COLEGIO PENTECOSTAL MIZPA Primer Semestre 2008-2009 Curso: Profesor: Fecha: I.
HI-404: Historia y gobierno IDDPMI José G. Torraca Mondríguez 23 de agosto de 2008
Introducción: Pentecostés en el libro de los Hechos El movimiento pentecostal se origina en Hechos 2 con el derramamiento del
Espíritu Santo en la fiesta de las semanas (shavuoth en hebreo), las cosechas o Pentecostés en griego. Esta fiesta se celebraba 50 días después de la pascua, que en ese año había servido de escenario para la muerte y resurrección de Jesucristo.
Este
derramamiento del Espíritu Santo había sido profetizado, entre otros, por el profeta Joel, como es evidenciado por Pedro durante su mensaje en la fiesta. Para la iglesia en ese primer siglo, una de las evidencias de haber recibido el Espíritu Santo era el hablar en lenguas. Hubo otras experiencias en que se destacaban las evidencias de las lenguas como en los casos de Cornelio y de los creyentes en Éfeso (Hechos 10 y 19, respectivamente). Pablo también habla sobre el asunto de las lenguas en 1 Cor. 12-14; y en Marcos 16, Jesús establece que el hablar en lenguas sería una de las señales que seguirían a los que creyeran en Él. II.
Introducción al libro de texto El movimiento pentecostal en Puerto Rico comenzó con el llamado misionero de
un hombre de Dios en 1916. Esta obra ha sobrevivido en medio de graves momentos de miseria económica y espiritual, especialmente durante las primeras décadas del siglo XX en la Isla. El ambiente religioso presentaba un catolicismo dominate, un espiritismo “asfixiante” y el grupo de iglesias evangélicas distribuidas por distintos ángulos del País, sin mucha efectividad ante el dominio católico romano. La causa misionera ha sido una
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de las características más importantes y consistentes del movimiento pentecostal, llevando el evangelio de poder allende los mares. En sus comienzos, el movimiento pentecostal estuvo dirigido por el Concilio de Asambleas de Dios de los Estados Unidos (EEUU), pero eventualmente permaneció como una obra independiente y ambos grupos han mantenido una relación fraternal. Con el cambio de la agricultura a la manufactura a mediados del siglo XX, hubo grandes cambios en la estructura social del país, creándose una clase media y generándose oportunidades para la expansión de la Iglesia, local como foráneamente. Finalmente, habiendo comenzado muy humildemente a principios del siglo XX, hoy el movimiento pentecostal representa el mayor grupo protestante en la Isla, enfrentando, no sólo grandes retos administrativos, sino también de cambios de paradigma: de un mundo moderno a uno postmoderno. III.
Capítulo 1: Definición y origen de Pentecostés en Puerto Rico En adición a lo expuesto en la Introducción a esta conferencia, durante los
primeros cinco siglos hubo manifestaciones del poder del Espíritu Santo, en especial con el don de hablar en lenguas. Líderes cristianos de la talla de Ireneo en el siglo II, Tertuliano en el siglo III, Pacomio en siglo IV (de quien se alega hablaba en griego y latín, aunque nunca los había aprendido) y en el siglo V, Agustín, manifestaron hablar en lenguas. Desde la Era Patrística hasta La Reforma, el don de hablar en lenguas cayó casi en el olvido. Pero durante y después de la Reforma, se alega que el propio Lutero hablaba e interpretaba sus propias lenguas. El mismo testimonio se da de Francisco Javier, Thomas Walsh y aun de Dwight L. Moody.
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Juan Wesley (1703-1791), por influencias de su tiempo, estableció una distinción entre los santificados, es decir, los bautizados del Espíritu Santo y los cristianos comunes. Asa Mahan (1799-1889) y C.G. Finney (1792-1875) iniciaron una acción en favor de los negros, obreros y las mujeres en EUA, situándolos en un plano más elevado. Charles Parham (1873-1929) y la iluminación en Topeka, Kansas fue el primero en reconocer la glosolalia o el don de hablar en lenguas como señal de identificación del Bautismo del Espíritu Santo. Cree en la teoría anglo-israelí. Se le consideró hereje. El predicador negro W. J. Seymour (1870-1922) era alumno de Parham y decía que quienes no hablaban en lenguas no habían sido aún bautizados en el Espíritu Santo. En las reuniones en la calles Bonnie Bae y Azusa en Los Ángeles en 1906, cayó el fuego y el primer bautizado fue un niño negro de ocho años. Se considera que la Misión en la calle Azusa inicia el movimiento pentecostal moderno.
Fueron rechazados por la
mayoría de las iglesias de santificación y aun la prensa los ridiculizaba. Casi todos eran negros y en 1908 se retiraron los creyentes blancos. La Misión de Azusa postuló la línea teológica de la salvación en tres etapas: la conversión, la santificación y el bautismo de Espíritu Santo. W. H. Durham la redujo a dos etapas, considerando la conversión y la santificación como una sola etapa. Entre los pentecostales de EUA, la discusión entre las tres etapas y las dos etapas así como la de la Trinidad, son los dos problemas teológicos más complejos. Las organizaciones más antiguas en EEUU son las siguientes: Movimiento Apostólico de la Fe, Iglesia de la Santidad (1902) y la Fe Apostólica (1907). Los grupos pentecostales más prominentes en EEUU del siglo XX son: La Iglesia de Dios, La Iglesia de Dios en Cristo, La Iglesia Pentecostal de la Santidad, Asambleas de Dios, Asambleas
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de Iglesias Pentecostales del Mundo y Asambleas Pentecostales de Jesucristo. Entre el pueblo hispano, los grupos más prominente en EEUU son: Concilio Hispano del Este de las Asambleas de Dios y el Concilio de la Iglesia de Dios Pentecostal. En la actualidad, el movimiento pentecostal está altamente diversificado en todos los EEUU. A consecuencia de la desesperante condición económica que hubo a lo largo de todo el siglo XIX en la Isla, surge un movimiento migratorio hacia distintas partes de los EEUU por el cambio de sobranía politica ocurrido como resultado de la Guerra Hispanoamericana en 1898, donde Puerto Rico pasa a ser un territorio de EEUU. El movimiento migratorio obedecía para trabajar en obras agrícolas, principalmente. Una de las muchas familias que viajó a territorios de los EEUU fue la de Juan León Lugo. Esta familia pobre, oriunda del Barrio Piñas de Yauco, estaba compuesta de una madre viuda con dos hijas y un várón, Juan Lugo, que a la sasón contaba con diez años de edad. Juan nunca conoció a su padre, pues éste murió cuando Juan contaba seis meses de esdad. En 1900 salen por la Bahía de Guánica hasta el puerto de Nueva Orleans, viajando luego en tren hasta San Francisco , y de ahí por barco hasta la isla de Oahu en Hawaii. Durante el viaje de Guánica a Nueva Orleans, murió la hija menor de la familia, siendo sepultada en el mar. En Hawaii, la viuda se ocupaba de tareas domésticas, mientras que Juan estudiaba en la escuela elemental, al término de la cual se vio forzado por la necesidad y tuvo que ocuparse en tareas agrícolas. Como resultado del avivamiento en Topeka, Kansas y en la calle Azusa en Los Ángeles, California, muchos creyentes llenos del Espíritu Santo fueron enviados como misioneros a distintas partes del mundo, incluyendo a Hawaii, China y Japón. Una pareja de misioneros que viajaba hacia Japón y China tuvieron una estadía en la isla Oahu,
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donde le predicaron a los puertorriqueños allí asignados. La madre de Juan y su nuevo esposo se entregaron al Señor y le comunicaron su conversión por carta a Juan, quien hacía un año tenía vida independiente. La madre de Juan fue transformada del vicio de tabaco y Juan pudo compartir en un culto que comenzó a las 5:00 PM y terminó a las 2:00 AM, aunque ese día no entregó su vida al Señor. La experiencia de conversión de Juan L. Lugo ocurrió de la siguiente manera: el Sr. Abad Vélez, compañero de trabajo de Juan, conoció al Señor y fue transformado de su vicio de juego. Como éste no sabía leer, le pedía a Juan que le leyera el NT, hasta que llegando a Juan 5:24, decidió entregar su vida a Jesucristo, hecho que ocurrió en un culto en Honolulú el 13 de junio de 1913. Luego, con la experiencia del bautismo en el Espíritu Santo y junto al hermano Panchito Ortiz, viajan a San Francisco, California, donde recibió un llamado al campo misionero por medio de una visión el día 16 de enero de 1916. Cuenta Juan Lugo, que mientras leía las Escrituras, sintió la compulsión del Espíritu de orar, donde el Señor le trasladó en visión al Vigía de Ponce y le dijo: “Este es tu campo”. Ese fue el llamado de Juan L. Lugo a Puerto Rico. En la iglesia pentecostal conocida como el Templo Bethel, Juan Lugo testificó de su visión y llamado y Dios confirmó la misma en un culto de oración. Finalmente, la iglesia le entrega un pasaje en primera clase para viajar desde Nueva York a Puerto Rico en el Vapor Carolina. El viaje duró tres días y llegó a Puerto Rico el día 30 de agosto de 1916, a la edad de 26 años. Juan Lugo se dirigió a la Parada 18½ en Santurce, donde se celebró el primer culto al aire libre en la Calle Figueroa, hoy Doctor Ferrer. Lugo estuvo solo y nadie se detuvo a oírlo. Luego de 24 noches, disfrutaba de la compañía de un grupo de hermanos santomeños y cientos de personas se detenían a oír el mensaje pentecostal.
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Pero la inquietud de su llamado era Ponce y, luego de una estadía en Yauco, se dirigió a la calle Mayor Cantera. El primer servicio pentecostal en Ponce se dio en las Calles Acueductos e Intendente Ramírez, al anochecer del 3 de noviembre de 1916. Auspiciaron el servicio Juan Lugo, Salomón Feliciano, quien había sido compañero de Lugo en Hawaii, y su esposa Dionisia. Debido a la gran multitud reunida, el servicio se trasladó a la planta alta de la casa de José Escamaroni. La invitación para recibir al Señor se hizo a las 2:00 AM y once almas hicieron profesión de fe. Se procedió a alquilar una casa de dos plantas en la misma Calle Ramírez que sirviera de lugar de reunión para los nuevos convertidos. La primera convertida ese 3 de noviembre de 1916 fue Tomasa Escamaroni. Juan León Lugo nació en Yauco el 26 de octubre de 1890. Contrajo nupcias con la joven guayaniqueña Isabel Ortiz, el 17 de junio de 1917. La hermana Oriz fue una de las personas que incorporaron la Obra en Puerto Rico. Lugo fue el primer presidente de la Obra en 1921 y en varias otras ocasiones como del 1926 al 1931 y del 1937 al 1940. Viajó con mucha frecuencia a los EEUU y en 1939 viajó a la República Dominicana para supervisar la iglesia que se había establecido allí. En Nueva York levantó obras en Harlem, Brooklyn y la Sinagoga de la Calle 115. Fue el fundador del entonces Instituto Bíblico Mizpa y escribió una autobiografía titulada Historia de un misionero. Al llegar a Nueva York se mantuvo activo en el liderazgo como pastor y líder conciliar por un breve tiempo. Aun en edad avanzada continuaba visitando la Isla, siendo bien recibido. IV.
Capítulo 3: Pioneros de Pentecostés en Puerto Rico En adición a Juan L. Lugo, quien fue el primer misionero pentecostal en llegar a
la Isla, hubo otros líderes que pudieran considerarse como pioneros de la obra en Puetto
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Rico. Éstos adalides son: Salomón Feliciano; Águedo Collazo; Francisco Ortiz, padre; Francisco Ortiz, hijo; Delfín Montalvo; John Roberts, Lorenzo Lucena; Lena S. Howe; Helena Féliz; Frank y Aura Finkenbinder; Justino y Eleuterio Rodríguez; y Félix Rivera Cardona, los laicos de más rapido crecimiento espiritual, que de inmediato fueron llamados al ministerio pastoral. Las características socio-económicas durante los primeros años del siglo XIX: la población apenas llegaba a los dos millones de personas; la densidad poblacional era de 600 personas por milla cuadrada, mientras que en EEUU era desólo 46 personas por milla cuadrada; el ingreso per cápita era de $121 comparado con $820 en 1964; la difteria, la peste bubónica y la tuberculosis eran peligros enormes a la salud del pueblo; era una sociedad predominentemente agrícola y con un alto grado de analfabetismo; las carreteras eran pésimas y las vías eran para el transporte de caña por ferrocarril. A pesar de estas condiciones, para 1942 cerca del 87% de las 86 iglesias pentecostales se mantenían por sí mismas, aunque el salario del pastor no superaba los $40.00 mensaules, el menor de todos los grupos evangélicos. Los pastores pentecostales suplementaban sus salarios con trabajos adicionales, especialmente en la agricultura. Es por esa razón que gran parte del trabajo evangelístico se realizaba en la zona rural. Los materiales de construcción para las capillas en la zona rural eran madera, zinc, madera del país (tabla astilla, enea, madera rolliza) y luego cartón embreado. Había un fondo proconstrucción. Galicia de Juana Díaz, Islote de Arecibo y Aibonito de Hatillo, fueron los primeros en construir capillas, pues los terratenientes de esos lugares donaron los solares y los hermanos conseguían la madera de los montes y no habían exigencias de permiso de construcción para los campos. El evangelio logró llegar a las montañas gracias al
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testimonio de un espiritista que se convirtió en un culto en Ponce y fue a llevar su testimonio a esos lugares. Los dos primeros templos de Pentecostés fueron construidos en la Parada 22 en Santurce en 1928 y en Mayor Cantera de Ponce (inaugurado el 30 de junio de 1929). El solar del templo de Santurce de 659 metros cuadrados tenía un valor de $3,200.00 y la iglesia pagó $459 de sus propios fondos y otros $357 que les prestaron la iglesia de Mayor Cantera de Ponce (bajo el pastorado de Lorenzo Lucena) de sus propios fondos para construcción. La líder de esa tarea fue la hermana Lena S. Howe y había que pagar la mensualidad del alquiler más el balance adeudado del salón comprado. Esta fue una de las grandes características del movimiento pentecostal: la evangeliación y la construcción de templos para los convertidos. A esta tarea también contribuyó las Asambles de Dios de Springfield, Missouri, otorgando pequeños préstamos para la construcción o mejoras de los templos. Cuando la Obra obtuvo cierta solvencia económica por el aumento de sus propios solares y templos, logró incursionar en la banca para obener préstamos para compra de solares y construcción de templos. A finales de la década de 1960 se construyó el templo de Humacao bajo el pastorado de Eleuterio Feliciano a un costo de varios cientos de miles de dólares. A partir de 1976, la Organización disponía del Plan de Pensiones para la otorgación de préstamos para la adquisición de solares y construcción de templos y otras fcilidades. Esta Agencia ha prestado más de quince millones de dólares en este empeño. El primer templo no católico en Puerto Rico bajo régimen español fue construido en Ponce por la Iglesia Anglicana. En el 1860 el Sr. Antonio Badillo funda una organización religiosa llamada “Los Bíblicos”, en el Barrio Maleza Alta de Aguadilla.
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Esta obra era autónoma hasta que en 1898, por afinidad religiosa, se unió a la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. Luego del 1898, comienzan a afluir las denominaciones evangélicas de los EEUU. En una reunión sostenida en Nueva York, los líderes de estas denominaciones se dividieron el territorio isleño entre ellas. La composición fue así: Norte – la Iglesia Presbiteriana (1898), la Iglesia Discípulos de Cristo (18990 y la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera (1899); Sur – Los Hermanos Unidos (1899), Iglesia Metodista (1899), la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera y la Iglesia Congregacional (1899); Este – la Iglesia Congregacional, la Iglesia Bautista (1899, con algunas partes en el centro como Jayuya); Oeste – la Iglesia Presbiteriana (incluyendo a Maricao y Las Marías, pero excluyendo San Sebastián). La Iglesia Evangélica Unida surge de la unión entre las Iglesias Congregacional y Unidos en Cristo en 1939. Se estima que el 30% de la población boricua es protestante. Los primeros lugares de predicación, además de Ponce y Santurce fueron Lajas, Juana Díaz, Galicia en Arecibo, Aibonito de Hatillo, Pastales, Lajas y Don Alonso de Utuado, Islote de Arecibo, Lares y Bayamón. El 29 de julio de 1917 se celebraron las primeras bodas pentecostales entre Juan L. Lugo e Isabel Ortiz, oficiada por Salomón Feliciano. En las primeras décadas de la Obra pentecostal, hubo controversias y persecuciones de parte del movimiento evangélico en Puerto Rico, del espiritismo y del catolicismo romano. En el primer caso, líderes del movimiento evangélico le ofrecieron al hermano Juan L. Lugo que saliera como misionero fuera del país y al hermano Salomón Feliciano le ofrecieron una iglesia a cargo. Ambos rechazaron la oferta. El movimiento pentecostal siempre se ha opuesto a la práctica del espiritismo, pues la considera ocultista y diabólica. El catolicismo romano intentó infiltrarse en la política del
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país al establecer el Partido de Acción Cristiana (PAC), por sus máximos líderes, James P. Davis, arzobispo de San Juan y James McManus, obispo de Ponce. El Lcdo. Feliú Pesquera fue postulado para la gobernación de la Isla y sólo recibieron 52,000 votos o el 6.6% del voto popular. Luis Muñoz Marín barrió con 460,000 votos de los 789,000 votantes. V. Capítulo 4: Década de los años 1921 al 1930 – Incorporación y crecimiento Durante esta década continuó la vida dura de pobreza. No existía la clase media, sino sólo dos clases: los pobres y los ricos. La agricultura continuó siendo la principal fuente de empleo. En el orden religioso, se sumaba un nuevo movimiento a los grupos ya conocidos de protestantes, católicos y espiritistas. El movimiento pentecostal se impuso dos metas importantes durante este periodo: mantenerse en el camino estrecho y la evangelización por todas las zonas del país. El hermano Frank Finkenbinder se incorporó a la Obra en la Isla. La primera asamblea anual de la Organización se realizó en Arecibo durante los días 4 al 7 de noviembre de 1921. Hubo quince iglesias representadas con sus respectivos delegados, que procedían mayormente de Arecibo y hacia el Centro hasta Lares y Utuado. Los primeros oficiales elegidos en esa asamblea fueron Juan L. Lugo como presidente, Francisco Ortiz, hijo como secretario e Isabel Lugo como tesorera. La Obra fue incorporada como Iglesia de Dios Pentecostal, notarizándola el día 3 de febrero de 1922. Los incorporadores fueron Juan L. Lugo, Lena S. Howe, Frank Finkenbinder, Águedo Collazo, Tomás Álvarez, Justino Rodríguez, Lorenzo Lucena, Aura Finkenbinder, Isabel O. Lugo y Eleuterio Rodríguez. El hermano Francisco Ortiz, hijo se apartó del Movimiento. Se ofrecen tres teorías: 1) al no estar de acuerdo con el nombre de incorporación, pues prefería el de Concilio Distrito de Puerto Rico; 2) que se
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hubiera dividido el trabajo en dos zonas, Norte y Sur, para que así Juan Lugo presidiera en el Sur y él en el Norte; y 3) que no gustaba que los extranjeros formaran parte de la directiva de la Obra. El hermano Francisco Ortiz, hijo murió en 1923. En 1928 se inicia el trabajo evangelístico en Nueva York, cuando Tomás Álvarez salió de Arecibo para concentrarse en Greenpoint, a donde Juan Lugo habría de pastorear un año después. Los primeros bautismos se celebraron en el Barrio Los Meros, a orillas del Mar Caribe. Como ya se indicó, los primeros dos templos se construyeron en Santurce en 1928 y en Ponce en 1929. Los primeros dos sepelios de miembros del cuerpo ministerial fueron los de Águedo Collazo y Francisco Ortiz, hijo en 1922 y 1923, respectivamente. VI. Capítulo 5: Frank Finkenbinder: Segundo presidente Frank Finkenbinder nació el 20 de enero de 1898 en Decatur, Illinois. Su experiencia de salvación vino en el 1909 y fue bautizado en el Espíritu Santo en Oklahoma. Se casó en 1920 con Aura Artgetsinder. Llegó a Puerto Rico en 1921 por un llamado misionero. Fue el segundo presidente de la Obra entre 1922 y 1925. Ocupó además las posiciones de Vice-presidente y Director de la revista El Evangelista Pentecostal, que desde 1918 se publicaba bajo el nombre de Nuevas de Salvación. El hermano Frank y la Hermana Aura, como usualmente se les conocía, procrearon cinco hijos, de los cuales Pablo se destacó con un programa radial de gran difusión en América Latina, titulado Un mensaje a la conciencia. Frank Finkenbinder fue pastor en la iglesia de Aibonito y fue músico, pues tocaba el trombón. Continuó con su ministerio en los EEUU. VII. Capítulo 6: Década del 1931 al 1940
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En esta década ocurrió la peor crisis económica en la historia de los EEUU conocida como la Gran Depresión, que repercutió negativamente, no sólo en Puerto Rico, sino también en otras partes del mundo. Puerto Rico contaba con una población superior al millón y medio de habitantes, viviendo la mayoría en el campo. El analfabetismo llegó al 45%. Eran comunes las enfermedades como el paludismo, la tifoidea, el parasitismo intestinal, la tuberculosis y la malaria. El desempleo era altísimoy pocas las industrias. El transporte era en ferrocarril y las comunicaiones mejoraban. Las haciendas azucareras desaparecieron para dar paso a las centrales azucareras que era más avanzadas, mientras que el cultivo del tabaco y del café se iba reduciendo. Los sueldos eran muy bajos, pues pocos ganaban un dólar al día y muchas mujeres tenían que trabajar largas horas al día para ganar quince centavos. La mayoría de los campesinos vivían en bohíos y las casas en las ciudades eran de madera y zinc. Los huracanes San Felipe y San Ciprián de 1928 y 1932, respectivamente, dejaron la Isla en ruinas. Surgen por primera vez las campañas evangelísticas, siendo las primeras dos de ellas las del evangelista mexicano y ministro ordenado de la Iglesia Metodista Episcopal, Francisco Olazábal. Estas campañas eran caracterizadas por cánticos y milagros de sanidad. La más exitosa de ellas fue la primera realizada en Río Piedras, Ponce y el Hipódromo Quintana de San Juan. Las Iglesias Defensores de la Fe y Discípulos de Cristo respaldaron ampliamente estas campañas, las cuales fueron las precursoras de las realizadas en la década del 1950 por T. L. Osborn, Allen y Morris Cerullo, entre otros. Al inicio de la década surgió un gran avivamiento en las filas de las Iglesias Discípulos de Cristo (IDC) y Metodista. El fuego comenzó con un grupo de adoradores de la IDC de la Calle Comerío en Bayamón. El grupo estaba a cargo de Leonardo Castro
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y una de las grandes influencias fue el estudio de los dones del Espíritu de 1 Corintios 12 dado por Manuel Rivera de la Iglesia Pentecostal de Bayamón. El fuego continuó hasta la IDC de Sonadora que pastoreaba Florentino Santana. El Dr. Leonardo Castro propulsó ayunos en búsqueda del bautismo en el Espíritu Santo. La experiencia de pentecostés invadió también a la Iglesia Metodista de Comerío, siendo Luis G. Malvet, Dolores Berríos y su hija Altagracia y Anastacio Ramos, entre otros, los protagonistas de esta obra. A partir de estas experiencias, el poder carismático ha invadido otras iglesias protestantes y aun hasta la misma Iglesia Católica Romana. En el aspecto misionero, Juan L. Lugo sale hacia Nueva York en 1931 y por seis años establece obras en Harlem, Brooklin y en la Sinagoga de la Calle 115, así como pastor en Greenpoint. Al salir, dejó la presidencia en manos de Tomás Álvarez. Hacia la República Dominicana, cuyo trabajo había iniciado Salomón Feliciano en 1917, son llamados a predicar el evangelio Francisco Hernández, Ángel Betancourt, René Vélez Faccio, Juan Crúspulo Rodríguez y Luis M. Ortiz. A Cuba salen Francisco Rodríguez y Melitón Donato, quien procedía de Nueva York. La Obra contaba con treinta iglesias establecidas y otros campos blancos. En esa década se estableció la Sociedad de Jóvenes Embajadores de Cristo y se fundó el Instituto Bíblico Mizpa, obras de las que se tratarán más adelante. En 1940 surge una discrepancia en el seno de la Iglesia Pentecostal de Mayagüez, cuyo pastor era Félix Rivera Cardona, terminando en una división. Rivera Cardona se marchó con un grupo de hermanos y eventualmente fundó la Iglesia Pentecostal de Jesucristo. VIII. Capítulo 7: Tomás Álvarez: Tercer presidente
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Tomás Álvarez es el presidente que con menos datos biográficos se cuenta. Fue uno de los primeros converidos en Arecibo. En una reunión de negocios fue nombrado Secretario de la Misión en 1920. Fue parte del grupo de incorporadores del Movimiento en 1922. Como misionero en 1928, estableció la obra de Greenpoint, Nueva York. Fue desigando presidente entre 1931 y 1937. Fue Pastor en Mayagüez y Arecibo y padre espiritual de José Martínez, hijo. Se caracterizó como predicador, cantante, declamador y amante de la lectura.
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