6-7
YO SOY UN MUTANTE Texto Sebasti n Castillo
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ALTER EGO Ilustraci n Jos
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Y USTED?
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DESPUES DE LA DERROTA Texto: Pedro Landaluz, Montaje: Esteban Ortega
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LO VIMOS Texto: Aidil Barrai, Montaje: Esteban Ortega
TEST MUTANTE Test Judith (Nath) Rodr guez
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ES LA SOLEDAD DE NO PERTENECER Texto: Aidil Barrai, Montaje: Esteban Ortega
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PANCHO Y MARTINA Comic Esteban Ortega
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YA TIENES PRECIO MARY Texto: Aidil Barrai
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LOS LEMMINGS, LAS CUIDADES Y EL SUICIDIO Texto Hermana Ojo
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HE SO ADO CON SER TANTAS COSAS Texto: Pedro Landaluz, Aidil Barrai
16-17
CIUDAD MUTANTE M a S nchez
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CADAVER EXQUISITO Todos los integrantes
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EN ESOS A OS Comic Jos Zepeda
30-34
SERVICIO DE POST VENTA Cristian Docolomansky Cerda
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COLLAGE URBANO Fotograf a: Aidil Barrai, Montaje: Esteban Ortega
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MUTANTE Y LOGO Jos Zepeda, Diego Negrete
Huicham n Estay
Ese d a, y como hace mucho no hac a, me divert a con mis hijos. Sin aviso, Jacinta y Mateo me abordaron. Muy serios comenzaron a interrogarme sin descanso, haciendo un sinf n de preguntas. No entend a el por qu , pero ya dejaba de ser un simple juego. Hasta que despu s de un largo interrogatorio, me lo confesaron: necesitaban asegurarse que yo era su padre y no un mutante. Un mutante? S , todo por una serie de televisi n sobre unos seres de otro planeta que, para evitar ser descubiertos, se transformaban en personas. Asimilaban a sus v ctimas y se apropiaban de su mente y cuerpo... y
luego, era muy dif cil descubrirlos en su nueva
que me hace ser sumiso con mi esposa?
O
identidad. Esa noche no pude dormir. Me sent a
precisamente soy quien soy — todos los que soy— a
inc modo sin saber por qu . Con los d as esa
causa de un matrimonio que s lo am
extra a sensaci n sigui . Un d a, en mi rutinario
primeros a os? Intento reconocerme y saber qui n
viaje en metro lo entend .
est detr s de esta careta. Me aterra la incertidumbre
los tres
de la respuesta. `Yo era un mutante! Y todas las piezas calzaron, con desaz n.
Llego a casa y encuentro una nota de mi esposa. Era la actuaci n de Jacinta y pens que por lo menos
Hace un a o que no soy el mismo en esa maldita empresa donde estoy. A pesar del dinero, me veo como un esclavo de lunes a viernes: sin voluntad, sin poder de decisi n... sin personalidad. Mientras que los jueves intento ser un ingenioso amante, para que
Margarita diga con satisfacci n lo bueno que
soy en la cama. Y me siento un padre culposo, pues todos creen en mis d as jueves.
reuniones
hasta tarde de los
Obsequio regalos en un pat tico
intento por comprar a mi familia.
Ser
esa culpa la
este jueves me zafar a de mis
inamovibles
reuniones . Lo olvid por completo. Odio esta rutina. Odio no poder cambiar cuando debo hacerlo, odio lo que tengo en estos momentos
una
existencia vac a y f til. Me miro y este cuerpo y esta mente ya no son de quien aparentan ser. Despu s de todo, mis hijos no estaban tan errados cuando dudaron de m .
La azotea del Museo de Bellas Artes est cerrada a visitantes. La raz n, es que parece ejercer una fuerte influencia en los suicidas santiaguinos. Aunque popular, no se compara con el Golden Gate Bridge de San Francisco, el lugar n mero uno del mundo al momento de convocar suicidios. Hay teor as que dicen que la arquitectura influye en el estado mental de los seres humanos. Edificios que inducen a la esquizofrenia y complejos habitacionales que llevan a la desesperaci n. Dime d nde vives y te dir como mueres. Resulta que los lemmings no cometen suicidio en masa. Estos roedores, habitantes del Artico, son famosos por su supuesto comportamiento suicida. El origen de este mito es un documental montado por los estudios Disney en los a os 50. Los roedores fueron lanzados a su muerte a trav s de un trampol n y la haza a les vali un Oscar. La verdad es que los lemmings, al aumentar su n mero en forma amenazante para los recursos naturales, migran.
Estad sticamente, hay m s suicidios en las ciudades que en reas rurales. Menos en el norte de Chile que en el sur. M s en Santiago que en otras ciudades. Y en Santiago, hay ciertos lugares favorecidos. Los suicidas se apoderan de esos espacios, adapt ndolos. Un and n puede ser un lugar de encuentro, un paso obligado, un trampol n. Una azotea puede ser un refugio, un mirador, un testamento. En el metro de Santiago lo saben y vigilan a trav s de CCTV. Alguien que camina muy cerca de las v as. Alguien que lleva mucho tiempo merodeando en el and n. Toda sociedad tiene su propio paradigma acerca del suicidio. Usamos los espacios de acuerdo a lo que necesitamos. En conclusi n, si la sobrepoblaci n y desesperaci n son evidentes haga como los lemmings; NO SALTE. Disp rsese.
Hace algunos d as, en un paseo un domingo por la tarde, llegamos a un pueblito en las afueras de la ciudad y nos detuvimos a conocerlo. Ah , hab a varias personas reunidas en su plaza, conversando, riendo, observando. Todos se saludaban con todos y los minutos parec an detenerse para que ellos tuvieran tiempo suficiente para compartir. Varios ni os corr an por toda la plaza, se escond an detr s de sus rboles, rodaban en sus pastos, saltaban alrededor de sus piletas, mientras que poco a poco llegaban otros a unirse al juego. No importaba conocerse, pues la integraci n a los diversos grupos era casi inmediata. Otros tantos hombres y mujeres acomodaban banquillos para sentarse en las afueras de sus casas,
qui n sabe a ver o pensar en qu , pero entregaban una sonrisa a cada persona que pasaba por su lado. Quiz s s lo queriendo sentirse parte de ese barrio... De vuelta en la ciudad ya no exist an esas plazas, esas calles, ni esos negocios en donde la gente se re ne a pasar las horas junto a otros. Cada d a son menos los espacios que nos llevan a tener una vida de barrio . No nos fijamos en las personas que nos sonr en, sino en quien nos mira de mala forma. Caminamos inmersos en nuestro mundo sin importar qui n est al lado, ojal pudiendo acallar todos los ruidos de la ciudad para no tener que escuchar lo que en ella
ocurre. Entre menos tengamos que mirarnos, mejor. El miedo y la inseguridad nos han llevado a encerrarnos en nuestras casas, sin dejar espacio para compartir con otros. Y lo que es peor, muchas veces sin querer compartir con nuestros propios pensamientos. Hoy encontramos menos plazas y parques en las ciudades. Estos han sido cambiados por edificios, grandes construcciones y sus reas verdes vueltas al cemento. S , necesitamos m s lugares que congreguen a la gente en lugar de segregarla, que es a lo que est tendiendo la urbanizaci n. Pero primero tenemos que querer estar con otros, pues
podemos tener los espacios pero si no tenemos la intenci n, estas reas ser n en vano. Muchos de los que tienen su vida en la ciudad no se sienten parte de ella. No se reconocen en sus calles ni esquinas, y caminan buscando algo que ni ellos saben qu ni d nde. Pero se nos olvida que la ciudad es lo que nosotros hacemos de ella. Somos los actores que podemos hacerla cambiar. La vida es movimiento y la ciudad se mueve con nosotros, a nuestra manera. La ciudad va mutando y nos entrega ese desaf o. Aprovech moslo.
` Mutar?! Para qu , si las cosas siguen siendo iguales? La gente quiere cambiar, pero seguimos siendo los mismos que decimos de esta agua no beber y cuando te das cuenta ya te has zampao un bocata de buenas intenciones. Dicen que descendemos del Cromagnon, un tipo con muy malas pulgas, y que toda la maldad viene de ese b rbaro que solucionaba todo a golpes. Ni te invito ni te ordeno a que mutes s lo te dejo esta revistita al lado de tu asiento para que la hojees y al menos no tengas que o rme.
El caos mental de la urbe ciega la cordura espiritual. Dejar que me mires de reojo Y que mi aroma se pierda en tu develar. As el modo de estar nos devela En un tiempo que nos recuerda quienes somos. La conexi n entre dos o mas personas lleva a una uni n pero no siempre perfecta. "despert y not que su rostro era el de una mujer de verdad". Desde ahora te vestir s como ni ita. Perro, caca, poto.