Revista del CEFyL Nº5

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05 03

Publicación
abierta de
debates
políticos
 y
culturales Año
3
‐
Número
5 Noviembre
2011

Revista
del
Centro
de
Estudiantes
de
Filosofía
y
Letras

www.cefyl.net


05 03

Crisis mundial - Modelo de pais

SUMARIO

4 ¿Hay que profundizar el modelo?

La Argentina ante el resquebrajamiento del orden económico mundial Por Ezequiel Haro, militante de Socialismo Libertario en La Juntada

7 El Diluvio y el Arca de Cristina Por Movimiento universitario SUR

9 De la crisis mundial del capitalismo a la rebelión mundial de los pueblos Por Alejandro Kurlat – Nuevo MAS en corriente internacional Socialismo o Barbarie

12 El “modelo” ¿blindado ante la crisis? Por la Juventud del PTS

16 ¿”Argentina blindada”? Bonapartismo K, crisis mundial y los desafíos de la izquierda Por Juan Manuel Corbalan, Secretario General del CEFyL de la UJS-Partido Obrero en el Plenario de Izquierda

Batalla cultural

20 Sobre el último libro de Beatriz Sarlo en torno al kirchnerismo ¿Un paso más en la batalla? Por Emiliano Ruiz Díaz

22 Libro I: un nuevo capítulo del Rock Charla con Última Cifra, la banda de Puan que sigue creciendo Por Nacha Urre

25 Propiedad intelectual y soberanía: qué nos espera para estos cuatro años? Por Scann

29 La determinación y lo indeterminado: la visión kirchnerista de los medios Por G.B.

32 El discurso del Rey Por j la rata

35 Física y metafísica del estreñimiento: apuntes sobre la izquierda que no queremos Por Samsa

Organizacion sindical

40 Sobre el concepto de burocracia sindical Por Juan Pedro Denaday

43 De multiplicidades del sujeto sectarias a clasismos masivos: El caso de la Federación Obrera Regional Argentina(1905-1915) Por Martín Manuli argonautas@gmail.com

2

46 Precarización laboral en el Estado: causalidades y resistencias Por Ariel Arana y Hernán Izurieta

49 Aportes para la construcción de un nuevo sindicalismo democrático y de base Por El Cielo x Asalto – CAUCE en La Brecha Sindical

51 Con el Gringo en el corazón! y con su ejemplo… Por Manuela Sakin (Insurrexit en el MUI)

53 Trabajadores y estudiantes cruzados por la historia, esa que no se repite Por la Agrupación Norberto Blanco en la C.E.D.P.

Poesía, cuentos e historias de Buenos Aires 57 Tanto de tanto

Por Carlos Caporali

58 El basurero Por Carlos Caporali

60 Los siete pecados capitales del estudiante de Letras Por Esteban Abeledo

61 Una pequeña broma Por Esteban Abeledo

65 Grupo de literatura originaria 66 Inopinadamente, quizás en Buenos Aires Por Jazmín Bazán, estudiante de Historia

67 La perseguidora silenciosa Por María del Rocío Alfonso, estudiante de Letras

70 Pensar en encierro desde el encierro Por Olga Guzmán, Centro Universitario Ezeiza, Unidad 3

En la lucha >>

72 Del encuentro ninguna vuelve igual Experiencias en el Encuentro Nacional de Mujeres 2011 Por Comisión de Géneros del CEFyL

STAFF Revista
del
Centro
de
 Estudiantes
de
Filosofía
y
Letras

Cuerpo
de
redacción:
Ezequiel
Haro,
Ricardo
Andreu,
Gonzalo
Nicolás
Martínez
Ponti.
 Diseño:
Mario
a.
de
Mendoza


Crisis mundial Modelo de pais


¿Hay que profundizar el modelo?

La
Argentina
ante
 el
resquebrajamiento
del
orden económico
mundial Por
Ezequiel
Haro,
militante
de
Socialismo
Libertario
en
La
Juntada

L

4

Llevamos
ya
cuatro
años
de
crisis
mundial
del
capitalismo
y
en
los
últimos
meses
su
epicentro
se
trasladó
a
la zona
del
Mediterráneo.
Esto
se
evidenció
convulsivamente
en
los
países
del
norte
de
África,
primero
en
Egipto
y luego
especialmente
en
Túnez
y
Libia,
donde
el
alza
de
los
precios
de
los
alimentos
y
una
situación
económica social
explosiva
derivaron
en
una
crisis
política,
con
furibundas
revueltas
sociales
como
no
se
vivían
en
la
región
desde hace
por
lo
menos
cuarenta
años.
La
situación
más
radical
se
dio
lugar
en
Libia,
donde
explotó
una
guerra
civil
com‐ binada
con
la
pérfida
intervención
de
la
OTAN,
que
terminó
con
la
cabeza
de
Khadafi.
Esta
etapa
de
la
crisis
se
venía desarrollando
con
mucha
fuerza
durante
los
dos
últimos
años
en
la
zona,
pegando
fuertes
coletazos
para
instalarse también
en
el
sur
de
Europa:
Grecia,
España,
Portugal
y
en
menor
medida
Italia.
Estos
países
son
noticia
por
los derrumbes
bursátiles,
la
desocupación,
la
fuga
de
capitales,
las
deudas
estratosféricas,
los
salvatajes
a
los
bancos
y
los gobiernos,
los
ajustes,
la
crisis
política
y
el
crecimiento
de
las
manifestaciones
de
descontento
popular.
Esta
fenome‐ nología
que
tan
bien
conocemos
por
el
caso
argentino
de
una
década
atrás,
vuelve
a
evidenciar
los
límites
y
el
resque‐ brajamiento
del
paradigma
económico
político
neoliberal
que
ya
no
puede
dominar
y
ordenar
el
flujo
económico mundial,
como
lo
ha
hecho
desde
la
crisis
de
los
años
70
con
la
profundización
de
su
control
a
nivel
global
sensu
stric ‐ to,
luego
de
la
caída
del
muro
de
Berlín.
Esta
situación
signada
por
la
crisis
de
la
hegemonía
norteamericana
a
nivel mundial
y
el
ascenso
de
potencias
emergentes,
el
Grupo
de
los
BRIC
(Brasil,
Rusia,
India
y
China)
liderado
por
China, es
el
contexto
concreto
en
que
inevitablemente
debe
pensarse
la
situación
económica
de
nuestro
país.

¿En el camino hacia un nuevo modelo? Las claves del “éxito”

Las
voces
oficiales
y
los
desmejorados
corifeos
de
la
oposición
por
derecha
debaten
sobre
las
virtudes
y
los
desen‐ gaños
del
“modelo”
kirchnerista
en
función
de
explicar
el
estado
de
cosas.
Los
primeros
hacen
una
fuerte
apología de
su
exitosa
política
económica
haciendo
alarde
del
retorno
de
la
intervención
del
estado,
las
medidas
redistributi‐ vas,
el
crecimiento
económico
y
el
mayor
consumo,
entre
otras
virtudes.
Sus
detractores
justifican
semejante
creci‐ miento
(Argentina
es
el
país
que
más
creció
en
el
mundo
en
porcentaje
de
PBI
después
de
China
en
los
últimos
ocho años)
por
el
llamado
viento
de
cola
proporcionado
por
el
mercado
mundial,
producto
del
boom
de
las
llamadas
com ‐ modities,
y
en
especial,
de
los
alimentos.
La
intervención
estatal
es
más
bien
desdeñada
y
entendida
en
términos
gene‐ rales
como
un
entorpecimiento
innecesario
del
curso
de
la
economía
en
una
coyuntura
inmejorable
y
el
aumento
de salarios
y
por
ende
de
la
demanda,
es
el
mal
que
presiona
sobre
la
oferta
que
no
puede
absorberla,
generando
la
infla‐ ción.
 Ante
estas
dos
posiciones
entendemos
que
tanto
el
crecimiento
de
la
economía
como
los
límites
de
la
dinámica fomentada
por
las
políticas
económicas
oficiales
se
explican
por
otros
varios
motivos
que
pasaremos
a
desarrollar, recuperando
las
voces
de
otros
economistas
heterodoxos
como
Claudio
Katz,
Marcelo
Ramal,
Rolando
Astarita
y
Clau‐ dio
Lozano,
y
también
puntos
de
vista
ya
publicados
por
compañeros
de
Socialismo
Libertario
en
la
revista
La
Minga.
 El
llamado
“modelo”
kirchnerista
tiene
su
génesis
en
el
capítulo
argentino
de
la
crisis
económica
global
ocurrido
en 2001
y
contiene
elementos
que
perviven
de
la
etapa
precedente.
Por
ejemplo
la
competitividad
que
goza
hoy
nuestro país
se
explica
por
tres
factores
fundamentales
internos
vinculados
al
factor
externo.
En
el
plano
interno,
el
primero es
el
de
las
afamadas
ventajas
comparativas
del
capitalismo
vernáculo
dadas
por
la
renta
extraordinaria
que
generan las
tierras
pampeanas,
en
abundancia
y
calidad.
Sin
embargo,
aquí
entra
el
segundo
factor,
estas
ventajas
no
podrían haber
sido
tan
aprovechadas
de
no
haberse
producido
una
auténtica
mecanización
y
revolución
tecnológica
con
los agroquímicos
y
las
semillas
transgénicas
en
el
campo
en
la
década
del
noventa,
que
permitió
generar
las
condiciones estructurales
para
aprovechar
dicha
coyuntura.
El
tercero
es
el
factor
trabajo.
Con
la
crisis
se
efectuó
a
través
del
tra‐ bajo
sucio
de
Duhalde
una
transferencia
enorme
de
recursos
de
los
asalariados
al
capital,
gracias
a
la
mega
devalua‐ ción
y
la
pesificación
de
las
deudas,
ya
que
el
estado
se
hizo
cargo,
fiel
a
su
tradición
de
décadas,
de
las
deudas privadas.
A
su
vez
la
devaluación
generó
una
mejor
competitividad
de
cara
al
mercado
mundial
no
sólo
por
la
mone‐ da
devaluada
sino
por
la
depreciación
de
los
salarios
en
dólares.
 Sólo
viendo
este
cuadro
de
situación
puede
entenderse
lo
bien
que
los
sectores
beneficiados
por
estas
políticas, es
decir
los
grandes
capitales
vinculados
a
los
agronegocios
y
la
industria,
pudieron
aprovechar
la
coyuntura
interna‐ cional
favorable
para
el
despegue
económico.
Desde
inicios
del
Siglo
XXI
se
viene
dando
un
fenómeno
de
crecimien‐ to
 sostenido
 del
 precio
 de
 las
 llamadas
 commodities,
 que
 ya
 venía
 perfilándose
 en
 el
 siglo
 pasado,
 y
 una
 gran


Cristina
Fernández
y
Peter
Munk
–CEO
de
la
Barrick
Gold–
detrás
de
ellos
la
bandera
de
la
Barrick
Gold
Co.,
com‐ parteron
un
almuerzo
en
el
marco
de
la
Cumbre
de
los
20
países
más
poderosos
del
mundo,
en
2010. valoración
de
los
llamados
recursos
naturales
en
general.
Esto
generó
una
presión
para
orientar
la
economía
nueva‐ mente
hacia
los
productos
más
valorizados
por
el
mercado:
principalmente
en
nuestro
caso
la
soja.
En
el
campo
argen‐ tino
se
sembró
un
mar
de
soja
que
generó
una
fuerte
entrada
de
divisas
gracias
a
su
exportación.
Esto
se
combinó
con otras
actividades
extractivas
como
la
minería,
cuyas
ilusorias
promesas
de
desarrollo
y
progreso
tienen
un
costo
altí‐ simo:
destrucción
del
medio
ambiente
y
la
biodiversidad,
contaminación
del
agua
y
la
tierra,

y
saqueo
de
los
recursos naturales,
ya
que
las
mineras
multinacionales
se
llevan
los
metales
dejando
regalías
irrisorias.
 Este
“modelo”
extractivo
agroexportador
se
complementa,
dadas
las
condiciones
del
dólar
alto,
con
una
recom‐ posición
industrial
del
tipo
de
sustitución
de
importaciones
y
encadenada
al
desarrollo
agrario.
Lo
que
implicó
princi‐ palmente
un
aumento
en
la
actividad
de
la
industria
automotriz,
del
calzado
y
de
las
agroindustrias,
entre
otras.
A
su vez
esta
política
industrial
tuvo
su
estímulo
con
una
mayor
demanda
interna
producto
de
un
aumento
de
los
ingresos de
las
masas
populares
debido
a
medidas
estatales
de
reactivación
del
poder
de
compra
como
la
asignación
universal por
hijo,
las
mejoras
salariales
del
sector
formal
vía
paritarias
anuales,
el
abundante
crédito
bancario
financiando
al consumo
y
el
crecimiento
del
empleo
informal.

¿Por qué no estamos de acuerdo con profundizar el modelo? Extranjerización, inflación, precarización y desigualdad social

Esta
fuerte
expansión
de
la
economía
trajo
aparejada
una
serie
de
fenómenos
que
nos
alertan
sobre
su
posible
con‐ tinuidad
en
el
tiempo
y
dan
cuenta
del
carácter
de
ese
crecimiento,
es
decir,
de
quiénes
son
los
beneficiarios
del
men‐ tado
“modelo”.
En
primer
lugar
la
expansión
del
mismo
implicó
un
crecimiento
muy
notorio
de
la
concentración
y
la extranjerización
de
la
actividad
industrial.
Los
números
oficiales
son
implacables
para
señalar
este
fenómeno:
entre las
500
empresas
más
grandes
del
país,
292
son
extranjeras.
Producen
el
75%
del
total,
obtienen
el
86%
de
las
utilida‐ des
totales,
generan
el
54,6%
del
empleo,
invierten
el
81,5%
y
exportan
el
77,9%
del
total.
 Esta
notoria
realidad,
que
contrasta
con
la
retórica
oficial
nacional
y
popular,
es
un
terreno
altamente
contradicto‐ rio
para
el
kirchnerismo.
De
hecho
lejos
de
orquestar
políticas
económicas
en
contra
de
los
intereses
del
capital
tras‐ nacional
existe
un
visto
bueno
muy
claro
por
parte
de
este
para
la
marcha
de
la
economía.
Es
por
medio
del
apoyo
y el
consenso
de
buena
parte
de
estos
sectores
concentrados
de
la
economía
como
el
kirchnerismo
también
se
solven‐ ta
como
proyecto
político.
 Semejante
peso
de
esta
presencia
extranjera
no
hace
más
que
ser
un
fuerte
condicionante
en
la
dinámica
de
la
eco‐ nomía
por
distintos
motivos.
Mencionaremos
dos
de
los
principales:
genera
fugas
de
capitales
y
son
grandes
forma‐ dores
de
precios.
Al
haber
una
fuerte
tendencia
oligopólica
las
pocas
firmas
que
dominan
los
segmentos
del
mercado presionan
sobre
los
precios
de
los
productos
y
los
servicios
que
producen
y
comercializan
para
sostener
sus
tasas
de ganancia
y
no
relegar
un
ápice
ante
los
aumentos
de
salario
o
algún
cambio
coyuntural
en
el
mercado.
Lejos
de
apos‐ tar
al
aumento
de
sus
beneficios
mediante
la
reinversión
de
las
ganancias
en
la
producción
estas
empresas
prefieren generar
inflación
y
fugar
sus
capitales.
Por
otro
lado,
en
el
marco
de
la
crisis
mundial
existe
una
tendencia
al
retorno de
capitales
de
las
filiales
de
las
empresas
a
sus
casas
matrices
que
genera
inestabilidad
en
los
mercados
y
alienta
la especulación
financiera.
Este
fenómeno
se
vio
fuertemente
incrementado
en
el
2008
y
también
en
los
últimos
dos años.
Frenar
este
accionar
de
las
empresas
es
muy
complicado
para
el
estado
ya
que
en
general
muchas
de
ellas
ante

5


Es necesario alzar las voces críticas al modelo con el objetivo de encontrar eco en los sectores más desfavorecidos (acampe Qom en Buenos Aires).

6

el
hostigamiento
estatal
con
controles,
aumentos
de
impuestos
u
otras
medidas
contrarias
a
sus
intereses
prefieren cerrar
y
marcharse
a
otro
país
generando
problemas
económicos
y
sociales. Por
otra
parte
el
modelo
ha
fomentado
una
dependencia
del
sector
primario
de
la
economía.
Si
bien
la
industriali‐ zación
está
planteada
como
prioridad,
la
realidad
marca
que
el
peso
de
las
exportaciones
agrarias
es
determinante
en el
comercio
exterior
y
hay
una
presión
constante
por
expandir
la
frontera
de
la
soja.
Esto
genera
por
un
lado,
un
decre‐ cimiento
de
la
producción
de
otros
alimentos,
lo
cual
combinado
con
el
aumento
generalizado
de
los
alimentos
en
el mercado
mundial
genera
una
presión
en
los
valores
internos
de
los
mismos
que
golpean
al
bolsillo
de
los
trabajado‐ res,
licuando
los
aumentos
salariales
y
los
montos
de
las
asignaciones
y
relativizando
fuertemente
su
capacidad
de consumo.
La
generación
de
biocombustibles
también
agudiza
esta
situación,
estando
planteada
más
que
nunca
la lucha
por
la
soberanía
alimentaria
de
nuestro
pueblo
como
una
prioridad.
Esta
situación
da
cuenta
de
que
las
políticas sociales
no
son
más
que
paliativos
y
no
constituyen
una
real
redistribución
de
ingresos.
Por
otro
lado,
estos
vínculos hacen
que
la
economía
sea
vulnerable
a
los
vaivenes
del
mercado
mundial,
que
pese
a
la
confianza
en
el
crecimiento de
China
y
Brasil,
no
puede
generar
ninguna
garantía
de
estabilidad
en
medio
de
la
crisis
que
parece
no
cesar.
¿Qué pasaría
si
las
economías
centrales
deciden
efectuar
un
control
de
precios
sobre
las
commodities,
en
especial
los
ali‐ mentos?
¿Cómo
se
adaptaría
Argentina
ante
un
escenario
semejante? Esta
política
junto
con
la
fuerte
precarización
laboral
e
informalización
de
la
economía,
dado
que
como
reconoce el
Ministerio
de
Trabajo
casi
un
40%
de
los
trabajadores
están
en
negro
o
precarizados,
hacen
que
las
grandes
ganan‐ cias
se
sustenten
fundamentalmente
en
salarios
depreciados
que
mantienen
las
condiciones
de
rentabilidad,
aumen‐ tando
la
concentración
y
la
desigualdad
social
junto
con
el
crecimiento
económico.
Mientras
tanto
Necesidades
como la
vivienda,
la
salud
y
el
trabajo
digno
siguen
sin
satisfacerse
y
la
educación
sigue
deteriorándose. En
este
cuadro
de
situación
donde
el
kirchnerismo
se
ve
más
fuerte
que
nunca
para
seguir
construyendo
su
hege‐ monía
ante
la
debilidad
de
los
sectores
opositores,
con
el
amplio
respaldo
electoral
del
cual
goza,
es
necesario
alzar las
voces
críticas
al
modelo
con
el
objetivo
de
encontrar
eco
en
los
sectores
más
desfavorecidos.
Esta
es
la
primera premisa
para
seguir
construyendo
una
alternativa
política
desde
abajo
para
que
los
trabajadores
y
excluidos
puedan hacer
pesar
sus
necesidades
y
anhelos
en
las
decisiones
sobre
la
marcha
de
la
economía.
 Desde
Socialismo
Libertario
y
las
decenas
de
organizaciones
que
integramos
la
COMPA
entendemos
fundamental apostar
a
construir
una
alternativa
de
país
al
posibilismo
kirchnerista
de
adaptación
al
gran
capital
internacional
con una
retórica
populista,
y
las
opciones
por
derecha.
El
pueblo
podrá
decidir
por
el
porvenir
de
su
economía
sólo
si
logra revertir
la
presencia
del
capital
extranjero
tomando
en
sus
manos
la
producción
y
comercialización
mediante
el
con‐ trol
obrero
y
una
mayor
presencia
del
estado,
regulando,
nacionalizando
y
expropiando
bajo
el
mando
y
el
control
del pueblo
organizado
en
organizaciones
sociales,
políticas,
sindicales
y
culturales.
Interviniendo
con
más
audacia
y
redis‐ tribuyendo
las
grandes
ganancias
del
agro,
controlando
los
precios
internos
y
diversificando
y
desconcentrando
la producción.
Apostando
a
una
industrialización
profunda
sustentada
en
una
política
energética
impulsada
desde
el estado
con
la
nacionalización
del
petróleo
y
la
apuesta
al
desarrollo
de
las
energías
alternativas,
a
la
recuperación
de los
ferrocarriles
para
abaratar
el
transporte,
la
comercialización
y
fomentar
la
industria
y
las
economías
regionales.
Es fundamental
terminar
con
la
precarización
y
la
burocracia
sindical,
impulsando
la
democracia
sindical
de
base
y
la
par‐ ticipación
de
los
trabajadores
en
las
decisiones
de
las
empresas.
Debemos
para
esto
impulsar
desde
todos
los
rinco‐ nes
del
país
la
construcción
de
poder
popular
para
comenzar
a
neutralizar
las
lógicas
del
capital,
la
avidez
por
la ganancia,
la
competencia
irracional,
el
saqueo
y
la
explotación.
En
nuestra
lucha
por
terminar
con
la
precarización laboral
y
la
desigualdad
social
debemos
prefigurar
relaciones
distintas
fundadas
en
la
solidaridad,
la
cooperación
y
una relación
armónica
con
los
bienes
comunes
de
nuestra
tierra,
debemos
proyectar
el
socialismo
como
una
posibilidad concreta
de
gobierno
de
nuestro
pueblo.


El
Diluvio
y
el
Arca
de
Cristina Por
Movimiento
universitario
SUR

Q

ue
el
mundo
está
en
una
profunda
crisis
ya
no
es
novedad.
Ya
hace
cuatro
años
que
se
viene
hablando
de
cri‐ sis
desde
la
implosión
del
mercado
inmobiliario
estadounidense
por
las
“hipotecas
basura”
y
el
colapso
de
ase‐ guradoras
y
bancos
de
los
países
centrales
en
el
siguiente
año.
Durante
todo
este
tiempo,
los
gobernantes
han tratado
de
negar
primero
la
crisis,
de
mostrarse
trabajando
para
encontrar
soluciones
en
cumbres
mundiales
y
anun‐ ciando
el
comienzo
de
la
recuperación
ante
la
mínima
variable
microeconómica
que
sirviera
de
excusa
para
un
opti‐ mismo
infundado.
 Pero
la
realidad
es
que,
lejos
de
tener
éxito,
los
intentos
de
tapar
la
crisis
son
avasallados
por
los
devastadores
efec‐ tos
sociales
de
la
coyuntura.
Tardía
pero
esperable
fue
la
reacción
de
los
ciudadanos,
especialmente
de
los
jóvenes,
a lo
largo
y
ancho
del
mundo.
Con
el
futuro
hipotecado,
sobre
todo
los
jóvenes
fueron
los
que
salieron
a
protestar
con‐ tra
los
políticos
y
contra
el
sistema.
Desde
Puerta
del
Sol,
el
movimiento
de
los
“Indignados”
se
irradió
a
una
cantidad de
países,
llegando
incluso
al
corazón
del
Imperio
en
Wall
Street.
Aunque
mucho
menos
combativa
que
la
de
los
jóve‐ nes
griegos,
es
una
expresión
de
descontento
que
puede
augurar
cambios
en
el
orden
social,
los
cuales
no
pueden
ser esperados
de
parte
de
los
dirigentes
políticos,
tal
como
demuestra
la
decepción
de
tantos
con
Barack
Obama,
quien 7

Los postergados son los mismos de siempre: los trabajadores, los jubilados, los desocupados, los pibes de los barrios humildes.

se
presentara
como
la
opción
por
el
cambio
y
la
esperanza.
En
Londres,
en
Italia,
el
descontento
se
manifiesta
espo‐ rádicamente.
Mientras
tanto,
el
ejemplo
de
Islandia,
donde
por
votación
popular
se
decidió
no
pagar
la
deuda
exter‐ na,
permanece
desconocido
para
casi
todo
el
mundo,
porque
los
medios
corporativos
no
lo
difunden.
 Profundos
cambios
también
produjo
el
descontento
social
en
el
Norte
de
África,
donde
regímenes
que
parecían inamovibles
–que
en
todo
caso
eran
tales
por
el
apoyo
de
los
países
occidentales‐
cayeron
en
cuestión
de
días
en
pro‐ cesos
sociales
tan
súbitos
como
inorgánicos
que
sumieron
a
esas
naciones
en
un
presente
lleno
de
posibilidades
pero también
precario
institucionalmente.
La
misma
región
fue
asimismo
teatro
de
operaciones
de
la
última
aventura
con‐ junta
de
las
potencias
occidentales,
con
Estados
Unidos
a
la
cabeza,
en
la
invasión
a
Libia,
presuntamente
para
derro‐ car
a
un
tirano,
el
mismo
que
hasta
hace
unos
años
gozaba
de
una
cercana
relación
con
los
mismos
Estados
que apoyaron
el
fin
de
su
gobierno
y,
finalmente,
de
su
vida.
Todo
con
la
aprobación
de
la
ONU,
institución
que
hace
tiem‐ po
que
se
encuentra
en
una
ostensible
crisis
de
representación
y
que
sólo
sirve
para
legitimar
las
decisiones
que
se toman
por
fuera
de
la
Asamblea
General.
 Sin
solución
a
la
vista
para
la
economía
mundial,
con
gobiernos
en
los
países
centrales
que
sólo
prevén
la
vía
del ajuste,
a
pesar
del
previsible
aumento
de
la
conflictividad
social,
el
mundo
de
hunde
en
un
Diluvio
Universal
que
lleva


más
de
40
días.
Crisis
sistémica
como
tantas
otras
que
ha
tenido
el
capitalismo,
que
sobrevive
como
sistema
a
base de
destruir
parte
de
sus
expresiones
individuales.
 Pero
en
medio
de
este
Diluvio,
Argentina
tiene
un
Gobierno
que
nos
quiere
convencer
de
que
cuenta
con
el
Arca que
nos
va
a
preservar
de
la
debacle.
Nos
quieren
vender
las
bondades
del
modelo
a
cualquier
precio
y
la
mayor
de ellas
es
que
nuestro
país
estaría
blindado
ante
la
crisis
mundial.
Lo
cual
no
es
tan
fácil
de
creer
si
uno
observa
que
la economía
argentina
sigue
dependiendo
de
los
precios
de
las
materias
primas
y
que
no
se
completó
una
reindustriali‐ zación
del
país
sustentable.

 Sobre
todo
es
difícil
soslayar
que
el
crecimiento
a
tasas
chinas
de
la
economía
argentina
no
se
tradujo
en
una
redis‐ tribución
que
alcanzara
a
todxs
lxs
argentinxs:
10
millones
de
pobres,
una
alta
tasa
de
empleo
informal,
jubilados
que todavía
esperan
el
82%
móvil,
mientras
las
compañías
transnacionales
mineras
y
petroleras
gozan
de
los
mismos
privi‐ legios
legales
que
en
los
noventa
y
los
sectores
industriales
y
agroexportadores
se
benefician
de
la
política
cambiaria que
les
permite
acumular
ganancias.
 Mientras
se
agranda
la
brecha
entre
los
que
más
se
benefician
con
el
“modelo”
y
los
trabajadores
cuyo
ingreso
es carcomido
por
el
impuesto
más
injusto
que
es
la
inflación,
el
Gobierno
dibuja
números
para
mostrar
una
economía sólida.
Y
los
principales
actores
sociales
muestran
reservas
sobre
el
futuro
inmediato,
como
el
mismo
Hugo
Moyano luego
de
las
elecciones.
 Los
postergados
son
los
mismos
de
siempre:
los
trabajadores,
los
jubilados,
los
desocupados,
los
pibes
de
los
barrios humildes.
Pero
el
Gobierno
al
mismo
tiempo
dice
que
los
movimientos
sociales
ya
no
son
necesarios
porque
ellos
ya
lle‐ gan
a
todxs
lxs
ciudadanxs.
No
quieren
que
el
pueblo
se
organice,
como
tampoco
quieren
la
democracia
sindical.
 Ante
un
“modelo”
que
convive
con
10
millones
de
pobres,
la
verdadera
opción
es
la
unión
de
todos
los
que
confían en
que
un
país
mejor
es
posible
y
tienen
la
capacidad
de
hacerlo
realidad.
Con
esa
convicción
y
con
esa
voluntad
políti‐ ca,
este
año
se
formó
el
Frente
Amplio
Progresista,
en
el
que
convergen
las
fuerzas
que
apuestan
por
un
proyecto
de

8

La experiencia de Santa Fe ejemplifica que se puede pagar el 82% móvil a lxs jubiladxs, que se puede mejorar el sistema de salud para que todxs tengan acceso a una atención sanitaria de calidad, que se puede mejorar la gestión descentralizando. país
que
incluya
a
todxs.
 La
experiencia
de
Santa
Fe
ejemplifica
que
se
puede
pagar
el
82%
móvil
a
lxs
jubiladxs,
que
se
puede
mejorar
el
sis‐ tema
de
salud
para
que
todxs
tengan
acceso
a
una
atención
sanitaria
de
calidad,
que
se
puede
mejorar
la
gestión
des‐ centralizando.
 Los
desafíos
son
grandes,
pero
existen
las
ideas
y
la
voluntad
conjunta
para
pensar
una
nueva
economía,
que renueve
su
matriz
para
lograr
cadenas
de
producción
que
agreguen
valor
a
la
producción
nacional,
creando
empleo
y oportunidades
para
los
productores
de
todos
los
niveles.
Sobre
todo,
se
trata
de
pensar
y
de
construir
una
Argentina más
justa
y
más
solidaria,
con
educación
y
salud
de
calidad
para
todxs,
con
salarios
dignos
para
lxs
trabajadorxs
y
pen‐ siones
dignas
para
lxs
jubiladxs.
Este
cambio
es
posible
si
participamos
entre
todxs
y
si
apostamos
por
la
transparen‐ cia,
sin
resignarnos
a
que
la
corrupción
sea
inevitable. Forman
parte
del
Frente
Amplio
Progresista
organizaciones
que
luchan
por
los
derechos
de
los
trabajadores
y
de los
más
postergados
por
el
“modelo”,
como
la
CTA
y
Libres
del
Sur,
que
junto
a
Barrios
de
Pie
luchan
día
a
día
para organizar
al
pueblo
desde
abajo,
combatiendo
a
los
punteros
del
PJ
y
la
persecución
de
los
intendentes
que
preten‐ den
recortar
los
recursos
de
los
comedores
y
las
postas
sanitarias
en
los
barrios.
Son
tantxs
lxs
compañerxs
que
tra‐ bajan
incansablemente
para
construir
esa
patria
que
proclamó
Evita,
por
la
que
dio
la
vida
el
Che,
así
como
esxs compañerxs
que
ya
no
están,
pero
que
nos
siguen
acompañando… Hoy
la
opción
es
entre
el
“modelo”
que
se
dice
inclusivo
pero
que
deja
a
demasiados
afuera
y
sumarse
a
una
fuer‐ za
que
no
se
conforma
con
un
“nunca
menos”
porque
aspira
a
más.
Mientras
tanto,
nos
seguiremos
preguntando
si cuando
las
aguas
suban,
Cristina
tendrá
lugar
en
el
arca
para
siquiera
el
53,96%
de
lxs
argentinxs…


“Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas” Lenin “En todas las manifestaciones que provocan el desconcierto de la burguesía, de la aristocracia y de los pobres profetas de la regresión reconocemos a nuestro buen amigo Robin Goodfellow, al viejo topo que sabe cavar la tierra con tanta rapidez, a ese digno zapador que se llama Revolución.” Karl Marx

De
la
crisis
mundial
 del
capitalismo
a
la
rebelión mundial
de
los
pueblos Por
Alejandro
Kurlat
–
Nuevo
MAS
en
corriente
internacional
Socialismo
o
Barbarie

A

l
momento
de
escribir
estas
páginas,
una
poderosa
ola
de
movilizaciones,
luchas
y
rebeliones
populares
sacu‐ de
el
planeta.

El
15
de
octubre,
una
movilización
mundial
convocada
por
los
indignados
de
España
encontró
eco
en
nada
menos que
mil
ciudades,
en
los
cinco
continentes.
Tomando
como
un
conjunto
esta
jornada
y
los
acontecimientos
que
le
suce‐ dieron
en
toda
la
semana,
podemos
observar
hechos
significativos
como:
una
huelga
general
de
dos
días
en
Grecia, otra
en
Chile,
medio
millón
de
personas
movilizadas
en
ambos
países
y
en
España,
doscientas
mil
en
Italia,
decenas
de miles
en
EEUU
y
en
Alemania… Si
comenzamos
la
cuenta
desde
enero
de
este
año,
podemos
ver
también
otros
hechos
como
el
desarrollo
de
una profunda
rebelión
en
todo
el
mundo
árabe,
que
se
llevó
por
delante
a
los
dictadores
de
Túnez,
Egipto
y
Libia,
al
tiem‐ po
que
pone
al
borde
del
abismo
a
los
de
Siria,
Yemen
y
otros
tantos.
La
Primavera
Árabe,
como
se
la
denomina
inter‐ nacionalmente,
volvió
también
a
poner
en
escena
la
cuestión
palestina,
instalando
en
el
mundo
la
discusión
sobre
el fin
de
la
ocupación
sionista
y
favoreciendo
la
liberación
de
mil
presos.
También
obligó
a
EEUU
a
anunciar
la
retirada de
sus
tropas
de
Irak
tras
ocho
años
de
ocupación. El
panorama
se
completa
con
el
levantamiento
de
la
juventud
de
los
barrios
pobres
en
Inglaterra,
el
desarrollo
del movimiento
de
ocupación
de
Wall
Street
(con
la
simpatía
de
más
del
60
por
ciento
de
la
sociedad
de
EEUU
y
el
apoyo activo
de
los
sindicatos),
la
rebelión
en
dos
actos
de
Bolivia
(contra
el
aumento
de
las
tarifas
del
combustible
y
la
des‐ trucción
de
un
parque
nacional
indígena).
Y
si
ampliamos
la
escala
de
tiempo
para
considerar
los
últimos
tres
años, habría
que
incluir
también
las
movilizaciones
masivas
de
obreros
y
estudiantes
en
Francia
contra
los
ajustes,
una
rebe‐

9


La nueva generación todavía no pudo formular una superación revolucionaria a la decadente sociedad actual, y por ello se muestra incapaz de ir más allá de la democracia de las corporaciones. lión
popular
en
Islandia,
la
ocupación
de
fábricas
en
EEUU,
Inglaterra,
China,
la
India,
la
heroica
resistencia
del
pueblo hondureño
frente
al
golpe
de
Estado…

¿Qué hay de nuevo, viejo?

10

Este
escenario
contrasta
profundamente
con
el
viejo
dogma
neoliberal
de
los
años
’90:
el
supuesto
“fin
de
la
his‐ toria”.
En
ese
entonces,
la
caída
del
Muro
de
Berlín
hacía
creer
que
el
capitalismo
había
triunfando
definitivamente sobre
el
“socialismo”,
que
la
burguesía
había
logrado
someter
para
siempre
al
proletariado,
que
las
grandes
poten‐ cias
se
habían
impuesto
de
forma
irreversible
sobre
los
países
atrasados.
En
esa
visión,
nada
nuevo
podría
ocurrir
que sacudiera
el
orden
establecido. Fue
sobre
ese
mantra
que
la
enorme
mayoría
de
los
pueblos
del
mundo
entraron,
a
lo
largo
de
dos
décadas,
en
un retroceso
político
y
una
profunda
confusión.
Sin
embargo,
también
se
fueron
acumulando
las
resistencias
y
las
expe‐ riencias
de
lucha,
generando
lentamente
las
condiciones
para
un
giro
en
la
situación
mundial.
Fue
gestándose,
de forma
lenta
pero
sostenida,
el
surgimiento
de
una
nueva
generación. Ya
antes
de
2007,
el
capitalismo
neoliberal
venía
siendo
cada
vez
más
cuestionado.
Las
experiencias
de
las
rebelio‐ nes
populares
en
América
Latina,
el
movimiento
antiglobalización,
la
resistencia
mundial
contra
las
invasiones
yankis a
Irak

y
Afganistán,
una
lenta
acumulación
de
huelgas
y
movilizaciones
en
Egipto,
en
Europa,
en
China
y
en
muchos otros
países
(inclusive
dentro
de
los
propios
EEUU),
preanunciaban
el
despuntar
de
una
nueva
era. El
punto
de
inflexión,
sin
embargo,
llegó
con
el
desarrollo
de
la
crisis
económica
mundial. A
fines
de
2007,
estalló la
“burbuja
de
las
hipotecas”
en
Estados
Unidos:
de
esa
forma,
comenzó
un
muy
rápido
proceso
de
destrucción
de capitales,
que
alcanzó
su
auge
en
2008
con
la
caída
de
grandes
bancos
y
empresas,
tanto
en
EEUU
como
en
Europa
y en
otros
países. A
partir
de
allí,
se
desarrolló
un
proceso
de
contracción
de
la
“economía
real”,
que
significó
un
enorme
crecimien‐ to
en
las
tasas
de
desempleo
de
dichos
países.
Mientras
los
trabajadores
iban
perdiendo
sus
puestos
de
trabajo, amplios
sectores
se
veían
desalojados
de
sus
hogares
por
no
poder
pagar
hipotecas
exorbitantes,
despojados
cada vez
más
de
los
mecanismos
de
seguridad
social,
limitados
a
consumir
cada
vez
menos
por
el
aumento
de
los
precios. Los
gobiernos
de
las
grandes
potencias
intentaron
intervenir
en
esta
situación
salvando
a
los
bancos
con
miles
de millones
de
dólares

y
euros,
pero
el
esfuerzo
fue
inútil.
Las
deudas
pasaron
de
estar
en
manos
de
los
bancos,
a
estar en
manos
de
los
Estados,
llevándolos
a
la
amenaza
de
la
bancarrota,
con
solo
dos
alternativas:
o
el
default,
o
un
ajus‐ te
brutal.
Este
último
es
el
camino
que
intentaron
seguir
todos
los
gobiernos
imperialistas,
empezando
por
Obama
y siguiendo
por
los
de
toda
Europa.
Las
consecuencias
de
estos:
una
profundización
del
malestar
social,
y
la
amenaza creciente
de
la
ruptura
de
la
Unión
Europea. En
2011,
no
solo
no
estamos
ante
una
“recuperación
económica”,
sino
que
entramos
de
lleno
en
una
nueva
reca‐ ída,
que
va
a
profundizar
todas
las
tendencias
ya
existentes.
Cada
vez
más,
los
economistas
reconocen
que
estamos frente
a
la
más
grande
crisis
económica
desde
la
década
del
’30:
una
nueva
gran
depresión.
Se
suceden
los
planes
de “salvataje”
y
“ayuda
financiera”
de
unos
gobiernos
a
otros
y
de
todos
a
sus
respectivos
bancos
y
empresas,
pero nadie
cree
seriamente
que
puedan
solucionar
ningún
problema
de
fondo.
Las
raíces
de
la
crisis
son
muy
profundas:
se trata
del
agotamiento
histórico
de
la
forma
que
adquirió
el
capitalismo
en
las
últimas
décadas,
e
inclusive
en
la
última mitad
de
siglo.
 La
crisis
mundial
del
capitalismo,
entonces,
significa
ante
todo
la
evidencia
para
amplios
sectores
de
masas
de
que
dicho sistema
ya
no
puede
g
a
r
a
n
t
i
z
a
r el
bienestar
(donde
lo
había)
de
millones
y
millones
de
personas,
y
que
ni
siquiera
puede garantizar
su
supervivencia
material
en
los
países
más
atrasados.
En
estas
condiciones,
la
crisis
del
capitalismo
tiene
una consecuencia
absolutamente
central
y
de
alcances
históricos:
la
crisis
de
su
legitimidad
ante
los
ojos
del
mundo.
Las
bru‐ mas
de
la
derrota
de
los
años
80
y
90
van
retrocediendo,
entonces,
ante
esta
poderosa
realidad.
Las
telarañas
en
la
con‐ ciencia
de
la
clase
obrera
mundial
y
de
enormes
sectores
de
la
juventud,
se
van
desvaneciendo
a
medida
que
descubren que
no
pueden
esperar
nada
de
este
sistema.

La crisis abre el paso a la rebelión: una nueva generación se pone de pie

A
principios
de
febrero
del
año
corriente,
el
mundo
amaneció
con
una
noticia
de
profundo
impacto:
Mubarak,
el dictador
de
Egipto,
había
dejado
su
cargo,
en
medio
de
movilizaciones
masivas.
Las
imágenes
de
la
plaza
Tahrir
(“liber‐ tad”
en
árabe)
repleta
de
jóvenes
y
de
trabajadores
fueron
un
mazazo
en
la
cabeza
de
millones
de
personas
en
todo el
globo.
El
mundo
entero
parecía
estar
esperando
una
chispa
para
incendiarse,
y
la
encontró
en
las
calles
de
El
Cairo.


A
partir
de
entonces,
los
hechos
se
sucedieron
de
una
forma
vertiginosa:
el
ejemplo
de
los
jóvenes
egipcios
fue
segui‐ do
por
otros
tantos,
no
solo
en
el
mundo
árabe,
sino
luego
en
Europa
y
Estados
Unidos.
 Es
muy
importante
detenerse
a
analizar
las
características
de
este
sujeto
social
y
político
que
se
pone
de
pie
en todo
el
mundo,
para
entender
todos
sus
alcances
y
sus
límites. En
primer
lugar,
los
sectores
más
visibles
y
dinamizadores
parecen
ser
los
jóvenes
que
pertenecen
a
clases
medias cada
vez
más
golpeadas
por
la
crisis.
Pero
este
hecho
es
reflejado
de
forma
muy
unilateral
por
los
grandes
medios
de comunicación,
que
los
ponen
como
los
únicos
protagonistas
del
proceso
de
rebeliones
populares.
Dejan
de
lado
que, al
lado
de
esos
jóvenes,
se
levantan
también
sectores
mucho
más
amplios.
 La
caída
de
Mubarak,
por
ejemplo,
terminó
de
decantar
cuando
comenzaron
las
huelgas
de
los
trabajadores
indus‐ triales.
El
cierre
del
canal
de
Suez
por
la
huelga
de
sus
empleados
significó
un
duro
golpe
económico
y
político,
que fue
acompañado
en
decenas
de
establecimientos
fabriles
en
todo
el
país.
Este
proceso
se
multiplicó
luego
de
la
sali‐ da
del
dictador,
con
el
desarrollo
de
cada
vez
más
sindicatos
independientes.
Las
huelgas
y
el
nuevo
movimiento
obre‐ ro
combativo
son
uno
de
los
mayores
dolores
de
cabeza
del
 “SCAF”
 (siglas
del
 Supremo
Consejo
de
 las
Fuerzas Armadas
que
quedó
a
cargo
del
país).
Los
sindicatos
también
jugaron
un
rol
central
en
la
caída
de
Ben
Ali
en
Túnez,
y en
el
proceso
de
transición
democrática
que
se
inició
luego.
Juegan
un
rol
central
en
la
lucha
en
Grecia
contra
los
ajus‐ tes
impuestos
por
la
Unión
Europea.
Acompañan
las
exigencias
de
los
estudiantes
en
Chile,
movilizándose
por
miles en
las
calles.
Son
parte
de
las
manifestaciones
en
Londres
y
en
Wall
Street. Este
aspecto,
la
participación
creciente
de
la
clase
obrera
en
las
rebeliones
populares
y
juveniles,
es
profundamen‐ te
cualitativo
en
la
situación
política.
Desde
la
década
de
los
60
que
no
se
veía
a
los
trabajadores
jugar
un
rol
tan
des‐ tacado
(especialmente
en
los
países
imperialistas).
Si
se
desarrolla,
puede
elevar
a
un
nivel
superior
al
conjunto
del proceso.
Sin
embargo,
para
hacerlo,
tiene
que
pasarle
por
encima
a
las
trabas
impuestas
por
las
burocracias
sindica‐ les
de
todos
los
países,
que
actúan
conteniendo
a
los
trabajadores
y
evitando
su
radicalización.
Ya
hay
algunos
chis‐ pazos
de
este
desborde
en
varios
países.

La Primavera Árabe volvió a poner en escena la cuestión palestina, instalando en el mundo la discusión sobre el fin de la ocupación sionista y favoreciendo la liberación de mil presos. Esta
nueva
generación
obrera
y
juvenil,
cuenta
con
importantes
ventajas
con
respeto
a
generaciones
anteriores. U
n aspecto
muy
destacado
por
los
grandes
medios
es
el
uso
de
las
redes
sociales
(que
permiten
amplificar
la
llegada
de
los llamados
a
las
movilizaciones,
compartir
información
sobre
lo
que
ocurre
en
cada
ciudad
y
cada
país,
etc.)
Estas
sin
duda juegan
un
rol
muy
importante
en
todas
las
rebeliones,
aunque
sería
un
error
ubicarlas
como
“responsables”
de
ellas,
como si
se
generaran
espontáneamente
en
Internet
en
vez
de
ser
el
producto
del
trabajo
paciente
de
decenas
de
organizacio‐ nes
y
activistas
que
las
aprovechan
como
medio
de
difusión.
 Hay
otros
cambios
que
son
mucho
más
profundos.
Frente
a
su
precedente
más
inmediato,
la
nueva
generación
ya no
está
sumergida
en
una
situación
de
profundas
derrotas
políticas,
que
van
quedando
cada
vez
más
atrás.
Frente
a los
movimientos
que
surgieron
en
la
posguerra,
posee
una
conciencia
profundamente
más
democrática
y
antiburocrá‐ tica.
Los
grandes
aparatos
estalinistas
y
nacionalistas
burgueses
ya
no
pueden
jugar
ningún
rol
destacado,
luego
de
su fracaso
histórico.
La
exigencia
de
Democracia
Real
Ya
debe
entenderse
en
ese
mismo
sentido:
es
al
mismo
tiempo
una crítica
a
los
límites
de
la
democracia
burguesa
(sometida
al
poder
de
las
corporaciones),
y
la
declaración
de
la
importan‐ cia
del
protagonismo
conciente
y
autodeterminado
de
las
masas
en
los
procesos
políticos
(en
contraposición
con
los viejos
aparatismos
y
vanguardismos).

Lo que no avanza, retrocede: la pelea es por una alternativa socialista

Sin
embargo,
este
aspecto
es
también
su
mayor
límite:
las
confusiones
políticas
e
ideológicas
de
todo
el
siglo
XX todavía
conservan
su
peso,
en
forma
de
ausencia
de
confianza
en
una
alternativa
socialista.
La
nueva
generación
toda ‐ vía
no
pudo
formular
una
superación
revolucionaria
a
la
decadente
sociedad
actual,
y
por
ello
se
muestra
incapaz
de ir
más
allá
de
la
democracia
de
las
corporaciones. Si
esta
nueva
generación
no
logra
superar
el
límite
de
la
conciencia reformista,
las
rebeliones
corren
el
riesgo
de
ser
reabsorbidas
y
capitalizadas
por
tal
o
cual
sector
de
los
explotado‐ res.
Tenemos
demasiado
fresco
en
la
memoria
el
ejemplo
del
“Que
se
vayan
todos”
en
nuestro
país
y
de
la
posterior recuperación
capitalista
por
parte
del
kirchnerismo. “El
viejo
topo
de
la
revolución”
está
haciendo
nuevamente
su
irrupción
en
la
historia:
a
través
de
las
rebeliones,
la humanidad
 tiene
 una
 enorme
 oportunidad
 para
 transformarla
 de
 raíz.

 Aprovechar
 esta
 oportunidad
 o
 perderla, depende
exclusivamente
del
desarrollo
de
una
conciencia
revolucionaria
y
socialista.
Es
a
esta
perspectiva
que
tene‐ mos
que
aportar
los
jóvenes
de
todos
los
países.

11


El
“modelo” ¿blindado
ante
la
crisis? Por
la
Juventud
del
PTS

M

12

uchas
comparaciones
se
han
hecho
entre
la
actual
crisis
capitalista
y
la
crisis
de
los
años
30.
Tal
vez
el
elemen‐ to
más
elocuente
de
estas
comparaciones
es
el
que
respecta
a
las
consecuencias
que
traen
aparejadas
estas crisis
globales.
En
aquel
entonces
el
mundo
dividido
en
bloques
veía
con
ojos
sorprendidos
como
la
bonanza de
los
años
20,
del
fordismo
y
de
los
avances
tecnológicos,
hacían
“crack”
contra
el
suelo
luego
de
que
la
timba
finan‐ ciera
de
Wall
Street
anunciara
a
los
capitalistas
que
para
seguir
ganando
dinero
debían
descargar
toda
la
crisis
sobre la
clase
obrera
mundial.
Pero
no
fue
tan
sencillo.
Los
giros
de
proporciones
históricas
a
nivel
social,
económico
y
polí‐ tico
que
suponen
estas
“soluciones”
no
tardaron
en
aparecer:
las
alianzas
entre
naciones
poderosas,
los
enfrenta‐ mientos
 de
 clases,
 y
 las
 guerras
 se
 hicieron
 presentes
 de
 formas
 totalmente
 novedosas
 y
 terribles.
 Las
 crisis
 del capitalismo
son
miseria,
hambre,
muerte…pero
también
odio
y
rebelión.
En
este
sentido
la
actual
crisis
no
se
queda atrás. Hemos
visto
comenzar
el
año
con
una
oleada
de
levantamientos
en
el
“mundo
árabe”,
el
derrocamiento
de
dicta‐ dores
octogenarios
e
incluso
una
nueva
intervención
imperialista
como
la
realizada
en
Libia
a
través
del
CNT
que
actuó de
hecho
como
tropa
terrestre
de
la
OTAN.
En
el
viejo
continente
las
recetas
del
FMI
aplicadas
por
Sarkozy,
Merkel
y compañía,
despiertan
a
los
pueblos
de
Grecia,
España,
Italia,
Inglaterra,
Portugal,
que
con
huelgas
y
movilizaciones enfrentan
los
planes
de
ajuste.
Los
“indignados”
como
se
han
hecho
llamar
los
cientos
de
jóvenes
que
inspirados
en el
símbolo
la
Plaza
Tahir
egipcia,
salen
a
las
calles
en
los
principales
centros
capitalistas
de
todo
el
mundo,
gritan
fuer‐ te
y
claro
“No
tenemos
empleo,
no
tenemos
casa,
no
tenemos
miedo”;
que
el
“1
por
ciento”
que
concentra
toda
la riqueza
global
genera
una
crisis
que
no
va
a
pagar
el
99
por
ciento
restante. Las
medidas
de
rescate
impulsadas
por
EEUU
y
la
UE,
a
partir
de
los
primeros
signos
de
la
crisis
en
2008,
han
deve‐ nido
en
eslabones
débiles,
ya
que
la
crisis
económica
y
financiera
frente
a
la
que
se
proponían
salvatajes
multimillona‐ rios
y
rescates
a
los
grandes
pulpos
bancarios
sostenidos
por
el
estado
(que
ahora
traen
aparejado
el
gran
problema de
la
deuda
pública
como
signo
de
una
nueva
fase
de
la
crisis),
se
combinan
con
crisis
políticas.
La
“guerra
de
mone‐ das”
que
enfrenta
a
los
estados,
los
conflictos
sociales,
la
deslegitimidad
en
que
han
caído
los
regímenes
políticos
de los
principales
países,
y
la
decadencia
de
la
hegemonía
norteamericana
(que
entre
otras
cosas
tiene
la
contradicción de
seguir
siendo
el
dólar
la
moneda
de
los
intercambios
a
nivel
mundial)
no
se
pueden
abordar
de
la
misma
forma
que próximos
derrumbes
bancarios.
Las
deudas
estatales
incontenibles
y
las
nuevas
burbujas
financieras
complementan el
“coctel”
de
una
crisis
que
pone
cada
vez
más
en
cuestión
el
ideal
liberal
que
han
querido
instalar
a
partir
de
los
90 de
que
“el
capitalismo
ha
triunfado”. En
América
Latina,
sin
embargo,
desde
el
estallido
de
la
crisis
en
2007,
(y
excepto
por
algunos
movimientos
que
en Argentina
se
expresaron
en
la
disputa
interburguesa
por
la
renta
agraria,
y
en
una
localizada
oleada
de
despidos
y
sus‐ pensiones
en
el
2009)
se
ha
podido
evitar
el
impacto
de
esta
crisis.
Incluso
muchos
países
de
la
región
han
visto
bene‐ ficiada
su
economía
considerablemente,
lo
que
posibilitó
a
políticos
regionales
plantear
los
beneficios
de
sus
políticas económicas
frente
a
las
“viejas
recetas”
europeas
y
norteamericanas
que
llevaron
a
la
crisis.
Este
planteo
se
sintetiza en
la
teoría
del
“desacople”,
según
la
cual
las
políticas
de
Estado
en
Latinoamérica
han
permitido
generar
un
desarro‐ llo
económico
que
escapa
a
las
fluctuaciones
de
la
economía
mundial
y
por
ende
a
la
crisis
que
solo
afectaría
a
los “capitalismos
avanzados”
y
no
a
los
“capitalismos
emergentes”.
El
intercambio
económico
que
se
habría
logrado
en los
últimos
años
entre
algunos
países
de
la
región
y
las
crecientes
economías
asiáticas
(en
especial
la
China)
permiti‐ ría
para
los
auspiciantes
de
estas
teorías
pasar
por
el
costado
de
la
crisis
sin
interrumpir
el
flujo
comercial,
el
crecimien‐ to
económico
y
la
expansión
del
consumo.
Muy
cercanas
a
estas
teorías
están
aquellas
que
viendo
la
magnitud
de
la crisis
plantean
medidas
de
“blindaje”,
o
sea
defensivas
que
implicarían,
aumentando
los
controles
sobre
ciertos
ele‐ mentos
del
comercio
exterior,
continuar
con
el
“modelo”
sin
dar
giros
bruscos.
En
definitiva
no
se
aleja
de
las
ilusio‐ nes
 sobre
 la
 inmovilidad
 en
 el
 eje
 Sur‐Sur
 de
 comercio,
 sin
 considerar
 que
 uno
 de
 esos
 “sures”
 (China)
 está directamente
ligada
a
los
capitalismos
del
norte
(EEUU)
y
que
ese
eje
de
comercio
ha
sido
la
base
de
la
acumulación de
las
contradicciones
económicas
en
los
últimos
años.
China
no
ha
dejado
atrás
su
esquema
de
crecimiento
apoyado


Las deudas estatales incontenibles y las nuevas burbujas financieras complementan el “coctel” de una crisis que pone cada vez más en cuestión el ideal liberal

en
exportaciones
ni
hay
plan
de
hacerlo
en
lo
inmediato.
Sólo
que
no
tiene
ningún
comprador
tan
prometedor
como lo
fue
hasta
2008
la
economía
norteamericana,
hoy
cada
vez
más
aquejada
por
las
deudas.
Sin
ese
apoyo,
no
está
claro cómo
China
sostendrá
su
crecimiento
ni
dónde
colocará
sus
exportaciones.
No
por
casualidad,
hemos
visto
cómo desde
2008
se
aceleró
el
esfuerzo
de
China
por
acceder
a
nuevos
mercados:
aunque
las
ventas
desde
Latinoamérica a
China
siguen
creciendo,
mucho
más
viene
aumentando
el
volumen
y
valor
de
las
ventas
chinas
en
Latinoamérica (cuya
demanda
difícilmente
pueda
remplazar
a
la
norteamericana
y
por
ende
no
podría
frenar
una
desaceleración
de las
exportaciones).

Profundicemos en “el modelo”…

Es
en
este
marco
que
el
gobierno
nacional,
plantea
que
ante
esta
crisis
no
se
deben
aplicar
las
recetas
antiguas
del FMI
,
sino
que
se
debe
“profundizar
el
modelo”.El
supuesto
“modelo”
que
se
busca
explicar
como
origen
de
un
perí‐ odo
de
estabilidad
económica
para
obtener
el
apoyo
popular
a
las
políticas
gubernamentales,
para
“profundizar”
es uno
basado
en
el
aparente
fomento
del
desarrollo
local
apoyado
en
el
impulso
del
mercado
interno
y
el
consumo,
a partir
de
una
política
redistributiva
que
beneficie
a
los
sectores
populares. En
el
esquema
económico
desarrollado
por
los
gobiernos
kirchneristas
podemos
diferenciar
dos
etapas
para
com‐ prender
la
situación
actual.
En
un
primer
momento,
la
devaluación
pos
2001
llevada
a
cabo
por
Duhalde
fue
lo
que
per‐ mitió
la
recomposición
de
las
ganancias
a
partir
del
2003
ya
que
el
costo
laboral
se
abarató
enormemente,
al
mismo tiempo
que
la
recuperación
de
la
demanda
y
los
altos
precios
internacionales
para
las
exportaciones
fueron
de
con‐ junto
los
factores
que
dinamizaron
la
economía.
La
pretendida
“consolidación
de
un
mercado
interno”
es
de
hecho que
la
fuerza
de
trabajo
se
convirtió
en
un
insumo
barato
para
los
empresarios,
la
causa
de
sus
ganancias
extraordi‐ narias,
y
que
gracias
a
los
bajos
salarios
el
empleo
ha
crecido
pos
devaluación.
La
recuperación
salarial
que
se
busca instalar
como
sentido
común
originada
por
las
medidas
del
gobierno,
en
realidad
apenas
se
acerca
a
los
valores
pre‐ vios
a
la
crisis
del
2001,
e
incluso
los
aumentos
salariales
que
hubo
fueron
producto
de
luchas
de
los
trabajadores
a partir
del
2004
(no
antes)
y
no
por
una
política
gubernamental,
en
un
intento
por
recuperar
parte
de
las
ganancias patronales
por
la
demanda
y
altos
precios
del
mercado
internacional
a
las
exportaciones. La
segunda
etapa
desde
el
2006
se
caracterizó
por
una
mayor
intervención
estatal
en
la
economía
mediante
dos formas;
por
un
lado
los
pactos
salariales
de
la
burocracia
fijando
un
techo
a
las
paritarias,
burocracia‐gobierno‐empre‐ sa
buscaban
controlar
los
reclamos
de
los
trabajadores
para
que
los
aumentos
de
salario
se
mantengan
en
niveles
que no
lleguen
a
menguar
significativamente
las
ganancias
patronales,
y
por
el
otro
lado
los
cuantiosos
subsidios
a
las empresas
y
servicios,
los
controles
y
acuerdos
de
precios
llevados
adelante
por
el
gobierno
nacional.
Ambas
medidas con
el
mismo
objetivo:
mantener
las
condiciones
de
rentabilidad
impuestas
por
la
devaluación,
y
la
mayor
política “redistributiva”
del
kirchnerismo
fue
controlar
los
precios
para
no
atenten
contra
la
competitividad.
Es
decir,
que
los fondos
estatales
se
destinaron
directamente
a
asegurar
y
aumentar
las
ganancias
empresariales
durante
todo
el
perio‐ do,
siendo
por
ejemplo
la
asignación
universal
por
hijo
sólo
una
décima
parte
de
lo
que
se
destina
a
los
subsidios
a empresas
y
servicios. Esta
 política
 la
 hemos
 denominado
 “bonapartismo
 fiscal”
 dado
 que
 el
 Estado
 actúa
 como
 contención
 de
 las demandas
populares,
producto
de
la
relación
de
fuerzas
que
impusieron
los
reclamos
en
la
crisis
del
2001,
para
com‐ patibilizarlas
con
las
magníficas
ganancias
de
los
capitalistas.
Es
decir,
que
las
tibias
medidas
reformistas
de
concebir paritarias
en
los
gremios,
planes
sociales
a
la
desocupación,
etc.,
tienen
el
objetivo
de
mantener
el
sistema
capitalista en
Argentina
que
ha
originado
las
necesidades
populares
que
se
intenta
paliar.
Las
medidas
privatizadoras
y
de
pre‐ carización
laboral
impuestas
en
el
neoliberalismo,
el
ejemplo
más
claro
es
la
tercerización
de
la
fuerza
de
trabajo,
es una
de
las
patas
fundamentales
que
permite
el
bajo
costo
del
salario,
y
éstas
no
se
han
visto
cuestionadas
por
ningu‐ na
política
del
gobierno
sino
en
luchas
de
los
propios
trabajadores
como
en
el
ferrocarril
Roca,
resultando
en
el
asesi‐ nato
de
Mariano
Ferreyra
a
manos
de
la
ejemplar
burocracia
sindical
defendida
por
el
gobierno
hasta
dos
días
antes

13


14

del
suceso.
La
comparación
constante
con
la
situación de
pauperización
que
vivieron
grandes
sectores
de
la población
durante
el
ciclo
menemista
a
partir
de
resal‐ tar
los
datos
de
crecimiento
económico
y
las
concesio‐ nes
 otorgadas
 a
 sectores
 desfavorecidos
 de
 la población
tiene
como
objetivo
ocultar
que
las
conquis‐ tas
que
impuso
el
neoliberalismo
para
los
grandes
capi‐ talistas
(extranjerización
de
la
economía,
precarización laboral,
etc.)
no
se
han
revertido. Entonces
aquí
nos
preguntamos:
¿Qué
pasara
cuan‐ do
la
caja
generada
por
los
dólares
de
la
sojización
sea tan
chica
que
no
alcance
para
quedar
bien
“con
Dios
y con
el
Diablo”?

Obreros y empresarios… ¿unidos y adelante?

La presidenta hizo referencia a que para el gobierno el modelo implica que “los intereses de los empresarios y de los trabajadores no solo no son contradictorios”, sino que su proyecto de gobierno los puede hacer “confluir”.

Insistentemente,
 como
 es
 propio
 de
 la
 retórica peronista,
 Cristina
 Kirchner
 hace
 mención
 a
 la
 “paz social”,
a
la
“armonía
entre
las
clases”,
y
a
los
“acuer‐ dos
entre
capital
y
trabajo”.
En
la
inauguración
de
Tec‐ nópolis,
 marco
 en
 que
 el
 gobierno
 hacia
 gala
 de
 los favores
 que
 esta
 dispuesto
 a
 hacerle
 el
 estado
 a
 los capitalistas
 que
 quieran
 extraer
 sus
 ganancias
 con “mayor
rentabilidad”
(tal
vez
los
mismos
que
fugan
miles
y
millones
de
dólares),
la
presidenta
hizo
referencia
a
que para
el
gobierno
el
modelo
implica
que
“los
intereses
de
los
empresarios
y
de
los
trabajadores
no
solo
no
son
contra‐ dictorios”,
sino
que
su
proyecto
de
gobierno
los
puede
hacer
“confluir”.
Sin
embargo
algunos
sectores
kirchneristas consideran
que
“profundizar
el
modelo”
significa
enfrentar
a
las
corporaciones.
Ahora
bien,
el
“capitalismo
de
ami‐ gos”
(y
vaya
si
el
kirchnerismo
los
tiene)
que
otorga
concesiones
y
subsidios
a
las
empresas
“que
agregan
valor”
,
que fomenta
el
desarrollo
de
infraestructura
para
las
inversiones
privadas,
y
que
mantiene
los
principales
recursos
econó‐ micos
del
país
en
manos
extranjeras
(como
la
tierra
y
los
recursos
naturales),
¿
puede
enfrentarse
a
las
grandes
cor‐ poraciones
 multinacionales
 que
 son
 las
 primeras
 (como
 recientemente
 en
 la
 VW
 de
 Córdoba),
 que
 ante
 la
 crisis internacional
y
los
simbronazos
en
las
relaciones
comerciales
con
Brasil
anuncian
planes
de
despidos?
Los
verdaderos poderes
corporativos
ligados
a
los
sectores
burgueses
exportadores
de
materias
primas
y
el
capital
imperialista
no están
interesados
en
invertir
en
grandes
sectores
de
la
economía
(los
cuales
generan
las
ilusiones
de
desarrollo
autó‐ nomo),
sino
en
crear
pequeños
espacios
de
inversión
rápida
y
eficiente,
que
les
permitan
desabaratar
estas
empresas sin
grandes
costos.¿
Puede
existir
una
confluencia
de
intereses
entre
los
trabajadores
y
los
empresarios
en
este
mode‐ lo,
que
otorga
todas
las
ventajas
y
flexibilidades
para
que
los
empresarios
sean
los
que
menos
riesgos
corran
ante
la crisis?. Como
simple
ejemplo
de
esto,
vale
recordar
la
experiencia
de
Kraft
Terrabusi
(una
de
las
corporaciones
multina‐ cionales
mas
grandes
del
mundo
y
cuyo
dueño
pide
a
gritos
una
solución
a
la
crisis)
en
2009. Mientras
el
gobierno
y
la burocracia
se
reunían
con
la
embajadora
norteamericana
y
CFK
insistía
sobre
“la
responsabilidad
del
gobierno
frente a
las
inversiones
extranjeras”,
los
únicos
que
salieron
a
enfrentar
a
esta
gran
corporación
fueron
los
trabajadores
mis‐ mos
(con
la
solidaridad
estudiantil),
con
semanas
de
huelga,
enfrentando
la
represión
y
logrando
así
evitar
los
despi‐


La crisis capitalista actual no solo demuestra que la época de crisis, guerras y revoluciones está vigente; sino que da pautas sobre las discusiones que nos debemos dar

dos.
Un
gobierno
más
preocupado
por
garantizar
las
inversiones
extranjeras
¿qué
hará
frente
a
los
planes
de
despido de
las
automotrices
extranjeras
que
dependen
de
la
inestable
economía
brasilera?
¿Puede
ponerse
del
lado
de
los
tra‐ bajadores
que
luchan,
cuando
procesa
y
persigue
judicialmente
a
los
delegados
combativos
como
Víctor
Ottoboni
o Poke
Hermosilla
que
a
pesar
de
la
burocracia
sindical,
se
enfrentan
consecuentemente
a
los
grandes
empresarios?

¿Más capitalismo para la crisis del capitalismo?

El
Kirchnerismo
habla
de
“oportunidad
histórica”
(en
el
medio
de
una
crisis
histórica),
para
que
la
región
despegue de
su
atraso
ante
las
debilidades
del
imperialismo
y
los
grandes
capitalismos
avanzados.
Oportunidad
para…
¿generar un
capitalismo
industrial
y
“avanzado”
como
los
que
hoy
están
cayéndose
a
pedazos?
 El
neoliberalismo
que
se
instaló
en
todo
el
mundo
en
los
últimos
30
años
tuvo
como
principal
objetivo
aplastar tanto
las
conquistas
obtenidas
por
la
clase
trabajadora
durante
el
periodo
del
“boom”
de
la
post
guerra,
como
de liquidar
los
elementos
revolucionarios
que
durante
las
décadas
anteriores
amenazaban
el
orden
establecido.
La
derro‐ ta
de
la
clase
obrera
significó
años
de
austeridad,
de
división
en
sus
filas,
de
penetración
ideológica,
etc.
Sumado
a esto,
los
procesos
de
restauración
capitalista
en
Rusia
y
China
(que
dieron
aire
al
agotado
modelo
de
los
70),
llevaron a
que
muchos
lacayos
del
gran
capital,
se
regocijaran
teorizando
sobre
el
“fin
de
las
revoluciones”,
el
“fin
de
la
clase obrera”
o
incluso
el
“fin
de
la
historia”.
 La
crisis
capitalista
actual
no
solo
demuestra
que
la
época
de
crisis,
guerras
(actual
invasión
en
Libia,
Afganistán
e Irak),
y
revoluciones
(
los
procesos
de
Grecia,
el
norte
de
África,
España
,
e
incluso
los
grandes
conflictos
que
se
viven en
Bolivia
y
Chile,
anticipan
grandes
conflictos
de
clase
ante
los
planes
de
austeridad
y
privatistas),
está
vigente;
sino que
da
pautas
sobre
las
discusiones
que
nos
debemos
dar
aquellos
que
no
queremos
que
la
paguen
nuevamente
los trabajadores
y
el
pueblo
pobre. En
este
sentido
es
que
discutimos
con
las
promesas
de
que
el
modelo
kirchnerista
es
un
blindaje
ante
la
crisis.
No sólo
por
su
debilidad
estratégica
de
no
poder
enfrentar
hasta
el
final
a
las
grandes
corporaciones
que
controlan
la
eco‐ nomía
nacional
y
que
serán
los
factores
mas
activos
en
descargar
la
crisis
sobre
los
trabajadores,
y
los
limites
concre‐ tos
del
funcionamiento
económico
actual
por
su
estrecha
ligazón
con
la
coyuntura
inestable
de
las
economías
en crisis,
sino
también
porque
creemos
que
cualquier
vía
que
se
proponga
reformar
o
“humanizar”
este
sistema
está
des‐ tinada
al
fracaso,
ya
que
las
condiciones
que
llevan
a
sus
crisis
no
están
en
políticas
“buenas”
o
“malas”
(lo
demues‐ tra
su
amplitud
que
abarca
distintos
regímenes
políticos
y
sociales),
sino
en
sus
propias
contradicciones. Empezamos
a
transitar
una
nueva
época,
donde
es
claro
que
los
únicos
interesados
en
enfrentar
la
crisis
son
aque‐ llos
que
la
sufren:
los
trabajadores,
la
juventud
y
el
pueblo
pobre
así
lo
demuestran
en
todo
el
mundo.
Y
por
lo
tanto pasar
a
la
ofensiva
enfrentando
hasta
el
final
a
las
corporaciones,
a
los
empresarios,
a
los
capitales
extranjeros
que embargan
en
la
timba
financiera
nuestros
recursos
naturales,
a
las
corporaciones
mediáticas
que
monopolizan
el
acce‐ so
a
la
información
y
lo
vuelven
en
contra
de
las
luchas
populares,
etc.
Sólo
estaremos
armados
ante
la
crisis
si
forta‐ lecemos
la
organización
del
sindicalismo
de
base,
creamos
desde
las
bases
lazos
de
unidad
obrera
y
popular
‐rotos
por las
mismas
condiciones
de
acumulación,
como
lo
es
la
tercerización
laboral
y
el
trabajo
en
negro
que
divide
a
los
tra‐ bajadores‐,
y
si
creamos
herramientas
políticas
para
nuclear
estas
demandas.
Desde
la
Juventud
del
PTS
consideramos que
la
constitución
del
Frente
de
Izquierda
para
las
elecciones
de
este
año
debe
tener
una
continuidad
en
este
senti‐ do,
actuando
en
el
seno
de
la
clase
trabajadora
y
organizaciones
juveniles
y
sociales,
hoy
en
día
la
carrera
de
velocida‐ des
está
en
marcha
a
ver
que
sector
de
la
sociedad
llega
mejor
preparado
para
dar
su
solución
a
la
crisis:
la
clase dominante
o
los
explotados
y
oprimidos
alrededor
del
mundo,
y
poner
en
pie
una
herramienta
política
propia
es
la preparación
que
debemos
construir
desde
hoy.
La
Juventud
del
PTS
interviene
cotidianamente
con
esta
perspectiva en
los
lugares
de
trabajo
y
estudio,
porque
creemos
que
una
revolución
no
sólo
es
necesaria
frente
a
las
miserias
que nos
deparan
las
crisis
económicas,
sino
que
es
posible!

15


¿”Argentina
blindada”? Bonapartismo
K,
crisis
mundial
 y
los
desafíos
de
la
izquierda Por
Juan
Manuel
Corbalan,
Secretario
General
del
CEFyL
 de
la
UJS‐Partido
Obrero
en
el
Plenario
de
Izquierda

L

16

a
propaganda
oficialista
disocia
la
evolución
política
del
régimen
K
de
la
crisis
capitalista
mundial.
Nos
muestra una
Argentina
“blindada”
frente
al
mundo.
La
resolución
125,
la
utilización
de
las
reservas
del
banco
central
para pagar
la
deuda,
la
nacionalización
de
las
AFJP,
sin
embargo,
no
pueden
explicarse
sin
los
golpes
de
la
crisis
mun‐ dial;
que
desde
sus
comienzos,
con
el
derrumbe
de
la
burbuja
hipotecaria
en
EE.UU.
a
mediados
del
2007,
abrió
un período
inacabado
de
fuga
de
capitales
que
lleva
ya
52
meses
en
nuestro
país,
proceso
que
lejos
de
desacelerarse
con el
triunfo
de
CFK,
se
ha
profundizado.
Entender
la
naturaleza
de
estos
procesos
es
el
objetivo
de
esta
nota
dividida
en cuatro
puntos: 1.
Mostrar
la
trayectoria
del
kirchnerismo
como
emergente
de
la
crisis
y
del
derrumbe
del
2001,
es
decir
como
con‐ tinuador‐conservador
en
un
contexto
particular
del
esquema
duhaldo‐menemista
 2.
Mostrar
como
la
crisis
mundial
sacudió
el
esquema
K. 3.
Mostrar
la
lucha
política
al
interior
de
la
burguesía
que
dio
origen
a
lo
que
denominamos
bonapartismo
tardío
K. 4.
Mostrar
el
rol
que
le
toca
a
la
izquierda
en
la
próxima
etapa
como
resultado
del
espaldarazo
de
la
elecciones.

1-De una confiscación popular a otra Los
escribas
del
gobierno
presentan
al
kirchnersismo
como
una
reacción
a
la
década
menemista.
Olvidan
que
se trata
de
una
reacción
dentro
del
menemismo.
Kirchner
como
gobernador
apoyó
todas
las
medidas
confiscatorias
del patrimonio
nacional:
apoyó
la
privatización
de
YPF
y
a
la
creación
de
las
AFJP,
junto
con
la
entrega
del
banco
de
Santa Cruz
a
manos
privadas,
son
por
dar
algunos
ejemplos.
Desde
la
caída
de
los
tigres
asiáticos
en
1997,
pasando
por
Rusia, la
devaluación
del
real
y
la
recesión
yanki
de
2000‐01,
la convertibilidad
pasaba
a
mejor
vida,
pavimentando
la rebelión
popular
diciembre
de
2001.
Este
proceso
tuvo su
correlato
en
América
Latina
dando
origen
a
gobier‐ nos
nacionalistas
militares
como
el
de
Chavez
o
indige‐ nistas
 pequeñoburgueses
 como
 el
 de
 Evo,
 que provienen
del
descalabro
del
régimen
político
y
de
los partidos
tradicionales.
En
contraposición
el
kirchnersi‐ mo
tiene
su
origen
en
el
riñon
del
régimen
sacudido
por la
 crisis:
 el
 Partido
 Justicialista
 encabezado
 por
 el menemismo. En
2003
el
kirchnerismo
se
sube
a
un
caballo
en
mar‐ cha.
La
devaluación
de
la
moneda,
una
gigantesca
con‐ fiscación
 salarial
 a
 la
 clase
 obrera
 permitió
 a
 los capitalistas
relanzar
la
actividad
económica.
Duhalde
y la
corte
suprema
“renovada”
sancionaron
el
rescate
de los
bancos
quebrados
confiscando
a
los
ahorristas.
Se dió
 impulso
 a
 la
 creación
 de
 empleo
 precario
 o
 en negro,
sobre
la
base
de
un
ejercito
de
desocupados
del 40
por
ciento
de
la
población. Sin
embargo,
el
factor
fundamental
que
permitió
la salida
 de
 la
 crisis,
 fue
 el
 aumento
 exponencial
 de
 las exportaciones
 de
 materias
 primas,
 impulsadas
 por
 la


apertura
 del
 mercado
 Chino,
 que
 con
 su
 demanda ampliada
sacó
al
conjunto
de
la
economía
mundial
de
la recesión
de
2001‐2002.
Los
superavits
fiscales
y
comer‐ ciales
se
asocian
a
este
proceso. Cuando
CFK
se
refiere
al
“estatismo
vs.
mercado” en
los
foros
internacionales
habla
para
un
tribuna
que recibió
con
aplausos
el
pago
de
la
deuda
externa,
pese a
la
quita,
proceso
normal
en
toda
quiebra.
Salvo
Aguas Argentinas,
el
Correo
y
Thales,
tres
casos
manifiestos de
corrupción,
que
el
kirchnerismo,
sin
embargo,
inten‐ tó
salvar,
el
estatismo
kirchnerista,
se
redujo
al
manejo de
la
emergencia
económica
que
la
bancarrota
de
fines de
2001
produjo. En
el
caso
del
la
empresas
privatizadas
el
2001
signi‐ ficó
 la
 quiebra.
 Los
 privatizadores
 acumulaban
 una abultada
deuda
externa,
en
realidad:
autopréstamos. Mientras
giraban
al
exterior
sus
dividendos,
a
las
inver‐ siones
realizadas
las
contabilizaban
como
“deuda”
con sus
propias
casas
matrices.
En
2002,
cuando
se
pesifi‐ can
 las
 tarifas,
 los
 privatizadores
 se
 declaran
 en “default”.
 Una
 medida
 elemental
 en
 defensa
 de
 los intereses
nacionales
obligaba
a
la
rescisión
de
todas
las privatizaciones
sin
resarcimiento,
así
como
a
la
investi‐ gación
de
las
operaciones
de
“autopréstamos”
ejecutadas
durante
los
años
90.
Duhalde
primero
y
Kirchner
después, operaron
de
un
modo
muy
diferente.
Compensaron
a
los
concesionarios
con
subsidios
millonarios
por
el
congelamien‐ to
de
tarifas,
y
“estatizaron”
la
inversión.
Las
privatizaciones
se
mantuvieron
a
flote
en
base
a
un
régimen
que
dejó
en pie
la
facturación
y
beneficios
a
cargo
de
los
pulpos
privados
y
trasladó
al
Estado
los
principales
gastos
e
inversiones. Este
estatismo
es
de
naturaleza
conservadora
y
restauracionista,
cambia
alguna
cosa
para
permitir
que
todo
siga igual.
Operación
típica
de
un
pos
menemista:
socorrer
el
sistema
menemista
que
se
derrumbó.

2. Todo lo sólido se desvanece en el aire Si
durante
los
primero
cuatro
años
de
gobierno
la
economía
K
se
asentó
en
la
recuperación
económica
global, desde
mediados
de
2007,
empiezan
los
problemas.
De
la
mano
de
la
crisis
financiera,
el
gobierno
tuvo
que
lidiar
con un
aumento
de
la
inflación,
fuga
de
capitales,
caída
de
reservas
y
apreciación
del
tipo
de
cambio
como
consecuencia de
la
devaluación
de
las
monedas
de
los
países
a
los
cuales
Argentina
exporta.
El
manejo
que
el
gobierno
le
dio
a
la crisis
también
cuestionó
al
régimen
político.
A
partir
de
la
resolución
125
y
la
crisis
con
el
campo,
surgió
una
oposición por
derecha
al
gobierno
que
lo
derrotó
en
las
elecciones
legislativas
de
2009.
Esta
derrota
coincide
con
el
punto
más alto
de
la
crisis
mundial,
año
de
recesión
nivel
internacional,
con
la
consecuente
caída
del
comercio
internacional. La
forma
en
que
el
capital
financiero
internacional
intentó
salir
de
la
crisis
fue
con
un
brutal
salvataje
de
los
bancos por
parte
de
los
estados.
La
reserva
federal
norteamericana
emitió
dólares
para
relanzar
la
economía
en
un
nivel
sin precedentes.
La
inflación
en
la
Argentina
tiene
su
explicación
en
el
ingreso
de
capitales
especulativos
ligados
a
este proceso.
El
negocio
es
la
diferencia
entre
el
interés
que
le
pagan
a
la
FED
y
lo
que
ganan
invirtiendo
en
los
países
emer‐ gentes
especulando
con
el
precio
de
las
de
materias
primas.
De
esta
forma
se
intentó
salir
de
la
crisis
de
2009.
Este ingreso
de
capitales,
que
infló
el
precio
de
la
soja
permitiendo
el
acercamiento
de
los
sectores
sojeros
con
el
gobier‐ no,
sin
embargo,
obligó
al
banco
central
a
comprar
los
dólares
que
ingresaban
al
mercado
para
evitar
la
apreciación nominal
de
la
moneda.
La
emisión
monetaria
impulsó
la
inflación,
la
apreciación
real
del
tipo
de
cambio
y
la
caída
del aumento
de
las
reservas.
En
paralelo
se
dio
un
aumento
de
las
importaciones
debido
a
la
perdida
de
competitividad de
la
producción
nacional.
El
tipo
de
cambio
estacionado
en
torno
al
4
a
1
es
la
versión
nacional
y
popular
de
la
con‐ vertibilidad.
La
crisis
con
el
aumento
de
las
importaciones
trató
de
solucionarse
con
trabas
a
las
compra
de
productos extranjeros.
En
un
mundo
de
“guerras
comerciales”
y
devaluaciones
competitivas
el
gobierno
busca
tapar
el
sol
con las
manos.

3. La lucha política al interior de la burguesía y el bonapartismo K Frente
a
este
escenario
convulsivo
el
gobierno
le
impuso
a
la
burguesía
su
salida
a
la
crisis
mediante
el
saqueo
de los
fondos
del
banco
central
y
del
ANSES,
desplazando
del
centro
de
la
escena
a
la
oposición.
La
estatización
de
las AFJP
convirtió
a
la
ANSES
en
una
AFJP
única
y
centralizada:
en
lugar
de
pagar
jubilaciones
de
acuerdo
a
la
evolución del
salario
y
del
costo
de
vida,
las
paga
según
el
rendimiento
de
los
fondos
que
maneja,
que
no
por
casualidad
están invertidos
en
los
mismos
rubros
que
las
AFJP:
obligaciones
negociables,
títulos
públicos
y
acciones
de
las
grandes empresas.
Estos
fondos,
que
deberían
dedicarse
al
pago
del
82
por
ciento
móvil
para
los
jubilados,
son
utilizados
para subsidiar
capitales
y
para
tapar
los
baches
de
las
cuentas
públicas,
que
sin
la
transferencia
de
utilidades
del
banco
cen‐ tral
y
la
plata
de
los
jubilados
estarían
en
rojo.
No
podemos
dejar
de
mencionar
aquí
que
el
gobierno
destina
7000 millones
de
estos
fondos
para
el
pago
de
la
AUH
mientras
que
130
mil
millones
van
a
subsidios
al
gran
capital.
La
polí‐ tica
social
del
gobierno
sigue
aquí
los
lineamientos
del
banco
mundial:
contener
con
los
recursos
del
Estado
la
miseria

17


El desarrollo de la izquierda independiente y revolucionaria en el país nos otorga un mandato para luchar a fondo por una perspectiva anticapitalista frente a la crisis

18

social
generando
ingresos
ciudadanos,
como
la
AUH
o
la
jubilación
mínima
que
hoy
esta
en
1480
pesos.
No
por
casua‐ lidad
fue
Carrió
quien
planteo
el
tema
antes
que
el
gobierno.
 Entre
2009
y
2011
el
gobierno
gano
el
consenso
de
la
clase
capitalista.
Por
eso
en
los
foros
empresariales
los
repre‐ sentantes
del
gobierno
aparecen
como
principales
oradores
luego
de
que
esos
espacios
fueran
tribuna
de
la
oposi‐ ción.
El
gobierno
se
“comió”
la
base
social
de
la
oposición
de
derecha
y
cerró
una
disputa
al
interior
de
la
burguesía. De
todas
formas,
el
voto
del
gobierno
expresa
intereses
contradictorios:
el
del
empresariado
que
pide
devaluación, moderación
salarial
y
estabilidad
en
las
cuentas
públicas,
para
poder
blindarse
frente
a
la
crisis,
como
el
del
mayoría de
la
clase
obrera
que
veía
en
la
oposición
un
representante
del
ajuste
y
la
recesión. La
votación
en
favor
de
Cristina
Kirchner,
por
un
lado,
y
el
acentuado
derrumbe
de
la
oposición
tradicional,
por
el otro,
acentúa
las
características
de
arbitraje
(bonapartismo)
del
gobierno.
El
régimen
de
autoridad
personal
tiene
que imponerse
sobre
las
múltiples
fracciones
del
campo
oficial,
pero
también
sobre
una
oposición
disgregada,
o
sea
sobre un
régimen
político
en
abierta
disolución.
No
debe
confundirse
el
gobierno
personal
que
emana
del
presidencialismo argentino
con
el
bonapartismo,
que
representa
una
forma
especial
que
no
se
reduce
al
presidencialismo.
Néstor
Kirch‐ ner,
por
su
lado,
intentó
varias
formas
de
método
de
gobierno,
desde
un
bipartidismo
centroizquierda‐centroderecha (que
minimizaba
al
PJ,
poblado
de
‘centroderechistas’),
un
intento
luego
de
ponerlo
en
el
centro,
hasta
el
aislamien‐ to
final
después
de
la
125
y
la
derrota
electoral
de
2009.
Cuando
le
adjudicamos
al
gobierno
actual
el
carácter
de “bonapartismo
tardío”,
tomamos
en
cuenta
la
derrota
reiterada
que
propinó
al
intento
de
la
oposición
de
gobernar por
medio
del
Congreso,
a
la
cual
le
impuso,
en
distintos
episodios
de
crisis,
la
estatización
de
las
AFJP,
el
pago
de
la deuda
con
reservas
del
Banco
Central
y
el
manejo
del
Presupuesto
por
decreto.
El
alto
porcentaje
de
votos
que
obtu‐ vo
CFK
tanto
en
las
primarias
como
en
octubre
son
la
manifestación
electoral
de
esta
reversión
política. Este
bonapartismo
es,
sin
embargo,
“tardío”
porque
nace
al
final
del
ciclo
del
kirchnerismo
y
del
ciclo
económico internacional
que
llevó
el
precio
de
la
soja
por
las
nubes.
Los
K
perdieron
en
2009
en
el
momento
más
fuerte
del
impac‐ to
de
la
crisis
mundial
en
Argentina.
Es
también
“tardío”
porque
la
capacidad
de
arbitraje
político
en
las
condiciones de
la
bancarrota
capitalista
mundial
es
muy
estrecha.
Como
todo
bonapartismo,
el
episodio
que
vivimos
ahora
es
una expresión
de
la
completa
crisis
del
régimen
político
y
de
los
partidos
tradicionales

4. Los desafíos de la izquierda La
izquierda
logró
en
esta
elección
un
resultado
importante,
entre
la
elección
presidencial
y
a
diputados
cosechó 660.000
votos.
Se
sostuvo
la
elección
de
las
primarias
y
crecieron
los
votos
para
diputados,
mostrando
un
principio de
independencia
política
en
un
sector
importante
de
gente
que
votó
al
gobierno
y
cortó
boleta.
En
capital
la
izquier‐ da
estuvo
a
menos
de
3000
votos
de
consagrar
un
diputado
y
en
provincia
de
Buenos
Aires,
la
legislación
proscripti‐ va
impuesta
por
la
dictadura
y
sostenida
por
la
democracia
impone
un
piso
del
3
por
ciento
del
padrón
electoral, cuando
la
izquierda
sacó
el
3.57
de
los
votos
emitidos,
dejándonos
afuera
del
reparto
proporcional
por
sistema
dhont. Esta
elección
fue
la
mejor
elección
de
la
izquierda
desde
1983.
Sin
dudas
una
de
los
grandes
derrotados
de
esta
elec‐ ción
es
la
izquierda
desmoralizada
que
se
integró
a
los
partidos
patronales,
la
vieja
izquierda
unida
hoy
esta
repartida entre
el
gobierno
y
la
oposición.
El
desarrollo
de
la
izquierda
independiente
y
revolucionaria
en
el
país
nos
otorga
un mandato
para
luchar
a
fondo
por
una
perspectiva
anticapitalista
frente
a
la
crisis:
por
la
defensa
del
salario,
contra
la precarización
y
la
tercerización
laboral,
por
el
82
por
ciento
móvil
para
los
jubilados,
por
el
no
pago
de
la
deuda
exter‐ na
y
por
el
cese
de
la
fuga
de
capitales
El
gobierno
tiene
el
53%
de
los
votos,
pero
carece
de
la
orientación
social
y
de la
disposición
política
para
ofrecer
una
salida.
El
derrumbe
de
la
derecha
nos
otorga
un
escenario
inmejorable
para impulsar
fondo
una
alternativa
política
de
los
trajadores.


Batalla cultural


Sobre el último libro de Beatriz Sarlo en torno al kirchnerismo

¿Un
paso
más
 en
la
batalla? Por
Emiliano
Ruiz
Díaz

20

E

n
la
tapa
se
puede
observar
un
stencil
de
Néstor
Kirchner
apuntando
con
su
dedo
al
horizonte,
como
dando
una orden,
impartiendo
los
lineamientos
a
seguir.
Sin
obviar
por
nuestra
parte
la
relevancia
que
los
liderazgos
y
los
atri‐ butos
personales
suponen
en
la
dirección
política
estructural,
no
es
menos
cierto
que
tanto
este
dibujo
como
el título
del
último
libro
de
Beatriz
Sarlo
La
audacia
y
el
cálculo:
Kirchner
2003‐2010
(Sudamericana),
nos
coloca
ante
una interpretación
liberal
de
los
hechos
políticos
y
culturales
de
los
últimos
años
en
la
Argentina.
Se
trata
de
dar
centrali‐ dad
a
una
explicación
que
nos
viene
a
decir
que
fundamentalmente
hemos
asistido
a
la
manipulación
y
a
la
individua‐ lidad
atrevida
de
un
hombre
que
se
ha
alzado
por
encima,
no
ya
de
las
masas
o
el
pueblo,
sino
de
las
garantías
de
una institucionalidad
parlamentaria
despreciada
y
relegada.
Si
bien
el
libro
intentará
luego
dar
cuenta
de
la
trama
simbó‐ lico‐cultural
más
profunda
que
subyace
al
fenómeno
kirchnerista,
y
por
más
que
incluso
este
sea
su
principal
motivo, la
elección
de
este
título
que
habla
de
“audacias”
y
“cálculos”,
empieza
por
contradecir
o
al
menos
neutralizar
la
pro‐ pia
dimensión
analítica
que
lo
sustenta,
aquellos
estudios
de
la
relación
entre
sociedad
y
cultura
que
Beatriz
Sarlo
ha trabajado
con
tanta
precisión
e
inteligencia
en
algunas
de
sus
mejores
publicaciones
y
que
aquí
vuelve
a
ensayar. A
diferencia
de
obras
anteriores,
este
texto
de
Sarlo
se
enmarca
visiblemente
en
una
serie
de
títulos
lanzados
al mercado
editorial
y
que
comparten
como
rasgo
común
el
abordaje
de
la
temática
kirchnerista,
sea
a
favor
o
en
con‐ tra,
bien
en
el
filo
de
la
coyuntura,
ahí
en
los
reverberos
posteriores
al
fallecimiento
del
líder
del
movimiento.
Si
bien en
el
prólogo
la
autora
intenta
despegarse
de
ciertas
figuras,
es
evidente
que
esta
obra
forma
parte
de
lo
que
podrí‐ amos
llamar
el
universo
de
publicaciones
inmediatas
que
abordan
al
kirchnerismo
desde
una
matriz
opositora,
textua‐ lidades
en
el
hueso
de
la
polémica
hiperactual
y
que,
quiéralo
ella
o
no,
alinean
a
Sarlo
en
la
palestra
de
personalidades tan
diversas
como
Luis
Majul,
Marcos
Aguinis,
Nelson
Castro,
Eduardo
Tenembaum
o
más
recientemente
el
trotskis‐ ta
Cristian
Castillo.
Es
un
libro
que
antes
que
nada,
incluso
antes
que
sus
propios
contenidos
y
postulaciones,
viene
a cumplir
determinadas
funciones
en
el
mercado
editorial
y
la
coyuntura
político‐cultural
argentina,
y
por
eso
resulta
tan significativo
detenerse
en
los
primeros
signos
que
nos
arrojan
su
título
y
la
ilustración
que
lleva
en
la
tapa.
Lejos
esta de
ser
algo
casual
o
azaroso. Aún
con
todo
esto,
La
audacia
y
el
cálculo…no
puede
reducirse
a
un
brulote
de
circunstancia
por
más
que
cumpla con
algunos
de
sus
rasgos.
Sarlo
despliega
en
su
libro
un
interesante
análisis
acerca
de
la
emergencia
y
el
protagonis‐ mo
de
nuevos
formatos
comunicativos
en
lo
que
ella
ampliamente
denomina
como
el
amplio
campo
de
la
“batalla
cul‐ tural”.
 De
 este
 modo
 coloca
 la
 lupa
 sobre
 facebook,
 twitter,
 blogs
 y
 todas
 las
 plataformas
 tecnológicas
 que
 se imbrican
en
la
cotidianidad
política
de
nuestro
tiempo.
Un
análisis
que
todavía
no
se
ha
realizado
con
la
atención
y
pro‐ fundidad
que
se
merece
y
que
en
el
libro
se
trata
con
buen
tino.
A
su
vez,
Sarlo
se
embarca
en
una
crítica
implacable hacia
los
formatos
muchas
veces
acelerados
y
simplificantes
de
medios
como
la
televisión
y
la
adaptación
de
la
clase política
a
estas
reglas
del
marketing
que
se
vieron
con
tanta
claridad
en
las
elecciones
de
2009
en
el
programa
de
Tine‐ lli.
Sin
embargo,
esta
observación
tan
cierta
luego
pasa
a
ser
motivo
de
comparación
con
los
modos
de
dominación del
“populismo”
y
da
a
entender
que
solo
ciertas
elites
minoritarias
gozarían
de
un
entendimiento
político‐cultural
sig‐


nificativo
 y
 que
 el
 resto
 de
 la población
sería
una
mera
recepto‐ ra
 de
 consignas,
 completamente despojada
 de
 conciencia
 crítica. Una
 afirmación
 que
 parece
 ser contradicha
por
un
momento
his‐ tórico
de
politización
para
grandes capas
 de
 una
 sociedad
 argentina
 que
 conmovió
 los cimientos
del
sistema
en
diciembre
de
2001
y
asistió
a fuertes
movilizaciones
y
debates
desde
aquel
tiempo
a esta
parte,
por
dentro
del
kirchnerismo
pero
también por
fuera. Desde
su
especificidad
intelectual
Sarlo
se
detiene en
el
rol
ejercido
por
los
integrantes
de
Carta
Abierta
y programas
como
678,
a
los
cuales
explica
como
partes diferentes
pero
complementarias
en
la
centralidad
de la
 “batalla
 cultural”
 desplegada
 por
 el
 oficialismo desde
el
conflicto
agrario
que
se
llevó
buena
parte
de 2008.
A
los
primeros
les
asigna
acertadamente
el
mote de
“brigada
simbólica”
(aunque
no
les
reconoce
mérito en
recobrar
el
debate
intelectual
para
los
primeros
pla‐ nos)
y
respecto
de
los
segundos
desarrolla
una
crítica
a
sus
esquematizaciones
oficialistas,
muchas
veces
cerca
de repetir
aquello
mismo
que
dicen
combatir,
y
a
las
formas
en
que
recortan
la
realidad
según
conveniencias.
Cada
una de
estas
apreciaciones
son
acertadas
pero
aparecen
enunciadas
desde
 el
universo
del
republicanismo
abstracto, desde
la
defensa
implícita
de
los
grupos
económicos
que
dominan
los
medios
masivos
de
comunicación
y
a
los
cuales a
lo
sumo
se
les
achaca
cuestiones
estilísticas.
Ni
hablar
de
pasajes
enteros
donde
todo
lo
que
Sarlo
tiene
para
seña‐ lar
es
la
vestimenta
de
la
actual
presidenta,
mostrar
admiración
por
Elisa
Carrió,
no
responsabilizar
a
Eduardo
Duhal‐ de
por
los
asesinatos
de
Kosteki
y
Santillán
o
donde
se
evidencia
el
menemismo
de
Néstor
Kirchner
durante
los
años noventa,
no
para
cuestionar
su
complicidad
con
el
neo‐liberalismo,
sino
para
únicamente
enfocar
una
contradicción en
si
misma. A
excepción
quizás
de
algunos
pasajes
mencionados
y
de
una
concreta
denuncia
de
la
relación
del
ejecutivo
con los
sectores
sindicales
defensores
de
la
tercerización
laboral
que
asesinaron
a
Mariano
Ferreyra
(algo
que
algunos intelectuales
oficialistas
suelen
desconocer),
la
caracterización
del
kirchnerismo
que
se
despliega
en
La
audacia
y
el
cál ‐ culo…no
apunta
jamás
a
polemizar
con
sus
principales
contradicciones
y
las
grandes
deudas
sociales
pendientes
de ser
saldadas.
En
simultáneo,
si
bien
el
libro
logra
desbrozar
y
entender
la
importancia
de
los
avances
del
kirchnerismo en
materia
de
dispositivos
simbólico‐comunicativos
en
pos
de
generar
una
propia
hegemonía
política
y
social,
no
con‐ sigue
explicar
el
fenómeno
en
toda
su
heterogénea
complejidad
y
repite
viejas
fórmulas
que
interpretan
enteros
perí‐ odos
históricos
a
partir
de
las
volteretas
astutas
de
una
personalidad
excepcional.
Lejos
de
grandes
textos
de
la exégesis
nacional‐cultural
de
antaño
como
Una
modernidad
periférica:
Buenos
Aires
1920
y
1930,
el
último
libro
de
Bea‐ triz
Sarlo
puede
llevarnos
a
reflexionar
en
torno
a
cuáles
son
los
sectores
políticos
que
hoy
se
hayan
en
condiciones de
abordar
la
tarea
de
librar
una
batalla
cultural,
y
por
ende
también
política,
que
ponga
de
relieve
una
serie
de
con‐ ceptualidades
alternativas
y
superadoras
al
posibilismo
kirchnerista
y
permita
dar
pasos
firmes
en
el
fragor
de
la misma.
Evidentemente
la
reciente
y
aplastante
derrota
a
nivel
nacional
de
las
opciones
más
corridas
hacia
el
liberal‐ conservadurismo
obtiene
su
correlato
en
las
esferas
de
una
organicidad
intelectual
incapaz
de
permear
sus
ideas
en el
ánimo
social
común
y
general,
aún
con
la
ayuda
de
grandes
plataformas
comunicativas
de
diverso
tipo.
Con
parti‐ cular
énfasis,
luego
del
54%
en
las
presidenciales,
pareciera
estar
del
lado
de
las
nuevas
generaciones
intelectuales, artísticas
y
políticas
que
se
plantean
transformaciones
profundas,
la
tarea
de
dar
una
disputa
por
las
ideas
que
servi‐ rán
de
usina
para
acercarnos
a
un
modelo
de
país
igualitario,
justo
y
soberano.
 1/11/11

21


Libro I: un nuevo capítulo del Rock

Charla
con
Última
Cifra,
la
banda de
Puan
que
sigue
creciendo Por
Nacha
Urre

E

s
domingo.
Los
domingos
siempre
son
melancólicos.
Hace
poco,
charlaba
con
Alejandro,
bajista
de
Última
Cifra,
y
cuan ‐ do
le
conté
mi
intención
de
hacerles
otra
nota
me
dijo
que
quería
que
sea
un
domingo.
Cuando
pregunté
por
qué,
me dijo:
“así
cortamos
la
náusea
dominguera
con
un
poco
de
rock”.
Claro,
yo
no
leí
Sartre,
pero
la
explicación
me
pareció muy
gráfica:
“La
Náusea
es
como
los
domingos…
un
bajón.
Hay
que
cortar
eso
siempre,
si
no
te
volvés
un
Roquentín
cual ‐ quiera…
”. Así
que
para
allá
voy,
a
cortar
la
náusea
dominguera
con
un
poco
de
Rock
de
la
mano
de
los
chicos
de
Última
Cifra, banda
de
Rock
compuesta
por
Alejandro,
en
bajo;
Ezequiel,
en
guitarras;
Nahuel,
en
batería;
y
Plotino,
voz,
guitarra
y teclados.
La
cita
es
pasada
la
comida
del
mediodía,
así
que
me
caigo
con
unos
bizcochos
y
unas
galletas
que,
además
de mi
almuerzo/merienda,
son
una
clara
demostración:
quiero
mates,
chicos. El
lugar
de
encuentro
es
la
casa
de
Ezequiel:
y
allí
estaban
los
4,
esperándome
con
la
buena
onda
de
siempre
y
ultiman ‐ do
detalles
para
la
salida
de
su
“Acto
III:
Máscaras”.
Nos
sentamos
en
círculo,
en
la
pieza/estudio
de
Eze
y,
mate
de
por medio,
comenzó
todo.

22

–¿Quiénes
son
Última
Cifra? –Ale:
¿Quién
posibilita
la
creación?
Sin
la
gente
que
nos
hace
el
aguante,
el
proyecto
no
se
sostiene:
desde
Tomy, el
hermano
de
Eze,
ayudándonos
a
robar
una
silla,
hasta
Euge,
consiguiéndonos
fechas,
Nico
sacando
las
fotos
y haciendo
las
tapas
de
los
Actos,
Mauro,
amigo
oficial
de
la
banda,
junto
con
otros
muchos,
pintando
la
bandera
y
agi‐ tando
en
cada
show
que
hacemos,
la
vieja
de
Eze
trayéndonos
la
comida
mientras
estamos
componiendo
o
graban‐ do
completamente
enajenados…
Esto
se
gesta
de
a
muchos.
Lo
interesante
es
que
más
gente
se
sume.
Última
Cifra sólo
expresa
algo
que
pareciera
estar
latente
en
muchos…
La
ganas
de
gritar
algo.
 –Interesante
eso
de
gritar,
¿gritar
qué? –A
l
e:
Gritar
siempre
es
el
resultado
de
un
silencio.
En
la
cultura
del
silencio
y
el
individualismo,
esos
valores
hegemó‐ nicos
que
se
pretenden
absolutos,
hay
gente
que
resiste:
que
grita.
El
rock
siempre
es
resistencia.
 –Nahuel:
Yo
creo
que
lo
que
le
falta
al
rock
hoy
es
un
mensaje.
Porque
en
el
vacío
de
su
contenido
está
su
masifi‐ cación,
porque
así
se
vuelve
“adaptable”
a
un
consumo
mayoritario,
y
así
se
pierde
uno
de
los fundamentos
que
yo
creo
que
hicieron
del
rock
un
movimiento
tan
abarcativo.
Se
me
ocurre
en sus
inicios,
había
bandas
que
intentaban
dar
algo
más
que
temas.
Yes
retomaba
el
hippismo,
y ellos
se
reivindicaban
así
al
decir
“Give
peace
a
chance”,
Rush
tenía
letras
mas
orientadas
al objetivismo,
 Pink
 Floyd
 fue
 variando
 en
 su
 concepción,
pero
 siempre
 dejando
 un
 concepto detrás,
The
Wall
es
quizás
el
ejemplo
más
claro
por
ser
el
más
conocido,
pero
en
sus
inicios
ya tenía
esa
orientación.
Yo
al
menos
me
siento
más
cerca
de
esta
concepción
que
de
las
actuales, y
tratar
de
reflotarlas,
no
siendo
los
únicos,
claro
está,
me
parece
algo
más
que
loable. –Vamos
a
ustedes:
¿en
qué
andan? –Eze:
Estamos
terminando
de
grabar
el
“Acto
III:
Máscaras”.
En
realidad
ya
grabamos
todo, estamos
en
post
producción.
Muy
contentos
la
verdad. –Hablando
de
eso…
¿cómo
está
funcionando
esta
idea
de
los
Actos?
¡Tres
en
menos
de
seis en
meses!
Expliquen
un
poquito
de
que
se
tratan
sus
“Actos”
para
aquello
que
no
los
conoz‐ can
y
las
razones
para
editar
su
música
de
esa
manera.
 –Ale:
Bien,
estamos
muy
contentos
y
seguimos
adelante
con
la
propuesta
de
los
Actos.
Para los
que
no
saben:
nosotros
estamos
sacando
“Actos”,
que
a
simple
vista,
parecen
más
bien
un EP.
Pero
no,
no
es
lo
mismo:
nosotros
pensamos
que
el
“disco”
como
concepto
está
muriendo, y
vamos
a
acompañar
esa
muerte.
Los
discos
no
existen
por
formato
artístico:
son
una
imposi‐ ción
de
la
industria
musical,
¿por
qué
seguir
su
formato?
Sacar
un
acto
es
gritar
que
se
puede crear
cultura
de
otra
manera. –Nahuel:
Y
también
tienen
la
diferencia
con
los
EPs
tradicionales
la
idea
de
que
hay
un
hilo


conceptual
en
las
letras,
algo
propio
del
rock
en
sus
inicios
con
la historia
de
hacer
discos
conceptuales,
que
no
es
lo
mismo
que
una historia,
que
hoy
es
más
retomado
por
el
rock
o
el
metal
progresi‐ vo.
En
el
primer
acto
orientamos
las
letras
un
poco
a
la
relación
fun‐ dante
del
sujeto
con
el
mundo,
a
grandes
rasgos,
con
el
yo,
con
el ellos
y
el
nosotros;
en
el
segundo
acto,
que
parece
más
seguir
una historia,
 tratamos
 de
 componer
 desde
 ese
 vínculo
 necesario
 e imperfecto
entre
un
estado
ideal
de
las
cosas
con
su
posterior
mani‐ festación
 en
 nuestra
 vida;
 en
 el
 tercer
 acto
 las
 letras
 son
 más “introspectivas”,
creo
que
el
nombre
“Máscaras”
sirve
para
graficar bien
el
núcleo
general
de
lo
que
va
a
ser
la
temática
del
tercer
acto: Las
distintas
formas
de
auto‐percepción
que
tenemos,
sea
un
puro vacío,
una
proyección
hacia
el
mañana,
o
esa
angustia
de
saber
que no
somos
lo
que
queríamos
ser.
 –
P
l
o
t
i
n
o:
Aunque
esas
son
lecturas
que
se
pueden
hacer
desde
adentro
y
desde
una
perspectiva
un
tanto
académi‐ ca.
Me
refiero
a
las
letras
y
a
lo
que
acaba
de
contar
Nahuel.
Es
cierto,
nosotros
buscamos
enmarcar
conceptualmente cada
Acto
desde
las
letras
e
incluso
desde
la
música,
pero
una
vez
que
ya
desarrollamos
el
marco
viene
la
bajada
a
tie‐ rra,
que
es
cuando
cobra
sentido
la
cosa
porque,
básicamente,
se
pueden
traducir
esas
ideas
tan
complejas
a
canciones de
rock.
Si
vos
las
escuchás,
en
un
primer
momento
pueden
parecerte
simples,
básicas,
al
menos
algunas,
que
son
las que
más
me
gustan,
las
que
me
parece
que
salen
mejor.
El
lenguaje
técnico
fue
desde
siempre,
por
ejemplo,
desde
los inicios
de
la
imposición
del
latín
como
lengua
docta,
una
herramienta
para
alejar
a
la
gente,
para
dejarla
afuera
de
todo saber,
de
todo
mensaje.
Eso
por
un
lado,
y,
por
otro
lado,
hoy
el
lenguaje
técnico
es,
la
mayoría
de
las
veces,
un
refugio de
gente
que
esconde
bajo
máscaras
sofisticadas
el
hecho
de
que
no
tiene
nada
para
decir,
o
de
que
no
las
entendió
en su
esencia
y
profundidad.
Einstein
decía
que
uno
entiende
verdaderamente
algo
cuando
se
lo
puede
explicar
a
su
abue‐ la.
Nietzsche
decía
que
cuando
uno
tiene
un
mensaje
profundo
se
esfuerza
por
ser
claro.
Cosas
así. –Eze:
Nosotros
pensamos
todo
lo
que
hacemos,
pero
hacemos
lo
que
sentimos:
algo
así
sería. –Volviendo,
¿sacar
un
Acto
es
una
forma
de
rebeldía? –Eze:
Sacar
un
acto
es
no
atarse
a
la
forma
tradicional
de
comercialización.
Nosotros
sacamos
Actos,
que
son
nues‐ tra
forma
de
expresarnos
a
través
de
la
música.
Los
pueden
descargar
de
la
página
www.ultimacifra.com.ar
y
son
gra‐ tis.
En
la
era
de
Internet,
el
disco
murió.
Hay
que
acompañar
esa
muerte.
El
under
no
existe
bajo
el
paraguas
de
las discográficas. –Plotino:
Under
viene
de
underground,
significa
“bajo
tierra”,
y
bajo
la
tierra
están
los
que
no
tienen
voz.
El
under
es, ante
todo,
un
impedimento
artístico,
en
el
sentido
de
las
condiciones
que
lo
limitan.
Uno
no
crea
gracias
al
under,
uno crea
“a
pesar
del
under”.
Nosotros
tenemos
una
inmensa
suerte
de
poder
grabar
en
lo
de
Eze
de
manera
profesional, porque
sino
estamos
fritos,
al
carajo
con
los
Actos,
porque
no
nos
daría
la
guita
ni
para
grabar
uno
al
año.
No
podemos negar
que
todas
nuestras
ideas
cuentan
con
esa
condición
de
posibilidad
que
se
llama
“el
mini‐estudio
de
Eze”.
Y
a
par‐ tir
de
eso,
los
hacemos
gratis,
los
editamos
gratis.
 –Se
replantea
el
negocio
entonces… –Ale:
 Es
 que
 el
 arte
 no
 debe
 estar
 subordinado
 al capitalismo.
Todos
tienen
que
poder
disfrutar
del
arte, no
sólo
los
que
tienen
plata
para
comprar
un
disco.
El capitalismo
excluye,
hasta
en
eso.
Decide
quiénes
pue‐ den
consumir
cultura.
Y
los
que
no
tienen
acceso,
se joden.
El
arte
nunca
debe
ser
un
negocio:
el
negocio, parece
ser
la
negación
del
ocio,
¿cómo
vamos
a
negar‐ le
a
la
gente
la
posibilidad
de
que
en
sus
ratos
de
ocio escuche
música? –¿Esa
es
su
forma
de
“resistir”? –Eze:
Hay
varios
frentes.
Poder
hacer
que
nos
escu‐ chen
gratis
y
romper
con
la
forma
tradicional
de
pre‐ sentar
la
música,
es
una.
Hacer
“buena”
música
es
otra. La
idea
de
bueno
es
susceptible
de
ser
discutida…
Pero nosotros
pensamos
que
sí
hay
buena
música.
Todo
el tiempo
salen
cosas
nuevas
para
vender,
desde
un
celu‐ lar
nuevo
hasta
el
nuevo
cantante
pop
de
moda,
y
vos pensás
 que
 necesitás
 tener
 eso…
 Así
 sale
 la
 música: como
fenómenos
de
consumo,
¡todo
el
tiempo!
Música descartable,
que
es
reemplazada
por
la
nueva
moda. Desde
los
Back
Street
Boys
hasta
Justín
Bieber,
pasan‐ do
por
los
wachiturros.
 –Me
acordé
de
lo
que
decían
una
vez,
de
que
estu‐ diar,
leer
es
una
forma
de
rebeldía.

23


Música descartable, que es reemplazada por la nueva moda. Desde los Back Street Boys hasta Justín Bieber, pasando por los wachiturros. –Ale:
¿Es
rebelde,
contestatario,
fumarse
un
porro,
seguir
el
viejo
lema
de
“Sexo,
drogas
y
Rock
and
Roll”?
En
una sociedad
donde
el
paco
mata
a
los
pibes,
fumarse
un
porro
no
es
sinónimo
de
nada.
Hoy
ser
rebelde
es
leer,
estudiar, instruirse…
Ser
un
punkie
que
se
caga
a
botellazos,
drogarte
como
un
descocido,
pensar
solamente
en
la
guita,
es caer
en
la
trampa. –Claro,
ustedes
son
todos
universitarios… –Ale:
Y
no
tanto…
Estudiamos
filosofía,
fundamentalmente
Nahuel
y
Plotino.
Yo
decidí
parar
1
año,
para
perfeccio‐ narme
en
teoría
musical
en
la
Escuela
de
Música
Contemporánea,
Ezequiel
estudia
sonido
hace
varios
años….
nos esforzamos
por
ser
buenos
músicos.
La
Universidad
es
una
herramienta
que
nos
da
la
oportunidad
de
pensarnos
de manera
crítica.
Nada
más.
 –Plotino:
A
mí
también
me
resulta
interesante
el
fenómeno
que
se
da
en
las
fiestas
universitarias
con
la
gente
uni‐ versitaria.
En
la
gran
mayoría
de
las
fiestas,
la
gran
mayor
parte
del
tiempo,
solo
se
escucha
cumbia
villera.
Es
muy
gra‐ cioso,
ver
como
gente
que
se
pasa
la
semana
leyendo
a
Sartre
o
a
Foucault
siente
que
necesita
comerse
las
eses
o hablar
como
si
fueran
brutos
para
divertirse.
Es
interesante
observarlo
porque
a
partir
de
ahí
captás
que
el
paradig‐ ma
de
la
pavada
y
de
la
mediocridad
no
tiene
nada
de
espontáneo
ni
de
inocente.
Se
ha
desarrollado
en
nuestra
cul‐ tura
la
idea
de
que
“la
música
para
divertirse”
es
esa.
Se
ha
desarrollado
la
idea
de
que
el
tipo
que
se
divierte
y
la
pasa bien
es
un
cuadrado,
es
el
espectador
de
Tinelli.
Y
eso
no
se
ha
desarrollado
por
que
sí.

24

–La
pavada,
el
paradigma
de
nuestro
tiempo,
¿no? –Ale:
Hay
que
resistirla,
crear
nuevo
horizontes…
Nosotros
desde
la
música.
Pero
nos
encanta
ver
nuevas
formas de
resistencia
artística. –P
l
o
t
i
n
o:
más
que
la
pavada,
el
paradigma
es
la
mediocridad,
que
no
tiene
ese
aire
adolescente
de
la
“edad
del
pavo”. Lo
remarco
no
desde
un
lugar
elitista,
sino
desde
el
lugar
de
quien
entiende
que
la
mediocridad
no
es
inocente,
sino
que, ante
todo,
es
instrumento
de
estupidización
masiva.
Considerá
simplemente
el
impacto
existencial
que
tiene
para
un
ado‐ lescente
escuchar
a
Soda
Stereo
o
escuchar
a
los
Wachiturros.
Los
adolescentes
buscan
modelos
a
imitar,
referentes, horizontes.
Un
chico
que
quiera
ser
como
Soda
Stereo
no
va
a
tener
más
remedio
que
ir
a
estudiar
un
poco
de
armonía, un
poco
de
guitarra,
un
poco
de
canto,
porque
si
no,
no
va
a
tener
los
recursos
indispensables
para
aspirar
a
ese
tipo
de música.
Un
pibe
que
quiere
ser
como
Wachiturros
no
tiene
que
hacer
nada.
Consigue
un
micrófono
y
ya
está.
Entonces el
mensaje
es
claro:
no
necesitás
estudiar,
ni
progresar,
ni
crecer
en
nada.
Quedate
donde
estás.
Aclaro
que
mis
críticas no
van
dirigidas
a
los
pobres
pibes
que
hacen
lo
que
pueden,
que
cantan
lo
que
sienten,
que
escriben
lo
que
les
sale.
Mi crítica
va
dirigida
a
quienes
instrumentan
esas
propuestas
para
empobrecer
al
resto.
Y
mi
crítica
también
va
dirigida
a quienes
teniendo
los
recursos
intelectuales
y
simbólicos
para
trascender
un
poco
esa
propuesta
no
lo
hacen.
La
consu‐ men
y,
de
esa
manera,
la
alimentan.
 –¿Tienen
planes
para
el
futuro? –Eze:
La
idea
es
seguir
sacando
Actos
cada
3
o
4
meses.
Tres
al
año
era
la
idea.
Y
en
el
2013,
sacar
una
compilación de
los
6
actos
que
tendríamos.
Sería
como
un
“disco”
con
nuestra
obra
hasta
el
momento.
La
idea
sería
remasterizar, y
mejorar
el
sonido,
pero
básicamente,
es
lo
que
ya
está
en
Internet,
más
lo
que
está
por
venir.
Sería
un
“Capítulo”
si se
quiere,
un
nuevo
Capítulo
del
rock
(risas).
Este
disco
lo
vamos
a
vender
con
la
entrada
de
un
súper
recital
que
vamos a
dar
ese
año.
Un
poco
previsores,
lo
sé.
Pero
bueno,
si
todo
sigue
así
de
bien,
la
idea
es
seguir
componiendo
y
tocan‐ do…
Ahora
tocamos
el
25
de
noviembre,
en
el
Club
de
Arte,
pueden
visitar
la
página
para
más
info… –Siguen
con
la
propuesta
de
“Rock
filosófico”
entonces… –Nahuel:
Todo
depende
de
como
lo
definas.
Creo
que
seguimos
con
esa
idea
de
intentar
arriesgar
algo
más
en
el armado
de
los
temas,
sea
desde
las
letras,
el
concepto
o
incluso
desde
lo
compositivo.
Eso
es
lo
que
nos
gusta
hacer, pero
no
lo
forzamos,
es
también
necesario
saber
distinguir
bien
los
momentos.
Por
eso
lo
tomamos
con
cautela
todo esto
del
“rock
filosófico”,
como
te
dije
en
otro
momento,
nuestro
background
conceptual,
por
ponerle
un
nombre, se
iba
a
filtrar
inconscientemente,
después
podemos
ver
qué
hacemos
con
eso,
si
sirve
o
no,
etc…
Yo
creo
que
vale la
pena
intentarlo,
¿por
qué
no?
Para
hacer
más
de
lo
mismo
sobra
tiempo.
No
vamos
a
desperdiciar
una
idea
a
priori por
el
sólo
hecho
de
que
parezca
pretenciosa. –¿Algo
que
quieran
agregar? –P
l
o
t
i
n
o:
Muchísimas
gracias,
Nacha.
Como
siempre.

http://laventanadenacha.blogspot.com/
 Más
info
de
la
banda:
www.ultimacifra.com.ar
Facebook.com/ultimacifra.rock


Propiedad
intelectual
y
soberanía: ¿qué
nos
espera para
estos
cuatro
años? Por
Scann

¿Qué es la propiedad intelectual?

La
propiedad
 intelectual
es
 un
tipo
 general
de
 pro‐ tección
 legal
sobre
 bienes
 económicos,
 llamados
 “bie‐ nes
intangibles”.
Dentro
de
la
propiedad
intelectual,
hay muchas
 formas
 de
 protección
 específicas,
 siendo
 las más
 importantes
cuatro
de
 ellas:
 el
 derecho
 de
 autor, las
patentes,
las
marcas
y
UPOV.
Aunque
no
lo
parezca, en
numerosas
situaciones
de
nuestra
vida
cotidiana
nos enfrentamos
con
situaciones
vinculadas
a
la
propiedad intelectual:
 cuando
 escuchamos
 música
 en
 la
 radio (derecho
de
autor),
el
aparato
con
el
cual
escuchamos música,
que
puede
estar
bajo
una
patente;
el
consumo de
tal
o
cual
producto
(marcas);
y,
finalmente,
la
comida que
 consumimos
 puede
 también
 ser
 susceptible
 de algún
tipo
de
propiedad
intelectual
(UPOV). El
proceso
que
convirtió
a
los
bienes
intangibles
en bienes
monetarizables
no
es
un
proceso
iniciado
hace algunos
años.
Por
el
contrario,
desde
la
década
de
los ‘70
la
pregunta
por
la
forma
de
monetarizar
algo
fácil‐ mente
compartible
e
intercambiable
(el
conocimiento), cuyo
valor
era
acumulativo
y
no
depreciable,
empezó
a ser
un
tema
común
en
los
principales
foros
de
las
gran‐ des
industrias
(sobre
todo,
de
las
industrias
estadouni‐ denses).
Lo
que
observaban
las
principales
industrias estadounidenses
era
que
la
posesión
exclusiva
de
un conocimiento
determinado
sobre
una
forma
de
elaborar
un
medicamento,
por
ejemplo,
les
otorgaba
una
posición ventajosa
en
el
mercado
que
les
permitía
negociar
los
precios
y
establecer
alianzas
estratégicas
con
sus
principales competidores.
Dado
que
los
cárteles
habían
sido
prohibidos
en
el
siglo
XIX
y
que
la
aplicación
de
las
leyes
anti‐trust
(o antimonopólicas)
era
bastante
rigurosa,
las
industrias
encontraron
en
las
patentes
una
forma
ideal
de
esconder
cár‐ teles
y
monopolios
de
manera
legal.
 Tras
la
crisis
de
la
OPEP
y
con
la
amenaza
del
gigante
asiático,
las
industrias
farmaceúticas,
lideradas
por
el
CEO
de Pfizer
Edmund
Pratt
Jr.,
convencieron
al
representante
de
comercio
de
Estados
Unidos
que
era
necesario
incluir
la propiedad
intelectual
como
palanca
de
presión
en
las
negociaciones
bilaterales
y
multilaterales
de
comercio.
La
estra‐ tegia
consistió
en
convencer
al
representante
de
comercio
que
la
propiedad
intelectual
era
un
activo
comercial
que
le otorgaría
a
los
Estados
Unidos
ventajas
competitivas
en
relación
con
el
resto
de
los
países;
uno
de
los
principales
argu‐ mentos
esgrimidos
fue
la
defensa
de
la
industria
nacional
en
todos
los
países
del
orbe
y
la
defensa
de
las
fuentes
de trabajo.
Ese
proceso
de
convencimiento
y
negociación
interna
desde
Estados
Unidos
hacia
afuera
culminó
con
la
firma de
ADPIC
en
los
años
‘90
como
parte
del
ingreso
a
la
OMC;
desde
ese
entonces,
la
propiedad
intelectual
ha
concurri‐ do
como
objeto
de
negociación
en
los
tratados
multilaterales
(OMC)
como
bilaterales
(ver,
sin
ir
más
lejos,
los
Trata‐ dos
del
Pacífico
Chile‐Estados
Unidos;
Unión
Europea‐Corea;
entre
otros).
Estas
estrategias
han
sido
bien
definidas como
“estrategias
cambiantes
y
combinadas”
(Rodríguez
Cervantes:2010),
por
darse
la
particularidad
de
que
los
paí‐ ses
dominantes
eligen
los
foros
y
mecanismos
de
discusión
según
su
conveniencia,
adoptando
la
firma
de
tratados bilaterales
para
subir
los
estándares
y
llegar
luego
a
negociaciones
colectivas
donde
se
opta
por
dos
vías:
la
primera, en
convencer
a
los
países
que
la
adhesión
a
un
nuevo
tratado
no
modifica
en
nada
su
situación
porque
ya
lo
han
fir‐ mado
previamente
de
manera
bilateral;
la
segunda,
disciplinar
mediante
la
primera
estrategia
a
los
países
rebeldes como
Brasil
y
la
India,
muy
reacios
a
subir
los
estándares
de
protección
de
la
propiedad
intelectual
por
la
presión
de sus
propias
industrias
farmaceúticas
y
sus
constantes
crisis
sanitarias. Lo
que
no
escapa
a
ningún
ojo
avizor
es
que
lo
que
se
discute
detrás
de
la
propiedad
intelectual
son,
también,

25


modelos
de
país.
Argentina,
por
ejemplo,
no
otorgaba
protección
de
patentes
a
los
medicamentos,
hasta
que
en
1995, adhesión
a
la
OMC
mediante
y
bajo
el
signo
de
la
década
neoliberal,
comenzó
a
otorgar
las
patentes
como
parte
del proceso
de
desindustrialización
paulatina
y
de
ausencia
de
una
política
pública
en
materia
sanitaria.
La
producción nacional
de
medicamentos
vio
declinar
parte
de
sus
capacidades
productivas,
debido
al
golpe
que
supuso
limitar
la producción
de
medicamentos
genéricos
para
favorecer
un
monopolio
de
veinte
años
sobre
fórmulas
químicas
y
medi‐ cinales.
Si
bien
el
campo
farmaceútico
es
uno
de
los
más
sencillos
de
observar
por
su
impacto
inmediato
en
la
vida
de las
personas,
lo
cierto
es
que
la
propiedad
intelectual,
como
mencionábamos
al
comienzo,
atraviesa
múltiples
y
nume‐ rosos
campos
de
la
vida
cotidiana,
aún
cuando
los
mecanismos
de
esta
protección
legal
no
sean
fácilmente
detecta‐ bles
para
un
ojo
no
entrenado.
 Por
lo
tanto,
es
de
suponer
que
la
política
en
materia
de
propiedad
intelectual
también
tiene
numerosas
consecuen‐ cias
para
el
cumplimiento
de
derechos
humanos
tan
básicos
tales
como
el
derecho
a
la
salud,
el
derecho
a
la
alimenta‐ ción
o
el
derecho
a
la
educación.
Hablar
de
medicamentos
y
sus
patentes;
hablar
del
derecho
de
autor
y
la
posibilidad
de acceder
a
la
cultura
y
a
la
educación;
hablar
de
patentes
y
de
semillas,
es
una
forma
de
hablar
de
las
tensiones
que
reco‐ rren
de
manera
constante
a
la
voracidad
de
una
industria
que
busca
la
maximización
de
su
ganancia,
y
una
sociedad
civil que
tiene
una
serie
de
derechos
adquiridos
que
debe
hacer
valer
para
no
perderlos.
En
este
sentido,
la
reivindicación
de la
soberanía
alimentaria
o
el
derecho
a
la
salud
están
íntimamente
ligados
a
la
protesta
contra
los
derechos
de
propiedad intelectual.
La
propiedad
intelectual
constituye
cercos
artificiales
sobre
bienes
que,
por
sus
características,
deberían
ser tratados
de
modo
distinto
al
resto
de
los
bienes
económicos.

El mapa político de la propiedad intelectual en la Santa Sede del Peronismo: la Argentina kirchnerista

26

El
aluvión
de
votos
que
recibió
la
presidenta
Cristina
Fernández
de
Kirchner
en
las
elecciones
generales
de
octubre significaron,
para
una
buena
parte
de
la
población,
un
enorme
reconocimiento
hacia
su
gestión
y
la
de
Néstor
Kirch‐ ner,
a
la
par
que
le
confirieron
de
una
legitimidad
casi
inédita
dentro
del
kirchnerismo.
El
porcentaje
de
diferencia
res‐ pecto
del
segundo
y
la
superación
de
votos
para
un
candidato
desde
el
regreso
de
la
democracia,
le
permitirán
a Cristina
moverse
con
tranquilidad
–con
excepción
de
algunos
cacareos
mediáticos–
al
menos
por
dos
años
más.
Por otra
parte,
el
kirchnerismo
alcanzó
una
mayoría
propia
para
dar
quórum
a
sus
proyectos
en
el
Congreso.
Si
bien
en muchos
aspectos
resulta
positivo
este
reacomodamiento
de
fuerzas
(sobre
todo
con
el
segundo
lugar
de
Hermes
Bin‐ ner
y
sus
diputados,
que
le
permitirán
al
Congreso
no
ser
la
escribanía
del
Ejecutivo
ni
la
máquina
de
impedir),
en
mate‐ ria
de
propiedad
intelectual
la
predicción
es
el
avance
de
Guatemala
a
Guatepeor.
 Lo
cierto
es
que
el
gobierno
kirchnerista
no
ha
tenido
problemas
en
otorgar
sociedades
de
gestión
colectiva
a
dere‐ chos
que
ni
siquiera
los
fans
de
la
propiedad
intelectual,
léase
Estados
Unidos,
reconocen:
la
SAGAI,
Sociedad
Argen‐ tina
de
Artistas
e
Intérpretes
en
2006
bajo
orden
de
Néstor;
y
la
DAC,
Directores
Argentinos
de
Cine,
en
2009
con
firma de
Cristina.
En
el
2009
se
extendió
el
monopolio
sobre
fonogramas,
pasando
de
los
50
años
originales
a
70
años,
a pedido
de
Fito
Páez
y
del
hijo
de
Mercedes
Sosa,
quien
había
fallecido
ese
mismo
año
y
cuya
primera
obra,
“La
voz
de la
zafra”,
estaba
por
entrar
al
dominio
público.
Tanto
José
Pampuro
como
Miguel
Ángel
Pichetto,
hombres
dóciles
del oficialismo,
presentaron
sendos
proyectos
de
ley
referidos
al
derecho
de
autor;
el
primero,
redactó
un
proyecto
de
ley en
2007
que
ampliaba
las
penas
y
resultó
ser
tan
vergonzoso
que
lo
tuvo
que
retirar
por
cuenta
propia.
El
segundo, trató
de
sacar
en
2011,
a
pocos
meses
de
las
elecciones,
el
canon
digital.
El
intento
ya
lo
habían
hecho
otros
dos
hom‐ bres
cercanos
al
oficialismo
en
2009:
Claudio
Morgado
y
Daniel
Filmus.
En
materia
de
derecho
de
autor,
la
política
del kirchnerismo
–acompañada
por
el
radicalismo–
fue
regresiva.
Una
suerte
similar
corrieron
las
patentes
sobre
medica‐ mentos;
Daniel
Filmus
impulsó
en
2005
la
adhesión
por
parte
de
Argentina
a
los
Protocolos
de
la
Declaración
de
Doha sobre
Propiedad
Intelectual
y
Salud
Pública
que
complican
los
trámites
burocráticos
para
cuando
los
países
necesitan una
licencia
obligatoria
por
crisis
sanitaria.
Si
bien
Argentina
nunca
hizo
uso
de
las
excepciones
a
la
propiedad
intelec‐ tual
que
podría
haber
implementado,
según
la
OMPI,
en
virtud
de
ser
un
país
en
vías
de
desarrollo,
lo
cierto
es
que
la adhesión
a
un
protocolo
que
complica
los
trámites
tampoco
parece
ser
el
mejor
camino
para
implementar
medidas progresivas
que
favorezcan
a
los
sectores
más
pobres.
El
camino
de
las
patentes,
sin
embargo,
suele
presentar
más matices
que
las
políticas
de
derecho
de
autor.
El
país
sigue
resistiéndose
a
aceptar,
por
ejemplo,
las
prerrogativas
de Monsanto
en
lo
referente
a
la
protección
de
sus
semillas. Como
sea,
es
difícil
saber
si
la
política
de
propiedad
intelectual
en
el
kirchnerismo
surge
por
puro
desconocimien‐ to
o
se
trata
de
real
malicia.
En
algunos
casos,
los
interlocutores
que
le
piden
los
proyectos
al
oficialismo
(Fito
Paéz, Susana
Rinaldi,
Andrea
del
Boca,
Pablo
Etcharri,
León
Gieco,
entre
otros),
le
resultan
cercanos,
queridos
y
en
ocasio‐ nes
hasta
necesarios.
Sin
dudas,
el
respaldo
político
de
muchos
artistas
a
la
gestión
de
Néstor
y
Cristina
es
una
actitud genuina
nacida
de
sus
convicciones
políticas;
lo
triste,
en
todo
caso,
es
que
usen
ese
acercamiento
político
para
la
con‐ secución
de
favores,
como
fue
el
caso
patente
de
la
SAGAI.
Lo
que
sí
es
seguro
que
el
oficialismo
requiere
que
los
con‐ troles
ciudadanos
sobre
esta
materia
se
ajusten:
la
enorme
legitimidad
popular
conseguida
en
las
urnas
no
debe significar
un
relajamiento
en
el
seguimiento
de
las
políticas
del
kirchnerismo.
 El
circunstancial
líder
opositor
Hermes
Binner
tiene,
en
este
sentido,
una
política
bastante
a
contrapelo
del
kirch‐ nerismo.
La
municipalidad
de
Rosario
fue
uno
de
los
primeros
distritos
en
incorporar
al
software
libre
como
política de
Estado;
a
la
capacitación
docente
para
el
programa
Conectar
Igualdad
sólo
se
le
permite
utilizar
software
libre;
en el
espectro
político
del
FAP
se
encuentra
también
Eduardo
Macaluse,
uno
de
los
opositores
a
la
extensión
de
fonogra‐ mas
en
el
2009
y
redactor
de
la
ley
de
estándares
abiertos
para
la
administración
pública.
En
este
sentido,
una
oposi‐ ción
 inteligente
 y
 una
 adhesión
 crítica
 deberían
 bastar
 para
 tratar
 de
 no
 empeorar
 la
 situación
 de
 la
 propiedad intelectual,
que
amenaza
seriamente
la
soberanía
política
sobre
la
cultura,
la
salud
y
el
medio
ambiente. Lo
que
se
nota
enseguida
es
que
en
ningún
caso
se
trata
de
una
política
sin
matices.
Mientras
que
en
el
campo
del


27

derecho
de
autor
la
tendencia
del
kirchnerismo
es
a
otorgar
cada
vez
más
monopolios
a
los
artistas,
en
otros
casos oscila
entre
la
defensa
de
la
soberanía
y
el
otorgamiento
de
beneficios
a
grandes
empresas
multinacionales.
 A
nivel
económico,
la
realidad
de
la
propiedad
intelectual
es
que
se
constituye
siempre
en
un
peso
muerto
sobre los
sectores
productivos,
dado
que
es
una
renta
pasiva
que
no
produce
ningún
tipo
de
bien
y/o
servicio
que
reingre‐ se
nuevamente
al
circuito
económico,
generando
actividades
económicamente
productivas.
El
peso
del
canon
digital, por
ejemplo,
resultaría
tremendamente
regresivo
para
los
fabricantes
de
los
dispositivos
gravados;
la
asignación
de mayores
derechos
de
autor
es
una
garantía
segura
de
un
desequilibrio
en
la
balanza
de
pagos
(Argentina
gira
más dinero
por
derecho
de
autor
del
que
recibe)
y
ni
hablar
de
la
cantidad
de
regalías
anuales
que
se
pagan
por
desarro‐ llos
tecnológicos
efectuados
fuera
de
Argentina,
lo
que
limita,
además,
el
desarrollo
del
modelo
productivo
de
susti‐ tución
de
importaciones.
Es
imposible
sustituir
una
tecnología
de
la
cual
se
desconoce
su
modo
de
fabricación
o
no puede
copiarse
el
circuito
integrado
que
la
compone
porque
así
lo
prohíbe
una
ley,
por
mencionar
sólo
un
ejemplo;
el ensamble
de
BlackBerrys
no
es
lo
mismo
que
la
producción
de
BlackBerrys.
 La
pregunta
de
fondo
es,
en
todo
caso,
si
pueden
mantenerse
planes
de
industrialización
a
largo
plazo
dejando intacta
la
propiedad
intelectual.
Como
corolario,
habrá
que
preguntarse
si
el
gobierno
kirchnerista
tiene
deseos
o
no de
dar
ese
paso
y
hasta
dónde.
Recordemos
que
el
incumplimiento
de
algunos
de
los
Tratados
de
la
OMC
pueden
sig‐ nificarle
a
la
Argentina
(y
a
cualquier
país)
ser
llevados
a
panel
en
la
OMC
y
obligados
a
establecer
un
resarcimiento, ya
sea
económico
o
algún
mecanismo
que
elija
el
país
que
se
sienta
afectado.
Por
lo
tanto,
la
situación
es
más
com‐ pleja
de
lo
que
parece;
lo
que
sí
es
claro
es
que,
aún
con
esa
limitación
a
la
soberanía
nacional,
deberían
adoptarse
dos caminos:
por
un
lado,
implementar
las
excepciones
y
los
sistemas
de
flexibilidades
que
permiten
los
tratados
interna‐ cionales
en
la
materia
(Argentina
es,
por
ejemplo,
uno
de
los
20
países
de
los
189
que
están
adheridos
al
Convenio
de Berna
para
la
Protección
de
Obras
Literarias
y
Artísticas
que
no
tiene
excepciones
para
bibliotecas,
a
pesar
de
que Berna
se
lo
permite);
por
el
otro,
no
deberían
aumentarse
los
años
de
protección,
los
plazos
o
el
alcance
de
la
protec‐ ción,
atendiéndose
al
principio
precautorio
que
establece
que
frente
a
la
incomprobabilidad
del
daño,
lo
mejor
es
no aceptar
la
reforma
en
la
materia. Sin
embargo,
el
mayor
desafío
estará
en
la
integración
regional.
Se
encuentra
en
negociación
la
firma
de
un
Trata‐ do
de
Libre
Comercio
entre
el
MERCOSUR
y
la
Unión
Europea,
parcialmente
paralizado
por
la
crisis
económica
en Europa.
Este
tratado,
entre
otras
cosas,
le
exige
al
MERCOSUR
la
adhesión
al
UPOV
91,
tratado
que
como
mencioná‐ ramos
anteriormente
impide
el
acopio
de
semillas
para
la
próxima
cosecha.
A
nivel
de
derecho
de
autor,
solicita
tam‐ bién
que
los
ISP
(proveedores
de
servicio
de
Internet)
apliquen
medidas
contra
aquellos
que
vulneren
los
derechos
de


En 1995, adhesión a la OMC mediante y bajo el signo de la década neoliberal, comenzó a otorgar las patentes como parte del proceso de desindustrialización paulatina y de ausencia de una política pública en materia sanitaria

28

propiedad
intelectual
en
la
red,
convirtiendo
así
a
los
proveedores
de
servicios
en
virtuales
parapolicías
que
deberán vigilar
y
castigar
dentro
de
la
red.
Este
Tratado
de
Libre
Comercio
está
plagado
de
lo
que
se
conoce
como
“claúsulas ADPIC‐Plus”,
es
decir,
que
van
más
allá
de
lo
establecido
por
ADPIC.
Brasil,
por
su
parte,
no
tiene
interés
en
firmar
un TLC
que
le
restrinja
la
acción
sobre
la
propiedad
intelectual. En
materia
de
propiedad
intelectual,
el
escenario
político
es
complejo
y
no
siempre
está
claro.
Las
patentes
y
los derechos
de
obtentor
poseen
más
matices
que
el
derecho
de
autor;
sin
embargo,
un
cambio
en
los
primeros
tendrá consecuencias
sociales
mucho
más
profundas
que
un
cambio
en
los
segundos.
Por
lo
tanto,
habrá
que
observar
con detenimiento
el
desarrollo
de
este
mapa
político
por
lo
menos
de
aquí
a
dos
años,
cuando
vuelvan
a
producirse
elec‐ ciones
nacionales
para
diputados
y
senadores.

¿Y por casa cómo andamos? Addenda sobre CADRA

En
2009,
se
firmó
también
un
convenio
que
tuvo
escasas
repercusiones
en
el
mundo
político
de
la
Universidad
de Buenos
Aires,
con
excepción
de
algunas
voces
disidentes
que
no
llegaron
a
hacerse
escuchar.
El
convenio
se
trataba, más
bien,
de
una
licencia
mediante
la
cual
la
Universidad
de
Buenos
Aires
se
comprometía
a
pagarle
a
CADRA
(Centro de
Administración
de
Derechos
Reprográficos
de
Argentina)
un
porcentaje
de
dinero
(en
concreto,
300.000
pesos anuales)
por
una
“licencia
de
fotocopiado”.
La
licencia
resultaba
ridícula
por
varias
razones;
entre
ellas,
porque
no
son las
universidades
las
que
hacen
las
fotocopias,
porque
las
universidades
financian
con
fondos
públicos
el
80%
de
la investigación
o
porque
CADRA
no
tiene
la
personería
jurídica
necesaria
para
operar
como
gestora
colectiva
(es
decir, como
representante)
de
todos
los
autores;
sólo
puede
representar
a
sus
asociados.
 En
este
marco,
el
CADRA
tiene
preparado
ya
un
Anteproyecto
de
Ley
para
convertirse
en
una
gestora
colectiva igual
a
SADAIC
(es
decir,
con
monopolio
de
la
representación
de
todos
los
autores,
aún
cuando
estos
no
lo
quieran). El
borrador
llegó
al
Poder
Ejecutivo,
pero
desde
que
la
Cámara
Argentina
del
Libro
cometiera
la
torpeza
de
invitarlo
a Mario
Vargas
Llosa
en
2010,
la
relación
entre
la
CAL‐CADRA
y
el
gobierno
se
enfrió
hasta
llegar
a
las
trabas
de
impor‐ taciones
de
libros
impresos
en
el
exterior
implementada
por
Guillermo
Moreno
recientemente. El
negociado
CADRA‐UBA
estará
sujeto
a
consideración
nuevamente
en
2013.
La
UBA
no
sólo
debería
rechazar
esta licencia
usurera,
sino
que
además
debería
comenzar
a
implementar
una
política
de
acceso
abierto
respecto
de
los materiales
producidos
con
fondos
públicos.
 Esperamos
que
esta
infografía
que
te
dejamos
acá
te
sirva
para
graficar
el
tema.
Las
fuentes
para
su
elaboración
pue‐ den
encontrarse
en
http://www.cadra.org.ar,
en
especial
todo
lo
referido
a
los
convenios,
las
licencias
y
la
administra‐ ción
del
dinero;
en
cuanto
a
los
porcentajes
bibliográficos,
se
desprenden
de
un
estudio
(todavía
en
curso),
sobre
9.000 textos
relevados
de
la
bibliografía
obligatoria
de
las
nueve
carreras
de
la
Facultad
de
Filosofía
y
Letras
para
el
año
2010, donde
se
consignaron
los
textos
que
tenían
convenio
con
CADRA
a
través
de
su
editorial
o
de
su
autor.
La
infografía
fue realizada
por
Derecho
a
Leer.

Si
te
interesó
el
tema
y
querés
seguir
leyendo,
entrá
a:
http://cor.to/aF8,
donde
hay
bibliografía
y
textos
para
descargar.
También
podés
visi‐ tar:
http://vialibre.org.ar/materiales,
donde
vas
a
encontrar
cuatro
libros
que
te
van
a
ser
muy
útiles
como
introducción
al
tema.


La determinación y lo indeterminado: la visión kirchnerista de los medios Por
G.B. 29

Antecedentes

A
partir
del
conflicto
con
el
campo
el
movimiento
encabezado
por
Néstor
Kirchner
se
dio
cuenta
de
algo
que
hasta ese
momento
les
había
estado
oculto:
para
poder
continuar
con
el
modelo
era
necesario
construir
un
espacio
propio en
los
medios.
Clarín,
hasta
entonces
el
más
acérrimo
aliado,
había
traicionado
la
causa,
y
eso
significaba
quedarse
sin el
apoyo
del
monopolio
mediático
más
grande
del
país.
 El
proceso
de
construcción
de
este
nuevo
espacio
abarca
desde
el
conflicto
por
la
125
hasta
el
25
de
mayo
de
2010, siendo
el
momento
de
quiebre
la
elección
legislativa
de
2009.
El
ciclo
se
cierra
con
el
éxito
rotundo
de
los
festejos
del bicentenario,
que
mostraron
como
el
objetivo
se
había
logrado:
existía
un
aparato
comunicacional
lo
suficientemen‐ te
fuerte
como
para
convocar
a
miles
de
personas
independientes
(entendiendo
como
independientes
que
estas
no se
encontraran
relacionadas
con
la
militancia).
El
triunfo
avasallante
de
Cristina
en
las
elecciones
no
es
más
que
la
con‐ solidación
del
proyecto
comunicacional
iniciado
por
Néstor.
Esto
no
quiere
decir,
por
supuesto,
que
el
único
factor relevante
para
la
victoria
del
gobierno
es
6,
7,
8,
sino
que
en
ese
ámbito
las
mejoras
son
evidentes
y
constituyeron
uno de
los
pilares
para
la
victoria. Esta
breve
introducción
sirve
como
una
puesta
en
antecedente
para
poder
realizar
el
análisis
de
la
visión
kirchne‐ rista
sobre
los
medios,
tal
como
se
expresa
en
varias
declaraciones
y
por
sobre
todas
las
cosas,
en
las
acciones
que
se vienen
llevando
a
cabo
en
los
últimos
tres
años.
Se
trata
de
una
lógica
binaria
(no
estoy
hablando
acá
del
sentido
tri‐ vial
que
usa
el
periodismo
berreta
de
la
oposición)
que
analiza
la
relación
entre
instituciones
y
pueblo
como
una
de determinación
directa,
en
la
cual
el
acontecimiento
kirchnerista
funciona
como
fundamento
para
el
cambio
en
la
rela‐ ción
de
poder
entre
las
corporaciones
y
el
Estado.

Las corporaciones

Las
corporaciones,
el
poder
económico,
resulta
en
principio
el
gran
enemigo
del
Gobierno
actual.
Es
posible
hacer una
primera
crítica
a
esto,
ya
que
supone
al
Estado
como
un
lugar
neutral,
un
campo
de
batalla
en
el
cual
se
enfrentan el
pueblo
y
el
poder
económico
concentrado.
La
principal
característica
de
las
corporaciones,
según
el
kirchnerismo,
es que
son
un
poder
oculto
que
actúa
de
forma
mediata
utilizando
para
eso
los
grandes
medios
de
comunicación
(respon‐ diendo
así
a
su
nombre).
Históricamente
las
corporaciones
se
identifican
con
la
oligarquía
y
la
gran
burguesía
nacional.
 Los
medios
actuarían
sobre
lo
indeterminado
(el
pueblo,
lo
popular)
de
una
forma
directa,
vaciándolo
de
ideología, despolitizándolo,
y
de
esta
forma
dejando
una
masa
maleable,
dispuesta
para
la
segunda
acción
que
es
la
corporati‐ va.
Hay
entonces
dos
momentos:
primero
una
aparente
deformación
(y
sin
embargo
todo
contenido
siempre
tiene una
forma
previa,
véase
Simondon,
por
lo
que
en
realidad
consiste
en
una
reformación
del
pueblo
como
unidad
sin forma),
y
luego
una
determinación
en
segundo
grado,
la
acción
estatal
neoliberal
que
permite
la
obtención
de
la
plus‐


Los medios cumplen el papel de deformadores de la realidad, de ahí el famoso slogan “Clarín miente”

valía
“salvaje”.
Los
medios
cumplen
el
papel
de
defor‐ madores
de
la
realidad,
de
ahí
el
famoso
slogan
“Clarín miente”,
lo
que
permite
luego
la
utilización
de
esta
fic‐ ción
como
base
para
una
acción
contraria
a
los
intere‐ ses
 del
 pueblo
 (nótese
 la
 similitud
 entre
 esta
 teoría kirchnerista
y
la
obra
de
Naomi
Klein
“La
Doctrina
del Shock”).
 El
estado
en
este
relato
es
un
significante
vacío,
ya que
sólo
actúa
como
representante
de
los
intereses
de los
poderes
económicos
concentrados,
bajo
una
doble amenaza:
mediática
y
económica.
Esto
no
significa
que no
haya
habido
gobiernos
que
hayan
favorecido
este movimiento,
 o
 que
 sigan
 existiendo
 (lugar
 que
 sin dudas
le
corresponde
según
el
kirchnerismo
a
Macri).

La propuesta kirchnerista

30

Para
oponerse
a
esta
estructura
de
dominación
el kirchnerismo
lo
que
ha
tratado
(con
rotundo
éxito)
es construir
un
sistema
casi
equivalente
que
sirve
como contrapeso
 para
 la
 acción
 de
 las
 corporaciones.
 Los medios
 “contra
 hegemónicos”
 de
 este
 movimiento neo
peronista
actúan
a
primera
vista
de
la
misma
mane‐ ra
en
la
que
actúa
lo
que
ellos
critican,
aunque
un
análi‐ sis
 mas
 profundo
 permite
 distinguir
 importantes diferencias
que
constituyen
en
este
momento
la
gran fortaleza
mediática
de
este
gobierno,
sin
que
los
inten‐ tos
para
evitarlo
hayan
podido
siquiera
hacer
mella. Según
la
visión
del
kirchnerismo
los
medios
contra hegemónicos
sirven
para
dos
propósitos:
Defender
al gobierno
de
las
mentiras
propagadas
por
las
corpora‐ ciones
y
funcionar
como
elemento
de
fidelidad
entre
el pueblo
y
el
acontecimiento
de
2003.
Para
lograr
el
pri‐ mer
objetivo
estas
fuerzas
accionan
de
la
misma
forma
que
aquello
con
lo
que
luchan
(salvo
tal
vez
Página/12,
aunque en
los
últimos
tiempos
esta
distinción
esta
decayendo),
buscando
desacreditar
cualquier
crítica
al
gobierno,
y
en
caso que
esto
no
sea
posible
relativizarla
de
tal
forma
que
parezca
mas
bien
algo
elogiable.
 Esta
actuación
en
defensa
del
Estado
por
parte
de
los
medios
oficiales
sería
en
realidad
una
defensa
de
los
intere‐ ses
del
pueblo,
que
se
ven
representados
verdaderamente
por
el
gobierno
actual.
Esto
más
allá
de
la
cuestión
de mayorías
y
minorías
electorales:
el
kirchnerismo
cree
ser
un
fiel
reflejo
de
los
intereses
y
necesidades
del
pueblo. La
relación
entre
movimiento
y
pueblo
tiene
en
el
kirchnerismo
dos
planos:
Uno
es
el
plano
puramente
burocráti‐ co,
es
el
aparato
estatal
que
permite
demarcar
lo
que
es
considerado
pueblo
de
los
otros
cuerpos
sociales
y
actuar sobre
este
de
forma
directa,
sin
ningún
tipo
de
intermediario.
La
relación
entre
líder
y
pueblo
siempre
es
directa
en
el peronismo,
y
el
kirchnerismo
no
escapa
a
esta
verdad. Sin
embargo,
para
suturar
esta
relación
es
necesario
un
tercer
elemento.
Es
necesario
que
además
sea
un
elemen‐ to
particular.
Este
sería
el
acontecimiento
provocado
por
la
asunción
de
Néstor
Kirchner
al
poder.
La
interpretación de
esto
varía,
siendo
motivo
de
una
gran
divergencia.
Para
ciertos
grupos,
la
subida
del
kirchnerismo
al
poder
es
un evento
completamente
azaroso,
ya
que
este
salió
segundo
en
las
elecciones.
Esta
es
la
interpretación
favorecida
por cierta
oposición
al
gobierno.
En
el
relato
mítico,
la
principal
característica
de
Néstor
es
la
desmesura,
su
hybris
trági‐ ca.
Esto
no
solo
ha
sido
afirmado
por
el
relato
oficial,
sino
que
es
posible
que
haya
alcanzado
el
status
de
sentido común.
 1 Bordieu,
Pierre,
“La
juventud
no
es
más
que
una
palabra”,
Sociología
y
Cultura,
Grijalbo,
México,
2002.


El acontecimiento kirchnerista funciona como fundamento para el cambio en la relación de poder entre las corporaciones y el Estado. Néstor
es
entonces
el
sujeto
que
concentra
el
lugar de
unión,
de
reaseguro
de
la
fidelidad
de
la
relación
en la
verdad.
Castigado
quizás
por
su
amor
desmedido
al pueblo,
como
corresponde
a
toda
historia
clásica,
pier‐ de
la
vida
por
un
problema
de
salud.
Es
entonces
Cristi‐ na
 la
 que
 se
 erige
 en
 heredera,
 en
 custodia
 de
 esa herencia,
y
el
objetivo
del
periodismo
militante
no
es mas
que
el
de
afirmar
la
penetración
del
relato
mítico
para
así
mantener
la
conexión.
Su
trabajo
es
eliminar
cualquier tipo
de
disidencia
de
lo
que
consideran
izquierda.
Esto
no
es
posible
negarlo,
pero
para
evitar
críticas
sirve
este
link: http://www.youtube.com/watch?v=pLbSWIUXtnM.
También
es
posible
mencionar
los
artículos
de
Tiempo
Argentino sobre
el
Pollo
Sobrero,
y
es
posible
seguir
así
con
una
larga
lista.

Problematización y críticas

Es
preciso
ahora
retornar
al
problema
que
es
tema
de
este
artículo.
El
análisis
realizado
de
las
dos
partes
en
con‐ flicto
permitió
distinguir
diferencias
y
similitudes,
pero
sin
poner
en
cuestión
los
supuestos
que
permiten
el
desarro‐ llo
de
estas
líneas
de
acción.
Como
indica
el
título
del
artículo,
el
gran
supuesto
es
la
relación
entre
la
determinación
y lo
indeterminado.
 En
primer
lugar,
la
determinación
se
realiza
de
forma
directa,
pero
a
la
vez
es
necesaria
una
sobredeterminación
o mediación.
En
el
caso
del
poder
económico,
se
ejecutan
dos
determinaciones:
una
mediática
y
otra
económica.
En
el caso
del
kirchnerismo,
se
realiza
una
determinación
directa
del
aparato
estatal,
y
el
acontecimiento
de
Néstor
sirve como
mediación
entre
el
aparato
y
el
pueblo,
garantizando
la
fidelidad.
 Esto
lleva
necesariamente
a
la
pregunta
de
por
qué
es
necesaria
una
sobredeterminación,
si
el
pueblo
(lo
indeter‐ minado)
es
pensado
continuamente
en
la
forma
de
la pasividad.
No
hay
accionar
del
pueblo
tanto
en
el
neoli‐ beralismo
(apolítica)
como
en
el
kirchnerismo
(ya
que la sobredeterminación es necesaria el
acontecimiento
delega
el
poder
popular
en
el
estatal, toda
conquista
popular
es
debida
a
la
acción
del
esta‐ para tra tar de controlar las do).
 Es
evidente
que
la
sobredeterminación
es
necesaria manifestaciones del pueblo en tanto para
tratar
de
controlar
las
manifestaciones
del
pueblo en
tanto
estas
se
desvían
de
la
norma.
La
doble
suje‐ e s tas se desvían de la norma. La ción
permite
un
mayor
control,
asegurando
la
estabili‐ dad.
Un
acontecimiento
revolucionario
es
imposible
en doble sujeción permite un mayor tanto
el
estado
actúa
en
su
nacimiento,
determinándo‐ lo
y
de
esta
forma
arrancándolo
del
ámbito
del
pueblo. control, asegurando la estabilidad. Esto
no
siempre
es
logrado,
pero
el
daño
se
reduce
al mínimo,
siendo
casos
de
esto
lo
sucedido
en
el
Indoamericano
o
en
Jujuy.

Conclusión

El
kirchnerismo
se
ha
constituido
hoy
en
día
en
el
grupo
político
más
poderoso
del
país.
Esto
no
sólo
se
ve
confir‐ mado
en
las
urnas,
sino
que
además
es
el
lugar
desde
donde
parte
toda
iniciativa
política
viable.
Su
diagnóstico
de
la realidad
en
términos
pragmáticos
resulta
irreprochable,
ya
que
ha
formulado
un
sistema
que
ha
sabido
adaptarse
a distintas
circunstancias,
y
por
sobre
todo
a
grandes
pérdidas. Esto
plantea
un
desafío
para
la
izquierda
actual,
que
se
había
acostumbrado
a
partir
de
la
dictadura
a
luchar
con‐ tra
un
rival
fijo,
y
ahora
se
encuentra
frente
a
un
movimiento
que
pone
en
el
tapete
ciertas
contradicciones
de
la izquierda,
y
toma
banderas
que
siempre
habían
sido
enarboladas
por
esta.
La
reacción
ante
esto
ha
sido
equivocada: Ciertos
grupos
han
tratado
de
asimilar
el
kirchnerismo
al
neoliberalismo
como
si
fueran
iguales,
lo
que
resulta
imposi‐ ble.
Otros,
en
cambio,
han
tratado
de
desmentir
lo
que
se
promociona
como
logro,
discutiendo
precisamente
en
el terreno
que
más
le
conviene
al
movimiento
encabezado
por
Cristina
Fernández. Es
entonces
imperioso
volver
a
pensar
estratégicamente,
saliendo
de
la
mera
coyuntura,
para
poder
definir
un
plan de
acción
alternativo
a
la
hegemonía
kirchnerista.
En
el
análisis
presentado
por
este
texto
es
posible
ver
una
salida posible,
que
consiste
en
un
retorno
al
trabajo
con
las
bases,
con
aquello
que
no
encuentra
expresión
por
ser
conside‐ rado
en
la
situación
estatal
como
un
conjunto
indeterminado.
Es
ahí,
y
no
en
aventuras
electorales
o
en
lecturas
mio‐ pes,
donde
reside
la
gran
posibilidad
para
la
izquierda
en
estos
tiempos.
Al
menos
hasta
que
lleguen
la
crisis
mundial y/o
el
fin
del
mundo.

31


El discurso del Rey E

32

Por
j
la
rata

ntre
las
diez
películas
nominadas
al
Oscar
a
la
mejor
película
2011
estaban,
como
cabía
esperar:
1)
la
representante de
los
efectos
especiales
(Inception,
Christopher
Nolan),
2)
la
representante
del
morbo
“basado
en
una
historia real”
con
fantasías
de
lección
moral,
cuya
única
lección
platónica
y
protestante
es
siempre
la
misma:
conócete
a
ti mismo,
conquista
el
mundo
trabajando
(127
Hours,
Danny
Boyle),
3)
una
que
testimonie
la
capacidad
de
Hollywood para
tematizar
algún
asunto
polémico,
–o
mejor,
algún
asunto
que
haya
sido
polémico
hace
diez
o
veinte
años–
(Black Swan,
Darren
Aronofsky)
y
4)
una
que
formalice
de
manera
más
o
menos
farandulesca
(la
historia
entendida
como
his‐ toria
de
príncipes)
algún
mito
realmente
actual
(The
Social
Network,
David
Fincher).
Firmes
candidatas.
Todas
(excep‐ to
tal
vez
la
de
Fincher)
cubrieron
más
o
menos
cada
uno
de
los
ítems
con
los
que
la
topología
autoproclamatoria
de la
industria
cinematográfica
americana
configura
el
mapa
hacia
la
cumbre
(todas
dicen:
nosotros
podemos
hablar
así, de
esto,
enseñando
aquello y
siempre
haciendo
pop).
Con
todo,
y
aunque
creo
que
la
Jerosolimitana
Portman
tiene
el gran
mérito
de
haber
logrado
este
año
un
mejor
trabajo
que
Geoffrey
Rush,
la
Academia
eligió
coronar
a
The
King’s Speech (Tom
Hooper
y
David
Seidler).
 El
discurso
del
Rey también
está
“basada
en
una
historia
real”.
En
realidad,
está
“basada”
en
un
libro
escrito
por Mark
Logue,
nieto
de
quien
fuera
Lionel
Logue.
El
libro
se
titula,
humildemente
El
discurso
del
Rey:
Cómo
un
hombre salvó
la
Monarquía
Británica.
La
película
pone
en
escena
una
metamorfosis.
Su
protagonista
es
el
Duque
de
York,
Ber‐ tie,
hombre
inteligente,
noble
y
decente.
Ante
la
muerte
de
su
padre,
el
Rey
Jorge
V,
y
la
dimisión
al
trono
de
su
her‐ mano
mayor
y
atorrante,
Bertie
se
halla
frente
a
la
necesidad
repentina
de
transformarse
en
monarca.
Y
eso
significa transmitir
por
radio,
en
vivo,
hablar
en
público.
Bertie
es
tartamudo,
y
por
eso
su
mujer
le
arregla
una
entrevista
con Lionel
Logue
(Rush),
terapeuta
del
habla
poco
ortodoxo
(o
sea,
iniciado
en
los
fantasmas
del
Edipo
freudiano)
quien, a
fuerza
de
ejercicios
musculares
y
mentales,
permite
a
Bertie
sobrevivir
exitosamente
la
metamorfosis
en
Jorge
VI. Hay
final
feliz.
El
Rey
llega
justo
a
tiempo
para
ocupar
su
lugar
en
la
Historia.
Empieza
la
Segunda
Guerra
Mundial,
y gracias
a
las
técnicas
de
Logue,
los
Británicos
podrán
seguir
a
su
estrella
guía
en
la
comodidad
de
sus
hogares.
Por
lo tanto,
la
razón
por
la
cual
Hollywood
se
emociona
no
es
moral
(enseñar
aquello
‐ 127
hours),
técnica
(hablar
así ‐ Incep ‐ tion)
ni
política
(hablar
de
esto ‐ Black
Swan),
sino
épica1. The
King’s
Speech pone
en
escena
la
epopeya
del
devenir espectador
del
pueblo.
Es
decir,
la
gesta
de
la
hegemonía
espectacular. Elegimos
cinco
momentos,
cinco
gestos
(miradas,
frases,
silencios:
enunciados). 1925.
Comienzo
de
la
película.
La
primera
puesta
en
escena del
Duque
de
York.
Es
Bertie
frente
al
micrófono.
Bertie frente
al
público.
El
pueblo
escucha
(pero
sobre
todo
mira)
sorprendido,
el
tartamudeo
del
soberano
inexperto
(ama ‐ teur). 1936.
Jorge
V
agoniza.
Muere.
El
hermano
mayor
del
Bertie,
Eduardo,
hereda
la
corona,
a
la
que
renunciará
más adelante
para
poder
casarse
con
una
mujer
separada.
En
una
fiesta,
el
Duque
increpa
a
su
hermano,
por
no
cumplir con
sus
tareas
de
Rey,
y
por
comprar
“aún
más
perlas”
para
su
amante
mientras
“hay
gente
marchando
por
Europa cantando
The
Red
Flag”
(o
sea,
apoyando
al
partido
laborista).
Eduardo
responde
a
su
hermano
que
deje
de
preocu‐ parse,
que
Hitler
se
encargará
de
ellos
(curiosa
confusión
entre
laboristas
y
comunismo
soviético,
bien
trash).
Bertie compone
su
mejor
cara
de
best‐actor‐oscar‐winner,
para
preguntar
solemnemente:
¿Y
quién
se
encargará
de
Hitler? 1

Por
supuesto,
no
es
política
para
Hollywood.
Para
nosotros,
no
es
otra
cosa.


Podríamos
resumir,
pero
mejor
lo
hará
Churchill,
cinco
escenas
más
adelante
“La
guerra
con
Alemania
va
a
llegar,
y vamos
a
necesitar
un
Rey
detrás
del
cual
todos
podamos
unirnos”
(stand
togheter) 1939.
Escena
Final.
El
Duque
Bertie
ha
completado
su
transformación.
Es
ahora
el
Rey
Jorge
VI
y
le
toca
transmitir la
declaración
de
guerra
contra
Alemania.
Un
acto
de
habla
performativo
masivo
(mediante esta
pronunciación,
todos los
ingleses
pasan
a
estar
en
guerra)

efectuado
por
un
solo
hombre.
Cada
uno
de
los
elementos
de
la
primera
escena reaparecen
(invertidos).
Resguardado,
desde
el
Palacio,
guiado
por
Logue
y
utilizando
varias
técnicas
(es
decir,
de manera
profesional),
el
Rey
habla.
Su
discurso
es
emocionante.
Contundente.
Efectivo.
El
público,
en
sus
casas,
y
en las
afueras
del
palacio,
escucha
en
silencio.
Presta
atención.
Mira
(mira
un
televisor,
mira
las
rejas
y
la
arquitectura
de Buckingham).
El
discurso
es
bastante
fiel
a
aquel
con
el
que,
efectivamente,
Jorge
VI
declaró
la
guerra
a
Alemania.
Un texto
más
bien
pobre
de
recursos
que
se
inscribe
en
(¿inicia?)
un
género
que
sigue
produciendo
(cfr.
los
discursos
de Bush
previos
y
contemporáneos
a
sus
invasiones).
El
discurso
finaliza,
y
el
Rey
hace
exactamente
cuatro
gestos:
1) hace
un
chiste
2)
reconoce,
agradece
al
profesional
que
lo
ha
formado
3)
es
felicitado
y
reconocido
por
las
figuras
del poder
y
finalmente
4)
sale
al
balcón.
Vientos
y
cuerdas
venían
preparando
el
momento.
El
pueblo,
ya
público,
ovacio‐ na.
El
rey,
la
reina,
sus
hijas,
frente
a
los
espectadores
fascinados.
Iluminación
y
música
crean
el
ambiente
adecuado. Las
partes
se
encuentran
y
la
escena
se
completa.
La
acumulación
espectacular
originaria.
Ya
es
tapa
de
Revista.
La familia
real.
El
monarca‐famoso.
Escena
primigenia
y
modelo
del
soberano
espectacular
que,
por
fin,
se
ha
instalado. Baja
el
telón. Estos
cuatro
gestos
del
Rey
trazan
el
cuadro
de
una
figura.
Pero
faltan
dos
gestos.
No
se
mueva
de
ahí,
no
cambie de
revista.
Ahora
viene
la
propaganda
y
en
seguida
retomamos. El
cine,
según
anunciaba
Benjamin
en
1936,
venía
a
sacar
al
arte
de
la
prisión
cultual.
Primero,
porque
desaparece‐ ría
el
“aquí
y
ahora”
y,
en
consecuencia,
también
lo
haría
el
aura
(del
actor,
de
la
obra).
Segundo,
porque
se
colocaba al
público
en
la
situación
de
experto,
pero
de
un
experto
“que
se
dispersa”,
pues
ya
no
se
exige
atención.
Así,
la
masa, que
tenía
una
actitud
retrógrada
frente
a
Picasso,
pasaba
a
ser
progresiva
frente
a
Chaplin,
porque
la
técnica
le
daba la
oportunidad
de
organizar
la
recepción
(podían
sentarse
todos
juntos,
y
a
la
vez,
y
relajarse).
El
tiempo
y
el
desarro‐ llo
de
la
técnica
demostraron
que
las
hipótesis
de
Benjamin
eran
válidas,
pero
también
se
vio
que
tenían
que
ser
aco‐ tadas
o
actualizadas.
En
primer
lugar,
se
dijo,
esta
situación
de
experto
que
se
dispersa
corría
el
riesgo
de
posicionar a
las
masas
en
una
situación
de
extrema
pasividad.
Es
cierto
que
todo
hecho
discursivo
es
parte
de
un
diálogo,
pero eso
no
implica
que
el
puesto
de
enunciador
esté
disponible
para
todos
y
para
cada
uno.
Esta
es
una
de
las
ideas
que sostiene
Debord
en
La
Sociedad
del
Espectáculo (1967).
El
resultado,
señaló
o
se
olvidó
de
señalar
Debord,
es
una
esfe‐ ra
libre
de
las
fantasías
de
la
autonomía
del
arte
cultual,
pero
regulado
según
su
propia
autonomía
relativa: “El
espectáculo
es
el
discurso
ininterrumpido
que
el
orden
presente
mantiene
consigo
mismo,
su
monólogo
elogioso. (…)
Aunque
el
espectáculo,
tomado
bajo
su
aspecto
restringido
de
“medios
de
comunicación
de
masa”,
que
son
su
mani‐ festación
superficial
más
abrumadora,
parece
invadir
la
sociedad
como
simple
instrumentación,
ésta
no
es
nada
neutra
en

Las grandes experiencias colectivas del nuevo mundo son inenarrables, no producen relato. Sin relato no hay historia, y sin historia no puede haber soberanía. El fin de esa crisis de soberanía es lo que The King’s Speech celebra. realidad,
sino
la
misma
que
conviene
a
su
automovimiento
total”
(tesis
24). Entonces,
 respecto
 de
 esta
 esfera,
 cuya
 dimensión
 revolucionaria
 advirtió
 Benjamin,
 no
 se
 debería
 olvidar
 lo específico
de
su
forma
de
comunicación:
la
unilateralidad. “…si
la
administración
de
esta
sociedad
y
todo
contacto
entre
los
hombres
ya
no
pueden
ejercerse
si
no
es
por intermedio
de
este
poder
de
comunicación
instantánea,
es
porque
esta
“comunicación”
es
esencialmente
unilateral; de
forma
que
su
concentración
vuelve
a
acumular
en
las
manos
de
la
administración
del
sistema
existente
los
medios que
le
permiten
continuar
esta
administración
determinada.
La
escisión
generalizada
del
espectáculo
es
inseparable del
Estado
moderno,
es
decir,
de
la
forma
general
de
la
escisión
en
la
sociedad,
producto
de
la
división
del
trabajo social
y
órgano
de
la
dominación
de
clase.”
(ibídem) Acerca
de
la
superación
de
esta
unilateralidad
específica,
ya
escribimos
algunas
líneas
(ver
nota
en
Revista
del CEFyL
Nº
4).
Acerca
de
su
configuración,
en
parte,
tratan
estas
líneas. Ahora,
si
bien
se
dijo
que
el
cine
se
despojaba
a
sí
mismo
del
aura,
lo
cierto
es
que
Benjamin
llegó
a
ver
que
el
valor cultual
no
desaparecía,
ni
era
eliminado,
sino
que
se
trasladaba.
“A
la
atrofia
del
aura
el
cine
responde
con
una
cons‐ trucción
artificial
de
la
personality fuera
de
los
estudios;
el
culto
a
las

‘estrellas’,
fomentado
por
el
capital
cinemato‐

33


34

gráfico”.
El
valor
cultual
encuentra
una
nueva
lógica
de
reproducción
en
el
Star
System
(la
lógica
del ausstellungswert, pero
lo
dejamos
para
otra
nota).
El
actor
pierde
el
aura,
pero
solamente
en
tanto
que
actor.
Mientras
que
nace
la
figu‐ ra
que
vimos
antes
en
los
cuatro
gestos
del
Rey:
nace
el
famoso.
El
Aura
sufre
una
metamorfosis
de
la
cual
emerge como
fama.
“Magia
averiada”,
escribe
Benjamin.
“Mercancía”
(acerca
del
status
del
famoso,
cfr.
la
mencionada
nota publicada
en
la
revista
del
CEFyL
Nº
4).
Algo
más
(¡todavía
más!):
este
proceso
de
metamorfosis
no
es
exclusivo
del cine.
La
política
está
transitando
exactamente
el
mismo
camino,
la
técnica
selecciona
nuevos
protagonistas…
“De
lo cual
resulta
una
nueva
selección,
una
selección
ante
esos
aparatos,
y
de
ella
salen
vencedores
el
dictador
y
la
estrella de
cine” Cuarto
momento.
El
Duque
Bertie
llega
justo
a
tiempo
para
ver
a
su
padre
emitir
un
mensaje
navideño,
de
esperan‐ za
y
aliento
en
tiempos
de
crisis.
La
luz
roja
se
apaga,
un
profesional
fotografía
al
Rey.
Bertie
intenta
practicar
con
el micrófono,
pero
tartamudea
como
nunca.
Le
pregunta
a
su
padre:
¿No
crees
que
pueda
hacerlo?
El
rey
contesta:
This devilish
device
will
change
everything
if
you
won’t.
In
the
past
all
a
King
had
to
do
was
look
respectable
in
uniform
and not
fall
off
his
horse.
Now
we
must
invade
people’s
homes
and
ingratiate
ourselves
with
them.
This
family
is
reduced
to those
lowest,
basest
of
all
creatures…we’ve
become…actors!2 Quinto
momento.
La
familia
real
en
la
sala
de
proyecciones
del
palacio.
Bertie
acaba
de
ser
coronado
Rey.
Está
sen‐ tado
junto
a
sus
hijas
y
su
esposa.
Lo
que
observan
es
un
montaje,
una
puesta
en
escena
de
la
coronación
de
Bertie. Se trata
del
primer
segmento
de
un
noticiero
que
será
proyectado
en
los
cines,
como
se
estilaba.
El
segmento
termina, empieza
otro
titulado
“¡Hitler
en
Nuremberg!”.
Nazis
marchando.
Hitler
los
saluda.
Hitler
habla.
Grita,
gestualiza,
usa las
manos
y
la
cara.
Imposta,
crea
un
ritmo,
callando
y
gritando,
o
bajando
el
tono
lentamente,
señala,
hipnotiza.
La hija
de
Bertie,
Lillibet,
pregunta:
papá
¿qué
dice?
“no
sé”
responde
el
Rey,
“pero
parece
que
lo
dice
muy
bien”.
Ultima imagen,
la
cara
de
Bertie
mirando
a
Hitler. A
partir
de
1911,
Lionel
Logue
viajó
por
varios
países
estudiando
técnicas
relacionadas
con
el
habla
(y,
según
la
Wiki‐ pedia,
“métodos
para
hablar
en
público”).
En
Australia
empieza
a
trabajar
con
veteranos
de
la
Primera
Guerra
Mun‐ dial
con
problemas
de
habla
debidos
a
la
“neurosis
de
guerra”
(shell‐shocked).
Llevará
estas
técnicas
a
Inglaterra
y
las usará
para
tratar
al
Rey
Jorge
VI
(quién
llegó
a
participar,
como
oficial
del
buque
Collingwood,
en
la
Batalla
de
Jutlan‐ dia,
durante
la
Primera
Guerra
Mundial).
En
1933,
Benjamin
escribió
su
famoso
texto
sobre
de
las
relaciones
entre experiencia
y
narración.
Sostiene
allí
que
una
generación
(la
de
Jorge
VI)
ha
tenido
una
de
las
experiencias
más
atro‐ ces
de
la
historia
universal:
la
primera
guerra
mundial.
Los
soldados,
dice
Benjamin,
volvían
mudos
del
campo
de
bata‐ lla.
En
1939
(dicen
Tom
Hooper
y
David
Seidler,
y
aplaude
Hollywood
con
12
nominaciones
y
4
premios)
el
Rey
Jorge recupera
la
voz,
que
usará
según
la
lógica
espectacular.
Ahora
puede
hablar
por
todos.
Y
lo
que
dice
es:
vamos
a
la guerra
(¡de
nuevo!).
El
dominio
del
espectáculo
como
condición
de
la
soberanía.
Las
grandes
experiencias
colectivas del
nuevo
mundo
(numeradas
por
Benjamin:
“las
estratégicas
por
la
guerra
de
trincheras,
las
económicas
por
la
infla‐ ción,
las
corporales
por
el
hambre,
las
morales
por
el
tirano”)
son
inenarrables,
no
producen
relato.
Sin
relato
no
hay historia,
y
sin
historia
no
puede
haber
soberanía.
El
fin
de
esa
crisis
de
soberanía
es
lo
que
The
King’s
Speech celebra. 1/11/11

2

“Este
aparato
diabólico
cambiará
todo
si
no
lo
haces.
En
el
pasado,
todo
lo
que
tenía
que
hacer
un
Rey
era
lucir
respetable
en
uniforme
y no
caerse
de
su
caballo.
Ahora
debemos invadir
los
hogares
de
la
gente
y
congraciarnos
con
ellos.
Esta
familia
se
ha
reducido
a
la
más básica,
la
más
baja
de
todas
las
criaturas…
nos
hemos
vuelto…
¡actores!”
El
subrayado
es
nuestro.


Física
y
metafísica
del estreñimiento:
apuntes
sobre
 la
izquierda
que
no
queremos Por
Samsa Introducción

El
estreñimiento
es
un
fenómeno
físico
y
metafísico
muy
frecuente
en
la
militancia
política.
Si
bien
no
es
necesaria‐ mente
propio
de
ninguna
tendencia
ideológica
determinada,
las
últimas
investigaciones
han
confirmado
que
adquie‐ re
una
relevancia
casi
estructural
en
los
sectores
que
abrazan
la
militancia
progresista,
particularmente
la
izquierda que
no
queremos.
Se
han
detectado
casos
muy
graves
de
estreñimiento
en
diferentes
puntos
del
país,
pero
el
trastor‐ no
se
condensa
a
nivel
epidémico
en
las
facultades
de
Filosofía
y
Letras
y
de
Ciencias
Sociales
de
la
Universidad
de
Bue‐ nos
Aires.

Panorámica del estreñimiento

Es
imposible
realizar
una
caracterización
del
estreñimiento
como
fenómeno
en
sí
mismo,
abstraído
de
sus
circuns‐ tancias.
Los
estreñidos
estarán
de
acuerdo
en
esto,
sobre
todo
los
estudiantes
de
Historia
o
de
Ciencia
Política.
Por
lo tanto,
me
veo
obligado
a
dar
el
panorama,
reponer
el
contexto
en
el
cual
se
gesta
este
trastorno
(palabra
propia
de los
ámbitos
más
afectados:
coyuntura).
La
cuestión
de
fondo
es
la
política.
¿Qué
es
la
política?
La
política
es
al
cuerpo de
una
sociedad
lo
que
el
sistema
digestivo
y
las
heces
al
de
una
persona.
Se
trata
de
algo
que
huele
muy
mal,
repug‐ nante
y
asqueroso,
pero
inevitable,
por
desgracia
inevitable.
No
somos
capaces,
ni
como
sociedad
ni
como
individuos, de
dar
un
solo
paso
sin
producir
ni
expulsar
excrementos.
Para
poder
construir
una
administración
que
gestione
las relaciones
entre
todos
sus
componentes,
la
sociedad
se
ve
obligada
a
producir
abundante
materia
fecal,
es
decir, aquello
en
lo
que
deviene
todo
fenómeno
sociopolítico
de
carácter
administrativo.
Si
bien
es
cierto
que
una
sociedad está
constituida
por
las
heterogéneas
labores
de
todos
y
cada
uno
de
sus
integrantes,
existen
personas
que
se
dedi‐

35


can
al
trabajo
sucio
de
manera
vocacional:
los
políticos.
En
términos
generales,
da
igual
cuál
sea
su
partido
o
filosofía, todos
ellos
comparten
esta
extraordinaria
vocación
por
las
heces.
El
nivel
de
importancia
e
incidencia
de
un
político es
proporcional
al
de
su
hundimiento
en
la
más
pura
mierda.
Tanto
las
izquierdas
como
las
derechas
han
sido
eficien‐ tes
en
instaurar
regímenes
repugnantes,
todos
con
el
mismo
olor
aunque
se
apoyen
en
estructuras
fecales
diferentes; excepciones
las
hay,
desde
luego,
y
confirman
la
regla.
De
entre
la
abyecta
masa
de
los
políticos
hay
algunos
que,
por motivos
especiales,
sufren
el
estreñimiento.
Ellos
son
los
estreñidos.

Panorámica del estreñido

Como
buen
político
que
es,
la
vida
del
estreñido
gira
en
torno
a
un
solo
eje:
las
heces.
No
obstante,
en
algo
se
dife‐ rencia
de
sus
colegas:
sufre
una
anormalidad
tanto
física
como
metafísica
que
se
resume
en
el
hecho
de
no
poder defecar.
El
estreñido
es,
con
respecto
a
los
demás
políticos,
un
marginal.
El
estreñimiento
mismo
es
a
la
vez
causa
y efecto
de
una
condición
irremediablemente
periférica.
Si
bien
resulta
ser
un
sujeto
desagradable,
no
hace
sufrir
a
la sociedad
grandes
tormentos:
al
contrario
del
común
de
los
políticos,
el
estreñido
no
nos
caga,
y
esto
se
debe
a
que no
puede.
El
estreñido
hace
política
con
su
enfermedad,
incluso
se
jacta
de
ella:
nos
dice
que
no
nos
caga
porque
es honesto,
pero
todos
sabemos
que
no
lo
hace
por
estreñido.
Nos
cagaría
si
pudiera,
pero
apenas
logra
hacerlo
a
veces, y
con
grandes
esfuerzos,
hasta
nos
cuenta
que
le
duele.
Incapaz
de
llevar
a
cabo
una
gestión
que
salpicaría
sus
excre‐ mentos,
el
estreñido
los
condensa
en
su
organismo
y
desarrolla
una
carrera
política
impotente.
Esta
imposibilidad
de una
normal
defecación
afecta
al
estreñido
física
y
metafísicamente.
Los
efectos
físicos
son
evidentes:
el
estreñido
está lleno
de
excremento,
al
punto
de
que
estas
heces,
cada
vez
más
acumuladas,
politizadas,
pasan
a
ser
el
único
tema de
su
vida.
Tarde
o
temprano
pasarán
a
ocuparle,
además
de
los
intestinos,
la
cabeza.
Si
quisiéramos
trazar
su
estere‐ otipo,
el
estreñido
será
malhumorado,
agrio,
monotemático,
resentido,
fácilmente
irritable
y
muy
limitado
de
crite‐ rios.

Filiación política del estreñido

36

De
entre
todas
las
opciones
que
existen
para
conformar
una
ordinaria
visión
política
del
mundo,
el
estreñido
elige el
marxismo.
El
marxismo
es
una
metafísica
burguesa
que,
debido
a
su
empeño
por
abolir
la
burguesía,
y
también
la metafísica,
termina
aboliéndose
a
sí
misma
por
reducción
al
absurdo.
Sus
buenas
intenciones
humanitarias
contra
la barbarie
capitalista
(que
supo
definir
a
falta
de
resolver),
son
la
causa
principal
(y
romántica)
por
la
que
el
marxismo se
mantiene
a
flote,
incluso
podríamos
decir
que
sus
criterios
se
encuentran
establecidos
en
las
ciencias
sociales.
Al mismo
tiempo,
su
sólida
incapacidad
para
ofrecer
soluciones,
más
allá
de
todo
tipo
de
artefactos
verbales
claramen‐ te
delirantes
y
supersticiosos
(la
sociedad
sin
clases,
la
dictadura
del
proletariado,
la
candidatura
de
Altamira),
lo
ha condenado
a
ocupar
un
lugar
de
eterna
y
adolescente
oposición
en
la
realidad
política.
Son
materialistas,
pero
con
fun‐ damentos
idealistas
que
rayan
la
demencia
religiosa;
obreristas,
pero
carecen
de
la
clase
obrera
y
no
saben
qué
es
un ladrillo;
revolucionarios,
pero
cada
vez
que
están
por
avanzar
un
paso
tienen
que
volver
a
casa
porque
sus
padres
los dejan
hasta
las
nueve.
En
el
peor
de
los
casos,
en
su
carozo
más
ortodoxo
y
primitivo,
son
estreñidos.
El
estreñido
es el
marxista
que,
incapaz
de
librarse
por
medio
de
una
sana
evacuación
de
todas
las
heces
de
su
ideología,
termina
acu‐ mulándolas
hasta
convertirlas
en
bandera.
Si
el
marxismo
tenía
unos
cuantos
defectos,
para
colmo
se
llenó
de
estre‐ ñidos.
De
entre
las
diversas
ramas
del
marxismo,
los
estreñidos
tienen
una
marcada
predilección
por
el
trotskismo.

Propuesta ideológica del estreñido

El
estreñido
no
utiliza
la
ideología
para
actuar
en
la
realidad:
utiliza
la
realidad
para
actuar
en
la
ideología.
Ni
siquie‐ ra
admite,
como
debería,
una
relación
dialéctica:
la
realidad
queda
radicalmente
subordinada
a
criterios
de
estrechez ideológica.
El
estreñido
dice
que
quiere
cambiar
la
realidad,
pero
no
puede,
y
entonces
la
niega.
Por
este
motivo
ha sido
llamado,
antes
que
marxista,
marciano.
Cada
vez
que
abra
su
boca
dirá
que
la
humanidad
constituye
una
científi‐ ca
marcha
progresiva
de
la
clase
trabajadora,
evidentemente
filantrópica
y
revolucionaria,
hacia
la
construcción
de una
sociedad
sin
clases
en
donde
todo
el
mundo
será
buena
onda.
Todo
aquello
que
no
condice
con
este
esquema será
considerado
ficticio
o,
en
todo
caso,
reaccionario
(vicio
que
inventó
la
burguesía),
egoísta
(vicio
que
inventó
la burguesía),
pesimista
(vicio
que
inventó
la
burguesía),
injusto
(vicio
que
inventó
la
burguesía),
fascista
(vicio
que inventó
la
burguesía),
moralista
(vicio
que
inventó
la
burguesía)
y,
sobre
todo,
burgués
(vicio
que
inventó
el
marxis‐ mo).
No
importa
que,
para
terminar
con
las
clases
sociales,
proponga
el
extremismo
clasista,
que
quiera
abolir
el
Esta‐ do
mediante
un
Estado
gigantesco,
ni
que
quiera
apurar
el
futuro
con
ideas
envejecidas
o
instituir
el
progresismo sobre
la
base
de
una
mentalidad
radicalmente
primitiva.
El
estreñido,
cuya
filosofía
política
es
bipolar
y
maniquea, siempre
verá
lo
poco
que
vea
en
dos
colores
y
siempre
tendrá
razón:
o
se
está
con
él
o
se
es
agente
del
imperialismo.

La gestión estreñida

Sin
más
recursos
que
algunos
principios
de
la
metafísica
alemana
del
siglo
XIX,
el
estreñido
se
declara
poseedor
de una
competencia
científica
capaz
de
resolver
todos
los
problemas
que
sufre
la
especie
humana,
comenzando
por
la distribución
de
la
riqueza,
la
maldad
y
el
egoísmo.
Eso
sí:
además
de
que
puede
ser
bastante
canalla,
le
concedemos la
administración
de
un
quiosco
en
la
calle
Florida
y
se
le
funde
inmediatamente.

El estreñido en la historia

De
esta
incapacidad
de
defecar,
acción
sustancial
de
toda
administración,
se
deduce
que
el
estreñido
ha
tenido muy
poca
incidencia
en
la
realidad
política.
La
deducción
es
acertada.
No
sin
jactarse
de
ello,
la
labor
del
estreñido
es casi
siempre
marginal,
tanto
es
así
que,
en
cualquier
elección
nacional,
considera
un
triunfo
histórico
obtener
más
del tres
por
ciento
de
los
votos.
Por
principio,
jamás
dirá
que
su
eterna
situación
periférica
pueda
deberse,
entre
otras


causas,
a
sus
defectos,
por
ejemplo,
su
incorregible
estreñimiento.
Empezando
por
ellos
mismos,
todo
conspira
con‐ tra
la
posibilidad
de
que
los
estreñidos
tomen
el
poder;
para
colmo,
Argentina
es
un
país
peronista.
Sin
embargo,
la realidad
es
increíble,
asombrosa,
inverosímil,
y
lo
es
al
punto
de
que,
en
varias
ocasiones,
fuerzas
estreñidas
tuvieron gran
incidencia
en
la
vida
política,
llegando
incluso
a
gobernar
países
y
hacer
historia.
Existieron
muchos
regímenes
de extracción
claramente
estreñida
tales
como
los
de
Rusia
(y
sus
colonias),
China
(y
sus
colonias),
Camboya
(mataron
a todos,
no
quedaron
ni
colonias),
Laos,
Libia,
etc.
Todos
estos
regímenes,
incluso
los
menos
estreñidos
(por
ejemplo Cuba),
tienen
entre
sí,
pese
a
diferencias
de
época
y
cultura,
tres
notables
coincidencias:
1)
la
instauración
de
un
régi‐ men
autoritario
y
represivo
estructurado
por
una
burocracia
cínica
y
corrompida;
2)
la
dirigencia
personalista
de
un héroe
de
bronce,
idolatrado
prócer
que
pregona
la
horizontalidad
desde
un
soberbio
verticalismo
oficialista
y
3)
fra‐ casaron.
Para
el
estreñido,
cualquier
defecto
que
haya
habido
en
los
intentos
marxistas
serán
claramente
contingen‐ cias
o
maniobras
del
orden
económico
mundial,
aquél
que
derribó
las
sociedades
socialistas,
humanitarias,
justas
y políticamente
correctas
de
los
incas
y
los
aztecas.

Visión del mundo del estreñido

Cualquier
cosa
que
se
ubique
en
la
órbita
de
su
fundamentación
ideológica,
por
ridícula,
inútil
o
nociva
que
sea,
será aplaudida
y
elogiada
por
los
estreñidos,
en
tanto
que
cualquier
cosa
que
provenga
del
orden
impuesto
por
el
estado capitalista,
por
razonable
o
beneficiosa
que
fuere,
será
combatida
y
criticada
con
la
amargura
propia
de
quien,
sin poder
defecar,
sostiene
un
organismo
saturado
de
heces.

Extracción social del estreñido

Por
regla
general
los
estreñidos
forman
parte
de
la
clase
media
universitaria,
aunque
también
abundan
en
sus
filas todo
tipo
de
pequeños
y
grandes
burgueses.
Los
lugares
que
frecuentan
son
las
universidades
y
los
locales
de
sus
par‐ tidos;
a
veces
hacen
turismo
aventura
en
algunas
fábricas
y
barrios
populares.
Estudian
carreras
liberales
y,
cuando trabajan,
lo
hacen
en
las
empresas
de
sus
padres
o
en
organismos
del
Estado.
Se
sabe
de
algunos
casos
de
estreñidos de
extracción
obrera
y
otras
rarezas
por
el
estilo.

Nivel cultural del estreñido

El
estreñido
es,
además
de
soberbio,
ignorante.
Cuando
no
se
defeca,
la
acumulación
de
heces
invade
el
organis‐ mo
dificultando
la
capacidad
intelectual
y
creativa.
Esto
convierte
al
estreñido
en
una
figura
política
poco
conocida:
la del
bruto
de
izquierda.
El
imaginario
social
suele
ubicar
al
político
de
izquierdas
en
el
lugar
del
intelectual
crítico,
estre‐ llita
cultural
que
revierte
el
sentido
común
establecido
y
se
luce
en
los
debates
pronunciando
locuciones
como
“fuer‐ za
de
trabajo”.
Tal
vez
por
su
propia
inoperancia,
pocas
veces
se
conoce
al
estreñido,
es
decir,
al
militante
de
izquierda

37


38

que
se
caracteriza
por
la
ignorancia,
la
estrechez
de
miras,
la
aplicación
mecánica
de
una
suma
de
conceptos
cerrados y
lugares
comunes
a
toda
situación
del
universo,
el
sectarismo,
ese
sujeto
que
leyó
un
solo
libro
(menos
El
capital, sirve
cualquier
manual
sobre
el
mismo)
y
no
volvió
a
pensar
en
su
vida.
A
este
tipo
de
mentalidad
se
la
puede
calificar de
“panfletaria”:
la
complejidad
de
la
realidad
se
reduce
a
una
suma
de
consignas
efectistas
que,
extrayendo
conclu‐ siones
extraordinarias
desde
bases
esqueléticas,
todo
lo
resuelven
con
el
mismo
sistema
retórico
de
reivindicaciones y
repudios.
Ellos
nunca
se
equivocan:
es
el
universo
el
que
está
equivocado
cuando
no
hace
marchar
las
cosas
al
anto‐ jo
de
los
panfletos.
Como
era
de
esperar,
el
ignorante
de
izquierda
se
considera
a
sí
mismo
un
gran
sabio
de
la
van‐ guardia
 iluminada,
 y
 su
 actitud
 será
 la
 de
 enseñar
 a
 los
 demás
 el
 camino
 correcto.
 El
 estreñido
 es,
 además
 de ignorante,
soberbio.

Máxima proeza del estreñimiento

Algunas
veces
lograron
lo
que
nadie
imaginó
que
podría
llegar
a
suceder:
que
la
izquierda
sea
más
bruta
y
sober‐ bia
que
la
más
bruta
y
soberbia
derecha.
¡Ah,
estreñidos!

Recetario para el estreñimiento

El
estreñimiento
no
tiene
por
qué
ser
inevitable
ni
carecer
de
antídotos
allí
donde
ya
se
ha
instalado
con
su
idiosin‐ crática
condensación
de
heces.
Hay
todo
tipo
de
dietas
y
laxantes
que
pueden
ayudarnos
a
combatir
el
estreñimien‐ to.
Si
quisiéramos
hacer
un
inventario
de
recursos,
deberíamos
incluir,
como
primordiales,
la
flexibilidad
de
criterios, abundante
agua,
la
humildad,
variedad
de
frutas,
el
respeto
ante
visiones
divergentes,
el
aceite
de
ricino,
la
autocríti‐ ca,
el
ejercicio
físico,
el
recordatorio
de
que
la
política
debe
estar
al
servicio
de
la
vida
y
no
lo
contrario
y,
por
supues‐ to,
además
de
las
verduras,
adquirir
una
visión
lo
suficientemente
amplia
como
para
captar
la
extensa
gama
de
colores y
matices
que
nos
presenta
la
realidad
en
el
día
a
día.
Sin
embargo,
quisiera
destacar
un
laxante
muy
efectivo
que
con‐ siste
en
una
de
esas
virtudes
de
la
que
los
estreñidos
ciertamente
carecen:
el
sentido
del
humor.
Pocos
remedios
son tan
eficaces
para
relajar
el
cuerpo
y
disponer
el
organismo
a
un
sano
circuito
digestivo.
Además,
quien
tenga
sentido del
humor
sabrá
comprender
que,
cuando
se
critica
el
estreñimiento,
no
se
debe
al
prejuzgado
signo
conservador
o reaccionario
de
quien
emite
la
crítica
sino
al
deseo
de
que
la
militancia
de
izquierda,
sobre
todo
la
de
izquierda,
no
se convierta
en
una
enfermedad
desafortunada
y
propia
de
quienes
no
pueden
irse
de
cuerpo:
no
queremos
una
izquier‐ da
que
pregone
el
ideal
de
evacuar
el
excremento
del
mundo
cuando
ni
siquiera
es
capaz
de
evacuar
el
de
sus
propios intestinos.


Organizacion sindical


Sobre
el
concepto
 de
burocracia
sindical “No
sé
si
pensar
que
tus
declaraciones
son
el
producto
de una
noche
de
insomnio
o
es
esa
tendencia
de
algunos
que se
dibujan
intelectuales
y
se
creen
superiores,
diferentes
a los
demás
y
hasta
más
inteligentes
que
el
común
de
los mortales.
Pero,
y
disculpame
que
recurra
a
una
frase peronista,
la
única
verdad
es
la
realidad. (…) Cuando
te
quejas
de
la
CGT
no
podes
reconocer
que,
nos guste
o
no,
son
ellos
los
que
hoy
representan
a
los trabajadores.
También
caes
en
el
reduccionismo
político
de equiparar
a
la
CGT
con
Barrionuevo.
Sería
como
equiparar
a los
empresarios
con
Martínez
de
Hoz
 (…) A
veces
sos
un
intelectual
brillante
y
otras
veces
opaco. Pero
no
olvides
que
también
fuiste
un
militante
político
y como
tal
merecés
un
análisis
más
profundo
y
piadoso,
pero siempre
con
los
pies
en
la
tierra”
 Mail
de
Néstor
Kirchner
a
José
Pablo
Feinmann en
junio
del
2006

40

Por
Juan
Pedro
Denaday

E

ste
pequeño
texto
–que
como
tal
no
pretende
ser
algo
acabado
sino
simplemente
el
disparador
de
algunas
refle‐ xiones–
no
puede
rastrear
la
larga
historia
del
movimiento
sindical
argentino
ni
hacer
un
racconto
sobre
su
adhe‐ sión
 masiva
 al
 peronismo
 a
 mediados
 del
 siglo
 XX
 (el
 conocido
 debate
 sobre
 “los
 orígenes
 del
 peronismo”1), cuestiones
insoslayables
para
evaluar
su
todavía
significativa
gravitación
en
la
vida
política
nacional.
Se
propone
algo más
modesto
y
acorde
al
espacio
de
esta
publicación:
cuestionar
el
uso
abstracto
e
indiscriminado
que
las
distintas vertientes
de
izquierda
hegemónicas
en
el
movimiento
estudiantil
hacen
del
concepto
de
“burocracia
sindical”.
En
pri‐ mer
lugar,
porque
como
lo
ha
señalado
hace
siglos
la
filosofía
y
contemporáneamente
la
semiología
la
utilización
des‐ proporcionada
de
un
concepto
le
anula
toda
utilidad
específica,
es
decir,
todo
valor
científico
y
explicativo
(si
“todo es
política”,
¿qué
es
la
política?,
si
“todos
son
burgueses”,
¿qué
es
la
burguesía?).
En
segundo
lugar,
porque
esta
utili‐ zación
es
parte
de
un
más
amplio
prejuicio
anti‐sindical
muy
asentado
en
la
progresía
y
la
clase
media
argentina,
inclui‐ das
corrientes
y
personalidades
que
militan
en
el
interior
del
kirchnerismo.
Es
curioso
como
los
medios
periodísticos, intelectuales
y
muchos
sectores
políticos
señalan
sistemáticamente
la
presencia
de
“mafias”,
“negociados”
y
“méto‐ dos
patoteriles”
en
el
mundo
sindical
como
si
le
fuera
de
propiedad
exclusiva
y
además
generalizable
a
todos
sus
sec‐ tores.
 En
 verdad
 tales
 prácticas
 son
 transversales
 al
 conjunto
 de
 la
 sociedad
 argentina
 y
 nadie
 que
 por
 ejemplo pretenda
reivindicar
la
política
diría
“que
la
política
es
corrupta”
porque
hay
corruptos,
como
fue
el
latiguillo
de
los grupos
económicos
que
impusieron
el
modelo
neoliberal
manu
militari anulando
y
desprestigiando
la
vida
política, única
herramienta
de
los
pueblos
para
enfrentar
al
capital.
Asimismo,
es
llamativo
como
se
desconoce
su
vida
inter‐ na.
En
el
mundo
político,
empresarial,
intelectual
o
estudiantil
nadie
generalizaría
un
denominador
común
del
conjun‐ to
de
sus
sectores,
menos
aún
para
denostarlo
livianamente,
sino
que
al
contrario
se
suele
apuntar
inequívocamente a
resaltar
los
matices
y
las
diferencias
existentes.
Aunque
sea
soslayado
con
generalizaciones,
eso
mismo
ocurre
y
con particular
agudeza
en
el
mundo
sindical
y
dentro
de
la
CGT,
donde
por
ejemplo
el
moyanismo
es
una
corriente
que agrupa
sólo
a
algunos
sindicatos,
otros
están
en
manos
de
los
“gordos”
y
existe
un
sector
de
“independientes”
de disímiles
características.
Sin
embargo,
cualquier
acción
de
alguno
de
sus
sectores
es
adjudicada
a
toda
la
Confedera‐ ción
e
inclusive
particularmente
a
su
Secretario
General.
Un
equívoco
desmesurado.
Nadie
en
su
sano
juicio
responsa‐ bilizaría
al
presidente
de
la
FUBA
de
lo
que
hace
un
Centro
de
Estudiantes
que
forma
parte
de
su
institucionalidad
pero no
es
afín
a
su
línea
política,
como
pueden
ser
los
socialistas
de
Derecho
o
los
radicales
de
Económicas.
Pero
para
el mundo
sindical
corren
otras
reglas.
 1

La
bibliografía
básica
al
respecto
es
Gino
Germani,
Política
y
Sociedad
en
una
época
de
transición,
Buenos
Aires:
Paidós,
1962;
M.
Murmis
y J.
C.
Portantiero,
[1971]
(2004)
Estudios
sobre
los
orígenes
del
peronismo.
[Edición
definitiva],
Buenos
Aires,
Siglo
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Editores
Argentina; Juan
Carlos
Torre:
“Interpretando
(una
vez
más)
los
orígenes
del
peronismo”,
en:
 Desarrollo
Económico.
Revista
de
Ciencias
Sociales, Vol.27,
Nº
112,
febrero‐marzo
1989,
pp.
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L.
Doyon,
Perón
y
los
trabajadores.
Los
orígenes
del
sindicalismo
peronista,
1943‐1955,
Bue‐ nos
Aires:
Iberoamericana,
2006;
Hugo
Del
Campo,
Sindicalismo
y
peronismo.
Los
comienzos
de
un
vínculo
perdurable,
Buenos
Aires:
Siglo XXI,
2005;
J.
C.
Torre,
La
vieja
guardia
sindical
y
Perón:
sobre
los
orígenes
del
peronismo,
Buenos
Aires:
UNTreF,
2006.


Otro
aspecto
a
resaltar
es
la
confusión
inconciente
o utilitariamente
deliberada
–algo
muy
común
en
la
pre‐ tendida
“pulcra”
cultura
de
izquierda–
entre
método e ideología al
momento
de
utilizar
el
concepto
de
buro‐ cracia
sindical.
Si
la
burocracia
es
un
método
(tal
era
la postura
de
Cooke,
por
ejemplo)
puede
ser
propia
de sectores
de
izquierda
o
de
derecha,
liberales
o
naciona‐ listas,
 etc.,
 y
 entonces
 se
 trata
 de
 evaluar
 cada
 caso puntualmente.
Sin
embargo,
la
izquierda
y
cierto
pro‐ gresismo
utilizan
indiscriminadamente
el
concepto
de burocracia
para
caracterizar
a
todos
aquellos
sectores de
la
dirigencia
sindical
que
tienen
otra
ideología
que no
es
la
suya
propia.
Es
más,
tal
es
así,
que
cualquiera Augusto
Timoteo
Vandor que
conozca
el
funcionamiento
interno
de
un
partido de
izquierda
no
dudará
en
denominarlo
como
burocrático.
Sin
legitimidad
popular,
la
mayoría
tienen
sus
propios popes
que
van
a
morir
como
sus
líderes
indiscutidos
por
el
elogio
y
el
reconocimiento
que
se
auto
profesan.
Una
lógi‐ ca
similar
puede
rastrearse
en
las
evaluaciones
que
se
hacen
de
la
interna
de
la
CTA,
que
fue
un
verdadero
papelón. Los
adalides
de
la
“democracia
sindical”
dirimieron
su
interna
en
una
trama
novelesca
de
acusaciones
cruzadas
de fraude
y
terminaron
fracturando
una
Central
ya
de
por
si
débil,
lo
que
jamás
puede
fortalecer
la
lucha
de
los
trabaja‐ dores,
que
necesitan
de
la
unidad
organizativa
y
de
un
gobierno
que
tire
para
su
lado
al
enfrentar
al
capital,
por
natu‐ raleza
infinitamente
más
poderoso.
Eso
fue
afortunadamente
advertido
por
el
sector
de
Hugo
Yasky,
que
hoy
procura vincularse
a
la
central
mayoritaria.
Pero
hete
aquí
que
más
allá
de
sus
acciones
concretas,
hay
quienes
no
dudan
en presentar
a
Pablo
Micheli
como
un
ejemplo
de
sindicalista
“demócrata”
y
“combativo”,
simplemente
porque
tienen más
afinidad
ideológica
o
les
simpatiza
más
su
discurso
cuyo
alto
voltaje
es
directamente
proporcional
a
su
escasa capacidad
de
convocatoria. En
el
ámbito
de
la
historiografía
esta
utilización
indiscriminada
puede
encontrarse
especialmente
condensada
en el
libro
Los
compañeros:
izquierda,
trabajadores
y
peronismo
en
la
Argentina,
1950‐1973
de
Alejandro
Schneider.
El
inte‐ resante
y
riguroso
trabajo
desarrollado
por
el
autor
tiene
un
indudable
valor
historiográfico
pero
incurre
en
la
imple‐ mentación
de
una
serie
de
modelos
pre‐establecidos
propios
de
un
marxismo
de
corte
sociológico
que
lo
llevan
a realizar
un
conjunto
de
interpretaciones
unilaterales
y
reduccionistas.
Schneider
denomina
“burocracia
sindical”
a, prácticamente,
todas
las
conducciones
sin
discriminación.
Así
puede
advertirse
una
lógica
omnipresente
bajo
la
cual la
dinámica
de
la
lucha
de
clases
la
rigen
comportamientos
invariablemente
vinculados
a
una
dirigencia
siempre
teme‐ rosa
y
conciliadora
y
unas
bases
obreras
siempre
valientes
y
predispuestas
a
la
combatividad.
Es
una
suerte
de
“teo‐ ría
del
tapón”
común
a
buena
parte
de
la
historiografía
marxista2. Para
nosotros
el
problema
de
la
burocracia
sindical
debe
ser
abordado
de
una
forma
totalmente
diferente,
defi‐ niendo
antes
que
nada
a
que
fenómeno
concreto
nos
referimos
con
“burocracia”.
Porque
en
nuestra
perspectiva
es necesario
partir
del
proceso
de
“burocratización”
propio
de
la
sociedad
moderna
de
masas,
tal
como
fue
caracteriza‐ do
en
términos
sociológicos
por
Max
Weber,
quien
en
lo
que
aquí
nos
interesa
señalaba:
“La
necesidad
de
una
admi‐ nistración
más
permanente,
rigurosa,
intensiva
y
calculable,
tal
como
la
creó
–no
solamente
él,
pero
ciertamente
y
de modo
innegable,
él
ante
todo
–el
capitalismo
(sin
la
que
no
puede
subsistir
y
que
todo
socialismo
racional tendrá
que aceptar
e
incrementar),
determina
el
carácter
fatal
de
la
burocracia
como
médula
de
toda
administración
de
masas”. Esta
fatalidad
le
permite
a
Weber
señalar
que
“se
tiene
que
elegir
entre
la
burocratización y
el
dilettantismo”,
por
lo cual
“los
dominados
sólo
pueden
defenderse
normalmente
de
una
dominación
burocrática
existente
mediante
la
cre‐ ación
de
una
contraorganización
propia
igualmente
sometida
a
la
burocratización”3.
Esta
realidad
insoslayable
de
la sociedad
de
masas
nos
permite
establecer
los
marcos
de
un
debate
entre
lo
que
son
meras
quimeras
y
debates
serios. Si
alguien
quiere
anhelar
nostálgicamente
la
comunidad
roussoniana
o
a
la
democracia
griega
–con
ilotas,
ya
sabe‐ mos–
está
en
su
legítimo
derecho
de
hacerlo,
pero
no
es
el
marco
para
entablar
un
debate
sensato
sobre
las
luchas sociales
y
políticas
en
las
sociedades
de
masas,
menos
aún
las
híper
especializadas,
con
un
capital
súper
centralizado y
globalmente
comunicadas
del
siglo
XXI.
 Esta
“ley
de
hierro”
se
le
presentó
al
movimiento
obrero
argentino
en
los
años
20,
cuando
se
desarrolló
la
transición definitiva
de
la
hegemonía
anarquista
y
sindicalista‐revolucionaria
a
la
s
i
n
d
i
c
a
l
i
s
t
a,
al
socialismo
y
al
comunismo,
en
los marcos
del
agotamiento
objetivo
del
modelo
agro‐exportador
y
del
incipiente
proceso
de
industrialización
mediante
la 2

En
otro
plano
pero
en
la
misma
lógica
del
pre‐juicio
ideológico
el
autor
plantea,
por
ejemplo,
que
los
propósitos
de
Juan
Perón
“siempre fueron
conservadores”
durante
la
Resistencia
y
explica
tal
actitud
por
la
búsqueda
de
preservación
de
su
liderazgo,
cuando
lo
que
suce‐ dió
fue
precisamente
lo
contrario,
como
se
evidencia
en
las
“Directivas
generales
para
todos
los
peronistas”.
Durante
los
primeros
años, Perón
fomentó
las
posiciones
más
duras
e
intransigentes
de
la
resistencia,
justamente,
para
evitar
cualquier
tipo
de
asociación
del
lide‐ razgo
sindical
–el
sindicalismo
como
“factor
de
poder”–
y
político
–las
variantes
“neoperonistas”–
del
peronismo
al
nuevo
régimen,
lo que,
de
desarrollarse,
tendía
naturalmente
a
menguar
el
peso
específico
de
un
liderazgo
ejercido
desde
el
exilio.
Su
posterior
enfrenta‐ miento
con
Augusto
Vandor
se
inscribe
en
esta
dinámica.
Por
otro
lado,
Schneider
atribuye
la
supuesta
posición
conservadora
de
Perón al
hecho
de
que
no
buscaba
el
“enfrentamiento
directo
con
las
Fuerzas
Armadas”.
Apreciar
una
posición
política
como
“revolucionaria” o
“conservadora”
tomando
únicamente
esta
variable
de
forma
independiente
y
determinante
y
sin
vincularla
a
las
correlaciones
de
fuer‐ zas
y
las
tácticas
de
lucha
–por
definición
históricamente
variables–
es,
como
mínimo,
de
un
reduccionismo
asombroso.
Bajo
la
misma lógica
podríamos
construir
un
“Perón
guerrillero”
años
después,
lo
que
es
un
despropósito.
Ver
Alejandro
Schneider,
Los
compañeros: izquierda,
trabajadores
y
peronismo
en
la
Argentina,
1950‐1973,
Buenos
Aires:
Imago
Mundi,
2005,
pp.
71‐137.

41


42

instalación
de
compañías
extranjeras4.
Los
anar‐ quistas
 seguían
 adheridos
 al
 esquema
 de
 los pequeños
sindicatos
de
oficio,
que
si
ya
los
había alejado
del
ejercicio
de
una
influencia
en
los
sindi‐ catos
masivos
de
ferroviarios
y
portuarios,
ahora no
les
permitía
ingresar
en
la
nueva
lógica
organi‐ zativa
de
los
emergentes
sindicatos
industriales. Fueron
 precisamente
 los
 comunistas5 q
u
i
e
n
e
s desarrollaron
 con
 particular
 sistematicidad
 esta inserción
y
plantearon
la
necesidad
de
establecer sindicatos
únicos
por
rama
industrial,
un
fenóme‐ no
pre‐peronista6.
Su
mayor
influencia
la
obtuvie‐ ron
precisamente
cuando
lograron
conformar
un sindicato
 único
nacional
de
la
construcción,
que impulsó
 la
 famosa
 huelga
 del
 año
 36
 contra
 el Omar
Plaini
y
Juan
Carlos
Smith
 régimen
de
la
década
infame.
Pero
más
allá
de
la
voluntad
polí‐ tica
de
tal
o
cual
sector,
lo
destacable
es
que
el
movimiento
obrero
fue
naturalmente
buscando
la
unidad
sindical
para fortalecerse
en
su
lucha
contra
el
capital,
adaptándose
a
las
nuevas
realidades.
Su
asociación
con
el
Estado
peronista
le permitió
a
la
CGT
fundada
en
1930
reunificarse
y
pasar
de
medio
millón
a
dos
millones
y
medio
de
afiliados
sólo
entre
1943 y
1951.
Eso
es
lo
que
logró,
además
de
las
innumerables
conquistas
sociales,
la
revolución
peronista.
Cualquier
reflexión sobre
la
burocracia
que
no
atienda
los
fenómenos
masivos
carece
de
sentido
de
la
realidad
y
de
una
defensa
real
y
no sólo
hipotética
de
los
intereses
de
las
mayorías
obreras.
Esto
no
niega
la
existencia
de
burócratas,
traidores,
corruptos, asesinos
y
todo
tipo
de
escorias,
como
existen
en
todas
las
esferas
de
la
vida
social.
Pero
hay
que
tener
mucho
cuidado con
tirar
al
chico
con
el
agua
sucia.
 En
términos
políticos
para
nosotros
burocracia
significa
un
sector
de
la
dirigencia
sindical
que
se
escinde
de
la defensa
de
los
intereses
de
los
trabajadores
pasando
a
defender
sus
intereses
peculiares
como
casta,
a
partir
de
cuan‐ do
no
duda
muchas
veces
en
asociarse
al
propio
empresariado
para
perjudicar
a
los
trabajadores
y
beneficiarse
ella misma.
Tal
fue
el
caso
históricamente
emblemático
de
Augusto
Vandor
(y
actualmente
de
Pedraza,
Venegas,
Lesca‐ no,
Barrionuevo
y
otros).
Pero
incluso
aquí
también
es
menester
diferenciar
entre
ideología
y
método.
Es
decir,
los peronistas
podían
disentir
de
la
intención
de
Vandor
de
diferenciarse
del
destino
de
su
líder
y
del
peronismo
en
tanto movimiento
nacional,
para
constituirse
como
un
“factor
de
poder”
en
los
marcos
del
régimen
proscriptivo.
Por
esa razón
fue
calificado
como
“traidor”,
pero
esa
diferencia
no
alcanza
para
definirlo
como
un
burócrata.
Lo
que
lo
defi‐ ne
como
tal
es
que
en
sus
manos
la
UOM
perdió
afiliados
y
sufrió
miles
de
despidos
por
la
entrega
sindical,
debilitan‐ do
al
conjunto
del
movimiento
obrero7. Una
dinámica
completamente
diferente
han
impulsado
múltiples
tendencias
del
sindicalismo
peronista
a
lo
largo de
la
historia,
y
desde
los
años
90
el
sector
liderado
por
Hugo
Moyano,
cuya
labor
ha
fortaleciendo
cuantitativa
y
cua‐ litativamente
al
movimiento
obrero,
colaborando
a
convertirlo
en
un
actor
central
de
la
vida
política
nacional
luego
de los
duros
golpes
de
la
dictadura
y
especialmente
de
los
noventa.
El
surgimiento
de
la
Juventud
Sindical
y
de
su
joven dirigente
Facundo
Moyano
se
inscribe
en
esta
dinámica.
Como
todo
otro
sector
político
y
social
tendrá
limitaciones
y cuestiones
a
mejorar,
pero
su
tendencia
ha
sido
indudablemente
progresiva,
lo
que
se
hace
aún
más
evidente
en
su comparación
con
los
sectores
que
se
proponen
para
sustituirla.
La
corriente
moyanista
–que
incluye
a
figuras
desta‐ cables
como
Smith
y
Plaini–
busca
asimismo
superar
el
mero
amarillismo,
y
por
esa
razón
combina
la
defensa
de
las demandas
de
sus
propios
representados
con
la
adhesión
al
proyecto
nacional
y
la
participación
política.
Su
fortaleci‐ miento
es
concomitante
al
proceso
de
reindustrialización
y
conquistas
sociales
impulsado
por
el
kirchnerismo,
nueva síntesis
del
movimiento
nacional.
Es
el
camino
de
la
profundización
de
la
industrialización,
de
la
independencia
econó‐ mica
–No
al
ALCA,
No
al
FMI,
control
del
Banco
Central,
estatización
de
las
AFJP,
etc.–
y
de
la
consolidación
del
mer‐ cado
interno
lo
que
va
a
permitir
que
se
siga
desarrollando
un
sindicalismo
masivo
y
poderoso,
sin
cuya
presencia protagónica
es
al
mismo
tiempo
alcanzar
una
verdadera
y
total
Justicia
Social.

3

Max
Weber,
Economía
y
Sociedad. Esbozo
de
sociología
comprensiva,
México:
FCE,
1964,
p.
178‐179.
Weber
era
un
conservador
y
enemigo declarado
de
la
poderosa
socialdemocracia
alemana,
con
lo
cual
esto
no
eran
“consejos
a
los
oprimidos”,
sino
lo
que
el
alemán
conside‐ raba
se
desprendía
inexorablemente
de
su
análisis
sociológico. 4 Una
buena
síntesis
de
este
proceso
estableciendo
una
relación
‐quizá
algo
esquemática
pero
igualmente
explicativa‐
entre
Estado
y
orga‐ nización
del
movimiento
obrero,
se
puede
ver
en
Hugo
Del
Campo.
“Sindicatos,
partidos
«obreros»
y
Estado
en
la
Argentina
pre‐peronis‐ ta”,
en
Ansaldi,
W.
y
L.,
M.J.
Estado
y
Sociedad
en
el
Pensamiento
Nacional,
Buenos
Aires:
Cántaro,
1989. 5 Para
un
estudio
exhaustivo
sobre
la
inserción
de
los
comunistas
en
el
movimiento
obrero
argentino
ver:
Hernán
Camarero.
A
la
conquis ‐ ta
de
la
clase
obrera.
Los
comunistas
y
el
mundo
del
trabajo
en
la
Argentina,
1920‐1935,
Buenos
Aires:
Siglo
XXI
Editora
Iberoamericana,
2007. 6 Sobre
la
organización
pre‐peronista
del
sindicato
único
por
rama
y
la
tendencia
pre‐existente
a
la
centralización
sindical,
ver
L.M.
Doyon, “La
organización
del
movimiento
sindical
peronista
1946‐1955”,
Desarrollo
Económico,
vol.
24,
nº
94,
Jul.
–
Sep.
1984,
pp.
203‐234. 7 Ver
Rodolfo
Walsh,
¿Quién
mató
a
Rosendo?,
Buenos
Aires:
De
la
flor,
2007
y
Daniel
James,
Cap.
Cuarta
Parte:
“La
era
de
Vandor:
1962‐66”, en
Resistencia
e
integración.
El
peronismo
y
la
clase
trabajadora
argentina,
1946‐1976,
Buenos
Aires:
Sudamericana,
1990.


De multiplicidades del sujeto sectarias a clasismos masivos:

El
caso
de
la
Federación Obrera
Regional
Argentina (
1
9
0
5
‐
1
9
1
5
) Por
Martín
Manuli

argonautas@gmail.com

U

n
lugar
común
del
debate
político
entre
las
fuerzas
anticapitalistas
argentinas
contemporáneas
reside
en
la suposición
de
que
un
espacio
al
tomar
la
definición
política
clasista
se
constituye
en
una
minoría
sectaria
impo‐ sibilitada
de
articular
con
la
mayoría
del
pueblo.
Se
sostiene,
en
contraposición,
que
un
planteo
más
“lavado”, sobre
la
base
de
la
multiplicidad
del
sujeto
revolucionario
puede
articular
de
manera
más
armoniosa
con
movimientos de
características
menos
precisas
que
el
de
los
trabajadores.
A
partir
de
la
emergencia
de
los
“nuevos
movimientos sociales”
en
toda
Latinoamérica
y
su
impacto
en
la
política
regional,
la
posición
anti
clasista
ha
tomado
fuerza1.
Este artículo
busca
aportar
a
este
debate
político.
Se
tomará
una
experiencia
concreta
del
movimiento
obrero
argentino
la cual,
en
el
entendimiento
del
autor,
demuestra
que
el
posicionamiento
“no
clasista”
no
es
de
por
si
causa
suficiente para
asegurar
la
amplitud
de
un
movimiento,
y
en
concordancia,
tampoco
el
“clasismo”
genera
de
suyo
comporta‐ mientos
y
prácticas
sectarias.
 La
experiencia
concreta
que
se
abordará
es
la
lucha
de
tendencias
ideológicas
en
el
interior
del
movimiento
obre‐ ro
argentino
en
las
dos
primeras
décadas
del
siglo
XX.
Primero
se
realizará
una
breve
contextualización
histórica, 1

Por
ejemplo,
véase
Zibechi,
Raúl,
Genealogía
de
la
Revuelta.
Argentina,
la
sociedad
en
movimiento,
La
Plata,
Letra
Libre,
2003.

43


luego
se
explicarán
las
diversas
corrientes
del
movimiento
obrero
y
serán
analizadas
en
su
dinámica.
Por
último
avan‐ zaremos
las
conclusiones
en
torno
a
nuestro
interés:
las
prácticas
que
se
dieron
bajo
la
bandera
del
clasismo
y
bajo
la de
la
multiplicidad
del
sujeto
revolucionario.

La Argentina a principios del siglo XX

44

A
partir
de
la
segunda
mitad
del
siglo
XIX
el
Capitalismo
mundial
necesitaba
que
Latinoamérica
adoptara
nuevas formas
de
integración
con
el
mercado.
El
eje
económico
sería
el
mismo
que
antaño:
extracción
de
materias
primas para
la
metrópoli
a
cambio
de
productos
manufacturados,
pero
sobre
bases
más
eficientes.
De
este
modo,
las
férti‐ les
tierras
de
la
Argentina
ya
no
debían
servir
únicamente
para
alimentar
a
la
población
nativa
y
exportar
cueros,
sino que
ahora
funcionarían
como
uno
de
los
nodos
productores
de
alimentos
para
los
trabajadores
europeos.
Como
el
sis‐ tema
capitalista
no
da
puntada
sin
hilo,
el
modo
para
lograr
la
inserción
al
mercado
mundial
fue
totalizador.
De
esta manera,
se
aprovechaba
el
excedente
de
capital
que
no
encontraba
tasas
de
ganancia
óptimas
y
se
lo
envió
a
los
paí‐ ses
dependientes
para
que
se
apreciara
a
velocidad
superior
a
la
europea,
gracias
al
pacto
imperialista
con
las
oligar‐ quías
locales.
Estos
capitales
se
ubicaron,
mayoritariamente,
en
las
industrias
subsidiarias
del
aparato
exportador (transportes
y
sus
derivadas).
Los
países
centrales,
también
se
aprovecharon
para
descomprimir
el
exceso
de
mano de
obra
que
causaba
serios
problemas
sociales. Pero,
la
mano
de
obra
no
es
un
mero
engranaje
del
proceso
de
valorización
del
capital.
Por
un
lado
es
el
engrana‐ je
del
sistema,
puesto
que
sólo
la
fuerza
de
trabajo
produce
valor.
Por
otro,
se
trata
de
una
clase
social
y
por
tanto
se encuentra
conformada
por
personas,
con
anhelos,
inteligencia,
capacidad
de
análisis
y
de
organización.
La
organiza‐ ción
de
los
trabajadores
en
tanto
vendedores
de
fuerza
de
trabajo
se
realiza
en
los
sindicatos.
Este
estadio
fue
llama‐ do
por
Marx
clase
en
sí. Los
trabajadores
se
reconocen
como
una
clase
desprovista
de
los
medios
de
producción
y
para la
cual
el
medio
de
defender
sus
intereses
reside
en
vender
su
única
posesión
(la
fuerza
de
trabajo)
al
precio
más
alto posible.
Esta
forma
organizativa
es
limitada
de
por
si
porque
no
da
una
solución
de
fondo
al
problema
social,
y
por‐ que
los
capitales
particulares
necesitan
avanzar
sobre
las
conquistas
obreras
para
poder
sobrevivir
a
la
competencia de
países
o
regiones
cuyos
obreros
no
están
tan
organizados.
Cuando
la
clase
explotada
toma
conciencia
de
las
limi‐ taciones
de
la
lucha
por
la
mejora
del
salario
y
las
condiciones
de
trabajo,
se
organiza
para
la
pelea
contra
la
clase
pose‐ edora
y
adopta
la
forma
de
partido
revolucionario.
Este
estadio
es
el
de
clase
para
si. En
el
país
hubo
algunas
experiencias
de
organización
obrera
en
los
años
anteriores
a
1880,
pero
es
a
partir
de
esta década
que
se
crean
las
primeras
sociedades
de
resistencia
por
oficio
en
cuanto
tales
(ya
con
menores
trazas
de mutualismo
y
de
rasgos
nacionales
policlasistas).
La
clase
obrera
tomaba
consciencia
de
clase
en
si y
luchaba
organi‐ zada
en
pos
de
aumentar
el
precio
por
el
que
vendía
su
fuerza
de
trabajo.
En
este
proceso
tuvieron
un
fuerte
rol
las minorías
revolucionarias
abroqueladas
en
alguna
de
las
dos
tendencias
más
importantes
de
la
Asociación
Internacio‐ nal
de
los
Trabajadores:
el
anarquismo
y
el
socialismo. Ambas
corrientes
luchaban
en
contra
de
las
patronales
y
en
pos
de
la
organización
de
los
trabajadores,
conscien‐ tes
de
que
los
sindicatos
no
eran
un
fin,
sino
un
medio.
Pero,
al
mismo
tiempo,
sus
diferencias
ideológico‐políticas impidieron
que
se
pudiera
conformar
una
coordinación
central
entre
las
diferentes
sociedades
de
oficio.
De
esta manera,
la
clase
obrera
no
le
mostraba
a
la
patronal
un
solo
frente,
sino
que
se
encontraba
fragmentado.
Los
diferen‐ tes
oficios
de
la
clase
obrera
luchaban
de
manera
solitaria
contra
la
patronal,
sin
poder
coordinar
para
llevar
sus
luchas a
fondo. Es
a
partir
de
una
transacción
entre
socialistas
y
anarquistas,
por
la
cual
ambas
aceptaron
moderar
sus
postulados más
radicales,
que
se
logra
conformar,
en
1901,
la
primera
central
obrera
duradera:
la
Federación
Regional
Argentina (FOA).
Aunque
este
acuerdo
resultó
efímero:
en
el
IIº
Congreso
(1902)
los
socialistas
se
retirarán
de
la
central.
Pero
la FOA
sobrevivió
a
la
escisión.
Por
su
parte
los
escindidos
construirán
un
año
después
la
Unión
General
de
Trabajadores (UGT),
de
menor
importancia
y
fortaleza
política.

Las corrientes ideológicas del movimiento obrero argentino Hay
que
entender
que
tanto
el
anarquismo
como
el
socialismo
son
grupos
amplios
y
heterogéneos,
dentro
de
los cuales
se
realizan
disputas
por
la
línea
política.
Si
bien
estas
fracciones
comparten
más
similitudes
que
diferencias
y reivindican
un
origen
común,
estas
discusiones
pueden
devenir,
según
la
coyuntura,
en
rupturas.
El
socialismo
argen‐ tino
es
especialmente
conocido
por
éstas.
Específicamente,
en
el
período
abordado
en
este
artículo,
del
PS
saldrán los
Sindicalistas
Revolucionarios
(SR).
Estos
acusaban
al
partido
dirigido
por
Juan
B.
Justo
de
p
a
r
l
a
m
e
n
t
a
r
i
s
t
a.
Con esto
querían
significar
que
este
supeditaba
la
tarea
sindical
a
apoyatura
de
lucha
electoral
y
de
la
pelea
legislativa. En
contraposición
con
esta
política
los
SR
sostenían
la
primacía
de
la
acción
gremial
y
que,
por
tanto,
los
legislado‐ res
obreros
debían
limitar
su
praxis
a
denunciar
el
sistema
de
gobierno
burgués.
Los
SR
postulaban
que
la
sociedad futura
sería
organizada
en
torno
a
los
sindicatos,
y
que
para
llegar
a
ella
había
que
fortalecer
a
estas
instituciones apropiándose
(por
medio
de
la
lucha)
de
parcelas
de
soberanía
del
Estado
y
de
la
producción
a
los
capitalistas2. Hasta
la
ruptura
de
los
SR
el
PS
contaba
con
una
importante
inserción
sindical.
Más
allá
de
la
vulgata
que
sostiene
que este
partido
sólo
dedicaba
su
fuerza
a
lo
electoral,
el
análisis
histórico
ha
demostrado
que
este
partido
fue
importante
en gremios
centrales,
como
fueron
los
ferroviarios3.
En
su
línea
político
gremial
se
oponían
a
que
las
huelgas
se
radicalicen
a menos
que
importantes
causas
políticas
lo
demandaran
(represiones
contra
manifestaciones
obreras,
en
su
mayoría).
 2

Sobre
la
ideología
SR
véase
Belkin,
Alejandro,
“Claves
discursivas
del
temprano
sindicalismo
revolucionario
argentino”
en
Belkin,
Alejan‐ dro,
Estudios
sobre
el
sindicalismo
revolucionario,
UBA
‐
FFyL,
2009.


Cuando la clase explotada toma conciencia de las limitaciones de la lucha por la mejora del salario y las condiciones de trabajo, se organiza para la pelea contra la clase poseedora El
anarquismo
argentino,
se
componía
de
varias
fracciones
que,
mayormente,
compartían
sólo
la
postura
de
que
la revolución
social
no
debía
conocer
fases
de
transición.
Pero
presentaban
fuertes
desacuerdos
en
torno
a
la
estrategia revolucionaria.
En
el
período
de
abordado
por
este
artículo,
la
corriente
hegemónica
fue
la
“finalista”.
Esta
sostenía
que para
lograr
la
revolución
era
necesario
que
las
sociedades
obreras
adhirieran
al
comunismo
anárquico.
A
la
vez
critica‐ ba
al
PS
por
el
parlamentarismo
y
a
los
SR
por
el
clasismo.
Proponían
que
la
lucha
contra
el
capitalismo
no
se
reducía
a obreros
vs
burgueses,
sino
a
personas
conscientes
vs
el
régimen
de
dominación4.
El
paralelismo
de
esta
posición
teórica con
la
multiplicidad
del
sujeto
es
claro.
Esta
tendencia
hegemónica
es
a
la
vez
la
que
tiñó
al
conocimiento
histórico
sobre el
anarquismo
que
tenemos
en
la
Argentina.
En
oposición
a
esta
tendencia
se
encontraban,
entre
otros,
los
fusionistas, quienes
sostenían
que
los
sindicatos
eran
espacios
de
la
clase
obrera
en
su
lucha
contra
el
capital5.
Se
entendía
a
estos como
escuelas
de
anarquismo,
pero
no
entidades
anarquistas.
Por
ello
estos
debían
ser
plurales
en
cuanto
ideología pero
homogéneos
en
cuanto
conformación:
solo
clase
obrera.

Las tendencias en la FORA A
partir
de
la
salida
de
los
socialistas
de
la
central
se
dio
comienzo
a
un
proceso
de
profundización
de
la
trabazón
entre la
organización
obrera
y
el
anarquismo,
impulsado
por
el
sector
hegemónico
del
movimiento
ácrata.
El
pico
de
esto
suce‐ dió
en
1905,
en
el
Vto.
Congreso,
cuando
se
declaró
que
la
finalidad
de
la
central
era
la
instauración
de
una
sociedad
comu‐ nista
anárquica. Este
proceso
de
embanderamiento
ideológico
fue
impugnado
por
socialistas
y
SR,
y
resistido
por
los
anarquistas fusionistas.
Todos
estos
impulsaron
congresos
de
fusión
para
unificar
a
las
dos
centrales
sobre
una
base
clasista,
cri‐ ticando
no
la
finalidad
revolucionaria
del
organismo
obrero
pero
si
que
esta
se
corresponda
solamente
a
la
ideología anarquista.
Tres
congresos
fracasaron
por
la
intransigencia
de
los
anarquistas
finalistas
(1907,
1909
y
1912).
En
1915
la alianza
SR‐anarquistas
fusionistas
logra
imponerse
en
el
IXno.
Congreso
de
la
FORA,
reemplazando
la
declaración
fina‐ lista
por
otra
igual
de
revolucionaria
pero
que
armoniza
con
las
diferentes
corrientes.
Los
anarquistas
finalistas
deci‐ dieron
desconocer
el
Congreso
y
refundaron
la
FORA
en
base
a
las
resoluciones
del
Vto.
Congreso. La
argumentación
de
los
anarquistas
finalistas
para
oponerse
a
la
fusión
del
movimiento
obrero
residió,
mayormen‐ te,
en
la
crítica
al
clasismo.
Reducían
a
este
a
una
simple
lucha
por
los
aumentos
salariales
y
le
contraponían
la
articu‐ lación
multisectorial
en
contra
del
régimen
en
pos
de
los
ideales
revolucionarios.

Conclusiones Hemos
visto
como,
a
partir
de
lo
que
hoy
se
conoce
como
un
discurso
de
“multiplicidad
del
sujeto”,
se
fundamen‐ tó
una
praxis
sectaria.
En
contrapartida,
a
través
de
planteos
fuertemente
clasistas
se
arribó
a
acuerdos
amplios
que representaban
a
la
mayoría
de
la
clase
obrera
organizada.
El
actual
reduccionismo
de
tachar
a
las
prácticas
clasistas como
“sectarias”
en
contraposición
con
las
no
clasistas
se
basa
en
un
a
priori
que
se
explican
más
por
la
lógica
del debate
político
inmediato
que
en
el
análisis
de
situaciones
históricas
concretas.
No
negamos
que
tras
el
clasismo
se hayan
dado
prácticas
sectarias,
pero
no
vemos
que
sea
sostenible
que
la
multiplicidad
del
sujeto
asegure
prácticas más
amplias.
Esto
lo
vemos
hoy
día
cuando,
agrupaciones
como
La
Mella,
sostienen
que
no
hay
que
“tener
compor‐ tamientos
mezquinos”,
mientras
tratan
de
apropiarse
de
la
acumulación
política
de
las
comisiones
de
base
de
la
Facul‐ tad
de
Filosofía
y
Letras
y
los
procesos
de
lucha
que
estas
impulsaron
(por
ejemplo
el
edificio
único
e
integrado).

3

Para
investigaciones
actuales
sobre
el
PS
véase
Camarero,
Hernán
y
Herrera,
Carlos
(Hess.),
El
Partido
Socialista
en
la
Argentina.
Sociedad, política
e
ideas
a
través
de
un
siglo,
Bs.
As., Prometeo,
2005. 4 Según
el
teórico
finalista
Eduardo
Gilimón
no
se
puede
hablar
de
lucha
de
clases
porque
de
ambos
bandos
hay
obreros,
mientras
que muchos
de
los
militantes
revolucionarios
más
importantes
no
vienen
del
proletariado
manual.
Véase
“Lucha
de
Clases”
en
La
Protesta, 12/2/1907. 5 Véase
Manuli,
Martín,
“Hacia
la
unidad
de
la
clase
obrera:
el
entendimiento
anarquista‐sindicalista
revolucionario
(Argentina,
1910‐ 1915)”,
ponencia
en
las
XIII
Jornadas
Interescuelas,
2011.

45


Precarización
laboral
en
el
Estado:
 causalidades
y
resistencias Por
Ariel
Arana
y
Hernán
Izurieta*

E

l
20
de
octubre
de
2010
una
bala
disparada
por
una
patota
de
la
Unión
Ferroviaria
terminó
con
la
vida
de
Mariano Ferreyra,
estudiante
universitario
y
militante
político
del
campo
popular.
El
cobarde
asesinato
de
Mariano
puso
en el
centro
de
la
escena,
como
nunca
antes,
la
problemática
de
la
precarización
y
tercerización
laboral
que
sufren millones
de
trabajadores
y
trabajadoras
en
Argentina.
A
su
vez,
dejó
al
desnudo
que
la
responsabilidad
de
esta
situa‐ ción
no
es
sólo
del
empresariado,
sino
que
cuenta
con
la
complicidad
activa
de
las
burocracias
sindicales
y
del
Estado. Sin
dejar
de
mencionar
al
menos
el
papel
del
Estado
en
la
proliferación
de
la
precarización
laboral
a
nivel
general –por
acción
más
que
por
omisión1–,
en
este
artículo
nos
vamos
a
limitar
al
análisis
de
las
relaciones
laborales
precari‐ zadas
“puertas
adentro”
de
la
Administración
Pública,
ya
que
éste
es
el
terreno
de
lucha
fundamental
donde
desarro‐ llamos
nuestra
militancia
gremial.
Es
que
en
su
condición
de
patrón,
el
Estado
se
convierte
en
un
precarizador
serial, fragmentando
a
la
masa
de
trabajadores/as
estatales
en
numerosas
modalidades
de
contratación
e
imponiendo
desi‐ gualdades
de
todo
tipo.
Lejos
de
ser
un
flagelo
exclusivo
del
sector
privado,
la
precarización
y
la
tercerización
labo‐ ral
se
reproducen
con
gran
fuerza
al
interior
del
Estado y
es
en
el
análisis
de
este
fenómeno,
y
en
las
respuestas gremiales
que
van
surgiendo,
donde
nos
detenemos.

El Estado precarizador

46

Como
consecuencia
directa
del
proceso
de
recuperación
de
la
economía
nacional
desde
2003
a
la
actualidad,
el Estado
amplió
sus
funciones
e
incrementó
de
manera
significativa
su
plantel
de
trabajadores/as.
Luego
de
la
demole‐ dora
década
neoliberal
llevada
adelante
por
el
peronismo
menemista
durante
los
´90,
el
relanzamiento
de
políticas públicas
en
diversas
esferas
de
la
vida
económica
y
social
–producida
durante
los
gobiernos
de
Néstor
y
Cristina
Kirch‐ ner–
dio
lugar
a
un
crecimiento
de
la
planta
permanente
del
Poder
Ejecutivo
del
orden
del
17,1%
en
los
últimos
siete años2. En
tanto,
el
sector
de
contratados
experimentó
un
salto
mucho
mayor,
pasando
de
17.242
a
43.973
empleados,
lo que
supone
un
incremento
del
155%.
Los
ministerios
nacionales
–que
conforman
la
Administración
Pública
centraliza‐ da–
son
los
grandes
actores
de
este
proceso
compulsivo
de
contratación
precarizada:
Desarrollo
Social
incrementó
un 410%
su
plantilla
de
contratados;
Jefatura
de
Gabinete
tuvo
una
suba
de
164%;
Economía
un
128%;
Agricultura
con
127%, Interior
con
119%
y
Educación
un
103%.
 En
el
caso
del
Ministerio
de
Trabajo
de
la
Nación,
el
número
de
contratados
se
incrementó
un
275%3,
lo
que
da
lugar a
un
insólito
cuadro
donde
el
70%
de
los/as
trabajadores/as
de
la
cartera
laboral
están
contratados
con
un
convenio anual
que
no
garantiza
la
estabilidad
del
empleo
público
ni
permite
el
cobro
de
ninguno
de
los
adicionales
estipulados por
Convenio
Colectivo
sectorial
para
la
planta
permanente.
Ese
setenta
por
ciento
de
trabajadores/as
precarizados remite
a
más
de
3000
empleados
contratados
a
través
del
“famoso”
Artículo
9,
Resolución
48/2002,
de
la
Ley
N° 25.164
de
Empleo
Público,
vericueto
legal
a
través
del
cual
el
Estado
encubre
una
relación
laboral
fraudulenta.
La
natu‐ raleza
de
este
artículo
responde
a
la
necesidad
de
dar
cuenta
de
las
variaciones
estacionales
y
temporarias
de
la
carga de
trabajo,
y
en
un
número
que
no
debe
superar
jamás,
de
forma
proporcional,
el
15%
del
total
de
los
trabajadores/as de
la
planta
permanente;
sin
embargo,
el
Estado
empleador
lo
utiliza
como
modalidad
(i)legal
dominante
para
incor‐ *Delegado
General
y
de
Organización,
respectivamente,
de
la
Junta
Interna
de
ATE‐MTEySS.
Integrantes
del
periódico
sindical
El
Mortero. 1 Hacemos
referencia
al
rol
del
Estado
en
su
función
de
contralor,
en
la
cual
como
hace
una
suerte
de
“vista
gorda”
estructural
con
las
gran‐ des
empresas,
limitando
el
accionar
de
su
aún
débil
aparato
de
fiscalización
a
los
pequeños
y
medianos
empleadores,
en
un
tema
que excede
ampliamente
la
problemática
del
trabajo
no
registrado
o
“en
negro”.
La
precarización
y
tercerización
existentes
en
el
sector
de ferrocarriles
y
de
las
empresas
prestadoras
de
servicios
públicos
(telecomunicaciones,
distribuidoras
de
energía
eléctrica
y
gas,
etc),
son un
claro
ejemplo
de
esta
limitación
autoimpuesta
por
el
Estado,
en
la
que
la
vulneración
de
los
derechos
laborales
de
miles
de
trabajado‐ res
se
convierte
en
uno
de
los
factores
que
alimentan
las
ganancias
de
las
empresas
concesionarias
y
da
lugar
a
millonarios
negociados que
benefician
a
las
respectivas
burocracias
sindicales. 2 Datos
correspondientes
al
informe
“El
Estado
y
sus
trabajadores” del
economista
y
diputado
Claudio
Lozano,
publicados
en
el
artículo
“El plantel
de
contratados
en
los
ministerios
creció
un
155%”,
del
26
de
junio
de
2011.
De 227.704
se
pasó
a
266.862
empleados,
es
decir,
65.889 nuevos
empleados
estatales. 3 Ídem
anterior.


El Estado se convierte en un precarizador serial, fragmentando a la masa de trabajadores/as estatales en numerosas modalidades de contratación e imponiendo desigualdades de todo tipo. porar
a
nuevos
trabajadores/as
estatales
que
pasan
a
cumplir
tareas
regulares
y
permanentes
de
los
organismos pero
que
no
son
reconocidos
como
tales.4

Una nueva generación de trabajadores/as estatales

Este
importante
ingreso
de
nuevos
trabajadores
y
trabajadoras
estatales
tiene
dos
rasgos
salientes:
en
primer lugar,
se
trata
en
su
mayoría
de
jóvenes,
en
una
franja
que
va
de
25
a
35
años
en
promedio,
buena
parte
de
ellos
pro‐ fesionales
o
en
vías
de
serlo,
y
que
en
no
pocos
casos
están
transitando
su
primera
experiencia
laboral
formal.
 El
segundo
rasgo,
más
difícil
de
cuantificar
estadísticamente
pero
muy
presente
en
el
plano
de
la
subjetividad,
remi‐ te
al
hecho
de
que
un
sector
de
ellos
proviene
de
experiencias
de
militancia
emparentadas
estrechamente
con
el
pro‐ ceso
 de
 Rebelión
 Popular
 de
 Diciembre
 de
 2001
 (en
 el
 movimiento
 estudiantil
 y
 en
 organizaciones
 territoriales, fundamentalmente).
Esta
característica
no
remite
a
trayectorias
militantes
particulares,
sino
que
da
cuenta
de
una memoria
común
como
pueblo,
que
en
lo
concreto
promueve
un
traslado
efectivo
de
experiencias
de
lucha
de
un
terri‐ torio
social
a
otro,
con
las
potencialidades
y
limitaciones
que
esto
supone
en
términos
de
dinámicas
y
perspectivas
de organización. Quizás
la
mejor
comprobación
de
esta
hipótesis
pueda
darse
por
la
negativa,
en
virtud
de
algunas
respuestas
“pre‐ ventivas”
que
empieza
a
darse
ya
el
Estado
empleador
para
limitar
la
organización
gremial
independiente.
Luego
de
una primera
etapa
de
reclutamiento
laboral
sin
criterios
político‐partidarios
acentuados,
comienza
a
visualizarse
en
numero‐ sos
 organismos,
 de
 forma
 creciente
 y
 conciente,
 políticas
 de
 incorporación
 de
 nuevos
 trabajadores/as
 orientadas
 al marco
de
influencia
de
las
agrupaciones
juveniles
kirchneristas,
con
el
claro
objetivo
de
inhibir
desde
la
adhesión
política al
gobierno
nacional
la
lucha
gremial
colectiva
contra
las
condiciones
laborales
que
impone
el
Estado.
No
obstante,
de
no modificarse
sustancialmente
la
problemática
laboral
de
fondo
que
genera
la
conflictividad,
no
será
suficiente
la
simpatía o
adhesión
con
el
proyecto
político
del
gobierno
nacional
de
parte
de
importantes
sectores
de
compañeros/as
estatales, para
impedir
o
frenar
la
justa
lucha
por
condiciones
laborales
dignas
(como
podrá
verse
párrafos
abajo
en
el
desarrollo de
la
experiencia
de
lucha
del
Ministerio
de
Trabajo).
 En
resumen,
estamos
ante
una
nueva
generación
de
trabajadores
y
trabajadoras
estatales,
ingresados
a
la
adminis‐ tración
pública
a
partir
de
2003
y
en
condiciones
de
aguda
precarización
laboral,
en
el
marco
incluso
de
un
Convenio Colectivo
Sectorial
(el
SINEP)
sumamente
pauperizado,
con
niveles
salariales
inferiores
incluso
al
de
Comercio
(Con‐ venio
Colectivo
paradigmático
de
la
flexibilización
laboral
del
menemismo
durante
los
´90).
En
este
contexto,
se
pro‐ duce
 la
 emergencia
 de
 un
 nuevo
 activismo
 gremial
 que,
 poco
 a
 poco,
 comienza
 a
 organizarse
 y
 a
 intervenir gremialmente
para
mejorar
sus
condiciones
de
trabajo.
Algunos
ejemplos
de
este
fenómeno,
con
diversas
caracterís‐ ticas
y
alcances,
los
encontramos
en
los
Ministerios
de
Trabajo,
Economía
y
Desarrollo
Social
de
Nación
o,
con
sus
par‐ ticularidades,
Promoción
Social
de
la
Ciudad
de
Buenos
Aires;
en
otros
casos,
este
fenómeno
se
desarrolla
aún
en
un plano
mucho
más
molecular
e
incipiente,
sin
llegar
aún
a
formas
“visibles”
o
de
irrupción
abierta.

El trabajo digno empieza por casa Nuestra
experiencia
de
organización
gremial
en
el
Ministerio
de
Trabajo
de
la
Nación
se
inscribe
dentro
del
cuadro de
situación
descrito
en
los
apartados
anteriores,
tanto
en
lo
que
refiere
a
los
procesos
de
tipo
estructural
como
a
los factores
de
orden
subjetivo.
A
mediados
de
2008
se
conforma
una
agrupación
de
base
–integrada
mayormente
por trabajadores/as
contratados
bajo
diversas
modalidades
precarias‐,
que
fue
desarrollándose
a
través
de
la
denuncia
y exigencia
sistemáticas
a
las
autoridades
del
Ministerio
de
que
el
trabajo
digno
“empieza
por
casa”,
consigan
que
dará 4 Cabe
destacar
que
ésta
no
es
la
única
forma
de
contratación
temporaria
dentro
del
Estado:
siguen

vigente
la
facturación
como
mono‐ tributistas
a
organismos
internacionales
como
Naciones
Unidas
(PNUD);
las
asistencias
técnicas
con
Universidades
Nacionales,
etc.,
en proporciones
que
varían
de
acuerdo
a
la
política
de
Recursos
Humanos
de
cada
jurisdicción. Asimismo,
merecería
un
artículo
aparte
la tercerización
de
servicios
esenciales
que
se
da
en
el
Estado,
como
son
las
tareas
de
limpieza,
que
en
su
gran
mayoría
es
realizada
por empresas
privadas
que
facturan
muy
caro
un
servicio
deficitario,
con
trabajadores/as
súper
explotados,
con
contratos
trimestrales,
muy mal
pagos
y
con
cargas
de
trabajo
exorbitantes

47


48

el
nombre
al
agrupamiento.
 Como
resultado
de
un
paciente
proceso
de
acumula‐ ción
 de
 base,
 que
 logró
 superar
 las
 iniciales
 formas autoconvocadas
para
constituirse
como
fuerza
gremial organizada,
en
junio
de
2010
“Empieza
por
Casa”
(como lista
blanquinegra)
ganó
las
elecciones
de
Junta
Interna de
ATE,
desplazando
a
una
anquilosada
Junta
Interna verde
que
se
fue
cerrando
progresivamente
a
la
partici‐ pación,
al
mismo
tiempo
que
apostaba
cada
vez
más
a un
acuerdo
amistoso
con
las
autoridades
como
único argumento
político
de
sostenimiento.
 Así
es
como
la
nueva
Junta
Interna
de
ATE‐MTEySS lleva
casi
un
año
y
medio
de
trabajo,
con
una
práctica gremial
que
se
propone
como
“participativa,
democráti ‐ ca
y
de
lucha” y
que
ha
permitido
un
crecimiento
impor‐ tante
de
la
injerencia
e
influencia
de
ATE
al
interior
del Ministerio
 de
 Trabajo.
 El
 fastidio
 y
 preocupación
 de altas
autoridades
del
organismo
por
la
actividad
inde‐ pendiente
de
ATE
en
el
Ministerio
así
lo
testimonia. Durante
este
año,
de
marzo
hasta
julio,
ATE‐Trabajo impulsó
un
plan
de
lucha
escalonado,
con
más
10
paros de
actividades
a
nivel
nacional
(la
mayor
parte
de
ellos con
 un
 fuerte
 acatamiento
 en
 diversas
 regiones
 del país),
que
chocó
con
la
intransigencia
del
ministro
Car‐ los
Tomada.
El
movimiento
de
lucha
alcanzó
niveles
de masividad
muy
altos,
confluyendo
en
el
mismo
una
diversidad
de
sectores,
incluyendo
un
número
muy
importante
de compañeros/as
identificados
políticamente
con
el
oficialismo,
pero
que
aún
con
contradicciones
lograron
poner
por delante
la
legitimidad
de
sus
reivindicaciones
como
estatales,
estableciendo
una
sana
delimitación
entre
su
genuina postura
política
y
su
posición
de
clase
objetiva. Lejos
de
dar
una
respuesta
satisfactoria
a
los
reclamos
de
pase
a
planta
y
aumento
salarial,
las
autoridades
se
limi‐ taron
a
descontar
los
días
de
paro
realizados
durante
el
mes
de
junio
a
más
de
400
compañeros/as
en
todo
el
país, como
acción
disciplinatoria
y
de
amedrentamiento
(medida
que
se
pudo
revertir
al
mes
siguiente,
lográndose
el
rein‐ tegro
total
de
los
días
descontados).
Si
bien
no
se
con‐ quistaron
 los
 objetivos
 reivindicativos
 planteados –pase
 a
 planta
 permanente
 para
 todos/as
 y
 un
 plus salarial
de
$1000‐,
el
proceso
de
lucha
tuvo
una
dimen‐ sión
 inédita
 en
 la
 historia
 del
 Ministerio
 de
 Trabajo
y constituye
un
punto
de
referencia
ineludible
para
los varios
cientos
de
compañeros/as
que
fuimos
parte
acti‐ va
del
movimiento
de
lucha
en
todo
el
país,
experiencia que
 aún
 requiere
 ser
 procesada
 colectivamente
 para extraer
las
conclusiones
y
aprendizajes
adecuados.

Desafíos por venir Es
una
discusión
abstracta
determinar
hoy
si
el
diag‐ nóstico
 que
 se
 presenta
 en
 esta
 artículo
 refiere
 a
 un proceso
limitado
a
un
sector
acotado
de
los
trabajado‐ res
y
trabajadoras
estatales,
o
si
es
una
tendencia
más profunda
que
puede
ampliarse
y
reeditarse
en
nuevas luchas
 contra
 la
 precarización
 laboral
 en
 el
 Estado, aportando
al
mismo
tiempo
a
un
proceso
de
revitaliza‐ ción
gremial
de
carácter
democrático
y
antiburocrático
en
un
nivel
superior
en
nuestra
ATE. Más
allá
de
esto,
lo
cierto
es
que
está
empezando
a
despuntar
un
nuevo
activismo
de
lucha,
que
tiende
a
expre‐ sar
a
toda
una
camada
reciente
de
estatales
que
está
en
graves
condiciones
de
precarización
laboral.
En
ese
marco, comienzan
a
configurarse
experiencias
diversas
que
con
mayor
o
menor
fuerza
y
claridad,
intentan
poner
en
pie
un modelo
de
construcción
sindical
antiburocrático,
desarrollado
desde
abajo
hacia
arriba.
Para
orientar
y
potenciar
esas experiencias
es
importante
comenzar
a
sentar
las
bases
de
una
propuesta
gremial
superadora
para
ATE,
que
pueda ofrecer
una
orientación
seria
de
lucha
para
este
activismo
de
“nueva
izquierda”
que,
por
el
momento,
tiene
como mayor
rasgo
común
de
identidad
su
vocación
por
forjar
y
desarrollar
métodos
de
organización,
decisión
y
lucha democráticos. No
es
poco,
pero
con
eso
sólo
no
alcanza.
 Sin
duda,
en
ese
camino
de
búsqueda,
la
batalla
contra
la
precarización
laboral
y
por
el
pase
a
planta
de
los/as
tra‐ bajadores/as
contratados/as
es
una
pelea
de
primer
orden,
que
sólo
puede
ganarse
a
través
de
la
más
amplia
unidad de
base
y
con
una
ATE
que
con
total
autonomía
de
clase
se
ponga
al
frente
de
esa
lucha
a
nivel
nacional.


Aportes
para
la
construcción
 de
un
nuevo
sindicalismo democrático
y
de
base Por
El
Cielo
x
Asalto
–
CAUCE
en
La
Brecha
Sindical

D

esde
El
Cielo
x
Asalto
–
CAUCE
participamos
de
un
espacio
político
multisectorial
recientemente
conformado llamado
“Corriente
de
Organizaciones
de
Base
La
Brecha”
desde
el
cual
intervenimos
en
un
conjunto
de
ins‐ tancias,
entre
ellas
en
el
plano
sindical.
Hemos
conformado
en
ese
frente
de
militancia
un
agrupamiento
deno‐ minado
La
Brecha
Sindical.
Aportamos
entonces
algunas
reflexiones
de
nuestro
espacio
para
la
construcción
de
un nuevo
sindicalismo
democrático,
de
base
y
combativo.

La lucha en el lugar de trabajo

En
el
lugar
de
trabajo
nace
la
necesidad
de
luchar
y
se
moldea
buena
parte
de
la
identidad
de
clase.
Se
templa
y
se construye
en
gran
medida
el
poder
de
lxs
trabajadorxs. La
tarea
sindical
debe
revalorizar
la
lucha
en
el
lugar
de
trabajo.
Es
el
espacio
en
el
que
se
visualizan
tanto
los
cam‐ bios
que
introducen
las
patronales
como
los
perjuicios
que
esos
cambios
ocasionan
y
por
lo
tanto
donde
se
debe
estar preparado
para
participar
y
organizar
la
acción. Es
el
lugar
de
trabajo
a
su
vez
la
instancia
primordial
de
cercanía
y
posibilidad
de
organización
de
lxs
trabajadorxs. Si
se
piensa
de
cara
a
la
construcción
de
gremios
fuertes
anclados
en
una
importante
participación
de
las
bases,
es indispensable
tener
en
cuenta
que
el
lugar
en
donde
mejor
asentada
tiene
que
estar
la
construcción
gremial
es
en
el lugar
de
trabajo,
de
manera
que
la
organización,
las
medidas
de
lucha,
la
vida
interna
gremial
nazca
a
través
de
la
par‐ ticipación
efectiva
del
conjunto
de
trabajadores
y
trabajadoras. El
“día
a
día”
de
los
lugares
de
trabajo
no
puede
entonces
ser
descuidado
por
lxs
militantes
sindicales
de
base.
La construcción
de
compañerismo,
conciencia
colectiva,
identidad
común,
participación,
es
importante
que
crezca
desde ahí
para
poder
fomentar
prácticas
no
delegativas
de
participación
política. Debe
ser
desde
el
mismo
lugar
de
trabajo
desde
donde
se
temple
la
intervención
de
lxs
dirigentes
sindicales,
com‐ pañerxs
referentes
y
con
capacidad
de
organización
que
serán
reconocidxs
primariamente
por
su
lugar
como
compa‐ ñerxs
de
trabajo. Debemos
romper
con
la
lógica
sustitutiva
de
las
experiencias que
lxs
trabajadorxs
desarrollan
frente
a
los
con‐ flictos,
y
accionar
como
parte
del
proceso
sin
intentar
imponer
medidas
o
planes
de
acción.
Ya
que
estos
surgirán como
producto
del
debate
de
los
espacios
de
participación
democrática
que
lxs
trabajadorxs
se
den
en
cada
situación concreta,
siendo
nuestra
tarea
acompañar
cada
decisión
que
se
haya
resuelto
en
esas
instancias.
Así
lograremos impulsar
políticas
que
no
estén
alejadas
del
ánimo
general
de
las
masas.

Democracia sindical

Es
de
relevante
importancia
hacer
de
una
de
las
frases
más
contundentes
del
movimiento
obrero
una
realidad:
“La emancipación
de
lxs
trabajadorxs
será
obra
de
lxs
trabajadorxs
mismxs”.
Aquí
el
rol
que
juega
la
democracia
sindical se
torna
principal,
como
la
única
manera
de
garantizar
una
participación
activa
y
consciente
de
la
masa
de
trabajado‐ res
y
trabajadoras. Democracia no
es
solo
votar
medidas.
También,
y
fundamentalmente,
implica
participar
y
construir. Es
muy
impor‐ tante
alentar
la
participación
en
todo
aquello
que
la
gente
debe
intervenir,
aunque
pueda
tratarse
de
aspectos
muy puntuales. Proclamar
la
democracia
sindical,
es
también
tener
una
política
contra
las
burocracias
sindicales
planteando
la construcción
de
sindicatos
de
nuevo
tipo
y
también
es
trabajar
en
la
conciencia
autónoma
de
lxs
trabajadorxs
para que
esta
se
amplíe
y
se
extienda,
a
partir
de
la
participación
y
planificación
de
la
política
a
llevar
adelante
por
el
sindi‐ cato.
En
este
sentido,
se
vuelve
a
poner
en
relevancia
el
establecimiento
de
lazos
de
solidaridad,
encuentro
e
identifi‐ cación
común
entre
trabajadorxs. Para
la
consecución
de
este
objetivo
es
importante
forjar
una
nueva
cultura
militante,
respetuosa
de
los
procesos de
autoorganización
de
las
bases,
que
forje
la
unidad
entre
las
diferentes
corrientes
de
izquierda
y
que
nos
permita golpear
con
un
solo
puño,
evitando
la
autoproclamación
o
la
realización
de
objetivos
propios
por
encima
de
los
inte‐ reses
comunes
de
los
trabajadores
y
trabajadoras La
democracia
también
permite
forjar
la
aptitud
de
las
bases
para
resolver
en
sus
propias
manos
sus
problemas, condición
para
prefigurar
una
situación
de
poder
popular.
Por
supuesto,
esto
no
alcanza,
el
debate
democrático
debe estar
dotado
de
contenido
político.
Pero
como
antes
mencionamos,
sin
forzar
los
procesos
necesarios
de
las
asamble‐ as,
cuidando
siempre
la
unidad
de
los
espacios
de
organización
de
las
bases,
como
una
necesidad
estratégica.

49


Unidad efectiva en el lugar de trabajo (aprender a organizar la diversidad)

50

Lxs
trabajadorxs,
además
de
estar
unidxs
por
nuestro
lugar
objetivo
en
el
sistema
de
producción
como
vendedorxs de
fuerza
de
trabajo,
único
modo
de
sobrevivencia, t
e
n
e
m
o
s una
creciente
similitud:
nuestras
condiciones
laborales, como
por
ejemplo
la
precarización
del
trabajo. Sin
embargo
hay
una
fuerte
diversidad
de
situaciones
contractuales
(sub‐ contratación,
tercerización,
etc.),
jerarquías,
salarios, r
o
l
e
s
, etc.
Que
intentan
afectar
esta
unidad
y
la
solidaridad
de c
l
a
s
e
. Esto
evidencia
una
clara
estrategia
por
parte
de
la
patronal:
impedir
que
se
forme
un
grupo
homogéneo
de
traba‐ jadorxs
que
compartan
iguales
condiciones,
idénticos
problemas,
enfrentando
los
mismos
obstáculos.
Una
estrategia que
apunta
a
romper
la
solidaridad
de
clases,
dividir
y
debilitar
la
fuerza
de
lxs
trabajadorxs.
Por
lo
tanto,
nuestro
desa‐ fío
es
construir
la
unidad
del
colectivo
de
trabajo
a
pesar
de
la
diversidad
de
situaciones. La
tarea
entonces
se
trata
de
poner
énfasis
en
conceptos
como:
solidaridad
e
identidad
de
clase.
Esto
se
puede tomar
desde
el
reclamo
concreto
del
espacio
de
base
más
inmediato,
el
lugar
de
trabajo,
donde
suelen
convivir
com‐ pañerxs
con
diferentes
situaciones
laborales,
intentando
siempre
sortear
los
intentos
patronales
de
división
entre
lxs trabajadorxs
e
impulsando
la
elevación
de
reclamos
que
contemplen
las
diferentes
situaciones,
tendiendo
lazos
que fomenten
la
identificación
común.

Unidad de la clase, unidad con el conjunto de los sectores populares

Evitar
el
aislamiento
en
los
conflictos
sindicales
se
vuelve
en
esta
coyuntura
un
objetivo
importante
a
la
hora
de establecer
lineamientos
de
intervención
sindical.
Nos
debe
llevar
a
analizar
concretamente
todos
los
factores
en
juego en
cada
situación
particular:
la
situación
del
sindicato,
de
la
empresa,
la
rama
de
actividad,
la
situación
política,
etc. Incluso
es
fundamental
incluir
en
el
análisis:
la
opinión
pública,
los
lazos
con
otros
sectores
del
pueblo
y
la
comuni‐ dad, lxs
usuarixs
y
clientes,
otras
empresas
del
mismo
grupo
económico
en
conflicto,
estudiantes,
artistas,
medios
de comunicación,
ambientalistas,
etc.
A
los
fines
de
que
cada
problemática
propia
de
cada
lugar
de
trabajo,
sea
retoma‐ da
por
compañerxs
trabajadorxs
de
otros
lugares,
que
sea
retomada
por
amplios
sectores
del
pueblo
como
propia con
la
idea
de
hacer
masivos
los
conflictos,
evitar
el
aislamiento
y
forjar
la
victoria.

Algunas de las tareas que debemos impulsar

•
Espacios
de
formación/capacitación:
realizar
los
talleres de
formación
de
Trabajadores
y
Trabajadoras,
fomentan‐ do
espacios
regionales
de
formación
para
acercar
compañerxs
delegadxs,
activistas
o
con
ánimo
de
desarrollar
tare‐ as
de
participación
sindical: •
Compartir
debates
acerca
de
la
política
sindical
nacional
para
compartir
diagnósticos
acerca
de
la
situación
de
la clase,
sus
organizaciones
sindicales,
su
relación
con
la
burocracia
y
el
gobierno,
etc. •
Apostar
y
aportar
a
desarrollar
organizaciones
de
base
sindicales
en
todos
y
cada
uno
de
los
espacios
de
trabajo
que podamos
o
tengamos
algún
militante,
con
agrupaciones
propias
o
conjuntamente
con
otras
tendencias
del
campo popular
según
la
coyuntura
particular
y
cada
territorio
concreto. • Generar
espacios
para
pensar
cuáles
son
los
problemas
que
tenemos
a
la
hora
de
organizarnos
y
elaborar
y
llevar a
cabo
de
conjunto
soluciones
para
los
espacios
concretos. Desde
La
Brecha
Sindical
vemos
la
centralidad
de
impulsar
en
los
lugares
de
trabajo
una
política
clasista,
indepen‐ diente,
no
sectaria,
concentrada
en
cuestiones
que
hagan
a
lo
específico
de
cada
lugar
de
trabajo,
sobre
todo
dedica‐ das
a
subvertir
las
relaciones
de
poder
en
esos
lugares
por
un
poder
distinto
y
transformar
la
subjetividad
de
la
clase trabajadora,
respetuosa
de
las
asambleas
y
espacios
de
base
y
también
respecto
a
las
otras
corrientes
político‐sindi‐ cales,
pero
a
su
vez
enmarcada
en
una
perspectiva
política
general
más
amplia
que
pueda
relacionar
la
cuestión
sindi‐ cal
con
las
problemáticas
sociales
generales.


Con
el
Gringo
en
el
corazón! y
con
su
ejemplo… “Nuestra
posición
es
que
debe
llevarse
adelante
la unidad
de
acción,
la
unidad
en
la
lucha
de
todos
los sectores
populares,
democráticos
y
revolucionarios… a
su
vez
levanta
tres
banderas
de
unidad
y
lucha: justicia
social,
soberanía
popular
y
liberación nacional,
que
particularmente
pueden
tener
otras denominaciones,
pero
que
en
el
fondo,
deben
unir
a todos
los
que
luchan
por
una
vida
mejor,
sean
del color
que
fueren”.
 Agustín
Tosco.

Por
Manuela
Sakin
(Insurrexit
en
el
MUI)

Profundizar el keynesianismo representativo en los discursos de este gobierno, mediante la puesta en marcha de estas medidas, es un primer paso para hacerle frente a la crisis

L

a
construcción
de
la
unidad
del
campo
popular,
esa
unidad
antiimperialista,
antioligárquica
y
antidictatorial,
de la
que
hablaba
Tosco,
debe
llevarse
a
cabo
con
la
profunda
convicción
social
y
militante
de
que
la
Argentina
nece‐ sita
continuar
caminando
hacia
una
patria
en
donde
no
haya
excluidos,
explotados,
ni
maltratados
por
el
siste‐ ma
económico
que
hoy
predomina
en
nuestra
sociedad.
El
proceso
económico,
político
y
social
que
hoy
vive
nuestro pueblo
debe
ser
tomado
por
los
que
abogamos
por
la
construcción
de
un
futuro
mejor,
como
punto
de
partida
para seguir
consolidando
y
fortaleciendo
la
constitución
de
una
organización
que
aglutina
a
diversos
sectores
políticos
e ideológicos
del
campo
popular.
Una
organización
que
pretende
instituirse
como
una
herramienta
política
de
clase para
la
construcción
de
poder
popular
alternativo.
Es
decir,
nuestra
mirada
se
encuentra
enfocada
hacia
una
tarea
que se
manifiesta
como
primordial
a
la
hora
de
proponernos
superar
las
construcciones
politicas
corporativas,
como
por ejemplo
el
modelo
sindical
argentino
de
la
CGT,
dependiente
del
Estado
y
basado
en
el
pacto
social
y
la
conciliación de
clases.
 Luego
de
la
victoria
de
Cristina
el
23
de
octubre,
nos
encontramos
con
una
situación,
en
Argentina,
que
es
particu‐ lar
del
momento
de
cambio
que
estamos
viviendo
tanto
a
nivel
mundial
como
a
nivel
regional,
y
que
definen
el
pano‐ rama
a
favor
de
políticas
que
puedan
profundizar
los
avances
hechos
hasta
ahora
por
el
Gobierno
en
materia
de reivindicaciones
sociales.
Al
mismo
tiempo,
debemos
mantener
nuestra
insistencia
en
la
necesidad
de
interpretar
con cautela
y
seriedad,
que
el
momento
histórico
que
hoy
se
le
presenta
a
la
Argentina
es
ampliamente
favorable
para construir,
unidos,
una
fuerza
política
que
enfrente
con
firmeza
y
derrote,
definitivamente,
a
nuestro
enemigo
de
clase.
 Decimos
que
la
situación
es
particular
del
momento
actual
porque
la
crisis
de
representación
política
de
la
derecha argentina
hoy,
es
paralela
y
consecuencia,
en
gran
parte,
de
la
crisis
económica
que
vive
el
capitalismo
a
nivel
mundial y
al
fracaso
del
Consenso
de
Washington
a
nivel
regional.
De
aquí
los
manotazos
de
ahogado
de
la
derecha
más
retró‐

51


52

Como decía el gringo Tosco: aquel sindicalismo es el “que plantea la transformación revolucionaria de las estructuras y que reclama en lo inmediato que los grandes medios de producción y las palancas fundamentales de la economía sean de propiedad estatal –social y no privada–.

grada
 del
 país
 cuando
 pretende
 deslegitimar
 todo avance
del
sector
popular.
Por
esta
razón
es
que
debe valorarse
la
incuestionable
importancia,
a
nivel
cultural, que
tiene
el
hecho
de
haberse
creado
la
Ley
de
Medios Audiovisuales;
 así
 como
 tampoco
 se
 puede
 dejar
 de destacar
 la
 puesta
 en
 vigor
 de
 la
 Ley
 de
 Matrimonio Igualitario,
siendo
Argentina
el
primer
país
latinoameri‐ cano
en
dar
este
paso.
La
estatización
de
las
AFJP
y
la nacionalización
de
Aerolíneas
Argentinas,
en
el
plano económico,
 permiten
 que
 los
 fondos
 obtenidos
 con estas
nuevas
intervenciones
del
estado
puedan
desti‐ narse,
a
la
aplicacion
de,
por
ejemplo,
la
Asignacion
Uni‐ versal
por
Hijo,
reivindicacion
clave
del
sindicalismo
de los
´90. Por
 último,
 luego
 de
 lo
 dicho
 más
 arriba,
 y
 soste‐ niendo
la
importancia
del
impacto
social
que
han
teni‐ do
 y
 tienen
 las
 medidas
 que
 ha
 impulsado
 el
 campo popular,
creemos
que
nada
de
esto
puede
sostenerse frente
a
un
escenario
de
crisis
como
el
que
se
avecina, si
no
se
profundiza
la
justicia
social
y
la
redistribución de
la
riqueza.
El
“piso”
que
se
ha
establecido,
una
vez puestas
en
vigor
estas
políticas,
resulta
provechoso
e histórico
para
seguir
avanzando
en
la
construcción
de

poder
popular.
 Cuando
hablamos
de
profundizar,
nos
referimos
a
que
desde
el
sindicalismo
de
liberación,
se
luche
por
aprobar
una ley
que
frene
la
extranjerización
que
destruye
la
riqueza
natural
de
nuestro
país
y
segrega
a
nuestros
trabajadores rurales
y
pueblos
originarios
de
nuestra
tierra.
Necesitamos
una
ley
de
entidades
financieras,
una
ley
de
minería,
y
la reforma
tributaria
en
cuanto
a
la
eliminacion
del
IVA
de
la
canasta
basica.
Profundizar
el
keynesianismo
representati‐ vo
en
los
discursos
de
este
gobierno,
mediante
la
puesta
en
marcha
de
estas
medidas,
es
un
primer
paso
para
hacer‐ le
frente
a
una
crisis
que
amplía
sus
espectros
de
lo
economico
a
lo
político,
social,
etc.
Pero
no
creemos
oportuno comulgar
con
la
idea
de
que
a
la
izquierda
de
Cristina
no
hay
nada;
mantener
la
posición
alternativa
y
autónoma
de
un sindicalismo
diferente
que
no
se
conforma
con
el
fifty‐fifty,
es
reforzar
esa
herramenta
que
presione
por
aquellas reformas
estructurales
que
nuestro
pueblo
necesita,
a
la
vez
que
construye
las
condiciones
para
revertir
el
orden
esta‐ blecido.
Como
decía
el
gringo
Tosco,
aquel
sindicalismo
es
el
“que
plantea
la
transformación
revolucionaria
de
las estructuras
y
que
reclama
en
lo
inmediato
que
los
grandes
medios
de
producción
y
las
palancas
fundamentales
de
la economía
sean
de
propiedad
estatal
–social
y
no
privada–.”


Trabajadores
y
estudiantes cruzados
por
la
historia, esa
que
no
se
repite Por
la
Agrupación
Norberto
Blanco
en
la
C.E.D.P. No
hay
historia
muda.
 Por
mucho
que
la
quemen,
por
mucho
que
la
rompan,
por
mucho
que
la
mientan,
 la
memoria
humana
se
niega
a
callarse
la
boca.
 El
tiempo
que
fue
sigue
latiendo,
vivo,
dentro
del
tiempo
que
es,
 aunque
el
tiempo
que
es
no
lo
quiera
o
no
lo
sepa. Eduardo
Galeano,
La
Memoria
Porfiada

E

l
primer
paso
para
recorrer
de
pies
a
cabeza
una
historia
sin
perderse
es
encontrar
un
protagonista.
Buscar
determi‐ nadas
características
que
nos
brinden
los
indicios,
pistas,
y
particularidades.
Después
hay
que
meterse
en
el
perso‐ naje,
 hacer
 propio
 lo
 ajeno
 y
 vivir
 las
 dolencias
 y
 alegrías
 de
 algo
 o
 alguien
 que
 pasa
 a
 formar
 parte, circunstancialmente,
de
nuestra
vida. Para
permitirnos
vislumbrar
quién
es
ese
protagonista
debemos
preguntarnos:
¿Cuál
es
el
agente
que
interviene en
todo
proceso
material
y
social?
¿Sobre
quién
pesan
los
pilares
de
un
sistema
inmenso
como
jamás
se
conoció
otro? ¿De
quién
es
tanta
sangre
que
se
llevó
el
río?
Por
el
lugar
en
el
que
nos
compete
hoy
estudiar
podemos
decir
que
el verdadero
tópico
de
la
nota
aquí
presentada
es
la
clase
obrera,
y
la
relación
que
con
ella
establecemos
nosotros,
los estudiantes. Clase
obrera
argentina,
controversial,
que
adoptó
por
períodos,
caracteres
y
sectores
de
combatividad
así
como de
oficialismo,
de
sacrificio
y
de
primavera,
de
anarquismo
y
de
peronismo,
de
radicalismo
y
de
marxismo. A
través de
todos
estos
ciclos
supo
ganarse
el
protagonismo
a
base
de
medidas
de
lucha
y
resistencia,
expresiones
de
los
con‐ flictos
de
clase
que
en
el
país
se
desarrollaban
y
se
desarrollan.
Conflictos
que
hoy
en
día
siguen
vigentes,
muchos
de ellos
intocables.
Es
por
eso
que
hoy,
la
clase,
vuelve
a
levantar
su
puño
para
entonar
nuevamente
cantos
de
lucha
e insurrección.
 Algunas
ocasiones
a
la
par,
otras
alejado
está
el
estudiantado,
sector
heterogéneo
e
imposible
de
definir
a
partir de
generalizaciones1.
Formándose
en
la
cuna
de
la
intelectualidad,
queda
en
sí
mismo
la
elección
de
legitimar
en
su práctica
el
orden
establecido,
o
bien
poner
la
mente
y
el
cuerpo
al
servicio
de
lo
que
se
configura
como
nuevo,
trans‐ formador,
revolucionando
aquél
orden.
Para
esto
consideramos
fundamental
organizarnos
con
nuestros
compañe‐ ros,
discutir
de
qué
maneras
llevamos
adelante
nuestras
tareas
como
intelectuales,
cohesionando
el
discurso
y
la teoría
para
trasladarlos
a
la
praxis.
 ¿La
historia
se
repite?

Empresarios, Gobierno y Burocracias Sindicales: garantizando el capital Ya
que
la
historia
se
repite
sólo
como
penitencia
de quienes
son
incapaces
de
escucharla,
intentamos
vol‐ ver
a
ella
para
entender
el
devenir
de
la
clase
obrera,
el devenir
 también
 de
 la
 relación
 entre
 trabajadores
 y estudiantes,
que
hace
al
fin
y
al
cabo,
a
entender
mejor el
destino
de
nuestra
sociedad
que,
lejos
de
estar
escri‐ to,
depende
de
nuestra
acción.
 Cuando
leemos
nuestro
pasado,
y
observamos
que los
 enemigos
 de
 ayer
 fueron
 empresarios,
 nucleados 1 En
el
sector
estudiantil
convergen
estudiantes
de
distinta
extracción
de
clase.
Incluso
en
el
transcurso
de
nuestras
carreras,
los
estudian‐

tes
vamos
desarrollando,
tanto
desde
la
academia,
como
sobre
todo
por
nuestras
actividades
más
allá
de
ella
(trabajo,
vivienda,
familia) una
posición
dentro
de
la
sociedad.
Como
estudiantes
por
lo
tanto,
no
hay
intereses
comunes
de
clase,
sino
que
la
Universidad
y
nuestro sector,
están
atravesados
por
los
mismos
conflictos
sociales
que
atraviesan
a
la
sociedad.
De
esta
manera,
podemos
encontrar
tanto
com‐ pañeros
que
pretenden
ser
dirigentes
y
cuadros
de
la
burguesía,
así
como
trabajadores
en
formación,
que
buscan
poder
vender
su
fuer‐ za
de
trabajo
a
mejor
precio.

53


La represión es una política de Estado, que tiende a desarrollarse de manera más o menos explícita de acuerdo a la circunstancia histórica.

54

en
organizaciones
como
la
Sociedad
Rural
de
los
Martínez
de
Hoz
o
en
la
Unión
Industrial
Argentina;

gobiernos
dic‐ tatoriales
pero
también
constitucionales,
desde
las
represiones
de
Yrigoyen
en
la
Semana
Trágica
y
la
Patagonia Rebelde
hasta
la
Triple
A
de
Lopez
Rega;
y
traidores,
esas
burocracias
sindicales
que
el
Gringo
Tosco
llamó
colabora ‐ cionista
por
su
rol
de
entreguista
frente
a
la
dictadura
de
Onganía,
expresada
en
las
figuras
de
Vandor
primero
y
Rucci y
Lorenzo
Miguel
después.
Fue
así
que,
las
patotas
armadas
que
llenaron
las
filas
de
la
asesina
Triple
A,
eran
en
gran medida
las
bases
de
aquellos
burócratas
sindicales.
Porque
no
queremos
que
la
historia
se
repita
y
entendemos
que quienes
vaciaron
la
Educación
y
entraron
con
largos
bastones
a
la
Universidad
encarcelando
a
intelectuales
y
científi‐ cos
como
afuera
de
ella
lo
hacían
con
el
pueblo
trabajador,
eran
los
enemigos
comunes
de
obreros
y
estudiantes,
es que
nos
oponemos
a
un
modelo
en
el
que,
la
alianza
entre
empresarios,
gobierno

y
burocracias
sindicales,
vuelve
a jugar
su
rol
histórico
de
garantizar
el
capital.
 Como
decíamos
en
el
primer
número
de
la
revista
del
CEFyL,
‘la
represión
es
una
política
de
Estado’,
que
tiende
a desarrollarse
de
manera
más
o
menos
explícita
de
acuerdo
a
la
circunstancia
histórica.
El
año
pasado
la
represión
esta‐ tal
fue
tercerizada
para
reprimir
paradójicamente
a
quienes
luchaban
contra
la
tercerización
laboral:
el
Estado
utilizó a
las
patotas
de
la
burocracia
de
Pedraza,
que
una
semana
antes
compartía
palco
con
Cristina
Fernández
en
River,
para neutralizar
la
pelea
de
los
trabajadores
asesinando
al
compañero
de
la
UJS‐
PO
Mariano
Ferreryra.
Vemos
así
la
forma en
que
las
alianzas
y
sus
métodos
se
actualizan,
y
precisamente
porque
no
queremos
que
la
historia
se
repita,
y
que unas
patotas
armadas
con
la
complicidad
del
gobierno,
o
mismo
el
Estado
a
través
de
sus
leyes
y
fuerzas
represivas, apaguen
nuestros
sueños
de
lucha
por
una
sociedad
mejor,
debemos
estar
a
la
altura
de
enfrentar
tales
ataques.
La unidad
de
los
estudiantes
con
los
trabajadores
es
una
necesidad
en
ese
camino;
como
lo
fue
en
los
sesenta
y
setenta, en
donde
solo
coordinando
y
potenciando
las
distintas
luchas
fue
posible
avanzar
al
punto
de
incluso,
derrotar
a
la dictadura
de
Onganía
o
voltear
el
gobierno
cordobés
del
oligarca
Uriburu,
como
sucedió
en
el
´69
tras
el
Cordobazo o
en
el
´71
en
el
Viborazo.

Qué pintamos hoy nosotros

Desde
la
Corriente
Estudiantes
Del
Pueblo
(en
la
UBA
la Norberto
Blanco) creemos
que
el
lugar
del
movimiento estudiantil
está
junto
al
pueblo
trabajador,
reivindicando
sus
luchas
y
acompañándolas
codo
a
codo,
poniendo
justa‐ mente
la
Universidad
al
servicio
del
pueblo.
Esta
es
la
única
forma
de
no
atar
la
Facultad
a
una
concepción
“burbuja” en
la
que
el
pensamiento
crítico
no
sale
del
aula.
Más
aún
cuando
en
nuestros
días
estudiar
se
vuelve
un
lujo
por
las difíciles
condiciones
materiales
para
hacerlo,
la
oferta
horaria
es
escasa
y
complica
el
trabajo
y
estudios
simultáneos, los
apuntes
representan
un
gasto
gigantesco,
y
el
Estado
no
garantiza
las
necesidades
básicas
para
que
uno
pueda
ser un
estudiante
pleno.
Es
por
eso
cada
vez
más
frecuente
la
mimetización
entre
trabajadores
y
estudiantes,
pues
las
cir‐ cunstancias
económicas
empujan
a
que
muchos
compañeros
deban
trabajar
para
costear
sus
estudios
en
el
mejor
de los
casos
(es
decir,
en
los
casos
en
los
que
pueden
seguir
sus
carreras
y
no
deben
dedicarse
de
lleno
a
trabajar
para sostenerse)2. 2 Para
un
análisis
en
profundidad
sobre
el
proceso
de
proletarización
y
semi‐
proletarización
de
un
sector
del
estudiantado
universitario,
así

como
de
los
docentes
universitarios,
ver:
Astarita,
Rolando,
“Carácter
de
clase
del
docente
y
estudiante
universitario”.


Solo coordinando y potenciando las distintas luchas fue posible avanzar al punto de incluso, derrotar a la dictadura de Onganía o voltear el gobierno cordobés del oligarca Uriburu, como sucedió en el ´69. Consideramos
que
la
educación
nunca
podrá
estar
separada
de
los
conflictos
que
atraviesan
nuestra
sociedad.
Más allá
del
carácter
autónomo
de
la
Universidad,
es
ésta
una
institución
que
tiene
como
fin
la
reproducción
de
la
forma más
plena
posible
del
capital,
la
formación
de
los
cuadros
técnicos
e
intelectuales
que
trabajarán
para
la
burguesía, sus
legitimaciones
teóricas,
entre
otras.
Para
ello
son
las
leyes
como
la
ley
de
educación
superior,
por
ejemplo,
donde una
comisión
externa
(la
CONEAU),
funcional
al
gobierno
de
turno,
acredita
las
carreras
y
administra
valoraciones
con las
que
estas
son
declaradas
de
interés
público
(entiéndase:
útiles
para
el
mercado
en
un
determinado
momento
his‐ tórico).
A
partir
de
esas
valoraciones
determina
la
legitimidad
de
los
títulos
y
programas
a
lo
largo
y
ancho
del
país,
así como
influye
en
el
presupuesto
que
se
le
adjudicará
a
tales
o
cuales
academias. Por
ello
denunciamos
que
la
educación
no
está
hecha
al
servicio
del
pueblo,
sino
al
de
un
mercado
que
pretende dictaminar
la
conciencia,
pretendiendo
autómatas,
y
que
a
la
hora
de
recortar
no
duda
en
hacerlo
en
perjuicio
del
pue‐ blo.
 Y
es
que
la
lucha
por
la
Educación
Pública
no
puede
estar
por
fuera
de
la
pelea
por
mejores
condiciones
de
vida del
pueblo
en
su
totalidad:
salud,
vivienda,
condiciones
dignas
de
trabajo. Surgiendo
así
la
necesidad
de
articular nuestras
peleas.
Por
un
lado,
al
interior
de
la
Facultad,
con
la
gran
cantidad
de
compañeros
que
además
de
estudian‐ tes
somos
trabajadores,
así
como
con
los
trabajadores
de
la
Facultad:
docentes,
no
docentes,
y
compañeros
becarios. Y
en
el
mismo
sentido,
debemos
coordinar
nuestras
luchas
con
lo
que
sucede
fuera
de
las
paredes
de
Puán
480
y
la UBA.
Es
así
que
creemos
que
la
unión
entre
obreros
y
estudiantes
no
sólo
es
conveniente
sino
necesaria,
pues
ambos avanzan
en
una
sola
dirección,
siendo
así
compañeros
de
historia. La
unidad
obrero
estudiantil
se
logra
reflexionan‐ do
sobre
nuestras
luchas,
construyéndolas
día
a
día
en
nuestros
lugares
cotidianos
(en
nuestro
caso,
la
Facultad).
Al tiempo
que
impulsamos
la
lucha
en
nuestro
lugar
de
estudio,
por
cuestiones
específicas
de
nuestro
sector,
desarro‐ llando
un
movimiento
estudiantil
sólido,
debemos
también
proponernos
trabajar
de
conjunto
y
con
una
perspectiva común
con
los
trabajadores
y
el
pueblo.
Porque
cuando
peleamos
por
más
becas
o
por
condiciones
edilicias,
no
pen‐ samos
solo
en
mejores
condiciones
para
quienes
ya
estamos
en
la
Universidad,
pensamos
también
en
los
trabajado‐ res
y
los
hijos
de
trabajadores
que
hoy
no
pueden
asistir
a
ella.

Unidos y adelante

Este
año,
para
el
aniversario
del
Cordobazo,
desde
la
Norberto
Blanco‐CEDP realizamos
una
actividad
en
la
que
par‐ ticiparon
decenas
de
compañeros,
trabajadores
y
estudiantes.
Participaron
compañeros
del
Encuentro
Sindical
Clasis‐ ta
y
de
Base
“Nuestra
Clase”,
de
La
Voz
de
los
Laburantes,
la
agrupación
Trabajadores
Docentes
de
Base
‐
Lista
Roja que
estuvieron
en
Santa
Cruz
solidarizándose
con
los
compañeros
de
ADOSAC
y
los
petroleros,
profesores
de
AGD Filo,
del
Subte,
compañeros
que
estudian
en
nuestra
facultad
y
trabajan
en
lugares
movilizados.
Más
de
cincuenta compañeros
discutimos
la
potencialidad
de
la
coordinación
obrero
estudiantil,
cuestión
que
debemos
profundizar para
llevarla
adelante
de
la
mejor
manera
posible.
En
un
sentido
similar
viene
trabajando
el
CEFyL
a
través
de
sus
Comi‐ siones
de
Base,
coordinando
en
encuentros
antirrepresivos,
llamando
a
foros
de
discusión,
solidarizándose
con
las luchas
obreras. Estos
son
primeros
pasos
en
pos
de
desarrollar
un
movimiento
estudiantil
democrático,
participativo,
con
capaci‐ dad
de
acción,
y
también
con
una
perspectiva
de
lucha
que
exceda
los
límites
del
sector,
para
aportar
en
la
lucha
del pueblo
por
su
liberación.
Porque
cuando
ambos
sectores
se
unen,
entendiendo
que
la
lucha
de
uno
es
la
del
otro,
se potencian
los
alcances
de
las
mismas,
haciendo
temblar
a
los
verdugos
comunes
que

tenemos.
Sucedió
así
en
el
Cor‐ dobazo,
en
donde
desde
los
mismos
espacios
de
base
de
uno
y
otro
sector,
desde
las
mismas
organizaciones
de
tra‐ bajadores
y
estudiantes,
se
coordinaron
los
planes
de
lucha
a
llevar
adelante,
operativizando
de
conjunto
las
medidas, los
enfrentamientos,
los
pliegos
de
reivindicaciones.
 Y
no
solo
por
una
cuestión
efectista
creemos
que
trabajadores
y
estudiantes
debemos
luchar
codo
a
codo,
sino también
y
fundamentalmente
porque,
como
dijera
el
Che
Guevara,
“lo
definitivo
es
el
espíritu
de
lucha
que
madura día
a
día,
la
conciencia
en
la
necesidad
del
cambio
revolucionario,
la
certeza
de
su
posibilidad”.

55


56

poesia cuentos e historias de Buenos Aires


Tanto
de
tanto Por
Carlos
Caporali

Tanto
material
utilizado,
tanta
sangre
de
la
buena –de
la
que
coagula
en
sentimientos– tanto
hombre
destruido.
 Por
cada
canción
un
grito
se
levanta
de
madrugada, Por
cada
fusil
una
rosa
abre
el
surco
que
le
dará
la
vida, Tanta
bondad
destruida
a
palos,
 A
dientes,
a
mordiscos. Tanto
material
utilizado,
 Tanta
sangre
corriendo
de
una
punta
a
otra, Tanto
hombre
destruido; Por
cada
grito
las
batallas
forman
sendas
libertarias Y
las
flores
ya
no
son
flores
–son
himnos– Por
cada
mirada
dulce
se
quedan
en
mis
manos Los
pies
del
mundo
nuevo
y
los
ojos
del
viejo
que
se
cae. Tanto
de
tantas
cosas,
 Tanto
de
tantos
momentos,
alienados
y
puros, Mentirosos
y
sutiles, Tanto
de
tantos
amores De
tantas
tardes
bajo
el
infierno
inminente. Tanto
material
utilizado –de
un
lado
y
de
otro– Tanta
sangre
enfrascada
y
apretada Contra
los
muros
ideales,
tanto
hombre
destruido: Por
cada
pedazo
de
tierra
el
llanto
de
un
niño
que
va
para
hombre, Por
cada
terrón
de
azúcar
una
muchacha
de
pechos
calientes
y
dulce
mirada. Tanto
de
tantas
cosas, Tantas
promesas
y
charlas
absurdas, Tantos
panes
pagados
a
crédito… Tanto
de
tantas
cosas! Por
cada
hombre
enterrado
a
la
fuerza,
una
bandera
de
colores
inenarrables, Por
cada
llanto
de
niño
una
sonrisa
limpia
y
certera, Por
cada
promesa
de
charlas
reuniones,
una
pala
de
acero
y
madera. Tanto
hombre
utilizado,
tanta
angustia
reprimida
en
el
fondo
de
la
panza, Tanto
material
utilizado ‐de
un
lado
y
de
otro‐ Tantas
cosas
de
tantas
otras: Tanto
de
tanto
que
ya
no
queda
nada.

Buenos
Aires,
1977

57


El basurero Por
Carlos
Caporali

É

58

l
sabía
de
sorpresas,
inconvenientes
y
otras
yerbas por
el
estilo.
Todo
en
su
vida
había
sucedido
antes, dentro
 o
 después
 de
 una
 de
 ellas.
 Apariciones, influjos,
shocks,
en
fin,
para
llamarlo
simplemente:
sor‐ presas.
Esa
noche
no
fue
distinto.
También
sabía
él
de percepciones
y
acciones
premonitorias,
molestas
algu‐ nas,
anticipatorias
otras.
Todas
ellas
sin
embargo
inclui‐ das
 dentro
 del
 rubro
 de
 lo
 posible
 de
 resolver.
 Ella también
parecía
saber.
Había
llegado
temprano,
como nunca,
de
su
clase
de
“Couch
Profesional”,
no
entende‐ remos
porqué
su
boca
dejaba
entrever
una
especie
de sonrisa
tribal,
la
que
no
abandonaba
ni
siquiera
rumbo al
baño.
Gestos
distintos,
premonitorios.
Al
menos
eso le
parecieron
a
él. Los
ruidos
de
la
televisión
enajenaban
cada
uno
de los
cuartos
del
departamento
de
la
calle
Salguero.
Un vecino
se
esforzaba
por
hacer
llegar
su
charla
grotesca hasta
los
mínimos
lugares
del
sexto
piso.
Mario
a
cargo del
edificio
avanzaba
con
la
lustradora
de
parquet
por sobre
las
expectativas
de
un
día
martes
a
la
noche. Ella
seguía
apareciendo
como
profunda
conocedora de
la
historia,
pequeña
pero
historia
al
fin.
Él
sabía
de sorpresas,
 traspiés
 y
 otros
 inconvenientes;
 de
 todas formas
siempre
los
había
resuelto
sin
mayores
esfuer‐ zos.
Alguna
vez
quedándose
bloqueado
en
la
ruta
dos volviendo
de
la
costa,
presa
de
los
piquetes.
La
solución no
tardaba
en
llegar;
alguno
de
los
agentes
a
cargo,
y luego
de
recibir
la
contribución
tradicional,
se
arreglaba para
 lograr
 que
 superara
 la
 valla
 humana
 airoso.
 En otros
momentos
la
suerte
lo
había
acompañado
permi‐ tiéndole
no
estar
en
el
lugar
de
los
hechos
cuando
de criminalidad
se
trataba.
Pero
ni
en
sueños
hubiera
ima‐ ginado
 que
 su
 plancha
 mágica
 del
 destino,
 le
 tuviera preparada
 una
 sorpresa
 de
 esas
 enroladas
 en
 el
 seg‐ mento
de
inesperadas,
inéditas,
insolubles. Él
 terminaba,
 como
 era
 costumbre,
 de
 darse
 una ducha
maravillosa
colmada
de
matices
y
humedades, atiborrada
de
pasajes
lumínicos
y
esotéricos
lindando con
una
suerte
de
locura.
Le
apasionaba
la
ducha,
des‐ pués
el
bidé;
en
caso
de
nada,
el
piletón
del
lavadero. Así
es,
le
gustaba
el
agua.
Una
toalla
apenas
discreta
le cubría
algo
de
su
cintura,
mientras
que
bajaba
tenden‐ ciosa
hasta
apenas
la
mitad
de
sus
muslos.
Poca
cosa
se podría
inferir.
Esa
era
su
costumbre.
Ella
usaba
el
otro baño.
Pequeño,
incierto
de
ser
disfrutado,
pero
con
lo suficiente
como
para
intentar
saciar
la
sed
de
alguna necesidad
perentoria. “¡..Acordate
de
sacar
la
basura..!”
La
comanda
se
fue

deshaciendo
por
entre
los
rincones
de
la
casa
y
le
tala‐ dró
el
cerebro. “¡..Me
escuchaste
ché..!!”
Insistió
bárbaramente
con higiénica
reververancia
acústica
de
bañera.

 “¡..Si..!!!”
 Gritó
 acalorado
 como
 siempre;
 irritado como
cada
vez
que
se
lo
espetaba
desde
el
baño
sin siquiera
asomar
esa:
“
…Cabezota
de
rulos
tiesos…” “¡..Si,
te
escuché
carajo..!!!”
La
maldijo
mientras
ter‐ minaba
 de
 atar
 raudo
 y
 pendenciero
 cada
 bolsa
 del supermercado
transformada
en
bolsa
de
consorcio
tru‐ cha… “¡..Te
escuché,
sí,
te
escuché..!”
rumió
el
insulto
mien‐ tras
abría
con
la
mano
izquierda
la
puerta
de
salida,
car‐ gando
con
la
derecha
sobre
su
hombro
las
bolsas
de
la discordia. El
 basurero
era
un
cuarto
sencillo
y
pequeño,
aun‐ que
el
olor
fétido
de
basura
abandonada
lo
clasificaba como
inhóspito,
de
cuarta
categoría,
detestable
sobre todo
 en
 verano.
 La
 puerta
 que
 lo
 franqueaba
 recibía los
puntapiés
de
los
vecinos
del
sexto,
también
se
ano‐ taba
 Mario,
 quien
 de
 vez
 en
 cuando
 practicaba
 de “p
u
n
t
í
n”
y
hasta
contribuía
con
golpes
de
tacho
gran‐ de,
 único
 receptáculo
 que
 al
 igual
 que
 un
 Sumida Maru,
carguero
japonés
de
la
marina
mercante,
recibía la
 descarga
 poco
 ecológica
 de
 cada
 vez
 más
 y
 más d
e
p
a
r
t
a
m
e
n
t
o
s
. El
simplemente
odiaba
sacar
la
basura,
reaccionaba contra
el
basurero,
sentía
que
su
plexo
solar
se
conmo‐ vía
de
sólo
imaginar
que
alguien
pudiera
salir
de
otro departamento,
y
al
cruzar
las
miradas
un
saludo
cróni‐ co
irrisorio
fuera
la
respuesta
a
su
vergüenza
acunada desde
niño,
cuando
su
madre
le
pegaba
en
la
punta
de los
dedos
por
negarse
a
lavar
los
platos
del
almuerzo del
domingo. Una
sucesión
de
temblores,
guiños
espasmódicos
y carne
crispada
era
el
síndrome
característico
que
acom‐ pañaba
el
viaje.
Avanzó
conmovido
hacia
la
puerta
del miserable
 tambucho,
 sujetándose
 irregularmente
 la toalla
que
había
comenzado
a
aflojarse
abandonando impúdicamente
su
cintura.
Tiró
las
bolsas
al
suelo,
des‐ pectivo,
recio.
Le
propinó
un
zurdazo
al
picaporte
del refugio
de
excrementos
vecinales,
y
justo
en
el
preciso instante
en
que
terminaba
de
embocar
victorioso
las bolsas
de
la
deshonra
en
el
inmundo
receptáculo,
justo en
ese
instante:
o
sonaron
los
tambores
de
la
tribu
del águila
bicéfala,
o
se
escuchó
el
disparo
de
un
guardián de
la
ley
trasnochado,
o
tan
sencillo
como
que,
a
instan‐


59

cias
de
una
inesperada
corriente
ventosa
con
símil
efec‐ to
venturi,
se
terminaba
de
cerrar
la
puerta
del
depar‐ tamento. La
luz
mortecina
del
“timer”
del
pasillo
se
transfor‐ mó
en
negra,
de
negra
pasó
a
inexistente.
Arrebujado, amedrentado,
tirado
en
el
suelo
y
contra
la
puerta
de su
basurero,
temblaba
una
vez
más.
Esperó
que
Marta lo
socorriera,
ansiaba
oír
sus
pasos,
verla
llegar
arras‐ trando
las
pantuflas
a
través
de
la
escasa
rendija
que dibujaba
el
confín
del
piso
de
cerámica
española,
con
el canto
 de
 la
 puerta
 de
 madera
 enchapada
 en
 roble. Nada
 sucedió
 entonces.
 Tan
 sólo
 algunos
 sonidos
 se identificaban,
se
mezclaban
con
sirenas
de
ambulancia, charlas
 y
 risotadas
 de
 la
 vecindad.
 Las
 luces
 habían desaparecido
totalmente.
No
tenía
fuerzas
para
gritar. Deseaba
 y
 le
 pedía
 a
 Dios
 la
 presencia
 de
 algún
 otro habitante.
La
toalla
había
desaparecido.
Sus
segmen‐ tos
más
pudendos
se
retraían
y
escondían
en
la
maraña pilosa
de
su
propio
bosque
de
vanidades.
Nada
se
sabía de
Mario.
Al
menos
él
debiera
ponerse
a
la
orden
de cualquier
imponderable.
Marta
había
salido
del
baño, hablaba
sola
y
mientras
picaba
la
cebolla
del
tuco
de
la cena,
lo
insultaba
en
ausencia
una
vez
más.
Un
cosqui‐ lleo
comenzó
a
adormecer
su
cuerpo
todo,
lloraba
con lágrimas
 de
 ausencia.
 Pedía
 por
 todos
 los
 Santos.

Reclamaba,
parecía
gritar
pero
nadie
concurría
presto
a semejante
rescate. Se
 arrastró
 pesadamente,
 su
 desnudez
 de
 cuerpo sudado
le
incomodaba
llegar
hasta
la
ansiada
puerta
de su
 casa.
 Golpeó
 una
 y
 otra
 vez.
 Lloró
 amargamente. Gritó
 maldiciendo
 a
 su
 mujer
 mientras
 las
 luces
 del ascensor
se
encendían
intermitentes
dándole
a
la
esce‐ na
mayor
intriga,
temor
y
desolación. Se
abandonó.
Rindió
su
cuerpo
del
dolor,
su
espíritu a
 lo
 que
 sucediera.
 Se
 arrepintió
 de
 haber
 mentido. También
hizo
penitencia
por
insultar
a
esa
santa
cola‐ boradora
de
 tiempo
completo,
mal
carácter
y
 magro salario
teñido
de
vergüenza.
Pensó
que
haber
tenido hijos
hubiera
contribuido
a
disimular
lo
dramático
del momento,
o
escribir
un
libro,
plantar
un
árbol.
Se
fue dejando
caer,
se
auto‐convocó
a
la
quietud,
al
silencio, al
recuerdo
de
su
mediocre
y
casi
inexistente
pasado. Entonces
todo
lo
acontecido
hasta
allí
se
fue
diluyendo. Apenas
se
escuchaba
en
un
hilo
de
voz,
el
tono
recono‐ cible
de
Marta
hablando
por
teléfono
con
su
madre,
de bruja
a
bruja,
comentándole
entre
sonrisas
la
repetida ausencia
de
noticias
al
respecto
de
la
extraña,
inexpli‐ cable,
insolente
y
hasta
increíble
desaparición
del
necio de
su
marido,
treinta
y
seis
meses
atrás.
 Noviembre
de
2010


Los siete pecados capitales del estudiante de Letras Por
Esteban
Abeledo

A

varicia:
La
avaricia
aparece
en
el
estudiante
de
Letras
cuando
codicia
los
libros
de
sus
compañeros,
principal‐ mente
las
ediciones
de
los
mismos.
Este
pecado
aparece
en
mayor
medida
cuando
lo
que
tiene
el
estudiante es
el
libro
fotocopiado.
Como
todos
los
pecados
que
surgen
en
la
facultad,
la
avaricia
no
nace
en
el
propio estudiante,
sino
que
es
inducida
por
el
profesor/a
quien
recomienda
(o
más
bien
exige)
que
ciertos
libros
no
se
pue‐ den
disfrutar
salvo
en
tal
o
cual
edición
(Cátedra,
Castalia,
Losada,
Ayacucho,
etc.)
La
codicia
está
limitada
al
poder adquisitivo
del
estudiante,
ya
que
dichas
ediciones
son
tan
buenas
que
valen
un
ojo
de
la
cara.
De
lo
anterior
queda demostrado
que
hay
muchos
estudiantes
tuertos.

Gula:
Relacionada
con
el
pecado
anterior,
la
gula
en
el
estudiante
de
Letras
se
manifiesta
en
comprar
más
libros
de
los que
debería
(Y
eso
que
estoy
hablando
de
una
sola
materia).
Generalmente,
la
gula
es
inducida
por
el
profesor/a
quien,
de manera
inconsciente,
recomienda
a
cada
minuto
bibliografía
sobre
tal
o
cual
autor.
Así,
se
puede
ver
cómo
a
una
novela
le corresponden
alrededor
de
diez
libros
de
crítica,
salvo
que
se
trate
de
Borges,
cuya
crítica
es
infinita
(como
los
espejos
de sus
libros).
Además
de
la
avaricia,
este
pecado
se
relaciona
con
otro
que
no
aparece
en
la
lista
oficial:
la
paranoia. Pereza:
La
pereza
es
producto
de
la
gula:
“Compré
tantos
libros
y
tan
gordos,
que
no
tengo
ganas
de
leerlos”.
La longitud
del
texto
incide
en
la
pereza,
a
punto
tal
que
el
estudiante
busque
desesperadamente
que
cada
dos
páginas haya
un
subtítulo
para
poder
descansar.
Ni
les
digo
de
aquellos
autores
que
tienden
a
escribir
oraciones
extensas
sin comas
ni
puntos
finales,
como
si
estuvieran
jugando
una
apuesta
a
ver
quién
es
el
que
logra
exasperar
más
al
lector
o dejarlo
sin
respiración.

60

Soberbia:
El
alumno
de
Letras
no
es
soberbio
en
el
sentido
en
el
que
conocemos
este
pecado.
Es
más,
se
podría decir
que
el
alumno
de
Letras
no
es
soberbio,
ya
que
todo
conocimiento
lo
comparte
con
sus
compañeros
sin
el
menor afán
de
superioridad.
Sin
embargo,
la
soberbia
aparece
fuera
del
ámbito
de
la
facultad,
cuando
en
alguna
reunión (cumpleaños,
casamiento,
bar
mitzva,
despedida
de
soltero,
etc.)
se
está
hablando
sobre
algún
libro
o
autor
(esto
se da
más
que
nada
en
las
despedidas
de
soltero,
donde
se
elogia
el
“lomo”
de
la
stripper
y
el
“índice”
de
cosas
que
uno le
haría),
y
uno
piensa:
“Yo
podría
darles
mejor
información
que
la
que
están
manejando”
para,
a
continuación,
derra‐ mar
sobre
los
demás
todo
nuestro
saber
letrado.
Aconsejo
que,
de
ocurrir
este
episodio
en
la
despedida
de
soltero, que
el
erudito
no
hable
tanto
para
olvidarse
que
tiene
que
ponerle
un
billete
a
la
odalisca. Ira:
Como
la
soberbia,
la
ira
del
estudiante
de
Letras
no
tiene
nada
de
maligno.
Es
la
ira
relacionada
con
la
injusticia:
ira cuando
nos
hacen
una
pregunta
jodida
en
el
final,
ira
cuando
el
profesor
agrega
un
texto
a
último
minuto
y
nos
dice
“miren que
este
entra
sí
o
sí
en
el
parcial”,
etc. Lujuria: La
lujuria
en
el
estudiante
de
Letras
no
es,
como
se
puede
llegar
a
pensar,
el
sexo
entre
com‐ pañeros.
Si
hablamos
de
lujuria
en
este
caso,
nos
referimos
a
las
“relaciones”
que
mantenemos en
simultáneo
con
diferentes
autores
y
estilos
a
lo
largo
de
toda
la
carrera.
En
ese
sentido,
no podemos
ser
monógamos,
porque
sino
no
estaríamos
estudiando
Letras.
Nuestros
“clientes”, para
usar
un
término
prostibulario,
nos
los
da
el
programa
de
cada
materia.
No
obstante,
pode‐ mos
tener
diferentes
relaciones
con
ellos: – Hacer
el
amor:
Cuando
el
texto
nos
gusta
y
nos
da
placer
leerlo. – Sexo
sin
amor:
Cuando
el
texto
no
nos
gusta,
pero
lo
leemos
igual. –
Relación
 masoquista:
 Cuando
el
 texto
 es
 largo
y
 no
nos
 gusta,
 pero
 lo
 leemos
 igual
 y, cuando
nos
preguntan
qué
nos
pareció,
decimos
“Nos
encantó”. – Sexo
salvaje:
Leer
rápidamente
un
texto
y
hacerle
decir
algo
que
tal
vez
no
dice. Envidia:
Ligada
a
la
codicia,
la
envidia
no
es
sólo
de
las
ediciones,
sino
de
los
libros
en
sí. No
hay
nada
peor
que
pedirte
un
libro
un
día
y
ver
al
día
siguiente
cómo
tu
compañero
de banco
ya
lo
consiguió,
y
encima
en
una
edición
con
prólogo
de
Borges
(En
este
sentido,
Bor‐ ges
es
como
la
sal:
se
usa
en
todas
las
comidas)
o
del
profesor
de
turno.
Para
que
alguien ajeno
a
la
facultad
pueda
entender
este
pecado,
hay
que
pensar
que
a
veces
nos
piden
tex‐ tos
que
no
están
en
ninguna
librería
o
cajón
de
manzanas
del
Parque
Rivadavia
y
que
ni
los mismos
autores
saben
que
escribieron.
Como
ejemplo
de
lo
anterior
pongo
el
caso
de
Lite‐ ratura
Argentina
I,
donde
me
enteré
que
Lucio
Mansilla
tenía
una
hermana,
Eduarda,
y
que era
 también
escritora.
Aunque
 sospecho
que
lo
primero
que
 escribió
fue
una
denuncia para
sus
progenitores
por
haberla
llamado
“Eduarda”
en
vez
de
María
o
Carolina.
Si
los padres
querían
tener
un
varón,
la
culpa
no
es
de
ella.


Una
pequeña
broma Por
Esteban
Abeledo Basado
en
un
hecho
irreal.

I iguel
tomaba
café
en
el
Bar
Platón,
frente
a
la
Facultad
de
Filosofía
y
Letras.
Dentro
de
unas
horas
tendría
que Mcursar.
La
sola
idea
de
volver
a
entrar
al
viaje
edificio
de
Puán
y
Pedro
Goyena
no
le
gustaba.

Si
bien
estudiaba
Letras
desde
hacía
tres
años,
poco
a
poco
las
clases
le
iban
pareciendo
densas
y
dejaba
algunos libros
sin
leer.
Es
por
eso
que
quiso
disfrutar
hasta
el
máximo
lo
que
le
quedaba
de
libertad
antes
de
entrar
a
clase. Sin
embargo,
no
todo
era
estudio
en
la
vida
de
Miguel.
Tenía
dos
amigos,
Ricardo
y
Fernando,
compañeros
de
la Facultad,
aunque
cursando
materias
diferentes
a
las
suyas.
Había
estado
de
novio
con
Ana,
una
chica
muy
bonita,
a
la que
había
conocido
mientras
cursaban
Semiología,
en
el
CBC.
El
flechazo
fue
instantáneo.
Una
vez
por
semana
almor‐ zaban
juntos
en
el
Bar
Platón
o
en
la
casa
de
alguno
de
ellos.
Se
habían
presentado
a
sus
respectivos
padres,
los
cua‐ les

vieron
que
la
relación
terminaría
seguro
en
casamiento. Incluso
cuando
terminaron
el
CBC
se
fueron
de
viaje
a
Miramar
los
dos
solos,
en
una
especie
de
“luna
de
miel”. Nada
podía
empañar
esta
felicidad
hasta
que
empezaron
el
primer
año
de
la
carrera.
Poco
a
poco
Miguel
se
fue dando
cuenta
de
que
el
cambio
de
ritmo
en
la
Facultad
le
estaba
haciendo
mal
a
Ana.
Ya
no
salía
porque
tenía
que estudiar
o
se
había
gastado
todo
el
dinero
que
tenía
en
fotocopias,
muchas
de
las
cuales
no
le
servían. A
veces
pasa
que
hay
personas
que
se
toman
muy
en
serio
ciertas
cosas
y
las
siguen
al
pie
de
la
letra,
pensando que,
si
leo
no
sólo
lo
que
me
pidieron
sino
también
lo
que
me
sugirieron,
aunque
no
tenga
respiro,
voy
a
poder
supe‐ rar
los
desafíos.
Sinceramente
los
entiendo. Miguel
también
entendía
a
Ana,
pero
las
cosas
se
estaban
complicando
y
la
relación
se
estaba
desgastando.
A
lo sumo
salían
una
vez
al
mes,
cuando
se
reunían
para
comer.
Aunque
ella
lo
hacía
apurada,
porque
no
había
terminado de
leer
lo
que
le
habían
pedido.

61


62

Miguel
fue
perdiendo
poco
a
poco
el
amor
que
sentía
por
ella
y
al
final,
después
de
un
año
y
cuatro
meses
de noviazgo,
la
dejó. Ella
se
puso
mal
e
intentó
salvar
la
relación,
pero
se
debatía
entre
su
amor
y
el
miedo
que
la
iba
infundiendo
la
carre‐ ra.
A
esto
se
le
sumo
que
Miguel
se
puso
de
novio
con
Paula,
compañera
también
de
la
Facultad,
pero
que
hacía
las mismas
materias
que
él.
Era
alta,
rubia,
muy
atractiva
y
lo
más
importante,
no
tenía
complicaciones
con
el
estudio. Viendo
que
ya
lo
perdía
y
que
no
podía
hacer
nada,
sumado
a
las
presiones
de
la
Facultad,
Ana
se
sumió
en
una
gran depresión
que
la
llevó
a
padecer
de
desórdenes
alimenticios,
lo
que
la
llevó
a
consultar
con
un
psicólogo. No
quería
comer
porque
decía
que,
mientras
más
delgada
estuviera,
Miguel
la
iba
a
volver
a
querer.
Finalmente
se suicidó
tomando
un
frasco
de
pastillas. Miguel
nunca
se
culpó
de
ello
y
no
se
habló
más
del
tema.
Su
filosofía
de
vida
era
vivir
el
presente,
estando
de
novio con
Paula,
aunque
tuvieran
alguna
discusión
de
vez
en
cuando,
pero
por
puras
pavadas. Pero
ahora
estaba
en
el
Bar
Platón,
tomando
un
café
y
esperaba,
aburrido,
a
que
llegara
la
hora
para
volver
a
la Facultad. Necesitaba
hacer
algo
para
matar
el
tedio.
Fue
entonces
cuando
se
acordó
de
Julio. Julio
era
un
compañero
suyo,
con
el
que
había
cursado
algunas
materias,
y
que
bien
podía
ser
la
versión
de
Ana
en masculino. Era
alto,
peinado
para
atrás,
con
anteojos
y
siempre
vestido
con
el
mismo
jean
azul
y
una
remera
negra
sin
ningún dibujo.
Completaba
su
vestimenta
una
mochila
negra,
con
algunos
agujeros
por
dónde
a
veces
se
le
caían
libros
o
la cartuchera,
y
que
estaba
pesada
por
cargar
libros
viejos
y
fotocopias
subrayadas
y
llenas
de
anotaciones.
Era
además muy
estudioso
y
casi
nunca
salía. No
es
casual
que
Julio
haya
sido
la
versión
masculina
de
Ana.
Todos
sabían,
y
Miguel
también,
que
estaba
enamo‐ rado
de
Ana
en
secreto
y
que
nunca
le
perdonó
a
Miguel
que
la
haya
dejado
morir
y
se
haya
ido
con
Paula,
a
quien
juz‐ gaba
“una
cualquiera”.
Incluso
le
dijo
que
tarde
o
temprano
iba
a
pagar
todo
el
daño
que
causó. A
Miguel
esto
no
le
importaba
y
seguía
su
vida
tranquilo,
pero
le
empezaban
a
irritar
las
constantes
descalificacio‐ nes
que
Julio
le
profesara
en
cuanta
reunión
o
clase
se
encontraran. En
un
tiempo,
Julio
había
vivido
en
la
casa
de
Miguel
por
algunos
meses,
hasta
que
pudo
alquilar
un
departamento. Entre
sorbo
y
sorbo
de
café,
Miguel
diseña
un
plan
con
el
que
piensa
divertirse
y
en
grande. Propone
que
Paula
lo
visite
a
Julio
y,
bajo
el
pretexto
de
revisar
uno
apuntes
para
un
parcial
cercano
de
Española I,
le
dijera
(en
broma)
que
se
había
separado
de
Miguel
y
que
ahora
se
interesaba
en
él.
Se
le
iba
a
insinuar
y
a
coque‐ tear
un
rato,
para
luego
sacarle
algunas
fotos
comprometedoras
que
subiría
a
su
facebook. —Todo
va
a
ser
una
broma,
una
pequeña
broma–
se
dijo. Imaginando
que
Julio
se
convertiría
en
el
hazmerreír
de
la
Facultad,
miró
su
reloj
y
vio
que
estaba
llegando
diez minutos
tarde
al
teórico
de
Gramática,
donde
cursaba
con
Paula. Al
salir
de
clase,
Miguel
le
contó
el
plan
a
su
novia.
Paula
acepta,
pero
tiene
miedo: —Mirá
que,
desde
lo
que
pasó
con
Ana,
no
me
quiere
ver
por
ningún
motivo.
Ni
me
dirige
la
palabra.
¿Y
si
me
echa? —En
cuanto
le
digas
por
teléfono
que
te
separaste
te
va
a
recibir
con
los
brazos
abiertos.
No
te
olvides
de
las
fotos. —¿Y
si
cuando
las
ve
quiere
tomar
represalia
contra
mi?
No
me
olvido
que
ya
te
amenazó
a
vos. —Quedate
tranquila.
Julio
no
puede
matar
ni
una
mosca.
Lo
único
que
le
preocupan
son
sus
amados
libros.
Ade‐ más,
cuánto
van
a
estar
subidas
las
fotos,
¿un
mes
a
lo
sumo?
Se
ríen
un
poco
de
él
y
después
las
borramos.
Te
asegu‐ ro
que
no
va
a
pasar
nada.
A
lo
sumo
no
vendrá
por
unos
días
a
la
Facultad,
pero
lo
dudo. —Está
bien.

II Paula
llamó
a
Julio
a
su
celular
esa
misma
noche.
Tal
como
había
dicho
Miguel,
después
que
le
dijo
lo
de
la
separa‐ ción,
aceptó
que
fuera
el
sábado
a
la
tarde
a
su
casa
para
estudiar. Paula
iría
el
domingo
a
casa
de
Miguel
para
darle
la
cámara
y
subir
las
fotos
al
facebook. Miguel
conocía
la
dirección
de
Julio
por
haber
ido
a
hacer
varios
trabajos
prácticos
y
la
llevó
en
su
auto.
Paula
usaba una
blusa
roja
con
un
escote
para
nada
discreto
y
un
pantalón
ajustado.
Además
llevaba,
en
su
mochila
y
oculto
entre libros,
una
cámara
digital. Llovía
torrencialmente.
Miguel
vio
a
Paula
bajar
del
auto
y
tocar
el
timbre.
A
los
dos
minutos
apareció
Julio
en
la puerta
de
entrada,
de
nuevo
con
el
jean
azul
y
la
remera
negra.
Él
la
saludó
con
un
beso
en
la
mejilla
y
la
hizo
pasar.
 El
auto
de
Miguel
arrancó
y
se
perdió
entre
la
lluvia. Al
día
siguiente,
Miguel
se
levantó
temprano,
se
duchó
y
se
puso
a
esperar
a
que
llegara
Paula,
mientras
leía
El Conde
Lucanor
para
Literatura
Española
I.
A
los
pocos
segundos,
la
lectura
se
volvió
aburrida
y
prendió
el
televisor
para a
ver
la
primera
parte
de
El
Padrino.
 Como
la
película
había
terminado
y
Paula
no
llegaba,
cambió
de
canal
y
se
encontró
con
la
segunda
parte
de
la
tri‐ logía.
Cuando
termino
de
ver
la
tercera,
esta
vez
en
el
mismo
canal
que
la
segunda,
y
no
tuvo
noticias
de
su
novia,
deci‐ dió
llamarla
a
su
casa,
pero
le
dicen
que
Paula
no
había
ido
a
dormir
la
otra
noche
y
que
la
última
vez
que
la
vieron
fue cuando
él
la
fue
a
buscar
con
el
auto.
Intenta
llamar
a
Julio,
pero
tiene
el
celular
apagado.
Como
último
recurso
quie‐ re
llamar
al
celular
de
Paula,
pero
no
recuerda
el
teléfono
de
memoria,
pues
lo
tiene
agendado.
 Abrió
el
cajón
de
su
escritorio,
en
donde
tenía
papeles,
biromes
y
la
agenda.
Encontró
su
celular
en
la
letra
“P”
y
se dispuso
a
llamarla.
Intento
fallido.
Le
atiende
la
casilla
de
mensajes,
pero
le
deja
dicho
que
ni
bien
escuche
este
men‐ saje
la
llame
urgentemente.
 Por
el
momento
no
puede
hacer
nada.
Tal
vez
Paula
salió
y
se
dejó
el
celular
olvidado
en
lo
de
Julio.
—Tarde
o
tem‐


prano
va
a
llamar–
se
dijo,
mientras
guardaba
la
agenda de
nuevo
en
el
cajón
del
escritorio. Durante toda la noche no pudo Es
ahí
cuando
se
da
cuenta
de
algo
de
lo
que
no
se había
percatado
antes,
y
que
parecía
no
tener
impor‐ dejar de pensar en Paula y su tancia.
El
abrecartas
de
metal
que
utilizaba
para
abrir los
sobres
con
las
expensas
o,
en
su
momento,
las
car‐ tardanza con las fotos. —¿Le habrá tas
de
Ana,
y
que
él
le
mostró
a
Julio
una
vez
que
este había
ido
a
su
casa,
no
estaba.
 pasado algo?– pensó, y enseguida En
vano
revisó
bien
el
cajón
y
los
demás
cajones,
así como
toda
la
habitación
y
el
departamento
entero.
El se sumió en un profundo sueño. abrecartas
había
desaparecido.
 Durante
toda
la
noche
no
pudo
dejar
de
pensar
en
Paula
y
su
tardanza
con
las
fotos.
—¿Le
habrá
pasado
algo?– pensó,
y
enseguida
se
sumió
en
un
profundo
sueño. Se
levantó
a
las
siete
de
la
mañana
del
día
lunes
porque
tenía
práctico
de
Literatura
Latinoamericana
I
a
las
nueve, materia
que
cursaba
con
Julio.
En
cuanto
lo
viera
iba
a
poner
fin
a
este
misterio. Llegó
puntual
a
la
clase,
pero
Julio
no
estaba
ahí.
—¡Qué
raro!
–se
dijo–
si
alguien
es
el
ejemplo
de
la
puntuali‐ dad,
ese
es
Julio–.
 Si
bien
la
clase
se
ponía
prometedora
porque
iban
a
empezar
a
analizar
Prosas
Profanas
de
Rubén
Darío,
en
su mente
seguía
pensando
en
el
problema
que
lo
aquejaba.
Julio
no
apareció
en
toda
la
clase
y
nadie
de
las
personas
que se
cruzó
por
toda
la
Facultad
le
dijeron
haberlo
visto
o
dónde
podía
estar. Intentó
volver
a
llamarlos
a
ambos,
pero
no
obtuve
respuesta. Presa
del
temor
de
que
algo
malo
haya
pasado,
se
encontró
con
Ricardo
y
Fernando,
que
terminaban
de
cursar otras
materias,
y
acordaron
ir
a
la
casa
de
Julio
en
busca
de
una
explicación.
Lo
cierto
era
que
no
tenían
llave,
pero
le pedirían
ayuda
a
Patricio,
el
portero
del
edificio.

III Al
llegar,
vieron
a
Patricio
sentado
en
el
hall
de
entrada
escuchando
la
radio.
Le
hicieron
señas
detrás
del
vidrio
para que
les
abriera.
El
portero
los
conocía
de
haberlos
visto
cuando
se
reunían
con
Julio
a
estudiar.
Sin
embargo,
los
tres amigos
notaron
que
Patricio
les
abría
con
una
sonrisa
de
oreja
a
oreja,
como
si
los
estuviera
esperando. —Hola
Patricio
–dijo
Miguel–
necesito
que
me
ayudes
a
entrar
en
el
departamento
de
Julio.
¿Tenés
alguna
llave maestra? —No
hace
falta
–dijo
el
portero,
sin
perder
la
calma–
Julio
me
dijo
que
vos
ibas
a
venir
y
me
dejó
sus
llaves
para que
pudieras
entrar. Los
tres
se
miraron,
sorprendidos.
No
había
tiempo
que
perder.
Julio
vivía
en
el
octavo
“A”. —¿Dónde
está
Julio?
–le
preguntó
Ricardo,
mientras
esperaban
el
ascensor. —Salió
hoy
muy
temprano
–respondió
Patricio,
dándose
cuenta
ahora
de
que
la
cosa
iba
en
serio
y
temblándole
un poco
la
voz‐
Antes
de
irse
me
dio
sus
llaves
y
me
dijo
que
Miguel
iba
a
venir
preguntando
por
él
y
que
iba
a
querer entrar
a
su
departamento.
Luego
se
fue
con
su
mochila
a
la
Facultad,
como
todos
los
lunes. —¿Por
qué
no
aprovechaste
y
entraste
vos
al
departamento?–
Esta
vez
el
que
intervino
fue
Fernando. —No
pensé
que
fuera
nada
importante.
Además,
no
me
gusta
meterme
en
donde
no
me
llaman—.
Su
voz
delata‐ ba
un
“No
me
pregunten
más,
por
favor.
Yo
no
sé
nada”.
Los
tres
lo
entendieron
y
no
le
dijeron
nada. Llegaran
al
octavo
piso
y
abrieron
la
puerta
del
departamento.
De
inmediato
Miguel,
Ricardo
y
Fernando
revisaron cuarto
por
cuarto,
buscando
a
Paula.
El
departamento
estaba
con
sus
muebles,
pero
no
había
rastro
de
ningún
ser humano.
En
cada
lugar
que
entraban
gritaban:
“¡Paula,
Paula,
Paula,
Pau…!” Cuando
llegaron
a
la
habitación
que
servía
de
sala
de
estudio,
se
quedaron
en
silencio,
helados
por
el
horror. Tirada
en
el
suelo
y
con
un
charco
de
sangre
alrededor,
estaba
Paula,
muerta.
Estaba
completamente
desnuda, tenía
tapada
la
cara
con
una
bolsa
de
plástico
y
tajos
en
las
muñecas,
así
como
varias
puñaladas
en
la
parte
del
abdo‐ men.
 Miguel
se
acercó
a
ella.
Cuando
le
quitó
la
bolsa
de
la
cara
descubrió
que
tenía
hecho
un
tajo
en
el
cuello,
lo
bas‐ tante
grande
para
producir
el
charco
de
sangre.
 Enseguida
se
abrazó
al
cadáver,
en
una
mezcla
de
llanto
y
gritos.
Viendo
que
estaba
empezando
a
enloquecer, Ricardo
y
Fernando,
que
seguían
callados,
se
llevaron
a
Miguel
de
aquel
lugar.
Antes
de
salir
dejaron
el
juego
de
llaves de
Julio
en
la
repisa
de
la
cocina
y
cerraron
la
puerta. No
encontraron
a
Patricio
en
el
hall,
lo
que
fue
un
alivio
porque
no
sabrían
cómo
explicar
las
manchas
de
sangre
en la
ropa
de
Miguel
y
se
fueron
directamente
para
su
casa. No
bien
llegaron
al
departamento,
los
dos
amigos
se
encargaron
de
que
Miguel
se
tranquilizara
y
lo
metieron
en
la cama.
Él
les
dijo
que
no
le
contaran
a
nadie
de
lo
sucedido,
que
después
verían
que
hacer.
Si
alguien
hacía
preguntas, ellos
no
sabían
nada
del
asunto.
 Miguel
se
quedó
dormido
y
Fernando
y
Ricardo
se
fueron.
Volvió
a
caer
en
un
sueño
profundo,
pero
esta
vez
nada lo
preocupaba.
Es
más,
soñó
que
todo
lo
anterior
había
sido
un
sueño
y
que
se
iba
a
encontrar
con
Julio
para
termi‐ nar
ese
trabajo
sobre
la
estructura
del
diálogo
en
El
Conde
Lucanor
para
Literatura
Española
I. Sin
embargo,
unos
golpes
insistentes
en
la
puerta
lo
sacaron
de
sus
ensoñaciones. Miguel
abrió
la
puerta
para
encontrarse
con
un
oficial
de
policía
bajo,
de
pelo
corto
y
con
poblado
bigote.
Por
su aspecto,
se
notaba
que
era
un
miembro
veterano
de
la
fuerza.

63


64

Hizo
un
breve
saludo
y
sin
rodeos
explicó
el
motivo
de
su
visita. —Lamento
molestarlo,
señor
Castillo,
pero
recibimos
una
denuncia
anónima
acusándolo
a
usted
de
asesinar
a
la señorita
Paula
Montes
esta
mañana. —¿Cómo
dice?—
dijo
Miguel,
mientras
iba
pasando
del
sueño
a
la
realidad. —Lo
que
oyó.
Esta
persona,
no
pudimos
saber
su
nombre
ni
rastrear
de
dónde
llamó,
dijo
que
usted
mantenía
rela‐ ciones
con
la
señorita
Montes
y
que,
últimamente,
habían
tenido
ciertos
problemas
de
pareja.
Ella,
al
parecer,
había empezado
a
salir
con
un
tal
Julio
Torres
y
pasó
la
noche
con
él.
Usted
se
puso
celoso,
la
siguió
hasta
el
departamento de
su
amante
y
allí
la
apuñaló,
aprovechando
que
Torres
se
había
ido.
La
muerte
fue
instantánea. A
partir
de
la
historia
que
le
estaba
contando
el
oficial,
Miguel
empezó
a
ver
detrás
de
todo
eso
la
mano
de
Julio. Todo
había
sido
obra
de
él.
Sí,
ahora
lo
veía
todo
claro.
Fue
él
quien,
desde
un
principio,
demostró
antipatía
por
Paula, diciendo
que
era
una
cualquiera
y
que
algún
día
se
iba
a
arrepentir
de
haber
llevado
a
Ana
a
la
muerte.
Fue
él
quien robó,
en
un
descuido
suyo,
el
abrecartas
del
cajón
del
escritorio
y
que
de
seguro
habría
usado
como
arma
homicida. Por
eso
le
dio
las
llaves
al
portero
y
no
apareció
por
la
Facultad.
Lo
tenía
todo
planeado
y
esperaba
el
momento
justo para
cometer
su
crimen.
Sabía
que
él
lo
íba
a
ir
a
buscar
cuando
no
tuviera
noticias
de
Paula,
por
lo
que
no
perdió
tiem‐ po
y
la
mató
antes
de
que
él
y
los
chicos
llegaran.
 Y
fue
Miguel
quien
actuó
de
cómplice
involuntario
al
suministrarle
a
la
víctima.
Con
su
broma,
con
su
pequeña broma. Miguel
comprendió
que
todo
estaba
perdido,
que
no
había
vuelto
atrás.
No
podía
hacer
que
Paula
resucitara,
pero sí
evitar
que
lo
acusaran
injustamente.
Es
por
eso
que
le
dijo
al
oficial: —Si,
es
verdad
que
Paula
y
yo
éramos
novios
y
teníamos
nuestros
problemas,
pero
nunca
llegamos
al
punto
de querer
separarnos
y
ella
nunca
salió
con
Julio. —Entonces,
¿qué
hacía
en
su
casa? Miguel
se
puso
pálido.
No
podía
decir
lo
de
las
fotos,
porque
lo
iba
a
terminar
incriminando
a
él.
Buscó
evadir
la pregunta. —Además,
en
el
momento
en
el
que
ella
fue
asesinada,
yo
estaba
en
la
Facultad. —¿Puede
probarlo? —Mucha
gente
me
vio.
Cursé
con
veinte
personas
y
me
crucé
a
cinco
cuando
salí,
para
ir
a
lo
de
Julio. —Ahhh—
dijo
el
oficial
en
tono
triunfante‐
entonces
reconoce
que
fue
a
la
casa
de
Torres. —Sí
–respondió
Miguel–
fui
a
su
casa
porque
pensé
que
algo
malo
le
había
pasado
a
Paula.
Cuando
llegué
la
encon‐ tré
muerta.
Es
Julio
el
asesino. —¿Por
qué
habría
de
asesinarla?—
preguntó
el
oficial,
fingiendo
curiosidad. Esta
pregunta
hizo
que
la
palidez
se
acentuara
en
el
rostro
de
Miguel
y
el
oficial
lo
notó.
Tampoco
le
podía
decir nada
acerca
de
Ana
y
de
que
se
había
suicidado
porque
él
la
abandonó.
Empezó
a
transpirar
de
los
nervios.
Ya
no
tenía escapatoria.
El
plan
de
Julio
había
resultado
perfecto.
 —¿Había
alguien
con
usted
en
el
momento
en
que
encontró
el
cadáver?—
preguntó
el
oficial,
que
presentía
que tenía
al
asesino
frente
a
sus
ojos. —Estaba
con
dos
amigos.
Ricardo
César
y
Fernando
Rivas. —¡Qué
curioso!—
dijo
el
oficial
con
un
tono
irónico‐
Recién
vengo
de
tomarles
declaración
y
ambos
juraron
que
no saben
nada
del
asunto. —Yo
les
dije
que
no
lo
hicieran. —¿Y
por
qué
les
diría
una
cosa
así? —No
sé
–los
nervios
iban
en
aumento–
Pero
se
lo
juro
–se
puso
de
rodillas–
yo
no
la
maté. El
oficial
lo
miró
unos
segundos
y
luego
dijo,
sin
que
la
expresión
de
terror
de
Miguel
le
generara

ni
un
poco
de compasión. —No
le
creo.
Es
más,
tengo
la
sensación
de
que
usted
la
asesinó
por
celos.
Se
hizo
de
un
duplicado
de
la
llave
del departamento
de
Torres,
entró,
discutieron
y
usted
la
apuñaló.
Tiene
la
ropa
manchada
de
sangre
y
recién
quedó demostrado
que
sus
dos
amigos
dieron
falso
testimonio,
lo
que
los
convierte
en
cómplices
suyos.
Además
nadie
vio que
la
señorita
Montes
estuviera
muerta
antes
de
que
usted
llegara.
 —Puedo
preguntar
cuál
fue
el
arma
homicida. El
oficial
lo
miró
sorprendido. —No
lo
sabe.
La
apuñalaron
con
un
abrecartas
de
metal,
bien
afilado.
Supongo
que
usted
tendría
uno,
¿no? Una
luz
de
esperanza
iluminó
el
rostro
de
Miguel. —Sí,
tengo
un
abrecartas
de
metal,
pero
desapareció
hace
tiempo,
y
se
lo
puedo
demostrar. Lo
llevó
hasta
el
escritorio
de
su
habitación.
Señalando
el
cajón
donde
siempre
lo
guardaba
le
dijo: —Acá
era
dónde
lo
tenía
y
ahora
desapareció.
¿Ve? Miguel
abrió
el
cajón
y
lo
que
vio
hizo
que
se
desmayara.
Dentro
del
cajón
y
a
la
vista
de
todos
había
un
abrecartas de
metal,
bien
afilado
y
manchado
de
sangre,
un
juego
de
llaves
parecidas
a
las
de
Julio
y
una
cámara
digital
llena
de fotos
de
Paula
desnuda
y
apuñalada,
en
diferentes
posiciones
eróticas. Cuando
Miguel
se
recuperó
de
su
desmayo
ya
estaba
en
el
patrullero
camino
a
la
comisaría.
El
examen
de
huellas digitales
encontró
sus
huellas
tanto
en
el
abrecartas
como
en
la
cámara,
pero
ninguna
huella
de
Julio. Al
final,
Miguel
tenía
razón.
Todo
había
sido
una
broma,
una
pequeña
broma.
Pero
el
precio
a
pagar
fue
muy
grande. A
los
pocos
días,
en
el
cementerio
donde
habían
enterrado
a
Ana,
los
empleados
del
lugar
vieron
una
corona
de rosas
sobre
su
tumba
con
una
inscripción
que
decía:
“Por
fin
te
vengué”.


Grupo
de
literatura
originaria
 “Voz
 de
 gente.
 Contando.
 ¿Qué? Testimonios
 de
 sueños, memorias
del
futuro
más
antiguo,
palabras
venidas
de
la
oscu ‐ ridad
 de
 los
 tiempos
 para
 ser
 pronunciadas
 mañana
 por
 la mañana
sobre
los
surcos
de
la
milpa”.

S

on
muchas
las
voces
que
no
llegan
a
los
claustros
universitarios,

empeñados
sólo,
por
lo
general,
en
registrar y
transmitir
los
saberes
“académicos”,
producidos
en
ámbitos
alejados
de
la
realidad
y
aún
de
las
cosmovisio‐ nes
propias
de
cada
lugar. Durante
mucho
tiempo,
la
Universidad
ha
ignorado,
de
manera
agresiva
y
sistemática,
las
experiencias,
la
historia, la
construcción
de
saberes
que
a
lo
largo
de
los
siglos
se
fueron
gestando
en
el
campo,
en
el
barrio,
en
el
pueblito
que no
figura
en
el
mapa,
en
la
fábrica,
en
el
taller,
en
las
comunidades
originarias. Desde
el
origen
de
los
tiempos,
los
grupos
humanos,
las
comunidades,
los
pueblos,
narran,
tejen
su
historia.
En América,
después
de
la
catástrofe
producida
por
los
conquistadores
europeos,
la
trama
histórica
de
los
pueblos
origi‐ narios
se
afinó
de
tal
manera
que
por
momentos
se
invisibiliza.
Tal
era
la
fuerza
arrolladora
de
la
supuesta
“civilización occidental”.
Pero
no
desapareció.
Sobrevivió
a
lo
largo
de
cinco
siglos
y
en
un
nuevo
pachakutic
emerge
hoy
para
ocu‐ par
el
lugar
que
le
corresponde
en
la
cultura
americana. Creemos
que
es
una
falencia
de
la
carrera
de
Letras
de
la
Universidad
de
Buenos
Aires
y
de
otras
instituciones
aca‐ démicas
del
país,
no
plantearse
el
tema
de
las
culturas
originarias
como
un
problema
que
requiere
de
la
presencia
de los
protagonistas
para
buscar
caminos
de
solución.
No
se
trata,
como
ha
sucedido
y
sucede,
de
incorporar
algunos aspectos,
como
las
lenguas
originarias,
dentro
del
campus
de
la
extensión
universitaria.
No
se
trata
de
“salir”
a
estu‐ diarlas
como
si
fueran
un
objeto
de
conocimiento
más
o
menos
exótico.
Se
trata,
precisamente,
de
incorporar
los saberes
ancestrales
como
parte
de
la
currícula,
desde
la
mirada
de
las
propias
culturas.
 Es
por
eso
que,
desde
el
grupo
de
Literaturas
y
Narrativas
originarias
nos
proponemos
la
incorporación,
seria
y
sis‐ temática,
de
una
cátedra,
en
el
nivel
curricular,
en
la
que
se
pueda
debatir
y
reflexionar
sobre
esta
problemática
con el
fin
de
construir
un
conocimiento
crítico
y
colectivo,
que
prevea
la
incorporación
de
los
propios
originarios,
posee‐ dores
y
transmisores
de
culturas,
literaturas
y
narrativas
de
sus
propias
comunidades,
como
así
también
el
aporte
de otras
culturas
más
alejadas
espacialmente
pero
igualmente
vigentes.
 Las
culturas
originarias
son
una
presencia
viva,
vital,
en
la
sociedad
de
hoy
y
como
tales
merecen
ocupar
un
lugar de
preferencia
en
el
ámbito
académico. literaturasoriginarias@gmail.com

65


Inopinadamente,
 quizás
en
Buenos
Aires Por
Jazmín
Bazán,
estudiante
de
Historia

N

66

o
puedo
permitir
que
me
opongas
a
las
palabras.
Admito
mi
paranoia,
pero
no
es
posible
desconocer
tu
meti‐ culosidad:
sé
que
te
estás
vengando
en
otras
hojas.
Esto
excede
meras
estrategias
de
ataque‐defensa.
Es
una cuestión
de
prolijidad.
Si
las
sombras
siguen
su
curso,
la
verosimilitud
que
me
contiene,
sucumbe.
No
se
trata de
forzar
el
cuento,
sino
de
que
reaparezca
el
páramo
(¡a
vos
te
llueve
el
grito
que
nace
del
suelo!). Me
permitías
jugar
con
las
letras
de
tu
nombre,
y
ése
es
un
regusto
que
adhiere.
Recordar
suele
resultarme
extre‐ madamente
ridículo
–las
fruslerías
melancólicas
son
para
vírgenes
y
traidores–…
pero
escritas,
las
remembranzas, utopías,
suposiciones
y
equipajes,
se
superponen
sin
remordimiento.
Entonces,
somos
gestados
y
claudicados
casi espontáneamente.
Me
convenzo
de
que
estos
simulacros
cotidianos
nacieron
para
ser
historia
falsificada
–o,
en
el peor
de
los
casos,
algún
relato
atenuado–.
El
lunar
de
tu
muñeca
burbujea:
comprendo
que,
probablemente,
se
está consumiendo
ahora
mismo,
confiado
de
haber
agitado
letras
que
no
surgieron
por
él;
pero
sabiendo
que
nunca
muere solo,
porque
empuja
y
succiona (la
suspensión
me
cancela.
vuelvo
al
charco
por
nostalgia.) No
quiero
utilizar
la
ciudad
como
paisaje‐refugio
de
algún
protagonista
cosmopolita
mal
construido,
otros
tantos poetastros
con
fachada
apropiada,
o
un
melodrama
harto
de
sí
mismo.
No
cedería
más
que
por
necesidad:
sé
que insertarse
en
las
redes
de
la
justificación
es
más
que
perder
el
tiempo.
Si
tiro
estos
cadáveres
quiméricos,
es
porque busco
comprar
una
excusa
para
el
engaño
propio
de
la
narración;
un
pretexto
para
las
voces
debilitadas,
los
lugares comunes
y
los
decorados
berretas.
Sólo
así
podré
proferir
categorías,
y
hablar
de
un
comienzo
rápido
e
indoloro, como
suele
serlo
en
estas
curvaturas
pobladas
de
tantos
caracoles
y
mierda.
Inevitablemente,
alguna
manía
prome‐ tedora
o
rasgo
físico
intrigante
–que
en
pocas
ocasiones
termina
por
ser
más
que
una
conjunción
de
martingalas
de la
ropa
y
desconciertos
estratégicamente
ubicados–,
despejaron
el
cajón.
La
corrección
fue
inmediata:
había
algo
en tu
cuerpo
que
evocaba
animales
muertos
–por
eso,
festejarías
si
supieras
que
todavía
me
lloran
las
manos
cuando escribo
sobre
él–.
Era
tan
fatídicamente
vibrante,
que
me
obligó
a
tomar
responsabilidad
de
la
situación,
antes
de
sus‐ citarla.
Luego,
no
fue
más
que
entreverar
cansancios,
confundiendo
tiempos
verbales,
a
modo
de
efugio
artificioso
(el cuerpo
varía
y
se
adapta
al
día).
Estiramos
discusiones
sobre
proverbios,
prolegómenos
y
males
menores,
para
digerir el
tedio.
Y
si
tú
entrepierna
me
daba
asco,
muchas
veces
preferí
imbuirme
en
tu
mugre
que
escucharte
hablar.
Pero incluso
deletérea
y
hostil,
era
mi
cuerpo
débil
el
fustigado
en
los
espejos
–más
culpa
y
satisfacción–.
Llegué
a
excitar‐ me
imaginando
tus
dedos
prolongándose
desde
mí,
para
transcurrir
como
una
masa
fluida
y
envolvente.
¿Por
qué encaramos
lo
efímero
con
hipocresía?
Yo,
que
siempre
te
viví
como
un
pródromo,
ahora
rujo
y
reclamo
mi
ración
(los enamorados
y
su
felicidad,
en
fotografías.
nosotros,
nos
retratamos
en
tumbas).
 El
punto
medio
entre
la
impasibilidad
y
el
suicidio,
es
usual
entre
los
que
miran
las
luces
desde
abajo
(soy
un
niño que
se
despierta
acurrucado,
dándole
la
espalda
al
sol).
No
me
interesa
la
crítica
pacata,
ni
denunciar
flagelaciones obvias,
pero
es
innegable
que
hay
algo
de
esta
ciudad
que
nos
malogra,
nos
desgasta
–pretendo
evitar
la
necesidad imprudente
de
nombrar
esto
y
aquello–.
Quizás
por
su
influencia,
quisiste
originar
una
nueva
clase
de
provocación, sacando
fantasías
de
la
carterita.
Pero
no
te
creí
cuando
afirmaste
querer
ahorcarme
con
el
trapo
amarillo:
eras
men‐ tirosa
e
impráctica,
y
estabas
estacada
por
maderas
húmedas. Llegaron
a
incomodarme
tus
poros
agigantados
que,
cuando
eran
mirados
de
cerca,
buscaban
emitir
un
mensaje de
ayuda.
Traté
de
pasar
por
alto
sus
patrones
y
movimientos,
pero
su
persistencia
consiguió
generarme
más
de
una pesadilla.
Vos,
por
tu
parte,
intentaste
perfeccionarme
con
una
lima
del
costurero.
Nunca
me
creíste,
tampoco:
¡este perímetro
no
es
mío!
La
pregunta,
nuevamente.
¿Qué
será
de
la
batalla
entre
las
palabras
convencidas
y
el
acoso
de la
distorsión?
(hoy
fui
testigo
de
la
vida,
por
fin
hoy
la
vi
desvaneciéndose). Un
viernes
te
acercaste
a
mí,
con
mermelada
asomando
de
tu
boca
y
uñas.
Tus
cejas
simulaban
el
contorno
de
un reptil
–acaso
muchos,
pequeños
caimanes–,
que
sólo
desviaba
mi
atención
hacia
tus
asimetrías.
Llegué
a
cegarme
de tal
manera,
que
emitiste
un
berrido
impenetrable
para
volver
a
dormirme.
Muchas
veces
estuve
a
punto
de
desmayar‐ me
ante
aquel
sonido
en
espiral,
pero
nunca
más
pude
pensarte
con
tanta
claridad.
Todavía
no
logro
superar
esa
ima‐ gen.
Los
dos
caimanes
sobre
tus
ojos,
todavía
crecen. Me
gustaría
cerrarme
y
sentir
tus
manos
como
arañas
en
mi
espalda,
tu
lengua
adentro
de
mi
boca.
Yo
comenza‐ ría
a
masticarla
como
un
chicle,
hasta
que
desapareciera
el
sabor metálico
y
sólo
me
quedara
una
sonrisa.
Aún
no
sé
qué
quiero
decir –qué
estoy
dispuesto
a
decir–.
Por
el
momento,
no
busco
ningún tipo
de
expiación.
¡No!
Nada
existió
para
ser
leído.
Yo
estoy
miran‐ do
al
que
agoniza,
y
el
estertor
se
revela
claro
en
su
mensaje.
En adelante,
nadie
va
a

acusarme
de
lirismo,
porque
ya
le
he
robado
la legitimidad
al
muerto.
Me
elevo,
me
distingo.
Puedo
apelar,
ahora en
proceso
de
desinfección,
a
palabras
ancianas
y
vejadas
(me
des ‐ garro
la
piel,
me
muerdo
la
carne,
insípida,
incolora.
pero
con
olor.
a sangre
podrida,
a
guerras
perdidas).


La perseguidora silenciosa

Por
María
del
Rocío
Alfonso,
estudiante
de
Letras

E

ra
de
noche.
Ivo
abrió
la
puerta
de
su
casa
rápidamente,
entró
y
la
cerró
con
llave;
caminó
hasta
el
comedor
de
su casa,
prendió
la
televisión
casi
automáticamente,
depositó
su
portafolio
y
su
saco
en
una
silla
y
se
dirigió
hacia
el baño.
Estaba
extenuado
porque
la
jornada
laboral
había
sido
muy
ardua.
Se
desvistió
y
se
metió
en
la
bañadera, abrió
la
canilla
de
la
ducha
y
puso
su
cabeza
debajo
de
ésta
última.
Mientras
el
agua
se
deslizaba
por
su
cuerpo,
él
pen‐ saba:
—
Ya
falta
poco.
En
unos
meses
casa
nueva
y
vida
nueva.
Ivo
cumpliendo
con
los
mandatos
sociales
y,
por
exten‐ sión,
con
sus
propios
mandatos.
Casamiento,
convivencia,
hijos.
No
doy
más,
quiero
irme
al
Congo
y
que
las
cosas
se solucionen
solas…
pero
no
puedo,
nunca
puedo…
Una
vez
más
eligiendo
el
deber
al
querer.
DEBER.
DEBER.
¡Voy
a explotar
de
tanto
deber! Ivo
trabajaba
como
Fiscal
para
el
Estado
y
tenía
diez
personas
a
cargo
en
forma
directa,
vivía
sólo
y
estaba
de
novio hacía
tres
años
con
Laura,
con
quien
planeaba
casarse
en
los
próximos
ocho
meses. Laura
trabajaba
vendiéndole
guiones
a
un
canal
de
televisión
y,
además
de
casarse,
tenía
pensado
escribir
una
tira televisiva
para
Colombia,
junto
a
otros
guionistas
argentinos.
Esta
había
sido
su
mayor
ambición
profesional
hasta
el momento
pero
ese
día
sus
colegas
le
habían
dado
la
noticia
de
que
desistirían
del
proyecto
por
diversos
motivos
que para
ella
eran
meras
excusas.
Hacía
algún
tiempo
que
las
cosas
le
venían
saliendo
mal
y
para
colmo
un
sentimiento siniestro
la
acosaba
constantemente.
Ahora
tendría
que
empezar
de
cero
ideando
otro
proyecto
profesional
y
lidiar contra
las
situaciones
extrañas
que
le
venían
aconteciendo
y
que
la
hacían
pensar
en
que
su
desaparición
era
inminen‐ te. Recién
había
terminado
de
comer
en
su
departamento,
ya
había
hablado
con
su
compañero,
le
había
dado
de comer
a
su
gata
y
en
ese
preciso
instante
planeaba
desplomarse
en
su
cama
para
enterrar
en
la
historia
ese
patético día
de
su
vida;
los
platos
quedarían
sucios
en
la
pileta
hasta
el
día
siguiente. Así
fue
como
apagó
todas
las
luces
de
su
hogar,
se
dirigió
a
oscuras
hacia
su
habitación,
se
quitó
los
zapatos
y,
sin desvestirse,
se
metió
bajo
las
sabanas
de
su
cama,
apoyando
bruscamente
la
cabeza
en
la
almohada.
Luego
de
unos minutos
de
desvelo,
logró
dormirse
y
comenzó
a
soñar.
 A
la
madrugada
se
despertó
gritando:
—¡Ah!
¡Ah! Nadie
acudió
a
calmarla
porque
nadie
más
que
ella
vivía
allí.
Reaccionó
luego
de
unos
segundos:
–Es
un
sueño,
es un
sueño.
No
pasa
nada. Al
instante
volvió
a
recostarse
en
su
almohada
y
continuó
soñando,
esta
vez
con
calma. Pasados
unos
días,
Ivo
manejaba
su
auto
por
una
calle
adoquinada.
Amedrentadores
truenos
se
hacían
oír
sin
disi‐ mulo;
él
se
dirigía
a
su
casa
en
el
barrio
de
Versalles
junto
a
Laura
que
estaba
sentada
en
el
asiento
del
acompañante. Ninguno
de
los
dos
hablaba,
sólo
se
escuchaba
la
radio
y
por
lo
bajo
el
motor
del
auto
en
movimiento.
De
repente
y sin
titubear
Laura
dijo:
—Me
quiero
ir
de
acá
no
quiero
estar
más
en
Buenos
Aires.
Necesito
que
vengas
conmigo. Anonadado
ante
semejante
afirmación,
respondió:
—¡¿Qué?! Ella
le
respondió
inmediatamente:
—Eso.
Me
siento
angustiada
acá.
Todo
me
sale
mal
y
siento
que
va
a
pasarme algo
si
me
quedo.

67


68

Ivo
frenó
repentinamente
el
coche
e
hizo
una
maniobra
brusca
para
estacionarlo
cerca
del
cordón
de
la
vereda, mientras
tanto
decía
con
voz
elevada:
—¡¿Qué
te
pasa?!
¡¿Estás
loca?! Laura
le
respondió
con
la
voz
quebrada:
—No
me
grites… Ivo
logró
estacionar
el
coche
y
casi
al
instante
ella
se
largó
a
llorar.
El
la
abrazó
fuerte
y
con
tono
de
preocupación le
dijo:
—¿Te
sentís
bien?
¿Querés
que
vayamos
al
hospital?
 Laura
lo
empujó
hacía
la
puerta
del
conductor
y
le
contestó
enojada:
—No
estoy
loca.
¿Por
qué
no
me
crees?
Hace algún
tiempo
que
me
están
pasando
cosas
raras. Con
nerviosismo,
él
le
dijo:
—No
entiendo… Ella
le
respondió:
—¡Sí!
Hace
seis
meses
estaba
cruzando
la
calle,
un
auto
doblo
de
golpe
y
me
atropelló.
Tuve
suer‐ te,
estuve
con
muletas
por
un
mes
y
después
me
recuperé.
Fue
cuando
viajaste
a
Londres.
¿Y
te
acordás
lo
que
me pasó
hace
tres
meses
cuando
el
colectivo
en
el
que
viajaba
chocó?
 Ivo
sacó
una
botella
con
agua
de
la
guantera,
la
abrió
y
se
la
dio
a
Laura
para
que
bebiera
del
pico,
a
falta
de
vaso.
 Como
jugando
una
carrera,
las
gotas
de
lluvia
comenzaban
a
recorrer
los
vidrios
del
auto. Mientras
ella
tomaba
agua,
él
le
habló
apaciguadoramente:
—
Pero
Laura…
eso
fue
un
accidente…
Vos
no
fuiste la
única
lesionada.
 Alterada
le
devolvió
la
botella
y
le
dijo:
¡No!
Algo
raro
me
está
pasando.
Es
como
si
estuviera
enyetada.
¡Todo
me sale
mal!
Hace
una
semana
se
me
frustró
el
proyecto
que
venía
planeando
hacía
más
de
cuatro
meses.
Consulté
a
una vidente
y
me
dijo
que
me
tengo
que
ir
a
otro
lugar,
lejos
de
acá,
porque
si
no
lo
hago,
no
sólo
todo
me
va
a
seguir saliendo
mal
si
no
que
mi
vida
corre
peligro.
Tenés
que
venirte
conmigo
a
San
Nicolás,
allá
mi
mamá
tiene
una
casa,
ya está
todo
arreglado. Él
le
contestó
en
voz
baja
y
moviendo
la
cabeza:
—
Vos
no
estás
bien. Continuaron
discutiendo
por
un
largo
rato.
El
no
le
creía
y
despotricaba
contra
la
bruja
porque
consideraba
que era
una
oportunista
y
que
lo
único
que
había
hecho
había
sido
llenarle
la
cabeza
y
sacarle
plata;
le
repetía
una
y
otra vez
que
de
ninguna
manera
estaba
dispuesto
a
dejar
su
trabajo
y
su
casa
para
seguirla
en
sus
caprichos.
Le
dejó
bien claro
que
si
ella
se
iba
todo
lo
que
habían
planeado
juntos
se
desmoronaría.
Laura
se
bajó
del
auto
llorando,
cerró
la puerta
pegando
un
portazo
y
salió
corriendo.
El
atinó
a
seguirla
pero
su
enojo
fue
más
fuerte
que
sus
ganas
de
rete‐ nerla
y
consolarla.
Laura
se
alejaba,
bajo
la
lluvia,
cada
vez
más
y
progresivamente
desaparecía
del
plano
de
visibilidad que
los
ojos
de
Ivo
podían
captar.
 Por
algunos
días
Ivo
no
escuchó
la
voz
de
Laura;
todas
sus
actividades
laborales
se
habían
visto
entorpecidas
por la
ausencia
de
ésta,
él
no
podía
dejar
de
pensar
en
ella,
no
sabía
que
era
lo
que
realmente
debía
hacer:
¿tenía
que
dejar todas
sus
cosas
para
seguirla
o
debía
continuar
con
sus
actividades
de
siempre
aunque
ya
no
la
tuviera
más
a
su
lado? En
general
solía
inclinarse
por
la
segunda
opción
porque
le
resultaba
difícil
pensar
en
que
haría
de
su
vida
sin
su
tra‐ bajo
en
la
ciudad
porteña. Una
tarde,
mientras
Ivo
se
encontraba
en
su
oficina,
sonó
el
teléfono,
que
estaba
apoyado
en
el
escritorio
frente al
que
estaba
sentado
leyendo
el
informe
de
una
pericia.
Levantó
el
tubo
del
teléfono
y
dijo:
—
¨Juzgado¨.
Del
otro lado
del
teléfono
respondieron:
—
Hola,
Soy
Laura.
Por
un
segundo
se
hizo
un
silencio
sepulcral.
Ella
continuó
dicien‐ do:
—
Te
llamo
para
despedirme
porque
mañana
me
voy
a
San
Nicolás.
 El
la
interrumpió
y
le
contestó
enojado:
—Entonces
no
hay
nada
más
que
hablar
entre
nosotros.
Que
tengas
suer‐ te.
Un
instante
después
colgó
el
teléfono,
se
desplomó
sobre
el
escritorio
y
como
un
niño
desgarrado
sollozó
por
un largo
rato. En
las
semanas
siguientes
su
vida
continuó
con
aburrida
rutina
y
melancólica
tranquilidad,
fingiendo
felicidad
ante la
gente
que
lo
rodeaba.
Por
las
noches,
cuando
llegaba
a
su
casa
extrañaba
a
Laura
más
que
a
nada,
se
colocaba
fren‐ te
al
teléfono
y
levantaba
el
tubo
para
llamarla
al
celular
pero
luego
de
unos
segundos
lo
colgaba
nuevamente.
En
el fondo
creía
que
ella
se
arrepentiría
y
lo
llamaría
para
arreglar
las
cosas
y
continuar
con
los
proyectos
que
habían
ide‐ ado
juntos.
Sin
embargo,
las
semanas
pasaban
y
él
no
recibía
noticias
de
ella.
Así
fue
como
comenzó
a
salir
de
noche y
a
relacionarse
con
otra
gente
pero
sin
poder
olvidarse
de
Laura.
 Luego
de
dos
meses
recibió
un
correo
electrónico
de
ella
en
el
que
le
contaba
acerca
de
su
nueva
vida
y
de
cuánto lo
había
extrañado;
le
decía
que
estaba
por
volver
a
Buenos
Aires
por
un
tiempo
indeterminado
porque
su
padre
se había
enfermado
y
reclamaba
por
su
presencia;
finalmente,
lo
invitaba
a
reencontrarse
con
ella
para
tener
una
con‐ versación
civilizada.
Inmediatamente,
Ivo
levantó
el
tubo
del
teléfono
de
su
oficina
y
llamó
a
Laura
al
celular:
—
Hola, soy
Ivo.
¿Cómo
estás?
¿Cuándo
volvés?
….
Te
extraño,
tengo
un
montón
de
cosas
para
contarte…
¿Cuándo
nos
vemos, nena?
…
Dale,
quedamos
así,
el
sábado
a
las
cinco
en
¨Las
violetas¨.
¿Te
paso
a
buscar?
….
Bueno.
Dale.
Dale.
Un
beso. Ese
día
Ivo
volvió
a
brillar
de
felicidad,
estaba
seguro
de
que
esta
vez
podría
retenerla
y
convencerla
de
que
debían volver
a
estar
juntos
y
de
que
tenía
que
quedarse
en
Buenos
Aires. Ya
se
acercaba
la
fecha
del
reencuentro
y
la
ansiedad
lo
carcomía
por
dentro,
mientras
tanto
cumplía
lo
mejor
que podía
con
sus
tareas
laborales.
 El
día
anterior
al
reencuentro
se
levantó
muy
temprano
para
ir
al
trabajo;
se
bañó,
se
vistió
de
traje,
tomó
su
por‐ tafolio,
se
perfumó
y
caminó
tarareando
una
canción
hasta
la
puerta
de
entrada
de
su
casa.
Sonó
el
teléfono
celular, lo
sacó
de
adentro
del
portafolio
y
atendió:
—
Hola. Del
otro
lado
del
teléfono
se
escuchó
una
voz
de
mujer:
—
Soy
Marta.
 Sorprendido
le
respondió:
—
Hola,
Marta.
¿Cómo
le
va?
¿Necesita
algo? La
mujer
respondió:
—
Mi
hija
tuvo
un
accidente
con
el
auto
mientras
venía
camino
a
casa
para
ver
a
mi
marido… Ivo
la
interrumpió
y,
en
voz
muy
elevada,
le
dijo:
—
¡¿Qué?! Ella
le
contestó:
—
Sí,
tal
como
lo
escuchas,
está
internada
en
el
Hospital
Pirovano.
Vení
pronto,
yo
estoy
cuidán‐ dola
ahora.


Con
la
voz
quebrada
por
el
llanto
él
le
dijo:
—
Ya
voy. Colgó
el
teléfono,
abrió
la
puerta
de
su
casa
y
una
vez
que
salió
al
exterior,
la
cerró
rápidamente.
Luego
de
un
rato, llegó
al
hospital
y
se
encontró
con
la
mamá
de
Laura
en
una
silla
de
uno
de
los
pasillos
del
hospital;
la
besó
en
el
cache‐ te,
se
sentó
a
su
lado
y
le
preguntó:
—
¿Cómo
está? Ella
le
respondió
acongojada:
—
Mal,
está
en
coma.
Tuvo
un
paro
cardíaco
apenas
la
trajeron
acá,
la
salvaron
pero el
cerebro
quedó
sin
oxígeno
por
unos
minutos.
Todavía
no
evaluaron
cuánta
actividad
cerebral
tiene. Ivo
abrazó
a
la
mujer
como
buscando
esconderse
entre
sus
brazos
y
no
salir
de
ese
sitio
por
un
buen
tiempo. Pasaron
tres
meses
y
Laura
seguía
internada
en
coma,
con
leves
mejorías;
la
habían
trasladado
a
un
Sanatorio
pri‐ vado.
Ivo
acudía
a
visitarla
cinco
veces
por
semana,
luego
de
salir
de
su
trabajo;
desde
el
día
del
accidente
su
vida
se había
limitado
a
ir
del
trabajo
al
sanatorio
y
del
sanatorio
a
su
casa.
 Una
de
las
tantas
tardes
en
las
que
había
ido
a
visitar
a
Laura,
mientras
estaba
parado
frente
a
la
camilla
en
la
que ella
estaba
recostada,
rodeado
de
artefactos
electrónicos
en
la
Sala
de
Terapia
intensiva,
Ivo
le
decía
en
voz
baja:
— Tenías
razón,
ella
te
persigue…
Perdóname,
mi
amor,
yo
no
te
creí;
siempre
estoy
tan
apegado
a
lo
terrenal
que
me resulta
casi
imposible
creer
en
esas
cosas…
Ahora
no
sabemos
quién
de
las
dos
va
a
ganar
la
partida…
¿Ella
o
vos?
¿Y si
ninguna
de
las
dos
gana?
¿Si
quedas
así
y
nunca
más
te
despertás?
¿Qué
hago
yo?
¿Te
espero
eternamente?
¿Dejo todos
mis
proyectos
congelados?
¿O
te
dejo
acá
sola,
abandonada?
Suena
terrible,
¿no?
Ay,
nena,
si
yo
supiera…
Si pudiera
comprobar
que
escuchas
lo
que
te
estoy
diciendo,
que
me
sentís
cuando
te
acaricio…
Si
supiera
que
tu
alma es
inmortal,
que
tu
inconsciencia
no
es
una
muerte,
todo
sería
más
fácil
para
mí…
 Todas
estas
preguntas
siguieron
rondando
por
la
mente
de
Ivo
en
las
semanas
siguientes
pero
aún
concurría
a
visi‐ tar
a
Laura.
Una
tarde,
mientras
estaba
sentado
terminando
de
escribir
en
la
computadora
de
su
oficina,
sonó
su
celu‐ lar,
en
la
pantalla
de
éste
se
podía
leer:
¨Marta¨,
entonces
pensó:
—
Está
muerta. Al
instante
apretó
una
tecla
para
atender
el
teléfono
móvil
y
del
otro
lado
se
escuchó:
—
Ho‐la,
so‐y
La
‐u‐ra.
 Ivo
se
levantó
fugazmente
de
la
silla
en
la
que
estaba
sentado,
sonrió
y
dijo
en
voz
alta:
—
¡¡Te
despertaste,
nena!! ¿Estás
bien?

 Del
otro
lado
se
escuchó
la
voz
eufórica
de
una
mujer:
—¡Se
despertó! El
respondió
emocionado:
—Espérenme,
Marta.
¡Ya
voy
para
allá! Colgó
el
teléfono
celular,
lo
apoyó
en
el
escritorio,
caminó
hacia
la
puerta
de
su
despacho,
la
abrió
y
le
dijo
a
sus secretarias:
—¡Laura
reaccionó!
Vuelvo
en
un
rato. Continuó
caminando
hacia
la
puerta
de
entrada
del
Juzgado,
la
abrió,
salió
hacia
el
pasillo
del
edificio
en
el
que
se encontraba
aquel
y,
como
si
fuera
un
niño,
bajó
las
escaleras
del
edificio
a
los
brincos.
 ‐FIN‐ 69


Pensar
en
encierro desde
el
encierro M

uchos
desde
afuera
opinan
y
deciden
sobre
los/as
presxs;
digo
esto
porque
la
inconsciencia
y
la
nubosidad
del ser
humano
hacia
sus
pares
es
tan
hostil,
y
crucifican,
excluyen
sin
medir
consecuencias.
Siempre
trato
de
com‐ partir
con
todxs
que
no
estamos
exentos
de
la
‘cárcel’.
 Un
día
de
cárcel,
abuso
de
poder,
daños
psicológicos,
destruir
al
ser
humano
es
la
tarea
de
las
Penitenciarias
(agen‐ tes).
Cómo
podemos
hacer
entender
a
las
personas
la
diferencia
de
ser
presa
y
estar
presa,
de
esta
frase,
no
es
fácil, lucha
continua
con
uno
mismo.
En
el
tiempo
que
llevo
dentro
de
este
sub‐mundo
carcelario
me
han
matado
tantas veces
y
lo
siguen
haciendo,
sin
embargo
trato
de
mantenerme
equilibrada,
conciente,
firme
con
mi
esencia
de
‘ser humano’.
 Trabajar,
estudiar,
crecer,
madurar
dentro
de
la
opresión,
es
una
victoria
que
se
va
ganando
día
a
día,
con
todas
las trabas
impuestas
por
este
sistema
opresor,
con
centuriones
perversos
con
inmunidad
diplomática.
 El
trabajo
de
estos/as
Sres/as.
es:
cómo
crear
delincuentes,
transformando
a
una
persona
débil,
haciendo
que
crea que
realmente
se
merece
todos
los
castigos
para
readaptarse
a
la
famosa
‘sociedad’,
yo
diría
que
son
sectas
prepara‐ das
para
rasurar
testículos,
mirar
el
culo,
revisar
las
pocas
cosas
que
las
internas/os
tienen.
Pero
a
pesar
de
todos
estos maltratos
seguimos
con
la
cabeza
puesta
en
juntarnos
para
debatir
qué
podemos
aportar
para
un
cambio
futuro,
sólo desde
nuestras
experiencias
vividas,
antes
que
cicatricen
todas
las
heridas
provocadas
por
el
fenómeno
vigilar
y
cas‐ tigar,
para
transformar
en
inclusión
social
universal.

Olga
Guzmán Centro
Universitario
Ezeiza,
Unidad
3 Octubre
2011 70


En la lucha >>


Del encuentro ninguna vuelve igual

Experiencias
en
el
Encuentro Nacional
de
Mujeres
2011 72

Por
Comisión
de
Géneros
del
CEFyL

E

l
8,
9
y
10
de
Octubre
pasado
se
realizó
en
Bariloche
el
XXVI
Encuentro
Nacional
de
Mujeres.
Estos
encuentros
vie‐ nen
realizándose
ininterrumpidamente
desde
1986,
siendo
cada
vez
más
las
miles
de
mujeres
que
nos
encontra‐ mos
para
debatir
sobre
las
diferentes
problemáticas
que
hacen
a
nuestra
vida
cotidiana,
así
como
también
sobre las
luchas
fundamentales
que
como
movimiento
estamos
dando
las
mujeres
de
Argentina
y
América
Latina.
A
través de
estos
debates
buscamos
romper
con
la
desigualdad
que
nos
impone
el
sistema
patriarcal,
buscamos
realizar
la revolución
sexual
conjuntamente
a
la
revolución
social,
queremos
la
revolución
en
las
plazas,
en
las
casas
y
en
las camas.
 Lxs
compañerxs
que
pusimos
en
pie
y
que,
participamos
de
la
Comisión
de
Géneros,
veíamos
la
necesidad
de
con‐ tar
con
un
espacio
permanente
de
trabajo
y
debate,
que
sin
perder
de
vista
el
contexto
general
en
el
que
la
universi‐ dad
esta
inmersa,
tuviera
en
cuenta
las
particularidades
de
Filo
y
las
diferentes
problemáticas
y
luchas
que
deben
ser llevadas
adelante
por
el
movimiento
estudiantil
de
Puán
480,
es
por
esto
que
a
comienzos
de
este
año
decidimos impulsar
la
comisión. Filo
es
una
de
las
facultades
de
la
UBA
donde
más
mujeres
viajan
cada
año
al
Encuentro.
En
este
sentido
también pensamos
que
la
organización
al
Encuentro
Nacional
de
Mujeres
debía
ser
llevada
adelante
desde
un
espacio
que
no se
organice
ad
hoc
para
el
viaje,
sino
que
por
el
contrario,
sea
un
espacio
de
trabajo
permanente
que
abarque
diferen‐ tes
temáticas,
en
el
cual
puedan
darse
los
debates
necesarios
durante
todo
el
año,
que
sea
un
espacio
propositivo desde
el
cual,
y
a
través
de
la
participación
poder
organizarnos
para
dar
la
lucha
contra
la
opresión
que
el
sistema patriarcal
ejerce
en
nuestra
vida
cotidiana,
sí
también
acá
en
filo
hay
opresión
de
género!!
Así
como
también
fortale‐ cer
con
nuestros
aportes
a
nuestro
gremio.
 Es
por
esto,
que
decidimos
realizar
la
convocatoria
al
ENM
desde
la
Comisión
de
Géneros
del
CEFyL,
para
viajar
y compartir
el
Encuentro.
 Así
como
anteriormente,
este
año
viajamos
muchas
compañeras,
a
pesar
de
la
distancia
y
el
costo
del
viaje,
entre otras
cosas,
factores
estos
últimos
que
hicieron
que
el
encuentro
haya
tenido
menos
participación
que
el
anterior,
rea‐ lizado
en
Paraná. Durante
el
Encuentro
la
Ciudad
de
Bariloche
se
llenó
de
miles
de
mujeres
de
todo
el
país,
miles
de
mujeres
toma‐ mos
la
palabra,
alzamos
nuestra
voz
para
decirle
basta
a
este
sistema
machista,
patriarcal
y
corrupto
que
nos
oprime, que
no
nos
deja
ser.
Realizamos
actividades
en
las
plazas,
en
las
calles,
apropiándonos
del
espacio
público,
nuestra lucha
cotidiana.
Miles
de
pintadas
e
intervenciones
culturales
recorrieron
la
ciudad.
Así
nos
apropiamos
un
poco
más del
encuentro,
que
es
un
espacio
de
disputa
con
los
sectores
mas
conservadores
de
la
sociedad.
Nos
apropiamos
un poco
más
del
Encuentro
ejerciendo
presión
para
que
este
año
la
comisión
organizadora,
incluya
entre
los
talleres
que


se
iban
a
realizar
el
de
“estrategias
para
el
derecho
al aborto”,
que
no
se
encontraba
planificado
en
un
princi‐ pio.
Del
mismo
modo
dimos
la
lucha
por
la
apertura
de talleres
autoconvocados,
como
el
de
activismo
lésbico y
el
de
bisexualidades.
Autogestionamos
nuestra
pro‐ pia
marcha
y
escrachamos
la
catedral,
porque
quería‐ mos
que
Bariloche
sepa
que
nosotras
no
compartimos los
valores
misóginos
y
machistas
de
la
iglesia.
Pensa‐ mos
 que
 cada
 mujer
 debe
 apropiarse
 del
 encuentro, hacerlo
suyo.

 En
esta
nota
queremos
compartir
con
todxs
ustedes un
 balance
 del
 Encuentro
 y
 del
 viaje,

 en
 un
 intento, también,
 de
 establecer
 algunas
 perspectivas.
 Este balance
 es
 fruto
 de
 conversaciones
 que
 tuvimos algunxs
de
lxs
participantes
de
la
comisión
con
compa‐ ñerxs
que
viajaron
y
con
lxs
cuales
pudimos
compartir, las
diferentes
instancias
del
Encuentro…

“¿Por qué nos cuesta tanto a las personas hablar de nosotrxs mismos?

Esta
pregunta
es
la
que
me
traje
de
este
26
encuentro
de
mujeres.
Observé
que
en
los
talleres
de
los
que
participé (cultura
y
arte
e
integración
latinoamericana)
las
asistentes
opinábamos
cual
enviadas
extranjeras
a
hablar
sobre
pro‐ blemas
ajenos
y
un
tanto
lejanos.
¿Y
cuando
sucedía
el
momento
de
hablar
de
nosotras?
de
nuestras
luchas
en
común, de nuestras
diferencias, de
las
diversas
maneras
de
construirnos
como
mujeres…
Como
hace
algunos
años
apren‐ dí (cada
año
lo
actualizo
casi
automáticamente)
como
colectivo
político las
mujeres
tenemos
que
seguir
trayéndo‐ nos
la
famosa
consigna
de
que
“lo
personal
es
político”.
Y
lo
que
le
sucede
a
una
nos
afecta
a
todas
y
viceversa,
y
si nos
tenemos
que
enfrentar
por
nuestras
diferencias
que
sea
por
hablar
de
nosotras
mismas,
de
lo
que
nos
mueve,
nos conmueve
y
nos
embronca.
Desde
ahí
creo
que
vale
la
pena
construir
en
 nuestros
espacios
políticos,
personales
y creativos.
Entonces
lo
que
también
me
traje
 de
Bariloche
(además
de
algunos
chocolates)
es
que
los encuentros son
algo
más
que
los
talleres,
están
llenos
de
momentos
en
los
que
nos
comunicamos
desde
otros
lugares
y
creamos complicidades
entre
nosotras:
en
una
comida,
en
el
viaje,
en
la
plaza,
en
los
espacios
donde
la
vida
cotidiana
nos
indi‐ vidualiza. Estos
momentos
en
los
encuentros
nacionales
de
mujeres
se
tornan
potenciales,
nos
empoderan,
nos
hace sentir
menos
solas.
Entonces
una
vez
más
reconfirmo
el
sentido
de
estos
espacios
en
la
vida
de
muchas
de
nosotras, admitiendo
que
todavía
queda
mucho
camino
por
recorrer
y
mucho
baile
por
bailar.”
 “Aunque
se
realiza
desde
el
año
2004,
este
año,
el
taller
de activismo
lésbico no
figuró
en
el
listado
de
talleres
ofi‐ ciales
a
los
que
invitaba
la
C.O.
Así
fue
que
de
forma
autoconvocada y
bendecidas
por
la
ausencia
de
una
coordinado‐ ra,
más
de
40
tortas
de
distintos
rincones
del
país,
nos
apropiamos
del
pasillo
de
una
escuela
para
encontrarnos, reflexionar
y
socializar
nuestra
experiencia
militante.
Cabe
destacar
que,
coherente
con
una
política
de
inclusión
que acepta
nuestras
identidades
bajo
condición
de
no
cuestionar
la
moral
burguesa
y
patriarcal,
esto
es,
la
maternidad,
la monogamia,
la
familia
nuclear,
la
feminidad,
la
propiedad
privada,
la
C.O.
sí
nos
invitaba
al
taller
de
mujeres
y
lesbia‐ nismo
cuyo
temario
rezaba:
Mitos
y
prejuicios.
Visibilidad.
Defensa
de
la
elección
de
vida.
Discriminación,
opresión
y represión.
Relación
con
la
familia
de
origen.
Familias
lésbicas.
Ley
de
Matrimonio
Igualitario,
implementación
y
obstá‐ culos.
Maternidad.
Fertilización
asistida.
Salud
sexual.
Adopción
y
tenencia
de
hijos/as.
Jubilación,
pensiones
y
obra social.
Herencias…
 Sin
embargo,
lejos
de
esta
forma
de
construcción
política,
tortas
pobres,
afrodescendientes,
activistas,
latinoame‐ ricanas,
queer,
piqueteras,
feministas,
poliamorosas,
masculinas,
anticapitalistas,
comunistas,
anarquistas,
abortistas, nos
reunimos
en
una
apuesta
por
politizar
las
relaciones
de
género y
poner
bajo
sospecha
no
las
propias
prácticas sino
la
(hetero)
sexualidad
hegemónica,
para
desnaturalizarla
y
denunciarla
como
pilar
de
nuestra
opresión
y
explo‐ tación
en
este
régimen
capitalista
y
patriarcal.
Compartimos
las
experiencias
militantes
regionales,
reflexionamos sobre
la
política
del
movimiento
GLTB
y
sobre
las
posibilidades
de
articulación
y
construcción
con
otros
sectores
en lucha
así
como
la
necesidad
de
avanzar
en
las
propias
reivindicaciones
como
la
lucha
contra
la
lesbofobia
que
mata,
la violencia
en
el
sistema
de
salud
y
la
discriminación
en
el
ámbito
laboral.
Finalmente,
cerramos
la
jornada
encabezan‐ do
un
bonito
escrache
a
la
Catedral.”
 “Después
de
25
años,
el
ENM
contó
con
un
taller
autoconvocado
sobre
“mujeres
y
bisexualidades” por
el
cual
cir‐ cularon
alrededor
de
60
mujeres.
Uno
de
los
núcleos
centrales
de
discusión
versó
sobre
la
problematicidad
de
la
cate‐ goría
 de
 bisexualidad,
 especialmente
 de
 la
 presencia
 del
 prefijo
 “bi”
 delimitando
 el
 género
 en
 dos
 identidades posibles
y,
por
ello,
su
incapacidad
de
aludir
en
primer
término
a
la
singularidad
de
la
elección
erótica‐amorosa
que
no responde
a
una
lógica
binaria.
Más
allá
de
las
diferentes
posturas
en
torno
a
esta
cuestión,
la
mayoría
de
las
partici‐ pantes
acordamos
la
importancia
de
construir
un
espacio
de
pertenencia
y
militancia
para
poder
luchar
por
una
mayor visibilidad
y
tolerancia.” “En
el
taller
de
sexualidades comenzamos
discutiendo
el
binomio
sexo/género.
Primero
las
miradas
sobre
el
tema giraron
en
torno
a
los
lineamientos:
sexo‐
cuerpo
biológico‐
naturaleza‐
inmutable
/
cultura‐
prácticas‐
movimiento‐ cambio.
Estuvieron
buenas
las
discusiones
para
repensar
estas
representaciones
sobre
NAT/
CULT,
teniendo
en
cuen‐ ta
la
naturaleza,
el
cuerpo
como
algo
dinámico
y
algunas
practicas
identitarias
como
“esencialistas”
para
el
lucha
por determinados
derechos.
 Por
otra
parte,
me
parecieron
interesantes
las
intervenciones
acerca
de
qué
es
la
identidad,
qué
es
ser
mujeres,
si

73


74

hay
algo
que
nos
define
como
mujeres,
sobretodo
teniendo
en
cuenta
la
dinámica
del
taller
y
los
distintos
espacios, sectores
populares
y
lugares
desde
donde
venimos.
Muchas
contaron
que
se
acercaban
al
taller
como
una
búsqueda personal,
para
saber
“qué
era
lo
que
las
definía
como
mujeres”.
También
al
ir
contando
experiencias se
dijo
que
se encontraba
contención
dentro
del
taller
e identificación
con
problemáticas que
contaban
otras.
 Además
se
charló
sobre
maternidad,
la
discusión
típica
acerca
de
la
elección.
Rescato
de
esa
discusión
el
tema
que surgió
a
partir
de
dar
cuenta
como
muchas
mujeres
decían
“tengo
tantos
hijos”,
que
dio
el
pie
para
plantear
el
linea‐ miento
tener
posesión‐
objeto,
el
ser
por
lo
que
tenemos.
Punto
interesante
para
llevarlo
a
nuestras
relaciones
inter‐ personales. Por
otro
lado,
otra
intervención
que
me
pareció
muy
interesante
fue
la
de
una
chica
travesti,
Loana,
que
cuando
se toco
el
tema
del
ser
mujeres
como
grupo
oprimido,
dijo
que
muchas
veces
decir
minoría
implica
que
haya
una
mayo‐ ría
y
marca
una
invisibilización,
simplificación
y
generalización,
o
sea
estereotipa.
Planteó
la
idea
de
salir
del
mundo binario,
ya
que
es
un
sistema
opresor.
 Después
de
esta
discusión,
se
llegó
a
varias
conclusiones:
 • Que
la
identidad
es
una búsqueda
permanente. • Elegir, decidir
y
buscar,
como
practicas
de
empoderamiento
que
generan
un
poder
interno,
que
promueven
el “ser
habilitadas
para”,
y
el
ser
mujeres
como
sujetos
de
lucha • La
inclusión
de
cualquier
sujeto
que
se
considere
“mujer”
en
el
taller • Que
para
el
año
que
viene
el
taller
se
llame
“mujeres
e
identidades” “Del
encuentro
ninguna
mujer
vuelve
siendo
la
misma.
Conocerse,
debatir,
intercambiar
experiencias
y
reflexiones, crear
lazos
políticos
de
solidaridad
y
de
lucha.
La
articulación
entre
las
mujeres
es
una
apuesta
que

debemos
construir cotidianamente,
quizá
el
desafío
más
importante
que
nos
deja
el
encuentro
es
justamente
poder
superar
la
dispersión y
organizarnos,
y
poder
en
todos
los
talleres
no
sólo
hablar
de
la
particularidad
del
ámbito
dónde
cada
una
se
mueve, ya
sea

la
lucha
por
la
vivienda,
la
lucha
sindical,
la
educación,
los
medios,
sino
también
poder
pensar
nuestro
rol
en cada
uno
de
estos
sectores.
 En
el
taller
de
mujer
hábitat
y
vivienda compartimos
experiencias
de
autoorganización
entre
mujeres.
Desde
estra‐ tegias
para
evitar
tener
que
ser
nosotras
las
que
tengamos
que
dejar
nuestra
casa
ante
una
situación
de
violencia hasta
la
toma
de
tierras
y
la
construcción
de
nuestras
casas
en
las
que
“no
necesitamos
la
ayuda
de
ningún
hombre, nos
las
arreglamos
bien
solas”,
como
explico
una
compañera. “También
participamos
en
el
taller
de
sexualidades,
donde
pusimos
en
discusión
el
rol
de
las
instituciones
en
la
for‐ mación
del
“deseo
sexual”
y
la
asignación
de
roles
que
son
naturalizados
por
nosotrxs.
Discutimos
también
la
necesi‐ dad
de
dejar
de
ver
a
la
educación
sexual
como
una
cuestión
solo
de
salud
y
“prevención”,
sino
que
también
debe dejar
de
ser
heteronormada
y
debe
contemplar
el
deseo
como
parte
fundamental
de
la
sexualidad. Además
hemos
acompañando
a
las
compañeras
de
la
Multisectorial
de
Cipolleti
y
su
búsqueda
de
justicia
frente
a la
seguidilla
de
femicidios.
También
impulsamos
por
tercer
año
consecutivo
en
el
Encuentro
de
Feministas
en
Resis‐ tencia
junto
a
la
COMPA
(Coordinadora
de
Organizaciones
y
Movimientos
Populares
de
Argentina)
coordinadora
de


la
cual
formamos
parte,
Pañuelos
en
rebeldía
y
la
Marcha
Mundial
de
las
Mujeres,
en
el
cual
se
expresaron
compañe‐ ras
feministas
de
Honduras,
Colombia,
Venezuela
y
Brasil,
entre
otras.
 Luchar
por
la
soberanía
sobre
nuestros
cuerpos,
nuestras
vidas
y
nuestros
territorios
implica
soñar,
organizarse, encontrarse
para
construir
una
sociedad
donde
todos
y
todas
seamos
libres” “Cuando
hablamos
de
violencia
todos
siempre
piensan
en
la
violencia
física,
mujeres
golpeadas
por
sus
maridos, sus
hijos.
Y
éste
tipo
de
violencia
es
la
que
en
el
discurso
que
nos
rodea
está
mal,
indiscutiblemente.
En
el
taller
de
vio‐ lencia también
hablamos
de
que
hay
otros
tipos
de
violencia
que
sufrimos
las
mujeres
por
el
hecho
de
ser
mujeres, que
se
expresa
a
través
de
las
palabras,
a
través
de
la
manipulación
psicológica.
Porque
que
nos
griten
cosas
por
la calle
y
que,
si
contestamos,
somos
unas
histéricas
o
unas
trolas
es
violento.
Porque
tener
que
estar
cuidándose
en cualquier
lugar
donde
haya
un
amontonamiento
de
que
no
te
toquen
ni
te
apoyen
y
lo
hagamos
de
forma
casi
espon‐ tánea
es
violento.
Porque
tener
un
novix
o
compañerx
que
nos
hace
pensar
que
nuestra
palabra
no
vale,
que
es
mejor callarse
las
cosas,
que
“estamos
locas”
es
violento.
Porque
sentirse
obligada
a
tener
relaciones
sexuales
porque
sino sos
una
histérica
o
“lo
querés
menos”
es
violento.
 Esta
violencia
que
se
presenta
todo
el
tiempo
en
nuestras
vidas
cotidianas
no
es
casual,
es
resultado
de
una
mane‐ ra
de
pensar,
de
construir
a
las
mujeres
como
un
sujeto
débil,
sumiso,
manipulable,
ingenuo.
Es
el
rol
que
nos
asigna la
sociedad
y
es
el
rol
que
queremos
deconstruir
o,
en
todo
caso,
destruir
para
construir
uno
que
realmente
nos
repre‐ sente.
Las
mujeres
no
somos
un
objeto
que
se
puede
mirar,
tocar,
que
es
de
y
para
otros,
por
eso
decimos
“mi
cuer‐ po
es
mío,
no
se
viola,
no
se
toca,
no
se
mata”.
No
estamos
para
cumplir
una
función,
ser
madres
porque
“es
natural”, sino
que
lo
cuestionamos
y
queremos
decidir
sobre
nuestros
propios
cuerpos. Tenemos
que
desnaturalizar
estas
prácticas
desde
lo
cotidiano,
entre
nosotras,
con
nuestrxs
compañerxs
porque sólo
teniendo
presente
que
no
queremos
este
rol
que
nos
oprime
y
nos
silencia
podemos
cambiarlo,
construyendo algo
diferente.” “A
pesar
de
todo
les
hicimos
el
encuentro
y
a
pesar
de
todo
hicimos
el
taller
de
Activismo
Lésbico.
Un
taller
que no
se
encontraba
este
año
entre
los
talleres
establecidos
por
la
organización.
Fue
sorpresivo
y
chocante
que
no
haya estado
entre
las
actividades,
ya
que
si
no
fuera
por
el
Encuentro
muchxs
de
nsotrxs
no
nos
hubiésemos
conocido,
con el
deseo
de
activar
políticamente.
Por
esta
razón
decidimos
abrirlo
nosotrxs.
Como
activistas
sabemos
que
si
no
nos dan
el
espacio
entonces
lo
construimos,
escapando
de
algunas
reglas
generales,
como
el
de
tener
una
coordinadora, logramos
un
debate
más
fluido,
sin
bajadas
de
línea,
respetando
la
palabra
de
cada
unx,
tratando
de
compartir
expe‐ riencias
y
estrategias
de
lucha.
Disintiendo
del
taller
de
“Mujeres
y
Lesbianismo”,
estructurado
bajo
la
temática
de
la maternidad
lésbica,
las
leyes
de
adopción
y
el
matrimonio
civil
igualitario,
que
no
contemplan
la
totalidad
de
nuestras problemáticas.
Sólo
siendo
un
instructivo
de
como
normalizarnos
en
la
familia
y
el
estado,
siendo
el
eje
la
“Santa
Ben‐ dición
de
la
Ley”,
guardándonos
en
un
closet
un
poco
más
grande
pero
closet
al
fin.
El
eterno
lugar
doméstico
tan
cri‐ ticado
desde
nuestrxs
posturas
feministas.
Parece
que
las
lesbianas

no
tenemos
vida
cotidiana,
que
trabajamos,
que vamos
a
la
facultad,
a
los
hospitales,
que
militamos
en
bachilleratos,
escuelas,
agrupaciones,
partidos
u
ocupamos otros
espacios
que
no
sean
el
doméstico,
las
fiestas
nocturnas
y
los
lugares
habilitados
por
el
mercado,
que
nos
cons‐ truyen
como
colectivo
y
que
apelan
a
una
imagen
hegemónica
de
clase
media‐alta,
individualista
y
consumista.
Que ignora
nuestra
historia
como
colectivo
y
la
totalidad
de
las
opresiones.
Por
esto
decidimos
activar
contra
la
lesbofo‐ bia,
los
crímenes
de
hoy
y
de
ayer,
contra
un
sistema
médico
que
no
nos
contempla
y
nos
rechaza,
contra
las
frecuen‐ tes
amenazas.
¡Nosotras
también
nos
divorciamos!,
¡nosotras
también
abortamos!
¡nosotras
también
reclamamos
por lxs
compañerxs
desparecidxs
en
la
dictadura
militar!”.

75


76

Educaci贸n sexual para decidir Anticonceptivos para no abortar Aborto legal para no morir


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