Norte Argentino, años 90 de Marcos Zimmermann

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Norte argentino, aĂąos 90 FotografĂ­as de Marcos Zimmermann

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Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti Director Nacional Alex Kurland Director de Artes Visuales Eduardo Feller Coordinadora de Fotografía Cristina Fraire Equipo: Jasmine Bakalarz, Mora Ilescas, Marco Bufano Fernández y Lucrecia Da Representaçao

NORTE ARGENTINO, AÑOS 90 Marcos Zimmermann Edición: Cristina Fraire y Marcos Zimmermann

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Norte argentino, aĂąos 90 FotografĂ­as de Marcos Zimmermann


Norte Argentino, años 90 Estas fotografías fueron tomadas en los años noventa, cuando muchos argentinos miraban hacia el exterior de nuestra patria. En aquél tiempo, el interior profundo de nuestro país era para muchos sólo un espacio en blanco. Consciente de esta paradoja, tomé en 1994 la decisión de mostrarlo, de darle visibilidad a su paisaje y protagonismo a sus habitantes. Para ello, recorrí durante cuatro años el millón de kilómetros cuadrados en los que se asientan los dos nortes de la Argentina y realicé un ensayo, parte del cual se plasmó en el libro Norte argentino, la tierra y la sangre. Las condiciones a la hora de fotografiar fueron dos. Todos los retratados debían mirar a cámara. Quería que los habitantes de las zonas más postergadas de nuestra patria miraran a los ojos a quienes compraran el libro en las ciudades. Todos debían aparecer, además –y en lo posible–con sus nombres. Pretendía que cada uno de los protagonistas del ensayo tuvieran una identidad cierta. Fue, supongo que durante una noche en Angastaco, en Cochinoca o en El Mistolar, cuando escribí lo que sigue.

“Quizás, en poco tiempo más, todo lo que quede del Norte sea su inmensa geografía y la mirada de su gente. Tal vez quede además el chipá, los perros por todas partes, el gusto de los collas por los colores vivos y las sonrisas de los más pobres como victoria del corazón sobre los innumerables programas de futuro interrumpidos. Estas fotografías que entrelazan los dos nortes de la Argentina son mi homenaje a esos detalles. Pero por sobre todo son un homenaje a quienes desde los lugares más apartados de nuestro país defienden sus verdades propias. Porque no quisiera que los que siempre avanzan ciegos y sin razón, avancen. Ni sobre la tierra, ni sobre los animales, ni sobre los niños que acuden a escuelas perdidas, ni sobre sus maestras que hacen dedo para llegar hasta esas aulas solitarias en las quebradas donde el diablo perdió el poncho.Tampoco me gustaría que un falso criterio de civilidad juzgue a los hombres que se emborrachan semanas enteras cuando vuelven de trabajar durante meses en los montes, o que humille a sus mujeres que ya no gritan cuando las gol-


pean sus maridos ebrios, porque saben que en esas abras nadie las oye. Que las ancianas de Catamarca dejaran de rezar en Pascua durante días enteros o que las banderas rojas del Gaucho Gil cesaran de volar con el viento y llamar a sus fieles desde los campos de tacurúes. Que en los carnavales de la Puna los muchachos de las comparsas no bajaran endiabladoslas laderas de los cerroscon trajes de lentejuelas y que no los acompañen chicas que aprovechan ese momento para enamorar a los mozos con harina, faldas y carnavalitos. Aunque lo que más lamentaría sería no volver a encontrar a dioses de carne y hueso, como el que encontré saliendo de las aguas del río Aguapey, en Corrientes. No conversar con los isleros mientras flotamos como camalotes en la corriente oscura del río Paraná, frente a Esquina. O pasar por Mercedes o Bella Vista sin recibir invitaciones en las que me prometan dejar bien al pueblo. En suma, no quisiera que todos estos mundos propios sean descartados por los supuestos beneficios del progreso. Porque, hasta que los argentinos no nos sintamos hermanos, no

habrá mañana para nadie. Y mientras no haya lugar para todos, no habrá futuro para nadie. Ni para los hijos de los poderosos, ni para los nietos de los desposeído. Ni para buscar lo que viene, ni para esperar lo que nos sorprenda. Porque es en las miradas andinas venidas de tiempos inmemoriales, en los ojos adustos de los mariscadores formoseños y en las pupilas chispeantes de los niños misioneros, donde habita gran parte del país cierto, del Norte verdadero.” Hoy, veinte años después de que fueron hechas estas fotografías, la Argentina parece tomar un camino similar al de los años noventa. Sólo espero que el país profundo, que supo reconstruir suidentidad en los últimos años, esta vez se exprese. Y no deje, nunca más, que los que siempre avanzan ciegos y sin razón, avancen.

Marcos Zimmermann Mayo de 2016


Sr. FermĂ­n Flores y su Sra. Fortunata, pastores. Alrededores de Abra Pampa, Jujuy (1997)




Pai Antonio Martínez, guía espiritual de las comunidades Mbyá-Guaraní con su familia. Fracrán, Misiones (1997)


Familia Zabala dejando sus casas. Goya, Corrientes (1998)



Elina Dominga y Francisca Caballero, amigas. Comunidad Wichi de Tres Pozos, Formosa (1997)


Canoero, Corrientes (1997)


Cosechero de algodรณn en un descanso. Quitilipi, Chaco (1995)


Carpintero Claudio Schwaben en su cocina. Eldorado, Misiones (1997)


Peluquero Gregorio DiĚ az con Carlos Sotelo, evacuados. Inundaciones de Goya, provincia de Corrientes (1998)


Sra. Elena del Pilar Suárez de Córdoba, ama de casa, con su marido. La Curva, Río Hondo, Santiago del Estero (1995)



Evacuados. Corrientes (1998)


Hermanos Neira almorzando. San Miguel, Chilecito, La Rioja (1995)


Luis Robledo en su cama. Islas de las Damas, Corrientes (1997)


Inundados. CercanĂ­as de Santa Fe (1998)



Mujeres en una rogativa. Cochinoca, Jujuy (1995)


Vilma Silisque y Lupita Corimayo vestidas para el Calvario Viviente de Semana Santa. Humahuaca, Jujuy (1997)


Verónica Böhmer de Prado y su asistente José Contreras. Encargados del cuidado de la Iglesia San José de Lules, provincia de Tucumán (1995)


Carlos con su perro Felipe. Esquina, Corrientes (1997)


Claudio Mendoza, ciclista, luego de un triatlĂłn. La Paz, Entre RĂ­os (1997)


Juan, pescador. Río Aguapey, Corrientes (1996)



Alumnos de la escuela provincial nยบ 402. Comunidad wichi de Tres Pozos, Formosa (1997)


Rolando Pardo, maestro de la escuela Nยบ 499. El Mistolar, Formosa (1997)


Maestra esperando el Ăłmnibus. CercanĂ­as de Tostado, Santa Fe (1996)


Roberto Carlos Cabral y Gabriel SolĂ­s Sosa, pescadores. Puerto Pilcomayo, Formosa (1997)


Marcela Beatriz Quirós y Juan Carlos García, cosecheros de limones. Cevil Pozo, Tucumán (1995)


Trabajadores del basural de Puerto IguazĂş. Misiones (1997)


Niños trabajadores en un “carro ruso”. Cercanías de Aristóbulo del Valle, Misiones (1997)


JosĂŠ Arce, mariscador. Comunidad PilagĂĄ de El Simbolar, Formosa (1997)




Marcos Zimmermann Marcos Zimmermann nació en Buenos Aires, en 1950. Estudió cine en el Instituto Nacional de Cinematografía. Realizó catorce libros fotográficos de autor que exploran la identidad de su país: Patagonia, un lugar en el viento (1991); Río de la Plata, río de los sueños (1994); Norte argentino, la tierra y la sangre (1998); Desnudos sudamericanos (2009), entre otros. Su obra forma parte del Museo Nacional de Bellas Artes, del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, del Kiyosato Museum of Photographic Arts del Japón, de la Colección Manuel Alvarez Bravo de la Fundación Televisa de Mexico, etc. Recibió los premios Pirámide de Oro, Leonardo y Diploma Konex. En 2014 realizó una retrospectiva titulada Marcos Zimmermann 360º, en la Sala Cronopios del Centro CulturalRecoleta. Escribe en las revistas culturales Radar y Ñ. Es autor de cuatro novelas inéditas y publicó su primer libro de ficción: Historias de fotógrafos.


Buenos Aires 2016



Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti “La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en unas cuantas líneas. Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de un hombre es una luz deslumbrante” Haroldo Conti (1925 - desaparecido desde 1976)

El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti se encuentra ubicado en el predio donde funcionó durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983) uno de los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Extermino más emblemático: la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde estuvieron secuestradas cerca de 5000 personas, de las cuales sobrevivieron alrededor de 200. Su nombre rinde homenaje al escritor argentino secuestrado y desaparecido desde 1976, Haroldo Conti, el novelista del río. Desde su inauguración en 2008, el Centro Cultural ha funcionado, siempre en forma gratuita, como un espacio de difusión y promoción de la cultura y los derechos humanos. Para tales fines se ha convocado a intelectuales, artistas, músicos, cineastas, actores y fotógrafos, quienes con su aporte colaboran día a día en la construcción de una identidad colectiva. El arte problematiza desde lo poético, alumbra otros aspectos, permite miradas infrecuentes. Junto con estudiosos e investigadores, los artistas son protagonistas necesarios del proceso de memoria. Transformar en un espacio abierto a la comunidad lo que antes fuera un sitio emblemático de privación, exclusión y muerte es el mayor compromiso y desafío para contribuir a la construcción de memoria, verdad y justicia.

Horario General: Martes a domingos y feriados de 11 a 21 HS Entrada Gratuita

Av. Del Libertador 8151 - CABA (+54 11) 4702-7777 / ccmhconti@jus.gob.ar / www.centroculturalconti.jus.gob.ar

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