noche eterna(luna nueva) fanfic de alexa cullen

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Noche Eterna,

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El dolor de Edward Cullen 1


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Segundo Libro

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Todos los personajes son propiedad de la señora Stephenie Meyer. No ha sido mi intención robar, usurpar o aprovecharme de su historia.

Documento creado sin fin de lucro. Distribuido gratuitamente en el ciber espacio. Portada y textos que correspondan, creados por Alejandra Henríquez López, bajo el seudónimo de Alexa Cullen. Chile, año 2009.

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PREFACIO Ya nada quedaba para mí. Junto a ella se desvanecía la vida, los sueños y esperanzas. No estaba dispuesto a vivir entre sombras como si mi vida fuera una noche eterna. Sin ella no me quedaba nada. A unos metros el gentío lanzaba gritos de alegría mientras mi corazón lloraba lo que mis ojos no podían. Apreté mis puños, pronto el sol tocaría mi torso desnudo y todo terminaría. Sol, voy hacia ti. Sol… hazme tuyo…

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Verano

Los días que siguieron al baile fueron simplemente perfectos. La primavera estaba llegando a su fin y pronto empezaría el verano. —Creo que ya es hora de que me saques esto— Le había dicho un día a mi padre, mostrándole su pierna. Después de pensarlo un momento, el accedió y así terminó su convalecencia. En esos días Alice práctica mente vivía en casa de Bella. De verdad que era un tanto irritante. Charlie le tenía mucho cariño y su cara siempre se iluminaba cuando le abría la puerta. Ya quisiera yo que fuera lo mismo para mi. Alice hacía las veces de enferma y le ayudaba a tomar sus baños diarios. Le había pedido, le había rogado que no lo hiciera. — ¿Le pediste a Alice que no me mirara? — — ¿Como te iba a mirar a los ojos, después de espiarte? — — ¿Eso quiere decir que nunca lo hiciste? — — ¿A que te refieres? — —Ya sabes, cuando estaba en el hospital y todo eso— —Bueno Bella te explicare. Para mi ya es demasiado con tener tu recuerdo en mi boca, creo que no podría soportar tener tu recuerdo en….Tu sabes a lo que me refiero— El silencio se sintió entre nosotros. — ¿Tu creías que te había espiado? — —Bueno he tratado de no pensar en ello. Creo que estaba resignada — —Jamás te faltaría el respeto de esa manera—. Le dije solemnemente —De eso estoy mas que segura—. Se quejó entre dientes Contrario a lo se creyera, ese verano fue inusualmente lluvioso. Lo que nos permitió disfrutar con plenitud los días. Cuando el sol brillaba, solíamos pasarlos en nuestro prado, escondidos de todos y de todo. Solo una cosa empaño mi felicidad ese verano. Lamente terriblemente la partida de Emmett y Rosalie. Se dirigirían a África. El estaba loco por cazar algunos leones y leopardos. En realidad solo lamentaba la partida de Emmett, se había encariñado mucho con Bella. La encontraba muy graciosa y al parecer ella también le tenía cariño, pero con Rosalie la situación era distinta. —No pienso quedarme aquí mientras ella entra y sale como si esta fuera su casa— —Pero si lo es Rosalie—. Le había dicho mi padre. —También es su casa—. —Pues bien, entonces me marcho— —Rosalie, por favor— Le rogaba Esme. —Las cosas no tienen que ser

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de este modo. Emmett por favor… — Pero el y todos sabían que no había nada que pudieran hacer. Rosalie había tomado la decisión y nada la haría cambiar de idea. Claro que Emmett la siguió, eran inseparables, se amaban. No sabía como alguien podía amar a Rosalie, pero lo hacía. —Cuida a nuestra pequeña Bella. Me dijo antes de marcharse—. —Rosalie, no sabes cuanto lamento que las cosas sean de esta manera, pero la amo. Es todo lo que puedo decir—. Le dije antes de marcharse. Pero ella nada dijo y en su mente no existían reproches, solo tristeza. Ya nos extrañaba. A Bella nada de esto se le contó, era innecesario. Solo le dijimos que estaban de viaje y punto. Claro que con los meses, el viaje se fue alargando y alargando, pero ella nunca dijo nada, ni volvió a preguntar por ello. Ese verano también tomé mi decisión. Creo que había logrado mantener el deseo a raya. Existía un límite que no me permitía cruzar. Hacerlo sería una estupidez. Bella solía no poner ningún tipo de problema cuando rompía su abrazo o me separaba rápidamente de sus labios, pero claro, no siempre era así. —Quisiera que por una vez dejaras de ser tan estricto con esto de mi proximidad—. —Bella, es la única manera—. Le había contestado sujetando sus muñecas, lejos de mi cuerpo. Su contacto resultaba ser una tortura. No podía evitar anhelarla. —Por favor, no me hagas las cosas mas difíciles. Si supieras cuanto te deseo…— Y me perdía nuevamente en sus ojos. Ella aprovechaba cualquier muestra de duda en mi rostro y saltaba sobre mi nuevamente. Me sentía embriagado de sus besos. Su mano se metía debajo de mi camiseta y no podía evitar dar un saltó al contacto de su ardiente palma. Con rapidez la sostenía nuevamente por los puños y volvíamos a empezar con la discusión. Pero resistirme a ella siempre me llenaba de dolor. Con el tiempo me costo menos ser inflexible pero el deseo no disminuía, quemaba siempre de igual manera. Y de esta manera transcurrió el verano. Entre caminatas tomados de la mano, de visita en casa de mis padres o de paseo en las ciudades aledañas. En muchas oportunidades la invitaba a Port Angels a ver alguna película, claro que yo siempre la veía a ella, o a cenar a algún restaurante. Ella siempre protestaba, decía que no era justo que malgastara mi dinero, si al fin y al cabo yo nunca comía, pero me gustaba darle todo y de todo lo mejor. De ser por mi ya habría cambiado su viejo coche hace mucho tiempo, pero Bella se negaba rotundamente. Cuando comenzaron nuevamente las clases se le metió entre ceja y ceja que quería trabajar para tener dinero para el coche y todos los gastos. Trate de convencerla que yo podía hacerme

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cargo de todos sus gastos y que también correría con los gastos de la Universidad, que ya debíamos ver este semestre, pero argumentaba que sería imposible explicarle eso a Charlie. — ¿Y que le voy a decir a Charlie por tu regalo, me puedes decir? — Era siempre su defensa al hablar sobre un coche nuevo. —Le podemos decir que te lo ganaste en una rifa— — ¿Y quien la organiza, si se puede saber? — — ¿Mi padre? — —Edward, eso esta fuera de discusión. Por favor no empieces de nuevo. Mira el coche viene con migo, si no aceptas mi coche entonces…— Eso era cierto, ¿Como explicaría que su novio le regala una tarjeta de crédito y un auto nuevo? A el seguramente tampoco le haría mucha gracia. En fin, estaba seguro que no existirían muchas posibilidades de encontrar trabajo en un pueblo tan pequeño como Forks, pero estaba equivocado y fue en la tienda de deportes local, que para mi desagrado pertenecía a los padres del blandengue Mike Newton, que encontró trabajo. A si que no solo tenía que soportar que estuviera lejos de mi tres veces por semana después del Instituto, si no que también tenía que aguantar que aquel estúpido anduviera tras de ella como una mosca. Lo único bueno de todo esto es que estaba ahorrando para la universidad, claro que yo no dudaría en ayudarla, anónimamente claro esta, a que entrara en la universidad que mas nos conviniera y digo “nos” porque pretendía ir con ella, ojala a alguna lo mas al norte posible, pero de eso aún no hablábamos mucho. Quizás mas adelante, tenía otras cosas en mi mente. Por ejemplo que se acercaba su cumpleaños y me había obligado a no comprarle ningún presente. —Escúchame Edward y escúchame bien. NO…QUIERO… REGALOS— —Pero Bella, se supone que de eso se tratan los cumpleaños— Y de esa postura nadie la sacaba, estaba tercamente obstinada. —Edward,— Me dijo dulcemente un día que tratábamos nuevamente este tema. — ¿De verdad quieres hacerme un regalo?— Sus ojos me miraban dulcemente, y no pude comportarme con un tonto. —Pues claro que quiero amor, no sabes lo feliz que me haces. He pensado en algunas cosas que me gustaría regalarte…— —Si quieres hacerme algún obsequio, existe una cosa que quisiera que me des— —Claro dime, lo que tu quieras— — ¿Lo que yo quiera? Hay algo que deseo hace mucho. Y como es mi cumpleaños…— Tome sus manos entre las mías esperando sus palabras. Por fin me dejaría darle algo. —Quiero… quiero ser como tu. Quiero que me transformes. —

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Demasiado tarde comprendí su truco, y como un pez en una red había caído. —No, no eso esta fuera de discusión. ¿Como puedes hacerme esto Bella, acaso no me amas? — —Claro que te amo. ¿Es que no puedes entender que quiero estar a tu lado siempre? —Pero si siempre estaremos juntos tontita— — ¿Así? ¿Y que pasará en unos veinte años mas? ¿Pretenderás ser mi hijo para poder vivir juntos? ¿Y cuando sea una anciana me darás mis medicinas y deberé llamarte nieto? Comprende Edward, no estoy dispuesta a pasar por ello— —Amor, solo cumplirás 18, no es tan grave—. —No lo es ahora, pero lo será Edward, por mucho que me ames no puedes detener el tiempo humano, solo existe una forma de hacerlo— —Eso esta fuera de discusión. Ni siquiera se por que estamos teniendo esta discusión—. —Edward Cullen. Si no puedo tener lo que quiero es mejor que ni se te ocurra saludarme ese día. ¿Soy lo suficiente mente clara para ti? — —Si, lo suficiente—. Le dije muy molesto. Y así fue como perdí esa batalla. Ella tenía razón, el tiempo no perdonaba y pronto llegó el otoño. ¿Porque las horas o los días felices se desvanecen tan pronto y los de agonía perduran pareciendo eternos?

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Capítulo 2

El desastre

—Te quiero— Dijo Bella mientras cambiaba de posición en su pequeña cama. —Duerme amor— Le dije besando su frente, tan sedosa, tan cálida y delicada. Mañana sería el gran día. Volví para verla por última vez y dando un suspiro salte por su ventana. No lograba acostumbrarme a estar lejos de ella. Corrí por el espeso y oscuro bosque. Que después de todo, no era tan oscuro para mi y como de costumbre no tarde en llegar a casa. Pude escuchar las voces familiares de mis hermanos que habían vuelto de su viaje. —Nada mejor que un gran león para levantar el espíritu, de verdad Jasper, deberías probarlo—. —Claro Emmett, lo que tu digas—. Le contestaba Jasper riendo alegremente. —Heeey, bienvenidos hermanos—. Les dije caminando hacia ellos con los brazos abiertos. Las imágenes pasaban en su mente como en un álbum fotográfico. —Veo que lo han pasado genial estos últimos meses— —Si es verdad, pero nada se compara con la familia—. Me contestó Emmett. —Es bueno estar de vuelta—. Decía Rosalie mientras me abrazaba. — Lo siento Edward he sido una tonta, de verdad los he extrañado— —Es bueno tenerlos de vuelta—. Le dije cariñosamente. —Te prometo que tratare…— Sabía que eso ya era mucho para ella, sabía que era sincera y lo mucho que le costaba decir aquellas palabras. —Y…. ¿todo listo para mañana? — Preguntó Emmett. —Casi, solo faltan algunos detalles— Decía Alice en medio de una gran sonrisa. Estaba haciendo todo lo posible por controlarse con respecto a este tema. —Esperemos que quiera asistir la festejada—. Les dije haciendo una mueca. —No te preocupes, si es necesario la traeré amarrada— —Aquello no me haría mucha gracia—. Le dije secamente. Pero Alice sacó su pequeña lengua y se fue tras Esme. Después todos volvimos a nuestras actividades. Yo debía preparar mi presente para Bella. Me había obligado a prometer que no le compraría nada. Pues bien, no le compraría nada. —o— Podía escuchar perfectamente el sonido de su viejo monovolumen. Seguramente estaba a menos de dos cuadras del Instituto. Alice se

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encontraba junto a mi, había insistido en saludar a Bella a primera hora del día. Lentamente ingresó al aparcamiento. Contuve mis ganas de ir por ella al coche, seguramente no se encontraría de muy buen humor y el portazo que dio a su auto me lo confirmó. Claro que no pude controlar a Alice, dando un salto se adelantó para recibirla. — ¡Feliz cumpleaños, Bella!— Le dijo alegremente. Como lo había previsto ella no se encontraba de buen humor, pero Alice seguía precionándola. Ya la podía ver explotando en cualquier momento. Le preguntaba por los regalos, que le habían parecido y todo eso. Estiré mi mano para recibir la suya. Sus latidos nuevamente se aceleraban mientras levantaba su cabeza para encontrarse con mis ojos. Con mi pulgar sostuve su barbilla, acariciando con el índice sus rosados y suaves labios. —Así que, tal y como me impusiste en su momento, no me permites que te felicite por tu cumpleaños, ¿correcto? — Realmente no era una pregunta, ya sabía su respuesta. —Sí, correcto — Agregó un tanto molesta. —Sólo me estaba asegurando — Dije con resignación mirando el cielo. —Podrías haber cambiado de idea. La mayoría de la gente disfruta con cosas como los cumpleaños y los regalos—. Alice fue la única que encontró divertidas mis palabras. Creía que Bella verdaderamente disfrutaría este día con todas las sorpresas que le tenía preparadas. Al fin de cuentas ¿Qué podría ocurrir de malo? Pero la preocupación de Bella no era ser mayor, lo que temía era ser mayor que yo. Aunque eso fuera imposible, ya que sus 18 años no eran nada en comparación con mis casi noventa años de existencia. — ¿A qué hora vendrás a casa? — Le preguntó Alice de pronto. “Maldición Alice”, pensé. Quería tratar de convencerla antes, no llegar y soltar la bomba a primera hora, pero con Alice todo era de esa manera. Siempre a su modo y a su tiempo. —No sabía que tuviera que ir allí— Sería un verdadera lastima que se encaprichara y no quisiera asistir a su propia fiesta de cumpleaños. — ¡Oh, por favor, Bella, no te pongas difícil! No nos irás a arruinar toda la diversión poniendo esa cara, ¿verdad? — Le reprochaba mi hermana. —Creía que mi cumpleaños era para tener lo que “Yooo deseara”—. Dijo poniendo cara de pocos amigos. Ignoré sus comentarios y le aseguré a Alice que la llevaría después de clases. Claro que Bella no dejaría la batalla tan pronto y argumentó que debía trabajar esa tarde. No sabía que Alice ya había hablado con la señora Newton y esta le había dado la tarde libre. —Pero.., pero es que no puedo dejarlo —. Tartamudeo graciosamente. Parecía un gatito acorralado. —Lo cierto es que,

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bueno, todavía no he visto Romeo y Julieta para la clase de Literatura — Alice ya comenzaba a impacientarse con la actitud de Bella. Le recordó que ya se sabía la obra de memoria, pero Bella no se daba por vencida ¿Verdaderamente creía que ganaría sobre este tema? Dijo que debía ver la película, cuando ya todos sabíamos que también la había visto… ¿Unas diez veces? No esta seguro de cuantas veces la había visto en realidad, pero sabía que eran bastantes. —Pero si ya has visto la película — Le dijo ahora molesta Alice. —No en la versión de los sesenta. El señor Berty aseguró que era la mejor—. —Mira, puedes ponértelo difícil o fácil, tú verás, pero de un modo u otro... — Wowwww, eso era completamente innecesario de parte de mi hermanita pequeña. Amablemente le pedí que se tranquilizara y que si ella quería ver la película, la vería ya que era su cumpleaños… —Así es — Dijo Bella moviendo su dedo índice rápidamente a Alice. —… y la llevaré después de las siete, así tendrás mas tiempo para preparar lo que falta— Alice rompió a reír muy animada y alegre por mi intervención. Se despidio, no sin antes prometerle a Bella lo bien que lo pasaría. Le pellizcó tiernamente la mejilla y salió corriendo lo mas humanamente que le fue posible. —Edward, por favor... — Comenzó a decir Bella. Puse mis dedos sobre sus exquisitos labios. No estaba dispuesto a comenzar de nuevo. —Shhhhh, ya lo discutiremos luego Bella. Vamos a llegar tarde a clase— —o— Ese fue otro día más en el instituto. Claro que era infinitamente mejor que el año pasado a esa misma fecha. Ahora compartíamos la mayoría de nuestras clases. Y era increíblemente mas llevadera la monotonía de las asignaturas. Mike Newton aún no perdía sus esperanzas. Al parecer su madre había sido lo suficientemente discreta al no infórmale sobre cumpleaños de Bella. Seguramente habría sido la escusa perfecta para que pudiera poner sus manos sobre ella. Sin duda ese semestre nos encontrábamos más “integrados” a la comunidad escolar, pero los humanos seguían manteniendo una instintiva y razonable distancia de nosotros. Como de costumbre la acompañe hasta su coche cuando terminaron las clases. Le abrí la puerta del copiloto pero se cruzo obstinadamente de brazos bajo la lluvia que caía copiosamente.

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— ¿Es mi cumpleaños y ni siquiera puedo conducir? — —Me comporto de la forma que tu pediste Bella, como si no fuera tu cumpleaños— —Bueno si no es mi cumpleaños, no tengo porque ir a tu casa esta noche... — —Muy bien —. Le dije dando la vuelta coche para abrirle la puerta del conductor. —Feliz cumpleaños— Le dije entre dientes. —Calla — Me dijo mientras ingresaba al coche. Verdaderamente se encontraba de muy mal humor, pero era tan divertido mirarla. Aferraba el volante con todas sus fuerzas y con regularidad resoplaba por la nariz. —Tu radio se oye fatal— Le dije presionando un poco más su animo. Dentro de poco tendría una sorpresa. — ¿Quieres un estéreo que funcione bien? Pues conduce tu propio coche —. Me respondió sin mirarme. Tuve que recurrir a toda mi fuerza de voluntad para contener la risa que me causaba contemplarla en ese estado. Cuando por fin, por fin logramos llegar a su casa, tome cuidadosamente su rostro entre mis manos, acariciando lenta y suavemente su rostro. Su frente, sus pómulos, el contorno de sus labios y la línea de su mandíbula. —Deberías estar de un humor estupendo, hoy más que nunca — Dije susurrándole al oído. Y ahí estaba otra vez… el deseo quemando mi cuerpo. — ¿Y si no quiero estar de buen humor? — Dijo entrecortadamente. Nada me provocaba más que comprobar que ella me deseaba de igual manera. Bueno no exactamente igual, yo la desearía siempre de una forma mucho más peligrosa para ella. Le mire a los ojos, sus pupilas estaban dilatadas y sus labios entre abierto por donde se colaba su esencia. —Pues muy mal— Le dije acercando mi cuerpo hasta el suyo. Con mi mano izquierda tome su cuerpo por la cintura, apretándola contra el mío. Mi mano derecha acariciaba su nuca al mismo tiempo que me acercaba lentamente para besar sus labios. Bella respiraba en mi boca casi jadeando. No pude evitar estremecerme. No podía evitar desearla como lo hacía. ¿Cuánto tiempo podría mantener aquella desesperante situación? Todo mi cuerpo gritaba por poseerla, por perderme entre sus cálidos brazos. Bella levantó sus brazos enroscando uno en mi cuello mientras su mano libre acariciaba impetuosamente mi espalda. Comenzó a besarme apasionadamente. Podía sentir como trataba de aferrarse aún más a mi cuerpo… Como si eso fuera posible. Me sentía mareado y extasiado. Debía detenerme ahora que aún podía hacerlo. Recordé que este no sería su último cumpleaños como humana. Me obligué firmemente a separarme de su boca. —Pórtate bien…por favor — Le dije jadeando contra su mejilla. El cuerpo de Bella parecía una estufa, sus labios habían adquirido un

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exquisito y sensual color rojo intenso. Rápidamente me separe completamente de ella. Podía leer en su rostro la frustración que le producía mi comportamiento. Odiaba verla insatisfecha. ¿Cuanto más podríamos aguantar de esta manera? Para mi las cosas no eran mas fáciles que para ella. Yo siempre debía batallar contra dos tipos de deseo. El de mi cuerpo y el de mi sed. Siempre iguales, siempre terribles. — ¿Crees que esto mejorará algún día? — Me preguntó. Pero de una cosa estaba seguro, mi deseo por ella nunca podría ser saciado. No si quería que ella siguiera con vida. —Anda, vamos a ver cómo los Capuletos y los Montescos se destrozan unos a otros, ¿Quieres? — Le dije mientras abría la puerta del coche y saltaba fuera para llenar mis pulmones de aire puro. —o— “¡Ah! Más peligro hay en tus ojos que en veinte espadas suyas. Mírame con dulzura y quedo a salvo de su hostilidad” Recitaba suavemente en su oído. Su corazón latía rápidamente mientras se olvidaba de respirar. Cuando terminó la película, Bella se encontraba emocionada hasta las lágrimas. Las sequé con un mechón de su cabello, mientras le confesaba la envidia que despertaba en mi Romeo. —Ella es muy guapa— —Lo que envidio de el no es Julieta. Envidio su facilidad para suicidarse. Para ustedes, los humanos son muy fáciles. Solo tienen que tomar un extracto de plantas… — ¿Qué? — Dijo Bella ahogando un repentino grito. — Bueno es algo que tuve que pensar una vez. Se, por lo que me ha contado mi padre, que no es muy sencillo para nosotros. Cuando Carlisle comprendió en lo que se había convertido, decidió terminar con su existencia antes de hacer algún tipo de mal. Lo intentó de muchas y diferentes maneras, pero todas fueron inútiles. Y no cabe duda de que sigue con una salud excelente—. — ¿De qué estás hablando? ¿Qué quieres decir con eso de que tuviste que pensarlo una vez? — —La primavera pasada, cuando tú casi... casi te mataron... — Trate de continuar, ocultando el súbito dolor que me provocó recordar lo sucedido. —Claro que estaba concentrado en encontrarte con vida, pero una parte de mi mente estaba elaborando un plan de emergencia por si las cosas no salían bien. Y como te decía, no es tan fácil para mí como para un humano—. Bella sacudió su cabeza al mismo tiempo que dejaba de acariciar la cicatriz que le había dejado aquella experiencia. — ¿Un plan de emergencia? —. —Simplemente no estaba dispuesto a vivir sin ti— Le dije moviendo lentamente mi cabeza de lado a lado. —Aunque no estaba seguro sobre cómo hacerlo. Tenía claro que ni Emmett ni Jasper me

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ayudarían..., así que pensé que lo mejor sería marcharme a Italia y hacer algo que molestara a los Vulturis—. Era la primera vez que pronunciaba aquel nombre delante de ella. Yo no los conocía personalmente, nunca había estado en Italia. Solo sabía lo que nos había contado mi padre sobre aquella corte. — ¿Qué es un Vulturis? —. —Son una familia —. Bueno, no exactamente, pero no era necesario entregarle mas detalles… Por ahora… —Una familia muy antigua y muy poderosa de nuestra clase. Es lo más cercano que hay en nuestro mundo a la realeza, supongo. Carlisle vivió con ellos algún tiempo durante sus primeros años, en Italia, antes de venir a América. ¿No recuerdas la historia? —Claro que me acuerdo— Ellos no compartían nuestra forma de vida. La encontraban excéntrica, por llamarla de alguna manera. Sin conocerlos personalmente me había formado una idea sobre ellos. Al parecer eran criaturas sombrías que veían a los humanos como una simple fuente de alimento. Jamás se habían tomado la molestia de interactuar con ellos para poder comprender lo complejos y fascinantes que podían llegar a ser. Aquel que osaba desobedecer sus mandatos, no vivía para contarlo. Y siempre, siempre tenían lo que querían, contaban con toda la eternidad para lograrlo de una u otra manera. —De cualquier modo, lo mejor es no irritar a los Vulturis — Le dije ahorrándome el resto. —No a menos que desees morir, o lo que sea que nosotros hagamos — Los ojos de Bella parecían dos platos, se pronto se había puesto mas pálida que de costumbre. Con una fiereza que me hizo estremecer, tomo mi rostro entre sus manos y me dijo: — ¡Nunca, escuchaste, nunca vuelvas a pensar en eso otra vez! ¡No importa lo que me ocurra, no te permito que te hagas daño a ti mismo! — —No te volveré a poner en peligro jamás, así que eso es un punto indiscutible— Mi resolución era inamovible. Haría cualquier cosa con tal de evitarlo, pagaría cualquier precio. — ¡Ponerme en peligro! ¿Pero no estábamos de acuerdo en que toda la mala suerte es cosa mía? — Dijo aquello casi gritando. Me recriminaba por pensar en ello. — ¿Qué harías tú si las cosas sucedieran a la inversa? — Le pregunté tratando de defender mi punto de vista. Aquello era algo que venía postergando. Todas la noches mientras la veía dormir trataba de imaginar mi vida junto a ella. Año tras año, amando cada cambio que surgiera en su fisonomía humana. Contemplándola madurar, crecer. La idea de privarla de una vida normal me quemaba el corazón, pero por otro lado no podía ver el futuro sin ella. Ahora era la única razón para mi existencia. —No es lo mismo— Me dijo molesta.

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Claro que no era lo mismo. Su naturaleza le permitiría olvidar fácilmente. En cambio yo, tendría que vivir década tras década. Siglo tras siglo recordándola nítidamente, sufriendo todos los días como si fueran el primero sin ella. Aquello me hizo reír amargamente. Nunca sería lo mismo. — ¿Y qué pasa si te ocurre algo, querrías que me suicidara? Aquello tampoco me entregaba consuelo. No podía soportar aquellas dos ideas. Una era peor que la otra, pero no sabía identificar cual. —Creo que veo un poco por dónde vas... sólo un poco, pero ¿qué haría sin ti? —No era una pregunta realmente. Sabía perfectamente la respuesta. Mi vida sin ella sería un eterno bagar en el desierto de la vida. Soñando con ella como un sediento sueña con un manantial. ¿Cuanto podría vivir sin sumergirme en la total y completa locura? —Cualquier cosa de las que hicieras antes de que yo apareciera para complicarte la vida— —Tal como lo dices, suena fácil— Pero ella insistía en que así era. Claro que no compartía su punto de vista. Solo desolación y tristeza infinita tendría el día en que ella dejara de existir. Su padre estaba llegando a casa y no tardaría en entrar por la puerta. —o— Conduje lo mas rápido que me fue posible. Después que Bella y Charlie cenaron le pedí autorización a su padre para llevarla a casa de mis padre. Al parecer fue una muy buena idea para el, ya que estaría todo lo que quedaba de tarde viendo un partido por la televisión. — ¿Sabes qué te gustaría un montón? — Le dije feliz con la idea. — Un precioso y pequeño Audi Coupé. Apenas hace ruido y tiene mucha potencia... — —No hay nada en mi coche que me desagrade. Y hablando de caprichos caros, si supieras lo que te conviene, no te gastarías nada en regalos de cumpleaños—. Me dijo con su mejor voz amenazante. —Ni un centavo — Le prometí. —Muy bien— Le pedí que fuera tolerante sobre su cumpleaños. Toda la familia estaba muy emocionada al respecto. No habíamos tenido un cumpleaños en muchos, muchos años. El último había sido el de Emmett en 1935. —Vale, me comportaré— Me dijo cambiando de tono. Le advertí que “toda” la familia estaría reunida. Su cara cambio drásticamente. Le asegure que Rosalie se comportaría, que no tenía de que preocuparse. —Así que, si no me dejas regalarte el Audi, ¿no hay nada que quieras por tu cumpleaños? — Le dije tratando de cambiar de tema. Prefería verla enojada que asustada.

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—Ya sabes lo que quiero— Me dijo en un susurro sin mirarme. De pronto el molesto era yo. — Por favor Bella, esta noche no. — —Bueno, quizás Alice pueda darme lo que quiero— La sola idea golpeó fuertemente en mi cabeza. No pude evitar gruñir de rabia. Ya estábamos llegando a casa y le advertí que este no sería su último cumpleaños. — ¡Eso no es justo! — Apreté mis afilados dientes, sentía la rabia hirviendo en mis venas. Claro que Alice no hacía que las cosas mejoraran. Bella dejo escapar un gemido mientras ingresábamos por el pequeño camino, que se encontraba enmarcado por pequeños faroles. Trate de tranquilizarme, concentrándome en inhalar y exhalar. Le recordé que aquello era una fiesta y que intentara ser comprensiva. Una vez estacionado el “coche” me dispuse a abrir su puerta. —Tengo una pregunta— Me dijo mientras extendía mi mano hacia ella. —Si revelo esta película ¿aparecerás en las fotos? —. Reí por su tonto comentario. Siempre me causaban risa los mitos sobre los vampiros. Existían tantos, tan variados y uno mas ridículo que el otro. La tomé de la mano y la conduje hacia el salón. «¡Feliz cumpleaños, Bella!», dijeron todos a coro. Alice había echo un delicado trabajo con la decoración. Era simplemente de muy buen gusto. Simple pero muy elegante. “Te gusta, cierto”. Me decía mi hermanita en su voz mental. Técnicamente no era una pregunta, solo era una confirmación. Moví mi cabeza, afirmando. El cuerpo de Bella se estremeció levemente mientras recorría con la vista la amplitud del salón. Había tantas cosas, tantos detalles. La tome por la cintura y besé su cabeza tratando de tranquilizarla un poco. Cuando sus latidos se normalizaron un poco mis padres se adelantaron para felicitarla. Esme, cariñosamente la beso en la frente. —Felicidades cariño—. Le dijo. Mi padre le dio un abrazo mientras le pedía disculpas en un susurro por no poder contener a Alice. Después vino el turno de Rosalie y Emmett. Bueno, solo de Emmett. Rosalie no se acercó a ella, pero agradecí que tampoco le ladrara. —No has cambiado en nada — Le dijo Emmett juguetonamente. — Esperaba alguna diferencia perceptible, pero aquí estás, con la cara colorada como siempre— La cara de Bella adquirió un tomo aún más rojo del que ya tenía mientras le agradecía sus comentarios. —He de salir un minuto — Dijo Emmett guiñándole un ojo a Alice. — No hagas nada divertido en mi ausencia. —Lo intentaré— Le dijo Bella bajando la mirada. Alice, que se encontraba al otro lado de la sala, se acercó a ella de un

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salto. Jasper tampoco se acercó. Aún se sentía inseguro sobre la presencia de Bella. No molesto, solo inseguro. Una vez a su lado, Alice decidió que ya era hora de abrir los regalos. La tomó por el codo y la condujo hacia las mesas donde se encontraba un enorme pastel rosado y los regalos. Bella puso su mejor cara de mártir mientras le recordaba que había pedido nada de regalos, pero ella la interrumpió para decirle que no le había escuchado y que debía abrirlos de todas formas. Realmente era muy gracioso de observar, cada una muy obstinada a su manera. Era muy fácil el ver por que eran tan buenas amigas. No pude evitar retorcerme un poco con la imagen. Le entregó el primer obsequio. Luego que rompió el envoltorio miró detenidamente la caja. Seguramente no podría adivinar de que se trataba. La abrió pero el interior estaba vació. —Mmm... Gracias— Todos nos reímos de su expresión y de su respuesta. —Es un estéreo para tu coche — Le dijo Alice. —Emmett lo está instalando ahora mismo para que no puedas devolverlo— Aquello había sido por sugerencia mía. Ya podía verla tratando de hacerlo. Agradeció a todos el regalo, nombrándolos uno por uno. —Gracias, Emmett — Dijo en un tono mas alto. Emmett la escucho fácilmente y pudimos oír como se reía. Llegó el turno de abrir el regalo de Alice y mío. Bella me lanzo una fiera mirada, mientras me recriminaba por faltar a mi promesa. En ese momento volvió Emmett. — ¡Justo a tiempo! — Dijo mientras se situaba detrás de Jasper que se había acercado para ver mejor. Yo también me acerque a ella mientras le decía que no me había gastado un solo peso. Sobre su cara caía coquetamente un mechón de cabello, lo aparte mientras acariciaba su rostro suavemente. Se volteo hacia Alice y le pidió la pequeña y cuadrada caja en medio de un suspiro resignado. Todos volvimos a reír. Solo un segundo bastó para que toda aquella alegría se evaporara en menos de un parpadeo humano. — ¡Maldita sea! — Dijo Bella entre dientes. Alzaba su mano para examinar su dedo mientras de el salía un pequeña gota de sangre. Casi al instante la atmósfera se cargo completamente con el intenso perfume de su sangre. La primavera pasada había sido muy parecido, solo que en aquella oportunidad todos estábamos completamente enfocados en protegerla y salvarla. Pero ahora era muy distinto. Y solo eso basto para desatar la siempre inestable sed de Jasper. Pude ver en sus pensamientos el monstruo que dormía dentro de el. — ¡No! — Dije en un rugido, al mismo tiempo en que me arrojaba frente a ella, interponiéndome entre su cuerpo y el de Jasper, solo un

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segundo antes que este lograra alcanzarla. Nuestro choque fue como el de dos grandes rocas. Jasper salió repelido por mi cuerpo y se agazapo unos metros delante de mí. Estaba listo para atacar nuevamente. Estaba listo para atacarme. Utilizando todas sus fuerzas trato de hacerme a un lado mientras yo cortaba su avance hacia Bella. Ella y Alice habían caído sobre la mesa donde estaba el pastel. Seguramente se había echo daño pero lo mas importante es ese momento era evitar que Jasper la alcanzara. Podía ver en sus ojos el descontrol. Nada le importaba, solo el olor, el sabor de su sangre en su garganta. La imagen de su sed hacía eco en mi mente y en mi sed, pero Bella era solo mía. No dejaría que el terminara con ella. Los dientes de Jasper estuvieron muy cerca de mi rostro, solo a unos cuantos centímetros. Emmett lo agarró por el cuello, jalando fuertemente, utilizando toda su fuerza, pero Jasper peleaba desesperadamente contra su agarre. Voltee para comprobar el estado de Bella. Había caído con los brazos extendidos sobre un montón de cristales rotos. Trató de levantarse y en ese momento el aroma a su grande golpeo mi cuerpo como el primer día en el Instituto. Pude escuchar la conmoción mental que esto generó en el resto de mi familia. Lance un fiero y gutural gruñido. Advirtiendo, amenazando, aquel que osara acercarse pagaría las consecuencias.

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Capítulo 3

La decisión Nunca pensé que las cosas terminarían de esta manera. Si, es verdad, siempre estuvo presente en mi mente que algo podría pasar, pero nunca algo como esto. Estaba más que dispuesto a evitar que algo le sucediera. No dudaría en acabar con cualquiera que intentara arrancarla de mi lado nuevamente. Pero que podía hacer si el enemigo, si el atacante, provenía de mi propia familia. Jasper continuaba luchando contra el agarre de Emmett. La voz de mi padre se alzo en la sala, grave, severa y autoritaria. —Emmett, Rosalie, sacad a Jasper de aquí— Usando toda aún mas fuerza de la hasta ahora había usado, Emmett tiró fuertemente de Jasper pero el contrarrestó su fuerza jalando hacia adelante. Por un momento creí que lograría escapar del inclemente brazo de Emmett. Rodé sobre mi cuerpo, abrazando a Bella con todo mi cuerpo, protegiéndola en el centro de mi cuerpo. Sentía todo su cuerpo latir contra el mío. El aroma de su sangre golpeaba mis sentidos. No tengo noción de cuanto tiempo permanecimos así. Los pensamientos de Jasper seguían girando en torno a su sangre. —Edward, permite que me acerque— Dijo entonces mi padre. Me pedía mi padre. Sin embargo no podía moverme. Traté de incorporarme, pero mi cuerpo no respondía. Sabía que Bella necesitaría atención médica. Me levante lentamente, obligando a cada músculo a relajarse. Creo que fue mejor no llevarla a un hospital, aquello sería muy difícil de ocultar. Charlie terminaría enterándose. La lleve a la cocina. Mi padre extraía los pequeños fragmentos de vidrio que habían quedado incrustados en su brazo. Por un momento recordé lo que le sucedía cuando olía la sangre. Aunque estaba pálida, no demostraba signos de querer desmayarse. Su sangre llenaba por completo el amplio espacio de la cocina. Había tratado de no respirar, sin embargo había tenido que hacerlo al moverme para cubrir su cuerpo con el mío. Su aroma estaba grabado en mi memoria. —Sal, Edward — Bella me miraba con ojos suplicantes. Les dije que estaba bien y que podía manejarlo. Sin embargo ella El dolor de Edward Cullen 19


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tenía presente cuan irresistible era mi su sangre. Dijo que no tenia porque comportarme como un héroe, que mi padre podría perfectamente ocuparse de ella. En ese momento mi padre estaba limpiando la herida y ella esbozo una mueca de dolor. —Me quedaré — Le dije firmemente. Bella insistía en que me fuera, alegaba que era masoquista, pero creo que debía serlo. Mi padre se unió esta vez a ella. Creía que debía buscar a Jasper. Quizás tenía algo de razón, busqué la voz mental de este. El aire puro había limpiado su razón. Solo el remordimiento ocupaba su mente en ese momento .Bella, Alice y mi padre me incentivaban a salir de la cocina. ¿Hoy era el día contra Edward? Pero pude en sus mentes, no había confabulación. Sabía que Alice moría por ver y hablar con Jasper, pero creía que Carlisle la necesitaba mas que el. “Tu ve por el y yo me quedo con ella. ¿Vale?” me dijo su voz mental. Me dirigí hacia la puerta trasera, dándole una ultima mirada al amor de mi existencia. Eso era ella para mi, pero aún así, la había expuesto mortalmente. La suave brisa golpeo mi rostro. Cerrando los ojos me apoye contra la pared. Las imágenes volvían a mi mente, apreté los puños moviendo mi cabeza de un lado a otro. Trataba de borrar las imágenes pero no podía, como no podía borrar lo sucedido. “Uff. Tu puedes, tu puedes, tu puedes” Decía la mente de Alice.Pero en realidad no pudo y salio en dirección a la sala. Corría a ver a Jasper. Se suponía que yo haría lo mismo, pero, es solo que… no podía. Tic, tic, tic. Me distrajeron los fragmentos de vidrio al caer en la mesa de la cocina, pero la distracción desgraciadamente no duro mucho. Tendría que enfrentarme a el, a mi hermano. Lo amaba, pero no podía dejar pasar lo sucedido. No podía pararme junto a él y decir: “Hey Jasper, wow que ha estado cerca. Ya sabes, eso de querer cenar a mi novia. ja-ja-ja. Trata de controlarte la próxima vez, por favor” Simplemente no podía. El sonido de los pequeños fragmentos al caer en la mesa, me distrajo nuevamente de mis estúpidos pensamientos. Tan cerca había estado. Apreté mis dientes. No tenía sentido quedarme escondido por mas tiempo. Jasper trataba de ingresar a la casa. Alice lo tenía por la mano, le pedía que no lo hiciera. Emmett y Rosalie le cortaban el paso, mientras Esme le pedía que se calmara, pero en su mente no existía sed, solo había vergüenza. Quería con todo su ser hablar con migo, disculparse. Buscaba algo que yo no podía darle. —Hooo, Edward. Por favor, yo… yo. No tengo palabras. No tengo excusa. Solo pensar en que podría haber…. —

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—Detente Jasper— Le ordené. —Has atacado a Bella. ¿Como pudiste Jasper? Eres mi hermano y ella es… es todo, todo para mi. ¿Como has podido? — Agarré mi cabeza, trataba de exprimir la respuesta. ¿Que debía hacer? ¿Como podrían las cosas ser como antes? Mi mayor temor, lo que yo más temía había sucedido. Sin embargo, Jasper era solo víctima de su naturaleza. No sabia si estar molesto con el, pero en fondo podía ver la respuesta, en mi interior si lo sabía. Aquello no era su culpa. — Estoy tratando, me estoy esforzando por tratar encontrar la manera correcta, estoy tratando con todas mis fuerzas de hacer lo correcto. Eres mi hermano, mi familia, pero no encuentro la forma… — —Edward, por favor se comprensible—. Me pedía Alice. —Alice, no. No esta vez— Dijo seriamente Jasper. —Tan solo déjame explicar…— Trato de decir Alice, pero Jasper levantó su mano, haciendo un gesto para que no continuara. — ¡No Alice! Esto lo enfrentaré solo. Haré lo que sea necesario— Agregó bajando la mirada. —Estoy segura que lo harás—. Dijo tomando su mano. —Haremos lo que sea necesario— Ver aquello, esa complicidad. Esa entrega del uno por el otro, terminó con todo tipo de esperanza. Me había engañado, solo como un tonto lo hace. Había despertado de golpe para comprender que nunca, nunca podría compartir mi vida con Bella. Ella no era mi compañera, no era mi igual. Nunca lo sería. ¿Sin embargo por que me fue permitido este efímero sueño? ¿Porque me permiten ver el paraíso si me cierran las puertas en la nariz? Dios si debía existir y me estaba castigando por ser un verdugo, por ser un asesino. Sacudí los pensamientos de mi mente, ahora lo único que debía preocuparme era sacar de ahí a Bella. —Este no es el momento—. Les dije secamente. —Debo llevar a Bella a su casa—. Preste atención a la voz mental de mi padre. Al parecer estaba terminando. Sin decir nada mas, di media vuelta rumbo a la cocina. Traté de desprenderme, de dejar fuera mi dolor. Ya tendía tiempo mas tarde. —Yo lo haré —Le dije a mi padre que se ofrecía en ese mismo momento para llevarla a su casa. Su aroma aún estaba presente en la cocina, podía distinguir el aroma al alcohol que seguramente había utilizado mi padre, pero en el fondo aún podía encontrar su esencia. Posiblemente se debía a que su blusa estaba empapada de ella, o quizás el aroma llegaba desde la sala, donde se había caído. Definitivamente debía sacarla de casa lo antes posible. —Carlisle me puede llevar —

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—Estoy bien, pero debes cambiar tu ropa. Seguramente Charlie intentaría matarme si te viera llegar en esas pintas— Salí rápidamente en busca de Alice, no tendría objeción en prestarle algo de ropa. Mis hermanos y mi madre se encontraban aún reunidos en el Jardín. —Es mejor que aún no entre—. Les deje a todos, refiriéndome a Jasper. —Su sangre es demasiado fuerte— —Será mejor que entre— Dijo mi madre. —Alice, Bella necesita tu ayuda. ¿Podrías? — Le dije sin mirar a Jasper. —Si, seguro— Contesto, pero dudó un momento. No quería dejar a Jasper. —Estoy bien—. Dijo molesto Jasper. —Si no se preocupen nosotros estaremos aquí—. Nos dijo Emmett. Pero la voz de Rosalie revoloteaba en mi mente. “Supongo que ahora estarás convencido de que todo esto es una locura” Me decía mientras ingresábamos por la puerta trasera de la cocina. “Por que no me escuchaste. ¿Que pretendías que pasara? Te das cuenta de lo terrible que hubiera sido si Jasper hubiera logrado atraparla. ¿Que habría pasado con nuestra familia? Entiendes ahora a lo que refería.” Agradecí que Bella y mi padre ya no estuvieran en la cocina. No hacía falta que Rosalie dijera lo evidente. Yo era mas que consiente de todo aquello. Había creído en un sueño, había sido un hermoso y único sueño, pero ahora debía despertar. Debía despertar para no soñar nunca más. —Edward, tenemos que hablar— Me dijo mi padre. — Mañana Carlisle, por favor, mañana— Le rogué a mi padre. —Esta bien Edward, has lo que tengas que hacer— —O— Me había pedido que le dijera algo. ¿Pero que quería que dijera? No podía, nuestros caminos ya estaban marcados. —Dime que me perdonas— Agregó tontamente. Como podía creer que aquello fuera su culpa? Sus palabras terminaron rompiendo mi tan frágil autocontrol. Ella creía que con un poco más de cuidado se habría podido evitar todo, pero solo se había cortado con un papel. ¿Pensándolo mejor, cuales eran las probabilidades de eso? ¿Y en una casa llena de vampiros? La teoría de que ella fuera un imán para los peligros era demasiado fuerte. ¿O el imán era yo? Veamos, cada vez que ella había estado en peligro había sido por mi causa, yo estaba a menos de unos pocos metros la primera vez, luego me encontraba a su lado cuando conocimos a

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James, si no hubiera sido por mi reacción…Esta vez, si no la hubiera forzado a ir a casa. Ella no quería, pero yo la había llevado aún en contra de su voluntad y aquí tenia los resultados. Ella no era la causante de los “accidentes” Yo, yo, yo. Yo era el único culpable de poner una y otra vez la vida de Bella en peligro. Y ella ahora me pedía perdón. ¿¡Perdonarla por que!? Y creía que la culpa era suya. — ¿Culpa tuya? — Le dije ahora muy molesto. — ¿Qué hubiera sido lo peor que te hubiera podido pasar de haberte cortado en la casa de Mike Newton, con tus amigas humanas, Angela y Jessica? Si hubieras tropezado y te hubieras caído sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, ¿qué es lo peor que te hubiera podido pasar? ¿Manchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosían sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allí. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sólo conseguirás que todavía me sienta más disgustado. — ¿Cómo es que ha entrado Mike Newton en esta conversación? — Preguntó. —Mike Newton ha aparecido en esta conversación porque, maldita sea Bella, él te hubiera convenido mucho más que yo — Le dije molesto con migo mismo. Claro que según ella, prefería morir antes de estar con el, o con cualquier otro. Aún sabiendo que era cierto, le pedí que no fuera melodramática. Tratando de que mis palabras sonaran duras y secas. — ¿Te quedarás esta noche? — Me pregunto cuando apague el motor. Yo sentía que debía ir a casa, pero creo que no hubiera servido de mucho. La esperé en su cuarto, claro no sin antes rependerla por su tonto comportamiento con respecto a su cumpleaños. Había aceptado después de todo, de buena manera los regalos que le había regalado mi familia. Aún no habría el mío y estaba un tanto impaciente. Jugaba con la caja cuando ingresó a su dormitorio. —Hola — Mis palabras salieron mas tristes de lo que me hubieran gustado. El rostro de Bella resplandeció ante mis ojos. Caminó hacia su cama y quitándome el regalo de mis manos, se sentó en mi regazo. Hola, me dijo apretándose contra mi pecho. Su calor… Podía sentir como literalmente derretía mi alma. Rodee su cuerpo con mis brazos. Quería abrir sus regalos. Empezamos con el de mis padre y se mostró muy entusiasmada al ver los boletos de avión. Luego fue el turno de mi presente. Había cumplido mi promesa, no me gasté un solo centavo en el . No era nada, solo una tontería. Consistía en un CD, pero no era cualquier CD. Había grabado una recopilación con mis piezas favoritas. Su Nana, La Favorita de Esme, entre otras. Sus ojos brillaron de la emoción mientras sonaba en su equipo el disco. Por un

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momento pesé que su reacción se debía solo al dolor de su brazo, pero me aseguró que se encontraba bien. —No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podías haber regalado nada que me gustara más. No puedo creerlo— En silencio terminamos de escuchar su canción, pero me sentía preocupado. Mintió al preguntarle nuevamente por su brazo y aunque protestó un poco le di un Tylenol. Me senté junto a ella mientras la música seguía sonando. Consideré que ya era tarde. Con uno de mis brazos tome su delicado cuerpo, levantándolo sobre la cama, por un minuto me permití disfrutar su proximidad. Con mi mano libre, en un fluido movimiento tire de las ropas de cama, abriéndola para poder recostarla. La arrope como se hace como suelen hacer los humanos con los recién nacidos. Si permitía que su vida siguiera el curso normal de la vida humana quizás en unos años ella también arroparía a sus hijos, sería madre, tendría familia… tendría una vida. Me recosté junto a ella, teniendo cuidado de que mi cuerpo no tocara el suyo. Bella apoyó su cabeza en mi hombro y dejó escapar un suspiro. Seguramente tenía mucho dolor, pero estaba seguro que no me lo diría. —Gracias otra vez — Dijo en un susurro humano. Para mi no era una molestia, era un verdadero placer. Un placer que ya no podría disfrutar, un placer que nunca dejaría de recordar. Me golpee mentalmente, no era la hora adecuada, aún no. Solo un poco más, solo un poco…La amaba, la amaba con toda la capacidad que me brinda mi condición inmortal. La amaría por siempre, para siempre. Y cuando mi existencia terminara, seguramente también la amaría. Fuera lo que fuera lo que existiera para los de nuestra especie, cuando estuviera ahí también la amaría. Quizás el infierno no sería tan malo, no después de soportar toda una existencia sin ella, aunque pensándolo bien eso sería mi “vida” sin ella. Tendría que aprender a vivir en el infierno. — ¿En qué estás pensando? — Me preguntó de pronto Bella. No quería mentir, no ahora. —Estaba pensando en el bien y el mal— Aquello era lo mas sincero que me permitía ser. Su corazón de detuvo y esperé su reacción… — ¿Te acuerdas de cuando decidí que no quería que ignoraras mi cumpleaños? — Pregunto solo un segundo después, en su voz no había ningún signo de histeria ni nada parecido. Era como si yo no hubiera dicho o como si no me hubiera escuchado. —Siii. — Dije esperando ver a que se debían tantas tretas. Era tan graciosa cuando trataba de engañarme. Justamente como había pensado ella quería, ya que era su cumpleaños, que la besara nuevamente, añadiendo que no era una obligación, que no debía hacer nada que yo no quisiera. Como si yo no quisiera siempre, por siempre besarla. —Que el cielo me impida hacer aquello que no quiera — Le dije

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tratando de contener la repentina desesperación que inundó mi corazón. Tome su barbilla, alzándola levemente. Vi mi rostro reflejado en sus ojos, en ese momento habría llorado si hubiera podido. Contuve mi aliento y me acerque lentamente a ella. Me miraba con amor, con devoción y pasión contenida. Cuando mi nariz rozó su rostro cerro sus ojos, aquella repentina privación arrancó de mi cuerpo un escalofrío. La bese con mis ojos abiertos memorizando cada línea, cada detalle de su rostro. La bese abrazando con mis labios su boca y con mi brazos su cuerpo. Este sería el último beso que me permitía darle. Después de esta noche debería dejarla. Ya nunca mas sería mi Bella, debía permitirle ser de otro, de alguien como ella. Alguien que no dudara en abrazarla por temor a romperla, alguien que pudiera entregarse como ella merecía. Con aquel dolor en el cuerpo y el alma la bese. Mi lengua acarició sus labios, lamiéndolos delicadamente, pero atrayendo firmemente su cuerpo contra el mío. La ropas de cama como las que llevábamos puestas, no eran suficientes para separar su calor de mi cuerpo. Aún así podía sentirlo. Era una sensación tan agradable y familiar. Por un momento imaginé su cuerpo desnudo contra el mío ¿ Como se sentiría? Seguramente exquisito, calentando cada parte de mi ser. La pasión con la que me besaba Bella no hacia las cosas mas fáciles para mi, se apretaba mas y mas contra mi cuerpo. Por un momento sentí que el aire me faltaba, como si lo necesitara realmente. Pero no podía parar, deseaba recordarla. Quizás, solo quizás, si tenía un pequeño recuerdo de ella, solo quizás podría soportar mejor la eternidad. Mis manos anhelaban recorrer su cuerpo, mi boca quería recorrer su cuello y mis dientes querían perforar su carne. De golpe me separé de ella, haciéndola hacia atrás en un seco pero delicado movimiento. Que estúpido había sido, Bella nunca había sido mía, ella nunca lo sería. Apreté los dientes, me faltaba el aliento. Pude sentir como rápidamente se enfriaba mi cuerpo sin su contacto. —Lo… siento — Logre decir entre jadeos. —Esto… es pasarse de la raya— —A mí no me importa en absoluto — Dijo en las mismas condiciones. Bien sabía, que ella también me deseaba y eso no hacia mas llevaderas las cosas. Sugerí que sería mejor que intentara dormir, pero Bella quería que la besara nuevamente, subestimaba mi autocontrol. — ¿Qué te tienta más, mi sangre o mi cuerpo? — Dijo desafiante, pero eso era muy fácil, simplemente había un empate, ambas cosas eran tan deseables para mi y a la vez inalcanzables. Tanto que dolía. Dolía tenerla y sería aún más doloroso no hacerlo. No tardó demasiado en caer dormida. Seguramente por motivo del fármaco. Estaba acurrucada contra mi cuerpo. Acaricié su cabello, inclinando mi cabeza para oler su cabello.

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Trataba por todos los medios de encontrar alguna salida que no me obligara a dejarla. Pero no encontraba nada, nada que me indicara que hacer. Sabía perfectamente que era lo correcto, lo que debía hacer. ¿Pero que haría Bella? Seguramente no me dejaría, ella sabía perfectamente lo que sentía por ella. Sabía que era el sol de mis días y de mis noches. ¿Porque yo no tenía derecho a la felicidad? ¿Porque el destino se ensañaba contra nosotros? ¿A quien heríamos, porque la felicidad no nos estaba permitida?¿Porque no estaba permitida “Mi” felicidad? Me incorporé en un delicado movimiento. Arrodillado junto a su cama la contemple una vez mas dormir. Era fascinante y tan completamente relajante que por un breve momento deje de lado mis pensamientos. Podía ver que estaba soñando, seguramente era un sueño feliz ya que se dibujaba levemente una sonrisa en sus labios. Quise acariciarlos, hasta estire mis dedos hacia ellos, pero me obligue a no hacerlo. El gélido contacto de mi dedos remirarían despertándola. Caminé por su cuarto, caminé de lado a lado, pero no podía pensar fríamente con ella a menos de un metro. Sin darme vuelta salte con decisión por su ventana Era una noche oscura, sin luna. Ya no llovía pero la niebla era muy espesa. Caminé por el sendero que se encuentra en el bosque, detrás de la casa de Bella. Recordé el día que la espié desde la cima de un árbol, hace tantos meses ya, pero que parecían solo días. Recorrí el mismo camino que en esos días recorría ella. En el mismo árbol caído me senté a pensar en el futuro, en las consecuencias que traería si me quedaba junto a ella. Lo peor fue descubrir que ese futuro no existiría. Mi familia también me preocupaba, pero Bella estaba atada a ella tanto como a mi mismo. Si quería marcharme no podría permitir ningún tipo de contacto con ellos, solo le daría falsas esperanzas de mi regreso y yo no regresaría. Además siempre estaría el peligro del descontrol de Jasper o del Enojo de Rosalie. De ellos podría esperar cualquier cosa.

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Capítulo

El final No me sorprendí a escuchar la voz de Alice, solo ella podría ver que no estaba en casa de Bella, seguramente me vio sentado en este tronco cuando decidí saltar por la ventana. —Jasper se marcha—. Me dijo sin rodeos. —Y yo me voy con el—. Eso era mas que obvio para mi. Alice nunca lo dejaría solo. —Alice, también me iré, aún no se cuando ni a donde, pero debo alejarme—. —No lo hagas por nosotros Edward, es por esta razón que nos marchamos. No queremos ser mas un problema para ti y Bella. Quiero que sean felices. No podríamos vivir sabiendo que por nuestra causa se separan—. —No es culpa vuestra Alice, es que no lo vez, si no hubiera sido Jasper habría sido cualquiera—. —Edward, por favor le partirás el corazón—. — ¿Y no crees que estoy consiente de ello? — —No, no me marchare entonces. Hablare con Jasper para que nos quedemos solo un poco—. —Eso no te lo permitiré Alice, te prohíbo interferir. Vasta de criaturas sobrenaturales en su vida. Debe tener una vida normal. Se lo debo, por todo lo que la he hecho pasar—. Decir aquello en voz alta era infinitamente peor. Por un minuto sentí como mi cuerpo se estremecía levemente. ¿Que era aquello que estaba sintiendo? — ¿Pero es que no entiendes que con eso la mataras? — Dijo Alice con una mueca de dolor en el rostro. —No Alice, encontraré la forma, ella me olvidará, se que así será, pero para eso necesito que tu estés lejos, que todos estén lejos. No se porque te digo esto, debo hablar con Carlisle primero—. —No te preocupes, nuestro padre también ha sacado sus conclusiones. Te espera para poder hablar—. En silencio no contemplamos. No quería ver a mi familia desecha por mi culpa, por mi falta de juicio. — ¿Donde irán? Procura estar en contacto con Esme y Carlisle. El dolor de Edward Cullen 27


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Seguramente ella se sentirá terrible con todo esto—. —Y lo hace, Edward. Esme esta desconsolada—. Trate de convencerla para que fueran a Delani. Mi madre se sentiría un poco mejor al saber que estaban con miembros de la “familia”. Alice se acercó a mi, rodeando mi cintura con sus brazos. —Lo siento tanto Edward. Me mata el pensar que todo esto a sido por mi culpa. Si no hubiera insistido en la estúpida fiesta, nada de esto había ocurrido—. —No es tu culpa—. Dije abrazándola también. —La extrañaré Edward—. —Lo se Alice, no sabes lo terrible que será esto para mi—. Alice retrocedió unos pasos con los ojos cerrados. Permaneció así unos segundos. —Si, lo se Edward. Si, será terrible para ti; y para ella también. Edward por favor no lo hagas, sufrirá mucho—. —Pero lo lograra, lo hará ¿Cierto? — Cerro nuevamente sus ojos. — Maldición Edward, si lo hará pero le partirás el alma—. Con eso me bastaba, Bella sufriría, es cierto y yo sufriría aún mas al saber que lo hacia por mi culpa, pero al final ella lo lograría, me olvidaría. —Gracias Alice, Dije en voz baja—. ¿¡Y que me agradeces Edward, no vez que de un golpe he destrozado dos corazones? El de ella y el tuyo!? — Dijo apretando los puños. — Adiós hermano. Ojala que logres encontrar un poco de paz donde sea que te dirijas—. Dio la media vuelta y corrió adentrándose en el bosque. Su mente lloraba, pero pronto estaría con Jasper y el lograría consolarla. “Vampiros afortunados, que se tienen el uno al otro”. Caminé lentamente, arrastrando cada paso. Tendría que romper su corazón. ¡Bella… mi amor, mi vida!.. Ahogue el grito que emergía de mi pecho. No quiero dejarla, ¿como podré vivir sin su calor sin su risa clara y transparente? Bella, Bella, su nombre quemaba mi boca. Trepe por su ventana, no se había movido. Pude sentir nuevamente aquella extraña sensación. Me resultaba familiar… solo que no sabia lo que era. Lo que quedó de noche, lo dedique a memorizar su rostro, recostado junto a ella acariciando su cabello. La última vez, mi última vez. —Adiós amor—. dije en un susurro. —Adiós mi Bella, esta será la última vez que hable mi corazón. Trata de olvidar, mi vida. Trata de ser feliz. Te amo Bella, te amo mas que a mi propia vida, te entrego mi felicidad, aquí junto a ti quedará por siempre—. Para la mañana siguiente ya no quedaba un solo rastro del Edward que Bella tanto amaba en mi cuerpo. Me incorporé besando su frente. Pude ver por un minuto a su Edward, recostado junto a ella. Lo que

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ahora se alzaba solo era un sombra, una cáscara. Junto a ella, en aquella pequeña cama quedaba todo mi ser. Era suyo, ya no me pertenecía. Salté por su ventana como la noche anterior, sin voltear, sin observarla. — ¿Has visto a Alice?—, Dijo preocupada mi madre. —Después Esme, lo prometo—. Subí a toda prisa para cambiar mis ropas. Llegue al instituto solo un poco antes de que Bella lo hiciera. Me acerque a su coche para ayudarla a bajar. Seguramente no se sentiría muy bien esta mañana. — ¿Qué tal te sientes? — Dije tratando de contenerme. —Muy bien — Respondió, pero traté de no preocuparme, traté de contener la repentina ansiedad. Caminamos en silencio, lentamente mirando el pavimento. Aquella mañana parecía eterna. Las clases se hacían interminables y ahí estaba de nuevo la monotonía de las materias. Bella se mantuvo muy callada y me sorprendió que no me bombardeara con miles y miles de preguntas. Estaba dispuesto a decirle que nos marchábamos en cuanto ella empezara ha hablar sobre lo ocurrido el día de ayer, pero ella simplemente no lo hizo. ¿Instinto, presentimiento? Sin embargo agradecí postergar aquello, solo un poco. Tendría que desprenderla de a poco, hiriéndola con mi indiferencia. — ¿Dónde está Alice? — Preguntó en el almuerzo. —Está con Jasper—. Dije fríamente, sin mirarla. Pude sentir como su corazón comenzaba a latir rápidamente. Con la voz llena de angustia preguntó si el estaba bien, pero no conteste, ni siquiera le mire. Solo me dedique a seguir jugando con mi “comida”. —Se han marchado una temporada— Le solté de golpe. Bella dejo escapar un pequeño grito. — ¡¿Qué?! ¿Adonde? — Traté de parecer indiferente antes su reacción. —A ningún lado en especial—. Le contesté alzándome de hombros. Su voz tiritaba cuando pregunto si Alice se había marchado también. Quería consolarla, abrazarla. Calmar el dolor que le producía su partida, pero no podía. Me obligué a no levantar la mirada, obligue a mis músculos a permanecer rígidos a menos de medio metro de ella. Era tan fácil hacerla sentir bien, solo tendría que levantar mi mano y acariciar su rostro, pero no, no haría y no lo hice, solo confirme lo que ella suponía, Alice se había marchado siguiendo a Jasper. En su cara se dibujó una mueca de dolor, estaba seguro que sería por mis palabras. — ¿Te molesta el brazo? — Dije de todas maneras. — ¿A quién le importa mi estúpido brazo? — Murmuró molesta por mi pregunta y dejó caer su cabeza sobre la mesa. Involuntariamente estiré mi mano hacia ella. Casi podía imaginar el contacto con su suave cabello. Cerré de golpe mi mano, solo a unos centímetros de tocarla. No me permitiría flaquear, la decisión ya estaba tomada.

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Al sonar el timbre me levante sin decir palabra, procurando arrastrar la silla al pararme para que Bella me escuchara. Durante el resto del día escolar mantuvimos esta situación, yo no hablaba y ella respondía a mi silencio con más silencio. Sólo cuando nos dirigíamos hacia su carro, al finalizar las clases, me habló nuevamente. Pregunto si iría a su casa por la noche, debía trabajar, pero en la noche quería verme. Me mostré indiferente sobre el tema, pero accedía a ir. Bese su frente rápidamente, disponiéndome. —O— — ¿Te ha dicho Alice donde irían? — Me preguntó mi madre, muy preocupada. No debí salir tan rápido esta mañana, se encontraba casi angustiada por Alice y Jasper. —Madre, Alice estará bien, creo que irán a visitar a Tanya, estará en contacto—. — ¿Y que se supone que haremos nosotros? —. Preguntó molesta Rosalie. —Rose—. Dijo esta vez mi padre. —Deja que hable, seguramente es lo que ha pensado toda la noche. Adelante Edward— —Les pido disculpas a todos, si yo no hubiera sido tan egoísta, esto no habría pasado. Hace mucho tiempo que debí escuchar a Rosalie. Se que ella solo quiere lo mejor para la familia y ahora debo pagar por mi estupidez. Lamento tanto tener que arrastrarlos con mis problemas, pero créanme que no veo otra salida para todo esto—. —No debes disculparte por amar a Bella— Dijo mi madre. —No Esme, no pido disculpas por amarla. Sin duda la amaré por siempre, pero he sido desconsiderado al esperar que todos ustedes tuvieran la misma tolerancia que he tratado de tener cuando estoy junto a ella. No fue justo para Jasper someterlo a aquella dura prueba, estoy consiente que para mi es solo un poco mas fácil por que la amo, pero ustedes no tenía la misma obligación—. —Claro que la tenemos hijo, ella es tu compañera. También la amamos y es parte nuestra—. Continuo Esme. — ¡Pero ya no lo será mas! Ya no podemos vivir aquí, debemos marcharnos—. —Ya había previsto algo así, pero jamás pensé que tú también te marcharías. ¿Estas seguro de esto? ¿Quizás si no estuviéramos, si solo fueran ustedes dos?.. —Terminaría matándola… de una u otra manera. No puedo… no puedo…—Desgarrado por el dolor caí al suelo. Odiaba mostrarme débil, pero es que no podía controlar el dolor. Sentí los brazos de mi madre rodeando mi espalda. —Cariño, se que lo haces por ella. Esto es lo más noble que alguien podría hacer por el ser amado. No existe en la tierra una persona que merezca ser feliz más que tu, mi pequeño Edward. Estaremos contigo

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hijo, en todo momento—. —No madre— Dije desprendiéndome de su abrazo, pude ver como la hería mi brusquedad. —No. Yo no iré con ustedes, no esta vez. Necesito superar esto solo. No estoy seguro de cómo lo haré, pero tengo que hacerlo—. Los ojos de Esme confirmaban todo lo que su mente me decía. Pena, dolor, incertidumbre, pero sobre todo tristeza, mucha tristeza. Su familia se desmoronaba poco a poco y yo era el culpable. —No tengas pena, por favor madre. Estaré en contacto—. Le dije sacando de mi bolsillo el pequeño celular plateado y tratando de fingir una sonrisa. — ¿Y que piensas hacer? ¿Donde iras? — —No estoy seguro, he pensado en tratar de encontrar a Victoría. Se que en las últimas rondas no hemos encontrado rastro alguno de ella, pero me sentiría mejor si estoy seguro de que ella ha salido completamente de nuestras vidas— Desde nuestra vuelta a Forks, se había vuelto una costumbre el vigilar los alrededores. Claro que a Emmett le fastidiaba hacerlo ya que nunca encontrábamos nada. —Genial, yo voy contigo—. Dijo muy entusiasta mi hermano—. —Emmett, ¿No pretenderás dejarme nuevamente? Le recriminaba Rosalie—. —Pero nena, solo será un corto tiempo, ¿No es así Edward? — Pero yo no estaba seguro de volver algún día. Por lo menos trataría de no hacerlo. —Será mejor que viaje solo Emmett. Créeme, no seré el mejor compañero de aventuras. Además para Esme ya que mucho perder a tres hijos de golpe—. —En eso tienes razón, gracias por la consideración— Me dijo mi madre. —No lo hago para heríos—. —Te entendemos. Debes hacer lo que creas que es correcto. Eres nuestro hijo, vuelve a nosotros cuando estés listo. Te extrañaremos y esperaremos ansiosos tu regreso. —“Ve hijo, pero vuelve. Ya te extraño.” Agregaba la voz mental de mi padre. —O— Aún era temprano, Bella seguramente estaría saliendo del trabajo. En otras circunstancias podría haber pasado por ella, como solía hacerlo, pero hoy no, ya nunca mas. Charlie estaba ansioso por ver un partido por televisión. Me senté en el sillón esperando que Bella llegara… Bueno trataba de no esperar. Me enfoqué en el televisor, agradecí que su padre fuera un hombre de pocas palabras, lo último que quería hacer era platicar. Era sorprendente como podía fingir frialdad frente a Bella. Esa noche no la recibí con los brazos abiertos. Tampoco bese sus labios y

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caminamos tomados de la mano hacia la cocina. Esa noche solo la mire, dedicándole solo una fingida y pequeña sonrisa. ¿Con cuanta facilidad podía cavar mi propia tumba? Yo era un monstruo y los monstruos no tienen sentimiento ni emociones. —Ahora voy contigo — Le dije para luego seguir contemplando el televisor. Bella se quedo ahí, su corazón latía ahora rápidamente, pero no se movió. No quería mira, no debía mirar. Indiferencia, mi corazón era una roca. Claro que no pude evitar escuchar. Me enfoque en los ruidos que llegaban desde la cocina, pero solo escuche el ruido de la silla cuando ella la arrastro para sentarse. ¿Que estaría pensando? No podía pasar por alto mi comportamiento. ¿Que pensaría? Y ahí estaba otra vez aquella extraña sensación. Desde las profundidades de mi menoría surgían extraños recuerdos, casi olvidados ya. Traté de recordar, atravesando la densa nube tras la cual se guardan mis antiguos recuerdos humanos. La silenciosa risa de Bella surgió de pronto. ¿Qué era lo que la hacia reír? Estaba completamente seguro de no hacerle entregado motivo alguno, es más a estas alturas ya debería estar llena de incertidumbre, pero sin embargo no preguntaba nada, era como si simplemente aceptara mi comportamiento. Como si fuera normal. Subió a su dormitorio, al parecer estaba sacando una fotografía. ¿Una fotografía de que? Ya no era libre de hacer preguntas, tampoco podía leer sus ojos. Aquello era peor, mucho peor de lo que esperaba, infinitamente peor. Sin embargo no podía dejar de espiar sus movimientos por la casa. Bajo los escalones lento, despacio; tratando de no hacer ruido. Claro que aquello era imposible. Obligue a mis ojos a no mirar, claro que tampoco pestañeaban. Estaba completamente petrificado, sin vida, sin alma. Bella tomó unas cuantas fotos de su padre y mías. Lo más difícil fue cuando nos tomamos una juntos. Su suave cuerpo se sentía exquisitamente cálido. —Sonríe, Bella — Le dijo su padre. Y por un momento me invadió la necesidad de contemplar su rostro. Y una vez mas me contuve. Deje caer mi mano de su hombro, casi dolía la separación de su cuerpo. “Acostúmbrate, acostúmbrate. Es solo el comienzo” Pero en realidad era el fin. Me senté a fingir ver el televisor. El reloj no avanzaba, estar junto a ella de esta manera era insoportable. Sentí que no podía mas. — ¿Te quedarás? — Me pregunto casi en un hilo de voz. Por todos los cielos, su voz era débil, sin vida, pero lo superará, Alice lo aseguró. —Esta noche, no—. Le dije desconsideradamente. Bella no protesto, como supuse que lo haría, tampoco demostró tener mas interés en que lo hiciera. Posiblemente le habría dicho que si, si hubiera

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insistido, pero no lo hizo y agradecí aquello. Sin mirar atrás, entre a mi coche. Demasiado rápido llegue a casa. Las cosas ya estaban listas para la partida. En un par de días mi familia se marcharía y luego vendría mi turno. El turno del adios. —Iremos a cazar por los alrededores, ¿Vendrás con nosotros?—. —No madre, gracias—. —Estaremos cerca por si nos necesitas—. Todos se fueron. Era como ver mi futuro. Soledad, desolación. De un lado a otro camine en mi habitación. Aquel no era el lugar donde yo quería estar, pero no iría. No correría por el bosque y treparía por su ventana. No lo haría. Ya nunca mas entraría por su ventana, ni me recostaría junto a ella en su cama. —Bella—, dije en voz baja. —Bella—. Cerré mis ojos. Perfectamente podía recrear en mi mente todos lo detalles de su habitación, la conocía perfectamente cada centímetro. Los libros que tenia en la estantería, los CD’s de su colección, los afiches de su pared, etc. Y sobre todo la recordaba vividamente. Me deje caer sobre el sillón de mi dormitorio. —Bella… Golpee mi cabeza con mis puños, aquello no ayudaba. Me arrepentí profundamente de no haber salido a cazar. Salté por la ventana, trepando a un árbol. Mi familia ya debía estar lejos, pero sería fácil encontrar su rastro. Corrí sin prestar demasiada atención por el bosque, mi mente era un caos. Me detuve de golpe. Fue como ver la luz al final de un túnel oscuro. Aquella extraña sensación me inundaba por completo. Sin embargo ya la recordaba claramente. La última vez que la sentí fue hace muchos, muchos años. Fue antes de entrar en la inconsciencia debido a la gripe española. Sabía perfectamente que moriría y no volvería a ver a mi madre ni a mi familia. Había olvidado completamente aquella terrible sensación. Mi muerte y mi nueva vida estaban marchadas por sensaciones completamente contrarias, como el día y la noche, frío y calor. El frío que experimentaba en mi muerte paro de golpe cuando el calor del veneno quemaba mis entrañas. Aquel recuerdo de muerte había desaparecido en lo más profundo de mis recuerdos…. Hasta ahora. Corrí con más fuerza tratando de calentar mi cuerpo, pero era inútil. Sin darme cuenta había llegado a casa de Bella. No entendía como, me había propuesto no ir, pero supongo que era una respuesta de mis sentidos. Mi ser tenía frío y ella era la única capaz de curarlo. ¿Pero que pasaría en el futuro? ¿También correría tras ella? Nunca podría olvidar su calor, ahora que estaba consiente del frío tendría que vivir con el para siempre. Frío eterno en mi noche eterna. Seguramente el infierno sería mejor, por lo menos ahí no tendría frío. Trepe por su ventana. Una mirada, solo una última mirada. ¿Y luego? … ¿Una última caricia, un último beso?... aquello no ayudaba. Me obligué a bajar, sin mirar. Mi mano colgaba del marco de su ventana. No podía dejarme caer. En más de un sentido aquello representaba la separación. Tal vez, solo tal vez, si lograba soltar mis dedos, podría soltarme de ella. Un

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tras otro los levanté, quedando solo colgado del índice. Tan doloroso era dejarme caer. Caer a la noche, caer al frío, a la soledad y al olvido. Pero no había marcha atrás, no había alternativa. Permanecí oculto entre los árboles, seguramente podría verla desayunar. Vi salir a su padre y poco después los ruidos provenientes del segundo piso me indicaron que Bella ya estaba despierta. No tardó en bajar a la cocina y efectivamente, trepando a un árbol, pude ver como tomaba su desayuno. Se sentó en su sitio de costumbre. Su postura, la forma de sostener la cuchara, hasta la frecuencia en que tomaba sus bocados me indicaban que estaba triste. Estaba destruyendo su corazón, lenta y sistemáticamente. De pronto de levanto a toda prisa y pude escuchar como salía por la puerta principal, pero era demasiado temprano para ir al Instituto. Me moví horizontalmente por el bosque, tratando de encontrar un mejor ángulo pero era inútil. Trepe a unos de los árboles mas altos y pude ver lo que mis oídos me habían anticipado. Bella se encontraba frente a su casa y se disponía a tomar una fotografía de esta. Era la cámara que le había obsequiado su madre para su cumpleaños. Rodeo la fachada de la casa y se acercó un poco al bosque. De un salto me adentré en las sombras de los árboles. Bella buscó el mejor ángulo y tomó una última fotografía. Se quedó ahí un momento, contemplando los árboles. Su rostro parecía esperanzado y supongo que aquel era el sentimiento correcto que sentía en ese momento ya que dejo escapar un hondo suspiro. —O— Aquel fue otro día de terapia anti-Edward para ella. Me mantuve como los días anteriores, indiferente… solo en apariencias. No podía dejar de monitorear cada movimiento, cada cambio en sus latido, cada respiración y sobre todo cada suspiro que inconscientemente dejaba escapar. En resumidas cuentas, era un verdadero martirio. Bella se encontraba más distraída que nunca en las clases, al punto de tener que “soplar” una respuesta en la clase de Lengua. Aquella fue la única vez que me permití dirigirle la palabra. Silencio, indiferencia. Me odiaba a mi mismo, me odiaba con todo mí ser. Por fin llegó el final del día escolar. La acompañe a su carro, pero esta vez no bese su frente al despedirme, tampoco sonreí. Cada día la desprendía un poco mas, cada día destruía su corazón, de apoco, sin compasión. Camine hasta mi coche, tratando de mantener el paso humano. Era tan difícil fingir. Todo lo humano pesaba. El tener que pestañear, el fingir respirar, todo aquello que hacíamos para fingir nuestra

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humanidad. Esa noche, como la anterior, salte por mi ventana. No soportaba el frío. Corrí por el bosque en dirección a su casa, en dirección a mi corazón. Bella estaba dormida. Por su frente corría un gota de sudor. No debería haber ido. Debí pedir a Emmett que retuviera por la fuerza si era necesario. No debía estar ahí. Nada bueno lograría con aquello. Estaba dispuesto a volver a casa de mis padres cuando algo en el suelo de su habitación llamo mi atención. Era el álbum fotográfico que su madre le había regalado. Aquello fue un carnada demasiado tentadora como para no morderla. Cuidadosamente abrí la ventana. Una ola de calor baño mi cuerpo al mismo tiempo que el ardor quemaba mi garganta. Demasiado tiempo lejos de ella. Todo volvía a ser como en el comienzo. Para los humanos el tiempo todo lo cura, para nosotros solo lo hace más insoportable. La primera fotografía era mía, del mismo día de su cumpleaños. Me sorprendí al ver la segunda. Era la fotografía que nos había tomado el día anterior, cuando estaba fingiendo ver televisión y la tercera era la mas dolorosa de apreciar. Bella y yo, uno junto al otro pero a la vez demasiado lejos ya. Contuve las ganas de romper aquellas terribles muestras de nuestra separación, pero estaba consiente que solo de aquella manera podría separarme de ella, solo así, ella me olvidaría. Fingir que no la amaba y sufrir por aquello. Solo ese futuro podía ofrecerle, pero a su vez era la única salida. Como podía pretender que Bella continuará con su vida teniendo tales recuerdos tangibles de mí persona. Nunca olvidaría, por el contrario solo haría las cosas más difíciles para ella. Me incorporé silenciosamente con el álbum entre mis manos. Gire buscando el CD que le había regalado. Dos muestras de mi amor, de mi persona. Un ancla, un lastre y sobre todo un estorbo para su vida. Debía desaparecer completamente de su vida y de sus recuerdos. Debía facilitarle las cosas, pero no podía llevarlos con migo. Yo también debía aprender a vivir sin ella. Jamás volvería a tocar aquella melodía. Era suya, al igual que mi vida. ¿Pero que podía hacer con las fotografías? Yo también debía olvidar. Deambule por el bosque, tratando de encontrar algún rastro de Victoria. Sin embargo como antes no encontraba nada. Así transcurrió mi ultima noche, en un ir y venir a ningún sitio en realidad, como un fantasma, como el ser sin alma que era. La escuela fue terrible. Por primera vez en días las horas volaban. Corrían y yo no podía hacer nada por detenerlas. — ¿Te importaría si voy a verte hoy? — Le pregunte cuando llegábamos a su coche esa tarde después de clases. —Claro que no— — ¿Ahora? — Le dije, sin respirar. —Sí, claro —

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Bella debía entregar unas cartas. Me ofrecí a dejarlas, mi carro era mucho más rápido que el suyo. Entregue las cartas y aún así logre llegar antes que ella. —Vamos a dar un paseo — Le dije mientras tomaba de su mano. Acomodé mi paso a su ritmo y me dirigí hacia el pequeño sendero que se encuentra en el bosque justo detrás de su casa. No caminamos demasiado, solo unos cuantos metros. Me detuve cerca de un árbol, apoyando mi cuerpo en este. Deje de lado todos mis sentimientos. Bella me miró y dijo: —Está bien, hablemos — Debía interpretar un papel. Llene mis pulmones de aire, tratando de que mi voz no se quebrara. —Bella, nos vamos—. — ¿Por qué ahora? Otro año... Trate de argumentar cosas demasiado obvia, cosas en las que mi familia y yo siempre debíamos pensar cuando vivíamos demasiado tiempo en un lugar, pero eran solo excusas, sabia perfectamente que aún podíamos vivir en Forks un buena temporada sin levantar sospechas. Excusas, solo eran tontas excusas. Bella me miraba con los ojos muy abiertos, pero llenos de duda. Solo vasto un segundo para que su rostro cambiara de color. La sangre bajo de su rostro y quedó completamente blanca. —Cuando dices nosotros... — Dijo en un susurro. —Me refiero a mí y a mi familia—. Bella sacudió su cabeza de lado a lado, negando mis palabras. Su ritmo cardiaco se había disparado. Esperé su respuesta, sin mostrar sentimiento alguno en mi rostro. Ya tendría tiempo suficiente para eso, pero no aquí, no ahora. Una tras otra fui debatiendo sus razones. Una tras otra fui enterrando espadas en su pecho, hasta romper su corazón. Bella logro sobre ponerse y tal como pensaba no quería dejarme marchar. Quería ir conmigo. Todo fue demasiado doloroso. Dolía hacerla sufrir y dolía saber que abandonaba lo único por lo cual valía la pena la vida. —No puedes, Bella. El lugar adonde vamos... no es apropiado para ti. Ella pensaba que donde yo estuviera, sería apropiado para ella, pero yo no estaba seguro de donde iría. Solo estaba seguro que sería un infierno y aquel no era sitio para ella. —No te convengo, Bella—. “Mi Bella, mi amor. Comprende que siempre seré tuyo, mi corazón el tuyo”. —No seas ridículo — Dijo suplicante. —Eres lo mejor que me ha pasado en la vida— Aquello no estaba resultando, como lo había planeado. Bella estaba

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mas obstinada que de costumbre. —Mi mundo no es para ti — Dije sinceramente esta vez. — ¡Lo que ha ocurrido con Jasper no ha sido nada, Edward, nada! — Pero en eso tenía razón. Era lo que se podía esperar, solo que yo había estado demasiado ciego para ver realmente. De pronto Bella cambio el tomo de su voz, aquello no estaba bien, debía terminar lo más pronto posible aquella situación. — ¡Lo prometiste! Me prometiste en Phoenix que siempre permanecerías... — Me recriminaba, casi gritando, pero yo no prometí aquello. Siempre traté de dejar eso en claro. Solo hasta que fuera bueno para ella y eso ocurría ahora. — ¡No! ¿Esto tiene que ver con mi alma, no? — Dijo de pronto furiosa. —Carlisle me habló de eso y a mí no me importa, Edward. ¡No me importa! Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya! — Obligue a mi cuerpo a congelarse donde estaba. Quería recorrer el pequeño pero a la vez gran espacio que nos separaba ahora. No podía contemplar por un minuto mas su sufrimiento. Aquello no estaba bien, todo estaba fuera de control. Podía verme tomándola en mis brazos, mientras le pedía disculpas por haberme comportado como un estúpido, pero no lo haría. La amaba demasiado, pero no quería seguir torturándola. Solo un intento mas, solo una ultima oportunidad y si eso no funcionaba, me quedaría o nos iríamos. No estaba seguro, de lo único que estaba seguro era de no aguantar mas aquella terrible situación. Respiré hondo y lance mi última carta. —Bella, no quiero que me acompañes — Le dije sosteniendo mi mirada, clavándola en sus ojos. Bella no dijo nada en respuesta. Por un momento permanecimos en silencio. Yo esperaba que ella debatiera mis palabras, estaba seguro de que no creería ni una sola palabra. Seguramente ya se había percatado de que todo esto era solo un truco para mantenerla a salvo. — ¿Tú... no...me quieres? — Para mi asombro ocurrió todo lo contrario. Pude ver en su voz como dudaba de mis sentimientos. Como era posible que creyera aquella estúpida escusa? Acaso no sabia que la amaba mas que a nada? Mas que a mi mismo, mas que a mi familia, mas que a cualquier cosa. Pude escuchar como mi corazón se rompía con la duda hacia mi amor. —No— Dije muriendo por dentro. Con esas pequeñas letras moría todo lo que importaba. —Bien, eso cambia las cosas — Dijo tranquilamente. Desvié mi mirada. Ahogando los gritos de mí pecho. Trate de encontrar las palabras adecuadas y el tono adecuado, dejando todo

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rastro humano fuera de mi rostro. —En cierto modo, te he querido, por supuesto, pero lo que pasó la otra noche me hizo darme cuenta de que necesito un cambio. Porque me he cansado de intentar ser lo que no soy. No soy humano — Dije fingiendo, pero por dentro el frío quemaba mi ser. “Soy un monstruo y este es mi infierno” Mi infierno frío y desolado. Le dije que había permitido que esto llegara demasiado lejos. Pude ver como destruida a la persona que tanto amaba. Era demasiado, era aún mas terrible de lo que yo había previsto. Recordé las palabras de Alice “La destruirás” me había asegurado, pero también sabia que lo superaría, Bella lo superaría. Tendría otra oportunidad si yo salía de su vida completamente. Hundí más la espada en su corazón afirmándole que no me convenía. Bella solo afirmaba mis palabras con la mirada perdida y tuve miedo. Miedo de su reacción, su corazón era solo un suspiro en esos momentos. Como si fuera a dejar de latir en cualquier momento. Tuve miedo por su vida. Me estremecí un momento. Los humanos tienden a hacer cosas estúpidas cuando están desesperados. Como Romeo y Julieta. Yo no quería que Bella atentara contra su propia vida. Aquello no lo podría superar. Le pedí que se cuidara que no hiciera nada desquiciado y a todas mis palabras ella asintió, sin vida en la voz y los ojos. Ya no podía estar ahí, ya no lo soportaba. Volvía ponerme la mascara pidiéndole que lo hiciera por su padre, el también la necesitaba. —Lo haré — Dijo en un murmullo. Sabía que cumpliría su promesa. De aquello estaba seguro. Alice había visto que lo lograría. Le prometí que nunca más volvería a verme. Que podría seguir con su vida. Debía seguir con su vida. Con los años yo solo sería un triste recuerdo. Algo sin importancia. —Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada. Será como si nunca hubiese existido—. Su corazón latía rápidamente de nuevo, pero de mis palabras estaba completamente seguro. —No te preocupes. Eres humana y tu memoria es un auténtico colador. A vosotros, el tiempo os cura todas las heridas. — ¿Y tus recuerdos? — Dijo casi en un grito. Aquello era tan típico de ella. Tan acertada en sus preguntas. Por poco me desarma por completo. —Bueno, yo no olvidaré, pero los de mi clase... nos distraemos con suma facilidad. Trate de sonar lo mas convincente que me permitía mi dolor. Jamás la olvidaría, jamás lograría existir completamente sin ella. Solo tendría el consuelo de que lo ha logrado, de que será feliz. Di un paso atrás, alejándome de ella. —Supongo que eso es todo. No te molestaremos más—. Pude ver la sorpresa en su rostro. Aquello era otra terrible sorpresa

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para ella. Confirmé lo que su rostro me decía. —Los demás se han ido. Yo me he quedado para decirte adios—. — ¿Alice se ha ido? — —Ella quería despedirse, pero la convencí de que una ruptura limpia sería mejor para ti— Su rostro estaba desesperado. Ya era suficiente, ya no podía hacerla ni verla sufrir un momento mas. —Adiós, Bella — Dije inexpresivamente. Me aleje caminando sin darle la espalda. — ¡Espera! — Grito mientras caminaba con los brazos extendidos hacia mi, tratando de alcanzarme. “No puedo, no puedo. Adios mi amor” Permití que se acercara a mi, el dolor quemaba mi cuerpo, mis sentidos. “Adiós mi Bella, mi dulce Bella, se feliz. Yo por mi parte te recordaré y te amare por siempre” Tome sus brazos por las muñecas, sosteniéndolas en los costados. Lentamente me incline besando frente, memorizando su cálido y suave contacto. —Cuídate mucho…….. Capítulo 5

Antes de Partir Ya no era dueño de mi cuerpo. Trataba de seguir corriendo pero mis músculos se habían rebelado. Pude sentir claramente un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo y sin poder controlarlo comencé a temblar de pies a cabeza. Aquellas reacciones humanas eran solo el comienzo de mi calvario. Era el precio que tendría que pagar. Bella se encontraba ahora demasiado lejos de mi, pero aún podía verla claramente. Caminaba sin rumbo, adentrándose más y más en el bosque gritando mi nombre. Giré mi cuerpo en un estúpido intento por borrar lo que estaba sucediendo, pero era inútil. Bella ya no era mía y la había abandonado, ahora estaba sola y quizás perdida en el bosque. Pero no podía volver por ella. No podía volver para dejarla otra vez. Tenía que ser una ruptura limpia, rápida. Sin embargo tenía que hacer algo. La ventana de su dormitorio estaba abierta, como de costumbre. Quizás con los años dejaría de estarlo. ¿Cuánto tiempo le tomaría perder las esperanzas? Nunca me sentiría mejor sobre aquello las dos posibilidades eran igual de dolorosas. ¿Y que pasaría si me olvidara pronto? ¿Cuánto tiempo humano era el normal. Semanas, meses o años? La idea de imaginar a Bella sufriendo por mi culpa años, era

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demasiado, pero ella olvidará, se sobrepondrá y espero, aunque me duela, que sea pronto. Su habitación estaba en las mismas condiciones que la noche anterior y no tarde en encontrar los regalos. Le había prometido salir completamente de su vida, sin embargo no podía llevar con migo aquellas muestras de nuestro amor. Miré por última ves las fotografías, eran monstruosas, demasiado hirientes, pero no pude destruir las. ¿Qué podía hacer. Quemarlas, botarlas a la basura? Decidí después de todo, dejarlas junto a ella. Claro que Bella jamás las encontraría, pero eran suyas, debían estar con ella, aunque jamás las encontrara. Bajé a la cocina para dejar una nota falsa a su padre. El llegaría en cualquier momento y no tardaría en ir por ella. Al saltar por su ventana quise seguir su rastro por el bosque, pero escuche a su padre doblando la esquina. Era mi hora de partir, la hora de desaparecer para siempre. Con rabia contenida pise el acelerador. Una última mirada al bosque. Ya no podía verla. Sin embargo era tan fácil escuchar sus sollozos. Ahogue los gritos que subían por mi garganta. Y de esta forma salí de su vida….

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Capítulo 6

El rastro Las formas a mi alrededor eran solo sombras difusas. No estaba consiente del velocímetro cuando paré en seco el coche. ¿Emmett?.. ¿Pero que esta haciendo aquí? Genial, lo último que necesita en esos momentos era que mi hermano tratara de consolarme, pero seguramente existía una buena razón para ello. Solo di unos cuantos pasos, mi hermano me esperaba. —Hey, Edward. Rosalie me dijo que era un tonto por esperarte. Ella no te creía capaz de hacerlo—. —Pues se a equivocado como Verás—. Le contesté apretando mis dientes. Busque en su mente el verdadero motivo por el cual me esperaba. —Tienes que estar bromeando—. Le dije cuando encontré la razón. —No, no. Ven te lo mostraré—. Comenzamos a correr por el bosque. Aquello era lo que necesitaba. Aquella era una razón para alejarme de ella, quizás la única razonable. O por lo menos trataría de pensar que así era. Al poco andar, pude percibir lo que Emmett me había dicho. ¡Victoria! Por un momento deje de lado mi estúpido dolor. Ahora tendría por delante una tarea que realizar. Una en la cual no podía fallar, no me permitiría fallar. El rastro no era reciente, pero era lo suficientemente claro como para seguirlo. — ¿Crees que se encuentre en los alrededores del pueblo?—

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—No, de eso estoy seguro. No he encontrado nada en la ronda de la noche anterior— Le dije muy seguro. — ¿Crees que podamos seguir su rastro desde aquí? — —Es muy leve, pero indica que ha vuelto desde la última vez. Emmett no permitiré que vuelva a Forks, menos ahora que…. — No pude terminar, las palabras quedaron atrapadas en mi boca. —Vamos Edward, quizás podamos alcanzarla—. —No Emmett, no quiero compañía. Además, estoy seguro que Rosalie me pateará el trasero si te llevo con migo—. Traté de sonar animado, no quería preocupar a mi hermano. — ¿Y que se supone que harás? — —No estoy seguro pero tengo todo lo que necesito aquí—. Le dije tocando mi frente. —Bueno y en mi mochila que esta en el coche—. Cazar a Victoria, quizás era lo único que me permitiría permanecer cuerdo. Era mi obligación no permitir que ella volviera. Adoptamos un paso humano para volver a la carretera. Emmett tenía muchas cosas en su cabeza. —Edward, no he podido decirte…. —Si, Emmett lo se. Creo que ella también te quería—. —Bueno estoy consiente que puedes ver en mi mente todos mis sentimientos, pero necesito decirte esto. Bella era muy importante para nosotros, estoy consiente que debes sentirte terrible…. —Exacto Emmett, me siento terrible. Te agradecería no decirlo y mucho menos pensarlo tan fuerte—. Esta era la razón por la cual quería viajar solo, no necesitaba todo aquello. —Solo déjalo así Emmett, por favor—. —Esta bien, esta bien. ¿Sabes lo difícil que es hablar con alguien que sabe todos tus pensamientos? Uno se siente un tanto… estúpido—. —Disculpa hermano, no es mi intención. Créeme que no es mi intención—. Maldición, debía alejarme de todos mis seres amados. Me estaba especializando en herir a todos los que estaban cerca de mi. —Lleva mi volvo. No lo necesito, mas bien no lo quiero—. Le dije cuando llegamos a la carretera. —Pero…. — —Tu lo necesitarás más que yo. Vamos, toma las llaves, seguramente Rosalie te estará esperando muy molesta por la demora—. —Ya se le pasará—. —Dile a mamá que estaré bien, trata de consolarla—. —Eso será difícil y lo sabes—. —Si pero los tendrá a ustedes—. —Sabes muy bien que no es lo mismo—. —Alice no tardará en llamar, tal vez puedan reunirse con ella—. —Si, tal vez—. —Dile a mi padre, que he hecho lo correcto. Dile… que le pido que no regresen a Forks—.

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—Eso no hará muy feliz a Rosalie. Le gustaba el clima—. —Si es cierto, pero creo que podrás calmarla—. Traté de reír, pero el sonido no logró salir de mi boca. —Es verdad, creo que podré—. Me dijo riendo el de buena gana. — ¿Tienes todo lo que necesitas? — —Si, tranquilo. No es la primera vez que estoy por mi cuenta—. —Lo se solo que ahora todo es muy diferente—. —Es verdad—. —Hey, siempre me puedes llamar si necesitas una mano. Ya sabes que me agradaría poder acompañarte en esta aventura—. Pero aquello no era una aventura. Era una marcha fúnebre. Mi camino hacia el infierno. —Claro que te llamaré si te necesito—. Le mentí descaradamente. —Bueno, me gustaría que me llamaras aún si no me necesitas. Ya sabes—. —Trataré Emmett trataré. No estoy seguro de cómo será mi existencia de aquí en adelante—. —Pero piensas volver con nosotros ¿Cierto? — —Si.. No… ¡No lo se Emmett. No lo se! —. Sabía que Emmett no me torturaba intencionalmente, pero no podía contestar con sinceridad sus preguntas. Yo ni siquiera sabía como sería el día de mañana. —Esta bien, esta bien. Ya no te molestaré más. Tranquilízate—. —Estoy bien Emmett. Dile a mi madre que me encontraste bien. Por favor no la preocupes—. —Lo que tú quieras, pero solo si te mantienes en contacto. O si no le diré a Esme que vaya por ti. Y sabes muy bien que es capaz de hacerlo. — La idea de cazar a Victoria hizo solo un poco más llevadera la noche. Sin embargo los escalofríos seguían recorriendo mi cuerpo. Tendría que aprender a vivir con aquella extraña y desagradable sensación. Era extraño encontrarme a la intemperie, pero lo prefería. Siembre había disfrutado de los bosques que Forks ofrecía. Pero estaba lejos ahora de poder disfrutar cualquier cosa. Presté atención a los ruidos de la noche, concentrado en encontrar mi próxima comida. Habían pasado unas tres semanas desde mi última caza. No tenía ganas de alimentarme, pero debía estar en forma si quería poder encontrar a Victoria. Me adentré en los bosques del Olympic National Park. No tardé demasiado en encontrar algo con lo cual pude alimentarme. Un ciervo pequeño sería suficiente. Sin muchas ganas desgarre el cuello del pequeño animal, su sangre me parecía insípida aunque calentó un poco mi boca y garganta. Claro que aquella sensación no duró demasiado. El seguir el rastro me tomó mas tiempo del que me había imaginado. Había momentos en los cuales creía perderlo, parecía que ella

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avanzaba unos tramos pero luego retrocedía unos metros. Me resultaba imposible comprender el por que de su comportamiento. Deje de lado rápidamente la teoría de que se encontrara herida de alguna manera, pero su andar era parecido al de un animal moribundo. El rastro era tan errático, que no me permitía correr a toda velocidad como me hubiera gustado hacerlo. Sin embargo en la madrugada pude divisar a lo lejos el Lago Cushman. El cielo estaba despejado y tendría que esperar hasta el anochecer para continuar mi marcha.

Capítulo 7

Otoño

Atrás quedaron los pocos días felices de mi existencia, atrás quedaba mi vida. Ahora parecía estar enmarcada de oscuros y desteñidos colores. Por un momento me detuve a contemplar lo que en otra ocasión debería parecerme un hermoso paisaje. Hoy me resultaba, simplemente insignificante. La tarea de rastrear a Victoria no fue fácil. En algunas oportunidades su rastro era tan nítido que casi podía ver la estela que dejaba su esencia en el aire. Me preparaba mentalmente para hacerle frente. No la dejaría escapar, pero al traspasar un claro o al doblar en un árbol lo perdía completamente. Aquello me desquiciaba, no soportaba el tener que perder tiempo en aquel estúpido juego. Sentía que perseguía a un fantasma. En cambio en otras, lo perdía completamente. Me tomaba horas o incluso días el volver a encontrarlo. El recorrido que me hubiera tomado normalmente semanas, se había convertido en meses. Pero aún así, no me detendría. Seguí adelante. Cada día trataba de enfocarme en lo que ahora era mi única razón de existencia. ¿Pero que haría cuando mi tarea terminara? Apretaba fuertemente mi mandíbula cada vez que su nombre trataba de abrirse paso a través de mis labios. Sin embargo, era más fuerte que yo. Agradecí la estación del año. Agradecí las fuertes tormentas El dolor de Edward Cullen 44


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eléctricas. Cada vez que sonaba un trueno, descargaba mi furia contra un árbol, una roca, cualquier cosa que estuviera a mi alcance, pero no era suficiente… nunca lo era. Cruze Oregon, Wyoming y Kansas sin dar alcance a Victoria. Casi podía ver como se escabullía entre mis manos. Al llegar a las grandes ciudades debía disminuir aún mas el paso y en los días soleados me ocultaba en cualquier lugar que me fuera posible. Trataba sin embargo de alquilar un dormitorio en algún motel u hostal para ocultarme, sabiendo que tardaría aún mas en seguir mi camino. Fue en una de esas oportunidades, cuando hable con mi familia… —Ho. Edward. No lo podía creer cuando vi que eras tu el que llamaba. ¿¡Por qué no lo haz hecho antes!? — Me recriminaba ahora muy molesta mi madre. —Lo siento Esme ya sabes, en algunas oportunidades es muy difícil recarga la batería del teléfono celular, sobre todo si estas de cacería — — Lo mismo me ha dicho tu padre, pero aún así, tendrías que ser mas cuidadoso— —Lo intentaré madre, que es muy difícil—. — ¿Que es muy difícil, el cargar la batería o el hablar con tu familia? — —Creo que un poco de ambas cosas, madre. Este último tiempo todo se ha vuelto muy difícil—. —Cariño, vuelve a casa. Te extrañamos tanto—. —Y yo madre. También yo los extraño—. Pero no quería estar cerca de ellos. No podrían evitar, en algún minuto el pensar en ella. Y si era difícil lidiar con mis recuerdos, ya podía imaginar como sería el tener que asistir al de todos. Esme no perdió tiempo y me puso al corriente de todo lo que había sucedido desde nuestra separación. Se habían trasladado a la Región del Adirondack, al norte de New York. Ahí tenía una hermosa residencia en la Avenida Newport Gray, casi al lado mismo del parque que lleva el mismo nombre que la región. El lugar les permitía disfrutar de una vida normal sin tener que esconderse todo el tiempo. Además el parque contaba con una variada fauna, lo que les permitía alimentarse con regularidad. Mi madre insistía en que me uniera a ellos, argumentando que podría llevar una vida casi normal. —Edward, recuerda que lo bien que lo pasaban. ¿Porque no vuelves hijo? — —Es verdad Esme, tengo muy buenos recuerdos que aquel lugar, pero no estoy seguro— Yo sabía que detrás de esa pequeña palabra existía mucho más. Detrás de ese “casi” se encontraba ella. Mi vida jamás sería lo mismo, nunca mas podría llevar una vida normal. Carlisle y Esme ya se encontraban algo aburridos sin nada que hacer.

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Mi padre estaba pensando seria mente el volver a trabajar, claro que no estaba seguro de donde. Lo mismo ocurría con mi madre. Alice y Jasper habían decidido visitar un tiempo a Peter y Charlote. Después tratarían de encontrar las piezas faltantes en la vida humana de Alice. Emmett y Rosalie se encontraban como siempre. Después de todo, ella se había habituado mas rápido que Emmett. Al no estar Alice, ella recurría a el para hacer lo que mas le gustaba… ir de compras. Afortunadamente para ella, según me había contado mi madre, solo a unos pocos kilómetros de encontraba Plattsburgh, Malone, Cantón, de Potsdam, y Glens Falls. Los cuales ofrecían todo tipo de tiendas y almacenes. Creo que el que mas perjudicado de ellos era el pobre Emmett. Aunque según sus mismas palabras, había logrado “arrastrar” a Rosalie hasta Yellowstone para cazar un Oso Grizzly. Por un momento pude imaginar toda la escena, pero el inclemente dolor no me permitió disfrutarlo. De todos aquellos detalles me había puesto al corriente mi madre la última vez que había hablado con ella. Claro que de esto ya había pasado algún tiempo. El saber que se encontraban bien disminuyó mi culpa por haberlos obligado a marcharse del que es su hogar preferido. No pasa mucho tiempo en que al llegar a alguna ciudad me topaba con la desagradable noticia de una muerte misteriosa. El diario local informaba la terrible noticia de que uno de sus habitantes había sido brutalmente asesinado bajo extrañas circunstancias, extrayéndoles hasta la ultima gota de sangre para luego ser desmembrados. En aquellas oportunidades hacia rápidamente abandono de la ciudad, seguramente un extraño que solo se deja ver por las noches seria el blanco perfecto de toda investigación policial. Entonces estaba tranquilo ya que seguía el rastro correcto. Otro mes transcurrió de esta manera. Sin abandonar mi tarea, con el corazón quemándome en todo momento. Con su imagen en mi mente, con su calor perdido.

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Capítulo 8

Dallas —Rosalie quiere viajar pronto—. —Pues buen viaje— Le contesté escuetamente, no tenía muchas ganas de hablar con nadie aquel día. —Y yo me preguntaba si no necesitas una mano después de todo—. —Bueno Emmett, gracias por la propuesta pero no creo que sea una buena idea—. —Si, claro. El dolor y todo eso. Ya me temía que dirías algo así—. —Pues si no quieres ir, solo dile. Tú eres un hombre grande. Creo que podrás con ella—. —Que, estas loco. No creo que a Esme le cause mucha gracias derrumbar su casa. Ahora menos que nunca, con esto de su nuevo trabajo y todo eso—. —En eso tienes razón. Creo, que no tendrás mas remedio—. — ¿Estas seguro que no necesitas un par extra de brazos para desmembrar a esa loca vampira?—. —Si. Estoy seguro. Ahora dile a Carlisle que estoy bien y que espero que todo resulte con eso de las clases—. —Ok. Se lo diré. Aunque creo que le gustaría mas que lo llamaras personalmente—. —Prefiero que no. Hoy no tengo ganas que me recuerden lo valiente que soy. — Seguramente eso diría “De todos mis hijos tu eres el mejor” Podía

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imitar su voz casi a la perfección. “Sin lugar a dudas el mejor, el mas capaz, el mas valiente. Ese es mi hijo Edward” Tonterías, estupideces. Para un padre es muy difícil ver en realidad a un hijo. Es siempre cegado por el amor. Cegado…. como yo también lo había estado al creer que podría permanecer junto a mi Bella. Me encontraba en un modesto motel al norte de Dallas. Extrañaba los eternos y húmedos días en Forks. Seguramente los bosques estarían pintados de diferentes tonalidades de café y gris, junto al verde inclemente del musgo que crece por doquier, siendo sin embargo, el lugar mas cálido del planeta para mi viejo y cansado corazón. El maldito sol se movió muy lentamente hacia el horizonte, tomando una eternidad en descender hasta que por fin se oculto completamente. Recorrí la cuidad en busca de algún indicio, en mi búsqueda encontré algunos rastros procedentes de otros vampiros. Sin embargo no tenia tiempo de interactuar con extraños vampiros que usan botas vaqueras y disfrutan de la noche cazando humanos ebrios. No fue hasta pasada la media noche cuando logre dar con el rastro correcto. Estaba completamente seguro que ella no sería ningún digno adversario, claro que aquello solo lo podría comprobar cuando lograda alcanzarla. Sin embargo no debía bajar la guardia y mucho menos dar por sentado nada. Ya nos había advertido el traicionero de Laurent que ella era mas astuta de lo que parecía, pero no lo seria como para vencerme. Las calles ya no estaban atiborradas de gente y me pude mover más rápidamente. Un extraño temblor recorrió mi cuerpo mientras el viento golpeaba mi rostro. ¿Es que el frío no pasaría nunca? Apreté mis puños y me moví mas rápidamente, aquello era mi penitencia y la pagaría gustosamente si con esto Bella estaba a salvo. El solo pensar su nombre me causo un inaguantable dolor corporal. Paré en seco mi loca carrera, con la mano en mi pecho como si efectivamente me costara el respirar. ¿Quien hubiera creído que mi vida se convertiría en esto? Alice, ella lo vio. Trato de advertirme pero no había marcha atrás. Y las cosas habían seguido su curso natural. Reí de mala gana recuperando el dominio del dolor, empujando hacia lo más profundo de mí ser. Ocultando, tan solo por algunas horas, de eso estaba seguro. Solo podría mantenerlo a raya unas horas. Tiempo suficiente para alcanzar a Victoria, esta vez no se escaparía. Ya estaba cansado de este estúpido juego. Ya enfrentaría la eternidad sin alicientes ni motivaciones solo con el dolor de compañero, esto se terminaba hoy. Por alguna extraña razón el rastro era ahora más nítido que nunca. No tenía más de una media hora. No tardé en descubrir cual era el destino de aquella señal, me

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encontraba en la autopista que comunicaba directo al Fort Worth International Airport de Dallas. Maldición, si la dejaba marcharse en avión perdería su rastro para siempre, podría ir a cualquier lugar. Sin embargo no por eso dejaría de buscarla, pero esto se terminaba hoy, aquí, en esta ciudad. Seguí el rastro hasta el estacionamiento del aeropuerto donde reinaba un fuerte olor a sangre humana. Busqué alguna voz mental en los alrededores, al no encontrar nada decidí que era lo bastante seguro como para acercarme. Unos cuantos metros mas adelante se encontraba un pequeño automóvil con la puerta abierta y junto al maletero, en el suelo se encontraba el cuerpo de una mujer. Victoria se había alimentado de ella y había dejado el cuerpo tirado en el suelo. Retrocedí unos pasos, debía abandonar pronto el lugar. Me disponía a hacerlo cuando comenzó a sonar una nota musical en el aire. No había escuchado ningún ruido y me sorprendí ante el repentino sonido. Me moví rápidamente tratando de encontrar aquello que atraería la curiosidad de algún transeúnte. Debajo del automóvil se encontraba un teléfono celular color rosa, rápidamente lo abrí presionando una de sus teclas. Un mensaje de texto emergió de la pantalla. “Buen viaje y tráeme algo lindo de Brasil” ¡Brasil! Maldición, no contaba con eso. Busque en el interior del automóvil, en el suelo en las inmediaciones, pero no encontré nada. Victoria se había llevado sus maletas y su cartera. Efectivamente viajaría a Brasil. Corrí por el estacionamiento debía tratar de alcanzarla, pero podía ver que se escurría de mis manos como si fuera agua. El reloj que se encontraba sobre el letrero de entrada y salidas informaba que eran las 02:00. —Disculpe señorita, ¿el próximo vuelo a Brasil? — “Ho… mi…. Dios” Pensó la mujer que me miraba con enormes ojos. —He… si… claro a Brasil, un momento por favor— Me dijo mientras miraba la pantalla del computador. “Por dios, este hombre es hermoso, seguro es modelo…. seguro es gay… ¿Maldición por que los mas lindos siempre lo son? —Disculpe tengo algo de prisa— Le dije impaciente. —El vuelo a Brasil acaba de despegar, el próximo despegará a las 06:00, ¿Usted tenía boletos? — Casi, por poco y logro alcanzarla. Frené el gruñido que quería emerger de mi pecho, no tenia sentido exponerme de esa forma. —No, lamentablemente no tenía, pero si necesito uno para el próximo vuelo—. —Eso es imposible señor, ya se han vendido todos los pasajes—. —Pero estoy seguro que usted podrá ayudarme—. Le dije inclinándome hacia ella y utilizando la mas cautivadora de mis voces. —He… he… si…. no se, tendría que ver—. Logro decir mientras su corazón latía como un caballo desbocado.

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—Yo se que tu podrás… ¿Anhia? ¿Tu nombre es Anhia?— Le dije mirando su placa identificatoria. —Necesito subirme a ese avión Anhia, es de vida o muerte. Te estaré eternamente agradecido si lo haces—. Bueno en eso era completamente sincero. —Bueno… creo… que podré—. Me dijo nerviosamente. La horas transcurrieron lentamente, compre ropa, gafas oscuras y una nueva mochila en la única tienda abierta en el aeropuerto. Ya todo estaba listo, mi tarea me llevaba a otro país. Dejaba el país, dejaba a mi familia, dejaba a mi Bella. No mire hacia atrás mientras subía al avión, nadie estaba ahí para despedirme. —Bienvenido señor, ¿Que lo lleva a su destino, negocios o placer? — —Placer — Le dije mientras imaginaba a Victoria en mis manos de una vez por todas. —Es un viaje de placer—

Capítulo 9

Invierno Trate de pretender que nunca existió, que solo fue una ilusión, una broma macabra de mi mente cansada de esta larga y solitaria existencia, pero no podía. Todo me decía que era cierto, no solo mi memoria. Mi cuerpo, mis sentidos, todo mi ser decía que era cierto, que ella existía. Cerraba los ojos y era tan fácil verla, tan clara, tan nítida. Todos los días luchaba contra los síntomas de la abstinencia de mi droga favorita. La necesitaba, simplemente la necesitaba. Calmar mi sed era solo un mero tramite, la caza semanal no sabia a nada y los días eran un su calvario de 24 horas. 2 meses habían transcurrido desde que llegue a Brasil. 2 meses en que no he encontrado rastro alguno. Sin rumbo he viajado como un estúpido, tratando de encontrar algo que me lleve hacia ella, pero es inútil, Simplemente no logro encontrar nada. No entendía como había llegado hasta aquella localidad. ¿Como había perdido el rumbo? No tenía sentido permanecer ahí, mi propósito se había perdido. Tal vez y sólo tal vez puede volver a casa. Tal vez pueda retomar el rastro desde ahí y asegurarme de que todo esta bien. Eso me estaría permitido. No estaría interfiriendo cuando este ahí, tal vez y solo tal vez pueda ver…. Solo de lejos, claro… no interferiría con su vida… El dolor de Edward Cullen 50


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claro que no lo haría… Podría ver a…a Bella… 6 meses habían pasado desde que me separé de ella. ¡Rayos! ¿Tan solo, 6 meses? Pero estaba en lo cierto solo 6 meses, sin embargo ha sido como una eternidad. Todos los días un verdadero suplicio sin fin, un infierno. El cielo era estar junto a ella, Bella era mi cielo. Maldición… Ya no recuerdo cuando fue la ultima vez que dije su nombre en voz alta. Bella, Bella, Bella… Su nombre quemaba mi boca, mi lengua mi garganta y su recuerdo mi memoria y mi corazón. ¿Qué pasaría si volviera? No, eso es una locura, seguro que ella ya me ha olvidado, seguro que ya me ha superado. ¿Habrá tenido Mike Newton su tan anhelada oportunidad? Ya lo creo, seguramente ella ha encontrado consuelo en sus brazos, en sus besos. La sola imagen de ella en sus brazos… Era, era como sentir un alfiler en mi cabeza. Si así fuera no podría evitar destrozar al blandengue de Newton o a cualquier otro que osara tocarla o estar junto a ella. Pero ha sido lo mejor para ella. ¿Por qué no puedo ser yo lo mejor para ella? Ahora deben ser de otro sus días, sus sueños, sus besos y sobre todo, su futuro. La mente humana olvida rápidamente, fácilmente. Seguramente ya ha encontrado consuelo, pero eso solo lo hace más difícil para mí. ¿Y que pasaría si volviera? ¿Me recibiría? ¿Pero que le diría? ¿Me perdonaría? Tendría que volver de rodillas, le suplicaría. No sentiría vergüenza al hacerlo, yo no soy nada sin ella. ¿Y luego que? ¿Qué haría cuando el tiempo pasara inevitablemente? Un día tendría que separarme de ella. El tiempo terminaría venciendo y separándonos eternamente. Cuando eso sucediera ya no podría hacer nada, la vida y el tiempo habrían ganado y yo la perdería por siempre. El tiempo siempre nos vencería. Aunque hoy estamos lejos. Aunque nuestros cuerpos estén separados por kilómetros y kilómetros de distancia, siento un poco de consuelo, al saber que ella vive lo que debería ser una vida normal. No es algo que haga mas soportable mi dolor, pero se que es lo mejor para ella. Pero todo será infinitamente peor al pasar los años. El saber que descubrirá tantas cosas sin mi, sin estar a su lado sosteniendo su mano. Sus días de universidad, su primer trabajo, su primer ascenso, su primer auto decente. Tantas cosas, tanto que vivir. Tal vez yo pueda estar ahí, tal vez podría compartir su vida con ella. Tendríamos que marcharnos, empezar juntos una nueva vida.Solo Bella y yo, juntos como una pareja. Juntos como hombre y mujer. Maldición…. estúpido, estúpido… pero si yo no soy un hombre, nunca podré estar con ella como tal. Nunca podré estrecharla fuertemente entre mis brazos, ni hacerla mía como deseaba hacerlo. ¿Cuánto tiempo podría soportar? Pero la amaba mas allá de todo, mas allá de las desilusiones, de los impulsos, mas allá del deseo o de la necesidad. Solo estar junto a ella me bastaría, solo sostener su mano y recorrer su camino junto a ella

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hasta que su muerte natural nos separara. Después me uniría a ella en la muerte, trataría de alcanzarla si es que después de esta vida había algo más, como decía mi padre. Pero que tonterías pensaba, me hacia falsas ilusiones. ¿Acaso no me a dejado marchar tan fácilmente, no ha bastado una sola palabra para romper nuestro lazo? Han transcurrido 6 meses desde que me separé de Bella, sin embargo su presencia permanece junto a mi, día y noche. Las horas eran una interminable sucesión de imágenes y recuerdos en mi mente. Había llegado a Tangará da Serra donde alquile un modesto dormitorio en una pequeña posada. Turistas de todo el mundo visitaban la localidad, era fácil pasar por europeo, algunos eran tan pálidos como yo. Como siempre, mi andar era regido por el clima, pero me sentía mas tranquilo al desplazarme por las noches. El vivir de esta manera ya comenzaba a desequilibrar mi cabeza. Eran demasiadas las horas que debía permanecer inactivo, donde solo mi cerebro trabajaba y soñaba… Me encontraba agazapado en una esquina del dormitorio, siendo atacado, una vez mas por el frío que recorre inclementemente mi cuerpo de arriba hacia abajo una y otra vez sin tregua ni piedad. Abrazaba mis piernas contra mi pecho, en un intento inútil de escapar a aquella terrible sensación… Como si eso fuera posible… La luz del sol lograba filtrarse por la ventana que permanecía siempre cerrada, ya pronto caería la noche, aunque estaba seguro que en esta oportunidad, como en las anteriores, no encontraría nada. Sin embargo seguí rastreando el lugar, callejones, zócalos, bosques a la redonda… pero nada, como siempre no encontraba nada. Seguí avanzando hasta llegar a Mato Grosso. Un ambiente festivo envolvía la ciudad. —Discúlpeme, ¿Que están celebrando? — Le pregunte a una mujer que pasaba en ese momento junto a mi, cuya piel era tan oscura como el chocolate. —Son las celebraciones de Semana Santa—. Dijo mientras me miraba de pies a cabeza. De pronto sentí el contacto de una pequeña y calida mano tocando la mía. Di un paso hacia atrás, sorprendido por aquel inesperado y repentino contacto. Demasiado tiempo había pasado sin sentir el roce de un ser humano. — ¡Isabella!, ¡Ya te he dicho que no se acerques a los extraños! Discúlpeme señor es muy pequeña y traviesa. Supongo que esta impresionada por tu color—. —No, no es nada, solo me ha asustado un poco—. Le dije sin apartar la vista de la pequeña niña que inimaginablemente tenía el mismo nombre que llevo siempre en mi cabeza. Como era de esperar, la mujer se alejó dando grandes risotadas, mientras unos pequeños ojos negros me miraban mientras su madre

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tiraba fuertemente de su brazo. La gente no paraba de bailar y reír a mi alrededor como si de ello dependieran sus vidas. Por todos lados se podía ver y oír la gente rezando, algunos caminando de rodillas, otros llorando desesperadamente. Mi móvil vibro en mi bolsillo, la pequeña pantalla marchaba el numero de Rosalie. Aquello era muy extraño ya que no me había llamado en todos estos meses. No era muy seguido que me comunicaba con ellos y solo Esme o Emmett solían llamarme. Por primera vez en todo este tiempo me preocupé por mi familia, algo debía estar muy mal para que ella me llamara, de aquello no había duda alguna. Me alejé de la multitud, podía escuchar perfectamente pero aquellas muestras de fanatismo religioso me molestaban un poco. — ¿Que sucede Rosalie, todo esta bien? — —Tan bien como se puede supongo—. —Bueno entonces que sucede. ¿Por que me estas llamando? — ¿Es que no puedo llamar a mi hermano? —. —Pues claro que puedes, pero estoy consiente que no quieres, así es que dime que va mal. ¿Le sucedio algo a Emmett? — Aquello era casi imposible pero debía preguntar. —No, ya te dije que todo y todos están bien…. bueno no todos—. — ¿A que te refieres? Por favor déjate de estupideces y dime de una buena vez que es lo que sucede. ¿Donde esta mamá y Carlisle? —Se marcharon hace un par de días, están de cacería, pero ellos están bien—. — ¿Qué? Maldita sea Rosalie. ¿Qué? —. —Esta bien, de todas formas te he llamado para decírtelo. ¿Cierto? Bueno… resulta que… — Le lance un gruñido amenazante, no me sentía con ganas para juegos estúpidos. —Mira, yo se que nos hiciste prometer que no interferiríamos en la vida de Bella… Que extraño era escuchar su nombre desde la voz de Rosalie. — ¿Siii? — …Y bien todos hemos cumplido, te lo juro Edward nadie se ha acercado… Pero aquí estábamos, en casa de Tanya disfrutando los días de Pascuas y creo que Alice no ha podido evitar espiar en su futuro—. — ¿Que me estas diciendo? ¿Le pasará algo a Bella? — — Alice vio a Bella saltando de un acantilado…— Aquello debía ser un error, no era posible, simplemente no era posible. Ella lo había prometido, no haría nada estúpido, lo había prometido. — ¿Un acantilado…? ¿Cuándo? ¿Donde…? Espera un momento… ¿Que me estas diciendo?¿Donde esta Alice? — Alice tendría la respuesta, además sus visiones no eran ciertas, el destino no estaba escrito en piedra. Ella se ha equivocada antes.

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—Pues ella viajó hace un par de días a Fork. Ya sabes que le tenía gran cariño a Bella y a su padre. Ella quiere estar presente para ayudarlo en lo que mas pueda— ¿Que… que…que le tenía? Pero si Alice le tiene cariño a Bella. — ¿Pero, que me estas diciendo? ¿No hay nada que ella pueda hacer para evitarlo? — Siempre había una salida, un llamado a su padre, algo cualquier cosa. Siempre se puede hacer algo. —Lo siento Edward, creo que ya es muy tarde. Bella… ella esta muerta. — Bella muerta…. las palabras hicieron eco en mi cerebro repitiéndose sin piedad de mi mente, hasta que estalle en gritos. — ¡No, no! ¡No, tu estas equivocada!, eso no es posible. ¡Eres una mentirosa Rosalie! ¿¡Por que me haces esto!? —Emmett esta muy molesto con migo, no quería que te llamara, el pensó que debía esperar un par de días mas, pero que sentido tiene si ella ya esta muerta. ¡No! ¡Cállate¡ Tu no sabes nada, eres una mentirosa y te lo voy a demostrar! De un golpe cerré el móvil, aquello era una mentira, una gran y maldita mentira. ¿Pero como es posible que me haga esto? Solo había una manera de saber que es lo que verdaderamente estaba sucediendo. Marque el numero de los Swan, con la estúpida esperanza que fuera ella quien contestara, seguramente a esta hora el se encontraría en la oficina. —Casa de los Swan— Dijo una voz ronca de hombre. ¿Pero quien podría ser? —Si... Bueno soy el Doctor Carlisle Cullen. Quisiera hablar con Charlie Swan por favor—.Verdaderamente no pensé en suplantar a mi padre, pero tal vez, después de todo no quisieran darme información si sabían que era yo el que llamaba, después de todo yo la había abandonado, sola en mitad del bosque. —No esta en casa— Contesto el hombre en un tomo amenazador. —Por favor dígame a que hora lo puedo hablar con el o donde se encuentra— —Esta en el funeral— En el funeral… Fue todo lo que pude escuchar, corte la llamada ya no había duda alguna, era verdad, todo era verdad. Rosalie no mentía, Bella, mi Bella estaba muerta. Ya nunca más sus ojos brillarían para mi, su cálido cuerpo era ahora solo un recipiente frío y vacío, su esencia, todo su ser se había ido para siempre. Y ahora ella estaba muerta, impulsada seguramente por mi abandono, por mi estúpido intento de mantenerla a salvo. Yo la había matado. Nunca mas podría verla, sentirla y escuchar su risa cristalina. Ya nunca más me vería reflejado en sus ojos, nunca mas tendría la esperanza de un futuro. Sus sueños… mis sueños de compartir su existencia junto a ella.

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Camine entre la gente que no paraba de cantar y rezar a mi alrededor. Rezaban a su dios, aquel que cuida sus almas y rige sus vidas. ¿Cuidaría El del alma de mi amada Bella? Y entonces fui completamente consiente por primera vez en mis casi cien años de vida lo que la soledad realmente significaba. Sin Bella no viviría, sin ella no quería ya vivir.

Capítulo 10

Vulturis Estaba completamente consiente de que mi petición sería vista como una locura, sobre todo por ser hijo de mi padre, pero no estaba dispuesto a obtener un “No” por respuesta. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para obtener lo que necesitaba. Mi padre me había hablado muchas veces sobre ellos. Sería muy fácil lograr encender su ira. El vuelo transcurrió lentamente, me concentré en tratar de controlar el dolor que destrozaba mi cuerpo. Quería gritar con todas mis fuerzas, maldecir la vida, el destino a Dios si es que existía. Estaba seguro de no poder superar nunca el gran dolor que del cual era víctima, quizás solo la muerte mitigaría el dolor que se había encapsulado en mi pecho. Llegamos a nuestro destino sin inconvenientes ni demoras. No reparé demasiado en el automóvil que “tome prestado”. En estos momentos no estaba para remordimientos de ningún tipo y sin tomar precauciones me lance por la carretera camino hacia Volterra.

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Solo disminuí un momento mi velocidad cuando divise la ciudad en lo alto de la colina, debían ser unos 550 metros de altura más o menos si mis cálculos no me fallaban. Rápidamente subí por la Viale Dil Ponti, bordeando la muralla medieval, seguí hasta el parking subterráneo casi repleto, que se encontraba bajo la Piazza Martiri Della Libertá, ingresando a la ciudad por el Arco Etrusco. Turistas de todas partes se unirían mañana a los más de 11.300 habitantes de la ciudad, para celebrar el día de San Marcos. Tendría muchos espectadores si las cosas no salían como yo esperaba. Esta era otra ironía del destino, pero no podía ser mejor para mis propósitos. Camine lentamente por la gran plaza que se abre apenas se traspasa el arco. Eran eficientes en su trabajo y ya habían notado mi presencia. Doble a la derecha en un callejón y por fin me interceptaron. —Buenas noches Me dijo unos de ellos— Eran dos y lo único extraño o fuera de lugar en su apariencia, era el color de sus ojos, pero estoy seguro que ningún humano se acercaba lo suficiente para notarlo y seguir con vida. Vestían pulcra y modernamente, era fácil confundirlos con turistas comunes y corrientes. —Buenas noches a ustedes también caballeros— — ¿Que le trae a nuestra ciudad? — —Traigo una petición a los antiguos señores— — ¿Y por que cree que lo recibirán?— —Mi nombre es Edward Cullen y lo harán señores, se los prometo— — ¿Cullen? Mmm… Pues eso lo veremos, seguidme— No tardamos demasiado en llegar a otra plaza que por la concurrencia y la gran activad que en ella se realizaba supuse que debía ser la Piaza Dei Priori, centro neurálgico de Volterra. No nos detuvimos en nuestra marcha y nos deslizamos por una estrecha calle sin salida, al sur de la plaza. —Debe disculparnos— Dijo el vampiro sin mirarme. — Se supone que ya no es hora de visitas. El acceso al palacio ya esta cerrado—. Ingresamos por una puerta que se encontraba escondida al final del callejón. Era de concreto sólido y solo la fuerza de un vampiro podría moverla. Nos encontramos entonces en una pequeña habitación sin puertas ni ventanas. Si un humano hubiera entrado en aquel lugar no habría podido ver nada ya que ni un solo rayo de luz ingresaba en aquel lugar. Dos grandes y gruesas cadenas estaban adheridas al suelo donde aparentemente había una puerta. Con una mano el vampiro tiró de ambas. Lentamente se fue abriendo hacia atrás la pesada piedra. Podía ver que le costaba hacer aquello con una sola mano, pero solo lo hacia para demostrarme lo fuerte que era.

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—Seguid por favor— Me dijo cuando tuvo la piedra verticalmente sobre la entrada. Descendimos unos tres metros. Ante mis ojos había un corredor en declive, de unos 10 metros de longitud. Al llegar a final, el corredor se abría a derecha e izquierda y a su vez se unían a ellos otros túneles. Seguramente era una elaborada red diseñada para que los Vulturis se movieran libremente de día o de noche sin ser molestados por ojos curiosos. Después de recorrer la intrincada red de túneles llegamos a un elevador que nos llevo cuatro pisos arriba, para luego salir a otro corredor solo que ahora era mas humanamente cómodo. Sin embargo carecía completamente de ventanas, mas bien parecía un mausoleo. No tardamos demasiado en llegar al corredor donde a al fin pude ver, sentados en alguna clase de tronos, a Aro, Cayo y Marco. Eran tal y como los había visto en la mente de mi padre. Solo parecían mas… transparentes. Tan antiguos, tan delicados y la vez tan fuertes. — ¿Qué nos has traído esta vez, Demetri? ¿Algún curioso tal vez? — —Me temo que no esta vez mi querido Alec, no esta vez—. Dijo el interpelado. —Mmm pues eso esta muy mal, creo que no nos quedará mas que esperar hasta mañana para divertirnos—. Para entonces ya habíamos despertado la curiosidad de todo aquel que se encontraba en el lugar. Aro fue el primero en hablar. —Demetri, bienvenido. ¿Quién te acompaña esta noche? — Le dijo Aro lleno de curiosidad. —Mi señor. Se ha presentado en la ciudad y a pedido hablar con vosotros—. —Y supongo que tienes una muy buena razón para haberle traído a nuestra presencia. ¿No se así? — —Mi señor, te pido disculpas, no ha sido mi intención el haberlos importunado, es solo que ha dicho que es Edward Cullen— — ¿Será posible?..Acércate Demetri querido, déjame ver todo— Estiro su mano hacia delante y Demetri se acerco rápidamente para tomarla. Mi padre me había hablado de los poderes que ellos tenia, y de cómo se habían transformado en lo que hoy son. Nadie sabe con seguridad cuantos años realmente tienen, pero se presume que su nacimiento humano fue el 1000 antes de cristo aproximadamente. Pude comprobar la capacidad de su poder. Al tocar Aro la mano de Demetri vi en su mente todo lo que había sucedido desde que fui conducido a los túneles. Después de pensar un momento en ello agregó: — ¡Edward! Por favor acércate—. Dijo mirándome ahora. —A si que lo ha logrado, después de todos estos años ha logrado encontrar a otro

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que comparta su visión. Había tenido noticias sobre mi querido Carlisle, pero esto es diferente, esto es otra cosa. El poder comprobar por mi mismo que es verdad, no tiene precio—. —Marco, Cayo. Mirad quien nos hace una visita, mirad—. Era extraño el verme reflejado tras de todos aquellos ojos rojos, formando una imagen de mi mismo de 360 grados en mi mente. —Formidable—. Agrego Cayo mirándome fijamente. —Veo que compartes el mismo color de ojos de tu padre. Efectivamente nos habían llegado relatos sobre un clan de ojos color ámbar y estábamos seguros que se trataba de nuestro testarudo Carlisle, pero como dice Aro, el presenciarlo con nuestros ojos es simplemente delicioso—. —Cuéntanos como esta nuestro querido amigo—. Dijo esta vez Marco. De los tres, este era el que mas llamó mi atención, una extraña nube giraba detrás de sus pensamientos. Recordé algunos fragmentos, que rara vez veía en los pensamientos de mi padre. Marco junto a una mujer, siglos y siglos atrás. La muerte de ella y el gran dolor que carga, supongo que hasta estos días. Traté de leer su mente, pero aquella extraña nube no me dejaba ver nada más que una extraña sensación de tranquilidad. Me concentré nuevamente en el presente y en lo que movía a estar en este horrible lugar. —Mi padre esta muy bien y…. — —Pero mi querido amigo—. Dijo Aro acercándose hasta mí. Un séquito de vampiro se movió tras el. — ¡Mi señor! — Dijo una hembra mientras se plantaba delante de él. —Esta bien querida, todo esta bien—. Le tranquilizo Aro levantando su mano. — Edward, si me permites, quisiera verlo por mi mismo. ¿Puedo? —. Pregunto acercando su mano. —Adelante—. Dije entre dientes aquello no me hacia mucha gracia ya que si mi padre tenia razón, no solo lo vería a el, si no que todo recuerdo que guardo en mi memoria. Avanzó un paso más, hasta tocar mi hombro. Uno tras otro los recuerdos fueron filtrándose en su mente y haciendo eco en la mía. Mis primeros años junto a mi padre y Esme. Mis años rebeldes, nuestra separación de ellos y mi vuelta a la familia. Mis hermanos. Alice, Jasper y sus asombrosas habilidades. Rosalie, Emmett. Todos los grandes recuerdos que han marcado mi existencia. Los bosques de Forks. Mis piezas de música, mis solitarias carreras y mis noches sin fin. Uno tras otro fue robando los recuerdos de mi vida. Hasta que inevitablemente llegamos hasta el día en que ella se estrello contra mi vida. Sus ojos, su sonrisa. Mi incapacidad para leer sus pensamientos. El incidente en biología, el aroma del primer día, mis deseos de matarla. Mi deseo por su sangre, su aroma en mi nariz y

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mi boca… sus besos, mi mano recorriendo sus cabellos. Mis noches de fantasma infiltrado en su dormitorio, la sensación de mi cuerpo cuando estoy junto a ella. Nuestros días, nuestro amor. James, la cacería de Victoria, la angustia al correr al estudio de ballet. La felicidad al encontrarla y la desesperación, el placer y el miedo al succionar el veneno de su brazo. Con cada visión mi cuerpo se iba arqueando un poco, golpeado por el dolor de sentir la replica de mis recuerdos. —Por… favor—. Logre decir en voz baja. —Solo un momento mi amigo, solo un momento más, esto es sumamente… interesante—. Dijo Aro. No soltó mi hombro y mis recuerdos siguieron filtrándose a su mente. Mi creciente deseo por ella, mi amor sin fin. Hasta llegar al maldito día de su cumpleaños y el incidente con Jasper. Nuestra separación y el terrible e interminable dolor que sentido todos estos meses al correr como un tonto tras Victoria. El ritmo fue disminuyendo a medida que llegábamos hasta el día de ayer, pasando con más lentitud los minutos en el momento en que comprobé que Bella estaba efectivamente muerta. Mi decisión de terminar con mi existencia y mi resolución de hacerlo a como de lugar. Aro soltó mi hombro en medio de un jadeo. La hembra que permanencia muy cerca a el lo tomo rápidamente por los hombros lanzándome una fiera mirada. —Estoy bien querida, estoy bien. No te preocupes es solo…. es solo que jamás había podido ver y sentir tanta intensidad. Es increíble mi querido Edward. Por favor perdóname, fui tras el recuerdo de tu padre y terminé por robarme todo tus recuerdos—. Se alejo de mi para tomar nuevamente asiento, mientras pensaba en todo aquello que acababa de ver. —A si que tu hermana Alice “vio” a tu humana saltar hacia su muerte — —Bella, se llamaba Bella—. Pero yo podía llamarla amor, vida. Sueños, esperanzas. Mi única cordura. Todo eso era, todo aquello cabía tras su nombre. Pero ya no me queda nada. —Así es. La vio saltar y no salir a la superficie—. — ¿Y no existe alguna posibilidad de ella se hubiera equivocado en aquella visión?— —No estaría hoy aquí si ella lo hubiera hecho— —Interesante…. y dime… Tu don… ¿Como funciona?— —Sinceramente no lo se, es algo que solo pasa, es algo que he traído conmigo desde mi humanidad— — ¿Y funciona con toda gente? ¿Con todos los que nos encontramos aquí presentes? — —A si es— —Pero con ella no funcionaba—

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—No, nunca sabia lo que pensaba—. Logre decir en un hilo de voz. “¿Y con migo también funciona?” Me dijo en su mente Cayo, sacando la imagen de Bella de mi mente por un minuto. —Si, también funciona. — Aro, siguió la dirección de mis ojos hasta ver la cara de asombro de Cayo. — ¡Formidable, formidable! — Dijo este dando grandes y alegres aplausos. Los vampiros reían de felicidad al ver que Aro que divertía enormemente a mis costillas. ¿Cuanto mas debería soportar esta humillación? Decidí que ya era hora de retomar lo que me había llevado ahí de una vez por todas. —Me alegra que lo hayáis visto, es por esta razón que hoy me presento ante ustedes. Solicito su ayuda para terminar con existencia —. Los demás miraban a Aro, un tanto impacientes por saber lo que realmente sucedía. —Mis queridos— hablo entonces. —Efectivamente este hermoso joven que hoy se nos presenta es Edward Cullen y nuestro querido Carlisle no solo goza de buena salud, sino que tal como nos había informado, ha encontrado a otros que comparten su visión de esta existencia. Edward ha recurrido ha nosotros, pero sin el conocimiento y la autorización de su padre, a solicitarnos que terminemos con su existencia—. El salón fue envuelto por un murmullo de voces. Nadie daba crédito a lo que estaban escuchando. —Silencio, silencio amados míos. Tal como lo habéis escuchado, pero aquél no está harto de la vida, ni se ha vuelto loco tampoco, No. Él esta plenamente consiente de lo que esta haciendo, él ha perdido algo que amaba demasiado. Que amaba más que a su propia vida. Este chico que ven aquí se ha enamorado de una humana—. El murmullo se hizo ahora mucho mas fuerte en la sala, algunos reían y otros daban grandes aplausos, como si estuvieran viendo el mejor de los espectáculos circenses. —Si, así es. Tal como lo habéis escuchado, pero por favor, silencio, silencio. Aquello no es motivo de risas. Ya hemos tenido antes casos como el suyo, no es motivo para escandalizarnos. Ese es el verdadero motivo que lo ha traído hoy a nosotros. Desafortunadamente la joven en cuestión a fallecido y al parecer de manera desafortunada. —A si es, eso es lo que me ha traído hoy ante ustedes esperando que terminéis con mi sufrimiento—. —Esta es una decisión muy difícil de tomar, no podemos llegar y decidir. Te pedimos por favor que nos dejes unos momentos mi querido Edward—. —Por favor, debéis escucharme, se los suplico. Estoy decidido a hacer lo que sea necesario— Les dije fieramente apretando mis puños hacia

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ellos. En ese momento la sala entera quedo en silencio, las miradas pasaban de mi cara a la de Aro que me miraba ahora sin apartar los ojos. Transcurrió un largo minuto en que nadie hizo ruido alguno, hasta que Aro dejo escapar una enorme risotada. —Veo que tienes la misma determinación que tu padre. ¡Demetri, Félix! — Les llamó. Enseguida acudieron a su lado y se instalaron a su derecha e izquierda. —Maestro, ¿En que podemos servirle?—. Dijeron a dúo. —Acompáñenlo, y no le hagáis daño… Aquello aún esta por verse—. Ellos se dieron vuelta e intercambiaron cómplices miradas Ahora era yo el que les miraba desafiantemente. Quince minutos. Espere quince minutos por su respuesta y solo me tomo un segundo ver cual había sido su decisión. Como al parecer era costumbre entre ellos, fue Aro el que entrego su veredicto. —Piensa mejor lo que te propones, le causarías una gran pena a tu padre. No queremos hacernos cargo de ese dolor, no podríamos soportar la eternidad sabiendo que le hemos herido de esta manera. Sin embargo podemos ver que eres un joven talentoso en muchos aspectos, tal vez quieras ser parte de nuestra familia, soportarías la eternidad en nuestra compañía. Claro que no te forzaríamos a hacer nada que no quisieras. Verás, tu padre también vivió junto a nosotros, seguramente el te ha hablado de ello. Nosotros nunca lo forzamos a aceptar nuestra forma de vida... Podría ser lo mismo para ti. Únete a nosotros, estarías entre nuestros preferidos, tal vez estarías primero que todos ellos—. La codiciosa mente de Aro giraba en torno a mi habilidad por “ver” los pensamientos de los demás. Envidiosamente comparaba su poder con el mío, aquello era algo que quería para si mismo. El tener que estar en contacto era un faztidio para el, sin embargo mi habilidad le resultaba mucho mas…. practica. —Que te parece nuestro ofrecimiento—. —Es todo lo que podemos hacer por ti—. Dijo ahora Cayo. — No es lo que esperaba. Estoy determinado a terminar con mi existencia. Con o sin su ayuda—. Les dije desafiantemente. —La única forma en que terminaríamos contigo seria por obligación— Prosiguió Cayo. — ¿Todo esto por una simple humana? Desprecias toda la eternidad, desprecias lo que te ofrecemos, solo por una humana? — Dijo muy ofendido Aro. No comprendía como podía despreciar lo que el consideraba un honor. —Pues morir es mucho mejor que pasar la eternidad junto a seres tan despreciables como todos vosotros—. Gire mi cuerpo apuntando a todos los presentes en la sala.

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Félix dio un paso hacia el frente, mientras Jane y Alec miraban a Aro a la espera de alguna señal. La mente de Aro dudó un momento como reaccionar por mi falta de respeto, pero su codicia era más grande que su orgullo. —No es necesario que te disgustes tanto Edward, como Verás no somos los terribles seres que tu crees que somos—. Dijo ahora, utilizando un tono conciliador. —Estaríamos muy sentidos si tu padre te hubiera dado esa idea de nosotros—. Lamente terriblemente mis palabras, no quería arrastrar a mi padre y a mi familia. —No es mi padre el que me ha dicho algo sobre vosotros, lo veo, lo leo en sus mentes. No quieren terminar con migo solo por que desean que me una a su aquelarre, pero eso no sucederá, tendrá que matarme de todas formas. No tengo pensado abandonar la ciudad y contra eso no pueden hacer nada .Me expondré ante los ojos humanos si es necesario y con ello los descubriré también a ustedes. Estoy hablando enserio. Mátenme, terminen con migo ahora, es vuestra única salida. Mátenme o aténganse a las consecuencias—. —No es muestra intención el hacerte daño, mi querido niño. Ponte en nuestro lugar—. Agrego Aro pasando por alto mis palabras desafiantes. —Claro que si hicieras cualquier cosa que atentará contra nuestras reglas no dudaríamos en aplicar nuestras leyes en tu contra—. Dijo impacientemente Cayo. —Eso es lo que espero—. Le dije apretando mis puños. —Con ello cuento—. —0— Camine sin rumbo por la ciudad, consiente que me espiaban en todo momento. No me habían obligado a dejarla, posiblemente por que no querían que causara daños en otro lugar. Era mas fácil terminar con migo aquí y ahora. A cada paso surgía una nueva idea. Era tan fácil el provocar mi muerte. Delante de mí surgió un grupo de turistas mexicanos, eran 3 hombres y mujer. Ellas tenían el cabello largo y negro como el azabache. Vestía unos vaqueros y una blusa sin mangas. Dejando al descubierto su largo cuello y su piel levemente morena. Pensé en un momento en atacar a aquel grupo, mataría a los hombres y me alimentaría de chica. Uno por uno lentamente les rompería el cuello mientras ella, seguramente lanzaría gritos de horror. Seguramente con ello lograría captar la atención de todo el mundo en el lugar. Después le rompería el cuello y le estrujaría hasta la ultima gota de sangre, si es que los vulturis no me detenían primero…

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Sacudí mi cabeza mientras el grupo pasaba a mi lado, soltando alegres risas. Por un momento mis ojos y los de la chica se encontraron, solo por un momento. Intimidada busco la mano de su compañero, pero dejo pasar mi presencia y no fui más que un hombre demasiado pálido en sus pensamientos. Después de todos estos siglos no podía terminar mi existencia de esta manera. No podía con mi último acto desilusionar de tal forma a mi padre, era lo único que podía hacer por el. Morir dignamente, morir como un Cullen. Decidí el seguir mi primer plan ya estaba comenzando a amanecer y dentro de pocas horas el lugar estaría repleto de gente. Me agazape en las penumbras de un callejón colindante a la Piaza Dei Priori. Solo debía aguantar un par de horas y todo habría terminado. Dicen los humanos que cuando se esta delante de la muerte la vida pasa ante los ojos. ¿Cómo sería para un vampiro? Seguramente unos cuantos minutos no serán suficientes para completar mi vida ni siquiera para los minutos más importantes. Es imposible el revivir todo un año en un minuto. Estaba agradecido de mi padre por darme aquella segunda oportunidad de vida. Aprendí muchas cosas en esta nueva existencia. Aprendí sobre el cariño y la confianza. Esme se convirtió en una verdadera madre para mí. Se que ella también me considera su hijo. Quisiera poder ahorrarle el tremendo sufrimiento por el cual seguramente esta pasando, si hubiera otra salida la tomaría, pero lamentablemente no la había. Alice, Emmett, Jasper y Rosalie. Carlisle y Esme…. mi familia… Adiós a todos, tratad de seguir adelante. Estoy mas que seguro que la vida será más fácil sin mí. La existencia esta diseñada en parejas. Solo así se logra el equilibrio. Yo siempre seré el que marque la balanza. No quiero una existencia en soledad. No ahora, no después de ella. Bella… ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no cumpliste tu promesa? Yo habría vuelto. Mi corazón te pertenecía. No podría vivir por mas tiempo sin el, sin ti… Me despoje de mi camisa, comprendí lo que debía hacer. Sería como aquella vez en el prado, cuando le dije que la amaba por primera vez. Tal vez pueda vivir eternamente en aquel momento. ¿Me esperará ella ahí? Recordé aquel día como si fuera ayer… Bella caminaba bajo los rayos del sol. Su cabellos brillaban con hermosos reflejos rojos. Recuerdo como se asusto un momento cuando pensó que estaba sola… mi Bella. Recuerdo como vencí mis miedos mientras abría uno por uno los botones de mi camisa, cerrando los ojos para exponerme completamente bajo los rayos del sol.

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No podía imaginar una mejor forma de morir que aquella. El tiempo avanzo inclemente mientras me refugiaba en mis recuerdos y el primer tañido de campana me anunció que ya era hora. Este ya no era lugar para mí. No viviría un día más en un mundo donde ella no estuviera. Su fin, el fin de mi existencia. Unidos como uno solo, unidos como el día y la noche, como la arena y el mar. Como el cielo y aire. Camine lentamente por el oscuro callejón, acercándome a cada paso, con cada campanada hacia mi fin con los ojos cerrados. Aquí ya nada quedaba para mí. Junto a ella se desvanecía la vida, los sueños y esperanzas. No estaba dispuesto a vivir entre sombras como si mi vida fuera una noche eterna. Sin ella no me quedaba nada. A unos metros el gentío lanzaba gritos de alegría mientras mi corazón lloraba lo que mis ojos no podían. Apreté mis puños, pronto el sol tocaría mi torso desnudo y todo terminaría. Sol, voy hacia ti. …Sol… hazme tuyo… Di el último paso hacia mi muerte, esperando que todo terminara. Esperando que mi padre tuviera razón y ella esperara por mi.

Capítulo 11

Sueño y realidad Era realmente increíble. Simplemente no lo podía creer. Por un momento todo lo malo había desaparecido, todo volvía a ser como ser como antes… Aún no había terminado de dar mi ultimo paso hacia los rayos del sol, cuando de pronto y saliendo de nada, sentí su suave y cálido cuerpo contra el mío. Sin dudarlo un segundo la estreche contra mi cuerpo. Aquello era infinitamente mejor, aquella sensación no tenía comparación alguna. Pude sentir como latía fuertemente su corazón contra mi pecho El dolor de Edward Cullen 64


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desnudo. Sentir su esencia desde el primer momento. Era ella, Bella, mi amor, mi amada y ahora por fin estábamos juntos. Abrí mis ojos para contemplar lo que mis sentidos me decían. Me encontraba fascinado frente a esta nueva revelación —Asombroso, Carlisle tenía razón—. Y ahí fue donde hablo por primera vez, sin embargo no era lo que yo esperaba oír. —Edward—. Dijo en susurro. —Has de volver a las sombras. ¡Tienes que moverte!—. ¿Pero que es lo que me estaba pidiendo? ¿Me pedía que no muriera que siguiera viviendo, un sin ella, en la vida oscura y sombría? No estaba dispuesto a hacer eso y menos ahora que por fin la había encontrado nuevamente. Acaricie la piel se su mejilla, tan suave, tan tersa, sonrosada. La muerte no había hecho mella en su belleza, continuaba igual que la última vez que la había visto. Agradecí la eficiencia de mis verdugos. —No puedo creerme lo rápidos que han sido. No he sentido absolutamente nada, son realmente buenos—. Besé su cabeza llenando mis pulmones de su exquisito aroma, era increíble que aún en estas condiciones siguiera manteniendo todo aquella que la hacia humana. Era completamente increíble, supongo que de esta manera se habrá sentido Romeo cuando encontró nuevamente a su Julieta en la otra vida. — “Muerte, que has sorbido la miel de sus labios, no tienes poder sobre su belleza” Hueles exactamente igual que siempre—. Dije continuando con mis pensamientos. Después de todo esto de estar muerto, al parecer no era tan malo. —Así que quizás esto sea el infierno. Y no me importa. Me parece bien—. —No estoy muerta—. Dijo enérgicamente. — ¡Y tampoco tú! Por favor, Edward, tenemos que movernos. ¡No pueden estar muy lejos! —. Analice detenidamente sus palabras. ¿Pero como era posible que estuviera ahí, en mis brazos si no estábamos muertos? — ¿Qué estás diciendo?—. Le dije manteniendo la compostura. — ¡No estamos muertos, al menos no todavía! Pero tenemos que salir de aquí antes de que los Vulturis... Sólo bastó aquella palabra para que volviera a la realidad. Giré hacia la oscuridad, ahora mas alerta y consiente de lo que realmente sucedía. Inexplicablemente Bella estaba ahí, junto a mi, viva. Pero ahora no había tiempo para las preguntas o explicaciones, nos encontrábamos en peligro… otra vez.

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Hice frente a los que venían por mí, Bella se encontraba momentáneamente segura a mis espaldas, extendí mis brazos para proteger mi preciado tesoro, mientras los otros se acercaban. —Saludos, caballeros—. Les dije a Félix y Demetri que posiblemente estaba ahí para detenerme si hacia algo “inadecuado”. Pero a fin de cuentas yo no había roto ninguna regla esta vez. — No creo que vaya a requerir hoy sus servicios—. Les dije formalmente. — Apreciaría muchísimo, sin embargo, que enviaran mi más sincero agradecimiento a sus señores—. — ¿Podríamos mantener esta conversación en un lugar más apropiado?—. Dijo Tranquilamente Félix, sin embargo era una orden más que una sugerencia. —Dudo de que eso sea necesario—. Le aclare. —Conozco tus instrucciones, Félix. No he quebrantado ninguna regla—. —Félix simplemente pretende señalar la proximidad del sol—, Agregó ahora Demetri. —Busquemos una protección mejor —. Tal vez si jugaba bien mis cartas lograría que ella se marchara. —Indica el camino y yo te sigo—. Le dije dejando de lado la pantomima de las buenas costumbres. —Bella, ¿por qué no vuelves a la plaza y disfrutas del festival?—, Dije sin perderles de vista, tratando de que mis palabras sonaran despreocupadas. —No, trae a la chica—. Ordenó Félix. —Me parece que no—. Le dije enseñando mis dientes. Debía prepararme para la lucha. Solo bastarían unos cuantos pasos para que ella se encontrara bajo la seguridad de los rayos del sol. Debía tratar de darle aquella oportunidad. Ella pudo ver mis intenciones. —No—. Dijo imperceptiblemente. —Shh—, Le contesté lo mas bajo que me fue posible. Aún había oportunidad para ella. —Félix—. Dijo Demetri que también había percatado de mis intenciones de no rendirme sin pelear. —, aquí no—. Giró para hablarme ahora directamente. —A Aro le gustaría volver a hablar contigo, eso es todo, si, al fin y al cabo, has decidido no forzar la mano—. —Así es—. Le dije secamente. —Pero la chica se va. —Me temo que eso no es posible—. Dijo hipócritamente, tratando de sonar inofensivo. —Tenemos reglas que obedecer— Maldición, no sería tan fácil como me hubiera gustado, pero no dejaría que a ellos les fuera tan fácil. —Entonces, me temo que no voy a poder aceptar la invitación de Aro, Demetri—. —Esto está pero que muy bien—. Aquello le daba la chanse que estaba buscando para el enfrentamiento. —Disgustarás a Aro—. Agregó Demetri. —Estoy seguro de que sobrevivirá a la decepción—. Agregue haciendo una mueca.

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Comenzaron a moverse hacia nosotros lentamente en posición de ataque. Tratarían de cerrarnos el paso hacia la plaza, donde se encontraban los turistas. Para ellos sería muy fácil el salir de espaldas a la luz del sol ya que vestían capaz que los cubrían de pies a cabeza. En cambio yo atraería todas las miradas y seguro que en medio de la confusión sería fácil para ellos arrebatarme de los brazos a Bella. Demetri se movió por mi izquierda hasta cerrar nuestro paso. Me preparé para la batalla pero de pronto todo lo sucedido calzo en su lugar, pude entender el porque y el como, se encontraba Bella aquí. Alice había saltado la gran muralla y se dirigía hacia nosotros. “Maldita sea Edward. ¿Por qué no contestaste el móvil? Nos habríamos ahorrado todo esto. No sabes cuanto lo siento”. Me decía la “voz” mental de mi hermana. —Mejor si nos comportamos correctamente, ¿no?—. Les dijo a dos Vulturis. —Hay señoras presentes—. Caminó hacia nosotros hasta que estuvo a mi lado. Dos contra dos, aquello era sumamente favorable. Ya no tenía dudas sobre enfrentarme contra ellos, ahora era diferente, con Alice de mi lado, la batalla estaba ganada y tanto Félix como Demetri estaban consientes de ello. —No estamos solos—. Les dijo Alice usando la más despreocupada de sus voces. Demetri se percató que a unos pocos metros nuestro había una familia observando nuestra “pequeña reunión”. Habíamos despertado su curiosidad ya que era inconfundible la postura de defensa que mantenida delante de Bella. Aquello no pintaba bien para Demetri ya que había recibido ordenes precisas de llevarnos con el. Su mente ya preparaba la mejor disculpa para darle a Aro por haber fallado en su misión. —Por favor, Edward, sé razonable—. Dijo casi suplicantemente. —Muy bien— Le Respondí. —Ahora nos marcharemos tranquilamente, pero sin que nadie se haga el listo—. Demetri dejó escapar un suspiro de frustración. —Al menos, discutamos esto en un sitio más privado—. —No—. Le dije mostrando mis dientes. Aquello ya estaba ganado, a unos metros de nosotros la familia que nos observaba había alertado a la miembros de la guardia civil y pronto vendrían a ver lo que sucedía. Sin embargo nuestra situación estaba a punto de cambiar…. y me temía que desfavorablemente… —Ya es suficiente—. Dijo la voz de Jane. Maldición los Vulturis enviaban refuerzos. Ahora no había nada mas que hacer, deberíamos dejarnos arrastrar hacia nuestro destino, fuera cual fuera. —Seguidme—. Nos ordenó.

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Avanzamos hasta el final del callejón. Bella me lanzo una mirada llena de preguntas, pero no podía decirle nada en estos momentos, debíamos solo esperar. Traté de tranquilizarla, debía parecer despreocupado y resuelto. —Bien, Alice—. Dije calmadamente. —Supongo que no debería sorprenderme verte aquí—. Mi hermana se sentía verdaderamente avergonzada, sentía que era su responsabilidad todo lo ocurrido, pero no podía culparla por todo aquello, yo era el cabeza hueca, yo era el que no pensaba claramente, el que tomaba siempre las decisiones equivocadas. Quise saber que había ocurrido, tratando de que el tono siempre fuera casual y despreocupado. Mis nervios se crisparon cuando ella me dijo que Bella había saltado de un acantilado solo por diversión. —Parece que últimamente a Bella le van los deportes de riesgo—. Puede ver en su mente todo lo que Bella le había dicho. Traté de no perder la compostura al ver los pensamientos de mi hermana, claro que pude lograrlo solo a medias. Las intenciones de Jane eran claras. Debí a transportarnos "sanos y salvos”, dentro de lo posible, ante Aro. Llegamos hasta el fondo del callejón donde había una alcantarilla. La primera en ingresar fue Jane, seguida por Alice. Bella dudó un momento pero le prometí que mi hermana la recibiría. De no haber estado Demetri y Félix a nuestra retaguardia, habría ingresado yo primero, pero era demasiado peligroso el dejarlas solas junto a ellos. Se agachó y sentó en la orilla del acceso. — ¿Alice?—. Dijo mientras le temblaba la voz. Tome sus muñecas mientras la bajaba lentamente por el orificio. — ¿Preparada?— Le pregunté a mi hermana. —Suéltala—. Me respondió ella y la deje caer. Recorrimos esta vez un nuevo camino, no nos encontrábamos en los túneles por los cuales me habían conducido la primera vez. Ahora recorríamos las alcantarillas de la ciudad. Sujetaba fuertemente a Bella de la cintura mientras ella envolvía con sus delicados brazos la mía. Podía sentir como se calentaba mi cuerpo con su contacto y aún en estas circunstancias era la sensación más exquisita que había conocido en toda mi existencia. No podía creer que se encontraba junto a mi, viva. No importaba el destino que nos aguardaba, no importara que fuéramos conducidos por la fuerza hacia nuestros posibles verdugos. Lo que importaba era que ella estaba viva y junto a mí. Su corazón latía fuertemente contra mi costado, sin embargo no podía evitar tocar su piel para cerciorarme que aquello era verdad, sus labios, su rostro, su frente.

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De esta manera una y otra vez. Sin embargo aquello que a mi me fascinaba a los otros vampiros Vulturis perturbaba enormemente. Podía escuchar sus deseos por su sangre, lo único que los detenía era el enorme temor por Aro. No dejaría que nadie se alimentara de ella. No lo permitiría. Prefería verla muerta, aunque esta vez fuera una realidad. Aunque tuviera que matarla yo mismo. Después me entregaría a la muerte segura. Seguimos adentrándonos en las profundidades de la tierra, con Bella aferrada fuertemente a mi hasta que comienzo a temblar. Primero pensé que era una reacción por el miedo que debía estar experimentando. Trataba de reconfórtala abrazándola cuidadosamente un poco mas cerca de mi cuerpo, tratando de que se sintiera segura en mis brazos, pero después me di cuenta que sus ropas permanecían completamente mojadas, sin duda había atravesado la enorme fuente que se encontraba en la plaza en su loca carrera para salvar mi vida. Y lo había logrado, me había salvado, aunque fuera por unas pocas horas. Esta vez ella me había salvado. No me había percatado que estaba en este estado hasta que sus dientes comenzaron a castañear por el frío, sin duda que mi gélida piel no ayudaba en lo absoluto. Contra todos mis deseos solté su cintura y la tome de la mano. —N-n-no — Logró decir mientras se aferraba nuevamente contra mi cuerpo. Tampoco quería separarse de mí, aunque fueran solo unos centímetros. Me concentré en los pensamientos de Alice, esperando ver en nuestros futuros alguna luz, alguna salida. Sin embargo todo era muy confuso, todo dependía de nuestras posibles acciones. Quise preguntar que iba mal, el por que no estaba claro nuestro futuro, pero no podía. Sin embargo ella estaba tranquila y callada, tratando con todas su fuerzas. Debería haberme sentido mejor, solo por Bella, cuando dejamos atrás los oscuros túneles, estaba seguro que aquello había sido terrible para ella. Sin embargo no pude evitar retorcerme al pensar hacia donde nos conducían ahora. No era lugar para un humano, no a menos que quiera ser la cena y ahora íbamos directo hacia ellos, donde nos esperaban…

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Capítulo 12

El reencuentro Recorrimos los mismos caminos que ya conocía, los mismos corredores, el mismo ascensor. Solo que esta vez era distinto. Ayer anhelaba la muerte, hoy… la vida. A cada paso que dábamos, cada vez que se cerraba una nueva puerta

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tras nosotros, con cada piso que ascendíamos en el estrecho ascensor nos acercábamos más y más hacia nuestra posible muerte. Jane estaba molesta y ofendida, no paraba de imaginar como nos retorceríamos bajo su poder. No le hacia gracia ser la segunda ante Aro. Claro que no haría nada, no hasta que el se lo ordenara. Llegamos hasta el lobby donde hoy se encontraba una humana tras el mostrador. Estaba demasiado acostumbrada a los vampiros. Saludó educadamente a los Vulturis y no reparó en nosotros. Lamentablemente también estaba acostumbrada a que otras visitas llegaran hasta el lugar, llegaban pero nunca salían. El primero en darnos la “Bienvenida” fue Alec. —Te enviaron en busca de uno y vuelves con dos... y medio—. Dijo después de saludar a su hermana y dando un despectiva mirada de pies a cabeza a Bella. —Buen trabajo—. Su indeseable hermana le respondió brindándole una desagradable risa metálica. —Bienvenido de nuevo, Edward—. Me dijo ahora. —Pareces de mucho mejor humor—. —Ligeramente — Le respondí. El sólo se limitó a reír entre dientes, lo que asusto a Bella y no tardó en aferrarse aún más contra mi cuerpo. — ¿Y ésta es la causante de todo el problema?—. Bella le resultaba insignificante en apariencias pero muy pronto comprendió que la hacia tan especial. — ¡Me la pido primero!—. Dijo Félix mientras inhalaba una gran bocanada de aire demasiado cerca de Bella. Giré mi cuerpo en respuesta a su insolencia. Lancé un gruñido en señal de amenaza, ante lo cual Félix dejó escapar una estúpida sonrisa. Esta vez se sentía seguro de ganar la pelea en presencia y compañía de los demás Vulturis. Haciendo un movimiento de sus dedos me invitó a la pelea. Alice intervino en ese momento. “No Edward”. Pensó ella. —Paciencia — Dijo esta vez en voz alta. “No lo hagas, observa. Piensa en responder”. Me dijo su mente. “Piensa en hacerle frente y observa lo que sucede”. Félix yacía a mis pies con el cuello roto mientras lo demás Vulturis se lanzaba en nuestra contra. La siguiente imagen era de Bella, se encontraba el suelo y los vampiros de alimentaban de ella. “Aún existen esperanzas Edward”

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La imagen de Bella fue lo suficientemente fuerte para hacerme entrar en razón. Respiré hondo y me volví hacia Alec, dejando pasar el comentario de Félix. Alice tenía razón, nada estaba resuelto aún, con suerte podríamos salir de esta. —Aro se alegrará de volver a verte—. Dijo Alec, para luego tomar de la mano a su hermana y guiarnos hacia la habitación circular donde se encontraba la corte reunida. Aro estaba muy alegre de ver que Jane había tenido éxito en su tarea. Avanzó hacia ella y como era costumbre toda la escolta se movió junto a el. Impulsados por una fuerza invisible, como si el fuera un gran y viejo imán. Jane recibió lujuriosamente el beso que Aro le dio en los labios, pero lo que la inundo de placer fueron los elogios de este al traernos de regreso y con vida. —Ay, Jane. ¡Cuánto me conforta tenerte a mi lado!—. Le dijo en medio de una sonrisa. Se volteó para contemplarnos y le tomo solo un segundo el reconocer a Bella y Alice. Estaba casi eufórico ante nuestra posible incorporación a la guardia. Después de enviar por Marco y Cayo, Aro nos dedicó toda su atención. — ¿Lo ves, Edward?—. Me dijo sonriendo. — ¿Qué te dije yo? ¿No te alegras de que te hayamos denegado tu petición de ayer?—. —Sí, Aro, lo celebro—. Le dije agradecido sinceramente. Aunque fuera por unas pocas horas, la muerte sería mas dulce a su lado pensé estrechándola cuidadosamente contra mi cuerpo. —Me encantan los finales felices. Son tan escasos—. Agregó Aro en un suspiro. Quería que le contáramos toda la historia, no comprendía como mi hermana había fallado en su visión, ya que yo estaba completamente seguro que de que ella era infalible. Muchos factores nos habían guiado hasta este punto, no solo las visiones de Alice. Podía adivinar la repulsión que le causaba a mi hermana aquel viejo y decrépito ser, pero aún así le hablo como si fuera la mas encantadora de las criaturas sobre la faz de la tierra. —No, no, no soy infalible ni por asomo como habéis podido comprobar hoy, a menudo causo más problemas de los que soluciono —.

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Aro elogiaba a mi hermana, casi podía saborear el tenerla por toda la eternidad a su lado. Alice no comprendía el por que le hablaba con tanta familiaridad o el porque hacia alusión a sus poderes. Ella no sabía los detalles de los Vulturis. Habían cosas que sólo a mi me confiaba Carlisle. “Edward, que sucede aquí”. Me dijo en su mente mientras me lanzaba una rauda mirada. Aro se percató de nuestra complicidad y se presentó ante ellas. —Lo siento. No nos han presentado como es debido, ¿verdad?—. Les dijo hipócritamente —Es sólo que siento como si ya te conociera y tiendo a precipitarme—. Le comentó en que circunstancia y como la había conocido. Sin ocultar la envidia que le causaba mi habilidad. Traté de reconfortar su retorcida y mezquina mente. No debía sentirse ofendido por mi habilidad, ya era suficiente con que la anhelara para si mismo. Mi hermana continuaba sin entender muy bien a que se refería Aro y le explique las limitaciones que tenía con su habilidad, pero que sin embargo era verdaderamente mucho mas impresionante que la mía. Sin embargo aquello no era suficiente para el. Encontraba mi habilidad mas “Practica”. Justo en ese momento volvía Félix con Marco y Cayo. Podríamos dejar de lado los falsos cumplidos por un momento y dedicarnos a asuntos más importantes que tratar. Como nuestra sobrevivencia por ejemplo. — ¡Marco, Cayo, mirad!—. Dijo Aro, demasiado fingido entusiasmo. — Después de todo, Bella sigue viva y Alice se encuentra con ella. ¿No es maravilloso?—. Cayo estaba molesto, Félix no les había comentado el porque Aro los había hecho llamar. Hoy no tenía muy buen humor para sus demostraciones sobre exageradas. —Conozcamos la historia—. Le dijo Marco a Aro. Este extendió su mano y el la toco una fracción de segundo. Un segundo que en su mente fue mucho más extenso. Se sorprendió enormemente. Aquellos sentimientos no existían en entre ellos. “Entrega absoluta, carente por completo de razón y lógica, unida a la lucha constante entre el amor y el desesperado deseo por su sangre pero que por igual sentía hacia su cuerpo y hacia su ser. Dolor y alegría entrelazados, lealtad, respeto y una intimidad profunda” “Amor, amor incondicional e ilimitado”. No pude evitar resoplar y hacer una mueca ante estos pensamientos.

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Efectivamente eso describía por completo mis sentimientos hacia ella, solo que era extraño el asistir a su análisis tan metódico y completo. —Gracias, Marco—. Dijo Aro, meditando sobre lo revelado por este. —Esto es muy interesante—. La reacción de Marco era muy diferente a la mostrada el día anterior. Se sentía fascinado e intrigado por nuestros sentimientos. No entendía muy bien el por que estaba dispuesto a dar todo por una humana. Aro también estaba impresionado. —Asombroso, realmente increíble—. Decía y repetía en su mente, si no hubiera visto con su propia habilidad no lo habría creído. “Pero que sucede aquí Edward, por favor explícame, ya no aguanto esto”. Me decía la mente de mi hermana. Le explique lo acaba de suceder y el por que de la reacción de Marco y Aro. — ¡Qué práctico!—. Dijo Aro al darse cuenta de la pregunta mental de mi hermana. Su codicia por mi no tenía fin. Aquello estaba muy mal, seguramente haría de todo para retenerme. Sin embargo sus pensamientos habían tomado otro rumbo ahora. No podía entender el por que. No emprendía como podía estar junto a Bella. Como podía aguantar mi proximidad con ella, sobre todo por la forma en que ella olía para mi. —No sin esfuerzo—. Le dije tranquilamente. —Pero aún así... ¡La tua cantante! ¡Menudo derroche!—. Aquella palabra me arrancó una breve sonrisa. La sangre de Bella no solo cantaba para mí, también cantaba para mi corazón, era en realidad una celebración a la vida. Mientras su sangre corriera en sus venas la vida tendría sentido para mi. —Yo lo veo más como un precio a pagar—. Me limité a decir. Pero Aro no lo comprendía, creo que tal vez nunca había sentido un sentimiento como este, o cualquier otro sentimiento parecido al cariño. ¿No había sido el mismo el que había dado muerte a su propia hermana Dibymi? O eso era lo que mi padre me había confiado hace mucho tiempo ya. Aro era un ser malvado y carente de todo sentimiento bueno o noble, solo la codicia y la envidia reinaban en su seco corazón. Aro continuó muy escéptico referente a mis sentimientos, creía que pagaba un precio muy algo solo por esta con ella sin matarla. —Simple coste de oportunidad—. Le dije alzándome de hombros. Aquello logro hacerle reír de buena gana. Sin embargo no creía que la sangre gritara tan alto en la mente de un vampiro, de no haberlo presenciado en mis recuerdos no lo habría creído nunca.

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—La mayoría de nosotros vendería caro ese obsequio mientras que tú... — —... lo derrocho—, Dije terminando la frase con sarcasmo. Pero mis palabras solo lograron divertirlo aún más. Mis palabras y mi actitud le recordaban a mi padre, exceptuando por el mal genio, claro esta. Pero mi padre me superaba en muchas cosas. Solo el había podido permanecer junto a Bella cuando ocurrió el fatal accidente el día de su cumpleaños. De una casa llena de vampiros, solo el había sido inmune a la sangre de Bella. Aún yo, con todo el amor que sentía por ella había tenido que salir corriendo del lugar, había sido una verdadera vergüenza. Sin embargo, ahora su aroma no me molestaba, ni quemaba mi garganta. —Jamás pensé ver a nadie que superase a Carlisle en autocontrol, pero tú le haces palidecer—. Dijo Aro trayéndome de vuelta a la realidad presente. —En absoluto—. Le dije ya cansado de toda esta fingida plática, pero Aro continuaba alabando ahora a mi padre y agradeciéndome por entregarle recuerdos de el. Dijo que cuando mi padre se marcho a América, no pensó que tendría éxito, sin embargo al ver que lo había logrado, se sentía verdaderamente feliz. Pero lo que no decía era que nunca había esperado que fuéramos tantos y que en nuestra familia se encontraran individuos tan poderosos como lo éramos Jasper, Alice y Yo. Eso no lo decía en voz alta pero su mente lo gritaba. Sin embargo trataba de ocultarlo desviando sus pensamientos hacia otros temas aún más peligrosos. —Pero ¡vuestra abstinencia...!— Dijo en un suspiro. —No sabía que era posible tener tanta fuerza de voluntad—. Creía que el canto de su sangre era le comparado con las sirenas. Aquellas criaturas que habitan en lo profundo de los mares. El mismo Carlisle casi había caído en su embrujo cuando cruzó a nado hacia América. Creo que cualquier otro habría sucumbido fácilmente ante ellas. Traté de mantener la calma cuando Aro hizo alusión al aroma de Bella en mi mente. Decía que le hacia sentirse “sediento” En su mente acariciaba la blanca piel de Bella siguiendo el camino de su yugular. Obligué a mis músculos a que se quedaran quietos, me obligue a convertirme en una estatua de piedra para no saltar sobre el. —No te inquietes—. Me dijo Aro al percatarse de mi estado. —No tengo intención de hacerle daño, pero siento una enorme curiosidad sobre una cosa en particular—. Giró su cuerpo para ver directamente

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ahora a Bella. — ¿Puedo?—. Me preguntó como si ella fuera de mi propiedad mientras levantaba una de sus manos. Por un momento me pareció muy apropiado que considerara que era mía, lo era en muchos aspecto, siempre había y sería Mi Bella, pero le dije que le preguntara a ella. Se disculpó ante su falta de cortesía y le dijo que sentía una verdadera fascinación por el hecho de ser la única en quien mi habilidad no diera resultado. El quería comprobar si también era inmune a su poder y quería hacer la prueba. Bella buscó mis ojos, en ellos había duda y miedo al mismo tiempo. Me habría gustado ahorrarle aquella desagradable experiencia, seguramente le asquearía el tener que tocar aquella decrépita y helada piel, pero no había nada que pudiéramos hacer, el negarse habría sido una locura. Asentí con mi cabeza al mismo tiempo que le sonreía para tranquilizarla. Bella avanzó unos pasos hacia Aro con la mano extendida, la cual temblaba levemente. Apreté mis puños fuertemente. En mi interior anhelaba que no sus intentos fueran inútiles. Sin embargo tal vez fuera la única oportunidad que tendría para ver y sentir los pensamientos de Bella. Aro se acercó también para alcanzar su mano. Su orgullosa mente ya celebraba el poder ingresar en su mente y de esta manera demostrar que su poder era infinitamente mas fuerte y poderoso que el mío. Sin embargo su soberbia se convirtió rápidamente en desilusión y rabia contenida. —Pues sí, muy interesante—. Dijo mientras se retorcía por dentro llenos de perplejidad. Me sentí complacido al comprobar lo que yo sospechaba. Sin embargo no estaba preparado para lo que venia. Aro quería saber si ella era inmune a otros poderes, en realidad solo quería torturar a Bella, no soportaba el ser humillado y menos delante toda la corte. — ¡No!—. Dije en medio de un gruñido al escuchar que Aro llamaba a Jane. Me abalance hacia el pero algo me retuvo, sacudí mi brazo sin prestar atención mientras Jane se acercaba hacia nosotros con un maligna risa en los labios. — ¿Sí, maestro?—. Ella sabia perfectamente el por que la había llamado “Ahora me las pagarás” Me dijo en su mente. De mi pecho emergió un gruñido gutural, no importaba si estábamos en desventaja, no importaba si todos nos caían encima. No permitiría que torturaran a Bella de aquella manera. Estaba seguro que su frágil humanidad no podría soportarlo. —Me preguntaba, querida, si Bella es inmune a ti—. Prosiguió Aro sin mirarme.

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Interpuse mi cuerpo entre ambas, aquello no tenía sentido, pero el impulso por defenderla era aún mas grande que la razón y en aquellos momentos era incapaz de razonar. En una fracción de segundo Jane se volteó hacia nosotros y menos que eso me tomo para salta hacia delante con la intención de acabar con ella. Sin embargo no pude alcanzarla, había sido mas rápida que yo. De pronto mi cuerpo fue atacado por miles de choques eléctricos desde los pies a la cabeza, una y otra vez. Apreté fuertemente mi mandíbula, no dejaría escapar sonido alguno. Estaba consiente que Bella mi miraba y que sufría al verme de esta manera, no incrementaría aún mas su dolor. No se cuanto tiempo transcurrió pero de pronto la corriente dejo de golpear mi cuerpo, me tomó un momento el recuperarme. —Se encuentra bien—. Le decía mi hermana a Bella para tranquilizarla. Me incorporé de golpe temiendo lo peor. Alice la aferraba fuertemente entre sus brazos mientras ella no paraba de luchar contra su agarre. Por un momento nuestras miradas se encontraron, pude ver el dolor que le había causado la escena que acababa de suceder. Y esa misma tortura estaba a punto de vivirla en carne propia y no había nada que yo pudiera hacer para salvarla. Bella retrocedió un paso, supongo que se preparaba valientemente para recibir su castigo, sin embargo no podía dar crédito a mis ojos y me tomó unos segundos asimilarlo. Jane miraba fijamente a Bella con su malévola sonrisa en los labios, pero la única expresión de dolor en su cara era la que le causaba mi sufrimiento. En ese momento respiré hondo. El poder de Jane así como el de Aro no tenía efecto alguno en ella. Me moví junto a ellas, toqué el brazo de mi hermana y ella deshizo el fuerte agarre que protegía a Bella. Aro lanzó una risotada, pensaba que yo había sido demasiado valeroso al soportar la tortura en silencio. Afirmó que un día el mismo había experimentado el dolor sólo por curiosidad. Ya estaba harto de estos juegos y ya no estaba dispuesto a fingir cortesía. — ¿Qué vamos a hacer con vosotros? — Dijo Aro. Yo sabía perfectamente que pretendía hacer con nosotros. Bella comprendió lo que aquellas palabras significaban y su cuerpo se agitó entre mis brazos temblando de terror. La apreté fuertemente contra mi cuerpo olvidando su frágil humanidad.

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—Supongo que no existe posibilidad alguna de que hayas cambiado de parecer, ¿verdad? Tu don sería una excelente adquisición para nuestro pequeño grupo—. Analicé un momento lo que realmente había detrás de sus palabras y lo que realmente significaban. —Preferiría... no... hacerlo— Le dije. Aro realizó la misma pregunta a mi hermana, pero esta fue más resuelta que yo y le rechazó de inmediato. — ¿Y tú, Bella?—. Le dijo arqueando una ceja. Pude comprender sus intensiones, no estaba seguro de poder contenerse una vez que empezara pero estaba dispuesto a transformarla. Bella no respondió a su pregunta y en silencio permanecimos unos segundo mirándonos a los ojos, hasta que Cayo habló. No creía lo que Aro acababa de decir. —Cayo, tienes que advertir el potencial, no he visto un diamante en bruto tan prometedor desde que encontramos a Jane y Alec. ¿Imaginas las posibilidades cuando sea uno de los nuestros? — El comprendió perfectamente a que se refería Aro y no volvió a pronunciar palabra alguna. Jane y Alec se encontraban un poco mas atrás y no era necesario que emitieran palabra alguna, estaban ahora mas molestos que nunca, no solo los habían puesto en segundo plano por mi culpa si no que ahora estaban mas humillados que nunca y a causa de una humana. Pero en ese momento yo tenía problemas mas graves que sus deseos de hacernos pedazos. Aro realmente estaba pensando conservar a Bella. Aunque estaba consiente de las palabras de mi hermana sobre la posibilidad que teníamos de salir de esta, no estaba dispuesto a hacerlo a costillas de Bella. Todo mi cuerpo se rebelaba, no podía contener o evitar el emitir grandes gruñidos. —No, gracias—. Dijo entonces Bella con la voz partida por el miedo. Aro pasaba por alto mis gruñidos y en un suspiro dijo que era una verdadera lastima. Aquello fue lo último que pude soportar. —Unirse o morir, ¿no es eso?—. Dije apretando los dientes. —Sospeché algo así cuando nos condujeron a esta estancia. ¡Pues vaya leyes las vuestras!—. Aro dijo que aquello no era cierto ya que el estar ahí reunidos se debía a que esperaban la presencia de Heidi. Maldición, si eso era cierto debíamos salir cuanto antes de ahí. Una vez desatada su hambre no habría posibilidad de sacar a Bella con vida de ese horrible lugar. —Aro—. Dijo de pronto Cayo. —, la ley los reclama—. No estaba muy seguro de cómo podía ser eso posible, no habíamos hecho nada que rompiera las reglas de los Vulturis. A menos que se refiriera a….

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— ¿Y cómo es eso?—. Le pregunte mirándole fijamente. Yo tenía un contra golpe para aquel argumento. El se limitó a levantar su dedo señalando a Bella, para luego agregar que ella sabía demasiado. —Aquí, en vuestra charada, también hay unos pocos humanos—. Le dije contrarrestando su ataque. Pensó un momento mis palabras y una horrible sonrisa se dibujó en su rostro. Admitía que esto era correcto pero que los humanos posteriormente les servían de alimentos. —Ése no es tu plan para la chica. ¿Estás preparado para acabar con ella si traiciona nuestros secretos? Yo creo que no—. Dijo burlescamente. —No voy a... — Trató de decir Bella pero no pudo terminar la frase. —Tampoco pretendes convertirla en uno de nosotros—. Continuo después de dar una terrible fría mirada a Bella. —por consiguiente, ello nos hace vulnerables. Bien es cierto que, por esto, sólo habría que quitarle la vida a la chica. Puedes dejarla aquí si lo deseas—. Esto era pasarse de la raya, primero la hacía callar y luego la quería para la cena. Solo le enseñe mis colmillos en señal de respuesta. —Lo que pensaba—. Dijo Cayo con una sonrisa en los labios. Al terminar de decir estas palabras e impulsado por un resorte invisible Félix dio un paso hacia delante esperando la orden para atacarnos. Sin embargo, en ese preciso momento intervino Aro: —A menos que... —. El no quería desperdiciar dos talentos impresionantes y uno muy prometedor. —A menos que, ¿albergas el propósito de concederle la inmortalidad? — Preferiría verla muerta que convertida en un vampiro y muchos menos en un Vulturi. En mi familia por lo menos tendría una opción, pero aquí entre ellos, solo sería matar y matar sin razón alguna. Sería un monstruo por toda la eternidad. Sin embargo la negación sería motivo de muerte para nosotros y Aro terminaría realizando su deseo de todas formas. — ¿Y qué pasa si lo hago?—. Le dije retando sus ambiciones. Sin embargo el sabía mi postura frente al tema. Había leído mi mente, ahora el me conocía. —Vaya, en ese caso serías libre de volver a casa y darle a mi amigo Carlisle recuerdos de mi parte, pero me temo que tendrías que decirlo en serio y comprometerte—. Agregó al ver la duda en mi rostro. Levantó su mano esperando que me acercara y la tocara. Si lo hacía podría ver si mentía sobre el transformarla en vampiro.

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Además todo este tiempo había estado buscando en sus mentes, tratado de ver alguna posible escapatoria para nosotros. Si tocaba su mano el podría ver cuanto sabía yo de ellos y seguramente eso no le haría gracia alguna. No tenía escapatoria. Me obligaban a matarla o a dejar que otros lo hicieran. Este no podía ser el fin. No para nosotros. La mire a los ojos, esperando que me comprendiera, pidiéndole perdón silenciosamente. —Hazlo—. Dijo en un susurro. —, por favor—. Pero no podía, no podía condenarla. Y no dejaría que nadie lo hiciera. Solo me tomaría una milésima de segundo terminar con su vida. Nadie podría hacer nada para detenerme. Pero cuando todo parecía perdido, cuando no había nada mas que oscuridad en nuestro futuro, la mente de mi hermana me mostró la salida. Giré mi cuerpo levemente para verle mejor. Alice abrió los ojos lentamente y sin mirarme caminó hacia delante al encuentro de Aro con una de sus manos extendidas. Aro comprendió las intensiones de mi hermana y camino hacia ella deshaciéndose de su guardia personal, tomo su mano y se entregó a las imágenes que le entregaba la mente de mi hermana. La escena en su mente no había cambiado nada, no después de todo lo que habíamos pasado. No después de todo el tiempo transcurrido. Tal vez aquella visión no es de un futuro cercano, tal vez siempre estuvo dispuesto que me alejará de ella y también que nos encontráramos aquí, en estas circunstancias. ¿Cuanto tiempo debería pasar para que aquello se cumpliera? El rostro de Bella no había cambiado nada, no había alguna muestra del paso del tiempo, algo que me indicara cuantos años humanos habían pasado. Bella igual que hoy, Bella convertida en vampiro. Apreté mis dientes. ¿Acaso no había nada que pudiera hacer para detener aquella visión? La imágenes cesaron y Aro reía de placer y de satisfacción. — ¡Eso ha sido fascinante! — Dijo casi jadeante. —Ver las mismas cosas que tú ves, ¡sobre todo las que aún no han sucedido! — —Pero eso está por suceder — Le recordó Alice. Este estuvo de acuerdo con las palabras y las visiones de ella. Sin embardo no todos estaban conformes con ello. Cayo al igual que Jane, Alec y Félix estaban molestos por el giro que había tomado la situación. Cayo trató de mostrar su disconformidad con el asunto pero Aro lo detuvo dedicándole palabras tranquilizadoras en medio de una sonrisa complacida. Argumentaba que no nos uniríamos a ellos “hoy”, que pensará en las posibilidades, que siempre existía la oportunidad de que pasara en el futuro.

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Unos meses, unos años, unas décadas tal vez. Ellos sabían esperar, tenían toda la eternidad para hacerlo. —Además, siento una terrible curiosidad por ver ¡cómo entra en acción Bella! — Dijo pensando en las millones de posibilidad que podrían existir para ella. Podría trasformarla, convertirla en una guerrera ampliamente entrenada, trasformarla en una maquina sangrienta y despiadada, en un ser donde los poderes mentales de los otros no podrían lastimarla. La querría para el, para servirle y protegerlo. Fue demasiado asistir a sus horribles pensamientos, cerré un poco más mi abrazo alrededor de su cuerpo y me dispuse a terminar la forzada reunión lo mas pronto posible. —En tal caso, ¿somos libres de irnos ahora? — Le dije tratando de sonar tranquilo y despreocupado ahogando las ganas de saltar sobre el y terminar con su existencia. Estuvo de acuerdo con que nos marcháramos con al única condición de que los visitáramos pronto ya que todo aquello había sido “absolutamente apasionante” Sin embargo Cayo también intervino para agregar de forma amenazante que ellos también nos visitarían para ver si había cumplido con mi parte del trato y que además debía hacerlo pronto ya que ellos no ofrecían segunda oportunidades. Justo en ese momento Félix dejo escapar un gemido, pero no era de rabia o desilusión por nuestra partida. Aro le pidió que fuera paciente y que Heidi pronto llegaría. Todo el mundo había estado tan pendiente de nuestro caso que no pude ver lo que sucedería hasta ese momento. —Mmm, en tal caso, quizá convendría que nos marcháramos cuanto antes—. Dije pensando en las posibles implicaciones que aquello podría tener. Aro estuvo de acuerdo con mis palabras ya que los accidentes ocurren y sobre todo con el olor de Bella suelto en la habitación. Como despedida nos pidio que esperáramos hasta que fuera de noche y amablemente me dio la capa de Félix para que cubriera mi torso desnudo ya que llamaba un poco la atención. Tire de ella por mis hombros con una de mis manos sin soltar un solo momento el cuerpo de Bella. —Te sienta bien—. Dijo Aro en un suspiro, pero se conformaba con saber que posiblemente la capa fuera parte de mi habitual guardarropa algún día. La idea se ser parte de ellos voluntariamente me hizo reír un momento, sin embargo no había tiempo para risas. Los problemas estaban al doblar la esquina. —Gracias, Aro. Esperaremos abajo—. Le dije rápidamente, no había tiempo para mas despedidas. —Adiós, mis jóvenes amigos — Dijo este con una creciente sed en la mente. —Vámonos — Les dije jalando de Alice y Bella. Debíamos dejar aquella habitación lo antes posible.

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—Tendríamos que haber salido antes — Dije molesto con migo mismo. El grupo llegaría al lugar en unos pocos segundos. ¿Cómo no lo había visto antes? Alice también se había dado cuenta de lo que pasaría en aquel lugar y rápidamente caminó al otro costado de Bella. Y justo en aquel momento hicieron entrada por la única puerta que se encontraba al final del corredor el grupo de turistas. Maldita sea. No lo habíamos logrado. El grupo era formado como siempre por turistas ávidos de tomar fotografías y por ver algo más que la simple guía turística. Por un momento nos fue imposible el seguir avanzando y pegamos nuestros cuerpos contra la pared para dar espacio a los recién llegados. Les habían prometido conocer la parte mas antigua y exclusiva de la cuidad. Y sin duda la verían aunque fuera solo por algunos segundos. Solo una intuitiva mujer pudo comprender lo que le esperaba, pero no pudo hacer nada para escapar de su condena. Bella también comprendió sobre que se trataba todo el asunto y la obligue a desviar la mirada, abrazándola contra mi pecho, pero fue inútil En cuanto nos fue posible reanudamos nuestra marcha. Fue entonces cuando ingreso al lugar Heidi cerrando el desfile de turistas. —Bienvenida a casa, Heidi—. La saludo Demetri que tenia ordenes de acompañarnos. Despertamos su curiosidad pero no por mucho tiempo, tenia otras cosas mas importantes en su cabeza. —Demetri—. Dijo mirando fijamente a Bella y después contemplando la capa que llevaba sobre mis hombros. — ¿No vienes?—. Le pregunto a este. —En un minuto—. Le contesto pidiéndole que le guardara algunos. Cuando el pasillo quedo libre. Avanzamos velozmente, tan rápido que Bella debía correr a mi lado, sin embargo no fue suficiente. Faltaba medio metro para cruzar la puerta cuando comenzaron los gritos. Llegamos a la recepción donde aún se encontraba aquella mujer, Gianna. No estaba seguro de que hora era pero suponía que aún era temprano para los humanos. Demetri nos previno que no nos fuéramos hasta que oscureciera. Asentí solo una vez con la cabeza y luego se marcho repentinamente muy sediento. La mujer no dejaba de lanzarnos curiosas miradas, para ella era muevo el ver salir a alguien con vida de aquel lugar. Sin embargo mantuvo su distancia. — ¿Os encontráis bien las dos?—. Les pregunte entre dientes a Bella y Alice. No me sentiría completamente tranquilo hasta que dejáramos atrás Volterra.

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Capítulo 13

El Retorno Nos encontrábamos por fin en el avión. Aunque el viaje hasta Roma había sido corto, me sentía mucho mas tranquilo. Atrás quedaba Volterra, sus lúgubres túneles y sombríos callejones. Bella se negaba rotundamente a dormir y delante teníamos un largo viaje. Estaba seguro que tendría un millón de preguntas y de recriminaciones y estaba en todo su derecho. Pero no lo hizo. Por mi parte, no sabía muy bien que decirle. Había pasado tanto tiempo. Pero albergaba la esperanza que su amor no hubiera cambiado, ¿No había expuesto su propia vida para salvarme? Ella me amaba, aún lo hacia. Todo me indicaba que así era. Su corazón latiendo rápidamente, la forma en que abrazaba mi helado cuerpo, todo me decía que aún era mía. Mi hermana viajaba en el asiento trasero, habíamos comprado cuatro sitios y ahora ella viajaba cómodamente sin tener que compartir su espacio con algún desconocido. Después de haber hablado con Jasper se sentía mucho mejor. Frases como “Te amo” “Pronto estaremos juntos” llegaban a mis oídos. Palabras que yo también quería decir, palabras que se atoraban en mi garganta, impacientes por salir. Bella pidió una bebida cola. Seguramente aquello la tendría despierta toda la noche, pero se negaba a dormir. Dijo que tendría pesadillas si lo hacia. Habíamos dejado Volterra atrás pero las imágenes de lo vivido nos seguirían por siempre. Yo mismo no pude evitar el recordar lo vivido, solo algunas horas atrás. “… —Será mejor que la sientes antes de que se desplome—. Me dijo Alice. —Va a caerse a pedazos—. Bella temblaba de pies a cabeza. Por un momento me pareció que perdería el conocimiento, pero luego comenzó a dar pequeños sollozos que a medida que pasaban los segundo se hicieron mas y mas intensos. Traté de calmarla mientras la llevaba al sofá que se encontraba en la recepción. No quería despertar aún mas la curiosidad de la humana

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que se encontraba tras el mostrador. Alice me sugirió que le diera una bofetada, ya que al parecer Bella estaba al borde de la histeria. Aquello solo aumentó mi angustia. Lejos estaba de causarle mas daño del que le estaba haciendo. —Todo va bien, estás a salvo, todo va bien—. Le decía suavemente mientras acariciaba su rostro. Me senté en el sofá con ella en mi regazo mientras lloraba desesperadamente. Sus ropas aún permanecían húmedas y la arropé con la capa para evitar que mi gélida piel la enfriara aún más. —Tooo...da e...saaa gente... — Dijo entre sollozos. Bella lloraba a causa del miedo pero también de pena por todos aquellos extraños. —Lo sé—. Dije apenado por su sufrimiento. Aquello estaba demasiado lejos de nuestras manos. Era algo que venía sucediendo desde hace miles de años y seguiría sucediendo. Aquello le parecía horrible. Y verdaderamente lo era. —Habría deseado que no hubieras tenido que ser testigo de esto—. Le dije tratando de mitigar su dolor. Habría dado cualquier cosa por ahorrarle todo aquello que habíamos vivido. Bella apoyó su cabeza contra mi pecho, aún con sus ropas húmedas y la capa entre nuestros cuerpos pude sentir el calor perdido retornando a mi cuerpo. Lentamente traspasó mi dura piel, llegando a todas mis terminaciones nerviosas, que permanecían rígidas y congeladas desde nuestra separación, hasta que por fin llegó a mi corazón dormido, calentarlo por completo. Juntos por fin, como si nunca nos hubiéremos separado. Me entregue a aquella exquisita e indescriptible sensación hasta que sentí a la humana Gianna acercándose a nosotros. Sinceramente quería saber si necesitábamos algo y verdaderamente quería ayudarnos, pero no podía sentir simpatía alguna por alguien que trabajara para los Vulturis. Ella se marcho de inmediato al entregarle mi seca respuesta. Se alejó sin sentirse ofendida por mi tono de voz, ella estaba acostumbrada a recibir tratos mas duros que ese y lo soportaba silenciosamente, lo soportaba todo por la promesa de la vida eterna y la belleza sin limite. La curiosidad de Bella seguía intacta, quería saber si Gianna estaba al tanto de lo que sucedía en ese lugar y si estaba consiente de que un día la matarían. Pero la mujer estaba al tanto de todo ello y solo lo veía como un precio a pagar. — ¿Cómo puede querer eso?— Dijo Bella en un susurró. — ¿Cómo puede ver a esa gente desfilar al interior de esa habitación espantosa

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y querer formar parte de eso? — Era verdad, aquello era enfermizo, pero no pude evitar sentirme feliz por un momento. No eran sus gritos los que había escuchado, no era ella la que había servido de alimento para una corte de vampiros. No éramos nosotros los que habíamos entrado para no salir jamás. Estábamos vivos, vimos y juntos. —Ay, Edward—. Exclamo Bella volviendo a llorar otra vez, pero ahora de manera más calmada y sin desesperación. — ¿Qué es lo que va mal?—. Le pregunte angustiosamente, sintiéndome inútil una vez más frente a su pena. Bella subió sus brazos hasta mi cuello para abrazarme con todas su fuerzas. Cerré mis ojos entregándome a su caricia. — ¿No es de locos sentirse feliz justo en este momento?—. Dijo con su rostro escondido en mi pecho. Mis brazos envolvieron su cuerpo, apretándola más de la cuenta, involuntariamente. Era tan fácil olvidarme que estábamos en la cueva de nuestros enemigos, era tan fácil ser feliz otra vez junto a ella. —Sé exactamente a qué te refieres—. Le dije apoyando mi mejilla contra su cabeza. —, pero nos sobran razones para ser felices. La primera es que seguimos vivos—. —Sí. Ésa es una excelente razón—. Contestó. Levantó su rostro para mirar el mío, yo abrí mis ojos para contemplarla. —Y juntos—. Le recordé. —Y con un poco de suerte, todavía estaremos vivos mañana—. Pero se sentía un tanto preocupada y era normal que lo estuviera. Alice decía que teníamos muchas oportunidades de salir bien de esta. Y que en menos de 24 horas podría ver a Jasper. Veía en su mente aquella visión. Ella junto a el, tomados de las manos. Observé el rostro de Bella, parecía aún mas pálida que yo y sus ojeras sin duda eran más pronunciadas que las mías. Acaricie el contorno de sus ojos con la punta de mis dedos. —Pareces muy cansada—. Le dije. —Y tú sediento—. Me respondió en un susurro mientras me miraba fijamente. Me encogí de hombros y le dije que no era nada. Pero ella no estaba segura de mis palabras y dijo que podía sentarse con Alice si era un problema para mi el estar junto a ella. Le pedí que no fuera ridícula, nunca me había sentido más seguro de dominar mi naturaleza que en aquel momento. Ya no recordaba la última vez que me había alimentado. De todas formas ya no percibía ningún sabor al hacerlo. Pero por otra parte, jamás había sentido el aroma de Bella como

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hasta este momento. Olía a liberta, a futuro. Olía a bosques, a cielos encapotados, a lluvia y a suelo mojado. Olía a felicidad y a amor eterno. Teníamos otra oportunidad, por alguna extraña razón la vida, el destino o lo que fuera nos brindaba otra oportunidad y no la dejaría escapar por una cosa insignificante como lo eran mis hábitos alimenticios. Podría haber permanecido horas y horas perdiéndome en sus ojos y en los sueños de su vida humana junto a mi. Pero aquella mujer no paraba de mirar y espiarnos. Era completamente devota de Aro y permanecía secretamente enamorada de Demetri. No quería que ella se enterara de nuestras palabras o planes. Afortunadamente ella era solo una humana y seguramente no podría oírnos. — ¿Y como fue que llegaron hasta aquí?—. Le pregunte a mi hermana. —Bueno, llegamos de la mejor forma posible. No lo habíamos logrado de no ser por aquella maravilla amarilla—. Me dijo ella. Hablábamos rápido casi solo moviendo nuestros labios. Me mostró en su mente el fantástico y rápido coche. Tendríamos que robar otro y estaba seguro que no uno como aquel. Intercambiamos ideas sobre como volver a casa. Lo más conveniente sería que dejáramos la región lo antes posible. Aunque mi hermana aseguraba que no tendríamos problemas. En resumidas cuentas podríamos dejar Italia sin Vulturis pisándonos los talones. — ¿Y qué era toda esa cháchara sobre cantantes?—. Me preguntó Alice cuando terminamos de organizar el viaje. —"La tua cantante"— Le conteste. —Sí, eso — Me encogí de hombros, nunca había pensado en ella de esa forma, siempre había creído que era su corazón el que cantaba para mi y no su sangre. —Ellos tienen un nombre para alguien que huele del modo que Bella huele para mí. La llaman «mi cantante», porque su sangre canta para mí—. Aquello solo hizo reír a mi hermana. Era difícil para ella comprender. Nunca había sentido la sangre de un humano de la forma en la que yo había sentido la de Bella. Ella permanecía callada y quieta recostada en mi pecho. Yo, pasaba mis dedos entre sus cabellos, con la punta de ellos recorría sus labios y la apretaba un poco más contra mi cuerpo, solo para estar seguro que no era un sueño, solo para comprobar que ella efectivamente se encontraba junto a mi. Y lo más importarte, que no estuviéramos muertos.

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Pasé las horas contemplando su rostro. Creía que la recordaba vividamente pero mis recuerdos no le hacían justicia, aún en esas condiciones, era la criatura mas hermosa sobre la faz de la tierra. Nuevamente las horas pasaban rápidamente, no era el terrible arrastrar de las manecillas del reloj. De esta manera transcurrió lo que quedaba de tarde, sintiéndome estúpidamente feliz de estar con ella. Alice espiaba constantemente en nuestros futuros y a estas alturas ya podía sentirme un poco mas confiado. Sus visiones me mostraron como éramos libres para irnos solo unos minutos antes que Alec apareciera por la puerta. Ahora se encontraba satisfecho, tan hinchado como un gran zancudo. Con cuidado senté a Bella en el sofá y Alice y yo nos pusimos de pie, mientras el caminaba lentamente hacia nosotros. Nos informaba que éramos libres para marcharnos pero que debíamos abandonar la ciudad de inmediato. Le indique que ese no era un problema y el me lanzo un bulto. —No olvides tus pertenencias— Me dijo con una burlona sonrisa en los labios, se dio media vuelta y se marcho de inmediato. Contemplé mi mochila, la había olvidado completamente. Sin duda habría sido todo un problema el tratar de volver a casa sin mi pasaporte, claro que de una u otra manera podría habérmelas arreglado para viajar, pero estar lejos de Bella era algo que no estaba en mis planes futuros. La humana Ama-Vulturis se acercó para darnos indicaciones mientras yo ayudaba a Bella a ponerse de pie. El estar tantas horas sentada y en la misma posición seguramente le había agarrotado los músculos. Gianna se despidió con un entrenado y amable tono. Asistí a la visión que tuvo mi hermana sobre ella sin hacer comentario alguno. Aquello era de esperarse, creo que la única que no lo hacía era ella. Tomé a Bella por la cintura y la atraje contra mi costado, Alice caminó al otro extremo y avanzamos rápidamente rumbo al ascensor. Mi ser se inundó de tranquilidad cuando salimos a la calle. Ya nada nos detenía, ya casi podía sentirme tranquilo. En todo momento nos cruzamos con turistas disfrazados, algunos vestidos de negro con capaz rojas, otros enteramente de negro. Alice se separó silenciosamente. “Voy por nuestras cosas” Me dijo en su mente. Bella y yo caminamos tomados de las manos por las calles de Volterra. Aquello podría haber sido un hermoso recuerdo. Sin embargo no lo sería nunca. Huíamos, lentamente tratando de parecer turistas comunes y corrientes, pero en realidad huíamos. El sol casi se ocultaba completamente, pronto caería la noche sobre la ciudad. Por todos lados se veían alegres parejas o grupos celebrando,

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riendo y cantando. No era extraño toparnos con personas disfrazadas de vampiros con dientes de plástico en la boca. Aquello era demasiado irreal. —Ridículo — Dije molesto por aquella estúpida celebración. Fue entonces cuando Bella se dio cuenta que Alice no viajaba junto a nosotros. Sólo le dije que había ido por sus bolsos, no estaba seguro de cómo reaccionaría ante el hecho de tener que robar otro automóvil pero en esas condiciones era lo único que podíamos hacer. —Está robando otro coche, ¿no?—. Dijo como si leyera mi mente. Sonreí ante nuestra sintonía mental, pero no podríamos hacerlo, no hasta que saliéramos de Volterra. Cuando ella dio un paso en falso me percaté que apenas caminaba. Rodee su cintura con uno de mis brazos ayudándola a caminar, deseaba cargarla y acunarla en mis brazos pero ya estábamos muy cerca de la entrada medieval. Ahí nos esperaba Alice con el motor encendido. Después de sentar a Bella en el asiento trasero, pasé de largo la puerta del piloto y me senté junto a ella en la parte trasera del automóvil. Dejé que mi hermana condujera, no estaba listo aún para separarme de ella, aunque fuera unos cuantos centímetros. —No había mucho donde escoger—. Me dijo Alice disculpándose por el coche, como si eso realmente importara. —Está muy bien, Alice. No todos van a ser Turbos 911—. Ella suspiró y dijo que tendría que comprar uno de ellos legalmente y que era verdaderamente un automóvil fabuloso. Le prometí que para navidades le regalaría uno. Era lo menos que podía hacer por mi hermana. Estaba realmente feliz con la ideas y ya se veía manejando el coche, que debía ser amarillo. Nos encontrábamos en la carretera y en unos 45 minutos llegaríamos a nuestra primera parada. —Ahora puedes dormirte—. Le dije a Bella que permanecía pegada a mi cuerpo. —Ya ha terminado todo—. Pero ella contestó que no estaba cansada y que no quería dormir. Alzó su rostro hacia el mío, tan cerca, tan mía. Bese la hendidura detrás de su oreja y le susurre al oído que lo intentara, pero sacudio levemente su cabeza. —Sigues igual de cabezota—. Le dije en un suspiro. El canino hacia Florencia lo realizamos en silencio. Tenía mucho que pensar. Por primera vez fui consiente de lo que realmente había estado a punto de hacer. Sentí gran malestar al pensar en mi madre, seguramente estaría muy molesta y ni hablar de mi padre. Por otro lado estaba seguro que tendría que soportar las burlas de Emmett por mucho, mucho tiempo. Trate de no pensar en Rosalie, aquello era algo que enfrentaría

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cuando llegará el momento, no ahora. En este momento yo era feliz. No había otra palabra que describiera de manera mas perfecta el estado de mi viejo corazón. Era simplemente feliz. Sus pequeñas manos entre las mías, su cabeza recostada en mi pecho, sus ojos brillantes llenos de preguntas. Era tan fácil ser feliz junto a ella, tan terrible todos aquellos meses sumidos en la oscuridad…..” —Por favor— Nos dijo la azafata, trayéndome nuevamente hacia el presente. —Abrochen sus cinturones, estamos por aterrizar — Miramos por la ventanilla y se podían ver las luces del aeropuerto de Atlanta. “—Debo llamar a Jasper —“Pensó mi hermana. Sonreí ante su felicidad. Y lentamente descendimos. —Antes de amanecer—. Le decía a Jasper. —No no es necesario, de verdad. Nos veremos en casa—. “Nos estarán esperando”, me dijo la “voz” de mi hermana. “Están ansiosos por vernos y será mejor que te prepares para Esme”. Pues eso si sería algo para temer. Llegamos con tiempo para abordar el vuelo a Seattle. Bella parecía una vela a punto de extinguirse, se encontraba al borde de sus fuerzas. La cafeína la había mantenido despierta pero su cuerpo necesita comer y dormir. —Por favor Bella, descansa un momento. No es necesario que permanezcas despierta. Estaremos aquí, a tu lado—. Le dije cuando estuvimos instalados en el avión. Pero ella solo negó nuevamente con su cabeza, sin mirarme a los ojos. —Seguramente teme que desaparezcas—. Me dijo mi hermana en un susurro. —Bueno creo que teme que ambos desaparezcamos—. Con mis dedos levanté cuidadosamente su mentón para contemplar su rostro. —Por favor—. Le pedí acariciando su cuello. —Estoy bien— Me dijo con un suspiro y su cálido aliento bañó mi rostro. Por un momento sentí el impulso de acercarme un poco más y besar su labios, suaves, rojos. Pero la incertidumbre me detuvo. ¿Serian míos aún sus besos? ¿Me quería aún? “Mmmmm de paso” Dijo Alice en su mente, “Creo que también deberías prepararte para su padre”. Y por un momento asistí a la visión de Charlie con el rostro rojo de rabia. Pues eso también lo tendría que aguantar. Sin duda que lo tenía mas que merecido, eso y mucho mas.

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Unas cuantas horas más tarde habíamos llegado a Seattle y como lo había visto Alice mi familia nos esperaba. El primero en acercarse a nosotros fue Jasper, bueno en realidad se acercó a Alice. Me habría gustado pedirle disculpas por haberla expuesto de aquella manera pero el solo tenía ojos y sentidos para mi hermana. Traté de bloquear la ola de pensamientos que emitían, pero no lo logre completamente y si me hubiera podido ruborizar, lo habría hecho. Jasper inundó los sentidos de mi hermana de tal manera que caminé rápidamente hacia mis padre para lograr bloquear sus pensamientos. Mi madre caminó hacia nosotros y abrazó a Bella… bueno en realidad trato de abrazarla, es que no me sentía listo para separarme de ella. Simplemente era algo que no podía hacer. — ¡Cuánto te lo agradezco!— Le dijo a Bella, para luego abrasarme con todas su fuerzas. El abrazo se extendió un momento, yo también estaba feliz de estar de regreso y con mi mano libre respondí a su abrazo. —Nunca me hagas pasar por esto otra vez — Me dijo amenazante; y pude comprobar que hablaba en serio. —Lo siento, mamá—. Fue lo único que pude decir. Mi padre le dio las gracias a Bella y le dijo que estaba en deuda con ella. —Para nada — Logro decir Bella. “—Por todos los cielos Edward—“. Me dijo mentalmente mi padre al ver el estado de ella. —Está más muerta que viva — Me dijo enojada nuevamente mi madre. —Llévala a casa—. Y me ayudó a llevarla al coche de mi padre. Pero al llegar al estacionamiento nos encontramos con Emmett y Rosalie esperando por nosotros. Apreté mis puños y me detuve. Mi madre me pidió que no lo hiciera. Creo que pudo ver lo que pasaría. Un enfrentamiento, ahí, a vista de los ojos humanos, pero no pude controlar mi rabia. —Ella lo ha pasado fatal—. Me dijo mi madre y me mostró en sus pensamientos los momentos de angustia que había vivido Rosalie. —Qué menos—. Le dije molesto de todas formas, aquello no aplacaría mi furia. —No ha sido culpa suya—. Dijo Bella con un hilo de voz. Esme me pidió que la dejara disculparse, que ellos viajarían en el auto de Alice y Jasper. No podría estar con ella en el mismo espacio y menos en un automóvil pero Bella me pidió lo que hiciéramos. Ante ello no había nada que pudiera hacer, no mientras ella me lo pidiera. Acomodé a Bella en el asiento trasero y luengo me senté junto a ella atrayéndola hacia mí, suavemente.

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La mente de Rosalie era un mar de disculpas y de lamentaciones. ¿Por qué mi hermana tenía que ser tan…. tan…. tan ella. Verdaderamente estaba arrepentida y verdaderamente había actuado sin intención de hacer mal. —Edward — Dijo lista para comenzar con sus disculpas. Pero no era necesario que continuara, ya había escuchado todo lo que ella tenia que decir. Se volteo ahora para mirar a Bella. Y por primera vez le dirigió la palabra. — ¿Bella?— La llamó suavemente. Aquello fue sorprendente, aún para mi. — ¿Sí, Rosalie?— Dijo Bella. Y mi hermanase disculpó. Pude comprobar el cambio que se había producido en la mente de Rosalie. Ya no veía de forma insignificante a Bella. Le agradeció el haber tenido el valor para poder ir hasta Italia a salvarme y le pidió que la perdonara. —Por supuesto, Rosalie — Logró decir Bella. —No ha sido culpa tuya en absoluto. Fui yo la que saltó del maldito acantilado. Claro que te perdono—. Wow…. Rosalie y Bella intercambiando palabras amables. —No vale hasta que recupere la conciencia, Rose — Le dije bromeando con mi hermana. No podía estar enojada con ella. Yo sabía que decía la verdad sobre todo. —Estoy consciente — Fue lo último que Bella dijo en medio de un suspiro. Le pedí a mi hermana que la dejara dormir. Seguramente no podría luchar mas contra el agotamiento. Después de un momento puede comprobar que dormía profundamente. “—Yyyyy que fue todo eso Edward? De verdad pensabas dejarnos? Pues te habría extrañado muchísimo chico. La próxima vez no seas tan cabeza dura y escúchanos ¿Quieres? Además han sido unos días muy duros para todos. Si se te ocurre nuevamente darnos un susto como ese, yo mismo patearé tu trasero vampirico. ¿Ok? —” Me dijo Emmett en su mente lanzándome miradas por el espejo retrovisor. Ok, ok le dije en voz alta. Rosalie se volteó a mirarme y luego miró a Emmett. — ¿Qué?... — Comenzó a decir pero no terminó la frase. — ¿Saben?.. Olviden lo, simplemente no me interesa—. Terminó de decir. Durante todo el camino Emmett me mostró lo que habían vivido estos últimos meses y me puso al corriente de todo. De esta manera pronto llegamos a casa, es decir…. a casa de Bella. Estacionamos el coche detrás de la patrulla de su padre, aún era temprano y no salía de casa. Ella aún dormía y la cargue en mis

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brazos. En ese momento su padre salio disparado por la puerta. — ¡Bella!— Gritó al vernos. —Charlie—. Dijo ella con los ojos aún cerrados. —Silencio—. Le dije suavemente. —Todo va bien; estás en casa y a salvo. Duérmete ya—. “Maldito sinvergüenza” Pensó su padre mientras corría hacia nosotros. —No me puedo creer que tengas la cara dura de aparecer por aquí —. No me detuve y seguí caminando hacia la casa, aquello solo enojo aún más a Charlie. Bella luchaba para mantener los ojos abiertos mientras trataba de levantar su cabeza. —Déjalo, papá—. Dijo suavemente. — ¿Qué le ha pasado?—. Preguntó desesperadamente su padre. Traté de tranquilizarlo diciendo que solo estaba exhausta y que la dejara dormir. Pero su padre estaba verdaderamente molesto. — ¡Dámela! ¡Y quítale las manos de encima!—. Me grito tirando de Bella. Pero ella se aferraba de manera impresionante a mi. —Déjalo ya, papá— Dijo ahora un poco mas despierta. —Enfádate conmigo—. —Puedes apostar a que sí— Le gruño su padre amenazantemente. Le ordenó entrar a la casa y la ayude a ponerse en pie. Dio unos cuantos pasos pero su cuerpo estaba demasiado débil y terminó cayendo. La detuve a solo unos cuantos centímetros del pavimento. No me preocupé por moverme rápidamente frente a su padre, el estaba tan molesto que ni siquiera se percato de ello. Le pedí que me dejara llevarla hasta su cuarto, después me marcharía. Me mordí los labios ya que aquello no estaba dentro de mis planes y creo que dentro de los de Bella tampoco ya que de pronto gritó desesperada para que no me fuera. La tomé en mis brazos y le prometí al oído que no me iría y que no estaría lejos. Entré a su casa sin esperar su respuesta y caminé hacia su cuarto. Suavemente la deposite en su cama y uno por uno solté sus dedos que permanecían aferrados a mi camisa. Charlie estaba de pie, impaciente junto a la puerta. —Ya puedes marcharte, creo que has hecho suficiente—. Me dijo. —Charlie…. — Quise decir, pero no de dejo continuar. — ¡Jefe Swan! Cuando te dirijas a mi me llamaras Jefe Swan. ¿Entendido? Y trata que aquellas oportunidades sean las menos—. Me dijo amenazante. — Y nunca más vuelvas a poner un solo pie en mi casa. ¿Comprendido?—. No tuve mas remedio que asentir y baje las escaleras sin decir nada mas. Hoy no conseguiría nada. —Wow…. Edward. Creo que todo el pueblo a podido escuchar los

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gritos del Jefe Swan, creo que hasta nuestro padre ha podido escucharlos—. Rió Emmett. —Será mejor que arranques pronto el motor—. Le dije algo molesto. —No sea que salga con su arma a corrernos—. Un par de cuadras mas tarde, me baje del coche mientras mis hermanos me pedían que volviera. El separarme de Bella era lo ultimo que de ahora en adelante haría. Y escondido en el bosque corrí hacia ella.

Capítulo 14

El Perdón

Era un día como cualquier otro en Forks. Nubes, un poco de viento. Una leve neblina. El paraíso en la tierra. No esperé mucho tiempo. Su padre estaba indeciso, se bajó en dos ocasiones del coche patrulla. Caminaba unos pasos hacia la casa y volvía nuevamente al coche, apretando sus manos una y otra vez. No quería dejar sola a Bella. Sin embargo su deber fue más grande que su aprehensión. Busqué en el lugar algún indicio, alguna señal de algún posible testigo y me adelante al no escuchar nada. Rápido como una sombra trepé por su ventana y rogué no estuviera cerrada. “—Corazón vuelve a mi pecho—” Dije al entrar en su pequeña habitación. Ahora era un ser completo nuevamente. Ya nunca más sería la sombra que fui estos últimos meses. Jamás caminaría solo nuevamente los caminos de la vida. Bella, mi compañera, mi amiga. Mi vida y también mi muerte cuando llegara su partida. Sin embargo nos esperaban años de felicidad por delante, todos los años de su vida humana. Caminé lentamente, sin prestar atención en nada más. Ella dormía profundamente, dormía el sueño del agotamiento, aquel que no permite movimientos ni sueños. Su cuerpo y su mente se repondrían de todo lo vivido las últimas horas. A cada paso, cada vez que me acercaba un poco mas, sentía pequeñas descargas eléctricas y el calor que emitía su cuerpo bañaba

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el mío completamente como olas invisibles. Me arrodille juntó a su cama. Contemplándola. Durante estos meses había soñado un millón de vez con aquella visión. Estiré mi mano hacia ella, solo para comprobar que aquello no era un espejismo, que era real. Nada había cambiado aparentemente, su dormitorio permanecía en las mismas condiciones. ¿Pero que pasaría con ella en su interior? ¿Cuanto puede cambiar un humano en seis meses? Desee que no lo hubiera hecho, desee que el tiempo se hubiera congelado en su vida, en su mente. ¿Y que pasaría si no? Sin duda había sufrido, Alice me previno de ello. ¿Qué pasaría si no podía perdonarme? Estaría en su derecho. ¿Y que sería de mi vida si Bella ya no me quisiera en la suya? Ya había vivido en el infierno. Estaba completamente seguro que no podría volver a el. ¿Podría vivir a su sombra, siguiéndola como un fantasma nuevamente? Tal vez podría, tal vez no. —Por favor Bella, ámame, ámame aún—. Dije en un susurro acariciando su cabello. —Ámame como si los días y las distancias no nos hubieran separado—. Aún tendría me esperaban horas de tortura hasta que se despertara. Afortunada mente el tiempo ya no era mi enemigo y contemplando su rostro pasó el tiempo. Durmió todo el día. Cuando su padre volvió a casa me escondí en su armario, como en aquellos tiempos, como en los buenos tiempos. Tan silencioso, como le fue posible, entreabrió la puerta. Dio una rápida mirada para luego cerrar nuevamente la puerta. —Maldito chico—. Dijo mientras bajaba las escaleras. —Pero nunca más, nunca más lo quiero en casa. Ya vera Bella cuando despierte….. Tendremos una buena plática…. de padre…. a hija—. Y se fue directo a la cocina. Pobre Charlie… es decir… pobre Jefe Swan. La noche llega pronto en Forks, no importa la estación del año. El reloj de su velador daba las diez en punto cuando pude escuchar el llamado de mi hermana. — ¡Baja ya!—. Me decía Alice mientras permanecía apoyada en un gran árbol. Di medía vuelta hacia la cama nuevamente. —Me quedaré aquí toda la noche si no bajas—. Me dijo molesta en mi mente. —Además ella dormirá por lo menos unas cuantas horas más y debemos hablar. Así que si no bajas tendré que ir por ti—. Maldición, ¿Por que mi hermana tenía que ser tan molesta alguna veces? A regañadientes baje hasta el bosque. — ¿Que pasa? — Le pregunté. El dolor de Edward Cullen 94


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—Mira, créeme que tengo cosas mucho más importantes que hacer en vez de estar aquí discutiendo contigo. Jasper me esta esperando— —Y yo creo que no deberían hacerlo esperar—. Le dije cruzando impacientemente los brazos sobre mi pecho. —El asunto es que hay mucho que no te conté en Italia y debes estar al tanto antes de hablar con Bella—. Me dijo mirándome a los ojos. — Creo que debes saber algunos detalles, para que te disculpes como es debido. Y además para que no tomes alguna alocada decisión nuevamente. No sea que te den ganas de marcharte otra vez para “protegerla”—. Agregó ahora algo molesta. —Esta bien…. — Le dije mientras pensaba en sus palabras un momento. —Te escucho—. Me habló sobre todo lo sucedido con Bella. La muerte de Laurent en las garras de los nuevos licántropos. Que Jacob Black era uno de ellos y de la amistad que había surgido entre ellos. Me contó sobre Victoria y de como casi logra atrapar a Bella. El loco salto que gatillo todo. No podía creer en aquellas palabras. Todo este tiempo, todos los kilómetros que interpuse entre nosotros, todo el dolor que nos había provocado…. todo inútil. Me sentí como un verdadero estúpido, ¿Cómo pude dejarme engañar de tal manera? ¿Como pude exponerla de esa forma? —Si, es verdad—. Me dijo Alice mientras retrocedía unos pasos. —Es todo lo que vine a decirte para que estés al tanto de todo lo que ha pasado en tu ausencia. Seguro que ahora querrás estar solo unos momentos, "Pensando". Dale un beso a Bella de mi parte—. Me dijo antes de partir. —Gracias…—. Le dije en un susurro. —…Por todo—. Caminó nuevamente hacia mi, me pasó los brazos por la cintura y me abrazó un momento. Le devolví el abrazo y bese la parte superior de su cabeza. —Siempre estaré en deuda contigo—. Le dije sinceramente. —Hay algo que puedes hacer por mí—. Me dijo separando su cuerpo del mío y mirándome a los ojos. —Claro que solo si quieres saldar aquella pequeña deuda—. —Esta bien…. — Le dije recelosamente. —Nunca vuelvas a cometer alguna estupidez como esa otra vez—. —Eso es algo que no te puedo prometer Alice—. Le dije ahora muy apenado. — ¿Pero es que no aprendiste nada de lo sucedido Edward? — —Es solo que confirmé algo que ya sabía Alice… No puedo vivir sin Bella. Lo intenté y no lo logre. ¿De verdad es tan difícil de comprender? ¿Que harías tu sin Jasper? — —Creo que te entiendo, solo un poco, pero creo que ella aún te ama. Trató de ocultar lo mal que se sentía sin ti, pero no lo ha logrado.

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Edward, ella tampoco puede vivir sin ti. Por favor no la hagas sufrir más, te lo pido—. Me dijo apretando mis manos. —No pienso dejarla Alice, pero ella algún día se marchará, algún día morirá, todos los humanos lo hacen—. —Haaa. Pues eso es fácil de solucionar—. — ¡No! ¡No!—. Le dije alejándome rápidamente de ella. —Eso esta fuera de discusión. Ni siquiera lo pienses. Habría dejado que los Vulturis acabaran con nosotros antes de convertirla en un monstruo— —Esta bien, esta bien ya no hablemos más. Ya he cumplido mi tarea. No tardes en ir a casa, creo que Esme te quiere abrazar un largo rato…—. Me dijo caminando nuevamente hacia el bosque. Me recosté junto a ella. ¿Como había sido tan ciego, tan tonto, tan estúpido’. Había sido el muñeco de Victoria. Y todo ese asunto de los licántropos, tendría que hablar con mi padre. Tanto que hacer, tantas decisiones que tomar. Bella no estaría segura con Victoria rondando por ahí. Le pediría a mis hermanos que me ayudaran a buscar algún rastro, alguna señal de ella. Pero por ahora aquello tendría que esperar. Tenía problemas mas inmediatos que atender. Heridas que sanar, culpas que asumir y sobre todo muchas disculpas que pedir… Transcurrieron solo un par de horas mientras miraba dormir a Bella plácida y profundamente. Las pesadillas no habían logrado entrar en su sueño y me sentí tranquilo y sereno por primera vez en mucho tiempo. Me acerqué un poco más a su cuerpo, abrazándola cuidadosamente. Mis manos querían recorrer su cuerpo, peinar su enredado cabello que se esparcía sobre la almohada. Acariciar el contorno de sus labios. Susurrarle al oído que era mi vida, mi pasado, mi presente y mi futuro. Bella rodó sobre su costado, descansando su brazo sobre mi cintura. Suavemente y solo rozando su piel, acaricié su frente. Ella apretó sus ojos, negándose a abrirlos. Después de un minuto dejó escapar un suspiro y los abrió de golpe. — ¡Oh! —. Dijo en un jadeo mientras se frotaba los ojos. La expresión de su rostro me decía que la había asustado y se lo pregunte angustiosamente. Parpadeó un par de veces sin contestarme y para entonces yo ya estaba verdaderamente preocupado. — ¡Oh, mierda!— Soltó de pronto. — ¿Qué pasa, Bella?— Tenía una extraña expresión en el rostro con los ojos mas grandes que nunca. —Estoy muerta, ¿no es cierto? Me ahogué de verdad. ¡Mierda, mierda, mierda! El disgusto va a matar a Charlie—. Pobre Bella, pensaba que estaba muerta y que estaba junto a mi en el infierno.

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—No estás muerta—. Le aseguré —Entonces, ¿por qué no me despierto?— Dijo desafiantemente mientras alzaba las cejas. Le aclaré que estaba despierta pero ella se negaba a creerlo y sacudió la cabeza de un lado a otro. —Seguro, seguro. Eso es lo que tú quieres que yo piense, y entonces, cuando despierte, todo será peor; si me despierto, cosa que no va a ocurrir, porque estoy muerta. Esto es horrible. Pobre Charlie. Y Renée y Jake... — Entonces paró de hablar y no terminó la frase. —Ya veo que me has confundido con una pesadilla—. Le dije tratando de sonreír. Mis temores se habían materializado. Ya no era su príncipe de sueños, ahora el monstruo de sus pesadillas. Sin embargo… —Lo que no me puedo imaginar es qué es lo que debes de haber hecho para terminar en el infierno. ¿Te has dedicado a cometer asesinatos en mi ausencia? — —Pues claro que no—. Dijo en medio de una mueca. —Tú no podrías estar conmigo si yo estuviera en el infierno—. Sin duda seguía igual de cabezotas que antes. Sus ojos iban a la ventana y a mi rostro. Transcurrió un minuto en el cual parecía estar reflexionando sobre lo sucedido. Permanecí callado esperando sus palabras. Fue entonces cuando un exquisito rubor subió hasta su rostro. En ese momento podría haberla tomado en mis brazos y haberle pedido perdón por todas mis estupideces pero no pude. No era justo, para ella ni para mi. Después de todo mi viejo corazón a sobrevivido muchas décadas y esta cansado y maltratado. Su rechazo terminaría por romperlo. —Entonces, ¿todo eso ha ocurrido de verdad?— Me dijo. Sin embargo era más una simple confirmación más que una pregunta. —Eso depende. Si te refieres a que casi nos masacran en Italia, entonces, sí—. Pero en respuesta a esto ella solo decía incoherencias. Tal vez debía volver a dormir. Tal vez su cerebro estaba tan agotado que no estaba reaccionando de todo. Sin embargo dijo que no estaba cansada. Le preocupaba la hora y cuanto tiempo había dormido. Contesté a sus preguntas mientras ella se estiraba para luego preguntar esta vez por su padre. —Duerme—. Le dije recordando sus amenazas. —Deberías saber que en este preciso momento me estoy saltando las reglas, aunque no técnicamente, claro, ya que él me dijo que no volviera a traspasar su puerta, y he entrado por la ventana, pero bueno, al menos la

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intención era buena—. Incrédulamente me preguntó si su padre me había echado de su casa y bueno aquello era quedarse corto. Pero que más podría hacer su padre? Aquello era lo menos que pudo hacer. Estoy seguro que si hubiera podido leer claramente sus pensamientos me habría encontrado con algunas cosas… un tanto más agresivas, por lo menos. — ¿Acaso esperabas otra cosa? — Solo le dije como respuesta. — ¿Cuál es la historia? — Dijo después de un momento. Pero no entendía a que se refería realmente. Me era imposible seguir el ritmo de sus pensamientos. Y eso me desconcertó un momento ya que antes no solía suceder. — ¿Qué le voy a decir a Charlie? ¿Qué explicación le voy a dar por haber desaparecido...? Ahora que lo pienso, ¿cuánto tiempo he estado fuera?— Aquella reacción estaba bien, era un tanto más…. normal. Sólo habían pasado tres días desde su fuga para salvar mi vida. Y yo tenía la esperanza de que se le ocurriera a ella alguna explicación para su padre. Tenía tantas cosas en la cabeza que había olvidado por completo eso de tener que explicar su ausencia. Aquello no le parecía muy bien a Bella pero quizás mi hermana podría pensar en algo convincente. —Y bueno… Comenzó a decir de manera misteriosa. — ¿En qué has andado hasta hace tres días? — La actitud de Bella era extraña, indiferente. Mi razón me decía que todo estaba perdido. Su indiferencia solo podía significar que ya no me amaba. Pero no lo creería completamente hasta escucharlo de sus propios labios. —En nada que me entusiasmara excesivamente—. Le dije tristemente bajando la vista. —Claro que no—. Dijo con una mueca de molestia, rodando los ojos. No estaba seguro a que debía esa cara, aquella era un nueva mueca. ¿Cuánto puede cambiar un humano en 6 meses? Nunca había estado cerca de uno tanto tiempo para poder comprobarlo. Bella por otro lado seguía tontamente empecinada con que yo solo era producto de su imaginación y que todo era un sueño…. o una pesadilla realmente. Pero no debía dejarme derrotar, esto no estaba perdido, no aún. —Si te lo cuento, ¿te creerás al fin que no estás viviendo una pesadilla? — Le dije. — ¡Una pesadilla! — Dijo alzando la voz. Sin embargo no contestó a mi pregunta y la mire fija e impacientemente. —Quizá, si me lo cuentas—. Contestó después de pensarlo un momento. —Estuve... cazando—. Le dije un tanto avergonzado. — ¿Eso es todo lo que eres capaz de hacer? Eso no prueba de

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ninguna manera que esté despierta—. Contestó molesta. Claro que le debía una mejor explicación que esa. Mis escuálidas palabras no saciarían su curiosidad. Sin embargo no sabía como explicarme. Todo volvía a ser como la primera vez. Habría jurado que me sudaban las manos y que una gota rodaba por mi frente…. ¿Por qué estaba tan nervioso? Sentía miedo…. una docenas de Vampiros asesinos no logran amedrentarme, pero solo basta que ella me mirara de esa manera y todo se desmorona dentro de mi cabeza. Tal poder ejerce sobre mi mente, mi cuerpo, sobre todos mis sentidos…. La amo, la amo más que a mi mismo. Con una sola palabra puede darme muerta y vida, con un beso me roba el aliento y me transporta hasta las nubes. Y con su desprecio y su negación sellaría mi muerte….Debía hablar con la verdad, solo ella me dejaría libre y podría recuperar su amor. —No estuve de caza para alimentarme—. Le dije escogiendo cada palabra cuidadosamente. —En realidad, ponía a prueba mi habilidad... en el rastreo. Y no soy nada bueno—. La miraba directamente a los ojos, tratando de ocultar mi vergüenza y mi nerviosismo. — ¿Y qué fue lo que estuviste rastreando? — Y ahí estaban otra vez aquellas correctas preguntas. —Nada de importancia — Apreté mis puños, aquello no era ser completamente sincero…, pero tan solo no sabía por donde empezar. —No te entiendo—. Dijo esperando una explicación mucho mejor que esa. —Yo... — Dije inspirando hondo. ¿Puede morir un corazón que no ha latido en casi noventa años? Comencé tratando de disculparme, asegurándole que le debía mucho más que una simple disculpa, le debía mi propia existencia. Una tras otras otra las palabras se atoraban en mi boca, mi lengua se movía rápidamente, debía obligarla a hablar mas lentamente para que bella me entendiera. —No me di cuenta del desastre que dejaba a mis espaldas. Pensé que te dejaba a salvo. Totalmente a salvo. No tenía ni idea de que volvería Victoria... —. Al decir su nombre pude sentir el veneno brotando en mi boca. Grrrr. —No había prestado atención a los pensamientos de ella, James había captado toda mi atención. No me había percatado del lazo que los unía y jamás fui consiente de una reacción por parte de ella—.Desesperadamente trate de encontrar las palabras adecuadas para disculparme, sentía la ansiedad quemando mi pecho. De haber sido capaz, habría caído de rodillas, ahí junto a su cama, llorando, gimiendo por su perdón. Pero mis ojos hace mucho que no lloraban y hoy aunque quisiera tampoco lo haría.

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¿Cómo se logra expresar el dolor y el sufrimiento sin lágrimas que derramar? Y yo la había dejado, sola, indefensa a merced de nuestros enemigos y no solo de ellos. También había tenido que refugiarse junto a licántropos.... No pude seguir hablando, un escalofrío recorrió mi espalda al pensar en todas las oportunidades en las que se había enfrentado a la muerte. —Por favor, creerme cuando te digo que no tenía ni idea de todo esto. Se me revuelven las tripas hasta lo más profundo, incluso ahora, cuando puedo verte segura en mis brazos. No tengo ni la más remota disculpa en... —. —Para, para— Dijo de pronto levantando sus manos. Sentí un nudo en mi garganta. ¿Acaso ni mis explicaciones y disculpas le interesaban ya? “Bella por favor, arranca mi cabeza de una vez y no me dejes en este silencio esperando tus palabras” Pensé. —Edward— Dijo después de unos segundos agónicos. Su voz parecida el cantar de sirenas, atrayéndome, quemando mi ser. Sin embargo, sus palabras no tenía sentido, hablaba sobre culpa, responsabilidad. Que todo lo sucedido en mi ausencia no era más que cosas casi cotidianas en su vida. Las palabras fluían de su boca en un discurso sin fin, parpadeando rápidamente a medida que hablaba. —Así que si tropiezo delante de un autobús o lo que sea que me ocurra la próxima vez, has de ser consciente de que no es cosa tuya asumir la culpa. No tienes por qué salir corriendo hacia Italia porque te sientas mal por no haberme salvado— Dijo que si hubiera saltado intencionalmente de ese precipicio, habría sido su elección y que no era mi responsabilidad el detenerla o el cuidarla…. Acaso estaba hablando enserio. No podía dar crédito a mis oídos. Además pensaba que era un irresponsable al no tener consideración con mi padre y mi madre. Se detuvo un momento para tomar aliento, sus manos temblaban un poco y su respiración era corta y entrecortada. ¿En que estaba pensando, a que se refería? —Isabella Marie Swan— Le dije en su susurro. ¿Como era posible que después de todas las historias que tenemos en común, de todas las veces que le había jurado mi amor, como era posible que aún no comprendiera? —pero ¿tú te crees que le pedí a los Vulturis que me mataran porque me sentía culpable? —Le dije sin apartar mi mirada de su hermoso rostro. — ¿Ah, no?— —Me sentía culpable, de una forma muy intensa. Más de lo que tú

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podrías llegar a comprender— Como describirle el dolor, la necesidad, la soledad que significaba el mundo sin ella, sin la luz de sus ojos, sin su calor, sin el sabor de sus besos ni el ardor de sus caricias. No era esa vida la que yo quería vivir, aquel no era una vida para mi. —Entonces, ¿qué estás diciendo? No te entiendo—. No entendía ya que no conocía la soledad, la oscura existencia de un vampiro solitario y demasiado cansado de todo. —Bella, me marché con los Vulturis porque pensé que habías muerto — Me limité a decir, tratando de ocultar la rabia contra mi mismo. — Incluso aunque yo no hubiera tenido nada que ver con tu muerte... — Me estremecí involuntariamente, respiré hondo y sacudí mi cabeza, ahuyentando horribles imágenes de mi mente. Le dije que de todas maneras me había marchado a Italia aún si la culpa no hubiera sido mía. Fue mi error el no consultar con Alice lo que me decía Rosalie, pero que se supone que debía pensar, si me habían dicho que su padre se encontraba en el funeral. Yo pensé que era verdad y con ella se terminaba todo. No valía la pena seguir. — ¿Cuáles eran las probabilidades?»Las probabilidades... — Acaso todo esto no era una burla del destino. —Las probabilidades siempre están afianzadas en contra nuestra. Error tras error. No creo que vuelva a criticar nunca más a Romeo—. —Pero hay algo que aún no entiendo —Dijo Bella sacándome de mis pensamientos a media voz. —y ése es el punto más importante de la cuestión: ¿y qué?—. — ¿Perdona?—. Verdadera me pregunta ¿y qué? — ¿Y qué pasaba si yo había muerto?—. Si, lo hacía, como podía dudar, acaso no sabia lo importante que era para mi… ¿Cómo era posible que no comprendiera o que no recordará? Tan insignificante he sido en su vida que solo seis meses fueron suficientes para borrar las palabras de amor que le entregue? No, claro que no. Pero seguía sin comprender, en Italia ella se aferraba a mi, podía sentir que me amaba, podía sentir que aún lo hacia, tal vez mucho mas que antes. ¿Entonces por que se comporta de esta manera? Tal vez… — ¿No recuerdas nada de lo que te he dicho desde que nos conocimos?—. Le dije tratando de comprobar mis sospechas. —Recuerdo todo lo que me has dicho—. Me contestó rápidamente. Era un verdadero idiota, como podía esperar que ella me recibiera con los brazos abiertos. Levanté mi mano y roce su labio, deseando que no fueran los dedos los que estaban ahí. —Bella, creo que ha habido un malentendido—

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No era mas que un estúpido vampiro —Pensé que ya te lo había explicado antes con claridad. Bella, yo no puedo vivir en un mundo donde tú no existas—. —Estoy... Estoy hecha un lío— Por supuesto que ella no comprendía, la había dejado, sola en medio del bosque, sola todos estos meses a merced de mis enemigos. Pero lo había hecho por amor y esa era la verdad. Le confesé mi mentira pero ella pareció no reaccionar ante mis palabras, solo se quedó ahí, muda, estática. Ni siquiera respiraba. La tomé por los hombros y la sacudí levemente hasta que volvió a respirar. —Soy un buen mentiroso, pero desde luego, tú tienes tu parte de culpa por haberme creído con tanta rapidez— Le dije sin poder ocultar mi dolor al recordar aquellos momentos. Los había revivido día a día, hora tras hora. Su voz llamándome en el bosque, su llanto…Hice a un lado aquellos terribles recuerdos. —No ibas a dejar que lo hiciera por las buenas—. Le dije manteniéndome en el presente. —Me daba cuenta. Yo no deseaba hacerlo, creía que me moriría si lo hacía, pero sabía que si no te convencía de que ya no te amaba, habrías tardado muy poco en querer acabar con tu vida humana. Tenía la esperanza de que la retomarías si pensabas que me había marchado. Bella comprendió mis palabras, comprendió que debía ser un ruptura limpia, de esta forma sería más fácil para ella el olvidar, el superarme. Que tonto había sido, ahora lo veía con claridad, había creído en una mentira. Le reproché dolido por su comportamiento. Nunca pensé que ella sería capaz de dejarme tan fácilmente, aquello me parecía casi imposible, creí que se daría cuenta y que al final terminaría diciendo mentira tras mentira hasta que al pasar de las horas ella tal vez y solo tal vez creyera en lo que le decía. —Mentí y lo siento mucho, muchísimo, porque te hice daño, y lo siento también porque fue un esfuerzo que no mereció la pena. Siento que a pesar de todo no pudiera protegerte de lo que yo soy. Mentí para salvarte, pero no funcionó. Lo siento. Pero ¿cómo pudiste creerme?—. Le dije tomándola de las manos. Como había creído en mis torpes palabras, después de las miles de veces que te dije lo mucho que te amaba, ¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe en mí?—, pero Bella no me contesto. Se mantuvo quieta, inmóvil. Le conté que ese día había visto en sus ojos que realmente me creía. Con el dolor de mi ser casi había logrado escuchar como su corazón se rompía y todo aquello con una sola palabra, con un mentira. Y con la más absurda de todas. ¿Como había creído en ello? — ¡Como si hubiera alguna manera de que yo pudiera existir sin necesitarte! —.Le dije con rabia esta vez, sacudiéndola nuevamente ya que no reaccionaba.

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Espere impacientemente alguna respuesta, alguna reacción, pero nada. Me rendí ante su silencio y le pedí que hablara. Las lágrimas brotaron de sus ojos cayendo por sus mejillas. Trató de cubrir su rostro con sus manos pero permanecían presas en las mías. Dobló su cuerpo hacia delante, ocultando su rostro mientras decía: —Lo sabía. Sabía que estaba soñando... — —Eres imposible—. Le dije soltando una amarga carcajada, demasiado frustrado para tener cualquier otra reacción. Debía probarle que no estaba dormida o muerta. Como borrar aquellas palabras, estaba ahí, junto a ella y la amaba, nunca había dejado de hacerlo y siempre, siempre lo haría. Todos los meses que no estuve con ella, la veía, la sentía junto a mi. Su presencia siempre me acompaño en mi mente, en mi cuerpo, en todos mis sentidos. —Cuando te dije que no te quería… ésa fue la más negra de las blasfemias— Pero Bella continuaba llorando, los sollozos habían disminuido hasta casi desaparecer. Sacudió su rostro de un lado a otro, negando mis palabras. Veía en su rostro el dolor que sentía. No creía en mis palabras. —Puedo verlo incluso con esta luz. ¿Por qué te crees la mentira y no puedes aceptar la verdad? Le pregunte en un susurro. Bella creía que mi amor hacia ella no tenía sentido, decía que nunca lo había tenido. Como era posible que no comprendiera mi amor, después de todo lo que habíamos pasado. —Te probaré que estás despierta — Le prometí. Solté sus manos y sujeté su rostro suavemente. Me acerqué a ella, quería besarla, demostrarle cuanto la amaba. Pero Bella luchaba por librarse, luchaba contra mis besos. —Por favor, no lo hagas—. Me pidió en un susurro cuando estaba a punto de besar sus labios. Me detuve de inmediato pero no liberé su rostro. — ¿Por qué no? — Pregunté. —Cuando me despierte... — Comenzó a decir pero cuando iba a protestar nuevamente por aquel comentario se retractó. Ella creía que me fuera nuevamente sería mucho mas duro si la besaba. Realmente pensaba que la dejaría nuevamente? O era solo una escusa…. Ayer, cuando estábamos en Volterra, podía sentir que como se aferraba a mí, podía sentir que me amaba, pero nunca dijo nada ni siquiera para reprocharme algo. Tal vez solo me estaba haciendo tontas ilusiones. Tal vez se aferraba a mi solo por que tenía miedo, solo porque estábamos a punto de

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morir. Pero hoy…. ahora ya no estamos en peligro, estamos solos ella y yo, en el refugio de su habitación, sin oídos, sin ojos que nos miren o nos interrumpan. Y ahora lo puedo ver con mas calma, el tiempo no pasa sin dejar rastro, aún cuando los rastros no están en la superficie de su cuerpo. Necesitaba saber cuales eran sus verdaderos sentimientos, la verdadera razón tras su comportamiento. — ¿Acaso ya es demasiado tarde? ¿Quizá te he hecho demasiado daño? ¿Es porque has cambiado, como yo te pedí que hicieras? Eso sería... bastante justo. No protestaré contra tu decisión. Así que no intentes no herir mis sentimientos, por favor; sólo dime ahora si todavía puedes quererme o no, después de todo lo que te he hecho. ¿Puedes?—. Le dije ahogándome en la incertidumbre y en la pena. — ¿Qué clase de pregunta idiota es ésa?—. Le pedí que solo se limitara a contestarla, nada de trucos o contra preguntas. Solo la verdad, como solía hacer. Permaneció en silencio, sus ojos brillaban a la luz del reloj sobre su mesa de noche. Tic-tac. Tic-tac y nada. Transcurrió otro largo minuto. Sentía un extraño dolor en el estomago…. ¿Era posible?.. Sin duda junto a ella, todo lo era. Tuve miedo. Podía ver la felicidad escurriendo de mis manos. “Toda acción tiene una reacción” Me habría dicho mi padre y sin duda yo estaba pagando por las mías. Yo, estúpido ser, terco y testarudo. "Bella, dame muerte o dame vida, pero por favor termina con esta agonía. Se benevolente si me matas haz lo rápido, de un golpe. Te lo pido. En cambio, si me amas, dímelo ya. Dame luz y arráncame de esta noche sin fin… por favor te lo pido". Pero no podía decir aquellas palabras, debía dejarla decidir… Lentamente abrió sus labios y dejó salir las palabras. —Lo que siento por ti no cambiará nunca. Claro que te amo y ¡no hay nada que puedas hacer contra eso!—. La luz entró de golpe a mis ojos, encandilado con las palabras que acababa de decir. Sentí mi pecho lleno de felicidad. —Es todo lo que necesitaba escuchar—. Tomé su rostro nuevamente entre mis manos, teniendo muy poco cuidado con mis movimientos. Estaba sediento, tenía sed de ella, de sus besos, de su cuerpo. Y era mía para saciar mi hambre, mi sed. Fuimos uno, nuestros labios se encontraron. Abracé sus labios con los míos, acariciando su rostro, sus hombros

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golosamente sin pudor. Mi mano bajó hasta la base de su cintura y la apreté un poco más contra mi cuerpo. Pude sentir su calor quemando mi estomago, mis piernas, mi pecho. Su calor era exquisito y embriagador. —Bella, Bella—. Dije suavemente. Ella respondió a mi llamado y su lengua buscó mi labio superior lamiéndolo sensualmente. Me entregué a su ardiente beso rozando su tibia lengua con la mía. Mi cuerpo estaba vivo, vivo para ella y por ella. Mi Bella, mi amante. Mi vida. Su corazón latía fuertemente para mí, no era su sangre como estúpidamente creían los otros, era su corazón. Y ahora lo hacia fuertemente, podía escucharlo claramente como un retumbar de mil tambores, llenando toda la habitación, vibrando contra mi cuerpo. Me separé suavemente de ella, jadeando, con el deseo quemando mi mente y mi cuerpo. Apoyé mi oído en su pecho tratando de recobrar el control sobre mis sentidos. Me concentré en su palpitar, fascinado por su alocado ritmo. —A propósito— Le dije recuperando el aliento. —No voy a dejarte—. Pero Bella no creía en mis palabras. Le había prometido que no me iría. —Al menos no sin ti—. Le dije seriamente. Solo la había dejado por su propio bien, esperando que pudiera llevar una vida humana normal. Sin toparse con el peligro o con la muerte en cada esquina, a cada minuto. —Así que tuve que intentarlo. Debía hacer algo, y me pareció que marcharme era lo mejor—. Aquella era la verdad. Traté que comprendiera, que entendiera mis razones. Jamás habría sido capaz de marcharme si no hubiera creído sinceramente que ella estaría mejor sin mi. Le confesé que era demasiado egoísta. Ella era lo único verdaderamente importante para mí. Estaba primero que cualquiera necesidad que yo pudiera tener. Solo a ella necesitaba para vivir, lo había comprobado y de la peor manera. Nunca tendría las fuerzas necesarias para dejarla nuevamente. —Tengo demasiadas excusas para quedarme, ¡y gracias al cielo por eso! Parece que es imposible que estés a salvo, no importa cuántos kilómetros ponga entre los dos—. —No me prometas nada —. Dijo entre dientes. ¿Me consideraba un mentiroso? ¿Eso había ganado con todas las mentiras que le había dicho? ¿Había perdido su confianza? — ¿Crees que te estoy mintiendo ahora?—. Le pregunte un tanto molesto conmigo mismo. —No. No me estás mintiendo—. Dijo sacudiendo su cabeza de un lado a otro. —Realmente lo crees... ahora, pero ¿qué pasará mañana

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cuando pienses en todas esas razones que has mencionado en primer lugar? ¿O el próximo mes, cuando Jasper intente atacarme? —. Mis ojos se cerraron involuntariamente, tratando de borrar aquellas imágenes de mi mente, cómo si fuera realmente posible hacer eso… Bella tenía razón, pero me negaba a pensar en el mañana, era feliz ahora, mañana. Me negaba a discutir el futuro, tan incierto para nosotros. Tenía la sensación que entre mas lo planeaba más se ensañaba el destino. —No es como si hubieras cambiado de idea al respecto, ¿a que no?—. Dijo desafiantemente pero adivinando mis pensamientos. — Terminarás haciendo lo que crees que es correcto—. Sin duda que siempre haría lo que fuera mejor para ella, pero si de algo estaba seguro era no poder dejarla nuevamente. Le dije que no era tan fuerte para dejarla. Traté de contarle los solos y tristes días que viví sin ella. Que pensaba volver, tal ves me hubiera demorado un para de semanas en hacerlo, pero habría vuelto, arrastrándome ante su ventana, pidiendo perdón por todo. —Estaré encantado de suplicártelo si así lo quieres—.Le dije sinceramente. —Habla en serio, por favor—. Me dijo con un mueca, pero yo era sincero. — ¿Querrás hacerme el favor de escuchar mis palabras? ¿Me dejarás que intente explicarte cuánto significas para mí?—. Le dije esperanzado. Tal ves podría componer las cosas. Lo había estropeado todo, no era su culpa el sentirse recelosa por mis palabras. Yo le había mentido y de la forma mas horrible. Ahora era mi obligación el sanar su heridas y lo intentaría para que confiara en mí nuevamente en mí. —Bella, mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte—. Le dije mirándola fijamente a los ojos. —Muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendio todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido—. Todos los meses sin ellas habían sido el infierno mismo. Ahora me podía hacer una ideas de cómo sería aquel lugar. Un lugar que me esperaba… tal ves me demoraría en volver… Tal vez no… pero volvería tarde o temprano, cuando ella ya no estuviera a mi lado. Pero ahora era distinto, ella junto a mi. Debía perdonarme. —Se te acostumbrarán los ojos — Me dijo despreocupadamente. Pero ese era el problema, mis ojos ya no podían ver nada sin su luz, sin su sonrisa cegadora, sin su dulce risa en el aire, sin sus latidos en mí ser. Nunca más podría existir sin ella. Dejé escapar una triste carcajada cuando preguntó por mis “Distracciones”

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No comprendía que todo aquello solo era una mentira, ¿Como es posible distraerse cuando los días son una seguidilla de horas y horas agónicas? —Mi corazón no ha latido durante casi noventa años, pero esto era diferente. Era como si hubiera desaparecido, como si hubiera dejado un vacío en su lugar, como si hubiera dejado todo lo que tengo dentro aquí, contigo—. —Qué divertido — Dijo suavemente. ¿Verdaderamente mi sufrimiento le parecía divertido? —En realidad debería decir extraño—. Corrigió ante mi expresión y respiré nuevamente. —Parece que describieras cómo me he sentido yo—. Dijo que para ella también había sido muy duro estos últimos meses, que parecía como si le faltaran piezas por dentro. —No he sido capaz de respirar a fondo desde hace mucho tiempo —Respiró profundamente ahora. — Y el corazón... Creí que lo había perdido definitivamente—. Sentí un enorme dolor al imaginar sus días. Creo que no era tan diferente para ella como yo había creído tontamente, tal vez para ella había sido igual de dura nuestra separación. Me incliné sobre su pecho para posar mi oído sobre su corazón. Deleitándome con su alegre retumbar. Ella y yo unidos por nuestro amor, siendo infinitamente alegres juntos. Unidos en la alegría y en la tristeza, tristeza y agonía que yo había causado…Cuantas veces había pronunciado su nombre en la oscuridad de mis días, sin encontrar su respuesta, sin escuchar su dulce voz. — ¿No encontraste el rastreo entretenido, entonces?— Preguntó distrayéndome de mis lejanos y oscuros pensamientos. —No — Le dije en medio de un suspiro. —Eso no fue una distracción nunca. Era una obligación—. — ¿Y eso qué quiere decir? — Tal vez debería haberme ahorrado aquella última frase, pero ya que de ahora en adelante pensaba estar más cerca de ella que nunca, debía saber el porque. Le conté sobre mi infructuosa búsqueda de Victoria. Le conté de cómo me engaño en Texas y mi tonta carrera hacia Brasil. Ella me había engañado y había vuelto aquí tras Bella, un leve gruñido salio de mi garganta al pensar en ello. — ¡Ni siquiera estaba en el continente correcto! Y mientras tanto, el peor de mis peores temores... — Bella a merced de Victoria, por alguna extraña razón había logrado sobrevivir… A todo…. — ¿Estuviste dando caza a Victoria?—. Dijo desesperadamente alzando un poco la voz. Presté atención a los ronquidos de su padre, se detuvieron por un momento pero afortunadamente no se despertó. —No lo hice bien—. Le dije cauteloso. Una extraña expresión asomaba en su rostro, entre indignada y

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temerosa. —Pero esta vez me saldrá mejor—. Le prometí. —Ella no va disfrutar del placer de respirar tranquila durante mucho tiempo—. Pero mis palabras no lograron tranquilizarla como yo esperaba, al contrario, estaba molesta. —Eso... eso queda fuera de consideración — Pero ya era demasiado tarde para Victoria, había venido por ella, por mi Bella y seguramente nunca dejaría de ser una amenaza para ella. La única manera de terminar con el constante peligro sobre Bella sería eliminarla de una vez por todas. —No debí dejar que se me escapara la otra vez, pero ahora no, no después de... —. Apreté fuertemente mis puños imaginando a la salvaje hembra riendo de mi con su rojo cabello al viento. — ¿No me acabas de prometer ahora mismo que no me ibas a dejar? —. Preguntó de pronto disipando la imagen en mi mente. Alegó que aquello no era compatible con una larga expedición de rastreo. Y tenía toda la razón, pero ya encontraría alguna solución para ello, encontraría alguna salida. Involuntariamente un gruñido salió de mi pecho. Sin duda que mantendría mi promesa, pero Victoria moriría de todas maneras. De ello no había duda. —No te precipites—. Dijo Bella con pánico en el rostro. Pensaba que tal vez Victoria no volvería, que tal vez la manada de nuevos licántropos la habían asustado. Pero media docenas de nuevos hombres lobos no asustarían a una vampira experta como lo era Victoria. Lo podía ver en su modus operandi. Entrar, salir. Volver, huir. Probaría una y otra vez hasta que en algún descuido lograra alcanzarla. No podía permitir que eso pasara. Debía detenerla antes.... Y pronto. —Además, tengo un problema mayor que Victoria—. Agregó Bella. La mire un momento sin comprenderla, pero después entendí. —Es verdad. Los licántropos son una complicación—. —No estaba hablando de Jacob—. Dijo un tanto molesta. —Mi problema es bastante más grande que un puñado de lobos adolescentes en busca de líos—. Jacob, Jacob…. No paraba de nombrarlo a cada minuto…Imaginé a Bella sonriendo para el, compartiendo sus días. No había duda de su cercanía, uno no le confiesa a cualquiera que es un ser sobrenatural… Quise saber que tan cercana se sentía ella de el, pero me detuve, no estaba en la condición de exigir explicaciones de ningún tipo. Cerré rabiosamente mis dientes. — ¿De verdad? — Le dije entre dientes, molesto. —Entonces, ¿cuál es tu mayor problema? Si el hecho de que Victoria vuelva a buscarte te parece algo irrelevante en comparación, ¿qué puede ser? — —Digamos que es el segundo de mis peores problemas—. Dijo evadiendo el asunto. —De acuerdo—. Contesté esperando sus palabras. Y después de un

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corto momento continuo. —Hay otros que vendrán a por mí—. Logró decir, su voz era un hilo marcado por el miedo. Estaba asustada por los Vulturis? Deje escapar un suspiro ante sus miedos infundados. Ella no comprendía. Era ridículo compararlos con un peligro. — ¿Los Vulturis son sólo el segundo de esos problemas?— Le pregunte incrédulamente con una sonrisa. —No parece que te preocupen mucho — Pero pasarían muchos años antes de que ellos volvieran siquiera a recordarnos. Su sentido del tiempo es muy distinto cuando tienes la eternidad por delante. —No me sorprendería que hubieras cumplido los treinta antes de que volvieran a acordarse de ti—Le dije despreocupadamente. Pero mis palabras no lograron tranquilizarla como quería y una mueca de horror se dibujó en su rostro. Traté de tranquilizarla ansiosamente mientras por su mejilla comenzaban a rodar nuevas lágrimas y le prometí que no dejaría que le hicieran daño. —Mientras estés aquí—. Me dijo bajando la mirada. Tomé su rostro entre mis manos suave pero firmemente, obligándole a mirarme a los ojos. Le prometí que nunca la dejaría nuevamente. Ni por un millón de Victorias rabiosas lo haría. Ya encontraríamos la solución, siempre podríamos contar con mi familia. Ya nunca mas seria un terco, necio y cabeza dura como me había dicho mi familia, siempre podría contar con ellos. —Pero has dicho treinta —. Dijo Bella mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. — ¿Y qué? Te quedarás, pero me dejarás envejecer de todos modos. Muy bonito—. Hay mi Bella! No tenía miedo de morir en manos de Vulturis o de vampiras sicópatas, lo que ella tenia era envejecer. Pero esa era la única salida para ese problema. —Eso es exactamente lo que voy a hacer—. Le dije seriamente. — ¿Qué otra elección tengo? No puedo estar sin ti, pero no voy a destruir tu alma—. No sería responsable de la perdida de su alma eterna. —Y eso es porque... — Dijo ahora un poco mas tranquila pero no terminó la frase. — ¿Sí? — Le pregunté impacientemente. Después de un momento, en el cual parecía escoger las palabras, continuó: —Pero ¿qué pasará cuando me haga tan vieja que la gente piense que soy tu madre? ¿O tu abuela? —. Dijo con voz temblorosa por el miedo que aquello le producía. Me incline sobre su rostro bebiendo sus exquisitas lágrimas de su rostro.

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Una tras otra las tragué mientras quemaban mi lengua y mi garganta. Dulces como hechas de la miel más dulce. Pero que envejeciera no me importaba, siempre sería la cosa más hermosa que haya existido en mi mundo. —Claro que... — Dije estremeciéndoos levemente sin poder evitarlo frente a la visión del futuro. Un futuro en el que tal vez yo no tendría cabida. —Si te haces mayor que yo y necesitas algo más... lo comprenderé, Bella. Te prometo que no me cruzaré en tu camino si alguna vez quieres dejarme—. El dolor inundó mi ser y no pude continuar. —Supongo que te das cuenta de que al final también me moriré — Dijo seriamente. Pero esa decisión ya estaba tomada hace mucho tiempo, la seguiría prontamente. De eso no había duda. Claro que no le parecía muy buena idea a ella, todo el plan lo encontraba un tanto “enfermizo”, pero era el único camino que nos quedaba. —Retrocedamos un minuto —. Dijo interrumpiendo mis palabras. — Recuerdas a los Vulturis, ¿verdad? No puedo permanecer humana para siempre. Ellos me matarán. Incluso si no piensan en mí hasta que cumpla los treinta. ¿Crees sinceramente que se olvidarán? —. —No — Le dije sopesando sus palabras. —No olvidarán, pero... — ¿Pero? — Volvió a interrumpirme. Sonreí ante su mueca de indignación, pero sus ojos estaban llenos de tristeza. Yo tenía algunos planes en la cabeza para evitar todo el asunto de los Vulturis. Claro que todos aquellos se centraban en mantener a Bella sana, salva… y…. humana, claro esta. Y Bella lo sabía y estaba molesta por ello, pero ese asunto estaba fuera de cualquier discusión. Me sentía realmente molesto por su actitud, no comprendía por que se empeñaba en perder su alma de esa manera. Permanecimos en silencio un momento, mirándonos a los ojos. — ¿Quieres que me vaya?—. Le dije después que separó bruscamente de mí. Tal Vez por la mañana se mostrara mas serena. Pero su corazón pegó un brinco con mis palabras y dijo que no, que era ella la que se marchaba. La mire perplejo mientras se bajaba de la cama y caminaba de un lado a otro en busca, seguramente, de sus zapatos. — ¿Puedo preguntarte a dónde vas? — —Voy a tu casa — Dijo mientras seguía buscando. Me bajé de su cama y tome los zapatos que estaban en el mismo lugar donde los había dejado la mañana anterior. —Aquí están tus zapatos—. Le dije. — ¿Y cómo planeas llegar hasta allí? — Ella pensaba hacerlo en su coche y le recordé que seguramente con ello despertaría a su padre. Tal vez con aquellos argumentos la

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obligara a quedarse en casa, además no tenia la mas mínima idea del por que quería ir a casa. —Ya lo sé, pero para serte sincera, tal como están las cosas, estaré encerrada durante semanas. ¿Cuántos problemas más me puedo acarrear?—. Me entregó como respuesta. —Ninguno. Me echará la culpa a mí, no a ti—. Le dije alzando los hombros. Me retó a darle alguna idea mejor y le dije que se quedara, aunque sabía lo terca que era cuando quería algo. Seguro que aquello no había cambiado. —Mala suerte, pero ¡adelante! Quédate y siéntete como en tu casa—. Me contestó mientras caminaba hacia la puerta. Me moví rápidamente cerrándole el paso, no quería que su padre se despertará, de hacerlo debería marcharme y no quería hacerlo, no podría hacerlo. Me miró amenazante por un momento y se volteó hacia la ventana. No era capaz de leer su mente, pero estaba seguro que saltaría si no la detenía. —Bien—. Dije derrotado. —Te llevaré. —Como quieras. De todas maneras, probablemente tú también deberías estar presente—. Me dijo enigmáticamente. — ¿Y eso por qué?—. Le pregunté. Ella creía que yo tenía opinión para todo. —Y estoy segura de que querrás una oportunidad para hacer alarde de unas cuantas—. Aún no entendía muy bien a que se refería y ella dijo que este asunto de su humanidad ya no era una cosa que solo tuviera que ver con ella o conmigo. Que al estar implicados los Vulturis, era algo que le incumbía también a mi familia y ellos también debían decidir. — ¿Decir... sobre... qué? — Pregunté recelosamente, no me gustaba el rumbo que estaban tomando sus palabras. —Sobre mi mortalidad. La voy a someter a votación—. Me quedé plantado, sin poder moverme. Ahora ella tenía la tonta idea de consultar a mi familia, como si ellos pudieran hacer algo al respecto.

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Capítulo 15

Su Condena La negra noche se abría ante nosotros. El bosque nos daba la bienvenida y a pesar de sus locas ideas yo era feliz. ¿Y como no serlo? Su cuerpo quemaba mi espalda mientras sus brazos se enredaban en mi cuello y sus piernas en mi cintura. Podía sentir que no tenía miedo. Sin duda había cambiado, pero seguía siendo la misma. Mi Bella. El viento jugaba con mi cabello y sentía su roce como una caricia. ¿En cuantas oportunidades había deseado esto? Ya no lo recordaba. ¿Sería todo aquello un sueño como creía Bella? Sentí la corriente entre nuestros cuerpos mucho antes que sus labios tocaran mi cuello. Si esto era un sueño, no quería despertar nunca. Y estar así, en este lugar por toda la eternidad.

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Gracias—. Le dije mientras me entregaba a la sensación, disfrutando cada segundo. Tratando de olvidar el porque estábamos aquí y hacia donde nos dirigíamos. — ¿Significa eso que has decidido que estás despierta?—. Pero no lo creía. Es más, era todo lo contrario. Decía que trataría de no despertarse por menos no esta noche. Recuperaría su confianza, debía intentarlo, aunque fuera lo último que hiciera en esta existencia. —Confío en ti, pero no en mí—. Contestó ella. ¿Qué significaba eso? Dejé de correr para prestar atención a sus palabras, no sería nada bueno el estrellarme contra un árbol. Podía ver la casa de mis padres un poco más adelante y verdadera mente no me sentía muy entusiasmada por llegar ahí. —Bueno... —. Prosiguió Bella con alguna dificultad para expresarse. —No confío en que yo, por mí misma, reúna méritos suficientes para merecerte. No hay nada en mí capaz de retenerte—. Mis pies se soldaron al suelo, me fue imposible dar un paso más. ¿Cómo, por todo lo que más importaba en la tierra, era capaz de decir algo como aquello? Suavemente la bajé de mi espalda, manteniéndola en mis brazos, negándome a soltarla. Abrazándola fuertemente contra mi cuerpo, queriendo fundirme en su corazón. —Me retendrás de forma permanente e inquebrantable —. Le dije susurrándole al oído. Le pedí que nunca lo dudara. Siempre me tendría, siempre sería suyo, aún cuando ella ya no quisiera estar junto a mi. Una vez más quise entrar en su mente, saber sus pensamientos y grabar mis palabras con tinta indeleble. Recordé que aún tenía algo que aclararme. — ¿El qué? —. —Cuál era tu gran problema—. No lo dejaría correr tan fácilmente. Pero no contestó a mi pregunta. Solo dijo, tocando mi nariz con su dedo, que debería adivinarlo. Lo merecía, merecía todas las formas de tortura que Bella quisiera imponerme y sólo asentí moviendo mi cabeza ya que sin duda yo era peor que los Vulturis para ella. —Lo peor que los Vulturis pueden hacer es matarme—. Dijo casualmente mientras mi cuerpo se tensaba involuntariamente. Ella creía que dejarla era peor que enfrentarse a ellos. —Los Vulturis o Victoria no pueden hacer nada en comparación con eso—. No tendría tiempo humano suficiente para compensar lo que le había hecho, nunca me perdonaría a mi mismo y sin duda, jamás, jamás la dejaría nuevamente.

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Era un verdadero monstruo, un monstruo sacado de la peor de las pesadillas, pero por alguna extraña razón ella me amaba, aún cuando todo a nuestro alrededor se confabula para separarnos. Ella había luchado mientras yo me había rendido. No la merecía, nunca sería suficiente mente digna para estar junto a ella, pero no dejaría de intentar ser mejor, para ella, por ella. Acarició mi rostro, mientras me pedía que no estuviera triste. Elaboré la mejor de mis sonrisas para complacerla pero creo que no dio resultado. —Sólo hay una forma de hacerte ver que no puedo dejarte—. Le dije lastimosamente en un susurro. —Supongo que no hay otro modo de convencerte que el tiempo—. Sonrió amplia y alegremente por mis palabras. —Vale —. Dijo por respuesta, sin embargo su desenvuelta actitud no lograba calmar mi angustia. —Bueno, ahora que vas a quedarte—. Dijo tratando de distraerme. — ¿puedo recuperar mis cosas?—. —Tus cosas nunca desaparecieron—. Le dije reviviendo aquellos minutos antes de marcharme. Luché por no recordar su llanto mientras se adentraba más y más en el bosque. Tratando de sonreírle confesé que sus cosas estaban bajo las tablas de su dormitorio. — ¿De verdad?—. Agregó Bella en una mezcla de alegría y asombro. Una sonrisa se dibujó en mi rostro por respuesta. —Creo, no estoy segura, pero me pregunto... —. Dijo ahora pensativamente. —Quizá lo he sabido todo el tiempo—. — ¿Qué es lo que sabías?—. Le contesté tratando de ver la respuesta en sus ojos. Dijo que una parte de ella, su subconsciente al parecer, jamás había dejado de creer que me importaba su vida, a pesar de mis palabras en el bosque y que debido a eso era que escuchaba las voces. — ¿Voces? —. Pregunté un tanto preocupado. —Bueno, sólo una, la tuya. Es una larga historia—. Mi hermana no me había comentado nada sobre su salud. ¿Sería posible que la hubiera empujado hacia el abismo de la locura? —Tengo tiempo de sobra—. Le dije impaciente por conocer todos los detalles. Aquello estaba fuera del campo de Carlisle pero no se negaría a examinarla. —Es bastante patético—. Me dijo mientras la angustia comía mi cerebro. — ¿Recuerdas lo que dijo Alice sobre los deportes extremos? —. Claro que lo recordaba. —Dijo que lo hacías por diversión—. —Esto... Cierto, y antes que eso, monté en moto.. —. — ¿En moto?—. Le dije tratando de no gritar de espanto. Alice no había mencionado nada de eso y verdadera mente me tomó por sorpresa.

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—Supongo que no le conté a Alice esa parte—. Respondió Bella. —No—. De eso estaba seguro. No podía creer sus palabras pero podía ver lo que le costaba confesar aquello. Cada vez que hacía algo arriesgado podía escuchar mi voz cuando estaba enfadado. Decía que era tan vivido el recuerdo de ella que parecía que estaba junto a ella. Bajó la mirada para confesar que evitaba el pensar en mi la mayoría del tiempo, pero que cuando lo hacía en esas circunstancias el dolor era menos intenso, que era como si volviera para protegerla. —Y bueno, me preguntaba si la razón de que te oyera con tal nitidez no sería que, debajo de todo eso, siempre supe no habías dejado de quererme... —. En es momento podría haber perdido fácilmente la cabeza. No podía creer lo que estaba diciendo. —Tú... —. Logré decir. —…arriesgabas la... vida... para oírme...? — Sentía una especie de rabia y frustración. Yo me había alejado de ella para mantenerla a salvo y ¿Que era lo que ella hacia? Arriesgaba ¡Su vida! para oírme, para poder estar junto a mi. —Calla—. Dijo levantando sus manos para tapar mi boca. —Espera un segundo. Creo que estoy teniendo una epifanía en estos momentos... — Permaneció callada mirando hacia el bosque sobre mi hombro con los ojos perdidos y pensativos por un momento que me pareció eterno. — ¡Vaya! —. Dijo al fin. Pero el problema es que no dijo nada más y para entonces yo estaba de verdad muy nervioso por su extraño comportamiento. — ¿Bella?—. Le llamé impaciente. —Ya, vale. Lo entiendo—. ¿En qué consiste tu epifanía...?—. Le pregunté casi demandante. —Tú… me amas —. Dijo en medio de una radiante sonrisa. En su rostro pude ver que por fin creía en mis palabras, aunque no estaba seguro como se había dado cuenta de ello, pero sin duda estaba feliz de que lo hiciera y le confirmé que lo hacía con todo mi ser. Su corazón comenzó a latir fuertemente mientras me miraba a los ojos y extendía una de su manos hacia mi rostro para acariciarlo suavemente. Respondí a su caricia tomando el suyo entre mis manos y me incliné sobre ella para besarla ahora apasionadamente. Suavemente y sin dejar de besarla la dejé en el suelo mientras retrocedíamos hasta que su cuerpo quedó atrapada entre un gran árbol y el mío. Sus brazos estaban ahora enredados en mi cuello y mis manos siguieron su contorno hasta llegar hasta su cintura. Me estremecí junto a ella cuando sintió el frío contacto de mi piel en la suya. Mi boca la besaba sin clemencia y ella respondía a mi ardiente beso.

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Cuando me fue imposible seguir “respirando” me separé levemente de su cuerpo, un poco avergonzado por las sensaciones que mi cuerpo expresaba en ese momento. — ¿Sa…bes? Se te… da mejor que a mí—. Le dije tratando de recobrar el aliento. — ¿El… qué?—. Logró decir entrecortadamente ya que también le costaba trabajo respirar. —Sobrevivir—. Le respondí. Por lo menos ella lo había intentado. Trataba de tener una vida normal día tras día por su padre. Había seguido su camino. Yo en cambio, sin ella no era nada. Traté de relatar mis tortuosos días sin ella. — No podía estar cerca de mi familia ni de nadie más. Me avergüenza admitir que me acurrucaba y dejaba que el sufrimiento se apoderara de mí —. Sin duda eso era mucho mas patético que escuchar voces. Sonreí aliviado al ver que su salud mental estaba intacta. Comprendía muy bien a lo que se refería, yo habría dado cuanto tenía por escuchar su voz… en cualquiera que fuera las circunstancias. —Sólo una voz—. Agregó Bella levantando su dedo índice. La abracé fuertemente mientras emprendíamos nuestra caminata hacia la casa de mis padres. —Por cierto, que en este asunto tan sólo te estoy siguiendo la corriente—. Le dije señalando la casa que se alzaba unos metros más adelante. —Lo que ellos digan no me importa lo más mínimo—. Pero Bella creía que esto ahora también afectaba a mi familia. Solo me encogí de hombros como respuesta mientras nos acercábamos a la puerta del porche. Encendí las luces una vez adentro para ella. Mi familia estaba cada uno en sus distracciones. Carlisle estaba en su escritorio y podía escuchar a mi madre desempacando alguna maleta. Alice y Jasper ya estaba de regreso, mientras que Emmet y Rosalie estaban en su cuarto. Los llamé uno por uno después de ingresar a la estancia. Mi padre fue el primero en bajar y en un segundo ya estaba a nuestro lado. —Bienvenida otra vez, Bella—. Le saludó cariñosamente. — ¿Qué podemos hacer por ti en plena madrugada? A juzgar por la hora, supongo que no se trata de una simple visita de cortesía, ¿verdad? — Bella movió su cabeza en respuesta. —Me gustaría hablar con todos vosotros enseguida si os parece bien —. Agregando que se trataba de algo importante. “Supongo que ya estas al tanto de algunas cosas” Me dijo mi padre en su mente mirándome a los ojos. —Por supuesto—. Le contestó mi padre, pendiente de ella ahora. — ¿Por qué no hablamos en la otra habitación? —. “Tendremos que hablar más adelante de sus nuevos amigos, entre otras cosas” Volvió a decirme mi padre.

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Caminamos hacia el comedor mientras mi madre y el resto de mi familia se nos unía. Mi padre le cedió la cabecera de la mesa y el se sentó a su derecha mientras que yo lo hice a su izquierda. El resto de mi familia se sentó en sus puestos acostumbrados. Alice estaba muy contenta de ver a Bella y le sonreía ampliamente. Rosalie estaba sorprendida, no creía todo lo que les había contado Alice. “Wohoo…. y ahora que es lo que pasa Edward” Me decía Emmet con tono juguetón en su mente. Jasper estaba un tanto molesto, Alice le había contado lo de los Licántropos y la idea no le agradaba mucho. —Tienes el uso de la palabra—. Le dijo mi padre a Bella. Su corazón latía fuertemente, y toda mi familia podía escucharlo al igual que yo, lo que no me hacía sentir tranquilo, no después de la última vez que habíamos estado en casa. Por debajo de la mesa tomé su mano y le dí un pequeño apretón para infundirle valor mientras miraba a mi familia fieramente. De ahora en adelante, ella era mi primera prioridad. Bella preguntó si ya todos estaban al tanto de lo ocurrido en Volterra y de lo que estaba, según ella, a punto de ocurrir. Alice le aseguró que todos estaban informados sobre lo sucedido. —Perfecto—. Dijo Bella por respuesta. —Entonces, estamos todos al corriente—. Se produjo un momento de silencio en el cual todos esperaban impacientes sus palabras. —Bueno, tengo un problema—. Continuó. Les dijo que Alice había prometido a los Vulturis convertirla en vampiro y de cómo ellos pensaban comprobar si mi hermana había cumplido con su compromiso. Bella pensaba que aquello era muy malo y que era algo que se debía evitar. Que esto era algo que afectaba a cada miembro de mi familia. Al pronunciar estas palabra contemplo a cada uno. Recibí una imagen de Bella tras los ojos cada uno de ellos. No podía creer que fuera tan melodramática, el asunto de los Vulturis no era para preocuparse…. todavía. —No voy a imponerme por la fuerza si no me aceptáis—. Dijo Bella. —, con independencia de que Alice esté o no dispuesta a convertirme —. Apreté fuertemente mi mano libre, no comprendía como mi hermana se había ofrecido a convertirla. Estaba seguro que no tendría la fuerza suficiente para hacerlo y no pensaba arriesgarme a comprobarlo. En ese momento esa misma duda asaltó a mi madre, pero cuando estaba a punto de formularla Bella le pidió que la dejara terminar. —Todos vosotros sabéis lo que quiero y estoy segura de que también conocéis la opinión de Edward al respecto—. Claro que mi familia estaba al tanto, todos estos problemas los teníamos debido a eso

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mismo. —Creo que la única forma justa de decidir esto es que todo el mundo vote. Si decidís no aceptarme, bueno, en tal caso, supongo que tendré que volver sola a Italia. No puedo permitir que vengan aquí— Creo de todas las ideas locas de Bella esta era la mas descabellada de todas. Jamás permitiría que eso ocurriera. Sin quererlo un gruñido emergió de mi pecho, jamás permitiría que un Vulturis volvieran a poner un solo dedo sobre ella. —Así pues—. Continuó Bella exponiendo asiendo caso omiso de mis gruñidos. —Tened en cuenta que en modo alguno os voy a poner en peligro— Y fue ahí donde les dijo que quería que todos votaran si debía o no transformarse en vampira. Pero yo había pensado en algunas palabras para disuadir a mi familia y antes que mi padre comenzara con la supuesta votación les dije: —Un momento— Bella me miraba con cara de pocos amigos pero no pensaba condenarla tan fácilmente. Apreté un poco más su mano que aún permanecía en la mía y me dispuse debatir sus palabras. —Tengo algo que añadir antes de que votemos. No creo que debamos ponernos demasiado nerviosos por el peligro al que se refiere Bella—. Hablé mirándoles a los ojos a cada uno de ellos, les hable sobre el por que me había negado en un principio a tocar la mano de Aro. Se les había pasado una cosa por alto y no quería que ellos lo descubrieran. Verdaderamente me creí muy listo y sonreí ampliamente. — ¿Y qué es? —. Me preguntó escépticamente Alice. —Los Vulturis están demasiado seguros de sí mismos, y por un buen motivo— Les dije a todos. —En realidad, no tienen ningún problema para encontrar a alguien cuando así lo deciden. ¿Os acordáis de Demetri?—. Le pregunté ahora a Bella. Ella se estremeció y tomé aquello como una afirmación. El poder de Demetri consistía en encontrar a la gente, era un poderoso rastreador, sin duda el mas poderoso que yo había conocido, debido a eso los vulturis lo mantenían a su lado. Lo había visto claramente cuando estuvimos entre ellos. Busqué en sus mentes, tratando de encontrar toda la información que me fuera posible. Y así fue como me enteré de cómo funciona su talento. —Es un rastreador mil veces más dotado que James. Su habilidad guarda una cierta relación con lo que Aro o yo hacemos. Capta el... gusto... No sé cómo describirlo. .. La clave, la esencia de la mente de una persona y entonces la sigue. Funciona incluso a enormes distancias, pero después de los pequeños experimentos de Aro, bueno... —. Me alcé de hombros esperando que todos vieran mi punto de vista.

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—Crees que no va a ser capaz de localizarme —. Dijo Bella tristemente. Estaba seguro de aquello. Demetri confiaba ciegamente en su don. — Si eso no funciona contigo, en lo que a ti respecta, se han quedado ciegos—. Les dije muy seguro. — ¿Y qué resuelve eso?—. Aunque Bella seguía sin entender. —Casi todo, obviamente—. Alice vería cuando los Vulturis pensaran visitarnos y de esa forma podríamos esconder a Bella. De esa forma quedarían impotentes. ¡Sería como una aguja en un pajar! Concluí casi eufóricamente, todo era tan claro, tan fácil. De esta manera todos estaríamos felices y a salvo. “Siii”. Pensó Emmett. “Y si se les ocurre molestar mas de lo debido, pues estaremos contentos de patear sus traseros”. —Te pueden encontrar a ti—. Dijo Bella. El más complacido con mi plan era mi hermano, creía que era un plan estupendo y me tendió el puño para celebrar. “Genial idea Edward, ya estoy queriendo que vengan por estos lados”. Volvió a decir en su mente. Aunque la reacción del resto de mi familia era un tanto diferente… Rosalie negaba de plano, mientras que Bella pensaba que era absurdo. Jasper por otro lado coincidía con nosotros, pero para Alice éramos solo unos idiotas. Esme estaba preocupada, no quería vernos envueltos en un enfrentamiento con ellos. Además pensaba que no daría resultado. Ella estaba al tanto de todo lo que pueden hacer los Vulturis. Bella se puso de pie para hablar. Diciendo que yo había propuesto una alternativa al plan y pedía que votáramos. — ¿Quieres que me una a tu familia?—. Me preguntó en primer lugar. Pero yo no quería que fuera de esta forma, quería que siguiera siendo humana por siempre. Bueno por lo menos que su alma permaneciera por siempre intacta. Por respuesta a mis palabras ella solo asintió sin demostrar emoción alguna y continuo con mi familia. Alice contestó lo mas obvio del mundo, contesto que “Si”. Jasper también contestó que “Si”. Sin duda que lo hacía por amor a Alice. Sabía que Rosalie estaría de mi lado, o mejor dicho, votaría como yo. Aunque dudó un momento contestó que “No” —Déjame explicarme—. Le pidio cuando Bella reanudaba la votación. —Quiero decir que no tengo ninguna aversión hacia ti como posible hermana, es sólo que... Esta no es la clase de vida que hubiera elegido para mí misma. Me hubiera gustado que en ese momento alguien hubiera votado «no» por mí—.

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Y vi que era verdad. Rosalie era feliz siendo una de los nuestros pero en el fondo de su corazón anhelaba la humanidad casi tanto como yo la deseo para Bella. La votación prosiguió con Emmett y aunque mi hermano se había mostrado complacido con mi plan inicial dejó escapar un eufórico. ¡Rayos, sí! , esbozando una amplia sonrisa. —Ya encontraremos otra forma de provocar una lucha con ese Demetri—. La respuesta de mi madre tampoco me sorprendió ya que ella hace mucho tiempo que consideraba parte de la familia a Bella. Intercambiaron cariñosas mirada y después de agradecerle Bella continuó con mi padre. De todas las opiniones la de el era la única que verdadera mente me importaba. Estaba seguro que mi padre compartiría mi punto de vista. Pero mi padre opinaba esta vez igual que Alice y los otros traidores. Creía que mi actitud era necia y que todos mis problemas se solucionarían si Bella era de una vez, igual a todos nosotros. —Edward—. Me llamó expectante cuando llegó su turno. “Lo siento hijo. Verdaderamente no veo otra salida para este problema” —No—. Le contesté mostrándole mis dientes. —Es la única vía que tiene sentido—. Me dijo ahora en voz alta. —Has elegido no vivir sin ella, y eso no me deja alternativa—. Solté la mano de Bella y salí del comedor demasiado indignado para pronunciar palabra alguna. El amplio espacio de la sala me parecía ahora demasiado pequeño. No era como creía mi padre, yo no había elegido vivir sin ella, era simplemente que no podía hacerlo. ¿Era tan difícil de comprender? La rabia nublaba mi mente. Toda la sala daba vueltas mientras trataba de encontrar alguna salida, alguna manera de detener lo que estaba a punto de suceder. Con mis puños golpeaba mi cabeza. No podía permitir que fuera condenada sin dar pelea, si ella no lo hacia era mi deber hacerlo. Giré consumido por la rabia y sin pensarlo, completa mente descontrolado tomé el televisor de plasma de 16 pulgadas que mis padres había traído desde Corea y lo tiré al otro lado de la habitación. —Bueno, Alice—. Dijo Bella en el comedor — ¿Dónde quieres que lo hagamos?—. Todo estaba fuera de foco, corrí hacia ella y un segundo mas tarde me encontraba casi sobre ella. — ¡No! ¡No! ¡NO!—. Le dije fieramente. No permitiría que mi hermana lo hiciera, además que no podría hacerlo, no hacia falta ver el futuro para saber lo que pasaría. Como no entendía Bella lo que hacia, se condenaba, se condenaba por toda la eternidad, por que no podía verlo?

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— ¿Estás loca? ¿Has perdido el juicio?—. Le grité ahora, incapaz de controlarme, pero ella solo retrocedió tapándose los oídos. Alice estaba consiente de sus limitaciones y tenía miedo de fallar, sin duda no estaba preparada para hacer algo como eso. —Lo prometiste —. Le recriminaba Bella. Tal vez podría recurrir a su falta de experiencia, tal vez no todo estaba perdido. —Lo sé, pero... Bella, de verdad, no sé cómo hacerlo sin matarte—. Le contesto Alice confirmando mi teoría. Bella la alentaba mientras que yo lanzaba gruñidos amenazantes, gruñidos que dieron resultado Alice negó con la cabeza mientras retrocedía unos pasos, estaba muy atemorizada. — ¿Carlisle?—. Llamó Bella. No por favor, mi padre no. Todo se salía fuera de control, nada podría hacer para detener a mi padre si el accedía a hacerlo. Me interpuse entre ambos y sostuve su rostro con una de mis manos fuertemente, obligándole a mirarme mientras extendía la otra tratando de detener a mi padre que se acercaba a ella. —Soy capaz de hacerlo—. Le contestó este a mis espaldas. — No corres peligro de que yo pierda el control—. Traté de contener el temblor de mis manos, la estaba perdiendo. Me negaba a que todo terminara de esta manera. En mi propia casa, transformada por mi propio padre. Pero Bella estaba complacida con la idea de ser transformada por mi padre y desesperadamente traté que recapacitara. —Espera—. Le pedí entre dientes, ahogando los gritos y la desesperación. —No tiene por qué ser ahora—. Ella no creía que hubieran razones para no hacerlo ahora pero a mi se me ocurrían una cuantas. —Naturalmente que sí—. Me contestó indiferente. —Ahora, aléjate de mí—. Solté su rostro y me crucé de brazos mientras mi mente trabajaba rápidamente, buscando las palabras adecuadas. —Charlie va a venir a buscarte aquí dentro de tres horas—. Le dije sin mirarla y hablando para los demás también. —No me extrañaría que trajera a sus ayudantes. Vendrá con los tres—. Hice una pausa para escuchar sus reacciones. Mi padre ya no estaba tan seguro de transfórmala ahora y seguí exponiendo mi alegato ente dientes, demasiado furioso para hablar normalmente. —Sugiero que pospongamos esta conversación en aras de seguir pasando desapercibidos—. Le dije directamente a mi padre. —Al menos, hasta que Bella termine el instituto y se marche de casa de Charlie—. —Es una petición razonable, Bella—. Contestó mi padre.

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Bella pensó un momento en nuestras palabras y frunciendo hermosamente los labios dijo que lo consideraría. Dejé escapar un suspiro. No podía creer lo cerca que había estado. Mi mandíbula se relajó y logré decirle casi normalmente que era mejor que la llevará a su casa. No fuera que por alguna extraña razón se le ocurriera argumentar cualquier otra cosa. —Sólo por si Charlie se despierta pronto—. Le dije para terminar de convencerla. Bella se volteó hacia mi padre y le preguntó: — ¿Después de la graduación? —. Y mi padre le dio su palabra. Ella respiró hondo y en medio de una sonrisa me dijo que ya podíamos marcharnos. Me planté frente a ella y la tomé por la cintura, levantándola levemente. No quería que viera el desastre que había dejado en la estancia. Emmett estaría verdaderamente inconsolable, el modelo no estaba disponible en el país y debería viajar por otro o esperar a que llegaran. El bosque y la brisa terminaron de componer mi ánimo. Me sentí mucho mas tranquilo mientras nos alejábamos de mi casa. Dejé que Bella trepara a mi espalda y reanudamos en silencio el trayecto hacia su casa. Solo algunos meses. Eso era lo que le quedaba de humanidad. ¿Que vivencias puede tener en ese tiempo? No asistiría a la Universidad, no experimentaría su adolescencia. La fecha estaba marcada, pero no todo estaba perdido. Eso era. Debía mantener las esperanzas. Siempre había algo que se pudiera hacer. No me rendiría hasta que todo estuviera completamente perdido. Solo ahí dejaría de luchar por ella, por su humanidad y su alma. Sin disminuir la velocidad ingresé por su ventana y la dejé sobre su cama. Ahora lo más inmediato era tratar de aplazar la fecha, lo otro después se vería. Como un león enjaulado caminé de un lado a otro en su habitación, devanándome los sesos. Debía tratar de negociar esto de los plazos. La graduación estaba prácticamente a la vuelta de la esquina. —Sea lo que sea lo que estés maquinando, no va a funcionar—. Me dijo Bella distrayéndome un poco con su intuición. —Calla. Estoy pensando—. Le contesté lanzándole una mirada solapada sin dejar de caminar. — ¡Bah!—. Dijo mientras se tumbaba en la cama y se cubría con el edredón. Caminé hacia ella y tiré de la manta mientras me recostaba junto a ella en su cama.

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—Si no te importa, preferiría que no ocultaras la cara debajo de las mantas—. Le dije mientras acariciaba su cabello. —He vivido sin ella tanto como podía soportar; y ahora, dime una cosa—. — ¿Qué? —. Preguntó un poco molesta. —Si yo te ofreciera cumplir cualquier deseo que tu quisieras, cualquier cosa, ¿qué pedirías?—. Le pregunté. —A ti—. Me contestó. Verdaderamente no se podía hablar nada serio con ella. —Algo que no tengas ya—. Le dije con impaciencia. Bella lo pensó detenidamente y me sentí mejor al ver que tomaba ahora en serio mis palabras. Estaba dispuesto a darle todo lo que quisiera, aunque fuera extraño, excéntrico o inalcanzable, no escatimaría recursos para lograr que se diera más tiempo como humana. —Me gustaría que no tuviera que hacerlo Carlisle... —. Dijo después de unos minutos. —Desearía que fueras tú quien me transformara—. “Auch”.... Aquello… estaba un poco fuera de mis planes… pero si después de todo y a pesar de todos mis esfuerzos, cuando fuera una verdadera obligación, por ella, por mi familia, por todos… creo que también quisiera que mi veneno corriera por sus venas por siempre. Pero… ¡SOLO!.. cuando no quedara más salida. — ¿Qué estarías dispuesta a dar a cambio de eso?—. Le dije calculando su respuesta. Los ojos de Bella brillaron de pronto y soltó las palabras que esperaba oír. —Cualquier cosa—. ¿Por que no siempre podía ser igual de predecible? Creo que todo sería mucho más sencillo. Traté de no mostrar mis emociones. Contuve la enorme sonrisa que luchaba por dibujarse en mis labios y comencé con la puja: — ¿Cinco años?—. Lancé de una vez de ahí podría ir negociando. Y como supuse, a Bella no le pareció para nada una buena idea el esperar tantos años, según ella. Pero había dicho «cualquier cosa». —Sí, pero vas a usar el tiempo para encontrar la forma de escabullirte. He de aprovechar la ocasión ahora que se presenta. Además, es demasiado peligroso ser sólo un ser humano, al menos para mí. Así que, cualquier cosa menos eso—. ¿Como que «todo menos eso»? Y claro que usaría el tiempo, pero no para “escabullirme”, como si yo fuera una cucaracha o algo por el estilo. — ¿Tres años?—. Seguí negociando. — ¡No!—. Lanzo Bella cruzando sus brazos sobre su pecho como una niña malcriada. — ¿Es que no te merece la pena?—. Pregunte un tanto molesto ahora. Pero no debía molestarme, con ello solo conseguiría que Bella se encaprichara aún más con el asunto. — ¿Seis meses?—. Me dijo sin mirarme.

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¿Que eran seis meses? ¿Que podía hacer en seis meses? No era bastante. Seis meses estaba completamente fuera de discusión. —En ese caso, un año—. Dijo contraatacando. —Ése es mi límite—. Ok… Recapitulemos… ¿En que momento había perdido el control sobre este asunto? Se suponía que yo estaba transando los tiempos y todo eso…. —Concédeme dos al menos—. Le dije casi suplicante. Pero Bella no estaba dispuesta. —Voy a cumplir diecinueve, pero no pienso acercarme ni una pizca a los veinte—. Dijo que si yo tendría menos de veinte para siempre, ella también los tendría. Y por primera vez pensé sería y detenidamente en eso de “convertirla”. Los Vulturis eventualmente vendrían o enviarían a alguien. Carlisle ya había accedido ¿Y que podía hacer… raptarla? Como si se pudiera obligar a algo a Bella. —De acuerdo—. Le dije pensando en como aprovechar lo que tenía en contra. —Olvídate de los límites de tiempo. Si quieres que sea yo quien lo haga, tendrás que aceptar otra condición—. Si las cosas debían ser así, se harían a “Mi” manera. Y lo haríamos de la manera correcta… por lo menos, correcta según mi punto de vista. — ¿Condición? ¿Qué condición? — Ahora estaba completamente seguro. De pronto todo parecía más fácil, sin embargo me sentí repentinamente nervioso. —Casarte conmigo primero—. Le dije mirándole a los ojos. Pero Bella no contesto. Solo se quedó ahí, en silencio por un momento. Esperando no se que cosa. No recuerdo en que momento yo había dejado de respirar, pero solo volví a hacerlo cuando ella por sin habló. —Vale, ¿cuál es el chiste?—. —Hieres mi ego, Bella. Te pido que te cases conmigo y tú piensas que es un chiste—. Le dije más lastimado de lo que le había dejado ver mientras que ella me pedía que fuera serio. Le dije que mis palabras eran verdaderas pero ella seguía sin creerme. Casi histérica me recordó que tenía dieciocho años, pero no le pedía que nos casáramos Mañana… Además yo estaba casi por cumplir cinto diez años y era hora de sentar cabeza. Bella desvió la mirada sin contestarme. No me sorprendía el que no quisiera casarse, no después de todo lo que me había contado sobre el matrimonio de sus padres, pero por mi parte tenía muy buen ejemplo sobre ese asunto.

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Carlisle y Esme llevaban casi ochenta años juntos y aún se aman. Estaba seguro que con nosotros seria de igual manera. —Verás, el matrimonio no figura precisamente en la lista de mis prioridades, ¿sabes? Fue algo así como el beso de la muerte para Renée y Charlie—. —Interesante elección de palabras—. Le contesté pensando un poco en sus palabras. —Sabes a qué me refiero—. Me negaba a creer que tuviera miedo al compromiso. Además no entendía muy bien todo aquello. ¿Acaso no quería transformarse para estar junto a mi toda la eternidad? ¿Y si era así entonces por que no quería casarse con migo? —No es eso exactamente—. Contestó a la defensiva. Al parecer temía la opinión de su madre. Según Bella, ella tenía convicciones muy profundas contra el matrimonio antes de los treinta, Sin embargo no había visto nada en su mente aquella…. vez…. En el hospital…… Tenía la certeza que todo aquello solo eran excusas para no aceptar mi propuesta, porque eso era en definitiva lo que ella estaba haciendo, estaba rechazándome. —Preferiría que te convirtieras en una eterna maldita antes que en una mujer casada—. Le dije riendo pero sin alegría, mas bien con pena. Le había propuesto la idea con el fin de disuadirla sobre todo este asunto de ser vampira, pero creo no me esperaba una reacción como la que estaba teniendo. Creo que sin quererlo, esperaba que ella saltara de felicidad y aceptara de inmediato. Eso me habría hecho inmensamente feliz. Sin buscarlo, había sacado las palabras que verdaderamente guardaba en mi corazón. Quería, anhelaba que Bella fuera mi esposa. —Te crees muy gracioso—. Dijo Bella como respuesta a mis quejas sobre su madre. Traté de explicarle que no había comparación entre el nivel de compromiso entra la unión marital y el renunciar a su alma inmortal a cambio de convertirse en un maldito vampiro por todo la eternidad. —Si no tienes valor suficiente para casarte conmigo, entonces... —. Entonces no permitiría que mi padre la transformara, pero Bella no me permitió decir aquellas últimas palabras ya que me interrumpió para decir desafiantemente: — ¿Qué pasaría si lo hiciera? ¿Y si te dijera que me llevaras a Las Vegas ahora mismo? ¿Sería vampiro en tres días? —. Claro que eso nunca pasaría, pero seguí su juego, divertido por sus palabras. —Seguro. Voy por mi coche—. Le dije ahogando una carcajada. Me incorporé rápidamente de la cama caminando hacia la ventana.

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— ¡Caray!—. Soltó Bella. —Te daré dieciocho meses—. Me detuve al medio de la habitación y sin voltearme le dije que no había trato. Seguro que podía llegar hasta los dos años. —Me gusta esta condición—. Le dije ahora volteándome al hablar. —Perfecto—. Dijo cruzándose de brazos y mirando hacia otro lado. — Tendré que conformarme con Carlisle después de la graduación—. —Si es eso lo que realmente quieres... —. Le dije mostrándome indiferente y dedicándole la más “deslumbrante” de mis sonrisas. Sabía perfectamente cuando deseaba que yo mismo la transformara. Sí, era verdad, estaba jugando sucio pero como dice el dicho…“En la guerra y en amor…. todo se vale” Y ahora esto era una guerra, una guerra por salvar su alma. Bella se quejaba de que yo era imposible, que era un monstruo y me pregunté si la verdadera razón por la cual no quería casarse con migo era esa misma… El que yo fuera un monstruo. Caminé hacia ella, hasta su cama y me incliné sobre ella. Muy cerca contemplando sus hermosos ojos que ahora parecían mas grandes que nunca. Parpadeó varias veces nerviosamente. —Bella, ¿por favor...?—. Le dije suavemente. Extrañaría aquellas reacciones, extrañaría el exquisito rubor que subía por su rostro. Extrañaría que olvidara respirar cada vez que me acercaba un poco más a ella. Sin embargo también quería que aceptara mi propuesta. Es verdad que no había sido una propuesta como correspondía pero de todas maneras contaba. — ¿Saldría esto mejor si me dieras tiempo para conseguir un anillo? —. Le dije pensando el anillo perfecto para ella. — ¡No! ¡Nada de anillos!—. Contestó casi gritando. No lo podía creer. Había logrado despertar a su padre. El se desperezó sobre la cama y de dispuso a levantarse. —Será mejor que me vaya—. Le dije tristemente. Quería estar con ella, aunque fuera para discutir pero quería estar con ella, pero Bella tampoco quería estar lejos de mi y como siempre, terminé metido en su armario. El Jefe Swan no demoró en llegar a la habitación. Y suavemente trató de abrir la puerta. Bella le saludó con un simple “Buenos días” Me sorprendió su actitud desenvuelta al hablar. Pensé que le pediría disculpas o algo por el estilo pero parecía como si tratara de pasar por algo el hecho de fugarse de casa. —Espera—. Le dijo su padre cuando ella bajaba de la cama para ducharse. —Hablemos primero un minuto. Estás metida en un lío, ya lo sabes—. —Sí, lo sé—. Le contestó. Su padre estaba muy molesto, había sufrido verdaderamente estos últimos días. No solo había tenido que enfrentar el funeral de su buen

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amigo Harry, además había tenido que vivir con la incertidumbre de no saber el paradero de su hija. Por un momento me puse en sus zapatos y me sentí muy mal por el. —Jacob sólo pudo decirme que te habías ido pitando con Alice Cullen y que pensaba que tenías problemas. No me dejaste un número ni telefoneaste. No sabía dónde estabas ni cuándo ibas a volver, si es que ibas a volver. ¿Tienes alguna idea de cómo...? — Se detuvo un momento para tomar aire ya que no había respirado ni una sola vez desde que había empezado a hablar. No podía ver su cara ya que encontraba de espaldas al armario, pero por su tono de voz, comprendí que decir esas palabras le estaba costando gran trabajo. — ¿Puedes darme algún motivo por el que no deba enviarte a Jacksonville este trimestre? — Prosiguió amenazante. Pero la reacción de Bella creo que nos tomó a los dos desprevenidos. Se sentó en la cama muy resuelta, se cubrió con el edredón con un movimiento un tanto violento y le contestó: —Porque no quiero ir—. Supongo que a esas alturas su padre estaba ahora muy, pero muy molesto. Era difícil tratar de leer sus pensamientos, imágenes, sombras, solo pequeños fragmentos de sus pensamientos. Pero lo que lograba ver me demostraba que en todos estos meses que llevaban juntos, Bella jamás le había hecho frente de esta manera. Sin duda que estaba un tanto sorprendido. Trató sin éxito de retomar su rol de padre, pero Bella no le daba respiro. —Espera, papá, acepto completamente la responsabilidad de mis actos y tienes derecho a castigarme todo el tiempo que quieras—. Le dijo Bella seca pero firmemente. Haría las tareas domesticas, hasta que Charlie pensara que ya era suficiente castigo. —Y supongo que estás en tu derecho de ponerme de patitas en la calle, pero eso no hará que vaya a Florida—. Su padre ahora tenía serias complicaciones para respirar y mantenía sus puños apretados. Creí que explotaría en cualquier momento. Pero después de inhalar profundamente en repetidas oportunidades logró formular las preguntas para las cuales no estábamos preparados. — ¿Te importaría explicar dónde has estado? —. Bella comenzó a balbucear nerviosamente tratando de contarle lo que había sucedido, a medias claro esta. Me tapé la boca ahogando la risa que me provocaba la escena. Bella se veía tan nerviosa y su boca articulaba palabras sin sentido. Sin embargo yo también había sentido aquella desesperación. Compartía su angustia, su preocupación… Pobre Charly.

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Para entonces Bella había terminado de explicarle, lo mejor que pudo el asunto del viaje y lo que gatillo todo el problema. — ¿Intentabas suicidarte, Bella? —. Le preguntó casi en un grito su padre. Bella le aclaró que solo se estaba divirtiendo con… con… Jacob Black… praticando salto de acantilado. De solo imaginar aquello sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. —Los chicos de La Push lo hacen continuamente. Lo que te dije, no fue nada—. Pero en vez de tranquilizarlo sus palabras, parecía como si causaran el efecto contrario. —De todos modos, ¿qué importa Edward Cullen?—. Le dijo furioso. — Te ha dejado aquí tirada todo este tiempo sin decirte ni una palabra— Bella me defendió frente a su padre, como si fuera posible defender lo indefendible. Merecía su desprecio y no le gustó la idea de que volviéramos a Forks. Le pedía que se alejara de mí, que no le convenía, que no confiaba en mí. —No quiero que vuelva a arruinarte la vida de ese modo—. Le dijo casi suplicante. —Perfecto —. Contestó Bella. Eso estaba bien, supongo. Sin duda que era lo más sensato de su parte pero estaba seguro que no lo haría. ¿Eso era lo que ella quería? Que fuéramos amantes en secreto. Sin duda que no podría hacerlo, no ahora que la tenia de vuelta. Pero después de un momento Bella nos aclaró ese “Perfecto”. —Lo que pretendía decir es: «Perfecto. Me iré de casa»—. Los dos estaban que echaban humos. Afortunada mente Bella recapacitó y empezó a relajar su actitud. —Papá, no deseo ir me de casa—. Le dijo ahora mucho mas tranquila y conciliadora. —Te quiero y sé que estás preocupado, pero en esto vas a tener que confiar en mí. Y tomarte las cosas con más calma en lo que respecta a Edward, si quieres que me quede. ¿Quieres o no quieres que viva aquí? — Wow… tendría que cuidarme de aquel tono, seguro que obtendría cualquier cosa de mi si lo utilizaba con migo. Su padre respondió a sus suaves palabras y el también se tranquilizo Decía que no era justo que ella lo chantajeara de esa manera, no quería que se marchara. —Entonces, pórtate bien con Edward, ya que él va a estar donde yo esté —. Le dijo ahora firmemente. Pero su padre seguía convencido de su aversión hacia mi y le dijo que bajo su techo no lo haría. —Mira, no voy a darte ningún ultimátum más esta noche, bueno, más bien esta mañana. Piénsatelo durante un par de días, ¿vale? Pero ten siempre presente que Edward y yo vamos en el mismo paquete, es un acuerdo global—.

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Su padre trató inútilmente de debatir sus palabras pero Bella no le permitió seguir hablando. Le pidió que lo pensara. —Y mientras lo haces, ¿te importaría darme un poquito de intimidad? De verdad, necesito una ducha—. Y eso fue todo lo que su padre pudo hacer. Me sentía terrible al pensar que todos aquellos malos ratos eran por mi causa, por mi ceguera. Por no poder ver lo que realmente pasaba. Por mi sordera al no escuchar a las personas que me aman. Y por mi estúpida manía de creer que siempre tenía la razón. Su padre salió de la habitación en medio de un gran portazo. Apenas bajó un par de escalones salí de armario y me senté sobre su silla. Bella al verme se disculpó en un susurro, pero el único que debía disculparse era yo. Le pedí que no se molestara con su padre, si debía estar enojada era con migo no con su padre que solo trataba de protegerla. —No te preocupes por eso—. Me dijo aún nerviosa por la discusión, mientras iba por su cuarto agarrando cosas. —Haré todo lo que sea necesario y nada más. ¿O intentas decirme que no tengo ningún lugar adonde acudir? —. Dejó de moverse y se detuvo en el centro del dormitorio para mirarme ahora directamente a los ojos. — ¿Te mudarías a una casa llena de vampiros? —. Le pregunte aún sabiendo la respuesta. Ella creía que sería el lugar más seguro para alguien como ella. —Además, no hay necesidad de apurar el plazo de la graduación si Charlie me pone de patitas en la calle, ¿a que no? —. Mi cuerpo se tensó al oír sus palabras. No entendía su deseo por morir tan joven. Por que eso era lo que en realidad haría, moriría. Su vida estaría vinculada eternamente a la noche o sujeta al estado del tiempo. Luchando, luchando día a día contra la sed. Contra una sed que solo se logra vencer con la muerte de un inocente, de un débil, de un desprotegido. Aunque no nos alimentemos de humanos no significa que no deseemos hacerlo, el deseo esta escondido, subyugado, dominado casi por completo. Nuestros demonios están atados a nuestra conciencia, pero aún así existen. No dejan de existir nunca y nos acompañan para siempre. Me negaba a que se cumpliera su condena, aún cuando quisiera tenerla junto a mi por siempre. —Menudas ganas tienes de condenarte eternamente—. Le dije, tratando inútilmente una vez más que comprendiera lo que realmente arriesgaba. —Sabes que en realidad no crees lo que dices—. — ¿Ah, no?—. Le dije deteniendo el balanceo de la silla sin dejar de mirarla.

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—No—. ¿Cómo podía decir eso? ¿Qué creía que yo estaba tratando de hacer todo este tiempo? — Y se puede…—. Logré decir porque ella me interrumpió. Me habló de lo sucedido en Volterra cuando me detuvo justo antes de salir a los rayos del sol. Yo había pensado que estaba muerto y que ella estaba junto a mi. —Dijiste: “Asombroso. Carlisle tenía razón”. Después de todo, sigues teniendo la esperanza—. Me quedé ahí, casi con la boca abierta por el asombro. No podía creer que me atacara con eso, sin duda que no era justo. Pero tenía razón. Busqué mi muerte con el fin de seguirla a donde fuera, aún sin ilusiones al respecto. Había creído, a punta de desesperanza que si existía una vida después de nuestra muerte y que la viviríamos juntos al igual que esta. —De modo que los dos vamos a ser optimistas, ¿vale?—. Me dijo seriamente. —No es importante. No necesito el cielo si tú no puedes ir a él—. Sus palabras eran necias, ridículas. Sin duda que era lo mas tonto que había escuchado en toda mi existencia. Pero juraría que mi corazón dio un pálpito cuando terminó de hablar. Escuche sus palabras como un creyente que asiste a la iglesia, como un sediento que escucha un río cercano. La escuche como un hombre enamorado. Lentamente camine hacia ella, con todo mi amor mas intenso y fuerte que nunca. Tomé su rostro entre mis manos, sin dejar de sentirme entupidamente feliz. —Para siempre —. Le prometí mirándola a los ojos. Había abierto mi ser para ella y ahora éramos uno. Nunca me permitiría volver a perderla. Nunca le daría la chance al destino para alejarme nuevamente de ella. Pelearía por ella, ya nunca más sería un cobarde y un temeroso del destino. Nunca más estaría temeroso de lo bueno o lo malo. Vi su rostro acercarse hacia el mío. Incline mi cuerpo permitiéndole llegar hasta mis labios y sentí su contacto y sus manos contra mi pecho. Solo Bella junto a mí sin importar el resto o el mañana. Solo ella por siempre.

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Capítulo16

Un nuevo Comienzo No sabía lo realmente hambriento que estaba hasta que sentí la tibia sangre inundando mi boca. Aunque en un comienzo me pareció un tanto insípida, mi lengua vibró al contacto de su suave textura. Mi cuerpo se fue llenando de vida, calentando lentamente.

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Dos días su padre la mantuvo encerrada, sin importarle mucho que perdiera clases. Bella no protestó, aceptó sin levantar la cabeza su tan merecido castigo, a lo cual su padre se mostró internamente mas que complacido. Dos días habíamos pasado juntos, solos en la intimidad de su dormitorio. Hablando, mirándonos a los ojos, memorizando nuevamente nuestros cuerpos. Descubrí en mí que la separación había producido un extraño y nuevo cambio. Su olor me parecía ahora mucho mas intenso que antes, pero por alguna extraña razón me resultaba mas…. soportable. Lamentablemente descubrí otro inconveniente. Cada vez que me acercaba a ella, sentía el ardiente deseo de… bueno… de hacerla… “Mía”. Bastaba que pusiera mis manos en sus caderas o que sus besos fueran un poco más intensos para que comenzara a correr por mi cuerpo el alocado flujo de sangre por todo mi cuerpo. Entonces mis manos se volvían ambiciosas y querían recorrer su figura, atraerla hacia mi un poco más. Intentando fundirnos en uno solo. Entonces me desprendía de ella ocultando los signos inconfundibles de mi deseo sexual hacia ella. Sabía perfectamente, mi lado pensante y racional que aquello sería casi tan malo como el transformarla. Ahora era mi prometida y debía sobre todas las cosas respetarla hasta que llegáramos juntos hasta el altar. Éramos, en esta materia, iguales. Me sentía feliz que juntos tomados de las manos nos presentáramos, algún día, ante dios o lo que fuera en igualdad de condiciones. Seguramente que aquello contaría en algo. No pagaría mis pecados anteriores, pero no sumaría otro a mi ya tan extensa lista. Pero una cosa era lo que decía mi cerebro pensante y otra muy diferente era lo que clamaba mi cuerpo, mi instinto y mi deseo de hombre. Alice y Emmett se habían cansado de llamarme desde los alrededores de la casa de Bella, y en la noche de nuestro segundo día, el mismo Carlisle fue por mi. "Se razonable hijo”. Me dijo en su mente. "Tus hermanos se pueden quedar aquí si no quieres dejarla sola". Me sentía intranquilo, nervioso. Victoria podría venir por ella, en cualquier momento. Pero tenían razón y terminé cediendo.

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Después de todo Bella dormía plácida y profundamente, tal vez, si era lo suficientemente rápido, podría volver antes de que la aurora golpeara a su ventana. Cuando terminé con el tercer ciervo me sentí listo para enfrentar cualquier cosa. Habían pasado tres semanas y tres días desde la última vez que me había alimentado. Sin lugar a dudas el periodo mas extenso en cual había ayunado. —Estoy seguro que estos nuevos licántropos respetaran el tratado de los viejos Quileutes—. Me comentó mi padre mientras volvíamos. —Sin embargo—. Le dije. —Tenemos que estar alerta—. Deberíamos reanudar las rondas y sobre todas las cosas no bajar la guardia, no ahora. Y así transcurrieron las semanas. Fue fácil retomar el ritmo, fue fácil volver a nuestra vida humana. La comunidad recibió a mi padre con los brazos abiertos y en un par de días pudimos también volver al instituto. Me había propuesto firmemente no dejar sola a Bella en ninguna circunstancia y ahora compartíamos cada una de nuestras clases. Bella también retomó su vida, el trabajo, el instituto. No me conformaba con el hecho que ella perdiera la opción de ir a la Universidad y todos los días le llevaba formularios para las postulaciones. El ser una vampira no le impediría ser una vampira educada. De una u otra manera entraría a la universidad, aunque tuviera que sobornar a todos los encargados de las postulaciones. Su padre por otro lado, seguía molesto y solo le estaban permitidas las salidas obligadas al trabajo o las relacionadas al instituto. Sin embargo éramos felices, el uno con el otro en aquel arresto domiciliario. El Jefe Swan aceptó a regañadientes el ultimátum que le dio su hija y terminó cediendo a mis visitas diarias. Sin embargo y sin dudarlo justo a las nueve en punto me ponía de patitas en la calle. Trataba entonces de poner mi mejor cara de mártir mientras caminaba hacia la puerta. Charlie se quedaba justo detrás de Bella mientras ella se ponía en puntillas para rozar mis labios como despedida. —Será mejor que entres de una vez Bella—. Le decía impaciente. Le susurraba al oído que la amaba y ella me recordaba que me estaría esperando, como si me fuera posible olvidarlo. Ellla me perdonó completamente. Nunca tenía para mi alguna palabra que me recordara aquellos meses, algún reproche. Pero a pesar de que era feliz nuevamente, había días en que podía ver en sus ojos que algo no estaba bien.

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Sentía entonces una gran angustia. Ella nada decía, pero no eran necesarias las palabras. Sabía perfectamente que su pena tenía nombre y apellido. Cada vez que nombraba a su “amigo” licántropo, trataba de poner mi mejor cara, pero me era imposible. No estaba molesto con ella o incluso con él. También era yo el causante de aquella pena, la había obligado, yo la había impulsado a buscar aquel cariño. Y sinceramente le estaba agradecido. No creo que Bella hubiera podido sobrevivir todo ese tiempo si no hubiera sido por su ayuda. ¿Cómo odiarlo si el la había salvado en muchas oportunidades y en más de un sentido? Aunque nunca sabría en que grado Bella había sufrido, estaba consiente que había sido mucho. Viviría eternamente agradecido, agradecido de Jacob Black. Por otro lado, no había que ser psíquico para saber lo descontentos que estarían los Quileutes por nuestro retorno. ¿Acaso no habían encendido hogueras para celebrar nuestra marcha? Bella nos había puesto al corriente de aquello y según sus palabras ahora se trataba de una manada numerosa, tan numerosa como nuestra familia. Y solo era cuestión de tiempo para que nos enfrentáramos de una u otra manera. Todo quedó claro aquella tarde lluviosa. — ¡Es una verdadera falta de educación! ¡Estuvo de lo más grosero! —. Dijo Bella mientras se montaba en coche muy molesta dando un gran pontazo. Le miré sorprendido sin decir palabra y ella continuó. Al parecer y por lo que pude entender, Bella había llamado a Jacob Black y aparentemente el se había negado a contestar su llamado, otra vez. No era un secreto para mí que ella lo llamara casi a diario. Cuando salía por su puerta, cada noche a la hora dictada por su padre, me quedaba muy cerca en los alrededores. No era difícil escucharla cuando muy molesta colgaba el teléfono maldiciendo a su otrora gran amigo. ¿Pero que podía decirle? ¿Qué podía reprochar? ¿Acaso no era yo el causante de aquel cariño que había crecido entre ambos? Entonces hacia lo que debía hacer… apretaba mis puños, inspiraba una gran bocanada de aire. Trataba de relajar mis músculos, apretaba fuertemente mis dientes y tragaba el veneno que inundaba mi boca. Contaba, un lobo, dos lobos, tres lobo….. y así, hasta que lograba controlarme. Le aclaré mientras conducía hacia su casa, tratando inútilmente de consolarla, que no era por ella que su amigo tenía esa actitud, seguramente el estaba molesto pero no creía que la odiara. Nadie

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sentía nada en su contra. Solo era que a esas alturas toda la reservación estaría al tanto que habíamos vuelto. Y seguramente Jacob Black era consiente que estábamos juntos. No volvería a ver a Bella mientras yo estuviera cerca y como pensaba quedarme para siempre, eso le dejaba muy pocas oportunidades. Sin embargo no estaba molesto con el chico. Muy por el contrario. Me sentía profundamente agradecido. Gracias a Jacob Black tenía a mi lado a Bella en una sola pieza. Le debía mucho mas de lo que suponía que el me odiaba. Jamás podría saldar mi deuda con el. Sin embargo aquello no significaba que me haría a un lado y la dejaría en sus garras. —No se acercará a donde yo esté—. Me limité a decir. —La enemistad está profundamente arraigada—. Pero Bella pensaba que todo era una estupidez, que el sabía que yo no era como los otros vampiros. Sin embargo ninguno de los dos, Jacob o yo, podíamos ir en contra de nuestra naturaleza, simplemente éramos lo que éramos, Quileutes contra Cullen por así decirlo, sin poder evitarlo. Estaba completamente seguro de poder controlarme cuando me encontrara frente a el, o frente a cualquiera de su especie, pero no creo que fuera lo mismo para ellos. —Es muy joven—. Le comenté mientras paraba frente a la luz roja del semáforo. — Lo más probable es que un encuentro degenerase en lucha y no sé si podría pararlo antes de m... —. “Maldición. Yo y mi gran bocota”. Me había propuesto no volver a herir a Bella nunca más en lo que me quedaba de existencia. Y estaba consiente del gran cariño que ella le tenía…. —Antes de que le hiriera—. Le dije rápidamente, esperando que mis torpes palabras lograran pasar desapercibidas. Herir era una mejor palabra, herir era… sensato para el contexto. —Y tú serías desdichada. No quiero que ocurra eso—. Pero Bella había comprendido el verdadero sentido de mis palabras, y con la voz atorada en su garganta preguntó: — ¿Has estado a punto de decir “matarle”? ¿Era eso? —. Esquivé su mirada. Trataría, por ella lo intentaría. Pondría todo mi esfuerzo en ello. Pero si debía luchar, sin duda que lo haría. Si el atacaba yo me defendería. —Yo intentaría... con mucho esfuerzo... no hacerlo —. Le dije después de un momento, hablando sin mirarla. Forks era nuestra ciudad. Mi padre, mi familia completa la consideraba nuestro hogar. —Bueno, eso no va a ocurrir jamás, así que no hay de qué preocuparse. Y sabes que en estos momentos Charlie estará mirando el reloj. Será mejor que me lleves a casa antes de que me busque

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más problemas por retrasarme—. Dijo demasiado confiada en sus palabras. Quise creer en sus palabras desesperadamente. Quise creer en mi mismo, en mi templanza y mi tolerancia. En ese momento algo me distrajo de mis optimistas pensamientos. Un sonido, una parcial voz mental. Era consiente que solo una persona era capaz de emitir aquellos fragmentados pensamientos. Ignoré el centenar de voces que inundaban mi mente y seguí el sonido de aquella “voz”. En esta oportunidad no era necesario leer claramente la mente de su padre. Palabras como irresponsable, inconsciente, unidos a un “La mato” inundaban el espacio. Después de todo no importaría si nos retrasábamos unos minutos en llegar a su casa. De todas maneras ya estaba en problemas y al parecer en unos mucho mas graves. — ¿Qué? ¿Qué es?—. Preguntó Bella mientras se acercaba a mi cuerpo aferrándose nerviosamente. —Charlie... —. Le dije respirando hondo, pero no pude seguir hablando. Al momento en que el aire ingreso por mi nariz pude distinguir un olor familiar y mis aletas nasales vibraron al reconocer el hedor. — ¿Mi padre? —. Exclamó entonces Bella. Aparté la vista del camino, para contemplar su enormes ojos color chocolate, tratando de tranquilizarla. Lo que fuera, lo solucionaríamos juntos. —No es probable que Charlie vaya a matarte, pero se lo está pensando—. Le dije tratando de mitigar su preocupación mientras llegábamos a su casa. A medida que nos acercábamos y más hacia nuestro destino, pude escuchar y reconocer otra voz expectante también por nuestra llegada. Había cambiado, ahora era mas ronca, traté de no recordar la última vez que había escuchado aquella voz. Yo me hacía pasar por mi padre entonces y él me entregaba una terrible noticia. Pero él no estaba junto al Jefe Swan. El muchacho esperaba junto al bosque. Jacob Black esperaba por mí. Conduje calle a bajo hasta pasar de largo la casa de Bella, ahí frente a todo el que quisiera ver, estaba el motivo por el cual su padre estaba tan molesto. Tan roja como la cara que seguramente tendría el en este momento. — ¡No! —. Dijo Bella jadeante. Para entonces ella ya debía comprender que se encontraba en serios problemas. Su ritmo cardiaco se aceleró y sus dientes rechinaron furiosamente.

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— ¿Está todavía por aquí? —. Pregunto sin mover los labios mientras me estacionaba fuera de la posible vista de su padre. Le indiqué el camino y Bella saltó del coche impulsada por un resorte invisible. No comprendía la delicada situación en la cual nos encontrábamos. Jacob también estaba consiente de aquello, sin embargo se había ofrecido para ser el portador de su manada. Para él también sería difícil enfrentarse a mi, de ahí que escogiera ese lugar. Debía tener un aliciente para evitar una pelea. Y Bella era aquel motivo, tampoco él quería herirla. Bajé velozmente tras ella, reteniéndola por la cintura, de nada serviría correr hacia Jacob con los puños en alto. — ¡Suéltame! ¡Voy a matarle! ¡Traidor!—. Gritaba Bella mientras luchaba inútilmente contra mi agarre. Le pedí que se tranquilizara. Pronto su padre saldría impaciente al porche para ver el motivo de nuestra demora, debíamos darnos prisa. —Charlie te va a oír y va a tapiar la puerta una vez que te tenga dentro—. Le recordé tratando de que se tranquilizara. Pero solo bastó con ver nuevamente la motocicleta estacionada frente a su casa para que volviera a brillar la ira en sus grandes ojos. — ¡¡Déjame que le atice una vez, sólo una, y luego ya veré cómo me las apaño con Charlie!! —. Dijo luchando otra vez para soltarse. Pero el chico no quería verla, o eso era lo que él se auto mentía. Sabía muy bien que detrás de todo aquello, detrás del supuesto deber de portavoz estaba el deseo de verla aunque fuera a mi lado. —Jacob Black quiere verme a mí. Por eso sigue aquí—. Me limité a decir. La actitud de Bella cambio de inmediato al escuchar mis palabras. Ahora estaba preocupada, casi temerosa, pero le tranquilice, el muchacho solo traía un mensaje de la manada, aunque en realidad se trataba de algo mas que un simple mensaje. Debíamos darnos prisa, su padre comenzaba a impacientarse por nuestra demora. Apreté un poco más su cuerpo contra el mio y caminamos hacia donde el me esperaba. A unos cuantos pasos por el camino hacia el bosque se encontraba Jacob Black. Iba descalzo, sin camisa y con los pantalones hechos jirones. Con los brazos cruzados sobre el pecho se encontraba descansando contra un árbol. No era prudente acercarme a él. Estaba consiente del gran esfuerzo que hacia por mantener el control sobre si mismo. Me odiaba, sin embargo estaba ahí, parado frente a mi, mi rival, mi enemigo. ¿Pero como odiar al que te devuelve la vida, al que cuida de tu corazón? No. Jamás podría odiarlo aunque fuera mi enemigo. Pero el sentimiento no era recíproco. “Maldito chupasangre”. Pensó al vernos. “Maldita sea Bella”.

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Mantenía fuertemente sus puños apretados mientras trataba de controlar los temblores de su cuerpo, luchando contra la necesidad de transformarse. Jacob se había convertido en un ser dominado por su instinto y en ese momento todo su ser le decía, le ordenaba atacarme. Solo la presencia de Bella evitaba que él se transformara y tratara de darme muerte, ella y la lealtad hacia su manada. Aunque creo que su lealtad por la manda no era tan fuerte como el odio que sentía por mi. Aparté a Bella de su vista, ocultándola detrás de mi cuerpo. Jacob saludó a Bella sin dejar de mirarme ni por un minuto, mientras pensaba en lo cobarde que yo era por llevarla a ese encuentro. Pero ella era la única que podía evitar que nos abalanzáramos el uno contra el otro. Aunque tenía fuertemente agarrada a Bella contra mi cintura, se las ingenió para asomar su cuerpo por un costado y lanzar sus reproches contra Jacob. — ¿Cómo has podido hacerme esto, Jacob? —. Dijo con la voz atorada en la garganta. Sentí pena por su dolor, aunque estaba molesta, era evidente que aquello le hería mas de lo que se sentía capaz de expresar. La palabras de Bella rompieron la tan elaborada actitud resuelta de Jacob mientras argumentaba que todo lo había hecho por su bien. Pero no había consuelo para Bella en sus palabras. — ¿Y qué se supone que significa eso? ¿Quieres que Charlie me estrangule? ¿O quieres que le dé un ataque al corazón como a Harry? No importa lo furioso que estés conmigo, ¿cómo le has podido hacer esto a él? —. Por primera vez Jacob pensó detenidamente en lo que había hecho. Había obedecido, como todo ahora en su vida, a un instinto, a un arrebato. No había medido las consecuencias de sus actos. Pero sus actos no eran guiados por el odio, buscando su dolor o el de su padre. —No ha pretendido herir a nadie —. Dije siguiendo el hilo de los pensamientos de Jacob, explicando a Bella lo que él no se atrevía a decir. — ¡Ay, Jake! ¡Ya estoy castigada!—. Le dijo Bella lastimosamente. — ¿Por qué te crees que no he ido a La Push para patearte el culo por no ponerte al teléfono? —. Las palabras de Bella calaron hondo en su cerebro, descompensando su actuación de chico fuerte y rudo. — ¿Era por eso? —. Preguntó arrepintiéndose al segundo de haber formulado la pregunta. Una vez más le comente a Bella que Jacob pensaba que yo era el causante de su ausencia en la reservación y debido a eso él había actuado de esa manera. —Para ya —. Grito el chico al verse mentalmente invadido.

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Sabía que estaba mal de mi parte hacerlo. ¿Pero no era acaso mi responsabilidad estar al tanto de todas sus posibles acciones? —Bella no había exagerado acerca de tus... habilidades —. Agregó Jacob después de un corto momento. —Así que ya debes de saber por qué estoy aquí—. Efectivamente estaba al tanto de todo. Sabía que nuestro tiempo era limitado, en cualquier momento su padre saldría y vería mi coche estacionado o antes tal vez Jacob Black perdería la batalla consigo mismo y terminaría transformado en un salvaje animal listo y dispuesto a saltar sobre mi, sin importar que ella se encontrara a mi lado o no. Pero había algo que debía decir antes que todo comenzará. En silencio espero lleno de curiosidad. Curiosidad que no era suficiente para calmar los temblores de su cuerpo. —Gracias —. Continué, deseando que comprendiera, que pudiera ver que no le hablaba como su enemigo, como su rival, como un Cullen. Esperaba que viera que solo le hablaba como un hombre profundamente enamorado. —Jamás seré capaz de agradecerte lo suficiente. Estaré en deuda contigo el resto de mi... existencia—.Me miró sorprendido, tan sorprendido que por un breve momento su furia contra mi desapareció. “Pero…. de que… rayos…. hablas, estúpido chupasangres”. Pensó en ese momento. Trató de buscar alguna respuesta en el rostro de Bella pero ella se encontraba en las mismas condiciones que él, completamente sorprendida. Sin despegar mis ojos de los suyos le agradecí que mantuviera viva a Bella cuando yo no lo había hecho. —Edward… Comenzó a decir ella, tratando seguramente de defender lo indefendible. La había abandonado y contra eso no existía defensa posible. Pero esto no era por ella. Mi agradecimiento era algo moralmente necesario. Tal vez yo no era un hombre en el estricto significado de la palabra, pero si tenía los valores y principios de alguno de ellos. Jamás me podría enfrentar a él, jamás podría mirarle a los ojos, sin sentirme como una rata despreciable. Sabía perfectamente cuanto le debía y jamás podría pagarle, pero por lo menos podía agradecerle. El comprendió mis palabras mientras su mente dejaba ver una mueca burlona. —No lo hice por ti—. Me aclaró. Y yo estaba plenamente consciente de eso. Sin embargo mi gratitud no disminuía por ello. Pero de todas maneras él debía saber lo que sentía al respecto.

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—Si hay algo que esté en mi mano hacer por ti... —. Agregué con sinceridad. “Vete…” Me dijo al instante en su mente. “Junto a mi tiene la oportunidad de ser feliz, de tener una vida normal. ¿No dices que la amas? Entonces vete”. Negué con mi cabeza mientras le aclaraba que eso no estaba en mis manos. Podría pedirme todo, cuanto quisiera se lo daría, pero eso jamás. — ¿En las de quién, pues? —. Agregó Jacob nuevamente molesto. Bajé la vista un momento para ver la luz de mis ojos. Solo en sus manos estaba el que yo me fuera. Bella me miró entonces y me vi reflejado nuevamente en sus grandes ojos como espejos color chocolate. —Aprendo rápido, Jacob Black, y no cometeré el mismo error dos veces—. Le dije sin apartar mi mirada de ella. Seguiría a su lado todo el tiempo que ella me quisiera. Solo me iría cuando Bella me ordenara que me fuera. Bella había captado la esencia de nuestra discusión y en susurro agrego… —Nunca—. Aquello no hizo mas que enojar aún más a Jacob, en su interior guardaba la secreta esperanza de que su respuesta fuera otra. Bella y yo separamos nuestras miradas para contemplar ahora a un furioso Jacob Black. — ¿Hay algo más que necesites, Jacob? ¿Deseabas meterme en problemas? Misión cumplida. Charlie quizás me mande a un internado militar, pero eso no me alejará de Edward. Nada lo conseguirá. ¿Qué más quieres? —. Y en esos momentos yo sabía muy bien lo que el quería. Una de ellas era que cayera muerto en ese preciso momento, pero nada dijo y se limitó a recordarme algunos “puntos clave” sobre el tratado adquirido por mi familia hace tantas décadas atrás. —Ese tratado es la única cosa que me impide que le abra la garganta aquí y ahora—. —No los hemos olvidado—. Le confirmé mientras Bella preguntaba sobre aquellos puntos clave. Jacob Black me recordaba que la tregua se terminaba cuando uno de nosotros mordiera a un humano, a cualquier humano. —Morder, no matar—. Recalcó mirando a Bella. —Eso no es asunto tuyo—. Respondió ella muy molesta. —Maldita sea si no... —. Logró decir mientras comprendía lo que realmente sucedía. Se había percatado de la decisión tomada por ella solo hace algunas semanas atrás. Al comprender, al ver lo que sucedería con Bella. Se disparó en su interior la chispa para su transformación. Ahora sus espasmos eran mayores, más violentos, su cuerpo convulsionaba luchando contra la transformación.

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— ¿Jake? ¿Estás bien? —. Preguntó Bella con la voz llena de ansiedad avanzando hacia él. — ¡Ten cuidado! —. Le advertí, obligándole a volver hacia la seguridad de mi espalda. — ¡Ha perdido el control!—. Solo le bastó escuchar mis palabras para retomar asombrosamente el control sobre si mismo nuevamente. Era fascinante asistir a su debate interno, como si la bestia que había dentro de él pujara una y otra vez para salir a la superficie. Me miró cargado de odio mientras recuperaba la postura que había perdido tratando de controlarse. — ¡Arg! Yo nunca le haría daño a ella—. Dijo acusándome por dejarla. ¿Que sabía él sobre mis motivos, sobre mis razones para dejarla. Acaso comprendía todo el dolor que ello me había causado. No era él, quien la había expuesto a su naturaleza tan volátil en mas de alguna oportunidad? Por mi pecho, hasta mi garganta emergió un gruñido amenazante. No. Él no sabia, no podía juzgarme; éll menos que nadie. Con una de mis manos alejé hacia atrás a Bella, no había nada que pudiera hacer, Jacob se preparaba en ese momento para completar la transformación y atacarme… — ¡BELLA! —. Gritó su padre en ese preciso momento. — ¡ENTRA AHORA MISMO!—. Como un conejo segado por la luz, me quedé paralizado. Maldición, me había olvidado de su padre por completo. —Mierda—. Dijo Bella con voz temblorosa mientras rompía el silencio entre los tres. Jacob entendió que solo le quedaban unos minutos para ver a Bella, estaba seguro que después de hoy ya nunca mas la vería. Y por un momento estuve feliz con la idea. —Siento mucho esto —. Dijo en un murmullo apenas perceptible para un humano. —Tenía que hacer lo que pudiera... Tenía que intentarlo —. Pero Bella se encontraba aún molesta y solo le entregó un “Gracias” lleno de sarcasmo. Su padre había visto mi coche y al parecer aún no se percataba que no estábamos en el, pero solo era cuestión de tiempo hasta que fuera a cerciorarse, dispuesto a sacar por la fuerza a Bella del interior del coche si era necesario. Se nos terminaba el tiempo y aún había una cosa mas. —No hemos encontrado rastro alguno de Victoria a nuestro lado de la línea, ¿y vosotros? —. Pregunté a Jacob, esperando su cooperación en ese asunto. Al parecer la última que vez que la habían visto fue, afortunadamente cuando Bella se encontraba rescatándome. Habían tratado de engañarla pero no habían sido lo suficientemente listos y al ver Victoria la trampa había huido del lugar como solo ella puede hacerlo.

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—Por lo que nosotros creemos, captó tu olor y eso la sacó del apuro. No ha aparecido por nuestras tierras desde entonces—. Claro que no volvería, no por ahora al menos. Dejaría pasar un tiempo y cuando creyera que era seguro, volvería a intentarlo otra vez. Y cuando lo hiciera ya no sería problema de Jacob o de su manada. —Mató en nuestro territorio —. Dijo el desafiante — ¡Es nuestra!—. Ellos, en su ignorancia creían que podrían contra Victoria. Estúpidos lobos adolescentes. Bella intentó evitar que volviéramos a discutir cuando la voz de su padre volvió a sonar, ahora mucho mas fuerte y cerca. — ¡BELLA! ¡VEO EL COCHE DE EDWARD Y SÉ QUE ESTÁS AHÍ FUERA! ¡SI NO ENTRAS EN CASA EN UN MINUTO...! —. —Vámonos —. Dije dando la vuelta para caminar a su casa. Bella se quedó ahí, mirando a su amigo y la guié con mi brazo obligándole a retroceder. No voltee al escuchar las palabras él le dedicó, seguí caminando haciendo caso omiso de su despedida. —Lo prometiste —. Le reprocho Bella mientras alanzábamos. — Prometiste que siempre seríamos amigos, ¿de acuerdo?— Sentí rabia contra aquella promesa. Mi mente luchó tratando de no imaginar en que contexto se había forjado. Experiencias, cariños que yo había gatillado, producto de mi estupidez. Jacob le respondió a media voz que aquello era imposible. —No ahora... — Y dejó de hablar, ahogando seguramente por el dolor que le producía la separación, luchando por ocultar sus verdaderos sentimientos que no eran secretos para mi. —Te echaré de menos—. Dijo él, casi imperceptiblemente. Bella también lo extrañaría. Mi corazón egoísta deseó romper aquel lazo invisible que ahora los unía. Pero luche por mantenerme indiferente ante aquella demostración mutua de afecto. Afectos que eran diferentes pero iguales en intensidad. Bella le llamó por su nombre mientras daba un paso hacia él, queriendo ir a su encuentro. Pero no lo permitiría, ¿Qué pasaría cuando ella estuviera junto él? Él no querría dejarla cuando estuvieran juntos, Jacob no comprendía que su amor no era recíproco, que Bella solo sentía por el un enorme cariño pero que solo era cariño fraternal. Yo no permitiría que él pusiera un solo dedo sobre ella. NO LO PERMITIRIA. La empuje hacia atrás un poco más, abrazándola fuertemente. No lo permitiría que fuera hacia él, mi lado egoísta la reclamaba. Bella era mía y no estaba dispuesto a compartirla con un perro hediondo. —Todo va bien —. Dijo Bella mientras buscaba mis ojos, pidiéndome con la mirada que le permitiera acercarse a el. —No, no va bien—. Le dije, tratando que comprendiera lo peligroso que era el estar junto a Jacob en esos momentos.

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¿Aún no comprendía lo arriesgado que era para cualquier ser vivo estar cerca de aquellas criaturas? —Suéltala —. Gritó de pronto Jacob furiosamente. — ¡Ella quiere que la sueltes! —. Volteé rápidamente protegiendo a Bella con mi cuerpo, mientras él se acercaba dispuesto a iniciar la lucha. En eses momento ya nada importaba, ni el tratado, ni Bella. Para él solo existía en ese momento un deseo… el darme muerte. — ¡No! ¡Edward...! —. Dijo Bella en un grito ahogado jalando de mis ropas. Ella sabía que en la lucha su amigo perdería la vida, como yo estaba consiente del dolor que eso le produciría. Pero no había nada que pudiera hacer. Aún cuando diera media vuelta y me negara a luchar, Jacob Black atacaría. Apreté mis puños doblando levemente mis rodillas, listo para saltar hacia delante y alejar la lucha de Bella, cuando nuevamente su padre intervino casualmente para detener la lucha que estaba por comenzar. — ¡ISABELLA SWAN! —. Gritó desde el camino, mucho más cerca de lo que me esperaba. Mientras tiraba de mi, Bella pidió que nos fuéramos, que su padre estaba como loco, con la voz llena de pánico. Retrocedí sin dar la espalda a Jacob, retirándonos muy lentamente y sin perderlo de vista. Ahora ya no había marcha atrás. Los Quileutes estarían vigilantes de nuestros pasos. Jacob Black no dejaría de velar por la condición humana de Bella. Solo bastaría con transformarla para que comenzara el conflicto y entonces tendríamos que decidir entre irnos o luchar. Sabía muy bien lo que diría mi padre: Irnos, pelear jamás. Pero aquel minúsculo problema no impediría que Bella fuera mi esposa por siempre y no me alejaría de ella jamás. Podríamos iniciar nuestra vida en otro lugar, formar otro hogar. No dejaría que el futuro se interpusiera en nuestra felicidad. Lo único que importaba era el ahora. No importaba que una manada de licántropos pisara nuestros talones, no importaba que una vampira lunática se escondiera en las sombras. Ni Siquiera importaba que los Vulturis visitaran nuestro hogar. Ya me las apañaría para solucionar cada uno de nuestros problemas. Ahora mi único y real problema se encontraba al doblar la esquina, de brazos cruzados y casi resoplando por la nariz. Pero con el también podríamos. ¿Y que era lo mas terrible que él podría hacer? ¿Encerrarla en su habitación? Pues para mi aquello sonaba como todo un paraíso. Y al doblar la esquina ahí estaba su padre con la cara contraída en una gran mueca.

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Apreté un poco más a Bella para infundirle valor, después de todo tal vez nos vendrían bien unos días aislados de todo y de todos. —Estoy aquí—. Le dije en un murmullo. —Por siempre—. Sacudí de mi mente los fantasmas que nos rodeaban, deseando que la luz de nuestro amor fuera lo suficientemente fuerte para espantarlos a todos. Nunca más volvería a estar solo, nunca mas permitiría que mis estúpidas ideas nublaran el verdadero sentido de mi existencia. Bella y yo, unidos en la felicidad y en la desgracia. Nuestros destinos fuertemente unidos sin importar que hiciéramos al respecto. Nunca más tentaría a la suerte, apostando a un imposible. Y nunca más mi vida sería una noche eterna.

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Fin del Segundo libro Continua en:

"Conflicto Eterno"

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