Revista del Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas A. C. A単o 3, # 2. Octubre 2015.
Este segundo número de nuestra revista Telares va dedicada especialmente a la memoria de nuestra compañera Rosa Álvaro Deara, del colectivo las Gaviotas, quien apareció en la portada del número uno de esta edición. Rosa falleció el día 3 de Septiembre de 2015, por muerte materna en Coquiteel. Este ejemplar reconoce la historia y la formación de los Colectivos en las sedes Norte, Altos y Sierra Fronteriza (Oriente) que desde hace nueve años fueron integrados para visibilizar sus acciones en la defensa de los derechos de las mujeres y de los pueblos. Esta es nuestra palabra sencilla y nuestra mirada inquieta. En cada uno de los encuentros de los Colectivos de mujeres, ellas se reconocen como sujetas de derechos, constructoras y poseedoras de conocimientos y saberes, lo que les permite incidir en la vida de otras mujeres y en la de sus comunidades se busca que esta participación y decisión de la mujer, sea visto como un derecho que pueda aplicarse en todos los ámbitos de sus vidas: íntimo, familiar y en el accionar político. La revista continuará con la divulgación de la participación de las mujeres y hombres a través de compartir y expresar su palabra…
Esta revista es realizada en el Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas A.C.
Textos de: Rosa López Santiz, Norma Gómez Pérez, Carmelina Meneses Álvaro, Gloria Flores, Kaaren Fehsenfeld y Francisco Cuitlahuac Aguilar Pinto Diseño: Néstor A. Jiménez Díaz Corrección de estilo: Jacqueline Torres Urizar Edición: Alicia Pérez López Contacto: comunicacion@cdmch.org Octubre 2015.
“Nos sentimos contentas porque con nuestro trabajo y lucha ahora en algunas reuniones que realizan en la comunidad como la de padres de familia ya nos piden nuestra opinión y voz”.
MUJERES DE NORTE: NUEVE AÑOS EN EL EJERCICIO DE SUS DERECHOS Y EN LA DEFENSA DE LA “MADRE TIERRA” NORMA DE JESÚS GÓMEZ PÉREZ Y CARMELINA MENESES ÁLVARO
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n el ejido de San Sebastián Bachajón, municipio de Chilón, región norte de Chiapas, se reunieron mujeres integrantes de los colectivos de Las Gaviotas de Coquiteel, Colibrís de Corostic, Las Palomas Sulupwitz y mujeres organizadas de Tim de la comunidad de Coquiteel, para reconocer el accionar que cada grupo ha tenido ante las diferentes formas de violencia que ejerce el Estado en sus comunidades. También, intercambiaron sus experiencias en formación de los colectivos, sus logros y las dificultades que han tenido en su lucha. Es en este encuentro de Colectivos, en donde las mujeres compartieron entre nostalgia y felicidad por recordar el caminar de nueve años, durante los cuales han sido sujetas de cam-
bio y promovido la transformación en la vida de otras mujeres y el de sus propias comunidades. Uno de los temas centrales fue compartir sus experiencias en el trabajo de cultivo que iniciaron hace cuatro años. Ellas sintieron que el trabajo en el huerto, colectivo e individual les fortaleció. Además de sembrar rábanos, lechugas, zanahorias y cilantro también sembraron cultivos que desconocían. Hoy se sienten muy felices porque saben de otra variedad porque recolectan sus semillas criollas, las cuidan y las comparten con otras mujeres. Vinculan la tierra y la alimentación como un ejercicio de sus derechos, “no se trata de sembrar únicamente sino que es nuestro derecho a participar como mujeres” aseguran. De
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esta manera las mujeres luchan por su reconocimiento al derecho a la tierra, a participar en las asambleas y a ser parte de cargos comunitarios y ejidales, con el propósito de construir una vida digna y una comunidad segura. Para las mujeres “la tierra es nuestra madre porque nos da de comer todos los días y la vamos a defender”. Con su trabajo han tenido avances, como el que les pidan su opinión en algunas reuniones con padres de familia, este es un logro que van teniendo en sus comunidades y en sus vidas porque consideran que es importante cambiar el pensamiento, que ni el hombre o la mujer valen más sino todas y todos somos pajal (iguales).
UN POCO DEL RECORRIDO… Los colectivos de mujeres se formaron en el 2007 debido a la situación que enfrentaban en esos años. A las mujeres no se les reconocían sus derechos a la tierra, no son tomadas en cuenta
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ni se escucha su palabra. La participación de las mujeres en las reuniones comunitarias y ejidales era inexistente. Iba en aumento el alcoholismo, la violencia familiar, el despojo de la tierra a las mujeres y la migración, por mencionar algunos problemas. Por tal razón, las mujeres de la zona norte decidieron organizarse y luchar, realizaron diversas actividades y reuniones para formarse y dar a conocer que existía un colectivo de mujeres en la comunidad. Con el apoyo del Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas se forman, y reciben talleres para que se informen de las diferentes problemáticas a nivel local, regional y estatal. Una de las principales actividades de los colectivos es la sensibilización, que realizan mediante encuentros entre diferentes comunidades y autoridades religiosas y comunitarias, desde los agentes, suplentes, consejo de vigilancia, comités de educación, catequistas, diáconos, principales, entre quienes se promueven los diálogos. En este sentido, las mujeres recordaron
cómo esta labor de hablar con las autoridades al principio, les causaba temor, pena, vergüenza y miedo, porque pensaban que no les harían caso. Con el tiempo lo han hecho y han logrado que participen algunas autoridades junto con ellas para estar en lucha.
rescata la idea de la colectividad y la de responsabilidad compartida, por ello dicen que “en mi comunidad no hay colectivo sino todas y todos somos colectivos”.
Este caminar que han hecho las mujeres en los colectivos ha implicado vencer el miedo, vergüenza a que las critiquen y erradicar los chismes. Gracias al apoyo de otras mujeres, comunidades y organizaciones se han encontrado coincidencias y motivaciones para seguir trabajando juntas y/o de manera independiente, siempre caminando y organizándose para continuar en la lucha por la defensa de los derechos humanos.
¡MUJERES LUCHANDO LA VIDA TRANSFORMANDO!
¡MUJERES UNIDAS JAMÁS SERÁN VENCIDAS!
Cada una de las mujeres que forma parte de los colectivos tiene muy claro que no quieren imitar la estructura del gobierno y en cambio se
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En el caso de las mujeres indígenas la falta de intérpretes competentes en los Juzgados, Fiscalías y los servicios de los peritos (médicos, psicólogos y otros), genera el riesgo de que la traducción no sea la correcta o bien incluya valoraciones que califiquen la conducta de la mujer según patrones culturales discriminadores.
Mi lucha y el acompañamiento por la defensa de los Derechos Humanos de las mujeres
ROSA LÓPEZ SANTIZ
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ompañeras y compañeros: es importante para mí compartir a través de este medio un poco de mi experiencia de trabajo en el Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas (CDMCH). Agradezco al CDMCH por concederme este espacio y todas las herramientas aprendidas en este proceso. Las llevo en mi mente y corazón; reconozco las experiencias compartidas con cada una mis compañeras durante el trabajo en el ejercicio de la defensa de los Derechos Humanos y les digo: ¡La lucha sigue y sigue¡ Yo, como mujer indígena hablante de la lengua tzeltal y ahora feminista, rescato este caminar por la defensa de los Derechos Humanos que inicie en el año 2001 al 2002 en una capacitación para ser defensora popular de los derechos humanos, espacio creado por un grupo
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de mujeres feministas en San Cristóbal de Las Casas. Al integrarme como promotora, y con la ayuda de esa formación, abro los ojos e identifico fácilmente las diferentes problemáticas relacionadas con la desigualdad de género y el Sistema Capitalista Patriarcal Neoliberal que nos afectan a todo el mundo. La discriminación que enfrentamos las indígenas y los pueblos indígenas, la explotación de la sociedad y todas las formas de violencia, me llevan a reconocer que las mujeres no tenemos el derecho al acceso a la tierra, porque en las asambleas comunitarias no somos tomadas en cuenta, es decir, no tenemos voz ni voto. Así empieza mi acompañamiento a las mujeres indígenas y no indígenas en la defensa por los derechos de las mujeres desde los tres
El recorrer de las mujeres en el nuevo sistema de justicia penal.
Por Kaaren Fehsenfeld y Gloria Flores
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aría, indígena y jefa de familia, denunció en julio de 2014 violencia familiar en la Fiscalía del Ministerio Público. Ella siguió las reglas del nuevo sistema de justicia penal que surge de la reforma del 11 de junio del año 2008 y modifica diversos artículos de la Constitución Federal. Estas reformas se basan en el respeto a los derechos humanos y buscan que los procesos sean transparentes e imparciales, los tiempos más cortos y se solucionen los problemas que las victimas denuncian. Aunque no en todos los casos es operativa. Por el contrario alarga el proceso y es desgastante. Este sistema empezó a funcionar en noviembre de 2013 en San Cristóbal de las Casas. La situación de María fue la primera que acompañamos en el marco de este sistema de Justicia y después de un año de investigación y de múltiples cambios de fiscales en el caso, aún no se lleva a cabo la Audiencia Inicial ante el Juez de Control. María aún no obtiene justicia y el agresor sigue impune debido a los vacios y obstáculos que aún presenta este nuevo modelo. De los cerca de 10 casos que el Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas ha documentado desde que cambió el sistema, se cosntató que cuando las mujeres denuncian violencia familiar, la Fiscalía implementa, como primera opción la conciliación con el agresor sin considerar el contexto y los niveles de violencia en que la víctima se encuentra. También hemos documentado que cuando la Fiscalía decide otorgar medidas de protección, como la vigilancia policiaca, el personal que ejecutará las acciones no está preparado para brindarlo o hace falta personal para llevarlo a cabo. Tratándose de indígenas provenientes de municipios cercanos a esta ciudad, el obstáculo al que se enfrentan es la falta de intérpretes capacitados. En el caso de las mujeres indígenas la falta de intérpretes competentes en los Juzgados, Fiscalías y los servicios de los peritos (médicos, psicólogos y otros), genera el riesgo de que la traducción no sea la correcta o bien incluya valoraciones que califiquen la conducta de la mujer según patrones culturales discriminadores. Esta situación es alarmante porque las acciones de los servidores públicos involucrados pueden causar más daño a las denunciantes. En casos de violaciones sexuales y otras formas de violencia de género, el compartir los detalles del sufrimiento en repetidas ocasiones puede constituir un acto de tortura. Es necesario que los fiscales no reproduzcan vicios como obligar a la víctima a relatar una y otra vez su experiencia o permitir que su relato sea en vivo y ante el público (desconocidos, abogados, etc.). De ese modo consideramos, que con base a nuestra experiencia, que los operadores tendrán que contar con conocimientos y capacitación suficiente para no revictimizar a las mujeres y niñas que sufren violencia. Es evidente que la aplicación de este sistema sin la capacitación de los operadores puede vulnerar la dignidad de la víctima.
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sistemas que el Centro identifica como el tradicional, el autónomo y el derecho positivo. Como defensora de Derechos humanos y traductora, mi única técnica y guía de trabajo fue la metodología de la defensa participativa con las mujeres. Como trabajadora del Centro de Derechos de la Mujer he aportado mi tiempo y mi atención en la escucha activa. COMO VIVIMOS EL PROCESO… Cuando una mujer acude a la oficina hay que crear un clima de confianza; presentarse y explicarles de forma breve el objetivo del CDMCH, tratando de promover un diálogo directo en su propio idioma. Se les pide que narren su problema y cómo ha sido la violencia con su agresor, al mismo tiempo que se recibe y se documenta el caso.
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También generamos un análisis para hacer consciencia de la violencia, y así cuestionar, por qué la permitimos y cuáles son los espacios de la misma. También reflexionamos sobre como, desde la división de trabajo entre hombres y mujeres que se nos ha enseñado históricamente, se promueve la subordinación y discriminación de las mujeres. Se le cuestiona sobre qué derechos cree que tiene como mujer, y en el caso de las indígenas, como nuestros usos y costumbres violan el derecho de las mujeres, aunque sabemos que también hay cosas buenas en esa tradición. La mujer, siempre que acude a las oficinas del Centro, llega en busca de una licenciada para que la defienda y tome su caso, pero después de platicar con ella se vuelve en defensora y acompañante de su propio caso. La consciencia le otorga muchas estrategias que la fortalece y anima, le permite generar medidas de seguridad ante su agresor y tener una vida digna.
Otro paso es explicarles sus opciones por la vía jurídica y cómo es el proceso de justicia. Se le pregunta si desea iniciar una denuncia ante las autoridades competentes, si requiere de una atención psicológica para fortalecer su autoestima e irse preparando para narrar la violencia vivida ante las autoridades competentes, o a donde se vaya acudir (en cualquiera de los tres sistemas: tradicional, autónomo y derecho positivo). En ese acompañamiento a las víctimas existen también amenazas de los agresores y de los abogados particulares. Algunas veces, cuando se acompaña al funcionario público para entregar notificaciones al agresor, nos han recibido con pistola en mano, cubetazos de agua fría, o nos echan a los perros encima. Todas son amenazas para asustarnos y para que olvidemos nuestro propósito. Todas estas vivencias aumentan más mi valor y, algunas veces, la rabia necesaria para seguir defendiendo los derechos humanos que tenemos las mujeres. Como defensora, he ganado mucha experiencia para acompañar a las mujeres, se ha ido fortaleciendo mi corazón en la defensa de los derechos humanos, y al mismo tiempo he construido algo nuevo en mi vida cotidiana. Sobre los casos que el Centro acompaña es importante señalar que algunas mujeres han llevado un proceso más institucional, de puras leyes; y es cierto que en ese proceso como ellas lo señalan, no han encontrado la justicia. Parece que las autoridades y jueces invisibilizan toda la violencia que viven las mujeres. Por ejemplo, los jueces llevan a las mujeres a su cubículo, y a mí no me dejaban entrar; así que la mujer debe estar fuerte, tiene que pelear, saber exigir sus derechos ante el juez y tener claro qué va a solicitar. En algunas diligencias he visto que las mujeres salen tristes o llorando; entonces, como defensora las ayudo a fortalecer su corazón, a animarlas y a ver su realidad para seguir analizando las posibilidades del caso. Es comprensible que las mujeres se desanimen porque no hay justicia, al mismo tiempo que hay un desgaste físico y económico debido a que los juzgados están alejados y deben viajar a otra ciudad para el seguimiento jurídico; además, la ley no se aplica tal como es, o a los funcionarios públicos les han pagado para alargar el proceso. Todas estas experiencias en el acompañamiento de las mujeres son diferentes, y se va aprendiendo y conociendo la mala atencion de la procuración de justicia; también se sabe de la buena voluntad de algunas instituciones o autoridades tradicionales que han tenido confianza en mí y saben del papel que juegan para buscar una solución juntos y dar solución al problema. También sabemos de la importancia de la mediación en el dialogo, para que en la conciliación se respeten los derechos humanos de la mujer. Esto es un poco del proceso en el acompañamiento de las mujeres, y para mí lo más rico de toda esta experiencia es asumirme como mujer indígena y feminista, anti-capitalista, anti-patriarcal y anti-neoliberal. Agradezco a la mujer amiga y maestra luchadora feminista doctora Mercedes Olivera, que me hicciera ver las corrientes feministas que existen en México y Chiapas. Desde entonces sigo cuestionando los usos y costumbres que tienen los pueblos indígenas-mayas, para no permitir que se sigan violentando los derechos humanos. Seguiré apoyando a las mujeres en una lucha que continuaré desde otros espacios. Acompañada de mi familia, y valorando todos mis logros en esta faceta de defensora de Derechos Humanos, continúo un trabajo de sensibilización, lucha y defensa desde el Comité Ciudadado por la Defensa del Pueblo (COCIDEP), como le he venido realizando desde hace veintiún años. Amigas y compañeras, las exhorto a seguir a nuestro corazón para evidenciar toda esa violencia que nos vulnera como mujeres y omite los derechos humanos de las mujeres.
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“Cuando los partido políticos están en campaña prometen tantas cosas al pueblo y cuando ya están en su puesto se olvidan de todo lo que prometen, olvidándose de nosotros, lo mismo vimos en la película para convencer a la gente ofrecen calles, escuela, clínica y trabajo, pero es pura mentira y como está la pobreza en nuestra vida, aceptamos fácil el engaño” (poblador de Aguacatenango, Venustiano.
Reconstruyendo la historia de lucha y resistencia de las mujeres en la región Altos de Chiapas FRANCISCO CUITLAHUAC AGUILAR PINTO
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os Colectivos de mujeres de la región Altos realizaron el encuentro de colectivos que se efectúa año con año, con el objetivo de evaluar sus procesos de construcción durante los ocho años de lucha. La reunión se realizo en Septiembre, en la comunidad de Aguacatenango, para revisar cómo su trabajo ha contribuido a la transformación de la vida de las mujeres en los diversos espacios: íntimo, privado y público, así como en su caminar por el ejercicio de los DDHH. Durante la actividad se elaboró un altar maya con flores, velas, juncia, tierra, frutas y verduras que ellas cultivan, para realizar un ritual tradicional y agradecer a la madre tierra por todo los bienes naturales que nos proporciona, por las cosechas que son nuestro alimento y para pedir que el encuentro se realice con éxito. Esta es una práctica rescatada por las mujeres de los colectivos, porque se estaba perdiendo en sus comunidades. Frente al altar, las mujeres de cada colectivo realizaron un intercambio de productos tradicionales con el fin de fomentar for-
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mas ancestrales de comercio, prácticas perdidas en nuestras culturas, quitarle valor al dinero y desarrollar lo local, pues desde la práctica de las mujeres es una forma de resistir y golpear al Sistema Capitalista Neoliberal Patriarcal al no seguir el juego al capitalista de mercado global. Esté fue un espacio para que las compañeras de cada colectivo conozcan lo que otros colectivos realizan en este ejercicio de la defensa de los derechos a nivel local y regional, y saberse acompañadas en sus luchas dentro y fuera de su comunidad. Con respecto al accionar político que los colectivos han tenido, coincidieron en que cada vez más, las mujeres realizan acciones en defensa de los DDHH y derechos de las mujeres, entre ellos diálogos con autoridades locales y regionales, la sensibilización en cada comunidad, denuncias públicas cuando se están violando los derechos y formar parte de las acciones que como movimiento en defensa de la tierra y el territorio se promueven, así como la marcha en contra de la militarización de los ejidos y comuni
“Las actividades que hacen las mujeres son importantes por que como jóvenes hay cosas que no sabemos, que antes los abuelos lo hacían hay usos y costumbres que son buenos rescatar como el altar maya, los trajes originarios, la mayoría se está perdiendo prácticamente el sistema nos está despojando de nuestras formas de pensar, actuar e incluso de nuestra organización como comunidad” (joven de Aguacatenango, Venustiano Carranza).
dades de esta región en el año 2013. Valoraron que la violencia en sus comunidades ha ido disminuyendo gracias a la información dada en las acciones amplias en cada comunidad y de la promoción de los derechos de las mujeres. Así lo relata Martha: “Nosotras conocemos nuestros derechos y los hacemos valer en nuestra familia y con la pareja, antes sufríamos violencia con los hombres pero ahora nos respetan y nos dejan salir de la casa a conocer, y esto lo hemos informado a otras mujeres de la comunidad que se acercan cuando tienen problemas y las acompañamos con la autoridad para que las respeten” (María Martha de Aguacatenango, Venustiano Carranza). Entre los logros más destacados están; que con las autoridades locales de cada comunidad se han tenido diversos diálogos, en los cuales se ha sensibilizado a sus integrantes sobre los derechos de las mujeres a participar y formar parte de la toma de decisiones comunitarias, además de darles a conocer los trabajos que cada colectivo realiza en su comunidad
“Nosotras conocemos nuestros derechos y los hacemos valer en nuestra familia y con la pareja, antes sufríamos violencia con los hombres pero ahora nos respetan y nos dejan salir de la casa a conocer, y esto lo hemos informado a otras mujeres de la comunidad que se acercan cuando tienen problemas y las acompañamos con la autoridad para que las respeten” (María Martha de Aguacatenango).
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ejercicio y difusión de sus derechos, así como lograr que apoyen en dichas actividades y participen en las mismas.
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n este mismo sentido de la relación con las autoridades, se rescata la importancia de continuar con los diálogos debido a los cortos plazos que tienen en el cargo, dejando a nuevos compañeros que continúe con esta labor de diálogo con las mujeres e identificar como el sistema engaña a los pueblos a través del gobierno y sus programas asistencialistas, que controlan la vida de los personas, principalmente el de las mujeres, también de cómo los partidos políticos ofrecen tantos beneficios para la población de las comunidades y ejidos, pero cuando llegan al poder no cumplen con estas promesas, dejando a los pueblos en una situación de mayor vulnerabilidad y pobreza. Por lo que las mujeres pueden reconstruir la historia de su lucha, y su caminar hacia el ejerció de sus derechos humanos y para continuar con esta resistencia realizaron propuestas y concretaron acciones especificas para lograr ese cambio por el respeto de los derechos de todas y todos. También dotan de gran significado el trabajo de cultivo por ser una actividad que fortalece los colectivos. El cultivo que practicamos es muy importante para demostrar a nuestra familia que podemos trabajar la tierra y que tenemos derecho a tenerla como mujeres, el producir nuestros alimentos es
la forma en que nosotras tenemos para luchar contra el sistema y resistir ante el capitalismo neoliberal, al mismo tiempo que respetamos y cuidamos a nuestra madre tierra, estas son algunos de las ideas de las mujeres en este análisis colectivo. Las mujeres refieren como experiencias: “Yo comparto mi experiencia como parte del colectivo, con la defensa cuando a mi hija le quitaron su niña, nos organizamos como colectivo y con las compañeras del centro fuimos en diferentes espacios, dialogamos con un pastor para poder lograr que mi nieta regresara con nosotras, gracias a las compañeras del Centro de Derechos que nos han enseñado a Odi, Rosita, etc. He perdido el miedo a hablar fui al DIF, al ministerio público para resolver el caso, eso da mucho gusto sentirse valorada por los que tienen cargos”dijo (María Espinoza Aguacatenango, Venustiano Carranza). “Antes no había cultivo, pero desde cuando empezamos a trabajar la tierra estamos haciendo la defensa y cuidado de la tierra y el territorio. N queremos ir a comprar en la tienda las verduras, frijol y maíz, entonces tenemos que rescatar formas antiguas de producir nuestros alimentos. Y también luchar por el reconocimiento de mujeres en la toma de decisiones de la comunidad. Todo el trabajo del cultivo lo hacemos orgánico, lo limpiamos a mano y no usamos químicos como lo hacen de forma tradicional” (Alberta Gómez La Grandeza, Amatenango del Valle)