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Los formadores
LAS ESPECIFIDADES DEL EMPRENDIMIENTO EN LA CULTURA
po (industria cinematográfica) o través del aprovechamiento de las economías de escala en la distribución (industria editorial) se mueven en un entorno de oligopolio y controlan la mayor parte del mercado, y por otra parte tenemos a la miríada de pequeñas empresas que tratan, que desde una perspectiva muy vocacional, tratan de repartirse los espacios marginales del mercado global, ya sea por su conexión con el territorio o por su especialización en nichos muy específicos del mercado. El primer tipo de empresas se mueven por lógicas similares a otros tipos de sectores globalizados. Su inserción en las estrategias de desarrollo, en el ámbito europeo o Iberoamericano pasa por las reflexiones y consideraciones que varios autores realizan en la obra Industrias Culturales y Desarrollo Sustentable, editada por la Organización de Estados Iberoamericanos (AA.VV, 2004).
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Las estrategias de favorecer la implantación de empresas vinculadas a los núcleos duros de las industrias culturales, exigen procesos de planificación de gran calado, normalmente asociados a entornos territoriales de grandes áreas metropolitanas y en muchos casos requieren de inversiones públicas de grandes dimensiones (véase el caso de La ciudad de la Luz en Alicante).
Las actividades empresariales relacionadas con la formación (artística o técnica de profesiones relacionadas con la cultura) reultan muy interesantes porque por una parte constituyen un mercado laboral de reserva para los creadores, que pueden completar sus ingresos a través del ejercicio de la formación y por tanto permiten (financian) la consolidación y persistencia de sus trayectorias artísticas. En segundo lugar dado que su oferta se dirige tanto a los ámbitos profesionales como a los amateurs, una red densa de oferta formativa alrededor de la cultura posibilita que un conjunto amplio de ciudadanos tengan acceso a la formación artística, lo que contribuyendo sólo a mejora la satisfacción y el bienestar de estos individuos, sino también consolidar prácticas culturales, fomentar la creación de públicos, otorgan densidad a los mercados culturales, y finalmente «lso formados» se convierten en términos de emprendimiento en un conjunto de individuos con propensión a la generación de nuevos proyectos empresariales.
En el caso de la formación, tampoco las barreras de entrada ni en términos financieros ni en término de capital humano son demasiado elevadas. La promoción de empresas ligadas a la formación pasa, o por subvencionar a las demandas (p.e pagando una proporción de las matrículas) o articular incentivos fiscales al establecimiento de este tipo de empresas.
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