La historia de las vocales
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro deberá ser reproducida ni total ni parcialmente, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio electrónico, mecánico, de copiado, grabación o de otro modo sin permiso previo del editor. Ilustraciones interiores, traducción al español, cubiertas y diagramación por Julián Castillo. Texto basado en una traducción del libro en inglés de Alan Halley Alphabet : the history, evolution and design of the letters we use today. Impreso en Bogotá, Colombia.
S
e dice que los fenicios escogieron la cabeza de un buey para representar el sonido de la A. El buey era un animal muy común y muy importante para los fenicios. Como la fuente principal de fuerza para el trabajo físico de los fenicios los bueyes araban los campos, cosechaban los frutos de la tierra y transportaban el alimento para ser comerciado. Algunas fuentes incluso dicen que a muchos les proporcionaba una buena comida. Un símbolo del buey hubiese sido el logotipo perfecto para la comida fenicia, ya que el alimento se encuentra a la cabeza en la lista de necesidades del hombre, esto (de algún modo) explica porque una figura que representara al buey pudiera llegar a convertirse en la primera letra del alfabeto.
Los fenicios primero dibujaron el glifo de la cabeza de buey para significar el sonido de la A como una V con una barra que horizontal que la cruzaba para diferenciar los cuernos del hocico. Esta letra se llamó alef, la palabra fenicia para buey. A través de siglos de escritura, la alef evolucionó hacia algo que evolucionó hacia algo más que guardaba poca relación con el símbolo original de la cabeza de buey. De hecho, para cuando llegó a los griegos alrededor del año 400 A.C., se veía mucho más como una k minúscula que como una A mayúscula. La alef más tarde evolucionó en manos de los griegos, quienes no tenían idea de que debería parecerse a un buey. Primero la rotaron 90° para que señalara hacia arriba; entonces dibujaron la línea que la cruza un poco inclinada. Finalmente la línea cruzada se convirtió en una línea horizontal, resultando en un carácter muy similar al que conocemos hoy. Los griegos también cambiaron el nombre de la letra de alef a alfa. Los romanos adquirieron el alfabeto griego a través de sus intercambios con los comerciantes etruscos en lo que conocemos hoy en día como el norte de Italia y de nuevo sustituyeron el nombre de la primera letra por “a”.
M
uchos expertos creen que nuestra E, o al menos algunos de los sonidos que representa, significaron alguna vez en los jeroglíficos egipcios “casa”. Otros discuten que evolucionó del signo que representaba una ventana. Y aún otros le atribuyen su origen al símbolo egipcio que significaba “patio”. Para complicar un poco más el asunto, nuestra E, una de las vocales más comúnmente usadas, de hecho comenzó su vida como una consonante. El alfabeto egipcio tenía veintidós sonidos consonantes (las vocales eran relativamente carentes de importancia), cada uno de las cuales tenía un nombre y un símbolo para representarla en la escritura. Uno de estos veintidós símbolos fue el precursor de nuestra E.
La letra fenicia hé, que se aproximaba a nuestra H, fue probablemente la tátara-tátara-tataranieta de la quinta letra del alfabeto latín. Cuando los griegos adoptaron el alfabeto fenicio, tenían dificultades pronunciando cerca de la mitad de los nombres de los carácteres, así que modificaron los que les eran más problemáticos para de este modo sincronizarlos con su propio lenguaje. Algunos ligeramente, otros de manera más drástica y otros más fueron eliminados. La hé fenicia fue uno de los “carácteres problema”. Los griegos no pudieron pronunciar el primer sonido del nombre de la letra y siendo un pueblo pragmático que vivía en tiempos menos complicados, su solución fue simplemente dejar fuera el sonido que estaba causando dificultad. Como resultado, la hé fenicia se convirtió en la “e” y así una de nuestra vocales más usadas nació. A través del tiempo los griegos gradualmente simplificaron el diseño de hé, orientando sus brazos hacia la derecha. El resultado final se veía como la E encontrada en fuentes como la Helvética o la ITC Avant Garde Gothic. A la versión final se le dio el nombre épsilon y representaba un sonido e corto.
L
a I y la J no son solamente adyacentes de manera inmediata en secuencia alfabética y se parecen bastante, sino que en gran medida comparten la misma historia. El ancestro fenicio de la I de la actualidad fue un carácter llamado yodh, que significaba “una mano doblada en la muñeca”. Algunos dicen que la yodh viene de mucho antes, de un jeroglífico egipcio que se asemejaba a una hoja, y que supuestamente más tarde evolucionó hacia un símbolo hierático que también sugería una mano. Esta parte egipcia de la historia de la I es quizás un cuento de hadas tipográfico, por dos razones: primero, porque hay tantos expertos que están en desacuerdo con esta teoría como los que están de acuerdo, y segundo porque los símbolos análogos sumerio y asirio-babilonio que precedieron a la yodh fenicia y fueron hasta cierto grado influenciados por la cultura egipcia, no guardan relación con una mano.
El símbolo original fenicio evolucionó a través del tiempo hacia una forma de zigzag, que fue más tarde adoptada por los griegos. Estos últimos tendieron a simplificar los símbolos que adoptaron de los fenicios, incluyendo a la yodh. En sus manos el zigzag se convirtió en una simple línea vertical. Tambien cambiaron el nombre de la letra a iota. Yodh fue la letra más pequeña del alfabeto fenicio y tal vez se relacione con esto el hecho de que la palabra “iota” signifique “inmensurablemente pequeño”, como en la frase bíblica: “(…) ni una jota ni un tilde perecerá de la ley (…)” A la I le tomó algún tiempo para decidir a que sonido representar. Los fenicios la usaron como una semiconsonante. Más tarde cuando fue adoptada por los griegos alrededor del 900 A.C., la usaron para representar el sonido vocal de una “e” larga. Entonces fue usada en latín temprano para representar tanto la vocal I como la consonante Y. Eventualmente se trató de diferenciarlos al alargar la I ligeramente para representar el sonido “y”. Cuando un calígrafo del siglo XVI decidió que este refinamiento era demasiado sutil, añadió una prolongación a la base del trazo y así la distinción entre I y la J fue finalmente establecida.
A
lgunos eruditos creen que la O de la actualidad evolucionó de la ayin fenicia, un símbolo usado por más de dos mil años. Otros discuten que un jeroglífico egipcio de cinco mil años de antigüedad que representaba una cuerda atada fue el inicio de lo que se convertiría en la décimo quinta letra de nuestro alfabeto.
La O probablemente comenzó como un dibujo de algo, pero no de una piedra, un huevo y ni siquiera de una cuerda atada. El ancestro verdadero de nuestra O fue probablemente el símbolo de un ojo, completado por un punto central que hacía las veces de pupila. El ayin apareció entre los fenicios y otros alfabetos semíticos alrededor del año 1000 A.C. Cuando los griegos fueron expuestos al ayin, lo adaptaron a su sistema de comunicación y se lo asignaron al sonido de una “o” corta. También cambiaron el nombre de la letra a omicron. La omega es otra versión griega de la O, que usaron para representar el sonido una “o” larga. Mientras los fenicios y los griegos dibujaron la letra como un círculo perfecto, los romanos comprimieron su forma ligeramente para hacerla consistente con todas las demás capitales monumentales.
L
a historia de la U es también la de la V, W y Y. De hecho, la historia de nuestra U comienza antes con la historia de la sexta letra de nuestro alfabeto. Una criatura llamada antes Cerastes, una especie de serpiente o dragón gigante, representada en un jeroglífico egipcio, que equivalía a un sonido semejante al de nuestra F. Este carácter fue el predecesor de la waw fenicia, la más prolífica de todas sus letras. La waw dio a luz a nuestra F, U, V, W y Y. Se veía como nuestra Y actual y representaba el sonido semiconsonante de una W.
Entre el 800 y el 900 A.C., los griegos adoptaron la waw fenicia, usándola como dos letras en su alfabeto: la úpsilon, para el sonido “u” y la digamma para un sonido similar al de la F. El carácter upsilon fue inicialmente adoptado por los etruscos, después por los romanos. Ambos la usaron para representar la semiconsonante W y los sonidos de la U, pero la forma luce (de nuevo) más como una Y que una U o una V. En la Roma antigua los sonidos de la U, V y W como los conocemos hoy en día fueron sistemáticamente diferenciados, el contexto usualmente determinaba la pronunciación correcta. Como resultado, la capital V romana de ángulos agudos fue usada para expresar el sonido de la W en palabras como VENI y como la vocal U en palabras como IVLIVS. Sin embargo la U no tiene modelo monumental por no haber sido encontrada en Trajano. En el periodo medieval dos formas de la U, una con una base redondeada y otra que se asemejaba a la V, fueron usados para representar el sonido V. No fue sino hasta hace relativamente poco que la V angular fue retenida para representar nuestro sonido V y la versión con la base redondeada fue oficialmente adoptada para representar la vocal U.
Este libro se elabor贸 en Bogot谩, Colombia entre agosto y septiembre de 2009 por Jul铆an Castillo para la clase de Medios Editoriales en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para tal fin se us贸 Adobe Illustrator CS4, Adobe Photoshop CS4 y Adobe InDesign CS4.