Hechos (I)

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Lección 11

Sábado, 12 de junio de 2021

📖 Año Bíblico: Ester 1-3

Esperanza para los “Mundanos” de Afuera “Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?” (Hechos 11:17). “Pensar en la compasión y el tierno amor de Dios hacia aquellos que andan en busca de luz y oran por ella, debiera proporcionar un gran estímulo a los dirigentes de nuestra obra.”—Testimonios para la Iglesia, tomo 6, pág. 85. Lectura adicional: Los Hechos de los Apóstoles, págs. 104–115, 126–129; Testimonios para la Iglesia, tomo 6, págs. 85–91.

Domingo 1. EN LIDA Y JOPE

6 de junio

📖 Año Bíblico: Nehemías 1-3

a. Relata la experiencia de la visita de Pedro a Lida. Hechos 9:32–35. Hechos 9: 32-35 Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también a los santos que habitaban en Lida. 33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico. 34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y en seguida se levantó. 35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón, los cuales se convirtieron al Señor.

b. ¿Por qué podemos ser animados con el milagro de Jope—y por qué los miembros de la iglesia como Dorcas son tan valiosos para el cuerpo? Hechos 9:36–43. Hechos 9: 36-43 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. 37 Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. 38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes en venir a nosotros. Continuar lectura en Hechos 9:39-43 RV 1960 “En Jope había una Dorcas, cuyos hábiles dedos permanecían más activos que su lengua. Ella sabía quién necesitaba ropa cómoda y quién necesitaba simpatía, y generosamente atendía las necesidades de ambos grupos. Y cuando Dorcas falleció, la iglesia en Jope se dio cuenta de su pérdida. Con razón se pusieron de luto y se lamentaron y derramaron cálidas lágrimas sobre el cuerpo inerte. Ella era de tan alto valor que por medio del poder de Dios fue regresada del país del enemigo, con el fin de que su destreza y energía pudieran todavía ser una bendición para los demás. “Una fidelidad paciente, piadosa y perseverante como la que poseían estos santos de Dios es poco frecuente; no obstante, la iglesia no puede prosperar sin ella… Siempre se necesitan obreros constantes, temerosos de Dios, que no desmayen en el día de la adversidad.”—Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 284. Lecciones Bíblicas Sabáticas, Vol. 97, No. 2

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