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Publicación abierta de debates políticos y culturales Año 3 ‐ Número 5 Noviembre 2011
Revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras
www.cefyl.net
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Crisis mundial - Modelo de pais
SUMARIO
4 ¿Hay que profundizar el modelo?
La Argentina ante el resquebrajamiento del orden económico mundial Por Ezequiel Haro, militante de Socialismo Libertario en La Juntada
7 El Diluvio y el Arca de Cristina Por Movimiento universitario SUR
9 De la crisis mundial del capitalismo a la rebelión mundial de los pueblos Por Alejandro Kurlat – Nuevo MAS en corriente internacional Socialismo o Barbarie
12 El “modelo” ¿blindado ante la crisis? Por la Juventud del PTS
16 ¿”Argentina blindada”? Bonapartismo K, crisis mundial y los desafíos de la izquierda Por Juan Manuel Corbalan, Secretario General del CEFyL de la UJS-Partido Obrero en el Plenario de Izquierda
Batalla cultural
20 Sobre el último libro de Beatriz Sarlo en torno al kirchnerismo ¿Un paso más en la batalla? Por Emiliano Ruiz Díaz
22 Libro I: un nuevo capítulo del Rock Charla con Última Cifra, la banda de Puan que sigue creciendo Por Nacha Urre
25 Propiedad intelectual y soberanía: qué nos espera para estos cuatro años? Por Scann
29 La determinación y lo indeterminado: la visión kirchnerista de los medios Por G.B.
32 El discurso del Rey Por j la rata
35 Física y metafísica del estreñimiento: apuntes sobre la izquierda que no queremos Por Samsa
Organizacion sindical
40 Sobre el concepto de burocracia sindical Por Juan Pedro Denaday
43 De multiplicidades del sujeto sectarias a clasismos masivos: El caso de la Federación Obrera Regional Argentina(1905-1915) Por Martín Manuli argonautas@gmail.com
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46 Precarización laboral en el Estado: causalidades y resistencias Por Ariel Arana y Hernán Izurieta
49 Aportes para la construcción de un nuevo sindicalismo democrático y de base Por El Cielo x Asalto – CAUCE en La Brecha Sindical
51 Con el Gringo en el corazón! y con su ejemplo… Por Manuela Sakin (Insurrexit en el MUI)
53 Trabajadores y estudiantes cruzados por la historia, esa que no se repite Por la Agrupación Norberto Blanco en la C.E.D.P.
Poesía, cuentos e historias de Buenos Aires 57 Tanto de tanto
Por Carlos Caporali
58 El basurero Por Carlos Caporali
60 Los siete pecados capitales del estudiante de Letras Por Esteban Abeledo
61 Una pequeña broma Por Esteban Abeledo
65 Grupo de literatura originaria 66 Inopinadamente, quizás en Buenos Aires Por Jazmín Bazán, estudiante de Historia
67 La perseguidora silenciosa Por María del Rocío Alfonso, estudiante de Letras
70 Pensar en encierro desde el encierro Por Olga Guzmán, Centro Universitario Ezeiza, Unidad 3
En la lucha >>
72 Del encuentro ninguna vuelve igual Experiencias en el Encuentro Nacional de Mujeres 2011 Por Comisión de Géneros del CEFyL
STAFF Revista del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras
Cuerpo de redacción: Ezequiel Haro, Ricardo Andreu, Gonzalo Nicolás Martínez Ponti. Diseño: Mario a. de Mendoza
Crisis mundial Modelo de pais
¿Hay que profundizar el modelo?
La Argentina ante el resquebrajamiento del orden económico mundial Por Ezequiel Haro, militante de Socialismo Libertario en La Juntada
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Llevamos ya cuatro años de crisis mundial del capitalismo y en los últimos meses su epicentro se trasladó a la zona del Mediterráneo. Esto se evidenció convulsivamente en los países del norte de África, primero en Egipto y luego especialmente en Túnez y Libia, donde el alza de los precios de los alimentos y una situación económica social explosiva derivaron en una crisis política, con furibundas revueltas sociales como no se vivían en la región desde hace por lo menos cuarenta años. La situación más radical se dio lugar en Libia, donde explotó una guerra civil com‐ binada con la pérfida intervención de la OTAN, que terminó con la cabeza de Khadafi. Esta etapa de la crisis se venía desarrollando con mucha fuerza durante los dos últimos años en la zona, pegando fuertes coletazos para instalarse también en el sur de Europa: Grecia, España, Portugal y en menor medida Italia. Estos países son noticia por los derrumbes bursátiles, la desocupación, la fuga de capitales, las deudas estratosféricas, los salvatajes a los bancos y los gobiernos, los ajustes, la crisis política y el crecimiento de las manifestaciones de descontento popular. Esta fenome‐ nología que tan bien conocemos por el caso argentino de una década atrás, vuelve a evidenciar los límites y el resque‐ brajamiento del paradigma económico político neoliberal que ya no puede dominar y ordenar el flujo económico mundial, como lo ha hecho desde la crisis de los años 70 con la profundización de su control a nivel global sensu stric ‐ to, luego de la caída del muro de Berlín. Esta situación signada por la crisis de la hegemonía norteamericana a nivel mundial y el ascenso de potencias emergentes, el Grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) liderado por China, es el contexto concreto en que inevitablemente debe pensarse la situación económica de nuestro país.
¿En el camino hacia un nuevo modelo? Las claves del “éxito”
Las voces oficiales y los desmejorados corifeos de la oposición por derecha debaten sobre las virtudes y los desen‐ gaños del “modelo” kirchnerista en función de explicar el estado de cosas. Los primeros hacen una fuerte apología de su exitosa política económica haciendo alarde del retorno de la intervención del estado, las medidas redistributi‐ vas, el crecimiento económico y el mayor consumo, entre otras virtudes. Sus detractores justifican semejante creci‐ miento (Argentina es el país que más creció en el mundo en porcentaje de PBI después de China en los últimos ocho años) por el llamado viento de cola proporcionado por el mercado mundial, producto del boom de las llamadas com ‐ modities, y en especial, de los alimentos. La intervención estatal es más bien desdeñada y entendida en términos gene‐ rales como un entorpecimiento innecesario del curso de la economía en una coyuntura inmejorable y el aumento de salarios y por ende de la demanda, es el mal que presiona sobre la oferta que no puede absorberla, generando la infla‐ ción. Ante estas dos posiciones entendemos que tanto el crecimiento de la economía como los límites de la dinámica fomentada por las políticas económicas oficiales se explican por otros varios motivos que pasaremos a desarrollar, recuperando las voces de otros economistas heterodoxos como Claudio Katz, Marcelo Ramal, Rolando Astarita y Clau‐ dio Lozano, y también puntos de vista ya publicados por compañeros de Socialismo Libertario en la revista La Minga. El llamado “modelo” kirchnerista tiene su génesis en el capítulo argentino de la crisis económica global ocurrido en 2001 y contiene elementos que perviven de la etapa precedente. Por ejemplo la competitividad que goza hoy nuestro país se explica por tres factores fundamentales internos vinculados al factor externo. En el plano interno, el primero es el de las afamadas ventajas comparativas del capitalismo vernáculo dadas por la renta extraordinaria que generan las tierras pampeanas, en abundancia y calidad. Sin embargo, aquí entra el segundo factor, estas ventajas no podrían haber sido tan aprovechadas de no haberse producido una auténtica mecanización y revolución tecnológica con los agroquímicos y las semillas transgénicas en el campo en la década del noventa, que permitió generar las condiciones estructurales para aprovechar dicha coyuntura. El tercero es el factor trabajo. Con la crisis se efectuó a través del tra‐ bajo sucio de Duhalde una transferencia enorme de recursos de los asalariados al capital, gracias a la mega devalua‐ ción y la pesificación de las deudas, ya que el estado se hizo cargo, fiel a su tradición de décadas, de las deudas privadas. A su vez la devaluación generó una mejor competitividad de cara al mercado mundial no sólo por la mone‐ da devaluada sino por la depreciación de los salarios en dólares. Sólo viendo este cuadro de situación puede entenderse lo bien que los sectores beneficiados por estas políticas, es decir los grandes capitales vinculados a los agronegocios y la industria, pudieron aprovechar la coyuntura interna‐ cional favorable para el despegue económico. Desde inicios del Siglo XXI se viene dando un fenómeno de crecimien‐ to sostenido del precio de las llamadas commodities, que ya venía perfilándose en el siglo pasado, y una gran
Cristina Fernández y Peter Munk –CEO de la Barrick Gold– detrás de ellos la bandera de la Barrick Gold Co., com‐ parteron un almuerzo en el marco de la Cumbre de los 20 países más poderosos del mundo, en 2010. valoración de los llamados recursos naturales en general. Esto generó una presión para orientar la economía nueva‐ mente hacia los productos más valorizados por el mercado: principalmente en nuestro caso la soja. En el campo argen‐ tino se sembró un mar de soja que generó una fuerte entrada de divisas gracias a su exportación. Esto se combinó con otras actividades extractivas como la minería, cuyas ilusorias promesas de desarrollo y progreso tienen un costo altí‐ simo: destrucción del medio ambiente y la biodiversidad, contaminación del agua y la tierra, y saqueo de los recursos naturales, ya que las mineras multinacionales se llevan los metales dejando regalías irrisorias. Este “modelo” extractivo agroexportador se complementa, dadas las condiciones del dólar alto, con una recom‐ posición industrial del tipo de sustitución de importaciones y encadenada al desarrollo agrario. Lo que implicó princi‐ palmente un aumento en la actividad de la industria automotriz, del calzado y de las agroindustrias, entre otras. A su vez esta política industrial tuvo su estímulo con una mayor demanda interna producto de un aumento de los ingresos de las masas populares debido a medidas estatales de reactivación del poder de compra como la asignación universal por hijo, las mejoras salariales del sector formal vía paritarias anuales, el abundante crédito bancario financiando al consumo y el crecimiento del empleo informal.
¿Por qué no estamos de acuerdo con profundizar el modelo? Extranjerización, inflación, precarización y desigualdad social
Esta fuerte expansión de la economía trajo aparejada una serie de fenómenos que nos alertan sobre su posible con‐ tinuidad en el tiempo y dan cuenta del carácter de ese crecimiento, es decir, de quiénes son los beneficiarios del men‐ tado “modelo”. En primer lugar la expansión del mismo implicó un crecimiento muy notorio de la concentración y la extranjerización de la actividad industrial. Los números oficiales son implacables para señalar este fenómeno: entre las 500 empresas más grandes del país, 292 son extranjeras. Producen el 75% del total, obtienen el 86% de las utilida‐ des totales, generan el 54,6% del empleo, invierten el 81,5% y exportan el 77,9% del total. Esta notoria realidad, que contrasta con la retórica oficial nacional y popular, es un terreno altamente contradicto‐ rio para el kirchnerismo. De hecho lejos de orquestar políticas económicas en contra de los intereses del capital tras‐ nacional existe un visto bueno muy claro por parte de este para la marcha de la economía. Es por medio del apoyo y el consenso de buena parte de estos sectores concentrados de la economía como el kirchnerismo también se solven‐ ta como proyecto político. Semejante peso de esta presencia extranjera no hace más que ser un fuerte condicionante en la dinámica de la eco‐ nomía por distintos motivos. Mencionaremos dos de los principales: genera fugas de capitales y son grandes forma‐ dores de precios. Al haber una fuerte tendencia oligopólica las pocas firmas que dominan los segmentos del mercado presionan sobre los precios de los productos y los servicios que producen y comercializan para sostener sus tasas de ganancia y no relegar un ápice ante los aumentos de salario o algún cambio coyuntural en el mercado. Lejos de apos‐ tar al aumento de sus beneficios mediante la reinversión de las ganancias en la producción estas empresas prefieren generar inflación y fugar sus capitales. Por otro lado, en el marco de la crisis mundial existe una tendencia al retorno de capitales de las filiales de las empresas a sus casas matrices que genera inestabilidad en los mercados y alienta la especulación financiera. Este fenómeno se vio fuertemente incrementado en el 2008 y también en los últimos dos años. Frenar este accionar de las empresas es muy complicado para el estado ya que en general muchas de ellas ante
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Es necesario alzar las voces críticas al modelo con el objetivo de encontrar eco en los sectores más desfavorecidos (acampe Qom en Buenos Aires).
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el hostigamiento estatal con controles, aumentos de impuestos u otras medidas contrarias a sus intereses prefieren cerrar y marcharse a otro país generando problemas económicos y sociales. Por otra parte el modelo ha fomentado una dependencia del sector primario de la economía. Si bien la industriali‐ zación está planteada como prioridad, la realidad marca que el peso de las exportaciones agrarias es determinante en el comercio exterior y hay una presión constante por expandir la frontera de la soja. Esto genera por un lado, un decre‐ cimiento de la producción de otros alimentos, lo cual combinado con el aumento generalizado de los alimentos en el mercado mundial genera una presión en los valores internos de los mismos que golpean al bolsillo de los trabajado‐ res, licuando los aumentos salariales y los montos de las asignaciones y relativizando fuertemente su capacidad de consumo. La generación de biocombustibles también agudiza esta situación, estando planteada más que nunca la lucha por la soberanía alimentaria de nuestro pueblo como una prioridad. Esta situación da cuenta de que las políticas sociales no son más que paliativos y no constituyen una real redistribución de ingresos. Por otro lado, estos vínculos hacen que la economía sea vulnerable a los vaivenes del mercado mundial, que pese a la confianza en el crecimiento de China y Brasil, no puede generar ninguna garantía de estabilidad en medio de la crisis que parece no cesar. ¿Qué pasaría si las economías centrales deciden efectuar un control de precios sobre las commodities, en especial los ali‐ mentos? ¿Cómo se adaptaría Argentina ante un escenario semejante? Esta política junto con la fuerte precarización laboral e informalización de la economía, dado que como reconoce el Ministerio de Trabajo casi un 40% de los trabajadores están en negro o precarizados, hacen que las grandes ganan‐ cias se sustenten fundamentalmente en salarios depreciados que mantienen las condiciones de rentabilidad, aumen‐ tando la concentración y la desigualdad social junto con el crecimiento económico. Mientras tanto Necesidades como la vivienda, la salud y el trabajo digno siguen sin satisfacerse y la educación sigue deteriorándose. En este cuadro de situación donde el kirchnerismo se ve más fuerte que nunca para seguir construyendo su hege‐ monía ante la debilidad de los sectores opositores, con el amplio respaldo electoral del cual goza, es necesario alzar las voces críticas al modelo con el objetivo de encontrar eco en los sectores más desfavorecidos. Esta es la primera premisa para seguir construyendo una alternativa política desde abajo para que los trabajadores y excluidos puedan hacer pesar sus necesidades y anhelos en las decisiones sobre la marcha de la economía. Desde Socialismo Libertario y las decenas de organizaciones que integramos la COMPA entendemos fundamental apostar a construir una alternativa de país al posibilismo kirchnerista de adaptación al gran capital internacional con una retórica populista, y las opciones por derecha. El pueblo podrá decidir por el porvenir de su economía sólo si logra revertir la presencia del capital extranjero tomando en sus manos la producción y comercialización mediante el con‐ trol obrero y una mayor presencia del estado, regulando, nacionalizando y expropiando bajo el mando y el control del pueblo organizado en organizaciones sociales, políticas, sindicales y culturales. Interviniendo con más audacia y redis‐ tribuyendo las grandes ganancias del agro, controlando los precios internos y diversificando y desconcentrando la producción. Apostando a una industrialización profunda sustentada en una política energética impulsada desde el estado con la nacionalización del petróleo y la apuesta al desarrollo de las energías alternativas, a la recuperación de los ferrocarriles para abaratar el transporte, la comercialización y fomentar la industria y las economías regionales. Es fundamental terminar con la precarización y la burocracia sindical, impulsando la democracia sindical de base y la par‐ ticipación de los trabajadores en las decisiones de las empresas. Debemos para esto impulsar desde todos los rinco‐ nes del país la construcción de poder popular para comenzar a neutralizar las lógicas del capital, la avidez por la ganancia, la competencia irracional, el saqueo y la explotación. En nuestra lucha por terminar con la precarización laboral y la desigualdad social debemos prefigurar relaciones distintas fundadas en la solidaridad, la cooperación y una relación armónica con los bienes comunes de nuestra tierra, debemos proyectar el socialismo como una posibilidad concreta de gobierno de nuestro pueblo.
El Diluvio y el Arca de Cristina Por Movimiento universitario SUR
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ue el mundo está en una profunda crisis ya no es novedad. Ya hace cuatro años que se viene hablando de cri‐ sis desde la implosión del mercado inmobiliario estadounidense por las “hipotecas basura” y el colapso de ase‐ guradoras y bancos de los países centrales en el siguiente año. Durante todo este tiempo, los gobernantes han tratado de negar primero la crisis, de mostrarse trabajando para encontrar soluciones en cumbres mundiales y anun‐ ciando el comienzo de la recuperación ante la mínima variable microeconómica que sirviera de excusa para un opti‐ mismo infundado. Pero la realidad es que, lejos de tener éxito, los intentos de tapar la crisis son avasallados por los devastadores efec‐ tos sociales de la coyuntura. Tardía pero esperable fue la reacción de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes, a lo largo y ancho del mundo. Con el futuro hipotecado, sobre todo los jóvenes fueron los que salieron a protestar con‐ tra los políticos y contra el sistema. Desde Puerta del Sol, el movimiento de los “Indignados” se irradió a una cantidad de países, llegando incluso al corazón del Imperio en Wall Street. Aunque mucho menos combativa que la de los jóve‐ nes griegos, es una expresión de descontento que puede augurar cambios en el orden social, los cuales no pueden ser esperados de parte de los dirigentes políticos, tal como demuestra la decepción de tantos con Barack Obama, quien 7
Los postergados son los mismos de siempre: los trabajadores, los jubilados, los desocupados, los pibes de los barrios humildes.
se presentara como la opción por el cambio y la esperanza. En Londres, en Italia, el descontento se manifiesta espo‐ rádicamente. Mientras tanto, el ejemplo de Islandia, donde por votación popular se decidió no pagar la deuda exter‐ na, permanece desconocido para casi todo el mundo, porque los medios corporativos no lo difunden. Profundos cambios también produjo el descontento social en el Norte de África, donde regímenes que parecían inamovibles –que en todo caso eran tales por el apoyo de los países occidentales‐ cayeron en cuestión de días en pro‐ cesos sociales tan súbitos como inorgánicos que sumieron a esas naciones en un presente lleno de posibilidades pero también precario institucionalmente. La misma región fue asimismo teatro de operaciones de la última aventura con‐ junta de las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, en la invasión a Libia, presuntamente para derro‐ car a un tirano, el mismo que hasta hace unos años gozaba de una cercana relación con los mismos Estados que apoyaron el fin de su gobierno y, finalmente, de su vida. Todo con la aprobación de la ONU, institución que hace tiem‐ po que se encuentra en una ostensible crisis de representación y que sólo sirve para legitimar las decisiones que se toman por fuera de la Asamblea General. Sin solución a la vista para la economía mundial, con gobiernos en los países centrales que sólo prevén la vía del ajuste, a pesar del previsible aumento de la conflictividad social, el mundo de hunde en un Diluvio Universal que lleva
más de 40 días. Crisis sistémica como tantas otras que ha tenido el capitalismo, que sobrevive como sistema a base de destruir parte de sus expresiones individuales. Pero en medio de este Diluvio, Argentina tiene un Gobierno que nos quiere convencer de que cuenta con el Arca que nos va a preservar de la debacle. Nos quieren vender las bondades del modelo a cualquier precio y la mayor de ellas es que nuestro país estaría blindado ante la crisis mundial. Lo cual no es tan fácil de creer si uno observa que la economía argentina sigue dependiendo de los precios de las materias primas y que no se completó una reindustriali‐ zación del país sustentable. Sobre todo es difícil soslayar que el crecimiento a tasas chinas de la economía argentina no se tradujo en una redis‐ tribución que alcanzara a todxs lxs argentinxs: 10 millones de pobres, una alta tasa de empleo informal, jubilados que todavía esperan el 82% móvil, mientras las compañías transnacionales mineras y petroleras gozan de los mismos privi‐ legios legales que en los noventa y los sectores industriales y agroexportadores se benefician de la política cambiaria que les permite acumular ganancias. Mientras se agranda la brecha entre los que más se benefician con el “modelo” y los trabajadores cuyo ingreso es carcomido por el impuesto más injusto que es la inflación, el Gobierno dibuja números para mostrar una economía sólida. Y los principales actores sociales muestran reservas sobre el futuro inmediato, como el mismo Hugo Moyano luego de las elecciones. Los postergados son los mismos de siempre: los trabajadores, los jubilados, los desocupados, los pibes de los barrios humildes. Pero el Gobierno al mismo tiempo dice que los movimientos sociales ya no son necesarios porque ellos ya lle‐ gan a todxs lxs ciudadanxs. No quieren que el pueblo se organice, como tampoco quieren la democracia sindical. Ante un “modelo” que convive con 10 millones de pobres, la verdadera opción es la unión de todos los que confían en que un país mejor es posible y tienen la capacidad de hacerlo realidad. Con esa convicción y con esa voluntad políti‐ ca, este año se formó el Frente Amplio Progresista, en el que convergen las fuerzas que apuestan por un proyecto de
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La experiencia de Santa Fe ejemplifica que se puede pagar el 82% móvil a lxs jubiladxs, que se puede mejorar el sistema de salud para que todxs tengan acceso a una atención sanitaria de calidad, que se puede mejorar la gestión descentralizando. país que incluya a todxs. La experiencia de Santa Fe ejemplifica que se puede pagar el 82% móvil a lxs jubiladxs, que se puede mejorar el sis‐ tema de salud para que todxs tengan acceso a una atención sanitaria de calidad, que se puede mejorar la gestión des‐ centralizando. Los desafíos son grandes, pero existen las ideas y la voluntad conjunta para pensar una nueva economía, que renueve su matriz para lograr cadenas de producción que agreguen valor a la producción nacional, creando empleo y oportunidades para los productores de todos los niveles. Sobre todo, se trata de pensar y de construir una Argentina más justa y más solidaria, con educación y salud de calidad para todxs, con salarios dignos para lxs trabajadorxs y pen‐ siones dignas para lxs jubiladxs. Este cambio es posible si participamos entre todxs y si apostamos por la transparen‐ cia, sin resignarnos a que la corrupción sea inevitable. Forman parte del Frente Amplio Progresista organizaciones que luchan por los derechos de los trabajadores y de los más postergados por el “modelo”, como la CTA y Libres del Sur, que junto a Barrios de Pie luchan día a día para organizar al pueblo desde abajo, combatiendo a los punteros del PJ y la persecución de los intendentes que preten‐ den recortar los recursos de los comedores y las postas sanitarias en los barrios. Son tantxs lxs compañerxs que tra‐ bajan incansablemente para construir esa patria que proclamó Evita, por la que dio la vida el Che, así como esxs compañerxs que ya no están, pero que nos siguen acompañando… Hoy la opción es entre el “modelo” que se dice inclusivo pero que deja a demasiados afuera y sumarse a una fuer‐ za que no se conforma con un “nunca menos” porque aspira a más. Mientras tanto, nos seguiremos preguntando si cuando las aguas suban, Cristina tendrá lugar en el arca para siquiera el 53,96% de lxs argentinxs…
“Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas” Lenin “En todas las manifestaciones que provocan el desconcierto de la burguesía, de la aristocracia y de los pobres profetas de la regresión reconocemos a nuestro buen amigo Robin Goodfellow, al viejo topo que sabe cavar la tierra con tanta rapidez, a ese digno zapador que se llama Revolución.” Karl Marx
De la crisis mundial del capitalismo a la rebelión mundial de los pueblos Por Alejandro Kurlat – Nuevo MAS en corriente internacional Socialismo o Barbarie
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l momento de escribir estas páginas, una poderosa ola de movilizaciones, luchas y rebeliones populares sacu‐ de el planeta.
El 15 de octubre, una movilización mundial convocada por los indignados de España encontró eco en nada menos que mil ciudades, en los cinco continentes. Tomando como un conjunto esta jornada y los acontecimientos que le suce‐ dieron en toda la semana, podemos observar hechos significativos como: una huelga general de dos días en Grecia, otra en Chile, medio millón de personas movilizadas en ambos países y en España, doscientas mil en Italia, decenas de miles en EEUU y en Alemania… Si comenzamos la cuenta desde enero de este año, podemos ver también otros hechos como el desarrollo de una profunda rebelión en todo el mundo árabe, que se llevó por delante a los dictadores de Túnez, Egipto y Libia, al tiem‐ po que pone al borde del abismo a los de Siria, Yemen y otros tantos. La Primavera Árabe, como se la denomina inter‐ nacionalmente, volvió también a poner en escena la cuestión palestina, instalando en el mundo la discusión sobre el fin de la ocupación sionista y favoreciendo la liberación de mil presos. También obligó a EEUU a anunciar la retirada de sus tropas de Irak tras ocho años de ocupación. El panorama se completa con el levantamiento de la juventud de los barrios pobres en Inglaterra, el desarrollo del movimiento de ocupación de Wall Street (con la simpatía de más del 60 por ciento de la sociedad de EEUU y el apoyo activo de los sindicatos), la rebelión en dos actos de Bolivia (contra el aumento de las tarifas del combustible y la des‐ trucción de un parque nacional indígena). Y si ampliamos la escala de tiempo para considerar los últimos tres años, habría que incluir también las movilizaciones masivas de obreros y estudiantes en Francia contra los ajustes, una rebe‐
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La nueva generación todavía no pudo formular una superación revolucionaria a la decadente sociedad actual, y por ello se muestra incapaz de ir más allá de la democracia de las corporaciones. lión popular en Islandia, la ocupación de fábricas en EEUU, Inglaterra, China, la India, la heroica resistencia del pueblo hondureño frente al golpe de Estado…
¿Qué hay de nuevo, viejo?
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Este escenario contrasta profundamente con el viejo dogma neoliberal de los años ’90: el supuesto “fin de la his‐ toria”. En ese entonces, la caída del Muro de Berlín hacía creer que el capitalismo había triunfando definitivamente sobre el “socialismo”, que la burguesía había logrado someter para siempre al proletariado, que las grandes poten‐ cias se habían impuesto de forma irreversible sobre los países atrasados. En esa visión, nada nuevo podría ocurrir que sacudiera el orden establecido. Fue sobre ese mantra que la enorme mayoría de los pueblos del mundo entraron, a lo largo de dos décadas, en un retroceso político y una profunda confusión. Sin embargo, también se fueron acumulando las resistencias y las expe‐ riencias de lucha, generando lentamente las condiciones para un giro en la situación mundial. Fue gestándose, de forma lenta pero sostenida, el surgimiento de una nueva generación. Ya antes de 2007, el capitalismo neoliberal venía siendo cada vez más cuestionado. Las experiencias de las rebelio‐ nes populares en América Latina, el movimiento antiglobalización, la resistencia mundial contra las invasiones yankis a Irak y Afganistán, una lenta acumulación de huelgas y movilizaciones en Egipto, en Europa, en China y en muchos otros países (inclusive dentro de los propios EEUU), preanunciaban el despuntar de una nueva era. El punto de inflexión, sin embargo, llegó con el desarrollo de la crisis económica mundial. A fines de 2007, estalló la “burbuja de las hipotecas” en Estados Unidos: de esa forma, comenzó un muy rápido proceso de destrucción de capitales, que alcanzó su auge en 2008 con la caída de grandes bancos y empresas, tanto en EEUU como en Europa y en otros países. A partir de allí, se desarrolló un proceso de contracción de la “economía real”, que significó un enorme crecimien‐ to en las tasas de desempleo de dichos países. Mientras los trabajadores iban perdiendo sus puestos de trabajo, amplios sectores se veían desalojados de sus hogares por no poder pagar hipotecas exorbitantes, despojados cada vez más de los mecanismos de seguridad social, limitados a consumir cada vez menos por el aumento de los precios. Los gobiernos de las grandes potencias intentaron intervenir en esta situación salvando a los bancos con miles de millones de dólares y euros, pero el esfuerzo fue inútil. Las deudas pasaron de estar en manos de los bancos, a estar en manos de los Estados, llevándolos a la amenaza de la bancarrota, con solo dos alternativas: o el default, o un ajus‐ te brutal. Este último es el camino que intentaron seguir todos los gobiernos imperialistas, empezando por Obama y siguiendo por los de toda Europa. Las consecuencias de estos: una profundización del malestar social, y la amenaza creciente de la ruptura de la Unión Europea. En 2011, no solo no estamos ante una “recuperación económica”, sino que entramos de lleno en una nueva reca‐ ída, que va a profundizar todas las tendencias ya existentes. Cada vez más, los economistas reconocen que estamos frente a la más grande crisis económica desde la década del ’30: una nueva gran depresión. Se suceden los planes de “salvataje” y “ayuda financiera” de unos gobiernos a otros y de todos a sus respectivos bancos y empresas, pero nadie cree seriamente que puedan solucionar ningún problema de fondo. Las raíces de la crisis son muy profundas: se trata del agotamiento histórico de la forma que adquirió el capitalismo en las últimas décadas, e inclusive en la última mitad de siglo. La crisis mundial del capitalismo, entonces, significa ante todo la evidencia para amplios sectores de masas de que dicho sistema ya no puede g a r a n t i z a r el bienestar (donde lo había) de millones y millones de personas, y que ni siquiera puede garantizar su supervivencia material en los países más atrasados. En estas condiciones, la crisis del capitalismo tiene una consecuencia absolutamente central y de alcances históricos: la crisis de su legitimidad ante los ojos del mundo. Las bru‐ mas de la derrota de los años 80 y 90 van retrocediendo, entonces, ante esta poderosa realidad. Las telarañas en la con‐ ciencia de la clase obrera mundial y de enormes sectores de la juventud, se van desvaneciendo a medida que descubren que no pueden esperar nada de este sistema.
La crisis abre el paso a la rebelión: una nueva generación se pone de pie
A principios de febrero del año corriente, el mundo amaneció con una noticia de profundo impacto: Mubarak, el dictador de Egipto, había dejado su cargo, en medio de movilizaciones masivas. Las imágenes de la plaza Tahrir (“liber‐ tad” en árabe) repleta de jóvenes y de trabajadores fueron un mazazo en la cabeza de millones de personas en todo el globo. El mundo entero parecía estar esperando una chispa para incendiarse, y la encontró en las calles de El Cairo.
A partir de entonces, los hechos se sucedieron de una forma vertiginosa: el ejemplo de los jóvenes egipcios fue segui‐ do por otros tantos, no solo en el mundo árabe, sino luego en Europa y Estados Unidos. Es muy importante detenerse a analizar las características de este sujeto social y político que se pone de pie en todo el mundo, para entender todos sus alcances y sus límites. En primer lugar, los sectores más visibles y dinamizadores parecen ser los jóvenes que pertenecen a clases medias cada vez más golpeadas por la crisis. Pero este hecho es reflejado de forma muy unilateral por los grandes medios de comunicación, que los ponen como los únicos protagonistas del proceso de rebeliones populares. Dejan de lado que, al lado de esos jóvenes, se levantan también sectores mucho más amplios. La caída de Mubarak, por ejemplo, terminó de decantar cuando comenzaron las huelgas de los trabajadores indus‐ triales. El cierre del canal de Suez por la huelga de sus empleados significó un duro golpe económico y político, que fue acompañado en decenas de establecimientos fabriles en todo el país. Este proceso se multiplicó luego de la sali‐ da del dictador, con el desarrollo de cada vez más sindicatos independientes. Las huelgas y el nuevo movimiento obre‐ ro combativo son uno de los mayores dolores de cabeza del “SCAF” (siglas del Supremo Consejo de las Fuerzas Armadas que quedó a cargo del país). Los sindicatos también jugaron un rol central en la caída de Ben Ali en Túnez, y en el proceso de transición democrática que se inició luego. Juegan un rol central en la lucha en Grecia contra los ajus‐ tes impuestos por la Unión Europea. Acompañan las exigencias de los estudiantes en Chile, movilizándose por miles en las calles. Son parte de las manifestaciones en Londres y en Wall Street. Este aspecto, la participación creciente de la clase obrera en las rebeliones populares y juveniles, es profundamen‐ te cualitativo en la situación política. Desde la década de los 60 que no se veía a los trabajadores jugar un rol tan des‐ tacado (especialmente en los países imperialistas). Si se desarrolla, puede elevar a un nivel superior al conjunto del proceso. Sin embargo, para hacerlo, tiene que pasarle por encima a las trabas impuestas por las burocracias sindica‐ les de todos los países, que actúan conteniendo a los trabajadores y evitando su radicalización. Ya hay algunos chis‐ pazos de este desborde en varios países.
La Primavera Árabe volvió a poner en escena la cuestión palestina, instalando en el mundo la discusión sobre el fin de la ocupación sionista y favoreciendo la liberación de mil presos. Esta nueva generación obrera y juvenil, cuenta con importantes ventajas con respeto a generaciones anteriores. U n aspecto muy destacado por los grandes medios es el uso de las redes sociales (que permiten amplificar la llegada de los llamados a las movilizaciones, compartir información sobre lo que ocurre en cada ciudad y cada país, etc.) Estas sin duda juegan un rol muy importante en todas las rebeliones, aunque sería un error ubicarlas como “responsables” de ellas, como si se generaran espontáneamente en Internet en vez de ser el producto del trabajo paciente de decenas de organizacio‐ nes y activistas que las aprovechan como medio de difusión. Hay otros cambios que son mucho más profundos. Frente a su precedente más inmediato, la nueva generación ya no está sumergida en una situación de profundas derrotas políticas, que van quedando cada vez más atrás. Frente a los movimientos que surgieron en la posguerra, posee una conciencia profundamente más democrática y antiburocrá‐ tica. Los grandes aparatos estalinistas y nacionalistas burgueses ya no pueden jugar ningún rol destacado, luego de su fracaso histórico. La exigencia de Democracia Real Ya debe entenderse en ese mismo sentido: es al mismo tiempo una crítica a los límites de la democracia burguesa (sometida al poder de las corporaciones), y la declaración de la importan‐ cia del protagonismo conciente y autodeterminado de las masas en los procesos políticos (en contraposición con los viejos aparatismos y vanguardismos).
Lo que no avanza, retrocede: la pelea es por una alternativa socialista
Sin embargo, este aspecto es también su mayor límite: las confusiones políticas e ideológicas de todo el siglo XX todavía conservan su peso, en forma de ausencia de confianza en una alternativa socialista. La nueva generación toda ‐ vía no pudo formular una superación revolucionaria a la decadente sociedad actual, y por ello se muestra incapaz de ir más allá de la democracia de las corporaciones. Si esta nueva generación no logra superar el límite de la conciencia reformista, las rebeliones corren el riesgo de ser reabsorbidas y capitalizadas por tal o cual sector de los explotado‐ res. Tenemos demasiado fresco en la memoria el ejemplo del “Que se vayan todos” en nuestro país y de la posterior recuperación capitalista por parte del kirchnerismo. “El viejo topo de la revolución” está haciendo nuevamente su irrupción en la historia: a través de las rebeliones, la humanidad tiene una enorme oportunidad para transformarla de raíz. Aprovechar esta oportunidad o perderla, depende exclusivamente del desarrollo de una conciencia revolucionaria y socialista. Es a esta perspectiva que tene‐ mos que aportar los jóvenes de todos los países.
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El “modelo” ¿blindado ante la crisis? Por la Juventud del PTS
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uchas comparaciones se han hecho entre la actual crisis capitalista y la crisis de los años 30. Tal vez el elemen‐ to más elocuente de estas comparaciones es el que respecta a las consecuencias que traen aparejadas estas crisis globales. En aquel entonces el mundo dividido en bloques veía con ojos sorprendidos como la bonanza de los años 20, del fordismo y de los avances tecnológicos, hacían “crack” contra el suelo luego de que la timba finan‐ ciera de Wall Street anunciara a los capitalistas que para seguir ganando dinero debían descargar toda la crisis sobre la clase obrera mundial. Pero no fue tan sencillo. Los giros de proporciones históricas a nivel social, económico y polí‐ tico que suponen estas “soluciones” no tardaron en aparecer: las alianzas entre naciones poderosas, los enfrenta‐ mientos de clases, y las guerras se hicieron presentes de formas totalmente novedosas y terribles. Las crisis del capitalismo son miseria, hambre, muerte…pero también odio y rebelión. En este sentido la actual crisis no se queda atrás. Hemos visto comenzar el año con una oleada de levantamientos en el “mundo árabe”, el derrocamiento de dicta‐ dores octogenarios e incluso una nueva intervención imperialista como la realizada en Libia a través del CNT que actuó de hecho como tropa terrestre de la OTAN. En el viejo continente las recetas del FMI aplicadas por Sarkozy, Merkel y compañía, despiertan a los pueblos de Grecia, España, Italia, Inglaterra, Portugal, que con huelgas y movilizaciones enfrentan los planes de ajuste. Los “indignados” como se han hecho llamar los cientos de jóvenes que inspirados en el símbolo la Plaza Tahir egipcia, salen a las calles en los principales centros capitalistas de todo el mundo, gritan fuer‐ te y claro “No tenemos empleo, no tenemos casa, no tenemos miedo”; que el “1 por ciento” que concentra toda la riqueza global genera una crisis que no va a pagar el 99 por ciento restante. Las medidas de rescate impulsadas por EEUU y la UE, a partir de los primeros signos de la crisis en 2008, han deve‐ nido en eslabones débiles, ya que la crisis económica y financiera frente a la que se proponían salvatajes multimillona‐ rios y rescates a los grandes pulpos bancarios sostenidos por el estado (que ahora traen aparejado el gran problema de la deuda pública como signo de una nueva fase de la crisis), se combinan con crisis políticas. La “guerra de mone‐ das” que enfrenta a los estados, los conflictos sociales, la deslegitimidad en que han caído los regímenes políticos de los principales países, y la decadencia de la hegemonía norteamericana (que entre otras cosas tiene la contradicción de seguir siendo el dólar la moneda de los intercambios a nivel mundial) no se pueden abordar de la misma forma que próximos derrumbes bancarios. Las deudas estatales incontenibles y las nuevas burbujas financieras complementan el “coctel” de una crisis que pone cada vez más en cuestión el ideal liberal que han querido instalar a partir de los 90 de que “el capitalismo ha triunfado”. En América Latina, sin embargo, desde el estallido de la crisis en 2007, (y excepto por algunos movimientos que en Argentina se expresaron en la disputa interburguesa por la renta agraria, y en una localizada oleada de despidos y sus‐ pensiones en el 2009) se ha podido evitar el impacto de esta crisis. Incluso muchos países de la región han visto bene‐ ficiada su economía considerablemente, lo que posibilitó a políticos regionales plantear los beneficios de sus políticas económicas frente a las “viejas recetas” europeas y norteamericanas que llevaron a la crisis. Este planteo se sintetiza en la teoría del “desacople”, según la cual las políticas de Estado en Latinoamérica han permitido generar un desarro‐ llo económico que escapa a las fluctuaciones de la economía mundial y por ende a la crisis que solo afectaría a los “capitalismos avanzados” y no a los “capitalismos emergentes”. El intercambio económico que se habría logrado en los últimos años entre algunos países de la región y las crecientes economías asiáticas (en especial la China) permiti‐ ría para los auspiciantes de estas teorías pasar por el costado de la crisis sin interrumpir el flujo comercial, el crecimien‐ to económico y la expansión del consumo. Muy cercanas a estas teorías están aquellas que viendo la magnitud de la crisis plantean medidas de “blindaje”, o sea defensivas que implicarían, aumentando los controles sobre ciertos ele‐ mentos del comercio exterior, continuar con el “modelo” sin dar giros bruscos. En definitiva no se aleja de las ilusio‐ nes sobre la inmovilidad en el eje Sur‐Sur de comercio, sin considerar que uno de esos “sures” (China) está directamente ligada a los capitalismos del norte (EEUU) y que ese eje de comercio ha sido la base de la acumulación de las contradicciones económicas en los últimos años. China no ha dejado atrás su esquema de crecimiento apoyado
Las deudas estatales incontenibles y las nuevas burbujas financieras complementan el “coctel” de una crisis que pone cada vez más en cuestión el ideal liberal
en exportaciones ni hay plan de hacerlo en lo inmediato. Sólo que no tiene ningún comprador tan prometedor como lo fue hasta 2008 la economía norteamericana, hoy cada vez más aquejada por las deudas. Sin ese apoyo, no está claro cómo China sostendrá su crecimiento ni dónde colocará sus exportaciones. No por casualidad, hemos visto cómo desde 2008 se aceleró el esfuerzo de China por acceder a nuevos mercados: aunque las ventas desde Latinoamérica a China siguen creciendo, mucho más viene aumentando el volumen y valor de las ventas chinas en Latinoamérica (cuya demanda difícilmente pueda remplazar a la norteamericana y por ende no podría frenar una desaceleración de las exportaciones).
Profundicemos en “el modelo”…
Es en este marco que el gobierno nacional, plantea que ante esta crisis no se deben aplicar las recetas antiguas del FMI , sino que se debe “profundizar el modelo”.El supuesto “modelo” que se busca explicar como origen de un perí‐ odo de estabilidad económica para obtener el apoyo popular a las políticas gubernamentales, para “profundizar” es uno basado en el aparente fomento del desarrollo local apoyado en el impulso del mercado interno y el consumo, a partir de una política redistributiva que beneficie a los sectores populares. En el esquema económico desarrollado por los gobiernos kirchneristas podemos diferenciar dos etapas para com‐ prender la situación actual. En un primer momento, la devaluación pos 2001 llevada a cabo por Duhalde fue lo que per‐ mitió la recomposición de las ganancias a partir del 2003 ya que el costo laboral se abarató enormemente, al mismo tiempo que la recuperación de la demanda y los altos precios internacionales para las exportaciones fueron de con‐ junto los factores que dinamizaron la economía. La pretendida “consolidación de un mercado interno” es de hecho que la fuerza de trabajo se convirtió en un insumo barato para los empresarios, la causa de sus ganancias extraordi‐ narias, y que gracias a los bajos salarios el empleo ha crecido pos devaluación. La recuperación salarial que se busca instalar como sentido común originada por las medidas del gobierno, en realidad apenas se acerca a los valores pre‐ vios a la crisis del 2001, e incluso los aumentos salariales que hubo fueron producto de luchas de los trabajadores a partir del 2004 (no antes) y no por una política gubernamental, en un intento por recuperar parte de las ganancias patronales por la demanda y altos precios del mercado internacional a las exportaciones. La segunda etapa desde el 2006 se caracterizó por una mayor intervención estatal en la economía mediante dos formas; por un lado los pactos salariales de la burocracia fijando un techo a las paritarias, burocracia‐gobierno‐empre‐ sa buscaban controlar los reclamos de los trabajadores para que los aumentos de salario se mantengan en niveles que no lleguen a menguar significativamente las ganancias patronales, y por el otro lado los cuantiosos subsidios a las empresas y servicios, los controles y acuerdos de precios llevados adelante por el gobierno nacional. Ambas medidas con el mismo objetivo: mantener las condiciones de rentabilidad impuestas por la devaluación, y la mayor política “redistributiva” del kirchnerismo fue controlar los precios para no atenten contra la competitividad. Es decir, que los fondos estatales se destinaron directamente a asegurar y aumentar las ganancias empresariales durante todo el perio‐ do, siendo por ejemplo la asignación universal por hijo sólo una décima parte de lo que se destina a los subsidios a empresas y servicios. Esta política la hemos denominado “bonapartismo fiscal” dado que el Estado actúa como contención de las demandas populares, producto de la relación de fuerzas que impusieron los reclamos en la crisis del 2001, para com‐ patibilizarlas con las magníficas ganancias de los capitalistas. Es decir, que las tibias medidas reformistas de concebir paritarias en los gremios, planes sociales a la desocupación, etc., tienen el objetivo de mantener el sistema capitalista en Argentina que ha originado las necesidades populares que se intenta paliar. Las medidas privatizadoras y de pre‐ carización laboral impuestas en el neoliberalismo, el ejemplo más claro es la tercerización de la fuerza de trabajo, es una de las patas fundamentales que permite el bajo costo del salario, y éstas no se han visto cuestionadas por ningu‐ na política del gobierno sino en luchas de los propios trabajadores como en el ferrocarril Roca, resultando en el asesi‐ nato de Mariano Ferreyra a manos de la ejemplar burocracia sindical defendida por el gobierno hasta dos días antes
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del suceso. La comparación constante con la situación de pauperización que vivieron grandes sectores de la población durante el ciclo menemista a partir de resal‐ tar los datos de crecimiento económico y las concesio‐ nes otorgadas a sectores desfavorecidos de la población tiene como objetivo ocultar que las conquis‐ tas que impuso el neoliberalismo para los grandes capi‐ talistas (extranjerización de la economía, precarización laboral, etc.) no se han revertido. Entonces aquí nos preguntamos: ¿Qué pasara cuan‐ do la caja generada por los dólares de la sojización sea tan chica que no alcance para quedar bien “con Dios y con el Diablo”?
Obreros y empresarios… ¿unidos y adelante?
La presidenta hizo referencia a que para el gobierno el modelo implica que “los intereses de los empresarios y de los trabajadores no solo no son contradictorios”, sino que su proyecto de gobierno los puede hacer “confluir”.
Insistentemente, como es propio de la retórica peronista, Cristina Kirchner hace mención a la “paz social”, a la “armonía entre las clases”, y a los “acuer‐ dos entre capital y trabajo”. En la inauguración de Tec‐ nópolis, marco en que el gobierno hacia gala de los favores que esta dispuesto a hacerle el estado a los capitalistas que quieran extraer sus ganancias con “mayor rentabilidad” (tal vez los mismos que fugan miles y millones de dólares), la presidenta hizo referencia a que para el gobierno el modelo implica que “los intereses de los empresarios y de los trabajadores no solo no son contra‐ dictorios”, sino que su proyecto de gobierno los puede hacer “confluir”. Sin embargo algunos sectores kirchneristas consideran que “profundizar el modelo” significa enfrentar a las corporaciones. Ahora bien, el “capitalismo de ami‐ gos” (y vaya si el kirchnerismo los tiene) que otorga concesiones y subsidios a las empresas “que agregan valor” , que fomenta el desarrollo de infraestructura para las inversiones privadas, y que mantiene los principales recursos econó‐ micos del país en manos extranjeras (como la tierra y los recursos naturales), ¿ puede enfrentarse a las grandes cor‐ poraciones multinacionales que son las primeras (como recientemente en la VW de Córdoba), que ante la crisis internacional y los simbronazos en las relaciones comerciales con Brasil anuncian planes de despidos? Los verdaderos poderes corporativos ligados a los sectores burgueses exportadores de materias primas y el capital imperialista no están interesados en invertir en grandes sectores de la economía (los cuales generan las ilusiones de desarrollo autó‐ nomo), sino en crear pequeños espacios de inversión rápida y eficiente, que les permitan desabaratar estas empresas sin grandes costos.¿ Puede existir una confluencia de intereses entre los trabajadores y los empresarios en este mode‐ lo, que otorga todas las ventajas y flexibilidades para que los empresarios sean los que menos riesgos corran ante la crisis?. Como simple ejemplo de esto, vale recordar la experiencia de Kraft Terrabusi (una de las corporaciones multina‐ cionales mas grandes del mundo y cuyo dueño pide a gritos una solución a la crisis) en 2009. Mientras el gobierno y la burocracia se reunían con la embajadora norteamericana y CFK insistía sobre “la responsabilidad del gobierno frente a las inversiones extranjeras”, los únicos que salieron a enfrentar a esta gran corporación fueron los trabajadores mis‐ mos (con la solidaridad estudiantil), con semanas de huelga, enfrentando la represión y logrando así evitar los despi‐
La crisis capitalista actual no solo demuestra que la época de crisis, guerras y revoluciones está vigente; sino que da pautas sobre las discusiones que nos debemos dar
dos. Un gobierno más preocupado por garantizar las inversiones extranjeras ¿qué hará frente a los planes de despido de las automotrices extranjeras que dependen de la inestable economía brasilera? ¿Puede ponerse del lado de los tra‐ bajadores que luchan, cuando procesa y persigue judicialmente a los delegados combativos como Víctor Ottoboni o Poke Hermosilla que a pesar de la burocracia sindical, se enfrentan consecuentemente a los grandes empresarios?
¿Más capitalismo para la crisis del capitalismo?
El Kirchnerismo habla de “oportunidad histórica” (en el medio de una crisis histórica), para que la región despegue de su atraso ante las debilidades del imperialismo y los grandes capitalismos avanzados. Oportunidad para… ¿generar un capitalismo industrial y “avanzado” como los que hoy están cayéndose a pedazos? El neoliberalismo que se instaló en todo el mundo en los últimos 30 años tuvo como principal objetivo aplastar tanto las conquistas obtenidas por la clase trabajadora durante el periodo del “boom” de la post guerra, como de liquidar los elementos revolucionarios que durante las décadas anteriores amenazaban el orden establecido. La derro‐ ta de la clase obrera significó años de austeridad, de división en sus filas, de penetración ideológica, etc. Sumado a esto, los procesos de restauración capitalista en Rusia y China (que dieron aire al agotado modelo de los 70), llevaron a que muchos lacayos del gran capital, se regocijaran teorizando sobre el “fin de las revoluciones”, el “fin de la clase obrera” o incluso el “fin de la historia”. La crisis capitalista actual no solo demuestra que la época de crisis, guerras (actual invasión en Libia, Afganistán e Irak), y revoluciones ( los procesos de Grecia, el norte de África, España , e incluso los grandes conflictos que se viven en Bolivia y Chile, anticipan grandes conflictos de clase ante los planes de austeridad y privatistas), está vigente; sino que da pautas sobre las discusiones que nos debemos dar aquellos que no queremos que la paguen nuevamente los trabajadores y el pueblo pobre. En este sentido es que discutimos con las promesas de que el modelo kirchnerista es un blindaje ante la crisis. No sólo por su debilidad estratégica de no poder enfrentar hasta el final a las grandes corporaciones que controlan la eco‐ nomía nacional y que serán los factores mas activos en descargar la crisis sobre los trabajadores, y los limites concre‐ tos del funcionamiento económico actual por su estrecha ligazón con la coyuntura inestable de las economías en crisis, sino también porque creemos que cualquier vía que se proponga reformar o “humanizar” este sistema está des‐ tinada al fracaso, ya que las condiciones que llevan a sus crisis no están en políticas “buenas” o “malas” (lo demues‐ tra su amplitud que abarca distintos regímenes políticos y sociales), sino en sus propias contradicciones. Empezamos a transitar una nueva época, donde es claro que los únicos interesados en enfrentar la crisis son aque‐ llos que la sufren: los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre así lo demuestran en todo el mundo. Y por lo tanto pasar a la ofensiva enfrentando hasta el final a las corporaciones, a los empresarios, a los capitales extranjeros que embargan en la timba financiera nuestros recursos naturales, a las corporaciones mediáticas que monopolizan el acce‐ so a la información y lo vuelven en contra de las luchas populares, etc. Sólo estaremos armados ante la crisis si forta‐ lecemos la organización del sindicalismo de base, creamos desde las bases lazos de unidad obrera y popular ‐rotos por las mismas condiciones de acumulación, como lo es la tercerización laboral y el trabajo en negro que divide a los tra‐ bajadores‐, y si creamos herramientas políticas para nuclear estas demandas. Desde la Juventud del PTS consideramos que la constitución del Frente de Izquierda para las elecciones de este año debe tener una continuidad en este senti‐ do, actuando en el seno de la clase trabajadora y organizaciones juveniles y sociales, hoy en día la carrera de velocida‐ des está en marcha a ver que sector de la sociedad llega mejor preparado para dar su solución a la crisis: la clase dominante o los explotados y oprimidos alrededor del mundo, y poner en pie una herramienta política propia es la preparación que debemos construir desde hoy. La Juventud del PTS interviene cotidianamente con esta perspectiva en los lugares de trabajo y estudio, porque creemos que una revolución no sólo es necesaria frente a las miserias que nos deparan las crisis económicas, sino que es posible!
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¿”Argentina blindada”? Bonapartismo K, crisis mundial y los desafíos de la izquierda Por Juan Manuel Corbalan, Secretario General del CEFyL de la UJS‐Partido Obrero en el Plenario de Izquierda
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a propaganda oficialista disocia la evolución política del régimen K de la crisis capitalista mundial. Nos muestra una Argentina “blindada” frente al mundo. La resolución 125, la utilización de las reservas del banco central para pagar la deuda, la nacionalización de las AFJP, sin embargo, no pueden explicarse sin los golpes de la crisis mun‐ dial; que desde sus comienzos, con el derrumbe de la burbuja hipotecaria en EE.UU. a mediados del 2007, abrió un período inacabado de fuga de capitales que lleva ya 52 meses en nuestro país, proceso que lejos de desacelerarse con el triunfo de CFK, se ha profundizado. Entender la naturaleza de estos procesos es el objetivo de esta nota dividida en cuatro puntos: 1. Mostrar la trayectoria del kirchnerismo como emergente de la crisis y del derrumbe del 2001, es decir como con‐ tinuador‐conservador en un contexto particular del esquema duhaldo‐menemista 2. Mostrar como la crisis mundial sacudió el esquema K. 3. Mostrar la lucha política al interior de la burguesía que dio origen a lo que denominamos bonapartismo tardío K. 4. Mostrar el rol que le toca a la izquierda en la próxima etapa como resultado del espaldarazo de la elecciones.
1-De una confiscación popular a otra Los escribas del gobierno presentan al kirchnersismo como una reacción a la década menemista. Olvidan que se trata de una reacción dentro del menemismo. Kirchner como gobernador apoyó todas las medidas confiscatorias del patrimonio nacional: apoyó la privatización de YPF y a la creación de las AFJP, junto con la entrega del banco de Santa Cruz a manos privadas, son por dar algunos ejemplos. Desde la caída de los tigres asiáticos en 1997, pasando por Rusia, la devaluación del real y la recesión yanki de 2000‐01, la convertibilidad pasaba a mejor vida, pavimentando la rebelión popular diciembre de 2001. Este proceso tuvo su correlato en América Latina dando origen a gobier‐ nos nacionalistas militares como el de Chavez o indige‐ nistas pequeñoburgueses como el de Evo, que provienen del descalabro del régimen político y de los partidos tradicionales. En contraposición el kirchnersi‐ mo tiene su origen en el riñon del régimen sacudido por la crisis: el Partido Justicialista encabezado por el menemismo. En 2003 el kirchnerismo se sube a un caballo en mar‐ cha. La devaluación de la moneda, una gigantesca con‐ fiscación salarial a la clase obrera permitió a los capitalistas relanzar la actividad económica. Duhalde y la corte suprema “renovada” sancionaron el rescate de los bancos quebrados confiscando a los ahorristas. Se dió impulso a la creación de empleo precario o en negro, sobre la base de un ejercito de desocupados del 40 por ciento de la población. Sin embargo, el factor fundamental que permitió la salida de la crisis, fue el aumento exponencial de las exportaciones de materias primas, impulsadas por la
apertura del mercado Chino, que con su demanda ampliada sacó al conjunto de la economía mundial de la recesión de 2001‐2002. Los superavits fiscales y comer‐ ciales se asocian a este proceso. Cuando CFK se refiere al “estatismo vs. mercado” en los foros internacionales habla para un tribuna que recibió con aplausos el pago de la deuda externa, pese a la quita, proceso normal en toda quiebra. Salvo Aguas Argentinas, el Correo y Thales, tres casos manifiestos de corrupción, que el kirchnerismo, sin embargo, inten‐ tó salvar, el estatismo kirchnerista, se redujo al manejo de la emergencia económica que la bancarrota de fines de 2001 produjo. En el caso del la empresas privatizadas el 2001 signi‐ ficó la quiebra. Los privatizadores acumulaban una abultada deuda externa, en realidad: autopréstamos. Mientras giraban al exterior sus dividendos, a las inver‐ siones realizadas las contabilizaban como “deuda” con sus propias casas matrices. En 2002, cuando se pesifi‐ can las tarifas, los privatizadores se declaran en “default”. Una medida elemental en defensa de los intereses nacionales obligaba a la rescisión de todas las privatizaciones sin resarcimiento, así como a la investi‐ gación de las operaciones de “autopréstamos” ejecutadas durante los años 90. Duhalde primero y Kirchner después, operaron de un modo muy diferente. Compensaron a los concesionarios con subsidios millonarios por el congelamien‐ to de tarifas, y “estatizaron” la inversión. Las privatizaciones se mantuvieron a flote en base a un régimen que dejó en pie la facturación y beneficios a cargo de los pulpos privados y trasladó al Estado los principales gastos e inversiones. Este estatismo es de naturaleza conservadora y restauracionista, cambia alguna cosa para permitir que todo siga igual. Operación típica de un pos menemista: socorrer el sistema menemista que se derrumbó.
2. Todo lo sólido se desvanece en el aire Si durante los primero cuatro años de gobierno la economía K se asentó en la recuperación económica global, desde mediados de 2007, empiezan los problemas. De la mano de la crisis financiera, el gobierno tuvo que lidiar con un aumento de la inflación, fuga de capitales, caída de reservas y apreciación del tipo de cambio como consecuencia de la devaluación de las monedas de los países a los cuales Argentina exporta. El manejo que el gobierno le dio a la crisis también cuestionó al régimen político. A partir de la resolución 125 y la crisis con el campo, surgió una oposición por derecha al gobierno que lo derrotó en las elecciones legislativas de 2009. Esta derrota coincide con el punto más alto de la crisis mundial, año de recesión nivel internacional, con la consecuente caída del comercio internacional. La forma en que el capital financiero internacional intentó salir de la crisis fue con un brutal salvataje de los bancos por parte de los estados. La reserva federal norteamericana emitió dólares para relanzar la economía en un nivel sin precedentes. La inflación en la Argentina tiene su explicación en el ingreso de capitales especulativos ligados a este proceso. El negocio es la diferencia entre el interés que le pagan a la FED y lo que ganan invirtiendo en los países emer‐ gentes especulando con el precio de las de materias primas. De esta forma se intentó salir de la crisis de 2009. Este ingreso de capitales, que infló el precio de la soja permitiendo el acercamiento de los sectores sojeros con el gobier‐ no, sin embargo, obligó al banco central a comprar los dólares que ingresaban al mercado para evitar la apreciación nominal de la moneda. La emisión monetaria impulsó la inflación, la apreciación real del tipo de cambio y la caída del aumento de las reservas. En paralelo se dio un aumento de las importaciones debido a la perdida de competitividad de la producción nacional. El tipo de cambio estacionado en torno al 4 a 1 es la versión nacional y popular de la con‐ vertibilidad. La crisis con el aumento de las importaciones trató de solucionarse con trabas a las compra de productos extranjeros. En un mundo de “guerras comerciales” y devaluaciones competitivas el gobierno busca tapar el sol con las manos.
3. La lucha política al interior de la burguesía y el bonapartismo K Frente a este escenario convulsivo el gobierno le impuso a la burguesía su salida a la crisis mediante el saqueo de los fondos del banco central y del ANSES, desplazando del centro de la escena a la oposición. La estatización de las AFJP convirtió a la ANSES en una AFJP única y centralizada: en lugar de pagar jubilaciones de acuerdo a la evolución del salario y del costo de vida, las paga según el rendimiento de los fondos que maneja, que no por casualidad están invertidos en los mismos rubros que las AFJP: obligaciones negociables, títulos públicos y acciones de las grandes empresas. Estos fondos, que deberían dedicarse al pago del 82 por ciento móvil para los jubilados, son utilizados para subsidiar capitales y para tapar los baches de las cuentas públicas, que sin la transferencia de utilidades del banco cen‐ tral y la plata de los jubilados estarían en rojo. No podemos dejar de mencionar aquí que el gobierno destina 7000 millones de estos fondos para el pago de la AUH mientras que 130 mil millones van a subsidios al gran capital. La polí‐ tica social del gobierno sigue aquí los lineamientos del banco mundial: contener con los recursos del Estado la miseria
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El desarrollo de la izquierda independiente y revolucionaria en el país nos otorga un mandato para luchar a fondo por una perspectiva anticapitalista frente a la crisis
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social generando ingresos ciudadanos, como la AUH o la jubilación mínima que hoy esta en 1480 pesos. No por casua‐ lidad fue Carrió quien planteo el tema antes que el gobierno. Entre 2009 y 2011 el gobierno gano el consenso de la clase capitalista. Por eso en los foros empresariales los repre‐ sentantes del gobierno aparecen como principales oradores luego de que esos espacios fueran tribuna de la oposi‐ ción. El gobierno se “comió” la base social de la oposición de derecha y cerró una disputa al interior de la burguesía. De todas formas, el voto del gobierno expresa intereses contradictorios: el del empresariado que pide devaluación, moderación salarial y estabilidad en las cuentas públicas, para poder blindarse frente a la crisis, como el del mayoría de la clase obrera que veía en la oposición un representante del ajuste y la recesión. La votación en favor de Cristina Kirchner, por un lado, y el acentuado derrumbe de la oposición tradicional, por el otro, acentúa las características de arbitraje (bonapartismo) del gobierno. El régimen de autoridad personal tiene que imponerse sobre las múltiples fracciones del campo oficial, pero también sobre una oposición disgregada, o sea sobre un régimen político en abierta disolución. No debe confundirse el gobierno personal que emana del presidencialismo argentino con el bonapartismo, que representa una forma especial que no se reduce al presidencialismo. Néstor Kirch‐ ner, por su lado, intentó varias formas de método de gobierno, desde un bipartidismo centroizquierda‐centroderecha (que minimizaba al PJ, poblado de ‘centroderechistas’), un intento luego de ponerlo en el centro, hasta el aislamien‐ to final después de la 125 y la derrota electoral de 2009. Cuando le adjudicamos al gobierno actual el carácter de “bonapartismo tardío”, tomamos en cuenta la derrota reiterada que propinó al intento de la oposición de gobernar por medio del Congreso, a la cual le impuso, en distintos episodios de crisis, la estatización de las AFJP, el pago de la deuda con reservas del Banco Central y el manejo del Presupuesto por decreto. El alto porcentaje de votos que obtu‐ vo CFK tanto en las primarias como en octubre son la manifestación electoral de esta reversión política. Este bonapartismo es, sin embargo, “tardío” porque nace al final del ciclo del kirchnerismo y del ciclo económico internacional que llevó el precio de la soja por las nubes. Los K perdieron en 2009 en el momento más fuerte del impac‐ to de la crisis mundial en Argentina. Es también “tardío” porque la capacidad de arbitraje político en las condiciones de la bancarrota capitalista mundial es muy estrecha. Como todo bonapartismo, el episodio que vivimos ahora es una expresión de la completa crisis del régimen político y de los partidos tradicionales
4. Los desafíos de la izquierda La izquierda logró en esta elección un resultado importante, entre la elección presidencial y a diputados cosechó 660.000 votos. Se sostuvo la elección de las primarias y crecieron los votos para diputados, mostrando un principio de independencia política en un sector importante de gente que votó al gobierno y cortó boleta. En capital la izquier‐ da estuvo a menos de 3000 votos de consagrar un diputado y en provincia de Buenos Aires, la legislación proscripti‐ va impuesta por la dictadura y sostenida por la democracia impone un piso del 3 por ciento del padrón electoral, cuando la izquierda sacó el 3.57 de los votos emitidos, dejándonos afuera del reparto proporcional por sistema dhont. Esta elección fue la mejor elección de la izquierda desde 1983. Sin dudas una de los grandes derrotados de esta elec‐ ción es la izquierda desmoralizada que se integró a los partidos patronales, la vieja izquierda unida hoy esta repartida entre el gobierno y la oposición. El desarrollo de la izquierda independiente y revolucionaria en el país nos otorga un mandato para luchar a fondo por una perspectiva anticapitalista frente a la crisis: por la defensa del salario, contra la precarización y la tercerización laboral, por el 82 por ciento móvil para los jubilados, por el no pago de la deuda exter‐ na y por el cese de la fuga de capitales El gobierno tiene el 53% de los votos, pero carece de la orientación social y de la disposición política para ofrecer una salida. El derrumbe de la derecha nos otorga un escenario inmejorable para impulsar fondo una alternativa política de los trajadores.
Batalla cultural
Sobre el último libro de Beatriz Sarlo en torno al kirchnerismo
¿Un paso más en la batalla? Por Emiliano Ruiz Díaz
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n la tapa se puede observar un stencil de Néstor Kirchner apuntando con su dedo al horizonte, como dando una orden, impartiendo los lineamientos a seguir. Sin obviar por nuestra parte la relevancia que los liderazgos y los atri‐ butos personales suponen en la dirección política estructural, no es menos cierto que tanto este dibujo como el título del último libro de Beatriz Sarlo La audacia y el cálculo: Kirchner 2003‐2010 (Sudamericana), nos coloca ante una interpretación liberal de los hechos políticos y culturales de los últimos años en la Argentina. Se trata de dar centrali‐ dad a una explicación que nos viene a decir que fundamentalmente hemos asistido a la manipulación y a la individua‐ lidad atrevida de un hombre que se ha alzado por encima, no ya de las masas o el pueblo, sino de las garantías de una institucionalidad parlamentaria despreciada y relegada. Si bien el libro intentará luego dar cuenta de la trama simbó‐ lico‐cultural más profunda que subyace al fenómeno kirchnerista, y por más que incluso este sea su principal motivo, la elección de este título que habla de “audacias” y “cálculos”, empieza por contradecir o al menos neutralizar la pro‐ pia dimensión analítica que lo sustenta, aquellos estudios de la relación entre sociedad y cultura que Beatriz Sarlo ha trabajado con tanta precisión e inteligencia en algunas de sus mejores publicaciones y que aquí vuelve a ensayar. A diferencia de obras anteriores, este texto de Sarlo se enmarca visiblemente en una serie de títulos lanzados al mercado editorial y que comparten como rasgo común el abordaje de la temática kirchnerista, sea a favor o en con‐ tra, bien en el filo de la coyuntura, ahí en los reverberos posteriores al fallecimiento del líder del movimiento. Si bien en el prólogo la autora intenta despegarse de ciertas figuras, es evidente que esta obra forma parte de lo que podrí‐ amos llamar el universo de publicaciones inmediatas que abordan al kirchnerismo desde una matriz opositora, textua‐ lidades en el hueso de la polémica hiperactual y que, quiéralo ella o no, alinean a Sarlo en la palestra de personalidades tan diversas como Luis Majul, Marcos Aguinis, Nelson Castro, Eduardo Tenembaum o más recientemente el trotskis‐ ta Cristian Castillo. Es un libro que antes que nada, incluso antes que sus propios contenidos y postulaciones, viene a cumplir determinadas funciones en el mercado editorial y la coyuntura político‐cultural argentina, y por eso resulta tan significativo detenerse en los primeros signos que nos arrojan su título y la ilustración que lleva en la tapa. Lejos esta de ser algo casual o azaroso. Aún con todo esto, La audacia y el cálculo…no puede reducirse a un brulote de circunstancia por más que cumpla con algunos de sus rasgos. Sarlo despliega en su libro un interesante análisis acerca de la emergencia y el protagonis‐ mo de nuevos formatos comunicativos en lo que ella ampliamente denomina como el amplio campo de la “batalla cul‐ tural”. De este modo coloca la lupa sobre facebook, twitter, blogs y todas las plataformas tecnológicas que se imbrican en la cotidianidad política de nuestro tiempo. Un análisis que todavía no se ha realizado con la atención y pro‐ fundidad que se merece y que en el libro se trata con buen tino. A su vez, Sarlo se embarca en una crítica implacable hacia los formatos muchas veces acelerados y simplificantes de medios como la televisión y la adaptación de la clase política a estas reglas del marketing que se vieron con tanta claridad en las elecciones de 2009 en el programa de Tine‐ lli. Sin embargo, esta observación tan cierta luego pasa a ser motivo de comparación con los modos de dominación del “populismo” y da a entender que solo ciertas elites minoritarias gozarían de un entendimiento político‐cultural sig‐
nificativo y que el resto de la población sería una mera recepto‐ ra de consignas, completamente despojada de conciencia crítica. Una afirmación que parece ser contradicha por un momento his‐ tórico de politización para grandes capas de una sociedad argentina que conmovió los cimientos del sistema en diciembre de 2001 y asistió a fuertes movilizaciones y debates desde aquel tiempo a esta parte, por dentro del kirchnerismo pero también por fuera. Desde su especificidad intelectual Sarlo se detiene en el rol ejercido por los integrantes de Carta Abierta y programas como 678, a los cuales explica como partes diferentes pero complementarias en la centralidad de la “batalla cultural” desplegada por el oficialismo desde el conflicto agrario que se llevó buena parte de 2008. A los primeros les asigna acertadamente el mote de “brigada simbólica” (aunque no les reconoce mérito en recobrar el debate intelectual para los primeros pla‐ nos) y respecto de los segundos desarrolla una crítica a sus esquematizaciones oficialistas, muchas veces cerca de repetir aquello mismo que dicen combatir, y a las formas en que recortan la realidad según conveniencias. Cada una de estas apreciaciones son acertadas pero aparecen enunciadas desde el universo del republicanismo abstracto, desde la defensa implícita de los grupos económicos que dominan los medios masivos de comunicación y a los cuales a lo sumo se les achaca cuestiones estilísticas. Ni hablar de pasajes enteros donde todo lo que Sarlo tiene para seña‐ lar es la vestimenta de la actual presidenta, mostrar admiración por Elisa Carrió, no responsabilizar a Eduardo Duhal‐ de por los asesinatos de Kosteki y Santillán o donde se evidencia el menemismo de Néstor Kirchner durante los años noventa, no para cuestionar su complicidad con el neo‐liberalismo, sino para únicamente enfocar una contradicción en si misma. A excepción quizás de algunos pasajes mencionados y de una concreta denuncia de la relación del ejecutivo con los sectores sindicales defensores de la tercerización laboral que asesinaron a Mariano Ferreyra (algo que algunos intelectuales oficialistas suelen desconocer), la caracterización del kirchnerismo que se despliega en La audacia y el cál ‐ culo…no apunta jamás a polemizar con sus principales contradicciones y las grandes deudas sociales pendientes de ser saldadas. En simultáneo, si bien el libro logra desbrozar y entender la importancia de los avances del kirchnerismo en materia de dispositivos simbólico‐comunicativos en pos de generar una propia hegemonía política y social, no con‐ sigue explicar el fenómeno en toda su heterogénea complejidad y repite viejas fórmulas que interpretan enteros perí‐ odos históricos a partir de las volteretas astutas de una personalidad excepcional. Lejos de grandes textos de la exégesis nacional‐cultural de antaño como Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, el último libro de Bea‐ triz Sarlo puede llevarnos a reflexionar en torno a cuáles son los sectores políticos que hoy se hayan en condiciones de abordar la tarea de librar una batalla cultural, y por ende también política, que ponga de relieve una serie de con‐ ceptualidades alternativas y superadoras al posibilismo kirchnerista y permita dar pasos firmes en el fragor de la misma. Evidentemente la reciente y aplastante derrota a nivel nacional de las opciones más corridas hacia el liberal‐ conservadurismo obtiene su correlato en las esferas de una organicidad intelectual incapaz de permear sus ideas en el ánimo social común y general, aún con la ayuda de grandes plataformas comunicativas de diverso tipo. Con parti‐ cular énfasis, luego del 54% en las presidenciales, pareciera estar del lado de las nuevas generaciones intelectuales, artísticas y políticas que se plantean transformaciones profundas, la tarea de dar una disputa por las ideas que servi‐ rán de usina para acercarnos a un modelo de país igualitario, justo y soberano. 1/11/11
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Libro I: un nuevo capítulo del Rock
Charla con Última Cifra, la banda de Puan que sigue creciendo Por Nacha Urre
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s domingo. Los domingos siempre son melancólicos. Hace poco, charlaba con Alejandro, bajista de Última Cifra, y cuan ‐ do le conté mi intención de hacerles otra nota me dijo que quería que sea un domingo. Cuando pregunté por qué, me dijo: “así cortamos la náusea dominguera con un poco de rock”. Claro, yo no leí Sartre, pero la explicación me pareció muy gráfica: “La Náusea es como los domingos… un bajón. Hay que cortar eso siempre, si no te volvés un Roquentín cual ‐ quiera… ”. Así que para allá voy, a cortar la náusea dominguera con un poco de Rock de la mano de los chicos de Última Cifra, banda de Rock compuesta por Alejandro, en bajo; Ezequiel, en guitarras; Nahuel, en batería; y Plotino, voz, guitarra y teclados. La cita es pasada la comida del mediodía, así que me caigo con unos bizcochos y unas galletas que, además de mi almuerzo/merienda, son una clara demostración: quiero mates, chicos. El lugar de encuentro es la casa de Ezequiel: y allí estaban los 4, esperándome con la buena onda de siempre y ultiman ‐ do detalles para la salida de su “Acto III: Máscaras”. Nos sentamos en círculo, en la pieza/estudio de Eze y, mate de por medio, comenzó todo.
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–¿Quiénes son Última Cifra? –Ale: ¿Quién posibilita la creación? Sin la gente que nos hace el aguante, el proyecto no se sostiene: desde Tomy, el hermano de Eze, ayudándonos a robar una silla, hasta Euge, consiguiéndonos fechas, Nico sacando las fotos y haciendo las tapas de los Actos, Mauro, amigo oficial de la banda, junto con otros muchos, pintando la bandera y agi‐ tando en cada show que hacemos, la vieja de Eze trayéndonos la comida mientras estamos componiendo o graban‐ do completamente enajenados… Esto se gesta de a muchos. Lo interesante es que más gente se sume. Última Cifra sólo expresa algo que pareciera estar latente en muchos… La ganas de gritar algo. –Interesante eso de gritar, ¿gritar qué? –A l e: Gritar siempre es el resultado de un silencio. En la cultura del silencio y el individualismo, esos valores hegemó‐ nicos que se pretenden absolutos, hay gente que resiste: que grita. El rock siempre es resistencia. –Nahuel: Yo creo que lo que le falta al rock hoy es un mensaje. Porque en el vacío de su contenido está su masifi‐ cación, porque así se vuelve “adaptable” a un consumo mayoritario, y así se pierde uno de los fundamentos que yo creo que hicieron del rock un movimiento tan abarcativo. Se me ocurre en sus inicios, había bandas que intentaban dar algo más que temas. Yes retomaba el hippismo, y ellos se reivindicaban así al decir “Give peace a chance”, Rush tenía letras mas orientadas al objetivismo, Pink Floyd fue variando en su concepción, pero siempre dejando un concepto detrás, The Wall es quizás el ejemplo más claro por ser el más conocido, pero en sus inicios ya tenía esa orientación. Yo al menos me siento más cerca de esta concepción que de las actuales, y tratar de reflotarlas, no siendo los únicos, claro está, me parece algo más que loable. –Vamos a ustedes: ¿en qué andan? –Eze: Estamos terminando de grabar el “Acto III: Máscaras”. En realidad ya grabamos todo, estamos en post producción. Muy contentos la verdad. –Hablando de eso… ¿cómo está funcionando esta idea de los Actos? ¡Tres en menos de seis en meses! Expliquen un poquito de que se tratan sus “Actos” para aquello que no los conoz‐ can y las razones para editar su música de esa manera. –Ale: Bien, estamos muy contentos y seguimos adelante con la propuesta de los Actos. Para los que no saben: nosotros estamos sacando “Actos”, que a simple vista, parecen más bien un EP. Pero no, no es lo mismo: nosotros pensamos que el “disco” como concepto está muriendo, y vamos a acompañar esa muerte. Los discos no existen por formato artístico: son una imposi‐ ción de la industria musical, ¿por qué seguir su formato? Sacar un acto es gritar que se puede crear cultura de otra manera. –Nahuel: Y también tienen la diferencia con los EPs tradicionales la idea de que hay un hilo
conceptual en las letras, algo propio del rock en sus inicios con la historia de hacer discos conceptuales, que no es lo mismo que una historia, que hoy es más retomado por el rock o el metal progresi‐ vo. En el primer acto orientamos las letras un poco a la relación fun‐ dante del sujeto con el mundo, a grandes rasgos, con el yo, con el ellos y el nosotros; en el segundo acto, que parece más seguir una historia, tratamos de componer desde ese vínculo necesario e imperfecto entre un estado ideal de las cosas con su posterior mani‐ festación en nuestra vida; en el tercer acto las letras son más “introspectivas”, creo que el nombre “Máscaras” sirve para graficar bien el núcleo general de lo que va a ser la temática del tercer acto: Las distintas formas de auto‐percepción que tenemos, sea un puro vacío, una proyección hacia el mañana, o esa angustia de saber que no somos lo que queríamos ser. – P l o t i n o: Aunque esas son lecturas que se pueden hacer desde adentro y desde una perspectiva un tanto académi‐ ca. Me refiero a las letras y a lo que acaba de contar Nahuel. Es cierto, nosotros buscamos enmarcar conceptualmente cada Acto desde las letras e incluso desde la música, pero una vez que ya desarrollamos el marco viene la bajada a tie‐ rra, que es cuando cobra sentido la cosa porque, básicamente, se pueden traducir esas ideas tan complejas a canciones de rock. Si vos las escuchás, en un primer momento pueden parecerte simples, básicas, al menos algunas, que son las que más me gustan, las que me parece que salen mejor. El lenguaje técnico fue desde siempre, por ejemplo, desde los inicios de la imposición del latín como lengua docta, una herramienta para alejar a la gente, para dejarla afuera de todo saber, de todo mensaje. Eso por un lado, y, por otro lado, hoy el lenguaje técnico es, la mayoría de las veces, un refugio de gente que esconde bajo máscaras sofisticadas el hecho de que no tiene nada para decir, o de que no las entendió en su esencia y profundidad. Einstein decía que uno entiende verdaderamente algo cuando se lo puede explicar a su abue‐ la. Nietzsche decía que cuando uno tiene un mensaje profundo se esfuerza por ser claro. Cosas así. –Eze: Nosotros pensamos todo lo que hacemos, pero hacemos lo que sentimos: algo así sería. –Volviendo, ¿sacar un Acto es una forma de rebeldía? –Eze: Sacar un acto es no atarse a la forma tradicional de comercialización. Nosotros sacamos Actos, que son nues‐ tra forma de expresarnos a través de la música. Los pueden descargar de la página www.ultimacifra.com.ar y son gra‐ tis. En la era de Internet, el disco murió. Hay que acompañar esa muerte. El under no existe bajo el paraguas de las discográficas. –Plotino: Under viene de underground, significa “bajo tierra”, y bajo la tierra están los que no tienen voz. El under es, ante todo, un impedimento artístico, en el sentido de las condiciones que lo limitan. Uno no crea gracias al under, uno crea “a pesar del under”. Nosotros tenemos una inmensa suerte de poder grabar en lo de Eze de manera profesional, porque sino estamos fritos, al carajo con los Actos, porque no nos daría la guita ni para grabar uno al año. No podemos negar que todas nuestras ideas cuentan con esa condición de posibilidad que se llama “el mini‐estudio de Eze”. Y a par‐ tir de eso, los hacemos gratis, los editamos gratis. –Se replantea el negocio entonces… –Ale: Es que el arte no debe estar subordinado al capitalismo. Todos tienen que poder disfrutar del arte, no sólo los que tienen plata para comprar un disco. El capitalismo excluye, hasta en eso. Decide quiénes pue‐ den consumir cultura. Y los que no tienen acceso, se joden. El arte nunca debe ser un negocio: el negocio, parece ser la negación del ocio, ¿cómo vamos a negar‐ le a la gente la posibilidad de que en sus ratos de ocio escuche música? –¿Esa es su forma de “resistir”? –Eze: Hay varios frentes. Poder hacer que nos escu‐ chen gratis y romper con la forma tradicional de pre‐ sentar la música, es una. Hacer “buena” música es otra. La idea de bueno es susceptible de ser discutida… Pero nosotros pensamos que sí hay buena música. Todo el tiempo salen cosas nuevas para vender, desde un celu‐ lar nuevo hasta el nuevo cantante pop de moda, y vos pensás que necesitás tener eso… Así sale la música: como fenómenos de consumo, ¡todo el tiempo! Música descartable, que es reemplazada por la nueva moda. Desde los Back Street Boys hasta Justín Bieber, pasan‐ do por los wachiturros. –Me acordé de lo que decían una vez, de que estu‐ diar, leer es una forma de rebeldía.
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Música descartable, que es reemplazada por la nueva moda. Desde los Back Street Boys hasta Justín Bieber, pasando por los wachiturros. –Ale: ¿Es rebelde, contestatario, fumarse un porro, seguir el viejo lema de “Sexo, drogas y Rock and Roll”? En una sociedad donde el paco mata a los pibes, fumarse un porro no es sinónimo de nada. Hoy ser rebelde es leer, estudiar, instruirse… Ser un punkie que se caga a botellazos, drogarte como un descocido, pensar solamente en la guita, es caer en la trampa. –Claro, ustedes son todos universitarios… –Ale: Y no tanto… Estudiamos filosofía, fundamentalmente Nahuel y Plotino. Yo decidí parar 1 año, para perfeccio‐ narme en teoría musical en la Escuela de Música Contemporánea, Ezequiel estudia sonido hace varios años…. nos esforzamos por ser buenos músicos. La Universidad es una herramienta que nos da la oportunidad de pensarnos de manera crítica. Nada más. –Plotino: A mí también me resulta interesante el fenómeno que se da en las fiestas universitarias con la gente uni‐ versitaria. En la gran mayoría de las fiestas, la gran mayor parte del tiempo, solo se escucha cumbia villera. Es muy gra‐ cioso, ver como gente que se pasa la semana leyendo a Sartre o a Foucault siente que necesita comerse las eses o hablar como si fueran brutos para divertirse. Es interesante observarlo porque a partir de ahí captás que el paradig‐ ma de la pavada y de la mediocridad no tiene nada de espontáneo ni de inocente. Se ha desarrollado en nuestra cul‐ tura la idea de que “la música para divertirse” es esa. Se ha desarrollado la idea de que el tipo que se divierte y la pasa bien es un cuadrado, es el espectador de Tinelli. Y eso no se ha desarrollado por que sí.
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–La pavada, el paradigma de nuestro tiempo, ¿no? –Ale: Hay que resistirla, crear nuevo horizontes… Nosotros desde la música. Pero nos encanta ver nuevas formas de resistencia artística. –P l o t i n o: más que la pavada, el paradigma es la mediocridad, que no tiene ese aire adolescente de la “edad del pavo”. Lo remarco no desde un lugar elitista, sino desde el lugar de quien entiende que la mediocridad no es inocente, sino que, ante todo, es instrumento de estupidización masiva. Considerá simplemente el impacto existencial que tiene para un ado‐ lescente escuchar a Soda Stereo o escuchar a los Wachiturros. Los adolescentes buscan modelos a imitar, referentes, horizontes. Un chico que quiera ser como Soda Stereo no va a tener más remedio que ir a estudiar un poco de armonía, un poco de guitarra, un poco de canto, porque si no, no va a tener los recursos indispensables para aspirar a ese tipo de música. Un pibe que quiere ser como Wachiturros no tiene que hacer nada. Consigue un micrófono y ya está. Entonces el mensaje es claro: no necesitás estudiar, ni progresar, ni crecer en nada. Quedate donde estás. Aclaro que mis críticas no van dirigidas a los pobres pibes que hacen lo que pueden, que cantan lo que sienten, que escriben lo que les sale. Mi crítica va dirigida a quienes instrumentan esas propuestas para empobrecer al resto. Y mi crítica también va dirigida a quienes teniendo los recursos intelectuales y simbólicos para trascender un poco esa propuesta no lo hacen. La consu‐ men y, de esa manera, la alimentan. –¿Tienen planes para el futuro? –Eze: La idea es seguir sacando Actos cada 3 o 4 meses. Tres al año era la idea. Y en el 2013, sacar una compilación de los 6 actos que tendríamos. Sería como un “disco” con nuestra obra hasta el momento. La idea sería remasterizar, y mejorar el sonido, pero básicamente, es lo que ya está en Internet, más lo que está por venir. Sería un “Capítulo” si se quiere, un nuevo Capítulo del rock (risas). Este disco lo vamos a vender con la entrada de un súper recital que vamos a dar ese año. Un poco previsores, lo sé. Pero bueno, si todo sigue así de bien, la idea es seguir componiendo y tocan‐ do… Ahora tocamos el 25 de noviembre, en el Club de Arte, pueden visitar la página para más info… –Siguen con la propuesta de “Rock filosófico” entonces… –Nahuel: Todo depende de como lo definas. Creo que seguimos con esa idea de intentar arriesgar algo más en el armado de los temas, sea desde las letras, el concepto o incluso desde lo compositivo. Eso es lo que nos gusta hacer, pero no lo forzamos, es también necesario saber distinguir bien los momentos. Por eso lo tomamos con cautela todo esto del “rock filosófico”, como te dije en otro momento, nuestro background conceptual, por ponerle un nombre, se iba a filtrar inconscientemente, después podemos ver qué hacemos con eso, si sirve o no, etc… Yo creo que vale la pena intentarlo, ¿por qué no? Para hacer más de lo mismo sobra tiempo. No vamos a desperdiciar una idea a priori por el sólo hecho de que parezca pretenciosa. –¿Algo que quieran agregar? –P l o t i n o: Muchísimas gracias, Nacha. Como siempre.
http://laventanadenacha.blogspot.com/ Más info de la banda: www.ultimacifra.com.ar Facebook.com/ultimacifra.rock
Propiedad intelectual y soberanía: ¿qué nos espera para estos cuatro años? Por Scann
¿Qué es la propiedad intelectual?
La propiedad intelectual es un tipo general de pro‐ tección legal sobre bienes económicos, llamados “bie‐ nes intangibles”. Dentro de la propiedad intelectual, hay muchas formas de protección específicas, siendo las más importantes cuatro de ellas: el derecho de autor, las patentes, las marcas y UPOV. Aunque no lo parezca, en numerosas situaciones de nuestra vida cotidiana nos enfrentamos con situaciones vinculadas a la propiedad intelectual: cuando escuchamos música en la radio (derecho de autor), el aparato con el cual escuchamos música, que puede estar bajo una patente; el consumo de tal o cual producto (marcas); y, finalmente, la comida que consumimos puede también ser susceptible de algún tipo de propiedad intelectual (UPOV). El proceso que convirtió a los bienes intangibles en bienes monetarizables no es un proceso iniciado hace algunos años. Por el contrario, desde la década de los ‘70 la pregunta por la forma de monetarizar algo fácil‐ mente compartible e intercambiable (el conocimiento), cuyo valor era acumulativo y no depreciable, empezó a ser un tema común en los principales foros de las gran‐ des industrias (sobre todo, de las industrias estadouni‐ denses). Lo que observaban las principales industrias estadounidenses era que la posesión exclusiva de un conocimiento determinado sobre una forma de elaborar un medicamento, por ejemplo, les otorgaba una posición ventajosa en el mercado que les permitía negociar los precios y establecer alianzas estratégicas con sus principales competidores. Dado que los cárteles habían sido prohibidos en el siglo XIX y que la aplicación de las leyes anti‐trust (o antimonopólicas) era bastante rigurosa, las industrias encontraron en las patentes una forma ideal de esconder cár‐ teles y monopolios de manera legal. Tras la crisis de la OPEP y con la amenaza del gigante asiático, las industrias farmaceúticas, lideradas por el CEO de Pfizer Edmund Pratt Jr., convencieron al representante de comercio de Estados Unidos que era necesario incluir la propiedad intelectual como palanca de presión en las negociaciones bilaterales y multilaterales de comercio. La estra‐ tegia consistió en convencer al representante de comercio que la propiedad intelectual era un activo comercial que le otorgaría a los Estados Unidos ventajas competitivas en relación con el resto de los países; uno de los principales argu‐ mentos esgrimidos fue la defensa de la industria nacional en todos los países del orbe y la defensa de las fuentes de trabajo. Ese proceso de convencimiento y negociación interna desde Estados Unidos hacia afuera culminó con la firma de ADPIC en los años ‘90 como parte del ingreso a la OMC; desde ese entonces, la propiedad intelectual ha concurri‐ do como objeto de negociación en los tratados multilaterales (OMC) como bilaterales (ver, sin ir más lejos, los Trata‐ dos del Pacífico Chile‐Estados Unidos; Unión Europea‐Corea; entre otros). Estas estrategias han sido bien definidas como “estrategias cambiantes y combinadas” (Rodríguez Cervantes:2010), por darse la particularidad de que los paí‐ ses dominantes eligen los foros y mecanismos de discusión según su conveniencia, adoptando la firma de tratados bilaterales para subir los estándares y llegar luego a negociaciones colectivas donde se opta por dos vías: la primera, en convencer a los países que la adhesión a un nuevo tratado no modifica en nada su situación porque ya lo han fir‐ mado previamente de manera bilateral; la segunda, disciplinar mediante la primera estrategia a los países rebeldes como Brasil y la India, muy reacios a subir los estándares de protección de la propiedad intelectual por la presión de sus propias industrias farmaceúticas y sus constantes crisis sanitarias. Lo que no escapa a ningún ojo avizor es que lo que se discute detrás de la propiedad intelectual son, también,
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modelos de país. Argentina, por ejemplo, no otorgaba protección de patentes a los medicamentos, hasta que en 1995, adhesión a la OMC mediante y bajo el signo de la década neoliberal, comenzó a otorgar las patentes como parte del proceso de desindustrialización paulatina y de ausencia de una política pública en materia sanitaria. La producción nacional de medicamentos vio declinar parte de sus capacidades productivas, debido al golpe que supuso limitar la producción de medicamentos genéricos para favorecer un monopolio de veinte años sobre fórmulas químicas y medi‐ cinales. Si bien el campo farmaceútico es uno de los más sencillos de observar por su impacto inmediato en la vida de las personas, lo cierto es que la propiedad intelectual, como mencionábamos al comienzo, atraviesa múltiples y nume‐ rosos campos de la vida cotidiana, aún cuando los mecanismos de esta protección legal no sean fácilmente detecta‐ bles para un ojo no entrenado. Por lo tanto, es de suponer que la política en materia de propiedad intelectual también tiene numerosas consecuen‐ cias para el cumplimiento de derechos humanos tan básicos tales como el derecho a la salud, el derecho a la alimenta‐ ción o el derecho a la educación. Hablar de medicamentos y sus patentes; hablar del derecho de autor y la posibilidad de acceder a la cultura y a la educación; hablar de patentes y de semillas, es una forma de hablar de las tensiones que reco‐ rren de manera constante a la voracidad de una industria que busca la maximización de su ganancia, y una sociedad civil que tiene una serie de derechos adquiridos que debe hacer valer para no perderlos. En este sentido, la reivindicación de la soberanía alimentaria o el derecho a la salud están íntimamente ligados a la protesta contra los derechos de propiedad intelectual. La propiedad intelectual constituye cercos artificiales sobre bienes que, por sus características, deberían ser tratados de modo distinto al resto de los bienes económicos.
El mapa político de la propiedad intelectual en la Santa Sede del Peronismo: la Argentina kirchnerista
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El aluvión de votos que recibió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones generales de octubre significaron, para una buena parte de la población, un enorme reconocimiento hacia su gestión y la de Néstor Kirch‐ ner, a la par que le confirieron de una legitimidad casi inédita dentro del kirchnerismo. El porcentaje de diferencia res‐ pecto del segundo y la superación de votos para un candidato desde el regreso de la democracia, le permitirán a Cristina moverse con tranquilidad –con excepción de algunos cacareos mediáticos– al menos por dos años más. Por otra parte, el kirchnerismo alcanzó una mayoría propia para dar quórum a sus proyectos en el Congreso. Si bien en muchos aspectos resulta positivo este reacomodamiento de fuerzas (sobre todo con el segundo lugar de Hermes Bin‐ ner y sus diputados, que le permitirán al Congreso no ser la escribanía del Ejecutivo ni la máquina de impedir), en mate‐ ria de propiedad intelectual la predicción es el avance de Guatemala a Guatepeor. Lo cierto es que el gobierno kirchnerista no ha tenido problemas en otorgar sociedades de gestión colectiva a dere‐ chos que ni siquiera los fans de la propiedad intelectual, léase Estados Unidos, reconocen: la SAGAI, Sociedad Argen‐ tina de Artistas e Intérpretes en 2006 bajo orden de Néstor; y la DAC, Directores Argentinos de Cine, en 2009 con firma de Cristina. En el 2009 se extendió el monopolio sobre fonogramas, pasando de los 50 años originales a 70 años, a pedido de Fito Páez y del hijo de Mercedes Sosa, quien había fallecido ese mismo año y cuya primera obra, “La voz de la zafra”, estaba por entrar al dominio público. Tanto José Pampuro como Miguel Ángel Pichetto, hombres dóciles del oficialismo, presentaron sendos proyectos de ley referidos al derecho de autor; el primero, redactó un proyecto de ley en 2007 que ampliaba las penas y resultó ser tan vergonzoso que lo tuvo que retirar por cuenta propia. El segundo, trató de sacar en 2011, a pocos meses de las elecciones, el canon digital. El intento ya lo habían hecho otros dos hom‐ bres cercanos al oficialismo en 2009: Claudio Morgado y Daniel Filmus. En materia de derecho de autor, la política del kirchnerismo –acompañada por el radicalismo– fue regresiva. Una suerte similar corrieron las patentes sobre medica‐ mentos; Daniel Filmus impulsó en 2005 la adhesión por parte de Argentina a los Protocolos de la Declaración de Doha sobre Propiedad Intelectual y Salud Pública que complican los trámites burocráticos para cuando los países necesitan una licencia obligatoria por crisis sanitaria. Si bien Argentina nunca hizo uso de las excepciones a la propiedad intelec‐ tual que podría haber implementado, según la OMPI, en virtud de ser un país en vías de desarrollo, lo cierto es que la adhesión a un protocolo que complica los trámites tampoco parece ser el mejor camino para implementar medidas progresivas que favorezcan a los sectores más pobres. El camino de las patentes, sin embargo, suele presentar más matices que las políticas de derecho de autor. El país sigue resistiéndose a aceptar, por ejemplo, las prerrogativas de Monsanto en lo referente a la protección de sus semillas. Como sea, es difícil saber si la política de propiedad intelectual en el kirchnerismo surge por puro desconocimien‐ to o se trata de real malicia. En algunos casos, los interlocutores que le piden los proyectos al oficialismo (Fito Paéz, Susana Rinaldi, Andrea del Boca, Pablo Etcharri, León Gieco, entre otros), le resultan cercanos, queridos y en ocasio‐ nes hasta necesarios. Sin dudas, el respaldo político de muchos artistas a la gestión de Néstor y Cristina es una actitud genuina nacida de sus convicciones políticas; lo triste, en todo caso, es que usen ese acercamiento político para la con‐ secución de favores, como fue el caso patente de la SAGAI. Lo que sí es seguro que el oficialismo requiere que los con‐ troles ciudadanos sobre esta materia se ajusten: la enorme legitimidad popular conseguida en las urnas no debe significar un relajamiento en el seguimiento de las políticas del kirchnerismo. El circunstancial líder opositor Hermes Binner tiene, en este sentido, una política bastante a contrapelo del kirch‐ nerismo. La municipalidad de Rosario fue uno de los primeros distritos en incorporar al software libre como política de Estado; a la capacitación docente para el programa Conectar Igualdad sólo se le permite utilizar software libre; en el espectro político del FAP se encuentra también Eduardo Macaluse, uno de los opositores a la extensión de fonogra‐ mas en el 2009 y redactor de la ley de estándares abiertos para la administración pública. En este sentido, una oposi‐ ción inteligente y una adhesión crítica deberían bastar para tratar de no empeorar la situación de la propiedad intelectual, que amenaza seriamente la soberanía política sobre la cultura, la salud y el medio ambiente. Lo que se nota enseguida es que en ningún caso se trata de una política sin matices. Mientras que en el campo del
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derecho de autor la tendencia del kirchnerismo es a otorgar cada vez más monopolios a los artistas, en otros casos oscila entre la defensa de la soberanía y el otorgamiento de beneficios a grandes empresas multinacionales. A nivel económico, la realidad de la propiedad intelectual es que se constituye siempre en un peso muerto sobre los sectores productivos, dado que es una renta pasiva que no produce ningún tipo de bien y/o servicio que reingre‐ se nuevamente al circuito económico, generando actividades económicamente productivas. El peso del canon digital, por ejemplo, resultaría tremendamente regresivo para los fabricantes de los dispositivos gravados; la asignación de mayores derechos de autor es una garantía segura de un desequilibrio en la balanza de pagos (Argentina gira más dinero por derecho de autor del que recibe) y ni hablar de la cantidad de regalías anuales que se pagan por desarro‐ llos tecnológicos efectuados fuera de Argentina, lo que limita, además, el desarrollo del modelo productivo de susti‐ tución de importaciones. Es imposible sustituir una tecnología de la cual se desconoce su modo de fabricación o no puede copiarse el circuito integrado que la compone porque así lo prohíbe una ley, por mencionar sólo un ejemplo; el ensamble de BlackBerrys no es lo mismo que la producción de BlackBerrys. La pregunta de fondo es, en todo caso, si pueden mantenerse planes de industrialización a largo plazo dejando intacta la propiedad intelectual. Como corolario, habrá que preguntarse si el gobierno kirchnerista tiene deseos o no de dar ese paso y hasta dónde. Recordemos que el incumplimiento de algunos de los Tratados de la OMC pueden sig‐ nificarle a la Argentina (y a cualquier país) ser llevados a panel en la OMC y obligados a establecer un resarcimiento, ya sea económico o algún mecanismo que elija el país que se sienta afectado. Por lo tanto, la situación es más com‐ pleja de lo que parece; lo que sí es claro es que, aún con esa limitación a la soberanía nacional, deberían adoptarse dos caminos: por un lado, implementar las excepciones y los sistemas de flexibilidades que permiten los tratados interna‐ cionales en la materia (Argentina es, por ejemplo, uno de los 20 países de los 189 que están adheridos al Convenio de Berna para la Protección de Obras Literarias y Artísticas que no tiene excepciones para bibliotecas, a pesar de que Berna se lo permite); por el otro, no deberían aumentarse los años de protección, los plazos o el alcance de la protec‐ ción, atendiéndose al principio precautorio que establece que frente a la incomprobabilidad del daño, lo mejor es no aceptar la reforma en la materia. Sin embargo, el mayor desafío estará en la integración regional. Se encuentra en negociación la firma de un Trata‐ do de Libre Comercio entre el MERCOSUR y la Unión Europea, parcialmente paralizado por la crisis económica en Europa. Este tratado, entre otras cosas, le exige al MERCOSUR la adhesión al UPOV 91, tratado que como mencioná‐ ramos anteriormente impide el acopio de semillas para la próxima cosecha. A nivel de derecho de autor, solicita tam‐ bién que los ISP (proveedores de servicio de Internet) apliquen medidas contra aquellos que vulneren los derechos de
En 1995, adhesión a la OMC mediante y bajo el signo de la década neoliberal, comenzó a otorgar las patentes como parte del proceso de desindustrialización paulatina y de ausencia de una política pública en materia sanitaria
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propiedad intelectual en la red, convirtiendo así a los proveedores de servicios en virtuales parapolicías que deberán vigilar y castigar dentro de la red. Este Tratado de Libre Comercio está plagado de lo que se conoce como “claúsulas ADPIC‐Plus”, es decir, que van más allá de lo establecido por ADPIC. Brasil, por su parte, no tiene interés en firmar un TLC que le restrinja la acción sobre la propiedad intelectual. En materia de propiedad intelectual, el escenario político es complejo y no siempre está claro. Las patentes y los derechos de obtentor poseen más matices que el derecho de autor; sin embargo, un cambio en los primeros tendrá consecuencias sociales mucho más profundas que un cambio en los segundos. Por lo tanto, habrá que observar con detenimiento el desarrollo de este mapa político por lo menos de aquí a dos años, cuando vuelvan a producirse elec‐ ciones nacionales para diputados y senadores.
¿Y por casa cómo andamos? Addenda sobre CADRA
En 2009, se firmó también un convenio que tuvo escasas repercusiones en el mundo político de la Universidad de Buenos Aires, con excepción de algunas voces disidentes que no llegaron a hacerse escuchar. El convenio se trataba, más bien, de una licencia mediante la cual la Universidad de Buenos Aires se comprometía a pagarle a CADRA (Centro de Administración de Derechos Reprográficos de Argentina) un porcentaje de dinero (en concreto, 300.000 pesos anuales) por una “licencia de fotocopiado”. La licencia resultaba ridícula por varias razones; entre ellas, porque no son las universidades las que hacen las fotocopias, porque las universidades financian con fondos públicos el 80% de la investigación o porque CADRA no tiene la personería jurídica necesaria para operar como gestora colectiva (es decir, como representante) de todos los autores; sólo puede representar a sus asociados. En este marco, el CADRA tiene preparado ya un Anteproyecto de Ley para convertirse en una gestora colectiva igual a SADAIC (es decir, con monopolio de la representación de todos los autores, aún cuando estos no lo quieran). El borrador llegó al Poder Ejecutivo, pero desde que la Cámara Argentina del Libro cometiera la torpeza de invitarlo a Mario Vargas Llosa en 2010, la relación entre la CAL‐CADRA y el gobierno se enfrió hasta llegar a las trabas de impor‐ taciones de libros impresos en el exterior implementada por Guillermo Moreno recientemente. El negociado CADRA‐UBA estará sujeto a consideración nuevamente en 2013. La UBA no sólo debería rechazar esta licencia usurera, sino que además debería comenzar a implementar una política de acceso abierto respecto de los materiales producidos con fondos públicos. Esperamos que esta infografía que te dejamos acá te sirva para graficar el tema. Las fuentes para su elaboración pue‐ den encontrarse en http://www.cadra.org.ar, en especial todo lo referido a los convenios, las licencias y la administra‐ ción del dinero; en cuanto a los porcentajes bibliográficos, se desprenden de un estudio (todavía en curso), sobre 9.000 textos relevados de la bibliografía obligatoria de las nueve carreras de la Facultad de Filosofía y Letras para el año 2010, donde se consignaron los textos que tenían convenio con CADRA a través de su editorial o de su autor. La infografía fue realizada por Derecho a Leer.
Si te interesó el tema y querés seguir leyendo, entrá a: http://cor.to/aF8, donde hay bibliografía y textos para descargar. También podés visi‐ tar: http://vialibre.org.ar/materiales, donde vas a encontrar cuatro libros que te van a ser muy útiles como introducción al tema.
La determinación y lo indeterminado: la visión kirchnerista de los medios Por G.B. 29
Antecedentes
A partir del conflicto con el campo el movimiento encabezado por Néstor Kirchner se dio cuenta de algo que hasta ese momento les había estado oculto: para poder continuar con el modelo era necesario construir un espacio propio en los medios. Clarín, hasta entonces el más acérrimo aliado, había traicionado la causa, y eso significaba quedarse sin el apoyo del monopolio mediático más grande del país. El proceso de construcción de este nuevo espacio abarca desde el conflicto por la 125 hasta el 25 de mayo de 2010, siendo el momento de quiebre la elección legislativa de 2009. El ciclo se cierra con el éxito rotundo de los festejos del bicentenario, que mostraron como el objetivo se había logrado: existía un aparato comunicacional lo suficientemen‐ te fuerte como para convocar a miles de personas independientes (entendiendo como independientes que estas no se encontraran relacionadas con la militancia). El triunfo avasallante de Cristina en las elecciones no es más que la con‐ solidación del proyecto comunicacional iniciado por Néstor. Esto no quiere decir, por supuesto, que el único factor relevante para la victoria del gobierno es 6, 7, 8, sino que en ese ámbito las mejoras son evidentes y constituyeron uno de los pilares para la victoria. Esta breve introducción sirve como una puesta en antecedente para poder realizar el análisis de la visión kirchne‐ rista sobre los medios, tal como se expresa en varias declaraciones y por sobre todas las cosas, en las acciones que se vienen llevando a cabo en los últimos tres años. Se trata de una lógica binaria (no estoy hablando acá del sentido tri‐ vial que usa el periodismo berreta de la oposición) que analiza la relación entre instituciones y pueblo como una de determinación directa, en la cual el acontecimiento kirchnerista funciona como fundamento para el cambio en la rela‐ ción de poder entre las corporaciones y el Estado.
Las corporaciones
Las corporaciones, el poder económico, resulta en principio el gran enemigo del Gobierno actual. Es posible hacer una primera crítica a esto, ya que supone al Estado como un lugar neutral, un campo de batalla en el cual se enfrentan el pueblo y el poder económico concentrado. La principal característica de las corporaciones, según el kirchnerismo, es que son un poder oculto que actúa de forma mediata utilizando para eso los grandes medios de comunicación (respon‐ diendo así a su nombre). Históricamente las corporaciones se identifican con la oligarquía y la gran burguesía nacional. Los medios actuarían sobre lo indeterminado (el pueblo, lo popular) de una forma directa, vaciándolo de ideología, despolitizándolo, y de esta forma dejando una masa maleable, dispuesta para la segunda acción que es la corporati‐ va. Hay entonces dos momentos: primero una aparente deformación (y sin embargo todo contenido siempre tiene una forma previa, véase Simondon, por lo que en realidad consiste en una reformación del pueblo como unidad sin forma), y luego una determinación en segundo grado, la acción estatal neoliberal que permite la obtención de la plus‐
Los medios cumplen el papel de deformadores de la realidad, de ahí el famoso slogan “Clarín miente”
valía “salvaje”. Los medios cumplen el papel de defor‐ madores de la realidad, de ahí el famoso slogan “Clarín miente”, lo que permite luego la utilización de esta fic‐ ción como base para una acción contraria a los intere‐ ses del pueblo (nótese la similitud entre esta teoría kirchnerista y la obra de Naomi Klein “La Doctrina del Shock”). El estado en este relato es un significante vacío, ya que sólo actúa como representante de los intereses de los poderes económicos concentrados, bajo una doble amenaza: mediática y económica. Esto no significa que no haya habido gobiernos que hayan favorecido este movimiento, o que sigan existiendo (lugar que sin dudas le corresponde según el kirchnerismo a Macri).
La propuesta kirchnerista
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Para oponerse a esta estructura de dominación el kirchnerismo lo que ha tratado (con rotundo éxito) es construir un sistema casi equivalente que sirve como contrapeso para la acción de las corporaciones. Los medios “contra hegemónicos” de este movimiento neo peronista actúan a primera vista de la misma mane‐ ra en la que actúa lo que ellos critican, aunque un análi‐ sis mas profundo permite distinguir importantes diferencias que constituyen en este momento la gran fortaleza mediática de este gobierno, sin que los inten‐ tos para evitarlo hayan podido siquiera hacer mella. Según la visión del kirchnerismo los medios contra hegemónicos sirven para dos propósitos: Defender al gobierno de las mentiras propagadas por las corpora‐ ciones y funcionar como elemento de fidelidad entre el pueblo y el acontecimiento de 2003. Para lograr el pri‐ mer objetivo estas fuerzas accionan de la misma forma que aquello con lo que luchan (salvo tal vez Página/12, aunque en los últimos tiempos esta distinción esta decayendo), buscando desacreditar cualquier crítica al gobierno, y en caso que esto no sea posible relativizarla de tal forma que parezca mas bien algo elogiable. Esta actuación en defensa del Estado por parte de los medios oficiales sería en realidad una defensa de los intere‐ ses del pueblo, que se ven representados verdaderamente por el gobierno actual. Esto más allá de la cuestión de mayorías y minorías electorales: el kirchnerismo cree ser un fiel reflejo de los intereses y necesidades del pueblo. La relación entre movimiento y pueblo tiene en el kirchnerismo dos planos: Uno es el plano puramente burocráti‐ co, es el aparato estatal que permite demarcar lo que es considerado pueblo de los otros cuerpos sociales y actuar sobre este de forma directa, sin ningún tipo de intermediario. La relación entre líder y pueblo siempre es directa en el peronismo, y el kirchnerismo no escapa a esta verdad. Sin embargo, para suturar esta relación es necesario un tercer elemento. Es necesario que además sea un elemen‐ to particular. Este sería el acontecimiento provocado por la asunción de Néstor Kirchner al poder. La interpretación de esto varía, siendo motivo de una gran divergencia. Para ciertos grupos, la subida del kirchnerismo al poder es un evento completamente azaroso, ya que este salió segundo en las elecciones. Esta es la interpretación favorecida por cierta oposición al gobierno. En el relato mítico, la principal característica de Néstor es la desmesura, su hybris trági‐ ca. Esto no solo ha sido afirmado por el relato oficial, sino que es posible que haya alcanzado el status de sentido común. 1 Bordieu, Pierre, “La juventud no es más que una palabra”, Sociología y Cultura, Grijalbo, México, 2002.
El acontecimiento kirchnerista funciona como fundamento para el cambio en la relación de poder entre las corporaciones y el Estado. Néstor es entonces el sujeto que concentra el lugar de unión, de reaseguro de la fidelidad de la relación en la verdad. Castigado quizás por su amor desmedido al pueblo, como corresponde a toda historia clásica, pier‐ de la vida por un problema de salud. Es entonces Cristi‐ na la que se erige en heredera, en custodia de esa herencia, y el objetivo del periodismo militante no es mas que el de afirmar la penetración del relato mítico para así mantener la conexión. Su trabajo es eliminar cualquier tipo de disidencia de lo que consideran izquierda. Esto no es posible negarlo, pero para evitar críticas sirve este link: http://www.youtube.com/watch?v=pLbSWIUXtnM. También es posible mencionar los artículos de Tiempo Argentino sobre el Pollo Sobrero, y es posible seguir así con una larga lista.
Problematización y críticas
Es preciso ahora retornar al problema que es tema de este artículo. El análisis realizado de las dos partes en con‐ flicto permitió distinguir diferencias y similitudes, pero sin poner en cuestión los supuestos que permiten el desarro‐ llo de estas líneas de acción. Como indica el título del artículo, el gran supuesto es la relación entre la determinación y lo indeterminado. En primer lugar, la determinación se realiza de forma directa, pero a la vez es necesaria una sobredeterminación o mediación. En el caso del poder económico, se ejecutan dos determinaciones: una mediática y otra económica. En el caso del kirchnerismo, se realiza una determinación directa del aparato estatal, y el acontecimiento de Néstor sirve como mediación entre el aparato y el pueblo, garantizando la fidelidad. Esto lleva necesariamente a la pregunta de por qué es necesaria una sobredeterminación, si el pueblo (lo indeter‐ minado) es pensado continuamente en la forma de la pasividad. No hay accionar del pueblo tanto en el neoli‐ beralismo (apolítica) como en el kirchnerismo (ya que la sobredeterminación es necesaria el acontecimiento delega el poder popular en el estatal, toda conquista popular es debida a la acción del esta‐ para tra tar de controlar las do). Es evidente que la sobredeterminación es necesaria manifestaciones del pueblo en tanto para tratar de controlar las manifestaciones del pueblo en tanto estas se desvían de la norma. La doble suje‐ e s tas se desvían de la norma. La ción permite un mayor control, asegurando la estabili‐ dad. Un acontecimiento revolucionario es imposible en doble sujeción permite un mayor tanto el estado actúa en su nacimiento, determinándo‐ lo y de esta forma arrancándolo del ámbito del pueblo. control, asegurando la estabilidad. Esto no siempre es logrado, pero el daño se reduce al mínimo, siendo casos de esto lo sucedido en el Indoamericano o en Jujuy.
Conclusión
El kirchnerismo se ha constituido hoy en día en el grupo político más poderoso del país. Esto no sólo se ve confir‐ mado en las urnas, sino que además es el lugar desde donde parte toda iniciativa política viable. Su diagnóstico de la realidad en términos pragmáticos resulta irreprochable, ya que ha formulado un sistema que ha sabido adaptarse a distintas circunstancias, y por sobre todo a grandes pérdidas. Esto plantea un desafío para la izquierda actual, que se había acostumbrado a partir de la dictadura a luchar con‐ tra un rival fijo, y ahora se encuentra frente a un movimiento que pone en el tapete ciertas contradicciones de la izquierda, y toma banderas que siempre habían sido enarboladas por esta. La reacción ante esto ha sido equivocada: Ciertos grupos han tratado de asimilar el kirchnerismo al neoliberalismo como si fueran iguales, lo que resulta imposi‐ ble. Otros, en cambio, han tratado de desmentir lo que se promociona como logro, discutiendo precisamente en el terreno que más le conviene al movimiento encabezado por Cristina Fernández. Es entonces imperioso volver a pensar estratégicamente, saliendo de la mera coyuntura, para poder definir un plan de acción alternativo a la hegemonía kirchnerista. En el análisis presentado por este texto es posible ver una salida posible, que consiste en un retorno al trabajo con las bases, con aquello que no encuentra expresión por ser conside‐ rado en la situación estatal como un conjunto indeterminado. Es ahí, y no en aventuras electorales o en lecturas mio‐ pes, donde reside la gran posibilidad para la izquierda en estos tiempos. Al menos hasta que lleguen la crisis mundial y/o el fin del mundo.
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El discurso del Rey E
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Por j la rata
ntre las diez películas nominadas al Oscar a la mejor película 2011 estaban, como cabía esperar: 1) la representante de los efectos especiales (Inception, Christopher Nolan), 2) la representante del morbo “basado en una historia real” con fantasías de lección moral, cuya única lección platónica y protestante es siempre la misma: conócete a ti mismo, conquista el mundo trabajando (127 Hours, Danny Boyle), 3) una que testimonie la capacidad de Hollywood para tematizar algún asunto polémico, –o mejor, algún asunto que haya sido polémico hace diez o veinte años– (Black Swan, Darren Aronofsky) y 4) una que formalice de manera más o menos farandulesca (la historia entendida como his‐ toria de príncipes) algún mito realmente actual (The Social Network, David Fincher). Firmes candidatas. Todas (excep‐ to tal vez la de Fincher) cubrieron más o menos cada uno de los ítems con los que la topología autoproclamatoria de la industria cinematográfica americana configura el mapa hacia la cumbre (todas dicen: nosotros podemos hablar así, de esto, enseñando aquello y siempre haciendo pop). Con todo, y aunque creo que la Jerosolimitana Portman tiene el gran mérito de haber logrado este año un mejor trabajo que Geoffrey Rush, la Academia eligió coronar a The King’s Speech (Tom Hooper y David Seidler). El discurso del Rey también está “basada en una historia real”. En realidad, está “basada” en un libro escrito por Mark Logue, nieto de quien fuera Lionel Logue. El libro se titula, humildemente El discurso del Rey: Cómo un hombre salvó la Monarquía Británica. La película pone en escena una metamorfosis. Su protagonista es el Duque de York, Ber‐ tie, hombre inteligente, noble y decente. Ante la muerte de su padre, el Rey Jorge V, y la dimisión al trono de su her‐ mano mayor y atorrante, Bertie se halla frente a la necesidad repentina de transformarse en monarca. Y eso significa transmitir por radio, en vivo, hablar en público. Bertie es tartamudo, y por eso su mujer le arregla una entrevista con Lionel Logue (Rush), terapeuta del habla poco ortodoxo (o sea, iniciado en los fantasmas del Edipo freudiano) quien, a fuerza de ejercicios musculares y mentales, permite a Bertie sobrevivir exitosamente la metamorfosis en Jorge VI. Hay final feliz. El Rey llega justo a tiempo para ocupar su lugar en la Historia. Empieza la Segunda Guerra Mundial, y gracias a las técnicas de Logue, los Británicos podrán seguir a su estrella guía en la comodidad de sus hogares. Por lo tanto, la razón por la cual Hollywood se emociona no es moral (enseñar aquello ‐ 127 hours), técnica (hablar así ‐ Incep ‐ tion) ni política (hablar de esto ‐ Black Swan), sino épica1. The King’s Speech pone en escena la epopeya del devenir espectador del pueblo. Es decir, la gesta de la hegemonía espectacular. Elegimos cinco momentos, cinco gestos (miradas, frases, silencios: enunciados). 1925. Comienzo de la película. La primera puesta en escena del Duque de York. Es Bertie frente al micrófono. Bertie frente al público. El pueblo escucha (pero sobre todo mira) sorprendido, el tartamudeo del soberano inexperto (ama ‐ teur). 1936. Jorge V agoniza. Muere. El hermano mayor del Bertie, Eduardo, hereda la corona, a la que renunciará más adelante para poder casarse con una mujer separada. En una fiesta, el Duque increpa a su hermano, por no cumplir con sus tareas de Rey, y por comprar “aún más perlas” para su amante mientras “hay gente marchando por Europa cantando The Red Flag” (o sea, apoyando al partido laborista). Eduardo responde a su hermano que deje de preocu‐ parse, que Hitler se encargará de ellos (curiosa confusión entre laboristas y comunismo soviético, bien trash). Bertie compone su mejor cara de best‐actor‐oscar‐winner, para preguntar solemnemente: ¿Y quién se encargará de Hitler? 1
Por supuesto, no es política para Hollywood. Para nosotros, no es otra cosa.
Podríamos resumir, pero mejor lo hará Churchill, cinco escenas más adelante “La guerra con Alemania va a llegar, y vamos a necesitar un Rey detrás del cual todos podamos unirnos” (stand togheter) 1939. Escena Final. El Duque Bertie ha completado su transformación. Es ahora el Rey Jorge VI y le toca transmitir la declaración de guerra contra Alemania. Un acto de habla performativo masivo (mediante esta pronunciación, todos los ingleses pasan a estar en guerra) efectuado por un solo hombre. Cada uno de los elementos de la primera escena reaparecen (invertidos). Resguardado, desde el Palacio, guiado por Logue y utilizando varias técnicas (es decir, de manera profesional), el Rey habla. Su discurso es emocionante. Contundente. Efectivo. El público, en sus casas, y en las afueras del palacio, escucha en silencio. Presta atención. Mira (mira un televisor, mira las rejas y la arquitectura de Buckingham). El discurso es bastante fiel a aquel con el que, efectivamente, Jorge VI declaró la guerra a Alemania. Un texto más bien pobre de recursos que se inscribe en (¿inicia?) un género que sigue produciendo (cfr. los discursos de Bush previos y contemporáneos a sus invasiones). El discurso finaliza, y el Rey hace exactamente cuatro gestos: 1) hace un chiste 2) reconoce, agradece al profesional que lo ha formado 3) es felicitado y reconocido por las figuras del poder y finalmente 4) sale al balcón. Vientos y cuerdas venían preparando el momento. El pueblo, ya público, ovacio‐ na. El rey, la reina, sus hijas, frente a los espectadores fascinados. Iluminación y música crean el ambiente adecuado. Las partes se encuentran y la escena se completa. La acumulación espectacular originaria. Ya es tapa de Revista. La familia real. El monarca‐famoso. Escena primigenia y modelo del soberano espectacular que, por fin, se ha instalado. Baja el telón. Estos cuatro gestos del Rey trazan el cuadro de una figura. Pero faltan dos gestos. No se mueva de ahí, no cambie de revista. Ahora viene la propaganda y en seguida retomamos. El cine, según anunciaba Benjamin en 1936, venía a sacar al arte de la prisión cultual. Primero, porque desaparece‐ ría el “aquí y ahora” y, en consecuencia, también lo haría el aura (del actor, de la obra). Segundo, porque se colocaba al público en la situación de experto, pero de un experto “que se dispersa”, pues ya no se exige atención. Así, la masa, que tenía una actitud retrógrada frente a Picasso, pasaba a ser progresiva frente a Chaplin, porque la técnica le daba la oportunidad de organizar la recepción (podían sentarse todos juntos, y a la vez, y relajarse). El tiempo y el desarro‐ llo de la técnica demostraron que las hipótesis de Benjamin eran válidas, pero también se vio que tenían que ser aco‐ tadas o actualizadas. En primer lugar, se dijo, esta situación de experto que se dispersa corría el riesgo de posicionar a las masas en una situación de extrema pasividad. Es cierto que todo hecho discursivo es parte de un diálogo, pero eso no implica que el puesto de enunciador esté disponible para todos y para cada uno. Esta es una de las ideas que sostiene Debord en La Sociedad del Espectáculo (1967). El resultado, señaló o se olvidó de señalar Debord, es una esfe‐ ra libre de las fantasías de la autonomía del arte cultual, pero regulado según su propia autonomía relativa: “El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden presente mantiene consigo mismo, su monólogo elogioso. (…) Aunque el espectáculo, tomado bajo su aspecto restringido de “medios de comunicación de masa”, que son su mani‐ festación superficial más abrumadora, parece invadir la sociedad como simple instrumentación, ésta no es nada neutra en
Las grandes experiencias colectivas del nuevo mundo son inenarrables, no producen relato. Sin relato no hay historia, y sin historia no puede haber soberanía. El fin de esa crisis de soberanía es lo que The King’s Speech celebra. realidad, sino la misma que conviene a su automovimiento total” (tesis 24). Entonces, respecto de esta esfera, cuya dimensión revolucionaria advirtió Benjamin, no se debería olvidar lo específico de su forma de comunicación: la unilateralidad. “…si la administración de esta sociedad y todo contacto entre los hombres ya no pueden ejercerse si no es por intermedio de este poder de comunicación instantánea, es porque esta “comunicación” es esencialmente unilateral; de forma que su concentración vuelve a acumular en las manos de la administración del sistema existente los medios que le permiten continuar esta administración determinada. La escisión generalizada del espectáculo es inseparable del Estado moderno, es decir, de la forma general de la escisión en la sociedad, producto de la división del trabajo social y órgano de la dominación de clase.” (ibídem) Acerca de la superación de esta unilateralidad específica, ya escribimos algunas líneas (ver nota en Revista del CEFyL Nº 4). Acerca de su configuración, en parte, tratan estas líneas. Ahora, si bien se dijo que el cine se despojaba a sí mismo del aura, lo cierto es que Benjamin llegó a ver que el valor cultual no desaparecía, ni era eliminado, sino que se trasladaba. “A la atrofia del aura el cine responde con una cons‐ trucción artificial de la personality fuera de los estudios; el culto a las ‘estrellas’, fomentado por el capital cinemato‐
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gráfico”. El valor cultual encuentra una nueva lógica de reproducción en el Star System (la lógica del ausstellungswert, pero lo dejamos para otra nota). El actor pierde el aura, pero solamente en tanto que actor. Mientras que nace la figu‐ ra que vimos antes en los cuatro gestos del Rey: nace el famoso. El Aura sufre una metamorfosis de la cual emerge como fama. “Magia averiada”, escribe Benjamin. “Mercancía” (acerca del status del famoso, cfr. la mencionada nota publicada en la revista del CEFyL Nº 4). Algo más (¡todavía más!): este proceso de metamorfosis no es exclusivo del cine. La política está transitando exactamente el mismo camino, la técnica selecciona nuevos protagonistas… “De lo cual resulta una nueva selección, una selección ante esos aparatos, y de ella salen vencedores el dictador y la estrella de cine” Cuarto momento. El Duque Bertie llega justo a tiempo para ver a su padre emitir un mensaje navideño, de esperan‐ za y aliento en tiempos de crisis. La luz roja se apaga, un profesional fotografía al Rey. Bertie intenta practicar con el micrófono, pero tartamudea como nunca. Le pregunta a su padre: ¿No crees que pueda hacerlo? El rey contesta: This devilish device will change everything if you won’t. In the past all a King had to do was look respectable in uniform and not fall off his horse. Now we must invade people’s homes and ingratiate ourselves with them. This family is reduced to those lowest, basest of all creatures…we’ve become…actors!2 Quinto momento. La familia real en la sala de proyecciones del palacio. Bertie acaba de ser coronado Rey. Está sen‐ tado junto a sus hijas y su esposa. Lo que observan es un montaje, una puesta en escena de la coronación de Bertie. Se trata del primer segmento de un noticiero que será proyectado en los cines, como se estilaba. El segmento termina, empieza otro titulado “¡Hitler en Nuremberg!”. Nazis marchando. Hitler los saluda. Hitler habla. Grita, gestualiza, usa las manos y la cara. Imposta, crea un ritmo, callando y gritando, o bajando el tono lentamente, señala, hipnotiza. La hija de Bertie, Lillibet, pregunta: papá ¿qué dice? “no sé” responde el Rey, “pero parece que lo dice muy bien”. Ultima imagen, la cara de Bertie mirando a Hitler. A partir de 1911, Lionel Logue viajó por varios países estudiando técnicas relacionadas con el habla (y, según la Wiki‐ pedia, “métodos para hablar en público”). En Australia empieza a trabajar con veteranos de la Primera Guerra Mun‐ dial con problemas de habla debidos a la “neurosis de guerra” (shell‐shocked). Llevará estas técnicas a Inglaterra y las usará para tratar al Rey Jorge VI (quién llegó a participar, como oficial del buque Collingwood, en la Batalla de Jutlan‐ dia, durante la Primera Guerra Mundial). En 1933, Benjamin escribió su famoso texto sobre de las relaciones entre experiencia y narración. Sostiene allí que una generación (la de Jorge VI) ha tenido una de las experiencias más atro‐ ces de la historia universal: la primera guerra mundial. Los soldados, dice Benjamin, volvían mudos del campo de bata‐ lla. En 1939 (dicen Tom Hooper y David Seidler, y aplaude Hollywood con 12 nominaciones y 4 premios) el Rey Jorge recupera la voz, que usará según la lógica espectacular. Ahora puede hablar por todos. Y lo que dice es: vamos a la guerra (¡de nuevo!). El dominio del espectáculo como condición de la soberanía. Las grandes experiencias colectivas del nuevo mundo (numeradas por Benjamin: “las estratégicas por la guerra de trincheras, las económicas por la infla‐ ción, las corporales por el hambre, las morales por el tirano”) son inenarrables, no producen relato. Sin relato no hay historia, y sin historia no puede haber soberanía. El fin de esa crisis de soberanía es lo que The King’s Speech celebra. 1/11/11
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“Este aparato diabólico cambiará todo si no lo haces. En el pasado, todo lo que tenía que hacer un Rey era lucir respetable en uniforme y no caerse de su caballo. Ahora debemos invadir los hogares de la gente y congraciarnos con ellos. Esta familia se ha reducido a la más básica, la más baja de todas las criaturas… nos hemos vuelto… ¡actores!” El subrayado es nuestro.
Física y metafísica del estreñimiento: apuntes sobre la izquierda que no queremos Por Samsa Introducción
El estreñimiento es un fenómeno físico y metafísico muy frecuente en la militancia política. Si bien no es necesaria‐ mente propio de ninguna tendencia ideológica determinada, las últimas investigaciones han confirmado que adquie‐ re una relevancia casi estructural en los sectores que abrazan la militancia progresista, particularmente la izquierda que no queremos. Se han detectado casos muy graves de estreñimiento en diferentes puntos del país, pero el trastor‐ no se condensa a nivel epidémico en las facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales de la Universidad de Bue‐ nos Aires.
Panorámica del estreñimiento
Es imposible realizar una caracterización del estreñimiento como fenómeno en sí mismo, abstraído de sus circuns‐ tancias. Los estreñidos estarán de acuerdo en esto, sobre todo los estudiantes de Historia o de Ciencia Política. Por lo tanto, me veo obligado a dar el panorama, reponer el contexto en el cual se gesta este trastorno (palabra propia de los ámbitos más afectados: coyuntura). La cuestión de fondo es la política. ¿Qué es la política? La política es al cuerpo de una sociedad lo que el sistema digestivo y las heces al de una persona. Se trata de algo que huele muy mal, repug‐ nante y asqueroso, pero inevitable, por desgracia inevitable. No somos capaces, ni como sociedad ni como individuos, de dar un solo paso sin producir ni expulsar excrementos. Para poder construir una administración que gestione las relaciones entre todos sus componentes, la sociedad se ve obligada a producir abundante materia fecal, es decir, aquello en lo que deviene todo fenómeno sociopolítico de carácter administrativo. Si bien es cierto que una sociedad está constituida por las heterogéneas labores de todos y cada uno de sus integrantes, existen personas que se dedi‐
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can al trabajo sucio de manera vocacional: los políticos. En términos generales, da igual cuál sea su partido o filosofía, todos ellos comparten esta extraordinaria vocación por las heces. El nivel de importancia e incidencia de un político es proporcional al de su hundimiento en la más pura mierda. Tanto las izquierdas como las derechas han sido eficien‐ tes en instaurar regímenes repugnantes, todos con el mismo olor aunque se apoyen en estructuras fecales diferentes; excepciones las hay, desde luego, y confirman la regla. De entre la abyecta masa de los políticos hay algunos que, por motivos especiales, sufren el estreñimiento. Ellos son los estreñidos.
Panorámica del estreñido
Como buen político que es, la vida del estreñido gira en torno a un solo eje: las heces. No obstante, en algo se dife‐ rencia de sus colegas: sufre una anormalidad tanto física como metafísica que se resume en el hecho de no poder defecar. El estreñido es, con respecto a los demás políticos, un marginal. El estreñimiento mismo es a la vez causa y efecto de una condición irremediablemente periférica. Si bien resulta ser un sujeto desagradable, no hace sufrir a la sociedad grandes tormentos: al contrario del común de los políticos, el estreñido no nos caga, y esto se debe a que no puede. El estreñido hace política con su enfermedad, incluso se jacta de ella: nos dice que no nos caga porque es honesto, pero todos sabemos que no lo hace por estreñido. Nos cagaría si pudiera, pero apenas logra hacerlo a veces, y con grandes esfuerzos, hasta nos cuenta que le duele. Incapaz de llevar a cabo una gestión que salpicaría sus excre‐ mentos, el estreñido los condensa en su organismo y desarrolla una carrera política impotente. Esta imposibilidad de una normal defecación afecta al estreñido física y metafísicamente. Los efectos físicos son evidentes: el estreñido está lleno de excremento, al punto de que estas heces, cada vez más acumuladas, politizadas, pasan a ser el único tema de su vida. Tarde o temprano pasarán a ocuparle, además de los intestinos, la cabeza. Si quisiéramos trazar su estere‐ otipo, el estreñido será malhumorado, agrio, monotemático, resentido, fácilmente irritable y muy limitado de crite‐ rios.
Filiación política del estreñido
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De entre todas las opciones que existen para conformar una ordinaria visión política del mundo, el estreñido elige el marxismo. El marxismo es una metafísica burguesa que, debido a su empeño por abolir la burguesía, y también la metafísica, termina aboliéndose a sí misma por reducción al absurdo. Sus buenas intenciones humanitarias contra la barbarie capitalista (que supo definir a falta de resolver), son la causa principal (y romántica) por la que el marxismo se mantiene a flote, incluso podríamos decir que sus criterios se encuentran establecidos en las ciencias sociales. Al mismo tiempo, su sólida incapacidad para ofrecer soluciones, más allá de todo tipo de artefactos verbales claramen‐ te delirantes y supersticiosos (la sociedad sin clases, la dictadura del proletariado, la candidatura de Altamira), lo ha condenado a ocupar un lugar de eterna y adolescente oposición en la realidad política. Son materialistas, pero con fun‐ damentos idealistas que rayan la demencia religiosa; obreristas, pero carecen de la clase obrera y no saben qué es un ladrillo; revolucionarios, pero cada vez que están por avanzar un paso tienen que volver a casa porque sus padres los dejan hasta las nueve. En el peor de los casos, en su carozo más ortodoxo y primitivo, son estreñidos. El estreñido es el marxista que, incapaz de librarse por medio de una sana evacuación de todas las heces de su ideología, termina acu‐ mulándolas hasta convertirlas en bandera. Si el marxismo tenía unos cuantos defectos, para colmo se llenó de estre‐ ñidos. De entre las diversas ramas del marxismo, los estreñidos tienen una marcada predilección por el trotskismo.
Propuesta ideológica del estreñido
El estreñido no utiliza la ideología para actuar en la realidad: utiliza la realidad para actuar en la ideología. Ni siquie‐ ra admite, como debería, una relación dialéctica: la realidad queda radicalmente subordinada a criterios de estrechez ideológica. El estreñido dice que quiere cambiar la realidad, pero no puede, y entonces la niega. Por este motivo ha sido llamado, antes que marxista, marciano. Cada vez que abra su boca dirá que la humanidad constituye una científi‐ ca marcha progresiva de la clase trabajadora, evidentemente filantrópica y revolucionaria, hacia la construcción de una sociedad sin clases en donde todo el mundo será buena onda. Todo aquello que no condice con este esquema será considerado ficticio o, en todo caso, reaccionario (vicio que inventó la burguesía), egoísta (vicio que inventó la burguesía), pesimista (vicio que inventó la burguesía), injusto (vicio que inventó la burguesía), fascista (vicio que inventó la burguesía), moralista (vicio que inventó la burguesía) y, sobre todo, burgués (vicio que inventó el marxis‐ mo). No importa que, para terminar con las clases sociales, proponga el extremismo clasista, que quiera abolir el Esta‐ do mediante un Estado gigantesco, ni que quiera apurar el futuro con ideas envejecidas o instituir el progresismo sobre la base de una mentalidad radicalmente primitiva. El estreñido, cuya filosofía política es bipolar y maniquea, siempre verá lo poco que vea en dos colores y siempre tendrá razón: o se está con él o se es agente del imperialismo.
La gestión estreñida
Sin más recursos que algunos principios de la metafísica alemana del siglo XIX, el estreñido se declara poseedor de una competencia científica capaz de resolver todos los problemas que sufre la especie humana, comenzando por la distribución de la riqueza, la maldad y el egoísmo. Eso sí: además de que puede ser bastante canalla, le concedemos la administración de un quiosco en la calle Florida y se le funde inmediatamente.
El estreñido en la historia
De esta incapacidad de defecar, acción sustancial de toda administración, se deduce que el estreñido ha tenido muy poca incidencia en la realidad política. La deducción es acertada. No sin jactarse de ello, la labor del estreñido es casi siempre marginal, tanto es así que, en cualquier elección nacional, considera un triunfo histórico obtener más del tres por ciento de los votos. Por principio, jamás dirá que su eterna situación periférica pueda deberse, entre otras
causas, a sus defectos, por ejemplo, su incorregible estreñimiento. Empezando por ellos mismos, todo conspira con‐ tra la posibilidad de que los estreñidos tomen el poder; para colmo, Argentina es un país peronista. Sin embargo, la realidad es increíble, asombrosa, inverosímil, y lo es al punto de que, en varias ocasiones, fuerzas estreñidas tuvieron gran incidencia en la vida política, llegando incluso a gobernar países y hacer historia. Existieron muchos regímenes de extracción claramente estreñida tales como los de Rusia (y sus colonias), China (y sus colonias), Camboya (mataron a todos, no quedaron ni colonias), Laos, Libia, etc. Todos estos regímenes, incluso los menos estreñidos (por ejemplo Cuba), tienen entre sí, pese a diferencias de época y cultura, tres notables coincidencias: 1) la instauración de un régi‐ men autoritario y represivo estructurado por una burocracia cínica y corrompida; 2) la dirigencia personalista de un héroe de bronce, idolatrado prócer que pregona la horizontalidad desde un soberbio verticalismo oficialista y 3) fra‐ casaron. Para el estreñido, cualquier defecto que haya habido en los intentos marxistas serán claramente contingen‐ cias o maniobras del orden económico mundial, aquél que derribó las sociedades socialistas, humanitarias, justas y políticamente correctas de los incas y los aztecas.
Visión del mundo del estreñido
Cualquier cosa que se ubique en la órbita de su fundamentación ideológica, por ridícula, inútil o nociva que sea, será aplaudida y elogiada por los estreñidos, en tanto que cualquier cosa que provenga del orden impuesto por el estado capitalista, por razonable o beneficiosa que fuere, será combatida y criticada con la amargura propia de quien, sin poder defecar, sostiene un organismo saturado de heces.
Extracción social del estreñido
Por regla general los estreñidos forman parte de la clase media universitaria, aunque también abundan en sus filas todo tipo de pequeños y grandes burgueses. Los lugares que frecuentan son las universidades y los locales de sus par‐ tidos; a veces hacen turismo aventura en algunas fábricas y barrios populares. Estudian carreras liberales y, cuando trabajan, lo hacen en las empresas de sus padres o en organismos del Estado. Se sabe de algunos casos de estreñidos de extracción obrera y otras rarezas por el estilo.
Nivel cultural del estreñido
El estreñido es, además de soberbio, ignorante. Cuando no se defeca, la acumulación de heces invade el organis‐ mo dificultando la capacidad intelectual y creativa. Esto convierte al estreñido en una figura política poco conocida: la del bruto de izquierda. El imaginario social suele ubicar al político de izquierdas en el lugar del intelectual crítico, estre‐ llita cultural que revierte el sentido común establecido y se luce en los debates pronunciando locuciones como “fuer‐ za de trabajo”. Tal vez por su propia inoperancia, pocas veces se conoce al estreñido, es decir, al militante de izquierda
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que se caracteriza por la ignorancia, la estrechez de miras, la aplicación mecánica de una suma de conceptos cerrados y lugares comunes a toda situación del universo, el sectarismo, ese sujeto que leyó un solo libro (menos El capital, sirve cualquier manual sobre el mismo) y no volvió a pensar en su vida. A este tipo de mentalidad se la puede calificar de “panfletaria”: la complejidad de la realidad se reduce a una suma de consignas efectistas que, extrayendo conclu‐ siones extraordinarias desde bases esqueléticas, todo lo resuelven con el mismo sistema retórico de reivindicaciones y repudios. Ellos nunca se equivocan: es el universo el que está equivocado cuando no hace marchar las cosas al anto‐ jo de los panfletos. Como era de esperar, el ignorante de izquierda se considera a sí mismo un gran sabio de la van‐ guardia iluminada, y su actitud será la de enseñar a los demás el camino correcto. El estreñido es, además de ignorante, soberbio.
Máxima proeza del estreñimiento
Algunas veces lograron lo que nadie imaginó que podría llegar a suceder: que la izquierda sea más bruta y sober‐ bia que la más bruta y soberbia derecha. ¡Ah, estreñidos!
Recetario para el estreñimiento
El estreñimiento no tiene por qué ser inevitable ni carecer de antídotos allí donde ya se ha instalado con su idiosin‐ crática condensación de heces. Hay todo tipo de dietas y laxantes que pueden ayudarnos a combatir el estreñimien‐ to. Si quisiéramos hacer un inventario de recursos, deberíamos incluir, como primordiales, la flexibilidad de criterios, abundante agua, la humildad, variedad de frutas, el respeto ante visiones divergentes, el aceite de ricino, la autocríti‐ ca, el ejercicio físico, el recordatorio de que la política debe estar al servicio de la vida y no lo contrario y, por supues‐ to, además de las verduras, adquirir una visión lo suficientemente amplia como para captar la extensa gama de colores y matices que nos presenta la realidad en el día a día. Sin embargo, quisiera destacar un laxante muy efectivo que con‐ siste en una de esas virtudes de la que los estreñidos ciertamente carecen: el sentido del humor. Pocos remedios son tan eficaces para relajar el cuerpo y disponer el organismo a un sano circuito digestivo. Además, quien tenga sentido del humor sabrá comprender que, cuando se critica el estreñimiento, no se debe al prejuzgado signo conservador o reaccionario de quien emite la crítica sino al deseo de que la militancia de izquierda, sobre todo la de izquierda, no se convierta en una enfermedad desafortunada y propia de quienes no pueden irse de cuerpo: no queremos una izquier‐ da que pregone el ideal de evacuar el excremento del mundo cuando ni siquiera es capaz de evacuar el de sus propios intestinos.
Organizacion sindical
Sobre el concepto de burocracia sindical “No sé si pensar que tus declaraciones son el producto de una noche de insomnio o es esa tendencia de algunos que se dibujan intelectuales y se creen superiores, diferentes a los demás y hasta más inteligentes que el común de los mortales. Pero, y disculpame que recurra a una frase peronista, la única verdad es la realidad. (…) Cuando te quejas de la CGT no podes reconocer que, nos guste o no, son ellos los que hoy representan a los trabajadores. También caes en el reduccionismo político de equiparar a la CGT con Barrionuevo. Sería como equiparar a los empresarios con Martínez de Hoz (…) A veces sos un intelectual brillante y otras veces opaco. Pero no olvides que también fuiste un militante político y como tal merecés un análisis más profundo y piadoso, pero siempre con los pies en la tierra” Mail de Néstor Kirchner a José Pablo Feinmann en junio del 2006
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Por Juan Pedro Denaday
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ste pequeño texto –que como tal no pretende ser algo acabado sino simplemente el disparador de algunas refle‐ xiones– no puede rastrear la larga historia del movimiento sindical argentino ni hacer un racconto sobre su adhe‐ sión masiva al peronismo a mediados del siglo XX (el conocido debate sobre “los orígenes del peronismo”1), cuestiones insoslayables para evaluar su todavía significativa gravitación en la vida política nacional. Se propone algo más modesto y acorde al espacio de esta publicación: cuestionar el uso abstracto e indiscriminado que las distintas vertientes de izquierda hegemónicas en el movimiento estudiantil hacen del concepto de “burocracia sindical”. En pri‐ mer lugar, porque como lo ha señalado hace siglos la filosofía y contemporáneamente la semiología la utilización des‐ proporcionada de un concepto le anula toda utilidad específica, es decir, todo valor científico y explicativo (si “todo es política”, ¿qué es la política?, si “todos son burgueses”, ¿qué es la burguesía?). En segundo lugar, porque esta utili‐ zación es parte de un más amplio prejuicio anti‐sindical muy asentado en la progresía y la clase media argentina, inclui‐ das corrientes y personalidades que militan en el interior del kirchnerismo. Es curioso como los medios periodísticos, intelectuales y muchos sectores políticos señalan sistemáticamente la presencia de “mafias”, “negociados” y “méto‐ dos patoteriles” en el mundo sindical como si le fuera de propiedad exclusiva y además generalizable a todos sus sec‐ tores. En verdad tales prácticas son transversales al conjunto de la sociedad argentina y nadie que por ejemplo pretenda reivindicar la política diría “que la política es corrupta” porque hay corruptos, como fue el latiguillo de los grupos económicos que impusieron el modelo neoliberal manu militari anulando y desprestigiando la vida política, única herramienta de los pueblos para enfrentar al capital. Asimismo, es llamativo como se desconoce su vida inter‐ na. En el mundo político, empresarial, intelectual o estudiantil nadie generalizaría un denominador común del conjun‐ to de sus sectores, menos aún para denostarlo livianamente, sino que al contrario se suele apuntar inequívocamente a resaltar los matices y las diferencias existentes. Aunque sea soslayado con generalizaciones, eso mismo ocurre y con particular agudeza en el mundo sindical y dentro de la CGT, donde por ejemplo el moyanismo es una corriente que agrupa sólo a algunos sindicatos, otros están en manos de los “gordos” y existe un sector de “independientes” de disímiles características. Sin embargo, cualquier acción de alguno de sus sectores es adjudicada a toda la Confedera‐ ción e inclusive particularmente a su Secretario General. Un equívoco desmesurado. Nadie en su sano juicio responsa‐ bilizaría al presidente de la FUBA de lo que hace un Centro de Estudiantes que forma parte de su institucionalidad pero no es afín a su línea política, como pueden ser los socialistas de Derecho o los radicales de Económicas. Pero para el mundo sindical corren otras reglas. 1
La bibliografía básica al respecto es Gino Germani, Política y Sociedad en una época de transición, Buenos Aires: Paidós, 1962; M. Murmis y J. C. Portantiero, [1971] (2004) Estudios sobre los orígenes del peronismo. [Edición definitiva], Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina; Juan Carlos Torre: “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”, en: Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, Vol.27, Nº 112, febrero‐marzo 1989, pp. 525‐548; L. Doyon, Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista, 1943‐1955, Bue‐ nos Aires: Iberoamericana, 2006; Hugo Del Campo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, Buenos Aires: Siglo XXI, 2005; J. C. Torre, La vieja guardia sindical y Perón: sobre los orígenes del peronismo, Buenos Aires: UNTreF, 2006.
Otro aspecto a resaltar es la confusión inconciente o utilitariamente deliberada –algo muy común en la pre‐ tendida “pulcra” cultura de izquierda– entre método e ideología al momento de utilizar el concepto de buro‐ cracia sindical. Si la burocracia es un método (tal era la postura de Cooke, por ejemplo) puede ser propia de sectores de izquierda o de derecha, liberales o naciona‐ listas, etc., y entonces se trata de evaluar cada caso puntualmente. Sin embargo, la izquierda y cierto pro‐ gresismo utilizan indiscriminadamente el concepto de burocracia para caracterizar a todos aquellos sectores de la dirigencia sindical que tienen otra ideología que no es la suya propia. Es más, tal es así, que cualquiera Augusto Timoteo Vandor que conozca el funcionamiento interno de un partido de izquierda no dudará en denominarlo como burocrático. Sin legitimidad popular, la mayoría tienen sus propios popes que van a morir como sus líderes indiscutidos por el elogio y el reconocimiento que se auto profesan. Una lógi‐ ca similar puede rastrearse en las evaluaciones que se hacen de la interna de la CTA, que fue un verdadero papelón. Los adalides de la “democracia sindical” dirimieron su interna en una trama novelesca de acusaciones cruzadas de fraude y terminaron fracturando una Central ya de por si débil, lo que jamás puede fortalecer la lucha de los trabaja‐ dores, que necesitan de la unidad organizativa y de un gobierno que tire para su lado al enfrentar al capital, por natu‐ raleza infinitamente más poderoso. Eso fue afortunadamente advertido por el sector de Hugo Yasky, que hoy procura vincularse a la central mayoritaria. Pero hete aquí que más allá de sus acciones concretas, hay quienes no dudan en presentar a Pablo Micheli como un ejemplo de sindicalista “demócrata” y “combativo”, simplemente porque tienen más afinidad ideológica o les simpatiza más su discurso cuyo alto voltaje es directamente proporcional a su escasa capacidad de convocatoria. En el ámbito de la historiografía esta utilización indiscriminada puede encontrarse especialmente condensada en el libro Los compañeros: izquierda, trabajadores y peronismo en la Argentina, 1950‐1973 de Alejandro Schneider. El inte‐ resante y riguroso trabajo desarrollado por el autor tiene un indudable valor historiográfico pero incurre en la imple‐ mentación de una serie de modelos pre‐establecidos propios de un marxismo de corte sociológico que lo llevan a realizar un conjunto de interpretaciones unilaterales y reduccionistas. Schneider denomina “burocracia sindical” a, prácticamente, todas las conducciones sin discriminación. Así puede advertirse una lógica omnipresente bajo la cual la dinámica de la lucha de clases la rigen comportamientos invariablemente vinculados a una dirigencia siempre teme‐ rosa y conciliadora y unas bases obreras siempre valientes y predispuestas a la combatividad. Es una suerte de “teo‐ ría del tapón” común a buena parte de la historiografía marxista2. Para nosotros el problema de la burocracia sindical debe ser abordado de una forma totalmente diferente, defi‐ niendo antes que nada a que fenómeno concreto nos referimos con “burocracia”. Porque en nuestra perspectiva es necesario partir del proceso de “burocratización” propio de la sociedad moderna de masas, tal como fue caracteriza‐ do en términos sociológicos por Max Weber, quien en lo que aquí nos interesa señalaba: “La necesidad de una admi‐ nistración más permanente, rigurosa, intensiva y calculable, tal como la creó –no solamente él, pero ciertamente y de modo innegable, él ante todo –el capitalismo (sin la que no puede subsistir y que todo socialismo racional tendrá que aceptar e incrementar), determina el carácter fatal de la burocracia como médula de toda administración de masas”. Esta fatalidad le permite a Weber señalar que “se tiene que elegir entre la burocratización y el dilettantismo”, por lo cual “los dominados sólo pueden defenderse normalmente de una dominación burocrática existente mediante la cre‐ ación de una contraorganización propia igualmente sometida a la burocratización”3. Esta realidad insoslayable de la sociedad de masas nos permite establecer los marcos de un debate entre lo que son meras quimeras y debates serios. Si alguien quiere anhelar nostálgicamente la comunidad roussoniana o a la democracia griega –con ilotas, ya sabe‐ mos– está en su legítimo derecho de hacerlo, pero no es el marco para entablar un debate sensato sobre las luchas sociales y políticas en las sociedades de masas, menos aún las híper especializadas, con un capital súper centralizado y globalmente comunicadas del siglo XXI. Esta “ley de hierro” se le presentó al movimiento obrero argentino en los años 20, cuando se desarrolló la transición definitiva de la hegemonía anarquista y sindicalista‐revolucionaria a la s i n d i c a l i s t a, al socialismo y al comunismo, en los marcos del agotamiento objetivo del modelo agro‐exportador y del incipiente proceso de industrialización mediante la 2
En otro plano pero en la misma lógica del pre‐juicio ideológico el autor plantea, por ejemplo, que los propósitos de Juan Perón “siempre fueron conservadores” durante la Resistencia y explica tal actitud por la búsqueda de preservación de su liderazgo, cuando lo que suce‐ dió fue precisamente lo contrario, como se evidencia en las “Directivas generales para todos los peronistas”. Durante los primeros años, Perón fomentó las posiciones más duras e intransigentes de la resistencia, justamente, para evitar cualquier tipo de asociación del lide‐ razgo sindical –el sindicalismo como “factor de poder”– y político –las variantes “neoperonistas”– del peronismo al nuevo régimen, lo que, de desarrollarse, tendía naturalmente a menguar el peso específico de un liderazgo ejercido desde el exilio. Su posterior enfrenta‐ miento con Augusto Vandor se inscribe en esta dinámica. Por otro lado, Schneider atribuye la supuesta posición conservadora de Perón al hecho de que no buscaba el “enfrentamiento directo con las Fuerzas Armadas”. Apreciar una posición política como “revolucionaria” o “conservadora” tomando únicamente esta variable de forma independiente y determinante y sin vincularla a las correlaciones de fuer‐ zas y las tácticas de lucha –por definición históricamente variables– es, como mínimo, de un reduccionismo asombroso. Bajo la misma lógica podríamos construir un “Perón guerrillero” años después, lo que es un despropósito. Ver Alejandro Schneider, Los compañeros: izquierda, trabajadores y peronismo en la Argentina, 1950‐1973, Buenos Aires: Imago Mundi, 2005, pp. 71‐137.
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instalación de compañías extranjeras4. Los anar‐ quistas seguían adheridos al esquema de los pequeños sindicatos de oficio, que si ya los había alejado del ejercicio de una influencia en los sindi‐ catos masivos de ferroviarios y portuarios, ahora no les permitía ingresar en la nueva lógica organi‐ zativa de los emergentes sindicatos industriales. Fueron precisamente los comunistas5 q u i e n e s desarrollaron con particular sistematicidad esta inserción y plantearon la necesidad de establecer sindicatos únicos por rama industrial, un fenóme‐ no pre‐peronista6. Su mayor influencia la obtuvie‐ ron precisamente cuando lograron conformar un sindicato único nacional de la construcción, que impulsó la famosa huelga del año 36 contra el Omar Plaini y Juan Carlos Smith régimen de la década infame. Pero más allá de la voluntad polí‐ tica de tal o cual sector, lo destacable es que el movimiento obrero fue naturalmente buscando la unidad sindical para fortalecerse en su lucha contra el capital, adaptándose a las nuevas realidades. Su asociación con el Estado peronista le permitió a la CGT fundada en 1930 reunificarse y pasar de medio millón a dos millones y medio de afiliados sólo entre 1943 y 1951. Eso es lo que logró, además de las innumerables conquistas sociales, la revolución peronista. Cualquier reflexión sobre la burocracia que no atienda los fenómenos masivos carece de sentido de la realidad y de una defensa real y no sólo hipotética de los intereses de las mayorías obreras. Esto no niega la existencia de burócratas, traidores, corruptos, asesinos y todo tipo de escorias, como existen en todas las esferas de la vida social. Pero hay que tener mucho cuidado con tirar al chico con el agua sucia. En términos políticos para nosotros burocracia significa un sector de la dirigencia sindical que se escinde de la defensa de los intereses de los trabajadores pasando a defender sus intereses peculiares como casta, a partir de cuan‐ do no duda muchas veces en asociarse al propio empresariado para perjudicar a los trabajadores y beneficiarse ella misma. Tal fue el caso históricamente emblemático de Augusto Vandor (y actualmente de Pedraza, Venegas, Lesca‐ no, Barrionuevo y otros). Pero incluso aquí también es menester diferenciar entre ideología y método. Es decir, los peronistas podían disentir de la intención de Vandor de diferenciarse del destino de su líder y del peronismo en tanto movimiento nacional, para constituirse como un “factor de poder” en los marcos del régimen proscriptivo. Por esa razón fue calificado como “traidor”, pero esa diferencia no alcanza para definirlo como un burócrata. Lo que lo defi‐ ne como tal es que en sus manos la UOM perdió afiliados y sufrió miles de despidos por la entrega sindical, debilitan‐ do al conjunto del movimiento obrero7. Una dinámica completamente diferente han impulsado múltiples tendencias del sindicalismo peronista a lo largo de la historia, y desde los años 90 el sector liderado por Hugo Moyano, cuya labor ha fortaleciendo cuantitativa y cua‐ litativamente al movimiento obrero, colaborando a convertirlo en un actor central de la vida política nacional luego de los duros golpes de la dictadura y especialmente de los noventa. El surgimiento de la Juventud Sindical y de su joven dirigente Facundo Moyano se inscribe en esta dinámica. Como todo otro sector político y social tendrá limitaciones y cuestiones a mejorar, pero su tendencia ha sido indudablemente progresiva, lo que se hace aún más evidente en su comparación con los sectores que se proponen para sustituirla. La corriente moyanista –que incluye a figuras desta‐ cables como Smith y Plaini– busca asimismo superar el mero amarillismo, y por esa razón combina la defensa de las demandas de sus propios representados con la adhesión al proyecto nacional y la participación política. Su fortaleci‐ miento es concomitante al proceso de reindustrialización y conquistas sociales impulsado por el kirchnerismo, nueva síntesis del movimiento nacional. Es el camino de la profundización de la industrialización, de la independencia econó‐ mica –No al ALCA, No al FMI, control del Banco Central, estatización de las AFJP, etc.– y de la consolidación del mer‐ cado interno lo que va a permitir que se siga desarrollando un sindicalismo masivo y poderoso, sin cuya presencia protagónica es al mismo tiempo alcanzar una verdadera y total Justicia Social.
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Max Weber, Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, México: FCE, 1964, p. 178‐179. Weber era un conservador y enemigo declarado de la poderosa socialdemocracia alemana, con lo cual esto no eran “consejos a los oprimidos”, sino lo que el alemán conside‐ raba se desprendía inexorablemente de su análisis sociológico. 4 Una buena síntesis de este proceso estableciendo una relación ‐quizá algo esquemática pero igualmente explicativa‐ entre Estado y orga‐ nización del movimiento obrero, se puede ver en Hugo Del Campo. “Sindicatos, partidos «obreros» y Estado en la Argentina pre‐peronis‐ ta”, en Ansaldi, W. y L., M.J. Estado y Sociedad en el Pensamiento Nacional, Buenos Aires: Cántaro, 1989. 5 Para un estudio exhaustivo sobre la inserción de los comunistas en el movimiento obrero argentino ver: Hernán Camarero. A la conquis ‐ ta de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920‐1935, Buenos Aires: Siglo XXI Editora Iberoamericana, 2007. 6 Sobre la organización pre‐peronista del sindicato único por rama y la tendencia pre‐existente a la centralización sindical, ver L.M. Doyon, “La organización del movimiento sindical peronista 1946‐1955”, Desarrollo Económico, vol. 24, nº 94, Jul. – Sep. 1984, pp. 203‐234. 7 Ver Rodolfo Walsh, ¿Quién mató a Rosendo?, Buenos Aires: De la flor, 2007 y Daniel James, Cap. Cuarta Parte: “La era de Vandor: 1962‐66”, en Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946‐1976, Buenos Aires: Sudamericana, 1990.
De multiplicidades del sujeto sectarias a clasismos masivos:
El caso de la Federación Obrera Regional Argentina ( 1 9 0 5 ‐ 1 9 1 5 ) Por Martín Manuli argonautas@gmail.com
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n lugar común del debate político entre las fuerzas anticapitalistas argentinas contemporáneas reside en la suposición de que un espacio al tomar la definición política clasista se constituye en una minoría sectaria impo‐ sibilitada de articular con la mayoría del pueblo. Se sostiene, en contraposición, que un planteo más “lavado”, sobre la base de la multiplicidad del sujeto revolucionario puede articular de manera más armoniosa con movimientos de características menos precisas que el de los trabajadores. A partir de la emergencia de los “nuevos movimientos sociales” en toda Latinoamérica y su impacto en la política regional, la posición anti clasista ha tomado fuerza1. Este artículo busca aportar a este debate político. Se tomará una experiencia concreta del movimiento obrero argentino la cual, en el entendimiento del autor, demuestra que el posicionamiento “no clasista” no es de por si causa suficiente para asegurar la amplitud de un movimiento, y en concordancia, tampoco el “clasismo” genera de suyo comporta‐ mientos y prácticas sectarias. La experiencia concreta que se abordará es la lucha de tendencias ideológicas en el interior del movimiento obre‐ ro argentino en las dos primeras décadas del siglo XX. Primero se realizará una breve contextualización histórica, 1
Por ejemplo, véase Zibechi, Raúl, Genealogía de la Revuelta. Argentina, la sociedad en movimiento, La Plata, Letra Libre, 2003.
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luego se explicarán las diversas corrientes del movimiento obrero y serán analizadas en su dinámica. Por último avan‐ zaremos las conclusiones en torno a nuestro interés: las prácticas que se dieron bajo la bandera del clasismo y bajo la de la multiplicidad del sujeto revolucionario.
La Argentina a principios del siglo XX
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A partir de la segunda mitad del siglo XIX el Capitalismo mundial necesitaba que Latinoamérica adoptara nuevas formas de integración con el mercado. El eje económico sería el mismo que antaño: extracción de materias primas para la metrópoli a cambio de productos manufacturados, pero sobre bases más eficientes. De este modo, las férti‐ les tierras de la Argentina ya no debían servir únicamente para alimentar a la población nativa y exportar cueros, sino que ahora funcionarían como uno de los nodos productores de alimentos para los trabajadores europeos. Como el sis‐ tema capitalista no da puntada sin hilo, el modo para lograr la inserción al mercado mundial fue totalizador. De esta manera, se aprovechaba el excedente de capital que no encontraba tasas de ganancia óptimas y se lo envió a los paí‐ ses dependientes para que se apreciara a velocidad superior a la europea, gracias al pacto imperialista con las oligar‐ quías locales. Estos capitales se ubicaron, mayoritariamente, en las industrias subsidiarias del aparato exportador (transportes y sus derivadas). Los países centrales, también se aprovecharon para descomprimir el exceso de mano de obra que causaba serios problemas sociales. Pero, la mano de obra no es un mero engranaje del proceso de valorización del capital. Por un lado es el engrana‐ je del sistema, puesto que sólo la fuerza de trabajo produce valor. Por otro, se trata de una clase social y por tanto se encuentra conformada por personas, con anhelos, inteligencia, capacidad de análisis y de organización. La organiza‐ ción de los trabajadores en tanto vendedores de fuerza de trabajo se realiza en los sindicatos. Este estadio fue llama‐ do por Marx clase en sí. Los trabajadores se reconocen como una clase desprovista de los medios de producción y para la cual el medio de defender sus intereses reside en vender su única posesión (la fuerza de trabajo) al precio más alto posible. Esta forma organizativa es limitada de por si porque no da una solución de fondo al problema social, y por‐ que los capitales particulares necesitan avanzar sobre las conquistas obreras para poder sobrevivir a la competencia de países o regiones cuyos obreros no están tan organizados. Cuando la clase explotada toma conciencia de las limi‐ taciones de la lucha por la mejora del salario y las condiciones de trabajo, se organiza para la pelea contra la clase pose‐ edora y adopta la forma de partido revolucionario. Este estadio es el de clase para si. En el país hubo algunas experiencias de organización obrera en los años anteriores a 1880, pero es a partir de esta década que se crean las primeras sociedades de resistencia por oficio en cuanto tales (ya con menores trazas de mutualismo y de rasgos nacionales policlasistas). La clase obrera tomaba consciencia de clase en si y luchaba organi‐ zada en pos de aumentar el precio por el que vendía su fuerza de trabajo. En este proceso tuvieron un fuerte rol las minorías revolucionarias abroqueladas en alguna de las dos tendencias más importantes de la Asociación Internacio‐ nal de los Trabajadores: el anarquismo y el socialismo. Ambas corrientes luchaban en contra de las patronales y en pos de la organización de los trabajadores, conscien‐ tes de que los sindicatos no eran un fin, sino un medio. Pero, al mismo tiempo, sus diferencias ideológico‐políticas impidieron que se pudiera conformar una coordinación central entre las diferentes sociedades de oficio. De esta manera, la clase obrera no le mostraba a la patronal un solo frente, sino que se encontraba fragmentado. Los diferen‐ tes oficios de la clase obrera luchaban de manera solitaria contra la patronal, sin poder coordinar para llevar sus luchas a fondo. Es a partir de una transacción entre socialistas y anarquistas, por la cual ambas aceptaron moderar sus postulados más radicales, que se logra conformar, en 1901, la primera central obrera duradera: la Federación Regional Argentina (FOA). Aunque este acuerdo resultó efímero: en el IIº Congreso (1902) los socialistas se retirarán de la central. Pero la FOA sobrevivió a la escisión. Por su parte los escindidos construirán un año después la Unión General de Trabajadores (UGT), de menor importancia y fortaleza política.
Las corrientes ideológicas del movimiento obrero argentino Hay que entender que tanto el anarquismo como el socialismo son grupos amplios y heterogéneos, dentro de los cuales se realizan disputas por la línea política. Si bien estas fracciones comparten más similitudes que diferencias y reivindican un origen común, estas discusiones pueden devenir, según la coyuntura, en rupturas. El socialismo argen‐ tino es especialmente conocido por éstas. Específicamente, en el período abordado en este artículo, del PS saldrán los Sindicalistas Revolucionarios (SR). Estos acusaban al partido dirigido por Juan B. Justo de p a r l a m e n t a r i s t a. Con esto querían significar que este supeditaba la tarea sindical a apoyatura de lucha electoral y de la pelea legislativa. En contraposición con esta política los SR sostenían la primacía de la acción gremial y que, por tanto, los legislado‐ res obreros debían limitar su praxis a denunciar el sistema de gobierno burgués. Los SR postulaban que la sociedad futura sería organizada en torno a los sindicatos, y que para llegar a ella había que fortalecer a estas instituciones apropiándose (por medio de la lucha) de parcelas de soberanía del Estado y de la producción a los capitalistas2. Hasta la ruptura de los SR el PS contaba con una importante inserción sindical. Más allá de la vulgata que sostiene que este partido sólo dedicaba su fuerza a lo electoral, el análisis histórico ha demostrado que este partido fue importante en gremios centrales, como fueron los ferroviarios3. En su línea político gremial se oponían a que las huelgas se radicalicen a menos que importantes causas políticas lo demandaran (represiones contra manifestaciones obreras, en su mayoría). 2
Sobre la ideología SR véase Belkin, Alejandro, “Claves discursivas del temprano sindicalismo revolucionario argentino” en Belkin, Alejan‐ dro, Estudios sobre el sindicalismo revolucionario, UBA ‐ FFyL, 2009.
Cuando la clase explotada toma conciencia de las limitaciones de la lucha por la mejora del salario y las condiciones de trabajo, se organiza para la pelea contra la clase poseedora El anarquismo argentino, se componía de varias fracciones que, mayormente, compartían sólo la postura de que la revolución social no debía conocer fases de transición. Pero presentaban fuertes desacuerdos en torno a la estrategia revolucionaria. En el período de abordado por este artículo, la corriente hegemónica fue la “finalista”. Esta sostenía que para lograr la revolución era necesario que las sociedades obreras adhirieran al comunismo anárquico. A la vez critica‐ ba al PS por el parlamentarismo y a los SR por el clasismo. Proponían que la lucha contra el capitalismo no se reducía a obreros vs burgueses, sino a personas conscientes vs el régimen de dominación4. El paralelismo de esta posición teórica con la multiplicidad del sujeto es claro. Esta tendencia hegemónica es a la vez la que tiñó al conocimiento histórico sobre el anarquismo que tenemos en la Argentina. En oposición a esta tendencia se encontraban, entre otros, los fusionistas, quienes sostenían que los sindicatos eran espacios de la clase obrera en su lucha contra el capital5. Se entendía a estos como escuelas de anarquismo, pero no entidades anarquistas. Por ello estos debían ser plurales en cuanto ideología pero homogéneos en cuanto conformación: solo clase obrera.
Las tendencias en la FORA A partir de la salida de los socialistas de la central se dio comienzo a un proceso de profundización de la trabazón entre la organización obrera y el anarquismo, impulsado por el sector hegemónico del movimiento ácrata. El pico de esto suce‐ dió en 1905, en el Vto. Congreso, cuando se declaró que la finalidad de la central era la instauración de una sociedad comu‐ nista anárquica. Este proceso de embanderamiento ideológico fue impugnado por socialistas y SR, y resistido por los anarquistas fusionistas. Todos estos impulsaron congresos de fusión para unificar a las dos centrales sobre una base clasista, cri‐ ticando no la finalidad revolucionaria del organismo obrero pero si que esta se corresponda solamente a la ideología anarquista. Tres congresos fracasaron por la intransigencia de los anarquistas finalistas (1907, 1909 y 1912). En 1915 la alianza SR‐anarquistas fusionistas logra imponerse en el IXno. Congreso de la FORA, reemplazando la declaración fina‐ lista por otra igual de revolucionaria pero que armoniza con las diferentes corrientes. Los anarquistas finalistas deci‐ dieron desconocer el Congreso y refundaron la FORA en base a las resoluciones del Vto. Congreso. La argumentación de los anarquistas finalistas para oponerse a la fusión del movimiento obrero residió, mayormen‐ te, en la crítica al clasismo. Reducían a este a una simple lucha por los aumentos salariales y le contraponían la articu‐ lación multisectorial en contra del régimen en pos de los ideales revolucionarios.
Conclusiones Hemos visto como, a partir de lo que hoy se conoce como un discurso de “multiplicidad del sujeto”, se fundamen‐ tó una praxis sectaria. En contrapartida, a través de planteos fuertemente clasistas se arribó a acuerdos amplios que representaban a la mayoría de la clase obrera organizada. El actual reduccionismo de tachar a las prácticas clasistas como “sectarias” en contraposición con las no clasistas se basa en un a priori que se explican más por la lógica del debate político inmediato que en el análisis de situaciones históricas concretas. No negamos que tras el clasismo se hayan dado prácticas sectarias, pero no vemos que sea sostenible que la multiplicidad del sujeto asegure prácticas más amplias. Esto lo vemos hoy día cuando, agrupaciones como La Mella, sostienen que no hay que “tener compor‐ tamientos mezquinos”, mientras tratan de apropiarse de la acumulación política de las comisiones de base de la Facul‐ tad de Filosofía y Letras y los procesos de lucha que estas impulsaron (por ejemplo el edificio único e integrado).
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Para investigaciones actuales sobre el PS véase Camarero, Hernán y Herrera, Carlos (Hess.), El Partido Socialista en la Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo, Bs. As., Prometeo, 2005. 4 Según el teórico finalista Eduardo Gilimón no se puede hablar de lucha de clases porque de ambos bandos hay obreros, mientras que muchos de los militantes revolucionarios más importantes no vienen del proletariado manual. Véase “Lucha de Clases” en La Protesta, 12/2/1907. 5 Véase Manuli, Martín, “Hacia la unidad de la clase obrera: el entendimiento anarquista‐sindicalista revolucionario (Argentina, 1910‐ 1915)”, ponencia en las XIII Jornadas Interescuelas, 2011.
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Precarización laboral en el Estado: causalidades y resistencias Por Ariel Arana y Hernán Izurieta*
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l 20 de octubre de 2010 una bala disparada por una patota de la Unión Ferroviaria terminó con la vida de Mariano Ferreyra, estudiante universitario y militante político del campo popular. El cobarde asesinato de Mariano puso en el centro de la escena, como nunca antes, la problemática de la precarización y tercerización laboral que sufren millones de trabajadores y trabajadoras en Argentina. A su vez, dejó al desnudo que la responsabilidad de esta situa‐ ción no es sólo del empresariado, sino que cuenta con la complicidad activa de las burocracias sindicales y del Estado. Sin dejar de mencionar al menos el papel del Estado en la proliferación de la precarización laboral a nivel general –por acción más que por omisión1–, en este artículo nos vamos a limitar al análisis de las relaciones laborales precari‐ zadas “puertas adentro” de la Administración Pública, ya que éste es el terreno de lucha fundamental donde desarro‐ llamos nuestra militancia gremial. Es que en su condición de patrón, el Estado se convierte en un precarizador serial, fragmentando a la masa de trabajadores/as estatales en numerosas modalidades de contratación e imponiendo desi‐ gualdades de todo tipo. Lejos de ser un flagelo exclusivo del sector privado, la precarización y la tercerización labo‐ ral se reproducen con gran fuerza al interior del Estado y es en el análisis de este fenómeno, y en las respuestas gremiales que van surgiendo, donde nos detenemos.
El Estado precarizador
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Como consecuencia directa del proceso de recuperación de la economía nacional desde 2003 a la actualidad, el Estado amplió sus funciones e incrementó de manera significativa su plantel de trabajadores/as. Luego de la demole‐ dora década neoliberal llevada adelante por el peronismo menemista durante los ´90, el relanzamiento de políticas públicas en diversas esferas de la vida económica y social –producida durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirch‐ ner– dio lugar a un crecimiento de la planta permanente del Poder Ejecutivo del orden del 17,1% en los últimos siete años2. En tanto, el sector de contratados experimentó un salto mucho mayor, pasando de 17.242 a 43.973 empleados, lo que supone un incremento del 155%. Los ministerios nacionales –que conforman la Administración Pública centraliza‐ da– son los grandes actores de este proceso compulsivo de contratación precarizada: Desarrollo Social incrementó un 410% su plantilla de contratados; Jefatura de Gabinete tuvo una suba de 164%; Economía un 128%; Agricultura con 127%, Interior con 119% y Educación un 103%. En el caso del Ministerio de Trabajo de la Nación, el número de contratados se incrementó un 275%3, lo que da lugar a un insólito cuadro donde el 70% de los/as trabajadores/as de la cartera laboral están contratados con un convenio anual que no garantiza la estabilidad del empleo público ni permite el cobro de ninguno de los adicionales estipulados por Convenio Colectivo sectorial para la planta permanente. Ese setenta por ciento de trabajadores/as precarizados remite a más de 3000 empleados contratados a través del “famoso” Artículo 9, Resolución 48/2002, de la Ley N° 25.164 de Empleo Público, vericueto legal a través del cual el Estado encubre una relación laboral fraudulenta. La natu‐ raleza de este artículo responde a la necesidad de dar cuenta de las variaciones estacionales y temporarias de la carga de trabajo, y en un número que no debe superar jamás, de forma proporcional, el 15% del total de los trabajadores/as de la planta permanente; sin embargo, el Estado empleador lo utiliza como modalidad (i)legal dominante para incor‐ *Delegado General y de Organización, respectivamente, de la Junta Interna de ATE‐MTEySS. Integrantes del periódico sindical El Mortero. 1 Hacemos referencia al rol del Estado en su función de contralor, en la cual como hace una suerte de “vista gorda” estructural con las gran‐ des empresas, limitando el accionar de su aún débil aparato de fiscalización a los pequeños y medianos empleadores, en un tema que excede ampliamente la problemática del trabajo no registrado o “en negro”. La precarización y tercerización existentes en el sector de ferrocarriles y de las empresas prestadoras de servicios públicos (telecomunicaciones, distribuidoras de energía eléctrica y gas, etc), son un claro ejemplo de esta limitación autoimpuesta por el Estado, en la que la vulneración de los derechos laborales de miles de trabajado‐ res se convierte en uno de los factores que alimentan las ganancias de las empresas concesionarias y da lugar a millonarios negociados que benefician a las respectivas burocracias sindicales. 2 Datos correspondientes al informe “El Estado y sus trabajadores” del economista y diputado Claudio Lozano, publicados en el artículo “El plantel de contratados en los ministerios creció un 155%”, del 26 de junio de 2011. De 227.704 se pasó a 266.862 empleados, es decir, 65.889 nuevos empleados estatales. 3 Ídem anterior.
El Estado se convierte en un precarizador serial, fragmentando a la masa de trabajadores/as estatales en numerosas modalidades de contratación e imponiendo desigualdades de todo tipo. porar a nuevos trabajadores/as estatales que pasan a cumplir tareas regulares y permanentes de los organismos pero que no son reconocidos como tales.4
Una nueva generación de trabajadores/as estatales
Este importante ingreso de nuevos trabajadores y trabajadoras estatales tiene dos rasgos salientes: en primer lugar, se trata en su mayoría de jóvenes, en una franja que va de 25 a 35 años en promedio, buena parte de ellos pro‐ fesionales o en vías de serlo, y que en no pocos casos están transitando su primera experiencia laboral formal. El segundo rasgo, más difícil de cuantificar estadísticamente pero muy presente en el plano de la subjetividad, remi‐ te al hecho de que un sector de ellos proviene de experiencias de militancia emparentadas estrechamente con el pro‐ ceso de Rebelión Popular de Diciembre de 2001 (en el movimiento estudiantil y en organizaciones territoriales, fundamentalmente). Esta característica no remite a trayectorias militantes particulares, sino que da cuenta de una memoria común como pueblo, que en lo concreto promueve un traslado efectivo de experiencias de lucha de un terri‐ torio social a otro, con las potencialidades y limitaciones que esto supone en términos de dinámicas y perspectivas de organización. Quizás la mejor comprobación de esta hipótesis pueda darse por la negativa, en virtud de algunas respuestas “pre‐ ventivas” que empieza a darse ya el Estado empleador para limitar la organización gremial independiente. Luego de una primera etapa de reclutamiento laboral sin criterios político‐partidarios acentuados, comienza a visualizarse en numero‐ sos organismos, de forma creciente y conciente, políticas de incorporación de nuevos trabajadores/as orientadas al marco de influencia de las agrupaciones juveniles kirchneristas, con el claro objetivo de inhibir desde la adhesión política al gobierno nacional la lucha gremial colectiva contra las condiciones laborales que impone el Estado. No obstante, de no modificarse sustancialmente la problemática laboral de fondo que genera la conflictividad, no será suficiente la simpatía o adhesión con el proyecto político del gobierno nacional de parte de importantes sectores de compañeros/as estatales, para impedir o frenar la justa lucha por condiciones laborales dignas (como podrá verse párrafos abajo en el desarrollo de la experiencia de lucha del Ministerio de Trabajo). En resumen, estamos ante una nueva generación de trabajadores y trabajadoras estatales, ingresados a la adminis‐ tración pública a partir de 2003 y en condiciones de aguda precarización laboral, en el marco incluso de un Convenio Colectivo Sectorial (el SINEP) sumamente pauperizado, con niveles salariales inferiores incluso al de Comercio (Con‐ venio Colectivo paradigmático de la flexibilización laboral del menemismo durante los ´90). En este contexto, se pro‐ duce la emergencia de un nuevo activismo gremial que, poco a poco, comienza a organizarse y a intervenir gremialmente para mejorar sus condiciones de trabajo. Algunos ejemplos de este fenómeno, con diversas caracterís‐ ticas y alcances, los encontramos en los Ministerios de Trabajo, Economía y Desarrollo Social de Nación o, con sus par‐ ticularidades, Promoción Social de la Ciudad de Buenos Aires; en otros casos, este fenómeno se desarrolla aún en un plano mucho más molecular e incipiente, sin llegar aún a formas “visibles” o de irrupción abierta.
El trabajo digno empieza por casa Nuestra experiencia de organización gremial en el Ministerio de Trabajo de la Nación se inscribe dentro del cuadro de situación descrito en los apartados anteriores, tanto en lo que refiere a los procesos de tipo estructural como a los factores de orden subjetivo. A mediados de 2008 se conforma una agrupación de base –integrada mayormente por trabajadores/as contratados bajo diversas modalidades precarias‐, que fue desarrollándose a través de la denuncia y exigencia sistemáticas a las autoridades del Ministerio de que el trabajo digno “empieza por casa”, consigan que dará 4 Cabe destacar que ésta no es la única forma de contratación temporaria dentro del Estado: siguen
vigente la facturación como mono‐ tributistas a organismos internacionales como Naciones Unidas (PNUD); las asistencias técnicas con Universidades Nacionales, etc., en proporciones que varían de acuerdo a la política de Recursos Humanos de cada jurisdicción. Asimismo, merecería un artículo aparte la tercerización de servicios esenciales que se da en el Estado, como son las tareas de limpieza, que en su gran mayoría es realizada por empresas privadas que facturan muy caro un servicio deficitario, con trabajadores/as súper explotados, con contratos trimestrales, muy mal pagos y con cargas de trabajo exorbitantes
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el nombre al agrupamiento. Como resultado de un paciente proceso de acumula‐ ción de base, que logró superar las iniciales formas autoconvocadas para constituirse como fuerza gremial organizada, en junio de 2010 “Empieza por Casa” (como lista blanquinegra) ganó las elecciones de Junta Interna de ATE, desplazando a una anquilosada Junta Interna verde que se fue cerrando progresivamente a la partici‐ pación, al mismo tiempo que apostaba cada vez más a un acuerdo amistoso con las autoridades como único argumento político de sostenimiento. Así es como la nueva Junta Interna de ATE‐MTEySS lleva casi un año y medio de trabajo, con una práctica gremial que se propone como “participativa, democráti ‐ ca y de lucha” y que ha permitido un crecimiento impor‐ tante de la injerencia e influencia de ATE al interior del Ministerio de Trabajo. El fastidio y preocupación de altas autoridades del organismo por la actividad inde‐ pendiente de ATE en el Ministerio así lo testimonia. Durante este año, de marzo hasta julio, ATE‐Trabajo impulsó un plan de lucha escalonado, con más 10 paros de actividades a nivel nacional (la mayor parte de ellos con un fuerte acatamiento en diversas regiones del país), que chocó con la intransigencia del ministro Car‐ los Tomada. El movimiento de lucha alcanzó niveles de masividad muy altos, confluyendo en el mismo una diversidad de sectores, incluyendo un número muy importante de compañeros/as identificados políticamente con el oficialismo, pero que aún con contradicciones lograron poner por delante la legitimidad de sus reivindicaciones como estatales, estableciendo una sana delimitación entre su genuina postura política y su posición de clase objetiva. Lejos de dar una respuesta satisfactoria a los reclamos de pase a planta y aumento salarial, las autoridades se limi‐ taron a descontar los días de paro realizados durante el mes de junio a más de 400 compañeros/as en todo el país, como acción disciplinatoria y de amedrentamiento (medida que se pudo revertir al mes siguiente, lográndose el rein‐ tegro total de los días descontados). Si bien no se con‐ quistaron los objetivos reivindicativos planteados –pase a planta permanente para todos/as y un plus salarial de $1000‐, el proceso de lucha tuvo una dimen‐ sión inédita en la historia del Ministerio de Trabajo y constituye un punto de referencia ineludible para los varios cientos de compañeros/as que fuimos parte acti‐ va del movimiento de lucha en todo el país, experiencia que aún requiere ser procesada colectivamente para extraer las conclusiones y aprendizajes adecuados.
Desafíos por venir Es una discusión abstracta determinar hoy si el diag‐ nóstico que se presenta en esta artículo refiere a un proceso limitado a un sector acotado de los trabajado‐ res y trabajadoras estatales, o si es una tendencia más profunda que puede ampliarse y reeditarse en nuevas luchas contra la precarización laboral en el Estado, aportando al mismo tiempo a un proceso de revitaliza‐ ción gremial de carácter democrático y antiburocrático en un nivel superior en nuestra ATE. Más allá de esto, lo cierto es que está empezando a despuntar un nuevo activismo de lucha, que tiende a expre‐ sar a toda una camada reciente de estatales que está en graves condiciones de precarización laboral. En ese marco, comienzan a configurarse experiencias diversas que con mayor o menor fuerza y claridad, intentan poner en pie un modelo de construcción sindical antiburocrático, desarrollado desde abajo hacia arriba. Para orientar y potenciar esas experiencias es importante comenzar a sentar las bases de una propuesta gremial superadora para ATE, que pueda ofrecer una orientación seria de lucha para este activismo de “nueva izquierda” que, por el momento, tiene como mayor rasgo común de identidad su vocación por forjar y desarrollar métodos de organización, decisión y lucha democráticos. No es poco, pero con eso sólo no alcanza. Sin duda, en ese camino de búsqueda, la batalla contra la precarización laboral y por el pase a planta de los/as tra‐ bajadores/as contratados/as es una pelea de primer orden, que sólo puede ganarse a través de la más amplia unidad de base y con una ATE que con total autonomía de clase se ponga al frente de esa lucha a nivel nacional.
Aportes para la construcción de un nuevo sindicalismo democrático y de base Por El Cielo x Asalto – CAUCE en La Brecha Sindical
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esde El Cielo x Asalto – CAUCE participamos de un espacio político multisectorial recientemente conformado llamado “Corriente de Organizaciones de Base La Brecha” desde el cual intervenimos en un conjunto de ins‐ tancias, entre ellas en el plano sindical. Hemos conformado en ese frente de militancia un agrupamiento deno‐ minado La Brecha Sindical. Aportamos entonces algunas reflexiones de nuestro espacio para la construcción de un nuevo sindicalismo democrático, de base y combativo.
La lucha en el lugar de trabajo
En el lugar de trabajo nace la necesidad de luchar y se moldea buena parte de la identidad de clase. Se templa y se construye en gran medida el poder de lxs trabajadorxs. La tarea sindical debe revalorizar la lucha en el lugar de trabajo. Es el espacio en el que se visualizan tanto los cam‐ bios que introducen las patronales como los perjuicios que esos cambios ocasionan y por lo tanto donde se debe estar preparado para participar y organizar la acción. Es el lugar de trabajo a su vez la instancia primordial de cercanía y posibilidad de organización de lxs trabajadorxs. Si se piensa de cara a la construcción de gremios fuertes anclados en una importante participación de las bases, es indispensable tener en cuenta que el lugar en donde mejor asentada tiene que estar la construcción gremial es en el lugar de trabajo, de manera que la organización, las medidas de lucha, la vida interna gremial nazca a través de la par‐ ticipación efectiva del conjunto de trabajadores y trabajadoras. El “día a día” de los lugares de trabajo no puede entonces ser descuidado por lxs militantes sindicales de base. La construcción de compañerismo, conciencia colectiva, identidad común, participación, es importante que crezca desde ahí para poder fomentar prácticas no delegativas de participación política. Debe ser desde el mismo lugar de trabajo desde donde se temple la intervención de lxs dirigentes sindicales, com‐ pañerxs referentes y con capacidad de organización que serán reconocidxs primariamente por su lugar como compa‐ ñerxs de trabajo. Debemos romper con la lógica sustitutiva de las experiencias que lxs trabajadorxs desarrollan frente a los con‐ flictos, y accionar como parte del proceso sin intentar imponer medidas o planes de acción. Ya que estos surgirán como producto del debate de los espacios de participación democrática que lxs trabajadorxs se den en cada situación concreta, siendo nuestra tarea acompañar cada decisión que se haya resuelto en esas instancias. Así lograremos impulsar políticas que no estén alejadas del ánimo general de las masas.
Democracia sindical
Es de relevante importancia hacer de una de las frases más contundentes del movimiento obrero una realidad: “La emancipación de lxs trabajadorxs será obra de lxs trabajadorxs mismxs”. Aquí el rol que juega la democracia sindical se torna principal, como la única manera de garantizar una participación activa y consciente de la masa de trabajado‐ res y trabajadoras. Democracia no es solo votar medidas. También, y fundamentalmente, implica participar y construir. Es muy impor‐ tante alentar la participación en todo aquello que la gente debe intervenir, aunque pueda tratarse de aspectos muy puntuales. Proclamar la democracia sindical, es también tener una política contra las burocracias sindicales planteando la construcción de sindicatos de nuevo tipo y también es trabajar en la conciencia autónoma de lxs trabajadorxs para que esta se amplíe y se extienda, a partir de la participación y planificación de la política a llevar adelante por el sindi‐ cato. En este sentido, se vuelve a poner en relevancia el establecimiento de lazos de solidaridad, encuentro e identifi‐ cación común entre trabajadorxs. Para la consecución de este objetivo es importante forjar una nueva cultura militante, respetuosa de los procesos de autoorganización de las bases, que forje la unidad entre las diferentes corrientes de izquierda y que nos permita golpear con un solo puño, evitando la autoproclamación o la realización de objetivos propios por encima de los inte‐ reses comunes de los trabajadores y trabajadoras La democracia también permite forjar la aptitud de las bases para resolver en sus propias manos sus problemas, condición para prefigurar una situación de poder popular. Por supuesto, esto no alcanza, el debate democrático debe estar dotado de contenido político. Pero como antes mencionamos, sin forzar los procesos necesarios de las asamble‐ as, cuidando siempre la unidad de los espacios de organización de las bases, como una necesidad estratégica.
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Unidad efectiva en el lugar de trabajo (aprender a organizar la diversidad)
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Lxs trabajadorxs, además de estar unidxs por nuestro lugar objetivo en el sistema de producción como vendedorxs de fuerza de trabajo, único modo de sobrevivencia, t e n e m o s una creciente similitud: nuestras condiciones laborales, como por ejemplo la precarización del trabajo. Sin embargo hay una fuerte diversidad de situaciones contractuales (sub‐ contratación, tercerización, etc.), jerarquías, salarios, r o l e s , etc. Que intentan afectar esta unidad y la solidaridad de c l a s e . Esto evidencia una clara estrategia por parte de la patronal: impedir que se forme un grupo homogéneo de traba‐ jadorxs que compartan iguales condiciones, idénticos problemas, enfrentando los mismos obstáculos. Una estrategia que apunta a romper la solidaridad de clases, dividir y debilitar la fuerza de lxs trabajadorxs. Por lo tanto, nuestro desa‐ fío es construir la unidad del colectivo de trabajo a pesar de la diversidad de situaciones. La tarea entonces se trata de poner énfasis en conceptos como: solidaridad e identidad de clase. Esto se puede tomar desde el reclamo concreto del espacio de base más inmediato, el lugar de trabajo, donde suelen convivir com‐ pañerxs con diferentes situaciones laborales, intentando siempre sortear los intentos patronales de división entre lxs trabajadorxs e impulsando la elevación de reclamos que contemplen las diferentes situaciones, tendiendo lazos que fomenten la identificación común.
Unidad de la clase, unidad con el conjunto de los sectores populares
Evitar el aislamiento en los conflictos sindicales se vuelve en esta coyuntura un objetivo importante a la hora de establecer lineamientos de intervención sindical. Nos debe llevar a analizar concretamente todos los factores en juego en cada situación particular: la situación del sindicato, de la empresa, la rama de actividad, la situación política, etc. Incluso es fundamental incluir en el análisis: la opinión pública, los lazos con otros sectores del pueblo y la comuni‐ dad, lxs usuarixs y clientes, otras empresas del mismo grupo económico en conflicto, estudiantes, artistas, medios de comunicación, ambientalistas, etc. A los fines de que cada problemática propia de cada lugar de trabajo, sea retoma‐ da por compañerxs trabajadorxs de otros lugares, que sea retomada por amplios sectores del pueblo como propia con la idea de hacer masivos los conflictos, evitar el aislamiento y forjar la victoria.
Algunas de las tareas que debemos impulsar
• Espacios de formación/capacitación: realizar los talleres de formación de Trabajadores y Trabajadoras, fomentan‐ do espacios regionales de formación para acercar compañerxs delegadxs, activistas o con ánimo de desarrollar tare‐ as de participación sindical: • Compartir debates acerca de la política sindical nacional para compartir diagnósticos acerca de la situación de la clase, sus organizaciones sindicales, su relación con la burocracia y el gobierno, etc. • Apostar y aportar a desarrollar organizaciones de base sindicales en todos y cada uno de los espacios de trabajo que podamos o tengamos algún militante, con agrupaciones propias o conjuntamente con otras tendencias del campo popular según la coyuntura particular y cada territorio concreto. • Generar espacios para pensar cuáles son los problemas que tenemos a la hora de organizarnos y elaborar y llevar a cabo de conjunto soluciones para los espacios concretos. Desde La Brecha Sindical vemos la centralidad de impulsar en los lugares de trabajo una política clasista, indepen‐ diente, no sectaria, concentrada en cuestiones que hagan a lo específico de cada lugar de trabajo, sobre todo dedica‐ das a subvertir las relaciones de poder en esos lugares por un poder distinto y transformar la subjetividad de la clase trabajadora, respetuosa de las asambleas y espacios de base y también respecto a las otras corrientes político‐sindi‐ cales, pero a su vez enmarcada en una perspectiva política general más amplia que pueda relacionar la cuestión sindi‐ cal con las problemáticas sociales generales.
Con el Gringo en el corazón! y con su ejemplo… “Nuestra posición es que debe llevarse adelante la unidad de acción, la unidad en la lucha de todos los sectores populares, democráticos y revolucionarios… a su vez levanta tres banderas de unidad y lucha: justicia social, soberanía popular y liberación nacional, que particularmente pueden tener otras denominaciones, pero que en el fondo, deben unir a todos los que luchan por una vida mejor, sean del color que fueren”. Agustín Tosco.
Por Manuela Sakin (Insurrexit en el MUI)
Profundizar el keynesianismo representativo en los discursos de este gobierno, mediante la puesta en marcha de estas medidas, es un primer paso para hacerle frente a la crisis
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a construcción de la unidad del campo popular, esa unidad antiimperialista, antioligárquica y antidictatorial, de la que hablaba Tosco, debe llevarse a cabo con la profunda convicción social y militante de que la Argentina nece‐ sita continuar caminando hacia una patria en donde no haya excluidos, explotados, ni maltratados por el siste‐ ma económico que hoy predomina en nuestra sociedad. El proceso económico, político y social que hoy vive nuestro pueblo debe ser tomado por los que abogamos por la construcción de un futuro mejor, como punto de partida para seguir consolidando y fortaleciendo la constitución de una organización que aglutina a diversos sectores políticos e ideológicos del campo popular. Una organización que pretende instituirse como una herramienta política de clase para la construcción de poder popular alternativo. Es decir, nuestra mirada se encuentra enfocada hacia una tarea que se manifiesta como primordial a la hora de proponernos superar las construcciones politicas corporativas, como por ejemplo el modelo sindical argentino de la CGT, dependiente del Estado y basado en el pacto social y la conciliación de clases. Luego de la victoria de Cristina el 23 de octubre, nos encontramos con una situación, en Argentina, que es particu‐ lar del momento de cambio que estamos viviendo tanto a nivel mundial como a nivel regional, y que definen el pano‐ rama a favor de políticas que puedan profundizar los avances hechos hasta ahora por el Gobierno en materia de reivindicaciones sociales. Al mismo tiempo, debemos mantener nuestra insistencia en la necesidad de interpretar con cautela y seriedad, que el momento histórico que hoy se le presenta a la Argentina es ampliamente favorable para construir, unidos, una fuerza política que enfrente con firmeza y derrote, definitivamente, a nuestro enemigo de clase. Decimos que la situación es particular del momento actual porque la crisis de representación política de la derecha argentina hoy, es paralela y consecuencia, en gran parte, de la crisis económica que vive el capitalismo a nivel mundial y al fracaso del Consenso de Washington a nivel regional. De aquí los manotazos de ahogado de la derecha más retró‐
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Como decía el gringo Tosco: aquel sindicalismo es el “que plantea la transformación revolucionaria de las estructuras y que reclama en lo inmediato que los grandes medios de producción y las palancas fundamentales de la economía sean de propiedad estatal –social y no privada–.
grada del país cuando pretende deslegitimar todo avance del sector popular. Por esta razón es que debe valorarse la incuestionable importancia, a nivel cultural, que tiene el hecho de haberse creado la Ley de Medios Audiovisuales; así como tampoco se puede dejar de destacar la puesta en vigor de la Ley de Matrimonio Igualitario, siendo Argentina el primer país latinoameri‐ cano en dar este paso. La estatización de las AFJP y la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, en el plano económico, permiten que los fondos obtenidos con estas nuevas intervenciones del estado puedan desti‐ narse, a la aplicacion de, por ejemplo, la Asignacion Uni‐ versal por Hijo, reivindicacion clave del sindicalismo de los ´90. Por último, luego de lo dicho más arriba, y soste‐ niendo la importancia del impacto social que han teni‐ do y tienen las medidas que ha impulsado el campo popular, creemos que nada de esto puede sostenerse frente a un escenario de crisis como el que se avecina, si no se profundiza la justicia social y la redistribución de la riqueza. El “piso” que se ha establecido, una vez puestas en vigor estas políticas, resulta provechoso e histórico para seguir avanzando en la construcción de
poder popular. Cuando hablamos de profundizar, nos referimos a que desde el sindicalismo de liberación, se luche por aprobar una ley que frene la extranjerización que destruye la riqueza natural de nuestro país y segrega a nuestros trabajadores rurales y pueblos originarios de nuestra tierra. Necesitamos una ley de entidades financieras, una ley de minería, y la reforma tributaria en cuanto a la eliminacion del IVA de la canasta basica. Profundizar el keynesianismo representati‐ vo en los discursos de este gobierno, mediante la puesta en marcha de estas medidas, es un primer paso para hacer‐ le frente a una crisis que amplía sus espectros de lo economico a lo político, social, etc. Pero no creemos oportuno comulgar con la idea de que a la izquierda de Cristina no hay nada; mantener la posición alternativa y autónoma de un sindicalismo diferente que no se conforma con el fifty‐fifty, es reforzar esa herramenta que presione por aquellas reformas estructurales que nuestro pueblo necesita, a la vez que construye las condiciones para revertir el orden esta‐ blecido. Como decía el gringo Tosco, aquel sindicalismo es el “que plantea la transformación revolucionaria de las estructuras y que reclama en lo inmediato que los grandes medios de producción y las palancas fundamentales de la economía sean de propiedad estatal –social y no privada–.”
Trabajadores y estudiantes cruzados por la historia, esa que no se repite Por la Agrupación Norberto Blanco en la C.E.D.P. No hay historia muda. Por mucho que la quemen, por mucho que la rompan, por mucho que la mientan, la memoria humana se niega a callarse la boca. El tiempo que fue sigue latiendo, vivo, dentro del tiempo que es, aunque el tiempo que es no lo quiera o no lo sepa. Eduardo Galeano, La Memoria Porfiada
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l primer paso para recorrer de pies a cabeza una historia sin perderse es encontrar un protagonista. Buscar determi‐ nadas características que nos brinden los indicios, pistas, y particularidades. Después hay que meterse en el perso‐ naje, hacer propio lo ajeno y vivir las dolencias y alegrías de algo o alguien que pasa a formar parte, circunstancialmente, de nuestra vida. Para permitirnos vislumbrar quién es ese protagonista debemos preguntarnos: ¿Cuál es el agente que interviene en todo proceso material y social? ¿Sobre quién pesan los pilares de un sistema inmenso como jamás se conoció otro? ¿De quién es tanta sangre que se llevó el río? Por el lugar en el que nos compete hoy estudiar podemos decir que el verdadero tópico de la nota aquí presentada es la clase obrera, y la relación que con ella establecemos nosotros, los estudiantes. Clase obrera argentina, controversial, que adoptó por períodos, caracteres y sectores de combatividad así como de oficialismo, de sacrificio y de primavera, de anarquismo y de peronismo, de radicalismo y de marxismo. A través de todos estos ciclos supo ganarse el protagonismo a base de medidas de lucha y resistencia, expresiones de los con‐ flictos de clase que en el país se desarrollaban y se desarrollan. Conflictos que hoy en día siguen vigentes, muchos de ellos intocables. Es por eso que hoy, la clase, vuelve a levantar su puño para entonar nuevamente cantos de lucha e insurrección. Algunas ocasiones a la par, otras alejado está el estudiantado, sector heterogéneo e imposible de definir a partir de generalizaciones1. Formándose en la cuna de la intelectualidad, queda en sí mismo la elección de legitimar en su práctica el orden establecido, o bien poner la mente y el cuerpo al servicio de lo que se configura como nuevo, trans‐ formador, revolucionando aquél orden. Para esto consideramos fundamental organizarnos con nuestros compañe‐ ros, discutir de qué maneras llevamos adelante nuestras tareas como intelectuales, cohesionando el discurso y la teoría para trasladarlos a la praxis. ¿La historia se repite?
Empresarios, Gobierno y Burocracias Sindicales: garantizando el capital Ya que la historia se repite sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla, intentamos vol‐ ver a ella para entender el devenir de la clase obrera, el devenir también de la relación entre trabajadores y estudiantes, que hace al fin y al cabo, a entender mejor el destino de nuestra sociedad que, lejos de estar escri‐ to, depende de nuestra acción. Cuando leemos nuestro pasado, y observamos que los enemigos de ayer fueron empresarios, nucleados 1 En el sector estudiantil convergen estudiantes de distinta extracción de clase. Incluso en el transcurso de nuestras carreras, los estudian‐
tes vamos desarrollando, tanto desde la academia, como sobre todo por nuestras actividades más allá de ella (trabajo, vivienda, familia) una posición dentro de la sociedad. Como estudiantes por lo tanto, no hay intereses comunes de clase, sino que la Universidad y nuestro sector, están atravesados por los mismos conflictos sociales que atraviesan a la sociedad. De esta manera, podemos encontrar tanto com‐ pañeros que pretenden ser dirigentes y cuadros de la burguesía, así como trabajadores en formación, que buscan poder vender su fuer‐ za de trabajo a mejor precio.
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La represión es una política de Estado, que tiende a desarrollarse de manera más o menos explícita de acuerdo a la circunstancia histórica.
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en organizaciones como la Sociedad Rural de los Martínez de Hoz o en la Unión Industrial Argentina; gobiernos dic‐ tatoriales pero también constitucionales, desde las represiones de Yrigoyen en la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde hasta la Triple A de Lopez Rega; y traidores, esas burocracias sindicales que el Gringo Tosco llamó colabora ‐ cionista por su rol de entreguista frente a la dictadura de Onganía, expresada en las figuras de Vandor primero y Rucci y Lorenzo Miguel después. Fue así que, las patotas armadas que llenaron las filas de la asesina Triple A, eran en gran medida las bases de aquellos burócratas sindicales. Porque no queremos que la historia se repita y entendemos que quienes vaciaron la Educación y entraron con largos bastones a la Universidad encarcelando a intelectuales y científi‐ cos como afuera de ella lo hacían con el pueblo trabajador, eran los enemigos comunes de obreros y estudiantes, es que nos oponemos a un modelo en el que, la alianza entre empresarios, gobierno y burocracias sindicales, vuelve a jugar su rol histórico de garantizar el capital. Como decíamos en el primer número de la revista del CEFyL, ‘la represión es una política de Estado’, que tiende a desarrollarse de manera más o menos explícita de acuerdo a la circunstancia histórica. El año pasado la represión esta‐ tal fue tercerizada para reprimir paradójicamente a quienes luchaban contra la tercerización laboral: el Estado utilizó a las patotas de la burocracia de Pedraza, que una semana antes compartía palco con Cristina Fernández en River, para neutralizar la pelea de los trabajadores asesinando al compañero de la UJS‐ PO Mariano Ferreryra. Vemos así la forma en que las alianzas y sus métodos se actualizan, y precisamente porque no queremos que la historia se repita, y que unas patotas armadas con la complicidad del gobierno, o mismo el Estado a través de sus leyes y fuerzas represivas, apaguen nuestros sueños de lucha por una sociedad mejor, debemos estar a la altura de enfrentar tales ataques. La unidad de los estudiantes con los trabajadores es una necesidad en ese camino; como lo fue en los sesenta y setenta, en donde solo coordinando y potenciando las distintas luchas fue posible avanzar al punto de incluso, derrotar a la dictadura de Onganía o voltear el gobierno cordobés del oligarca Uriburu, como sucedió en el ´69 tras el Cordobazo o en el ´71 en el Viborazo.
Qué pintamos hoy nosotros
Desde la Corriente Estudiantes Del Pueblo (en la UBA la Norberto Blanco) creemos que el lugar del movimiento estudiantil está junto al pueblo trabajador, reivindicando sus luchas y acompañándolas codo a codo, poniendo justa‐ mente la Universidad al servicio del pueblo. Esta es la única forma de no atar la Facultad a una concepción “burbuja” en la que el pensamiento crítico no sale del aula. Más aún cuando en nuestros días estudiar se vuelve un lujo por las difíciles condiciones materiales para hacerlo, la oferta horaria es escasa y complica el trabajo y estudios simultáneos, los apuntes representan un gasto gigantesco, y el Estado no garantiza las necesidades básicas para que uno pueda ser un estudiante pleno. Es por eso cada vez más frecuente la mimetización entre trabajadores y estudiantes, pues las cir‐ cunstancias económicas empujan a que muchos compañeros deban trabajar para costear sus estudios en el mejor de los casos (es decir, en los casos en los que pueden seguir sus carreras y no deben dedicarse de lleno a trabajar para sostenerse)2. 2 Para un análisis en profundidad sobre el proceso de proletarización y semi‐ proletarización de un sector del estudiantado universitario, así
como de los docentes universitarios, ver: Astarita, Rolando, “Carácter de clase del docente y estudiante universitario”.
Solo coordinando y potenciando las distintas luchas fue posible avanzar al punto de incluso, derrotar a la dictadura de Onganía o voltear el gobierno cordobés del oligarca Uriburu, como sucedió en el ´69. Consideramos que la educación nunca podrá estar separada de los conflictos que atraviesan nuestra sociedad. Más allá del carácter autónomo de la Universidad, es ésta una institución que tiene como fin la reproducción de la forma más plena posible del capital, la formación de los cuadros técnicos e intelectuales que trabajarán para la burguesía, sus legitimaciones teóricas, entre otras. Para ello son las leyes como la ley de educación superior, por ejemplo, donde una comisión externa (la CONEAU), funcional al gobierno de turno, acredita las carreras y administra valoraciones con las que estas son declaradas de interés público (entiéndase: útiles para el mercado en un determinado momento his‐ tórico). A partir de esas valoraciones determina la legitimidad de los títulos y programas a lo largo y ancho del país, así como influye en el presupuesto que se le adjudicará a tales o cuales academias. Por ello denunciamos que la educación no está hecha al servicio del pueblo, sino al de un mercado que pretende dictaminar la conciencia, pretendiendo autómatas, y que a la hora de recortar no duda en hacerlo en perjuicio del pue‐ blo. Y es que la lucha por la Educación Pública no puede estar por fuera de la pelea por mejores condiciones de vida del pueblo en su totalidad: salud, vivienda, condiciones dignas de trabajo. Surgiendo así la necesidad de articular nuestras peleas. Por un lado, al interior de la Facultad, con la gran cantidad de compañeros que además de estudian‐ tes somos trabajadores, así como con los trabajadores de la Facultad: docentes, no docentes, y compañeros becarios. Y en el mismo sentido, debemos coordinar nuestras luchas con lo que sucede fuera de las paredes de Puán 480 y la UBA. Es así que creemos que la unión entre obreros y estudiantes no sólo es conveniente sino necesaria, pues ambos avanzan en una sola dirección, siendo así compañeros de historia. La unidad obrero estudiantil se logra reflexionan‐ do sobre nuestras luchas, construyéndolas día a día en nuestros lugares cotidianos (en nuestro caso, la Facultad). Al tiempo que impulsamos la lucha en nuestro lugar de estudio, por cuestiones específicas de nuestro sector, desarro‐ llando un movimiento estudiantil sólido, debemos también proponernos trabajar de conjunto y con una perspectiva común con los trabajadores y el pueblo. Porque cuando peleamos por más becas o por condiciones edilicias, no pen‐ samos solo en mejores condiciones para quienes ya estamos en la Universidad, pensamos también en los trabajado‐ res y los hijos de trabajadores que hoy no pueden asistir a ella.
Unidos y adelante
Este año, para el aniversario del Cordobazo, desde la Norberto Blanco‐CEDP realizamos una actividad en la que par‐ ticiparon decenas de compañeros, trabajadores y estudiantes. Participaron compañeros del Encuentro Sindical Clasis‐ ta y de Base “Nuestra Clase”, de La Voz de los Laburantes, la agrupación Trabajadores Docentes de Base ‐ Lista Roja que estuvieron en Santa Cruz solidarizándose con los compañeros de ADOSAC y los petroleros, profesores de AGD Filo, del Subte, compañeros que estudian en nuestra facultad y trabajan en lugares movilizados. Más de cincuenta compañeros discutimos la potencialidad de la coordinación obrero estudiantil, cuestión que debemos profundizar para llevarla adelante de la mejor manera posible. En un sentido similar viene trabajando el CEFyL a través de sus Comi‐ siones de Base, coordinando en encuentros antirrepresivos, llamando a foros de discusión, solidarizándose con las luchas obreras. Estos son primeros pasos en pos de desarrollar un movimiento estudiantil democrático, participativo, con capaci‐ dad de acción, y también con una perspectiva de lucha que exceda los límites del sector, para aportar en la lucha del pueblo por su liberación. Porque cuando ambos sectores se unen, entendiendo que la lucha de uno es la del otro, se potencian los alcances de las mismas, haciendo temblar a los verdugos comunes que tenemos. Sucedió así en el Cor‐ dobazo, en donde desde los mismos espacios de base de uno y otro sector, desde las mismas organizaciones de tra‐ bajadores y estudiantes, se coordinaron los planes de lucha a llevar adelante, operativizando de conjunto las medidas, los enfrentamientos, los pliegos de reivindicaciones. Y no solo por una cuestión efectista creemos que trabajadores y estudiantes debemos luchar codo a codo, sino también y fundamentalmente porque, como dijera el Che Guevara, “lo definitivo es el espíritu de lucha que madura día a día, la conciencia en la necesidad del cambio revolucionario, la certeza de su posibilidad”.
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poesia cuentos e historias de Buenos Aires
Tanto de tanto Por Carlos Caporali
Tanto material utilizado, tanta sangre de la buena –de la que coagula en sentimientos– tanto hombre destruido. Por cada canción un grito se levanta de madrugada, Por cada fusil una rosa abre el surco que le dará la vida, Tanta bondad destruida a palos, A dientes, a mordiscos. Tanto material utilizado, Tanta sangre corriendo de una punta a otra, Tanto hombre destruido; Por cada grito las batallas forman sendas libertarias Y las flores ya no son flores –son himnos– Por cada mirada dulce se quedan en mis manos Los pies del mundo nuevo y los ojos del viejo que se cae. Tanto de tantas cosas, Tanto de tantos momentos, alienados y puros, Mentirosos y sutiles, Tanto de tantos amores De tantas tardes bajo el infierno inminente. Tanto material utilizado –de un lado y de otro– Tanta sangre enfrascada y apretada Contra los muros ideales, tanto hombre destruido: Por cada pedazo de tierra el llanto de un niño que va para hombre, Por cada terrón de azúcar una muchacha de pechos calientes y dulce mirada. Tanto de tantas cosas, Tantas promesas y charlas absurdas, Tantos panes pagados a crédito… Tanto de tantas cosas! Por cada hombre enterrado a la fuerza, una bandera de colores inenarrables, Por cada llanto de niño una sonrisa limpia y certera, Por cada promesa de charlas reuniones, una pala de acero y madera. Tanto hombre utilizado, tanta angustia reprimida en el fondo de la panza, Tanto material utilizado ‐de un lado y de otro‐ Tantas cosas de tantas otras: Tanto de tanto que ya no queda nada.
Buenos Aires, 1977
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El basurero Por Carlos Caporali
É
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l sabía de sorpresas, inconvenientes y otras yerbas por el estilo. Todo en su vida había sucedido antes, dentro o después de una de ellas. Apariciones, influjos, shocks, en fin, para llamarlo simplemente: sor‐ presas. Esa noche no fue distinto. También sabía él de percepciones y acciones premonitorias, molestas algu‐ nas, anticipatorias otras. Todas ellas sin embargo inclui‐ das dentro del rubro de lo posible de resolver. Ella también parecía saber. Había llegado temprano, como nunca, de su clase de “Couch Profesional”, no entende‐ remos porqué su boca dejaba entrever una especie de sonrisa tribal, la que no abandonaba ni siquiera rumbo al baño. Gestos distintos, premonitorios. Al menos eso le parecieron a él. Los ruidos de la televisión enajenaban cada uno de los cuartos del departamento de la calle Salguero. Un vecino se esforzaba por hacer llegar su charla grotesca hasta los mínimos lugares del sexto piso. Mario a cargo del edificio avanzaba con la lustradora de parquet por sobre las expectativas de un día martes a la noche. Ella seguía apareciendo como profunda conocedora de la historia, pequeña pero historia al fin. Él sabía de sorpresas, traspiés y otros inconvenientes; de todas formas siempre los había resuelto sin mayores esfuer‐ zos. Alguna vez quedándose bloqueado en la ruta dos volviendo de la costa, presa de los piquetes. La solución no tardaba en llegar; alguno de los agentes a cargo, y luego de recibir la contribución tradicional, se arreglaba para lograr que superara la valla humana airoso. En otros momentos la suerte lo había acompañado permi‐ tiéndole no estar en el lugar de los hechos cuando de criminalidad se trataba. Pero ni en sueños hubiera ima‐ ginado que su plancha mágica del destino, le tuviera preparada una sorpresa de esas enroladas en el seg‐ mento de inesperadas, inéditas, insolubles. Él terminaba, como era costumbre, de darse una ducha maravillosa colmada de matices y humedades, atiborrada de pasajes lumínicos y esotéricos lindando con una suerte de locura. Le apasionaba la ducha, des‐ pués el bidé; en caso de nada, el piletón del lavadero. Así es, le gustaba el agua. Una toalla apenas discreta le cubría algo de su cintura, mientras que bajaba tenden‐ ciosa hasta apenas la mitad de sus muslos. Poca cosa se podría inferir. Esa era su costumbre. Ella usaba el otro baño. Pequeño, incierto de ser disfrutado, pero con lo suficiente como para intentar saciar la sed de alguna necesidad perentoria. “¡..Acordate de sacar la basura..!” La comanda se fue
deshaciendo por entre los rincones de la casa y le tala‐ dró el cerebro. “¡..Me escuchaste ché..!!” Insistió bárbaramente con higiénica reververancia acústica de bañera. “¡..Si..!!!” Gritó acalorado como siempre; irritado como cada vez que se lo espetaba desde el baño sin siquiera asomar esa: “ …Cabezota de rulos tiesos…” “¡..Si, te escuché carajo..!!!” La maldijo mientras ter‐ minaba de atar raudo y pendenciero cada bolsa del supermercado transformada en bolsa de consorcio tru‐ cha… “¡..Te escuché, sí, te escuché..!” rumió el insulto mien‐ tras abría con la mano izquierda la puerta de salida, car‐ gando con la derecha sobre su hombro las bolsas de la discordia. El basurero era un cuarto sencillo y pequeño, aun‐ que el olor fétido de basura abandonada lo clasificaba como inhóspito, de cuarta categoría, detestable sobre todo en verano. La puerta que lo franqueaba recibía los puntapiés de los vecinos del sexto, también se ano‐ taba Mario, quien de vez en cuando practicaba de “p u n t í n” y hasta contribuía con golpes de tacho gran‐ de, único receptáculo que al igual que un Sumida Maru, carguero japonés de la marina mercante, recibía la descarga poco ecológica de cada vez más y más d e p a r t a m e n t o s . El simplemente odiaba sacar la basura, reaccionaba contra el basurero, sentía que su plexo solar se conmo‐ vía de sólo imaginar que alguien pudiera salir de otro departamento, y al cruzar las miradas un saludo cróni‐ co irrisorio fuera la respuesta a su vergüenza acunada desde niño, cuando su madre le pegaba en la punta de los dedos por negarse a lavar los platos del almuerzo del domingo. Una sucesión de temblores, guiños espasmódicos y carne crispada era el síndrome característico que acom‐ pañaba el viaje. Avanzó conmovido hacia la puerta del miserable tambucho, sujetándose irregularmente la toalla que había comenzado a aflojarse abandonando impúdicamente su cintura. Tiró las bolsas al suelo, des‐ pectivo, recio. Le propinó un zurdazo al picaporte del refugio de excrementos vecinales, y justo en el preciso instante en que terminaba de embocar victorioso las bolsas de la deshonra en el inmundo receptáculo, justo en ese instante: o sonaron los tambores de la tribu del águila bicéfala, o se escuchó el disparo de un guardián de la ley trasnochado, o tan sencillo como que, a instan‐
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cias de una inesperada corriente ventosa con símil efec‐ to venturi, se terminaba de cerrar la puerta del depar‐ tamento. La luz mortecina del “timer” del pasillo se transfor‐ mó en negra, de negra pasó a inexistente. Arrebujado, amedrentado, tirado en el suelo y contra la puerta de su basurero, temblaba una vez más. Esperó que Marta lo socorriera, ansiaba oír sus pasos, verla llegar arras‐ trando las pantuflas a través de la escasa rendija que dibujaba el confín del piso de cerámica española, con el canto de la puerta de madera enchapada en roble. Nada sucedió entonces. Tan sólo algunos sonidos se identificaban, se mezclaban con sirenas de ambulancia, charlas y risotadas de la vecindad. Las luces habían desaparecido totalmente. No tenía fuerzas para gritar. Deseaba y le pedía a Dios la presencia de algún otro habitante. La toalla había desaparecido. Sus segmen‐ tos más pudendos se retraían y escondían en la maraña pilosa de su propio bosque de vanidades. Nada se sabía de Mario. Al menos él debiera ponerse a la orden de cualquier imponderable. Marta había salido del baño, hablaba sola y mientras picaba la cebolla del tuco de la cena, lo insultaba en ausencia una vez más. Un cosqui‐ lleo comenzó a adormecer su cuerpo todo, lloraba con lágrimas de ausencia. Pedía por todos los Santos.
Reclamaba, parecía gritar pero nadie concurría presto a semejante rescate. Se arrastró pesadamente, su desnudez de cuerpo sudado le incomodaba llegar hasta la ansiada puerta de su casa. Golpeó una y otra vez. Lloró amargamente. Gritó maldiciendo a su mujer mientras las luces del ascensor se encendían intermitentes dándole a la esce‐ na mayor intriga, temor y desolación. Se abandonó. Rindió su cuerpo del dolor, su espíritu a lo que sucediera. Se arrepintió de haber mentido. También hizo penitencia por insultar a esa santa cola‐ boradora de tiempo completo, mal carácter y magro salario teñido de vergüenza. Pensó que haber tenido hijos hubiera contribuido a disimular lo dramático del momento, o escribir un libro, plantar un árbol. Se fue dejando caer, se auto‐convocó a la quietud, al silencio, al recuerdo de su mediocre y casi inexistente pasado. Entonces todo lo acontecido hasta allí se fue diluyendo. Apenas se escuchaba en un hilo de voz, el tono recono‐ cible de Marta hablando por teléfono con su madre, de bruja a bruja, comentándole entre sonrisas la repetida ausencia de noticias al respecto de la extraña, inexpli‐ cable, insolente y hasta increíble desaparición del necio de su marido, treinta y seis meses atrás. Noviembre de 2010
Los siete pecados capitales del estudiante de Letras Por Esteban Abeledo
A
varicia: La avaricia aparece en el estudiante de Letras cuando codicia los libros de sus compañeros, principal‐ mente las ediciones de los mismos. Este pecado aparece en mayor medida cuando lo que tiene el estudiante es el libro fotocopiado. Como todos los pecados que surgen en la facultad, la avaricia no nace en el propio estudiante, sino que es inducida por el profesor/a quien recomienda (o más bien exige) que ciertos libros no se pue‐ den disfrutar salvo en tal o cual edición (Cátedra, Castalia, Losada, Ayacucho, etc.) La codicia está limitada al poder adquisitivo del estudiante, ya que dichas ediciones son tan buenas que valen un ojo de la cara. De lo anterior queda demostrado que hay muchos estudiantes tuertos.
Gula: Relacionada con el pecado anterior, la gula en el estudiante de Letras se manifiesta en comprar más libros de los que debería (Y eso que estoy hablando de una sola materia). Generalmente, la gula es inducida por el profesor/a quien, de manera inconsciente, recomienda a cada minuto bibliografía sobre tal o cual autor. Así, se puede ver cómo a una novela le corresponden alrededor de diez libros de crítica, salvo que se trate de Borges, cuya crítica es infinita (como los espejos de sus libros). Además de la avaricia, este pecado se relaciona con otro que no aparece en la lista oficial: la paranoia. Pereza: La pereza es producto de la gula: “Compré tantos libros y tan gordos, que no tengo ganas de leerlos”. La longitud del texto incide en la pereza, a punto tal que el estudiante busque desesperadamente que cada dos páginas haya un subtítulo para poder descansar. Ni les digo de aquellos autores que tienden a escribir oraciones extensas sin comas ni puntos finales, como si estuvieran jugando una apuesta a ver quién es el que logra exasperar más al lector o dejarlo sin respiración.
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Soberbia: El alumno de Letras no es soberbio en el sentido en el que conocemos este pecado. Es más, se podría decir que el alumno de Letras no es soberbio, ya que todo conocimiento lo comparte con sus compañeros sin el menor afán de superioridad. Sin embargo, la soberbia aparece fuera del ámbito de la facultad, cuando en alguna reunión (cumpleaños, casamiento, bar mitzva, despedida de soltero, etc.) se está hablando sobre algún libro o autor (esto se da más que nada en las despedidas de soltero, donde se elogia el “lomo” de la stripper y el “índice” de cosas que uno le haría), y uno piensa: “Yo podría darles mejor información que la que están manejando” para, a continuación, derra‐ mar sobre los demás todo nuestro saber letrado. Aconsejo que, de ocurrir este episodio en la despedida de soltero, que el erudito no hable tanto para olvidarse que tiene que ponerle un billete a la odalisca. Ira: Como la soberbia, la ira del estudiante de Letras no tiene nada de maligno. Es la ira relacionada con la injusticia: ira cuando nos hacen una pregunta jodida en el final, ira cuando el profesor agrega un texto a último minuto y nos dice “miren que este entra sí o sí en el parcial”, etc. Lujuria: La lujuria en el estudiante de Letras no es, como se puede llegar a pensar, el sexo entre com‐ pañeros. Si hablamos de lujuria en este caso, nos referimos a las “relaciones” que mantenemos en simultáneo con diferentes autores y estilos a lo largo de toda la carrera. En ese sentido, no podemos ser monógamos, porque sino no estaríamos estudiando Letras. Nuestros “clientes”, para usar un término prostibulario, nos los da el programa de cada materia. No obstante, pode‐ mos tener diferentes relaciones con ellos: – Hacer el amor: Cuando el texto nos gusta y nos da placer leerlo. – Sexo sin amor: Cuando el texto no nos gusta, pero lo leemos igual. – Relación masoquista: Cuando el texto es largo y no nos gusta, pero lo leemos igual y, cuando nos preguntan qué nos pareció, decimos “Nos encantó”. – Sexo salvaje: Leer rápidamente un texto y hacerle decir algo que tal vez no dice. Envidia: Ligada a la codicia, la envidia no es sólo de las ediciones, sino de los libros en sí. No hay nada peor que pedirte un libro un día y ver al día siguiente cómo tu compañero de banco ya lo consiguió, y encima en una edición con prólogo de Borges (En este sentido, Bor‐ ges es como la sal: se usa en todas las comidas) o del profesor de turno. Para que alguien ajeno a la facultad pueda entender este pecado, hay que pensar que a veces nos piden tex‐ tos que no están en ninguna librería o cajón de manzanas del Parque Rivadavia y que ni los mismos autores saben que escribieron. Como ejemplo de lo anterior pongo el caso de Lite‐ ratura Argentina I, donde me enteré que Lucio Mansilla tenía una hermana, Eduarda, y que era también escritora. Aunque sospecho que lo primero que escribió fue una denuncia para sus progenitores por haberla llamado “Eduarda” en vez de María o Carolina. Si los padres querían tener un varón, la culpa no es de ella.
Una pequeña broma Por Esteban Abeledo Basado en un hecho irreal.
I iguel tomaba café en el Bar Platón, frente a la Facultad de Filosofía y Letras. Dentro de unas horas tendría que Mcursar. La sola idea de volver a entrar al viaje edificio de Puán y Pedro Goyena no le gustaba.
Si bien estudiaba Letras desde hacía tres años, poco a poco las clases le iban pareciendo densas y dejaba algunos libros sin leer. Es por eso que quiso disfrutar hasta el máximo lo que le quedaba de libertad antes de entrar a clase. Sin embargo, no todo era estudio en la vida de Miguel. Tenía dos amigos, Ricardo y Fernando, compañeros de la Facultad, aunque cursando materias diferentes a las suyas. Había estado de novio con Ana, una chica muy bonita, a la que había conocido mientras cursaban Semiología, en el CBC. El flechazo fue instantáneo. Una vez por semana almor‐ zaban juntos en el Bar Platón o en la casa de alguno de ellos. Se habían presentado a sus respectivos padres, los cua‐ les vieron que la relación terminaría seguro en casamiento. Incluso cuando terminaron el CBC se fueron de viaje a Miramar los dos solos, en una especie de “luna de miel”. Nada podía empañar esta felicidad hasta que empezaron el primer año de la carrera. Poco a poco Miguel se fue dando cuenta de que el cambio de ritmo en la Facultad le estaba haciendo mal a Ana. Ya no salía porque tenía que estudiar o se había gastado todo el dinero que tenía en fotocopias, muchas de las cuales no le servían. A veces pasa que hay personas que se toman muy en serio ciertas cosas y las siguen al pie de la letra, pensando que, si leo no sólo lo que me pidieron sino también lo que me sugirieron, aunque no tenga respiro, voy a poder supe‐ rar los desafíos. Sinceramente los entiendo. Miguel también entendía a Ana, pero las cosas se estaban complicando y la relación se estaba desgastando. A lo sumo salían una vez al mes, cuando se reunían para comer. Aunque ella lo hacía apurada, porque no había terminado de leer lo que le habían pedido.
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Miguel fue perdiendo poco a poco el amor que sentía por ella y al final, después de un año y cuatro meses de noviazgo, la dejó. Ella se puso mal e intentó salvar la relación, pero se debatía entre su amor y el miedo que la iba infundiendo la carre‐ ra. A esto se le sumo que Miguel se puso de novio con Paula, compañera también de la Facultad, pero que hacía las mismas materias que él. Era alta, rubia, muy atractiva y lo más importante, no tenía complicaciones con el estudio. Viendo que ya lo perdía y que no podía hacer nada, sumado a las presiones de la Facultad, Ana se sumió en una gran depresión que la llevó a padecer de desórdenes alimenticios, lo que la llevó a consultar con un psicólogo. No quería comer porque decía que, mientras más delgada estuviera, Miguel la iba a volver a querer. Finalmente se suicidó tomando un frasco de pastillas. Miguel nunca se culpó de ello y no se habló más del tema. Su filosofía de vida era vivir el presente, estando de novio con Paula, aunque tuvieran alguna discusión de vez en cuando, pero por puras pavadas. Pero ahora estaba en el Bar Platón, tomando un café y esperaba, aburrido, a que llegara la hora para volver a la Facultad. Necesitaba hacer algo para matar el tedio. Fue entonces cuando se acordó de Julio. Julio era un compañero suyo, con el que había cursado algunas materias, y que bien podía ser la versión de Ana en masculino. Era alto, peinado para atrás, con anteojos y siempre vestido con el mismo jean azul y una remera negra sin ningún dibujo. Completaba su vestimenta una mochila negra, con algunos agujeros por dónde a veces se le caían libros o la cartuchera, y que estaba pesada por cargar libros viejos y fotocopias subrayadas y llenas de anotaciones. Era además muy estudioso y casi nunca salía. No es casual que Julio haya sido la versión masculina de Ana. Todos sabían, y Miguel también, que estaba enamo‐ rado de Ana en secreto y que nunca le perdonó a Miguel que la haya dejado morir y se haya ido con Paula, a quien juz‐ gaba “una cualquiera”. Incluso le dijo que tarde o temprano iba a pagar todo el daño que causó. A Miguel esto no le importaba y seguía su vida tranquilo, pero le empezaban a irritar las constantes descalificacio‐ nes que Julio le profesara en cuanta reunión o clase se encontraran. En un tiempo, Julio había vivido en la casa de Miguel por algunos meses, hasta que pudo alquilar un departamento. Entre sorbo y sorbo de café, Miguel diseña un plan con el que piensa divertirse y en grande. Propone que Paula lo visite a Julio y, bajo el pretexto de revisar uno apuntes para un parcial cercano de Española I, le dijera (en broma) que se había separado de Miguel y que ahora se interesaba en él. Se le iba a insinuar y a coque‐ tear un rato, para luego sacarle algunas fotos comprometedoras que subiría a su facebook. —Todo va a ser una broma, una pequeña broma– se dijo. Imaginando que Julio se convertiría en el hazmerreír de la Facultad, miró su reloj y vio que estaba llegando diez minutos tarde al teórico de Gramática, donde cursaba con Paula. Al salir de clase, Miguel le contó el plan a su novia. Paula acepta, pero tiene miedo: —Mirá que, desde lo que pasó con Ana, no me quiere ver por ningún motivo. Ni me dirige la palabra. ¿Y si me echa? —En cuanto le digas por teléfono que te separaste te va a recibir con los brazos abiertos. No te olvides de las fotos. —¿Y si cuando las ve quiere tomar represalia contra mi? No me olvido que ya te amenazó a vos. —Quedate tranquila. Julio no puede matar ni una mosca. Lo único que le preocupan son sus amados libros. Ade‐ más, cuánto van a estar subidas las fotos, ¿un mes a lo sumo? Se ríen un poco de él y después las borramos. Te asegu‐ ro que no va a pasar nada. A lo sumo no vendrá por unos días a la Facultad, pero lo dudo. —Está bien.
II Paula llamó a Julio a su celular esa misma noche. Tal como había dicho Miguel, después que le dijo lo de la separa‐ ción, aceptó que fuera el sábado a la tarde a su casa para estudiar. Paula iría el domingo a casa de Miguel para darle la cámara y subir las fotos al facebook. Miguel conocía la dirección de Julio por haber ido a hacer varios trabajos prácticos y la llevó en su auto. Paula usaba una blusa roja con un escote para nada discreto y un pantalón ajustado. Además llevaba, en su mochila y oculto entre libros, una cámara digital. Llovía torrencialmente. Miguel vio a Paula bajar del auto y tocar el timbre. A los dos minutos apareció Julio en la puerta de entrada, de nuevo con el jean azul y la remera negra. Él la saludó con un beso en la mejilla y la hizo pasar. El auto de Miguel arrancó y se perdió entre la lluvia. Al día siguiente, Miguel se levantó temprano, se duchó y se puso a esperar a que llegara Paula, mientras leía El Conde Lucanor para Literatura Española I. A los pocos segundos, la lectura se volvió aburrida y prendió el televisor para a ver la primera parte de El Padrino. Como la película había terminado y Paula no llegaba, cambió de canal y se encontró con la segunda parte de la tri‐ logía. Cuando termino de ver la tercera, esta vez en el mismo canal que la segunda, y no tuvo noticias de su novia, deci‐ dió llamarla a su casa, pero le dicen que Paula no había ido a dormir la otra noche y que la última vez que la vieron fue cuando él la fue a buscar con el auto. Intenta llamar a Julio, pero tiene el celular apagado. Como último recurso quie‐ re llamar al celular de Paula, pero no recuerda el teléfono de memoria, pues lo tiene agendado. Abrió el cajón de su escritorio, en donde tenía papeles, biromes y la agenda. Encontró su celular en la letra “P” y se dispuso a llamarla. Intento fallido. Le atiende la casilla de mensajes, pero le deja dicho que ni bien escuche este men‐ saje la llame urgentemente. Por el momento no puede hacer nada. Tal vez Paula salió y se dejó el celular olvidado en lo de Julio. —Tarde o tem‐
prano va a llamar– se dijo, mientras guardaba la agenda de nuevo en el cajón del escritorio. Durante toda la noche no pudo Es ahí cuando se da cuenta de algo de lo que no se había percatado antes, y que parecía no tener impor‐ dejar de pensar en Paula y su tancia. El abrecartas de metal que utilizaba para abrir los sobres con las expensas o, en su momento, las car‐ tardanza con las fotos. —¿Le habrá tas de Ana, y que él le mostró a Julio una vez que este había ido a su casa, no estaba. pasado algo?– pensó, y enseguida En vano revisó bien el cajón y los demás cajones, así como toda la habitación y el departamento entero. El se sumió en un profundo sueño. abrecartas había desaparecido. Durante toda la noche no pudo dejar de pensar en Paula y su tardanza con las fotos. —¿Le habrá pasado algo?– pensó, y enseguida se sumió en un profundo sueño. Se levantó a las siete de la mañana del día lunes porque tenía práctico de Literatura Latinoamericana I a las nueve, materia que cursaba con Julio. En cuanto lo viera iba a poner fin a este misterio. Llegó puntual a la clase, pero Julio no estaba ahí. —¡Qué raro! –se dijo– si alguien es el ejemplo de la puntuali‐ dad, ese es Julio–. Si bien la clase se ponía prometedora porque iban a empezar a analizar Prosas Profanas de Rubén Darío, en su mente seguía pensando en el problema que lo aquejaba. Julio no apareció en toda la clase y nadie de las personas que se cruzó por toda la Facultad le dijeron haberlo visto o dónde podía estar. Intentó volver a llamarlos a ambos, pero no obtuve respuesta. Presa del temor de que algo malo haya pasado, se encontró con Ricardo y Fernando, que terminaban de cursar otras materias, y acordaron ir a la casa de Julio en busca de una explicación. Lo cierto era que no tenían llave, pero le pedirían ayuda a Patricio, el portero del edificio.
III Al llegar, vieron a Patricio sentado en el hall de entrada escuchando la radio. Le hicieron señas detrás del vidrio para que les abriera. El portero los conocía de haberlos visto cuando se reunían con Julio a estudiar. Sin embargo, los tres amigos notaron que Patricio les abría con una sonrisa de oreja a oreja, como si los estuviera esperando. —Hola Patricio –dijo Miguel– necesito que me ayudes a entrar en el departamento de Julio. ¿Tenés alguna llave maestra? —No hace falta –dijo el portero, sin perder la calma– Julio me dijo que vos ibas a venir y me dejó sus llaves para que pudieras entrar. Los tres se miraron, sorprendidos. No había tiempo que perder. Julio vivía en el octavo “A”. —¿Dónde está Julio? –le preguntó Ricardo, mientras esperaban el ascensor. —Salió hoy muy temprano –respondió Patricio, dándose cuenta ahora de que la cosa iba en serio y temblándole un poco la voz‐ Antes de irse me dio sus llaves y me dijo que Miguel iba a venir preguntando por él y que iba a querer entrar a su departamento. Luego se fue con su mochila a la Facultad, como todos los lunes. —¿Por qué no aprovechaste y entraste vos al departamento?– Esta vez el que intervino fue Fernando. —No pensé que fuera nada importante. Además, no me gusta meterme en donde no me llaman—. Su voz delata‐ ba un “No me pregunten más, por favor. Yo no sé nada”. Los tres lo entendieron y no le dijeron nada. Llegaran al octavo piso y abrieron la puerta del departamento. De inmediato Miguel, Ricardo y Fernando revisaron cuarto por cuarto, buscando a Paula. El departamento estaba con sus muebles, pero no había rastro de ningún ser humano. En cada lugar que entraban gritaban: “¡Paula, Paula, Paula, Pau…!” Cuando llegaron a la habitación que servía de sala de estudio, se quedaron en silencio, helados por el horror. Tirada en el suelo y con un charco de sangre alrededor, estaba Paula, muerta. Estaba completamente desnuda, tenía tapada la cara con una bolsa de plástico y tajos en las muñecas, así como varias puñaladas en la parte del abdo‐ men. Miguel se acercó a ella. Cuando le quitó la bolsa de la cara descubrió que tenía hecho un tajo en el cuello, lo bas‐ tante grande para producir el charco de sangre. Enseguida se abrazó al cadáver, en una mezcla de llanto y gritos. Viendo que estaba empezando a enloquecer, Ricardo y Fernando, que seguían callados, se llevaron a Miguel de aquel lugar. Antes de salir dejaron el juego de llaves de Julio en la repisa de la cocina y cerraron la puerta. No encontraron a Patricio en el hall, lo que fue un alivio porque no sabrían cómo explicar las manchas de sangre en la ropa de Miguel y se fueron directamente para su casa. No bien llegaron al departamento, los dos amigos se encargaron de que Miguel se tranquilizara y lo metieron en la cama. Él les dijo que no le contaran a nadie de lo sucedido, que después verían que hacer. Si alguien hacía preguntas, ellos no sabían nada del asunto. Miguel se quedó dormido y Fernando y Ricardo se fueron. Volvió a caer en un sueño profundo, pero esta vez nada lo preocupaba. Es más, soñó que todo lo anterior había sido un sueño y que se iba a encontrar con Julio para termi‐ nar ese trabajo sobre la estructura del diálogo en El Conde Lucanor para Literatura Española I. Sin embargo, unos golpes insistentes en la puerta lo sacaron de sus ensoñaciones. Miguel abrió la puerta para encontrarse con un oficial de policía bajo, de pelo corto y con poblado bigote. Por su aspecto, se notaba que era un miembro veterano de la fuerza.
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Hizo un breve saludo y sin rodeos explicó el motivo de su visita. —Lamento molestarlo, señor Castillo, pero recibimos una denuncia anónima acusándolo a usted de asesinar a la señorita Paula Montes esta mañana. —¿Cómo dice?— dijo Miguel, mientras iba pasando del sueño a la realidad. —Lo que oyó. Esta persona, no pudimos saber su nombre ni rastrear de dónde llamó, dijo que usted mantenía rela‐ ciones con la señorita Montes y que, últimamente, habían tenido ciertos problemas de pareja. Ella, al parecer, había empezado a salir con un tal Julio Torres y pasó la noche con él. Usted se puso celoso, la siguió hasta el departamento de su amante y allí la apuñaló, aprovechando que Torres se había ido. La muerte fue instantánea. A partir de la historia que le estaba contando el oficial, Miguel empezó a ver detrás de todo eso la mano de Julio. Todo había sido obra de él. Sí, ahora lo veía todo claro. Fue él quien, desde un principio, demostró antipatía por Paula, diciendo que era una cualquiera y que algún día se iba a arrepentir de haber llevado a Ana a la muerte. Fue él quien robó, en un descuido suyo, el abrecartas del cajón del escritorio y que de seguro habría usado como arma homicida. Por eso le dio las llaves al portero y no apareció por la Facultad. Lo tenía todo planeado y esperaba el momento justo para cometer su crimen. Sabía que él lo íba a ir a buscar cuando no tuviera noticias de Paula, por lo que no perdió tiem‐ po y la mató antes de que él y los chicos llegaran. Y fue Miguel quien actuó de cómplice involuntario al suministrarle a la víctima. Con su broma, con su pequeña broma. Miguel comprendió que todo estaba perdido, que no había vuelto atrás. No podía hacer que Paula resucitara, pero sí evitar que lo acusaran injustamente. Es por eso que le dijo al oficial: —Si, es verdad que Paula y yo éramos novios y teníamos nuestros problemas, pero nunca llegamos al punto de querer separarnos y ella nunca salió con Julio. —Entonces, ¿qué hacía en su casa? Miguel se puso pálido. No podía decir lo de las fotos, porque lo iba a terminar incriminando a él. Buscó evadir la pregunta. —Además, en el momento en el que ella fue asesinada, yo estaba en la Facultad. —¿Puede probarlo? —Mucha gente me vio. Cursé con veinte personas y me crucé a cinco cuando salí, para ir a lo de Julio. —Ahhh— dijo el oficial en tono triunfante‐ entonces reconoce que fue a la casa de Torres. —Sí –respondió Miguel– fui a su casa porque pensé que algo malo le había pasado a Paula. Cuando llegué la encon‐ tré muerta. Es Julio el asesino. —¿Por qué habría de asesinarla?— preguntó el oficial, fingiendo curiosidad. Esta pregunta hizo que la palidez se acentuara en el rostro de Miguel y el oficial lo notó. Tampoco le podía decir nada acerca de Ana y de que se había suicidado porque él la abandonó. Empezó a transpirar de los nervios. Ya no tenía escapatoria. El plan de Julio había resultado perfecto. —¿Había alguien con usted en el momento en que encontró el cadáver?— preguntó el oficial, que presentía que tenía al asesino frente a sus ojos. —Estaba con dos amigos. Ricardo César y Fernando Rivas. —¡Qué curioso!— dijo el oficial con un tono irónico‐ Recién vengo de tomarles declaración y ambos juraron que no saben nada del asunto. —Yo les dije que no lo hicieran. —¿Y por qué les diría una cosa así? —No sé –los nervios iban en aumento– Pero se lo juro –se puso de rodillas– yo no la maté. El oficial lo miró unos segundos y luego dijo, sin que la expresión de terror de Miguel le generara ni un poco de compasión. —No le creo. Es más, tengo la sensación de que usted la asesinó por celos. Se hizo de un duplicado de la llave del departamento de Torres, entró, discutieron y usted la apuñaló. Tiene la ropa manchada de sangre y recién quedó demostrado que sus dos amigos dieron falso testimonio, lo que los convierte en cómplices suyos. Además nadie vio que la señorita Montes estuviera muerta antes de que usted llegara. —Puedo preguntar cuál fue el arma homicida. El oficial lo miró sorprendido. —No lo sabe. La apuñalaron con un abrecartas de metal, bien afilado. Supongo que usted tendría uno, ¿no? Una luz de esperanza iluminó el rostro de Miguel. —Sí, tengo un abrecartas de metal, pero desapareció hace tiempo, y se lo puedo demostrar. Lo llevó hasta el escritorio de su habitación. Señalando el cajón donde siempre lo guardaba le dijo: —Acá era dónde lo tenía y ahora desapareció. ¿Ve? Miguel abrió el cajón y lo que vio hizo que se desmayara. Dentro del cajón y a la vista de todos había un abrecartas de metal, bien afilado y manchado de sangre, un juego de llaves parecidas a las de Julio y una cámara digital llena de fotos de Paula desnuda y apuñalada, en diferentes posiciones eróticas. Cuando Miguel se recuperó de su desmayo ya estaba en el patrullero camino a la comisaría. El examen de huellas digitales encontró sus huellas tanto en el abrecartas como en la cámara, pero ninguna huella de Julio. Al final, Miguel tenía razón. Todo había sido una broma, una pequeña broma. Pero el precio a pagar fue muy grande. A los pocos días, en el cementerio donde habían enterrado a Ana, los empleados del lugar vieron una corona de rosas sobre su tumba con una inscripción que decía: “Por fin te vengué”.
Grupo de literatura originaria “Voz de gente. Contando. ¿Qué? Testimonios de sueños, memorias del futuro más antiguo, palabras venidas de la oscu ‐ ridad de los tiempos para ser pronunciadas mañana por la mañana sobre los surcos de la milpa”.
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on muchas las voces que no llegan a los claustros universitarios, empeñados sólo, por lo general, en registrar y transmitir los saberes “académicos”, producidos en ámbitos alejados de la realidad y aún de las cosmovisio‐ nes propias de cada lugar. Durante mucho tiempo, la Universidad ha ignorado, de manera agresiva y sistemática, las experiencias, la historia, la construcción de saberes que a lo largo de los siglos se fueron gestando en el campo, en el barrio, en el pueblito que no figura en el mapa, en la fábrica, en el taller, en las comunidades originarias. Desde el origen de los tiempos, los grupos humanos, las comunidades, los pueblos, narran, tejen su historia. En América, después de la catástrofe producida por los conquistadores europeos, la trama histórica de los pueblos origi‐ narios se afinó de tal manera que por momentos se invisibiliza. Tal era la fuerza arrolladora de la supuesta “civilización occidental”. Pero no desapareció. Sobrevivió a lo largo de cinco siglos y en un nuevo pachakutic emerge hoy para ocu‐ par el lugar que le corresponde en la cultura americana. Creemos que es una falencia de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires y de otras instituciones aca‐ démicas del país, no plantearse el tema de las culturas originarias como un problema que requiere de la presencia de los protagonistas para buscar caminos de solución. No se trata, como ha sucedido y sucede, de incorporar algunos aspectos, como las lenguas originarias, dentro del campus de la extensión universitaria. No se trata de “salir” a estu‐ diarlas como si fueran un objeto de conocimiento más o menos exótico. Se trata, precisamente, de incorporar los saberes ancestrales como parte de la currícula, desde la mirada de las propias culturas. Es por eso que, desde el grupo de Literaturas y Narrativas originarias nos proponemos la incorporación, seria y sis‐ temática, de una cátedra, en el nivel curricular, en la que se pueda debatir y reflexionar sobre esta problemática con el fin de construir un conocimiento crítico y colectivo, que prevea la incorporación de los propios originarios, posee‐ dores y transmisores de culturas, literaturas y narrativas de sus propias comunidades, como así también el aporte de otras culturas más alejadas espacialmente pero igualmente vigentes. Las culturas originarias son una presencia viva, vital, en la sociedad de hoy y como tales merecen ocupar un lugar de preferencia en el ámbito académico. literaturasoriginarias@gmail.com
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Inopinadamente, quizás en Buenos Aires Por Jazmín Bazán, estudiante de Historia
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o puedo permitir que me opongas a las palabras. Admito mi paranoia, pero no es posible desconocer tu meti‐ culosidad: sé que te estás vengando en otras hojas. Esto excede meras estrategias de ataque‐defensa. Es una cuestión de prolijidad. Si las sombras siguen su curso, la verosimilitud que me contiene, sucumbe. No se trata de forzar el cuento, sino de que reaparezca el páramo (¡a vos te llueve el grito que nace del suelo!). Me permitías jugar con las letras de tu nombre, y ése es un regusto que adhiere. Recordar suele resultarme extre‐ madamente ridículo –las fruslerías melancólicas son para vírgenes y traidores–… pero escritas, las remembranzas, utopías, suposiciones y equipajes, se superponen sin remordimiento. Entonces, somos gestados y claudicados casi espontáneamente. Me convenzo de que estos simulacros cotidianos nacieron para ser historia falsificada –o, en el peor de los casos, algún relato atenuado–. El lunar de tu muñeca burbujea: comprendo que, probablemente, se está consumiendo ahora mismo, confiado de haber agitado letras que no surgieron por él; pero sabiendo que nunca muere solo, porque empuja y succiona (la suspensión me cancela. vuelvo al charco por nostalgia.) No quiero utilizar la ciudad como paisaje‐refugio de algún protagonista cosmopolita mal construido, otros tantos poetastros con fachada apropiada, o un melodrama harto de sí mismo. No cedería más que por necesidad: sé que insertarse en las redes de la justificación es más que perder el tiempo. Si tiro estos cadáveres quiméricos, es porque busco comprar una excusa para el engaño propio de la narración; un pretexto para las voces debilitadas, los lugares comunes y los decorados berretas. Sólo así podré proferir categorías, y hablar de un comienzo rápido e indoloro, como suele serlo en estas curvaturas pobladas de tantos caracoles y mierda. Inevitablemente, alguna manía prome‐ tedora o rasgo físico intrigante –que en pocas ocasiones termina por ser más que una conjunción de martingalas de la ropa y desconciertos estratégicamente ubicados–, despejaron el cajón. La corrección fue inmediata: había algo en tu cuerpo que evocaba animales muertos –por eso, festejarías si supieras que todavía me lloran las manos cuando escribo sobre él–. Era tan fatídicamente vibrante, que me obligó a tomar responsabilidad de la situación, antes de sus‐ citarla. Luego, no fue más que entreverar cansancios, confundiendo tiempos verbales, a modo de efugio artificioso (el cuerpo varía y se adapta al día). Estiramos discusiones sobre proverbios, prolegómenos y males menores, para digerir el tedio. Y si tú entrepierna me daba asco, muchas veces preferí imbuirme en tu mugre que escucharte hablar. Pero incluso deletérea y hostil, era mi cuerpo débil el fustigado en los espejos –más culpa y satisfacción–. Llegué a excitar‐ me imaginando tus dedos prolongándose desde mí, para transcurrir como una masa fluida y envolvente. ¿Por qué encaramos lo efímero con hipocresía? Yo, que siempre te viví como un pródromo, ahora rujo y reclamo mi ración (los enamorados y su felicidad, en fotografías. nosotros, nos retratamos en tumbas). El punto medio entre la impasibilidad y el suicidio, es usual entre los que miran las luces desde abajo (soy un niño que se despierta acurrucado, dándole la espalda al sol). No me interesa la crítica pacata, ni denunciar flagelaciones obvias, pero es innegable que hay algo de esta ciudad que nos malogra, nos desgasta –pretendo evitar la necesidad imprudente de nombrar esto y aquello–. Quizás por su influencia, quisiste originar una nueva clase de provocación, sacando fantasías de la carterita. Pero no te creí cuando afirmaste querer ahorcarme con el trapo amarillo: eras men‐ tirosa e impráctica, y estabas estacada por maderas húmedas. Llegaron a incomodarme tus poros agigantados que, cuando eran mirados de cerca, buscaban emitir un mensaje de ayuda. Traté de pasar por alto sus patrones y movimientos, pero su persistencia consiguió generarme más de una pesadilla. Vos, por tu parte, intentaste perfeccionarme con una lima del costurero. Nunca me creíste, tampoco: ¡este perímetro no es mío! La pregunta, nuevamente. ¿Qué será de la batalla entre las palabras convencidas y el acoso de la distorsión? (hoy fui testigo de la vida, por fin hoy la vi desvaneciéndose). Un viernes te acercaste a mí, con mermelada asomando de tu boca y uñas. Tus cejas simulaban el contorno de un reptil –acaso muchos, pequeños caimanes–, que sólo desviaba mi atención hacia tus asimetrías. Llegué a cegarme de tal manera, que emitiste un berrido impenetrable para volver a dormirme. Muchas veces estuve a punto de desmayar‐ me ante aquel sonido en espiral, pero nunca más pude pensarte con tanta claridad. Todavía no logro superar esa ima‐ gen. Los dos caimanes sobre tus ojos, todavía crecen. Me gustaría cerrarme y sentir tus manos como arañas en mi espalda, tu lengua adentro de mi boca. Yo comenza‐ ría a masticarla como un chicle, hasta que desapareciera el sabor metálico y sólo me quedara una sonrisa. Aún no sé qué quiero decir –qué estoy dispuesto a decir–. Por el momento, no busco ningún tipo de expiación. ¡No! Nada existió para ser leído. Yo estoy miran‐ do al que agoniza, y el estertor se revela claro en su mensaje. En adelante, nadie va a acusarme de lirismo, porque ya le he robado la legitimidad al muerto. Me elevo, me distingo. Puedo apelar, ahora en proceso de desinfección, a palabras ancianas y vejadas (me des ‐ garro la piel, me muerdo la carne, insípida, incolora. pero con olor. a sangre podrida, a guerras perdidas).
La perseguidora silenciosa
Por María del Rocío Alfonso, estudiante de Letras
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ra de noche. Ivo abrió la puerta de su casa rápidamente, entró y la cerró con llave; caminó hasta el comedor de su casa, prendió la televisión casi automáticamente, depositó su portafolio y su saco en una silla y se dirigió hacia el baño. Estaba extenuado porque la jornada laboral había sido muy ardua. Se desvistió y se metió en la bañadera, abrió la canilla de la ducha y puso su cabeza debajo de ésta última. Mientras el agua se deslizaba por su cuerpo, él pen‐ saba: — Ya falta poco. En unos meses casa nueva y vida nueva. Ivo cumpliendo con los mandatos sociales y, por exten‐ sión, con sus propios mandatos. Casamiento, convivencia, hijos. No doy más, quiero irme al Congo y que las cosas se solucionen solas… pero no puedo, nunca puedo… Una vez más eligiendo el deber al querer. DEBER. DEBER. ¡Voy a explotar de tanto deber! Ivo trabajaba como Fiscal para el Estado y tenía diez personas a cargo en forma directa, vivía sólo y estaba de novio hacía tres años con Laura, con quien planeaba casarse en los próximos ocho meses. Laura trabajaba vendiéndole guiones a un canal de televisión y, además de casarse, tenía pensado escribir una tira televisiva para Colombia, junto a otros guionistas argentinos. Esta había sido su mayor ambición profesional hasta el momento pero ese día sus colegas le habían dado la noticia de que desistirían del proyecto por diversos motivos que para ella eran meras excusas. Hacía algún tiempo que las cosas le venían saliendo mal y para colmo un sentimiento siniestro la acosaba constantemente. Ahora tendría que empezar de cero ideando otro proyecto profesional y lidiar contra las situaciones extrañas que le venían aconteciendo y que la hacían pensar en que su desaparición era inminen‐ te. Recién había terminado de comer en su departamento, ya había hablado con su compañero, le había dado de comer a su gata y en ese preciso instante planeaba desplomarse en su cama para enterrar en la historia ese patético día de su vida; los platos quedarían sucios en la pileta hasta el día siguiente. Así fue como apagó todas las luces de su hogar, se dirigió a oscuras hacia su habitación, se quitó los zapatos y, sin desvestirse, se metió bajo las sabanas de su cama, apoyando bruscamente la cabeza en la almohada. Luego de unos minutos de desvelo, logró dormirse y comenzó a soñar. A la madrugada se despertó gritando: —¡Ah! ¡Ah! Nadie acudió a calmarla porque nadie más que ella vivía allí. Reaccionó luego de unos segundos: –Es un sueño, es un sueño. No pasa nada. Al instante volvió a recostarse en su almohada y continuó soñando, esta vez con calma. Pasados unos días, Ivo manejaba su auto por una calle adoquinada. Amedrentadores truenos se hacían oír sin disi‐ mulo; él se dirigía a su casa en el barrio de Versalles junto a Laura que estaba sentada en el asiento del acompañante. Ninguno de los dos hablaba, sólo se escuchaba la radio y por lo bajo el motor del auto en movimiento. De repente y sin titubear Laura dijo: —Me quiero ir de acá no quiero estar más en Buenos Aires. Necesito que vengas conmigo. Anonadado ante semejante afirmación, respondió: —¡¿Qué?! Ella le respondió inmediatamente: —Eso. Me siento angustiada acá. Todo me sale mal y siento que va a pasarme algo si me quedo.
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Ivo frenó repentinamente el coche e hizo una maniobra brusca para estacionarlo cerca del cordón de la vereda, mientras tanto decía con voz elevada: —¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estás loca?! Laura le respondió con la voz quebrada: —No me grites… Ivo logró estacionar el coche y casi al instante ella se largó a llorar. El la abrazó fuerte y con tono de preocupación le dijo: —¿Te sentís bien? ¿Querés que vayamos al hospital? Laura lo empujó hacía la puerta del conductor y le contestó enojada: —No estoy loca. ¿Por qué no me crees? Hace algún tiempo que me están pasando cosas raras. Con nerviosismo, él le dijo: —No entiendo… Ella le respondió: —¡Sí! Hace seis meses estaba cruzando la calle, un auto doblo de golpe y me atropelló. Tuve suer‐ te, estuve con muletas por un mes y después me recuperé. Fue cuando viajaste a Londres. ¿Y te acordás lo que me pasó hace tres meses cuando el colectivo en el que viajaba chocó? Ivo sacó una botella con agua de la guantera, la abrió y se la dio a Laura para que bebiera del pico, a falta de vaso. Como jugando una carrera, las gotas de lluvia comenzaban a recorrer los vidrios del auto. Mientras ella tomaba agua, él le habló apaciguadoramente: — Pero Laura… eso fue un accidente… Vos no fuiste la única lesionada. Alterada le devolvió la botella y le dijo: ¡No! Algo raro me está pasando. Es como si estuviera enyetada. ¡Todo me sale mal! Hace una semana se me frustró el proyecto que venía planeando hacía más de cuatro meses. Consulté a una vidente y me dijo que me tengo que ir a otro lugar, lejos de acá, porque si no lo hago, no sólo todo me va a seguir saliendo mal si no que mi vida corre peligro. Tenés que venirte conmigo a San Nicolás, allá mi mamá tiene una casa, ya está todo arreglado. Él le contestó en voz baja y moviendo la cabeza: — Vos no estás bien. Continuaron discutiendo por un largo rato. El no le creía y despotricaba contra la bruja porque consideraba que era una oportunista y que lo único que había hecho había sido llenarle la cabeza y sacarle plata; le repetía una y otra vez que de ninguna manera estaba dispuesto a dejar su trabajo y su casa para seguirla en sus caprichos. Le dejó bien claro que si ella se iba todo lo que habían planeado juntos se desmoronaría. Laura se bajó del auto llorando, cerró la puerta pegando un portazo y salió corriendo. El atinó a seguirla pero su enojo fue más fuerte que sus ganas de rete‐ nerla y consolarla. Laura se alejaba, bajo la lluvia, cada vez más y progresivamente desaparecía del plano de visibilidad que los ojos de Ivo podían captar. Por algunos días Ivo no escuchó la voz de Laura; todas sus actividades laborales se habían visto entorpecidas por la ausencia de ésta, él no podía dejar de pensar en ella, no sabía que era lo que realmente debía hacer: ¿tenía que dejar todas sus cosas para seguirla o debía continuar con sus actividades de siempre aunque ya no la tuviera más a su lado? En general solía inclinarse por la segunda opción porque le resultaba difícil pensar en que haría de su vida sin su tra‐ bajo en la ciudad porteña. Una tarde, mientras Ivo se encontraba en su oficina, sonó el teléfono, que estaba apoyado en el escritorio frente al que estaba sentado leyendo el informe de una pericia. Levantó el tubo del teléfono y dijo: — ¨Juzgado¨. Del otro lado del teléfono respondieron: — Hola, Soy Laura. Por un segundo se hizo un silencio sepulcral. Ella continuó dicien‐ do: — Te llamo para despedirme porque mañana me voy a San Nicolás. El la interrumpió y le contestó enojado: —Entonces no hay nada más que hablar entre nosotros. Que tengas suer‐ te. Un instante después colgó el teléfono, se desplomó sobre el escritorio y como un niño desgarrado sollozó por un largo rato. En las semanas siguientes su vida continuó con aburrida rutina y melancólica tranquilidad, fingiendo felicidad ante la gente que lo rodeaba. Por las noches, cuando llegaba a su casa extrañaba a Laura más que a nada, se colocaba fren‐ te al teléfono y levantaba el tubo para llamarla al celular pero luego de unos segundos lo colgaba nuevamente. En el fondo creía que ella se arrepentiría y lo llamaría para arreglar las cosas y continuar con los proyectos que habían ide‐ ado juntos. Sin embargo, las semanas pasaban y él no recibía noticias de ella. Así fue como comenzó a salir de noche y a relacionarse con otra gente pero sin poder olvidarse de Laura. Luego de dos meses recibió un correo electrónico de ella en el que le contaba acerca de su nueva vida y de cuánto lo había extrañado; le decía que estaba por volver a Buenos Aires por un tiempo indeterminado porque su padre se había enfermado y reclamaba por su presencia; finalmente, lo invitaba a reencontrarse con ella para tener una con‐ versación civilizada. Inmediatamente, Ivo levantó el tubo del teléfono de su oficina y llamó a Laura al celular: — Hola, soy Ivo. ¿Cómo estás? ¿Cuándo volvés? …. Te extraño, tengo un montón de cosas para contarte… ¿Cuándo nos vemos, nena? … Dale, quedamos así, el sábado a las cinco en ¨Las violetas¨. ¿Te paso a buscar? …. Bueno. Dale. Dale. Un beso. Ese día Ivo volvió a brillar de felicidad, estaba seguro de que esta vez podría retenerla y convencerla de que debían volver a estar juntos y de que tenía que quedarse en Buenos Aires. Ya se acercaba la fecha del reencuentro y la ansiedad lo carcomía por dentro, mientras tanto cumplía lo mejor que podía con sus tareas laborales. El día anterior al reencuentro se levantó muy temprano para ir al trabajo; se bañó, se vistió de traje, tomó su por‐ tafolio, se perfumó y caminó tarareando una canción hasta la puerta de entrada de su casa. Sonó el teléfono celular, lo sacó de adentro del portafolio y atendió: — Hola. Del otro lado del teléfono se escuchó una voz de mujer: — Soy Marta. Sorprendido le respondió: — Hola, Marta. ¿Cómo le va? ¿Necesita algo? La mujer respondió: — Mi hija tuvo un accidente con el auto mientras venía camino a casa para ver a mi marido… Ivo la interrumpió y, en voz muy elevada, le dijo: — ¡¿Qué?! Ella le contestó: — Sí, tal como lo escuchas, está internada en el Hospital Pirovano. Vení pronto, yo estoy cuidán‐ dola ahora.
Con la voz quebrada por el llanto él le dijo: — Ya voy. Colgó el teléfono, abrió la puerta de su casa y una vez que salió al exterior, la cerró rápidamente. Luego de un rato, llegó al hospital y se encontró con la mamá de Laura en una silla de uno de los pasillos del hospital; la besó en el cache‐ te, se sentó a su lado y le preguntó: — ¿Cómo está? Ella le respondió acongojada: — Mal, está en coma. Tuvo un paro cardíaco apenas la trajeron acá, la salvaron pero el cerebro quedó sin oxígeno por unos minutos. Todavía no evaluaron cuánta actividad cerebral tiene. Ivo abrazó a la mujer como buscando esconderse entre sus brazos y no salir de ese sitio por un buen tiempo. Pasaron tres meses y Laura seguía internada en coma, con leves mejorías; la habían trasladado a un Sanatorio pri‐ vado. Ivo acudía a visitarla cinco veces por semana, luego de salir de su trabajo; desde el día del accidente su vida se había limitado a ir del trabajo al sanatorio y del sanatorio a su casa. Una de las tantas tardes en las que había ido a visitar a Laura, mientras estaba parado frente a la camilla en la que ella estaba recostada, rodeado de artefactos electrónicos en la Sala de Terapia intensiva, Ivo le decía en voz baja: — Tenías razón, ella te persigue… Perdóname, mi amor, yo no te creí; siempre estoy tan apegado a lo terrenal que me resulta casi imposible creer en esas cosas… Ahora no sabemos quién de las dos va a ganar la partida… ¿Ella o vos? ¿Y si ninguna de las dos gana? ¿Si quedas así y nunca más te despertás? ¿Qué hago yo? ¿Te espero eternamente? ¿Dejo todos mis proyectos congelados? ¿O te dejo acá sola, abandonada? Suena terrible, ¿no? Ay, nena, si yo supiera… Si pudiera comprobar que escuchas lo que te estoy diciendo, que me sentís cuando te acaricio… Si supiera que tu alma es inmortal, que tu inconsciencia no es una muerte, todo sería más fácil para mí… Todas estas preguntas siguieron rondando por la mente de Ivo en las semanas siguientes pero aún concurría a visi‐ tar a Laura. Una tarde, mientras estaba sentado terminando de escribir en la computadora de su oficina, sonó su celu‐ lar, en la pantalla de éste se podía leer: ¨Marta¨, entonces pensó: — Está muerta. Al instante apretó una tecla para atender el teléfono móvil y del otro lado se escuchó: — Ho‐la, so‐y La ‐u‐ra. Ivo se levantó fugazmente de la silla en la que estaba sentado, sonrió y dijo en voz alta: — ¡¡Te despertaste, nena!! ¿Estás bien? Del otro lado se escuchó la voz eufórica de una mujer: —¡Se despertó! El respondió emocionado: —Espérenme, Marta. ¡Ya voy para allá! Colgó el teléfono celular, lo apoyó en el escritorio, caminó hacia la puerta de su despacho, la abrió y le dijo a sus secretarias: —¡Laura reaccionó! Vuelvo en un rato. Continuó caminando hacia la puerta de entrada del Juzgado, la abrió, salió hacia el pasillo del edificio en el que se encontraba aquel y, como si fuera un niño, bajó las escaleras del edificio a los brincos. ‐FIN‐ 69
Pensar en encierro desde el encierro M
uchos desde afuera opinan y deciden sobre los/as presxs; digo esto porque la inconsciencia y la nubosidad del ser humano hacia sus pares es tan hostil, y crucifican, excluyen sin medir consecuencias. Siempre trato de com‐ partir con todxs que no estamos exentos de la ‘cárcel’. Un día de cárcel, abuso de poder, daños psicológicos, destruir al ser humano es la tarea de las Penitenciarias (agen‐ tes). Cómo podemos hacer entender a las personas la diferencia de ser presa y estar presa, de esta frase, no es fácil, lucha continua con uno mismo. En el tiempo que llevo dentro de este sub‐mundo carcelario me han matado tantas veces y lo siguen haciendo, sin embargo trato de mantenerme equilibrada, conciente, firme con mi esencia de ‘ser humano’. Trabajar, estudiar, crecer, madurar dentro de la opresión, es una victoria que se va ganando día a día, con todas las trabas impuestas por este sistema opresor, con centuriones perversos con inmunidad diplomática. El trabajo de estos/as Sres/as. es: cómo crear delincuentes, transformando a una persona débil, haciendo que crea que realmente se merece todos los castigos para readaptarse a la famosa ‘sociedad’, yo diría que son sectas prepara‐ das para rasurar testículos, mirar el culo, revisar las pocas cosas que las internas/os tienen. Pero a pesar de todos estos maltratos seguimos con la cabeza puesta en juntarnos para debatir qué podemos aportar para un cambio futuro, sólo desde nuestras experiencias vividas, antes que cicatricen todas las heridas provocadas por el fenómeno vigilar y cas‐ tigar, para transformar en inclusión social universal.
Olga Guzmán Centro Universitario Ezeiza, Unidad 3 Octubre 2011 70
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Del encuentro ninguna vuelve igual
Experiencias en el Encuentro Nacional de Mujeres 2011 72
Por Comisión de Géneros del CEFyL
E
l 8, 9 y 10 de Octubre pasado se realizó en Bariloche el XXVI Encuentro Nacional de Mujeres. Estos encuentros vie‐ nen realizándose ininterrumpidamente desde 1986, siendo cada vez más las miles de mujeres que nos encontra‐ mos para debatir sobre las diferentes problemáticas que hacen a nuestra vida cotidiana, así como también sobre las luchas fundamentales que como movimiento estamos dando las mujeres de Argentina y América Latina. A través de estos debates buscamos romper con la desigualdad que nos impone el sistema patriarcal, buscamos realizar la revolución sexual conjuntamente a la revolución social, queremos la revolución en las plazas, en las casas y en las camas. Lxs compañerxs que pusimos en pie y que, participamos de la Comisión de Géneros, veíamos la necesidad de con‐ tar con un espacio permanente de trabajo y debate, que sin perder de vista el contexto general en el que la universi‐ dad esta inmersa, tuviera en cuenta las particularidades de Filo y las diferentes problemáticas y luchas que deben ser llevadas adelante por el movimiento estudiantil de Puán 480, es por esto que a comienzos de este año decidimos impulsar la comisión. Filo es una de las facultades de la UBA donde más mujeres viajan cada año al Encuentro. En este sentido también pensamos que la organización al Encuentro Nacional de Mujeres debía ser llevada adelante desde un espacio que no se organice ad hoc para el viaje, sino que por el contrario, sea un espacio de trabajo permanente que abarque diferen‐ tes temáticas, en el cual puedan darse los debates necesarios durante todo el año, que sea un espacio propositivo desde el cual, y a través de la participación poder organizarnos para dar la lucha contra la opresión que el sistema patriarcal ejerce en nuestra vida cotidiana, sí también acá en filo hay opresión de género!! Así como también fortale‐ cer con nuestros aportes a nuestro gremio. Es por esto, que decidimos realizar la convocatoria al ENM desde la Comisión de Géneros del CEFyL, para viajar y compartir el Encuentro. Así como anteriormente, este año viajamos muchas compañeras, a pesar de la distancia y el costo del viaje, entre otras cosas, factores estos últimos que hicieron que el encuentro haya tenido menos participación que el anterior, rea‐ lizado en Paraná. Durante el Encuentro la Ciudad de Bariloche se llenó de miles de mujeres de todo el país, miles de mujeres toma‐ mos la palabra, alzamos nuestra voz para decirle basta a este sistema machista, patriarcal y corrupto que nos oprime, que no nos deja ser. Realizamos actividades en las plazas, en las calles, apropiándonos del espacio público, nuestra lucha cotidiana. Miles de pintadas e intervenciones culturales recorrieron la ciudad. Así nos apropiamos un poco más del encuentro, que es un espacio de disputa con los sectores mas conservadores de la sociedad. Nos apropiamos un poco más del Encuentro ejerciendo presión para que este año la comisión organizadora, incluya entre los talleres que
se iban a realizar el de “estrategias para el derecho al aborto”, que no se encontraba planificado en un princi‐ pio. Del mismo modo dimos la lucha por la apertura de talleres autoconvocados, como el de activismo lésbico y el de bisexualidades. Autogestionamos nuestra pro‐ pia marcha y escrachamos la catedral, porque quería‐ mos que Bariloche sepa que nosotras no compartimos los valores misóginos y machistas de la iglesia. Pensa‐ mos que cada mujer debe apropiarse del encuentro, hacerlo suyo. En esta nota queremos compartir con todxs ustedes un balance del Encuentro y del viaje, en un intento, también, de establecer algunas perspectivas. Este balance es fruto de conversaciones que tuvimos algunxs de lxs participantes de la comisión con compa‐ ñerxs que viajaron y con lxs cuales pudimos compartir, las diferentes instancias del Encuentro…
“¿Por qué nos cuesta tanto a las personas hablar de nosotrxs mismos?
Esta pregunta es la que me traje de este 26 encuentro de mujeres. Observé que en los talleres de los que participé (cultura y arte e integración latinoamericana) las asistentes opinábamos cual enviadas extranjeras a hablar sobre pro‐ blemas ajenos y un tanto lejanos. ¿Y cuando sucedía el momento de hablar de nosotras? de nuestras luchas en común, de nuestras diferencias, de las diversas maneras de construirnos como mujeres… Como hace algunos años apren‐ dí (cada año lo actualizo casi automáticamente) como colectivo político las mujeres tenemos que seguir trayéndo‐ nos la famosa consigna de que “lo personal es político”. Y lo que le sucede a una nos afecta a todas y viceversa, y si nos tenemos que enfrentar por nuestras diferencias que sea por hablar de nosotras mismas, de lo que nos mueve, nos conmueve y nos embronca. Desde ahí creo que vale la pena construir en nuestros espacios políticos, personales y creativos. Entonces lo que también me traje de Bariloche (además de algunos chocolates) es que los encuentros son algo más que los talleres, están llenos de momentos en los que nos comunicamos desde otros lugares y creamos complicidades entre nosotras: en una comida, en el viaje, en la plaza, en los espacios donde la vida cotidiana nos indi‐ vidualiza. Estos momentos en los encuentros nacionales de mujeres se tornan potenciales, nos empoderan, nos hace sentir menos solas. Entonces una vez más reconfirmo el sentido de estos espacios en la vida de muchas de nosotras, admitiendo que todavía queda mucho camino por recorrer y mucho baile por bailar.” “Aunque se realiza desde el año 2004, este año, el taller de activismo lésbico no figuró en el listado de talleres ofi‐ ciales a los que invitaba la C.O. Así fue que de forma autoconvocada y bendecidas por la ausencia de una coordinado‐ ra, más de 40 tortas de distintos rincones del país, nos apropiamos del pasillo de una escuela para encontrarnos, reflexionar y socializar nuestra experiencia militante. Cabe destacar que, coherente con una política de inclusión que acepta nuestras identidades bajo condición de no cuestionar la moral burguesa y patriarcal, esto es, la maternidad, la monogamia, la familia nuclear, la feminidad, la propiedad privada, la C.O. sí nos invitaba al taller de mujeres y lesbia‐ nismo cuyo temario rezaba: Mitos y prejuicios. Visibilidad. Defensa de la elección de vida. Discriminación, opresión y represión. Relación con la familia de origen. Familias lésbicas. Ley de Matrimonio Igualitario, implementación y obstá‐ culos. Maternidad. Fertilización asistida. Salud sexual. Adopción y tenencia de hijos/as. Jubilación, pensiones y obra social. Herencias… Sin embargo, lejos de esta forma de construcción política, tortas pobres, afrodescendientes, activistas, latinoame‐ ricanas, queer, piqueteras, feministas, poliamorosas, masculinas, anticapitalistas, comunistas, anarquistas, abortistas, nos reunimos en una apuesta por politizar las relaciones de género y poner bajo sospecha no las propias prácticas sino la (hetero) sexualidad hegemónica, para desnaturalizarla y denunciarla como pilar de nuestra opresión y explo‐ tación en este régimen capitalista y patriarcal. Compartimos las experiencias militantes regionales, reflexionamos sobre la política del movimiento GLTB y sobre las posibilidades de articulación y construcción con otros sectores en lucha así como la necesidad de avanzar en las propias reivindicaciones como la lucha contra la lesbofobia que mata, la violencia en el sistema de salud y la discriminación en el ámbito laboral. Finalmente, cerramos la jornada encabezan‐ do un bonito escrache a la Catedral.” “Después de 25 años, el ENM contó con un taller autoconvocado sobre “mujeres y bisexualidades” por el cual cir‐ cularon alrededor de 60 mujeres. Uno de los núcleos centrales de discusión versó sobre la problematicidad de la cate‐ goría de bisexualidad, especialmente de la presencia del prefijo “bi” delimitando el género en dos identidades posibles y, por ello, su incapacidad de aludir en primer término a la singularidad de la elección erótica‐amorosa que no responde a una lógica binaria. Más allá de las diferentes posturas en torno a esta cuestión, la mayoría de las partici‐ pantes acordamos la importancia de construir un espacio de pertenencia y militancia para poder luchar por una mayor visibilidad y tolerancia.” “En el taller de sexualidades comenzamos discutiendo el binomio sexo/género. Primero las miradas sobre el tema giraron en torno a los lineamientos: sexo‐ cuerpo biológico‐ naturaleza‐ inmutable / cultura‐ prácticas‐ movimiento‐ cambio. Estuvieron buenas las discusiones para repensar estas representaciones sobre NAT/ CULT, teniendo en cuen‐ ta la naturaleza, el cuerpo como algo dinámico y algunas practicas identitarias como “esencialistas” para el lucha por determinados derechos. Por otra parte, me parecieron interesantes las intervenciones acerca de qué es la identidad, qué es ser mujeres, si
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hay algo que nos define como mujeres, sobretodo teniendo en cuenta la dinámica del taller y los distintos espacios, sectores populares y lugares desde donde venimos. Muchas contaron que se acercaban al taller como una búsqueda personal, para saber “qué era lo que las definía como mujeres”. También al ir contando experiencias se dijo que se encontraba contención dentro del taller e identificación con problemáticas que contaban otras. Además se charló sobre maternidad, la discusión típica acerca de la elección. Rescato de esa discusión el tema que surgió a partir de dar cuenta como muchas mujeres decían “tengo tantos hijos”, que dio el pie para plantear el linea‐ miento tener posesión‐ objeto, el ser por lo que tenemos. Punto interesante para llevarlo a nuestras relaciones inter‐ personales. Por otro lado, otra intervención que me pareció muy interesante fue la de una chica travesti, Loana, que cuando se toco el tema del ser mujeres como grupo oprimido, dijo que muchas veces decir minoría implica que haya una mayo‐ ría y marca una invisibilización, simplificación y generalización, o sea estereotipa. Planteó la idea de salir del mundo binario, ya que es un sistema opresor. Después de esta discusión, se llegó a varias conclusiones: • Que la identidad es una búsqueda permanente. • Elegir, decidir y buscar, como practicas de empoderamiento que generan un poder interno, que promueven el “ser habilitadas para”, y el ser mujeres como sujetos de lucha • La inclusión de cualquier sujeto que se considere “mujer” en el taller • Que para el año que viene el taller se llame “mujeres e identidades” “Del encuentro ninguna mujer vuelve siendo la misma. Conocerse, debatir, intercambiar experiencias y reflexiones, crear lazos políticos de solidaridad y de lucha. La articulación entre las mujeres es una apuesta que debemos construir cotidianamente, quizá el desafío más importante que nos deja el encuentro es justamente poder superar la dispersión y organizarnos, y poder en todos los talleres no sólo hablar de la particularidad del ámbito dónde cada una se mueve, ya sea la lucha por la vivienda, la lucha sindical, la educación, los medios, sino también poder pensar nuestro rol en cada uno de estos sectores. En el taller de mujer hábitat y vivienda compartimos experiencias de autoorganización entre mujeres. Desde estra‐ tegias para evitar tener que ser nosotras las que tengamos que dejar nuestra casa ante una situación de violencia hasta la toma de tierras y la construcción de nuestras casas en las que “no necesitamos la ayuda de ningún hombre, nos las arreglamos bien solas”, como explico una compañera. “También participamos en el taller de sexualidades, donde pusimos en discusión el rol de las instituciones en la for‐ mación del “deseo sexual” y la asignación de roles que son naturalizados por nosotrxs. Discutimos también la necesi‐ dad de dejar de ver a la educación sexual como una cuestión solo de salud y “prevención”, sino que también debe dejar de ser heteronormada y debe contemplar el deseo como parte fundamental de la sexualidad. Además hemos acompañando a las compañeras de la Multisectorial de Cipolleti y su búsqueda de justicia frente a la seguidilla de femicidios. También impulsamos por tercer año consecutivo en el Encuentro de Feministas en Resis‐ tencia junto a la COMPA (Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Populares de Argentina) coordinadora de
la cual formamos parte, Pañuelos en rebeldía y la Marcha Mundial de las Mujeres, en el cual se expresaron compañe‐ ras feministas de Honduras, Colombia, Venezuela y Brasil, entre otras. Luchar por la soberanía sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestros territorios implica soñar, organizarse, encontrarse para construir una sociedad donde todos y todas seamos libres” “Cuando hablamos de violencia todos siempre piensan en la violencia física, mujeres golpeadas por sus maridos, sus hijos. Y éste tipo de violencia es la que en el discurso que nos rodea está mal, indiscutiblemente. En el taller de vio‐ lencia también hablamos de que hay otros tipos de violencia que sufrimos las mujeres por el hecho de ser mujeres, que se expresa a través de las palabras, a través de la manipulación psicológica. Porque que nos griten cosas por la calle y que, si contestamos, somos unas histéricas o unas trolas es violento. Porque tener que estar cuidándose en cualquier lugar donde haya un amontonamiento de que no te toquen ni te apoyen y lo hagamos de forma casi espon‐ tánea es violento. Porque tener un novix o compañerx que nos hace pensar que nuestra palabra no vale, que es mejor callarse las cosas, que “estamos locas” es violento. Porque sentirse obligada a tener relaciones sexuales porque sino sos una histérica o “lo querés menos” es violento. Esta violencia que se presenta todo el tiempo en nuestras vidas cotidianas no es casual, es resultado de una mane‐ ra de pensar, de construir a las mujeres como un sujeto débil, sumiso, manipulable, ingenuo. Es el rol que nos asigna la sociedad y es el rol que queremos deconstruir o, en todo caso, destruir para construir uno que realmente nos repre‐ sente. Las mujeres no somos un objeto que se puede mirar, tocar, que es de y para otros, por eso decimos “mi cuer‐ po es mío, no se viola, no se toca, no se mata”. No estamos para cumplir una función, ser madres porque “es natural”, sino que lo cuestionamos y queremos decidir sobre nuestros propios cuerpos. Tenemos que desnaturalizar estas prácticas desde lo cotidiano, entre nosotras, con nuestrxs compañerxs porque sólo teniendo presente que no queremos este rol que nos oprime y nos silencia podemos cambiarlo, construyendo algo diferente.” “A pesar de todo les hicimos el encuentro y a pesar de todo hicimos el taller de Activismo Lésbico. Un taller que no se encontraba este año entre los talleres establecidos por la organización. Fue sorpresivo y chocante que no haya estado entre las actividades, ya que si no fuera por el Encuentro muchxs de nsotrxs no nos hubiésemos conocido, con el deseo de activar políticamente. Por esta razón decidimos abrirlo nosotrxs. Como activistas sabemos que si no nos dan el espacio entonces lo construimos, escapando de algunas reglas generales, como el de tener una coordinadora, logramos un debate más fluido, sin bajadas de línea, respetando la palabra de cada unx, tratando de compartir expe‐ riencias y estrategias de lucha. Disintiendo del taller de “Mujeres y Lesbianismo”, estructurado bajo la temática de la maternidad lésbica, las leyes de adopción y el matrimonio civil igualitario, que no contemplan la totalidad de nuestras problemáticas. Sólo siendo un instructivo de como normalizarnos en la familia y el estado, siendo el eje la “Santa Ben‐ dición de la Ley”, guardándonos en un closet un poco más grande pero closet al fin. El eterno lugar doméstico tan cri‐ ticado desde nuestrxs posturas feministas. Parece que las lesbianas no tenemos vida cotidiana, que trabajamos, que vamos a la facultad, a los hospitales, que militamos en bachilleratos, escuelas, agrupaciones, partidos u ocupamos otros espacios que no sean el doméstico, las fiestas nocturnas y los lugares habilitados por el mercado, que nos cons‐ truyen como colectivo y que apelan a una imagen hegemónica de clase media‐alta, individualista y consumista. Que ignora nuestra historia como colectivo y la totalidad de las opresiones. Por esto decidimos activar contra la lesbofo‐ bia, los crímenes de hoy y de ayer, contra un sistema médico que no nos contempla y nos rechaza, contra las frecuen‐ tes amenazas. ¡Nosotras también nos divorciamos!, ¡nosotras también abortamos! ¡nosotras también reclamamos por lxs compañerxs desparecidxs en la dictadura militar!”.
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Educaci贸n sexual para decidir Anticonceptivos para no abortar Aborto legal para no morir