de lo que se puede encontrar, no es malsana curiosidad, sino una suprema necesidad, que el saber ciertas cosas pueden marcar el camino a seguir entre todos nosotros, hay demasiadas encrucijadas que nos pueden confundir y se corre el riesgo de elegir por ignorancia caminos equivocados que puedan incluso traernos desgracias a muchos de nosotros. -Hijo me estás asustando, porque no sé en realidad a qué te refieres, y si no vas directamente a preguntar eso que quieres saber y que dices a medias, no puedo hablar de nada, si tú no dices qué quieres que te cuente esto parecerá un juego de adivinanzas. -Pues voy a ir directamente al grano como me pides y espero que tú lo hagas igual. ¿Verdad Manuela, que tú sabes mucho de los amoríos de Enrique y Eloísa? Porque siendo tu hija y habiendo estado siempre juntas, tienes que saber de su embarazo y si ése fue el motivo por el que os marchasteis de casa. Y te pregunto: ¿tuvo algo que ver el salir de estampida porque mi padre se enteró que estaba en cinta y no quería un nieto plebeyo, y como era él, os echó a cajas destempladas? Y si fue así yo digo que mi padre fue un canalla, que no les permitió que se casaran y a Enrique le privó de disfrutar de su hijo todos esos años perdidos. -¡Válgame el cielo, qué disparate! Rafa es hijo de Rafael, el fallecido marido de mi hija y mi yerno, que la querías desde hace tiempo y no se atrevió a pedirle que se casarán hasta que no salió de tu casa, y yo me alegre que lo hicieran enseguida porque a mi hija le hacía falta un hombre bueno en aquellos momentos que estaba destrozada. -¿Destrozada porqué, si no estaba esperando un hijo? -Aunque no fuese ese el motivo, a tu padre le sobraba el saber que se querían, y quería impedirlo a toda costa, y el mismo ya le había buscado novia a tu hermano, la duquesa de no sé qué, cómo ponía en la carta que cogió del escritorio de Enrique para 91


leérsela a mi hija, dándole la noticia de forma cruel mientras desataba un paquete de sobres atados con un lazo de seda rosa. Te voy a leer la última carta, para qué más si todas son parecidas, escritas con una bonita letra de gran señora, con mucho poderío y muchos blasones que arrastran noble historia y una gran riqueza. Se expresaba de forma apasionada encabezando la misiva de este modo: “Mi amor, mi vida, cómo te extraño, ya no puedo pasar sin verte. Estoy deseando que llegue el día de nuestra boda, llevo con orgullo tu preciosa sortija de pedida, cómo luce ese brillante que me recuerda el brillo de tus ojos”. -Vaya por Dios Manuela ¿y cómo se te ha quedado todo eso en la cabeza? -Hijo, a fuerza de leerlo una y otra vez, porque no me lo quería creer. -¿Acaso es que tienes esa carta? Seguro que ninguna duquesa se la mandó a mi hermano, todo eso debió de ser una artimaña de mi padre. -¡Dios mío! Tu lo crees así y mi pobre Eloísa se lo tragó y no pudo aguantar que se la leyera entera y se la arrebató de un tirón y salió corriendo, cuando llegó a mí la tenía arrugada apretándola en su mano, creo que ni ella sabía lo que estaba estrujando. No me podía ni hablar y se la quité para enterarme si aquel papel había sido el causante de que estuviese tan aturdida. -¿Y conservas esa carta? -Pues claro que sí, aunque mi hija no lo sabe. -¿Quieres enseñármela por favor? -Enseguida la traigo, si ves que entra Eloísa la escondes. -Manuela, esto es un vil engaño. Si fuese una señora con título de nobleza, el papel tendría el escudo de armas impreso, y este es un papel rosa y perfumado comprado expresamente para parecer más romántica la misiva. Por lo que se ve, mi padre inventó esta comedia y la representó con buen resultado. -¡Cielo santo, cómo fue capaz de hacer una cosa así! Y jugar con los sentimientos. -De esto no hablaremos hasta que estén presentes los dos interesados, hasta entonces vuélvela a guardar, mira por donde esto va a aclarar muchas cosas. -Siempre dije que vosotros, gracias a Dios, no le habíais salido a tu padre. Qué forma más rastrera de lograr que nos marcháramos, con esas malas mañas, y lo que tuvimos que pasar por salirnos con una mano detrás y otra delante. Encontramos trabajo en una panadería, en el turno de noche, horas y horas de pie hasta quedar agotadas. Apenas salíamos porque teníamos que dormir de día, mira no quiero ya ni acordarme, ni hablar más de esto, no resulte al final que me acalore demasiado y se me suelte la lengua, prefiero que lo dejamos aquí, puesto que tú ya sabes lo que parece que os preocupaba tanto. Lo que no entiendo es que a ti ¿por qué te podía influir que mi nieto fuera o no hijo de Enrique? -Mira Manuela, no pensaba hablar de esto hasta que no estuviera también Eloísa, pero ya que me has hecho esta pregunta, agárrate para la respuesta: Tu nieto y mi hija 92


se quieren. -Pero qué me dice ¡Dios santo! Me has dejado sin resuello. ¿Pero eso es cierto? Y yo que me temía que se casara con cualquier niñata inglesa. Esto sí que es una buena noticia. ¿Se lo puedo contar a Eloísa, cuando vuelva, o tengo que callarme hasta que los muchachos vengan? -Eso tú verás lo que quieres hacer, a mí por supuesto me da igual. -Pues sabes lo que te digo, que bastantes secretos he llevado y llevo a cuestas, y con esto no me callo porque mi gozo me pide que lo pregone a los cuatro vientos. Y en cuánto entre Eloísa por esa puerta, la abrazo fuertemente, y se lo cuento. -Yo voy a entrar a mi habitación, a poner mis cosas en orden, para instalarme. Te dejo y así lo saboreáis en la intimidad las dos juntas. -No había hecho más que retirarse a su habitación cuando oyó a madre e hija reír, reír felizmente, hablar exaltadas, sintió hasta cómo patear el suelo, y sonriendo se dijo: “Están saltando de gozo, y yo también lo haría porque igual que ellas estoy muy contento, porque quiero a Rafa, y en este momento no hay nada que me haga más feliz. Lo único que siento, es que lo que a mí me favorece a Enrique le perjudica, con la ilusión que tenía creyendo que Rafa fuese su hijo. Y ahora como este asunto ya se resolvió felizmente, me voy a ir directamente a hablar con Julián, no le anunciaré mi visita para cogerle por sorpresa”.

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CAPÍTULO 11 Cuando llegó al bufete no dio explicaciones a nadie, los que atentamente sin conocerle le preguntaron qué deseaba recibieron el silencio por respuesta porque pasó de largo y abrió sin llamar la puerta del despacho de Julián. Al entrar con aquellos aires se creyó que le iba a amilanar y por el contrario levantó la cabeza para mirarle con una mirada fija y desafiante, y ni siquiera habló con él, esperando tranquilamente que Alejandro lo hiciera manteniéndose sentado y erguido en su sillón. -¿Supongo que sabrás a lo que vengo? Se te acabó el chollo. Cómo puedes ser tan tonto, cómo para pensar que esto te podía durar hasta enriquecerte con ello. Y es que no hay nadie más osado que el ignorante. Y por lo que has hecho se te va a caer el pelo en la cárcel, y cuando salga el juicio que te van a declarar culpable veremos si mantienes esa postura tan altanera, de los muchos cargos que se te van a acusar, y el más grave suplantar la persona de Enrique que sin ningún pudor lo has hecho hasta por Internet, y aunque eres bastante ignorante tienes capacidad suficiente de entender lo que sí te viene encima. -No te atrevas ni a mover un dedo, si me demandas os va a caer encima un buen marrón, sintiendo una vergüenza de familia que os hará bajar los humos, cuando yo saque a la luz los trapos sucios de alguien muy cercano, hombre sin moral, ni escrúpulos que entre otros cometió un grave delito de los más perseguidos y castigados por la ley, y los que la gente ve más abominable. No os digo más que lo penséis bien antes de meteros conmigo, porque si lo hacéis veremos quién sale perdiendo, y no es ningún farol, tengo pruebas y testigos. -Intentas intimidar con lo que dices pero no lo has conseguido porque ya no te creo nada. -Pues si no me crees no demores el tiempo de poner esa demanda y verás que pasa después. -No veo en ti ni vergüenza ni pesar por lo que has hecho, es más arremetes contra mí con amenazas y no quiero seguir perdiendo el tiempo contigo. Ya lo hablaré con mi hermano, cuando se lo cuente no sé de qué modo voy a poder contener su furia, tú ya lo conoces y sabes que es intocable cuando lleva la razón y pase lo que pase siempre llega hasta el final, a ti quiso ayudarte y así se lo has pagado, y por ello vas a pasar de amigo a enemigo, y acuérdate que él tiene mucho poder y tú sólo tienes el que te 94


inventas, o sea que no eres nadie. -Ya veréis si tengo poder o no cuando os haga palidecer de vergüenza, y todo el mundo se entere de la suciedad que se barrió escondiéndola debajo de vuestra lujosa alfombra en esa casa que presume de rango y de nobleza. -Se acabó, ahí te quedas. Y a pesar de salir de aquel modo tan airoso, en el fondo llevaba sus temores, estando bastante más preocupado al salir que cuando entró después de escuchar a Julián haciéndole esa amenaza, la verdad es que a él le pareció que no bromeaba, y sí que creía que guardaba un as en la manga con el cual podía ganar la partida. Aquel ultimátum, le daba vueltas en la cabeza al no saber con qué les amenazaba no podía encontrar con que combatirlo. Aquella noche se quedó meditando en su habitación, sobre si mandarle un correo a Enrique informándole de que estaba ya claro que no era el padre de Rafa, y decidió que era mejor esperar a que él fuera, que no de ese modo tan frío, con lo que él deseaba, y esperaba que fuera lo contrario, de lo que había resultado, lo cual le iba a ser muy penoso el aceptarlo. Además si él le pedía a Eloísa que le ayudara en boca de ella puede que se suavizara la noticia, incluso si se reconciliaban, en ese caso Rafa podía ser como de los dos. Porque además ellos se trataban ya y se querían como familia como verdadero padre e hijo. Era de esperar que cuando vinieran, estando todos juntos se iban a facilitar mucho las cosas, más ahora con la novedad de que Rafa y Verónica se querían cosa que a todos les tenia contentos al saber que no eran primos había facilitado la aprobación por parte de todos sólo faltaba de saberlo Enrique que también le vendría bien que siendo Rafa pareja de su sobrina, sino era su hijo al menos le tendría como sobrino.

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CAPÍTULO 12 Allá en OXFORD también estaban sucediendo cosas en el grupo de los seis jóvenes amigos, algo estaba cambiando a pasos agigantados. Era algo muy natural en esa edad, los jóvenes corazones eran como un campo fértil para que nazca y crezca el amor. Ocurriendo entre algunos de ellos cosas sorprendentes. Viola seguía muy apesadumbrada porque sabía que aún sin querer, había sido la causante del enfado de Verónica con Rafa por cómo los encontró a los dos, y a pesar de ser una joven extrovertida indomable, y muy lanzada, y siempre pareció que nadie la podía parar, y nada le podía afectar ahora estaba tocada, muy apenada y triste. Apenas salía, pasaba mucho tiempo encerrada y sola, en ella algo impensable. Por las circunstancias que ya se sabe, el grupo se rompió, y cuando unas cosas se arreglaban otras se estropeaban. Y en estas torpes desavenencias que hubo entre ellos, resultó que los dos más fuertes como eran Viola y Álvaro, cada uno por distintas causas, habían quedado más tocados que Verónica y Abraham, a pesar que ambos al principio fueron los perjudicados, siendo inocentes además. Sabemos que Viola se lo hizo pasar muy mal a Verónica en dos ocasiones y Álvaro que cargó contra el buenazo de Abraham. Ahora por haberlo hecho se sentía fatal, a pesar de haberse reconciliado ya con él se lo seguía recriminando asimismo, no dejándole en paz su conciencia, dándose cuenta que toda la inseguridad que él tenía sobre el sexo, y lo mucho que le preocupaba, si él un día se aseguraba que le atraían los chicos, el disgusto que le iba a dar a su padre cuando se enterara. Y pensando en aquel posible problema que se le podía echar encima, su cabeza le jugó una mala pasada, haciendo inconscientemente un cambio de papeles y con esa torpe manera de acusar a saco a Abraham, le dio la vuelta al asunto como a un calcetín. Pero la casualidad le favoreció al encontrarse por el campus a Viola. Los dos parecían que se alegraban al verse, algo así como dos reos que se miraban y se compadecen el uno del otro los dos se miraron, y como al estar preocupado a consecuencia de ello pueden suceder dos cosas, la primera estar irritable que ese periodo ya lo habían pasado los dos, y ahora se encontraban en la segunda fase que era estar apenado y triste. Además de muy sensible. Y como mirándose en su propio espejo Álvaro avistó todas esas penurias en la cara de la hermosa Barbie diciéndole: -¿Té pasa algo Viola, estás enferma o qué te ocurre? Debes salir muy poco porque 96


en los sitios comunes que frecuentamos hace tiempo que no te veo. -Sí la verdad es que no me apetece salir, pero tranquilo que no estoy enferma. Y observándote veo que tú tampoco estas con tu mejor cara. Y tal como iban andando, siguieron unos minutos, sin hablar cabizbajos. Y rompiendo aquella barrera le dijo cariñosamente Álvaro: -¿Quieres contarme lo que te pasa? Respetaré tu silencio si no lo quieres hacer, pero quiero que sepas que es bueno sacarlo fuera, yo lo hice ya en una ocasión confesándome con Rafa de algo que me roía por dentro. El hablar con alguien que sepa escuchar y aconsejar sabiendo lo que se hace y lo que dice puede servir de gran ayuda. Te lo digo por experiencia. Viola le hizo caso y siguió su consejo, y a medida que fue contándole se sintió más, y más relajada, hasta el punto que empezó a reírse por cualquier cosa y se sentía cómoda y a gusto con aquel improvisado confesor. -¿Y ahora por qué no te desahogas contándome lo que te quita el sueño, yo también soy buena consejera? Además, pienso que te voy a obligar a hacerlo, así si un día traicionas mi confianza y pregonas por ahí lo que te conté, con las mismas yo me chivo de lo que tú me cuentes. -Eso es sensato y razonable, pero te propongo que nos vayamos hacia esa parte que acostumbran a estar las parejitas ya hemos andado bastante, ahí estaremos cómodos hablando en la verde y mullida alfombra. Y como todos los que nos encontramos alrededor irán a lo suyo, nadie oirá lo que tanto reparo me da de contar. -De acuerdo, no es mal sitio, pero ojito con quererme hacer el amor como en La vieja película “Esplendor en la hierba” -dijo Viola bromeando. Los dos se acercaron al sitio corriendo y riendo. Hay que ver en qué poco tiempo les había cambiado el semblante pareciendo que desde siempre se habían entendido tan bien; y echados a la sombra de un árbol, le dijo ella: -Se está aquí tan bien que no me importa que te alargues contándome, quiero oírte y ayudarte. Y echado de espaldas mirando al cielo le fue a Álvaro mucho más fácil que esperaba el hablar; y para que no le diera vergüenza apenas volvía la cabeza alguna vez pero no miraba frente a frente. Como es de suponer quería contarle su duda sobre el sexo. Y empezó dando rodeos hasta llegar al meollo de la cuestión. Y así hablo, y habló durante rato, cada vez con más naturalidad a pesar de lo escabroso del tema que ni él mismo se lo creía que le resultara tan fácil. Cuando a Viola le pareció que había terminado aquel monólogo con el cual el ya se sintió más relajado, con aquella intimidad que parece que se había establecido entre los dos dándoles esa mutua confianza. Ella se atrevió a preguntarle directamente: -¿Pero tú has estado alguna vez con una chica? Porque yo no te he visto nunca con ninguna. 97


-Bueno, desde niños hemos sido inseparables Verónica y yo, pero como amigos, muy amigos, casi como hermanos, nos hemos querido y amado, y esperamos que jamás se rompa esta amistad. -Cuando te he preguntado que si habías estado alguna vez con una chica, seguro que has entendido muy bien el significado de la pregunta, pero te has hecho el loco, saliéndote por la tangente, a ver si después de lo claro que hemos hablado de todo sin tapujos, va a resultar, que con esta pregunta te sientes incómodo y por lo que veo, no me vas a contestar. -Sí claro que lo haré, pero hazte cargo que a mi edad decir que no, ya sabes. -¿Pues ves como no ha sido tan difícil? Ya lo has dicho sin darte cuenta, y a partir de ahí, verás como todo va ser más fácil y podemos hablar sin reparos. Y te aconsejo que empieces a salir con chicas, yo sé que además eres tímido pero tú no tienes porqué tener miedo al rechazo, las chicas andan locas detrás de todo el equipo de regatistas por lo que atraen esos cuerpos musculosos, y de todos ellos tu eres además el más guapo y deseado. Esto lo dijo con un parpadeo de ojos a la vez que movía los hombros de forma picara y graciosa. Ahí estaba ya de nuevo la Viola alegre y divertida de siempre, y por aquel gesto los dos reían a carcajadas, y ya una vez que había roto aquella telaraña de tristeza que la envolvía dijo: -Y puesto que a ti te he pedido que me hablaras con franqueza, yo lo haré de igual modo. Quiero que sepas mi querido Álvaro, que nunca he estado con un chico tan cómoda y a gusto como contigo. Nos hemos comunicado, nos hemos comprendido y tratado de forma entrañable, no como se suele hacer a veces entre jóvenes hablando de manera frívola de cosas poco relevantes que no va a ningún lado, nuestra conversación ha sido muy provechosa porque han sacado a flote nuestros ahogados pensamientos, liberándolos así de una carga, y nos hemos conocido más a fondo. -Yo también te empiezo a mirar de otro modo, me gusta el resultado de lo que he conseguido al haber volcado en ti mi confianza, ahora me siento como un hombre nuevo. Y te propongo, como los dos hemos estado tan a gusto al estar juntos, lo sigamos haciendo así cada día, y quién sabe de aquí en adelante lo que puede suceder, te confieso que a mí me dan envidia Rafa y Verónica, que desde que a ella le quedó claro que tú y el no hacíais nada malo cuando os vio, la reconciliación, ha sido como se dice, un aumento de la pasión. Y como era la hora de marcharse, esta vez lo hicieron de la mano, el simple contacto de la piel a Álvaro le estremeció, siendo para él una sensación nueva y placentera, atreviéndose a decirle a Viola: -No sé si a ti te ocurrirá lo mismo pero yo me siento como flotar. Los días pasaban felizmente siguiendo en amor y compañías Viola y Álvaro, y con esta nueva relación que había nacido entre ellos, Álvaro fue disipando aquellas dudas 98


que llegaron a ser una obsesión para él, de lo cual ahora se reía diciéndose: -Cómo pude ser tan necio, sólo porque se me metió en la cabeza esta estupidez. Si siempre he estado al lado de una tía tan sexy como Verónica y nunca me atrajo como mujer. Algo raro hay en mí. Y no quise, ni intenté fijarme en ninguna otra por temor si al acercarme me daba cuenta que el género femenino no era lo que necesitaba, y pensé que si tal cosa descubría, lo iba a pasar muy mal y prefería seguir ignorándolo. Ahora todo había cambiado, se sentía un chico afortunado y orgulloso de su chica, la llevaba de la mano, del brazo o cogida por los hombros. Viola lo miraba a los ojos estableciéndose entre ellos una complicidad de amor y pasión. Siendo los dos muy felices, los más felices del mundo, y Álvaro a veces como un delirio de locura se ponía a gritar: -Te quiero Viola, te quiero, te quiero -Mientras ella cariñosamente le quería tapar la boca con su mano. Y todos los días acudían a aquel sitio tan especial del Campus, que antes él apenas conocía y frecuentaba creyendo que no le correspondía, y ahora le parecía que ya formaba parte de él, y lo bautizó por su cuenta con el nombre de Paraíso, a la enamorada Viola estas ideas extravagantes le parecían maravillosas, como todo cuanto decía o hacía.

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CAPÍTULO 13 Llegaron las vacaciones, y como ya parecía que entre aquel grupo no había ya ningún malentendido, ni más aún celos o desavenencias, le dijo Enrique a su sobrina: -Tienes que preguntar a todos tus amigos cuantos se van a venir a España, lo que dijimos tu padre y yo se mantiene, él lleva allí un pleito muy complicado y no se ha comunicado en estos días conmigo, pero seguro que entre todos los de la casa ya lo tienen casi organizado, pendiente sólo de cuantos vamos. -Pues mira Enrique, yo que ya hice el recuento te diré que no sólo no viene ninguno de los de aquí sino que además uno de los que vinimos no vuelve con nosotros. Álvaro y Viola se han convertido en una inseparable pareja y están deseando, según me dijeron, hacer como dos tortolitos un viaje a Roma y a Venecia que aunque los mayores suelen llamar a Roma la Ciudad del Vaticano y a Venecia la ciudad de los canales, los enamorados románticamente las bautizaron como los paraísos del amor. Por otro lado Abraham se va a ver a sus padres, Christian se queda aquí, según él, le apetece saborear los lugares conocidos y descubrir otros nuevos, cosa que durante el curso no puede hacer. Además, tengo la corazonada de que también está empezando a salir con una chica de aquí. En la víspera de emprender el viaje, a Verónica y Rafa se les veía tan contentos y felices que Enrique estaba envuelto en dudas, ya no sabía si desear que Rafa fuera su hijo, o prefería que no, pensando que le importaba ya más la seguridad de la pareja sin lazos consanguíneos que su deseada paternidad. Enrique, haciendo éstas cábalas, y los chicos sonriendo y comentando las caras que iban a poner Manuela y Eloísa cuando les contaran que estaban felices porque se habían enamorado y se querían cada vez más. Todo parecía que iba de sorpresa, en sorpresa. Al ir a recibirlos al aeropuerto Alejandro con una ranchera de seis plazas en vez de su coche, a Enrique le extraño, pues aquel vehículo aunque nuevo y flamante se usaba más bien para ir a la finca. Pero enseguida se descubrió el porqué. Alejandro salió del coche, y en vez de caminar hacia ellos fue a abrir las puertas a sus dos pasajeras, Manuela y Eloísa. Los ojos a Enrique le brillaron de alegría pensando: “Esto ya es otra cosa, viene a recibir a su hijo sabiendo que yo venía con él, no parecía que le importará ya tanto el tener que saludarme, cosa 100


que forzosamente tenía que hacer al venir” Al acercarse, Manuela fue la primera que se abalanzó, besando y abrazando a su nieto con la fuerza del cariño, la alegría y la emoción de tal forma que Rafa, después de corresponderle con los besos, riendo le dijo a Manuela que en vez de soltarlo estrechaba más el cerco de su abrazo: -Abuela, sigues igual de fuerte, me vas a partir en dos. Eloísa abrazó tiernamente a Verónica y la emoción no le dejó hablar. Mientras, el paciente Enrique saludó a su hermano, pero la verdad es que estaba pendiente a la vez para ver cuando le llegaba el turno de saludar a su querida Eloísa, la cual como es natural lo que hizo es con el ansia de una madre acercarse a Rafa, que ya venía a su encuentro fundiéndose los dos en un tierno abrazo. A todo esto Manuela se había cogido del brazo de Enrique, él la besó tiernamente en la frente y con las manos puestas sobre sus hombros la miraba con ternura, mientras pronunciaba: -Manuela, Manuela sigues estando fresca y lozana, por ti no pasan los años. Y entonces sí le había llegado el turno del ansiado saludo a Eloísa, y sin pensar como ella respondería, y sin temor al rechazo, tal y como le dictaba su corazón frente a su amada, le cogió las manos mirándola fijamente y se las besó una tras otra, y dejándolas entre las suyas sin atreverse a más la miró lánguidamente como el mendigo que reclama algo por caridad, y lo que él pedía con el gesto sin palabras pero a gritos de su amada, un beso. Pero aquella espera se hacía larga, y pensando que tal vez no tendría otra ocasión como esta, sin requisitos ni permiso le soltó las manos, la besó en la frente, en las mejillas con ternura frenando una contenida pasión mientras toda la familia al verlos sonreía felizmente. Y Alejandro con sana envidia, de broma animando les dijo: -Por nosotros no os cortéis, además estamos esperando, no nos vayáis a decepcionar. Y ninguno de los dos protestó de aquella petición. Y rodeándola con sus brazos Enrique la trajo hacia sí. Y se besaron de tal forma, como para estremecer las piedras. Pero había que irse, y Enrique abriendo la puerta del coche indicándole a Eloísa que entrara le dijo: -Vamos para casa. Y en una frase tan simple como esa, había un gran contenido, porque con ella expresaba su gran deseo que desde entonces se mantuvieran juntos. Los jóvenes también se sentaron juntos, y Alejandro dijo: -Manuela tú conmigo delante, y cuidadito durante el trayecto, si algo ves u oyes te haces la tonta, porque con lo que llevamos detrás no sabemos lo que puede ocurrir. Lo único que siento es que tú y yo no podamos tener un hacer, porque el conductor tiene que ir pendiente de la carretera. 101


Manuela se reía diciéndole: -Anda ya, loco bromista, tú lo que tienes que hacer es empezar a buscar una buena mujer, porque un hombre tan guapo y apuesto como tú no debe seguir más tiempo solo. -Bueno, seguiré tu consejo, haré por buscar, lo que pasa es que no sé si encontraré a estas alturas un zapato a medida. Al llegar, mientras las mujeres hacían los preparativos de suculentos platos, Verónica fue colocando la ropa que traían, mientras Alejandro y Enrique se disponían a hablar de las cosas que estaban pendientes. Lo primero que le dijo Alejandro para que ya saliese de dudas de su paternidad su querido hermano, sabiendo lo impaciente que estaba, es soltárselo sin rodeos, que Rafa no era su hijo, que su madre y su abuela se lo habían confirmado así con plena seguridad. Enrique parecía no tener cara de asombro ni descontento, y lo aceptó de buen grado diciendo: -Pues no está todo perdido, por lo menos siendo la pareja de mi sobrina, Rafa es y será siempre mi querido sobrino, eso sí, le pienso querer y ayudar en todo lo que pueda como hasta ahora. Además, pensando en los reparos que teníamos del parentesco de primos, el no ser así nos tiene que alegrar. Y ahora, quiero que hablemos de lo que te habrá contado ya Julián. En el comunicado que me mandaste me decías bien poco, supongo que por lo menos se habrá disculpado. -Pues te equivocas totalmente. Y empezó a contarle paso a paso lo ocurrido, y cuando acabó esperó que Enrique, que siempre tenía una solución para todo, dijese qué podían hacer. Después de meditarlo, lo primero que hizo es preguntar a Alejandro: -Tú que hasta el último momento estuviste con nuestro padre, haz memoria de quién podía ser un posible enemigo, porque ese seguramente será el testigo que dice tener Julián. Necesariamente tiene que ser alguien que supiera cosas de su forma de vida y para ello estar próximo a él. Así es que ya sabes, por ahí vamos a empezar a investigar. -Entonces –dijo Alejandro- ¿estás decidido a seguir llevando a juicio a Julián? Yo me lo pensaría bien, porque no sabemos de la importancia que es lo que dice que va a ser tan ofensivo y vergonzoso para nosotros. -Tú ya me conoces bien, querido hermano. No soy hombre que tolere injusticias ni amenazas, y menos con alguien que he favorecido, y así me lo paga. Y sepas que el que yo quiera ir a por todas no significa que no crea en sus amenazas, pero con todo y con eso, un abogadillo ni me intimida ni me para los pies, y lo haremos pase lo que pase. Y tal como dijo Enrique, sin más visitas a Julián se le puso la demanda, y en cuanto recibió la notificación del juzgado cumplió su amenaza, sin esperar siquiera que le 102


citaran para comparecer en el juicio. Como verdugo implacable levantó el hacha y desde entonces, como una marea negra, empezó a inundar por todo Jerez la malvada noticia. ¿Que cómo lo hizo? En estos tiempos que vivimos le fue muy fácil. Echando mano de todos los medios de comunicación que están a nuestro alcance, prensa, radio, televisión. Están esas revistas sensacionalistas que dicen ser del corazón, yo más bien diría del desuello, por lo que inflan y distorsionan las historias y te comen vivo. Y sobre todo en los programas de televisión, que manejan escabrosas historias como armas arrojadizas que se lanzan unos a otros, y cuanto más personajes o personajillos van apareciendo en escena contando lo poco que saben y lo mucho que añaden de su invención, más interés cobra la desgraciada historia, y pueden hundir a una persona o una familia. Y así ocurría en este caso, cuando todo se había arreglado y parecía que ya todas las dudas de aquellas dos familias estaban aclaradas con un final feliz. Pues no señor, el final no era aquel, porque el chisme que circulaba además de engordar el bolsillo de Julián, inflaba la noticia y enredada como otro personaje o mejor dicho como protagonista de aquello que parecía un serial, a Manuela, sí, sí, a la que era tan querida por todos, que ahora era una mujer mayor, pero en aquel tiempo que contaban la escabrosa historia del señor con ella empezó siendo cuando era casi una niña y acababa de entrar a servir en aquella casa. Tal vez con lo que hemos repetido hasta la saciedad de como era el Sr. Amo creemos que podemos saber más o menos lo que ocurrió con Manuela y él. La verdad es que ocurrieron muchas cosas con grandes cambios de actitud de aquel hombre aventurero a quien parecía no pararle nada cuando quería conseguir a una mujer, que siempre las buscó para obtener placer. En cuanto a Manuela, fue distinto, desde el momento que la vio se enamoró de ella como le puede ocurrir a un adolescente cuando encuentra su primer amor. Y a pesar de aquel enamoramiento que no le dejaba pensar ni dormir, él sabía que no era lícito porque él estaba casado y era deshonesto y criminal cohabitar con una menor. Porque Manuela aunque parecía una mujer sólo tenía diecisiete años recién cumplidos. Esta era la edad que tenía, lo que no hemos dicho es como era su persona, su cuerpo, su presencia, todo imponente de una destacada belleza y un encanto personal arrollador. Alta y esbelta, su pelo negro y ondulado, que como una cascada al mover la cabeza aquella hermosa melena cobraba vida con aquel movimiento, agitándose al viento recreó la vista de quien la miraba. Su piel morena pero sedosa y atractiva, que incitaba al deseo de acariciarla, los ojos negros como el azabache, con un mirar que les hacía brillar y lucir más que un brillante, porque esa mirada reflejaba la personalidad de la mujer excepcional que era; alegre, ocurrente, divertida, le gustaba tocar la guitarra y cantaba como un ángel, pero un ángel andaluz con su acento, con su gracia cantando 103


con esa boca de labios de grana y esos dientes de coral, que ya no sabías que gustaba más, si mirarla, o escucharla cantar. Cuando caminaba, con esa vitalidad de aquella naturaleza, se movía con garbo y aquel movimiento de caderas hacia que el volante del canto de su falda meciéndose de un lado a otro rozando sus hermosas piernas, como acariciándolas, y por donde pasaba todo el mundo la miraba. ¡Manuela, era mucha Manuela! Y sin proponérselo sembraba la envidia en las mujeres y el deseo en los hombres, y en el corazón del Amo, amor y temor. Amor porque aquella chiquilla como él la llamada le había robado el alma, y temor porque no estaba seguro de sí mismo, y no quería mirarla, ni menos tocarla, y le estaba siendo muy difícil. Se había propuesto que Manuela fuese para él, y para todos, como algo sagrado que había que respetar, y para ello ahí estaba él como un celoso guardián. Luchando contra su propia naturaleza libró mil batallas para no caer en la tentación, lo consiguió evitándola en todo momento de tal modo que cuando estaba solo, si entraba por una puerta, él salía por la otra con cualquier excusa y nunca la mirada, ni siquiera al pasar, y menos si se paraba, temía que si se miraban frente a frente y un día veía en los ojos de Manuela que ella le correspondía, todo este amor contenido como un dique que se rompe saltaría en pedazos su voluntad y no habría ni razón, ni fuerza humana que contuviese esa fuerte cascada de la pasión que él retuvo todo el tiempo que pudo. Y con aquella lucha interior logró aguantar, le ayudó mucho el viajar para estar menos tiempo en casa, y sobre todo que le acompañaba la Señora, que como hemos dicho era mujer con las mejores cualidades y destacada belleza, y él como amante del buen gusto caminaba orgulloso llevando de su brazo aquel monumento. A ella se la veía pletórica de felicidad, y su carácter dicharachero y alegre afloraba al sentirse tan dichosa con su esposo. Aquello parecía que iba por buen camino para que él fuese borrando el recuerdo de Manuela, pero el viaje llegó a su fin, y al volver a casa el Amo se dio cuenta que en su ausencia algo había pasado. El hijo del mayordomo, llamado Adrián, iba tras de Manuela. Era un joven apuesto que estaba estudiando medicina, y al no vivir en la casa siempre fue de vez en cuando para ver a su padre, y hasta entonces había sido siempre bien recibido por el Amo. Pero ahora sus visitas eran demasiado frecuentes, y saltaba a la vista que dedicaba más tiempo a Manuela que a su padre. Y el Amo sintió agobio, rabia, y celos, y andaba nervioso y preocupado, y no sabía que hacer sin levantar sospechas, porque cuanto hiciera o dijera lo podía delatar, y se dijo que ya que nadie le notó el interés que tenía por Manuela, ahora que el viaje lo había unido más con su señora no quería estropearlo. Y ocurrió de un día para otro que el hijo del mayordomo ya no aparecía por la casa, 104


ni mucho ni poco, y aquello fue algo que llamaba la atención, porque los días y los meses fueron pasando sin que Adrián diese señales de vida. Y entonces como interesándose por el hijo de su buen mayordomo al que tenía en aprecio y todos los de la casa lo sabían, creyó que no parecería nada raro si le preguntaba a su padre el motivo de aquella ausencia. Y le preguntó: -¿Qué pasa con tu hijo que ya no viene por casa? ¿Se fue a vivir fuera? -No, no es eso, es que ocurrió algo, yo a nadie se lo cuento, pero usted me pregunta con esa noble intención, que se nota que nos aprecia, al preocuparse por lo que pasa con mi familia, no me importa contárselo. -Verá usted, es que mi muchacho se enamoró de Manuela, pero un amor noble, de verdad, él llevaba buenas intenciones, quería un noviazgo serio y así se lo propuso, pero ella lo rechazó con muy buenas palabras, pero le dio un “no” según parece definitivo, sin un atisbo de esperanza. Mi hijo lo pasó muy mal, ahora ya parece que levanta cabeza, pero no quiere volver a verla, y para evitarlo, yo en mi día libre me voy a pasarlo con él, y le habló con la experiencia de mis años, diciéndole que todo pasa. El todavía enamorado Amo y Señor, al escuchar aquello no cabía en sí de gozo, y se hacía la ilusión de que tal vez Manuela se había enamorado de él, y por eso rechazó a un joven envidiable por cualquier jovencita, todo lo tenía en su favor, pronto sería un médico, seguramente querido y respetado por la gente por ejercer esa noble profesión, educado y atractivo y con una buena edad para ella, era algo que no tenía sentido. Y aquello parecía abrir una puerta a la esperanza en el corazón del Amo, además Manuela ya era mayor de edad y podía hacer lo que quisiera, y si en ello entraba el quererlo a él, sería capaz hasta separarse de su mujer, y desde entonces ya no hacía como antes el querer evitarla, y cuando la veía venir la miraba de frente, y Manuela le sonreía y a veces volvía la cabeza después de pasar por su lado y él la seguía con la vista hasta que desaparecía, y aquellas miradas eran igual que un cortejo de enamorados, y un empezar abrirse al amor. Aquel amor tenía un sabor agridulce para el Señor Amo, porque disfrutaba al verla, y padecía al no verla, y además seguía guardando las distancias con ella, y sólo sin palabras se decían ¡tantas cosas! Pero ese amor telepático no podía seguir sin pronunciarse. Y un día el Amo se bajó de su pedestal diciéndole con todo el sentimiento del amor del mundo a su Manuela: -Te quiero más que nada, te quise desde el primer momento en que te vi, y mira que he luchado para evitarlo pero me es ya imposible, ahora me atrevo a decírtelo porque eres ya mayor de edad, y nada ni nadie puede impedir que si tú quieres nos casemos, yo estoy dispuesto a pedir el divorcio, sólo tienes que decirme que lo haga, porque tus palabras, en esto como en todo, serán órdenes para mí desde ahora en adelante. A Manuela aquello la dejó sin habla, se daba cuenta que él le estaba hablando en 105


serio y le entró una gran confusión y una lucha interior, porque quería contestarle una cosa, pero tenía que decir lo contrario. Y de una forma mecánica decía y repetía: -No es posible, no puede ser, no puedo consentir tal cosa. Cómo voy a hacerle eso a la Señora, ella siempre me distinguió entre todos los demás sirvientes, y se puede decir que me trató casi como una hija o una hermana, yo no puedo hacer semejante disparate, eso sería traicionarla, como algunos casos de la historia en que el Rey desterraba o confinaba a su esposa para casarse con otra, yo jamás ocuparé su lugar. -Eso quiere decir que me rechazas, que sacrificas tu vida y tu felicidad por el bien de ella, te das cuenta que tanta sensatez te hará desgraciada. Y que con tu rechazo no puedes conseguir que la quiera a ella, porque en el amor no se manda, se quiere o no se quiere, y yo te quiero a ti y sólo a ti mi querida Manuela. Mírame a los ojos, y dime si eres capaz de decir que tú no me quieres. Hazlo por favor, y no insistiré. Reinaba el silencio y Manuela mantenía la cabeza baja, sin atreverse a mirarle, y menos a contestarle. Y sólo dijo: -Déjame marchar por favor. -¿Y a dónde vas a ir chiquilla? ¿Tú sabes lo que te dices? -Mándame a la finca, va a empezar la recolección de la vid y alguien tiene que ir a ordenar todo el trabajo que conlleva atender de comidas y todo lo demás debidamente a ciento y pico de vendimiadores. Yo sé que puedo hacerlo, y me vendrá bien ese trabajo, ya sé que va a ser duro y tendré que ser muy responsable echándome encima esa carga, pero eso me hará poner los cinco sentidos y me acuerde menos de ti. Aquello no era la respuesta que él esperaba, y tal como estaba sentado con actitud de derrotado, dejó caer los brazos con desgana mientras le decía: -Voy a dejar que te vayas, si estás segura que es lo que quieres hacer. Pero por favor, los días que yo tenga que ir para controlar un poco y ver cómo van las cosas no te escondas, no me evites, y déjame disfrutar el momento de gozo de volver a verte. -Gracias por no hacerlo más difícil, mañana mismo cuando venga el mayoral me iré con él, sé que hago lo que debo, en este caso no es de cobardes poner tierra de por medio, sino de agradecida y sensata. Despídeme, por favor, de la Señora, ella lo aceptará de buen grado si tú sabes buscar una buena excusa. Se separaron y en él se reflejaba la tristeza y desánimo, en ella la duda, pero hizo un esfuerzo por parecer optimista y convencida de lo que hacía. Como ya hemos dicho Manuela era una mujer con fuerza y temperamento, y eso la ayudó no sólo a hacer bien su trabajo, sino a ir poco a poco levantando el ánimo, y cuando el Señor iba, como él le pidió, estuvo presente en cada momento que fue necesaria su presencia, y cuando un grupo de trabajadores tenía su descanso para comer el buen guiso que ella dirigía en la cocina, Manuela se sentaba a compartir con ellos aquel momento por todos tan ansiado después de un duro trabajo, y se oían las 106


voces venir de cerca o de más lejos como un eco, cosas como éstas que ella agradecía: “Manuela que buena comida”, o reclamándola: “Ven a sentarte después con los de este lado”, y hasta: “Manuela te queremos”. Porque ella se hacía de querer con su sencillez y amabilidad, y aquel cariño de todos algo le llenaba el gran vacío de su solitario corazón. Al terminar las faenas de la recolección, ya sólo quedaba extraer el zumo de los racimos y empezaba este proceso. Al final de aquella nueva cosecha, como una tradición, todos los años se celebraba una fiesta y se pisaba en adornadas cubas, por los pequeños pies de las mujeres, los mejores racimos que se apartaban para sacar el rico mosto que se bebía como un ritual. Las mozas llevaban el pelo suelto, adornado con una artística corona trenzada por ellas mismas con florecillas silvestres, y Manuela con ese hermoso pelo largo negro parecía una diosa, y las florecillas de colores sobre su cabeza parecían esos pétalos como alas de mariposas que en ella se posaban, atraídos por su irresistible encanto y hermosura. El Señor desde lejos la contemplaba como en un éxtasis y todo lo demás desaparecía de su visión. Acabado el tiempo de elaboración de la nueva cosecha, ya el vino reposaba dejándole seguir el curso de fermentar en las barricas de madera, y la gente contratada para la vendimia se iba hasta el nuevo año. Y el señor Amo creyó que Manuela también volvería a la casa, pero ella insistió para quedarse, y como ese parecía ser su deseo él le había prometido que siempre le dejaría hacer su voluntad, aquí se quedó Manuela, no es que fuese ya muy agradable aquel sitio sin las voces y risas de los vendimiadores que antes llenaban el lugar. Y las horas ya con menos ocupaciones se le hacían largas, y los días y noches interminables. Llegaba el otoño, esa estación triste del año en la que los árboles y las plantas pierden su ropaje igual que su vigor después de cambiar sus tonalidades de verdes, por ocres oscuros y el color tierra y siena, y las raíces mantienen esa vegetación como en un letargo, plantas semimuertas con trozos de ramas y troncos desnudos con colores fríos, entre negros, pardos y grises, que entristece el contemplar. Y mires por doquier no parece el mismo paisaje que cuando ella llegó. Y el tiempo pasaba para Manuela lento y aburrido en aquel voluntario encierro como una monja de clausura, y en plena juventud languidecía de soledad, y volvía a su recuerdo la proposición del Amo como una tentación envuelta en la niebla del paisaje, y aunque seguía pensando que había hecho lo que debía, lo que si le atormentaba era el no haber sido nunca, ni siquiera una sola vez, feliz con el que amaba tanto y deseaba, aunque sin hacer el amor. Con sólo abrazarse y besarse como dos enamorados y estar juntos se conformaba. Y con estos deseos andaba su cabeza atormentada. También le preocupaba que iba a ser de ella el día de mañana, porque no podía pasarse la vida entera sola, y tampoco quería unirse a alguien que no amara, como tampoco era 107


lo más aconsejable ir marchitándose sin amar y ser amada, y se dijo que no sabía cómo pero su vida tenía que dar un giro, porque ese tiempo de la vendimia le había vuelto los ojos al mundo y en cierto modo fue feliz y se sintió viva rodeada de tanta gente y de esa cuadrilla de mozos, que la mayoría eran solteros, que la cortejaron y alguno le hizo declaración de amor, y ahora al quedar aquello tan vacío sin sus voces y sus sonrisas, ella también se sentía vacía. Y ocurrió en esa desapacible tarde otoñal, donde el aire rugía como una fiera o el quejido de un alma en pena, rodeada la casa de esa copiosa lluvia, ese desatar de los elementos era lo que en aquellos momentos aún la aturdía más, y sentía tristeza y ganas de llorar. De pronto, como salido de la nada, alguien golpeaba con la mano el cristal de la ventana, Manuela aproximándose a ella, a pesar de la cortina de agua que caía, pudo reconocer al Amo y el corazón le latía tan fuerte que parecía que se le iba a salir del pecho, y corrió para ir a abrirle la puerta rápidamente. Él entró deprisa quitándose el gabán de paño que llevaba con capucha que iba empapado. Ella le dijo: -Acércate al fuego, hoy el día es desapacible y se nota que ha bajado la temperatura. Cuando Manuela se iba a agachar para avivar el fuego él le dijo galantemente: -Déjame que lo haga yo. Y antes de que se sentaran, feliz y sonriente, le preguntó: -¿Y el saludo para cuando lo dejas, acaso no lo merezco después de venir en un día como éste para ver cómo estás, y traerte algunas cosas? Aunque no dijo de qué modo quería que lo saludara, ella haciendo una excepción se acercó y le dio un beso en la mejilla, no era un beso como corresponde a alguien a quien amas, pero sí suficiente para que ese primer beso les sobrecogiera a los dos haciéndolos estremecerse de felicidad. Manuela, aún algo aturdida le dijo tocándole la mejilla: -Aún tienes la cara mojada -Y con el pañuelo que llevaba puesto sobre los hombros, después de quitárselo, empezó a secarle con él. Aquella proximidad que hasta entonces no habían tenido nunca fue lo que les impulsó a darse un cariñoso abrazo, y después, sin mediar palabra, se miraron tiernamente a los ojos, y no fue sólo él quien se aproximó para besarla, fueron los dos los que lo hicieron, besándose apasionadamente. Después de aquel beso tanto tiempo deseado, ya no podía haber marcha atrás. Y como en aquella ala de la casa no entraba nadie ajeno a menos que se les llamase, porque toda esta parte era como la vivienda de los señores, sabiendo que nadie les iba a molestar, tendidos sobre la gran alfombra que había junto al fuego dieron rienda suelta a sus sentimientos, y bien por la tardanza, al haber retenido esa pasión tanto tiempo o porque en aquel día todo era propicio al hacer el amor, fue como tocar el Cielo. Se mantuvieron largo rato desnudos junto 108


al fuego sin saber cuál iba a ser su futuro, pero viviendo y disfrutando el presente. Así estuvieron juntos hasta el amanecer, que el Amo salió por aquella puerta de esa vivienda, que al estar aislada del resto nadie pareció enterarse que él había ido, ni cuánto tiempo estuvo, porque además la gente trabajadora madrugaba mucho y se acostaba temprano apenas se ponía el sol. Y no se tropezó con nadie. Al marcharse, ella tuvo el presentimiento que tanta dicha no era posible, y no se equivocaba, aquella iba a ser la primera y última vez que hicieran el amor, porque se avecinaba un gran acontecimiento rompedor.

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CAPÍTULO 14 La señora una mañana se despertó con náuseas, y el tener aquel trastorno y malestar en ella no era corriente, y no le preocupó, al contrario, fue una gran sorpresa y alegría, porque pensó y acertó que estaba embarazada. Era algo muy deseado por el matrimonio, y el Amo se puso loco de contento, y los primeros meses los dos andaban preocupados, porque ella a la vuelta de aquel viaje tuvo un aborto. Él la mimaba más que nunca colmándola de atenciones, siempre estaba pendiente de ella, y daban juntos esos paseos como el doctor le recomendó. Manuela que todavía no sabía nada de aquel embarazo pensó que lo de aquel día fue un capricho más del Amo, porque cuando ella entró a servir en esa casa le advirtieron que el señor era de cuidado, que andaba siempre con sirvientas o señoras sin distinción de clases, porque no estaba enamorado de la Señora, lo suyo había sido un matrimonio de conveniencia. Manuela veía que desde aquel día el Amo ya no la había visitado, y se sintió despechada, pensando que ella había sido para el Señor sólo otra más. Pero no podía echarle la culpa a nadie, porque ya le habían advertido. Y cuando se enteró de el por qué el señor parecía pasar de ella, sintió cierto alivio al saber las especiales circunstancias que se habían dado. Y hasta se alegró por sus señores, porque de distinto modo, pero los quería a los dos, y pidió a Dios que aquel embarazo llegara a buen fin. Después de aquel novedoso acontecimiento ocurrido que uno de los mozos de cuadra se puso enfermo, y precisamente el médico que fue para atenderlo era Adrián, el hijo del mayordomo, y el mismísimo que la había pretendido, que después de tanto tiempo sin querer verla mira por dónde se llevó la sorpresa de encontrarla en la finca. Y aquel encuentro hizo revivir en él lo que nunca había muerto. Aprovechando aquella ocasión pasando unos días allí, con la excusa de vigilar el proceso de aquel fortuito paciente, que tal vez podría ser la ayuda que necesitaba para estar con Manuela teniendo la intención de probar otra vez suerte a ver si conseguía mejor respuesta a su cortejo. Manuela en aquella ocasión fue más condescendiente, y sin llegar a comprometerse, por lo menos aceptaba con agrado la compañía del joven médico que empezaba a abrirse paso en el campo de la medicina. Cuando ya no pudo prolongar su estancia allí por más tiempo Adrián le propuso a Manuela, que cuando ella volviese a la casa con los señores sabiendo que lo haría, por110


que él mismo le había llevado la noticia que la Señora la reclamaba como ella misma le dijo le tenía más confianza que a ninguna de las sirvientas por la especial amistad que había entre ellas, deseaba que Manuela fuera la que estuviera a su lado durante ese tiempo hasta que diera a luz sabiendo que ella la cuidaría. La vuelta de Manuela a esa casa había sido con menos temor de caer otra vez en la tentación si el Señor la buscaba. Estaba segura que él se había volcado con su esposa y solo con ella quería estar como era su obligación. Aquel fue un momento en aquella casa que parecía reinar la paz y armonía entre todos, y es que la espera de la llegada de un niño, aunque éste no fuera el Niño Jesús, elevaba el espíritu y ayudaba a tener un comportamiento noble, y ayudaba a frenar cualquier impulso o deseo ilícito. Adrián visitaba con frecuencia esa casa, el cual era muy bien recibido por la Señora, pues aun no siendo ginecólogo ella le hablaba con esa confianza como el médico que era, contándole cómo le iba. Adrián era muy inteligente y a la Señora hablar con él aunque no la reconociera le dejaba esa tranquilidad, porque hasta que no diera a luz ella tenía el temor de abortar, y las cariñosas palabras de Adrián dirigidas para quitarle esos miedos y los buenos consejos la reconfortaban. A Manuela, el comportamiento de Adrián, cariñoso y respetuoso con todo el mundo, la estaba ganando y lo admiraba, que tampoco era un mal empiece para posiblemente llegar a una relación. El tiempo fue pasando en buena hermandad, sin nada que pudiera alterar aquella bonita situación. Tampoco a la feliz Señora le ocurrió nada, y dio a luz en su fecha sin ningún problema un niño precioso, sano y fuerte, al que llamaron Enrique. Con aquel nacimiento la casa se llenó de alegría, y se dio una gran fiesta para celebrarlo, y aquello parecía un paraíso para esa familia. El tiempo parecía transcurrir volando y aquel bebé crecía siendo querido por todos, y por todo, influyó mucho que el primogénito fuera varón por lo que el padre no cabía en sí de gozo. Había pasado ya un año de aquel nacimiento y sus padres parecían con aquel hijo haberse unido más. Tanto que anunciaron que venía de camino un hermanito. A la par de aquella noticia Adrián le dijo a Manuela que le habían ofrecido un buen puesto como ayudante de quirófano en un gran centro médico. Sólo que se tenía que ir fuera. Manuela, que ya le tenía mucho cariño y miraba por él se alegró al saberlo, y le animó para que lo aceptara, es más, le dijo: -Y si tú no puedes venir a visitarme no te preocupes, lo haré yo cualquier día dándote la sorpresa. Adrián con aquellas palabras de Manuela creyó entender que aunque se fuera ella no iba a pasar de él ni, por distancia ni por olvido. Aquello lo animó y se marchó en la fecha que decía en su contrato. Sólo días después de irse, Manuela se daba cuenta de la falta que le hacía el tenerlo allí, porque el Amo volvía a merodear alrededor de ella como un pesado moscón, y 111


empezó a entrarle un inquietante temor haciendo mella en su ánimo. Delante de todos los de la casa hacía por ser la Manuela de siempre, segura de sí misma, pero lo cierto es que se estaba empezando a preocupar por lo que podía pasar de allí en adelante. Se acercaba a ella en cuanto veía ocasión, queriendo aparentar que se interesaba por cómo le iba a Adrián, y algo de eso había, pero más que la nueva situación del joven médico era con Manuela con quien quería hablar y saber de su ánimo, haciéndole preguntas tan directas como: -Supongo que lo echarás mucho de menos, parece que lo vuestro ya iba en serio, pero¿no pensarás ir a visitarle como dijiste? Aquel acoso de preguntas pareció molestar a Manuela, que con cierto aire le dijo: -¿Y a ti que te va? Si yo quiero hacerlo. -Pues sí que me va Manuela, porque yo te sigo queriendo. Aquellas palabras a Manuela le llegaban al corazón de la forma que temía, y no quería que así fuera, se acordó de lo que su madre le decía: “El pobre importuno saca mendrugo”. Ella no era un mendrugo de pan, pero si más buena que el pan, y no quería dejarse llevar por él. Pensaba si ella estuviese en el lugar de la Señora, otra vez embarazada, y que él en vez de animarla, quisiera prestar sus atenciones a otra, o más grave, la intentará conseguir para satisfacer sus deseos. Ella quería a su Señora, era una mujer buena a la que no pensaba traicionar quitándole el amor que le correspondía por derecho. Y así se lo hizo saber a él. Y para que dejara de tener falsas esperanzas le habló con brusquedad diciendo para decepcionarle: -Claro que hecho de menos a Adrián; y si lo que intentas saber es si le quiero, te diré que sí, y cada día lo quiero más. Enrique en aquel momento ya no se sentía Amo, sino esclavo de Manuela, y como en un ruego le decía: -¡Maldíceme cualquier cosa si como parece tienes intención de hacerme daño! Pero por favor, dime que no es verdad lo que acabas de decir, que quieres tanto a Adrián. Quiero oír la verdad que no es otra que soy el único hombre que has querido, como tú la única mujer que quise, quiero, y querré. ¿Dime qué quieres que haga? Y lo haré, todo menos perderte, prefiero morir si no tengo tu amor. Ya ves que lo he intentado todo para no hacer daño a mi mujer, porque es una mujer buena, pero mi voluntad se quiebra cuando te veo. El amor tiene dos caras, la hermosa ellos ya la han conocido, y en ese momento la que estaba presente es la cara más fea del amor. La que les hacía burla y sembraba en los dos una constante y dura lucha interior. Y Manuela estaba callada, pero gritando en silencio: “¡Dios mío que se vaya! Porque siento que se me nubla la razón”. Pero hay momentos como era aquel en que la naturaleza humana es más fuerte que la voluntad, y tira de esa persona por muy fuerte que sea y te arrastra llevándote donde quiera. Como la voz de la tentación Enrique le dijo: 112


-Mi mujer hace el reposo que le han mandado durmiendo la siesta, vamos Manuela acompañarme, que no es lujuria, es amor, lo nuestro es amor, y el amor no puede ser tan malo si fue creado por Dios. Y cogiéndola de la mano el Amo la llevaba como una niña. Manuela volvió a caer en sus brazos y otra vez en ellos se perdió. Al comer la fruta prohibida, no sacia el apetito para siempre, al contrario, crea una necesidad a veces insaciable cuanto más la comes. Y pasaba el tiempo, demasiado tiempo para que Manuela no se concienciara que esa felicidad no le pertenecía, porque era robada. Y decidió marcharse de allí, y como eran las fechas que le correspondía tomar las vacaciones dejó una carta escrita diciendo que se iba a ver a su novio, que precisamente él se lo había pedido, y salió temprano como ladrón que huye a escondidas, todo lo contrario que era en realidad lo que con ella ocurría, que por no robar lo que se decía que no le pertenecía salía a hurtadillas de aquella casa. Lo que ocurrió durante la estancia de Manuela con Adrián al principio fue demasiado prudente y respetuoso, porque en realidad no eran prometidos. Pero Manuela estaba dispuesta a cambiar de vida, pero no a costa de engañar o prometer a Adrián lo que no sabía si podría cumplir. Y le habló con toda franqueza como pensaba en aquel momento: -Estoy confusa con lo que siento por ti, quiero quererte pero no sé si lo consiguiere. Tengo muchas dudas si resultaría una relación, que si empezáramos tengo miedo de que no durara. Te tengo mucho cariño y admiración, te veo como el mejor hombre que podrá haber, pero no sé si eso sería suficiente para poder hacerte feliz, y con tanta duda no quiero avanzar hacia adelante para luego retroceder. No quisiera que se diera esa situación, porque por nada del mundo quiero hacerte daño. Y en mi cabeza dan vueltas los pensamientos con distintas ideas y acabo por darme cuenta que lo que más me ilusiona es tener un hijo, y sé que tú serías el mejor padre, y quiero creer que además eso nos uniría. Pero enseguida vuelven las dudas y me digo: y si luego no es así; incluso nos separamos como muchas otras parejas que al hacerlo se reparten los hijos como si fueran naranjas, peleándose por llevárselos, a veces más que por quererlos por hacer la guerra y fastidiar al otro. Y cuando oigo algún caso así siempre pienso que si se hubieran querido no hubiese pasado eso, porque los que se aman no se pelean, no se separan y por muchas adversidades que les vengan y padezcan no les separarán y serán como inmunes al desamor. -Me gusta esa franqueza Manuela, eres una mujer noble, y yo te quiero por cómo eres. No sé si después de oírte te quiero aún más si es que eso es posible, y porque yo no tengo esas dudas y temores desde que has dicho que te hace ilusión tener un hijo, no sabes lo feliz que esa idea me hace, y te propongo que te vengas a vivir conmigo, desecha tus dudas y vamos a intentarlo, es mejor conocer y disfrutar el amor aunque 113


luego viniera el desamor, que el que nunca amó ni fue amado. Manuela volvió a la casa de los Señores, pero no para quedarse sino para recoger sus cosas, y se fue a vivir con Adrián. Y al nacer Eloísa, Manuela llegó a ser más feliz de lo que jamás pudo soñar. No vivieron un amor fogoso ni apasionado, se amaban y se respetaban. Pero llegó la Guerra Civil de España y a Adrián lo llevaron los Nacionales como médico, y jamás volvió. Manuela, como tantas viudas de guerra, lo pasó muy mal. Con los ahorros que dejó Adrián pudo sobrevivir un tiempo, pero cuando se agotaron todo fueron penurias. Y alguien que sabía de sus necesidades y apuros se lo hizo saber a sus antiguos Amos, que en cuando lo supieron los Señores no dudaron en llamarla, y Manuela pensando en el bien para su hija volvió. Cuando entró por aquella puerta los señores salieron a su encuentro, y al Amo se le clavó como una punzada aquella imagen al ver a Manuela con la pequeña Eloísa de la mano, y tuvo la corazonada que aquella delicada criatura era su hija, le estremeció su delgadez, y tan demacrada que parecía que sólo tenía ojos en esa triste carita, ojos con los que traspasó el corazón del Amo, todos los sirvientes le llamaban así, Amo, pero en esos momentos era como un lacayo. Él se acercó a la pequeña y después de cogerla en sus brazos y de besarla en la frente le dijo: -Soy Enrique. Eres muy guapa ¿Quieres que seamos amigos? A Manuela no sabía qué decirle, en aquel momento le causaba tanto respeto, tan delgada y enlutada parecía una dolorosa, como una sombra de la mujer que fue, y sin pararse a pensar cómo se podía interpretar, saliéndole desde muy dentro le dijo: - ¡Mi querida Manuela, ya estáis en casa, aquí no os faltará de nada! Las miraba a las dos con ternura y a la pequeña la tenía cogida de la mano y no la soltaba, Eloísa con la curiosidad de los niños lo observaba descarada y a Enrique le gustaba que lo hiciera, y le preguntó: -¿Cuántos años tienes? Y ella con soltura le dijo: -Tengo seis Enrique. Perdón señor Enrique. A todos les hizo gracia y se reían por aquel desparpajo. La señora mientras esperaba turno para saludarlas las contemplaba con pena, viendo sus vestidos limpios pero tan viejos, que el de Eloísa delataba que lo tenía mucho tiempo por lo corta que le estaba la faldita y las mangas, y la maleta que Manuela había dejado en el suelo casi detrás de ella como queriéndola esconder, vieja y de cartón, atada con una cuerda, todo aquello como viva muestra de las necesidades que habían pasado. Un triste cuadro como pensó la Señora, aunque naturalmente no lo dijo. Y acercándose a la pequeña Eloísa la alzó para sentarla sobre una mesita, y le dijo sonriente: -Así estamos a la misma altura. Deja cariño que te bese y dime cómo te llamas. -Eloísa, como mi abuela paterna, ella también se murió. 114


-Pero ahora nos tienes a todos nosotros, dentro de nada llegarán mis hijos, Enrique y Alejandro, y podrás jugar con ellos. Y como era una niña encantadora, la trataron los Señores como a la hija que no tuvieron, y así fue creciendo querida por todos, junto a Enrique y Alejandro. Para Eloísa aquello era como vivir en el paraíso y le brotó la alegría igual que los colores en la cara, y se la veía fuerte y saludable, y cada vez más bonita. Manuela también se recuperó y trabajo mucho en la casa. Era su forma de darles las gracias, pues gracias a los Señores se puede decir que habían sobrevivido. Esa era la verdadera historia de Manuela, y no la que Julián iba contando y ponían en aquellos programas donde la estaban difamando, a pesar de lo mucho que sufría al escuchar semejantes barbaridades. Enrique se lo había aconsejado para que fuera siguiendo la sucia historia que se contaba, para que el día del juicio, cuando él la subiera al estrado a declarar, pudiera contradecir tantas mentiras diciendo su verdad. Aquella historia la iba alargando Julián igual que contada en capítulos, con la finalidad de sacar cuanto más dinero mejor, por el temor de que iba a perder el juicio y le iba a costar pagar una fortuna. Uno de esos días en los que se sentó en un plató de televisión, seguramente le tocaba contar la parte más escabrosa de la pobre Manuela y el Señor Amo, y por si a ella como a veces hacen a mitad de programas la invitaban a convalecer y ella se presentaba, cosa que él no quería ese cara a cara porque la mentira tiene las patas cortas y lo podían pillar, nada menos que hizo el disparate de raptarla, no para pedir rescate, sino para tenerla encerrada para que no se presentara ni a televisión ni en el juicio, y después la soltaría. Como era un hombre sin escrúpulos pensó que imputado por algo más poco importaba, total, el sabía que al final iba a dar con sus huesos en la cárcel, la cuestión era que antes de que eso ocurriera iría moviendo fichas en aquel arriesgado juego. Julián sentado en aquel plató, con la seguridad de que Manuela estaba encerrada, se despachó bien a gusto diciendo este horrendo capítulo que distaba mucho de la realidad: -Don Enrique era un Señor muy poco Señor, vanidoso porque se hacía llamar Señor Amo por sus sirvientes, al igual que lo hacían obligados los negros que eran esclavos de aquellos Señores que los trataban como perros y hasta los azotaban, pues igual era este Señor Amo. Pero al fin y al cabo, esa soberbia sólo es un pecado capital, lo que sí es un delito contra la justicia y la moral es lo que el Señor Amo hizo, ¡violó cuantas veces quiso a Manuela cuando entró a servir en su casa! Y escuchen bien, Manuela entonces era una menor. Y tengo un testigo que aún vive que por aquel entonces vivía en esa casa: pero no he acabado, tuvo una hija con Manuela, y se desentendió de la madre y de la hija. Ese era el señor amo. Mientras que Julián tranquilamente hablaba y parecía regodearse y paladear al sol115


tar por su boca aquella infamia, Enrique y Eloísa había denunciado ya a la policía la desaparición de Manuela y estaban desesperados porque no la encontraban, cuando en esto vino Alejandro con la grabación en video que había hecho del programa que se acababa de emitir del malvado Julián. Y al ver y escuchar aquello, Enrique se puso más nervioso que una fiera enjaulada, y andaba de un lado a otro por la habitación. Y Eloísa ni siquiera podía llorar sumida en un ataque de ansiedad que la ahogaba, porque si Julián decía que tenía un testigo podía ser verdad lo que decía, en cuyo caso ellos eran hermanos, unos hermanos que ya eran pareja y sin saberlo aquello era incesto. Y Enrique con las manos en la cabeza la presionaba como queriendo estrujar aquellos pensamientos que le torturaban. Y le decía a Eloísa para calmarla: -No te preocupes, lo que tenemos es que encontrar a Manuela para ver ella que nos dice. -Pues qué nos va a decir si está claro que soy tu hermana, así se comprende la intención que tuvo tu padre al enseñarme aquella carta falsa para que yo me creyera que no me querías y que te ibas a casar con una duquesa que a lo mejor ni existía. Con aquella comedia lo que quería era separarnos para evitar lo que ha ocurrido, que siendo hermano nos hemos amado. -Sea verdad o mentira a Julián lo voy a matar por pregonarlo. -Pues no sé qué te diga -dijo Alejandro- bien mirado os ha hecho un favor, es una ilusión rota, pero peor hubiera sido ignorarlo. -Sí hombre al final le debemos dar las gracias porque un montón de miles de personas sepan esta oscura historia. ¿Es que no vamos a poder salir con bien de ésta? Se acerca el día del juicio y no tenemos a Manuela; pues tú eres el hombre de las ideas piensa algo, tienes que razonar y para ello serenarte. Eloísa ni hablaba sólo lloraba. -¡Ya está! La gente por dinero hace lo que sea hasta buscarla como la policía. Y enseguida pusieron en práctica esta idea: ofreciendo para el que la encontrara 3000 €, y al que le diera una pista que con ella se llegara a Manuela si acertaba 2000 €. Y el éxito de la búsqueda fue de inmediato, y además muy gracioso. Una señora que iba a la misma peluquería que Manuela aquel día en que la raptaron fue precisamente que salieron a la vez, pero como Manuela andaba más ligera se adelantó, pero no tanto como para que la señora la perdiera de vista, y de lejos vio que ella seguía andando por la acera cuando de una frutería empezaron a sacar canastas de fruta y en ese cruce delante de Manuela ella no tuvo más remedio que parar cuando uno de los que acababa de dejar la fruta la cogió y la entró a la furgoneta que en seguida se puso en marcha llevándose a Manuela. Y aquella declaración de la señora sirvió de mucho, sólo hubo que ir a la frutería, y sabiendo que había sido alguien de allí, como luego se dice por el hilo se llega al ovillo, llegaron a un sótano donde Julián la tenía encerrada. Y así fue liberada. No había sufrido daños y se encontraba muy bien, y con Manuela 116


todo fue fácil de aclarar de la manera más sencilla, asegurándoles con plena garantía que Eloísa era hija de su esposo, y para confirmarlo era tan sencillo como hacerse los dos la prueba del ADN que eso lo dejará bien claro. Enrique dijo: -¡Cómo hemos podido ser tan tontos! Y has tenido que ser tú, la que nos dijera el modo de saberlo. -No es eso Enrique, lo que pasa es que en una situación así, se está tan disgustado y confuso, que no se puede pensar, ni razonar. -Tiene razón mi querida Manuela, pero sigo diciendo que tú eres la más lista y la más guapa. Déjame que te bese querida suegra. -Hay que ver de un momento a otro como puede cambiar una situación. Volvían a ser felices, mejor dicho eran más felices que nunca. Cuando todo sale bien, la risa viene fácil, y Manuela se reía plácidamente, y entre broma y sana burla, les decía: -Pero ¿cómo habéis podido ser tan tontos, sin pararos a pensar, que si fuerais hermanos, yo no hubiese permanecido callada y en el primer momento que vi que os mirabais, con ojitos de enamorados os habría dicho la gravedad del asunto? Y llenos de alegría y gozo, sabiendo que ya no había impedimento para su amor, sin importarles que estuvieran delante Alejandro y Manuela, como tortolitos se besaban Enrique y Eloísa diciendo ella: “Gracias a Dios que toda la preocupación ha terminado”. Ahora ya sólo quedaba que se celebrará el juicio, que con las ganas que Enrique le tenía a Julián después de tanto como les había hecho sufrir lo pensaba machacar. Y llegó el día del juicio, que fue demoledor, tal como intuía Enrique que iba a ser. Se sentó en el estrado a declarar la propia Manuela, ella lo quiso así, por haber sido difamado su señor por aquel perjurio, y no podía dejarlo sin aclarar por ella misma. Y en ningún momento se dijo en aquel juicio, si habían sido amantes. El testigo que había declarado anterior a ella era un viejo borrachín comprado por Julián, que como un papagayo repitió toda la mentira aprendida, que luego Manuela con su verdad se ganó al jurado que la creyó. Porque la verdad es creíble, no por lo que se diga, sino por la forma que se dice. Y a Manuela las palabras le salían del corazón impregnadas de nobles sentimientos a la vez que las lágrimas humedecieron sus ojos y escapaban sin poderlas contener y así es como resplandece la verdad. Porque en realidad ella jamás fue forzada ni violada siendo menor, ni mayor de edad. A parte de que Alejandro pidió que subiera a declarar por segunda vez el testigo de Julián, cuando el pobre hombre ya estaba nervioso y hundido después de haber escuchado a Manuela, que aun sin haber tenido un trato con ella sí que sabía por todos los demás sirvientes que era una buena persona. Y se reconcomía por dentro diciéndose: “soy un canalla y un Judas que la he vendido, y me he vendido yo por el cochino di117


nero”. Y he dicho que era un violador mi señor. ¡Que fue bueno! Ya sentado frente a Enrique, no pudo mantener la mirada y bajó la cabeza, era evidente que estaba avergonzado y arrepentido, de tal modo que el mismo sacó un papel doblado de su bolsillo y mientras lo desplegaba pidió permiso para leerlo antes de que siguiera interrogándole. Y aquello que leía con voz aguardentosa y timidez era el texto de lo que Julián quería que contara en el juicio, y a pesar de que lo había hecho con el ordenador y no escrito con su letra, las huellas de Julián aparecían en el papel por todas partes. Y la ley una vez más cumpliendo con su deber hizo resplandecer la verdad cayendo en la balanza el peso de la justicia.

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Edita: Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Almansa Imprime: Imprenta Municipal Depósito Legal: AB 14-2016

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