Pasando al otro lado
Por: Mis. Celia Eunice Galarza López
Muchas personas tienen miedo cuando les toca vivir una experiencia de mucho sufrimiento. Piensan que nunca se va a terminar su calvario. En ocasiones piensan que Dios los ha dejado solos. Cuando nos enfrentamos a la muerte y nos avisa que nos vamos al otro lado del rio comenzamos a titubear como si nuestras esperanzas se acabaran. Él dolor y el sufrimiento siempre han existido. Son momentos especiales para encontrarnos con nosotros mismos y con la experiencia de la fe. Dios se nos revela atraves del sufrimiento. Es cuando más sensitivos estamos para humillarnos ante la Cruz de Jesús. No es fácil cuando perdemos un bebe en un accidente. La pérdida de un ser cercano o cuando el médico nos dice que tenemos una enfermedad incurable. Estamos muy bien y se nos presenta unas circunstancias en las que tenemos que dejar todo y como Abraham irnos a Ur de los Caldeos a empezar de nuevo. Sé que nuestro Dios está en todo momento no importa las circunstancias por las que estemos pasando. Lo creo. Dios está contigo siempre. El fue nuestro ejemplo de gran valor cuando en la tierra pasó experiencias terribles. El resistió la tentación de Satanás y venció. Fue perseguido y maltratado aun por los más cercanos. Es por esto que te comprende tanto. El nos da las herramientas para enfrentar cualquier sufrimiento y pasar al otro lado para encontrarnos con él. Cuando nos enfrentamos a la muerte estamos realizando un cambio a una vida sin dolor, sin crímenes, robos, asaltos, enfermedades por lo que debemos comprender que nuestra felicidad plena está al otro lado. Con la resurrección de nuestro Jesucristo comienza la esperanza de que tus angustias pasaran en algún momento para estar gozosos ante la presencia de nuestro Dios. Debemos aferrarnos a las promesas de Jesús no importa cuán grave sea nuestra situación y tener fe que Dios nos tiene en la palma de su mano. La palabra lo dice que el sufrimiento no se levantara por segunda vez. Sabemos que somos humanos y como tal padecemos. Es necesaria la comprensión ante estas circunstancias. Nuestra esperanza es aferrarnos al Dios grande y no dejar que las emociones nos acaparren al punto de perder el dominio propio. En muchas ocasiones el sufrimiento es un ejercicio de fe. Es un buen momento para ver la gloria de Dios manifiesta en medio de este ambiente. Vemos cosas que nunca pensamos. Ver una familia unida cuando ocurre una muerte es una victoria. Un individuo rebelde con Dios decide conocer a Jesús en medio de una atmosfera de sufrimiento. El débil dice fuerte soy cuando ya no puede hacer nada con sus fuerzas. Es porque sabe que Dios conoce todo acerca de nosotros y que todo obra para bien a los que han sido llamados. Nadie puede tocarte si Dios no lo permite. Somos participante de la naturaleza divina cuando en el dolor y la adversidad padecemos por que esta juntamente con nosotros ayudándonos a sobrellevar toda carga. Un día Una familia estaba pasando por la pérdida de un hijo. Sufrían tanto que sentían que todo se había acabado. El dolor era tan grande que estaban casi sin lágrimas ni palabras para expresar lo que sentían. Allí llego un humilde predicador que les dijo que Dios estaba revelando sus debilidades atraves de aquellas experiencias. Se habían manifestados los efectos y defectos de estos. Dios quería que se examinaran y modificaran la forma como estaban manejando su momento de dolor. Parecía que no
conocían a Dios. El proceso era doloroso pero era necesario para que comprendieran que la vida terrenal no lo es todo y que existe una vida eterna perfecta por la que debemos luchar. Es llegar hasta el mismo terreno que llego Jesús cuadro lo matizaron en forma inhumana por salvar la humanidad. Vamos a prepararnos para ser probados. No hay un consolador más tierno y comprensivo que nuestro salvador. Espera en él y todas tus luchas pasaran y veras su gloria. Aprendamos a cruzar al otro lado.