Extender la Ciudad en una Sede

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Extender la ciudad a través de una sede vecinal: diseñando catalizadores sociales mediante el activismo y la participación. Un mes y una semana duró la decantación de una aventura caótica. Un desafío autoimpuesto era hacer ciudad, en este caso para un grupo de personas que viven apartadas y marginadas del centro de la ciudad debido a las grandes distancias, falta de movilidad, escasos servicios, equipamientos básicos, percepción de borde y sensación de olvido. El proyecto es autónomo tanto en elaboración, gestión y construcción. Aunque conseguir el financiamiento fue la mayor aventura, descubrí que movilizar recursos humanos permite obtener recursos económicos. Junto a la presidenta de la Junta de Vecinos de la Población Carlos Camus 5, Patricia Faúndez, lo primero que hicimos fue contactar a un vecino de la población que trabajase en la construcción para comenzar la obra. Esta decisión tenía varias aristas: 1/ En estos tiempos está muy complicado conseguir maestros, todos están ya trabajando, por lo que cobran muy caro. 2/ Si el maestro es de la población, ya está al tanto del proyecto, sabe de su existencia y evolución. 3/ La cercanía de su hogar al lugar del proyecto facilitará un control continuo del avance de la obra. 4/ Su pre disposición a la obra es mucho más interesada y entusiasta, ya que lo que construirá será a beneficio de su familia, vecinos y barrio. Entre que nos pusimos a buscar al maestro y comenzar el trabajo en terreno, fue el periodo más fuerte de gestión; formalizando el aporte de la Municipalidad, entregando carpetas del proyecto a distintos empresarios, cotizando en distintos lugares los materiales (utilizando contactos de la junta de vecinos y familiares para lograr los mayores descuentos) y dando con todos los datos posibles para lograr lo mejor, con menos y en menos. Esto ya venía en la esencia del proyecto, por algo la estructura en sí misma es la apuesta de arquitectura, junto a los complementos que conforman la lectura del total. Los impactos sociales, políticos y culturales de la forma construida, en el barrio y ciudad, es lo que busca el proyecto como diseño catalizador. Este debe ser capaz de permitir extenderse a todos los “sectores” de la sociedad, logrando poner la arquitectura al servicio de las personas en sus espacios públicos y equipamientos sociales, materializando el soporte para los acontecimientos propios de la vida de barrio. El acuerdo con el maestro fue que el trabajo consistente en hormigón armado e intervención a la sede, debía realizarse con un plazo máximo de 1 mes. Él debía buscar su(s) compañero(s) de trabajo para cumplir con ésto. Trabajando de lunes a viernes de 7:30 a 19hrs en una constructora en cauquenes (ciudad a 2hrs de distancia) y de 20 a 23hrs en el proyecto, más sábados y domingos completos. Este fue el horario de trabajo propuesto y acordado. Lo cual consideraba comprometerme a conseguir las herramientas y maquinarias con que ellos no contaran, con tal coordinación que no retrasara las faenas. Durante la construcción del proyecto, de 8:00 a 19:00hrs trabaja en la estructura de madera en mi casa, supervisaba los pilares construidos por un tío en su taller, (que sólo cobró los materiales) y a mi padre en su taller (reabierto sólo para la ocasión) que construía las uniones en fierro. En la tarde iba a terreno a supervisar el trabajo en hormigón, debía y quería estar en todo momento ya que a los maestros les surgían dudas al leer los planos (muchas veces, a pesar de estar los planos correctamente señalizados, preferían preguntar con sus “palabras” las terminaciones deseadas). Esto se cumplía cuando no aparecían mayores inconvenientes, ya que lo que daba “sabor” a los días eran las “trabas” que aparecían al transcurrir los minutos. Tales como conseguir para la tarde 3 cubos de ripio, o para la mañana siguiente un vibrador de hormigón o cualquier herramienta o maquinaria que de arrendarla se llevaba consigo el presupuesto de 3 días completos. Está claro que no contábamos con el dinero suficiente para terminar la obra al momento de iniciarla. De hecho, lo primero en construirse fueron las vigas prefabricadas de madera, que sabía tomarían bastante tiempo (eran 35 unidades, de distintas longitudes). Las que construí en el taller de mi padre, con el dinero recaudado por la cuota familiar que acordaron aportar los habitantes de la población. Pero como bien dije al comienzo, descubrí que movilizar recursos humanos era obtener recursos económicos. A medida que aparecían dificultades, aparecían personas con buena voluntad y


espíritu de servicio, que ayudaban a solucionarlos sin esperar algo a cambio. Así fue como las herramientas y máquinas que arrendadas cuestan $25.000 la hora, fueron prestadas por días enteros gratis, en realidad prestadas hasta que se necesitaran, donde las iban a dejar y a buscar a la obra. Personas que ofrecían comprar a su nombre para obtener descuentos considerables, vender áridos e ir a dejarlos a la obra días sábados y domingos sin costos extras. Vecinos que aportaban desde sus medios, como Don Osvaldo, quien puso a libre disposición su camión para el traslado de todo lo necesario, incluidos viajes a Talca (ciudad a 45min.) a retirar probetas de hormigón donadas por laboratorios para conformar la textura del suelo, donde manejó y ayudó a cargar y descargar las probetas. Así también se acercó el empresario Fernando Rosselot quien motivado por el ímpetu de los pobladores y potencial del proyecto quiso ser parte con aportes monetarios y gestionar el aporte de otras personas. Claramente la Municipalidad de Linares tuvo un rol importante en la ejecución de la obra. No era menor que el proyecto se emplazara en un lugar recientemente mejorado por ellos. De hecho, el entubar el canal que aislaba aún más a la población del barrio y que distanciaba de la ciudad y construir la avenida sobre éste, fue el primer paso para traer la ciudad. Los equipamientos sociales y espacios públicos del barrio han sufrido cambios sin vuelta atrás. Los retazos de la trama urbana son los destinados al espacio público, reflejando el despoje de su necesidad funcional y por ende de su valor urbano. Los equipamientos han sido “material” para los “trueques”, los que han permitido abastecer ciertas necesidades del barrio pero teniendo que sacrificar otras. Un ejemplo de esto, son las sedes sociales de las poblaciones Carlos Camus 3 y 4, las cuales perdieron, en realidad, “priorizaron por otras necesidades”. La sede social de la Camus 3 ahora es un jardín infantil y la sede de la Camus 4 ahora es una capilla, ambas necesidades de todo el barrio pero que le ha costado a estas poblaciones no poder conformar su directiva y menos, personalidad jurídica, perdiendo la oportunidad de postular a proyectos y teniendo que solicitar y arrendar las sedes de las poblaciones cercanas para las actividades que débilmente realizan. En este punto, para la junta de vecinos de la Camus 5, su sede es muy importante ya que es su medio más cercano para reunir dinero. Ellos la arriendan a los socios por $2.000 pesos la tarde, y $15.000 a personas de otras procedencias, celebrando cumpleaños, bautizos, matrimonios y otras ocasiones en ella. Es por ésto, que el objetivo principal del proyecto es que las personas de la población fuesen parte del diseño, gestión y construcción de su espacio público, diseñando en conjunto el catalizador social, naciendo de su realidad e historia. Finalizado el mes de trabajo en hormigón, el acuerdo estaba cumplido. Pilares y uniones listas, sólo faltaba montar todo y dar vida a la pérgola. Es en este momento, donde las cosas inesperadas pueden suceder. Todo coincidió. Los maestros no podían seguir en el proyecto por compromisos de trabajo ya adquiridos, pero Pedro, priorizó el proyecto debido al sentimiento de pertenencia, principalmente por ser parte desde el inicio en la construcción y las ganas de trabajar hasta verlo terminado. Mi pololo, durante todo el transcurso del proyecto, terminó sus estudios. Ahora contaba con el tiempo, conocimientos y sobre todo, energías para aportar con mano de obra (gratuita). Así, en una semana con un constructor civil y el maestro, más el aporte puntual de 5 trabajadores de la Municipalidad, el proyecto finalmente culminó. El estar todos los días compartiendo en el proyecto con las personas de la población, a través de los alargadores, tizadores, brochas, barrido y limpieza…compartir sus bromas, entender sus motivaciones y sueños futuros para su población…conocer a los niños, verlos jugar en el proyecto según los avances de cada etapa… vivir y comprender que sus espacios comunes y los proyectos a los que postulan los enorgullecen y son el legado que sienten le pueden dejar a sus niños …contar ahora con el soporte para realizar actividades al interior y al exterior de la sede, aumentando interacción e ingresos, gracias a un terreno eriazo, olvidado, que leyó el trazo de la historia de los recorridos y se convirtió en la extensión de sus anhelos. Creo que puedo decir que, desde ahora, algo de la ciudad se ha extendido hasta ellos y su barrio.

Por Cristina Cáceres Barros. Arquitecto.


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