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estudios
Páginas 5-14
Hacia un Pacto Educativo Global: entre la urgencia y la utopía Juan Antonio Ojeda Ortiz, fsc
MISIÓN
estudios
Hacia un Pacto Educativo Global: entre la urgencia y la utopía Juan Antonio Ojeda Ortiz, fsc Responsable de Educación de la OIEC (Oficina Internacional de la Educación Católica) y Consultor de la Congregación para la Educación Católica
Síntesis del artículo El autor, desde su amplia experiencia en ámbito educativo e institucional, explica qué es el Pacto Educativo Global y las motivaciones que han inspirado al Papa Francisco a impulsar una alianza mundial de estas características. Se trata de afrontar la actual “emergencia educativa” y promover el derecho a la educación para todos, especialmente para los más empobrecidos. En esta tarea es urgente implicar a gobiernos e instituciones internacionales en una verdadera revolución para alcanzar una educación de calidad que dignifique y humanice. #PALABRAS CLAVE: alianza global, educación, dignidad, participación, jóvenes.
Abstract The Global Compact on Education is explained by the author who has a wide expertise in both educational and institutional fields. He also tells us about the causes that have inspire Pope Francis to promote this global alliance. The main reasons can be found in the present “educational emergency” that must be face and also in the need of promoting the right to education especially for the poorest. Finally, the article underlines how necessary is the governments and institutions to be involved in this revolution to achieve a quality education able to dignify and make people more human. #KEYWORDS: Global Compact on Education, education, dignity, involvement, youth people.
Al comenzar a escribir me pregunto si todos han oído hablar del Pacto Educativo Global, si se sienten convocados; si se sienten responsables, corresponsables, e incluso, artífices del mismo; si se han movilizado para construirlo junto con otros y si realmente van avanzando hacia la consecución del mismo. Vayamos por parte, para conocer y comprender este llamamiento; analizar qué significa e implica; descubrir qué podemos y debe-
mos hacer, personalmente y comunitariamente; al igual que, cómo comprometernos en su construcción. Eso nos permitirá dilucidar si es una urgencia, o una utopía; si es una necesidad determinante de nuestro futuro personal y ecosocial; si es una utopía alcanzable o irrealizable; o incluso es toda una oportunidad para cambiar y mejorar, para construir juntos un mundo más humano, solidario, fraterno y sostenible a través de la educación.
6 Convocatoria y relanzamiento El 12 de septiembre de 2019, el Papa Francisco hacía un llamamiento al mundo, convocando a todos a la reconstrucción de un Pacto Educativo Global y señalaba una fecha clave de encuentro y relanzamiento, que hubiese sido el pasado 15 de mayo de 2020, pero la pandemia lo echó por tierra, obligando a retrasar dicho acto. Posteriormente, el 15 de octubre de 2020, la Congregación para la Educación Católica organizó un Encuentro en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, retransmitido al mundo, en el que intervino el Papa con un videomensaje, volviendo a invitar a construir, entre todos, esta alianza global e indicó siete compromisos básicos a trabajar juntos, para su adecuada implementación. Ya antes, en noviembre de 2015, en la Audiencia Especial que concedió el Papa a los participantes en el Congreso Mundial de la Educación Católica, dijo que el pacto estaba roto: “Es cierto que no solo los vínculos educativos están rotos, sino que la educación se ha vuelto demasiado selectiva y elitista… Esta realidad global nos avergüenza. Es un hecho que nos lleva a una selección humana y que, en vez de unir a las personas, las aleja; aleja también a los ricos de los pobres; aleja a una cultura de otra… El pacto educativo entre la familia y la escuela se ha roto. Hay que volver a empezar. Incluso el pacto educativo entre la familia y el Estado está roto… Y aquí viene nuestro trabajo de búsqueda de caminos nuevos”1. Vemos como, desde hace tiempo, el Papa nos empuja a reconstruir este pacto, en todas sus dimensiones y con todos los actores directos e indirectos del proceso educativo. Señala que es una vergüenza el deterioro de las relaciones humanas, esta deshumanización creciente que padecemos.
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PAPA FRANCISCO, Congreso Mundial “Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva”, 21 de noviembre de 2015.
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En este diagnóstico también coincide la UNESCO. En su Informe titulado “Replantear la Educación. ¿Hacia un bien común mundial?” (2015) se explicitan muchas coincidencias con lo que el Papa y la Iglesia nos viene planteando. Para mostrarlo mejor, extraigo unos breves textos de dicho informe, veamos cuatro de ellos. El primero sobre la urgencia de transformar la educación: “Nunca ha sido más urgente replantear la finalidad de la educación y la organización del aprendizaje” (p. 10). Conscientes de los desafíos actuales, nos invita a crear nuevos modelos de vida y sociedad: “Estos cambios obligan a esforzarse por estudiar planteamientos alternativos del progreso y del bienestar de la Humanidad” (p. 20). En tercer lugar, también la UNESCO nos llama a dialogar, centrarnos en la persona, promoviendo algunos valores y principios para lograr la sostenibilidad y la paz: “Es una llamada al diálogo inspirada por una concepción humanista de la educación y el desarrollo que se basa en los principios de respeto a la vida y a la dignidad humana, igualdad de derechos y justicia social, respeto de la diversidad cultural, así como solidaridad internacional y responsabilidad compartida, todos ellos aspectos fundamentales de nuestra humanidad común” (p. 14). Así mismo, señala el eje central de los cambios y mejoras a introducir, que consiste en mejorar las relaciones con los demás y con la naturaleza. Ambas relaciones las ha desarrollado el Papa en sus Encíclicas Fratelli tutti y Laudato Si’. A este respecto, en el Informe se dice: “Apoyar y aumentar la dignidad, la capacidad y el bienestar de la persona humana en relación con los demás y la naturaleza debe ser la finalidad esencial de la educación en el siglo XXI” (p. 36). Vemos que el escenario ha cambiado y por lo tanto la educación debe cambiar. En las últimas décadas se venía evidenciando ya la decadencia de los sistemas educativos y cómo la educación se introducía cada vez más en un callejón sin salida. Se sigue man-
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teniendo una propuesta caduca y descontextualizada, ajena a las necesidades y desafíos actuales de las personas, la sociedad y la casa donde habitamos, incapaz de salir de su zona de confort, de ir más allá de sus cuatro paredes. En Evangelii Gaudium (2013), el Papa nos habla de una Iglesia en salida, de una escuela en salida, que sea capaz de ir a las periferias, a las fronteras y atender a todos, especialmente a los más desfavorecidos, excluidos, descartados, “últimos”. Veníamos hablando de “emergencia edu cativa”2 en las últimas décadas, tanto la sociedad civil como la propia Iglesia. Recientemente, el pasado 15 de octubre de 2020, el Papa Francisco, en su videomensaje con motivo del Encuentro para el relanzamiento del pacto, aludiendo a la profunda crisis que estamos viviendo con la Covid-19, indicaba que esta emergencia se había convertido en “catástrofe educativa”, como lo vienen indicando diversos organismos internacionales y expertos, ante los millones de niños que se están viendo obligados a abandonar la escuela por la crisis sanitaria y económica; así como el aumento de la brecha educativa, que en palabras del Papa Francisco, en ese mismo mensaje, nos decía: “Brecha educativa ya alarmante, con más de doscientos cincuenta millones de niños de edad escolar excluidos de cualquier actividad educativa”. 2
Así lo indicaba el Papa Benedicto XVI (junio de 2007), en su discurso a la Asamblea Diocesana de Roma: nos encontramos en “emergencia educativa”. Decía el Papa en esa ocasión: “Cualquier labor de Educación parece cada vez más ardua y precaria. Por eso, se habla de una gran ‘emergencia educativa’, de la creciente dificultad que se encuentra para transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento, dificultad que existe tanto en la escuela como en la familia, y se puede decir que en todos los demás organismos que tienen finalidades educativas”. Igualmente lo señala la Congregación para la Educación Católica, en la introducción del Instrumentum laboris: “Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva” (2014): “La cultura actual está atravesando distintas problemáticas que provocan una difundida “emergencia educativa” (p. 5).
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Por lo tanto, urge diagnosticar la actual educación y transformarla para mejor responder al presente y al futuro, para que llegue a todos y nadie resulte excluido. Todos tienen derecho a la educación y que ésta sea de calidad, dignifique y humanice, sea inclusiva, sirva a las personas y a sus contextos.
Todos convocados Hemos de afrontar este pacto entre todas las personas, presentes en los diferentes sectores de la sociedad, porque la educación es cosa de todos. Debemos afrontar este desafío, de transformar la educación, desde, con y para todos. El Papa Francisco así lo anunció cuando lanzó la convocatoria de esta alianza. Además, en el mensaje del 15 de octubre nos lo repetía: “Hacemos un llamamiento de manera particular a los hombres y las mujeres de cultura, de ciencia y de deporte, a los artistas, a los operadores de los medios de comunicación, en todas partes del mundo, para que ellos también firmen este pacto y, con su testimonio y su trabajo, se hagan promotores de los valores del cuidado, la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la acogida del otro y la fraternidad. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil”. Así mismo, en dicho acto, la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, indicaba igualmente que “necesitamos un nuevo compromiso de la sociedad entera, a favor de la educación”, al tiempo que expresaba que “la UNESCO está encantada de estar con el Papa en esta empresa y ser parte activa de la consecución de este convenio, porque sus objetivos reflejan los nuestros”. Y añadía: “También queremos construir un mundo basado en la justicia, la solidaridad y la dignidad, a través de la cooperación y la educación internacional, revelando así nuestra común humanidad”. Así pues, con el concurso de todos, esta utopía será alcanzable. Nos debe llenar de satisfac-
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ción y retar a la acción, ver que la sociedad civil y la Iglesia unen fuerzas para mejorar la educación y que ésta llegue a todos con gran calidad, para transformar vidas y contextos. Así pues, todos estamos llamados, convocados a construir juntos este Pacto Educativo Global. Sin duda, al Vaticano, a los gobiernos y a las autoridades de los organismos internacionales y de los países del mundo, les corresponde desempeñar un papel y desarrollar una serie de iniciativas y acciones para avanzar en este pacto. Pero también, a los que estamos en primera línea, en los centros educativos y aulas (estudiantes, docentes, familias, colaboradores); en el trabajo cotidiano de las ONG; asociaciones de vecinos, de la cultura o la política local; artistas, deportistas, economistas, empresarios y demás sectores de la municipalidad y las autoridades de la misma, también debemos implicarnos de manera activa, participativa, colaborativa, en la construcción, desde las realidades concretas que vivimos en nuestros barrios, distritos, ciudades. Hemos de desentrañar los problemas y dificultades, los aciertos y errores, los desafíos urgentes y lo caduco, lo nuevo que crear e incorporar al proyecto educativo de cada entidad y lo viejo que hay que eliminar.
Urge actuar, pasar ¡ya! a la acción No nos podemos quedar en los titulares, en el mero conocer o intentar comprender el significado y alcance de este llamado. Tampoco podemos dilatar los tiempos hablando y hablando, solo por hablar; y, seguir en la inacción. No debemos perder tiempo. Urge pasar a la acción, urge desbrozar el camino hacia el pacto, arrojar luces, identificar los problemas y necesidades, lo nuevo a incorporar y tejerlo de forma armónica e integrada, consensuándolo con los otros.
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Hemos de comprender que lograr esta alianza es responsabilidad de todos. Por ello hay que trabajar juntos, lograr consensos y compromisos asumibles por todos y, desde ahí, seguir avanzando. Es necesario dialogar, escuchar de forma activa y humilde, tratar de comprender los argumentos y propuestas de los otros. Supondrá un esfuerzo por parte de todos, buenas dosis de empatía y compasión, pues vivimos inmersos en nuestras visiones y egoísmo, en nuestra “autorreferencialidad”, como el Papa Francisco ha señalado en diversas ocasiones. Nos cuesta ver la vida y lo que acontece desde los otros. Todo esto supone cambiar la mirada y ver la educación no sólo desde nuestro prisma, conocimientos y experiencias. Sino ser capaces de verla y analizarla desde los otros, desde el impacto real que está teniendo la educación que venimos impartiendo y, a partir de ese análisis, buscar juntos los criterios y acciones a modificar o a introducir. Vivimos en un mundo cada vez más plural y complejo. No podemos afrontarlo y proponer soluciones de mejora como francotiradores, de manera aislada y fragmentada. Hoy es más urgente y necesario que nunca la colaboración, en pequeños y medianos grupos y a través de la colaboración masiva, en la que participan miles y millones de personas para crear una nueva educación para todos. El Papa nos invita a escuchar a todos, creyentes y no creyentes. Incluso nos vienen invitando reiteradas veces a escuchar a los niños y jóvenes, a escuchar a las nuevas generaciones, primeros y principales destinatarios de la educación. Desea que tomen parte activa y colaborativa, que expresen y escuchemos sus deseos y esperanzas, que propongan cambios y mejoras en el qué, cómo y para qué educar. Permitidme iluminar este aspecto tan nuevo e importante, ya que vivimos en un mundo adultocéntrico, con algunos gestos y palabras del Papa Francisco y que he recogido en
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el libro “Luces para el camino. Pacto Educativo Global”, que coordiné desde la OIEC (Ojeda et al., 2020, pp. 70-71): En el 2018 convocó el Sínodo de Jóvenes y tuvo con ellos una Audiencia General el 6 de octubre de 2018, supo ponerse abajo y dar el estrado a los jóvenes, todo un gesto que muestra un cambio de paradigma. En el Instrumentum laboris preparatorio de dicho Sínodo, titulado: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, en el punto 4 se decía: “estamos invitados a escuchar y a mirar a los jóvenes en las condiciones reales que se encuentran”. En la convocatoria del Pacto Educativo Global, el 12 de septiembre de 2019, el Papa invitaba específicamente a los jóvenes a participar activamente: “Apelo también a vosotros, jóvenes, para que participéis en el encuentro y para que sintáis la responsabilidad de construir un mundo mejor”. También, con motivo del Encuentro Mundial: “I Can Children’s Global Summit”, organizado por la OIEC y Design for Change, en la Audiencia Especial, en el aula Pablo VI, el 30 de noviembre de 2019, ante más de 3500 niños y jóvenes llegados de más de 43 países del mundo, participantes en el Proyecto ¡YO PUEDO! y que habían realizado miles de proyectos de cambio, les dijo y nos dijo: “Los adultos también podemos aprender de los jóvenes que, en todo lo que concierne a la conservación de la naturaleza, están a la vanguardia”. También en el Instrumentum laboris, sobre el Pacto Educativo Global, al final del bloque tres (“La visión”), se indica claramente: “Hoy, esta última invitación se dirige a todos aquellos que tienen responsabilidades políticas, administrativas, religiosas y educativas: es el momento de escuchar el grito que surge de lo profundo del corazón de nuestros jóve-
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nes. Es un grito de paz, un grito de justicia, un grito de fraternidad, un grito de indignación, un grito de responsabilidad y de compromiso para cambiar con respecto a todos los frutos perversos generados por la actual cultura del descarte”. Recientemente, al Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede, el 9 de enero de 2020, el Papa Francisco destacaba: “Educar exige entrar en diálogo leal con los jóvenes. Ante todo, ellos son quienes nos interpelan sobre la urgencia de esa solidaridad intergeneracional, que desgraciadamente ha desaparecido en los últimos años”. Por último, en el Encuentro del 15 de octubre de 2020, entre los siete compromisos que nos propuso como sustrato del pacto, en el segundo de ellos decía: “Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona”. Escuchémosles, dejémonos sorprender e interpelar por ellos, confiemos, aprendamos con ellos y co-creemos juntos ese pacto local y global. Así pues, todos convocados. Todos implicados en la construcción de esta alianza.
Construyámoslo desde lo local a lo global Podríamos empezar a construir este pacto, junto con otros, desde los centros educativos: escuelas, institutos, universidades u otras entidades educativas. Reflexionando, buscando, soñando, proponiendo pistas, indicando criterios y acciones a acometer. En ellos, hay que involucrar, implicar, en cada centro, a los niños, adolescentes y jóvenes, a sus familias, al cuerpo docente, a los directivos y a los colaboradores. Planificar y desarrollar con ellos diferentes tipos de reuniones más o menos amplias; homogéneas (por
10 colectivos) o heterogéneas en distinto grado (estudiantes y docentes; estudiantes, docentes y familias; etc.), reuniones con diferentes finalidades: soñar o compartir inquietudes; indicar posibles cambios o mejoras; reuniones para acordar, consensuar, decidir esas transformaciones; reuniones para planificar, poner en práctica y seguir los acuerdos alcanzados. Es importante experimentar, probar desde la práctica lo diseñado y desde ahí aprender, evidenciar que es posible, válido y seguir avanzando. Una vez que vamos progresando en estas reflexiones, entre los agentes educativos de un mismo centro u asociación, podemos abrirnos y dialogar con los agentes educativos de otros centros del barrio, distrito o ciudad. Juntando a los estudiantes de los distintos centros, a profesores, a familias, en grupos homogéneos o heterogéneos. Compartir inquietudes y esperanzas, intereses y expectativas. Llegar a acuerdos sobre qué proyectos de mejora diseñar e implementar conjuntamente para analizar los resultados y afinar las propuestas y mejoras. Aunando voluntades para que todos se comprometan a dar continuidad a lo acordado. Manteniendo viva la colaboración para implementar la mejora continua.
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Igualmente, dialogar con los diferentes sectores de la municipalidad (escuelas, universidades, empresas, asociaciones, ONG, cultura, deporte, autoridades…), construyendo juntos ciudades que educan (inclusivas, pacíficas, justas, fraternas, sostenibles), en las que cada ciudadano se sienta valorado y dignificado. Coordinando y sumando esfuerzos con las iniciativas existentes en pro de las ciudades educadoras: “Ciudades del aprendizaje”, impulsadas desde la UNESCO; la “Ciudades educadoras” impulsadas desde la Asociación Internacional de Ciudades Educadoras; etc. Construyendo juntos y dando vida real al pacto local, avanzando hacia el pacto global. Para hacer todo esto, existen diferentes dinámicas que nos pueden ayudar en estas reuniones, encuentros o jornadas; así como facilitar que todos participen y compartan sus inquietudes, sus conocimientos y experiencias. Es muy importante y crucial escuchar a todos. No hay espacio en el presente artículo para explicar estas metodologías, recursos y dinámicas, por ello sólo las nombro. Las podéis conocer o encontrar en internet u otras fuentes. En este proceso de caminar hacia el pacto, de construirlo con otros próximos o lejanos, es necesario atender a los “cómo”. La meto-
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dología empleada condiciona la calidad de la reflexión y la búsqueda en común, e igualmente, el acierto y rigor de los resultados y decisiones. Algunas de estas metodologías pueden ser: Open Space (Harrison Owen, et al.); Design for Change (Kiran bir Sethi); Indagación apreciativa (Miriam Subirana et al.); Dragon Dreaming (John Croft); Modelo Grow (John Whitmore); así como las dinámicas de grupo conocidas: Phillips 66; Lluvia de ideas o brainstorming; cuchicheo; discusión guiada; técnica 6.3.5; etc.
Fuentes básicas que nos convocan e inspiran Para comprender y afrontar con rigor el pacto, podemos acudir a diversas fuentes que nos invitan y describen cómo iniciar el camino junto a otros. De forma breve os comparto algunos de los documentos a tener en cuenta. En primer lugar, el Mensaje de lanzamiento del Pacto Educativo Global del Papa Francisco, el pasado 12 de septiembre de 2019, en el que nos invitaba a “construir el futuro del planeta y a invertir los talentos de todos, pues cada cambio requiere un camino educativo… que involucre a todos”, y nos hablaba de construir una “aldea de la educación” en la que se comparte y se crea una red nueva de relaciones entre las personas y con la naturaleza, un nuevo modelo de vida. Al mismo tiempo, nos señalaba que, para alcanzar los objetivos, debemos implementar tres pasos, con “valentía”: “colocar a las personas en el centro” […] “invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad” […] “formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad” […] ya que “el servicio es un pilar de la cultura del encuentro”. Por último, invita a promover e impulsar juntos este pacto. En segundo lugar, la Congregación para la Educación Católica, nos ofreció a finales
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de 2019 el Instrumentum laboris 3 titulado “Reconstruir el Pacto Educativo Global”, para orientar la reflexión y participación de los diferentes agentes relacionados directa o indirectamente con la educación. Su contenido se desarrolla en cuatro bloques: El bloque uno, nos habla del “proyecto”, nos invita a comprometernos juntos, en este proceso de transformación, a respetar la diversidad y contar con todos para responder a la emergencia educativa, a visualizar la fraternidad y el vivir al servicio de los demás. En el bloque dos, se nos invita a reflexionar sobre “el contexto” actual en el que se enmarca la educación hoy. En él se señala la ruptura de la solidaridad intergeneracional; la egolatría; el desafío de las TIC en educación (puestas hoy en evidencia con la pandemia); educar desde dentro de la persona; reconstruir la identidad, el ser, la vida interior y los vínculos; el no al descarte de los ancianos y niños (ni de nadie); la crisis ambiental, que todo está conectado y que apostemos por una educación integral. Luego, en el bloque tres, se recoge y presenta “la visión”, en él se nos habla de unidad en la diferencia, de tejer la cultura del encuentro y trabajar por una cultura de fraternidad; poniendo en el centro las relaciones entre las personas; educar integralmente (cabeza, corazón, manos); con la confianza cierta que el mundo puede cambiar; para ello debemos escuchar a los jóvenes, especialmente en su grito: “no a la injusticia y al descarte”; y, poner en marcha “la revolución de la ternura”. Por último, en el bloque cuatro, se recoge “la misión”, en él se insiste en poner a la persona en el centro; que afrontemos la crisis ambiental y relacional, así como el cuidado de los demás y de la creación; se nos invita a dialogar y trabajar juntos; a ofrecer las mejores energías a la educación y ponerlas al servicio de los niños y jóvenes; y 3
Se puede descargar de: https://www.educationglobalcompact.org/en/tools/
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se propugna un cambio radical al enfocar la educación, afirmando que educar es servir y que se educa para que aprendamos a servir a los otros, a la comunidad. Una educación que ama, que acoge y trata con cariño a las nuevas generaciones, que salva y sana, una educación comprometida para mejor servir a los demás.
gularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando la cultura del descarte. 2. Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes. 3. Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
Por otro lado, en tercer lugar, debemos revisar los mensajes que se presentaron en el Encuentro del relanzamiento del Pacto Educativo Global4, que tuvo lugar en Roma el 15 de octubre de 2020 y que fue transmitido al mundo. Entre los mensajes, es de destacar el videomensaje del Papa Francisco, en él nos volvía a invitar a trabajar juntos en pro de un nuevo compromiso educativo e iniciar un camino compartido por todos, para construir un mundo diferente. En esta ocasión nos dice que educar es siempre “un acto de esperanza que invita a la coparticipación y la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia”5. Habría muchas cosas que resaltar de su discurso, pero aquí solo me detengo en compartir los siete compromisos que nos propuso como nucleares en la construcción del pacto. Son los siguientes: “Nos comprometemos personal y conjuntamente a: 1. Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su sin4
Video completo del encuentro, publicado por Vatican News: “Pacto Mundial sobre la Educación. Juntos para mirar más allá» 15 de octubre de 2020: https://www.youtube. com/watch?v=8L_FTyQOl-E
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Igualmente, en el lineamenta publicado por la Congregación para la Educación Católica, el 16 de abril de 2017, titulado: “Educar al humanismo solidario”, entre los cinco desafíos que se presentaban, uno de ellos es la globalización de la esperanza. Los otros cuatro son: humanizar la educación; cultura del diálogo; inclusión y la colaboración y creación de redes de cooperación.
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4. Tener a la familia como primera e indispensable educadora. 5. Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados. 6. Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral. 7. Salvaguardar y cultivar nuestra casa común” 6. Estos compromisos son claros y se explican por sí mismos. El problema está en su implementación. ¿Qué cambios hemos de introducir en nuestras aulas, centros y proyectos educativos para que, estos compromisos, sean una realidad cotidiana en la educación que impartimos? ¿Qué cambios curriculares, metodológicos, organizativos incorporar? ¿Qué nuevos roles han de desempeñar los docentes y estudiantes? ¿Cómo organizar y usar el espacio y los recursos educativos? ¿Cómo atender a todos, a la diversidad y a los “últimos”, para que todos se sientan acogidos, atendidos y nadie quede descartado? Junto con las palabras del Papa, se hicieron otras aportaciones en dicho Encuentro del
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PAPA FRANCISCO, Encuentro Global Compact on Education, 15 octubre 2020.
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15 de octubre de 2020. Intervino el Cardenal Giuseppe Versaldi, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica y Mons. Angelo Vincenzo Zani, Secretario General de la misma; la Directora General de la UNESCO, la Sra. Audrey Azoulay; varios jóvenes ofrecieron su testimonio. Podéis visualizar el video del evento y oír las diferentes intervenciones. Os darán pistas sobre cómo y por qué adentrarnos en esta alianza global. Por último, se pueden revisar diversos discursos del Papa e iniciativas de la Congregación para la Educación Católica en los que se nos dan pistas sobre la necesidad y urgencia del pacto y sobre cómo abordarlo. Existe, además, una web oficial7 del mismo, en la que se dan informaciones y se comparten las iniciativas que la propia Iglesia protagoniza o que han sido realizadas por otros en torno al pacto.
Luces para el camino Igualmente, podemos encontrar otras muchas fuentes en libros, artículos y otros medios que, desde diferentes iniciativas se han ido creando y publicando respecto al pacto. Por mi parte, os comparto el libro que coordiné a nivel mundial, desde la OIEC (Oficina Internacional de la Educación Católica), titulado: “Luces para el camino. Pacto Educativo Global. Una educación de, con y para todos. Hacia una sociedad más fraterna, solidaria y sostenible”8. Aportaron sus reflexiones y luces, para la construcción de esta alianza global, más de 220 personas, de más de 45 países del mundo, de los diferentes continentes. Fue elaborado entre los meses de marzo a junio de 2020, en la primera ola de la pandemia. Además de los prólogos, uno del Cardenal 7
Global Compact on Education: https://www.educationglobalcompact.org
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Se puede descargar gratuitamente en PDF, de: http:// oiecinternational.com/es/pacto-educativo-global/
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A. Óscar Rodríguez de Maradiaga y el otro de Philippe Richard (Secretario General de la OIEC). Contiene un capítulo introductorio a cargo de Mons. Angelo Vincenzo Zani, Secretario de la Congregación para la Educación Católica; se incluye, además, la convocatoria del Papa y el Instrumentum laboris, brevemente comentado y con dos propuestas metodológicas para su estudio e implementación, que se explican paso a paso, al final de cada bloque de dicho documento de trabajo. A continuación, se presentan las aportaciones de las personas del mundo, todas ellas responden a cuatro preguntas sobre las dificultades o resistencias al pacto, en qué mejorar la educación, cómo propiciar una educación integral y algunas otras luces o pistas. De esta forma, resulta fácil comparar y contrastar las respuestas, ver sus coincidencias y diferencias según perfiles y contextos.
14 Veamos, de forma breve, algunas de las principales coincidencias, según el perfil de los autores. Sin duda, la riqueza está en analizar todas y cada una de las aportaciones, son muy inspiradoras. Los resúmenes impiden captar la gran cantidad de luces aportadas, el valor de las mismas y los matices que nos inspiran y alumbran en el camino. Estas luces nos muestran la urgencia del pacto y que esta utopía es factible y alcanzable si todos nos comprometemos y trabajamos juntos. He aquí una breve síntesis. Las aportaciones están agrupadas en cuatro capítulos, según estos perfiles: Primer perfil, “escuchando a los niños/ jóvenes” (68 de 17 países). Ellos desean aprender lo que no les enseñamos en la escuela. Esperan que les eduquemos a aprender a ser personas y a convivir. Así, de los cuatro pilares del Informe Delors, priorizan esos dos, especialmente el primero, ya que quieren ser mejores personas, más empáticas y compasivas, fraternas, solidarias; que les eduquemos en valores y virtudes. Añaden un quinto pilar: aprender a cuidar el medioambiente. Igualmente, desean movilizarse, actuar ya, e indican que quieren, saben y pueden servir a los otros. Segundo perfil, “escuchando a personas del mundo” (94 de 25 países), en el que han participado Ministros y exministros de Educación, Presidentes de Conferencias Episcopales y Delegados de Educación, Cardenales, Obispos, Presidentes de Escuelas Católicas, Directivos de Centros, Profesores, Padres o Madres. Todos ellos coinciden en que hay que educar el ser. Educar integralmente (cabeza, corazón, manos), y no solo la mente. Impulsar los valores y la dimensión comunitaria, mayor colaboración entre la escuela, la familia y el contexto. Propugnan una escuela abierta a la vida, capaz de salir a la vida y traer la vida a la escuela. Ven urgente la colaboración de los docentes y de las escuelas, creando redes
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colaborativas, en la que compartir proyectos y crear otros juntos. Consideran necesario contar con profesores más competentes, apasionados, maestros de vida y cariñosos. Tercer perfil, “escuchado a los Superiores y Superioras Generales” (25). Nos indican poner la persona en el centro, impulsar una educación integral, redefinir el modelo de persona, sociedad y vida. Conciben la escuela: abierta, transformadora, de tiempo completo, que armoniza y atiende la educación formal y la no formal. Todos y todas insisten en que hay que trabajar más juntos, intercongregacionalmente. Y un cuarto perfil, “escuchando a expertos internacionales” (37). Nos invitan a recuperar el enfoque humanista de la educación, poner en el centro a la persona y propiciar una educación integral, de calidad y equitativa para todos, sin excluir a nadie. Hemos de trabajar en redes (de profesores, de escuelas…), prestar más atención a la diversidad y a los “últimos”. Incrementar y cuidar la formación de los formadores, que sean más humanos, profesionales y espirituales. Trabajar la ciudadanía global, la compasión activa, el compromiso ecosocial. Apuntan la necesidad y urgencia de transformar el currículo e introducir metodologías más participativas, colaborativas y de servicio.
A modo de conclusión Si todo esto no se queda en palabras, haremos factible y realidad la utopía y erradicaremos la urgencia, respondiendo con valentía y con nuestras mejores fuerzas a esta “catástrofe”, convirtiéndola en la fuente y en la oportunidad de la que manará una nueva persona y una nueva sociedad, más humana, más fraterna, más solidaria y más sostenible. No perdamos tiempo: ¡movilicémonos! Juan Antonio Ojeda Ortiz