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Crítica y controversia: Mi año de descanso y relajación

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JUSTOY NECESARIO

JUSTOY NECESARIO

Rossann

"Mi año de descanso y relajación" de Ottessa Moshfegh es una novela contemporánea que se centra en la vida de una mujer joven y adinerada en la ciudad de Nueva York que decide tomarse un año sabático de su vida y desconectar del mundo. La protagonista, cuyo nombre nunca se revela, es una mujer inteligente pero no de la forma tradicional que percibimos, al contrario, no parece tener gran interés en presentarse como una estudiante y profesionista de alto conocimiento pero muestra gran entendimiento en las emociones de los demás y cómo afectan sus decisiones. No obstante, tras una serie de sucesos cae en un lapso de desconexión emocional con ella misma y decide embarcarse en un experimento radical para liberarse de las expectativas y presiones. (Alfaguara, 2019)

"Mi año de descanso y relajación" de Ottessa Moshfegh es una novela contemporánea que se centra en la vida de una mujer joven y adinerada en la ciudad de Nueva York que decide tomarse un año sabático de su vida y desconectar del mundo. La protagonista, cuyo nombre nunca se revela, es una mujer inteligente pero no de la forma tradicional que percibimos, al contrario, no parece tener gran interés en presentarse como una estudiante y profesionista de alto conocimiento pero muestra gran entendimiento en las emociones de los demás y cómo afectan sus decisiones. No obstante, tras una serie de sucesos cae en un lapso de desconexión emocional con ella misma y decide embarcarse en un experimento radical para liberarse de las expectativas y presiones. (Alfaguara, 2019)

Título: Mi año de descanso y relajación

Autora: Ottessa Moshfegh

Género: Novela, Ficción literaria

Año de publicación: 2019

La historia se desarrolla a lo largo de un año, en el que la protagonista se sumerge en un duro régimen de sedantes y somníferos recetados por su psiquiatra, la cual poco a poco notaremos que contribuye a las peligrosas decisiones de la protagonista. Al pasar la mayor parte del tiempo durmiendo, desconectada del mundo exterior y de las personas que la rodean, la protagonista experimenta una serie de sueños y alucinaciones que desdibujan la línea entre la realidad y la ficción. A través de su aislamiento autoimpuesto, la protagonista reflexiona sobre su vida, su pasado y su sentido de identidad, mientras lidia con la soledad, la depresión y la búsqueda de significado.

He de admitir que el estilo de escritura de Moshfegh es curioso, además de ser una historia que no había leído antes, en ocasiones sientes que no avanza mucho el desarrollo del personaje, pero es una cualidad necesaria del libro. Pide que lo leas de una manera tan incómoda como lo vive su protagonista, te inmerses dentro de su pasado, su privilegio, sus exigencias y entiendes porque toma las decisiones que toma. Tiene sus momento de humor negro, casi llegando a lo políticamente incorrecto, pero de nuevo, es parte del punto de vista de un personaje que está viviendo en los inicios de los 2000’s. Me gusta que llega a tocar temas como la feminidad y la sexualización de la mujer, la necesidad de la sociedad de aparentar una vida perfecta, el consumo excesivo de drogas, el snobismo del mundo del arte y sobretodo el vació emocional de una adulta jóven entrando al mundo.

No es un libro para todos/todas/todes, es incómodo, irreverente, y hasta en ocasiones insultante. Pero quiere levantarte dudas, en mi caso pude llegar a reflexionar del efecto del sueño americano y capitalista que te venden al entrar a tu primer trabajo (y darte cuenta que es una basura). En ocasiones sentirás que no llega a nada el libro, prácticamente que no tiene sentido… pero últimamente la vida de un adulto jóven se siente así.

Si me lo preguntaras, diría que nadie llega a ese mundo por casualidad Nadie está preparado para lo que la cultura tiene que ofrecerle y para el sacrificio que uno tiene que hacer para mantener la llama del conocimiento encendida Pero hay dos tipos de interés que nos definen en esta búsqueda: el primero, genuino, el que busca alimentar el alma y que entiende sus propios límites; el segundo, consciente y egocéntrico, el que busca la trascendencia perenne, aparentar hasta que consigue dejar las máscaras y hacer del engaño una virtud. Posiblemente no me estoy dando a entender, pero ya sabrás a qué me refiero.

Viene a mi memoria la primera vez que la visité: llegué al medio día, cuando recién comenzaban a proyectarse las funciones Recuerdo que me había fugado de la facultad, no solo era el hecho de que aborrecía tomar la clase de Filosofía del Arte, sino que en Composición tuvimos una clase sobre la intimidad y el sonido romántico en la Sinfonía n.º 3 en Fa mayor, Op. 90 de Brahms. Estudiamos la línea melódica de las cuerdas, fundamentalmente la de los violines, además de los instrumentos de viento; pero aún cuando había escalado hasta mi séptimo semestre, yo seguía sin saber cómo lo había logrado Definitivamente no me interesaba escuchar la misma obra durante tres o cuatro clases

Yo tenía 23 años, pero hoy a mis 36 sigo pensando en qué hubiera pasado si me hubiera comprometido con ese deseo de entender el arte Entonces, comenzó a hacerse un hábito el reunirme con amigos de la escuela a pasar el tiempo aquí, ver alguna película, discutirla, llenarnos de cafeína o de alcohol según lo que el clima pedía y, a veces, interpretar los papeles de un grupo de amigos, como en aquellas películas italianas de los setenta u ochenta. Me gustaba especialmente el cine de Mario Giacomelli y discutía con mis colegas intelectuales así nos hacíamos llamar, ignorando o reconociendo que otros chicos de nuestra edad se conformaban con términos coloquiales sobre la vida y la muerte en Las alas del deseo

A pesar de haber disfrutado mucho aquellos días, no tuvo que pasar mucho tiempo para que me diera cuenta de que con ellos tampoco me sentía bien En muchas ocasiones discutíamos de autores y algunos de ellos mostraban su admiración por poetas como Baudelaire. Era imposible negar que, de su obra, varios estudios se desprendieron sobre la urbanidad en la literatura y la manera en la que entendemos el espacio diegético; no obstante, me parecía repulsivo tener que admirar a alguien cuya vida se basó en la resignación a la indigencia y la obsesión por su madre Pienso que, si hubiera tenido conocimientos de taxidermia, habría tenido el mismo destino que Norman Bates

Pero bueno, mis amigos no se reían, tampoco escuchaban otra cosa que música clásica, pero se molestaban si le llamabas de forma genérica “música clásica”. Por supuesto, yo conocía la diferencia, pero entiendo que la economía en el uso de la lengua es importante, además comencé a disfrutar molestarlos La primera vez que tuve un descontento con ellos fue durante una película francesa Era una comedia disfrazada de documental Teníamos la ya conocida premisa del payaso triste, pero adaptada al París de los cincuenta Sin muchas oportunidades, se veía obligado a presentarse en fiestas infantiles para poder comer; a veces no le pagaban, algunas veces le quitaban el dinero en las calles. La película terminaba en una tragedia, pero durante la cinta permeaban los momentos satíricos. Me molestaba que nadie era capaz de reírse en la sala de cine.

Pero bueno, mis amigos no se reían, tampoco escuchaban otra cosa que música clásica, pero se molestaban si le llamabas de forma genérica “música clásica” Por supuesto, yo conocía la diferencia, pero entiendo que la economía en el uso de la lengua es importante, además comencé a disfrutar molestarlos La primera vez que tuve un descontento con ellos fue durante una película francesa. Era una comedia disfrazada de documental. Teníamos la ya conocida premisa del payaso triste, pero adaptada al París de los cincuenta. Sin muchas oportunidades, se veía obligado a presentarse en fiestas infantiles para poder comer; a veces no le pagaban, algunas veces le quitaban el dinero en las calles La película terminaba en una tragedia, pero durante la cinta permeaban los momentos satíricos Me molestaba que nadie era capaz de reírse en la sala de cine

Aquel día, todas las caras y los cuerpos eran los mismos: el ceño fruncido, la nariz aguileña, las cejas pobladas, la barba tupida, una boina o un elemento distintivo en la cabeza siempre de colores fríos, los párpados caídos, la piel pálida y una libreta como si fueran a presentar un examen Terminé asqueado, porque era lo mismo que veía en la escuela. No podía creer que el absurdo fuera objeto de estudio, que la comedia tuviera una ciencia y una base teórica. De hecho, no podía entender cómo valía más la pena hablar del contexto en el que el autor había compuesto tan trágica obra que de la obra en sí Años después, se comprobó que el autor había abusado de su poder y que el protagónico se lo había dado a un joven a cambio de favores sexuales Me dio repulsión pensar en que, hasta eso, sería objeto de estudio para ellos «Lo que el autor quiso decir aquí fue »; «es que el director era ninfómano y por ello su creación está repleta de alusiones al Núcleo Accumbens».

Hoy, que vi por primera vez Metropolis, no pude entender nada, porque pasé cada segundo recordando aquellas discusiones sobre el Art déco y cómo este influyó en varias de las expresiones visuales de la postmodernidad Pensé en Isaac Asimov y su influencia en la ciencia ficción

Pensé, finalmente, en dos ejemplos sobre cómo los artistas siguen un paso delante de nosotros como audiencia y se burlan de nosotros, porque forzosamente buscamos analizarlo todo, darle sentido al desconcierto

Recordé en cómo Banksy planeó un suicidio artístico ante la prensa y los críticos, quienes quizá pasaron hasta treinta años estudiando en las mejores instituciones para darle sentido al mundo a través del arte

¿Qué pensaron cuando el artista les escupía en la cara y les decía: «esta es mi obra y ya no existe»? También tuve una visión de cuando Pistoletto, como todo un dios nórdico con tirantes, posó con su mazo y destruyó un muro de espejos, los cuales son la base de toda su carrera Expertos hicieron documentales sobre el suceso, e incluso hablaban de una tesis sobre la fragmentación, pero, ¿y si solo era un viejo, en toda su sabiduría, riéndose de todos? Supongo que nunca lo sabremos

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